1 minute read

La Confesión del Presidente

Urbi et Orbi, así como el Papa da sus predicaciones, el Presidente Andrés Manuel López Obrador confesó ante todo el mundo, por televisión abierta, en su Mañanera, que habló por teléfono con cinco ministros y ministras de la Corte, cuatro que él había propuesto y uno que ya estaba “del antiguo régimen”, para exigirles que votaran a favor de la constitucionalidad de una ley que él había propuesto, pero dos no le hicieron caso, y la ley fue rechazada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

En un desplante comunicacional para mostrar su gran poder, el Presidente se quejó de dos togados que no le hicieron caso, sin mostrar ningún sonrojo.

Advertisement

Esta confesión política que declara abiertamente la intromisión del Presidente en los asuntos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el otro Poder que está ahí precisamente para lograr el equilibrio constitucional del país, es una demostración de que Andrés Manuel López Obrador actúa con ambiciones dictatoriales.

José Woldenberg escribió hace poco citando al jurista italiano Mario Stoppino, que “la dictadura puede detectarse por la concentración y la ilimitabilidad del poder; es un gobierno que no está frenado por la ley, está por encima de ella y traduce en ley su propia voluntad”.Diccionario de Política, Bobio y Matteucci.

Esta definición es muy clara, sobre todo cuando el Presidente López Obrador ha dicho también por televisión abierta ante millones de mexicanos y extranjeros, a los propios Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación:

“No me vengan con que la ley es ley”.

La confesión que hace ahora Andrés Manuel López Obrador es escandalosa y quedará entre las anécdotas de su gobierno que inicia el ocaso de su sexenio: presiones, insultos y calificativos para los ministros y ministras de la Corte que no le hacen caso y que él cree que deberían obedecerlo como si fueran sus famosos “siervos” de los chalecos guindas.

This article is from: