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Reversa a la Crisis
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Ya sabemos qué no funciona, ahora hagamos lo contrario.
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Rafael Montaño
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Grupo Yin Shan Multimedia, Publishing & Marketing
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Publicado por: Yin Shan, S.A. de C.V. División Editorial Paseo de la Reforma No. 199-1601 Col./Del. Cuauhtémoc México, 06500, D.F. México
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grupoyinshan.com
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180 grados Reversa a la Crisis ISBN: 978-607-7721-00-0
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Copyright © 2009 Derechos Reservados: Rafael Montaño Saucillo por el contenido, diseño editorial y diseño de portada. Revisión y formación de textos: Israel Ramírez Salas
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rafaelmontano.com
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Queda prohibida la reproducción total o parcial de cualquier tipo y por cualquier medio sin consentimiento del autor.
Impreso en México Printed in Mexico
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Primera edición: febrero 03 de 2009
Contenido
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Introducción ................................................................................................ 5
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Capítulo 1 El Origen ................................................................................ 11 ¿Nadie se dio cuenta? ...................................................................... 11 ¿Cómo llegamos a esto? .................................................................. 16 Los culpables .................................................................................... 20
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Capítulo 2 Los Grandes Males ............................................................... 29 La lucha por el dinero ....................................................................... 29 La especulación ............................................................................... 32 La corrupción .................................................................................... 33 El sistema de comisiones ................................................................ 35 El mercado de valores, la incubadora de crisis .............................. 37 Wall Street - El muro que separa dos mundos ............................... 42 Los bancos y el crédito ..................................................................... 47 Un mercado libre, demasiado libre ................................................. 52 El nuevo sueño americano: ganar más, haciendo menos ............. 53 El nuevo sueño en fast track ............................................................ 57 La fábrica de sueños ........................................................................ 59
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Capítulo 3 El Cambio .............................................................................. 61 Hacia un mercado justo ................................................................... 61 Un mundo libre, sin el control norteamericano .............................. 66 Ahora el imperio de la razón............................................................. 71
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Capítulo 4 La Reversa ............................................................................ 75 Preparando el cambio ...................................................................... 75 ¿Algunas recetas? ............................................................................ 87 ¿Qué beneficios puede tener una recesión? ................................ 101 Pero, ¿podremos vivir con menos? ............................................... 103
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Fuentes y Recomendaciones ............................................................... 111 Libros ............................................................................................... 111 Sitios web ........................................................................................ 126 Filmes .............................................................................................. 127
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A mi madre, a mi hermana y a Hury,
compañera perfecta para sobrellevar
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más fácilmente tiempos difíciles.
Introducción
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Este libro debió salir a la venta hace varias semanas, cuando la crisis tenía ya forma y la recesión empezaba a asomarse en los países desarrollados, pero tuvo que esperar porque el primer efecto en los mercados y en mucha gente fue el peor posible: parálisis ante la confusión. Ante la incertidumbre, la falta de información completa y confiable, ante la falta de respuestas claras, la mayoría de la gente de negocios optó por lo “seguro” y no hizo nada. México, mi país, se ha caracterizado siempre por su lentitud en la toma de decisiones y de acciones, esta vez la reacción ha sido aún más lenta. A pesar de que la humanidad no sale de una crisis cuando ya está entrando en otra ya sea social, política, militar o fundamentalmente económica como ahora, lo único que hacemos es buscar la salida más rápida, nunca la mejor, nunca la que pueda evitar más problemas. Por eso siempre llegan más, por eso siempre llegan peores. Crisis no significa necesariamente tragedia, no es sinónimo de caos. Crisis, desde su etimología, quiere decir ruptura, es un punto de quiebra, un punto en el cuál se debe decidir qué hacer. No siempre resolvemos rápido, casi nunca resolvemos bien. Los rápidos de siempre se han reacomodado, los lentos de siempre han decidido esperar a ver qué hacen los rápidos para después seguirlos. No es casualidad que los más rápidos son al mismo tiempo los dueños del poder y del dinero. La rapidez ha sido su mayor mérito, su eficacia ha sido producto de su determinación, los métodos empleados sin embargo, son cuestionables. Quienes han estado acostumbrados a ganar mucho en poco tiempo saben que pueden perder mucho también en poco tiempo. Pero la culpa en las crisis es más de los lentos que de los rápidos, a pesar de que éstos son los que más errores cometen. En tiempos de crisis, cuando hay que romper con lo que no funciona, la rapidez en la toma de acciones y decisiones es fundamental. Esta vez algunos ya actuaron y se han puesto a salvo, no parece sin embargo, que lo hayan hecho de un modo que convenga imitar a los demás. El 2008 terminó con una recesión ya oficialmente reconocida en los Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, América Latina y muchos países más del resto del mundo. Alemania y Japón fueron los primeros en aceptarlo. Los Estados Unidos terminaron por admitirlo casi hasta el final de la administración Bush, aunque hoy se sabe que estaban ya en recesión desde un año antes pero se empeñaban en ocultarlo. Este hecho confirma una vez más la falta de claridad y de honestidad de los estadounidenses que han demostrado, una vez más, que son maestros de la mentira y de la manipulación de datos. Una de las grandes causas
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de la crisis actual es precisamente esta deshonestidad de la nación líder del capitalismo.
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Ya hay nuevo presidente en los EE.UU., un relevo en la Casa Blanca inesperado, inimaginable hace sólo unos años. Un cambio que rompe esquemas, un cambio literalmente de blanco a negro y en este caso el sentido negativo lo tiene el blanco. Pero, al parecer, un cambio también de estúpido a inteligente, de ignorante a educado y culto, de primitivo a refinado, de amenazador a conciliador, de pesadilla interminable a sueño esperanzador. Sin embargo, no hay posibilidades de que Obama pueda cumplir con las expectativas generadas, él lo sabe y lo ha dado a entender para quien lee entre líneas, porque los que tienen el verdadero poder, Wall Street, las corporaciones y el Pentágono lo van a mantener muy acotado. La desesperación, el enojo, la frustración del pueblo estadounidense son tan grandes que olvidaron que son una nación con altos índices de racismo y que para ellos la imagen lo es todo. Qué bueno que por unas semanas parecieron tomar decisiones menos prejuiciosas. Ver entrar a Barack al celebérrimo número 1600 de la Avenida Pennsylvania en Washinton D.C. fue como ver llegar a los bomberos a un devorador incendio. No se sabe en cuánto tiempo logrará vencer al fuego, o si podrá siquiera apagarlo. Tampoco se sabe si quedará la casa sólo un poco chamuscada o si al final veremos sólo cenizas. El caso es que el pirómano ya no estará adentro y, por lo menos, eso es buena noticia. Lo malo es que aunque han perdido el poder y se han desenmascarado muchos de los causantes de la crisis, las causas originales siguen presentes y éstas no dependen de quien o quienes detenten el poder: estupidez, ignorancia, ambición y egoísmo son ingredientes altamente explosivos en cualquier situación y capaces de producir una o mil crisis políticas, religiosas, militares, económicas, financieras o de cualquier otro tipo. No saber bien qué estamos haciendo, a quién estamos afectando con nuestros actos, qué reacciones o consecuencias podemos estar desencadenando, pensar sólo en ganar sin importar el costo, etcétera, han sido hasta ahora la cuna de todos nuestros problemas. Nunca hemos aprendido ni las lecciones más elementales. Seguimos actuando estúpida e irresponsablemente sin saber siquiera cómo controlar, y mucho menos evitar, las consecuencias. Pareciera que estamos condenados a estar siempre haciendo todo mal. Los breves momentos de gloria y esplendor artístico, científico, cultural, sirven sólo para justificar el que ahora creamos merecer una enésima oportunidad más. La pregunta es si esta vez estaremos en condiciones de volver a tomar la sopa sin derramarla, si nunca antes lo hemos conseguido.
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Experiencia tenemos ya, en teoría, suficiente, pero, ¿podremos al fin dejar atrás la ingenuidad o la estupidez para cambiar esta vez realmente?
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Hemos cambiado mil veces, pero muchas de estas veces el cambio ha sido tan pequeño que no ha bastado. Algunas otras veces el cambio ha sido grande, pero grande sólo en forma y no en fondo, y ha dejado las cosas igual, o peor. Y es que siempre hay demasiados intereses empeñados en mantener el status quo. Los grandes cambios han sufrido siempre ajustes por parte de esos grandes intereses para que nada de lo fundamental cambie. Cambios de 360 grados a favor de ellos. Pero, ¿qué tal si esta vez, los que somos mayoría, los afectados de siempre, giramos juntos el timón 180 grados y enderezamos el rumbo aunque esto implique mover las bases que tanta “comodidad” nos dieron en el pasado? Cuando todas las cosas están tan mal, es imposible pensar que nosotros, de manera particular, no tuvimos la culpa y/o que somos ajenos a ella. Fuera de los Estados Unidos es común escuchar que lo novedoso de esta nueva crisis financiera, que podría eventualmente desencadenar crisis peores, es que no fue causada por los países emergentes o pobres, sino por la mayor potencia económica del mundo. No por los alumnos del neoliberalismo, sino por los maestros, los creadores de este sistema. Esto es cierto pero sólo en parte. Decimos coloquialmente que peca tanto el que mata a la vaca como el que le tiene la pata. Fuimos y seguimos siendo por lo menos cómplices pasivos, como países y como individuos. La base de esta crisis, primero sólo financiera, es una añeja crisis moral y de valores. En el pecado hemos llevado la penitencia. Desde siempre venimos diciendo que vamos a cambiar y hacemos poco o nada, puras vueltas de gato que, no importa cuántos giros de, siempre cae igual. Pero ahora sí no podemos ya seguir haciendo sólo cambios cosméticos, ya no se vale voltear la ropa para que no se note la parte sucia, ni barrer la basura debajo del tapete. No podemos seguir auto engañándonos. Todos los líderes y semi líderes del mundo que usan la palabra cambio tienen un tremendo éxito. Entienden bien que los demás sabemos que andamos mal y que necesitamos que alguien nos guíe por el camino del cambio a la “tierra prometida”. Y caemos en la trampa a pesar de que la historia nos ha enseñado, y lo sabemos muy bien, que esa meta nunca llega o llega a medias. El problema de fondo es que quienes llaman al cambio desde arriba
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saben de antemano que las reglas son tan rígidas y los espacios de maniobra tan estrechos que no será posible lo que prometen, ni siquiera deseándolo de corazón. Y los que llenan calles, plazas y estadios para escucharlos saben en el fondo que el cambio completo, perfecto, es utópico, pero las ganas de creer los vencen y se dejan llevar con fe ciega. Seguimos cayendo una y otra vez en el juego y nos prestamos al engaño. Nos gusta tanto creer, que a los líderes ni siquiera les hace falta saber mentir bien, ni siquiera necesitan presentar bases o exhibir pruebas de sus ofertas. Basta que ubiquen a nuestro supuesto enemigo y nos ofrezcan defendernos de él. Nunca nos damos cuenta de que el mejor líder no es el que nos defiende de los otros, sino el que nos defiende de nosotros mismos. Es común escuchar a políticos, líderes sociales y económicos, o comunicadores decir que “la gente no es tonta”. Esto les da un aire de magnanimidad y les genera aplausos y simpatías, eso buscan. La verdad es que la gente sí es tonta, somos tontos todos, si esto no fuera cierto, no estaríamos tan evidentemente mal ahora. Nos han engañado como a niños chiquitos, nos han vendido castillos en el aire, nos han cambiado tierra por cuentas de vidrio, y lo hemos permitido pasivamente.
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Antes de concluir la introducción debo aclarar algo para no caer involuntariamente en ninguna de las categorías que critico en este libro y espero que no sea motivo para que dejes de leerlo y que, por el contrario te haga continuar su lectura. No soy economista, ni he tomado cursos o clases o asistido a conferencias y de ninguna manera me considero, ni debo ser considerado, experto en la materia. Simplemente estoy exponiendo libremente mis puntos de vista. De cualquier modo, y aunque fuera yo el máximo especialista sobre crisis, nadie debería tomar mis ideas como verdad conclusiva. Uno de los mayores problemas de nuestra cultura y, sin duda, uno de los detonantes del estallido de la crisis actual es que no somos lo suficientemente críticos con lo que vemos y leemos. Para quien quiera ahondar en este tema y tener más elementos para formarse un juicio propio, ofrezco al final de este trabajo una lista de libros, sitios web y filmes con mayor información. Me metí en la aventura de publicar este libro porque veo que los “expertos” no han hecho otra cosa que causar crisis y problemas y miseria y nos tienen ahora de nuevo contra la pared. No saben, no pueden o no quieren encontrar soluciones reales y de fondo. Y la verdad es que ahora tampoco veo por qué suponer que tengan mejores ideas para solucionar los problemas que ellos han causado, de las que podemos tener los ciudadanos comunes. Veamos si nosotros, sin ellos, encontramos mejores salidas, después de todo, el problema es más nuestro que de ellos que
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mantienen sus privilegios a pesar del caos en el que nos han metido. Veamos si el simple sentido común, el de un ciudadano común como yo, aunado al sentido común de muchos ciudadanos comunes más en el mundo, puede lograr más de lo que hasta ahora han hecho quienes se supone que tienen la formación y las credenciales necesarias para las grandes decisiones. Durante muchos años me hice las preguntas que seguramente muchos nos hacíamos: de dónde sale tanto dinero, cómo hacen para respaldar los billetes que imprimen, qué pasa si todos los cálculos alegres fallan... Nunca me atreví a cuestionar nada en público porque no me consideraba apto para la discusión con los expertos, nunca, de verdad que nunca, me imaginé que simplemente estaban probando teorías o haciendo experimentos y nosotros éramos simples cobayas. Ahora ya no estamos para seguir haciendo más experimentos. Los bien peinados chicos egresados de Harvard o herederos de la “venerable” Escuela Económica de Chicago han tenido más oportunidades de las que se merecen para manejar al mundo. Sin sentido común, sin sensibilidad política o social, sin corazón pues, esta gente no puede hacer mucho y ahora es mejor que ya no haga nada, más vale tenerla lejos de las plumas con las que firma sus torpes políticas. No hay duda de que vamos con el rumbo equivocado, de bajada y directo al despeñadero pero estamos a tiempo de meter reversa y tomar otro camino. Hay caminos andados y bien conocidos que nos garantizan seguridad, volver a ellos no es retroceder es recobrar la razón.
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En la cena del 14 de noviembre del año pasado en la Casa Blanca, los “dignatarios” de los 20 países más fuertes, se reunieron con carácter de urgente para “analizar” la crisis mundial, luego de “agotadoras” sesiones de “sesudo trabajo”, comieron codorniz ahumada en madera frutal, costillar de cordero asado al tomillo y Fondue Chanterelle Jus con tomate, hinojo y berenjena y, para acompañar los manjares, botellas de vinos con valor de 500 USD cada una. Obviamente sus “refinados” paladares no merecen menos, pero mientras comentaban entre ellos las bondades de los vinos, millones de personas desesperadas pensaban en qué hacer para poder comer al día siguiente. Ellos no pueden arreglar nada. No les importa, pero a nosotros sí, somos los demás los que debemos hacer algo. Si estás de acuerdo, por favor continúa leyendo.
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Capítulo 1
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El Origen.
“El presupuesto debe equilibrarse, el tesoro debe ser reprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los
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funcionarios públicos debe ser moderada y controlada y la ayuda
a otros países debe limitarse para que roma no vaya a la bancarro-
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La gente debe aprender nuevamente a trabajar en lugar de vivir a costa del Estado.” Cicerón, filósofo griego, 106 – 43 A.C.
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¿Nadie se dio cuenta?
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Bueno, por supuesto que muchos sí se dieron cuenta de que la peor crisis de la historia se acercaba irremediablemente, se sabía incluso que estallaría entre 2008 y 2009, sobraban las señales, pero unos no podían hacer nada; a otros no les importó y otros más simplemente pensábamos que seríamos capaces de evitarla o que no llegaría a afectarnos demasiado. Estaba ya tan arraigada la palabra crisis en nuestro vocabulario cotidiano que ésta parecía una más, quizás sólo un poco más fuerte. Y es que siempre hemos preferido ser demasiado optimistas a ser objetivamente realistas. El caso es que ya estamos, aquí y ahora, metidos hasta el cuello en esa crisis, y hay que asumirlo y buscar soluciones verdaderamente inteligentes si no queremos darle gusto a los agoreros, profetas, videntes, apocalípticos y demás ociosos que aseguran que, ahora sí, el mundo está ya a pocos pasos de su fin. Desde que soy un niño vivo tranquilo porque sé que cada vez que alguien anuncia el fin del mundo no pasa nada y para mantener vivo el show simplemente retrasan la fecha para seguir vendiendo entradas. Esta vez le apuestan al 2012, y de verdad que si no nos ponemos a remar hacia otro rumbo, esta vez le vamos a ayudar entre todos a los agoreros a quedar bien con el pronóstico, no hay peor crisis que la que encierra más tipos de crisis dentro y la de hoy es de este tipo.
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Entre la gente que yo conocía y que se dio cuenta de que algo andaba muy mal, o por lo menos se daba cuenta de que algo raro había, y que pudo haber puesto focos rojos no estuvo nunca ningún economista ni asesor financiero, y por supuesto, ninguno de mis socios o muy educados colegas administradores o empresarios; la única persona que recuerdo que me hizo cuestionamientos inquietantes y difíciles de contestar fue
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una señora que hice mal en no escuchar más y tomar más seriamente como consejera. Eran los meses previos al reventón de la burbuja del internet en 2001. Me la pasaba leyendo revistas de negocios mientras trataba de posicionar un portal de internet que prometía convertirse en uno muy popular, al menos en mi ciudad. Soñaba obviamente con ser tocado por los dioses del capital de riesgo y recibir algunos millones de dólares para quemarlos, así como en las películas, encendiendo costosos puros mientras inundaba el ciberespacio de ciberbasura. Todos estaban haciendo eso y parecía de lo más “in”. Si los más educados, mejor preparados y con más herramientas tecnológicas y económicas estaban en ese juego, no parecía como que el capital de riesgo que bailaba de .com a .com tuviera necesariamente mucho riesgo: el dispendio generalizado parecía demostrar que se había encontrado un auténtico “El Dorado” y que este paraíso de negocios efervescentes invitaba a todo el mundo a sumársele. Y es que sólo hacía falta hacerse de un bonito nombre de dominio con un .com por apellido que, como apellido de abolengo, pudiera llamar dinero sólo con pronunciarlo. Meter luego algo de contenido relacionado con el bonito nombre al sitio o portal era ya sólo mero trámite para justificar la inversión. Mi portal iba de “maravilla”, era ya incluso potencial proveedor de contenido en español para Lycos, uno de los gigantes de la época y que, por cierto, tirará la toalla en febrero de 2009. No había generado ni un centavo de ganancias pero tenía ya “impresionantes” números que lo hacían atractivo como inversión. Miles de visitas evidenciaban la existencia de usuarios que disfrutaban y valoraban el contenido y los servicios del portal en el que, hasta ese momento, sólo yo invertía. Todos mis recursos estaban allí para mantener servicios absolutamente gratis para todo el mundo. Pero al igual que casi todos, chicos y grandes de las punto-com, no ganaba nada y cada mes me daba el lujo de seguir perdiendo con la confianza, sin embargo, de estar en el mejor “negocio” del siglo. A todos nos parecía normal, y hasta lógico, que se tuviera que gastar y gastar para crecer y crecer y esperar a que cayeran las inversiones. Pero el nuevo modelo de negocios no encontraba por ningún lado la llave de la rentabilidad anhelada y si todos los chicos listos de Harvard, Stanford, etc., estaban haciendo eso, algo bueno tenía que estar de todos modos al final del camino. Bueno, eso creíamos los demás. Y es que todo sonaba tan bien, que la moda se volvió contagiosa. Nadie quería quedarse fuera del juego de los millones que derramaban las compañías de inversión de riesgo y, contra toda lógica, nos quedamos a ver como, uno a uno, iban cayendo cuando empezó a desinflarse la burbuja con todo y nuestros “promisorios” portales. La esperanza, como siempre, fue la última en morir. 12
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Pero la señora de la que hablaba anteriormente -lo noté más tarde-, sabía más de economía que yo y que todos los gurúes de Sillicon Valley juntos. No tenía diplomas de ninguna escuela de negocios en la pared, tenía simplemente cazuelas, platos y una imagen de la última visita del papa a México. Vendía buena comida casera, invertía poco, ganaba bien y su negocio nunca tenía problemas. Su sentido común era igual de bueno que su comida. Estaba un día comiendo yo muy a gusto con ella cuando me preguntó a qué me dedicaba. “A ensamblar equipo de cómputo”, le respondí, ella sonrió y luego completé, más orgullosamente: “y tengo también un portal de internet”. Fue entonces cuando me dijo que si le podía hacer favor de aclararle una duda: “...oiga, y de dónde ganan dinero esos de los sitios de internet”, me dijo. Empecé a perder la sonrisa de orgullo y a poner cara de impotencia cuando ella remató: “yo veo y oigo que hay muchos de esos sitios que se anuncian por todos lados pero no veo que vendan nada y se me hace raro... ¡pues de qué viven!”. Terminé de perder la sonrisa y empecé a buscar una respuesta convincente. Había ya antes sorteado airosamente esa pregunta con gente que “sabía de negocios”, que entendía de inversiones y de mercados de valores, pero con ella, alguien que veía el mundo de manera más simple, clara y realista no supe qué decir. Finalmente arrojó el consejo que, claro, desoí: “Qué bueno que vende usted también sus computadoras, así por lo menos tiene algo seguro, porque con eso de los sitios a mí se me hace que no se gana nada.” De poco sirvió la clase de la maestra, me enfoqué al 100% en el sitio de internet y dejé de vender computadoras, no me interesaban los miles, iba por los millones. Cuando la burbuja explotó, todos los que estábamos a media rampa nos desplomamos en caída libre. Sobrevivieron sólo algunos, no los mejores, pero sí los más afortunados o los más hábiles para seguir manejando dinero haciendo malabares. Yo tuve que volver a inventarme algo “tangible” para sobrevivir mientras que mi maestra siguió con su “humilde” pero productivo y estable negocio 5 años más hasta que la edad la obligó a retirarse. Hasta donde supe, nunca tuvo un sólo día en el que lamentar pérdidas en toda su vida. ¿Cómo diablos le podía yo haber explicado a mi mal aprovechada consejera que su humilde negocio tenía utilidades superiores en la economía real a las de empresas como Yahoo! que en esa época no veían números negros ni apagando todas las luces? ¿Éramos realmente todos tan estúpidos como para no darnos cuenta de que nadie ganaba nada más que aire? Nos queda el consuelo de pensar que simplemente fuimos demasiado ingenuos, soñadores, optimistas. El capital de riesgo, que finalmente le hizo honor a su nombre, tuvo pérdidas formidables. Pero, los inversionistas ¿estaban drogados, cega-
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dos por la ambición, con el cerebro de vacaciones, o con una peligrosa y letal combinación de todos estos factores? Los que obtenían las inversiones de los millones de dólares no tenían más plan que ofrecer contenidos y servicios gratis. Usaban una pequeña parte del dinero para salarios, publicidad y algo de costos por la tecnología, el resto lo usaban para montar oficinas ejecutivas de alto nivel, comprar autos de lujo y pagar mil y un frivolidades más. No tuvieron de todos modos más culpa que la que tiene un niño al que le permitimos que juegue en navidad con fuegos artificiales para que se divierta sabiendo que podría terminar con un par de dedos menos. No les interesaba a ellos el riesgo. Disfrutaron una época de sueños hechos realidad y tal vez hicieron bien en aprovecharlo, muchos más no tuvimos esa “suerte” de recibir montones de billetes verdes para jugar con ellos. Lo curioso es que muchos de los que no estaban en ese paraíso, que sólo analizaban el mercado al respecto en las revistas o programas especializados hacían ver a los nuevos millonarios de la era .com como los nuevos héroes del libre mercado, como si fueran los pioneros que encontraban oro en las praderas californianas, las mismas de la conquista del viejo oeste, pero ya sin pistola en mano para abrirse campo. Y fue de nuevo en California casualmente que se dio esta nueva fiebre del oro, pero esta vez virtual. Todo se volvía virtual desde entonces. Agregábamos todos esa nueva palabra al diccionario. La estaríamos usando ya cotidianamente de allí en adelante. Mundo virtual, negocio virtual, millonarios virtuales, riqueza virtual... hasta amor virtual... Parecía raro, pero no demasiado peligroso. Opinar bien de este fenómeno daba prestigio intelectual. Hubo quienes sabían o empezaban a darse cuenta de que los castillos en el aire no tienen nunca mucho futuro. Pero el mayor de los pecados del mundo virtual es decir la verdad. Ya nadie la usa, ya nadie la necesita, la ficción, la mentira, la simulación son más cómodas y rentables en este nuevo “orden”. Muchos otros sin embargo, creímos ingenua y simplemente que los sistemas financieros eran ya algo tan sólido, probado y confiable que no había por qué preocuparse por los riesgos. No recuerdo ahora haber leído en esa época ninguna voz seria de alarma, aunque quizás la vi y la soslayé, no lo sé o no lo recuerdo.
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Siete años más tarde cuando la realidad ha vuelto a enfrentarnos, hay de nuevo quienes no se dan cuenta de la magnitud del problema y quienes se dan cuenta pero callan. Pero esta vez sí hay la suficiente información como para despertar antes de que el mal sueño se convierta en pesadilla. Sólo tenemos que estar más atentos y menos confiados. Decía Alan Greenspan, uno de los grandes defensores de la autorregu14
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lación, que la información siempre estuvo allí, para quien quisiera consultarla y, en parte tiene razón. Tengo un buen ejemplo que reconfirma la sabiduría del viejo adagio de que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. El 4 de abril de 2008 el Secretario Mexicano de Hacienda (finanzas) presentó ante el Congreso un documento en el que preveía un crecimiento de la economía mexicana en un 4% en 2009, la base de sus suposiciones: altos precios del petróleo y una esperada recuperación de la economía estadounidense, es decir, nada que estuviera directamente en nuestras manos, todo dependía de factores ajenos. El mismo día, los medios publicaban con una o dos páginas de diferencia, una nota sobre las declaraciones de Alex Merriman, Director Ejecutivo de la Asociación Británica de Banqueros, que advertía: “la situación en los próximos meses en los EE.UU. empeorará en tanto las instituciones financieras continúen aceptando su exposición a los instrumentos ligados al mercado de hipotecas de riesgo.” Por supuesto el pronóstico falló y el “crecimiento será negativo. Pero ya desde antes se sabía que la cuerda estaba más delgada cada día y que no resistiría mucho. En noviembre de 2004 otra declaración debió haber sido tomada en cuenta por propios y extraños en el mundo financiero. En referencia al déficit comercial y a la deuda norteamericana, Stephen Roach, economista en jefe de Morgan Stanley dijo que “este país tenía menos de un 10 por ciento de probabilidades de evitar un armagedón económico, 30 por ciento de caer pronto en una depresión y 60 por ciento de “salir del paso por un tiempo y retrasar el eventual armagedón’” Es larguísima la lista de libros y artículos periodísticos que pronosticaban la catástrofe que ahora inicia. A nadie se le hizo caso. Que el ciudadano común no esté bien preparado y bien informado es grave, que quienes nos gobiernan no lo estén es fatal. Estamos realmente ante la peor crisis de la historia moderna. Oigamos esta vez a todos, oigámonos todos. El virus gestado desde antes del 2001 ha invadido todos los tejidos de la sociedad. No hubo inyecciones ni vacunas, al contrario, hubo descuido y negligencia imperdonables ante la enfermedad. La economía está en condiciones graves. Todavía
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.- Periódico El Centro, México, D.F., abril 4 de 2008 .- Entidad financiera estadounidense que se desempeñaba como banco de inversiones, agente de bolsa y administrador de tarjetas de crédito. Las crisis crediticia y financiera la llevaron al borde de la quiebra y la Reserva Federal la hizo restringir su actividad de banca comercial dejando así de ser banca de inversión. Mitsubishi Bank adquirió el 21% de las acciones y éstas se recuperaron de una dramática caída en octubre 2008. .- Boston Herald, Noviembre 23, 2004
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hay tiempo de evitar un resultado funesto. No se recuperará la salud plena, nunca, pero sí una salud de edad madura que pueda darnos tranquilidad y que nos asegure que, como especie, no estamos aún cerca del fin total, que no somos realmente unos locos suicidas. Tal vez somos sólo aún demasiado ingenuos. No confiemos de nuevo en nuestra buena suerte.
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Cierro con una de las mejores opiniones que he leído sobre la gente que debió haber hecho algo para evitar este caos, los economistas que, en teoría, fueron preparados para hacer del mundo un lugar próspero: “Siempre he pensado que el asunto de la relación entre los mercados financieros y la “economía real” era algo realmente profundo. Pensaba que era una parte crítica de la teoría macroeconómica que estaba desarrollada pobremente. Pero la profesión de economista durante los últimos 30 años se enfocó por el contrario en producir pornografía con cálculos estocásticos para satisfacer la necesidad de masturbación matemática mental en los jóvenes economistas. Los economistas debemos admitir forzosamente que no sabemos mucho acerca de lo que está pasando hoy. Tampoco lo saben quienes dirigen la Reserva Federal o la Secretaría del Tesoro. Por supuesto, el mercado demanda liderazgos “fuertes” y economistas “fuertes” que puedan por lo menos engañar al público haciéndolo creer que tienen en verdad grandes conocimientos. Los que logran esto de la mejor manera son los que logran engañarse a sí mismos”. Arnold Kling (economista del MIT que trabajó para Freddie Mac )
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¿Cómo llegamos a esto?
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Importa, y mucho, saber bien cómo llegamos a esta situación. Qué o quiénes la provocaron. Por qué nadie hizo nada para evitarlo. Sabemos que difícilmente aprendemos de nuestros errores, de nuestra historia. De cualquier modo hay que referir los hechos, tal vez esta lección sea mucho más educativa. Solía usarse antes la frase de: la letra, con sangre entra, algo de razón tiene. Los humanos somos testarudos y, a veces, aprendemos sólo mediante hechos dolorosos. Estuve tentado a titular este capítulo de un modo totalmente opuesto: “cómo nos llevaron a esta crisis” porque caemos demasiado a menu .- Freddie Mac y Fannie Mae son dos empresas hipotecarias que respaldan casi la mitad de los créditos concedidos a las familias estadounidenses y el Gobierno las intervino en septiembre para salvarlas de una bancarrota que minaría aún más la estabilidad económica y el sistema financiero.
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do en la tentación de pensar que quienes conformamos las mayorías, la sociedad en general, somos simples víctimas de una minoría, de una élite que hace lo que quiere con el poder y el dinero. Esta idea, por demás demagógica, suena bastante “vendible”. Los líderes en las oposiciones usan y abusan de ella y, claro, se ofrecen “noblemente” a defendernos de los tiranos y manipuladores que nos mantienen sometidos o engañados. Pero la realidad es tristemente otra. La verdad es que los “malos” del cuento, los de esa minoría elitista no son tan listos, y quizás tampoco tan malos como para usarnos a los demás en su propio beneficio. Claro que lo planean y hasta cínicamente y se ríen de lo fácil que puede resultar conseguirlo, pero su enorme ventaja es que han contado todo el tiempo con nuestra colaboración involuntaria o nuestra complicidad pasiva. Hemos sido todos eslabones en una red de círculos viciosos en donde recurrimos todos al engaño y al autoengaño. Hemos todos decidido irnos por los caminos “fáciles” y rápidos. Estamos inmersos en un enorme mercado de mentiras, deshonestidades, simulaciones, máscaras, verdades a medias, y todo por alcanzar y cumplir nuestros objetivos personales. • Los que venden “fabulosas” acciones de corporaciones “imparables” (como las que están ahora en los cestos de basura) nos dicen que ganaremos mucho dinero sin hacer más que darles el que ya tenemos para que ellos lo multipliquen y nos lo creemos porque queremos creerlo, porque queremos ganar dinero. • Los que venden productos maravillosos o hasta ”milagrosos” nos dicen que con ese determinado producto ya no se caerá nuestro cabello, o que bajaremos de peso, o que seremos más bellos/as, o que seremos más exitosos/as, y todo sin hacer más nada que comprar y “usar” el producto, y nos lo creemos porque deseamos que eso suceda. • Los que venden servicios nos aseguran que son los mejores en su ramo, con la mayor experiencia, con la mejor preparación y que obtendremos enormes beneficios si los contratamos a ellos, y nos lo creemos porque realmente queremos solucionar o evitar un problema para el que ellos, se supone, son los “profesionales” indicados. • Los candidatos en campaña y los gobernantes nos dicen que somos un pueblo fuerte, heroico, invencible y que si los elegimos y los seguimos a ellos, y sólo a ellos, podremos salir de la crisis y construir un país mejor y bla, bla, bla, y claro, también nos creemos eso.
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En ninguno de estos casos vamos al fondo a verificar qué tan cierto es lo que vemos u oímos o qué tanto es simplemente la necesidad la que nos orilla a creer. Los que nos ofrecen la o las soluciones tampoco se 17
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preocupan demasiado por tener la forma o fórmula adecuada. Lo que sí les importa que sea adecuado es el modo en el que se le presenta la solución al cliente, al consumidor, al votante, saben que con las palabras justas éste creerá lo que se le diga. Es un viejo juego cuyas reglas conocemos y seguimos todos irreflexivamente. En la evolución, la boca supero a los oídos, éstos se quedaron atrás y no aprendieron a distinguir cuando aquella dice la verdad o miente. Nadie es sólo víctima en este mercado, todos hemos estado tanto de un lado como de otro en alguna ocasión. No hay culpables, hay sólo compañeros de juego. Los humanos somos la única especie que engaña y acepta ser engañada, resignadamente. Se acepta como algo intrínseco a la vida misma. No sólo somos partícipes involuntarios del gran juego. Nos gusta pensar que somos lo suficientemente listos para ganarles a los demás y sentirnos orgullosos de ello. Conozco muy pocas personas que hubieran resistido la tentación de engañar para sobrevivir o tener más beneficios. Quienes nos quejamos de lo injusto que es el mundo, posiblemente habríamos hecho lo mismo de lo que nos quejamos si hubiésemos estado del lado opuesto y con la oportunidad en la mano. De hecho, lo hacemos cada vez que nos toca estar del lado de quien ofrece algo, del lado del que quiere convencer. El fraude, una de las modernas sofisticaciones del engaño, se ha instalado cómodamente como una de las más comunes herramientas de “trabajo”, tan común que ya casi sólo se nota cuando las cantidades o los métodos empleados son inusuales. Que alguien nos venda pescado congelado hace 3 meses diciéndonos que es fresco es un fraude, tan “pequeño” y cotidiano que hasta pasa inadvertido pero sigue siéndolo. Para que el fraude ocupe titulares de los diarios tiene que ser descomunal. Engañar para sacar provecho es el nombre del juego. Hacer trampa para ganar es costumbre generalizada a casi todos los niveles. Se ha vuelto tan común esta práctica que es incluso no sólo bien vista y tolerada sino que es sugerida y aplaudida. Hay miles de ejemplos cotidianos: mandar a servicio general un auto para venderlo en un poquito más porque sabemos que anda fallando y eso lo deprecia, parece hasta una inocentada, pero es un tipo de minifraude. Vestirse elegantemente y hablar con propiedad sólo para y durante la entrevista de trabajo para conseguir el puesto es otra forma. Que la chica se peine y maquille para verse mucho más bella y que el chico pague una cena cara y durante le diga que es la chica más bella que jamás ha visto sirve para que ella lo atrape a él y él la atrape a ella son a veces, también, formas de “minifraude”. Los dos saben que están simulando, a ninguno le importa mientras ambos consigan lo que quieren. 18
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Se estimula la exaltación de las bondades y el ocultamiento máximo de los defectos de productos y servicios, de nuestras mismas personalidades incluso. Hay cientos de libros, cursos, seminarios, etc., que enseñan este popular “arte” y son todos best sellers. Especular es también engañar, engañarse. La especulación para ganar dinero es habitual pero casi nadie se da cuenta realmente de lo nefasto de esa práctica mientras la realiza. Muchos lo hacen hasta ingenuamente. Pero eso no le quita gravedad al asunto. Incluso en los países más desarrollados, más civilizados y considerados como los menos deshonestos como Suiza, Australia, Holanda, etc., se incurre en este tipo de prácticas aunque en menor escala. Las trampas no son ajenas a ningún grupo humano. Ganar dinero más allá de lo razonablemente “normal” se ha visto siempre como un gran logro de la inteligencia. Las consecuencias negativas para los demás, aunque obvias ahora, nunca fueron advertidas oportunamente. Hay reglas que de tan obvias nadie las nota en la vida diaria. En todo juego, y la economía lo es, hay siempre ganadores y perdedores, para que alguien gane, alguien más tiene que perder, incluso en cosas tan simples como la acción en los mercados más simples: si consigo un empleo, alguien más no lo obtiene; si vendo un producto “x”, alguien más deja de venderlo. Si las acciones de una empresa ganan, las de otras pierden, eso es lo lógico, lo ilógico es pensar que todos pueden ganar. Lo lógico, lo justo es que haya ganadores y perdedores, pero siempre y cuando las reglas sean justas y lógicas. Si el gobierno subsidia la energía para vendérnosla más barata y “quedar bien” como un gobierno que se preocupa por nosotros, debemos estar conscientes de que está usando nuestro propio dinero para halagarnos y que ese dinero está dejando de usarlo para otra cosa que quizás, era más importante, como crear fuentes alternas de energía más barata. Pero aun sabiendo que hay manipulación y manipuladores aceptamos que haya ganadores sin tener méritos reales y no nos ha importado mucho las consecuencias secundarias. Sabemos que comer demasiado, trabajar demasiado, divertirse demasiado puede ser malo... ¿no debiera aplicar la misma lógica para ganar demasiado? Y de nuevo los “demasiados”. Estados Unidos ha sido el maestro de los “demasiado” en todo: crecer demasiado, gastar demasiado, controlar demasiado. Y, como los demás países “modernos, democráticos y capitalistas” seguimos el ejemplo del líder, hemos caído en demasiados abusos. Tenemos un mundo al borde del caos en todos los aspectos, ya no sólo nos quedamos sin bosques, agua, comida, fauna salvaje, aire limpio, para completar el cuadro de horror, ahora nos quedamos sin dinero.
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Sin esperanza espero que no. Por supuesto que hay muchos servicios y productos que cumplen cabalmente con todo lo que ofrecen pero, desgraciadamente, son la minoría. También hay hombres y mujeres probos, intachables que no recurren nunca a ningún tipo de mentira para lograr lo que desean. Ellos también son minoría. Nuestras ambiciones desmedidas, nuestros excesos y nuestro desarrollado hábito de recurrir al engaño y a la mentira para conseguirlo todo es lo que nos tiene, ahora como nunca, buscando desesperadamente soluciones para evitar la quiebra de nuestra economía. Eco viene de oikos, “casa” o “patrimonio” en griego, que es precisamente lo que está en riesgo, la armonía de nuestra casa, la seguridad de nuestro patrimonio.
Los Culpables
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En esta crisis hubo muchos culpables a todos los niveles y millones de responsables o corresponsables. Los culpables mayores son muy fácilmente identificables, son figuras públicas de primer nivel. Los corresponsables somos casi todos los demás.. Corredores de bolsa, ejecutivos de bancos de inversión, abogados corporativos, los presidentes de los Estados Unidos, el Congreso estadounidense, los bancos centrales de las economías más importantes del globo, mercadólogos, políticos, agencias de publicidad y de marketing, asesores de imagen pública, agencias de relaciones públicas, presidentes de la Reserva Federal y secretarios del Tesoro en los Estados Unidos y sus equivalentes en las naciones ricas, agencias calificadoras, traficantes de influencias, prestamistas, usureros, agencias reguladoras... la lista es larga. Los demás, casi todos, fuimos corresponsables. Como decía en páginas anteriores, no es posible que un puñado de “genios” hagan de las suyas solos. No son, insisto, tan buenos. Los malos de la historia, de cualquier historia, son siempre paridos en camas tan comunes como las de todos los demás, con el tiempo simplemente aprovechan mejor sus oportunidades en un mundo demasiado permisivo. En mayor o menor escala, hay que recalcarlo, todos tuvimos vela en el entierro, todos participamos en la pérdida de salud económica de un mundo ya achacoso con otras muchas enfermedades más. Pero saber los nombres de los principales culpables es bueno, podemos así hacer dos cosas: repudiarlos y evitar que en el futuro más hombres y mujeres como ellos se suban a los mismos pedestales. Y no estaría mal, nada mal, hacer todo lo posible para que, de una u otra forma, reciban 20
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el mayor castigo posible. La única cosa peor que el delito mismo, es la impunidad. Los culpables mayores, al menos hasta ahora, y quitando un par de excepciones, siguen libres y disfrutando de vidas llenas de lujos y, seguramente, sin remordimiento alguno.
