Rafael Escamilla Diseñador grafico Diseñodor Editorial Ilustrador
Proyecto de Cátedra para la materia Diseño Digital III Segundo Parcial – Diagramación de Libro de Cuentos Docente: Vanessa Michelle Vargas Autor / Autores Cuento 1 – Origen desconocido Cuento 2 – Charles Perrault Cuento 3 – Hermanos grimm Cuento 4 – Hermanos grimm
Dedicatoria El Salvador es un país que necesita más seres humanos como ustedes, su trabajo como Organización no Gubernamental en pro de los niños y jóvenes en situaciones vulnerables es admirable. Dedico mi proyecto de Cátedra, realizado con mucho cariño y profesionalismo a todos los coordinadores, formadores, Mamás SOS y principalmente a los niños que viven en estos hogares. ¡Nunca se den por vencidos, nunca dejen de soñar!
INDICE El hilo rojo del destino...................................................1- 6 La ratita presumida........................................................7-12 Pedro sin miedo ...............................................................13-20 la ranita principe..............................................................21-29
Cuentos para niĂąos
Cuentos para niĂąos
capitulo 1
El hilo rojo del destino Dice una hermosa historia que hace muchos siglos, un
poderoso
emperador se enteró de que en sus
dominios vivía una bruja que
tenía poderes y era
capaz de ver el hilo rojo del destino. El emperador, que estaba deseando casarse, ordenó que buscaran a la bruja y la llevaran ante su presencia. Quería saber a toda costa quién estaba al otro extremo de su hilo, quién sería su futura mujer. La bruja acudió al palacio y gracias a uno de sus extraños brebajes, el emperador pudo ver el hilo rojo atado a su dedo. Comenzó a seguir el hilo y llegó hasta un pueblo rural donde vivía gente muy humilde. Atravesando ca-
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llejuelas, el hilo le condujo hasta el mercado, donde las mujeres vendían fruta y verdura mientras sus chiquillos correteaban formando un gran alboroto. En uno de los puestos vio a una pobre campesina que amamantaba a un bebé,
al tiempo que ofrecía en
cestas la cosecha del día anterior. Asombrado, comprobó que su hilo terminaba en el dedo de esa sencilla mujer. – Señor – le dijo la bruja mirándole a los ojos – como puede ver, hasta aquí llega el hilo rojo. Eso significa que su destino está en la mujer que tiene frente a usted. El emperador se enfadó muchísimo pensando que la bruja estaba burlándose de él.
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capitulo 1 – ¿Estás insinuando que yo tengo o tendré algo que ver con esta harapienta campesina? – le preguntó enfadado, fulminándola con la mirada.
– Así es, majestad. Usted mismo puede ver que el hijo le ha traído hasta ella. Ante la insistencia de la bruja, el emperador se sintió tan ofendido y lleno de rabia, que la pagó con la chica. Se acercó a ella y le dio tal empujón que el bebé se le cayó de los brazos, se dio de bruces contra el suelo y se hizo una herida con forma de luna en la frente. Después, mandó que sus soldados apresaran a la bruja y la expulsaran de su reino.
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– ¡Maldita bruja embustera! ¡Espero que no vuelvas por aquí! El emperador se fue furioso. Ni siquiera tuvo compasión por el pequeño que lloraba sin consuelo en el regazo de su afligida mamá.
Pasaron veinte años y el emperador fue haciéndose viejo. Sabía que su obligación era casarse y fundar una familia, pues el reino necesitaba un heredero al trono. A pesar de sus esfuerzos, todavía no había encontrado a ninguna mujer apropiada con la que tener hijos.
Un día, los consejeros reales le dijeron que muy cerca vivía una muchacha bellísima y culta que reunía 4
capitulo 1 todas las cualidades de una futura reina. Al emperador, que estaba harto de buscar esposa, le pareció bien y aceptó convertirla en su mujer. – ¡No la conozco pero estoy aburrido de esperar! ¡Me casaré con ella! Llegó el día de la boda. Todavía no conocía a la joven con la que iba a casarse y estaba nervioso y muy impaciente. Como mandaba la tradición, espero a la novia dentro del templo donde iba a celebrarse la pomposa ceremonia real. Había tanta expectación que no cabía un alfiler. La futura emperatriz entró despacio, luciendo un precioso vestido bordado en oro y con la cara cubierta con un velo de seda natural.
