Poeta sin Fronteras
Marzo 2022 Año 9 Ejemplar 108 Poetas sin Fronteras 1
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ADELA MARGARITA SALAS REPÚBLICA ARGENTINA Cuando el niño destroza su juguete, parece que anda buscándole el alma. VICTOR HUGO ¡Ay! Quién pudiese conservar la curiosidad de todo niño y, sin romper los sueños dejar, de construirle realidades crueles. Hallar, ante los dichos coherentes de ellos que, todo es posible en la vida y desde sus alegrías se nos abran ventanas en el corazón, para ver la vida, con optimismo, no dudar de la esperanza y creernos que vivir, es juego de grades, con alma de niños.
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HADAS DE INIVERNO Ana Ahumada Espinoza Argentina El otoño se desprende de sus hojas, silba silenciosa entre los árboles para conciliar el sueño profundo durante 12 lunas. Las hojas secas y quebradizas que yacen muertas en el suelo comienzan a desintegrarse lentamente desgranándose sobre la tierra. Las hadas de otoño se encuentran exhaustas con sus vestidos raídos, deslavados por la lluvia que ha comenzado a caer. El viento a alborotado sus cabellos llenos de flores secas. Ellas, ya han desnudado a los árboles, los han desprendido de sus vestiduras de oro y marrón, ya han desprendido de la carga de las otras estaciones, de las hojas, de los frutos, de las semillas. Los han desprendido de sus verdades estacionales. Las hadas de otoño envuelven sus alas alrededor de sus cuerpos y se mimetizan sobre las cortezas de los árboles añosos del bosque. Cuando la última hada se recoge al descanso, las hadas invernales despiertan asomándose entre los nidos vacíos, en los botones de las camelias, debajo del pasto seco del monte, desplegando sus alas cristalinas, saludando al invierno con una inclinación de cabeza. Esparcen su magia sobre los árboles sumiéndolos en un agradable sopor para que los árboles replieguen su sabia hasta su mismísimo corazón, resguardándolo por tres meses. Las hadas invernales soplan en el cielo para juntar las nubes, como pastores reuniendo el rebaño. Hasta que de tanto apretujarse liberan la lluvia que alimenta la tierra. En las noches, exhalan su aliento gélido sobre el valle vistiendo de cristales cada gota de agua. Mantienen a la naturaleza en silencio, en descanso, en pausa, embelleciendo de escarcha, los paisajes suspendidos en el tiempo. La naturaleza cierra los ojos un momento, que a veces parece muerte. Pero en realidad es el paso necesario para la próxima resurrección.
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¿Y PREGUNTABA AL AIRE... SOBREVIVIREMOS? Por: Elena Guzmán Ramón México Estaban el aire y el Sol platicando, con las palmeras y los diversos árboles del lugar. - Querido Sol -preguntaba el aire-, ¿para ti, ¿cuál es el motivo, más trascendente, de tu existir? El astro rey, interrumpió su meditación, resplandeció con mayor vigor y despacio, respondió: - Saber que existen otros elementos y personas a quienes iluminar, y tener la satisfacción, plena, de beneficiarlos con mi luz. Las palmeras y los árboles, exclamaron al unísono: -¡Ah, qué hermosa es tu misión! -después agregaron: -También nos agrada dar sombra y abrigar a las aves, que anidan en nosotros; ver florecer nuestras ramas y testimoniar que nacen incontables especies. El Sol, el más sabio, por experiencia y edad -existente desde el inicio del universo, testigo de los cambios e historia del orbe-, empezó a narrar a los interlocutores, sus arcanos recuerdos: - Sí, la existencia siempre ha tenido una razón de ser. Los humanos, en su memoria más remota, han de recordar que su creación fue, precisamente, para crear y preservar la vida; se les encomendó a los mayores cuidar, amar y velar por los débiles y pequeños, por ello se les proveyó de sabiduría y riquezas; les fueron otorgadas para que protegieran a sus hermanos menores, expandir la educación y ecología, así como para que reinara la armonía y justicia, entre los hombres. - Entonces, querido Sol –le cuestiona el aire-, ¿crees que sobreviviremos?. El sol se quedó pensativo, perdiendo un poco de su brillo, respondió: -La respuesta la tiene el hombre... El planeta Tierra sobrevivirá, si el “rey de la creación”, cumple seis principios: Amar a la vida Olvidar egoísmos, envidias, rencores Poetas sin Fronteras 5
No envenenarse contaminando, propiciando guerras y vicios por ambición Disfrutar el presente Saturar de bondad su espíritu Y lo más importante... Cumplir su encomienda.
EN LA CIMA DE UNA MONTAÑA Elena Guzmán Ramón México Hace muchos años en la cima de una montaña, estaban dos personajes hablando sobre la vida y la muerte; el primero de ellos llamado Ángel vestía de blanco de los pies a la cabeza, con sus manos entrelazadas como elevando una plegaria, y el otro, todo de negro ensombrecido, hasta en el mirar de sus ojos reflejaba angustia; ambos, preocupados por el futuro del mundo; pensando cada uno de forma diferente: -“Escucha, si oyes el sonido de la cascada, el aletear de las aves, la risa de los niños, descubrirás que hay razones para vivir” –pronunciaba Ángel-. -¿Cómo puedes pensar en esas cosas, mientras que en el mundo hay odio y rencor, envidia, egoísmo y miseria? ¡Esta es la realidad! ¡La vida no tiene razón de ser!” -contestó Demián. -“Las cosas resultan así para ti, porque no deseas mirar de otro modo. Tu negación a lo bello, atrae aún más, lo peor; es cierto, tanto tú como yo, creemos tener la verdad de nuestra parte; únicamente pido que escuches por qué pienso así y escucharé tus razones; tal vez no lleguemos a un total acuerdo, pero sí, quizás nos comprendamos mutuamente.” -expresó Ángel. -“Lo más seguro es que pierda mi tiempo con esta plática pero... ¡Está bien!, antes de continuar con mi tarea en el mundo; te escucharé.” -concedió Demián. Ángel: -“Sé que en el corazón de todos los humanos hay algo de ti y de mí, y siempre están en batalla con ellos: la depresión, la soledad o el odio envuelven su ser, y actúan de tal forma que los Poetas sin Fronteras 6