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1.- Los corredores de bolsa, los ejecutivos de las firmas de Wall Street Son los delincuentes de cuello blanco, seda indudablemente, que crearon los famosos paquetes que incluían hipotecas subprime y demás instrumentos financieros chatarra, que no valían nada y fueron vendidos como inversiones seguras de alto rendimiento que, escandaloso timo que virtió la gota que derramó el vaso ya colmado durante décadas de este tipo de prácticas. Pero a pesar de ser grandes culpables siguen muy campantes y es que la crisis para ellos nunca existe. Este año no tendrá compensación, según se acaba de informar, pero a Lloyd Blankfein, presidente de Goldman Sachs Group Inc., esto no lo deja en la calle. Apenas el año pasado, cuando la crisis estaba ya gestada, recibió cerca de $54 millones de dólares como compensación anual. La mayoría de ejecutivos de estas firmas suelen recibir hasta un 80% de su mal ganado dinero en bonos y compensaciones a pesar de sus ineptitudes.
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2.- Los socios y ejecutivos de los bancos tuvieron gran parte de la culpa. Richard Fuld, ex presidente de la hoy tristemente celebre y desaparecida Lehman Brothers, que fuera el banco número uno del mundo, que quebró y fue vendida en septiembre pasado, recibió casi 500 millones de USD en bonos y compensaciones en esta década. Ni devolviendo todo ese inmerecido dinero compensaría el daño causado a los inversionistas, ahorradores y clientes que creían en su banco. Estos tipos se dedicaron a captar inversiones de empresas y de particulares que creían en los sueños que ellos vendían. Sueños que por ahora están, por lo menos, en suspenso. Obviamente estamos hablando de los grandes bancos, los que detentan el poder real en las finanzas del mundo. Los que han defraudado no sólo al público, sino también a muchos otros bancos que, digamos que inocentemente, se metieron al negocio pensando que era algo serio. De los más de 8500 bancos en los EE.UU. sólo un puñado manejan y controlan todo el mercado. Los demás simplemente son puntos de venta de los servicios tropicalizados de los grandes “mayoristas” del dinero. Los bancos regionales o locales, aunque ellos mismos fueron también víctimas, tienen de todos modos que cargar con la culpa de haber participado en el gran engaño de la supuesta riqueza que se generaba con el dinero invertido en los bancos y de la supuestas ventajas que propor-
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cionaba el crédito fácil. Pero como no hay pecado sin penitencia y tarde o temprano cualquier error se paga, muchos bancos pequeños seguirán la suerte de los grandes y tendrán que cerrar. Bueno la misma suerte no, sino una peor, porque los grandes nunca pierden todo, y como ejemplo tenemos los “urgentes y necesarios” rescates de los gobiernos europeos y norteamericano en esta crisis.
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3.- Los presidentes norteamericanos, desde Nixon al menos hasta la fecha, han sido tolerantes, auspiciadores e incluso cómplices de todos estos agentes tóxicos, de los “genios” financieros que tienen al mundo ahora de rodillas. Clinton y los Bush, senior y junior, tuvieron las riendas en las décadas en donde se minaron los cimientos del edificio que hoy colapsa. Bill Clinton y su Secretario del Tesoro, Robert Rubin, sentaron las bases que permitieron los mayores abusos de Wall Street en donde el propio Rubin se había formado. Trabajó para CitiGroup como director y allí diseñó la estrategia que hizo tomar al banco los mayores riesgos de su historia. Ganó en esa institución la friolera de 115 millones de dólares en menos de 10 años. Citigroup se encuentra en dificultades tan serias que requerirá seguramente ser rescatado por el gobierno desde el cual tanto Rubin como Greenspan se opusieron a fijar regulaciones más estrictas. George W. Bush recibió un país listo “en orden” pero con bases débiles, con serios riesgos de fractura y, en vez de hacer algo para salvarlo, hizo exactamente lo opuesto y lo deja ahora al borde del colapso económico en manos de un nuevo presidente que poco podrá hacer para deshacer el problema. Siguió permitiendo que las reguladoras fueran simples observadoras del caos que se estaba imponiendo en los mercados y no hizo nada para salvar las relaciones entre bancos y deudores. Además, gastó como si el dinero sobrara haciendo un uso irresponsable de los impuestos y de las deudas interna y externa para financiar sus guerras. Hizo que su país perdiera no sólo la confianza de sus ciudadanos sino la de todos los países. Dick Cheney, era “sólo” vicepresidente pero merece, sin duda, estar en la lista de los culpables. Fue el orquestador mayor del plan para incrementar metaconstitucionalmente los poderes del ejecutivo y colocarse en la cómoda posición de actuar sin impedimento por parte del congreso. Durante la administración Clinton fue presidente de Halliburton, empresa petrolera con sede en Texas y presencia en 70 países y con fuertes intereses económicos en Iraq. Cheney, quien fuera también Secretario de la Defensa con George Bush padre. Recientemente reconoció en una entrevista televisiva que personalmente aprobó un tipo específico de tortura contra un prisionero de guerra. 22
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4.- Los Secretarios del Tesoro, en especial Alan Greenspan quien merece un párrafo aparte, un libro aparte. Una vez, hace algunos años, encontré a un grupo de estudiantes de economía y les pregunté quién era para ellos el mejor economista vivo, el consenso fue casi general, -Greenspan, respondieron. Su prestigio era elevado y universal. La Reserva Federal, la famosa Fed, es el equivalente a un banco central en otros países y, como en muchos de ellos, se trata de una entidad gubernamental con cierta independencia. Su principal objetivo es el de regular la actividad financiera y dar estabilidad a todo el sistema regulando a sus actores, fue creada en 1913 precisamente para evitar crisis financieras que habían ya asolado al país antes de esa fecha. Greenspan fue su titular a cargo (1987-2006) y, al parecer, este objetivo, el de velar por la estabilidad financiera ejerciendo regulaciones simples, nunca estuvo en su mayor preocupación, rechazó sugerencias al respecto incluso cuando la burbuja hipotecaria empezaba a dar señales de alto riesgo y no hizo nada. Tal vez nunca sepamos por qué se opuso tan fuertemente a la regulación de los instrumentos financieros conocidos como derivados, pero lo que sí sabemos es que ya nadie lo considera un respetable maestro de la economía. Hay quienes ven en él al principal artífice y responsable directo de la gran crisis. Uno de ellos es nada menos que el ganador del premio Nobel de economía 2008, Paul Krugman. Actualmente, con todo descaro, Greenspan trabaja de modo independiente ofreciendo sus servicios como consultor, asesor y, por qué no, conferencista.
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5.- Los defraudadores de “alto nivel” han sido otra de las calamidades de esta época. Acaba de ser encontrado responsable de un fraude que podría calcularse en hasta 50,000 millones de dólares un hombre que, hasta hace sólo unos meses, era considerado uno de los más respetables y respetados financieros y filántropos del mundo. Bernard Lawrence Madoff fue presidente del mercado de valores conocido como Nasdaq, un mercado en donde más de 3000 empresas de primer nivel intercambian acciones y que es el mercado con el mayor volumen de transacciones en el mundo. Fundó en Wall Street una correduría llamada Bernard L. Madoff Investment Securities LLC. y la dirigió hasta el pasado 11 de diciembre cuando fue arrestado acusado de fraude. La crisis causada por otros iguales o peores que él dentro de la industria está empezando a hacer rodar cabezas, la suya es de las primeras. Ha reconocido que su sistema no es otra cosa que una pirámide. En estos sistemas se gana mientras no se descubra que no hay posibilidades de continuar sosteniéndolos. Empresas, bancos, asociaciones e inversionistas priva-
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dos perdieron millones de dólares. La única culpa de todos ellos fue la de haber confiado en Madoff. Pero no más notable del caso es que no engañó a ancianos ingenuos e inocentes, entre sus defraudados están, por ejemplo, el Comité Olímpico Internacional, Banco Santander, Universidad Yeshiva... etc. Es obvio que Madoff es sólo una de las cabezas más visibles, para encontrar más como él basta con tocar puertas en los edificios donde tiene su departamento o sus oficinas, es la fauna predominante en todo el distrito financiero de Manhattan. Su departamento, por cierto, está valorado en más de 7 millones de dólares y en él está cumpliendo con un arresto domiciliario luego de cubrir una fianza avalada por ese mismo departamento. Rene-Thierry Magon de La Villehuchet, no era un defraudador, provenía de una familia aristocrática francesa y era un hombre recto, era presidente de Access International Advisors, en esas oficinas se suicidó un día antes de navidad porque no aguantó la vergüenza de haber perdido más de mil millones de dólares de sus aristocráticos inversionistas europeos que habían confiado en su recomendación de invertir en uno de los fondos de Madoff quien, en vez de una decorosa salida como la de Magon, prefirió enfrentará la vergüenza día con día el resto de su vida.
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6.- Las calificadoras son las poderosas firmas que, en teoría, y sólo en teoría, se encargan esencialmente de evaluar y, evidentemente, calificar el grado de riesgo que tiene un crédito. Para que el inversionista tuviera una idea con cierto grado de certidumbre sobre en qué productos invertir, podía referirse a la calificación del crédito del emisor de la deuda que adquirían. Se suponía que firmas como Moody’s, Standard & Poors, Fitch, etc., eran no sólo profesionales sino también objetivas e imparciales. Eran, finalmente, “jueces”, lo malo es que hacían también de coach, de entrenador. No le cobraban al comprador para informarle de la calificación del emisor de los productos financieros, era este mismo el que le pagaba a la calificadora para obtener el “certificado de confiabilidad” para que los compradores creyeran segura su inversión. Si nosotros acudimos a solicitar un crédito a cualquier banco, este calificará nuestra solvencia y decidirá si podemos o no, según ellos, cumplir con nuestras obligaciones y pagar las deudas contraídas. El 3 de diciembre la SEC (Securities and Exchange Commission) aprobó regulaciones más estrictas para las agencias calificadoras de crédito, esperando poner frenos a los conflictos de intereses. LA SEC pide mayor transparencia y evitar que las agencias califiquen títulos de emisoras con las que hayan participado en crear esos mismos títulos. Se empieza a tapar un pozo en el que ya va más de un niño ahogado. 24
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El crédito es un oasis buscado por todo el mundo cuando el capital es escaso y las condiciones para crearlo es árido. Esto permite que surjan mecanismos e individuos que busquen tramposamente intermediar entre quien tiene el recurso y quien lo requiere. Conozco gente que trabaja dentro o por fuera de los bancos y que ofrece un servicio sui generis, ayuda a que el crédito sea aprobado aunque no se cuente con los requisitos, conocen la puerta trasera y la usan. Estos calificadores a modo son útiles, alguien que no puede pagar puede tener un crédito, si más tarde no lo paga, el problema no es más de ellos, se queda entre el banco y el deudor. La posición es muy cómoda, el negocio es seguro. El riesgo no es nunca para ellos. Si esto pasa a nivel de calle, ¿por qué no habría de pasar a gran escala, donde hay más grandes y jugosas oportunidades de ganar dinero fácil? Esta corrupción no se queda en las banquetas cercanas a los bancos. Hay toda una industria paralela alrededor de los grandes negocios financieros. Empresas como Enron o la operadora de Madoff fueron muy buenas para hacerse calificar o recomendar como serias y confiables. Con “buenos” contadores, auditores dispuestos a firmar estados financieros maquillados y abogados corporativos listos a defender clientes con más dinero que inocencia, es relativamente fácil lograr que las agencias calificadoras califiquen muy positivamente títulos e instrumentos financieros de dudoso valor real. Es como el caso de las escuelas privadas que toleran fácilmente el bajo rendimiento escolar de algunos de sus alumnos y permiten que continúen, aun sin merecerlo, hasta terminar los estudios. Calificar mal a un alumno y perderlo, es perder un cliente. Si de estas mismas escuelas surgen algunos calificadores de riesgo debemos preocuparnos aún más.
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7.- Los ejecutivos de las grandes corporaciones, los famosos CEO’s, COO’s, CFO’s, de bancos y demás instituciones financieras, así como de grandes corporaciones, son gente “bien preparada” y muy bien pagada que cometió errores imperdonables, más que por falta de inteligencia y sabiduría, por falta de honestidad y por carencia de regulaciones. Todo es muy fácil para ellos, después de todo, el dinero no es realmente suyo. No hay riesgo más cómodo que jugar con dinero ajeno. Con sueldos, compensaciones y bonos multimillonarios no sujetos a resultados objetivamente medibles, no se tocaban el corazón por dejar sin empleo a sus obreros, trabajadores, colaboradores, etc. Tampoco les importaba que sus clientes perdieran dinero, clientes que confían en ellos. Que los demás corrieran los verdaderos riesgos nunca ha sido un problema ético para ellos, nunca ha sido un problema, punto. Las grandes corporaciones financieras que en estos meses han que-
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brado y solicitado apoyo del gobierno, recibieron de Bush, con apoyo del congreso, los famosos 700 mil millones más otros paquetes menores para el rescate. Estos auténticos monstruos traga dinero cuyos presidentes ejecutivos o CEO’s estaban acostumbrados a recibir sueldos millonarios con bonos que duplicaban sus salarios y compensaciones que multiplicaban hasta por 10 los salarios base, saben chantajear al gobierno, saben que dejarlos quebrar es perder el apoyo recíproco. El dinero que ganan y pierden es el mismo que paga campañas políticas y campañas de propaganda mediática. Al presidente Obama no le permitirán que haga menos por ellos y a él también lo chantajearán para que el “nuevo” gobierno siga apoyándolos para ganar más y rescatándolos cuando vuelvan a perder más dinero. En 2007 las compensaciones de los genios detrás de estas empresas fueron imperdonables para gente que tenía a sus empresas al bordo del abismo: Martin Sullivan de AIG ($13.9), Daniel Mudd de Fannie Mae ($11.6), Alan Mulally de Ford Motors ($21.6), Richard Syron de Freddie Mac ($18.3), Rick Wagoner de General Motors ($15.7) Lloyd Blankfein de Goldman Sachs ($57.6), Richard Fuld de Lehman Brothers ($22) y John Thain de Merrill Lynch ($83.1). Este dinero junto, 243,8 millones de dólares que estos tipos se embolsaron por estar haciendo un trabajo que cualquier idiota hubiera hecho mejor. Este dinero podría haber pagado los salarios de más de 10,000 obreros de los que perdieron sus empleos porque armadoras como GM decían que eran salarios que ya no podrían cubrir. Y estamos sólo hablando de cifras públicas , de ingresos no públicos, secretos, no sabemos nada.
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8.- El Congreso norteamericano y las instancias reguladoras gubernamentales, así como sus contrapartes en otros países jugaron un rol decisivo en el desarrollo de esta crisis. Los legisladores crearon las leyes que permitieron los excesos y no crearon aquellas que pudieran haberlos impedido, contrarrestado o compensado. Ninguna instancia o entidad reguladora cumplió mínimamente con su trabajo. En esta crisis queda claro que hay culpables y responsables. La “fe” ciega en el libre mercado que ha sido doctrina impuesta con mano de hierro en los EE.UU. y exportada con más rigidez a los países sometidos o sometibles a la dictadura de Washington, que impuso el neoliberalismo que reinó por casi 3 décadas, y que surge con las “reaganomics”, y que es seguida como auto de fe por los tecnócratas herederos de la escuela económica de Chicago, con fanatismo puro, irracionalmente como en todo fanatismo. .- http://www.usatoday.com/money/graphics/ceo-comp/flash.htm
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9.- Rupert Murdoch y las grandes cadenas de medios de información. Nadie ya es tan ingenuo como para creer que los medios masivos de comunicación son totalmente libres. Hay censura directa y autocensura por conveniencia. Durante la gestación de la crisis omitieron parte de la verdad, durante el estallido y ahora que empeora siguen ocultando o maquillando parte de la información. No hay un solo santo en el mundo de los medios masivos, pero hay uno en especial que es lo más cercano al demonio, su nombre, Newscorp, su dueño, Rupert Murdoch, dueño de un conglomerado de medios en EE.UU. Gran Bretaña, Australia (su país de origen), Italia, Medio Oriente y Asia. Cientos de millones de personas en todo el orbe son informadas por sus más de 175 periódicos, 35 estaciones de T.V. y 19 canales deportivos, junto con sistemas de T.V. satelital como DirecTV y vía internet como myspace.com. La lista completa de medios es enorme casi tan grande como la cantidad de conductas cuestionables de Mr. Murdoch. La noche de la elección que “ganó” George Bush (contra Gore) a las 2:16 a.m. Fox News anunció al ganador en el estado de Florida y era por ende ganador de la elección presidencial; ABC, CBS, NBC y CNN (que había ya dado a Gore como ganador) se unieron todas a Fox en los 5 minutos siguientes. El encargado en la cadena Fox de controlar la información y encabezar al “despacho de decisiones” era John Ellis Lo curioso: Ellis es primo de George W. Bush y del entonces gobernador de Florida John Ellis “Jeb” Bush. A partir de entonces, todos los medios de Murdoch estuvieron al servicio de Bush y sus aventuras políticas, económicas y militares. Murdoch respaldó públicamente la invasión a Iraq. En el verano pasado, seguramente convencido de que era hora de abandonar la nave que ya daba claras señales de estar por hundirse, decidió apoyar la candidatura de Obama. Es demasiado ingenuo pensar que las grandes cadenas de medios sean objetivas e imparciales, sus negocios van más allá, son todas en realidad conglomerados que engloban empresas de diversa índole y tienen presencia dentro y fuera de los Estados Unidos. Diez grandes grupos controlan la casi totalidad de la oferta de medios electrónicos. General Electric, GE, dueña entre otras cadenas de NBC, CNBC, MSNBC (50% con Microsoft), A&E, Biography e History Channel entre otros, tiene también multi millonarios contratos militares.
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10.- Todos nosotros por permitir que todos los anteriores hicieran y deshicieran a voluntad en el mundo. Ahora tenemos que evitar que vuelvan a destrozar la vida económica y política y, en la medida de lo posible
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.- http://www.thenation.com/special/bigten.html .- https://www.stanford.edu/group/ic/cgi-bin/drupal/node/215
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procurar que se les castigue. Que nos hayan arruinado a nosotros y varias generación más sólo puede ser peor si logran salirse de nuevo con la suya y evitar los castigos que merecen. No hay mucho que discutir, el comunismo soviético falló, falla también el capitalismo norteamericano. No es cuestión de ideologías, los números hablan por sí solos. Quienes más se oponían a las regulaciones, es decir, al control estatal por considerarlo poco “capitalista” son quienes ahora imploran la intervención del gobierno con rescates multimillonarios que antes habrían criticado como prácticas socialistas. Su desesperación luego de su arrogante autosuficiencia los hace cambiar fácilmente de credo. Quieren que el estado compense su ineficiencia. Los ricos que impedían la ayuda paternalista a los pobres argumentando que eso era antinatural y que en vez de hacerlos fuertes los haría más dependientes, es decir menos eficientes y competitivos, ahora sí aceptan que se ayude a los pobres, porque ahora los pobres son ellos aunque sigan viviendo opulentamente. Y es que en la doctrina capitalista se prefiere ayudar al rico porque se cree que sin el rico el pobre se vuelve más pobre. Es, después de todo, el rico el que produce la riqueza, por eso es y merece ser rico... bueno, eso dice la doctrina. Los gobiernos en el mundo, en particular el del ex presidente Bush (aunque ya con la anuencia de Obama) siguieron gastando recursos en salvar bancos y empresas que fueron manejadas torpe, irresponsable e ineficientemente. Siguen protegiendo y, hasta premiando, a quienes más han fallado, simplemente por su fiel conducta doctrinaria, como buenos soldados del capitalismo, merecen hasta condecoraciones aunque la guerra la hayan perdido. Incompetentes pero disciplinados. La “duda” queda de si el gobierno es simplemente comprensivo y tolerante, o es de plano cómplice. En las reuniones que los famosos y perniciosos cabilderos (lobbyists) acordaban entre ejecutivos y funcionarios públicos de alto nivel, seguramente se hablaba poco de cómo evitar la crisis, seguramente se hablaba más de cómo manejar los rescates cuando la bomba estallara. Ahora tampoco se habla de cómo solucionar el problema que ya tenemos, se sigue hablando de cómo hacer que afecte lo menos posible, a ellos, por supuesto. Ya nos seguiremos enterando de las historias detrás de la gran historia. Si no hacemos algo, los culpables de esta crisis serán los culpables también de las próximas.
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Capítulo 2
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Los Grandes Males.
“En los 80s el Capitalismo triunfó sobre el ComunisEn los 90s triunfó sobre la Democracia y la Economía de Libre Mercado.” David Korten, Escritor
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La lucha por el dinero.
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Tenemos que hacer un poco de historia y teoría simple para entender bien el tema. El dinero es un medio aceptado por prácticamente todo el mundo para el pago de bienes y servicios así como para liquidar deudas. Cualquier cosa puede ser aceptada como dinero si cumple con características básicas: •Debe tener las características físicas que le permitan ser intercambiado, pasar de una mano a otra, -como las semillas de cacao que usaban los aztecas-. Quien lo recibe a cambio de algo sabe que podrá intercambiarlo con alguien más, por algo más, de la misma manera y con la misma facilidad. •Debe ser fácilmente medible, contable, divisible. Aquí el ejemplo de la semilla de cacao seguiría funcionando pero con limitantes, hay semillas de distintos tamaños y esto dificulta la transacción si no hay un consenso en el valor sobre los tamaños. Si las aceptamos indistintamente del tamaño podríamos decir que, por ejemplo, una gallina vale 30 semillas pero deberá haber consenso en el tamaño mínimo aceptable de cada semilla. •Debe ser un instrumento que mantenga y/o ayude a mantener un valor. La semilla evidentemente puede acumularse y atesorarse y mantenerla resguardada hasta que sea necesario gastarla pero cada día que pase valdrá menos. Alguien rico en cacao hoy podría perder todo el valor en unos meses si las semillas ya no son comestibles. El papel moneda, los billetes, son ahora la forma más común del dinero. Pero metales como el oro y la plata así como algunas piedras preciosas son otras formas de dinero. Si alguien posee oro puede al mismo tiempo decir que tiene riqueza y que tiene dinero. Los billetes, el dinero legal con el que nos movemos diariamente en los mercados para comprar, vender, pagar, cumple en teoría, con las 3 características... el
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.- El Dr. David C. Korten es uno de los activistas más enérgicos contra la globalización. Es autor del libro Cuando las Corporaciones Controlan el Mundo..
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problema es que, bajo las circunstancias actuales, el dinero, los billetes, las monedas no metálicas de algunos países podrían perder parte o gran parte de su valor y quienes los tengan o quienes estén esperando recibirlos como pago estarían absolutamente desamparados y perderían parte del valor de su riqueza. El caso más peligroso es el del dólar que si llegara a tener, como muchos lo temen, un desplome de dimensiones formidables, las consecuencias a nivel planetario serían funestas. En el siglo pasado, cuando la economía de naciones pobres entraba en crisis, refugiarse en los Estados Unidos era una válvula de escape que evitaba conflictos mayores. Para un eventual éxodo de estadounidenses buscando otras oportunidades no habría refugio. Empiezan ya a volver a sus lugares de origen miles de mexicanos y de otras nacionalidades que han visto frustrado su sueño americano ante la nueva realidad que no ofrece más las oportunidades fabulosas del pasado. Si el dólar pierde su valor, o parte de él, las consecuencias posibles son difíciles de imaginar. Estamos hablando no sólo de la todavía moneda más fuerte sino de la más aceptada. La única aceptada en todo el mundo y en la que están basadas la inmensa mayoría de las operaciones financieras y comerciales. El escenario no es improbable, existen las condiciones para mantener focos rojos. El papel moneda que hemos tenido todos en las manos, evidentemente, no vale la cifra que tiene impresa, el valor nominal está respaldado por el emisor, el banco central de cada país, de la Reserva Federal, la famosa Fed, en el caso de los dólares. Esos papeles sirven solo para realizar intercambios. Son como los cheques de nuestras cuentas de banco pero respaldados no por personas o empresas y el dinero que tengan en depósitos, sino de los bancos oficiales de cada país. Pero la gente común y corriente no puede emitir un cheque sin tener los fondos equivalentes en la cuenta, si lo hacemos estamos cometiendo un fraude. Sin embargo, los bancos centrales sí pueden imprimir “cheques” o sea billetes sin el respaldo necesario y suficiente. Anteriormente los billetes tenían un valor respaldado, por plata primero y más recientemente por oro. Pero aunque había un pedacito de oro por cada billete que cada quien tenía, era imposible reclamar ese pedacito, era también poco práctico. ¿Para qué iba alguien a querer andar cargando oro si los billetes servían mejor para el uso deseado, es decir comprar o pagar? Luego del crack de 1929 en la bolsa de valores de Nueva York fue oficialmente imposible convertir el papel por metal para los ciudadanos y al término de la Segunda Guerra Mundial, los países aliados establecieron un nuevo sistema financiero que hacía que todas las divisas fueran convertibles en dólares estadounidenses y sólo el dólar estadounidense fuera 30
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convertible en oro sólido. Como la nación ganadora de la gran guerra contaban los Estados Unidos con toda la autoridad política, económica y moral para que su moneda se convirtiera en el eje del mercado de divisas. En los setentas, durante la administración Nixon, los EE.UU. necesitaban cada día más dinero para financiar una guerra cada día más cara, la de Vietnam, y el gobierno echa a andar la maquinaria productora de dólares, pero se empieza a imprimir cantidades para las que ya no alcanzaba el respaldo en oro. Richard Nixon decidió suspender de manera arbitraria y unilateral la convertibilidad del dólar en oro. El dinero, el dólar esencialmente, se vuelve fiduciario, es decir, basado en la fe que los demás tengan en él. No está respaldado por ningún activo concreto, ni oro, ni plata, ni diamantes, nada concreto. Pero, por supuesto, nadie dudaba de la solvencia de la nación más poderosa. Y, en todo caso, dudar no servía de nada, creer, en cambio sí, eso permitía entrar al juego de las ganancias multimillonarias. Y además de que el dólar era la moneda del país más poderoso, ese país era al mismo tiempo el acreedor más grande. Casi todo el mundo le debía, y era asimismo, el país cuya economía era en donde más recursos mundiales se invertían. Actualmente el dinero es algo que todos aceptamos pensando que realmente sirve para algo, que tiene un valor porque se supone que está respaldado. A nadie le parece descabellado cambiar su casa o su auto por un puñado de papeles impresos que juntos, en su valor material, como simple papel, no valdrían ni el vidrio de una ventana de la casa o del coche. Pero aceptamos esos papeles, a veces viejos y desgastados, porque confiamos que las firmas y sellos respaldan el valor nominativo impreso en ellos. El tamaño, la fortaleza de la economía del país que emite esos papeles impresos, dicho de manera simple, es lo que nos da la confianza de que estamos recibiendo algo que vale lo que dice valer. El Gobierno emisor debe mantener ciertos parámetros que mantengan sana la convención y relación de la moneda con los mercados, en teoría. Sin embargo, emitir más dinero del que puede respaldar es una tentación difícil de evitar, si se hace se genera inflación y/o posibles devaluaciones, pero este riesgo es soslayado muchas veces. El los últimos años, un demente mayor que Nixon, con otra guerra infame y absurda como la de Vietnam, repitió muchos de los errores de esa etapa pero con menos, mucha menos inteligencia. Bush virtió las gotas que derramaron el vaso. El imperio norteamericano está frente a su inminente caída. Ojalá Bush enfrente no sólo el juicio de la historia. Ser enjuiciado en su país le daría al mundo más confianza en el sistema democrático norteamericano que demostraría que no sólo juzgan y ejecutan líderes de países del tercer mundo. Esto sería muy sano.
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La especulación.
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Contrario a la creencia popular, la palabra especular no viene de espejo, si no de observar (en latín, speculari). El especulador compra algo y se sienta a observar cómo aumenta su valor para, cuando este es mucho más alto, vender ese algo y obtener una buena ganancia. Para efectos prácticos, ganar sin trabajar. Esta actividad económica es tan vieja como la economía misma y aunque en efecto no goza de buena reputación es comúnmente desempeñada en prácticamente todos los mercados. Su empleo es muy frecuente en mercados de algunos productos básicos (commodities) como el café, el maíz, el arroz o la caña de azúcar. No es necesario ser un genio para entender que si uno los compra y almacena cuando están baratos, podrá en algún momento venderlos más caros, por ejemplo si escasean, porque el mercado siempre los requerirá, y estará dispuesto a pagar cualquier precio. Se especula sobre el precio ya de casi todo: monedas, bienes raíces, alimentos. En esos casos, lo único que necesita el especulador es el dinero para invertir y las ganas de no hacer otra cosa que esperar un mal momento para los otros y aprovecharlo en su favor. A todas luces parece una actividad ilegal, pero desafortunadamente no lo es, cuando mucho podemos tildarla de inmoral, y no sólo cuando se realiza con alimentos o energéticos o demás bienes que pueden significar incluso la diferencia para muchos entre comer y no comer. Si no hubiera abusos, trampas, cruce de información privilegiada y secreta y algunas prácticas más que podrían considerarse hasta gangsteriles, podríamos decir que la especulación es una herramienta legítima de la actividad comercial de individuos y empresas. Pero por desgracia esto tampoco es así. La especulación crea burbujas y deforma el sistema económico, es inmoral y perniciosa. Es una forma abusiva de ganar dinero y es injusta porque sólo los poderosos, los más ricos y, sobretodo, los que cuentan con información privilegiada, de esa que nunca llega a los periódicos y mucho menos a la T.V., pueden hacer los grandes negocios. Entre la gente de los círculos cercanos al poder es muy fácil hacer negocios especulativos con absoluta seguridad de que habrá ganancias. Pero esto desvirtúa un poco la esencia del término, si ya se sabe que la ganancia es segura ya no hay especulación real, ya no hay riesgo. Es jugar con dados cargados. La especulación esta “controlada” y basada en reglas de juego sucio. Ellos ganan todo, ellos ganan siempre. En Wall Street ha habido especulación tramposa. Los demás, los que sólo nos podemos asomar a los pisos de remate desde las pantallas de nuestros televisores. Somos simplemente carne 32
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de cañón de sus guerras de dinero. Nos usan y usan la riqueza de todos nosotros para jugar y apostar en una ruleta que ellos mismos controlan para beneficio casi exclusivo de quienes forman parte de su grupo. Al igual que en los casinos, dejan que algunos jugadores invitados ganen cantidades menores de cuando en cuando para que todo parezca justo y bueno. El mercado especulativo en Wall Street nació para apoyar, en teoría a la economía real, para proveerla de capital, pero la ambición, la corrupción y la falta de controles crearon una aberración, un ente terrorífico que hoy se ha vuelto incluso contra sus mismos creadores, los bancos e instituciones financieras que hoy se encuentran a unos pasos del precipicio. La especulación ha sido el mayor cáncer de la economía moderna. La economía especulativa o financiera ya es por lo menos 10 veces mayor que la real y ahora que está en crisis se usa los recursos de ambas para solucionar el problema. Los norteamericanos que estaban casi todos, pequeños, medianos y grandes inversionistas muy atados al mercado financiero, están resintiendo ya los estragos de la recesión y se encuentran a punto de otra gran depresión. Esto es malo para todos los demás puesto que la economía americana representa casi el 25% del tamaño de la economía mundial y es por tanto su eje y motor principales. Además, dos terceras partes de las reservas mundiales están en dólares. Luego de la inundación empiezan a pensar en construir los diques, más vale tarde, de todos modos, que nunca. Existe un proyecto a nivel mundial para la aplicación de una tasa impositiva a las transacciones financieras especulativas conocida como Tasa Tobin pero nadie la ha aplicado aún. En mayo pasado se propuso en Alemania prohibir a nivel mundial de la especulación sobre los precios del petróleo ya que se veía imparable el aumento del precio del crudo más como fruto de la especulación que de la falta de producción. Esperemos que en el futuro cercano se regularice esta práctica, sabemos que erradicarla no es posible en el corto plazo.
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La Corrupción
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Todos somos pecadores, todos somos corruptos y sí, todos somos especuladores y tramposos y aprovechamos cualquier oportunidad para sacar ventaja en nuestro favor. ¿Es esto malo? Sí, ¿Es esto natural? También. Pero al mismo tiempo somos solidarios, generosos y buscamos un código ético para nuestras vidas. El problema, claramente, radica en los desequilibrios provocados por nuestras debilidades. La tentación es más fuerte que la carne y que la mente, podrían decir algunos. Para los que no somos ni religiosos ni moralistas es más simple ver el problema
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sin contraponer lo blanco con lo negro. No se trata aquí de predicar sobre el pecado y la salvación de almas. Este libro trata de crisis y de cómo resolverlas o, por lo menos, detener su avance y revertir el cause. Hemos hablado de muchos tipos de crisis, ésta, la crisis moral es otra más de las que, en conjunto, crearon las condiciones para la crisis financiera más grande de todos los tiempos. Y es que tenía que pegar en el bolsillo una crisis para sacudirnos. Los golpes al corazón, a la razón, nos movían sólo un poquito. Quedarnos sin bosques, sin miles de especies animales y vegetales, sin aire o agua limpia… Llenarnos de gobernantes corruptos, de medios de comunicación manipuladores y convenencieros, de profesionistas mal preparados, de niños sin infancia feliz, etc. Nos importaba pero no nos empujó a tomar decisiones contundentes. Que ahora nos quedemos sin dinero sí nos pone en alerta máxima. No importa que haya sido por la pérdida de lo material, del dinero concretamente, por lo que hayamos tenido que tocar fondo, lo importante es que ya estamos en el punto en que sólo hay opción de ir hacia arriba. Siempre hemos estado conscientes de eso que donde más duelen los golpes es en el bolsillo, hoy lo confirmamos plenamente. La grave crisis de valores que venimos arrastrando desde que hay registros históricos está llegando a niveles insuperables. Una raza tan corrupta que inventa motivos para desencadenar guerras con el único propósito de ganar poder y dinero es algo que escrito como novela y leído en otro planeta nos haría ver como un grupo de gente absolutamente indeseable. Parecería una terrible novela de ciencia ficción la historia de un planeta en donde un solo hombre que nunca ha “trabajado” en otra cosa que no sea inversión especulativa (Warren Buffet) puede tener más dinero del que se necesita para alimentar durante medio año a los casi 500 millones de habitantes de Afganistán, Angola, Bangladesh, Benin, Bután, Burkina Faso, Burundi, Camboya, Cabo Verde, República Centroafricana, Chad, Comoros, República Democrática del Congo, Djibouti, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Etiopía, Gambia, Guinea, Guinea-Bissau, Haití, Kiribati, Laos, Lesoto, Liberia, Madagascar, Malawi, Maldives, Mali, Mauritania, Mozambique, Myanmar, Nepal, Nigeria, Rwanda, Samoa, San Tomé y Príncipe, Senegal, Sierra Leona, Islas Solomon, Somalia, Sudan, Timor Occidental, Togo, Tuvalu, Uganda, Tanzania, Vanuatu, Yemen, Zambia que son los cincuenta países más pobres del orbe, pero no los únicos. No está mal que haya gente que gane más que otros, la justicia verdadera no es la de que todos tengamos lo mismo. Por el contrario, es justo que quien más y mejor trabaje, y quien le sea más útil y productivo a la sociedad gane más. Esto estimula la competitividad sana y ha sido 34
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la base de nuestro desarrollo económico y tecnológico. Pero si alguien gana más simplemente porque tiene mejores contactos, mejor información y menos escrúpulos la cosa cambia radicalmente. Y lo malo es que la mayoría de las grandes fortunas se han dado precisamente gracias a la corrupción con acuerdos y arreglos entre gente que controla poder y dinero. La economía especulativa, la que ha reinado durante los últimos 100 años ha sido caldo de cultivo inmejorable para que la corrupción sea hasta hoy el hilo conductor de casi todos los “grandes” negocios. En la economía real resultaba mucho más difícil hacer arreglos bajo la mesa, había que producir algo para mover el dinero, con los negocios financieros un par de conversaciones hacían que el resto fuera posible. Mucha gente llegó a ver a la corrupción como un mal necesario, como una especie de lubricante de la maquinaria del poder. Algo que hacía que las cosas funcionaran bien y que todos los participantes en el gran juego no sólo quedaran contentos y satisfechos sino comprometidos a guardar fidelidad con el grupo. Esto fue posible porque durante mucho tiempo hubo la estabilidad económica necesaria para mantener a las masas tranquilas. Nadie se incomoda demasiado y mucho menos se revela cuando tiene hasta de sobra para comer y divertirse. Sin embargo, el resultado final del juego, el que estamos viendo ahora puede y debe hacernos reflexionar seriamente sobre el papel negativo que la corrupción desmedida y descontrolada ha jugado. Evitar la corrupción en el pensamiento es imposible, controlarla en los actos es factible y ahora más que nunca indispensable. Si no somos perfectos, por lo menos debemos tratar de no ser autodestructivos. La corrupción es un ingrediente de la economía que echa todo a perder. Recordemos que corrupto es sinónimo etimológico de podrido. Saquemos las manzanas malas de la canasta.
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El sistema de comisiones
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Una de las más viejas costumbres comerciales es la del pago de comisiones por la colocación con el cliente de algún bien o servicio. Digamos que es algo tan natural e inocente como la propina en el restaurante. Pero veamos primero qué pasa en el caso de las propinas para después entender mejor el caso de las comisiones. Sabemos que en muchos casos los meseros y meseras trabajan más por la propina que por el sueldo. Algunos, aun en contra de las disposiciones legales, trabajan incluso sin sueldo. La propina puede ser tan buena que la falta de sueldo esté bien compensada. Supongamos ahora que el mesero quiere ganarse una buena propina
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con nosotros. Seguramente nos ocultará que el filete lleva una semana congelado si le preguntamos qué tan fresca es la carne. Posiblemente también nos invitará a probar los platillos que se han vendido menos para quedar bien con su jefe al mismo tiempo que con nosotros y muy probablemente nos “empujará” a tomar o a comer más de lo que seguramente pensábamos hacer en un principio. Este es un mecanismo en el que todos ganan, incluso el cliente porque, si bien paga más de lo inicialmente planeado, es muy probable que se sienta a gusto, halagado y bien atendido “como se supone que se merece”. El mayor beneficiado sin embargo, es el propietario del local. No necesita esmerarse demasiado por la calidad de los productos ni por mantener el precio más bajo. Sus meseros se encargan de balancear el resultado ofreciendo un buen servicio. Y, por si fuera poco, la mayor parte del dinero para los meseros la paga el cliente. Negocio redondo para el dueño. Pero hasta aquí no pasa nada grave, ni siquiera podemos hablar de daños al mercado o a la economía por esta práctica, digamos que es inofensiva. Pero qué pasa -y nos vamos al extremo más alto y vemos lo que sucedió en los meses y años que precedieron a esta gran crisis-, cuando un vendedor de acciones, fondos, bonos, etcétera, trata de vender algo que carece de valor y sólo con mucha suerte podría valer algo en el futuro y es posible que el vendedor ignore que no vale nada. El vendedor, o llamémosle asesor o consultor para no herir susceptibilidades, nos hablará de las ventajas y bondades y minimizará las desventajas y riesgos. Todo esto, claro, para poder recibir su anhelada comisión. Si el vendedor nos engatusa con un par de aparatos para bajar de peso que terminan arrumbados en el armario por inútiles (los aparatos y nosotros como usuarios) no pasa nada, se pierde dinero y punto. Si millones compramos productos inservibles e innecesarios se “pierde” más dinero y punto, y lo entrecomillo porque es dinero con el que alguien más se queda, se lo gana, y luego termina gastándolo en alguna otra cosa que finalmente acaba circulando en la economía. De todos modos, el cliente lo pierde. Pero si a millones de personas nos hacen entrar, directa o indirectamente, en este mercado donde se venden “productos de inversión” cuyo valor termina pulverizado... el problema es de la magnitud del que tenemos ahora frente a nosotros. Y todo gracias a “tozudos” y “entusiastas” vendedores que luchan por obtener las benditas comisiones y entregan el producto de la venta a sus jefes, personas y empresas que nunca se sabe bien a bien qué uso harán del dinero. No vayamos tan lejos, pidámosle al asesor de inversiones en cualquier sucursal bancaria información sobre la manera en que el banco donde trabaja invierte el dinero, porque los bancos a su vez invierten en 36
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otras instituciones, en otros mercados y hasta en otros países. Es más, preguntémosle los nombres de los 3 principales ejecutivos del consejo de administración, de sus jefes máximos pues. No nos sorprenda si sólo saben repetirnos de memoria lo mismo que dicen sus folletos informativos. ¿No sería mejor que antes de comprar algo, lo que sea, nos pusiéramos a pensar por un minuto si no estaríamos nosotros también exagerando las ventajas del producto si fuéramos nosotros quienes tratáramos de ganar algo con ello? ¿Qué tal si en vez de comisiones al vendedor para que el producto se venda, el jefe o la empresa le ofrece al cliente productos o servicios tan buenos que se vendan solos, sin vendedor “agresivo”? ¿No nos evitaríamos muchos dolores de cabeza si en vez de buenos vendedores en los mercados hubiera sólo buenos productos y servicios así como buenos compradores, compradores inteligentes y bien informados que sepan cómo, cuándo y qué comprar? A un comprador así no le hace falta que le ayuden a tomar la decisión, cuando mucho necesita que le informen sobre existencias, formas de pago y tiempos de entrega, lo esencial pues, tomando en cuenta que el producto se vende solo. En descargo de los vendedores, profesión que ha sido pilar del desarrollo comercial, hay que decir que no todos son audaces y persuasivos maestros del convencimiento, muchos de ellos no tienen ni la más remota idea de lo que están vendiendo, y simplemente pasan la papa caliente. Venden cosas que no sirven pero ni ellos mismos lo saben. Sus cursos de entrenamiento para vender más y mejor se encargan de convencerlos de que un buen vendedor es capaz de vender lo que sea, como sea y a quien sea.
