Las Relaciones Internacionales y el regreso de las instituciones políticas. Notas introductorias. Rafael Morales* El estudio de las Relaciones Internacionales (RI) como disciplina académica atraviesa por una fuerte redefinición de su objeto de estudio, sus teorías y métodos. Más allá de los típicos debates y divisiones en la que se encuentra atrapada, reactualizados de tiempo en tiempo (neoliberalismo vs neorrealismo), habría sido el fin de la Guerra Fría el detonante de este replanteamiento pues tomó por sorpresa a los académicos, muchos de los cuales habían insistido en la permanencia más que en el fin de esta etapa de la historia. De esta forma las RI parecían mostrar fuertes rezagos y carencias en su poder explicativo, sobre todo por su incapacidad para acumular datos que permitieran anticipar “el final del problema” de la Guerra Fría (Goldmann, 2001). Desde el punto de vista de la producción científica, la disciplina se había encargado de construir una teoría del no cambio internacional que, en perspectiva, la dejaba en condiciones complejas para hacer frente al advenimiento del nuevo orden mundial. Es cierto que el balance de la disciplina se encuentra ligado a los objetivos de investigación, de si se tienen propósitos prácticos (la firma de un acuerdo de paz) o si únicamente se persiguen propósitos académicos (teoría de la política internacional). Ello no impediría, sin embargo, que los versados en la materia mostrarán un interés excepcional no sólo en revisar la pertinencia de sus hallazgos sino inclusive en debatir las bases en las que se había fundado tradicionalmente toda investigación en este campo (por ejemplo, el “estadocentrismo” que sigue prevaleciendo). Al respecto, existen dudas fundadas sobre si las RI -como subcampo de la ciencia política- tendrían que fundar su legitimidad sobre la base de expectativas tan altas, como la de imputarles determinada capacidad predictiva más que para comprender determinados fenómenos (Keohane, 2001). De ahí que al menos, si nos situamos en los ejercicios de aplicación o hechura de políticas, sea perfectamente discutible el potencial explicativo de las RI para resolver problemas internacionales, tanto si se acepta que existe aún un desarrollo insuficiente de la disciplina misma como de si se reconocen sus limitaciones, digamos, entre problemas predecibles y no predecibles. En todo caso, el resultado ha sido la marginación de la sustancia de la política (Goldman, 2001). Es claro que aún en medio de lo que Keohane llama “estado de confusión y agitación” las RI cruzan por un revival lleno de retos. La autocrítica y la revisión de *
Profesor-investigador de tiempo completo, Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
sus fundamentos han permitido la atracción a la disciplina de debates vecinos a partir de una revaloración del contenido político de las RI. La disciplina se ha visto beneficiada en esta nueva etapa con lo que se conoce en la ciencia política como el nuevo institucionalismo. Este es un enfoque que surge por la necesidad de encontrar respuestas a los fenómenos políticos más allá de la simplificación que de ellos hace la elección racional. Fueron James G. March y Johan P. Olsen quienes se dieron a la tarea de insistir en que las instituciones políticas i) tienen un papel más autónomo respecto de los procesos sociales y ii) que influyen en la conducta de los actores, que se conducen más por una lógica de lo apropiado (obligaciones y deberes) que a cálculos maximizadores individuales (March y Olsen, 2008). En esencia, el debate trata de señalar que las instituciones económicas, políticas y sociales no son meras consecuencias de decisiones o preferencias individuales agregadas, sino patrones de normas y conjuntos de prácticas organizadas que moldean el pensamiento y limitan la conducta de los actores en situaciones específicas, haciéndoles más o menos capaces de actuar bajo reglas preestablecidas. Las RI se han interesado precisamente por el segundo punto: más que por los intereses o cálculos individuales los actores internacionales siguen por lo general pautas muy establecidas. Las instituciones definen límites, de manera formal o informal, y el conjunto de elecciones sobre las que aquellos deciden. Al establecer las reglas del juego bajo las cuales se construyen las estrategias de los agentes, las organizaciones internacionales encuentran certidumbre en su actividad. De esta forma, se ha incrementado el interés por el uso de este enfoque para el estudio de las RI, a partir de trabajos como los de Robert Keohane, que han relanzado el tema sobre cómo mucho del comportamiento en las relaciones internacionales refleja reglas, normas y convenciones establecidas; es decir, que se encuentra institucionalizado (Keohane, 1989). Por ejemplo, el enfoque se interesa más por el análisis de las variaciones de la conducta del Estado que por las constantes, para poder comprender el rendimiento de las instituciones. ¿Por qué se construyen las instituciones cuando los Estados pueden beneficiarse de la cooperación? En suma, porque las instituciones proporcionan información, reducen los costos de negociación, dan certidumbre a los compromisos y, en fin, permiten la reciprocidad (Keohane, 2001 y también porque desde un punto de vista normativo tienen el potencial de facilitar la cooperación (Keohane, 2009). Otra manera de de pensar a las RI desde este enfoque es considerando a todas las organizaciones internacionales como instituciones (Higgott, 2008). Se trata de un tema muy relevante pues en la era global las instituciones políticas internacionales se organizan mezclando áreas económicas, políticas y de seguridad (Higgott, 2008). Luego del 9/11el nuevo contexto de seguridad global ha
lanzado el debate sobre el diseño de las instituciones que operan simultáneamente en ámbitos económicos, políticos y de seguridad. Instituciones económicas internacionales como el FMI, el BM o la OMC tienen agendas y estructuras de toma de decisiones políticas y otras como la OTAN conjugan tareas de seguridad regionales con actividades económicas. El panorama es más complejo pues a todo ello se suma una vasta red regulatoria regional o de acuerdos regionales donde, algunas organizaciones como la Unión Europea y la APEC, despegan sus actividades con objetivos de seguridad hasta transformar, con el curso de los años, los fines que les dieron origen. Ahora, muchas de estas organizaciones buscan erigirse en “regionalismos regulatorios”, capaces de avanzar en la competitividad regional en el marco de la economía global (Higgott, 2008). Un elemento interesante en la intersección de nuevos enfoques/nuevos contextos internacionales es la idea del cambio institucional y el consecuente interés en el diseño de regímenes políticos internacionales (Irak, Pakistán y de manera más reciente, Egipto y Turquía). El enfoque institucionalista, como alternativa a los macro-análisis, encontró que los actores estarían en condiciones de alterar las reglas del juego que las instituciones mismas establecen para dar certidumbre a su conducta. Desde un punto de vista formal, las instituciones no sólo tiene efectos sobre la identidad y estrategias de los actores sino que los consideran agentes que inciden en la dirección del cambio institucional (North, 1995). El tema es apasionante puesto que el día de hoy las relaciones internacionales se han diversificado no sólo entre actores nacionales e internacionales, que interactúan para reforzarse mutuamente (Keohane, 2001), sino también por la emergencia de organizaciones regionales como organizaciones internacionales (Higgott, 2008) que tienen poder para incidir en la gobernanza global. Las clásicas relaciones interestatales han dejado paso a la política global compuesta por las actividades de todos los actores internacionales sean Estados o no Estados actores. Así, las instituciones han regresado a un primer plano en el estudio de las RI como enfoque analítico y como reivindicación de la actividad interna de la política. El enfoque institucionalista llega en buen momento pues al ser considerados como organizaciones los nuevos actores internacionales pueden ser analizados conforme a sus procesos internos (para maximizar información, generar transparencia y generar respuestas al problema de la acción colectiva) así como por sus resultados (para estructurar reglas y comportamientos en áreas clave de la política global internacional). Referencias
Goldmann, Kjell (2001). “Relaciones internacionales: Una visión general”, en Goodin, R. y HansDieter Klingemann (editores). Nuevo manual de ciencia política. Madrid: Istmo, pp. 581-618 Higgott, Richard (2008). “International political institutions”, en Rhodes, R. A. W., Sarah A. Binder y Bert A. Rockman (editores).The Oxford Handbook of Political Institutions. Oxford: Oxford University Press. (The Oxford Handbooks of Political Science), pp. 611-632 Keohane, R. O. (1989). International Institutions and State Power. Boulder: Colo. West-View Press __________ (2001). “Relaciones internacionales: Lo nuevo y lo viejo”, en Goodin, R. y Hans-Dieter Klingemann (editores). Nuevo manual de ciencia política. Madrid: Istmo, pp. 668-692 __________ (2009). “Instituciones internacionales: Dos enfoques”, en Interdependencia, cooperación y globalismo. Ensayos escogidos de Robert O. Keohane. México: CIDE. Cap. 6 March James G. y Johan P. Olsen (2008). “Elaborating „The New Institutionalism‟”, en Rhodes, R. A. W., Sarah A. Binder y Bert A. Rockman (editores).The Oxford Handbook of Political Institutions. Oxford: Oxford University Press. (The Oxford Handbooks of Political Science), pp. 3-22 North, Douglass C. (1995). Instituciones, cambio institucional y desempeño económico. México: FCE.