Entrevista a Estanislao Alberola i Serra.Estampa.Madrid 23_01_1932.

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S^fUBefolii, ef poeta bo/énaam. amigo, también poeta excelente, el maestro don Andrés Codoñer, natural de Masanasa. Para demostrar que yo tengo razón, puede usted decir que los libros del facistol de la iglesia de Cuatretonda los encuadernó Llombart. Yo, que también quería ser poeta—añade Alberola—, hice lo posible por intimar con don Constantino. Con este exclusivo objeto fijé mi residencia en Valencia, y fui un inseparable de Llombart, que me hizo socio de Lo Ral Penat y me inició en las memorables tertulias literarias, a las que acudían Teodoro Llórente, Sanmartín y Aguirre, Aguirre Matiol, Espían Bellveser, Palanca y Roca, Palanca y Hueso, CabreUes, etc. Allí hablábamos de todo: de arte, de poesía, de política, de religión, y armábamos unas trifulcas épicas. Ahora bien; en lo que todos coincidíamos era cuando de exaltar a la "terreta" se trataba. Aquellas reuniones se veriñcafoan en la calle de Pelayo, en un pisito que adquirió con sus ahorros Constantino Llombart y que legó al morir a otro poeta, a su ñel discípulo Ramón Cabrelles. —¿Blasco Ibáñez quiso también ser poeta? —Sí, señor. Vicente solía acudir alguna vez, y nos leía versos. Recuerdo de una composición suya muy inspirada, que se publicó en un almanaque de "Las Provincias"; pero desistió de las rimas, tal vez porque Llombart le dijera un día:

EL "PLACET" DE RODRÍGUEZ MARÍN

—Estaba ya resuelto. ¡A Madrid! Y un día, con el cuaderno de cantares en el bolsillo, me presenté en casa de don Francisco Rodríguez Marín. ¿Cómo me recibiría? ¿Qué efecto le producirían los versos del pobre mozo iletrado de antaño? Don Francisco, como yo temía, me acogió con manifiesto recelo, y con mal talante me preguntó: "¿Cuántos días va a estar usted en Madrid? Déme siis señas y ya le avisaré". Y se quedó con el cuaderno de los cantares. —Quedaría usted decepcionado^le digo. —Como no puede imaginarse. Tanto, que salí del domicilio de Rodríguez Marín llorando como un chiquillo. Pero cuál sería mi sorpresa al ver que me llamó al siguiente día. Corrí, presuroso, a su casa, y, apenas me vio entrar, me estrechó entre sus brazos y me dijo: "Perdóneme, Alberola, perdóneme. Creí que era usted uno de los tantos impertinentes atacados de manía literaria, que me acechaban a todas horas. Usted es un poeta, y su libro de cantares, una maravilla. He dicho repetidas veces en la Aca-

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f / ilustre poeta popular valenciano, en ¡a actualidad.

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LA INFANCIA DEL POETA

—Pero ¿es posible, don Estanislao? —Lo que le digo, hijo mío. —¿No será una genialidad de poeta? —Nada de eso: es una cosa verídica. Aquí donde me ve, fui analfabeto hasta los veintiocho años. —í*ue3 ¿no ha dicho usted repetidas veces que la mayoría de sus famosos cantares los escribió en la adolescencia? —Así es, —Entonces, ¿cómo quedamos? ¿Sabia o no sabía usted escribir? —Le repito que no. Pero escúcheme, si no le aburro. —Diga, maestro. i, ' . —Yo nací en Cuatretonda, bello puebíecillo del distrito de Albaida. Mis padres, que eran unos labradores acomodados, quisieron que me dedicase, como ellos, al cultivo de nuestra hacienda. Apenas apuntaba el día, mi buen padre rae despertaba: "Chiquet", a "trevallar". En seguida, al frente de las muías de labranza, me encaminaba al monte a cuidar los viñedos. Nada menos que cien mil cepas tenía que podar sólito—agrega—. Y de rata manera tan primitiva y bucólica transcurría mi vida. A los diez y ocho años me casé y a los veintidós quedaba viudo. Estuve en el pueblo hasta los treinta y dos y a los veintiocho aprendí a leer y escribir. EL GRAN POETA LLOMBART FDÉ ENCUADERNADOR

—Yo conocía mucho al insigne poeta Constantino Llombart, el fundador de Lo Rat Penat. Aunque se ha desmentido, Llombart había sido encuadernador, y a trabajar de este oficio iba con frecuencia a" mi pueblo, en el que tenía un gran

"Mira, Blasquet. Tú serás un maravillas noveliste; pero te falta afició pa ser poeta",..

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MIL Y UN CANTARES "ESCRITOS" POR UN ANACFABETO

—Mientras yo araba los viñedos y podaba las cien mil cepas—agre^ Alberola—"escribía" coplas y más coplas que almacenaba en mi cerebro. Cuando llegaba la noche y las muías quedaban alojadas en la cuadra, me iba a buscar al maestro y le d e c í a , invariablemente: "Don Andrés: ¿vol copiarme les c&píesf"- El buen hombre accedía, complacido, y, a medida que yo le repetía los versos que había inventado du' r a n t e la jomada, El mo» los iba an o t a n d o zo que en un cuaderno. De *escrihió'> este modo llegué a mil cantas reunir, c u a n d o ya res, cuan= do no saa supe leer, más de mil bia leer ni cantares. ¡Ahí tiene escribir. iisted explicado cóm o u n analfabeto pudo al mismo tiemp o ser e s c r i t o r ! —a n a d e , jubiloso, Estanislao Alberola. "¿Por qué no editas los cantares?" — continúa —. Esto me lo preguntaban muchos que los conocían. Dudé, pero, al fin, me decidí.

