Una hebilla de oro... y de polémica (Fíbula de Preneste)

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vida & artes 37

EL PAÍS, viernes 10 de junio de 2011

cultura siendo inaugurado en septiembre de 2008 casi con sordina, pese a la evidente espectacularidad del proyecto. El arquitecto, verdadero profeta en su tierra, como demuestran los múltiples hitos que llevan su nombre en la Comunidad Valenciana y Baleares, se ha visto envuelto en turbias adjudicaciones de proyectos a dedo por gobiernos del PP, así como asediado por críticas fundadas en los considerables sobrecostes de sus obras. Esquerra Unida denunció en marzo que, en 2006, la Generalitat firmó un contrato sin concurso con el arquitecto para el diseño y la construcción de un Centro de Convenciones en Castellón que iba a costar 60 millones de euros. Por esa iniciativa, Calatrava habría cobrado 2,7 millones. La fiscalía del caso de Castellón recibió además denuncias de otros dos proyectos fantasma del arquitecto: el de unos rascacielos cerca de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia y el de una intervención en el puerto de Torrevieja, también paralizados. En total, Calatrava habría cobrado 5,8 millones por las tres iniciativas. El arquitecto se defendió a través de un comunicado en el que aseguró que los honorarios cobrados a la Generalitat estaban “dentro de la legalidad” y que su despacho había cumplido “en todas y cada una” las cláusulas de los contratos. También afirmaba que se sentía “lesionado en su derecho fundamental al honor”. Este asunto se asemejaba al destapado en el caso Palma Arena, donde se investiga el pago en 2006 del entonces presidente balear Jaume Matas de 1,2 millones de euros a Calatrava por el anteproyecto, la maqueta y unos vídeos de un palacio de la ópera. El proyectista acumula en el antiguo cauce del Turia cuatro puentes, un cine Imax, una ópera (el Palau de les Arts, que en septiermbre de 2007 se inundó por fallos de estructura), un museo de las ciencias (de indiscutible éxito social) y un edificio, llamado Ágora, que de momento ha acogido torneos de tenis, algún que otro recital y poco más. Su obra española más famosa, la Ciudad de las Ciencias y de las Artes, iba a costar 150 millones de euros, pero el PP lo modificó y pasó a presupuestarse en 308 millones. Finalmente, 16 años después, el coste ha multiplicado por diez el inicial, para llegar a los 1.282 millones.

Detalle de la frase “Manio me hizo para Numerio”, la primera inscripción en latín según científicos italianos. / museo etnográfico pigorini

Una hebilla de oro... y de polémica Nuevos estudios refuerzan la tesis de que la ‘Fíbula prenestina’, considerada como la primera inscripción en latín y eterno objeto de disputas, es auténtica TOMMASO KOCH Roma Para la mayoría no serán más que dos nombres raros y una frase sin mucho sentido: “Manio me hizo para Numerio”. Pero muchos arqueólogos y filólogos identifican en esas cinco palabras la inscripción más antigua que se conoce en lengua latina. Literalmente, la frase es “Manios med fhefhaked Numasioi”, una forma de latín arcaico de la época etrusca. Datada en el siglo VII a. C., se halla incisa en la llamada Fíbula prenestina, una hebilla de oro de 10,7 centímetros que custodia el Museo Prehistórico Etnográfico Pigorini de Roma. Enterrados desde hace siglos, Manio y Numerio se han visto sin embargo catapultados dentro de una olla a presión rebosante de polémicas sobre la autenticidad de la inscripción, una controversia abierta a finales de los ochenta y a la que, ahora, nuevos resultados

de una investigación realizada con técnicas punteras espera poner la tapadera de una vez. El pasado lunes, la química Daniela Ferro, del Instituto italiano para el estudio de los materiales nanoestructurados, junto con el restaurador y profesor universitario de Ciencias Aplicadas a los Bienes Culturales Edilberto Formigli presentaron en el Museo Pigorini las conclusiones de meses de análisis. Según los dos estudiosos, no caben dudas de que la fíbula, y sobre todo su inscripción, son auténticas. “Hemos unido las competencias de la química física [el ámbito de la química más cercano a la física] sobre las ligas, la observación con microscopios electrónicos y microsondas con rayos X a los conocimientos sobre las técnicas de orfebrería de los etruscos”, detalla Ferro. “Los metales, como el oro, se cristalizan y este proceso revela su envejecimiento. Es indudable que el broche y su inscripción proceden de una época mucho más lejana en el tiempo que los 120 años de las hipótesis de falsificación”, asegura la científica italiana. Daniela Ferro se refiere sobre todo a las tesis de Margarita Guarducci, arqueóloga romana que en no-

Cronología de un enredo El arqueólogo alemán Wolfgang Helbig presenta oficialmente la Fíbula prenestina. ! 1887.

