La Verdad Inédita - Extracto Motoblindado

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ANA MERCEDES PERF2

\MB 11EB la (Historia de la Revolución de Octubre revelada por sus dirigentes militares) Retrato de la Autora pqr el célebre pintor Durbán.

EDITORIAL ARTES GRAFICAS CARACAS

1947



LA FORMIDABLE ACTUACION DEL MOTO-BLINDADO



"a la orden de acuartelamiento daremos el golpe". (Consigna de la Uniรณn Militar Patriรณtica)


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Como venimos de ver, en Maracay, así como en Caracas, el 18 de octubre, "la orden de acuartelamiento" fué dada en las primeras horas de la mañana. En los cuarteles reinaba una lógica ansiedad entre los juramentados, pues la consigna era que al dictarse dicha orden, el golpe debía seguir inmediatamente. Además, las sospechas de haber sido descubiertos se tornaban en aterradora verdad pues varios inesperados cambios se habían sucedido en el cuerpo militar, como la llegada de Caracas del General Andrónico Rojas, Coronel Conde García, Mayor Guillermo Pacanins y Teniente Jaime Fonseca. Andrónico Rojas había tomado el mando de la plaza y se decía que ya era poseedor de la lista completa de los revolucionarios suministrada por el Presidente Medina. Como a las diez de la mañana se presentaron al "Cuartel de Artillería Bolívar", los Comandantes Rojas, Ardila y Conde García, llevando posiblemente la ingenua idea de conquistarse las tropas, pues se fueron a hablar en tono misterioso con ellas, lejos de los "sospechosos", que permanecían atentos a los acontecimientos. Luego nombraron Jefe del Regimiento al Comandante Cubillán y ordenaron al Coronel Niño, que desempeñaba dicho cargo, pasar a Caracas. Enseguida formularon la orden de hacer presos al Mayor Fuentes y al Capitán Miguel de la Rosa, de la Aviación. 311


La alarma corrió entre los juramentados, pues aquellas inesperadas órdenes de prisión eran signos de que "estaban descubiertos". Poco después de haberse ido el General Rojas, se presentó el Subteniente Chatón Escalante con un papel en donde le decía el Teniente Oscar Tamayo al Teniente Carlos Julio Ramírez, "que había que proceder en seguida". Y apenas cinco juramentados se encontraban dentro del Cuartel en ese momento: el Capitán Carlos Pulido Barreto, los Tenientes Carlos Julio Ramírez, Celis Noguera, Alvarez de Lugo y Odreman Simonovich. **

El General Andrónico Rojas, después de haber salido del "Bolívar" siguió su recorrida en vista a hacer prisioneros a los rebeldes que tenía en su "lista", y partió hacia la Escuela de Aviación, donde también dió orden de acuartelamiento, preguntando allí por tres importantes juramentados: los Capitanes Calderón, Miguel de la Rosa y el Teniente Oscar Tamayo. Se dirigió luego hacia el "Cuartel Páez" y en el trayecto observó que venían por la carretera el Mayor Fuentes y el Teniente Tamayo; deteniendo rápidamente el automóvil les hizo señas amistosas a las que Fuentes atendió. Este fué hecho prisionero y el Teniente Tamayo, haciéndose el indiferente, logró salvarse rápidamente en un camión que pasaba, vía de los hangares. Después de haber dado orden de acuartelamiento en el "Cuartel Páez", de nuevo se dirigió el General Rojas hacia la Escuela de Aviación. En el "Cuartel Páez", la alarma entre los juramentados tomaba el carácter de una tempestad. Ya no era sólo "la orden de acuartelamiento" la que exaltaba los ánimos, sino la llegada de dos interesantes personajes prisioneros, pertenecientes al Sub-comité de la "Unión Militar Patriótica" en Maracay: el Mayor Hu312


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go Fuentes y el Capitán Miguel de la Rosa. Quedaba sólo la esperanza de que en dicho Cuartel casi todos estaban juramentados con excepción de los Jefes: eran 13 revolucionarios contra seis del bando contrario. Y ahí estaba el Moto-blindado con sus tanques potentes ya listos a sembrar la muerte y el desastre entre los enemigos! Para beneficio de los conjurados, el Comandante Castro Zambrano no inspiraba temor y respeto entre sus subalternos. Y aquella mañana, sus actos denotaban que perdía ventaja sobre la tropa, pues carecía del control necesario para imponer sumisión. Primero, dispuso a los soldados en forma de círculo y les habló de cosas sin sentido que los juramentados boicoteaban desde fuera. Luego hizo llamar por separado a los Tenientes Moncada y Pulido y les dijo que en Caracas había estallado "un movimiento antiandinista y que contaba con la colaboración de ellos, como andinos que eran". Después se dirigió al Segundo Comandante, Crípulo Mujica, y en tono misterioso le ordenó desocupar Pa carpintería para pasar allí las armas. En aquellos conflictivos momentos se necesitaba la mano fuerte del Jefe. Los juramentados, en cambio, ganaban gran ascendiente sobre la tropa y solo esperaban que llegaran sus compañeros de Caracas para proceder a dar el golpe. Eran ellos: el Capitán Rangel, quien había ido a la reunión privada del Comité Directivo, donde se fijó la fecha del golpe, y los Tenientes Antonio De Rosa, Marco Antonio Morín, subtenientes José A. Barroeta, Germán Peña, José Ramón Pulido Hernández, algunos Comandantes de Compañía que habían querido asistir al mítin de Acción Democrática. A la una y media llegaron a Maracay y pronto fueron informados de la situación. Ello corroboraba lo dicho la noche anterior en el seno del Comité Directivo 313