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El mercado de valores, la incubadora de crisis
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Bueno, empecemos por lo obvio. Se trata, como es de suponerse, de un mercado en donde se compran y venden valores, en lugar de tomates hay bonos del tesoro; en vez de naranjas hay acciones, en vez verduras hay commodities, etc. Pero todo es más bonito y más sofisticado, la gente viste bien, tanto los que compran como los que venden y se grita casi o más que en un mercado callejero para ofrecer y comprar, sólo que más sofisticadamente, en un ambiente de alto nivel y clase. Otra diferencia notable es que los precios no se publican en feos cartones detenidos por palitos de madera, hay, en cambio pantallas digitales que muestran precios en colores llamativos y, ah, eso sí, todos andan muy bien peinados porque la televisión y demás medios pueden
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estar transmitiendo las imágenes hasta en vivo para que todos vean cuanto se trabaja allí y lo importante que es ese trabajo. Bueno, pero no hay que preocuparse mucho por el exceso de trabajo de estos super genios. La mayor parte del tiempo la pasan en clubes y buenos restaurantes para compensar las estresantes jornadas de puja por la compra o venta de esos valores. Nos enteramos de que este mercado existe, querámoslo o no, porque todos los días los noticieros de radio, televisión, periódicos e internet hablan de él y de lo que allí sucede, hasta el cansancio. Hacen accesible al público masivo noticias que, en teoría, sólo deberían saber quienes forman parte directa del mercado, los que comercian con los valores mismos. Hace tan solo unos minutos leía yo lo siguiente en un diario: “En las operaciones del mediodía, el índice industrial Dow Jones perdía 210,99 puntos (2,50%) a 8.213,76. El índice Standard & Poor’s 500 bajaba 30,27 puntos (3,52%) a 828,85, mientras el índice compuesto Nasdaq bajaba 54,27 unidades (3,66%) a 1.429.,00. El índice Russell 2000, barómetro de las empresas más pequeñas que cotizan en bolsa, caía 17,26 puntos (3,86%) a 430,25. Las acciones en baja superaban a los papeles en alza en proporción de 9 a 1 en la Bolsa de Valores de Nueva York, donde el volumen de operaciones era de 540,40 millones de acciones. El crudo liviano de bajo contenido sulfuroso bajaba 33 centavos a 54,06 dólares por barril en la Bolsa Mercantil de Nueva York. En otros mercados internacionales, el índice británico FTSE 100 cerró con una pérdida de 4,82%, el índice alemán DAX bajó 4,92%, y el índice francés CAC-40 cayó 4,03%. En Asia, el índice Nikkei de la Bolsa de Tokio cerró con un retroceso de 0,66%, mientras el índice Hang Seng de la bolsa de Hong Kong cerró con una pérdida de 0,77%.” Si esto sólo lo entienden los “expertos” (que son unos cuantos miles en un mundo de miles de millones) nos podríamos preguntar por qué lo publican a diario y a todas horas entre las noticias cotidianas. De hecho hay canales exclusivos de T.V. e internet como Bloomberg, NBCMoney, CNNF, etc., para quien le interese y/o le entienda a esta información. No hay razón para ponerlo al alcance de todos. Tampoco quiero decir que deba ocultarse. Pero siento que el efecto de hacerla masivamente pública provoca un efecto negativo. Creo que en realidad no es para que entendamos todos, sino precisamente para que nos demos cuenta de que no lo entendemos, y por tanto, estemos satisfechos sabiendo que todo este mar de cifras está manejado por los que sí lo entienden y nosotros podamos sentarnos tranquilamente a comentar con la familia sobre la noticia que sí entendimos: los resultados del fútbol, los romances de los famosos, etc. 38
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Antes las misas se daban en latín, en ellas se escuchaba el ritual sin entender nada y se oraba junto con los sacerdotes, los que sí se comunicaban directamente con Dios en esa lengua, para que el altísimo nos salvara y/o protegiera. Bueno pues, creo, este es un caso similar. Hay un ritual que no entendemos nada y vemos a los neo sacerdotes del templo del Dios dinero encargarse diligentemente de negociar con él para proteger y salvar nuestra terrenal riqueza. Si es uno parte de ese nuevo clero, qué bien, puede saber que diablos es una acción, un bono, etc., y por qué cambian de valor tan seguido y de manera tan repentina, cómo puede controlarse la volatilidad, etc. Pero si no, sólo nos queda esperar a que se nos diga si podemos estar en paz o debemos orar pidiendo piedad y misericordia cuando se desata la ira de los dioses del inescrutable mercado de valores. Lo que sí sabemos, y lo sabemos cada día mejor, es que los cambios allí nos afectan a todos igual que un cambio en el clima, y nos afecta directamente. Un descuido y hasta pulmonía cogemos si no estamos protegidos. Y es que necesitamos estar abrigados, protegidos contra las volatilidades del mercado como de las inclemencias más bruscas del clima. Lo malo es que, generalmente, los únicos que salen protegidos son los que manejan la información. Pero volvamos al tema central. Si estamos hablando de un mercado de valores, debemos entender primeramente qué es un valor y/o qué le da valor a lo que compramos y vendemos en ese mercado. Pongamos unos casos: Si tengo un negocio, una fábrica, un taller, una oficina, un restaurante, etc., y después de algún tiempo, ya con el negocio acreditado y creciendo necesito allegarme capital, hablo con parientes, amigos, etc., y les propongo que inviertan recursos para que yo pueda crecer y ganar más y a cambio les ofrezco compartir con ellos las futuras utilidades. Debo convencerlos, por supuesto, que las utilidades son un hecho asegurado. Si tengo mis libros en orden, con los números que presente allí y con un buen plan de crecimiento puedo negociar cuánto le ofrezco al inversor por el dinero que “arriesgue” conmigo. Esta participación dependerá de lo sólido que se muestre el valor del negocio y la posibilidad real de que sea rentable la inversión. Debo ganar principalmente la confianza del inversor en mí y en el proyecto. La confianza suele ser una razón de más peso que los números en los libros contables o en el plan para la toma de decisión del inversionista. Pero si mi negocio ya no es pequeño ni sólo mío, y tengo ya una empresa, una corporación una sociedad comercial con uno o más socios y reglas internas para gestionar la empresa y requiero de más capital y, obviamente, para obtenerlo ya no puedo contar sólo con los conocidos, invito al público en general a comprar pedazos o partes de la empresa:
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lo que llamamos acciones. Pero no las puedo vender desde mi escritorio, tengo que acudir a un mercado a venderlas o contratar un intermediario para que las ofrezca en mi nombre. Esta es fundamentalmente la idea, genial en principio, del mercado de valores. Obviamente no es tan fácil. No es simplemente llegar con un portafolio lleno de papeles y ver quién los quiere. En teoría, la empresa debe de cubrir con una serie de requisitos difícilmente alcanzables para la mayoría de ellas, las pequeñas y medianas se supone que pueden optar simplemente por créditos bancarios o más aportaciones directas de los socios. En EE.UU. es necesario que la empresa haga una IPO (Oferta Pública Inicial por sus siglas en inglés) y esto puede llevar varios meses y costar por lo regular algunos millones de dólares. Hay que contar con finanzas perfectas, un equipo material y humano de probada capacidad y experiencia y hacer una ardua labor entre los corredores o brokers para convencerlos de que contamos con un buen producto que ofrecer a los posibles interesados en comprar las acciones. Se necesita también contratar a abogados corporativos, contadores, auditores, expertos en relaciones públicas, etc., para poder confiar en un buen resultado. Pero la inversión paga. Si todo va bien, pueden empezar a fluir decenas de millones de dólares producto de la ilusión de los compradores de acciones de ganar mucho dinero con la nueva empresa pública. Y mientras se mantenga por lo menos la expectativa de más y más crecimiento y utilidades, más y más seguirán vendiéndose las acciones. Los mismos tenedores de acciones comprarán más o crecerá el número de nuevos tenedores. No importa que no haya buenos resultados, basta con la “certeza” de que los habrá. Aquí, como en el caso de mi negocio personal, necesito buenos números, pero, sobretodo, buena imagen y la capacidad de generar confianza. Como una corporación, sin embargo, tengo muchas más ventajas, no sólo puedo obtener casi mágicamente millones de dólares de desconocidos, también puedo hacer algo que como particular o pequeña sociedad no podría hacer tan fácilmente: hacer trampa. Si engaño a mi tío o a mi vecino y con algo de mala suerte pierdo su inversión, seguramente pierdo la amistad y hasta un par de dientes. Si el dinero es del banco y no lo pago, seguramente me demandan y embargan los bienes que haga falta. Al tratarse de una sociedad comercial, el banco solamente iría sobre los bienes de ella y los míos personales estarían a salvo. Lo mismo pasa con las acciones, si pierden valor yo estoy a salvo, pierden ellos, no yo. Como empresa que aspira a colocar acciones en el mercado puedo contratar a los 4 fantásticos para que me hagan ver como la empresa 40
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estrella en la que más conviene invertir y hacer una campaña mediática y de relaciones públicas que haga que el público se pelee por comprar mis acciones. En otras palabras, no necesito mejorar la calidad de mis productos o servicios, basta con mejorar mi imagen como corporación exitosa. Si vendo café y se incendia la mitad de los cafetales colombianos y el mercado siente que eso puede afectarme, basta con hacer circular la información de que tengo la receta secreta para crear café sintético y el precio de las acciones sale de riesgo. Un simple rumor bien colocado en forma y tiempo puede hacer esa diferencia. Y mientras no se compruebe dolo o actividad fraudulenta, yo y mi “dinero” (ex de los inversionistas) estamos a salvo. ¿Qué si esto favorece la posibilidad de variados fraudes? Lo raro es que no haya habido más de los que conocemos. La situación es más que propicia para que se den hasta sin quererlo. De por sí a los humanos basta que se nos deje la cadena un poco más suelta de lo normal para que aprovechemos situaciones a nuestro favor. Ahora bien, algunos fraudes no han sido fríamente maquinados a sabiendas de que se estaba estafando a los inversionistas como el famoso caso ENRON o el ahora célebre caso Madoff. En muchas ocasiones las gigantescas pérdidas han sido producto más de una mente débil que de una mente diabólica. No demos tanto crédito a estos aprendices de brujo. Son más torpes que geniales. ¿Estaríamos metidos hasta el cuello en esta crisis si no fuese así? Pero, ¿qué pasa si no tenemos dinero invertido en la bolsa? Desafortunadamente, esto es casi imposible, prácticamente todos los que trabajamos y producimos dinero o riqueza de algún tipo tenemos dinero invertido en la bolsa directa o indirectamente. Y estos son precisamente los dos grandes grupos de inversionistas, los que lo sabemos y los que lo ignoran. Los primeros sabemos que alguien más usa nuestro dinero aunque no sabemos exactamente dónde ni cómo. Los segundos no tienen por lo general ni la más remota idea siquiera de que su dinero está siendo usado. Basta con tener una simple cuenta de ahorros o un seguro de riesgo para que nuestro dinero ande por alguna parte del mundo, supuestamente, generando más dinero. Otra vez aquí, la idea no está mal, pero ¿qué pasa si las decisiones no fueron tomadas correctamente y se pierde el dinero que invirtieron? Bueno, ahora, a estas fechas, ya sabemos qué pasa, se invierte en instrumentos de riesgo total y en pirámides y hay ya millones de dólares perdidos, seguramente irrecuperables. Quienes, por otra parte, sabemos que no importa en dónde esté nuestro dinero, alguien más lo está moviendo por nosotros en los mercados de valores, compartimos un poco la responsabilidad y el riesgo con los co-
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rredores y las bolsas. Somos advertidos del destino del dinero antes de soltarlo, pero, ¿y si la información que recibimos no es correcta o completa? Aquí también sabemos ya todos qué es lo que pasa. Recordemos, todos lo hemos vivido, cuando depositamos dinero en una institución financiera, para ahorrar o para invertir, lo hacemos confiando a ciegas en que la información que vemos y oímos de ellos es cierta. Los gobiernos se están apresurando para salvar de la quiebra a bancos, entidades financieras que perdieron el dinero de los inversionistas y a empresas que perdieron valor en sus acciones. Esto salva directamente también a personas que como nosotros no tenemos por qué pagar los platos rotos, pero, ese dinero lo tendremos que pagar tarde o temprano, para esos rescates se usa dinero de impuestos o de créditos. Cuando llegue el momento de pagar esos créditos o de cobrar más impuestos habrá nuevos descalabros. Es lo que hemos venido haciendo desde hace más de 3 décadas, por eso las crisis son cada vez más severas. Hay salidas, no soluciones.
Wall Street - El muro que separa dos mundos
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Wall Street es, literalmente, la “calle del muro”. En un principio fue precisamente una frontera que dividía el asentamiento holandés en el bajo Manhattan. Un muro hecho por esclavos para proteger los intereses de los amos. Hoy ya no existe ese muro físico pero se conserva el nombre y se sigue protegiendo los intereses de los más poderosos. Hoy sigue siendo un muro que ahora separa dos mundos: el de los que trabajan en la economía real y producen la riqueza y los que simplemente juegan con ella. En esta calle se encuentra la Bolsa de Valores de Nueva York (New York Stock Exchange o NYSE). El nombre Wall Street enmarca sin embargo, todo el distrito financiero y por extensión a toda la industria financiera estadounidense y se ha convertido en sinónimo universal de mercado financiero y de manejo de fortunas inmensas. Recuerdo que cuando era chico escuchaba el término “jugar a la bolsa”, era usado comúnmente, no era despectivo, ni peyorativo ni implicaba un sentido negativo. Pero es un término altamente descriptivo, la bolsa es un juego en el que se pierde y se gana. Bueno, ahora poder agregar, en el que ellos ganan y los demás perdemos. Ahora, una época en la que ya no hay decrecimientos o retrocesos sino crecimientos negativos, y ya no hay miseria sino pobreza extrema y en donde los errores garrafales de los señores de la economía se consideran simples desajustes que requieren de simples correcciones, tenemos que seguir usando eufemismos para todo lo malo y dejamos de 42
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llamarle a las cosas por su nombre. Al juego de la bolsa le llamamos pomposamente inversión bursátil. Hasta aquí todo bien. Tener una industria que le de más valor a la riqueza que se genera no es mala idea. Si alguien tiene dinero para invertir y alguien más le ayuda a hacerlo y ambos ganan con esa inversión, si el inversor mete un dólar y después de un tiempo, sin haber hecho nada más que esperar, recibe dos o más… ¿dónde está lo malo? Si una compañía necesita dinero para crecer ¿por qué no usar el dinero de los inversionistas y luego compartir con ellos las ganancias? ¿Quién en su sano juicio diría que esto está mal? Pero ojalá todo fuera así de bueno. Incluso en la pantalla grande se nos ha presentado la cruda realidad. Quienes hayan visto la película “Wall Street” habrán constatado que incluso a los ojos nada santos de Hollywood, Wall Street es representada como una auténtica jungla llena de depredadores salvajes. Como “buena” institución humana, creada y dirigida por hombres (y mujeres) con defectos, virtudes, debilidades, complejos, ambiciones desmedidas, Wall Street ha sido objeto de los mismos males que aquejan a cualquier otra institución que ostente poder: partidos políticos, iglesias, etc. Wall Street no ha hecho otra cosa que mentir, engañar y robar dinero de gente común, gente que nunca ha pisado una correduría ni un piso de remates, y lo ha hecho desde siempre, pero no en secreto. Todos de una u otra forma lo sabemos, lo hemos sabido siempre, que nunca hiciéramos nada al respecto es otro asunto. Como veremos más adelante, aunque directamente nunca hayamos puesto ni un centavo en acciones o bonos de algún tipo, Wall Street siempre ha tenido las manos en nuestros bolsillos, robando nuestro dinero ¡aunque ni siquiera vivamos en los Estados Unidos! Pero se trata obviamente de un robo “legal”. Hoy se sabe que muchas operaciones han sido totalmente fraudulentas. Es una realidad que en los mercados actuales, cada vez más competidos, es cada día más difícil ganar dinero. Cada vez resulta más difícil producir, vender, cobrar y obtener una utilidad. Por eso la gente “lista” no se ensucia las manos en una fábrica, se va al paraíso de los listos, a los mercados de valores. Durante los últimos años, hasta el 2007 por lo menos, el promedio de utilidad del índice industrial Dow Jones fue de un simple 6%, una cantidad casi ridícula. Pero en Wall Street es otra cosa, se vive otra vida. No importa realmente qué pase en el mercado, los hombres de trajes caros en Wall Street se enriquecen más y más cada día. Son de hecho de los ejecutivos mejor pagados en todo el mundo. Ellos ganan, y mucho, aunque los demás pierdan. Algunos de quienes trabajan en las firmas más renombradas reciben cientos de miles de dólares al año, sumando sueldos, bonos y compensaciones... y estamos
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hablando de empleados, los socios y directores de estas mismas firmas no trabajan por menos de 7 dígitos. De acuerdo con algunos reportes, el total “ganado” por los 25 directores más importantes de Wall Street en 2007 fue una cifra cercana a los 14 mil millones de dólares. Sí: 14,000,000,000 de dólares, cantidad suficiente para pagar el sueldo de un año de unos 6 millones de obreros chinos que fueron los que realmente trabajaron y generaron el dinero. ¿Cómo puede esta gente “ganar” tantos millones mientras el trabajador común, sobre todo fuera de los 8 países más ricos, lucha día a día para pagar su subsistencia? La respuesta es en realidad muy simple: Estas empresas, estas personas viven en un mundo totalmente diferente y “obedecen” distintas reglas y leyes... viven y “trabajan” en un mundo dónde ellos manejan o manipulan la realidad libre e impunemente con ellos mismos como únicos destinatarios de los beneficios. Viven en la gloria del paradisíaco mundo del libre mercado. No crean riqueza, usan la riqueza, son parásitos que viven de lo que los demás generamos y lo consumen hasta el cansancio y sin dar nada a cambio, ni siquiera explicaciones o justificaciones razonablemente decentes. Ni siquiera “ganan” esas cifras astronómicas porque sean unos genios o porque tengan grandes habilidades financieras. “Ganan” porque son muy hábiles para engañar y usar información que sólo ellos manejan. Wall Street crea montañas de dinero artificial “multiplicando” en papel y en sofisticadas aplicaciones informáticas las inversiones de gente que en el mundo real trabaja y produce realmente. Viven en un mundo diferente al que vemos nosotros todos los días. Cuando necesitamos dinero, nosotros salimos a la calle, a la fábrica, a la oficina y sudamos y ponemos en riesgo todo para ganar algunos billetes, Wall Street simplemente los inventa y la Reserva Federal los imprime. Wall Street no hace magia real, son simples trucos, tiene acceso a información clasificada que los demás no vemos nunca ni el los periódicos o revistas, ni siquiera en los medios informativos especializados en economía y finanzas. Ellos se enteran, incluso antes de que sucedan, de todos y cada uno de los movimientos de los mercados financieros. Saben todo lo que pasa y lo que está por pasar y lo aprovechan a su favor. Muchos de estos eventos salen a la luz pública pero cuando los demás no podemos hacer nada más que lamentarnos de no haberlo sabido a tiempo. A veces, ni siquiera de eso tenemos oportunidad. Mucha información se queda guardada. Dicen los norteamericanos que lo que sucede en las Vegas se queda en las Vegas. Lo mismo pasa en Wall Street con la desventaja de que allí, el club es más privado. De sus virtudes públicas, se sabe todo, de sus pecados privados, sabemos poco o casi 44
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nada. Empezamos apenas a saber la verdad. Con toda esa información, es natural que los pillos mayores de Wall Street puedan comprar y vender acciones oportunamente y se embolsen todo el dinero posible antes de que los comunes mortales podamos siquiera verlo. La mano de ellos es más rápida que el ojo de los demás. Se nos dice que la información es pública y que podemos verla libremente y consultar las recomendaciones de inversión de los gurúes, incluso de manera gratuita, por T.V. o internet en los canales especializados. Nos dicen también que con un buen corredor (broker) podemos tomar buenas decisiones porque él tiene la información correcta, pero... ¿De verdad crees que estos sujetos van a compartir con nosotros, simples mortales, sus secretos y su información confidencial? Para empezar, los corredores que atienden a gente común tampoco tienen la mejor información, ni ellos mismos tienen acceso a ella y los que sí la tienen son como fieras que acaban con lo mejor de la presa y dejan los restos para los carroñeros que llegan al banquete una vez que ellos se han saciado... De verdad, no exagero. Pero no nos espantemos, nosotros no somos tan diferentes, sólo tenemos menos armas y, tal vez, un poco de mejor corazón. ¿Tú le dejarías tu mejor cliente a tus competidores? ¿Le dejarías una buena oportunidad de negocio a alguien que ni siquiera conoces? ¿Le revelarías a tu competidor el lugar “secreto” en donde consigues tus mejores productos? ¿Crees que ellos, los de Wall Street son mejores que tú o que yo? Pero los “capos”, los grandes jefes, son tipos que no usan sólo su información secreta, usan además todo tipo de herramienta extra a su alcance, tienen influencia a todos los niveles y en todas las formas posibles de poder económico, político y social. Y como por lo menos en esto son muy buenos, “merecen” sacar provecho de ello, bueno, alguien podría pensar que es así. Pero no merecen realmente nada bueno jugando así de suciamente. Aprovechan que no sólo tienen la información, saben que el resto de la gente no la tiene y no le importa o no se preocupa por tenerla. No se esconden en túneles secretos para hacer sus “fechorías”, lo hacen abiertamente. Algunos hasta se jactan en público de sus “habilidades” para manejar los juegos de bolsa como parte “normal” de su trabajo. Como si fueran alquimistas transformando carbón en oro esperan dinero y gloria a cambio. Ahora sabemos, sin embargo que son antialquimistas, los hemos visto transformar, literalmente, oro en carbón. Tal vez si nosotros hubiéramos estado en ese círculo, en ese mundo, en Wall Street o en alguna otra bolsa de valores en el mundo habríamos hecho lo mismo y ahora estaríamos poniendo nuestro pellejo a salvo en algún lugar seguro con todas las comodidades. Porque tampoco había que atravesar exóticos rituales de iniciación, bastaba pedirles trabajo
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y demostrar ser bueno para jugar, como en un casino, para obtener un empleo con ellos. Agresividad y falta de escrúpulos son “valores” altamente estimados en ese mundo. Pero como ese no fue el caso y no trabajamos allí, nos toca ahora lamentarnos y culparlos a ellos. Pero por no haber actuado en su momento para detenerlos, tenemos ahora que hacer algo más que buscar culpables. Conozco muchas personas que se lamentan duramente de no haber aprovechado nunca ninguna de estas “oportunidades” de riqueza instantánea y no dudarían en hacerlo en el futuro si tienen la oportunidad y las condiciones vuelven a darse. Después de todo, ¿a quién le gusta trabajar de sol a sol para ganar unos cuántos billetes cuando se puede ganar millones mientras se juega al golf con los amigos de la bolsa? ¿No es cierto que se trata de mundos extremadamente opuestos, el de ellos y el nuestro? Pero para nosotros que no tenemos qué “sufrir” por decidir en dónde invertir el dinero sobrante, no nos queda más remedio que sentarnos a leer el periódico o a ver la T.V. para ver cómo estos “genios” resuelven ahora el problema que ellos mismos generaron y que tienen que arreglar no por el bien de la humanidad, que nunca les ha importado, sino por ellos mismos que no están dispuestos a bajarse al mundo real a sudar con trabajo real. Ninguno de ellos está pensando ahora mismo en dejar su traje de 2000 dólares para ponerse unos jeans y manejar un taxi o poner un carrito de hot dogs afuera del Yankee Stadium. Y aquí es donde viene de nuevo el peligro. No les queda más remedio que usar las mismas medicinas que causaron la enfermedad. Van a tener que crear mágicamente más dinero, no lo van a producir, lo van a inventar, no saben hacer otra cosa. Van a inventar nuevos instrumentos o a “mejorar” los ya existentes y van a ofrecerlos de nuevo. Y tienen dos maneras de vender sus “nuevas” y “fabulosas” ideas: 1.- Buscar más gente con dinero e ilusión de multiplicarlo y venderle sus “nuevos y mejores” paquetes, y 2.- Buscar gente más cauta que no quiera arriesgar sin informarse “correctamente” y venderle libros, cursos, asesorías, conferencias, etc., con “secretos” para invertir exitosamente, como ellos. Wall Street y el mercado de valores en general, no deben desaparecer. En el fondo la idea no es mala, pero ya es hora de que se pongan a trabajar sin causar problemas, que generen riqueza sin provocar miseria. Si les gusta el riesgo está bien, pero que sean como el domador de circo o como el torero que, si se equivocan y hay sangre, sea la de ellos y no la de los pasivos espectadores que es de quienes sale el dinero con el que ellos viven. Hay que analizar concienzudamente cuáles fueron las fallas y con crítica constructiva hacerlas notar abiertamente. Esa industria necesita cambios de fondo. Todos los mercados están infectados del mismo virus, en todo 46
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el mundo. Los mercados de valores tienen que encontrar el modo de cumplir con su razón de ser: encausar el capital de manera correcta sin tomar riesgos innecesarios, aconsejar honesta y objetivamente a los inversionistas y a quienes quieren hacer oferta pública de los valores de sus empresas y mantener siempre transparencia y veracidad en toda su información. Esto parece imposible ahora, si se hubiera hecho así, muchas fortunas no habrían surgido nunca, pero no habría tantos recursos perdidos ahora. Pedirle a ellos un cambio radical, un giro de 180°, es casi tan ingenuo como pedir que las iglesias cristianas sigan el ejemplo de humildad y pobreza que mostró el hombre que dio origen a la fe que han convertido en negocio sus “representantes”. Cuando los humanos nos acostumbramos a hacer lo que nos viene en gana y obtener dinero fácil sin rendirle cuentas a nadie es muy difícil hacernos cambiar. Pero no hay que dejar de exigir este tipo de milagros aunque parezcan imposibles. Todas las grandes instituciones, en teoría, se autorregulan, porque no hay poderes superiores que los obliguen a respetar leyes que ellos mismos crean o apoyan, pero vistos los excesos del mercado de valores, que es el que por el momento nos interesa en este libro, tenemos que exigirles honestidad y transparencia absolutas. Están manejando el dinero de todos y se están jugando el futuro de todos. Necesitamos que haya regulaciones, auditorías, supervisiones, etc., y todo lo necesario para que nadie vuelva a manejar el dinero de todos pensando sólo en sus intereses particulares y, sobretodo, hacer que se castigue severamente a quienes violen las reglas. Ganar por ganar, a toda costa, no puede ser ya un objetivo tolerable. Estamos viendo ahora las catastróficas consecuencias. No me parece ahora sólo una metáfora que en la excelente película de “El abogado del diablo” con Al Pacino, la oficina del mismísimo diablo estuviera en el centro de Manhattan
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Los bancos y el crédito
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Con los bancos ha pasado lo mismo que con muchas otras instituciones o servicios. Al crecer han tenido que abrirse a mercados cada día más amplios. En un principio los bancos eran simples custodios de valores como el oro y títulos de propiedad. Eran una organizada caja fuerte. Luego descubrieron que el dueño de ese dinero lo tocaba poco y decidieron prestarlo a otros que sí lo necesitaban, claro, cobrando una justa comisión. Así empezaron a proveer de fondos a comerciantes para comprar inventarios, para financiar sus operaciones y el dinero de ese fondeo era
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devuelto con intereses prepactados. Luego se dieron cuenta de que por la credibilidad que adquirían como instituciones “respetables” podían prestar más de lo que tenían y no perdieron la oportunidad de hacerlo. NO fue sino hasta el siglo pasado cuando la banca incluyó a los consumidores entre sus clientes. Del crédito al comercio se dio el salto al crédito al consumo. Ya había más dinero para prestarle a más gente. Los servicios se diversificaron y volvieron más complejos. Ponemos nuestro dinero en el banco porque, en teoría, son ellos profesionales para su manejo. Sin embargo, la crisis crediticia 2007-2008 demuestra no sólo que no saben cómo manejarlo correcta y honestamente, demuestra también que los billetes debajo de un colchón en una casa con las puertas abiertas está más seguro que con ellos. Veamos qué es lo que en realidad hacen con nuestro dinero. Además de cobrarnos muy caro por “cuidarlo” y “administrarlo”, lo usan para prestárselo entre ellos, invertirlo en instrumentos de “alto rendimiento”, prestarlo a terceros (individuos o empresas) con tasas de usura en muchos casos y, en otros casos, lo usan para autoprestarse, para invertir en negocios de su mismo grupo. La primera pregunta aquí podría ser, ¿por qué nos cobran tanto si usan nuestro dinero para ganar más dinero? A veces nos pagan, sí, pero debemos dejarle nuestro dinero el tiempo mínimo suficiente para que lo usen más tranquilamente. Estos expertos y profesionales del dinero tienen una enorme ventaja sobre cualquier otra empresa o industria, si fallan y pierden todo, como ya ha sucedido más de una vez, aunque sea por incompetencia y/o negligencia, son ayudados con inversión directa, rescates, nacionalizaciones, etc., por los gobiernos y/o bancos centrales, es decir, con dinero oficial, federal, con recursos nacionales, especialmente impuestos. ¡Si pierden nuestro dinero, el gobierno mete la mano en nuestros bolsillos para darle más a ellos! Les pagamos todo... ¡incluso sus errores! Los bancos, a pesar de tener el mejor negocio del mundo, ganar dinero con el dinero ajeno, están en problemas porque han sido mal manejados tanto a nivel de piso como en las oficinas directivas. La oferta de crédito ha sido pobre y defectuosa, han tomado demasiados riesgos, manejados por banqueros de paso y no de carrera, no han contado con los mecanismos correctos de control interno, y la estrategia comercial de cada banco se ha enfocado hacia una mayor participación en el mercado más que hacia una sana rentabilidad. Para empeorar las cosas, del capital social de los bancos, muy poco es inversión directa de los socios y los directores y gerentes tienen poca responsabilidad personal por los altos riesgos de las decisiones que toman y, como encima cuentan con seguros y eventual protección del gobierno, así que a nadie o casi nadie le preocupa que se pierda millones. 48
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Para ganar más dinero del que les deja el cobro de servicios a cuentahabientes los bancos invierten en mercados de riesgo alto y bajo, sólo un pequeño porcentaje, 10% en algunos casos es mantenido en efectivo, y eso porque la ley los obliga a un mínimo asegurado. El problema es que en esta crisis sus inversiones tanto de alto como de “bajo” riesgo fallaron y por eso incluso bancos, otrora vistos como colosos de la industria, están quebrados o en vías de estarlo. Los cuentahabientes tienen asegurada su inversión (con dinero federal, estatal) pero hasta un cierto límite ($100,000 en cuentas personales en los EE.UU.) pero recordemos que ese dinero es fundamentalmente dinero de impuestos, o sea dinero que terminará pagando directa o indirectamente el mismo cuentahabiente a quien se le proteja su dinero. Por cubrir las millonarias pérdidas en norteamérica y demás países que han rescatado o rescatarán más bancos e instituciones financieras se dejarán de construir escuelas, hospitales, se dejará de invertir en salud, en ciencia y tecnología. Y todo para proteger un mal negocio manejado por gente inepta movida sólo por la avaricia. Ya no se creen ni entre ellos mismos. El origen fechable más claro de la crisis crediticia se va al 2001 cuando Alan Greenspan baja las tasas de interés al 1% preocupado por evitar una recesión causada por un par de burbujas en los mercados y las mantuvo a ese nivel hasta el 2004. Con esas tasas los bancos de servicios financieros necesitaban un mejor negocio y encontraron la oportunidad en los bienes raíces ignorando los riesgos implícitos en las tasas de interés bajas. El dinero que ya no se ganaba o se había perdido en acciones de la bolsa ahora se podía compensar con inversiones hipotecarias pues los precios de la vivienda iban hacia arriba. Los norteamericanos incrementaron los niveles de consumo y el país se terminó de sobreendeudar con el resto del mundo. Los bancos extranjeros empezaron a crear sus propias burbujas con los pagarés norteamericanos. Para 2006 empezaron a salir a flote los problemas cuando empezaron a caer en cartera vencida algunos de los compradores de casas a crédito con las famosas hipotecas subprime. Los precios de las casas se habían desbordado. HSBC fue el primer banco, en 2007, en dar señales de alerta, reportó varios miles de millones en pérdidas. Ese mismo año algunos analistas empezaban a ver ya riesgos demasiado altos y se calculaba que había mucha información oculta. El banco francés BNP Paribas congeló retiros de tres fondos de inversión y comenzó a generarse una ola de desconfianza no sólo del público hacia los bancos sino entre los bancos mismos iniciándose con ello la crisis crediticia. Cayó la actividad interbancaria de créditos y el pánico empezó a apoderarse de muchos inversionistas. El Banco de Inglaterra se vio forzado a rescatar al Northern Rock, un banco hipotecario al que la gente empezaba a reclamarle masivamente sus
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inversiones. Más tarde sería nacionalizado este banco. Los precios de las casas en los EE.UU. empezaron a caer arrojando cuantiosas pérdidas a los llamados instrumentos derivados que se llaman así precisamente por que su supuesto valor se deriva del también supuesto valor de otros instrumentos, como las hipotecas en este caso. Merrill Lynch fue uno de los más golpeados, sus pérdidas ascendieron a más de 8 mil millones de dólares. Más de 500 mil millones puede haber perdido el conjunto norteamericano de instituciones para finales de 2007 que para “recuperarse” tuvieron que inyectar más capital, este, para agosto del 2008 había llegado ya a más de 350 mil millones. A pesar de los intentos por “disimular” la crisis, a principios de 2008 hubo nuevos acontecimientos que avivaron el fuego aparentemente controlado. Muchos fondos de inversión libre (hedge funds) cayeron y quebró el quinto banco de inversión más grande de los EE.UU. el Bearn Stearns que fue comprado a menos del 10% de su valor por el JP Morgan Chase. Pero lo peor estaba aún por venir. Lehman Brothers anunció 3 mil millones en pérdidas en junio, 08 y el 15 de septiembre anunció su quiebra. El gran pánico comenzó a tomar forma, esta última fecha es ubicada por muchos analistas como la del inicio de la gran catástrofe financiera de la historia, no sólo era la quiebra más grande nunca antes vista, se trataba de una institución financiera de primer orden, una de las principales comercializadoras mundiales de Fondos del Tesoro de los EE.UU., muchos Bancos Centrales se ven forzados a inyectar más dinero a los mercados de capital. En el ínter de estas dos fechas el gobierno rescató y puso bajo protección estatal a Fannie Mae (Corporación Federal de Préstamos Hipotecarios) y Freddie Mac (Asociación Federal Nacional Hipotecaria) las dos hipotecarias más grandes, juntas combinan no sólo el 90% del mercado secundario de hipotecas del país, ahora también congregan el 46% de la deuda nacional. Son las únicas dos empresas de la lista Fortune 500 que no están obligadas a informar al público en caso de presentar dificultades financieras. Ya que ambas empresas gozaban de un status particularmente favorable que implica que el gobierno es garante de su solidez financiera. Las pérdidas serán absorbidas por los contribuyentes norteamericanos. En las investigaciones a partir de la crisis se descubrieron “errores” contables por casi 5 mil millones de dólares. Empezamos todos a saber que todo el mercado estaba “controlado” por regulaciones por demás suaves. Merrill Lynch tocó fondo también y fue adquirida por Bank of America. Si los gigantes se desplomaban quería decir que la lista de desplomes continuaría indefinidamente. El 17 .- La Fortune 500 es una compilación anual que enlista a las 500 empresas con mayores ingresos en los Estados Unidos. Es una publicación de la revista Fortune.
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de septiembre la Reserva Federal rescató y nacionalizó AIG (American International Group, Inc. Los rescates, nacionalizaciones y adquisiciones de bancos empiezan a replicarse en toda Europa. Bancos asiáticos hacen importantes adquisiciones. HSBC y otros grandes anuncian despidos masivos de personal. En octubre el gobierno de Bush aprueba una inyección de 700 mil millones para los rescates financieros. En 1992 un escenario similar de crisis bancaria fue vivido, en mucha menor escala por supuesto, en Suecia luego de ¡la implosión de una burbuja hipotecaria causada por falta de regulaciones adecuadas con un gobierno conservador que enfrentaba una acelerada pérdida de empleos! ¿Resulta familiar? Sin embargo, lo que no es igual es el modo en que los suecos resolvieron el problema y que podría ser ejemplar ahora: rescataron a los bancos pero no sin antes pedir que los accionistas hicieran aportaciones extra, que ofrecieran garantías y que asumieran la responsabilidad y las pérdidas. El costo final para el país fue del 2% (o incluso menos) del PIB mientras que a los EE.UU. les costará por lo menos el 5%. Cuando Suecia reprivatizó los bancos obtuvo ganancias con la venta de activos revalorados.10 En la década que de la gran depresión iniciada en 1930 quebraron 9000 bancos en los EE.UU. y para 1933 las pérdidas ascendían ya a 140 mil millones de la época. Cuando abrimos una cuenta o pedimos una tarjeta de crédito o una hipoteca ellos nos investigan y calculan nuestra solvencia. Nosotros deberíamos hacer lo mismo con ellos. Exigirles honestidad y transparencia es lo menos que podemos hacer si hemos de confiarles nuestro dinero, sobretodo cuando este dinero es todo lo que tenemos y no queremos arriesgarlo ni mínimamente. No debemos sacar nuestro dinero porque tenerlo en el banco puede y debe ser más seguro, pero además porque una ola de pánico ahora provocaría retiros masivos que los bancos no podrían solventar y el resultado sería más que caótico. Sólo seamos más cautos y sensatos que ellos, finalmente el dinero que tienen es nuestro y a nosotros nos importa aún más que esté a salvo. Es tiempo de hacer pactos, seamos claros con ellos así como con cualquier otro proveedor de servicios, que cobren lo justo y nos den a cambio lo que realmente necesitamos, ni más ni menos. ¿Acaso sirve de algo que nos den premios, regalos, o boletos para participar en “fabulosos” sorteos por abrir o mantener una cuenta? Queremos buen servicio y seguridad, a cambio debemos estar dispuestos a pagar los precios que los servicios valgan. Si nos cobran menos para conseguirnos como clientes y luego pierden nuestro dinero y son rescatados con dinero de nuestros impuestos, ¿no salimos todos perdiendo más?
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10.- Edición del 23 de septiembre de 2008 del New York Times.
