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(Rachel Mitrell)

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The Line, un proyecto arquitectónico futurista que se está desarrollando en Arabia

Saudita, ha capturado la atención del mundo con su visión audaz de una ciudad completamente nueva y sostenible.

Ubicado en el noroeste de Arabia Saudita, el proyecto tiene como objetivo crear una ciudadinteligentequeseacompletamentesostenibleysinautomóviles,conunalínea recta de 170 km de longitud que se extiende a lo largo de la costa del Mar Rojo. La ciudad estará diseñada para albergar a un millón de personas y se espera que esté lista para recibir a sus primeros residentes en 2025.

ElproyectohasidoconcebidoporelpríncipeherederoMohammedbinSalman,quien ha descrito a The Line como "un hito en la evolución de las ciudades humanas" y un paso hacia la construcción de una sociedad más sostenible y centrada en el ser humano.

The Line. ¿Un hogar para todos nosotros?

Arabia Saudita, junto con el consorcio NEOM, ha empezado a construir una mega ciudad a través de una franja infinita en el desierto con la idea de cobijar a nueve millones de personas: ¡Bienvenidos a The Line!

La arquitectura de lo sublime

En Non-Stop City, unautopía crítica ideada por Andrea Branzi, Gilberto Corretti, Paolo Deganello y Massimo Morozzi y publicada por primera vez en la revista Casabella en 1970, Branzi en línea con el gran hermano orwelliano sepropusointerpretarelresultado urbano derivado del ciclo producción-consumo llevado a su máxima expresión. En sus dibujos se presentaba una metrópoli sin fin; una fuga infinita, cuya belleza terrorífica tan próxima a modelos como el de la ciudad vertical ideada por Hilberseimer en 1924— nos trasladaba a una nueva condición de lo sublime en la arquitectura. Allí, uno ya no se sorprendía ante la capacidad destructiva del ser humano o las catástrofes naturales que durante el Romanticismo propiciaron un ideal de estética , sino paradójicamente por la desmesura de la gran sobrecapacidad constructiva alcanzada.

¿Cómo podemos ver los ideales y el espíritu crítico de esa urbe imparable tergiversados 40 años después? De manera sencilla: tecleen “The Line” en su navegador.

Cuando en menos de medio segundo vislumbren dos rascacielos revestidos de espejos que se extienden más de 200 kilómetros a través de una franja de terreno desértico, no se asusten, estarán delante de la ciudad futurista The Line NEOM (cerca del Golfo de Aqaba). El último delirio de arrogancia de Mohammed bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudita.

Capitalismo y ecotopía

Hace unos meses, el gobernante de facto lanzó un cortometraje en el que anunciaba una ecotopía posmoderna que, presumiblemente, se erigirá en la costa noroestedesureino.Seráunaestrechafranja urbana de 200 kilómetros de largo sin carreteras, sin automóviles y sin contaminación donde bin Salman planea invertir 500 mil millones de dólares, lo que es mucho dinero incluso para los estándares saudíes.

No obstante, él ysu séquito parecen convencidos cuando en suvídeo promocional aluden a The Line como una “revolución civilizatoria” para ser habitada por un millón de personas “de todo el mundo”.

Pero… ¿por qué alguien querría mudarse allí? ¿Por qué alguien querría vivir atrapado en una fortificación infinita dentro de un país que no hace mucho condenó a unaactivista a34añosdecárcelportuitear sobre la represión a las mujeres?

DesconozcosielconsorcioNEOMconocíalas ideas de Branzi, lo que es evidente es que deberían pagarle los royalties, o al menos compensarle por corromper el espíritu que emanaba de sus dibujos. Mientras que para los primeros es un paisaje sin cualidades ni atributos —una afirmación del capitalismo más atroz—, para Branzi y sus colegas del grupo Archizoom se trataba de un reclamo que pudiese mostrar propuestas capaces de insertarse en la lógica de la densidad o alternativas para cualificar el entorno urbano, tanto en su modalidad pública como privada.

Vistolovisto,elepisodioposmodernistadelos años setenta y ochenta tan rápidamente denostado debería haberse revisado con cuidado y leído en claves diferentes a las de la retroalimentación del sistema productivo.

Todo ello antes de que la globalización irreversible alumbrara intervenciones singulares repartidas por un territorio intensamente homogenizado, condenándolas a un contexto auto afirmativo y anecdótico.

Greenwashing en línea recta

De aquellos polvos estos lodos: la arrogancia que subyace a The Line alimentada por generaciones de hombres que incluyen a consultores occidentales bien pagados combina triunfalismo religioso y grandiosidad real con una planificación surrealista sobre desalinización, energía alternativa y agricultura en el desierto.

Un fastuoso proyecto de rewilding (reconstrucción ecológica) de 500 metros de altura y 200 metros de ancho, neutra en carbono gracias a su microclima templado y regulado, pero donde abundan trenes de alta velocidad, sirvientas robóticas y playas con arena brillante.

Quizá haya que recordar que mientras la corona saudí propone un megaproyecto supuestamente ecológico y civilizatorio, la Saudi Arabian Oil Company pretende invertir 65 mil dólares por día hasta 2030 para aumentar su manufactura en los próximos siete años, haciéndole así una peineta a los Acuerdos de París. Otra cucharada más de fanfarronería y afán lucrativo, acompañada, en dosis iguales, de greenwashing e ilusiones prometeicas de resolver la crisis climática, demostrando una absolutafaltadeinterésporatajarsuscausas.

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