Hablando De Bolivar

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República Bolivariana de Venezuela Ministerio del Poder Popular para la Educación Liceo Bolivariano Libertador.

Integrantes: Sandra Duran -Milagros Barrios- Héctor Araque- Lenimar Medina 3er. Año Sección


28 de febrero del 2012

Análisis de La Carta de Jamaica En La Carta de Jamaica, expone la idea de unir toda Sudamérica, de Chile hasta México. A Bolívar le preocupa su pueblo, cuando hablaba de la masacre, mediante la palabra extermino que según una octava parte de la población. Profetizar sobre el tipo de gobierno era difícil, por las condiciones en que estaba la patria, para un pueblo gobernar es una tarea ardua: “Toda idea de relativa al porvenir de este país me aparece aventurada”. Dice Bolívar. Tomando en cuenta las condiciones que estaba la patria, la existencia política era nula. La política debió manejarse con cuidado, se presume. Sobre todo se realizó énfasis sobre los invasores.

La disertación se hace enfática, diciendo, que el pueblo a ese tiempo estaba en una situación de servidumbre. “El pueblo es esclavo cuando el gobierno, por su esencia o por sus vicios, huella y usurpa los derechos del ciudadano o súbditos”

La preocupación de Bolívar eran, que el pueblo esté preparado para manejar un poder grande, le preocupaba la anarquía y desear un buen gobierno.


Prácticamente el destino de la patria de la que tanto hablaba Bolívar estaba en sus gobernantes. “Se erigió un gobierno democrático, federal, declarando previamente los derechos del hombre, manteniendo el equilibrios de los poderes y estatuyendo leyes generales a favor de la libertad civil de imprenta y otras; finalmente se constituyo un gobierno independiente”.

Bolívar deseaba que América sea la nación más grande del mundo por su libertad y gloria. “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande Nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria, aunque aspiro a sea por el momento regido por una gran república como es imposible, no me atrevo a desearlo, y menos deseo una monarquía universal de América porque este proyecto, sin ser útil, es también imposible. Los abusos que actualmente existen no se reformarían y nuestra regeneración seria infructuosa” El gobierno debe ser paternal significa el padre que cuida a sus hijos. Los Estados americanos han de ser menester de los cuidados de gobiernos paternales que curen las llagas y las heridas del despotismo y la guerra. Para un pueblo que pasó por lo difícil no eran convenientes los reyes sino una república, el sistema federal lo consideraba demasiado elaborado.

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Un sueño: La Nueva Granada una unión con Venezuela. Capital Maracaibo, o una nueva ciudad que, con el nombre de Las Casas, en honor de este héroe. Su gobierno imitación del Ingles. Ejecutivo electivo. Cuando más vitalicio y jamás hereditario. Si se quiere una República. Una cámara, Senado legislativo hereditario, que en las tempestades políticas se interpongan entre las olas populares y los rayos de gobierno. Cuerpo legislativo de libre elección.


Pronostica los Tipos de Gobierno: 

Repúblicas Federales y Centrales. Bolívar nos entre dejó sus mensajes, estudiar la tarea de gobernar que es muy difícil, porque una decisión, la responsabilidad esta su gobernantes y involucra el pueblo. Para ello se debía educar el pueblo instruirlo, una decisión se debe tomar el beneficio del pueblo. La Carta de Jamaica es un documento, parte de la historia, nos permite observar las condiciones de la época lo crudo que fue el proceso de pasar una etapa a otras.

Análisis del Manifiesto de Cartagena Simón

Bolívar

había asumido el mando de la Plaza

de

Puerto Cabello el 4 de mayo de mes

1812.

Un

después,

el 6 de junio, ésta cayó en poder de los realistas. Ante tal pérdida y después de firmada la Capitulación, Bolívar logró pasar a Curacao y luego a la Nueva Granada. Allí, el gobierno le


reconoció su grado de Coronel y le permitió su participación en la Campaña del Magdalena. El 15 de diciembre de 1812 escribió su primer documento donde expone las causas que condujeron a la pérdida de la Primera República y advierte a los neogranadinos sobre la necesidad de unirse para derrotar al enemigo. Estas causas según Bolívar fueron:

1. El régimen de tolerancia seguido por las autoridades republicanas: considerado como débil e ineficaz. Criticó la actitud asumida por el gobierno de Venezuela frente a Coro, afirmando que la Junta Suprema debió atacarla y no dejar que se fortificara, y responsabilizando a los magistrados, quienes consultaban códigos inapropiados. “Por manera que tuvimos filósofos por jefes, filantropía por legislación, dialéctica por táctica y sofistas por soldados”. La doctrina en que se apoyaban, determinó que “a cada conspiración sucedía un perdón y a cada perdón sucedía otra conspiración que se volvía a perdonar”.