Un mercado libre, demasiado libre
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Llevamos varias décadas escuchando hablar de las enormes bondades del libre mercado y de lo “maligna” que es la intervención directa del estado en la economía. Los poderosos neo liberales (Greenspan, Bernanke y demás fauna depredadora) se han cansado de decir que no hay nada más sano que un mercado que se autorregula. La economía es, en una de sus definiciones clásicas, un sistema de colocación de recursos basado sólo en la interacción de las fuerzas del mercado, como la oferta y la demanda. Una verdadera economía de mercado está libre de influencia gubernamental, confabulaciones, acuerdos secretos u otras influencias externas. Pero se respetó esa libertad del mercado en demasía y eso permitió que el lado oscuro de la naturaleza humana se aprovechara de ello. Es cierto que la naturaleza es sabia y sabe qué hacer y cuándo hacerlo. La economía es un ser vivo, en teoría se autorregula de manera natural. Si alguien pone una fábrica en un lugar equis, no tardarán en ponerse alrededor restaurantes, cafeterías, servicios de limpieza, etc., y todo sin que necesariamente alguien lo planee u organice. Algo así como cuando la piel abre los poros cuando hace calor y los cierra cuando hace frío. La naturaleza de las cosas es siempre mejor cuando hace su trabajo libremente y, hasta aquí, la teoría simple y convincente La verdad es que la humanidad no ha estado ni está lista aún para ejercer responsablemente ninguna libertad “autorregulada”. En el arca abierta hasta el más justo peca, dice la Biblia, que algo sabe sobre los hombres y sus debilidades. Pero esto aplica por supuesto para creyentes y no creyentes. El “libre” mercado tiene, sin embargo, sus reglas: no es tan libre pues. Y a pesar de que los que tanto defienden la autorregulación sacan ahora dinero de hasta debajo de las piedras para hacer rescates financieros y comprar carteras de bancos e hipotecarias para salvarlos de quebrar por errores de ellos mismos, y usan recursos nacionales y ajenos para mantener inflación y tipos de cambio bajo control, nos siguen diciendo que son excepciones normales para mantener sano un sistema de libre mercado autorregulado. Siguen defendiendo un sistema que a todas luces ha fallado, un sistema que ha demostrado sobradamente que no es capaz de autorregularse, que no puede ser “totalmente” libre. Así como no podemos dejarle toda la libertad a un niño para que juegue con un cuchillo, porque -justificadamente- le damos libertades pero ejercemos un control responsable por su propio bien, no podemos dejar tampoco a un grupo de individuos ambiciosos y desenfrenados, sedientos de ganancias grandes y rápidas, hacer de las suyas en un mercado 52
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con “autorregulaciones” en donde tanto las reglas como las instancias reguladoras están manejadas por ellos mismos y sus amigos y socios. Dejamos la carnicería resguardada por perros hambrientos y ahora les echamos la culpa por habernos dejado sin carne. Ese grupo es juez y parte en el juego, se hace crecer a quien se le apuesta y se le hace crecer artificialmente. Las empresas líderes en la colocación de acciones, las más atractivas para los inversionistas suelen ser empresas que muestran una fortaleza basada en vitaminas y esteroides, casi nunca en un crecimiento normal y sano. Pero qué importa eso en un mundo en donde los certámenes de belleza los ganan mujeres con buenos cirujanos plásticos y en donde los criminales en prisión son sólo los que no tuvieron un “buen” abogado. Fue iluso y estúpido pensar que los mercados se autorregularían con honestidad y transparencia. Así no funciona, no ha funcionado nunca el mundo. Es obvio que debe buscarse nuevamente mecanismos de control tanto por parte de los gobiernos como por parte de la sociedad. Es obvio también que la edad de la inocencia queda atrás definitivamente para gran parte del mundo. Libros como este no habrían despertado gran interés hace tan solo unos meses. Ahora todo el mundo quiere saber la verdad. Ya nadie confía igual que antes. No volveremos a ser los mismos.
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El nuevo sueño americano: ganar más, haciendo menos
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Los pioneros que llegaron a las viejas praderas del viejo oeste traían sólo dos cosas: hambre de comida y hambre de oro. Los más fuertes, perseverantes, astutos y afortunados saciaron ambas necesidades. Las noticias, novelas y posteriormente las películas sobre estos aventureros inflamaron las fantasías de millones de personas en todo el mundo que mantenían un sueño único en mente: llegar a toda costa a “América” y realizar el sueño de volverse ricos o, por lo menos, dejar la pobreza de sus lugares de origen. Por lo menos esto último estaba siempre garantizado. La gran riqueza llegó para muchos, las leyendas recorrieron el mundo y atrajeron más buscadores de ese sueño. Pero, ¿quién dijo que soñar no cuesta nada? El sueño de hacer dinero rápida y “fácilmente” fue posible gracias a la inmensa cantidad de oportunidades que representaba una tierra de grandes dimensiones, llena de recursos y en donde confluían miles de personas con algo en común: ganas de hacer dinero y confianza de estar en el lugar correcto para lograrlo. La férrea voluntad y el contagioso entusiasmo hicieron posible el milagro para los pioneros que aprovecharon además algo fundamental: había
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una libertad casi absoluta para correr prácticamente cualquier aventura. Pero esa ventaja original aunque fue acotada con el paso del tiempo quedó fija en la mente de todo americano. Tener toda la libertad posible se convirtió en una condición sine qua non para la vida misma. Pero esta relativa laxitud en las reglas creó un monstruo rebelde que en el siglo veinte creo para sí un sistema económico en donde podía moverse como un depredador, impunemente. En el nuevo sueño americano lo importante era ganar y ganar mucho un fin que justificaba cualquier medio. Este nuevo sistema que surge a principios del siglo XX y que, luego de la recuperación de la recesión del 29, cobra más fuerza, es una desenfrenada carrera en la que se busca obtener las mayores ganancias en el menor tiempo posible. Capitalismo salvaje en el que juegan con las mismas reglas tanto bienintencionados, como malintencionados, tanto auténticos genios como simples especuladores. Con un poco más que algo de astucia y algunos contactos dentro del sistema es posible amasar fortunas inimaginables en tiempos absurdamente cortos. Hay miles de historias de gente que empezó literalmente de la nada y en unos años contaba millones en sus cuentas. En el resto del mundo, fortunas así sólo eran posibles como producto de herencias, abusos de poder o descarados fraudes. A muchos de ellos no hay nada que reprocharles, simplemente tomaron lo que estaba a la mano. Es posible que la mayoría de la gente hubiese hecho lo mismo bajo condiciones similares. Pocas veces se tocaba la parte sensible de la aventura del sueño, aquella que tenía que ver con las consecuencias y reacciones secundarias. Los humanos no somos muy buenos en medir consecuencias, ni en ese ni en ningún otro caso. Los seres humanos perdemos el freno constantemente, sobretodo cuando la ambición encuentra camino fácil. En Wall Street y en las grandes corporaciones se volvió algo habitual que los dividendos, los sueldos, los bonos, las compensaciones fueran cifras astronómicas. Una gran corporación podía mantenerse durante años con números rojos mientras siguiera ajustándose a las reglas del mercado. Podía incluso mantener sueldos millonarios para el consejo de administración mientras mandaba a la calle a miles de empleados para seguirse ajustando a los manuales. En estas condiciones fue que se volvieron normales casos como el de Richard Grasso, que luego de ser presionado para renunciar en 2003 como presidente de la bolsa de Nueva York (NYSE) luego de algunos años de servicio y magníficos sueldos, obtuvo 140 millones de dólares entre sueldo, pensiones y premios a pesar de los malos resultados de la bolsa y de que estaban ya sembradas las semillas de la actual crisis. En este mismo sistema fue posible que tipos de mucho talento para el 54
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engaño como Jean-Marie Messier ex CEO de Vivendi Universal, una fusión que él logró con base en fantasías bien vendidas a los inversionistas. Tras dejar la empresa con deudas por miles de millones de dólares y acciones con casi el 80% de su valor vuelto humo exigió una millonaria indemnización a que le daba derecho su contrato. Durante sus buenos momentos, vivía en un departamento que adquirió en Park Avenue, con dinero de la empresa, con valor de casi 18 millones de dólares. Messier fue luego investigado y, claro, absuelto, por actividades financieras lícitas. Los delincuentes de cuello blanco son más hábiles para evadir la justicia y tienen más elementos para lograrlo. Pero estas anomalías no se circunscriben a los muros del distrito financiero de Nueva York. El contagio fue general y no sólo en los Estados Unidos, estos, como líderes y ejemplo encontraron eco para sus métodos y prácticas en todas las grandes corporaciones del mundo capitalista. Se volvió un deporte nacional y luego mundial la búsqueda de récords de cifras por romper. Ya no se enfocaban los reflectores sobre el que era el mejor dotado o más talentoso en su oficio, las nuevas estrellas eran simplemente las que ganaban más. Ser el mejor pagado era sinónimo automático de prestigio profesional, talentos reales a parte. El basquetbolista con el mejor contrato, el médico más cotizado, la modelo mejor pagada, el cantante que vendía más discos o llena auditorios más grandes son los ídolos. Una película vende más simplemente por tener como protagonista al nuevo poseedor del récord del actor mejor pagado por una película. Un cantante es más aplaudido por ser presentado como el vendedor de un millón de copias que por haber escrito una canción realmente buena. Cobrar, vender mucho es ya símbolo máximo de triunfo. La calidad, la creatividad, la originalidad pasan a segundo término. Pero, ¿por qué una estrella del deporte, del espectáculo, del arte, etc., puede ante los ojos del público tener un sueldo millonario sin empacho y un CEO de una gran corporación o de una firma de Wall Street no? Muchas estrellas e ídolos populares han ganado tanto o más que Richard Grasso y Jean Marie Messier gracias a contratos multimillonarios en dólares. Sin embargo, sólo quienes han recibido esos millones por su trabajo en las finanzas y negocios en grandes corporaciones reciben ahora críticas abiertas y duras. A nadie le importa realmente que una estrella pop viva en una casa de 20 millones y compre bragas de 500 dólares. Pero a Grasso, el ex presidente de la Bolsa de Nueva York, se le criticó y fue puesto en jaque por sus formidables ingresos y sus gastos excesivos. Parece no haber congruencia entre el juicio suave a una persona y el juicio duro a otra, pero hay un motivo. Kenneth Lay de Enron, Dennis Kozlowski de Tyco y Bernie Ebbers de WorldCom también fueron señalados porque a pesar de los pésimos
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resultados de sus gestiones como directores de sus empresas eran pagados con cheques de más de 6 dígitos. Si una película no gusta, si un álbum no alcanza cifras récord o si un partido de basket se pierde no hay mayor problema. Los fans, los seguidores se recuperan pronto del enojo o la frustración y perdonan a su estrella. Pero en el caso de las corporaciones, el enojo pasa primero por el portafolios de los inversionistas, accionistas, directivos, empleados, etc. Si hombres como Grasso y Messier envuelven a inversores en sus proyectos fantásticos y los convencen de que sus brillantes ideas y planes valen millones y no cumplen con las expectativas, entonces sus excesos se hacen notorios, cuando el sueño termina los inversores despiertan y reaccionan duramente. Con las “estrellas de Wall Street” pasa algo similar a lo que sucede con los políticos. No se cree que tengan derecho a grandes cifras sencillamente por los métodos que usan para alcanzarlo. Un actor o un deportista sigue representando para su público la realización pura, impecable, del sueño americano. El público se siente identificado con la gente ganadora y triunfadora sin importar en qué ramo destaquen y a todos les da gusto que ganan bien y vivan bien, ayudan a mantener vivo el sueño de que todo el mundo puede vivir así, haciendo poco y haciendo algo que casi cualquiera puede hacer. No hace falta tener 2 cabezas, cuatro piernas. Parece un sueño no sólo alcanzable sino libre de riesgo moral o ético. Luego de los más recientes escándalos (Enron, Wordcom, Tyco, Madoff) y ahora que hay más ojos atentos a todo lo que pasa en el reino del nuevo sueño americano, la gente, el ciudadano común, empezará a ver, cada vez más, con recelo la atractiva vida de estos personajes y la forma en la que “ganan” su dinero. Difícilmente alguien como Madoff podrá hacer realidad su sueño de ganar y ganar sin hacer otra cosa que engañar descaradamente. La realidad es otra ahora. En el rescate de las armadoras de autos, de los bancos, de las aseguradoras, la gente empieza, ahora sí, a preguntarse cómo es posible que empresas que requieren de ser salvadas debido a los malos manejos de ejecutivos incompetentes hayan permitido, teniendo la crisis encima desde hace varios años, que esos ejecutivos mantuvieran, a pesar de todo, sus inmerecidos privilegios. En todos las áreas se buscará ya tener una relación más pareja entre salarios y resultados. Al parecer, desde ya, en las altas esferas norteamericanas, los enormes salarios serán objeto de supervisión, escrutinio y eventuales ajustes acordes con sus resultados, como debe ser, como debió haber siempre sido. Bien venga otra vez el sueño americano, pero no el nuevo, sino aquel que implicaba esfuerzo auténtico, el que generaba riqueza real y no simples números en papel y cuentas alegres. 56
El nuevo sueño en fast track
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Así como el nuevo sueño de quienes adoptan el american way of life es el de hacer la mayor cantidad de dinero, en la menor cantidad posible de tiempo y, si no es mucho pedir, con el menor esfuerzo. Muchos hemos adoptado otra práctica por demás perniciosa, la urgencia por obtener resultados, por obtener satisfacciones. No importa cómo, tampoco importan las eventuales consecuencias negativas. Nuestro futuro real tiene minutos, no años. Esto ha generado toda una cultura de fast life, fast food, fast love, fast fun, fast todo. Los mercados no perdonan e inmediatamente ofrecen los productos y servicios acordes a esta nueva “necesidad” de los consumidores... perdón, de los ciudadanos. Para qué ofrecer un programa, un libro de 10 dólares para mantenerse físicamente en forma si se puede vender un aparato que hace todo por nosotros. ¿Para qué dedicarle a nuestro cuerpo un par de horas al día de caminata y de gimnasia si “con sólo 10 minutos 3 veces por semana obtenemos los mismos resultados”? ¿Un aparato para pelar papas o manzanas? ¡Por qué no! ¡Qué importa que desperdicie la mitad de la cáscara si ahorro valiosos minutos para ver la telenovela o el programa de chismes del espectáculo. A mí me gusta cocinar, especialmente porque, además de parecerme divertido, me permite elegir los colores, los olores, las texturas, los sabores... y, sobretodo, los precios que mejor le hacen a mi salud. Comer en un restaurante de Fast Food de cuando en cuando no rompe la regla, es mejor comer algo rápido que nada cuando vamos de prisa para volver al trabajo o porque está ya por empezar la función de cine, pero ¿tenemos que estar de prisa todo el tiempo? ¿No podemos tomarnos unos minutos para mezclar fresas con azúcar y tener una buena mermelada, o mezclar aceite huevo y sal y hacer nuestra propia salsa mayonesa? ¿No podemos hacer de la vida rápida una excepción a la regla de llevar una vida sana, tranquila y en paz? Cocinar, sembrar hortalizas, preparar nuestras cremas de belleza, caminar en vez de usar el auto, reciclar alimentos, etc., nos van a ayudar a ahorrar, a sentirnos bien. Alguien hace poco me decía que la música le encantaba y que era lo que más disfrutaba, cada mes gasta cientos de dólares en la discoteca. Le pregunté por qué no mejor tomaba clases de piano o violín, eso le costaría menos y, seguramente, le daría un mayor placer. Pero bueno, quizás lo que quiso decirme es que la música de la discoteca le daba satisfacción inmediata. Aprender a sacar notas bellas del violín o del piano le llevaría meses o años. A los humanos de esta época ya no nos gusta esperar para obtener placer. A unas semanas de haber asumido la presidencia, Obama cuenta
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con un gran capital político pero cero capital contante y sonante. La gente, y no sólo su gente, sino la de casi todo el orbe esperan que arregle la casa y limpie el tremendo basurero que deja el inquilino que se marchó. Pero esperan resultados rápidos, casi inmediatos. Esto es imposible, debemos recordar que fue precisamente la prisa por alcanzar resultados espectaculares una de las causas de esta crisis. Don Barack, es un hombre de la academia y probablemente una persona bien intencionada, pero es, ante todo, un político, ganó la elección interna de su partido y la elección presidencial gracias a sus habilidades políticas y su magnífica oratoria más que por sus capacidades intelectuales que no son pocas. Como político, lo que tiene que hacer es negociar y tratar de no tocar intereses que están más allá de la embestidura presidencial. Los que controlan el dinero fiduciario, los mercados globales, la guerra y otras plagas de nuestra civilización no le van a permitir hacer nada en contra de ellos. Si permitieron que él llegara a la presidencia no fue porque quisieran un cambio a favor del pueblo, lo hicieron porque el anterior mandatario era demasiado malo, incluso para ellos. Obama era el único que podía garantizar la última cosa que se puede perder, confianza en el gobierno estadounidense, esto sería la pérdida de todo y en caída libre. Pero él no hará nada que vaya en contra de lo que se critica en este libro o en otros similares. Lo único que hará, sobre todo en el primer año, será ofrecer resultados satisfactorios de corto plazo. Por un lado estará atado de pies y manos por la bendita Wall Street, el Pentágono y las grandes corporaciones. Por el otro, se sentirá obligado a usar las recetas que le aprueben estos para poner parches a la economía que permitan a la gente un respiro. Qué importa que la deuda siga creciendo, lo que no puede seguir creciendo si se quiere evitar la debacle y la ruptura total del tejido social es el descontento de la sociedad. Ya que todos somos y hemos sido culpables, por lo menos por omisión, de la crisis, de todas las crisis, debemos estar dispuestos a pagar las consecuencias de decisiones más de fondo. Después del primer infarto no se puede seguir tomando las cosas con ligereza, la dieta es obligatoria porque es cuestión de vida o muerte. No podemos esperar del nuevo gobierno estadounidense ni del de ninguna otra parte del mundo soluciones instantáneas. En mi país el gobierno está optando por recetas de manual, parecidas a las de los EE.UU. a pesar de que estos antes las desaprobaban, iban en contra de sus dogmas. Subsidiar productos o servicios y rescatar empresas ineptas es una solución no sólo temporal, es un simple paliativo, caro y de efectos secundarios peligrosos, una enfermedad mal diagnosticada o mal curada se convierte en una complicación mayor. Así como no podemos perder el abdomen producto de años de abusos y excesos en 58
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la comida y falta de medidas correctivas a pesar de que el anuncio de T.V. nos dice que es posible con un poco de gel y un aparato usado unos cuantos minutos a la semana; tampoco podemos revertir de un plumazo presidencial los efectos de muchas décadas de excesos económicos y ausencia casi total de controles. La única prisa que debemos tener ahora es la de empezar a hacer las cosas bien, con serenidad, cordura y con los tiempos necesarios. El promedio de vida es el más alto en la historia, casi 80 años. Antes, con promedios de 40 años como hasta hace sólo un siglo, sí teníamos poco tiempo. Ahora con el doble casi asegurado, podemos ir con menos presión sobre el acelerador. Ver historias en la T.V. o en los demás medios de gente que logra el éxito económico o y fama espectacular en unos cuantos años, o incluso meses, en vez de décadas como sucedía antes, resulta bastante “motivador”, pero ahora ya sabemos que esos crecimientos con rapidez artificial tienen tantos demasiados riesgos para todos.
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La fábrica de sueños
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Para lograr que estos dos sueños sean parte de la actividad mental de la mayoría de la gente no es una tarea fácil. Hay que hacer que todos compartan los mismos ideales, que todos compartan la misma opinión, que todos tengan valores estandarizados, que para todos sea un objetivo primario el éxito rápido y a toda costa. Es necesario que todos mantengan un profundo sentimiento nacionalista y patriótico. Esta tarea, sin embargo, se logra si no fácilmente, sí de una manera muy efectiva. Así como se aprendió a fabricar zapatos y goma de mascar con producción en serie, así también se aprendió a fabricar sueños y a implantarlos en la mente de cada ciudadano, suena maquiavélico o de película de ciencia ficción, pero aquí, como casi siempre, la realidad supera a la ficción. La tarea principal de Hollywood ha sido precisamente la de fabricar y vender sueños. El producto ha sido muy popular y su aceptación inobjetable. Los estudios gastan miles de millones de dólares cada año para ofrecer al consumidor una amplia gama de producto, desde inocentes historias de animales que hablan y defienden a otros animalitos de terribles ogros, hasta terroríficas historias de invasiones extraterrestres que ponen en peligro la misma existencia humana. En cada caso sin embargo, hay siempre un común denominador: el Tio Sam o sus múltiples representaciones están allí, listos para salvar a todo el mundo. Lo único que hay que hacer para mantenerse a salvo bajo la sombra del poderío de la nación más poderosa es alinearse con los valores que nos propone:
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trabajar, comprar y pagar impuestos, todo en grado superlativo, mucho es nunca suficiente. No voy a ahondar más en este tema que seguramente requeriría muchas hojas aparte. Lo que sí sugiero es que veamos con ojo crítico y analítico las películas que hemos ya visto tantas veces antes penando en que sólo estábamos pagando por un poco de sana e inocente diversión. Revisando cuidadosamente las grandes producciones podremos respondernos muchas preguntas, una de ellas es tan obvia que no me explico cómo no nos la hemos hecho mil veces antes. En todas las películas de acción y o guerra se emplea una cantidad de recursos formidable en equipo y artefactos militares, desde “simples” armas de asalto hasta portaviones y aviones de altísima tecnología. Hasta en películas como las de Stallone, Schwarzenegger y Seagal que no se supone que sean grandes actores y sus filmes podrían considerarse más bien comedias ligeras, se hace un magnífico despliege de armamento, vehículos, instalaciones y personal militar. El presupuesto de los estudios no podría pagar ni siquiera una pequeña parte de ese gasto. La ayuda del pentágono, supongo yo, lleva un interés más allá del económico. Si revisamos también cuidadosamente las historias, veremos que la gran industria es sumamente moralista y no sólo parece fiera crítica de los pecados capitales, pareciera también estar contra los pecados del capital, es común ver personajes avaros, corruptos, fraudulentos y despiadados que logran todo lo que quieren pasando por encima de todos pero al final reciben su merecido castigo y pierden todo. El ganador siempre se queda sólo con la chica pero entre líneas vemos siempre que aunque no se queda con el premio material, el espíritu de lucha y las ganas de triunfo son sus armas esenciales. La moraleja podría ser incluso premonitoria, se trabaja arduamente toda la vida para que los “malos” se queden con todo aunque al final también ellos lo pierdan. ¿Nos recuerda esto algo? Sin embargo, en la vida real los “chicos malos” no se quedan sin nada, tampoco reciben castigo, pero los “chicos buenos” sí se quedan sin nada, muchos de ellos, luego de esta crisis, se están quedando hasta sin casa. Se quedan de todos modos con la satisfacción de no haber cometido el pecado más condenable de la american way of life, evitaron ser “loosers”. Looser, perdedor, ha sido el mayor insulto generado por la cultura norteamericana en las últimas décadas y, para serlo, bastaba sólo conformarse con menos de lo que la publicidad y los mercados ponen al alcance de todos.
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Capítulo 3
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El cambio.
“No puedes cambiar la dirección del viento, pero puedes redireccionar las velas de tu nave”. Harry S. Dent, Economista, 1950-
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Hacia un mercado justo
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Que el trabajo, el esfuerzo, la creatividad, el talento, etc., sean remunerados está bien, muy bien, es lo justo. ¿Pero qué tan justo es que alguien gane en un minuto lo mismo que otro más en un año entero, o en toda su vida? Que esto suceda en los nuevos mercados no sólo es común, es bien visto y quien lo logra es admirado. Es una aspiración colectiva. Mucha gente hace fortunas increíbles casi instantáneamente. Y no estamos hablando sólo de dinero obtenido en premios fabulosos como los de concursos o loterías o el ganado en casinos y apuestas de juego. Estamos hablando de gente que hace fluir ríos de dinero solamente haciendo una llamada de teléfono, mandando un correo electrónico o, incluso, dando un click de mouse dentro de un sistema conectado con mercados de valores o de divisas. Partamos del hecho de que la vida y la naturaleza misma no son justas: La diferencia en tamaños entre un elefante y una hormiga es tal que un instante de mala suerte y la vida de la hormiga podría valer menos que una hipoteca subprime en estos momentos. ¿Es justo que uno sea tan grande y otro tan pequeño? Si y no. Si los caminos de uno y otro no se entrecruzan y a la hormiga nunca le toca estar debajo de alguna pata del paquidermo, todo está bien. Incluso podríamos decir que algunas de las limitaciones de la hormiga pueden ser ventajosas. Necesita menos comida y sus congéneres hacen equipo muy fácilmente para crear sociedades complejas muy solidarias y eso les garantiza a toda la comunidad una vida cómoda y segura. El elefante tiene por su enorme peso poca agilidad y rapidez. Para cazar un elefante no hace falta siquiera tener buena puntería. Las “injusticias” y “desigualdades” en la naturaleza tienen tanto ventajas como desventajas. No hay sentimientos envueltos, bueno, mientras no haya humanos cerca, es “injusticia” natural y simple. No puede haber una sin la otra, sin injusticia es imposible percibir la justicia. Las injusticias y desigualdades en nuestra “civilización moderna” tienen una
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agravante, han sido y siguen siendo causadas por nosotros mismos y producto de nuestros peores instintos. A nadie le importa que en los mercados actuales se privilegie sólo la ganancia sin importar los costos paralelos. Importa, sí, el costo de producción, el de distribución, etc., pero los costos sociales y humanos, nunca o casi nunca. En estas condiciones por supuesto que no podemos hablar de mercados justos, de precios justos. Los grandes dueños de la producción de bienes y servicios aprovechan algo que saben los mercadólogos (que son algo así como sus ayudantes de caza). El costo de un producto o servicio es relativo a lo que el comprador interesado cree que debería ser. Con base en esta y sus experiencias previas, el comprador juzga si el precio es alto, bajo o, simplemente justo. Pero no cuentan sólo sus experiencias previas, la influencia de la publicidad y del marketing hacen que el consumidor crea que un precio alto, muy alto o absurdamente alto sea considerado “justo” para ellos. Un perfume de 100 dólares o más, con marca de prestigio, puede parecer incluso una ganga, claro que para que el consumidor lo crea así, es necesario montar toda una estructura mercadológica y publicitaria que lo haga posible. La inversión millonaria en publicidad, incluyendo salarios increíbles como los que piden las grandes estrellas del deporte o del espectáculo, hace posible la ilusión para el público de que el precio de un producto es justo aun cuando, en realidad, podría costar muchas veces menos. El sistema es complejo. Es una enorme telaraña en la que participan todos los actores económicos. Y no usé el término cadena sino telaraña a propósito. Hay cadenas sencillas y muy fácilmente visibles en la pequeña y mediana producción. Los emparedados de la cafetería de la esquina pueden subir de precio justificadamente cada vez que sube el precio del pan o del jamón, por ejemplo. Pero el precio que sigue pagando el consumidor final sigue siendo justo. El dueño de la cafetería tiene derecho a seguir ganando lo mismo que antes, sus procesos y su calidad siguen siendo los mismos. El cliente entiende esto fácilmente. Pero, ¿qué pasa cuando alguien paga por una camisa con un costo de producción de 2-5 dólares un precio en tienda de 200 o 300 sólo porque en la T.V. vio a su estrella favorita anunciándola? Los dueños de las marcas y sus mercadólogos saben bien que una buena campaña de mentiras o verdades exageradas puede convencer a prácticamente cualquiera de que el precio, por más alto que sea, es precio justo y razonable. Si por algún motivo la imagen de la compañía o de alguno de sus productos tiene algún deterioro o desprestigio público, no 62
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importa, una buena agencia de Relaciones Públicas puede encargarse del caso y hacer que cualquier lobo feroz parezca una dulce abuelita. Detrás de muchos productos hay, desde luego, costos no visibles. Hay diseño, investigación, patentes, creación, etc. Y también cuenta el tiempo de recuperación del capital de inversión; muchas veces 1 dólar invertido hoy es recuperado muchos meses más tarde, cuando no se pierde por malas decisiones o simplemente mala suerte. Hay muchos motivos que justifican que en muchas ocasiones los precios suenen desorbitados. Sin embargo, en la mayoría de los productos de gran consumo, son factores que tienen más que ver con abusos y aprovechamiento de las debilidades y carencias emocionales de los compradores. Cualquier armario, alacena o bodega de casa está llena de artículos inútiles y/o innecesarios y muchos de ellos fueron artículos caros. No estoy en contra del consumo, ni siquiera del consumismo. Es más, los considero buenos hasta cierto punto, son absolutamente necesarios para mantener el sistema económico actual, al que ya estamos acostumbrados. No propongo ni remotamente la vuelta a la era hippie setentera y que usemos todos el mismo pantalón toda la vida y lo heredemos a nuestros hijos. Lo malo de nuestra fiebre consumista actual, como en cualquier “ismo” hay conductas irracionales, desmedidas, fanáticas. No necesitamos muchos pares de zapatos, ni renovar el auto cada año, ni ropa de diseñador exclusivo, ni aparatos para bajar de peso debajo de la cama o usados como percheros para ropa sucia, ni cremas antiarrugas para mantener el amor de un marido que ronca y huele a cerveza. Un buen ejemplo de los sobreprecios que pagamos por las marcas son precisamente los productos genéricos o de marcas libres. Sabemos que pueden costarnos hasta 70-80% menos que su contraparte de marca. Esto no desmiente el hecho de que el público busca marcas. Sigue habiendo de todos modos una marca que los respalda, pero ya no es la marca misma del producto. Los consumidores modernos no compramos ya nada si no está respaldado por algo o por alguien con un determinado prestigio. Una cadena de supermercados puede tener sus propios productos “sin marca” pero los respalda la marca misma del supermercado. Esta práctica evita para la comercializadora la necesidad de incrementar el precio por el uso de la marca de alguien más. El precio del producto sólo sufre el incremento que se paga por el respaldo de quien lo vende, y ya no de quien lo produce. Esta idea resulta bastante conveniente y no fue creada por generosidad y pensando en el bienestar del consumidor. Es sensatez pura, son reglas naturales de un mercado vivo, de una economía real que se autorregula. La gente quiere pagar menos
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y las tiendas quieren vender más. Nada más simple que esto. La larga cadena entre las materias primas y el producto bellamente empaquetado en el mostrador es tan compleja y cara que hasta podría parecer que el producto es realmente barato. Nos encontramos con precios tanto de productos como de servicios que, a todas luces, podrían ser mucho, mucho más bajos. En servicios es mucho más evidente la diferencia entre costo y precio al consumidor. El vendedor final es de todos modos el que gana mayor porcentaje en toda la cadena, 40% es lo normal y comúnmente aceptado. Si el consumidor paga 100 USD por algo, ese algo podría haberle costado 60 comprándolo directamente del distribuidor, importador o fabricante. Eliminando intermediarios es posible que lograra conseguir el mismo producto por 10 dólares o menos. Pero el mundo no funciona ya así. A través de toda la cadena hay gente que gana dinero, comisiones, porcentajes, etc. Esto está bien porque se genera empleos y se distribuye mejor la riqueza. Si sólo metemos productores y consumidores al juego, hay poco juego, se deja a muchos jugadores fuera. Cada día hay más gente deseosa de incorporarse en algún lugar de la cadena, directa o indirectamente y en la producción es cada vez más difícil, con la automatización se requiere cada vez menos de obreros en las fábricas. El mundo, el mundo real, vive de producir bienes o servicios y de que éstos sean comprados por alguien para, así, darle vueltas a un círculo siempre virtuoso. Que al productor le quede una cantidad menor que al vendedor final no es tan malo, sin esos vendedores finales, seguramente el productor vendería menos y haría menos negocio. Hay, digamos, una cierta co-dependencia sana. Además, las economías de escala, las que se generan donde hay grandes vías de promoción, distribución y comercialización, ayudan a que los productores puedan cada vez más hacer mejores productos a precios más bajos. El problema, y aquí hablamos de nuevo de los intermediarios rapaces y de los especuladores, es que no todo resulta en la práctica como en teoría debiera. El público termina pagando 10, 20, 30 veces el valor real de un producto sólo porque entre quien lo produce y quien lo vende hay toda una fila de manos y en cada paso de mano cada uno va sacando provecho y encareciendo el producto. Los trucos son todos trillados pero siempre efectivos para que el producto no parezca caro: celebridades o “expertos” que lo recomiendan, bellas modelos que hacen soñar con tener a alguien como ellas gracias al uso de un bien o de un producto determinados, etc. El simple truco de imprimir en las etiquetas 9.99 en vez de 10 aumenta significativamente la venta. 64
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El público sigue pensando que hay vendedores tan buenos que dan grandes descuentos o que dan algo gratis cuando adquieren lo que vende. Si algo es anunciado al 50% de su precio, ese 50% es su valor real. Si alguien te da 3 cosas pagando 2, el valor real de cada cosa es del 33% de ese precio, así de simple. Si los consumidores nos volvemos mejores compradores podemos hacer que los vendedores (productores, individuos, tiendas, grandes cadenas, etc.), se vuelvan más honestos en su marketing, en su publicidad y finalmente en sus precios, de cualquier manera la relación es imposible de romper, todo el mundo tiene que comprar algo, siempre, y esa relación puede volverse mucho más fuerte y estrecha si esa honestidad es la base. A partir de esta crisis habrá, sin embargo un fuerte reacomodo en la producción mundial y esto se reflejará en los precios, los márgenes de utilidad se reducirán y la demanda caerá tanto que los intermediarios y especuladores quedarán también casi sin margen de maniobra. La era de los productos baratos hechos en Asia quedó casi atrás. China y la India, los dos gigantes con mayor capacidad manufacturera están en crisis también, para ellos será menos severa. China tiene dinero, un gobierno corrupto pero fuerte y estable, un mercado interno que crece pujantemente y la planta industrial más grande y eficiente del mundo. Pero muchas fábricas están quebradas y/o a punto de cerrar. Europa Occidental y los Estados Unidos que desmantelaron sus fábricas para mudar la producción y bajar sus costos y se volvieron simples distribuidores y comercializadores de manufacturas asiáticas, básicamente de China. Lo que en su momento sonó como la gran idea ahora se revierte, y al ya no poder comprar las enormes cantidades de productos que adquirían antes, frenan el crecimiento y el ritmo de la producción. El incremento de materias primas se aúna a este problema y hace impensable que se recupere el mercado ideal de producción masiva a precios bajos. China ya no podrá depender de su fama de gran productor de bajo costo. Sólo evitando intermediarismos innecesarios podremos seguir comprando sin vernos demasiado afectados por los nuevos precios de los nuevos mercados. Hacer que todos los países dependan lo menos posible de lo que hagan los demás será más que deseable. Que lo que hagan los chinos o deshagan los americanos tengan repercusiones marginales debe ser una meta de muy corto plazo. A los chinos les hará muy bien empezar a comprar más del exterior y nivelar su balanza, tener un comercio más de doble vía con el resto del mundo. Las navieras que envían miles de contenedores repletos pueden sanear sus finanzas si dejan de regresar a puertos chinos con los mismos contenedores pero vacíos.
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Dicho de una manera muy simplista, la economía de un país es sana cuando se basa equilibradamente entre lo que compra lo que vende y lo que produce. Los EE.UU. dejaron de producir y se dedicaron a vender y a comprar, más del 75% de su economía reciente se basaba en su consumo. China se puso a producir, a sobreproducir y vendió mucho pero compró poco. De no haber sido por la compra de materias primas de países pobres, el balance actual sería aún más desfavorable para todos. La ventaja es que los mercados, como el agua, toman su nivel correcto por sí mismos tarde o temprano. Sólo tenemos que evitar que haya mano negra de supuestos genios financieros, o de maestros de la mentira. A un mercado justo se llega sólo con dirección humanista, con administración social y con publicistas, mercadólogos y vendedores honestos.
Un mundo libre, sin el imperio norteamericano
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¿Estamos frente al fin del imperio norteamericano? Definitivamente sí, al menos como lo conocemos. Líderes dementes, fanáticos, ignorantes y sin un gramo de humanismo como George W. Bush han llevado al abismo a los imperios decadentes que heredan. La construcción del imperio norteamericano, relevo histórico del imperio británico, fue fruto de trabajo arduo, inteligencia excepcional, estrategias claras y efectivas. Los métodos y las ideologías que lo sustentaron han sido y seguirán siendo fuertemente cuestionados pero consiguieron los objetivos planteados. Su efectividad y profesionalismo como empresarios es algo que nunca se les podrá negar. Como todo imperio que se respete, los estadounidenses y sus líderes cayeron en excesos dentro de una desmesurada ambición. En las últimas décadas su pretensión de mantenerse como hegemonía y creer contar con recursos ilimitados los llevó a estrellarse contra el muro de la realidad: más que poderosos, han sido soberbios. Bush, más que ambicioso, fue estúpido. Igual que Hitler, supuso en su demencia que, de algún lado, milagrosamente, surgirían los recursos militares, económicos y humanos para continuar con su sueño imperialista. HIpotecando, endeudando irresponsablemente el futuro de su país tuvo aire para llegar al final, pero no de sus planes, sino del liderazgo estadounidense en el mundo. Sólo una sociedad en decadencia podía haber elegido o aceptado como presidente a una caricatura ramplona de vaquero de película barata como Bush. Quién mejor que él, arrogante, fanático, alcohólico, necio e ignorante para cerrar el ciclo de abusos del imperio yankee y 66
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cargar con esa vergüenza. Nadie lo pudo haber merecido más. No dudemos verlo en los próximos años, merecidamente, envuelto en un juicio penal. Desde la administración de Bush padre la economía daba ya signos de debilidad crónica. Recordemos que fue precisamente el desaliento generalizado lo que hizo que Clinton llegara, contra todo pronóstico, a la Casa Blanca, a arreglar la economía de los EE.UU. Ocho años más tarde, cuando parecía que lograría permanecer al mando a través de su sucesor político natural, Al Gore, Bush junior en complicidad con su hermano, entonces gobernador de Florida logra lo imposible: hacerse de la presidencia luego de haber obtenido menos votos. Echa por la borda los “buenos resultados” obtenidos por la administración anterior y se dedica vehemente a conducir a los norteamericanos a la peor de las aventuras posibles: expandir más el imperio sabiendo perfectamente que no le alcanzaba ni para lo que a duras penas mantenían ya. Con políticas económicas erradas, crecimiento incontenible de las deudas interna y externa, una población endeudada hasta el cuello, una contracción tremenda de la producción industrial, el mercado inmobiliario colapsado, los precios del petróleo en caída libre, gastos militares insostenibles, etc., llega el fin de la dominación norteamericana de los mercados internacionales, se desvanece su liderazgo político. Por si todo esto fuera poco, la injusta, absurda y estúpida guerra contra Iraq (sin contar la de Afganistán) ha costado hasta ahora, además de por lo menos 650,00011 vidas humanas (sin contar personas heridas que son ya más de 1,300,000), más de 3,000,000,000,00012 USD contra un estimado inicial de 50,000,000,000 ya de por sí exagerado y absurdo. Cada segundo se gasta más de lo que cuesta el sueldo anual de un obrero calificado en la frontera de México con Texas. Pero como habrá que pagar ese dinero con sus respectivos intereses, porque ese dinero es, digamos, “prestado”, y habrá también cubrir los costos derivados de la guerra misma (pensiones, indemnizaciones, reparaciones, sustitución de equipo, rehabilitaciones, etc.), podemos ya decir que ésta es una deuda impagable. Bush no buscaba acabar con un tirano ni instaurar ninguna democracia, quería hacer negocio con la guerra como pretexto, pero, los más de 400 millones de dólares “invertidos” diariamente en Iraq podrían haber sido infinitamente más rentables inyectados en la economía real de un país que lo necesitaba, que lo pedía a gritos, su
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11.- BBC News, actualizado hasta el 6 de agosto del 2008, http://news.bbc. co.uk/2/hi/in_depth/629/629/7036068.stm 12.- Cifra publicada en el Times por Joseph Stiglitz y Linda Bilmes el 23 de febrero de 2008, http://www.timesonline.co.uk/tol/comment/columnists/guest_contributors/article3419840.ece
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propio país, los Estados Unidos. Durante la tragedia provocada por el huracán Katrina se confirmó que las prioridades del gobierno de Bush no incluían la seguridad de su pueblo como lo anunciaba en los medios. La devastación sufrida por una ciudad con altos índices de pobreza especialmente entre la población negra pudo haber sido evitada o, por lo menos, minimizada si no se hubieran hecho recortes presupuestales para la protección contra un fenómeno natural muchas veces anunciado en el pasado por investigadores serios. La vida de muchas personas se pudo haber salvado si no hubiese habido negligencia y falta de interés por parte del gobierno bushiano. La guerra externa era la única prioridad. El dinero de esta guerra contra los “enemigos” de los Estados Unidos podría haber hecho dos cosas: 1.- Terminar con los rezagos educativos y de seguridad social en la clase baja de ese país y 2.- Haber disminuido dramáticamente los niveles de pobreza en países del tercer mundo en donde, por cierto, existe el más enraizado sentimiento antiamericano. Bush tendría menos problemas y menos enemigos pero el muy estúpido “invirtió” ese dinero para lograr exactamente el efecto contrario. Muchos economistas, sus asesores entre ellos seguramente, tienen la inmoral idea de que las guerras son buenas para la economía, la segunda guerra mundial y luego la posguerra ayudaron a que tanto los EE.UU. como el resto del mundo salieran de la Gran Depresión y apoyan en esto su teoría. No sólo los resultados devastadoramente negativos de las guerras en Vietnam, Afganistán e Iraq demuestran lo contrario, basta un poco de sentido común para suponer que debe haber mejores formas de solucionar los problemas económicos rápida y efectivamente sin que haya sangre de por medio. Para que esa idea funcione es necesario mantener la guerra ininterrumpidamente y esto es lo que han hecho los EE.UU. La idea es inmoral y estúpida, punto. A pesar de haber sabido siempre de la inocultable vocación bélicomercantilista del imperio yankee, me sorprendió sobremanera descubrir, hace apenas un par de años, la existencia de una empresa que es seguramente una de las más representativas de la decadencia moral del capitalismo y su infame afición por el negocio de la guerra. Blackwater USA, que se ha transformado en Blackwater Worldwide se dedica a vender precisamente el producto preferido de Bush y sus secuaces: la guerra. Esta empresa, que es en realidad un ejército mercenario, un ejército privado, vende sus servicios “profesionales” como militares a sueldo. En Iraq obtuvieron un contrato, sin licitación ni concurso, para resguardar personal e instalaciones diplomáticas estadounidenses y para ello han contratado “expertos de nacionalidad norteamericana y de otros países” que según cifras no oficiales podrían llegar a cerca de 68
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100,000 (30,000 por lo menos13), y ha recibido del Pentágono más de 300 millones de dólares. ¿Un imperio así, en donde se dan fácilmente las condiciones para que “empresarios” privados creen una compañía que contrata y alquila mercenarios, merece seguir controlando al mundo? Y si hablamos de la negra lista de atrocidades cometidas en nombre de la libertad y de la democracia por la nefasta CIA que ha gastado miles de millones asesinando directa o indirectamente a los opositores de los “ideales” de los Estados Unidos dentro y fuera de este país. No sobra recordar ahora que George Bush padre fue director de la CIA de 1976 a 1977 y era además, ya para esa época, un influyente y millonario petrolero. Hay miles de formas mejores de gastar y/o invertir los recursos en vez de comprar armas y pagar soldados, sobre todo cuando son limitados: investigación, ciencia, desarrollo, productividad, infraestructura, educación elemental, servicios básicos de sanidad, etc. Con todo el “dinero de aire” que se movió de los mercados financieros a las arcas del Tesoro Norteamericano nada se hizo para asegurar un futuro favorable, por el contrario, se dilapidó en estupideces, locuras. Todo ese dinero, tirado a la basura, hubiera hecho menos daño. La mayor fortaleza de ese país durante las últimas décadas fue una poderosa clase media que tenía niveles de consumo impresionantes y hacía parecer a los EE.UU. casi como un paraíso de bienestar y satisfactores materiales. Esa clase media está disolviéndose. Las desigualdades se harán más evidentes. Según algunos analistas los EE.UU. son ya una de las 15 economías con mayores desigualdades sociales. Estados Unidos pasó de ser el mayor acreedor en la década de los setentas a ser el mayor deudor en la primera década del siglo 21. La deuda actual de los EE.UU. una cuarta parte de la deuda total del mundo, hasta enero de 2009 asciende a más de 10,631,000,000,000!14, lo que significa que cada norteamericano, hombre, mujer, niño, anciano, debe por lo menos $34,800 dólares. Lo peor del caso para los Estados Unidos es que sus principales acreedores son China, Rusia, Japón, Alemania y el Reino Unido, quitando a este último, que por cierto es la segunda nación más endeudada15, no parece como que los otros sean considerados como
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13.- Según reportes de la prensa internacional: http://abcnews.go.com/Politics/ Story?id=3623111&page=1, http://www.nytimes.com/2007/09/23/weekinreview/ 23burns.html?_r=1&n=Top/Reference/Times%20Topics/People/B/Burns,%20John% 20F.&oref=slogin 14.- Se puede consultar esta cifra diariamente en el sitio oficial de la Secretaria de Tesoro de los EE.UU. en http://www.treasurydirect.gov/NP/NPGateway 15.- World Fact Book de la CIA, https://www.cia.gov/library/publications/the-worldfactbook/index.html
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aliados o “amigos” de los yanquis? China y Rusia han invertido una cantidad impresionante de su dinero comprando dólares y Treasury Bills, los famosos bonos del tesoro y otros instrumentos americanos. Estas economías crecieron con el apoyo político y estratégico norteamericano, a cambio han invertido sus ganancias en papel respaldado por la Reserva Federal. Pésimo movimiento en el tablero por parte de los EE.UU. Ya no necesitan sus “ex enemigos” una guerra, ni fría ni caliente, para acabar con ellos. Deshacerse de sus dólares y bonos sería una auténtica bomba contra la economía norteamericana. Y ya no le venderían a ellos, pero el simple mercado interno chino puede sustituir al mercado de consumidores norteamericanos en un plazo corto. Los americanos eran el principal cliente de los chinos, es cierto, pero revendían muy buena parte de esos bienes a otros países que ahora pueden tranquilamente negociar directamente con China. Además, los norteamericanos no tendrán dinero para comprar ni para ellos mismos, la deuda crece minuto a minuto mientras la economía de los EE.UU. se hunde al mismo ritmo. Con menos empleos y menos mercados que controlar, pagar esa deuda le resultará imposible. Un ataque contra el dólar unido a la pérdida internacional de la confianza en los bonos, pagarés y demás instrumentos de su industria financiera los llevaría a una miseria inimaginable. En los próximos meses seremos testigos de la historia. Veremos en vivo transcurrir los pasos del fin del imperio norteamericano. Cuando la recesión se les vuelva depresión y su moneda, el otrora omnipotente dólar, deje de tener el valor que tuvo y de ser la moneda referencia y el eje del comercio internacional, tendremos ante nosotros el merecido final de un país líder que, al final, cuando tenía todo en contra, decidió apostar por el todo o nada… hizo todo mal, y se quedó con nada. Afortunadamente (creo, espero), el mundo está listo para no caer nuevamente en la tentación de seguir mansamente a las naciones líderes, a las superpotencias. Europa decidió unirse y crear un bloque lo suficientemente sólido para sobrevivir con menos dolor a la crisis y creó una moneda que se mantiene relativamente estable. Las economías de los países miembros de la Unión Europea están menos endeudadas y con mejores bases. Sus empresas sobrevivientes son bastante productivas y eficientes. El mundo se dirige a la multipolaridad, ya no hay un sólo rumbo. Asia sigue creciendo y, aunque China es el gran gigante de la región, economías como la de Corea del Sur, Japón, Malasia, Singapur, pueden decirle a sus ciudadanos que mantengan la confianza en que la crisis será superada sin demasiados sacrificios. El medio oriente, África y Latinoamérica, especialmente ésta última, tienen muchas tareas pendientes. Muchos países de estas regiones deben aprender a sobrevivir sin cabeza, sin políticas impuestas en Washington o Nueva York, deben 70
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dar ese paso. Los que ya estaban fuera del círculo de control norteamericano como Cuba, Ecuador, Bolivia y, sobretodo, Venezuela, deben actuar ya desde ahora sin polarizar más sus posturas y desradicalizar su discurso, el “enemigo” ya no lo amerita. Muchos norteamericanos, políticos y ciudadanos comunes, han negado siempre ser un imperio a pesar de las evidencias en contra de esta idea. Pronto podrán afirmarlo sin equivocarse, cuando su economía sufra la gran implosión. Dejar de ser imperio los tiene a ellos como principal beneficiario. Les costó demasiado dinero, demasiadas vidas, demasiado de todo serlo. Es una auténtica ironía que en las últimas décadas hayan tenido incluso que endeudarse para mantener su status. Y es irónico pensar también que los demás los seguíamos o los temíamos por su aplastante poderío sin caer en cuenta de que ¡fanfarroneaban usando nuestro propio dinero! En la historia de la humanidad los grandes imperios no cayeron por las fuerzas o superioridades de sus oponentes, sino por debilidades internas que minaron sus bases y provocaron la corrupción generalizada del estado y la descomposición del tejido social. Así cayeron los imperios asirio, egipcio, griego, romano, español, turco, e inglés y el estadounidense como siguiente en la lista. El gran imperio romano tuvo en sus últimos días un declive acelerado del poder en manos de sujetos cada vez más estúpidos y sanguinarios asesorados por locos y por usureros. La población pensaba con soberbia que su modo de vida era el mejor posible, eran ambiciosos, insensibles, improductivos, querían vivir de los frutos de las conquistas del imperio. No tardó mucho en derrumbarse el castillo en el aire. Hay similitudes con el nuevo imperio que cae. La historia siempre se repite, irremediablemente. La estudiamos, pero no aprendemos mucho de ella. De lo que sí estamos seguros es que todos los imperios caen, los Estados Unidos de hoy no serán la excepción, pero no hay que soltar el llanto, no se pierde un campeón de la libertad y de la democracia como ellos se autodefinían, la norteamericana nunca ha sido una democracia, es y ha sido una dictadura de la codicia.
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Ahora el imperio de la razón
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El imperio norteamericano, como los demás imperios históricos sucumbe, llega a su fin y nos toca a nosotros, para bien o para mal, ser testigos de este hecho. Pero el mundo está acostumbrado a vivir bajo el imperio de algo o de alguien. No sería mala idea que optáramos esta vez por someternos a un imperio benéfico en todos los sentidos, el imperio total 71
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y absoluto de la razón. Ok, suena a utopía y demagogia barata pero, ¿que imperio o qué ideología no ha sido utopismo y demagogia? Ya hemos caminado lo suficiente y hemos llegado lo bastante lejos como para poder presumir que estamos bastante llenos de información, experiencia y, siendo optimistas, hasta un poco de sabiduría. La mayor ventaja que tiene o tendría un hipotético imperio de la razón es que junto con él llegarían otros dos imperios por demás positivos, el imperio de la ley y el de la justicia. Aunque no lo parezca o nos empeñemos en que no lo parezca, todos deseamos vivir en un mundo mejor, esta idea cabe hasta en las mentes más corruptas y faltas de valores éticos. Ni siquiera los narcotraficantes, sicarios, tiranos, secuestradores, dictadores, etc., desean un mundo peor que éste para sus hijos. Es simple sentido común, estar bien, es bueno para todos. Estamos en esta penosa situación porque no hemos visto y no hemos querido ver los problemas objetivamente. No hay nada de lo malo que nos rodea que no pueda ser mejorado. Lo único que hay que hacer es levantarnos cada día con el claro objetivo de abrir bien ojos y oídos, y tratar de actuar de manera civilizada y razonable y de proponerle a los demás que nos sigan en el nuevo juego. Ya no hay que destruirse uno a otro, ahora la diversión radica en ayudarse el uno al otro. La absurda depredación de la naturaleza, el consumo irracional de recursos, el imperdonable desperdicio de alimentos, la incomprensible obsesión de consumir mecánicamente, etc., son cosas que, de quererlo, podemos cambiar de un día para otro, no necesitamos esperar a que transcurra otra generación. No necesitamos siquiera recursos, ni de tiempo ni materiales para hacer cambios radicales en nuestras formas irracionales de vida. Y me voy a permitir un ejemplo: Uno de los mayores problemas que tenemos es el de la falta de alimentos. Este problema, gracias de nuevo a los especuladores, se ha venido agravando durante los últimos meses. Sin embargo, quitando al África sub-sahariana, existen recursos naturales suficientes en los demás países para, por lo menos, evitar hambrunas o enfermedades y muertes producto de baja o mala alimentación. Basta tan solo con hacer una mejor administración y distribución de recursos. Los humanos afortunados nos hemos habituado demasiado a la abundancia que el desperdicio de recursos nos parece algo inocente e inofensivo. En todas las cocinas, tanto de casas como de restaurantes, hay desperdicios condenables de alimentos. Tanto es así, que en los tiraderos de basura hay miles de personas que viven de las toneladas de comida que llegan hasta allí aún en buen estado. Utilicemos el 100 de los comestibles que adquirimos, siempre hay alguna manera de evitar desperdicios. Las cáscaras de las frutas se tiran siempre y con abundante pulpa o carne pegada. ¿No sería buena 72
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idea hacerse infusiones o hasta tratamientos de belleza con ellas y ahorrarnos la compra de vitaminas o cremas? En todas nuestras actividades y hábitos de consumo podemos encontrar la manera de ser consumidores conscientes y racionales. La razón es la que nos ha hecho fuertes pero la sinrazón ha evitado que lleguemos más lejos. Se supone que las leyes tanto religiosas como humanas han sido creadas para imponer la razón y que a nadie le quede más remedio que acatarla de uno u otro modo. La existencia misma de las leyes demuestra que no hemos sido capaces de entender y acatar la razón por nosotros mismos y necesitamos que algo o alguien nos la imponga. Ahora que tenemos más educación y más herramientas tecnológicas podemos lograr cambios significativamente cualitativos y hasta mantener algunas costumbres de lo más irracional. ¿No sería, por ejemplo, buena idea que en la Tomatina, festival en Valencia España donde los más de 20,000 participantes se lanzan unos a otros más de 100 toneladas de tomates, se usaran tomates de imitación con salsa roja sintética dentro?
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Las recomendaciones son muy simples:
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•No creamos todo lo que vemos u oímos sin analizarlo críticamente. Es prácticamente imposible que un medio de comunicación o un anuncio publicitario o propagandístico no diga la verdad pura y desinteresada. Nadie lo hace, probablemente tampoco nosotros lo haríamos. Que no nos sorprenda que ellos vean sólo cómo sacar provecho para sí mismos. Es lo que casi cualquiera haría. Si saben que somos más críticos y analizamos con lupa sus frases, cambiarán la estrategia y la competencia entre ellos podría llegar a ser en el sentido de ver quién dice más verdades que mentiras bien disfrazadas. •Ponderemos pros y contras de cada opción antes de tomar decisiones. Nada puede ser tan bueno cómo parece. Además, lo más seguro es que estemos autoengañándonos si se trata de ganar o recibir algo que a todas luces no podríamos haber obtenido de otra manera. Las estadísticas no mienten, en promedio, ocho de cada diez negocios nuevos cierran antes de dos años. Las posibilidades de ganar un sorteo o la lotería son una entre cientos de millones. Leer un libro sobre cómo Warren Buffet hizo millones de la nada nos da tantas posibilidades de lograrlo lo mismo, como de ganar un campeonato mundial de boxeo tan por leer la biografía de Muhammed Ali. Ser objetivo nunca es ser pesimista. •Nunca pensemos que nos fue mal hasta que haya pasado un cierto tiempo y podamos ver, objetivamente, el balance. Muchas empresas,
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muchos individuos han tenido sus mejores épocas después de grandes crisis. Leer las biografías no garantiza que podamos imitar el éxito de los personajes pero sí nos ayuda a poner en la balanza justa tanto nuestros errores como nuestros aciertos. •Aprendamos de los errores pasados y de errores ajenos. Es muy raro que pase algo que no haya pasado antes y los motivos suelen ser los mismos tanto para las cosas que resultaron bien como para las que terminaron en fiascos. Experimentar en cabeza ajena es gratis. •Lo que parece fácil de lograr y ofrece resultados buenos, puede en un momento dado resultar difícil y tener malos resultados. Que algunos tengan suerte y hagan dinero rápido en una determinada inversión no garantiza que todos tengamos la misma suerte. Pongamos de ejemplo las pirámides de inversión en donde sólo los primeros ganan. La mejor manera de esperar la suerte es trabajando duro y honestamente, esto siempre tiene recompensas seguras. •No tomar demasiadas decisiones basadas en la apariencia física o la posición social de la gente, recordemos que los causantes de esta crisis eran todos tipos de buena pinta y miembros de clubes exclusivos. Esto aplica para productos y servicios también. La cultura del fraude alienta el abuso en el uso de la imagen cuidada y truqueada para obtener lo que se quiere. No sería mal momento para poner a los asesores de imagen y publirrelacionistas a estudiar un oficio realmente honesto. Si quieren un mundo “nice” podrían ponerse a plantar más árboles •No dar por sentado que algo es conveniente sólo porque alguien en mejores condiciones que uno lo sugiere o lo recomienda. En la publicidad usan siempre alguien famoso, rico, prestigioso, bello, etc., para confundirnos y hacernos creer que si ellos lo recomiendan debe ser bueno. Recuerda que por “prestar” su imagen reciben a cambio mucho dinero. Obliguemos a los publicistas y mercadólogos a usar argumentos serios y objetivos para convencernos de comprar lo que nos ofrecen. Somos nosotros los que pagamos sus autos de lujo, si sólo compramos lo que realmente es bueno para nosotros por sus características reales, obligaremos a estos genios a contratar modelos o actores que no sólo repitan un guión “ingenioso y astuto” y que no basen el éxito de la campaña en las bonitas piernas o la encantadora sonrisa de quien anuncia. Esto debe además ayudar a ofrecer productos menos caros. Para esos publicistas y mercadólogos podrían darle una mano a los asesores de imagen y publirrelacionistas con la más útil campaña de reforestación. Vivir dentro de la razón es posible, no hay opción, tampoco hay más tiempo. Tenemos todo para empezar hoy, no esperemos a mañana.
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Capítulo 4
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La reversa
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“Los lugares más oscuros en el infierno están reservados para aquellos que mantienen su neutralidad en tiempos de crisis moral.” Dante Alighieri, poeta florentino 1265 - 1321
Preparando el cambio
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Los chinos, que algo saben de cómo enfrentar la vida con una filosofía milenaria, sabia y ejemplar, usan en mandarín la combinación de signos 危机 (wei-ji) “peligro” y “oportunidad”, respectivamente, para representar el concepto de crisis. Los tiempos difíciles lo son sólo para aquellos que no están preparados. Para los demás las oportunidades no sólo pueden ser muchas, también pueden ser únicas e irrepetibles. El mundo ha estado envuelto en tantos malos momentos en la historia, que ya hay suficiente experiencia y conocimientos acumulados para sortear casi cualquier nueva crisis. Afortunadamente, y esto es lo mejor de todo este embrollo, o quizás lo único bueno, es que ya “aprendimos” una o varias “nuevas” lecciones. Tratemos de que en lugar de matarnos, nos haga más fuertes. Necesitamos dejar bien claras estas lecciones y empezar a actuar, pero rápidamente, luego de tantos parches en vez de remedios al problema, ya no nos quedó más tiempo que perder. Hasta el momento en que estoy cerrando la edición de este libro aún no se ve acciones ni reacciones contundentes por parte de la gente común, la verdaderamente afectada en la crisis. Aunque hay ya suficiente información como para suponer que estamos ante una ola que puede revolcarnos, la mayoría permanece poco activa en la búsqueda de soluciones. Mantienen la esperanza infundada de que no puede ser tan grave la cosa. Seguir más tiempo así puede complicar más el problema. Mucha gente con la que me he encontrado sigue pensando que se trata de otra simple crisis, como esas a las que tanto estamos acostumbrados, sobre todo en países en desarrollo como el mío. Más que de planes, se habla de “fe” y “confianza”. Yo tengo mucha fe en Obama, me dijo la mayoría. ¿Conocen bien su propuesta, su plan de trabajo, la gente que formará su gabinete? Les pregunté. “No” o “poco” respondieron todos. Unas semanas antes de la toma de posesión, se confirmó la declina-
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ción por parte del aún gobernador de Nuevo México, Bill Richardson a la invitación del entonces presidente electo Obama para ser su Secretario de Comercio, la razón, es investigado por haberle dado un contrato en su estado a una compañía de California de la que un amigo y colaborador suyo había recibido un cuarto de millón de dólares. ¿Y a él se le iba a pedir que encabezara la política comercial de Obama? Luego propone como Secretario del Tesoro a Timothy Geithner quien no pagó 34,000 dólares de impuestos mientras trabajó para el Fondo Monetario Internacional. ¡Haber trabajado para el FMI era ya de por sí mala referencia! Además, hasta su nombramiento era presidente del NY Federal Reserve Bank. En el cargo al frente del banco que mantiene la mayor cantidad de reservas de oro, por lo menos en los EE.UU., no “vio” la crisis bancaria y financiera que se avecinaba. El presidente mantiene en su cargo al Secretario de la Defensa de Bush y llena su gabinete de “experimentados” clintonistas comandados por Hillary quien se encargará de la ultrapoderosa Secretaría de Estado, el grupo de clintonistas no será muy disciplinado con quien les arrebató la presidencia. La ex senadora por NY aún tiene que explicar mejor las ayudas que ha dado a quienes han hecho millonarios donativos a la fundación de su esposo. Otro de los signos preocupantes, y prueba de que la jerarquía yanki ofrece más de lo mismo, es el círculo de asesores económicos de Obama entre quienes están los ex secretarios del Tesoro Larry Summers y Robert Rubin, el multimillonario Warren Buffet y el ex presidente de la Reserva Federal Paul Volcker. La especialidad de este grupo es la de crear dinero de sólo papel y hacer malabares con la economía financiera. Resulta más que preocupante que se pida consejo a la misma gente que causó la crisis. Obama puede tener buenas intenciones pero no puede formar un buen equipo de operadores políticos, financieros y comerciales para rescatar al país, que sean honestos y absolutamente democráticos e incorruptibles, porque no los hay. Ah, por cierto, algo para alimentar más las dudas, Rahm Emanuel, judío que fue voluntario en la primera guerra del golfo y es defensor de la guerra contra Iraq, es el nuevo jefe de gabinete, “el jefe del ala oeste”, el hombre más cercano a las decisiones del presidente. Director financiero de la campaña electoral y ex asesor de Bill Clinton, Emanuel fue también director de un pequeño banco de inversión en donde en sólo dos años ganó más de 18 millones de dólares y tejió una poderosa red de contactos en ambos mundos, el político y el financiero. Por todo esto es que no debemos confiarnos en lo que hagan o deshagan los políticos, exijámosles cordura y sensatez pero hagamos nosotros nuestras agendas personales sin importarnos demasiado las de ellos. Necesitaremos medidas concretas, bien estructuradas y tener no 76
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Problema no. 1: Habrá menos dinero disponible. Una recesión es un estancamiento, un paro o desaceleración de la actividad, de la económica principalmente. Los consumidores gastan menos, los productores producen menos y el círculo termina por atrapar a todo el mundo dentro. El cliente que deja de comprar, por ejemplo, periódicos y revistas hace que la editorial compre menos papel, menos tintas y que despida reporteros y obreros que dejarán de comprar otras cosas, producidas por empresas que, a su vez, despiden personal que se suma como eslabones adicionales de la cadena que forma ese círculo vicioso. La falta de consumo por falta de dinero genera inevitablemente desempleo, una alta tasa de desempleo puede provocar una depresión en la que los pocos que tienen algo de dinero compran únicamente lo más indispensable.
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Propuesta: Razonar y racionar el gasto. No se puede, no se debe dejar de gastar. Dejar de comprar, aunque se tenga menos dinero para ello, tiene un efecto favorable en el muy corto plazo pero, como vimos en el detalle del problema, acrecentaría el tamaño de los círculos viciosos y aceleraría su crecimiento. Cuando el auto se queda sin gasolina hay que usar el restante para acercarnos a la estación de servicio lo más posible. Para evitar que la economía siga frenada hay que gastar, hay que hacer que circule el dinero que queda, aunque sea poco. Obviamente hay que volverse mucho más inteligentes en el gasto. Tenemos la herramienta de reactivación en las manos, nuestro dinero puede servir para que sobrevivan, para que no cierren más empresas. Tenemos que gastar más en productos o servicios de empresas que dan algo bueno a un precio justo, algo que realmente necesitamos y que nos puede ayudar a estar bien objetivamente. Debemos darle el poco dinero a quien pueda hacer más con él, alguien que genere empleos y riqueza. No deberemos gastar, por ejemplo, en comprar boletos de cientos de dólares para ver un espectáculo de alguien que sólo emplea a un grupo pequeño de asistentes a quienes les paga menos de lo que gasta en perfumes o en ropa interior. Gastemos más en comida, ropa, diversión, educación, viajes, etc., pero sin lujos, sin dispendio, no gastemos un solo centavo poniéndolo en manos de especuladores o “magos” del dinero. Que cada centavo que salga de nuestro bolsillo vaya al de alguien que genere riqueza en la economía real, alguien que haga pan o zapatos durables o produzca mejor tecnología y más barata y que genere más empleos con sus excedentes en vez de gastárselos en lujos personales. Ninguna economía, ni la de una empresa ni la de un país, puede mante-
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nerse mucho tiempo vendiendo productos o servicios malos y/o caros. Los EE.UU. y sus empresas usaron la propaganda y la publicidad para vender lo que se les dio la gana al precio que se les dio la gana. Otros países menos “aptos” para el marketing recurrieron a los subsidios y al proteccionismo de su producción para ser “competitivos”. Con un mercado de consumidores inteligentes no hay lugar para trampas como esas.
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Problema no. 2: Habrá menos crédito. Se dificultará la obtención de préstamos. En una recesión los bancos están menos dispuestos a prestar. Luego de la peor crisis crediticia en la historia es absolutamente normal esperar que las condiciones empeoren ahora.
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Propuesta: Hay que decirle adiós al crédito como lo conocimos. El primer paso es, por supuesto, no contraer más deudas, las deudas innecesarias están obviamente fuera de discusión. Las deudas ya contraídas habrá que liquidarlas o consolidarlas inmediatamente buscando pagar la menor cantidad posible de intereses y a la menor tasa posible. Los bancos tienen ya un tamaño de cartera vencida tan grande y tan en peligro de salirse de control que ofrecerán planes atractivos para cualquiera de las dos opciones, la liquidación con menos costo, descuentos o condonación de intereses, o bien, opciones para que en una cuenta se consoliden todas las deudas y sea más fácilmente manejable el pago. Uno de los principales detonantes de la mega crisis global fue sin duda, la crisis crediticia. Tal vez ésta sea, en parte, una cosa buena. Recuerdo que cuando era niño oía a casi todas las personas grandes decir algo que era, además, muy común: “a mí no me gusta andar comprando a plazos y que me anden buscando para cobrarme; yo, sí tengo, lo compro, si no tengo, me aguanto”. Mi madre trabajó toda su vida con un salario bajo y nunca pidió un sólo crédito, nunca tuvo una tarjeta de crédito. Vive ahora tranquila sin haber tenido jamás una sola deuda. Es bien sabido que las amas de casa, en especial las de antes, han sido siempre las mejores economistas. Han demostrado siempre que se puede vivir perfectamente bien no sólo sin crédito, también con pocos recursos. Sin crédito se vivía mejor... pero llegó a Norteamérica un fenómeno que se enraizó allí y, como efecto dominó, contagió a los demás países occidentales, se trataba de una nueva forma de vida, el famoso “American Way of Life” la era del “paraíso del consumo”. La gente, eufórica y muy entusiasmada quería comprar todo lo que los nuevos mercado le ofrecían novedosa y atractivamente. ¡Quién quería quedarse sin auto, sin T.V., sin teléfono, sin frigorífico, sin su propia lavadora automática en casa! Ya no hacía falta ser rico para vivir con todas las comodidades de la era moderna. Podría vivirse sin todo esto, pero y, ¿parecer el tonto 78
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de la calle? Claro que no, si el dinero no alcanzaba para todo lo que se quería, pues para eso estaba el crédito, el crédito al consumo. Ya no era necesario tener dinero para comprar todo lo que se deseaba... a disfrutar ahora y a pagar después... ¡no faltaba más! El crédito se volvió la pareja natural del consumo. Pero ya no era sólo el deberle un dólar al negocio de la esquina por un par de litros de leche. Ahora todos debíamos muchos más dinero a más personas o negocios. Para facilitar la oferta del crédito surgen instrumentos cada vez más sofisticados hasta llegar a las tarjetas de crédito. Un solo instrumento y asunto resuelto, cada consumidor podía adquirir lo que deseara, casi en cualquier lugar en casi todo el mundo y pagarlo luego. Un auténtico paraíso de los compradores. Aquí nos topamos de nuevo, como en otras páginas de este libro, con ideas “geniales” que resultaron en auténticos fiascos. ¿Qué tenía de malo que alguien nos prestara dinero para que compráramos lo que necesitábamos? Hay crisis de crédito pero también de credibilidad. En el fondo estas dos palabras tienen el mismo origen después de todo. Si alguien creía que el cliente le iba a pagar estaba bien, suena bien, después de todo lo amparaba una firma, una carta o hasta una bonita tarjeta de plástico con su nombre y 16 números con combinación irrepetible. Hemos visto aquí mismo también ya en otras páginas que se habla de crisis de todo tipo menos de la más importante, la crisis moral. También tenemos crisis de honestidad. También tenemos crisis de valores. Todo habría ido bien o, por lo menos, no tan mal con un manejo más honesto de los recursos. Somos también muy vulnerables ante el autoengaño. Somos extremadamente malos para calcular riesgos objetivamente. Desde el momento en que alguien ofrecía algo a crédito estaba ya también calculando un costo adicional y en algunos casos hasta riesgo de impago. Pero los cálculos siempre son alegres, tenían que serlo, nadie saca al mercado un millón de productos pensando que no los venderá o que no se los pagarán. Todos los ejecutivos y managers y publicistas y vendedores tienen que ser extremadamente optimistas, no se les paga para ser lo contrario y decir que no pueden lograr los objetivos de ventas por más carentes de fundamento lógico que sean. Pero además, cuando alguien lo hace, es posible que no consiga o no conserve su trabajo. Por otro lado, el comprador tiene que ser alegre y optimista también, después de todo, si no tiene dinero, tiene crédito. Y si no es tan optimista, el mismo otorgante del crédito puede ayudarle a levantar la autoestima, le ayuda a gastar aunque sea un poco, para que se sienta vivo. ¿Qué importa si el crédito lo usa para una camisa de diseño exclusivo que no vale ni la décima parte de lo que cuesta y, para la comodidad del ocio,
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un sillón con vibromasaje y sonido estéreo para el Ipod? En muchos países, no tener seguro el empleo no fue motivo para desalentarse en la búsqueda del crédito, para eso están los seguros de desempleo, no faltaba más. Y mientras unos soñaban que podían pagar cualquier cosa, otros soñaban con vender cualquier cosa tanto a los que tenían, como a los que no tenían dinero. Las hipotecas subprime resultaron ser el peor instrumento de inversión posible precisamente porque estaban respaldadas por créditos para comprar casas, sobrevaloradas, a personas que no podían pagarlas, desempleados e incluso sin residencia legal en los EE.UU. muchos de ellos. El crédito no debe entenderse sólo como el que conocemos cotidianamente, con el que pagamos la cena y el par de jeans nuevos o la casa en 30 años... Esos son créditos al consumo o hipotecarios, los más peligrosos cuando no hay cultura crediticia por parte de los usuarios ni regulaciones correctas para quienes los otorgan. Sin embargo, existen otros tipos de crédito que pueden ser, y de hecho lo son, motores reales de desarrollo si se aplican correctamente en la economía real. Se trata de los créditos para el fomento y desarrollo de la producción. Créditos que sirven para que los emprendedores y las empresas cuenten con los recursos necesarios para nacer, crecer, desarrollarse y generar riqueza. Sólo que aquí hay un gran PERO. Este dinero para la producción o el desarrollo empresarial debería de ser sin intereses y sin garantías prendarias, de lo contrario el costo del financiamiento (intereses, recargos, etc.) se suman al costo del producto y si este no se vende y hay garantías que se hagan efectivas por incumplimiento de pago, pueden hacer que la empresa o fábrica cierre o tenga que compensar pérdidas aumentando precios de otros productos. La situación es más riesgosa aún cuando los consumidores compran productos financiados por el crédito haciendo uso también del crédito. Si deja de fluir el dinero y el crédito como en esta ocasión, los consumidores y los productores dejan de pagar y los bancos se quedan con las garantías. Resulta así que el único que gana es el único que no trabajó... es obvio sin embargo, que el banco no recupera todo el dinero pero, de todos modos, no era dinero de ellos, es más, ni siquiera se trataba de dinero real, y el dinero no cobrado lo absorbe el gobierno vía descuentos fiscales o rescates directos como hemos visto en estos meses. Estos créditos y estímulos deben ser otorgados y manejados por organismos descentralizados, autónomos, independientes, pero regulados, con recursos federales debidamente respaldados y sólo, o preferentemente, a quienes garanticen ofrecer el bien más preciado en la economía real: el empleo justamente remunerado. Vemos ahora por todas partes empresas que deben muchísimo más 80
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de lo que valen y que no les queda más remedio que cerrar para no seguir acumulando deuda y pagar con sus activos hasta donde alcance. ¿Realmente era necesario que crecieran tanto a costa de un endeudamiento descomunal? ¿Ser grande y poderoso por lo que se debe más que por lo que se posee, tiene sentido? Todos, consumidores y productores, crecimos “gracias” al crédito y tenemos una deuda conjunta que no alcanzarían a pagar ni nuestros nietos. ¿Cuál fue el caso? Los dueños de los bancos, no el de la esquina, hablamos de los bancos que tienen oficinas en Londres y Nueva York deben estar celebrando, incluso con bancos cerrados, porque ellos siguen siendo inmensamente ricos. El reciente rescate a bancos en Europa y en Estados Unidos que colapsaron o están a punto del colapso se debió a la crisis generada por el impago o la certeza del impago de los acreedores. La insolvencia generalizada para cubrir los créditos hipotecarios fue el tiro de gracia. Si el grueso del crédito se hubiese usado para estimular la producción en los Estados Unidos y Europa se habría generado una riqueza real con empleos sólidos y empleados que, con sueldo en mano, estarían ahora haciendo, felices y contentos, sus compras diarias y manteniendo viva y sana la economía de sus países. El sueño fue bonito mientras duró, muchos lo aprovecharon mejor que otros, eso sin duda, pero el costo de todos los errores, vicios y trampas deberá ser pagado ahora por todos.
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Problema 3.- Los dirigentes y gobernantes estarán tentados a mentir más. Es difícil llegar a la cumbre en las grandes corporaciones y en los gobiernos si no se cuenta con una muy probada habilidad para mentir. La gente está siempre ansiosa de que alguien le diga que todo va a estar bien y que la solución es sólo cuestión de tiempo si se confía en quien hace las promesas. Los que ya llegaron y los que están queriendo llegar a los escritorios donde se controla y gobierna han utilizado todo tipo de recurso, técnica y estrategia para convencer a sus votantes de elegirlos y confiar en ello. Pero ellos mismos saben, y lo saben muy bien, que nada o casi nada de lo que dicen es cierto o es poco posible en la realidad. Pero, después de todo, el público está listo siempre para ser engañado y los asesores de imagen y sus mercadólogos saben que sería tonto desaprovechar este campo virgen para el engaño. Con la crisis encima surgirán muchos más nuevos mesías, caudillos, salvadores y héroes que con frases formadas todas alrededor de palabras como cambio, justicia, etc., buscarán obtener el poder. El abuso de las promesas fáciles se incrementará porque
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también crecerá la necesidad de la gente de escucharlas.
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Propuesta: No creer en todas las ofertas de “salvación”. Si antes era necesario ser cautelosos con las ofertas de los “salvadores”, ahora lo será más. Tenemos que partir siempre del hecho de que lo más seguro es que se trate de simples promesas increíbles. Tenemos que analizar cada una de ellas y exigirle a los gobernantes y a los aspirantes a serlo que eviten la tentación de usar simples frases vacías.
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Problema 4.- Descomposición del tejido social, aumento de la inseguridad y violencia con incremento en los índices de consumo de alcohol, tabaco y drogas. Este será sin dudas uno de los problemas sociales más graves que enfrentaremos. Sin empleos suficientes o sin salarios suficientes, muchas personas no tendrán más remedio que unirse a las filas de asaltantes, timadores, defraudadores, secuestradores, traficantes, etc. Con mayores índices de pobreza y mayor descomposición del tejido social será muy difícil evitar o controlar la inseguridad. Desgraciadamente, una población empobrecida, sin empleos o con bajos salarios y, lo peor de todo, sin esperanzas de un mejor futuro, será caldo de cultivo para el incremento de la violencia y de la delincuencia y el surgimiento de nuevas formas de ellas.
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Propuesta: Durante las últimas 4-5 décadas se ha hecho más énfasis en la educación técnica, “productiva” aquella que permite la inserción de los jóvenes en el mercado laboral de manera más fácil. Aprender a manejar computadoras, números, operaciones comerciales, etc., es bueno, sin duda, pero la formación humanista, la inculcación de valores se dejó un poco de lado. Ser poeta, filósofo o artista verdadero no ayuda a obtener dinero fácilmente. Como sociedad tenemos que volver a tratar con prioridad, en la casa, en los centros de trabajo, en todos lados, valores que ayudan a una mejor convivencia. Tenemos que reconstruir, y de entrada, frenar la descomposición del tejido social. Tenemos que premiar, aunque no sea con dinero, el comportamiento ético y moral de nuestros amigos, familiares, compañeros de trabajo, vecinos, etc. A casi nadie le gusta sentirse excluido, pero en una sociedad en donde el crimen sí paga, y paga bien, es imposible evitar que incluso gente bien intencionada caiga en la tentación del dinero fácil obtenido de manera ilegal. Y cuenta aquí la ilegalidad tanto del asaltante violento que con arma en mano despoja de valores a cualquiera en la calle hasta los defraudadores de cuello blanco que dejan en la miseria a los demás sin más arma que una “sonrisa confiable”. 82
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Problema 5.- Habrá menos oportunidades de inversión La base del sistema financiero es la confianza. Cuando se intercambian valores, ambas partes deben confiar la una en la otra. El que recibe dólares cree que éstos tienen el valor impreso en ellos y el que los invierte cree y confía en estar comprando algo que le hará ganar, que le dará más valor a su dinero. En estos momentos nos encontramos ya en un callejón sin salida. Nadie cree lo suficiente en nadie más. Se está llegando a acuerdos basados más en el miedo de perderlo todo que en la certidumbre de poder ganar haciendo una buena inversión. De hoy en adelante será prácticamente imposible que vuelvan a surgir instrumentos chatarra de “inversión” y será mucho más difícil que estafadores como los presidentes y ejecutivos de las empresas y corporaciones financieras que vendían, promovían, calificaban y recomendaban esa basura bursátil, vuelvan a engañar al público. Las pocas inversiones serias y razonablemente seguras serán pocas y muy controladas.
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Propuesta: De hecho, las buenas oportunidades de inversión siempre han sido pocas y disponibles sólo para unos pocos. Las oportunidades que abundaron sobre todo en la última década en donde los rendimientos eran fantásticos, y de hecho de la fantasía no pasaron, son ya historia. La inversión debe hacerse bajo dos premisas, 1.- Debe usarse recursos sobrantes, excedentes de capital que pueden arriesgarse y 2.- Debe invertirse en instrumentos con riesgo bajo y controlable. Nadie más volverá a confiar en gente como Madoff que prometía lo que siempre ha sido posible sólo con mucha buena suerte o con muchas buenas trampas: ganar mucho sin hacer nada. El “milagro” fue posible por un tiempo creando burbujas, pero ahora vemos las negras consecuencias. Si tenemos excedentes quizás nos convenga comprar algo de oro, pero en monedas, no “oro digital” que puede comprarse por internet, ni acciones de compañías mineras, ni compra de divisas en sistemas tipo Forex. Jamás entremos en la bolsa, en ninguna bolsa. Si no somos inversionista profesionales no es momento de convertirnos en uno. Si no nos convencieron antes, ahora menos. Trabajar, producir y gastar en lo que más nos gusta es buena idea. Lo que sí debemos procurar ahora es mantener un pequeño ahorro que nos permita dormir tranquilo, la liquidez será factor clave de supervivencia económica en esta crisis. No haber tenido dinero en el banco, ni en ahorros, ni en inversiones, ni en seguros ahora me tiene contra la pared, pero me hace sonreír satisfecho sabiendo que los bancos no pudieron usar mi poco dinero para sus “magníficos” negocios especulativos. Si no tenemos excedentes de dinero, además de no tener qué pre-
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ocuparnos de qué hacer con él, tenemos una ventaja mayor, podemos dedicar todos los recursos a invertir en cosas que seguramente serán más redituables. A riesgo de parecer cursi, pero espero que sensato, debo confesar que me gusta “invertir” en estudiar y aprender más y compartir lo que sé con mis amigos con un buen café espresso en la mano. Saber siempre un poco más es lo que me ha dado de comer toda la vida, incluso ahora, con la publicación de este libro. Viajemos lo más posible dentro y fuera de nuestros países, aprendamos los idiomas y disfrutemos las culturas de nuestros vecinos cercanos y distantes, la diferencia en precio entre un auto de lujo y uno muy austero paga tranquilamente los gastos de un productivo viaje por el mundo. Tenemos que conocernos más y aprender lo más posible los unos de los otros. Invirtamos en lo intangible. Los mejores amigos que encontremos por la vida serán los que se fijen más en nuestros valores internos que en los internos y, para adquirir éstos, no necesitamos la tarjeta de crédito en el bolsillo. Dilapidar dinero es fatal. Dilapidar tiempo, salud, amigos, amores... es imperdonable.