de "que habían sido delatados". Sin embargo, cuando el Comandante Castro Zambrano inquiere del Capitán Rangel noticias de Caracas, éste contesta que todo marcha normalmente y que le ha sorprendido "la orden de acuartelamiento" dada en Maracay. Pero no había tiempo que perder y los oficiales del Moto-blindado confiaban en su triunfo, derivado de su entusiasmo y de los estupendos medios de fuego que tenían en las manos: el arma protectora de los tanques. Aprovechándose de que en la Prevención están en conciliábulo los Comandantes Zambrano y Mujica, se dieron a organizar sus Compañías y a activar su completo amunicionamiento. El Teniente Maldonado Silva ya estaba listo para actuar y asimismo el Teniente Rodríguez Landaeta, Comandante de la "Compañía de Mando y Servicios". Pero el Teniente Antonio De Rosa era el encargado del depósito de municiones; y el Comandante Castro Zambrano le dió la orden de trasladarlos al Comando y de concurrir luego a su presencia. La primera orden fué cumplida para beneficio de los revolucionarios, pero desoída la segunda para fracaso del enemigo. Ya ellos estaban decididos a jugarse el todo por el todo, y por tal motivo hablaban libremente a las tropas de los ideales revolucionarios siendo atendidos prontamente, por la simpatía que despertaban entre los soldados. En ese momento se dió el toque de atención a los oficiales; pero nadie atendió. El Comandante Castro Zambrano decidió entonces separarse de su conferencia y se dirigió hacia el patio, con objeto de ver qué acontecía allí. El Teniente Rodríguez Landaeta estaba ya listo para hacerlo preso. En voz baja le había comunicado al compañero Teniente Croce: "Ahí viene el hombre, prepárate!" 314

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Decidido a provocarle un disgusto, el Teniente Rodríguez Landaeta lo increpó violentamente por "la orden de acuartelamiento", que había sido dada, sin motivo alguno, y pidió explicaciones a su superior Jefe, como Comandante de una Compañía. El Comandante Castro Zambrano trataba de aplacarlo, con abrumadora cortesía, con estas singulares palabras: "Qué es eso, Rodríguez, no ve que lo oye la tropa y eso la desmoraliza?" Pero..nuestro- juramentado no hacía caso a melifluas palabras y poniéndole el revólver en el pecho, exclamó: "Ya no se trata de desmoralización, sino de que usted está preso". El Comandante Castro Zambrano, que era un furioso lopecista, viéndose perdido, sólo murmuró la siguiente frase: "se nos adelantaron". Luego, los cuatro soldados que lo vigilaban en el Comando, fueron estigos de su exasperación cuando intentó matarse con una navaja, porque habían triunfado los revolucionarios. Pero dicho suicidio no se llevó a efecto. Sólo dos tiros casuales vinieron a complicar las cosas dentro del Cuartel: el uno, surgido de la "Compañía de Mando y Servicios"; el otro de la "Compañía de Reconocimiento". En ese mismo momento llegaba al "Páez" el Coronel Conde García, a husmear los acontecimientos. Se bajó con toda confianza de su carro e inmediatamente fué también hecho prisionero, a las puertas del Cuartel, por el Teniente Croce y el Subteniente Cámera. —"¿Qué sucede?" — preguntó ingenuamente.— "No sucede nada, pero siga• • • • !" le fué contestado. También fué pasado al Comando. Mientras tanto el Teniente Morín se ocupaba en hacer prisionero al Segundo Jefe, el Mayor Críspulo Mujica. 315


Había llegado el momento de actuar. El Teniente De Rosa ya tenía listos los tanques y corrió a decirle al Capitán Rangel, Comandante de la "Compañía de Carros de Combate" que debían proceder enseguida. Faltaba un cuarto para las 3 y la hora convenida para dar el golpe era las dos y media. En aquella misma hora se hacía preso en Caracas al General López Contreras, se habían alzado la Escuela Militar, Miraflores y el "San Carlos" y tres importantes Jefes revolucionarios purgaban su rebeldía en un calabozo. Todo había ocurrido simultáneamente. Pero volvamos al Moto-blindado. La "Compañía de Acompañamiento•' del Batallón Caracas estaba en clase y el Coronel Anselmi, que pocos momentos después sería cadáver, estaba parado junto a la puerta de la Prevención• • • • El Teniente De Rosa, por orden del Capitán Rangel, salió con 9 hombres a hacer un reconocimiento al Batallón Caracas. i:onde había 11 oficiales juramentados. Cuatro le dió al Subteniente Agreda con la orden de "proceder sin violencia". Pero, infortunadamente, cuando llegó donde el Coronel Anselmi, éste hizo fuego. Como movida por un resorte, la "Compañía de Acompañamiento", al oír los disparos, tomó los fusiles y las ametralladoras y empezó la célebre batalla del Moto-blindado. De los 9 hombres que llevaba De Rosa cuatro cayeron muertos: el Subteniente Agreda, el distinguido Pablo Manosalva, el Cabo Segundo Amado Sequen, el soldado Víctor Martínez Villegas. Fuego y má's fuego del lado de los revolucionarios obligó a los contrarios a refugiarse en-el dormitorio. Perdió la vida en este lance el Capitán Doguinz, cuyo rostro fué dividido monstruosamente bajo la descarga de una subametralladora. Poco después cayó el Coronel Anselmi, y el Teniente De Rosa, 316