2. La carencia de un ejército regular, disciplinado y capaz de presentarse en el campo de batalla a defender la libertad. Por el contrario, se establecieron innumerables cuerpos de milicias indisciplinadas, que además de agotar las Cajas


del erario nacional, con lo sueldos de la plana mayor, destruyeron la agricultura, alejaron a los paisanos de sus hogares e hicieron odioso el gobierno que obligaba a éstos a tomar las armas y abandonar sus familias. El resultado probó severamente a Venezuela el error de su cálculo. Los milicianos que salieron al encuentro del

enemigo,

ignorando el manejo de

armas,

y

no

estando habituados a la disciplina y la obediencia,

fueron

arrollados

al

comenzar la última campaña, a pesar de los

heroicos

y

extraordinarios esfuerzos hicieron

sus

jefes

por

llevarlos

a

la

que victoria.

3. La subdivisión de la Provincia de Caracas. “Esta reforma sancionada por el Congreso despertó y fomentó una enconada rivalidad en las ciudades y lugares subalternos,

contra

la

capital”.

4. La disipación de las rentas públicas evidenciada en gastos inútiles y especialmente en sueldos de oficinistas, secretarios, jueces, magistrados, legisladores provinciales y federales dio “un golpe mortal a la República”, por cuanto generó la necesidad de establecer el papel moneda sin garantía real. Este factor contribuyó a crear un descontento general que fue aprovechado por los realistas. 5. La adopción de la forma federal de gobierno. El Libertador consideraba que este sistema era perfecto, pero el mismo no correspondía a los intereses de las naciones.

Según

el

sistema

federal,

las

provincias

se

gobernaban


independientemente, pero, en la práctica, no estaban capacitadas para ejercer ampliamente y por sí mismas sus derechos ya que carecían de las virtudes políticas que caracterizan a las repúblicas. Bolívar era

partidario

de gobiernos fuertes y

centralizados: “Nuestra división, y no las armas españolas, nos tornó a la esclavitud”. 6. El terremoto del 26 de marzo de 1812 y el fanatismo del clero en relación con el fenómeno fueron para Bolívar una causa importante e inmediata de la ruina de Venezuela. No sólo por lo trastornos físicos y morales que ocasionó, sino por la ausencia de una autoridad que actuara con diligencia. En este sentido, la actitud del clero encontró campo para la acción pues estaba consciente de que los delitos quedaban siempre impunes. Después de enumerar y analizar estas causas Bolívar consideraba necesaria la ayuda de la Nueva Ganada para reconquistar Caracas y propuso un proyecto de Campaña para marchar a Venezuela “a libertar la cuna de la independencia colombiana”. Si bien las causas señaladas por Bolívar contribuyeron a la pérdida de la Primera República, es necesario considerar, también, como factor negativo a la causa patriota, la fuerza que ejerció la hostilidad de las masas populares frente al nuevo gobierno. El movimiento de 1810 y la declaración de Independencia beneficiaban directamente a los criollos, y la población, lógicamente tenía que sentir aprehensión ante un movimiento que favorecía económica y políticamente al sector cuyo criterio social excluyente era manifiesto. A esto se unía la influencia que ejercía el clero, quien acusaba a los republicanos de ateísmo.


Manifiesto de Carúpano 7 de setiembre de 1814 Simón Bolívar, Libertador de Venezuela y General en Jefe de sus ejércitos. A sus conciudadanos.

Ciudadanos: Infeliz del magistrado que autor de las calamidades o de los crímenes de su Patria se ve forzado a defenderse ante el tribunal del pueblo de las acusaciones que sus conciudadanos dirigen contra su conducta; pero es dichosísimo aquel que corriendo por entre los escollos de la guerra, de la política y de las desgracias públicas, preserva su honor intacto y se presenta inocente a exigir de sus propios compañeros de infortunio una recta decisión sobre su inculpabilidad. Yo he sido elegido por la suerte de las armas para quebrantar vuestras cadenas, como también he sido, digámoslo así, el instrumento de que se ha valido la providencia para colmar la medida de vuestras aflicciones. Sí, yo os he traído la paz y la libertad, per en pos de estos inestimables bienes han venido conmigo la guerra y la esclavitud. La victoria conducida por la justicia fue siempre nuestra


guía hasta las ruinas de la ilustre capital de Caracas, que arrancamos de manos de sus opresores. Los guerreros granadinos no marchitaron jamás sus laureles mientras combatieron contra los dominadores de Venezuela, y los soldados caraqueños fueron coronados con igual fortuna contra los fueron españoles que intentaron de nuevo subyugarnos. Si el destino inconstante hizo alternar la victoria entre los enemigos y nosotros, fue sólo en favor de pueblos americanos que una inconcebilidad demencia hizo tomar las armas para destruir a sus libertadores y restituir el cetro a sus tiranos. Así, parece que le cielo para nuestra humillación y

nuestra

gloria

ha

permitido que nuestros vencedores nuestros

sean

hermanos

y

que nuestros hermanos únicamente triunfen de nosotros.