La hebilla pasa al Museo Nacional Prehistórico Etnográfico del Colegio Romano y es incluida en la colección de la Tumba Bernardini, un sepulcro de la edad orientalizante (siglos VIII-VII a. C.) descubierta en Palestrina, cerca de Roma, en el 1876. ! 1900.

pacidad de autocrítica y sin atisbo de buen gusto. No se puede tener todo. Pero puede ser difícil llegar a comprenderlo cuando uno parte de lo más alto. Con apenas 30 años, Calatrava fue el primer arquitecto español vivo aplaudido en el mundo. Que fuera aclamado como “el nuevo Gaudí” despertó entre los españoles tanto orgullo como envidia. Pero también marcó el principio de su declive. Dos décadas de exposiciones, premios -incluido el Príncipe de Asturias en 1999- y éxitos no le han hecho ningún favor. Tampoco a nuestra arquitectura. Y menos a nuestras cuentas. Hoy sus diseños siguen siendo prodigiosos, pero han perdido magnetismo, credibilidad y razón de ser. Son monólogos con dinero público.

viembre de 1979 sostuvo que la fíbula era falsa y que el director del Instituto Germánico en Roma, Wolfgang Helbig, había realizado la inscripción a finales de 1800, una época en la que la falsificación de obras romanas estaba de moda. Helbig, arqueólogo alemán, había sido el primero en presentar oficialmente la hebilla en 1887, y a la sazón había contado que la había adquirido de un amigo hacía algunos años. La fí-

La frase “Manio me hizo para Numerio” llevaba 30 años sembrando dudas bula pertenecía a la llamada Tumba Bernardini, sepulcro de la edad orientalizante (siglos VIII-VII a. C.) hallado en 1876 en Palestrina, un municipio de la provincia de Roma. Las acusaciones de Guarducci desencadenaron un debate donde no existían grises y cada estudioso se decantaba por una de las dos hipótesis: falsa o auténtica. Entre tanto, los manuales escolares prefirieron evitar líos y cancelaron las referencias a la inscripción. Manio y Numerio pasaron del salón principal al sótano de la historia. Hacia finales de los años ochenta, Formigli hizo la primera de sus dos jugadas importantes en esta trama y confirmó la autenticidad

! 1919. El broche no es citado en la primera publicación sobre la tumba por diversas dudas sobre su pertenencia a esa colección funeraria.

Otra publicación sobre la Tumba Bernardini cita a la fíbula en un apéndice.

! 1978.

! 1979. La arqueóloga Margarita Guarducci asegura que el broche es falso. ! Finales de los años ochenta. El restaurador y profesor Edilberto Formigli demuestra con un análisis físico la antigüedad de la fíbula, pero no de su inscripción.

Edilberto Formigli y la química Daniela Ferro, tras utilizar microscopios electrónicos, microsondas con rayos X y realizar otros análisis, aseguran que la inscripción también es auténtica. ! 2011.

La Fíbula prenestina (siglo VII a. C.) se custodia en el Museo Prehistórico Etnográfico Pigorini de Roma, mide 10,7 centímetros y fue tallada en oro.

de la fíbula con un análisis físico. Quedaba pendiente la inscripción, hasta ahora. “La relación aporta pruebas objetivas y es muy convincente”, sostiene el presidente del Instituto Nacional de Arqueología e Historia del Arte italiano, Adriano La Regina. El profesor de etruscología y superintendente arqueológico de Roma durante 30 años concluye: “Podemos readmitir a la fíbula en los manuales de historia latina”. La Regina subraya, sin embargo, lo que parece ser el último paso por dar: “El estudio ha de recibir el respaldo de la comunidad científica. Para eso hace falta que sea publicado”. En un correo electrónico Daniela Ferro asegura que eso “depende del superintendente del Pigorini” y que “aún no se sabe”. El propio superintendente del museo, Luigi La Rocca, admite que no puede ofrecer “datos ciertos”, aunque informa de que el estudio se publicará “muy pronto”, probablemente en la revista Mediterranea, editada por el Consejo Nacional de las Búsquedas. La Rocca presume del “enorme paso adelante” que supone el hecho de que los expertos que participaron en la presentación, “extremadamente representativos del panorama de lingüistas, epigrafistas y etruscólogos”, consideraran acabadas las dudas sobre la autenticidad de la fíbula. ¿La Fíbula prenestina, un caso resuelto?, se preguntaba el titular de la conferencia del lunes. A la espera de una respuesta definitiva y de que el broche y su inscripción dejen por fin caer su ancla en la Historia, la enésima novedad sobre el enredo sí ofrece una certeza: entre tantos anuncios y desmentidos, los nombres de Manio y Numerio ya suenan un poco más familiares.


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