POETAS SIN FRONTERAS OCTUBRE 2021

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Poetas sin Fronteras

Octubre 2021 Año 9 Ejemplar 100


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Ramón Hernández Olivares Director y Editor


DOS GARDENIAS ROJAS ANGELA PINALES VALDEZ REPÚBLICA DOMINICANA (18/09/2021) Lo vi en un estante, parecía dormido todo cubierto con polvo de olvido. Cuando lo encontré, me sentí dichosa por algunos años, lo creí perdido. Yo toda curiosa muy apresurada comencé a hojear sus páginas viejas sin recordar que dentro de ellas estaban guardadas, un par de gardenias que al igual que el libro, lucían ya viejas algo de color, aún conservaban más de su fragancia, no quedaba nada. Al verlas me sentí atrapada en una vorágine de pasadas emociones. Recuerdo esa noche intensa, brillaban estrellas parecían bailar en el firmamento. La luna gigante, alumbraba el cielo sus rayos resplandecientes al mustio jardín, daban vida nueva. La mirada encendida de tus bellos ojos, como en embeleso, no la apartabas de mis labios rojos. La ternura con la que tomaste mis manos, mientras yo temblaba, las gardenias rojas, pusiste en ellas. Su perfume embriagador, era hipnotizante. Tu voz me decía al oído, susurrante que eran el símbolo de sentimientos que llevabas dentro de tu corazón el que en mis manos dejabas.


Yo no respondí, no emití palabras solo suspiraba, destilando amor mientras me besabas con loca pasión. Hoy al ver las flores secas pienso en tu amor lejano, que un día también se secó. Enjugo una lágrima derramada de este pobre y marchito corazón. Pero en mis adentros tengo la certeza de que las dos gardenias fueron más constantes que tu pues permanecen a través del tiempo aunque hayan perdido su exquisito olor. Más ese tan grande amor que una vez me juraste con tanto ardor era solo hojas secas que el viento, lejos de mi vida un día se llevó.


APROVECHEMOS ANGELA PINALES VALDEZ (12/0972021) REPÚBLICA DOMINICANA Aprovechemos nuestro otoño porque no sabemos cuando nos caerá encima con su manto de nieve el crudo y frío invierno. Aprovechemos ahora, para sembrar flores en nuestro sendero aún los nardos, jazmines, rosas y crisantemos florecen en otoño. Aprovechemos, disfrutemos de este sol otoñal que nos enciende la piel nos invita a soñar y provoca deseos. Ahora que todavía somos dos expertos navegantes en el mar de las pasiones, y para amarnos, siempre hay respuesta. Aprovechemos antes de que llegue la estación del frío que nos cale, hasta los huesos y seamos del hastío fáciles presas. Aprovechemos, amémonos ahora que podemos, ¡el tiempo a nadie espera! Me quieres, yo te quiero el futuro es traicionero sabemos de hoy... El mañana es un misterio.


CUANDO EL ALMA CANTA Elena Guzmán Ramón México Cuando el alma canta, expresa verdades que no son palabras ni letras. Somete las soledades, al enaltecer el corazón con letras de dulce tibieza. Comunica la historia infinita del universo. traduce, armoniza, polariza, conjuga en sintonía sonidos naturales cual música en verso. Cuando el alma canta, llueve, y en días soleados encuentra nubes y nubarrones. Traduce sentimientos sin ofensas y muchos perdones. Escribe poemas a la vida, poemas de amor, alegría o tristeza. Viniendo inspiración como Vendaval con fuerza. Cuando el alma canta, nos traslada a un mundo con poemas que embelsan. Sopla el viento, arrulla la lluvia con su sonido como en concierto y se van las tristezas. Canta para llorar, para sintonizar con otras almas. para enjugar las contenidas lágrimas. El alma canta y dicta las palabras que quedan plasmadas... escritas. Las palabras del alma cantan al amor y al desamor. Un te amo, un te quiero, lo dice fuerte con felicidad o dolor. Cuando no entiende y entender al mundo quisiera. El alma canta para dibujar en palabras bondades y belleza. Cuando el alma canta, llueve, a veces hay días soleados. Aparecen nubes y nubarrones y cual fluir nos envuelven brazos amados. Dejemos que en nosotros canten nuestras almas felices o contritos. Para encontrar al fin el mar de la eternidad donde quedaran grabadas nuestras risas y lágrimas en el infinito.