El

Ejército

Libertador exterminó las bandas enemigas, pero no ha podido exterminar unos pueblos por cuya dicha ha lidiado en centenares de combates. No es justo destruir los hombres que no quieren ser libres, ni es libertad la que se goza bajo el imperio de las armas contra la opinión de seres fanáticos cuya depravación de espíritu les hace amar las cadenas como los vínculos sociales. No os lamentéis, pues, sino de vuestros compatriotas que instigados por los furores de la discordia os han sumergido en ese piélago de calamidades, cuyo aspecto solo hace estremecer a la naturaleza, y que sería tan horroroso como imposible pintaros. Vuestros hermanos y no los españoles han desgarrado vuestro seno, derramando vuestra sangre, incendiando vuestros hogares, y os han condenado a la expatriación. Vuestros clamores deben dirigirse contra esos ciegos


esclavos que pretended ligaros a las cadenas que ellos mismos arrastran; y no os indignéis contra los mártires que fervorosos defensores de vuestra libertad han prodigado su sangre en todos los campos, han arrostrado todos los peligros, y se han olvidado de sí mismos para salvaros de la muerte o de la ignominia. Sed justos en vuestro dolor, como es justa la causa que lo produce. Que vuestros tormentos no os enajen, ciudadanos, hasta el punto

de

considerar

a

vuestros protectores y amigos como cómplices de crímenes imaginarios, de intención, o de omisión. Los directores de vuestros destinos no menos que sus cooperadores, no han tenido otro designio que el de adquirir una perpetua felicidad para vosotros, que fuese para ellos una gloria inmortal. Mas, si

los

sucesos

no

han

correspondido a sus miras, y si desastres sin ejemplo han frustrado empresa tan laudable, no ha sido por efecto de ineptitud o cobardía; ha sido, sí, la inevitable consecuencia de un proyecto agigantado, superior a todas las fuerzas humanas. La destrucción de un gobierno, cuyo origen se pierde en la obscuridad de los tiempos; la subversión de principios establecidos; la mutación de costumbres; el trastorno de la opinión, y el establecimiento en fin de la libertad en un país de esclavos, es una obra tan imposible de ejecutar súbitamente, que está fuera del alcance de todo poder humano; por manera que nuestra excusa de no haber obtenido lo que hemos deseado, es inherente a la causa que seguimos, porque así como la justicia justifica la audacia de haberla emprendido, la imposibilidad de su adquirió califica la insuficiencia de los medios. Es laudable, es noble y sublime, vindicar la naturaleza ultrajada por la tiranía; nada es comparable a la grandeza de


este acto y aun cuando la desolación y la muerte sean el premio de tan glorioso intento, no hay razón para condenarlo, porque no es lo asequible lo que se debe hacer, sino aquello que el derecho nos autoriza. En vano, esfuerzos inauditos han logrado innumerables victorias, compradas al caro precio de la sangre de nuestros heroicos soldados. Un corto número de sucesos por parte de nuestros contrarios, ha desplomado el edificio de nuestra gloria, estando la masa de los pueblos descarriada por el fanatismo religioso, y seducida por el incentivo de la anarquía devoradora. A la antorcha de la libertad, que nosotros hemos presentado a la América como la guía y el objeto de nuestros conatos, han opuesto nuestros enemigos la hacha incendiaria de la discordia, de la devastación y el grande estímulo de la usurpación de los honores y de la fortuna a hombres envilecidos por el yugo de la servidumbre y embrutecidos por la doctrina de la superstición: ¿Cómo podría preponderar la simple teoría de la filosofía política sin otros apoyos que la verdad y la naturaleza, contra el vicio armado con el desenfreno de la licencia, sin más límites que su alcance y convertido de reprente por un prestigio religioso en virtud política y en caridad cristiana? No, no son los hombres vulgares los que pueden calcular el eminente valor del reino de la libertad, para que lo prefieran a la ciega ambición y a la vil codicia. De la decisión de esta importante cuestión ha dependido nuestra suerte; ella estaba en manos de nuestros compatriotas que pervertidos han fallado contra nosotros; de resto todo lo demás ha sido consiguiente a una determinación más deshonoraos que fatal, y que debe ser más lamentable por su esencia que por sus resultados.