logró salvarse milagrosamente cuando un disparo de los contrarios apenas alcanzó a tumbarle el revólver de la mano, quedando él ileso. Heridos de impbrtancia también cayeron en este tiroteo: los Tenientes Dávila, Expedito García, el subteniente Kislinger, todos juramentados del "Batallón Caracas". El Teniente Antonio Ramón González, al dirigirse imprudentemente hacia la Prevención, cayó también muerto bajo una ráfaga de ametralladora, siendo desgraciadamente de los juramentados. En la Escuela de Aviación los Generales Rojas y Ardila, al oír disparos en el "Cuartel Páez", no sabían que hacer. La Revolución no había podido ser impedida, pese a sus esfuerzos. En vista del inminente peligro que se les venía encima, ordenaron al Capitán Moreno que saliera a bombardear desde el aire al "Cuartel Páez", que se había sublevado. El Capitán Moreno obedeció la orden de elevarse sobre 14 ciudad de Maracay pero, como juramentado, no podía dar cumplimiento a las órdenes de bombardeo, y todo se quedó en una recorrida por las nubes. El vuelo de este avión alarmó a unos y sorprendió a otros. ¿Era del Gobierno o de la Revolución? se preguntaban... Entre los que se hacían esa pregunta se encontraba el Coronel Conde García, quien desde su puesto de prisionero, parecía que le volvía el alma al cuerpo cuando oyó el ruido del motor. "Y la Aviación, también está con ustedes?" preguntó muy optimista a uno de los guardianes. Como quien oye: "se acabó el mundo", su actitud se tornó tétrica al serle contestado afirmativamente. Sólo un débil "Ay", pudo salir de sus labios. En vista de los acontecimientos los Generales Rojas y Ardila salieron de la Escuela de Aviación a refugiarse al -Cuartel Bolívar", y al pasar el carro por I:. 317


esquina que linda con el "Cuartel Páez" fueron tirados por los revolucionarios. Al entrar al "Bolívar", el General Rojas, con el rostro descompuesto, lleno de ira pronunció estas palabras: "estos vagabundos me cogieron a tiros en el "Cuartel Páez!" Pero antes ya había venido un Cabo a soplar a los juramentados: "en el "Páez" se están cogiendo a tiros unos con otros". Mientras tanto en el "Cuartel Páez" se esparcía la noticia de que el "Batallón Caracas" no había podido actuar con fuerza, de acuerdo con el Moto-blindado. El Teniente Rodríguez Landaeta decidió entonces avanzar por el ala derecha hacia la Segunda Compañía del "Batallón Caracas", donde pocos momentos antes de ser herido el juramentado Expedito García, se había adueñado de dicha Compañía haciendo presos a sus Jefes: el Capitán Marcial Dávila y el Teniente Ortega, quienes decidieron pasarse a la Revolución. Pero no había tiempo que perder y había que llegar hasta el segundo piso de la Prevención donde se encontraban prisioneros el Mayor Hugo Fuentes y el Capitán de la Rosa. Al ver a Fuentes, Rodríguez Landaeta exclama: "Mi Mayor, el Cuartel es nuestro!". El Mayor Fuentes lo felicitó con estas palabras: "magnífica combinación, Rodríguez, se embromó el enemigo!" Eran las cuatro de la tarde cuando ambos fueron puestos en libertad. Ya ellos presentían el triunfo, cuando los muchachos del Moto-blindado les gritaron desde el patio: "ganamos la batalla, compañeros!". Por voluntad de los oficiales, el Mayor Hugo Fuentes asumió el mando de la plaza. Mas, a pesar de que la mayor parte de las Compañías estaban con la Revolución, corría el rumor de que una Batería de Artillería venía a atacar a los revolucionarios y éstos tomaron posiciones de defensa: era el Capitán Angola, 318


enviado en misión especial por el General Andrónico Rojas, quien hacía resistencia en el "Cuartel Bolívar". El Capitán Angola al entrar al "Páez" es interpelado al momento por el Teniente Rodríguez Landaeta : "¿Cómo viene usted, amigo o enemigo?" El Capitán no sabía qué- responder y por fin murmuró un débil: "amigo", mientras la tropa en desbandada se pasó a los revolucionarios, entre cuyos oficiales se encontraba el Teniente Pacheco. En la Prevención se escuchaban tiros y perdía la vida un hermano del Teniente De Rosa. Del Regimiento de Artillería había salido también un destacamento a custodiar el Comando de la Guarnición, al mando de los Tenientes Rufo Rosales y Alvarez de Lugo; este último murió luego con el Presidente de Aragua, Aníbal Paradisi, el Jefe de la Policía Juan Bautista Rodríguez y varios clases de Guardia. ** El Moto-blindado salva la Aviación.—En aquellos angustiosos momentos, con heridos y muertos por todas partes, se tuvo noticias en el Moto-blindado que el Batallón "Cazadores del Británico", del bando contrario, se estaba apoderando de la Aviación. El aviso cayó como centella y al momento fué destacada una comisión con el fin de salvar los aviones de manos del Gobierno. Dos carros exploradores salieron al mando del Teniente Moncada y un tanque al mando del Teniente Maldonado Silva. La expedición entró en la Escuela de Aviación por la parte norte, forzando la puerta con el carro explorador blindado y rompiendo la cerca de alambre con el tanque. Los juramentados propagaban las noticias en el Regimiento de Aviación de que "el Cuartel Páez" con el Moto-blindado y el "Batallón Caracas" estaban ya con la Revolución". 319