hace dañarse y herir a otros; si contrarrestan una mala acción con una buena, y más buenas acciones, su corazón se irá inundando de bondad y realización plena; si sus pensamientos cada vez sean más, de buenos deseos, te ayudarán a ti; para no tener ya una constante lucha contra el mundo, y también, conocerás la paz, que en el fondo de tu corazón tanto anhelas.” Demián: -“¡Es inútil!, no tengo la culpa, que los humanos se odien entre sí.” - afirmó enfurecido, Demián. -“Está bien, sólo te pido que me acompañes a la falda de esa montaña y observemos.” -“¡¿Qué ver?! ¡Ya he visto suficiente! ¡Acabaré con ellos! -“Y después, ¿qué harás?” -preguntó Ángel. -“Nada, no tendré preocupación ya.” -“Está bien, ve, acábalos y después pregúntate, si hiciste lo correcto.” Demián titubeó, y le afirmó a Ángel: -¡Voy a darles una última oportunidad, pero después ya no tendré más misericordia! -“Vamos, acompáñame...” –sugirió Ángel. “Ya estamos aquí, quiero que veas esto…” Una pequeña jugaba en la calle; un hombre anciano la veía desde su tienda; salió a barrer la banqueta y sintió un fuerte escalofrío; vio a lo lejos un auto, que había perdido el control; sin pensarlo ni un instante, corrió hacia la niña y la levantó cómo pudo, salvándola de una muerte segura, arriesgando su vida. -“¡Oh! -exclamó Demián-, no hice mi trabajo, porque me atrasaste.” -“Calla y observa” -pronunció Ángel. El anciano arrodillado, dio gracias al cielo por su buena acción, y leyendo sus pensamientos escucharon: -“Siempre he sido egoísta con los niños y hasta malo; esta acción me ha demostrado que pude ser diferente. -pensaba el anciano. Murió él, por salvar a la pequeña, con una sonrisa en los labios. -“¿Lo ves?” –cuestionó Ángel-, y continuó hablando: “Dales tantas oportunidades, como buenas acciones veas en ellos.” -¡Está bien, después de todo seguiré teniendo quehacer!” -se alejó refunfuñando, Demián. Ángel: -“Nos vemos, que disfrutes la Navidad, y que todo el año respires la paz y tranquilidad del orbe.” —con aquellas palabras despidió Ángel a Demián. Poetas sin Fronteras 7
CUARENTENA CON CHESTER Elena Guzmán Ramón México Luis “N”, alias El Güicho, con unos 20 años de edad, delgado, desaliñado, aparentando una edad de 14 años, una persona sin hogar, tuvo que acudir a un refugio para resguardarse durante la pandemia. Un ser vulnerable que huyó de un hogar donde hubo golpes y gritos altisonantes durante toda su vida, y un padre alcohólico y desobligado que golpeaba a su madre, a él y a sus dos hermanas casi a diario. Huyó para salvarse de una paliza, para buscar comida en la calle. Llegó a un barrio llamado Santa Cruz, donde hay mucha pobreza y casas hechas de lámina y cartón; un barrio pobre, marginal, hizo una gigantesca fila esperando ayuda en medio de las recomendaciones de confinamiento, unas empresas llevaban despensas; escaseaba el agua que consistía en una sola llave, donde hay una fuente comunal. Ahí, Güicho tuvo una familia, ahí estaban dos hombres grandes de edad avanzada, un grupo de cinco niños y un joven como de unos 36 años, vicioso de oler cemento. Se organizaban para ir a los cruceros a limpiar parabrisas. Ahí, un hombre que pasaba diario a su trabajo lo saludaba y empezaron a conocerse mutuamente, siempre le daba unos centavos de más, El señor, llamado don Manolo, ahora con la pandemia dejó de pasar, más Güicho recordaba siempre sus palabras de aliento: “Ese Güicho, procura estudiar y trabajar para salir de este lugar. Evita las malas compañías, aléjate de quienes quieran hacerte tomar o robar. “Ten unos centavos más y velos guardando, para que algún día compres ropa y me vienes a ver. Aquí está mi tarjeta: Taller mecánico Don Manolo. Ahí vienen mi dirección y mi teléfono. Mas por la pandemia empezó a bajar el trabajo en el taller y yo he empezado a envejecer y por eso pusimos la tienda. En uno de esos días de mayor contagio, estaba la calle desierta. Caminando por las avenidas cada vez menos transitadas, en una de Poetas sin Fronteras 8
ellas casi desierta, en el camellón, se encontraba una caja de cartón, se movía y se escuchaba el chillido de un perrito cachorro, Güicho se acercó con cuidado y efectivamente, encontró dentro de la caja a un perrito muy pequeño encogido y temblando de frío. Lo sacó de la caja, lo levantó con sumo cuidado y tomándolo entre sus manos lo arropó con su trapo seco de limpieza de cristales. El perrito estaba lleno de pulgas y mucha mugre. Acudió a la esquina donde tenían los tambos de agua y jabón, ahí encendió una estufa de petróleo para entibiar agua y darle un baño. Cuando lo hubo bañado, un color blanco reluciente resurgió del cuerpecito del animal rescatado por Güicho, parecía como un lobezno (cría de lobo), le dio de comer atún y en un botecito le puso agua. Sus amigos y él lo bautizaron como Chester. Sus amigos Juan y Manu le preguntaron: —En la noche cómo le vas a hacer, no te lo van a aceptar en el refugio. —Pos ya veré —respondió Güicho. Por la noche, llegó al refugio, donde cenaba comida caliente y de buen sabor, un caldo de verduras con dos piezas de pollo, dejando amarradito al cachorro con una reata. Apuradito comió y guardó en una servilleta parte del suculento platillo (una pierna de pollo). El animalito comió vorazmente y en una botellita trozada por mitad le dio agua; a lengüetazos, el pequeño cachorro bebió el preciado líquido. En eso, don Manolo iba pasando en su carro, con cubrebocas llamó al muchacho: —Güicho, Güicho, ¿qué haces afuera del refugio?, ¿ahí duermes? —Don Manolo, qué tal. Sí, acá duermo, aunque no sé si me dejen entrar hoy, pues traje este perrito que estaba tirado dentro de una caja. —Ven, vamos a mi casa, ahí tengo un cuarto en la azotea para ti y tu mascota. Su entrada es independiente, ahí te daremos una cama, cobijas y cobertores. A un lado de don Manolo, en el carro se encontraba su esposa. Una señora regordeta, de ojos grandes y cabello rizado, como de unos 60 años, quien le dijo a su esposo: —Manolo, ¿cómo crees, quién es este muchacho. Poetas sin Fronteras 9