Es una estupidez maligna atribuir a los hombres públicos las vicisitudes que el orden de las cosas produce en los Estados, no estando en la esfera de las facultades de un general o magistrado contener en un momento de turbulencia, de choque, y de divergencia de opiniones el torrente de las pasiones humanas, que agitadas por el movimiento de las revoluciones se aumentan en razón de la fuerza que las resiste. Y aun cuando graves errores o pasiones violentas en los jefes causen frecuentes perjuicios a la República estos mismos perjuicios deben, sin embargo, apreciarse con equidad y buscar su origen en las causas primitivas de todos los infortunios: la fragilidad de nuestra especie, y el imperio de la suerte en todos los acontecimientos. El hombre es el débil juguete de la fortuna, sobre la cual suele calcular con fundamento muchas veces, sin poder contar con ella jamás, porque nuestra esfera no está en contacto con la suya de un orden muy superior a la nuestra. Pretender que la política y la guerra marchen al grabo de nuestros proyectos, obrando a tientas con sólo la pureza de nuestras intenciones, y auxiliados por los limitados medios que están a nuestro arbitrio, es querer lograr los efectos de un poder divino por resortes humanos. Yo, muy distante de tener la loca presunción

de

conceptuarme

inculpable de la catástrofe de mi Patria, sufro al contrario, el profundo pesar de creerme el instrumento infausto de sus espantosas miserias; pero

soy

inocente

porque

mi

conciencia no ha participado nunca del error voluntario o de la malicia, aunque por otra parte haya obrado mal y sin acierto. La convicción de mi inocencia me la persuade mi corazón, y este testimonio es para mí el más auténtico, bien que parezca un orgulloso delirio. He aquí la causa porque desdeñando responder a cada una de las acusaciones que de buena o mala fe se me puedan hacer, reservo este acto de justicia, que mi propia vindicta exige, para ejecutarlo ante un tribunal de sabios, que juzgarán con rectitud y ciencia de mi conducta en mi misión a Venezuela. Del Supremo Congreso de la Nueva Granada hablo, de este augusto


cuerpo que me ha enviado con sus tropas a auxiliarlos como lo han hecho heroicamente hasta expirar todas en el campo del honor. Es justo y necesario que mi vida pública se examine con esmero, y se juzgue con imparcialidad. Es justo y necesario que yo satisfaga a quienes haya ofendido, y que se me indemnice de los cargos erróneos a que no he sido acreedor. Este gran juicio debe ser pronunciado por el soberano a quien he servido; yo os aseguro que será tan solemne cuanto sea posible, y que mis hechos serán comprobados por documentos irrefragables. Entonces sabréis si he sido indigno de vuestra confianza, o si merezco el nombre de Libertador. Yo os juro, amados compatriotas, que este augusto título que vuestra gratitud me tributó cuando os vine a arrancar las cadenas, no será vano. Yo os juro que libertador o muerto, mereceré siempre el honor que me habéis hecho, sin que haya protestad humana sobre la tierra que detenga el curso que me he propuesto seguir hasta volver segundamente a libertaros, por la senda del occidente, regada con tanta sangre y adornada de tantos laureles. Esperad, compatriotas, al noble, al virtuoso pueble granadino que volará ansioso de recoger nuevos trofeos, a prestaros nuevos auxilios, y a traeros de nueva la libertad, si antes vuestro valor no la adquiere. Sí, sí, vuestras virtudes solas son capaces de combatir con suceso contra esa multitud de frenéticos que desconocen su propio interés y honor; pues jamás la libertado ha sido subyugada por la tiranía. No comparéis vuestras fuerzas físicas con las enemigas, porque no es comparable el espíritu con la materia. Vosotros sois hombres, ellos son bestias, vosotros sois libres, ellos esclavos. Combatid, pues, y venceréis. Dios concede la victoria a la constancia. Carúpano, septiembre 7 de 1814. 4º. Bolívar.


El Discurso de Angostura Discurso pronunciado por Simón Bolívar el 15 de febrero de 1819, en la provincia de Guayana, con motivo de la instalación del segundo Congreso Constituyente de la República de Venezuela en San Tomé de Angostura (hoy Ciudad Bolívar). En este documento Bolívar como jefe del Estado se dirige a los congresistas del país no sólo para expresar su opinión sobre lo que debía ser el proyecto constitucional a sancionarse, sino también una profunda reflexión sobre la situación que vivía Venezuela a fines de 1818. En relación al proceso de elaboración de dicho texto, el mismo se llevó a cabo fundamentalmente en su residencia de Angostura durante los últimos meses de 1818. Asimismo, no vaciló Bolívar en confiar los originales de este importante documento a Manuel Palacio Fajardo, estadista dotado de talento y erudición, para que le diera su opinión. En este sentido, Palacio Fajardo formuló algunas observaciones, que Bolívar acepto con humildad. El 15 de febrero de 1819, día fijado para la instalación del Congreso que el propio Bolívar había convocado, una salva de cañonazos, unidas a las aclamaciones del pueblo, señaló a las 11 a.m., la llegada del Libertador, jefe supremo de la República y de la comitiva que lo acompañaría a la sede del Congreso. En el discurso pronunciado durante casi una hora ante El Congreso de Angostura, el Libertador analizó de manera profunda la realidad de su tiempo, señalando la conveniencia de que las instituciones que surgieran en América a raíz de la Independencia, debían responder a las necesidades y posibilidades de estas