El Capitán Angel Ramírez, juramentado, dió entonces la orden de tomar la aviación (hangares y aviones). El Teniente Moncada, quien perteneció a dicha expedición, me informó lo siguiente: "Me dirigí a los hangares con los vehículos en forma escalonada; primero el carro explorador blindado donde yo iba, luego el segundo y, por último, el tanque que metí por un espacio de más o menos 50 metros, distancia entre los aviones y hangares que formaban dos líneas paralelas. Cuando llegué observé que en el primer hangar había un número de soldados bastante numeroso y como no hicieron resistencia a mi marcha, me acerqué como a seis metros con el primer carro explorador blindado. Una vez frente a ellos me salió un oficial sin presillas, con una peinilla terciada, quien me preguntó: "¿Con quien están ustedes, con la Revolución o con el Gobierno?" Le interpelamos de la misma manera pero nada respondía• • • • "Diga, diga, conteste!" le gritó el especialista López García. Ante semejante insistencia, el que parecía el Jefe de aquellas tropas hizo un tiro al aire y por fin contestó en un grito: "estoy con el Gobierno, caray!" Todas las tropas lo siguieron. Era el Coronel Guerrero Niño". El combate para conquistar los aviones se inició entonces entre las tropas del Gobierno y las de la Revolución. Los contrarios dispararon sobre las fuerzas blindadas, pero estas respondieron con dos ametralladoras potentes que no dejaron de disparar un solo momento hasta hacer silenciar al enemigo. Varios muertos y heridos cayeron en esta batalla. La mitad de las tropas del Coronel Guerrero se pasaron a la Revolución y las otras siguieron a su Jefe. Con este Coronel pasó un hecho muy curioso. En el momento de los disparos, los soldados levantaron 320


las manos en señal de rendición, y el Coronel Guerrero se tiró al suelo como si estuviese herido. "Este hombre está muerto", exclamó el Cabo Hernández, sacudiéndolo por los hombros. El Teniente Moncada y sus soldados aprovecharon entonces de meterse a los hangares para sacar los aviones. ¡Cuál no sería la sorpresa de los revolucionarios cuando el Coronel Guerrero, a quien se creía muerto, echó a correr con sus soldados y fué tan afartunadcr que al ser tirado por

el enemigo, ninguna bala lo hirió. (De ahí salió el Coronel Guerrero hacia el "Cuartel Sucre", donde resistió valientemente hasta el último momento). Fué un hermoso golpe militar y un gran triunfo sobre el enemigo la captura de hangares y aviones, pues estos desempeñaron papel importantísimo para la consecución del éxito. Tomada la Aviación, se levantó el primer avión revolucionario al mando del Capitán Calderón. La mitad del triunfo estaba ganada. •s

Pero tiqué sucedía els el "Cuartel Bolívar"?— En el "Cuartel Bolívar" o de Artillería, no se oía el vuelo de una mosca. Allí resistían los Generales Rojas

y Ardila; las puertas del Cuartel permanecían cerradas y los revolucionarios triunfantes no podían atenerse a la dudosa red telefónica. Como recordaremos, luego de la violenta exclamación del General Rojas al entrar en

su cuartel-refugio, el Comandante Cubillán ordenó que saliera inmediatamente una batería a atacar al "Cuartel Páez" y el Capitán Carlos Pulido Barreto y el Teniente Carlos Julio Ramírez fueron comisionadoS para tal efecto. Pero éstos como juramentados buscaron una oportuna excusa para no aceptar. Entonces se nombró una comisión compuesta por el Mayor Félix María García, el Capitán Julio César Angola, los Tenientes Rufo 321


Rosales, Samuel Darío Pacheco y subteniente Alvarez de Lugo. Mas, al salir a la calle se dividieron en tres direcciones: el Mayor García tomó la ruta del Hotel Jardín donde pocos momentos después fué atacado por revolucionarios; Angola y Pacheco la del "Páez", donde como vimos antes, sus tropas se pasaron a la Revolución, y Rosales y Alvarez de Lugo la de la Guarnición, donde éste último habría de encontrar la muerte poco después. Veamos ahora qué pasaba dentro del "Cuartel Bolívar"• • • A pesar de que los juramentados eran allí muy pocos, éstos habían manejado la tropa con infinito tacto, en forma dispersa, y desde un principio los soldados asintieron en que no recibirían órdenes sino del Capitán Pulido Barreto y del Teniente Ramírez. Este Cuartel estaba dividido secretamente en dos partes: la una, con los revolucionarios; la otra, con el Gobierno. Los juramentados se colocaron en la parte norte del Cuartel con la "Batería de Mando y Servicio" al oeste, comandada por el Capitán León Cordero, pasado a la Revolución. Quedaba solamente al sur "la Segunda Batería" al mando del Capitán González Pachano y del Teniente Mármol Luzardo, ignorantes aún de lo que ocurría. Los Comandantes Rojas y Ardila manifestaban un gran optiMismo dentro del Cuartel y se comunicaban constantemente por teléfono con el General Medina manifestándole• que "lo único fiel era la Artillería". Luego daban violentas órdenes de disparar sobre todas las tropas que pasaran por el Cuartel, inclusive los Carrbs de Combate. Posiblemente todavía confiaban en el triunfo y esperaban que el Comandante eu Jefe del Ejército viniese a libertarlos. Pero, cuán diferentes iban sucediéndose los acontecimientos! En el "Cuartel Páez" los revolucionarios ,322


habían triunfado; esa era la realidad. Acaso por eso llegó poco después el Capitán Angola, dispuesto a meterles cañón a los tanques para bombardear dicho Cuartel. Pero segundo fracaso les esperaba; los cañones estaban a cargo del Capitán Pulido, y éste contestó que no tenían municiones• • • En vista de los acontecimientos, los juramentados Pulido y Ramírez delidieron- dividirse en dos secciones: el uno decidió tomar la azotea, por los lados de la "Segunda Batería"; el otro salió con el Teniente Odremán y 10 individuos de tropa hacia la parte oeste del Cuartel. Allí decidieron permanecer a la expectativa mientras podían hacer presos a los Jefes. • 111,