LA VIDA, ¿QUÉ ME QUEDA DEBIENDO? Elena Guzmán Ramón México Me queda debiendo días soleados. Me queda debiendo risas y abrazos. Me queda debiendo ternura y emociones. Me queda debiendo ilusiones. Me queda debiendo perdones. Viajes en bicicleta, meter los pies junto al mar en la arena, Hacer lo que me gusta oír lo que me gusta escuchar. Escuchar música de manera serena. Me lo debo a mí misma, ¿Qué me debe todavía la vida? Aprender a rezar una letanía completa. Poder ayudar a aliviar el dolor de vidas ajenas. Admirar la lluvia con Vendaval y sin miedos al ver tormentas. ¿Qué me queda debiendo? Si me ha dado la vida logros. Algunos quizá no, mi vida no ha sido muy placentera. Me ha dado la vida momentos tristes, más si aprendizaje para estar serena. Salud, amor, a veces penas, Realizaciones, logro de metas. Agradezco entonces, ser Bendecida. ¿Que quiero de la vida, del resto de mi vida? Ayudar mientras a los demás que suben cuestas. ¿Qué me queda debiendo la vida? ¡Yo tan malagradecida!


Sin Rumbo, Sin Respuestas Evelyn Covarrubias Vera Los Andes – Chile Febrero 2019

De pie sobre el puentecillo de piedra en forma de arco. Mirando fijamente el agua posada en la pequeña pileta, donde se ve el reflejo amarillento y tonos cafés del otoño, una que otra hoja flotando en el agua, que cayo por causa del viento de aquellos árboles que adornan ambos lados de la alameda, sobre todo en los días de otoño invernal. Su silueta reflejada en el agua como si estuviera mirándose en el espejo, nítida, con sus rasgos de pena, ojos hinchados de tanto llorar. No podía recordar a qué hora había llegado a ese lugar. Pero si se había sentido muy feliz desde la mañana, porque la prueba de embarazo había dado positivo. Recordó que, al entrar a la oficina de su amado, este besaba a otra. Fue un estruendo en su pecho que la expulso hacia afuera y lo único que hizo fue correr y correr. Mientras que el frío calaba hasta sus entrañas. No sabe cuánto tiempo ha pasado desde que llego al puentecillo. Solo sabe que por más que se mire reflejada en es ese espejo de agua otoñal, no sabe qué hará, no sabe que pasara con su vida. Porque solo siente pena y un vacío que no le permite aclarar su mente. Un día otoñal que debería haber sido brillante por el rayo de sol que estaba en su vientre al que llevo sus manos para acariciarlo, recibiendo fuerzas respiró profundo exhalando aire frio y humeante. Tenía que tomar una decisión…


Reencuentro Otoñal Evelyn Covarrubias Vera Los Andes – Chile Febrero 2017 Ella bajó del bus muy calma y quizás algo nerviosa, salió caminando del terminal pisando las hojas que crujían bajo sus pies y el olor húmedo que se sentía al respirar. Caminó por la alameda arriba Av. Libertador Bernardo O'Higgins, tenía que llegar a la pileta que se encuentra a las afueras de la Iglesia de San Francisco. Había un sol suave, pero muy presente la estación del otoño. Ese andar le recordó las veces que camino con su madre cuando fueron a ver los vestidos de novia a La Casa Blanca. Ya divisaba la pileta, entonces lo vio sentado, pero mirando hacia otro lado, lo que le dio tiempo de ocultarse detrás de un kiosco porque los nervios ya se la devoraban. Pero un viento le paso la mala jugada de levantar la falda e hizo volar unas hojas que estaban cerca porque un auxiliar de aseo las había dejado amontonadas, lo que tuvo que salir bruscamente para afirmar la falda con sus manos. La pileta tenía la melodía perfecta para ese reencuentro, el abrazo ya de tantos años sin verse. Le ofreció el brazo como todo un caballero y siguieron por una callejuela muy bien adornada con antiguos adoquines mientras las hojas de otoño caían festejando ese reencuentro. Ella iba por trámites al edificio médico y él tenía que dejar unos documentos en la oficina militar. Mientras se iban poniendo al día con sus vidas. El otoño ofrecía el momento perfecto para que amigos de la infancia se fueran a tomar algo calientito a la cafetería Confitería Torres en Alameda con Dieciocho. Entraron, y eligieron una mesita al lado de la ventana. Ambos pidieron un chocolate caliente con bastante crema. Y la conversa seguía muy tranquilamente, mientras en la calle la gente corría apresuradamente porque la ventolera era cada vez más fuerte llevando hojas por todos lados y asomando una pequeña llovizna. El otoño hacia parecer que era tarde, pero en realidad no lo era. Ella solo esperó el ultimo bus para su regreso a donde él, muy buen amigo y caballero la fue a dejar. Se despidieron con el mismo abrazo cuando se vieron y sería un hasta pronto.