sociedades, sin copiar modelos de tierras extrañas. Aunque se reconoce en este documento lo favorable del régimen federal para otras naciones; se sostiene que en el caso de Venezuela es preferible un Centralismo, basado en un Poder Público distribuido en las clásicas ramas: Ejecutivo, Legislativo y Judicial; resaltando la fortaleza del Ejecutivo. Sugiere también Bolívar que a estos tres poderes se agregue una cuarta instancia denominada Poder Moral, destinado a exaltar el imperio de la virtud y enseñar a los políticos a ser probos e ilustrados. Asimismo, concebía la idea de una Cámara Alta hereditaria, para mantener en ella la tradición edificante de los padres de la patria; lo cual no encajó muy bien con la letra del Poder Moral. En una demostración de gran ilustración el Libertador hace reminiscencias de Grecia y Roma y examina las instituciones políticas de Gran Bretaña y Estados Unidos, citando para esto a filósofos y políticos de la Enciclopedia y de la Revolución Francesa, para desembocar en la necesidad de instaurar un sistema republicano-democrático, con proscripción de la nobleza, los fueros y privilegios, así como de la abolición de la esclavitud. Otro aspecto al que dedicó una importancia fundamental en el proceso de consolidación de las repúblicas latinoamericanas, fue a la educación. En este sentido, para él educar era tan importante como libertar. De lo que se desprende su memorable sentencia: "Moral y luces son los polos de una República, moral y luces son nuestras primeras necesidades". Después de desarrollar otros tópicos relacionados con una visión sobre la grandeza y el poderío de la América libra y unida, cierra Bolívar su discurso con la siguiente exhortación al Congreso: " Señor, empezad vuestras funciones: yo he terminado las mías". Tras esto hizo entrega de un proyecto de Constitución así como del Poder Moral, a fin de que fueran estudiados por los diputados, añadiendo: "El Congreso de Venezuela está instalado; en él reside, desde este momento, la Soberanía Nacional. Mi espada y las de mis ínclitos compañeros de armas están siempre prontas a sostener su augusta autoridad. ¡Viva el Congreso de Venezuela!". Luego de pronunciar su discurso, Bolívar tomó juramento a los diputados y luego puso en manos del presidente del Congreso, Francisco Antonio Zea, su bastón de mando, renunciando con esto a su cargo de jefe supremo; lo que no fue aceptado


por el poder legislativo, que por unanimidad se lo devolvió. El

discurso

efectuado

por

Bolívar ante el Congreso de Angostura,

fue

publicado

(aunque incompleto) los días 20 y 27 de febrero y 6 y 13 de marzo en las columnas del Correo de Orinoco. También fue traducido al inglés por James Hamilton e impreso en los talleres de Andrés Roderick, en Angostura. En abril de 1820, circuló en Bogotá un folleto con el texto en español revisado por el propio Bolívar. Por mucho tiempo estuvo extraviado el manuscrito original que leyó el Libertador ante el Congreso de Angostura, hasta que en 1975 los miembros de la familia británica Hamilton-Grierson, descendientes de James Hamilton (quien lo había conservado en su poder) lo devolvieron a la nación venezolana.


LA ÚLTIMA PROCLAMA El 10 de diciembre de 1830 es el día de la última proclama del Libertador, dictada desde su lecho de moribundo. Firmó el testamento

y

recibió

los

Santos

Sacramentos de manos del humilde cura de la aldea de Mamatoco, quien llegó en la noche con sus acólitos y varios indígenas. Luego, rodeado de sus más íntimos amigos,

como

José

Laurencio

Silva,

Mariano Montilla, Joaquín de Mier, Ujueta, Fernando Bolívar, etc., el notario Catalino Noguera

empezó

a

leer

el

histórico

documento, pero apenas llegó a la mitad, porque la emoción y el dolor le ahogaron la voz. Continuó la lectura Manuel Recuero. La última Proclama dice así: Simón Bolívar, Libertador de Colombia, etc. A los pueblos de Colombia. Colombianos: Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiabais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono. Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de


Colombia.

Todos

trabajar

por

debéis

el

bien

inestimable de la Unión: los pueblos

obedeciendo

actual

gobierno

al para

libertarse de la anarquía; los ministros

del

santuario

dirigiendo sus oraciones al cielo;

y

los

militares

empleando su espada en defender

las

garantías

sociales. ¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro. Hacienda de San Pedro, en Santa Marta, a 10 de diciembre de 1830. Simón Bolívar


