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EL G7 Y JAPÓN: LA ALIANZA QUE BUSCA UN NUEVO ORDEN MUNDIAL

Amediados del mes de enero el presidente estadounidense Joe Biden, recibió una visita de estado, en la ciudad de Washington, del primer ministro japonés, Fumio Kishida, con la cual daba cierre a una gira internacional, en donde visitó cinco (Canadá, Reino Unido, Italia, Francia y Estados Unidos) de las siete potencias que constituyen el G7. El tema principal de estas reuniones fue discutir el papel militar de Japón en la región asiática, ante la inminente amenaza de expansión de China.

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La historia de la relación de Japón con China se remonta a siglos atrás, pero en los últimos años han aumentado las tensiones debido a una serie de factores. Un problema importante son los crecientes reclamos territoriales de China en el Mar de China Oriental, lo cual Japón considera una violación de su soberanía. Además, el creciente poder económico y militar de China ha causado preocupación no solo en territorio nipón, sino en toda la comunidad internacional.

En respuesta a estas tensiones, Japón ha buscado fortalecer sus alianzas con otros países, particularmente con los miembros del G7. Estas coaliciones se han formado para abordar una serie de preocupaciones comunes, incluida la necesidad de mantener la paz y la estabilidad en la región, así como para contrarrestar la creciente asertividad de China. Un aspecto clave de esta asociación es el intercambio de apoyo militar e inteligencia. Japón y sus aliados han estado trabajando en conjunto para aumentar su capacidad para detectar y responder, de manera inmediata a las posibles amenazas de China, incluso aumentando el número de ejercicios militares conjuntos y compartiendo inteligencia sobre los movimientos militares chinos.

Otro aspecto importante de esta alianza es la cooperación económica. Japón y sus socios han estado trabajando para promover el libre comercio y los mercados abiertos, así como para contrarrestar la creciente influencia económica de China. Esto incluye esfuerzos para negociar nuevos acuerdos comerciales, así como para abordar problemas como el robo de propiedad intelectual y las transferencias forzadas de tecnología. Estos encuentros marcan el fin de una era para el país nipón, puesto que ha quedado claro que Japón dejará a un lado el compromiso pacifista establecido en su Constitución, tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial. Ahora está apostando por un rearme sin reservas y acordó pactos, especialmente con Estados Unidos y el Reino Unido, de asistencia militar mutua ante cualquier posible escenario. Sin duda alguna, la razón principal de esta alianza está clara: China y sus ambiciones geopolíticas en Asia y la cuenca del Pacífico, territorio que Washington considera bajo su esfera de influencia. Y lo que Estados Unidos necesita precisamente en Extremo Oriente es un ejército japonés fuerte, que pueda hacer contrapeso a China.

El primer ministro japonés, Fumio Kishida, realizó una gira considerada histórica, en donde visitó a cinco de los siete países más poderosos del llamado G7, logrando convenios muy importantes. En Londres, por ejemplo, firmó un acuerdo de defensa con su homólogo Rishi Sunak, que permite a ambos países desplegar efectivos en el territorio del otro. Durante su visita a Roma el 10 de enero, se acordó que Japón e Italia se convirtieran en socios estratégicos, comprometiéndose a fortalecer sus relaciones económicas, comerciales y de defensa. Un día antes, en París, Japón habría convenido con Francia la contribución de las acciones conjuntas en el área Indo pacífica.

Y para sellar con broche de oro, el 13 de enero, tanto Estados Unidos como Japón presentaron planes para contrarrestar los desafíos de seguridad en la región Asia-Pacífico. Además, incluye la reorganización de las unidades de Marines del país norteamericano estacionadas en el archipiélago de Okinawa, para dotarlas así, de mayor movilidad y capacidad de respuesta inmediata. Aunado a esto, se contemplaron nuevos acuerdos para colaborar en el desarrollo del sector aeroespacial y en la producción y aplicación de tecnologías militares avanzadas.

De acuerdo al Pentágono, esta reconstrucción de sus fuerzas en Okinawa es una respuesta a la creciente presencia y actividad militar china en torno a Taiwán –la isla rebelde al Gobierno de Pekín desde 1949-, que China reclama como territorio propio. Por su parte, Estados Unidos no reconoce a Taiwán, pero en numerosas ocasiones ha señalado que, si China intenta invadirla, intervendría militarmente en su ayuda.

La invasión rusa a Ucrania, hace casi un año, desató todas las alarmas en Washington y Tokio, ante la posibilidad de que China pretendiera replicar estas acciones con Taiwán. Aunque pareciera no ser el caso, al menos a corto plazo, el riesgo de un ataque chino antes de que termine esta década está contemplado dentro de las estrategias de seguridad conjuntas de Japón y Estados Unidos.

Con el argumento de la amenaza que supone la carrera armamentística tanto de China como de Corea del Norte, el Gobierno japonés anunció entonces que doblará sus gastos destinados al rubro de defensa en los próximos cinco años, hasta los 314,000 millones de dólares, alcanzado así un 2% de su PIB. En 1976 se había impuesto el hasta ahora vigente presupuesto de defensa, el cual no podía sobrepasar el 1% del PIB. Las nuevas cifras convertirían a Japón en el tercer país que más gasta en dicho concepto, solo detrás de Estados Unidos y China.

El proyecto a desarrollar, tendrá entre sus objetivos preparar la nación para un conflicto sostenido y la compra de misiles de largo alcance. De acuerdo con el Gobierno japonés, también están en plan la creación de una reserva de municiones y repuestos, que ampliaría la capacidad de transporte militar y pondría énfasis en el desarrollo de las capacidades necesarias para hacerle frente a la guerra cibernética. Una estrategia que tiene como arma principal la disuasión. Este es un mensaje contundente que muestra a la pacífica Japón como un garante de los intereses no solo propios, sino también de los aliados occidentales.

Vale la pena señalar que la alianza de Japón con el G7 no solo se limita a tratar de mantener a “raya” a China –y de paso a Moscú y a Pyongyang-, sino que también sirve como una herramienta para promover la paz y la estabilidad en la región, así como para promover el crecimiento económico y el desarrollo. La alianza ha tenido éxito en la promoción del libre comercio y los mercados abiertos, y ha sido una poderosa fuerza para la estabilidad económica mundial.

Es un hecho que las decisiones y las nuevas alianzas que, tienen como eje principal el fortalecimiento de su milicia, posicionan a Japón ente un evento histórico, que sin duda alguna marcará un antes y un después en el rumbo de la historia internacional. El país nipón está decidido a no dejarse intimidar ante el gigante asiático que representa China, y, por el contrario, ha decidido hacerle frente, buscando apoyo entre los países más poderosos del mundo en materia militar, económica, tecnológica, comercial y armamentista. De esta manera, Japón está buscando establecer un equilibrio de poderes e instaurar un nuevo orden mundial.

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