—Permíteme viejita, a Güicho lo conozco desde hace mucho, digamos cinco años. —Está bien, —replicó ella—, espero que no te equivoques. Güicho le dio la vuelta al carro y subió. Unas cuadras más adelante, don Manolo se estacionó junto a una vieja casa, con rejas sin pintar. Al abrir doña Marina la reja del angosto garaje, esta rechinó. Estacionaron el carro (un viejo Renault) y el cachorrito comenzó a chillar, deseando bajarse cuanto antes. Don Manolo le dijo a Güicho “bájate hijo”. El cachorrito, en cuanto bajó orinó, dejado un charco de agua en el piso del garaje. —Eso es lo que quería, bajarse a orinar —dijo Güicho—. Ahorita limpio, y con su trapo rojo de limpiaparabrisas lo hizo rápidamente. Doña Marina comentó: —Está bien, muchacho, déjame traer la jerga con limpiador. Don Manolo: — Pasa hijo, por estas escaleras que dan a la azotea, ahorita te subimos cobijas limpias. Ya en la azotea, Güicho aspiró bocanadas de aire, tranquilo y contento. Pensó para sus adentros: “sé que solo es por un tiempo, o quizá ni un día que nos dejen vivir aquí”. Bajando a su perrito, observó una batea y una llave de agua, que tenía a un lado en una cacerolita jabón de pasta y una toalla. Allí lavó sus manos y también las patitas de Chester. “Me trajiste buena suerte Chester, tenemos un hogar provisional”. Don Manolo, al subir, escuchó al joven y le respondió: —Güicho, si tú respondes siendo honesto, respetuoso y trabajador, será tu hogar por mucho tiempo, hasta que puedas independizarte e irte a vivir a tu propia casa, que es lo que más quisiera. —Don Manolo —le dijo el joven—, gracias por darme la oportunidad. Temprano saldré a limpiar parabrisas y también les traeré pan y tortillas. —Mira hijo, abajo, del otro lado de la calle, tenemos otra salida. Allí hay un pequeño negocio de frutas y verduras, pollo fresco y abarrotes, ha bajado la venta y dejé de ir a la central de abastos y Poetas sin Fronteras 10
a la abarrotera de mañanita, cuando de regreso te veía en esa esquina en el semáforo, desde hace cinco años. Ahora, por ser de la tercera edad, ya nos cansamos. Mañana resurtiremos la tiendita. —Don Manolo, ¿y sus hijos? —No pudimos tener hijos. Mi esposa no se pudo embarazar. —Tengo a mi hermano y a mis sobrinas y mi esposa a sus hermanas, nos visitan una vez a la semana, nos reunimos para comer cada sábado. ¿Y tu familia? —A mi familia la dejé hace cinco años, mi padre nos golpeaba y mi mamá se dejaba golpear, yo me enojé mucho. Tengo dos hermanas que a veces voy a ver cuando salen de la casa a comprar algo y les llevo pan y tortillas. Mi mamá me pide por medio de ellas que regrese, más yo les digo que no. Mi papá recién me enteré murió de tanto tomar alcohol, pero yo no me hallo con ellas, mi familia ya no la siento más mi familia, pues mi madre manda a mis hermanas a trabajar todos los días, ni nos mandó a la escuela, y les dice que, si no regresan con algo de dinero o comida, ya no entrarán. Ya una de ellas, la más chica, de 17 años, se fue con su novio; la mayor, de 19, sigue con mi mamá. Voy a visitarlas de vez en cuando. —¿Tienes algún vicio, hijo? —No don Manolo, porque yo vi tan de cerca al mayor monstruo en la casa, un enorme monstruo en el que se convertía mi papá por su vicio, que me dije “jamás, jamás voy a ser como él”. —¿Quieres trabajar con nosotros? —Sí don Manolo, yo quiero un trabajo noble y honrado. —Bien. ¿Tienes hambre? —No, muchas gracias, en el refugio comimos. Al día siguiente, El joven despertó a las 5:30 de la mañana, al escuchar que don Manolo revisaba el aceite del carro en el garaje para ir a la Central de Abasto, mientras se escuchaba el crujido de la reja que abría doña Marina. Chester, ligerito, bajó las escaleras atrás de su dueño. —Doña Marina, deje yo abro —dijo Güicho. Así pasaron siete meses y el joven ayudaba a los señores. Cierto día, Chester atrapó a un asaltante que vino agresivo, con cuchillo en mano, a pedir todo el dinero de la cajita. Atrás, en la trastienda, Güicho estaba sacando Poetas sin Fronteras 11
de las cajas los productos de la tienda para colocarlas en la estantería. Escuchó gritos que daban órdenes: —¡Dame todo el dinero! La voz de don Manolo decía: —Calmado, hijo, calmado. —¡No me digas hijo!, ya te dije, dame todo el dinero. Blandiendo el cuchillo, se acercó al anciano y en eso le saltó el Chester, mordiendo su brazo. Salió huyendo seguido del perro, al que acuchilló y se oyó un chillido. El animal quedó botado en el piso. Chester aullaba de dolor, a su lado estaba el dinero que el asaltante había querido llevarse. Güicho salió corriendo y alcanzó a ver al asaltante y miró que era su antiguo compañero vicioso. Le gritó “¡nunca más vuelvas por acá, sino te va a pesar!”. Levantó a su amigo perruno ya de enorme tamaño, aunque aún era un cachorro. Con él en los brazos, lloró por su amigo canino. “¡No me dejes Chester! ¡No te mueras! ¡¡Dios, por favor, no te lo lleves!! Seré un hombre bueno cada día que pase, todos los días de mi vida, no seré rencoroso, saldré adelante y seré un hombre de bien”. Don Manolo le gritó mientras cerraba la tienda: “hijo, tráelo, lo llevaremos a la Clínica del Centro de Salud Animal Municipal”. Pasados unos días. Chester se recuperó de sus heridas y Güicho, agradecido, le contó a don Manolo su promesa a Dios. El joven visitaba a su madre cada ocho días, iba a dejarle despensa (aprovechando que llegaban los familiares de don Manolo); su hermana mayor, quien vivía cerca de su mamá, se había casado ya también. También visitaba a los dos ancianos de la calle y a sus cinco pequeños amigos, a quienes les llevaba algo de comer casi diario y les dijo que les ayudaría para que fueran a la escuela, aconsejándoles que no se fueran del refugio hasta que crecieran. Chester, el ángel que llegó a la vida de Güicho, de don Manolo y doña Marina, vivió muchos años más. FIN
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Seres de Cristal Evelyn Covarrubias Vera Los Andes – Chile En este jardín de sociedad, hay pequeños seres, que lo adornan con sus juegos y risas, con saltos y brincos. Seres delicados como el cristal, frágiles cuando son agredidos, frágiles en la falta de necesidades, con miradas tristes y lágrimas que desbordan emociones. Seres pequeños y sensibles, que con tan poco y algo entretenido ríen felices. Necesitan caricias, palabras de amor, dulces abrazos y comprensión, para una infancia segura protección.