Don Estanislao Alberola, en la época de sus mayores triunfos 7/terarios.

demia que el libro de cantarea españoles está por hacer, porque ha de surgir de un hombre del pueblo. Tal vez ese libro sea el suyo. —¿Qué impresirá le produjeron las palabras de Rodríguez Marín?—le pregunto a Alberola. —Creí morir de dicha. "Yo q u i e r o — a g r e g ó Rodríguez


Cftampa Marín—ponerle el prólogo, y, además, he convocado a unos literatos amigos para darlo a conocer". En efecto; aquella misma tarde se celebró la reunión. Don Mario Méndez Bejarano le dijo a Ortega Morejón: "Abra el cuaderno al azar". Así lo hizo y dio lectura a esta copla: Corazón que sufre y llora ea el que siente mejor; pino que crece en ia umbría sube más buscando el sol. "Muy bien, muy bien"- exclamaron todos. Otro cantar: En las casas de mi pueblo hay un atraso tan grande, que las cunas de ios niños son los brazos de sus madres.

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Y así leyeron varías coplas más. Muchas. Un centenar. Poco después, Rodríguez Marín cumplía su promesa de escribir el prólogo, y se editó la obra "Mil y un cantares", que alcanzó un resonante éxito; tanto, que se quedó el Estado con la edición para escuelas y bibliotecas. Más tarde, y en vista del gran éxito obtenido, publiqué otro libro, que titulaba: "Mil y un cantares más", al que también le puso el prólogo Rodríguez Marín. ALBEROLA, COMEDIÓGRAFO DE LENGUA VERNÁCULA

—Después—prosigue Alberola—me dediqué a escribir para el teatro. La primera obra que estrené, en la antigua Princesa, fué la zarzuela con música del maestro Tomás, "La pan del poblé", que alcanzó, tanto en Valencia como en Cataluña, grandísima popularidad. He estrenado treinta comedias dramáticas, escritas todas en lengua valenciana, y mi predilecta es "Terrea secanes".

eminentemente agrícola y famoso por sus bellas canteras de jaspe, es un pueblo de intelectuales. ¿Usted cree—añade—que puede haber otro en Kspaña donde el diez por ciento de sus vecinos posea títulos académicos? Pues esto ocurre en Cuatretonda, a pesar de que la mayoría de los médicos, farmacéuticos, maestros, etc., que de allí ha salido lograra su carrera a fuerza de grandes sacrificios, ganándosela. ¿No es admirable? Por eso, una de las mayores emociones de mi vida la experimenté cuando mis paisanos rotularon la antigua calle Mayor con el nombre de "Poeta Estanislao Alberola". jQué cumplidamente pagaron el amor que por mi pueblo siento! —¿Cuántos años tiene usted, don Estanislao? —inquiera. —Setenta y uno. Así termina la charla. HAY QUE AMPARAR AL VIEJO POETA. PARA EL ALCALDE DE VALENCIA

Estanislao Alberola, el buen cantor del alma de "nostra térra" incomparable, precisamente por ser poeta, al arribo a su gloriosa vejez, hállase pobre y solo. Valencia, que en sus días de jolgorio y de dolor, se vio asistida siempre por la musa enternecida de este hombre modesto y bueno, está obligada a tenderle su mano fraternal. En el negociado correspondiente del Ayuntairiento duerme una instancia, en la que se pide para Portada de! libro de Alberola, <'Mil y un cantares», con el poeta don Estanislao Alberola un cobijo en la prálogo de Rodríguez Marín. fronda burocrática que haga lo más grato posible el término de una existencia romántica. También estoy satisfecho de mi libro "Refraner [Señor alcalde! Usted, don Vicente Lambiés, valencia", donde se recopilan todos los refranes, tan rápido siempre a intervenir en todas las crupero ninguno de ellos traducido del castellano. zadas que exalten la prestancia señorial de nuestro pueblo, se apresurará, sin duda, a que el poeCÜATKETONDA, PUEBLO DE INTELECTUALES ta Alberola se vea libre de la dolorosa incertidumbre en que se halla. —^Estoy orgulloso de ser valenciano--dice el viejo poeta—y de haber nacido en Cuatretonda. ENRIQUE M A L B O Y S S O N Y ¿sabe usted por qué? Porque Cuatretonda, (Fotoa íj&z&ro.)

Hoce entornar los ojos con delicia. |Es Codomíul Delicadeza, rransparencia y «bouquef» son sus distintivos. Es el zumo virgen de añejas vendimias, criado en lo profund i d a d de cuevas, por el método champanes, para que fermentase lentamente y se afinara su sabor. Su vino espumoso de estas fiestas ha de ser e s p a ñ o l . Elija u n a gran marca. {Descorche Coidorníul ( ^


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