Congreso Revolucionario en el "Cuartel Páez".— Los revolucionarios aún no eran dueños de la Plaza de Maracay. En su poder tenían el telégrafo, teléfonos, Alcabalas, Compañía de Petróleo, pero dos Cuarteles resistían aún: el "Bolívar" y el "Sucre". Se reunieron entonces algunos oficiales para estudiar la situación. A dicha reunión, que se efectuó en el "Cuartel Páez", asistieron los oficiales siguientes: el Mayor Fuentes, los Capitanes Calderón, Rangel, de la Rosa, Ramírez y Zambrano; los Tenientes Tamayo, .Rodríguez Landaeta, Antonio De Rosa y otros... Fué planteada la situación siguiente: tenían que apoderarse por completo de la Plaza, haciendo que se rindieran los Cuarteles "Bolívar" y "Sucre"; debían vencer a las tropas de "Artillería" y "Cazadores del Británico" que defendían la cuadra donde estaba el Comando de la Guarnición; y necesitaban apoderarse del "Cuartel El Rincón", donde había un parque de Aviación, muy importante en aquel momento. Decidieron entonces celebrar una especie de Comando el Capitán Calderón, de la Aviación, y el Capitán Rangel, del Moto-blindado, de mutuo acuerdo para las operaciones 323


De esta unificación tan valiosa se logró una mejor coordinación para las operaciones. Se convino también en que el Mayor Fuentes le , exigiría la rendición' a los Generales Rojas y Ardila y que, en caso de negativa, sufrirían un ataque combinado de Aviación, Fuerzas blindadas e Infantería. Pero cuando el Mayor Fuentes llamó al General Rojas, éste no dió una contestación categórica, e igualmente sucedió con el Teniente-Coronel Evelio Cubillán, Encargado del Comando del Regimiento de Artillería Ayacucho N9 1. En vista de dicha negativa y de que no se oían tiros dentro del "Cuartel Bolívar", resolvieron preparar el maravillosó ataque que debía echar por tierra las últimas fuerzas resistentes en Maracay. La Gran Batalla del 18 de octubre. El ataque comenzó a las 7 de la noche y duró una hora y diez minutos. El Capitán José León Rangel fué el encargado de organizar las defensas del "Cuartel Páez", en caso de que vinieran tropas enemigas de San Juan de los Morros y de Valencia. Un conjunto de 5 tanques y dos carros exploradores fueron repartidos de la siguiente manera : por el Este, atacaría Maldonado Silva; por el sur, el Teniente Moncada; por el Oeste, el Subteniente Germán Peña; por el frente, el Teniente De Rosa. La aviación se encargaría de bombardear el Cuartel y 60 hombres al mando del Teniente Moros, del Teniente Rodríguez Landaeta y del Subteniente José Andrés Barroeta, completaban el con junto. • Se inició la batalla, imponente y maravillosa por la cantidad de balas trazadoras que se estaban utilizando, además la naturaleza también colaboraba con una noche de luna tropical. Maracay no había conocido en sus años de vida más grande emoción que el 324

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ataque al "Cuartel Bolívar", lo que visto pacíficamente semejaba un soberbio espectáculo de fuegos artificiales. ••

Dentro del "Cuartel Bolívar" el desorden era exasperante. El juramentado,_ Teniente Carlos Julio Ramírez, aprovechándosé de aquella confusión reinante entre cielo y tierra, se dirigió al Comandante Cubillán para hacerlo preso, con estas palabras: "Entréguese, que todo está perdido!" Este, aun bajo el ruido de las ametralladoras y aviones que amenazaban el Cuartel, lizol ultimo esfuerzo y avanzó hacia la tropa, disparañdo1e el revólver. Fué un audaz suicidio, pues II-tropa en seguida respondió, quedando muerto en el acto. El Capitán Pulido, que se encontraba en la azotea y todo podía observarlo perfectamente, le pegó un grito a la "Segunda Batería": "Muchachos, cesen el fuego, que nos estamos matando unos con otros!"— ¿Quién mandó cesar el fuego?, le fué contestado. Luego se oyó, en aquella baraúnda de proyectiles, el eco de estas palabras: "Si es el Capitán Pulido el que lo manda, sí lo cesaremos". Pulido Barreto pudo avanzar entonces hacia las tropas de la "Segunda Batería", quienes hasta ese momento ignoraban el motivo del golpe. De testigos le sirvieron los Capitanes Pachano, Chacón Paredes, Lolett Calderín, Roberto Pulido Guerrero, el Subteniente Mármol Luzardo y el Maestro Cosme Serrano. "Hombre por hombre". La "Segunda Batería" ya estaba dominada, -pero aún quedaban las tropas de la Prevención, en poder de los Generales Rojas y Ardila, quienes no querían entré325 •

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garle. El Teniente Carlos Julio Ramírez decidió entonces llamarlos por teléfono, desde su puesto, para ordenarles que mandasen "hombre por hombre", si no querían que los matasen. En ese mismo momento se sucedieron varias llamadas del "Cuartel Páez", exigiéndoles la rendición a los dos Generales. El Motoblindado ya había pedido también un tanque al "Cuartel Páez" para tumbar la. puerta de la Prevención. Pero no fué necesario dicho envío. Los Generales Rojas y Ardila resolvieron por fin enviar separadamente sus hombres, si se les garantizaba la vida. Se cuenta que dicho espectáculo fué realmente original, digno de un cuadro cinematográfico el desfile de aquellos hombre, rendidos, "uno por uno", con las manos en alto. Al terminar su célebre pacto, bajaron los Generales Rojas y Ardila y los Tenientes Ramírez y Celis Noguera mandaron "manos arriba" a los dos Generales, quienes se entregaron y fueron desarmados. Un jeep, enviado del Cuartel Páez, ya los esperaba a la puerta, comandado por los cabos Jesús Expedito Briceño y Romero Duque. Suceso cómico. Cuando el General Ardila salió del "Cuartel Bolívar", con las manos en alto, se le ocurrió preguntar: "En manos de quién me encomiendo?" El Cabo Briceño contestó: "En manos del Cabo Enfermero del Batallón Moto-blindado". Y cuando el General Ardila entró a sentarse en el jeep, lo hizo en el asiento de adelante, de modo que la trompetilla del cañón de la subametralladora del Cabo Briceño, se apoyaba en la espalda del General Ardila. Al sentir la molestia el General, preguntó: "¿Cómo que me van a matar?" Pero le fué replicado: "No se preocupe, General, que apenases un bisturí". 326