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Un Ratón Romántico y Enamorado Evelyn Covarrubias Vera Los Andes – Chile
Un ratón muy travieso, se caracterizaba por ser sociable y muy romántico con cuanta damisela ratona se cruzaba en su camino. Les decía - ¡qué bonita estás hoy! o ¡una flor, para otra flor! al pasarles una florecita. Como también a la pequeña ratona que vendía jugos en la feria le decía – me quedaría todo el día viendo como mueves tu colita para llevar tus jugos – y suspiraba. A las chicas ratonas les atraían todos esos piropos, porque él también era muy guapo, usaba su mechón de cabello muy bien peinado, su corbatín bien puesto. Pero en su corazón había un amor verdadero e inalcanzable, solo para una damisela. Esa que estaba lejos y que una vez ya la había tratado de alcanzar. Usando plumas de las gallinas de la casa donde vivía. Se las puso por todo su cuerpecito, luego había corrido sobre el tejado de la casa para tomar impulso, llegando al borde se impulsa moviendo los bracitos y ¡si! se había elevado un poquito, entonces la vio tan cercana, grande, blanca. Él pensó que lo quería abrazar, estaba con la mirada tan fija en ella que no se dio cuenta que perdió altura cayendo hasta el fondo de la piscina. Las gallinas, el loro y el perro se habían reído bastante de este ratoncito enamorado. Al pasar los días, llegando de noche muy cansado de su trabajo llevando vegetales de la feria a los restaurantes ratuinos. Trepo por la pared, entro por la ventana de la cocina como de costumbre derechito a la alacena donde los humanos guardaban el queso. Comió un poco y de pronto quedó estupefacto. ¡Ahí estaba! tan cerca, bella, resplandeciente su amada luna. Saltó al borde de la ventana dándose un cabezazo, pegándose al vidrio de la ventana, la abrazo y le dio un beso creyendo que había cumplido su objetivo. Cerro los ojos muy lentamente por el cansancio que tenía y ahí mismo se quedó dormido, soñando con su amada luna. Poetas sin Fronteras 14
"Sigilo" Gabriela Evangelina Madera. Buenos Aires-Argentina De la Obra: "¡Cuenta niño! ¡Canta cuento!" En el techo de la casa se escucha un maullido, es un gato solitario y su nombre es Sigilo. Se asoma a mi ventana tiene ojitos amarillos, es negro con la noche y delgado como un hilo. Con un "Miau", me dice "Hola". ¡Y a mi cama da un brinco! Ronronea de contento, hasta quedarse dormido. De a poquito voy entrando, hacia el mundo de los sueños. Dónde él habla conmigo y jugamos a los cuentos. Cuando el sol abre mis ojos, Él me dice "Hasta luego". Cuando vuelva con la luna, a visitarme de nuevo.
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SUEÑOS DE NIÑO Por Isidoro A. Gómez Montenegro México De niño tuve infantiles presentimientos, mucho desasosiego, premura de hacer travesuras, luego sutil descanso, breve trecho recorrido. Ojos a los que todo asombraba, piedras, viandantes, postes de teléfono, pájaros. La iglesia al final de la calle franqueada por altos pinos como soldados de plomo custodios de la casa de mis abuelos. De mis labios de niño brotaran ingenuas pablas y muchas preguntas, manos pequeñas llenas de tierra, asomaran canicas, agüitas, tréboles, yoyo, trompo y tantas cosas que guardaba en las bolsas del pantalón corto, mis tesoros. Y así un día lejano pensé en detener el tiempo, devolver los barcos a la orilla, que el sol fuera una simple estrella, que la lluvia regresara a la nube, que la primavera y sus flores se queden ahí, que las flores volvieran a sus capullos. Que mi mano siempre sea tomada por la de mi madre al jugar juntos en la fuente de azulejos de talavera donde había cinco ranas que echaban agua por la boca. Que la misma mano me lleve al inmenso kiosco donde cabía toda una orquesta que dirigía un maestro de español, el maestro pegueros, al que yo imitaba con mis cortos brazosRetener el tiempo, que la tarde no pase; que yo nunca crezca, es solo un lindo suelo, ha llegado la tarde a mi vida, la juventud se ha ido de mí, mis ojos cansados aún siguen asombrándose de la naturaleza, mis cabellos ya no existen, mis hijos han hecho sus vidas. Felizmente me he llenado de nietos, Monse, ya es una señorita pronto cumplirá 15 años, Bryan a sus 23 años es un eterno enamorado, prefiere el Facebook que estudiar, Brandon cumplirá 5 años, también Camila es una excelente declamadora ha sido maestra de ceremonias en su colegio Ignacio de la llave además de Poetas sin Fronteras 16
ser mi buena contando historias, por último mi Joyce tiene un añito ya camina le va al América y dice amen cuando va a misa: da la paz. Somos devenir los seres humanos hechos de tiempo, pulsiones y sueños, quedara este poema que hace años escribí antes de que llegara Camila, Brandon y Joyce
La espera Se revela el ciclo de la espera Serán nueve colas exactas Aumentará tu vientre llena de bostezos Mientras la roca canta Rueda en mi imaginación la duda ¿Tendrá un poco de mi cara, un poco de mi mirada? Caerán rayos de sol sobre los arboles Las hojas se merecen los al viento Nueve lunas crecerán tu vientre Será larga la espera Deseo que corra el tiempo Tocar con nuestros dedos Ese vientre prominente Pensando siempre ¿Se parecerá a ti, tendrá tu cabello un poco tu mirada?
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Una niña Autor: James Coonor Ciudad: Monterrey NL México Es el vivo retrato de la ansiedad Luciérnaga perdida En la noche azul de la inmensidad Manojo de nervios Saeta fugaz ataviada de nervios La incomprensión corroe Sus entrañas, el desaliento Ternura en su rostro, su risa fugaz El mundo se ríe de su palpitar Exige, si saber un dónde Su carga emotiva se desahoga Llora por el amor que no esta Su timidez la acosa la destroza Y la vida de aquella niña buena En dulce quimera la transformará
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"Mi palmera locochona" Leticia Flores Delfín Seudónimo: Letika Flores. México En mi isla tropical Hay calor, que calor Mi palmera singular Me refresca con amor Con su fuerza de huracán Me despeina la tristeza Y no logro acomodar Las ideas en mi cabeza Y se mueve sin parar Ve a un lado y al otro Mi palmera sin igual Que no tiene ningún coco Ya con calma y tranquila Me acaricia con su brisa Mi palmera locochona Ya contenta me da risa.
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“Unicornio mágico” De Letika Flores México Unicornio mágico llévame a pasear. quiero en la luna Ir a galopar ¿Tienes permiso? dile a mamá Ella no quiere debo pensar Vayamos juntos al cielo azul con las estrellas llévame tú Si mami no quiere te va a regañar Ya niño duerme vuelve a soñar
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Nanis y Graco recorriendo el mundo Lucila Reyes González México Nanis Y Graco salieron por la enorme puerta muy rápido corrieron, cuando la encontraron abierta, Era su primera experiencia en recorrer el mundo primero un fue un charco estaba profundo. Tuvieron que brincar, luego fue una enorme montaña ¡como de 30 centímetros! la que debieron escalar. Más tarde esa caja de luces, coincidió con que ellos, querían pasar y de la mano las calles pudieron cruzar. Nanis era la mayor y capitana de la aventura Graco un año menor con solo 2, daba ternura. Siguieron su camino, pasando por un hospital era infantil y corrieron no los fueran a vacunar.