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Problema 6.- Aumento del desempleo No hay manera de que los gobiernos o la sociedad le den empleo a todo el mundo, punto. No hay candidato en ninguna parte que pueda sostener sus promesas de generación de empleo. El empleo universal es una verdadera utopía. Las empresas invierten cada día más para optimizar procesos y emplear al menor número posible de trabajadores, y cada vez es más necesario que estos tengan algún grado de especialización. Por si esto fuera poco, la sobrepoblación mundial es tal que ni duplicándose mañana mágicamente la cantidad de empleos se solucionaría el problema. Ni siquiera los países más ricos e industrializados pueden hacer frente a este problema. La generación de baby boomers está por jubilarse, la automatización echa diario más gente a la calle, las empresas buscan países en donde el costo de la mano de obra sea lo más cercano a cero... El panorama luce cada día más gris.
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Propuesta: Hay que cuidar el empleo si no es posible conseguir otro igual o mejor. La oferta será mucho menor que la demanda y esto hará que mucha gente acepte trabajar de lo que sea y por lo que sea. Conservar el empleo aun cuando éste no es el ideal puede ser complicado y hasta frustrante, pero puede tomarse con algo de filosofía como algo temporal. Capacitarse bien, mantenerse actualizado y con una buena actitud ayuda a conseguir o mantener alguno de los buenos empleos que haya en el mercado. Tengamos siempre muy presente una ley natu84
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ral del mercado laboral, el último empleado en ser despedido es el que le resulta más útil o más productivo a la empresa. Lo más importante es buscar los mecanismos a nuestro alcance para evitar que las empresas que dan empleos cierren o hagan recortes. No importa en qué lugar del planeta estén las fábricas o los centros de producción o las oficinas donde están los empleados. Que haya trabajo es lo importante. Cuando los EE.UU. dejaron de producir y mandaron por razones de “lógica comercial” su producción a países asiáticos para reducir costos hicieron algo malo para ellos pero algo bueno para esos países. Que alguien produzca y crezca siempre es bueno. Sólo hay que reacomodar de manera inteligente las nuevas piezas. Los reacomodos naturales tienen sentido. Siempre hay que estar listos para cualquier ajuste o adecuación. Muchos fabricantes cerraron fábricas y se convirtieron en importadores, o exportadores o brokers (intermediarios) ellos tuvieron la capacidad de adaptación a reglas que ellos sólo obedecían. Los trabajadores, en cambio, tienen siempre menos opciones, pero no por eso deben aferrarse a hacer únicamente lo que saben hacer. Los expertos en telegrafía o en instalaciones telefónicas o en reparación de televisores de tubo de rayos, etc., tuvieron que aprender un nuevo oficio. Las empresas que vendían millones de dólares en película fotográfica, hoy no podrían sobrevivir si dependieran sólo de ese producto. Los vendedores por comisión deben aprender a hacer algo más que ofrecer productos, deben empacarlos, cobrarlos, entregarlos.... algo más que simplemente preguntar al cliente cuántas piezas quiere. Hay que ser flexibles, dinámicos, adaptables y tomar decisiones con rapidez. Cuando empieza una recesión, el empleo es de las primeras cosas que se ven afectadas. Y sólo los más adaptables mantienen sus niveles de vida. Cuando terminan las recesiones, quienes pudieron adaptarse mejor tienen mejores niveles que el resto de la gente.
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Problema 7.- Caída en la rentabilidad de los negocios y quiebra de muchos de ellos. Sin importar el tamaño del negocio, prácticamente todos se ven afectados directa o indirectamente durante una recesión. Pero son los más pequeños los más vulnerables porque cualquier baja en el volumen de venta los puede poner en riesgo de quiebra. Los más grandes pueden tener mejores accesos a créditos de proveedores o de terceros, o incluso, de más aportaciones de los socios.
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Propuesta: Hay siempre sólo dos opciones, bajar costos o subir utilidades, en la situación actual bajar costos es la única opción viable aunque debiera ser una práctica constante aun en periodos de bonanza. Baja 85
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tus costos sin que esto implique bajar la calidad ni de los productos ni de los servicios que ofrezcas. Negocia más con tus proveedores para obtener mejores precios y condiciones de pago más favorables. Paga todos tus compromisos financieros a tiempo para evitar costos adicionales. En tiempos de crisis, las empresas serias, profesionales y con equipos humanos capacitados y competentes logran mejorar sus niveles de eficiencia en modos inesperados incluso por ellos mismos. Las crisis ayudan a que los auténticos profesionales saquen lo mejor de sí mismos. Esta oportunidad, aunque no buscada y obviamente no deseada tiene de todos modos que ser aprovechada. Busca diversificar tu oferta, analiza tu entorno y ve qué otras cosas puedes ofrecer y, si no es tu especialidad, capacítate y vuélvete profesional en esa nueva área. En esta crisis habrá dos grandes grupos de clientes en los mercados tanto de bienes como de servicios, los de los ricos que seguirán siéndolo a pesar de las crisis y los clientes con muy bajos niveles de poder adquisitivo, o vendes caviar o vendes hot dogs, el mercado en medio estará muy contraído y muy competido. En una gran depresión sólo dos tipo de negocio logran sobrevivir: a.- Aquellos que tienen una estructura simple, preferentemente familiar y con tomas de decisiones verticales (uno decide todo y los demás lo siguen), como las pequeñas tiendas atendidas por sus propietarios por ejemplo y b.- Los negocios con estructura amplia pero bien organizada, con personal capaz, eficiente y totalmente confiable (cualquiera puede reemplazar a otro que falte o ya no pueda ser pagado). Las decisiones que tome cualquiera funcionan, el jefe no es indispensable. Todos tienen como objetivo común hacer que la empresa sobreviva. Todos están dispuestos a hacer sacrificios y a sacrificar tiempo y utilidades a cambio de mantener viva la fuente de empleo. En estos casos la figura, el liderazgo y la respetabilidad de los socios y directivos es fundamental. Un empleado que sacrifica ingresos y deja de llevar satisfactores esenciales para su familia difícilmente puede aceptarlo si ve que sus jefes siguen viajando en autos de lujo con chofer y viajando en primera clase a despilfarrar dinero en Las Vegas. Las empresas que sobrevivan y den y mantengan empleos serán los pilares más fundamentales de la reconstrucción económica y de la pronta recuperación.
Problema 8.- Caída en los negocios en general. Si no nos hicimos ricos antes, ahora va a ser más difícil. Si el negocio que ya tenemos no funcionó bien antes, lo más seguro es que ahora sea todavía más com86
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plicado que funcione. Está muy bien ser optimistas, pero no ingenuos o, peor aun, estúpidos. En las últimas semanas he escuchado las dos posiciones más extendidas. Por un lado, veo empresarios o comerciantes que están listos para aguantar lo más posible pero, resignadamente, dispuestos a cerrar operaciones, a despedir empleados, a buscar algo más qué hacer, etc. Por el otro, el gran optimista que piensa que, o no pasará nada tan grave como para preocuparse demasiado o, de plano, piensa que podrá aprovechar la crisis para hacer más dinero. Ambas posiciones tienen su base lógica. Muchos negocios van a desaparecer pero muchos otros van a crecer más que antes. Un banco tiene obviamente más riesgo que una cadena de cafeterías. Seguramente habrá más cafeterías que bancos en los próximos años. El problema aquí es no perder la objetividad y ser particularmente juiciosos. Evitar sentimentalismos y mantener el optimismo en el cerebro y no en el corazón. Si el restaurante de cenas elegantes con vino se queda vacío será tiempo quizás de cambiar las mesas de madera por las de plástico y vender pizzas por rebanada. El abuelo fundador perdonará en su tumba el “pecado” del nieto pragmático. Habrá menos recursos pero el comercio, la economía no pueden pararse, deben sólo ajustarse y adecuarse los mecanismos y sistemas. Resultará vital para cualquier negocio hacer alianzas hacia fuera y hacia dentro. Alianzas con los empleados para tener objetivos comunes de seriedad, profesionalismo, eficiencia, productividad, honestidad, etc. Se le podrá mantener el empleo y quizás hasta un salario un poco mayor si ven a su empresa y a su jefe como el barco y el capitán con el que les tocará atravesar una tormenta impredecible. El papel de los jefes, gerentes, directores será clave. Los proveedores y clientes deben formar parte de las alianzas forzosamente, somos todos parte de algún círculo virtuoso en las cadenas productivas. Los proveedores y clientes debemos ver qué negocios son buenos instrumentos para mantener nuestras economías individuales a salvo. Nunca como ahora podremos decir: mi tienda, mi cliente, mi proveedor, mi cafetería, mi restaurante, mi centro de reuniones. Apoyándonos todos, uno a otro, tendremos más certezas que dudas durante la crisis.
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Problema 9.- Pérdida de confianza y la esperanza de los ciudadanos. En tiempos difíciles, y estos lo serán sobradamente, además de dinero y oportunidades se pierde algo mucho peor, la confianza y la esperanza de la gente, se teme al presente y sobretodo al futuro. Hasta ahora los medios de comunicación han sido prudentes, siempre suelen exagerar las malas noticias y venden miedo, eso les es rentable, les gusta ver a la gente pegada a las pantallas de T.V. o a las hojas de los diarios para
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saber qué está pasando en el mundo negro que reportan cada día. Esta vez por el contrario han dado menos signos de alerta pero, como es su costumbre, pronto volverán a su viejo truco del sensacionalismo para captar y mantener las audiencias y, claro, anunciantes.
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Propuesta: Mantente bien informado. Obtén tu información de fuentes variadas, lee todo lo que puedas sobre el tema para luego platicarlo y discutirlo con amigos, parientes y colegas. La confianza y la esperanza son mucho más fáciles de conservar cuando se sabe qué está pasando en realidad y qué se está haciendo para solucionar los problemas. Saber que estás haciendo algo más que cruzarte de brazos te ayudará a mantener la confianza.
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10.- Disminución del gasto público en seguridad y asistencia social. Debido a la caída de los ingresos de los gobiernos por concepto de impuestos y cobro de servicios habrá importantes recortes en los presupuestos en todos los rubros. Propuesta: No podemos conformarnos con obtener menos de lo poco que ya teníamos antes en cuestión de servicios por parte del gobierno. Si bien es cierto que los recursos públicos serán menores, es precisamente en salud y seguridad públicas, en infraestructura, en educación y en investigación en donde menos debe haber reducciones. A través de un contacto directo con nuestros representantes debemos hacerles sentir esta necesidad y en su caso, exigir que se haga lo conducente a buscar formas alternas de financiamiento para estos sectores como recorte de gasto suntuario. Si todos tenemos que ajustarnos los cinturones para comer menos, el ejemplo de los gobernantes es imprescindible. Sus gastos y salarios deben ser consecuentes con la nueva realidad de austeridad general. Además de lo que el gobierno debe hacer por su cuenta, nosotros debemos también actuar de manera más prudente y optimizar nuestro gasto y tratar de mantenernos sanos con métodos preventivos. A la hora de elegir lecturas y esparcimiento será recomendable que elijamos aquellos que puedan resultar más productivos. ¿Algunas recetas?
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Gritar “sálvese quien pueda”, como siempre se ha hecho antes, y huir para ponerse “a salvo”, no sólo sería estúpido e irresponsable, sería también contraproducente. No es tiempo de egoísmos, tenemos que tomar medidas de conjunto, globales. Se sabe que ante tragedias, catástrofes y situaciones de emergencia los humanos reaccionamos con más espíri88
tu solidario y fraternal. Esta es una nueva oportunidad de demostrarnos a nosotros mismos de qué somos capaces para salvar nuestro mundo.
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1.- Mantener viva y sana la economía real. Para este capítulo seguramente ya todos tenemos una muy buena idea de lo que es la economía real y en qué se contrapone a la economía financiera. Como nunca antes, estamos seguros de que sólo la economía real genera riqueza real, empleos de verdad y distribuye mejor el producto de ella misma. Necesitamos trabajar, ganar y gastar para darle vuelta al círculo una y otra vez. Ambas formas de ver la relación del trabajo y del dinero están unidas y son interdependientes. Las crisis nos recuerdan que ninguna es autosustentable. Pero rompimos el balance entre una y otra. Dejamos de producir, abusamos de la especulación y llegamos a una crisis financiera que deja estragos en la economía real en forma de recursos humanos y físicos. Los sistemas de producción pueden, con el tiempo, recuperarse y reabsorber sólo algunos de esos recursos pero otros sencillamente se pierden. En los meses recientes se ha perdido en el aire mucho capital ficticio pero se han perdido también empleos, y muchos proyectos, negocios, y planes se encuentran detenidos o cancelados. Debemos recuperar la salud de la economía productiva y olvidarnos del negocio especulativo, del que tiene como único obtención utilidades. Los gobernantes y ejecutivos de los países modernos, educados y ricos sintieron que eran ya lo suficientemente listos como para dedicarse a producir dinero sin trabajar y mandaron la mayor parte de la producción a los países asiáticos, y mientras los chinos sudaban en las fábricas, los norteamericanos tomaban un te chai en Starbucks planeando más negocios “inteligentes”. Los Estados Unidos deben ahora hasta la camisa e invierten por lo menos 700,000 millones (prestados) en rescatar a sus empresas más emblemáticas antes de la deshonrosa salida de Bush mientras los chinos invierten 600,000 millones (propios) para apuntalar su mercado interno. En la economía real, la riqueza es material, y según reza la Ley de la Conservación de la Materia ésta no se destruye, sólo se transforma. Tener gente lista que haga mucho dinero usando sólo ideas creativas, modelos de negocio innovadores, eficientes y sistemas sólidos está bien, hay que felicitar y estimular a esos genios, pero no todos han sido tan buenos y puros. Algunos “genios” simplemente aprovecharon que no hay reglas de juego, o no son demasiado estrictas y encontraron el modo de pasarse de listos. El trabajo real, el verdaderamente productivo, si no hay especulación ni excesos de por medio, da siempre buenos dividendos, no hay vuelta de hoja. Debemos recuperar la salud de la economía productiva y olvidarnos del negocio meramente especulativo, del que
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tiene como único fin la obtención de utilidades. Un broker neoyorquino “gana” más dando un click de en su laptop que un obrero dando golpes de martillo en toda su vida. El gran problema es que en esta crisis ha habido demasiados clicks y pocos martillazos.
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2.- Gastar menos, ahorrar más, ganar más. Hay que gastar sólo en lo necesario. Aquí la pregunta obligada es cómo definimos objetivamente la palabra “necesario”. Mientras que para alguna familia lo “necesario” puede ser comprar un kilo de arroz, para otra lo puede ser la remodelación del jardín o el techado de la alberca. En cualquiera de los dos casos la sugerencia aplica por igual, independientemente de lo subjetiva que pueda resultar la palabra “necesario”. Debemos gastar sólo en lo que realmente represente una necesidad impostergable y se cuenta con los recursos. NO SE TRATA DE DEJAR DE GASTAR. La economía debe seguir funcionando, dando vueltas. Es como si tuviéramos una contracción muscular, mantener el músculo inmóvil es lo menos recomendable, hay que empezar poco a poco a ponerlo de nuevo en movimiento hasta su recuperación plena evitando riesgos y movimientos innecesarios. Como sea, antes de comprar algo preguntémonos varias veces qué tan necesario nos resulta y ponderemos pros y contras. Si techar la alberca, comprar un auto deportivo, pagar una depilación láser e ir a un concierto de Madonna en primera fila no nos deja sin comer, sin pagar cuentas pendientes, salarios de empleados, etc., hagámoslo de cuando en cuando. Pero si un gasto de una necesidad secundaria afecta significativamente el gasto de una necesidad primaria, evitémoslo. Veamos claramente la diferencia entre necesidad y necedad. Cuando los pros sean menos que los contras, veamos alternativas. Según un sondeo que hice yo mismo entre empleados de oficinas de mi zona, el 80% de ellos gasta más del 50% de su salario sólo para cumplir con su empleo: transporte, comidas, ropa adecuada, etc., hacen que el salario real sea de un 50% o menos de lo que ellos creen. Podrían trabajar más cerca de sus casas, claro, pero argumentan necesitar un salario más alto para cubrir gastos que no tendrían si trabajaran menos lejos. Auto, casa y ropa son tres bienes que merecen un párrafo a parte porque se puede ejemplificar claramente con ellos la falta de lógica aplicada al consumo. Las tres cosas son necesarias, sí, indudablemente… PERO, el problema son los desequilibrios entre gasto/costo-beneficio. Cuando trabajamos, pasamos muy poco tiempo en la casa o en el auto, en el auto, sólo el tiempo de transporte, en la casa, a veces, sólo el tiempo para dormir y volver al trabajo. ¿Para qué queremos lujos en algo que es sólo para uso personal y/o de poco tiempo? La respuesta nos sirve para explicarnos también por qué queremos cambiar de ropa cada que en Nueva York, París o Milán deciden 90
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qué colores y estilos debemos usar. Nos han vendido y re-vendido hasta el cansancio la idea de que no sirve de nada tener un buen empleo o negocio, y buenos ingresos, si no nos damos el gusto de tener buen auto, buena casa y ropa que evidencie públicamente el triunfo profesional o social. Los mercadólogos saben muy bien cómo atacar nuestros lados flacos, saben que la vanidad nos hace morder casi cualquier anzuelo. Son fieros cazadores y nosotros, tristemente, somos simples ciervos fáciles de cazar. Si lo que realmente queremos es disfrutar nuestra vida, podríamos gastar, incluso con poca mesura, y hacer mejor uso de los recursos. Si en vez de gastar casi todo nuestro dinero en las mensualidades del auto y de la hipoteca de la casa, usamos esos recursos en educación, capacitación, viajes, salidas nocturnas, comidas en buenos restaurantes, esparcimiento, deporte, etc., seguramente voy a inyectarle mi dinero a una vida más plena y a una economía más sana. No volvamos a cooperar en mantener a los “genios financieros” que manejan los recursos de créditos e hipotecas. Un buen amigo mío en la preparatoria logró comprar antes que nadie un auto del año y todo con dinero propio, para ello pasaron dos años durante los cuales compraba autos viejos que usaba, arreglaba y revendía más caros, uno tras otro fueron llegando autos cada vez mejores hasta que llegó el recién salido de agencia y sin deuda pendiente. Este es un proceso natural y sano. Obtener lo mismo hipotecando el futuro es, por decir lo menos, muy riesgoso. Los recursos monetarios son renovables, podemos acabárnoslos hoy y mañana trabajar para obtener más, es cierto, pero en épocas de escasez de ellos es bueno aplicar una fórmula útil, la del análisis simple del costo-beneficio. Si algo que nos puede durar años lo pagamos con el resultado de unos días u horas de trabajo está bien, pero si algo que aprovechamos, usamos, disfrutamos y/o desechamos en unas horas representa el trabajo de días, semanas o meses, sentémonos tranquilamente a reflexionar antes de pagarlo y ver qué tanto realmente vale la pena hacerlo. Y, a propósito de recursos, una sugerencia que debe ser más una exigencia, es la de evitar gastar o mal gastar recursos naturales. No podemos dejar de usar champú pero sí podemos usar menos y comprarlo en bolsas para rellenar para usar menos envases. Hacer el champú uno mismo en casa puede resultar en un pequeño ahorro personal, pero podría, si lo hacemos todos, dejar sin empleo a los trabajadores de la fábrica de champúes (los dueños por supuesto seguirían tan campantes vendiendo otras cosas), pero lo que sí es más que necesario es gastar mucha menos agua y evitar en lo posible el uso de agua caliente, ahorramos agua y gas o electricidad. Los calentadores solares deben ponerse
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en la lista de prioridades antes que un auto nuevo, y si dejamos de usar el auto que ya tenemos y caminamos ganamos en salud y en aire más limpio y, además, evitamos que los gobiernos sigan usando el petróleo con fines políticos y los obligamos a buscar energías alternas más baratas y más limpias. El ahorro puede, debe ser una de nuestras armas tanto de defensa como de ataque. Y, a propósito de ahorro, hay que buscar formas más inteligentes y creativas de hacerlo. Ahorrar es bueno, no hay ninguna duda. Pero, ahorrar en un banco que paga poco de interés y que no alcanza a proteger el valor del dinero depositado es muy mala idea. Si no logramos siquiera que el dinero valga más cuando lo retiramos, no estamos ahorrando, estamos simplemente guardando el dinero con alguien que, se supone, lo cuida mejor que nosotros, aunque ya hemos visto que ni siquiera para eso han servido. ¿Invertir en productos financieros? Después de lo que hemos visto que hacen con ese dinero los imbéciles de Wall Street, sonaría por lo menos a broma una recomendación de ese tipo. La bolsa es, y hay que repetirlo, un centro vacacional para dinero inactivo, dinero que uno está “dispuesto” a perder a cambio de algo de emociones. Los bancos son para todos pero el dinero que se mete allí no debe verse como inversión para ganar dinero. Y no debe de ser nunca así. Si un banco paga mucho, hace que el usuario lo vea como negocio y deje de trabajar o de hacer otros negocios tangibles por la comodidad de ganar con el dinero “trabajando” por él. Lo malo es que para que el banco pague mucho debe también cobrar mucho y esto lo obliga a cobrar mucho por servicios y encarecer el crédito y a arriesgar el dinero de todos en inversiones como las que acabamos de ver que tienen incluso a Citigroup con la soga al cuello. Y estas tres opciones para que el banco gane son terribles. Si se quiere ganar dinero de manera “segura”, ni bolsa ni bancos son la opción correcta. Abrir un negocio o ser socio de alguno es siempre una mejor opción. No importa que se trate de un negocio personal, familiar o de una sociedad formal. Lo importante es poner el dinero sobre la mesa y darle un valor agregado para multiplicarlo. Una taza de café, por ejemplo, tiene una utilidad casi inmediata de hasta un mil por ciento. Si invierto 10 dólares en la mañana para preparar y vender 50 tazas de café durante el día, habré tenido una utilidad bruta de 100 dólares al cierre de la cafetería. Algo que ninguna bolsa de valores de ninguna parte del mundo me puede ofrecer ni remotamente, sobretodo a gente normal como uno que no somos de los “afortunados” amigos de las agencias calificadoras de Manhattan. Y así como este, hay cientos de miles de ejemplos de cosas que podemos hacer para tener inversiones rentables en una economía real, 92
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claro, con pies y manos en la tierra. Como segundo trabajo, e incluso como ocupación principal podemos dar clases de idiomas, incluso del nuestro a extranjeros, o de baile, o de cocina, o ayudar a llevar la administración o la contabilidad de negocios y empresas, o decorar cuartos de bebé, o reparar ropa o muebles, etc., o hacer u organizar ventas de garaje en “vivo” o por Internet. Las opciones son infinitas. En los servicios las rentas son mucho mayores porque las inversiones son mínimas, a veces sólo de tiempo. Si no queremos o no podemos invertir dinero, podemos invitar en sociedad a parientes o amigos, aunque hacerlo con gente nueva tiene más ventajas y menos riesgos de problemas personales. Invertir en una franquicia o en un negocio conocido y reconocido es mejor alternativa. La ventaja de las franquicias, aunque muchas de ellas son absurda e injustificadamente caras, es que las reglas están ya hechas y hay quien vele por los intereses de todos los participantes, algo así como lo que sucede en la vida en condominios administrados por terceros. Se comparte responsabilidades y beneficios pero con gente profesional de por medio. Pero como siempre, hay que tener cuidado, de los miles de marcas de franquicias sólo unas cuantas valen la pena, la mayoría pueden simples nombres bonitos con logo espectacular pero son negocio sólo para los creadores. Si no queremos hacer nada de esto, pero tenemos algunos recursos sobrantes y disponibles podemos ahorrar y proteger el valor, y al mismo tiempo mantenerlos a salvo de robo, haciendo compras adelantadas de bienes o servicios que son inevitables y que, si esperamos a comprarlos más tarde, podrían costarnos más caros. Un buen ejemplo de ello son los regalos de navidad o de día de la madre, que comprados fuera de temporada, pueden significar un ahorro enorme, eso significa que nuestro dinero compró más, simplemente por comprar antes. Comprar frutas de temporada y congelarlas o prepararlas en conserva para tenerlas cuando escaseen y cuesten más es otra forma práctica de ahorro. Ejemplos como estos sobran, en Internet busca o crea foros en los que se compartan este tipo de ideas y consejos. Haz de este uno de los temas recurrentes en las reuniones con amigos y familiares. En contratos de servicios trata siempre también de negociar descuentos por pronto pago o pagos adelantados. Y, a propósito de servicios. En el pago de servicios hay que recordar un principio básico, la prevención es siempre más barata. Mantener una vida sana en general, evitando problemas y situaciones de riesgo puede hacer la diferencia entre gastar poco y gastarlo todo. Los gastos médicos y/o legales pueden dejar a muchas personas en bancarrota, y lo peor es que muchas veces la simple prevención podría haber evitado caer en manos de “profesionales” que, dicho sea de paso, no siempre hacen lo mejor o siquiera lo posible por resolver los problemas de la manera
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mejor y más rápida. Lo mismo aplica para técnicos y especialistas en reparaciones. Dar mantenimiento preventivo a maquinaria y equipo es siempre más barato que reparar. Aunque no confío en la mayoría de ellos, tengo buenos amigos abogados, médicos y técnicos e, increíblemente, ¡hasta psicólogos y economistas! Una buena manera de mantener una relación profesional y económica sana con los tres primeros es la de recurrir a ellos antes de que surjan los problemas que es cuando sus servicios resultan menos caros y de menor riesgo. Hay que darles trabajo, hay que pagarles para que nos eviten los problemas y no para que nos los resuelvan cuando, a veces, es demasiado tarde. Como consultores pueden ser nuestros mejores aliados. Antes de firmar nada o de incurrir en actividades de las que puedan surgir conflictos vale la pena hacernos asesorar de un abogado, de un contador, de un especialista y, preferentemente, como en el caso de la consulta médica, buscar siempre, al menos, una segunda opinión. Este será siempre un dinero bien invertido. Aprendamos a planear y administrar los gastos de la manera más inteligente. Internet es una excelente herramienta para encontrar más y mejores opciones a casi cualquier necesidad de compra. La única reserva aquí es la de verificar siempre la seriedad de la información. Tener una sola tarjeta de crédito con un límite bajo y mantenerla guardada bajo llave para usarla sólo en auténticas emergencias y pagarla a tiempo siempre es una recomendación que no está de más. Una buena nueva regla puede ser la de no adquirir absolutamente nada a crédito. Casa, vacaciones, auto, etc., sólo si hay dinero suficiente y si al momento no se tiene deudas pendientes ni dinero extra comprometido. Pagar una urgencia dental a varios meses sin intereses puede justificarse porque la opción era hacerlo o seguir sufriendo. Pagarse una parranda con una perfecta desconocida y cargarlo a la tarjeta, por demencial que parezca, es casi tan frecuente como el pago del dentista o de otros servicios similares. No es por casualidad que debamos tanto y tengamos tan poco.
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3.- Mantenerse bien y oportunamente informados. Recordemos una nueva regla de oro: nadie, absolutamente nadie, nos va a decir la verdad, sobre absolutamente nada, si no le conviene hacerlo. Es por esto que no podemos esperar que alguien atente contra sus propios intereses cuando de informar, anunciar o publicitar se trata. Los medios no pueden ser plenamente independientes mientras dependan de el dinero de los gobiernos y de las grandes corporaciones para subsistir. Antes de tomar cualquier decisión de compra, verifica que la oferta sea real, que tenga bases, que no sea un truco, que no haya “ganchos”, y no importa si se trata de oferta de productos, servicios, incluso de oferta 94
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social o política. Aún en tiempos de tranquilidad económica y financiera, prácticamente todo el mundo recurre a viejos o nuevos trucos, trillados o innovadores. Ahora que estamos en dificultades y que los mercados serán más cerrados, más difíciles, más competidos. Los trucos se harán más comunes y es posible que muchos de ellos se sofistiquen. La mayoría de la gente se conforma con la información sesgada que recibe de la televisión comercial o de otros medios controlados por poderosas corporaciones sumidas hasta el cuello en grandes intereses en el mundo financiero y/o político. El periodismo objetivo e independiente es cada vez más escaso. En la llamada era de la información resulta paradójico que estemos totalmente metidos en una crisis que tiene entre sus orígenes el de una gran falta de información confiable. El ciudadano medio es objeto de miles de paquetes informativos diariamente a través de todos los medios. El problema es que él no es quien solicita activamente la información, es la información la que le llega a él “agresiva” e “invasivamente.” Le llega la información que otros ya decidieron que debía llegarle, cómo, cuándo y cuánta información tampoco es elección del público. Si nosotros vamos a la información antes, tenemos un factor de ventaja para la toma de decisiones. Si en vez de preguntarle al vendedor qué producto nos recomienda nos informamos nosotros en fuentes neutrales cuál nos conviene, el vendedor no tendrá más opción que ayudarnos sólo a confirmar existencias o plazos y forma de pago, etc. Si a un político o empresario de alto nivel le preguntamos cómo está la situación del país, de los mercados, de la economía etc., seguramente nos dará sólo la versión que le conviene, la verdadera información no la obtendremos nunca de sus palabras en los discursos, ni en las entrevistas o comentarios en los medios. Contar con información confiable es responsabilidad nuestra como ciudadanos, como consumidores. No podemos confiarnos en encontrarla en boca de quienes tienen más que ganar ocultándola o deformándola. Esta es una buena oportunidad para recuperar o iniciar el hábito de la buena lectura cotidiana. Leer buenos libros y periódicos influyentes para formarse una opinión más sólida y objetiva y comentarla y discutirla con amigos, familiares y vecinos es una de las más sanas actividades sociales. Una sociedad con buena información y ciudadanos que la analizan, comparten y discuten es una sociedad difícilmente manipulable. Hay que estar alertas. Debemos mantenernos bien informados de todo lo que suceda en todo tipo de mercado y en todo nivel de gobierno. En épocas difíciles, comportarse con inocencia puede ser poco conveniente.
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4.- Educarse, prepararse, capacitarse más. Por si fueran pocas las crisis de dinero, tenemos otras no menos serias. Una de ellas, tanto o más seria y preocupante que las demás, es la crisis educativa. Los sistemas y modelos usados en la mayor parte del mundo han sido malos o pésimos. En África, en el mundo árabe y en gran parte de Latinoamérica ni siquiera podemos hablar de fracasos educativos porque nunca se ha hecho intentos realmente serios al respecto. Hay una inmensa cantidad de escuelas, e incluso universidades, que aprovechan la desatención del Estado para ofrecer una “solución” privada alterna, con instrucción chatarra que saca cada año a la calle “profesionistas” que no pueden conseguir empleos decentes. Y las muy pocas escuelas y universidades serias, las de prestigio internacional han creado una generación de profesionales enfocados casi en su totalidad a buscar sobretodo beneficios personales. La educación y la formación de profesionales es un desastre a todos los niveles. Tenemos desde obreros hasta directores que ni con manual en mano resuelven satisfactoriamente situaciones de trabajo. Del caso de políticos y economistas, mejor no hablamos. El gran vacío de educación, instrucción y capacitación ha sido llenado por los conocimientos adquiridos en la práctica, en la calle y, más recientemente, en Internet. La casa y el aula resultaron insuficientes, ineficientes, incompetentes. Las nuevas generaciones, los jóvenes con espíritu investigador, los que tienen ganas de saber y de aprender se están refugiando más en Google y en YouTube que en las aulas para obtener lo que buscan. La mayoría de la gente busca dinero, no trabajo, empleos que les den para supervivir o para súper vivir más que empleos que les proporcionen desarrollo profesional. Más que caminos están en busca de salidas y, de ser posibles, rápidas. Cada día es más común encontrar profesionales o especialistas que sólo saben repetir fórmulas de los manuales leídos en la escuela o escuchadas en la última conferencia, a veces, ni eso.
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5.- Aprovechar mejor las oportunidades evitando riesgos. Una de las frases que más comúnmente se escuchan en estos días es la de que durante las épocas de crisis abundan las oportunidades. Evidentemente esto es cierto. Muchas grandes fortunas han surgido o se han consolidado en épocas de crisis. Muchos humanos, y me incluyo, trabajamos más y mejor cuando tenemos el agua hasta el cuello o cerca y las presiones sacan lo mejor de nosotros mismos. Estoy, y esto es sólo un ejemplo, escribiendo este párrafo desde la tranquilidad de mi oficina en una noche de domingo, cuando son casi las 11 p. m. y sé que esto está pasando en millones de lugares alrededor del planeta y esto es alentador. Las oportunidades abundarán sólo si mucha gente quiere encontrarlas, buscar96
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las o crearlas. Hay suficientes recursos físicos y humanos para lograrlo. Los miles de millones perdidos en las lamentables “aventuras” militares y financieras de Bush y sus socios y cómplices en todo el mundo acabaron con una era. La nueva era tendrá características diferentes. Nuestra obligación es la de educarnos y prepararnos más y mejor y ser más creativos, innovadores, perseverantes, entusiastas y solidarios. Pero en las épocas de crisis no sólo pueden abundar las oportunidades, también los riesgos, hay que multiplicar las primeras y reducir los segundos. Debemos tener extremo cuidado con gente que ofrezca oportunidades de inversiones, negocios o productos “milagrosos”. Nada surge de la nada y si algo es creado con puro aire, como nuestras burbujas financieras, tarde o temprano revienta. Seamos serios y analíticos, desconfiemos como sistema antes de tomar riesgos. Olvidémonos de experimentos o aventuras para obtener ganancias “fáciles” si no hay dinero de sobra, dinero que de verdad no necesitemos. Si no nos hicimos ricos antes, ahora va a ser más difícil. Si el negocio que ya tenemos no funcionó bien antes, es muy probable que ahora haya menos posibilidades de que funcione. No es pesimismo, es simple realismo y, en las condiciones actuales, ser realistas paga bien. Empiezan ya a surgir remedios anticrisis por todas partes, pero casi todos tienen que ver con inversiones especulativas. Es posible que alguna de estas ofertas sea seria, pero si hemos tropezado ya tantas veces con la misma piedra, seamos ahora más cautelosos. Hemos insistido repetidamente en este libro en que una de las mayores causas de la crisis fue la sobreexplotación de la economía financiera, desde “sistemas caseros” como las pirámides entre amigos y familiares hasta las inversiones “serias” y “legales” como las que tiene a más de un ex millonario al borde del llanto. En cada caso la gente quería, inocentemente o no, ganar más de lo que “ganaba” simplemente ahorrando en una cuenta convencional de ahorros en el banco. Estoy seguro de que hay millones de personas que no dudarían un minuto en volver a entrar a este juego, evitar la tentación es tan difícil como evitar que la gente siga yendo a jugar todo su dinero a los casinos. El riesgo de perder existe, es real, y es más real que la posibilidad de ganar pero a veces, la tentación es más fuerte. Evitemos en la medida de lo posible especular. Cuidemos y protejamos cada centavo, resulta conveniente crear o unirse a grupos de compras para, entre varios compradores, obtener mejores precios. Formemos grupos de trabajo, como las cooperativas, para producir más uniendo esfuerzos y talentos. Si es posible, creemos sociedades comerciales para generar empleos y producir bienes u ofrecer servicios de calidad. Son muchas las áreas que se verán afectadas justa o injustamente
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y por esta crisis y muchos puestos de trabajo serán insostenibles. La de servicios financieros es una de esas áreas. Pero hay muchos otros ramos en donde será requerido mucho trabajo: reparaciones, mensajería, asistencia social, medicina alternativa, servicios de seguridad, control y vigilancia, atención a adultos mayores y en prácticamente todo lo relacionado con nuevas tecnologías.
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6.- Ser más cautelosos con los anuncios publicitarios y propaganda. Los mercadólogos y publicistas están preparando armas más poderosas y afinando su puntería para seguir haciéndonos presas fáciles. Resulta ahora más que obvio que los políticos y los economistas dieron al traste con la esperada recuperación económica de crisis y son responsables de la crisis que vivimos, pero no lo lograron solos. Los especialistas en análisis y control de los mercados, los que saben cómo influir en las mentes, en las opiniones y en las decisiones del público ayudaron a que todas las acciones y torpezas de los culpables detrás de los escritorios parecieran en su momento buenas y justificables ideas. Los expertos en imagen pública y en mercadotecnia política hicieron posible que auténticos ignorantes, insensibles y/o ególatras como Ronald Reagan, George Bush (ambos), José María Aznar, Silvio Berlusconi, Fernando de la Rúa, Vicente Fox, etc., etc., etc., pudieran hacerse del poder engañando a diestra y siniestra. Desde que hay Photoshop no hay modelo fea, desde que hay expertos en imagen pública no hay candidato o presidente imbécil. Son los mismos expertos en engañar, o en convertir mentiras en inocentes “eslóganes” que ocultan lo malo y extrapolan lo bueno (o lo inventan si no existe) los que hicieron posible que se creyera que Citigroup era un banco serio, fuerte y confiable, los que hicieron que aseguradoras, corporaciones y grandes negocios tuvieran la confianza del público. Ah, se me pasaba, nada de esto hubiera sido posible sin la entusiasta participación de algunos medios de comunicación e “informadores” que trabajan sólo para mantener sus privilegios con los sistemas y el llamado “establishment”. Bueno pero este fenómeno no es exclusivo de las grandes esferas. Todo el mundo, hasta el vendedor de zapatos de la plaza usa trucos que no fallan, que a través de la historia han demostrado, una y otra vez, que funcionan bien para quien sabe usarlos, tengamos mucho cuidado en no volver a caer tan fácilmente en la trampa de frases como: ”es la última pieza que nos queda”, ”no lo va a encontrar más barato en ninguna otra parte”, ”somos especialistas”, ”llevamos años y tenemos amplia experiencia en el mercado”, ”aquí han comprado personajes del más alto nivel” 98
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Palabras como “nuevo”, “mejor”, único”, siguen surtiendo un fuerte efecto en la decisión final del cliente. Estas frases y adjetivos no tienen más intención que la de inducir al cliente a tomar una decisión ajena al análisis. Hay que diferenciar claramente entre la creatividad y la mentira. Resaltar artísticamente, con buen gusto e ingenio, algo ya de por sí bueno para que sea más conocido y mejor apreciado está muy bien, de hecho hay algunos anuncios son geniales, auténticas obras de arte. Pero un anuncio que engaña, exagera, oculta defectos, omite información esencial, etc., no sólo encarece innecesariamente el producto o servicio, evita que se vendan otros que son posiblemente mejores pero no usan la publicidad para venderse porque no tienen los medios. La publicidad es capaz de hacer también que el mercado se llene de productos o servicios inútiles, malos y hasta dañinos. Hay quienes siguen casi al pie de la letra una recomendación que dice que para que un producto sea exitoso de debe invertir el 1% en crearlo y el 99% en promoverlo. Algunos gobiernos regulan o están por regular la publicidad para evitar que sea engañosa o fraudulenta, pero ya hemos visto lo poco confiables y/o eficientes que han sido en el libre mercado las instancias reguladoras. Los publicistas saben que pueden decir casi lo que se les venga en gana para engañarnos, saben que los abogados están siempre listos para salvarles el pellejo y el empleo. Si seguimos siendo tontos, nosotros seguiremos permitiéndoles que nos vendan basura cara y ganar lo suficiente para seguir viviendo como reyes. Durante la campaña presidencial anterior en mi país se detectó que entre la población había una fuerte preocupación por la dramática y creciente falta de empleos. El actual presidente “ganó” porque, además de contar con una “ayuda” del gobierno saliente, su equipo de campaña lo posicionó muy fuerte como “el presidente del empleo”. Un eslogan hizo que muchos electores pensaran que él tenía la llave de la solución sin haberle nunca preguntado cómo pensaba lograrlo. Obviamente no lo ha logrado y bajo las condiciones actuales tiene menos probabilidades de hacerlo, pero la “bonita” frase cumplió cabalmente su objetivo. Escuchemos las frases y luego, por nuestro propio bien, analicémoslas concienzudamente antes de creerlas.