Prometeo. Isidoro Arturo Gómez Montenegro. México El acto de la desobediencia; es el principio de la razón. Erich. From. Miró Prometeo sus entrañas, cuervos devoran hígado, entresijos. Golpea interior vigilia, abriendo con picos y garras la carne, para dar luz a los hombres. Indemne permanecer atado en coyuntura de sueño. ¿Muerte? Pertenezco al bando de hombres que tejen poemas evita tan impunidad enfrentando cien ojos. Con la turba embozada solo una mirada avisaría la lava que corre en subsuelos. Avanza ninfa incendia con fuego objetos antagónicos, herniones que barritan Sienta el precedente destruye a compás de cordel; a quien devore, mata fruto, cadena estéril de árboles torpes jardines. Caerá la semilla que crecerá se condenaron Prometeo. Los que te odiaron los que te ataron a una fronda por dar luz... Seguiré encadenado a la roca. No cambiaré mi mísera suerte, no seré criado de Zeus.


En libertad. Isidoro Arturo Gómez Montenegro . México Me acecha tu recuerdo... triste. Evocó la noche llega la tormenta el relámpago y sus destellos. Me deja hechizado, perturbado. Noche milenaria despierta los instintos, luz tenue sombrea nuestros cuerpos. Nos abandonamos al deseo sin resquicio de pudor. Me acecha tu recuerdo...triste Hacemos el amor en silencio murmuró palabras dulces a tu oído. Manos entrelazadas en mística comunión. en besos, en caricias. Me acecha tu recuerdo... triste. Labios entreabiertos desnudos pechos, arranques de intenso frenesí. Rompe las cadenas de oro. ¡Vivamos en libertad! Libres de acechanzas y tiempos pretéritos.


Ave que cae. Autor. Isidoro Arturo Gómez Montenegro. México La esencia se pierde en el laberinto en cuanto la sangre escarlata del ave se derrama. Algas marinas caerán en los zarzales y piedras marmóreas dejarán la prueba del arte que el hombre sabe hacer. Y el beso de la serpiente se irá con los besos que, alisen con una alucinación para que alivien las heridas del ave que cae con la sangre fresca llevadas con las alas del aire.


Esplende en rosa. Por. Isidoro Arturo Gómez Montenegro. México Día rosa, de la rosa suspendida del tallo universal, oscuro abrevadero de corazón frágil. Esplendor rosáceo palpita en mis labios, en el silencio estrecho de mis comisuras, en lo invisible del tiempo diseminado. Rosa brillante, argiva de impensada mañana. El aire recurva tus pétalos, los recubre en si mismo al tacto de la espuma, botón naciente, ayer no existían, eras simiente no encontrada. Tacto erecto, breve, explota prodigándose en la tierra. Tacto de ceguera esplendor osa, cansancio de sueños y sueños madurados. En ellos floreces, en el mal de lo ignorado. La voz no alcanza a pronunciar... el suave misterio germina lentamente. Crecen las madrugadas al supremo aliento de mi sangre, flor, esperanza presentida, recostada en mis arterias, río inmóvil avanza sobre surcos, ola que navegas, tierra, árbol, cauce, paloma. Flor de espuma rosa niegas tu mármol igual al estilo.


