Momotaro · el niño melocotón

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OQOQVCTQ el niño melocotón

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OQOQVCTQ el niño melocotón COLECCIÓN DE BOLSILLO

Un cuento original anónimo Traduccido por José Joaquín Sánchez Espina Ángela Fernández Álvarez

Ilustrado por Alberto Trancón Muñiz


tiempo

, en ho, mucho c u m e c Ha de Jap贸n viv铆a una


algún l ugar de anc

ia

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pareja

. os

Un día el anciano salió a la montaña a recoger leña mientras que su esposa fue al río para lavar ropa. En eso estaba cuando vio a un enorme melocotón que bajaba por el río, aguas abajo.


Ella lo recogió y se lo llevó a casa. El anciano al llegar a casa se sorprendió al ver tan enorme melocotón! y dijo: “¡Qué melocotón tan grande!, ¿lo cortamos? y la anciana contestó: “¡Sí, vamos a cortarlo!”. En ese momento el melocotón empezó a moverse, se rompió y de su interior salió un niño.




Los ancianos se sorprendieron al ver a un niño salir de aquel enorme melocotón, y a la vez, una gran alegría los embargó al ver en él al hijo que no tenían.


Momotaro comía mucho y creció fuerte y robusto.

Nadie podía rivalizar con él, pero había algo que preocupaba a los ancianos: en todo ese tiempo, no había pronunciado ni una sola palabra.


“¡Lo llamaremos Momotaro! porque nació de un “momó” (melocotón).



Pasó el tiempo y llegaron unos días en que unos demonios estaban causando alboroto y cometiendo fechorías por todo el pueblo. Ante eso, Momotaro pensaba dentro de sí: “¡Esta situación no lo puedo tolerar!”.


Un d铆a, de repente comenz贸 a hablar y dijo a sus padres:


ios! n o em d s s o n lo al o c r me uga y n b e a.” u d ú as salid y i y a m o r a “¡V favo s par o v i Por t ara prep

Los ancianos se quedaron sorprendidos al escuchar por primera vez la voz de Momotaro.



El anciano, después de reponerse de la sorpresa, se dirigió a Momotaro diciéndole: “Hijo, es mejor que desistas de hacer cosas tan peligrosas”.



Le entregaron ropas nuevas y de alimento la ancianita le habĂ­a preparado “kibi dangoâ€? (bola hervida de harina de mijo).

Pero los ancianos al ver la determinaciĂłn de Momotaro, decidieron ayudarle en lo posible con su empresa.



Momotaro parti贸 hacia la isla de los demonios y los ancianos rezaban a dios para que su hijo se encontrara sano y salvo.


Momotaro se encontró con un perro durante el viaje. El perro le dijo.

“¡Oiga! Déme un “dango” por favor. Si me lo dá le ayudo”


.Momotaro le entregĂł un “dangoâ€? y empezaron a caminar juntos.



Momentos después se encontraron con un mono, el cual pidió a Momotaro lo mismo que el perro. Momotaro tomó un “dango” y se lo entregó, y los tres empezaron la marcha nuevamente.


En el camino a la isla del demonio, encontraron a un fais谩n, el cual pidi贸 lo mismo que los anteriores y se uni贸 al grupo.


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Momotaro pensó que era una buena ocasión y dijo:”Vamos”.

Pasaron unos días y llegaron por fin a la “isla de los demonios”. El faisán realizó un vuelo de reconocimiento y al volver dijo:”Ahora todos están tomando Sake“.




Pero no podían entrar porque el portón estaba cerrado. En ese momento el mono saltó el portón y abrió la cerradura.


Los cuatro entraron a la vez y los demonios quedaron sorprendidos al verlos.

El perro mordi贸 a un demonio, el mono ara帽贸 a otro mientras que el fais谩n picoteaba a un tercero.



Los demonios contestaron: “¡Nunca más lo haremos!, ¡perdónanos!”. Momotaro los perdonó y recobró el tesoro robado, volviendo a casa sano y salvo con sus amigos.


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Momotaro estaba muy contento de haber realizado su sue単o.


fin


Momotaro, el niño más valiente de todo Japón, decide acudir en ayuda del Emperador cuando descubre que los malvados Oni han robado los tesoros del palacio y secuestrado a sus preciosas hijas, las princesas. Acompañado por sus amigos Inu, el perro; Kiyi, el faisán y Saru, el general de los monos, emprende un viaje lleno de aventuras y peligros.

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