LA ESCALERA
Alumnos/as de 4ยบ y 5ยบ curso CEIP Ramรณn Medina La Ventilla
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Escrito por los alumnos y alumnas de Cuarto y Quinto
curso
del
CEIP
Ramón
Medina
de
La
Ventilla: María José Bermudo Fernández Paula Montenegro Lucena David Reyes Perasovic Esmeralda Perea Martínez Laura Poley Gómez Santiago Poley Montero José Manuel Adame Servando Enrique Fernández Moliner Jaime Gómez Ostos Diego Hermán Rodríguez Patricia Ostos Montenegro Raúl Pineda Aranda Y el tutor: Dº. Rafael Monserrat Bravo
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Este libro se puede leer a travĂŠs del blog: http://laisladesilvia.blogspot.com
Dedicado a todas las madres del mundo
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Sergio era niño que viajaba por todo el mundo. Con
una
mochila
azul
en
la
espalda,
unos
prismáticos, una brújula y una gorra para el sol, había
visitado
muchos
lugares,
algunos
muy
poblados como grandes ciudades y otros inhóspitos como los desiertos de África. Tenía un motivo muy especial por el que hacía tantos viajes; encontrar una escalera con peldaños suficientes para llegar al cielo y visitar a su madre.
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Sergio tenía una amiga enfermera llamada Vicky, que había estado en una selva tropical, curando a los animales.
Un buen día, Vicky le comentó que en dicha selva había un oso hormiguero y un cocodrilo que hacían escaleras, tan altas que llegaban a la copa de los árboles de la selva.
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Sergio
al
iluminaron
escuchar
los
ojos,
aquel
comentario
recobrando
la
se
le
ilusión,
y
presuroso se colocó la mochila, pidiéndole a su buena amiga que hiciera el favor de acompañarlo, ya que ella conocía a Esparraguito, el oso hormiguero y a Juanito, el cocodrilo. Su amiga aceptó sin dudarlo un solo momento.
Ambos
disfrutaron
de
su
viaje
en
avión,
atravesando el océano Pacífico hasta llegar a la selva tropical. Cuando rápidamente
llegaron manos
a a
la la
selva
se
pusieron
obra,
buscando
a
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Esparraguito y a Juanito. El primer animal con el que se encontraron fue con una ranita muy graciosa que contaba chistes, llamada Bárbara. -¡Hola Bárbara! -le saludo Vicky-. Te presento a mi amigo Sergio. La ranita Bárbara de un brinco se posó en el hombro de Sergio y le dio un besito en la mejilla. Éste ruborizado no supo que decir, antes la risa inocente de la ranita y Vicky.
-¿Qué hacéis por aquí, tan lejos de vuestra tierra? -preguntó la ranita Bárbara, con curiosidad.
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-Venimos
buscando
al
oso
hormiguero
Esparraguito, y al cocodrilo Juanito. ¿Lo has visto? -dijo Vicky. -Sí -contestó la ranita-, pero antes de decíroslo os contaré un chiste. Ellos asintieron con la cabeza. -Esto era una calle tan estrecha, tan estrecha, que iban a hacer una tienda música y la tuvieron que hacer de canto. La
ranita
Bárbara
comenzó
a
reírse
a
carcajadas, como si fuese la primera vez que escuchaba aquel chiste, ante el asombro de Sergio y Vicky que se miraron sin saber qué hacer. -La última vez que vi a Esparraguito y a Juanito, estaban trabajando en la construcción de una escalera muy alta. Tal vez fuese para el mono Bobi que le gusta mucho trepar por los árboles.
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Sergio esbozó una sonrisa de oreja a oreja, pues ya se veía subiendo por la escalera hasta llegar al cielo. -¿Dónde están ahora? -preguntó Sergio. -No lo sé, pero el mono Bobi lo he visto esta mañana en el árbol de la calle Ancha. Tal vez él te pueda decir algo -contestó la ranita. -Yo no sé dónde está el árbol de la calle Ancha -dijo Sergio apesadumbrado. -¡Pero yo sí! -gritó Vicky con alegría. Ambos se adentraron más en la selva, hacia el árbol de la calle Ancha, donde se encontraba el mono Bobi. Por el camino se tropezaron con la salamandra Enriqueta, que venía de ver un partido de fútbol y llevaba puesta la camiseta de su equipo.
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-¿Cómo ha quedado tu equipo? -le preguntó Vicky. -Ha
ganado
-contestó
Enriqueta
aún
entusiasmada por la victoria. Se despidieron de Enriqueta y por fin llegaron al árbol del calle Ancha. De su copa bajó el mono Bobi, dando brincos de rama en rama. -¡Holaaaaa! ¿Cómo estáis, estáis? -dijo, dando pequeños saltitos en el suelo.
-Muy
bien,
gracias.
Venimos
buscando
a
Esparraguito y a Juanito -continuó Vicky-. Nos ha dicho la ranita Bárbara que te han hecho una
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escalera muy alta. -¿A miiiiiii? A mí no me han hecho una escalera, escalera -contestó sorprendido-. Me han hecho una silla para sentarme cuando estoy cansado de trepar por los árboles, árboles. La ilusión de Sergio desapareció de su rostro, por un instante. -¿Ahoraaaaa? ahora están trabajando en la carpintería, carpintería -añadió Bobi-, así que podéis llegaros a verlos, verlos. -¿Dónde tienen la carpintería? -preguntó Vicky. -¿La carpinteríaaaaaaaa? La carpintería está al final de la calle Ancha, Ancha -indicó el mono Bobi. -Muchas gracias. Los dos se fueron corriendo, hasta llegar a la carpintería. Allí estaban Esparraguito y Juanito, descansando y tomándose el bocadillo del mediodía.
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-Buenas
tardes
Esparraguito
y
Juanito
-saludaron Vicky y Sergio. -Buenas tardes ¿Qué hacéis por aquí niños? -preguntó Esparraguito.
-Me gustaría que me hicierais una escalera muy alta -contestó Sergio. -¿Para qué quieres una escalera así? -preguntó Juanito.
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-Para ir a ver a su madre, que está en el cielo -contestó Vicky.
-Por las noches sueño con mi madre, pero cuando me despierto, ella ya no está. Así que me gustaría tener una escalera con muchos peldaños para poder ir a visitarla -añadió Sergio. Juanito y Esparraguito se quedaron mirando un momento. -Es mucho el camino que has hecho, pero ha merecido la pena -señaló Juanito-. Tu madre estará
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muy orgullosa de ti. -No
te
preocupes,
no
es
necesario
que
te
hagamos una escalera, porque ya le hicimos una asĂ a tu madre, y por eso ella baja todas las noches y se mete en tus sueĂąos.
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