Te Recuerdo James Coonor Monterrey México Y te recuerdo en esas sombras que nos envolvieron aquella tarde de ilusiones de sueños de extravío Que se perdieron en besos En una promesa que aprisionó Tu pasión conmigo y mis besos que dibujaron tu silueta y la pasión y amor contigo y te recuerdo con cariño ese el que nunca llega de ti Y te recuerdo cual susurro de amor en un camino olvidado... Y un poema en soledad escribí que te recuerda. Así en la mente y corazón es el grito del amor de todos los poetas


Candilejas James Coonor Monterrey México Hechizar con tus ojos inmensos con tu mano electrizante con tus labios de miel con tu inocencia perdida debo curarme de ti soplando tu ternura al mar Y en el eco del silencio ese amor que llego como luz de abril en el otoño de mi tarde gris pasadas las candilejas... ¿Y como curarme de ti? si cada suspiro es pensándote si estoy enamorado de ti de tus silencios, de tus palabras de tus sonrisas, de tus labios de tu caminar cuando vienes a mi amarte me hace bien cuando siento tus labios dibujados aquí… cuando sé que no dejaré de luchar en este amor que siento por ti...


FATIGA LOLA VARA ARGENTINA, SAN VICENTE Se fatigo el día se entregó... al ausente abrazo al silencio de palabras. Ahogó el llanto en la garganta. Dejó sus párpados abiertos hasta despuntar el alba. Se recostó en los recuerdos se amotino en la memoria sola sin nada para sobrevivir tempestades despojó su corazón de sentires y mañanas. Se fatigo otro día será siempre una constante. Cuándo la noche se entregue fatigada hasta que despunte el alba.


DUELE EL DOLOR Lola VARA Argentina San Vicente. Duele mirarme en la profundidad de mis estados. En la tristeza que devuelve mi imagen. Despertar en la humedad de mi almohada. Duelar el duelo El silencio, el amanecer, la tarde gris, el resplandor del sol, la piel, las manos, el caminar sobre baldosas agrietadas. Mirar atrás, reconstruir el corazón con las esquirlas. la misma angustia, la vida misma. El alma herida Duele. Todo hoy duele.


Viaje sin final Lourdes Lagardery. Puerto Rico Brillantes estrellas están en el cielo y una de ellas la más bella llamándome está, quizás sea la que me marcará el camino, cuando Cruze el más allá. Llegó el ocaso, el sol se esconde y la espuma del mar esperándome está, también ella me recuerda que mi hora ha llegado ya. Un viajero se acerca, ¡ Ya nos vamos! sé que el puente me ayudarás a cruzar, me quedaré dormida profundamente y poco a poco tú me llevarás. Pero aunque cerca o lejos vaya, sé que nunca he de volver, jamás, quiero ver el rostro de aquel que me lleva a ese viaje que no tiene final.


Décimas para el Doctor Víctor Mora Echeverría. Lucila Reyes González Ciudad de México, México. Con todo cariño dedico, mis décimas porque quiero, honrar a un gran caballero, que su profesión de médico la llevo de modo heroico, dando su vida por los demás, sin quejarse de ello jamás siempre con franca sonrisa siempre amable y sin prisa, resolviendo los problemas. Hombre recto y admirable, querido por todo el mundo, mirar atento y profundo de trato sencillo y afable, presencia única, entrañable, simpático y dicharachero, para reír encontraba el modo, los chistes los sabía todos, hombre sabio, culto pero además, era un gran cocinero. Adoración de sus pacientes, con muchos achaques entraban, pero sentían que se curaban, por ver al doctor pendiente, y salían muy sonrientes. No sé qué haremos ahora, que él no está con vida, me siento triste confundida, Querido doctor Víctor Mora hoy por ti, mi alma triste llora.