Al llegar junto al emperador, éste levantó el velo y 5
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descubrió una joven de rostro hermoso y dulce, con una pequeña cicatriz con forma de luna cerca de la sien. El emperador se emocionó. Esa mujer era aquel bebé al que años atrás había agredido por culpa de su orgullo. Con lágrimas en los ojos, tocó la vieja cicatriz de la muchacha y la besó. Entre la multitud que abarrotaba el templo, distinguió a su madre, la campesina que vendía fruta en el mercado. Se acercó a ella y tomando sus manos, le pidió perdón por su vergonzoso comportamiento en el pasado. Se casaron y fueron muy felices, pues el hilo del destino jamás se rompió entre ellos.
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capitulo 1
fin
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capitulo 2
La ratita presumida Érase una vez una linda ratita llamada Florinda que vivía en la ciudad. Como era muy hacendosa y trabajadora, su casa siempre estaba limpia y ordenada. Cada mañana la decoraba con flores frescas que desprendían un delicioso perfume y siempre reservaba una margarita para su pelo, pues era una ratita muy coqueta. Un día estaba barriendo la entrada y se encontró una reluciente moneda de oro. – ¡Oh, qué suerte la mía! – exclamó la ratita. Como era muy presumida y le gustaba ir siempre a la moda, se puso a pensar en qué bonito complemento podría invertir ese dinero. – Uhmmm… ¡Ya sé qué haré! Iré a la tienda de la esquina y compraré un precioso lazo para mi larga colita. 8
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Metió la moneda de oro en su bolso de tela, se puso los zapatos de tacón y se fue derechita a la mercería. Eligió una cinta roja de seda que realzaba su bonita figura y su estilizada cola. – ¡Estoy guapísima! – dijo mirándose al espejo – Me sienta realmente bien. Regresó a su casita y se sentó en el jardín que daba a la calle principal para que todo el mundo la mirara. Al cabo de un rato, pasó por allí un pato muy altanero. – Hola, Florinda. Hoy estás más guapa que nunca ¿Quieres casarte conmigo? – ¿Y por las noches qué harás? – ¡Cuá, cuá, cuá! ¡Cuá, cuá, cuá! – ¡Uy no, qué horror! – se espantó la ratita – Con esos graznidos yo no podría dormir. Poco después, se acercó un sonrosado cerdo con cara de bonachón.
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capitulo 2 – ¡Pero bueno, Florinda! ¿Qué te has hecho hoy que estás tan guapa? Me encantaría que fueras mi esposa… ¿Quieres casarte conmigo? – ¿Y por las noches qué harás? – ¡Oink, oink, oink! ¡Oink, oink, oink! – ¡Ay, lo siento mucho! ¡Con esos ruidos tan fuertes yo no podría dormir! Todavía no había perdido de vista al cerdo cuando se acercó un pequeño ratón de campo que siempre había estado enamorado de ella. – ¡Buenos días, ratita guapa! – le dijo – Todos los días estás bella pero hoy… ¡Hoy estás impresionante! Me preguntaba si querrías casarte conmigo. La ratita ni siquiera le miró. Siempre había aspirado a tener un marido grande y fuerte y desde luego un minúsculo ratón no entraba dentro de sus planes. – ¡Déjame en paz, anda, que estoy muy ocupada hoy! Además, yo me merezco a alguien más distinguido que tú.
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El ratoncito, cabizbajo y con lágrimas en sus pupilas, se alejó por donde había venido. Calentaba mucho el sol cuando por delante de su jardín, pasó un precioso gato blanco. Sabiendo que era irresistible para las damas, el gato se acercó contoneándose y abriendo bien sus enormes ojos azules. – Hola, Florinda – dijo con una voz tan melosa que parecía un actor de cine – Hoy estás más deslumbrante que nunca y eres la envidia del pueblo. Sería un placer si quisieras ser mi esposa. Te trataría como a una reina. La ratita se ruborizó. Era un gato de raza persa realmente guapo ¡Un auténtico galán de los que ya no quedaban! – Sí, bueno… – dijo haciéndose la interesante – Pero… ¿Y por las noches qué harás? – ¿Yo? – contestó el astuto gato – ¡Dormir y callar! – ¡Pues contigo yo me he de casar! – gritó la ratita emocionada – ¡Anda, pasa, no te quedes ahí! Te invito a tomar un té y un buen pedazo de pastel.
