D Í A D E L A CONSTITUCIÓN
ARTÍCULO 49: Los poderes públicos realizarán una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos, a los que prestarán la atención especializada que requieran y los ampararán especialmente para el disfrute de los derechos que este Título otorga a todos los ciudadanos.
Al igual que la Constitución reco‐ noce la defensa de las personas disminuidas; la literatura popular, de la que no se conoce autor y se transmite oralmente de genera‐ ción en generación, también se manifiesta en defensa del desvali‐ do, del menor, del indefenso, del pobre. Los finales de los cuentos tradicionales siempre son felices: el hermano pequeño consigue la recompensa que sus hermanos pretendían, el tonto consigue la mano de la princesa y el desposeí‐ do de toda riqueza logra el tesoro que se disputa. Los dos cuentos que hemos seleccionado son una muestra de la capacidad del des‐ poseído para alcanzar lo que, nor‐ malmente, le estaría vetado.
EL ACERTIJO DEL PASTOR Este era un rey que tenía una hija. Y el rey echó un bando diciendo que el que dijese un acertijo que no se lo adivinaran los sabios que tenía, se casaba con su hija; y si se lo adivinaran, sería ajusticiado. Y un pastorcito llegó a saberlo y le dijo a su madre: -Madre, yo quiero ir a estar con el rey a ver si me puedo casar con su hija. Y la madre le decía: -Pero hijo, ¿dónde vas a ir tú, un simple pastor, tan tonto como eres? Se van a reír de ti. Pero el hijo la convenció a la madre y la madre le dio una burra vieja que tenía y una torta de pan. En la torta le metió veneno para que se envenenara y no llegara a ser la risión y lo ajusticiaran. El pastorcito cogió el camino y se le cansó la burra. Y el pastor y le dio la torta, y la burra, pues, se murió envenenada. Y dijo él: -¡Ya, vaya, ya tengo una! Estando lastimándose de la muerte de la burra, acudieron tres grajos. Comieron de la burra y se envenenaron y se murieron. El pastor se cogió los grajos y se fue por el 1
camino. Y se le hizo de noche. Y divisó una luz en el monte. Había allí una cuadrilla de ladrones. Entró allí, y los ladrones comieron los tres grajos y se murieron envenenados también. Llegó el día -pues él durmió allí-, se cogió un trabuco de uno de los ladrones y se marchó por el camino. Vio un pájaro en un árbol y disparó. El pájaro no lo mató; pero sí mató una liebre que estaba en el tronco del árbol. Y dijo él: -¡Vaya, ya tengo dos acertijos! Se cogió la liebre, y rendido y con hambre, se arrimó a una ermita. Entró en ella y buscó dónde hacer un poco de lumbre para comerse la liebre. Abrió la liebre y encontró en ella dos gazapillos. Dice: -Bien, a propósito. Esto me va a venir bien. Cogió un misal y encendió las hojas y asó los gazapillos y se los comió. Y le dio sed y encontró en una lámpara y bebió agua de la lámpara. Pues, al día siguiente siguió el camino y se presentó en la casa del rey. -Buenas tardes. Aquí vengo yo porque me han comunicado en los papeles que el que traiga tres acertijos que los sabios del rey no acierten a descifrarlos podrá casarse con su hija. Bueno, el rey tomó los papeles -porque el pastorcito 2
los anotó-, llamó a los sabios y les dijo: -A ver, estos tres acertijos. Y los sabios dijeron: -Hay que ver qué contienen. Y leyeron: -Torta mató a Pabla; Pabla mató a tres; tres mataron a siete. Apunté lo que vi y maté lo que no vi. Comí carne asada que no fue nacida y sí creada. Y con palabras de Dios fue asada. Y bebí agua que no estaba ni en el cielo ni en la tierra.
EL QUE TODO LO QUIERE, TODO LO PIERDE Era un ciego que había ahorrado cinco duros con las limosnas que había sacado de pedir. Y el hombre no sabía dónde guardarlos. Decía: -Si los guardo en la guitarra, a lo mejor me lo cogen. 3
Y tenía una higuera en el corral. Salió y dijo: -Lo mejor va a ser debajo del tronco de la higuera, que aquí nadie me los quitará. Los enterró, pues, al pie de la higuera. Y le estaba viendo una mujer. Y dijo ella: -¿Qué habrá escondido el ciego allí? Fue y encontró los cinco duros. Al día siguiente vuelve el ciego y encuentra que no tenía los cinco duros. Entonces cogió la guitarra y dijo: -¡Cinco duros tengo en la higuera y otros cinco quedé poner en ella! La mujer, que lo estaba viendo, dijo: -Pues si no pongo estos cinco duros, tampoco pone los otros. Fue y volvió a enterrar los cinco duros al pie de la higuera. Conque fue el ciego al día siguiente y vio que tenía los cinco duros. Se los guardó y cogió la guitarra y dijo: -¡El que todo lo quiere, todo lo pierde!
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En 1988 el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) publicó 509 cuentos que el investi‐ gador norteamericano Aurelio M. Espinosa (hijo) había recogido en la primavera de 1936 en las tierras que entonces se conocían como Castilla la Vieja y Reino de León. Aparecieron en dos tomos bajo el título de Cuentos Populares de Castilla y León.
CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA 1978
6 DE DICIEMBRE DE 2014 C.E.I.P. EDUARDO LUCENA CÓRDOBA