Añoranzas Lucila Reyes González Ciudad de México, México. Por fin entro al jardín de otoño miro las hojas del árbol caer, piso alegre la hojarasca, en esta etapa de mi vida. Me siento alegre, no siento nostalgia me regocijo con el sonar de mis pasos el quebrar de las hojas traen recuerdos de risas locas. Memorias de personas queridas alegría de las horas partidas, mi vida ha sido bella a pesar de las heridas, no tengo dolor ni queja he afrontado las perdidas. Disfruto las ganancias Como disfrute de mi infancia Como disfrute mi juventud Que se fue con prontitud. La madurez fue bien recibida Que te diré no me quejo he conocido el amor tengo hijos hermosos conocí un hombre grandioso. Tengo maravillosas amigas me siento querida por mi familia, no reniego por nada ha sido grandiosa mi vida.


Paseo por el jardín de otoño Lucila Reyes González Ciudad de México, México. Cuando siento nostalgia me asaltan los recuerdos entonces sucede la magia y fluyen como el agua todos ellos Llego la primavera florida a mi vida con un amor que sentí verdadero y lo quise como solo yo quiero con poesía con música y sentirme querida Amé y me amaron con intensidad como aman los amantes primeros como se sienten los amores verdaderos que tres meses son una eternidad. Así fueros mis juveniles amores que cambiaron al llegar el verano ya no eran paseos en de la mano sino apasionados, furtivos, arrebatadores. El verano fue intenso, caliente, explosivo y ardiente como un volcán unos bien, otros mal, se resiente pero las experiencias como vienen se van. Un día llego el otoño, con la tranquilad de los años, donde el amor ya no hace daño y se torna tranquilo y duradero. Das paseos por sus jardines recordando el pasado, y feliz de lo que has amado y feliz de los que te amaron.


Sinfonía del agua Mariateresa Galaz Ciudad de México, México Corre, va el agua por los contornos de las casas, con prisa indetenible; dibuja de paso sus formas, hurga en sus contenidos, va más allá. Se adentra en nuestras almas húmedas de tantas lágrimas de tantos años de llorar sin ruido. Alterna el teclado en su sinfonía: gotas-notas que se confunden con truenos-timbales y las flautas del viento. Hoy noche, a rezar me dispongo porque no cese nunca el agua en su música, porque no cese. Hoy noche, acompañan mi sueño duendes acuosos e invisibles que como letanía se suceden en su desfile y me arrullan.


Oda al aire Mariateresa Galaz Ciudad de México, México Aire, que cuando duermes eres átomos de aire; que con el movimiento te disfrazas de viento; y al golpe de tu risa cuando menos lo espero, ya eres brisa. Saludo a la tierra Mariateresa Galaz Ciudad de México, México Es de mañana y trinan los alados, y vuelan mariposas de papel; brillan bostezos de rocío en las hojas, y abejas me traen miel. El sol extiende sus sonrientes rayos; la oscuridad en camisón se fue; con la promesa de un hermoso día, despliego el diestro pie. Sin importar las miserias y guerras nunca en siglos te diste por vencida, siempre fecunda, y hace tu belleza que bien valga la vida. Te saludo por ser tan generosa, porque el pan de mi mesa tú lo das: que sea mi humilde verso tu homenaje y tu premio, la paz.


Suspiros de la Noche. María del Carmen Rodini Río Tercero Cba. Argentina

_De pronto el cielo se oscureció era un temor estar sola, suspiro en la noche oscura, respiro, exhalo vaho en silencio, mis sentimientos puros se echan solo me hace suspirar a volar en la noche negra, … _Mis temores son confusos, se adueña mi mente en el abismo, es lo único que tengo se hermana la soledad, … _Las luces de las estrellas se puebla. los árboles parecen desnudos, se escuchan los gemidos de las ramas, agitando los sonidos con el viento, en esa sombra confusa, con un leve susurro al oído.


A PESAR DE TODO… Nara Canino-Salgado Puerto Rico Eres como el Crisol que se funde en mis silencios, en la espera de la muerte, en la tristeza que transita, en los recuerdos de aquellas risas, de aquellos sueños que quedaron fundidos con tu palabra en mi alma... A pesar de todo, eres aire que necesito, eres luz en mi camino, eres roció mañanero, eres como espuma de mar cuando llega a mis pies... A pesar de todo, eres esa arena que tomo entre mis manos y no se retiene, porque a pesar de todo, ese todo, tan sólo fue un sueño.