• El Cuartel Sucre y El Rincón todavía resisten.—, Ya los revolucionarios tenían en su poder al "Cuartel Bolívar", pero el "Sucre" y "el Rincón", continuaban en manos enemigas. El Teniente Rodríguez Landaeta le exigió por teléfono la rendición al Capitán Rendón Carrillo, Segundo Comandante del Batallón "Cazadores del Británico" y Jefe del Destacamento "el Rincón". Al oír la noticia de que los Generales Rojas y Ardila ya se habían rendido y estaban en el "Cuartel Páez", quiso convencerse con sus propios oídos y solitó hablar con ellos. El General Ardila fué puesto al teléfono, no sin recomendársele previamente que le pidiera la rendición a Rendón Carrillo. Así lo hizo y 45 minutos después, se recibía rendido en el "Cuartel Páez". Ya Maracay estaba en poder de los revolucionarios, quedando apenas el "Cuartel Sucre", pero las tropas revolucionarias lo rodeaban y su situación no preocupaba. A las 11 de la noche del 18, el Teniente Moncada llevó al "Cuartel Bolívar" al Mayor Hugo Fuentes donde fué recibido con "vivas" y como dueño de la plaza pudo hablarle a las tropas del triunfo revolucionario. *S

Caracas pide auxilios De la capital llegaban a cada momento noticias alarmantes del Comité Directivo que funcionaba en la Escuela Militar o del Radio Militar, en el Ministerio de Guerra, bajo la vigilancia del Teniente Carlos Morales. Se recibían los radios siguientes: "Capitán Calderón. — Rush. — General Medina "garita se refugia Cuartel Ambrosio Plaza, en Palo Grande. Nuestro movimiento en marcha".. "Capitán Calderón: Prepare un avión Nortb Ame327


man con ametralladoras y otro con bombas de 20 y 10 kilos para ordenar en un momento dado su salida. Urge inmediato 3 ó 4 unidades blindadas esta Capital. Pueden llegar Escuela Militar o Miraflores.—El Comité". Al recibo de tales radios, Maracay decidió enviar inmediatamente medidas de seguridad para el triunfo en la capital y comisionó a los Tenientes Maldonado Silva y Moncada, para que salieran con seis carros blindados, bien apertrechados y con tripulaciones completas. Se comisionó también al Teniente De Rosa para que por el ferrocarril llevara tres tanques más hacia la capital. El pueblo de Maracay estaba íntegro con la Revolución. Desde la muerte del Dictador no se veía en sus calles alegría igual, que cayó como un bautizo de sangre sobre el oprobio de su pasado. Todos los Servicios los tenían los Revolucionarios: el Subteniente Pérez Ojeda (lamentablemente desaparecido después) se encargó de la custodia de la Planta Eléctrica; el Teniente Leonardo Gómez de las instalaciones de las Compañías Petroleras; el especialista López García, de la Radio desde donde hacía saber constantemente al pueblo el triunfo e ideales de la Revolución; el Teniente Rubén Osío del Telégrafo y el Capitán Dávila, de la Policía. A la media noche el Teniente Carlos Morales hacía pasar desde Caracas el radio siguiente: "Capitán Calderón. — Exilo, éxito. — Que todas las Unidades .aéreas deben pasar a Maiquetía, volando previamente sobre Caracas, lanzando la mayor cantidad de volantes.—El Comité". A esa avanzada hora buscaban una Imprenta el especialista López García y los civiles Mac Gil y Sánchez Pernía. con el fin de imprimir los volantes que serían. 328


arrojados sobre Caracas. López García redactó el texto que decía entre otras cosas lo siguiente: "La Revolución triunfante. Abajo Medina, López Contreras y Biaggini", etc. Era el medio de hacer saber a unos y otros el triunfo de la Revolución.. A las 4 de la madrugada del día 19, el Capitán Luis Calderón salió en viaje de reconocimiento a lanzar los primeros volantes en Caracas. Lo acompañó de mecánico Antonio Márquez, llamado popularmente "el loco Márquez". Dos aviones más salieron con él al mando de los Subtenientes Julio Pratto y Luis Méndez pero es de 'hacer constar que sólo el Capitán Calderón decidió lanzarse en picada sobre las nubes cerradas de la capital, lo que fué un gesto valiente por el mal tiempo que había. En Caracas los elementos del Gobierno hacían saber que aquel avión les pertenecía y el Teniente Julio Escalona desde la azotea del Mi— nisterio de Guerra, 1 ras el micrófono de la Radio Militar, valiéndose de un truco, desvirtuaba aquellas noticias anunciando instintivamente que el avión era revolucionario y que bombardearía al enemigo, lo que fué pronto una realidad. A su regreso el Capitán Calderón encontró radios de Caracas, mucho más comprometedores, pidiendo el bombardeo de los Cuarteles "Ambrosio Plaza", "San Carlos" y la Policía. "Capitán Calderón: Exito, Exito, Exito. Bombardeo inmediato Cuartel San Carlos, Ambrosio Plaza y la Policía; atacar la Caballería que está en El Silencio con ametralladoras. Que manden bombas de 50 kilos.—El Comité" "Capitán Calderón: Rush. "Al terminar una Escuadrilla de bombardear ya debe estar otra en iguales condiciones sobre esta ciudad para continuar misión.—El Comité". 329