Decreto de Chuquisaca En el Perú cuando no habían sonado las dianas de Junín y Ayacucho, el libertador dictó una serie de decretos y resoluciones de carácter social, económico y cultural; entre ellos la repartición de bienes nacionales (1817), la libertad de esclavos y el decreto a favor de los indígenas de Nueva Granada. Esta corriente se hizo más poderosa en 1825, 1826 y 1827, cuando los decretos dictados por el Libertador en Lima, Cuzco, Chuquisaca, Caracas, Bogotá, y Quito los cuales revelan al decidido reformador social. En cuanto a la protección del ambiente, Bolívar fue un adelantado. Escribió disposiciones para evitar la matanza de vicuñas, prohibió la quema y la tala indiscriminada de los bosques, ideó medidas para favorecer la reforestación y aprovechar mejor las aguas, la formación de un censo agrícola a la vez que el inicio de una reforma agraria fueron algunos de los pasos que dio Bolívar hacia el objetivo conservacionista. El Decreto de Chuquisaca del 19 de diciembre de 1825, sobre reforestación en gran escala en las cabeceras de los ríos, es una muestra de la importancia que concedió el Libertador a la defensa de los Recursos Naturales Renovables. La preocupación de Bolívar por conservar la naturaleza es un ejemplo que continúa vigente y debe ser tomado en cuenta por todos. Después de una fructífera existencia como estadista, presidente y reformador social, murió Bolívar en la hacienda de San Pedro Alejandrino, cerca de Santa Marta, Colombia el 17 de diciembre de 1830.


Frases celebres de Bolívar

¡Adiós Colombia! ¡Adiós Libertad! Tan preciosas ambas, ¿Cómo debemos perderlas sin llorar lágrimas de sangre?. ¡Compadezcámonos mutuamente del pueblo que obedece y del hombre que manda solo!. ¡Cuan superior es la suma de las luces a la suma de las riquezas.! ¡He proclamado la Libertad absoluta de los esclavos.! ¿Cuán dichosos fuéramos si nuestra sabiduría se dejara conducir por la fortaleza? ¿Que importa que yo perezca para que viva un pueblo?. ¿Quiere usted que yo continúe haciendo de Jesucristo sin ser Dios? Esto es muy duro, esto supera mis fuerzas. Al silencio de los muertos, sucedieron los vivas a la Libertad.


Amo la Libertad de la América más que mi gloria propia; y para conseguirla no he ahorrado sacrificios. Así como la justicia justifica la audacia de haberla emprendido, la imposibilidad de su adquisición califica la insuficiencia de los medios. Audacia en el plan y prudencia en la ejecución. Aunque la guerra es el compendio de todos los males, la tiranía es el compendio de todas las guerras. Aunque me cueste la vida voy a impedir la guerra civil. Ay mi amigo, mi aflicción no tiene medida, porque la calumnia me ahoga como aquellas serpientes de Lacoonte. Bajo la dictadura ¿Quién puede hablar de Libertad?. Bastante me han criticado por haber hecho el bien a pesar de mi deber. Bolívar es incapaz de corromper a sus amigos porque nada puede pretender que no sea justo. Boliviano: nombre que me pertenece antes de nacer... Cada pueblo será libre a su modo y disfrutará de soberanía, según la voluntad de su conciencia. Ciertamente, el oro y la plata son objetos preciosos; pero la existencia de la República y la vida de los ciudadanos son más preciosas aún. Colombia es la palabra sagrada y la palabra mágica de todos los ciudadanos virtuosos. Con valor se acaban los males.


Contra los canallas pueden emplearse las armas que usan ellos mismos. Creo más en el honor que en las pasiones. Creo que mi gloria ha llegado a su colmo, viendo a mi patria libre, constituida y tranquila, al separarme yo de sus gloriosas riberas. Cualesquiera que sean los días que la Providencia me tenga aún destinados, todos, hasta el último, serán empleados en servicio de la América. Cualquiera que sea mi suerte en lo adelante, mi último suspiro será por mi país. Cuando las calamidades públicas me pusieron las armas en las manos para libertar a mi patria, yo no consulté mis fuerzas ni mis talentos. Cuando los partidos carecen de autoridad, ora por falta de poder, ya por el triunfo de sus contrarios, nace el descontento y los debilita. Cuando más me elevo tanto más hondo se ofrece el abismo. Cuando me hablan de valor y de audacia, siento revivir todo mi ser y vuelvo a nacer, por decirlo así, para la patria y para la gloria. Cuando quede reducido a nada estaré satisfecho de mi propia ruina y la veré como una gloria y un martirio poco merecido. Cuando temo que desaprueben mi manejo o mis ideas, dejo de importunar con mi amistad a los que me condenan. Cuanto más admiro la excelencia de la Constitución Federal de Venezuela, tanto más me persuado de la imposibilidad de su aplicación a nuestro estado. De la capitulación no se saca otra cosa que entregar hasta los dispersos y perder hasta el derecho de defenderse.


De la derrota se saca el partido de la reacción. De la Libertad absoluta se desciende siempre al poder absoluto, y el medio entre éstos dos términos es la Suprema Libertad Social. De las cosas más seguras, la más segura es dudar. Debo irme lo más lejos que pueda a descansar de tanta pena que me dan los males ajenos. Después de aliviar a los que aún sufren por la guerra, nada puede interesarme más que la propagación de las ciencias. Digan V.V. que el ciudadano Bolívar viene a pagar sus respetos a la soberanía del pueblo. Dios concede la victoria a la constancia. El amor a la Libertad me ha forzado a seguir un oficio contrario a todos mis sentimientos. El bien como el mal, da la muerte cuando es súbito y excesivo. El cielo es prodigioso con los que combaten por la justicia y severo con los opresores. El destino del Ejército es guarnecer la frontera. ¡Dios nos preserve de que vuelva sus armas contra los ciudadanos!. El ejercicio de la justicia es el ejercicio de la Libertad. El error que profeso a la opresión no me permite ser víctima de este sacrificio. El género humano gemía por la ruina de su más bella posesión : era esclavo y ya es libre.