CUANDO MUEREN LOS VERSOS EN LA CALLE… OSVALDO PETTINICCHIO (Daniel Vattimo). ARGENTINA Un comienzo de manos heladas De mirar Sol y Cielo por esta puerta ventana que da al invierno de mi patio grato de soledades buscadas en el fondo cálido del verso Nombrar es acordarse es a veces plantar la necesidad de una palabra en un diario nocturnal en que se pierden las horas blandas del silencio. A veces no sé qué hacer con mi cabeza cuando viaja y se detiene a descansar en un jardín prohibido donde no hay nadie Donde quizás también no puedo irme Libero mi mente de pensar y allí ninguno es más libre que yo Hay ciclos en mi vida en que todo es como un sueño que nace cuando mueren los versos en la calle Cuando el viento me tienta


y sus paisajes no son más que hojas huérfanas robadas de la suerte de los árboles Mañana seguro soñaré despierto Los sueños dormidos en la alcoba se pierden en un tibio estar de la memoria Soñar es renacer en algún tesoro que ocultan los negados rincones del alma Es cuando el corazón ablanda su tristeza y muestra tan solo lo que es Se suelta…


CALLECITA EMPEDRADA. (Cuna y destierro). OSVALDO PETTINICCHIO (Daniel Vattimo). ARGENTINA. Siento a mi alrededor tantas historias girando en la calesita de los días robando las sortijas confundiendo almas Siento también el placer y la osadía de pensar en la razón para luego no pensar Me rindo en la silla frente al cuaderno cotidiano cuna y destierro de mis dudas De ser Despierto con las ganas muertas Deleite mío estas sombras de mí que se bañan en tu siempre Agónica realidad que muere o mata y todo queda así como moneditas bailando en mi gabán Soledad de apóstoles en tierra extraña Almitas pobres frente a la adversidad Hambres hostiles


Calamidad de gente que ya no está desde entonces y la historia se repite inquebrantable Aquella niña que se fue de mi o que yo partí sin explicarle… Callecita empedrada bien al Sur

TAL VEZ... LA URGENCIA. OSVALDO PETTINICCHIO (Daniel Vattimo). ARGENTINA. Ganas de recordar y la mente... La mente se torna en exudar una suerte de aguas saladas Hoy vigentes. Mariposas de un otoño decadente De nubes y tormentas emergentes que no paran. Oscuridad trivial de una vertiente de un Sol que no sonríe indiferente Y teme... Buscar el por que y la consecuencia La razón de ser de la emergencia de no poder y ver pasar los días... sin pensar


Helios y la obscuridad Silvia Aquino López Xochimilco, Ciudad de México Divino Helios amado, sabio Titán, en tu hermoso carro de oro y plata, deslumbrante de piedras preciosas, alumbras nuestra Tierra cada día. Tiran el carro divino tus cuatro caballos majestuosos, obedientes al dueño, lanzadores de suave fuego que entibian las aguas de los mares y el alma de los hombres. De este a oeste partes Helios cuando apunta, cada día, tu bella hermana Aurora; desciendes suavemente en el ocaso del asiático Océano al nacer tu hermana Selene, la luminosa. Un buen día, Faetón visitó al viejo dios respetable para pedirle un solo deseo: dejarle conducir el famoso carro de fuego para evidenciar ser el hijo de Helios. Fue inútil que el dios no cediera a la petición insensata. Pudo proteger del calor el rostro de Faetón al poner en su frente su corona de rayos. Empezó a instruirlo: firmeza en las riendas, conducción entre el cielo y la tierra, en medio de la eterna dirección. Faetón, insolente, no espera y se lanza a su fúnebre destino. Los divinos caballos perciben que no hay un guía inexcusable; asustados, se encumbran con rapidez inaudita.