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Cruzaron por el jardín resbaladillas y columpios con ellos jugaron, y no quedaron muy limpios Caminaron hasta el mercado fueron al puesto de dulces unas paletas tomaron y los vio Doña Lupe. De la mano los tomó Nanis pensó: está enojada, a su mamá se los llevó y les dieron una nalgada. No volverán a salir Nanis y Graco dijeron que sí ¡cerraremos la puerta! no saldrán de nuevo, a menos que este abierta.
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TITA Lucila Reyes González México Tita es la gata de Ramiro, Tita está enojada conmigo porque le pisé la cola, me arañó, si esa gata me araña de nuevo la cola le muerdo yo. Tita es la gata de Ramiro Tita está celosa porque él me dio una rosa te contaré una cosa: Tita me arañó y le mordí su colita apestosa.
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¿OYES EL AGUA CAER? Lucila Reyes González México ¿Oyes el agua caer? el cielo está muy contento la tierra riega al momento para hacerla florecer. las calles se asean y brillan como espejo dando su hermoso reflejo para que todos las vean. Esos truenos ruidosos los hacen los chaparrones rompen cantaros traviesos y cae el agua a borbotones. ¿Oyes el agua caer? pues pronto se va a acabar, la fiesta que hubo en el cielo y que puedas descansar.
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CALEB NO LE GUSTABA Lucila Reyes González México A Caleb no le gustaba la calabaza y la mortadela el siempre opinaba que prefería pan con nutela. A Caleb no le gustaba la ensalada siempre pensaba que era mejor hamburguesa y limonada. A Caleb no le gustaba desayunar huevo con ejotes, siempre opino que eran mejor, los esquites y los elotes. Pero mama siempre le daba, comida sana que preparaba, pero Caleb comía de todo, cada vez que se escapaba. Hasta que un día de tantas golosinas comer, le dio un terrible dolor, y al baño tenía que correr. Desde entonces come, la comida sana que mamá prepara, aunque siempre se le antoje, comer comida chatarra.
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TRIKY Lucila Reyes González México Triky es mi gatita y es muy juguetona si le jalas la patita se pone muy gruñona. Si le jalas la colita ella es muy chillona, pero si le acaricias ronronea chipilona. Triky es mi gatita, y es muy juguetona abrazarla es una delicia, es una gata muy mona. MIS AMIGOS Y YO Lucila Reyes González México Hoy voy a jugar con mis amigos y correremos sin parar porque estamos de vacaciones y porque nos gusta jugar El tiempo aprovecharemos al máximo los juegos gozaremos este año campeones seremos y sin para reiremos. Mis amigos son lo máximo y siempre los voy a querer juegan todo el día conmigo de la mañana hasta el anochecer.
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El perrito ansioso Mariateresa Galaz Ciudad de México, México para Neiyari Camilo estaba cada vez más nervioso. Los acontecimientos de la casa le hacían prever que pronto comenzaría otro de esos festejos odiosos en que el ambiente se llenaba de estruendo, en que la violencia de las explosiones le hacía castañetear los dientitos. La familia iba y venía, unos llevando platos, poniendo saleros y servilleteros, otros acomodando las flores en las mesas, y sabía que de un momento a otro comenzarían a llegar los invitados, que para él solo eran un montón de personas humanas que querrían acariciarlo, que le jalarían las orejas, que lo abrazarían y lo molestarían hasta orillarlo a gruñir enojado y mostrarles sus temibles colmillitos. Camilo iba y venía de un lado a otro, rascaba la puerta con sus garritas, ante la creciente impaciencia de Alicia, quien amenazó con amarrarlo. De repente, llegó la temida cadena, y Camilo se quedó solito, bajo la sombra de un arbolito solitario, lejos de sus compañeros, personas caninas más ecuánimes que él, quienes dormitaban en sus respectivas casitas, casi roncando, indiferentes frente al alboroto de los humanos. Ante lo inexorable de su desgracia, Camilo comenzó a aullar, primero en un tono tenor que se ahogaba por las repentinas oleadas de música de mariachi que le llegaban como bofetadas. Luego, frente a la absoluta insensibilidad del mundo, subió el tono a soprano coloratura y se sumió en lo que se podría llamar una perruna desesperación. Pero nada de lo que hiciese cambió su destino. De repente, vio a un lado suyo una cajita de cartón, pequeña como él, que no había notado antes y que seguramente fue un envío de la Perruna Providencia que se conmovía ante su dolor. Se metió como pudo en la cajita, y dio principio a la tarea de mordisquearla, Poetas sin Fronteras 27
primero pausadamente, y luego con una manía parecida a la de las personas humanas que padecen dermatitis nerviosa al rascarse. En eso estaba, cuando una voz chillona y que le sonaba impertinente le espetó: “¿Se puede saber qué haces, pequeño perro?” En medio de su exaltación, escupiendo dos trozos de cartón le respondió: “¿Y a ti qué te importa?” mientras alzaba la cabeza y veía, en lo alto del arbolito, a una enorme persona gatuna que lo mitraba desde la superioridad de su posición y con la más absoluta indolencia. La gata —porque era una gata grande y peluda, de ojos de un azul índigo profundo— con la misma indolencia con que lo había mirado, calculó su bajada estelar, y con tres elegantes movimientos se colocó a su mismo nivel, es decir, en el suelo. “¿Por qué destruyes irreflexivamente ese artefacto humano que a la vez te sirve de cubil? ¡Nunca he visto una actitud más tonta!” El perrito le peló los dientes. Pero sus dientitos estaban en proporción a su pequeño cuerpo, y abrió mucho los ojos y mejor cerró la boca cuando la enorme gata, como quien no quiere la cosa, sacó sus afiladas uñas, enormes como ella, y empezó a pulírselas con la lengua. Camilo pensó entonces que lo más razonable era prestarse al diálogo, ya que era evidente que esta gata, llamada Mariana, se proponía emitir uno de sus discursos didácticos ya famosos entre los animales de la casa, que tanta burla suscitaban entre sus compañeros caninos. “Muerdo la caja porque estoy nervioso”, le dijo. “¿Y así se te reducen los nervios?” —le preguntó ella—. “No. Sigo igual de ansioso”. —“¿Y qué te causa la ansiedad?” —“¿Acaso no oyes? ¡Son los tremendos bombazos que se escuchan a diestra y siniestra! ¡Truenan y retumban! ¡Son insoportables! ¡Es peor que si estuviéramos en guerra!” La gata hizo un gesto de fastidio. “¿Y qué sabes tú de la guerra, pequeño ignorante? Se ve que te apropias de las palabras de las personas humanas sin entenderlas. Guerra es lo que existe por principio entre ustedes los caninos y yo, que soy felina, y que con un Poetas sin Fronteras 28