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7.- Apoyemos gobiernos y empresas comprometidas con la sociedad. La solución de todos los problemas económicos está en manos de la sociedad misma. La gente que gobierna y la que dirige las empresas es producto de la misma sociedad que ahora sufre las consecuencias de errores del pasado. Gobernantes y dirigentes no pueden hacer nada si no es con apoyo o indiferencia o complicidad de los demás. Los que no
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tomamos las grandes decisiones que cambian al mundo podemos tomar las “pequeñas” decisiones que permiten que otros lo hagan. Podemos oponernos o apoyar. Para no tener que oponernos es necesario que, desde el principio, sólo apoyemos gobiernos o empresas que tengan un claro compromiso social, que estén enfocados en garantizar seguridad, empleos, progreso, y todo en un marco de derecho y justicia. Cualquier intento de ir en una dirección contraria debe ser detenido. Para apoyar un buen gobierno hay dos modos directos, votar por ellos y pagar los impuestos que necesiten. Así otorgamos la confianza y los recursos para realizar lo que todos necesitamos. Es un simple pacto. Con las empresas el caso es similar, si nos dan la confianza necesaria y compramos acciones o productos de ellas es con la esperanza de que sigan ofreciendo productos de calidad y buen precio, y sigan dando empleos y coadyuvando al desarrollo de la economía. Otro simple pacto. A los gobiernos hay que darles más recursos y exigirles más y mejores resultados. La evasión fiscal, las triangulaciones en paraísos fiscales, el gasto disfrazado para deducir más impuestos, son trucos baratos y contraproducentes porque no son otra cosa que la demostración de desconfianza y descontento que tenemos los ciudadanos por lo que nos ofrecen a cambio. Hay que tener particular cuidado en no mal gastar dinero mediante impuestos encubiertos. Muchas asociaciones no son otra cosa que maquinarias de cobro indirecto de impuestos. Muchas empresas aprovechan la buena fe del público para recaudar fondos que, añadidos a los propios, les permiten parecer generosos y altruistas y, al mismo tiempo, pagar menos impuestos. Teletones y colectas similares son un claro ejemplo. El dinero que no le damos directamente al gobierno, se lo damos a alguien más para que haga algo que, en estricta justicia, le correspondería hacer al gobierno. La situación ideal es que todos paguemos lo justo en impuestos y exijamos a cambio los servicios de calidad y cantidad justas. Por último, escuchemos sin ingenuidad las promesas y ofertas de políticos en campaña y en el poder. Debemos analizar las plataformas y los programas concretos que ofrecen antes de tomar sus frases como lo que deben ser, verdaderos compromisos. Prometer para ellos es gratis, creerles, para nosotros, resulta demasiado caro.
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8.- Preparemos una mejor generación. A pesar del impresionante desarrollo social y tecnológico y de los asombrosos avances en las comunicaciones de los últimos 50 años, falta mucho por hacerse, falta lo más importante. Sin meterse en rollos ideológicos, resulta más que evidente que todos los sistemas políticos y económicos empleados hasta ahora han fallado. La exigencia de justicia para todos ya no puede ser identificada ya como una frase popular, liberal, socialista o comu100
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nista. Si las próximas generaciones siguen basando el progreso en la explotación de recursos naturales, humanos y financieros, el mundo no puede tener futuro promisorio. Tal vez ya sea tarde para muchos, pero quienes están ahora en las escuelas elementales tendrán todo el poder y toda la responsabilidad cuando esta enorme crisis haya terminado y se esté reconstruyendo un mundo bastante maltratado. Para ellos no habrá mucho más margen de maniobra, tendrán que hacer todo bien o pensar seriamente en mover su residencia a otro planeta. No habrá más oportunidades de seguir echando a perder para aprender a gobernar y administrar este mundo. Pero la estrepitosa caída del neoliberalismo no significa que luego de poner a Bush y a Tony Blair en el banquillo de los acusados, le pongamos la alfombra roja a Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega, Raúl Castro y otros políticos radicales para crear neosocialismos o neocomunismos, no necesitamos más “neos” de nada, lo que necesitamos es ser menos radicales, menos sectaristas, menos orgullosos y menos necios, necesitamos ser más eclécticos y prácticos y tomar lo mejor de cada sistema que haya funcionado aceptablemente y mejorarlo. Desgraciadamente, hasta hoy sólo tenemos sistemas perdedores pero no hay un ganador. Lo importante ahora es construir finalmente un sistema sólido que resista sin cuarteaduras a través de los siglos que estén aún por venir. Que no se nos recuerde simplemente como los culpables de las crisis.
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9.- Usemos la tecnología y la globalización a nuestro favor. Se suele satanizar mucho tanto a la una como la otra y verlas más como enemigas que como aliadas del progreso. Han sido buenas y malas al mismo tiempo, han generado tanto bienestar como conflictos. Han generado progreso en ciertos niveles pero han creado más marginalidad en otros. Es cierto que han ensanchado las brechas entre ricos y pobres pero también es cierto que no podemos luchar contra su presencia en nuestras vidas. Y, si no podemos contra ellas, no nos queda más “remedio” que unírnosles, pero no resignada y pasivamente, por el contrario. Si hemos logrado domesticar bestias y hacemos que algunas bacterias “trabajen” para nosotros limpiando el ambiente, por qué no hacer que tanto la tecnología como la globalización sean nuestras mejores aliadas para combatir no sólo la falta de desarrollo sino también las injusticias y desigualdades que crean o profundizan ellas mismas. Lo malo de la globalización es lo mismo que hace malo cualquier otro sistema humano. Algunos humanos abusivos se quedan con el esfuerzo de demasiados humanos poco preparados para defenderse. En el mundo que ahora empezaremos a reconstruir tendremos que usar, globalmente, todas nuestras herramientas de productividad, sobretodo
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las tecnológicas y evitar que unos cuantos se sigan quedando con todo y esta sí no es de ninguna manera una utopía. Cualquier buen “blogger” tiene ahora mayor audiencia potencial, y en todo el mundo, que el periódico de mayor circulación de hace sólo un siglo. La información es realmente la bíblica herramienta de la libertad. Este libro me llevó un mes escribirlo y con la ayuda de una laptop con el software adecuado, me llevará sólo unas semanas hacer la edición digital, no lineal, con muy pocas posibilidades de errores, darlo a conocer y ponerlo al alcance de miles, tal vez de millones de personas, puede ser una empresa de sólo unos cuantos días gracias a la internet. Todo esto gracias a que cuento con las herramientas tecnológicas necesarias y vivo en un mundo absolutamente globalizado. Tener dinero para lograrlo no fue necesario16. A cualquier persona de la generación anterior le habría resultado una labor titánica si no es que imposible. Seamos inteligentes y aprovechemos todo lo bueno pero también lo malo de cada cosa para solucionar nuestros problemas. Con tecnología y globalización podemos crear un mundo mejor informado, mejor comunicado y, por qué no, más justo y solidario.
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10- Tomemos las decisiones, tomemos las riendas. Somos nosotros los que ponemos los votos, el trabajo y hasta el dinero, voluntaria o involuntariamente este último; los gobiernos, bancos centrales, bancas de inversión, etc., nos volvieron inversionistas y nos hicieron partícipes del juego, ahora debemos hacer uso de nuestros derechos y tomar las decisiones, tenemos que hacer que nuestros gobiernos gasten, inviertan los recursos en investigación científica, en desarrollo de nuevas y mejores tecnologías, en infraestructura y en creación de buenos empleos, en vez de andar arriesgándolo todo en productos de inversión chatarra en las grandes bolsas de valores o en estupideces como armas y guerras. La guerra de Iraq, para supuestamente contrarrestar el terrorismo y evitar el uso de armas de destrucción masiva por un loco casi tan peligroso como Bush es un excelente ejemplo de recursos invertidos de la manera más estúpida. La principal intención era la de tomar control del petróleo iraquí, 60% de las reservas mundiales conocidas, pero ese dinero, invertido en desarrollo de tecnologías para fuentes alternas de energía verde habrían sido la inversión correcta. A la vez que se solucionaban problemas se evitaban otros, los que ahora tenemos. Todas las acciones que tomemos a partir de ahora tienen que ser pensadas en función no sólo de los efectos inmediatos personales sino
16.- Lo que siempre me preocupa no es la globalización sino los humanos. Buscar un inversionista serio, confiable, que no mintiera y que tomara la decisión rápidamente me llevó 4 meses... y no lo encontré.
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de los efectos secundarios que puedan afectar a los demás y esperar que la ola de regreso no nos perjudique. Haber sido ambiciosos desmedidamente fue malo, haber sido egoístas fue peor. Pensar que bastaba con ver por nosotros mismos tuvo un efecto negativo y en cadena. Toda acción lleva una reacción dicen los libros, cada cosa que hacemos es como un búmeran.
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¿Qué beneficios puede tener una recesión?
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Las recesiones y depresiones ocurren de manera recurrente, son parte de ciclos naturales de la economía, como las lluvias y las sequías. Pero así como nuestras torpezas han alterado la forma natural de éstas en el clima, esas mismas torpezas y excesos hacen que la recesión actual y la próxima depresión sean mucho más fuertes que antes en la historia. Así como después de las fiestas de navidad y fin de año, en donde comemos y bebemos en exceso tenemos que ponernos a dieta, igualmente luego de un largo período de sobreproducción y sobreconsumo debemos desacelerar el paso para ajustar los mercados. Estas desintoxicaciones son sanas y necesarias y, por lo tanto, si son bien llevadas, pueden tener muchos beneficios a futuro. En los últimos 160 años los EE.UU. han atravesado por 32 recesiones oficiales, de ellas se aprendió mucho, pero no lo necesario como para evitar que recurrieran con más fuerza y riesgo. Esta vez tenemos que aprovechar algunas situaciones eventualmente favorables: 1.- Los dueños del dinero tendrán que usarlo mejor. Las grandes corporaciones, los grandes inversionistas, las instituciones financieras tiene casi toda la solución en sus manos. Su dinero es la base de la cohesión social. Son el fiel de la balanza. Sin su dinero, la gente no tiene empleos, sin su dinero, los gobiernos no tienen sustento. Desde 2008 las cosas son diferentes también para ellos, sin mercados, sin consumidores, no hay más negocio para nadie. Deben dar pie a nuevas formas de darle juego a sus capitales, la especulación debe quedar en el cajón de las herramientas obsoletas. Deberán ser capaces de crear productos y servicios realmente útiles y fortalecer la economía real. Más que nunca deben crear empleos duraderos y lo suficientemente bien pagados. Deben formar equipos humanos que sobrevivan el desgaste natural de los equipos, los sistemas y las formas de hacer negocio. Deben capacitar a sus empleados y colaboradores y formar equipos solidarios de alta eficiencia y productividad. 2.- Los bancos privados tendrán tasas de interés más bajas y esto favorece tanto a deudores como a nuevos clientes del crédito. Esto esti-
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mula también mayor producción y mayor consumo. 3.- Los buenos empresarios, los de verdad, crearán nuevas oportunidades de negocio basadas más en la innovación y la creatividad. Implementarán mecanismos más inteligentes de control de calidad y de gastos. 4.- Los gobiernos tendrán más acotado su margen de manipulación. Mentir les resultará cada vez más difícil, mantenerse en el poder sin resultados rápidos y convincentes les será prácticamente imposible. La clientela electoral será mucho más difícil de convencer y mucho más difícil también de mantener contenta. Surgirán líderes más modernos, más comprometidos y menos demagogos. 5.- Seremos más cuidadosos y evitaremos más caídas. Dice un viejo proverbio inglés que un resbalón puede prevenir una caída. Reduciremos las curvas de aprendizaje, tendremos el tiempo en contra para solucionar los problemas. Seremos más ingeniosos y creativos. 6.- Nos desharemos de excesos. Los inventarios de productos se reducirán a niveles más razonables permitiendo a los mercados crecimientos a largo plazo conforme la demanda vaya aumentando de nuevo. Dejaremos de producir sin sentido buscando luego presionar el consumo para llevarlo a crecimientos artificiales usando métodos poco honestos. 7.- . Se equilibrará el crecimiento de la economía. Tanto las recesiones como las depresiones ayudan a generar y mantener un crecimiento económico equilibrado. Con orden, reglas y controles adecuados el crecimiento es más sano y sostenible sin riesgos de inflación ni burbujas especulativas. Los consumidores se ven obligados a hacer recortes en el gasto como consecuencia natural de la caída en los ingresos. Que la gente reciba menos dinero y gaste menos obliga a un descenso general de precios lo cual crea las condiciones para que la economía crezca de manera natural: se puede comprar sólo para lo que alcanza y se produce sólo para lo que se puede vender. 8. Habrá nuevas oportunidades de compra. Será buen tiempo para comprar cosas en su valor real o por debajo de él. En donde antes había una sola casa, ahora hay un edificio de condominios que valen, cada uno, lo mismo que costaba la casa sola. Esto no sólo es injusto, es absurdo. Con una demanda más conservadora, los precios de casas, autos y muchos otros productos o servicios que estaban sobrevaluados por una demanda inflada se volverán más moderados. Después de la depresión, la economía volverá a expandirse y las buenas compras de esta época podrían incluso arrojar alguna utilidad extra. 9. Los consumidores cambiaremos muchos hábitos. Golpeados por la falta de dinero, dejaremos de tratar de vivir por encima de nuestras posibilidades reales y nos ajustaremos a lo que pueda comprarse con nuestros 104
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ingresos mermados. Al evitarse el sobre endeudamiento habrá menos círculos viciosos en los mercados por incumplimientos en los pagos. 10.- Y la mejor parte: Tendremos la oportunidad única de descubrir lo mejor de cada uno de nosotros mismos. Lamentablemente necesitamos siempre tocar fondo para darnos cuenta de que podíamos haber evitado los problemas y para darnos cuenta de que nuestras capacidades son mayores a las que imaginábamos. Podemos ver cómo, por ejemplo, personas que han perdido uno o más sentidos o partes de su cuerpo logran proezas inverosímiles, hacen cosas que, cuando estaban a su “100%”, no habrían podido lograr. A veces, para estar al 100% de nuestra capacidad, hay que encontrarse contra la pared. Yo mismo seguiría con mi negocio de consultoría para importaciones de China, ahora, tanto mi oficina en México como la de Shanghai se han convertido básicamente en editoriales que están generando empleos directos en los dos países. Las hojas de papel que se echó a perder en las pruebas de este libro las estoy usando de servilletas o portavasos, estoy duchándome en menos de 5 minutos, reciclando basura, aprovechando el 99% de la comida que compro, caminando en vez de usar transporte cuando la distancia es menor a 3 kilómetros, en fin, parece que la recesión me dio un empujón para ser el tipo de ciudadano que desde hace mucho debí haber sido.
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Pero, ¿podremos vivir con menos?
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Y ésta es la gran pregunta de hoy. La respuesta obvia es sí, sólo hay que ver cómo. Es absolutamente innegable que ya no podremos seguir ganando y gastando como hasta hace unos meses. Ya no hay dinero y no lo habrá, al menos en grandes cantidades, por mucho tiempo. Se creó la ilusión de que había mucho dinero, pero se acabó el show mágico y no podemos pedir la devolución de las entradas aunque nos hayamos dado cuenta de que se trataba de un vulgar truco. Algo muy importante es diferenciar entre dinero y riqueza, el hecho de que el dinero volátil se esté diluyendo en la nada no significa que el planeta se haya vuelto “pobre”, de hecho nunca lo ha sido. Significa simplemente que la riqueza, tan mal distribuida hasta ahora, tendrá que distribuirse mejor y nos tocará menos a cada quien. A los ricos también les tocará menos y eso es la parte, digamos, buena de la historia. DE hecho los ricos tendrán más problemas para asimilar el “ajuste”. Es más difícil para alguien que lo tiene todo conformarse con menos que para alguien que nunca ha tenido nada tener todavía un poco menos que esa nada. La “ventaja” para quien no tiene nada es que tampoco tiene deudas. Quien lo tiene todo es posible que lo deba todo, o al menos una buena
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parte y eso lo convierte automáticamente en pobre potencial, tiene “menos cero” o dinero en números negativos para que suene menos fuerte. Las clases medias simplemente tendrán que postergar el sueño de seguir escalando tener un periodo de sueños congelados. La preocupación, sin embargo, no debe ser exagerada. En teoría hay suficientes recursos tanto humanos como materiales en el mundo como para garantizar el bienestar de todos sus habitantes. Falta, claro, usar las tecnologías y las políticas adecuadas para que esto sea posible, pero desgraciadamente esto no sucederá pronto, mientras tanto tendremos que arreglárnoslas para vivir con menos. Los humanos tenemos una capacidad formidable de adaptación, de hecho esa ha sido nuestra mayor arma a través de los tiempos. La cuestión aquí es cómo haremos para vivir con menos sin bajar los niveles de vida a los que ya, alguna parte de la población estaba acostumbrada. Una muy buena parte de nosotros estamos acostumbrados a tener más de lo que necesitamos. Para quienes están hundidos en la más absoluta de las miserias no habrá cambio, es mas, millones de ellos, los que ni siquiera tienen acceso a la información, ni siquiera se enterarán de que el resto del mundo, los “afortunados” estamos en la mayor depresión económica de la historia. Evidentemente podremos vivir con menos, no nos quedará más remedio. Vestiremos menos ropa de marca y seguiremos menos la moda; si tenemos auto y podemos lo conservar, no lo cambiaremos por el último modelo tan frecuentemente. Comeremos menos frecuentemente en restaurantes de lujo. Aprenderemos a vivir con un presupuesto ajustado y con la lista de gastos siempre a la mano para tener mejor control de ella. No correremos para llamar dentro de “los siguientes 15 minutos” para “aprovechar” las “fabulosas” e “irrepetibles” ofertas de T.V. Todo esto puede sonar dramático, pero en realidad no lo es. A mí, no es que me de gusto, pero me parece no sólo sano, sino absolutamente necesario. Es un caso similar a estar a dieta. Cuando el médico le dice a alguien que debe bajar el consumo de grasas, de azúcares, de la sal; que debe evitar la comida chatarra o de baja calidad, o que debe reducir drásticamente el consumo de alcohol y evitar el del cigarro, esta persona pone cara de angustia, siente que la están condenando a un suplicio cuando, en verdad, lo único que le están diciendo es que haga lo que siempre ha debido hacer, así de simple. Que ahora tengamos que, finalmente, vernos “forzados” a seguir un comportamiento económico consciente, sano, inteligente y responsable simplemente significa que estaremos haciendo lo debido, y eso nunca puede ser malo. Sin dieta hay subidas de colesterol y hay infartos. Si no aplicamos medidas serias para sanar la economía estamos en un ataúd, 106
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más que en un planeta. Nuestra sociedad está enferma por excesos en nuestros hábitos ecológicos y económicos así como nuestros cuerpos sufren por los excesos alimenticios irresponsables. Es hora de ponerse a dieta en todos los sentidos para recuperar la salud personal y la de nuestro entorno. Ya es demasiado tarde para romper con los vicios y salir ilesos, así como después de dejar de fumar pueden pasar 15 años o más para una desintoxicación plena y tendrán que pasar cientos de años para que la naturaleza recupere la salud que le hemos arrebatado, tendrán que pasar varios años antes de que el sistema económico se recupere incluso si empezamos a cambiar rumbo y tratar de revertir los efectos hoy mismo. Así como podemos y debemos ser felices comiendo más ensaladas que hamburguesas y hot dogs, y bebiendo más agua simple que coca colas y similares, también es posible, y hasta obligatorio, que vivamos felices con menos pares de zapatos y sin aparatos de reducción del abdomen bien formado con hamburguesas, papas fritas y bebidas gaseosas. Debemos estar felices sabiendo que vamos a reconstruir una sociedad mejor, una sociedad más responsable y, por tanto, más justa. No será fácil pero el proceso puede y debe ser transitado entusiasta y alegremente. Con mucho menos dinero deberemos encontrar el modo no sólo de hacer más, también deberemos encontrar las fórmulas para ser más felices. Decir que el dinero no compra la felicidad no es sólo una frase hecha que pueda usarse ahora de consuelo. Según muchos especialistas, lo que realmente da felicidad es el éxito, el logro de los objetivos. Yo agregaría que la simple esperanza de alcanzarlos da ya, por sí misma, algo de felicidad. Por eso mismo nos despertamos todos lo días a trabajar duro, para obtener los recursos que nos permitan realizar nuestros sueños. En los últimos 50 años, se alcanzó niveles de riqueza y/o de bienestar aparente para cientos de millones de habitantes del planeta. Uno de cada diez humanos tiene teléfono celular y hay casi el mismo número de autos circulando, la mayor parte de ellos son propiedad privada. Hay muchísima más gente ahora que en los 20 siglos anteriores que cuenta con el tiempo y la capacidad económica para viajar, tan sólo por placer. El acceso a la información y a una formación profesional es cada vez más amplio. Por supuesto, el bienestar económico se ha esparcido más generosamente en Norteamérica, Europa occidental y, más recientemente, en algunas regiones de países de Asia, pero en más de dos terceras partes del planeta la pobreza es indignante. Pero el caso es que nunca como antes en la historia ha habido más gente con tantos bienes materiales como ahora y, sin embargo, la felicidad no parece haber sido alcanzada de manera ostensible por esa misma gente. Por cuestiones
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incluso culturales y sociales, si se quiere, muchos países de los considerados más pobres suelen tener niveles de felicidad más altos que los encontrados incluso en gente de países del llamado G8, el grupo de los países industrializados más ricos. En Corea del Sur, Japón Finlandia y Francia, países muy desarrollados, con excelentes números en sus economías, los suicidios ocurren en un alto índice que en los Estados Unidos es más de dos veces mayor al de México. En los Estados Unidos 2 de cada 3 personas buscan ayuda para curar sus problemas de stress y casi 20 millones de hombres y mujeres sufren de depresión. A pesar de que hay menos empleos y estos son peor pagados en México, motivo principal de la migración hacia los EE.UU., los mexicanos solemos tener, además de muchos pobres, mejores niveles de felicidad que los vecinos del norte. En los países desarrollados económica y tecnológicamente nos vendieron muy bien dos ideas: 1.- Hay que ser rico para ser feliz y 2.- Nunca se es lo suficientemente rico. En los países pobres o en desarrollo basta para la mayoría de la gente tener casa, vestido y comida para ser felices. ¿Ser rico? “Para qué”, responden muchos. Que no tengan la obsesión de ser ricos no los convierte en mediocres o conformistas como podría vérseles en nuestra cultura occidental moderna, donde el culto al dinero rige toda actividad. Obviamente hay países en donde no se conoce palabras como bienestar o felicidad, en donde mantenerse vivos es la meta máxima de cada día. Pero este es caso aparte y no es asunto de este libro. Las nuevas reglas en los mercados laborales y comerciales se adaptaron para proponer una competencia no antinatural, pero sí ultranatural. Competir contra los demás para tener lo esencial sí es natural pero, culturalmente, ya es insuficiente. Se nos empuja a luchar para obtener lo que hace falta y lo que no hace falta también y, lo que es peor, se nos obliga a luchar contra nosotros mismos, ya ni siquiera hace falta alguien contra quien comparar nuestros logros: los “yo soy más”, “yo tengo más”, a secas, ya no bastan, no hace falta tener con quien compararnos. Antes era lucha y competencia contra otros, hoy lo es contra nosotros mismos. Conseguir nuestros sueños es la consigna, no basta con tener la mejor casa y el mejor auto. Cuando alguien nos pregunta qué meta tenemos, debemos decirle algo más, la respuesta de “ya tengo lo que quiero” no basta para que se nos considere “triunfadores”. La lucha y la competencia personales por un status mayor, cada vez mayor, resultaba interminable. “Perdedor” es el máximo insulto en nuestra enfermizamente competitiva sociedad. Es un hecho que lo que nos mueve hacia la felicidad es el éxito, el alcanzar objetivos, más que el dinero mismo. Y esto es 108
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una buena noticia. Sólo hay que redefinir la palabra “éxito” que, por cierto, significa simplemente salida. Los hombres y mujeres más felices que conozco no son ricos, pero tampoco muy pobres. Es gente que trabaja día a día en cosas que le resultan apasionantes. Uno de los más felices y alegres que conozco es un taxista que a veces encuentro, el auto que maneja no es de él, pero gana lo suficiente como para vivir sin demasiadas presiones. ¿Un auto propio, una flotilla de 10 taxis? Seguramente ganaría más dinero, pero no sería necesariamente más feliz. Hacer las cosas bien, crear valor, innovar, dar empleo, ser socialmente útil, crecer como consecuencia del trabajo y no como meta en sí misma… estas cosas dan satisfacciones que, muy a menudo, generan felicidad. Por supuesto que no estamos para alabar la holgazanería ni el conformismo. Muy al contrario, pero algo que acabó con la salud mental de la sociedad moderna fue la idea obsesiva del obtener el “triunfo” socialeconómico a toda costa. Ser rico y/o famoso y/o poderoso era el punto, no había nada más que agregar. Durante buena parte de mi vida tuve esa tentación presente, me sabía además con capacidad y conocimientos como para meterme a la carrera y ver cuánto podría obtener. Recuerdo una vez, hace algunos años, que desperté y, como de costumbre a las 8 a.m., encendí la T.V. para ver el noticiario. Un periodista que ni siquiera tenía un programa de alto rating entrevistaba en vivo a Bill Gates. El famoso millonario estaba allí, bañado y trajeado, respondiendo sonrisa en boca a todas las simplísimas y trilladas preguntas de siempre. Y yo me dije, el tipo más rico del mundo lleva seguramente 2 ó 3 horas despierto y está ya trabajando mientras que yo, a la misma hora, estoy en pijama y a no menos de 2 horas de llegar a mi oficina. ¡Seguramente por esto es que yo no tengo ni el .0001% del dinero de este hombre! Me reproché. Y luego me quedé pensando toda la mañana: ¿Pero qué necesidad de este mega magnate de estar dando entrevistas tan temprano a alguien a quien cuando mucho escuchan unos cuantos miles de personas? Si estuviera yo en sus millonarios zapatos… ¿Haría yo lo mismo si tuviera tanto dinero? ¿No le pediría al entrevistador que fuera él a visitarme a mí a mi hotel para no molestarme yo en ir a su estudio? ¿O de plano daría sólo entrevistas vía satélite desde mi alberca privada? Pero al buen Bill le importa un cacahuate la forma en la que el resto de los mortales gastaríamos el tiempo y el dinero si fuéramos él. Sin jefe ni horarios seguramente sigue teniendo la misma necesidad que todos los demás, la de ser feliz. Y seguramente siente la misma necesidad del vendedor de software del negocio frente a mi casa, la necesidad cotidiana de sentirse vivo, de hacer algo para gustarse a sí mismo, para estar a gusto consigo mismo. La ambición del éxito, del triunfo, va más allá que la ambición
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del dinero. Excluimos de este grupo, por supuesto, a delincuentes y parásitos del sistema. Cuando se tiene el éxito en las manos, el dinero se vuelve una simple regla de medición. Cuando un millonario cuenta su dinero, lo que está contando en realidad es el nivel de éxito alcanzado, los números son algo objetivo que contar. Los avaros que sólo juntan y atesoran dinero por lo que este representa por sí mismo, suelen tener vidas menos felices. Yo nunca he sido millonario pero no he tenido un solo día infeliz en mi vida, nunca he tenido tampoco un solo día de hambre, pero tampoco he tenido un solo día sin trabajo, sin algo productivo qué hacer. He aprovechado haber nacido y crecido dentro de un sistema con libertades sociales, políticas y económicas elementales que me han permitido tomar mis oportunidades y riesgos y lanzarme cada día a nuevas aventuras, algunas de ellas con resultados felizmente memorables. He disfrutado y aprovechado tanto éxitos como fracasos aprendiendo por igual de ambos. Sé que se puede ser feliz, porque me consta en carne propia, sin la obsesión de tener, tener y tener cada día más. Gasto siempre todo lo que gano, casi nunca ahorro y jamás he tenido dinero invertido para “asegurar” mi futuro, pero he vivido bien, he viajado, aprendido, conocido y disfrutado más que el ciudadano promedio de país optimistamente etiquetado como “libre, democrático y capitalista”. Sé que esta crisis ayudará a que la mayoría de la gente aprenda a vivir más feliz, con menos dinero, porque habrá muy poco, pero aprenderemos a usarlo y a distribuirlo mejor. Nos veremos obligados -yo lo haré con gusto-, a crear sociedades más civilizadas, más modernas, más justas. Para ello habremos de ser más inteligentes, más sensatos, más solidarios y menos estúpidos a la hora de escoger a la gente que se encargue de dirigirnos y gobernarnos. Y con la gente que tiene ya poder y dinero, tendremos que convencerlos, por la vía que haga falta, a ser ellos mismos también más justos, más sensibles, menos rapaces. Después de todo, no les conviene tener menos consumidores, menos votantes, menos simpatizantes. No quieren tener al resto del mundo en su contra. Los especialistas más optimistas creen que en dos o tres años podremos empezar a resolver el crucigrama y a salir de la crisis. Después de ver la pobre reacción que hemos tenido, yo lo dudo. Pero lo importante no es si serán dos o veinte años, lo importante es que de estos tiempos duros, salgamos todos más fortalecidos, de lo contrario, los años que dure esta crisis habrán sido tiempo tirado a la basura. Deseémonos la mejor de las suertes y trabajemos lo más duro posible para no tener que vernos en este triste panorama nuevamente. 110
Fuentes y Recomendaciones
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Este libro es sólo un acercamiento a un problema que a todos nos atañe y, al mismo tiempo, una invitación a reflexionar sobre el papel que directa o indirectamente todos hemos jugado en él. Para saber más, para entender mejor todo este fenómeno, me permito recomendar algunos libros, sitios web y películas que me sirvieron de motivación y fuente informativa. En estas últimas páginas enlisto estas fuentes porque mi intención fundamental es la de despertar en los lectores el interés de informarse más sobre los acontecimientos de esta difícil época. Estoy convencido de que únicamente con la información correcta y objetiva podremos tomar las decisiones que nos ayuden a salir de esta crisis lo mejor librados posible. En mi sitio web, rafaelmontano.com, mantendré foros abiertos para la discusión y la retroalimentación sobre este tema, así como esta misma lista actualizada cada semana avisando también cuando estén disponibles sus versiones en español.
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Arnold Daniel A. The Great Bust Ahead: The Greatest Depression in American and UK History is Just Several Short Years Away. This is your Concise Reference Guide to Understanding Why and How Best to Survive It Este libro nos alerta sobre una gran depresión en los EE.UU., peor que la de la década de los treintas y que podría durar hasta 30 años... Lo más interesante de este libro es que fue publicado por primera vez en el año 2002 y, al parecer, las predicciones se ha estado cumpliendo puntualmente hasta ahora.
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Bailey Jerry The Fall of the American Empire Un libro sobre las fallas que han llevado a los EE.UU. a una franca decadencia y propuestas para retomar el camino de la democracia.
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Banks Erik The Failure of Wall Street: How and Why Wall Street Fails -- And What Can Be Done About It Un veterano de Wall Street explica detalladamente cómo y por qué ha fallado el sistema de esta industria financiera y propone algunas cambios necesarios.
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Bonner William y Rajiva Lila Mobs, Messiahs, and Markets: Surviving the Public Spectacle in Finance and Politics Un libro lleno de información inquietante que no resulta dramático gracias al buen sentido del humor con el que fue escrito.
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Bonner William, Wiggin Addison Empire of Debt: The Rise of an Epic Financial Crisis Estos dos autores mantienen en dailyreckoning.com consejos y asesoría financiera revolucionaria e iconoclasta y han advertido por mucho tiempo sobre el excesivo endeudamiento norteamericano y la inminente crisis del dólar.
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Brewton Pete The Mafia, CIA and George Bush Una investigación de las coneccioness entre la Mafia, la CIA, un pequeño grupo de poderosos empresarios y políticos texanos y un escándalo de ahorros y préstamos por 500 mil millones de dólares. Una historia de corrupción, codicia y abuso de poder en la oficina de más alto nivel en los Estados Unidos. Y una historia no contada sobre la más grande debacle financiera en la historia de Norteamérica
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Bugliosi Vincent The Prosecution of George W. Bush for Murder Muchos queremos que el ex presidente Bush enfrente a la justicia y pague sus varios delitos. Bugliosi dice contar con suficientes elementos para llevarlo a juicio.
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Cole Benjamin M. The Pied Pipers of Wall Street: How Analysts Sell You Down the River Se le llama en inglés pied piper a aquella persona que es capaz de hacerse seguir mediante encantos engañosos y lleva generalmente a la ruina, como el personaje de la fábula el “Flautista de Hamelin”. El señor Cole nos ilustra en este libro sobre el modo en el que operan las poderosas firmas de Wall Street que, a menudo tienen fuertes sumas invertidas en corporaciones a las que ellas mismas están encargadas de analizar y recomendar como inversiones seguras creando así un evidente conflicto de intereses. Un libro revelador de la enorme corrupción del mercado de valores.
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Cramer James J. Confessions of a Street Addict Confesiones en primera persona de uno de los más famosos e influyentes gurúes financieros mediáticos en EE.UU., especialmente famoso por su programa Mad Money en CNBC, el frenético James Cramer.
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Chancellor Edward Devil Take the Hindmost: A History of Financial Speculation Un vistazo a la historia de la especulación y los engaños a la población que acompañan siempre a esta práctica. La especulación se ha asentado no sólo como la más popular de las actividades económicas, es ahora seguramente la más común y, sin duda, la más cuestionable por sus métodos. Ha causado grandes problemas en muchos países como Holanda, Inglaterra, Japón, México y, por supuesto, los Estados Unidos y este libro analiza con lupa todos estos eventos.
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Chomsky Noam Profit over People: Neoliberalism and Global Order Una crítica frontal del neoliberalismo y del nuevo orden global: una crítica de la mitología del mercado, de la manipulación de la opinión pública a través de medios de comunicación controlados por intereses empresariales, del impacto oculto que ejercen entidades antidemocráticas como la Organización Mundial de Comercio o el Fondo Monetario Internacional, de los recortes en los programas sociales, de la forma en que las políticas neoliberales transfieren el poder de decidir cuestiones que nos conciernen a todos a manos de tiranías privadas que operan en secreto y sin control público.
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Chomsky Noam Failed States: The Abuse of Power and the Assault on Democracy Aquí se expone, entre otros elementos, el camino que debe tomar los Estados Unidos para no transformarse de un Estado Villano en un Estado Fracasado, una agenda que tendría que incluir la firma de los protocolos de Kyoto; permitir que la ONU desempeñe su papel en la arena internacional; aceptar la jurisdicción de un Tribunal Criminal Internacional y un Tribunal Mundial; combatir el terrorismo me-
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diante soluciones de corte diplomático y económico en lugar del uso de la guerra; y disminuir los gastos militares para reorientar esos fondos hacia la esfera social. Los “Estados fallidos o fracasados”, dice Chomsky, son aquellos que “no protegen a sus ciudadanos de la violencia y hasta de la destrucción inclusive, y que se ven a sí mismos más allá del alcance de las leyes nacionales o internacionales”.
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Chossudovsky Michel The Globalization of Poverty and the New World Order El autor, ecnomista de la Universidad de Ottawa y fuerte crítico de la globalización afirma que sistema actual se basa en la creación de capital a través de la destrucción. La humanidad está yendo día a día hacia una crisis económica y social de escalas sin precedentes que lleva a un rápido empobrecimiento de amplios sectores de la población. Las economías nacionales están colapsando y el desempleo crece aceleradamente. Surgen más hambrunas en la África sub-Sahariana, el sureste asiático y en algunas regiones de Latinoamérica. Esta “globalización de la pobreza” surge coincidentemente con las crisis crediticias de los países del tercer mundo a principios de los 1980’s y la imposición de reformas económicas del Fondo Monetario Internacional. La nueva crisis puede ser más devastadora que la Gran Depresión de los treintas pues tiene implicaciones geopolíticas más amplias; es por mucho la más grave crisis económica de la historia moderna.
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Dent Harry S. The Great Depression Ahead: How to Prosper in the Crash Following the Greatest Boom in History Dent es uno de los más prestigiosos “profetas” económicos, sus predicciones han sido siempre de lo más acertado y al ver que su predicción de que el boom económico terminaría en estas fechas se ha cumplido cabalmente, debemos poner atención a lo que según él viene a partir del 2009: a.- La economía parecerá recuperarse de la crisis de las subprime y se aminorará la recesión a mediados del 2009. “la calma antes de la tormenta real.” b.- Los precios de las acciones comenzarán a desplomarse de nuevo en el segundo semestre del 2009 y hasta principios del 2010 para finalmente tocar fondo en 2012 –entre 3,800 y 7,200 del Dow. c.- La economía entra en una profunda depresión entre mediados del 2010 y principios del 2011, extendiéndose probablemente hasta finales del 2012 o mediados del 2013. d.- Los mercados asiáticos podrían tocar fondo a finales del 2010, junto con la seguridad social y ser la primeras grandes oportunidades de compra de acciones. e.- El oro y los metales preciosos se comportaran al principio como una inversión de defensa segura, pero terminarán colapsando también en el segundo semestre del 2010. f.- Una primera gran recuperación accionaria que podría darse a mediados del 2012 y mediados del 2017, estaría seguida de una recuperación total para finales del 2019 o principios del 2020. g.- La próxima oportunidad de entrar en un amplio mercado de grandes oportunidades de inversión en bolsa podría llegar entre los años 2020 y 2023 para consolidarse entre 2035 y 2036. A pesar de sus negras predicciones, Dent ofrece recomendaciones que permitirán a las familias, empresas inversionistas y personas comunes manejar sus valores correctamente y sacarles la mayor ventaja. Con el conocimiento y preparación correctos se puede aprovechar las nuevas oportunidades de obtener riqueza en vez de ser atrapados en una espiral de caída. “Tu vida está a punto de cambiar por razones ajenas a tu voluntad. No puedes cambiar la dirección del viento, pero puedes redireccionar las velas de tu nave!” Concluye Dent para dar un poco de aliento al lector.
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Espino Ovidio Diaz How Wall Street Created a Nation: J.P. Morgan, Teddy Roosevelt, and the Panama Canal Una investigación profunda y reveladora sobre la forma en la que se logró la construcción del Canal de Panamá a través de especulación financiera, fraude y conspiración internacional durante el gobierno del presidente Roosvelt a principios del siglo XX.
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Frank Thomas One Market Under God: Extreme Capitalism, Market Populism, and the End of Economic Democracy “La nueva economía es un fraude”, nos dice el autor quien afirma que los “americanos cambiaron su larga tradición de democracia electoral por la democracia de los supermercados en donde se ha legitimado la cultura corporativa, su demanda de privatización, desregulación y no-intervención, y agrega que la tradición del populismo político en los EE.UU. se ha convertido en populismo de los mercados que ven al éxito financiero como la máxima autoridad para definir lo bueno y lo verdadero.
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Fraser Steve Every Man a Speculator: A History of Wall Street in American Life Este es uno de los libros que excava más profundamente en las entrañas de Wall Street y de la gente que ha encontrado allí el mejor lugar del mundo para dar rienda suelta a la búsqueda de dinero fácil a través de la especulación.
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Friedman Milton, Friedman Rose Free to Choose: A Personal Statement Digamos que este es el libro, la base teórica para cualquier debate sobre la libertad, la economía capitalista, el desarrollo de la historia moderna. Friedman explica qué es el libre mercado y convence contundentemente sobre sus bondades, Sus teorías radicalizaron el debate y, luego de la caída del comunismo, dieron la victoria por knock out al mercado libre sobre el mercado regulado estatalmente. En 2008 quienes pensábamos que la teoría friedmaniana era simple ideología y utopismo puro, hoy tenemos más elementos que nunca para rebatirla.
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Gates Jeff Democracy At Risk: Rescuing Main Street From Wall Street “Hemos creado una economía malévola, un cielo suntuoso para algunos, una lucha maligna para la mayoría y un infierno en vida para muchos,” dice en su libro Jeff Gates y agrega: Los EE.UU. son una democracia sólo de nombre, “¿Quién daría su voto en un sistema en donde únicamente 3 de sus ciudadanos, Gates y Allen de Microsoft y Warren Buffett tienen una riqueza neta más grande que el producto interno bruto combinado de las 41 naciones más pobres y de sus 550 millones de habitantes?” Y lo que es más, El capitalismo americano ha sido un desastre global: “Deberíamos empezar el nuevo siglo de capitalismo con un mea culpa. Nuestra jerarquía en la comunidad mundial sería más alta si simplemente aceptáramos lo que ya todos saben, que nuestra búsqueda atropellada de ganancias ha causado considerables daños humanos, políticos y ecológicos.”
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Geisst Charles R. Undue Influence: How the Wall Street Elite Puts the Financial System at Risk Tal vez el mejor de los biógrafos de Wall Street, Geisst nos cuenta en este libro el modo en el que los bancos, gastando millonarias fortunas en cabildeos y aportaciones a campañas políticas han logrado brincar regulaciones y leyes para beneficiarse sin importarles poner el riesgo el sistema financiero. Un auténtico clásico para amantes de las teorías de complots y conspiraciones.