Poco después de estos radios una Escuadrilla de cinco aviones aprovisionados con bombas de 10 kilos, al mando del Subteniente Pérez Ojeda salía de Maracay a bombardear los Cuarteles "Ambrosio Plaza", la Policía y el "Sán Carlos", donde aún resistían las fuerzas del Gobierno. **

Pero todavía habían tropas resistentes en Maracay. En las primeras horas del día 19, a pesar de todos los acontecimientos sucedidos, ciertas rebeliones aisladas mantuvieron el desorden en algunos puntos de la ciudad. Era una sección de las tropas "Cazadores del Británico" que entre las calles del Hospital San José y la Guarnición recibían a plomo cerrado a todo el que pasaba. El Teniente Rodríguez que salió a hacer un reconocimiento en un jeep tuvo que devolverse para salir de nuevo en un carro blindado. Las fuerzas del Coronel Guerrero todavía hacían resistencia en el "Sucre", el mismo Coronel que el día antes se había hecho el muerto al ser atacado en los hangares. Un avión comandado por el Capitán Moreno le había dejado caer un mensaje en el Cuartel con la orden de que se rindiera, pero al ser interpelado por teléfono, Guerrero había contestado que "él no recibía órdenes sino del Gobierno". Tras de mil subterfugios el Teniente Rodríguez Landaeta logró por fin entrar en la Guarnición por el techo del Hospital. La Guarnición presentaba un cuadro como para poner los pelos..de punta. La sangre corría por todas partes y los 'diferentes salones estaban llenos de cadáveres. En el primer salón, la Guardia, formada por 4 clases, yacía por el suelo. La tragedia había culminado cuando el Teniente Rufo Rosales se había ido a tomar la Guarnición con la idea de favorecer al Gobierno y el Subteniente Alvarez de Lugo mandó a disparar im330


prudentemente sobre los que estaban dentro. Se prendió un terrible tiroteo donde perdieron la vida el Presidente del Estado Aníbal Paraclisi y el Jefe de la Policía, saliendo herido Alvarez de Lugo, quien luego, viéndose mal herido, se pegó un tiro. El Mayor Juan Pérez Jiménez había hecho prisioneros a los Mayores Gabriel e Ismael Briceño, ayudantes de la Guarnición. El Teniente Rodríguez Landaeta ordenó inmediatamente al Subteniente asimilado Velázquez evacuar los cadáveres. En el "Cuartel Bolívar" se llevó luego a cabo la rendición del Coronel Guerrero que había resistido hasta el último momento en el "Cuartel Sucre". Todo permaneció normal esa mañana en Maracay; apenas un Coronel en la Barraca mató a un Sargento y la tropa enfurecida lo liquidó. El Mayor José León Rangel se hizo cargo del Moto-blindado y un fuerte destacamento fué enviado por orden de él a Cabrera y a la carretera de Güigüe, como medida de protección. Pero nada que lamentar sucedió. Las tropas de Valencia no se movieron y las del "Batallón Miranda", de Barquisimeto, se rindieron con sus Jefes, Oficiales, tropas y armamento en el "Cuartel Páez". Las de San Juan de los Morros y de La Victoria tomaron rumbo hacia Caracas. El Cuartel General de los revolucionarios se instaló en el Comando de la Guarnición, y allí los Mayores Hugo Fuentes y Juan Pérez Jiménez se dieron a reorganizar los Comandos y Unidades. El Teniente Rodríguez Landaeta partió hacia la capital a llevar parte del Moto-blindado y el Teniente Oscar Tamayo se fué a Valencia, en unión del Coronel Mora Contreras, a estudiar la situación de aquella plaza. El Comandante 331


Guardia Rugeles, quien todavía hacía resistencia se rindió a -las fuerzas revolucionarias y en la Plaza Bolívar de Valencia el Teniente Oscar Tamayo improvisó hermosas frases explicando al pueblo los propósitos revolucionarios. En la capital, el Presidente Medina había sido llevado a la Escuela Militar, rendido, con su Estado Mayor, pocos momentos después que los aviones bombarderos regresaron a Maracay. La Revolución había triunfado.

(Informaciones suministradas por el Mayor José León Rangel, Capitanes Antonio De Rosa, Esteban Rodríguez Landaeta, Carlos Pulido Barreto, Tenientes Montada y Croce. Los radios me los facilitó el Capitán Carlos Morales).

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ORIGINAL ENTREVISTA DENTRO DE UN TANQUE DE GUERRA


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"QuiĂŠn nos puede detener al llegar a Venezuela de tumbar al Gobierno? Con el Moto-blindado el mundo es nuestro!" Antonio De Rosa. CapitĂĄn.


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He querido palpar de cerca esa arma terrorífica, peligrosa, infernal, que constituye hoy en día la base de la guerra moderna y que salvó la Aviación de manos del enemigo. ¿Quién no ha visto a veces desfilar por la pantalla el armamento de Europa y Estados Unidos, simbolizado en esos pequeños animalillos, llamados "tanques", que valen tánto o mucho más que el aprovisionamiento de alimentos? Ahora yo estoy metida dentro de este raro estuche de acero, gracias a la gentileza del Capitán Antonio De Rosa, a quien he manifestado mi deseo de conocer de cerca su arma de combate. Hemos entrado por la torrecilla, donde escasamente pasa el cuerpo de un hombre. Ya colocada en posición bélica, he recibido la más interesante lección en mi vida, llena de mágicos poderes y de fuerza extraordinaria. El avión cruza los aires, rompe las nubes y salta el océano; el tanque va lentamente por tierra, destruyéndolo todo. Arrasa con árboles, con edificios, como ayer arrasó en torbellino con las cercas y obstáculos que rodeaban los aviones. Todo lo puede el Motoblindado; es la voluntad en marcha! Mientras el Capitán De Rosa va diciéndome que el -Moto-blindado es la Unidad más joven del Ejército, con año y medio de fundada", voy mirando por 363