poco de tolerancia de ambas partes, puede sobrellevarse. Así, ustedes y yo vivimos en paz, y ni ustedes me molestan ni yo los molesto. Eso que escuchas no son bombardeos, pobre ignaro, simplemente se llaman cohetes”. El perrito se mordió la lengüita. Era evidente que, si no lo hubiera hecho notar Mariana, él no hubiera podido distinguir ese matiz del concepto. —“Al rato también los humanos entrarán en guerra: cuando ya beban en la fiesta demasiado de esos brebajes que se preparan tan animadamente, y que les hacen tornarse luego tan brutales como animales salvajes acorralados. Entonces todas las personas animales, y hasta las humanas que no han bebido, mejor los dejaremos solos para que celebren su ritual guerrero, es decir, que pasen su borrachera. Hasta entonces no hay peligro alguno”. La gata se le acercó mucho más. Y aunque Camilo no dejaba de sentirse incómodo, le permitió a esa señora restregarse contra él, emitiendo un sonido relajante que los felinos llaman “Oom gatuno”, y que para las personas humanas es el inexplicable ronroneo. Inexplicable porque ni sus científicos más avezados han logrado descifrarlo. Luego la gata hizo más: le pasó la lengua rasposa sobre su cabecita y su lomito, y el resultado de tal masaje relajante fue que Camilo se sintió repentinamente tranquilo; contra lo que opinaban sus compadres perrunos, no eran tan malas personas los felinos, después de todo. —“¿Estás mejor?”, le preguntó Mariana. —“ ¡Muucho mejor!”, respondió él. — “Pues ahora mantente así, y ni de broma vuelvas a dejar oír esos chillidos espantosos que perturbaron mi sueño, perro”, dijo ella, al tiempo que de un salto verdaderamente olímpico se ubicaba en la rama más alta del arbolito, mientras vaticinaba: —“Y ya no te preocupes, que tu sino está a un minuto de cambiar”. Efectivamente, lo que entre las personas humanas se denomina “remordimiento”, era lo que en plena fiesta atribulaba a Alicia, que a lo lejos seguía oyendo el llanto del perrito, a quien, sin embargo, Poetas sin Fronteras 29
desde hacía rato había hecho efecto el masaje relajante de Mariana. Logró zafarse de un vato con botas, y también sombrero ranchero, que la arrastraba en vigoroso zapateado de un lado al otro del corral, habilitado como salón de baile. Cuando llegó al arbolito donde había atado al pequeño perrito, lo encontró dormido dentro de una caja de zapatos que inexplicablemente había volado de la basura, y, zafando la pesada cadena, lo cargó con delicadeza y se lo llevó adentro. Un rotundo golpe se oyó en el suelo. Mariana se sacudió muy ufana, mientras el gato Félix se frotaba los ojos incrédulo. “Te lo dije”—señaló ella—,”todas las personas humanas son iguales. ¿Quieres que coman de la palma de tu pata? Apela a su remordimiento. Cuando han llegado al punto más alto de su injusticia, siempre los ataca el remordimiento. Es lo que nos ha permitido a nosotros, las personas animales, no habernos extinguido todos a su contacto”. Y se restregó junto a Félix, presumiendo una vez más su excelencia intelectual, mientras se dirigían ambos gatos a la cocina. A esas alturas, las cocineras ya habrían llenado los platos de su cena. En tanto, el pequeño Camilo dormía, cual angelito canino, en la cama de Alicia, ignorante de los deslices emocionales de su ama, y agradeciendo a la Perruna Providencia que ese ser verdaderamente superior —la gata Mariana— se hubiera atravesado en su destino.
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¡SÓLO EN LOS NIÑOS OMAR EFRAÍN MARTÍNEZ MEZ Ecuador Sólo poesía para tus ojos. (Picardía y sal)
La inocencia del niño aflora con destellos de justicia y verdad inalterable. En el juego infantil se modula espontáneo respeto y, el pundonor deportivo. Después de una disputa entre infantes, no existe vencedor ni vencido; con un abrazo fraterno quedan, de amigos inseparables e irreprochables. La sonrisa de la niñez cubre un firmamento de amor, se palpa la ternura, nada tiene censura. El “yo niño” sacude a cualquier alma y la vuelca en vertiente de solidaridad.
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¡NENA! OSVALDO PETTINICCHIO (DANIEL VATTIMO). ARGENTINA. Hace ya un vergel de lluvias hace más de un año que así porque sí partiste de todo y… ¿por qué no? partiste de mí. Espere un papel (quizás hice mal) uno de esos que te llegan a veces con el mar ¡sí!... porque te fuiste con él a navegar y lo miras con encanto apoyado en el mantel. ¡Nena! Pero no. No iba a ser así. Y solo pudo ser así, sin despedirnos, en ese Adiós de Octubre, (que tampoco asistió), con lágrimas de cal, ¡sí, nena!, con recuerdos de sal. No tengo ya ni sillón ni balcón para esperarte un regreso. ¡No! Tengo solo esta mesa marrón con color de aguardar y esta silla de palo de pino de largos alientos y viejos polvillos que me hablan de vos. Por donde andarás hoy hija mariposa de cada color. Esa luminosa centella de Sol que a veces te alumbra y otras veces no. Que se tomó en un año toda aquella brisa del Mediterráneo y voló, voló, voló. Poetas sin Fronteras 32
SANTIAGO… (Al niño que nacía). OSVALDO PETTINICCHIO (DANIEL VATTIMO) ARGENTINA. Cuando me llegan los rayos de la luz de tus ojos se derrite la escarcha de mi lucha y el miedo. Se acomodan los días, se renueva el intento como un fuego sagrado que me involucra ciego. Y no veo otra cosa que tus manos al viento como suaves gaviotas en un vuelo cercano sobre el mar de tus sueños. Camino con tus pasos y yo también tropiezo. Lloro y río por eso, contigo todo es juego. Me divierto a tu lado; los trenes y los perros, el trote de un caballo y las hojas de un árbol que las agita el viento forman parte de un todo. Y me digo: "Dios, como me estás creciendo". Cuando miras la Luna se te abren más los ojos, seguro te preguntas:"¡Cuantas cosas no entiendo!" y te quedas así, detenido en silencio esperando que llegue la mañana de Sol que regala el invierno. Si algún pájaro vuela aterrizando cerca te mueres por tocarlo y cuando se te escapa lo miras con desvelo, no entiendes que sus alas puedan más que tu intento. Hay veces que te duermes contándome tus cuentos, me quedo solitario adivinando sueños pues quiero estar en ellos... La mirada se moja como una lluvia lenta y mis brazos se entregan con emoción de adentro. Acaricio tu pelo, te acomodo en tu cama como ese muñequito que tuve, hace tantas infancias. Con un temor extraño también toco tu pecho y se remueven todas las cosas que yo he hecho. Poetas sin Fronteras 33
Marejadas de culpas, errores, desaciertos. ¡No!. No terminaría nunca de escribirte estos versos, son tantas emociones desde tu nacimiento que mi musa se acuesta contigo, allí, en tu lecho y me cuenta y me cuenta... y me cuenta y me cuenta...