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capitulo 2 Los dos entraron en la casa. Mientras la confiada damisela preparaba la merienda, el gato se abalanzó sobre ella y trató de comérsela. La ratita gritó tan fuerte que el pequeño ratón de campo que aún andaba por allí cerca, la oyó y regresó corriendo en su ayuda. Cogió una escoba de la cocina y echó a golpes al traicionero minino. Florinda se dio cuenta de que había cometido un grave error: se había fijado en las apariencias y había confiado en quien no debía, despreciando al ratoncillo que realmente la quería y había puesto su vida en peligro para salvarla. Agradecida, le abrazó y decidió que él sería un marido maravilloso. Pocos días después, organizaron una bonita boda y fueron muy felices el resto de sus vidas.
fin 12
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capitulo 3
Juan sin miedo Érase una vez un hombre que tenía dos hijos totalmente distintos. Pedro, el mayor, era un chico listo y responsable, pero muy miedoso. En cambio su hermano pequeño, Juan, jamás tenía miedo a nada, así que en la comarca todos le llamaba Juan sin miedo. A Juan no le daban miedo las tormentas, ni los ruidos extraños, ni escuchar cuentos de monstruos en la cama. El miedo no existía para él. A medida que iba creciendo, cada vez tenía más curiosidad sobre qué era sentir miedo porque él nunca había tenido esa sensación. Un día le dijo a su familia que se iba una temporada para ver si conseguía descubrir lo que era el miedo. Sus padres intentaron impedírselo, pero fue imposible. Juan era muy cabezota y estaba decidido a lanzarse a la aventura. Metió algunos alimentos y algo de ropa en una mochila y echó a andar.
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Durante días recorrió diferentes lugares, comió lo que pudo y durmió a la intemperie, pero no hubo nada que le produjera miedo. Una mañana llegó a la capital del reino y vagó por sus calles hasta llegar a la plaza principal, donde colgaba un enorme cartel firmado por el rey que decía: “Se hace saber que al valiente caballero que sea capaz de pasar tres días y tres noches en el castillo encantado, se le concederá la mano de mi hija, la princesa Esmeralda” Juan sin miedo pensó que era una oportunidad ideal para él. Sin pensárselo dos veces, se fue al palacio real y pidió ser recibido por el mismísimo rey en persona. Cuando estuvo frente a él, le dijo: – Señor, si a usted le parece bien, yo estoy decidido a pasar tres días en ese castillo. No le tengo miedo a nada. – Sin duda eres valiente, jovenzuelo. Pero te advierto que muchos lo han intentado y hasta ahora, ninguno lo ha conseguido – exclamó el monarca. 15
capitulo 3 – ¡Yo pasaré la prueba! – dijo Juan sin miedo sonriendo. Juan sin miedo, escoltado por los soldados del rey, se dirigió al tenebroso castillo que estaba en lo alto de una montaña escarpada. Hacía años que nadie lo habitaba y su aspecto era realmente lúgubre. Cuando entró, todo estaba sucio y oscuro. Pasó a una de las habitaciones y con unos tablones que había por allí, encendió una hoguera para calentarse. Enseguida, se quedó dormido. Al cabo de un rato, le despertó el sonido de unas cadenas ¡En el castillo había un fantasma! – ¡Buhhhh, Buhhhh! – escuchó Juan sobre su cabeza – ¡Buhhhh! – ¿Cómo te atreves a despertarme?- gritó Juan enfrentándose a él. Cogió unas tijeras y comenzó a rasgar la sábana del espectro, que huyó por el interior de la chimenea hasta desaparecer en la oscuridad de la noche. Al día siguiente, el rey se pasó por el castillo para comprobar que Juan sin miedo estaba bien. Para su sorpresa, había superado la primera noche encerrado y estaba decidi16
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do a quedarse y afrontar el segundo día. Tras unas horas recorriendo el castillo, llegó la oscuridad y por fin, la hora de dormir. Como el día anterior, Juan sin miedo encendió una hoguera para estar calentito y en unos segundos comenzó a roncar. De repente, un extraño silbido como de lechuza le despertó. Abrió los ojos y vio una bruja vieja y fea que daba vueltas y vueltas a toda velocidad subida a una escoba. Lejos de acobardarse, Juan sin miedo se enfrentó a ella. – ¿Qué pretendes, bruja? ¿Acaso quieres echarme de aquí? ¡Pues no lo conseguirás! – bramó. Dio un salto, agarró el palo de la escoba y empezó a sacudirlo con tanta fuerza que la bruja salió disparada por la ventana. Cuando amaneció, el rey pasó por allí de nuevo para comprobar que todo estaba en orden. Se encontró a Juan sin miedo tomado un cuenco de leche y un pedazo de pan duro relajadamente frente a la ventana. – Eres un joven valiente y decidido. Hoy será la tercera noche. Ya veremos si eres capaz de aguantarla. 17