El joven Faetón no pudo refrenarlos, perdió el rumbo, se alejó de la Tierra, se lanzó hacia el universo: caótico viaje. La Tierra, la luna, el Olimpo, todos sufrieron por las llamas resplandecientes y ardientes. Solo Zeus al ver la agonía de su madre Tierra, mandó un rayo y destrozó el carro de fuego, mientras Faetón cayó sobre un río y las ninfas recogieron su bello, pero inerte cuerpo. Helios llora la muerte de su hijo: el mundo vivió en tinieblas, hasta que Zeus, el que todo lo sabe, el que todo lo ve, el que todo lo ajusta, lo convence de sustentar la continuidad de la vida. ¡Mucho cuidado con la insensatez!, -piensa Zeus-, ¡nadie iguala al divino Titán!


Fuego Silvia Aquino López Xochimilco, Ciudad de México Ingente incendio, diamantino como el sol, diablo sañudo entre los bosques de mariposas, entre el río sonriente y las aves desprendidas por el aire de un pueblo escondido por azar. De repente, en una tranquila tarde, en las chozas, el pueblo escucha el silbido furioso del aire incandescente: crujen sin cesar los árboles inflamados, el monte igual a un volcán asesino. Suena con violencia la campana de la iglesia: los ojos levantan la mirada a lo lejos, los arroban el miedo; el ardiente calor de visión confusa, los hace vociferar: ¡el fuego!, ¡el fuego! Se aligeran a tomar las hachas, los azadones para ir cortando la maleza crepitante y por doquier el escuadrón de cobijas, de cubetas, cubos, cualquier cosa que auxilie a extinguir al dragón feroz endemoniado que intenta engullir el alto monte. Sigue silbando el viento, los perros ladran, aúllan, las vacas braman, los niños lloran… Cientos de manos en acción, unas a bajar los caballos, otras las ovejas. En una lentitud permanente se desliza el pueblo de un lado al otro, abominando al Lucifer que los fatiga. De repente, los cielos retruenan y las nubes precipitan sus lágrimas, todo el pueblo llora bajo el torrente que fluye salvador. ¡Tlaloc por fin se compadece!


La lluvia permite que el pueblo irrumpa en la iglesia a dar gracias porque el fuego ya se extinguió. El pueblo vuelve a sus hogares, sentados todos frente a su hoguera cuya luz y calor los reconforta. Beben chocolate con aguardiente y solo entonces el abuelo habla del Xiuhtecuhtli, el anciano alacrán, espíritu del fuego, del calor de congojas ardientes… La ciudad entre cristales Silvia Aquino López Xochimilco, Ciudad de México Es necesario conocer la opaca ciudad cristalina, humillante, de olores sangrientos, de cuerpos tatemados sacados de los parques. Hay que conocerla y adentrarse a ella porque es la más grande de este infeliz planeta. Al subir al metro de la ciudad de México, sabrás por qué los jóvenes no tienen esperanzas. Verás ciegos con bastones que cantan las antiguas desdichas con un romanticismo pasado. Verás ambulantes que venden baratijas: discos electrónicos, lápices, chicles, lámparas, venenos para ratas, moños, lo inimaginable. El día más sorprendente será aquél en que verás a un joven de figura audaz y de ojos profundos con un rostro amenazante. Sube al vagón que está poco lleno, lleva una bolsa negra de tela de donde saldrán pétalos de rosas y algo más… Habla pausadamente y dice: “acabo de salir de la cárcel, necesito un auxilio pues no he encontrado trabajo”.


Entonces, abre su bolsa y echa los pétalos de rosas al piso mientras, encima de ellos, arroja cristales de tamaños irregulares y de colores verdes como la esperanza…

Extiende con tranquilidad sus cristales, se quita la blanca camisa impávida, la dobla con una pausa irritante. De repente, se hinca ante su recién altar cuidadosamente acomodado, y de manera insólita, arroja su espalda sobre los cristales que acarician los pétalos, se escucha el ruido de la carne viva que llora rasgándose y la sangre va enrojeciendo los pétalos y los cristales… El espectáculo es descarnado y repugnante… Nadie saca una moneda: todos miran a otro lado, nadie comprende cómo desgarrarse así la piel pueda ser algo humano y agradable. El joven mira con odio a todos los topos y sale del vagón sin cubrir su espalda, su sangre injuria los ojos de los transeúntes. Existen repugnantes escenas de la cruel ciudad: de un joven que guarda con mucho cuidado sus pétalos de rosas sangrientos con cristales homicidas.


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