LEJOS DEL AGUA. *(Chayita del sueño lindo). OSVALDO PETTINICCHIO (DANIEL VATTIMO). ARGENTINA. (Dedicado a mi hijo Santiago, cuando nació el 26/10/2002). * Chaya proviene de la voz -quechua- que significa rociar o mojar. Festividad que perdura e identifica a los riojano. El ritual de la Chaya, se relaciona con el culto agrario que los diaguitas, al igual que los incas, realizaban en honor y agradecimiento a la Pachamama (madre tierra), que todo lo brinda y protege. El festejo (en la Chaya) es con agua, símbolo de vida). Con las cadencias del tiempo las cosas quedan con las cadencias del tiempo las cosas cambian Si cambia el Sol y el viento siento que cambia ¡Sí! puede cambiar la vida en una mañana… Una mañana de esas del mes de octubre por esos tiempos bajó un rayo de luz Se cayó del alba Con un pelito oscuro la piel muy blanca y unos ojitos claros con luz de plata dijo "Aquí estoy ya vine Miren mis manos que sedientas de amor salieron del agua” Después del primer llanto aquella mañana se quedó bien dormido el niñito Duerme un sueñito bueno de almita santa Poetas sin Fronteras 34
Duerma que aquí lo cuidan de los señores dueños del llanto y de los ventarrones y cosas nuevas que van pasando que nunca paran Dormirá muchos sueños muchos recuerdos de su primera vida dentro del agua junto a su mama Se despertará hoy y otra vez mañana en su cunita simple hecha de junco de estera y mantas Con todos los sueños juntos ya va creciendo con sus hermanos Los que tiene muy cerca y aquellos otros que desde algo más lejos lo quieren tanto “¡Ay! Hermanitos míos, si yo pudiera decirles todo Si yo pudiera cantarles rondas darles mis quejas sentir sus manos que no me dejan …Y me dan flores y mil regalos y un calor lindo que me adormece y me cuida tanto Ahora que estoy tan lejos Lejos del agua.”
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EL BESO Ramón de Jesús Hernández Olivares Veracruz, México La mañana era perfecta, un cielo claro y bello se reflejaba en el riachuelo que pasaba a un lado de la casa, el canto de los canarios y los maullidos de “Astro” que me habían despertado, salté de la cama y me asomé por la ventana. A lo lejos el aroma a pan recién salido del horno, lo delataba el humo saliendo de la chimenea de casa de doña Martha; después de una taza de té me dirigí al jardín, los perros comenzaron su aventura matinal, correteando a “Astro” por todo el jardín, hasta que este se escapaba, trepándose al árbol de almendras. ¡Buen día Doña Martha! ¡Buen día Alejandro! -Huele rico ese pan que ha cocinado ¡Seguramente de manzanas! -Así es, ahora que se enfríe daré a probarlo con un buen té de canela. -¡Excelente! ¡Excelente! Y con un saludo nos despedimos, doña Martha de camino al pueblo y yo empezaba a limpiar la terraza, colocar las jaulas de los canarios y darle de comer al gato. Después de esos quehaceres domésticos para mantener limpia la casa, con cántaro en mano, allá en el pozo saque un poco de agua, había caminado escasos metros de la casa y el viento traía en su frágil ráfaga, voces, delicadas y sutiles. Me detuve mirando detalladamente el jardín, no había quien las pronunciara, estaba sólo y caminando lentamente se escucharon las vocecillas nuevamente, sin embargo, no había viento. Y pensé –Me estoy volviendo loco- así pasaron las horas ¿Cuántas? No sé. Toc, toc, llamaron a la puerta, abrí y ahí estaba Doña Martha. -Hola Alejandro, te he traído un poco de pan de manzanas, ¿Preparas té? - ¡Claro! Y presuroso por deleitar ese manjar, puse la tetera al fogón Sentados junto a la chimenea de la sala, me platicaba su quehacer del día y las noticias del pueblo. Poetas sin Fronteras 36
Reíamos un buen rato tomamos el té y devoré el pan. -Mi estimado Alejandro hoy es el cambio de estación del otoño al invierno, desde hace muchos siglos esta noche es muy especial, cuenta la leyenda que un espíritu se aparece ¡Nunca he podido verle! -Algún día mi estimada amiga, el destino nos dará ese gusto. Mis abuelos me contaban esa historia, ojalá llegue ese día. ¡Oh! Es tarde ya déjeme acompañarla a la puerta de su casa. Miré a mi alrededor, la luz de la luna iluminaba el camino, regresé presuroso a casa, metí a los canarios colocándoles un paño por encima a la jaula, para que estos durmieran sin frío, di de beber a Astro, sus ojos me observaban de tal manera, como si quisiera comentarme algo, me senté en el sofá y vino a acurrucarse en mis brazos. Creo que haber decidido pasar una temporada en la casa de campo, era saludable para mi alma, recordé travesuras de infancia, el aroma de las flores. Sin embargo, recordé lo sucedido en la mañana, esas vocecillas que traía el viento. Es algo que no había experimentado. Miré por la ventana, la luz tenue de la habitación de Doña Martha. Todo estaba en silencio, los pajarillos durmiendo, los perros en la terraza bajo la banca, yo no me atreví a mover de mis brazos a Astro y así recuerdo quedaba dormido. ¿Cuántas horas pasaron? No lo sé, afuera de la cabaña los búhos despertaron a los perros, Astro salta de mis brazos, las aves inquietas. Quedamente me levanté de mi asiento tuve miedo ante este bullicio de medianoche. Algo sucedía fuera de la cabaña, así que me dirigí a la puerta. ¡Cual fue mi sorpresa! El cielo giraba alrededor de la cabaña, su tono violeta y azul. Las estrellas del firmamento titiritaban y de repente una galaxia de mariposas doradas en un vertiginoso giro se posaron en las flores, a mitad del jardín un halo multicolor de pétalos y una silueta vestida de finos encajes cobrizos, bordado en oro, plata y cristal. No salía de mi sorpresa, una visión hermosa, armándome de valor caminé hacia la figura que flotaba entre diminutas galaxias de estrellas. Poetas sin Fronteras 37