capitulo 3 – Descuide, majestad ¡Ya sabe usted que yo no le temo a nada! Tras otro día en el castillo bastante aburrido para Juan sin miedo, llegó la noche. Hizo como de costumbre una hoguera para calentarse y se tumbó a descansar. No había pasado demasiado tiempo cuando una ráfaga de aire caliente le despertó. Abrió los ojos y frente a él vio un temible dragón que lanzaba llamaradas por su enorme boca. Juan sin miedo se levantó y le lanzó una silla a la cabeza. El dragón aulló de forma lastimera y salió corriendo por donde había venido. – ¡Qué pesadas estas criaturas de la noche! – pensó Juan sin miedo- No me dejan dormir en paz, con lo cansado que estoy. Pasados los tres días con sus tres noches, el rey fue a comprobar que Juan seguía sano y salvo en el castillo. Cuando le vio tan tranquilo y sin un solo rasguño, le invitó a su palacio y le presentó a su preciosa hija. Esmeralda, cuando le vio, alabó su valentía y aceptó casarse con él. Juan se sintió feliz, aunque en el fondo, estaba un poco decepcionado. 18
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– Majestad, le agradezco la oportunidad que me ha dado y sé que seré muy feliz con su hija, pero no he conseguido sentir ni pizca de miedo. Una semana después, Juan y Esmeralda se casaron. La princesa sabía que su marido seguía con el anhelo de llegar a sentir miedo, así que una mañana, mientras dormía, derramó una jarra de agua helada sobre su cabeza. Juan pegó un alarido y se llevó un enorme susto. – ¡Por fin conoces el miedo, querido! – dijo ella riendo a carcajadas. – Si – dijo todavía temblando el pobre Juan- ¡Me he asustado de verdad! ¡Al fin he sentido el miedo! ¡Ja ja ja! Pero no digas nada a nadie…. ¡Será nuestro secreto! La princesa Esmeralda jamás lo contó, así que el valeroso muchacho siguió siendo conocido en todo el reino como Juan sin miedo.
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capitulo 3
fin
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capitulo 4
El príncipe rana Érase una vez un rey que tenía cuatro hijas. La más pequeña era la más bella y traviesa. Cada tarde salía al jardín del palacio y correteaba sin parar de aquí para allá, cazaba mariposas y trepaba por los árboles ¡Casi nunca estaba quieta! Un día había jugado tanto que se sintió muy cansada. Se sentó a la sombra junto al pozo de agua que había al final del sendero y se puso a juguetear con una pelota de oro que siempre llevaba a todas partes. Estaba tan distraída pensando en sus cosas que la pelota resbaló de sus manos y se cayó al agua. El pozo era tan profundo que por mucho que lo intentó, no pudo recuperarla ó muy desdichada y comenzó a llorar. Dentro del pozo había una ranita que, oyendo los gemidos de la niña, asomó la cabeza por encima del agua y le dijo: – ¿Qué te pasa, preciosa? Pareces una princesa y las princesas tan lindas como tú no deberían estar tristes. 22
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– Estaba jugando con mi pelotita de oro pero se me ha caído al pozo – sollozó sin consuelo la niña. – ¡No te preocupes! Yo tengo la solución a tus penas – dijo la rana sonriendo – Si aceptas ser mi amiga, yo bucearé hasta el fondo y recuperaré tu pelota ¿Qué te parece? – ¡Genial, ranita! – dijo la niña – Me parece un trato justo y me harías muy feliz. La rana, ni corta ni perezosa, cogió impulso y buceó hasta lo más profundo del pozo. Al rato, apareció en la superficie con la reluciente pelota. – ¡Aquí la tienes, amiga! – jadeó la rana agotada. La princesa tomó la valiosa pelota de oro entre sus manos y sin darle ni siquiera las gracias, salió corriendo hacia su palacio. La rana, perpleja, le gritó: – ¡Eh! … ¡No corras tan rápido! ¡Espera! Pero la princesa ya se había perdido en la lejanía dejando a la rana triste y confundida. 23
capitulo 4 Al día siguiente, la princesa se despertó por la mañana cuando un rayito de sol se coló por su ventana. Se puso unas coquetas zapatillas adornadas con plumas y se recogió el pelo para bajar junto a su familia a desayunar. Cuando estaban todos reunidos, alguien llamó a la puerta. – ¿Quién será? – preguntó el rey mientras devoraba una rica tostada de pan con miel. – ¡Yo abriré! – dijo la más pequeña de sus hijas. La niña se dirigió a la enorme puerta del palacio y no vio a nadie, pero oyó una voz que decía: – ¡Soy yo, tu amiga la rana! ¿Acaso ya no te acuerdas de mí? Bajando la mirada al suelo, la niña vio al pequeño animal que la miraba con ojos saltones y el cuerpo salpicado de barro. – ¿Qué haces tú aquí, bicho asqueroso?