el periscopio todo el paisaje que podría mirar en un momento entre mis manos. En mi mano izquierda tengo la ametralladora y en mi derecha tengo el cañón; ambos unidos estrechamente como seguros de siempre encontrar la muerte. La torrecilla donde me encuentro da vueltas como una zaranda, vigilando el peligro por los cuatro puntos cardinales. Pero he aquí• el gran secreto de los americanos: el giro-estabilizador, que, no obstante todos mis nerviosos movimientos, es la seguridad estable de la dirección al blanco. Nada se ha olvidado en la construcción de este raro vehículo, tan pesado como un elefante, donde cómodamente caben cuatro personas. Todo tiene su destino hasta el pequeño y exquisito estuche para los diferentes proyectiles, tan finamente cincelado como mi dorado creyón para los• labios. Mirando el paisaje, tras esta potente arma de fuego, me conmueve una especial filosofía, fórmula de la vida moderna: la de poder disparar simultáneamente con la ametralladora y con el cañón. Pero lo interesante no es el ataque del carro blindado, sino sus medios de defensa. Dentro de mi casa de acero se siente una segura de no morir, de ser la última en el combate. Así se han debido sentir estos recios muchachos que ahora, dentro de este vehículo, me cuentan sus imborrables impresiones sobre la Revolución de octubre: —Estudié en los Estados Unidos, me dice el Capitán De Rosa, en la Escuela Blindada de Fort Knox, en unión de los Tenientes Rafael Estrada López, Esteban Rodríguez Landaeta, Germán Peña y Raúl Oviedo Rojas. —Nada interesante que contar de aquellos moinvntos? 364


—Sí, algo que fué como un presentimiento. Fue tn febrero de 1944, cuando fatigados de los ejercicios de tiro en el campo de Sedar-Creek, nos fuimos a calentar las manos en una improvisada fogata. Desconociendo absolutamente el descontento que para ese tiempo ya existía en el Ejército, nos dimos a hablar de la Patria, con espíritu revolucionario. Y no sé si fué producto de nuestra imaginación o reflejo del elemento poderoso qué manejábamos, que exclamamos casi al unísono: "¿quién nos puede detener al llegar p. Venezuela de tumbar el Gobierno? Con el Moto-blindado el mundo es nuestro!" Aquel mismo arlo, por agosto, se nos ordenó regresar con el objeto de formar el Batallón que se formó el 19 de marzo de 1945. ---¿Quién lo informó de lo que se gestaba? --El Teniente Tamayo, a principios de julio. Yo fui su primer juramentado. Fuí luego Jefe de célula y juramenté a mi vez a nueve oficiales. De ahí en adelante empezamos nuestro trabajo y logramos juramentar a todos los del Batallón, con excepción de los Jefes y un Capitán: los Comandantes Castro Zambrano y Críspulo Mujica y el Capitán Pedro Bracho. Al Mayor Rangel lo juramentó el Mayor Julio César Vargas, en el Hotel Jardín, y dicha conferencia duró desde las 9 de la noche hasta las 2 de la madrugada. Convencido luego de los ideales de la revolución, Rangel formó parte del Sub-Comité Directivo del movimiento en Maracay, al que se entregó en cuerpo v alma. --Tenían alguna táctica especial para no despertar sospechas? —Fuera de asumir una conducta intachable con ios Jefes, no tomábamos ninguna previsión, pues nuestras reuniones eran casi al lado de la casa del General Ardila. Pero tuvimos algunas mucho más originales 365


como la efectuada en Agua Caliente, a orillas de un pozo, a la que asistieron los Mayores Pérez Jiménez, Hugo Fuentes, Angel Ramírez, los Capitanes Maldonado Silva, Calderón y los Tenientes Carlos Julio Ramírez, López Conde y yo. Nos quitamos la guerrera y nos quedamos en camisa, para en caso de ser sorprendidos tirarnos al agua, como si estuviéramos tomando un baño. Estábamos sobre aviso pues el General Ardila tomaba de aquella agua, considerada corno medicinal y diariamente la mandaba a buscar con el chófer. En aquella, nuestra penúltima reunión, el Mayor Marcos Pérez Jiménez vino a informarnos de la fecha del golpe. --¿Qué decidieron respecto a la fecha? —Nada en concreto, porque se tenía pensado que el Gobierno debía llegar a una solución, aceptando una candidatura extra-partido. Dos situaciones se presentaban: la una, violenta; la otra, pacífica. En vista de que no se había podido llegar a un acuerdo, recurrimos a la violenta. —Alguna interesante consigna surgida de aquellas reuniones? —A proposición del Mayor Rangel se dictó esta consigna: "si ponían preso a algún oficial daríamos el golpe". Esto sucedió en una reunión en casa del Capitán Calderón y surgió de una pregunta que le hizo el Teniente Coll Rodríguez al Mayor Julio César Vargas: "¿Qué ,podría suceder Mayor, si ponen preso a un oficial?" El Mayor Vargas optó porque "no debía tomarse ninguna medida". Aquello no fué aceptado y el Mayor Rangel propuso la consigna. Fué nuestra penúltima reunión. —Y qué se trató en la última? 366


—Nuestra última reunión, efectuada el 14 de octubre, en la Escuela de Aviación Civil fué con el objeto de que el Comité de Maracay firmara el Acta donde se comprometía a apoyar el movimiento revolucionario.. Termina su charla el Capitán de Rosa y por el periscopio doy el último vistazo al paisaje que está condenado a morir al:primer impulso de este potente vehículo de la guerra moderna.

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