-¿Quién eres? Pregunté - Soy el espíritu del otoño, y la noche de hoy, me presento a los mortales, debo abrir la puerta celestial al invierno que pronto llegará, sin embargo, debo cumplir dos deseos. -¡Oh! Que hermoso es conocerte, mis abuelos y padres me han hablado de ti. No se encuentran conmigo en este mundo terrenal para poder mirarte, pero conozco a quien ha deseado toda su vida conocerte, ¡Doña Martha! La anciana que vive en la otra cabaña, cúmpleme el deseo de que pueda verte. - Tienes derecho a dos deseos - lo sé, pero quiero que ella te conozca, es una buena mujer - Ok, ve por ella. Presuroso fui a casa de Doña Martha, toqué su puerta, encendieron las luces de la pequeña cabaña con aroma a canela y manzanas. ¿Qué pasa Alejandro? ¿Por qué tanto alboroto a medianoche? Tranquila, solo he venido por usted, porque quiero presentarle a alguien muy especial y que usted deseaba conocer. -¡Venga! ¡Camine! ¡Abra bien sus ojos! -¿Qué ya amaneció? ¡Hay mucha luz! -Esa es la sorpresa- dice Alejandro A medida que avanzan la anciana no sale de su asombro, nunca imaginó ver al sol y a las estrellas tan de cerca. Con toda su alegría la anciana grita- ¡Es el espíritu! ¡Es el espíritu! – Es el espíritu del otoño ¡Sí! Alejandro y la anciana estaban maravillados ante la presencia de tan bello personaje. La noche y las estrellas aún giraban, las mariposas doradas posaban de flor en flor, el espíritu sonreía, se dirigió a saludar a la anciana. -Buena mujer, soy el espíritu del otoño que viene a saludarte a deseo de este buen joven. - Gracias, he esperado este momento toda mi vida, ahora conozco que existes y que la leyenda es real. Observa al joven y sonríe agradecida ante ese gesto. Poetas sin Fronteras 38
- Te queda un deseo Alejandro, dilo de prisa que el tiempo es un instante - dice el espíritu - Sin mucho que pensar el joven dice – concédeme el deseo que Doña Martha diga – El espíritu sorprendido de la gentileza del joven acepta y comenta a la anciana que será un solo deseo, único e irrepetible. La dulce anciana toca las manos del gentil espíritu del otoño, destellos multicolores invaden el cielo. ¡Una muestra del amor! Las nubes del cielo se abren, y en el instante de un eclipse, dos destellos luminosos caen sobre el jardín. Cinco bellas hadas de cristal forman un círculo mágico y el espíritu coloca dos semillas del olimpo. Mientras el otoño canta, florecen rosas blancas. Por tu bondad Alejandro, decidirás quien será el espíritu del amor, solo tocarás una sola rosa, pero soportaras el dolor que de ella surja. –Indica el otoñoDispuesto estoy – susurra ¡No sé cuál elegir, las dos son dignas para portar al amor! Háblale a tu corazón para que te indique que rosa es la que llevará el espíritu del amor, debes tomarla con la mano y besarla sutilmente. ¿Y la rosa que no bese? Será la hija del inverno, ella no morirá. Alejandro cierra los ojos y al tocar a la rosa, ¡Una herida dolorosa!, la besa soportando el dolor y una gota de sangre de sus manos, cae sobre un pétalo blanco y entre vuelos de mariposas doradas, la rosa elegida… se torna en color rojo purpura, se viste de amor. Doña Martha y el joven, no salen de su sorpresa, el espíritu del otoño toma la otra rosa blanca, y con ella, abre la puerta celestial para que entre el invierno. Y empieza a nevar. -¿Qué ocurre? Pregunta Alejandro - el otoño responde- Es la rosa blanca que se deshoja, hoy, hija del invierno que comparte con la humanidad.
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A LA VIBORA DE LA MAR Santa Velia Flores Sabinas, Coahuila. México. Infantiles rostros llenos de paz, inocentes sonrisas que dan esperanza, la luz que irradian transforman el aire, contagiando al viento de bella esperanza. Su algarabía la queremos eterna, que guíen al mundo entre confetis y risas, portales de alegrías, poder traspasar, tomados todos de la mano, como jugando a la víbora de la mar.
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MI MUÑECA Silvia Carús España. Como todas las niñas yo quería una muñeca. Pero no una cualquiera. ¡No! Yo quería una mía. Mi mamá me cosió una muñeca de trapo. Se llama María y es hecha de harapos. Sus bellos colores iluminan el alma. Yo juego con ella gran parte del día. Es tan suave y blandita que en ella siempre encuentro cobijo cuando la siento a mi lado y me acompaña callada.
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Cuentos y Lunas Tere Acosta Déjame que te cuente un cuento mientras te leo lento te arropo en tu cama te sostengo en mis brazos antes de darte un beso. Me escuchas atento hablar de otros tiempos de lugares remotos con cielos azules y lunas de queso de princesas bellas y animales sabios con valores eternos. Y noche a noche al son de palabras se gesta el proyecto de la construcción de tus sueños se va haciendo el bosquejo. Cuando llegue el mañana resolverás la vida con consejos de fauna de duendes, de lunas con olor a queso aun sintiendo mi abrazo y evocando mi beso
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La Belleza de la Naturaleza Tere Acosta ¿Cómo es el mundo? Como una gran pelota con blancos glaciares pingüinos jugando con osos polares Mil aves que vuelan de hermosos plumajes que trinan alegres sobre árboles frutales Con flores multicolores miles de abejas polinizando mamíferos correteando infinidad de peces en los océanos Niños jugando abrazando a sus padres amigos y hermanos compartiendo toda la belleza de la naturaleza ¿Y qué será del mundo sino lo cuidamos? Sin grandes glaciares ni osos polares sin cielos azules solo tempestades sin aromas de frutas solo colorantes sin amigos reales Poetas sin Fronteras 43
solo los virtuales sin la alegría de las flores ni miel en los panales destruidos todos los enjambres con guerras sin tregua sin mantos de agua y niños con hambre Hagamos un cambio cuidemos el mundo por los animales por nuestros hermanos por la belleza de la naturaleza por nuestro futuro.
¿Cómo es el mar?} Tere Acosta El mar es azul y a veces verde con olas de espuma que golpean fuerte Se pierde en el cielo con las aves que vuelan empieza en la orilla y se va haciendo ondas Juega en la arena con conchas y estrellas a veces tan suave que parece talco Poetas sin Fronteras 44
Y bajo las aguas juegan los peces de muchos colores y también tamaños Se escucha un ruidito cual si fuera música de sirenas cantando de olas bailando Al final de los mares también hay orillas con más olas y espuma y también más niñas
Mi mejor amigo Gato Tere Acosta De niña tenía a Gato de suave pelaje nariz sonrosada y excelente olfato. Mi amigo Gato para muchos ingrato me protegía de noche era un velador nato. Jugaba y saltaba cerca de Gato y si traía rata Poetas sin Fronteras 45
mamá hacía guato. Cuando tenía hambre Gato le daba leche en un plato empujaba su lengua y lo limpiaba sin recato. Trepaba muy alto Gato para escapar del maltrato al dormirse un rato parecía un bello ornato. Abrazaba a veces a Gato disfrutaba el arrebato aún hoy tengo el retrato de mi mejor amigo Gato.
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