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¡Yo no soy tu amiga! – le gritó la princesa cerrándole la puerta en las narices y regresando a la mesa. Su padre el rey, que no entendía nada, le preguntó a la niña qué sucedía y ella le contó cómo había conocido a la rana el día anterior. – ¡Hija mía, eres una desagradecida! Ese animalito te ayudó cuando lo necesitabas y ahora te estás comportando fatal con él. Si le has dicho que serías su amiga, tendrás que cumplir tu palabra. Ve ahora mismo a la puerta e invítale a pasar. – Pero papi… ¡Es una rana sucia y apestosa! – se quejó – ¡Te he dicho que le invites a pasar y le muestres agradecimiento por haberte ayudado! – bramó el monarca. La princesa obedeció a su padre y propuso a la rana que se sentase con ellos. El animal saludó a todos muy amablemente y quiso subirse a la mesa para alcanzar los alimentos, pero estaba tan alta que no fue capaz de hacerlo.
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capitulo 4 – Princesa, por favor, ayúdame a subir, que yo solita no puedo. La princesa, tapándose la nariz porque la rana le parecía repugnante, la cogió con dos dedos por una pata y la colocó sobre la mesa. Una vez arriba, la rana le dijo: – Ahora, acércame tu plato de porcelana para probar esa tarta ¡Seguro que está deliciosa! La niña, de muy mala gana, compartió su comida con ella. Cuando hubo terminado, el batracio comenzó a bostezar y le dijo a la pequeña: – Amiga, te suplico que me lleves a tu camita porque estoy muy cansada y tengo ganas de dormir. La princesa se sintió horrorizada por tener que dejar su cama a una rana sucia y pegajosa, pero no se atrevió a rechistar y la llevó a su habitación. Cuando ya estaba tapada y calentita entre los edredones, miró a la niña y le pidió un beso. – ¿Me darás un besito de buenas noches, no?
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– ¡Pero qué dices! ¡Sólo de pensarlo me dan ganas de vomitar! – le espetó la chiquilla, harta de la situación. La ranita, desconsolada por estas palabras tan crueles, comenzó a llorar. Las lágrimas resbalaban por su verde papada y empapaban las sábanas. La princesa, por primera vez en toda la noche, sintió mucha lástima y exclamó: – ¡Oh, no llores por favor! Siento haber herido tus sentimientos. Me he comportado como una niña caprichosa y te pido perdón. Sin dudarlo, se acercó a la rana y le dio un besito cariñoso. Fue un gesto tan tierno y sincero que de repente la rana se convirtió en un joven y bello príncipe, de rubios cabellos y ojos más azules que el cielo. La niña se quedó paralizada y sin poder articular palabra. El príncipe, sonriendo, le dijo: – Una bruja malvada me hechizó y sólo un beso podía romper el maleficio. A ti te lo debo. A partir de ahora, seremos verdaderos amigos para siempre. 28
capitulo 4 Y así fue… El príncipe y la princesa se convirtieron en inseparables y cuando fueron mayores, se casaron y su felicidad fue eterna.
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BIBLIOGRAFIA EL HILO ROJO DEL DESTINO
https://www.mundoprimaria.com/mitos-y-leyendas-para-ninos/el-hilo-rojo-del-destino
JUAN SIN MIEDO
https://www.mundoprimaria.com/cuentos-infantiles-cortos/juan-sin-miedo
LA RATITA PRESUMIDA
https://www.mundoprimaria.com/cuentos-infantiles-cortos/la-ratita-presumida
EL PRINCIPE RANA
https://www.mundoprimaria.com/cuentos-infantiles-cortos/el-principe-rana
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grafica fenix
av. olimpica , san salvador de El salvador.
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Proyecto de Cátedra Diseño Digital III
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