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Geisst Charles R. Wall Street: A History, From Its Beginnings to the Fall of Enron La historia de Wall Street es en cierta medida la historia moderna de los Estados Unidos. El imperialismo ha basado su fuerza en el poder del dinero y el dinero se ha creado allí. Desde el caso Enron la empresa que cerró en 2001 luego de un sonado caso de fraude de magnitud sin precedentes, Wall Street, la industria financiera de Norteamérica no ha hecho otra cosa que ser materia de escándalos y dar pie al surgimiento de nuevas, y cada día más devastadoras, crisis. La historia de este libro llega hasta la quiebra de Enron pero su lectura nos permite entender cómo se dieron las bases para la catástrofe financiera de este año 2008.
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Goodman Jordan E. Reading between the Lies: How to detect fraud and avoid becoming a victim of Wall Street’s next scandal. Una de las peores consecuencias de esta más reciente crisis es la perdida en la confianza de los inversionistas. ¿Quién volverá a tener fe ciega en los expertos de las firmas de inversión? Este libro tiene la intención de ayudar a los futuros inversionistas a recuperar la confianza y evitar ser defraudados, pero primero tienen que aprender cómo abusan las corporaciones de las libertades que da el sistema para poder leer entre las líneas de los reportes y análisis, muchas veces maquillados con el único fin de engañar y evitar ser otra víctima más.
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Gordon Edward The 2010 Meltdown: Solving the Impending Jobs Crisis El autor pronostica una catástrofe en materia de empleo para el año 2010 si no se hace una corrección en las políticas económicas, laborales y educativas. Hace sonar la alarma para llamar la atención a empresarios, legisladores, educadores, empleados, padres de familia y ciudadanos preocupados por este tema. Además de razones demográficas ve como causas del problema factores culturales como el de la obsesión por los resultados de corto plazo alimentada por Wall Street que favorece la reducción de costos sobre la capacitación a largo plazo, así también como la negligencia en el sector educativo para promover el estudio de ciencias y matemáticas. Propone también iniciativas innovadoras, así como un plan para revertir las tendencias negativas con reformas en políticas educativas e inversiones que promuevan más libertad económica, renovación y prosperidad.
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Hazlitt Henry Economics in One Lesson: The Shortest and Surest Way to Understand Basic Economics Un texto breve y de fácil lectura que de un modo simple y directo analiza la forma en la que las altas esferas han convertido teorías sin fundamento en dogmas y las consecuencias de ello en el corto y largo plazos.
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Johnston David Cay Free Lunch: How the Wealthiest Americans Enrich Themselves at Government Expense (and Stick You with the Bill) Una historia de cómo el gobierno norteamericano alimenta a las grandes corporaciones a expensas de los contribuyentes.
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Klein Naomi The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism Historicamente, mientras la gente estaba tratándo de ponerse a salvo de desastres naturales, guerras y crisis económicas, políticos y líderes industriales astutos han implementado mañosamente polícas que jamás habrían podido pasar en tiempos menos atribulados. Como demuestra Klein, este juego no es una reliquia del pa-
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sado, sigue vivo en nuestros días, en nuestra sociedad y ubica como principal culpable al notable economista Milton Friedman y su radical Escuela de Chicago que en los 1950s y 60s “produjo muchos de los pensadores líderes del neo-liberalismo cuya influencia es aún profunda en el Washington de hoy.” Las políticas neo-liberales —privatización, libre comercio, recorte del gasto social— son catastróficas de acuerdo con la polémica autora pues han sido causantes de depresiones, pobreza masiva, corporaciones privadas adueñándose de la riqueza de los pueblos, etc.
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Korten David C. The Post Corporate World: Life After Capitalism El también autor de “When Corporations Rule the World” en donde hace un llamado a la razón y a la conciencia del público sobre las consecuencias potencialmente desastrosas de la globalización de la economía y la expansión del poder de las corporaciones, en éste, su nuevo libro, va más a fondo y define a estos dos “males” como un cáncer masivo que terminará por destruir a la gran sociedad de la que dependen para sobrevivir. El capitalismo, nos dice, no sólo triunfó sobre el comunismo, también lo hizo sobre la democracia y la economía de mercado. Ahora que el Capitalismo ha fallado tenemos que empezar a replantearnos cómo deberá ser la vida en la era del post-capitalismo.
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Kurtz Howard The Fortune Tellers: Inside Wall Street’s Game of Money, Media and Manipulation El autor conoce muy bien lo que hay detrás de cámaras en los programas de las cadenas de información financiera y cómo manejan éstas la información para ayudar a las firmas de inversión a mantener el juego manipulando la realidad de los mercados.
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Krugman Paul The Return of Depression Economics and the Crisis of 2008 Ganador del premio Nobel de Economía 2008, Krugman estudió las crisis económicas que han arrasado con el bienestar de millones en Asia y en Latinoamérica y afirma que son una señal de alarma para los EE.UU., son como enfermedades que se han vuelto resistentes a los antibióticos y estas enfermedades, las mismas que causaron la Gran Depresión están atacando de nuevo. Mientras Wall Street vivió un boom espectacular y los especuladores financieros ganaron enormes sumas en el periodo entre esa depresión y ahora. Hoy que la depresión económica ha vuelto a Norteamérica tras el estallido de las burbujas crediticia e hipotecaria, el sistema financiero de los EE.UU. ha probado ser tan vulnerable que los de los países en desarrollo, tanto que esperar una réplica de la depresión de los treintas parece inevitable. Además de analizar cómo la falta de control y regulación de los mercados sentaron las bases para la llegada de la más grande crisis financiera desde 1930, también propone algunos pasos a seguir para contener los efectos de la crisis y evitar que la economía mundial se hunda en una profunda recesión.
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Levitt Arthur y Dwyer Paula Take On the Street: What Wall Street and Corporate America Don’t Want You to Know - What You Can Do to Fight Back Arthur Levitt fue de 1993 a 2001 presidente ejecutivo de la Securities and Exchange Commission de los Estados Unidos (SEC) que es la agencia autónoma del gobierno que se encarga de hacer cumplir las leyes en el mercado de instrumentos de inversión. Fue considerado por muchos como el defensor del inversionista privado aunque no alcanzó los niveles de seguridad deseados debido a la poderosa
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resistencia de quienes aprovechan a su favor las reglas existentes en el mercado. Desde 2001 ha trabajado y sido asesor del Grupo Carlyle, una poderosa firma de inversiones cuestionada por la relación que tiene con intereses de la familia Bush y del ex secretario James Baker.
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Lowenstein Roger Buffett: The Making of an American Capitalist La historia de uno de los grandes mitos del capitalismo mundial, un hombre que, de la nada, y simplemente comprando acciones muy rentables, ha amasado una fortuna que hoy supera los 10,000 millones de dólares. La historia de este hombre es interesante por sí misma pero adquiere aún más relevancia en estos días luego de su invitación para formar parte de los asesores del presidente Obama.
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Mayer Jane The Dark Side: The Inside Story of How The War on Terror Turned into a War on American Ideals La guerra “defensiva” de los EE.UU. contra el terrorismo ha tenido sólo lados negativos pero el peor, de acuerdo con Mayer, es cómo el Vicepresidente Dick Cheney y su consejero David Addington, aprovecharon el pretexto de la guerra para llevar el poder presidencial a niveles inéditos que le permitieron a Bush pasar por encima de los límites constitucionales y lograr sus objetivos.
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Mayer Martin Nightmare on Wall Street: Salomon Brothers and the Corruption of the Marketplace En la década de los ochenta esta firma gozaba de la mejor reputación posible en el mundo de las finanzas, su influencia y poder dominaban tanto en Nueva York, como en Londres o Tokio y llegó a ser el operador más importante de valores a nivel mundial con activos por más de 170 mil millones de dólares. Era una institución bancaria de gran abolengo desde 1910. Pero Salomon Brothers luego de un fraude financiero, cuantiosas pérdidas y las multas más altas hasta esa fecha fue adquirida por un grupo que más tarde la haría formar parte de lo que hoy es CitiGroup. El fraude consistió en la manipulación de bonos gubernamentales por $10 millones de dólares y el escándalo le hizo perder el activo más importante en el negocio bancario, la buena reputación.
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McClellan Scott What Happened: Inside the Bush White House and Washington’s Culture of Deception El autor se contó entre la gente más cercana a George Bush desde que este era gobernador de Texas y fungió como Secretario de Prensa en la Casa Blanca de 2003 a 2006. Desde esa posición nos hace reveladores recuentos del transcurso de su tiempo en la administración que está por terminar. En su libro, McClellan critica duramente a su ex jefe acusándolo de “auto-engañarse” y de haberse conducido más como un candidato en campaña que como un presidente en funciones quien no supo tomar las decisiones correctas. Acusa a las corporaciones informativas de haber sido demasiado complacientes con el juicio a la perspectiva del gobierno en relación a la guerra en Iraq y a Condoleezza Rice de haberse preocupado únicamente de mantener limpia su propia reputación. En 2008, McClellan apoyó abiertamente la candidatura de Barack Obama.
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McGuire S. Buy Gold Now: How a Real Estate Bust, our Bulging National Debt, and the Languishing Dollar Will Push Gold to Record Highs
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Este libro explica por qué comprar oro no es sólo una compra defensiva contra la crisis sino una verdadera inversión que puede mejorar el desempeño de los mercados en los años por venir tomando en cuenta que el riesgo en otros valores nunca ha sido tan alto y que el boom económico de los Estados Unidos está llegando a su fin.
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Muolo Paulo y Padilla Mathew Chain of Blame: How Wall Street Caused the Mortgage and Credit Crisis Crónica precisa del fabuloso desastre de las crisis crediticia e hipotecaria. Los autores aclaran la verdad sobre el origen de la crisis y hacen particular énfasis sobre la responsabilidad de los individuos y las instituciones, brokers y bancos que, antes de los acontecimientos eran considerados absolutamente confiables.
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O’Brien Justin Wall Street on Trial: A Corrupted State Ya desde hace 5 años, cuando fue publicado el libro, el autor sentenciaba: la política comercial se ha convertido en el comercio de la política. Y la lección para todos ha resultado muy clara, así como la intervención desmedida del gobierno puede conducir a una economía disfuncional, la ausencia de ella hace al mercado incompetente para autorregularse. O’Brien acierta al concluir que no se trató simplemente de una manzana podrida sino de toda una red de complicidades y corruptelas entre políticos, cabilderos (lobbyists), corporaciones y reguladoras.
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Olbermann Keith The Worst Person In the World: And 202 Strong Contenders Los norteamericanos se han sentido siempre cuna de héroes y salvadores del mundo. Buscan todo el tiempo malos y enemigos que le den razón de ser a su vocación “redentora”, lo interesante de este libro del mordaz, divertido y polémico Olberman es que entre las peores personas del mundo enumera básicamente a personajes de la cultura norteamercana. En la lista, originada en su show nocturno en MSNBC figuran entre otros: Geraldo Rivera. The Coca-Cola Company. Victoria Gotti. Tom Cruise, George W. Bush, su madre y varios miembros de su gabinete. Un libro revelador y por qué no; muy divertido.
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Panzner Michael J. Financial Armageddon: Protecting Your Future from Four Impending Catastrophes Ignorancia, incompetencia, corrupción, factores que juntos crearon las condiciones para que hoy el mundo se encuentre ante la posibilidad de la más terrible catástrofe financiera moderna, un hecho sobre el cual Wall Street, el gobierno y los medios han conspirado para ocultar la información al ciudadano común. Este inquietante libro nos prepara para los posibles escenarios con ideas concretas aunque poco comunes para proteger nuestro patrimonio y/o inversiones.
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Partnoy Frank Fiasco: The Inside Story of a Wall Street Trader El autor se educó en lo que él mismo llama las “junglas de Wall Street” donde trabajó como vendedor de derivados para Morgan Stanley. Confiesa que muchos de los productos que vendía, y que representaban miles de millones, eran tan complejos que muchos vendedores no los entendían, pero sí sabían como venderlos. Nos cuenta también cómo es desde adentro este ambiente en el que se premia sobretodo la agresividad, el instinto “asesino”, de los vendedores para usarlo contra todos. clientes, competidores, ellos mismos. La industria del comercio de derivados es ahora seguramente la más cuestionada, la más atacada y la considerada como de
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mayor riesgo en el mercado. Lectura indispensable para evitar futuros fiascos como los que han costado miles de millones recientemente.
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Paul Ron The Revolution: A Manifesto
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Congresista y ex candidato presidencial por el Partido Republicano en dos ocasiones (1988 y 2008) propone, “Qué empiece la revolución” y hace un llamado a sus conciudadanos a retomar los principios de los Padres Fundadores: libertad, auto-gobierno, constitucionalismo y, sobretodo, un alto total al intervencionismo extranjero. Se ha distinguido por ser no sólo crítico de sus adversarios del partido Democrático sino también contra sus correligionarios del Republicano, especialmente contra George W. Bush. Paul, un auténtico representante del Libertarismo, revive viejos debates sobre la verdadera libertad y la forma engañosa en la que los EE.UU. han pretendido “defender”. En esta misma lista, recomiendo la lectura del libro Crash Proof, de Peter Shiff, principal asesor económico del Dr. Paul.
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Phillips Kevin Bad Money: Reckless Finance, Failed Politics, and the Global Crisis of American Capitalism El autor revela cómo la industria financiera de los EE.UU. ha secuestrado la economía de ese país y ha puesto en riesgo el futuro de todo el mundo. Describe en su libro las terribles consecuencias de las erráticas políticas económicas de norteamérica, su creciente endeudamiento, el colapso del mercado inmobiliario, el petróleo amenazado y el fin de la dominación americana en los mercados mundiales. América según Phillips sigue los pasos hacia la debacle igual que lo hicieron en su momento otros líderes económicos mundiales como los holandeses y los británicos. Hay signos caros de que está próximo el fin de los EE.UU. como súperpotencia internacional. El dólar estadounidense se ha convertido en “dinero malo” porque se ha debilitado y se ha vuelto vulnerable ante otras monedas.
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Rayack Elton Not So Free to Choose: The Political Economy of Milton Friedman & Ronald Reagan Usar las teorías e ideas de Friedman le dieron fuerza y respeto a las políticas económicas del actor-presidente Ronald Reagan, las llamadas reaganomics. Rayack se graduó en la universidad de Chicago, mismo lugar en donde enseñó Friedman y que da nombre a la más famosa escuela económica de nuestros tiempos, la que ha dado fundamento a las políticas liberales y neoliberales de gobernantes de todos los países influenciados o comandados por las directrices surgidas en la Casa Blanca o Wall Street, y discrepa de las teorías de Friedman mostrándolas como superficiales o basadas en hechos distorsionados. El tiempo ha contribuido a desmitificar la otrora “fortaleza” del pensamiento friedmaniano.
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Reingold Daniel y Reingold Jennifer Confessions of a Wall Street Analyst: A True Story of Inside Information and Corruption in the Stock Market Daniel Reingold tiene mucho qué confesar pero poco de qué sentirse avergonzado, según su propia historia, trató siempre de pertenecer a los chicos buenos de la banda que estaba inmersa en una industria tan corrupta que sencillamente aconseja evitar las inversiones personales y hace algunas recomendaciones para una reforma total de esa misma industria en donde es difícil mantenerse libre de pecado. Reingold trabajó como analista en Wall Street de 1989 a 2003 lo cual le
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permitió ser testigo presencial de las maquinaciones de los fraudes que más tarde se convertirían en sonados escándalos, uno de ellos, con el que abre su libro nos cuenta en detalle sobre el colapso de WorldCom que resultó en la perdida del valor accionario en más de 180 mil millones de USD y el empleo de 30,000 trabajadores. Según este autor, resulta imposible que el inversionista común pueda ganar en el mercado de valores pues las grandes ganancias se las reservan para sí mismos quienes mueven los hilos de la información.
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Rossi Melissa What Every American Should Know About Who’s Really Running the World y What Every American Should Know About Who’s Really Running America La autora sabe que los americanos tienen poca o nula información real de lo que sucede no sólo en su país sino en el resto del planeta, y con títulos como What Every American Should Know About the Rest of the World, What Every American Should Know About the Middle East y What Every American Should Know About Europe. También sabe que los americanos no saben quién realmente los gobierna. Estos dos libros de Rossi son esenciales para saber la verdad sobre los personajes y las corporaciones que realmente tienen el control del país más poderoso y por consecuencia de todo el mundo. Algunos de los grandes controladores tras bambalinas son nombres conocidos, otros no tanto: Pfizer, Monsanto, DARPA, Reverend Sun Myung Moon, Rupert Murdoch, North Korea, Halliburton, la familia Al-Saud, Tim LaHaye, George Soros, el Grupo Carlyle, Wal-Mart son parte de la lista que Rossi ubica entre las fuerzas detrás del poder una auténtica guiá de politicos, empresarios, inversionistas, cabilderos y negociantes que realmente controlan a los EE.UU.
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Rothbard Murray N. What Has Government Done to Our Money? Case for the 100 Percent Gold Dollar Fallecido en 1995 este economista neoyorquino perteneciente a la llamada escuela austríaca de economía creo un movimiento llamado anarco-capitalismo”. También filósofo social que defendió fuertemente las libertades individuales contra la intervención del gobierno” dijo de el a su muerte el New York Times. Este libro es una crítica severa a los bancos centrales, la política monetaria del New Deal y el abusivo manejo nixoniano de la maquinaria de impresión de billetes no respaldados por oro y propone que este respalde al 100% cada dólar.
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Rothbard Murray N. America’s Great Depression Este libro, escrito en 1963, nos lleva de la mano a través de uno de los acontecimientos más relevantes en la historia económica, la gran depresión de 1929. Entender este hecho ayuda a entender mejor la depresión que está ahora frente a nosotros. Rothbard trata la teoría de los ciclos de los negocios y muestra cómo una política monetaria expansiva genera desequilibrios entre inversión y consumo.
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Ruff Howard How to Prosper During the Coming Bad Years in the 21st Century Edición revisada y actualizada de uno de los grandes best sellers sobre este tema. “Vendrán años difíciles para quien no esté preparado... pero cuando sabes realmente qué es lo que sucede detrás del escenario puedes hacer que esos años sean los mejores de tu vida financieramente” sentencia Ruff que, en otro de sus libros, Ruff’s Little Book of Big Fortunes in Gold & Silver: A Middle Class License to Print Money da algunas buenas ideas para invertir en plata y oro.
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Sands Philippe Torture Team: Rumsfeld’s Memo and the Betrayal of American Values Sands indaga dentro de la administración Bush y revela cómo se creó la política de abusos y aplicación de la tortura conocida y aprobada por Donald Rumsfeld, Dick Cheney y George W. Bush. El conocimiento por parte de la opinión pública de que las técnicas de tortura y degradación empleadas tanto en Iraq como en la base de Guantánamo fueran aprobadas por el mismo Rumsfeld, quien en noviembre 2008 lo admitiera personalmente, han abierto la posibilidad de que tanto a él como a los demás involucrados se les juzgue penalmente.
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Scahill Jeremy Blackwater: The Rise of the World’s Most Powerful Mercenary Army La siniestra historia de la compañía que ha ganado muchos de los millonarios contratos a particulares para ayudar a los Estados Unidos y su ejército de ocupación en Iraq. Scahill dice que “Blackwater es la Guardia Pretoriana de élite para la ‘guerra global del terror,’ con sus propias bases militares, una flota de veinte aeronaves y más de 20,000 tropas listas para la acción. Es dirigida por un conservador y multimillonario cristiano que provee de fondos al presidente Bush y sus aliados. Tiene la fuerza suficiente para derrocar gobiernos.”
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Schiff Peter D., Downes John Crash Proof: How to Profit From the Coming Economic Collapse Un libro absolutamente esencial en esta época, mi recomendación particular como libro de cabecera para la y las crisis que vienen. Peter Schiff resultó ser con sus libros, artículos y presentaciones y entrevistas en TV el más contundente profeta de la crisis actual. Schiff, seguidor de la llamada escuela austríaca de economía, es presidente de Euro Pacific Capital Inc., y ha ganado fama por sus controversiales apariciones en CNBC, Fox News, CNN, CNN International y Bloomberg Television. Peter Schiff señala a la baja tasa de ahorro como la peor enfermedad del sistema financiero americano y hace notar la transformación del país de ser el mayor acreedor del mundo en los setentas a ser el mayor deudor en el 2000. Por sus apocalípticos puntos de vista sobre el futuro del dólar, el mercado de valores y la economía norteamericana en general se ha ganado en los medios el mote de “Dr. Doom” [Dr. Fatalismo]. Sin embargo, en los últimos meses su reputación ha ganado importantes puntos, pues sus predicciones sobre la actual crisis hechas mucho tiempo atrás se han visto cumplidas rigurosamente. Durante las elecciones primarias del Partido Republicano fue asesor personal de Ron Paul. Schiff tiene un programa en vivo de radio vía Internet/onda corta radio llamado “Wall Street Unspun”.
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Schiff Peter D., Downes John The Little Book of Bull Moves in Bear Markets: How to Keep Your Portfolio Up When the Market is Down El más atinado de los profetas de la crisis nos dice qué hacer para planear una inversión a muy largo plazo, sí nos da algunas ideas ce cómo invertir en un bear market (como el actual) y tener ganancias similares a las que se obtendrían en un bull market. Se da en inglés el nombre de bull market a aquél mercado de valores en donde se tiene la creencia generalizada de que la mayoría de los precios pueden subir durante un periodo largo, el bear market es lo contrario.
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Shiller R. The Subprime Solution: How Today’s Global Financial Crisis Happened, and What to Do About It
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Shiller es un economista que merece especial atención y respeto por haber demostrado previamente su capacidad profética: predijo las crisis de las punto-com y de la burbuja hipotecaria en su libros anteriores. En este nuevo libro habla sobre lo inevitable que resultan los rescates financieros para evitar la quiebra del sistema y la descomposición del tejido social pero advierte sobre lo peligroso que resulta estar premiando a los responsables a costa del castigo impositivo al resto de la población, y ofrece algunas innovadoras ideas como posibles soluciones.
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Selengut Steven R. y Bono Peter The Brainwashing of the American Investor: The book that Wall Street does not want you to read! Selengut, con más de 25 años en el mercado, explica cómo lograr invertir en un mercado lleno de pequeñas y grandes trampas en donde sólo conociendo algunos de los trucos de los expertos es posible atravesar la maraña de oportunidades para encontrar alguna buena oportunidad real de inversión de bajo riesgo.
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Smith Rebecca y Emshwiller, John R. 24 Days: How Two Wall Street Journal Reporters Uncovered the Lies that Destroyed Faith in Corporate America La historia de dos reporteros cuyo trabajo de investigación llevó a la caída del gigante americano de la energía, Enron, a su escandalosa quiebra en el 2001 dejando 22,000 empleados en la calle.
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Soros George The Alchemy of Finance: Reading the Mind of the Market Influyentísimo personaje del mundo de la especulación financiera, György Schwartz (su nombre original en húngaro, lengua de su tierra natal) es conocido también como activista político en favor movimientos pro occidentales en países de Europa del este y, en los Estados Unidos invirtió importantes recursos para evitar la reelección de George Bush en el 2004. En este libro Soros relata la forma en la que manejó el Fondo Quantum en Venezuela que duplicó su valor en un año probando la teoría del “círculo imperial” usado en la llamada “reaganomics” así como su propia teoría que el llama de la “reflexividad”. Según él, los resultados de las inversiones son más alquimia que ciencia. Ofrece sugerencias innovadoras para mejorar la economía, tales como la creación de un sistema monetario internacional respaldado por petróleo.
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Soros George The New Paradigm for Financial Markets: The Credit Crisis of 2008 and What It Means Soros es una voz que nunca puede dejar de ser escuchada. Sus opiniones son siempre importantes y más en un libro que habla de una crisis que el mismo fue capaz de anticipar. Trató de alertar pero esta vez no fue escuchado, en este libro advierte que “estamos caminando hacia la tormenta que viene en vez de caminar en sentido contrario.
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Soros George The Age of Fallibility: Consequences of the War on Terror Soros sabe lo que es la falta de libertad y el terror, lo vivió en carne propia durante el holocausto es por ello que mantiene marcadas diferencias con George Bush cuya reelección trató de impedir con sus propios medios apoyando a Al Gore. Supo siempre que las decisiones del presidente que él no quería que gobernara llevaron a su país a representar lo opuesto a lo que predicaba, la lucha por la libertad, la democracia y el respeto a los derechos humanos y analiza las consecuencias que ha
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pagado y que seguirá pagando el país por sus errores en la supuesta guerra contra el terrorismo. En otro de sus libros, “The Bubble Of American Supremacy: The Costs Of Bush’s War In Iraq“ hace una aguda crítica a las ideas ultra conservadoras de la administración Bush y advierte que todos los esfuerzos de la Casa Blanca para mantenerse a toda costa como la última superpotencia mundial no sólo serán inútiles sino que llevarán a la ruina a la nación entera.
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Steele Gordon John The Great Game: The Emergence of Wall Street as a World Power: 1653-2000 Una calle con más de 300 años de historia en donde se erigió un muro limítrofe del bajo Manhattan se convirtió en el símbolo del mercado financiero en general no sólo el de Nueva York y Gordon lo llama el “corazón palpitante del capitalismo mundial.” En el texto se narra los altibajos y las situaciones que hicieron posible que Nueva York se convirtiera en el máximo centro de poder financiero del orbe, superando a Filadelfia y más tarde al mismo mercado de Londres. Una apasionante narración de hechos con personajes clave en la historia del gran juego de la especulación en donde ha habidos buenas, malas y pésimas épocas. De su propia historia, dice Gordon, es de donde puede ahora Wall Street sacar las mejores enseñanzas.
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Stiglitz, Joseph E., Bilmes, Linda J. The Three Trillion Dollar War: The True Cost of the Iraq Conflict Además del inmenso costo en vidas humanas, hay un costo financiero de la guerra de Iraq. Stiglitz, ganador del premio Nobel de economía 2001 y Bilmes, profesora de Harvard, hacen en este libro un extraordinario estudio al respecto.
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Stiles Paul Is the American Dream Killing You?: How “the Market” Rules Our Lives “El desenfrenado capitalismo americano se ha convertido en la fuerza conductora de la debacle americana” y, ”el mercado funciona ahora como una versión financiera de Matrix, una frontera etérea que detiene a la sociedad y manipula las estructuras sociales para optimizar la productividad comercial” afirma Stiles, ex empleado de Wall Street y apoya sus argumentos con datos de los crecientes niveles de estrés y depresión y sobre el excesivo endeudamiento por el consumismo incontrolable de los americanos. Culpa al mercado de habernos hecho caer en un interminable círculo de trabajo-consumo-trabajo valiéndose de una fuerte manipulación mediática.
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Turk James, Rubino John The Collapse of the Dollar and How to Profit from It: Make a Fortune by Investing in Gold and Other Hard Assets. Los autores analizan el problema generado por el empleo de sólo dinero de papel a raíz del fin de la convertibilidad del dólar en oro. El dinero ya no está respaldado por valores reales como el oro y otros bienes tangibles, se trata ahora de dinero respaldado por los bancos central sencillamente con nada. Recomiendan por supuesto invertir básicamente en oro bajo estas circunstancias.
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Weiner Tim Legacy of Ashes: The History of the CIA
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Weiner Eric J. What Goes Up: The Uncensored History of Modern Wall Street as Told by the Bankers, Brokers, CEOs, and Scoundrels Who Made It Happen Un recuento de la historia de Wall Street con datos y entrevistas hechas por Eric Weiner, ex periodista de Dow Jones.
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El autor se cuestiona si la CIA, Central Intelligence Agency, es en verdad una gran defensora de la libertad o una malévola conspiración para expandir el imperialismo norteamericano. Un poco de las dos, nos aclara, y agrega: es principalmente una combinación de incompetencia y mentiras que no queda bien con los intereses de nadie. El también ganador del Premio Pulitzer nos cuenta cómo la CIA atrapada en acciones encubiertas y presionada por los presidentes dilapida recursos fomentando golpes de estado, asesinatos e insurgencias, metiendo la mano en elecciones extranjeras y corrompiendo líderes políticos, con muy pocos buenos resultados y muchos fiascos como el de Bahía de Cochinos y el asunto Irán-Contra, sus operaciones han sido fácilmente infiltradas muchas veces por espías enemigos, y fue ciega ante eventos relevantes en países adversarios como Rusia, Cuba e Iraq y estuvo trágicamente equivocada en acontecimientos cruciales como la revolución iraní, la caída del comunismo y la ausencia de armas de destrucción masiva en Iraq.
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Weiss Gary Born to Steal: When the Mafia Hit Wall Street La historia de Louis Pasciuto, un ex empleado de una gasolinería que logra colarse a las altas esferas de Wall Street en los 90’s como corredor de acciones usando métodos nada éticos.
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Weiss Gary Wall Street Versus America: The Rampant Greed and Dishonesty That Imperil Your Investments Corrupción, fraudes e incompetencia son el pan de cada día en Wall Street. Weiss trabajó como reportero para la influyente publicación BusinessWeek y en este su segundo libro (ver título anterior) detalla la enorme cantidad de sucios métodos que emplean los “cazadores” de la industria para atrapar a sus “presas”, los pequeños inversionistas privados.
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Wiedemer, David, Wiedemer Robert, Cindy Spitzer y Eric Janszen America’s Bubble Economy: Profit When It Pops Una burbuja financiera es peligrosa, claro, ahora imaginémonos lo que significa tener al mismo tiempo varias burbujas y todas a punto de reventar o ya reventadas: la del mercado accionario, la del dólar con soporte en el extranjero, la de la deuda de los consumidores y la de la deuda del gobierno. Cuando revienten las cinco burbujas la explosión creará un terremoto que devastará la economía norteamericana, predicen los autores, pero dan un soplo de esperanza, sugieren que mantener invertido un 10 o 15% de nuestros ahorros protegidos por oro puede mantenernos a salvo para no perder el valor de ese dinero. Recomiendan también invertir en eurobonos y fondos cotizados en bolsa denominados en euros, ya que Europa no se encuentra tan endeudada como los EE.UU. y el euro deberá tener un mejor comportamiento que el dólar. Janszen dice que el gobierno está repitiendo los errores de la administración Nixon: enorme déficit gubernamental, títulos con bajo fundamento y el sostenimiento de una guerra impopular que el gobierno no puede financiar con más impuestos o bonos especiales.
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Woodward Bob Bush At War, Plan of Attack, State of Denial y The War Within: A Secret White House History 2006-2008 Robert “Bob” Upshur Woodward es sin duda uno de los reporteros de investigación más emblemáticos de la prensa norteamericana. Él y su compañero Carl Berns-
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tein, ambos reporteros de The Washington Post, ayudaron a descubrir el famoso escándalo de espionaje político conocido como Watergate que llevó a la renuncia de Richard Nixon a la presindecia de los EE.UU. en 1976. Woodward ha escrito una docena de best sellers, cuatro de ellos sobre George W. Bush, el “presidente de la guerra”. Woodward aprovecha su capacidad para acceder a información confidencial de primera y ofrece relatos que parecen narrados por alguien que estuvo presente en los hechos mismos. En Bush at War, se estudia los acontecimientos que siguieron durante los 3 meses posteriores al ataque del 11 de septiembre de 2001, cuando se preparó la guerra contra Afganistán y se tomó los primeros pasos hacia la invasión de Iraq, y comenzó la guerra encubierta de la CIA contra el terrorismo por todo el mundo. En Plan of Attack Woodward revela como el Vice-Presidente Cheney y el Secretario de la Defensa Rumsfeld orquestaron el plan de ataque contra Iraq enfrentando la oposición del Secretario de Estado Powell, del General Tommy Franks y otros que cuestionaban el plan para invadir a un país que no había estado directamente involucrado en los ataques 9/11 y cuando aún se libraban batallas en Afganistán. En State of Denial: Bush at War, Part III, se hace un recuento de las fallas y pifias de un gobierno incapaz de resolver el problema de la guerra. El Presidente George W. Bush, el Vice Presidente Dick Cheney, el Secretario de la Defense Donald Rumsfeld y la Consejera de Seguridad Nacional, que luego se convertiría en Secretaria de Estado, Condoleezza Rice salen muy mal juzgados en este libro. En The War Within: A Secret White House History 2006-2008 se hace un recuento general de historias de errores cometidos por Bush e historias de cómo militares, diplomáticos y funcionarios de alto nivel trataban de convencerlo de impedir el colapso de su guerra. Woodward es particularmente crítico de la impasividad de Bush así como de su falta de honestidad con su pueblo. The Commanders es un libro que podría complementar la serie de los que se refieren específicamente a las guerras de Bush. En él se habla en general del modo en el que los comandantes del Pentágono y la Casa Blanca discuten y toman decisiones sobre las guerras que los ocupan y está lleno de anecdotas, chismes de pasillo e historias “secretas.”
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Woodward Bob Veil: The Secret Wars of the CIA, 1981-1987 A pesar de haber escrito siempre libros muy controversiales, podríamos decir que “Veil” es el que más controversia podría generar de todos. Se supone que se entrevistó en su lecho de muerte con William Casey, ex jefe de la CIA quien le confió sus últimos secretos, pero la viuda de éste ha negado siempre que dicha entrevista se haya dado. De cualquier modo, lo que el moribundo Casey le haya o no contado a Woodward sobre su papel en el asunto Irán-Contra no es lo fundamental del libro que cuenta cientos de historias sobre asesinatos, intentos de asesinato, sobornos y compra de líderes extranjeros, ayuda encubierta a grupos antiguerrilleros, ayuda encubierta a Inglaterra en la guerra de las Malvinas, formación y financiación de escuadrones antiterroristas, etc., acciones ilegales o meta legales muchas de ellas.
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brillig.com/debt_clock/ Este sitio ofrece información actualizada todos los días sobre el tamaño y el crecimiento de la deuda federal de los Estados Unidos
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businessweek.com Noticias sobre negocios internacionales y el mercado de valores. Consejos financieros e información sobre la economía global.
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cnn.com Uno de los sitios más influyentes en el mundo, proporciona noticias en tiempo real de los principales acontecimientos en los EE.UU. y el mundo.
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columbia.edu/~esp2/ Sitio oficial del Profesor Edmund Strother Phelps, Premio Nobel de Economía, por sus aportes en el análisis sobre las compensaciones internacionales en las políticas macroeconómicas. dailypaul.com Sitio oficial del Dr. Ron Paul ex contendiente republicano a la candidatura por la presidencia de los EE.UU. en 2008 que hace un llamado a la restauración de la constitución política de esa nación.
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diccionariobursatil.com Diccionario de términos relacionados con la Bolsa, los mercados de valores y las finanzas. economicshelp.org Artículos para entender fácilmente temas de economía.
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economist.com Recursos en línea para el análisis de negocios y economía mundiales. Pertenece al grupo que edita “The Economist” en Londres desde 1843. forbes.com Sitio oficial de uno de los grandes iconos del capitalismo, es una compañía editora con presencia en medios electrónicos que publica cada año las esperadas listas de los más ricos de Norteamérica y los multimillonarios del orbe.
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freedomhouse.org Se trata de una ONG que apoya el desarrollo y expansión de la libertad en el mundo, especialmente en países en vías de desarrollo.
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josephstiglitz.com Sitio de Edmund Strother Phelps, Premio Nobel de Economía 2001 por sus análisis de los mercados con información asimétrica. Es un severo crítico de la globalización y de los organismos internacionales de crédito como el FMI.
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imf.org Sitio oficial del Fondo Monetario Internacional con noticias, publicaciones, estándares y códigos usados en cada país. investopedia.com Diccionario enciclopédico digital sobre temas relacionados con inversiones, acciones, cotizaciones de bolsa, análisis, finanzas, etc. Es publicado por Forbes.
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investorwords.com Cuenta con una impresionante base de datos con miles de definiciones y referencias cruzadas de términos económicos. nyse.com Información general, noticias e información actualizada del lo que sucede en la bolsa de valores de Nueva York. Sitio Oficial
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reuters.com Poderosa agencia informativa mundial con sede en Londres, Inglaterra. Especializada en información financiera. salary.com Sitio especializado en servicios e información sobre los salarios y compensaciones en el mercado laboral de los Estados Unidos.
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shadowstats.com Sitio que ofrece información alternativa y análisis detrás y más allá de la información oficial del gobierno estadounidense.
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thestreet.com Proporciona información actualizada minuto a minuto sobre la actividad de Wall Street con análisis sobre el comportamiento de las bolsas. ucm.es/info/eurotheo/diccionario Diccionario crítico de ciencias sociales de la Universidad Complutese de Madrid
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web.mit.edu/humancostiraq Este sitio hace un análisis muy completo del costo humano de la guerra en Iraq.
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Filmes
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Wall Street, 1987 Amercent Films. Escrita y dirigida por el controvertido Oliver Stone, con Michael Douglas (Óscar y Globo de Oro como mejor actor) y Charlie Sheen Cuenta la historia de un joven y ambicioso broker Bud Fox (Sheen) que está dispuesto a recurrir a cualquier cosa, legal o ilegal, para llegar a la cima. Sabe que para lograrlo debe unirse a uno de los grandes, así que en su tiempo libre fuera de la firma para la que trabaja, busca la manera de acercarse y hacerse notar por el superpoderoso Gordon Gekko, uno de los grandes tiburones de la especulación. Gekko nota el talento y la tenacidad de Fox y decide enseñarle a ser como él. La cinta retrata muy bien la cruda realidad de un mercado feroz y despiadado como el de Wall Street. Vale la pena en especial el fragmento del filme en donde Gekko (Douglas) da su famoso discurso donde expone su flosofía de que la “codicia es buena. Este es sin dudas la cinta que hay que ver para sumergirse en la jungla de la especulación y entenderla.
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Other People’s Money 1991 Warner Bros. Dirigida por Norman Jewison, escrita por Jerry Sterner y Alvin Sargent, Con Danny DeVito y Gregory Peck DeVito interpreta a un pragmático e insensible inversionista, Larry el liquidador, que se especializa en comprar compañías en dificultades y hacer negocio con ello. La hija del dueño de la compañía (cables de cobre hechos con vieja tecnología) que esta vez pretender comprar y cerrar, logra sin embargo, por amor a ella, hacerlo cambiar su plan. Hay casi al final de la película un extraordinario monólogo de DeVito que resulta emblemático como defensa dialéctica del capitalismo más crudo. Él lo usa para defender su posición ante los empleados para anunciarles el plan de cierre. Vale la pena buscar ese fragmento del filme en YouTube.
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Barbarians at the Gate 1993 Columbia Pictures TV. Dirigida por Glenn Jordan, escrita por Bryan Burrough y John Helyar, con James Garner Basada en un excelente libro sobre las prácticas ocultas del capitalismo que narra hechos reales acontecidos en plena era Reagan. Con la compañía R.J.R. Nabisco poderoso consorcio tabacalero y galletero con marcas tan famosas como Winston, Salem, Camel, Oreo, Ritz, etc. La trama, aunque realmente muy buena, es lo de menos, lo mejor de esta obra es la forma en que refleja la forma de vida excéntrica
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y despilfarradora de los ejecutivos de las grandes corporaciones, bárbaros capitalistas, que con la ayuda de abogados incondicionales al dinero logran pasar por encima de accionistas e inversionistas de buena fe para lograr beneficios personales. Una buena descripción de la batalla entre lo legal y lo moral en las altas esferas de las finanzas en los EE.UU. En la década siguiente la compañía fue acusada por la Unión Europea de lavado de dinero y asociación con mafias italiana y rusa.
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Boiler Room 2000 New Line Cinema, escrita y dirigida por Ben Younger, con Giovanni Ribisi, Vin Diesel, Ben Affleck y Nia Long Se usa el término boiler room para referirse a las firmas corredoras de bolsa que se enfocan en buscar gente sin cultura financiera y muy vulnerable y presionarlos, más que convencerlos, para que compren las acciones que ofrecen. Los brokers de estas compañías usan tácticas de venta esencialmente agresivas que dejan indefensos a los clientes sin poder siquiera analizar si están comprando algo bueno o simple basura como suele resultar casi siempre. Para lograr la venta, estos brokers mienten o dan información ambigua o engañosa para lograr la venta. Estas firmas operan por lo general de manera ilegal. El filme se centra en la historia de una de estas compañías neoyorquinas. Una excelente oportunidad de conocer más de cerca este mundo sin arriesgar más que la renta del DVD.
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180 Grados, Reversa a la Crisis se terminó de imprimir en su primera edición en enero de 2009 en los Talleres de Litográfica Roto-Offset, S.A de C.V., Enriqueta No. 144, Col. Bondojito, Delegación Gustavo A. Madero, C.P. 07850, México, D.F., México..........................................................
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