El gran poder existe en la fuerza irresistible del amor. El hábito de la guerra, el servicio de los campamentos, el contacto con los enemigos, me han puesto fuera del mando civil. El hombre es hijo del miedo, y el criminal y el esclavo mucho más. El honor es el mejor guía del laberinto de las revoluciones. El instinto es un consejero leal; en tanto que la pedantería es un aire letífico que ahoga los buenos sentimientos. El mando me disgusta tanto como amo la gloria, y gloria no es mandar sino ejercitar grandes virtudes. El mando pesa más que la muerte al que no tiene ambición. El menor mal es el mayor bien posible. El modo de gobernar bien es el emplear hombres honrados, aunque sean enemigos. El peligro es mi trono, y vencerlo es mi gloria. El peso de la Libertad es liviano, pero también es difícil mantenerlo en equilibrio aun en las naciones más cultas y civilizadas. El premio del mérito es el acto más augusto del poder humano. El primer día de paz, será el último de mi mando. El pueblo que combate con fe, al fin triunfará. El que abandona todo por ser útil a su país, no pierde nada, y gana cuanto le consagra.


El que no está con la Libertad puede contar con las cadenas del infortunio y con la desaprobación universal. El que no sabe escribir, ni paga contribución ni tiene un oficio conocido, no es un ciudadano. El que trabaja por la Libertad y la gloria no debe tener otra recompensa que gloria y Libertad. El sistema de gobierno más perfecto es aquél que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política. El sistema militar es el de la fuerza, y la fuerza no es gobierno. El talento sin probidad es un azote. El título de amigo solo vale por un himno y por todos los dictados que puede dar la tierra. El título de Libertador de Venezuela es más glorioso y satisfactorio que el cetro de todos los imperios de la tierra. El valor es preferible al número y la habilidad superior al valor. El valor y la habilidad suplen con ventaja al número. El verdadero guerrero se gloria solamente de vencer a sus enemigos, mas no de destruirlos. Elegid por magistrados a los más virtuosos de nuestros ciudadanos. En cuanto a la excelencia, usted sabe que no la merezco; me contentaré yo con ser justo. En el puerto, las tempestades son menos terribles.


En la desgracia la suerte nos unió, el valor nos ha unido en los designios, y la naturaleza nos dio un mismo ser para que fuésemos hermanos. En las guerras civiles es donde el derecho de gentes ha de ser más estricto y vigoroso. En las guerras civiles es política el ser generosos, porque la venganza progresivamente se aumenta. En los gobiernos no hay otro partido que someterse a lo que quieren los más. En lugar de una amante, quiero tener a mi lado un filósofo; pues en el día yo prefiero a Sócrates a la hermosa Aspasia. En moral como en política hay reglas que no se deben traspasar, pues su violación suele costar caro. En política nada vale tanto y cuesta menos como las demostraciones de respeto y consideración. En todas las guerras civiles ha vencido siempre el más feroz o el más enérgico, según la aceptación de la palabra. En una constitución política no debe prescribirse una profesión religiosa. Es difícil hacer justicia a quién nos ha ofendido. Es imperturbable nuestra resolución de independencia o nada. Es insoportable el espíritu militar en el mando civil. Es la desgracia del hombre el no contentarse nunca. Es menos peligroso que haya dos potestades que una sola. Es muy importante premiar a tiempo.


Es preferible la muerte a la expatriación. Es Preferible la muerte que la expatriación. Es una manía miserable el querer mandar a todo trance. Esfuerzos inauditos me han arrancado la energía de la vida y, por consiguiente me hallo reducido al más triste desaliento. Estoy como el sol, brotando rayos por todas partes. Estoy en el caso de perder el camino de la vida, o de seguir siempre el de la gloria. Estoy pronto a dejar el mando muy tranquilamente y con el mayor desinterés; pero yo no lo dejaré nunca sino con la vida, cuando me lo quieren arrancar. Estoy todo entero donde quiera que esté una de mis partes. Formémonos una patria a toda costa y todo lo demás será tolerable. Fuera del ejército, estoy fuera de mi centro. Hacer bien y aprender la verdad son las únicas ventajas que la Providencia nos ha concedido en la tierra. Haré cuanto pueda por la América, y después, aunque toda ella perezca, despreciaré todas las ofertas del Universo por mi gloria. He combatido por la Libertad que es gloriosa. He llegado al punto que ni aún la salud de la patria, ni la gloria misma, me hacen la menor impresión, si se oponen a la letra de mi deber. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono.


Hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados constituyen las Repúblicas. Huid del país donde uno solo ejerza todos los poderes: es un país de esclavos. Id veloces a vengar al muerto, a dar vida al moribundo, soltura a el oprimido y Libertad a todos. Igualdad legal es indispensable donde hay desigualdad física, para corregir en cierto modo la injusticia de la naturaleza. Jamás un Congreso ha salvado a la República. La aclamación libre de los ciudadanos es la única fuente legítima de todo poder humano. La amistad es mas fuerte que la fortuna. La amistad es mi pasión. La amistad es preferible a la gloria. La anarquía destruye la Libertad y la unidad conserva el orden. La bondad es la exclusión de todos los defectos y de todas las maldades. La cadena de mis pensamientos se fija en el cielo y termina en el abismo. Jamás puedo razonar sin sacar consecuencias horrorosas. La clemencia con el malvado es un castigo del bueno La clemencia con los criminales es un ataque a la virtud. La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos.


La corrupción de los pueblos nace la indulgencia de los Tribunales y de la impunidad de los delitos. La declaración de la República de Venezuela es el Acta más gloriosa, más heroica, más digna de un pueblo libre. La desesperación es la salud de los perdidos. La desesperación no escoge los medios que la sacan del peligro. La destrucción de la moral pública causa bien pronto la disolución del Estado. La dictadura es el escollo de las Repúblicas. La educación forma al hombre moral, y para formar un legislador se necesita ciertamente educarlo en una escuela de moral, de justicia y de leyes. La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del gobierno. La existencia es el primer bien; y el segundo es el modo de existir. La experiencia me ha enseñado que de los hombres se ha de exigir mucho para que hagan muy poco. La familia es un tesoro en que todos tienen interés. La fortuna no debe luchar vencedora contra quienes la muerte no intimida; y la vida no tiene precio sino en tanto que es gloriosa. La gloria de la patria es vencer o morir. La gloria debe ser insaciable cuando se funda en sus verdaderos principios. La gloria es la dicha del héroe.


La gloria es mil veces preferible a la felicidad y la vindicta de Colombia pesa más en mis balanzas que los viles goces de la vida. La gloria esta en ser grande y ser útil. La gloria y la guerra son mis flaquezas. La guerra es mi elemento, los peligros mi gloria. La igualdad no es lo mas conforme con la obediencia. La impunidad de los delitos hace que éstos se cometan con más frecuencia, y al fin llega el caso de que el castigo no basta para reprimirlos. La ingratitud es el crimen más grande que pueden los hombres atreverse a cometer. La ingratitud me tiene aniquilado el espíritu habiéndolo privado de todos los resortes de acción. La instrucción es la felicidad de la vida. La justicia es la reina de las virtudes republicanas, y con ellas se sostienen la Igualdad y la Libertad. La Libertad del mundo esta dependiente de la salud de la América. La Libertad se halla de ordinario enferma de anarquía. La más hermosa corona es la que da la justicia. La mejor política es la honradez. La moderación es la salud de los perdidos. La moderación siempre es tímida y la fortuna desaíra a la timidez.


La muerte es la cura de nuestros dolores. La ofensa hecha al justo es un golpe contra mi corazón y yo no quiero precipitar mi mano contra mi propio pecho. La opresión está reunida en masa, bajo un solo estandarte, y si la Libertad se dispersa no puede haber combate. La Patria es preferible a todo. La patria exige cada día nuevos sacrificios, y es necesario darle hasta el último aliento de la vida. La paz será mi puerto, mi gloria, mi recompensa, mi esperanza, mi dicha y cuanto me es precioso en este mundo. La primera de todas las fuerzas es la opinión pública. La religión es la ley de la conciencia. La República tanto gana con la destrucción de un buen realista como de un mal ciudadano. La responsabilidad de los empleados se señala en la constitución. La revolución es un elemento que no se puede manejar. Es más indócil que el viento. La sabiduría aconseja la resignación más absoluta a los decretos del destino para disminuir sus rigores. La soberanía del pueblo es la única autoridad legítima de las naciones. La soberanía del pueblo no es limitada, porque la justicia es su base y la utilidad perfecta le pone término.


La suerte de la guerra es impenetrable para los hombres. La suerte de Venezuela no me puede ser indiferente ni aún después de muerto. La suerte me ha colocado en el ápice del poder; pero no quiero tener otros derechos que los del más simple ciudadano. La unidad en la guerra es la primera ventaja. La verdad pura y limpia es el mejor modo de persuadir. La verdadera constitución liberal está en los códigos civiles y criminales. La vida es corta, no sé cuando la perderé un día perdido es irreparable. La voluntad legal del pueblo es mi soberana y mi ley. Las buenas costumbres y no la fuerza, son las columnas de las leyes; y el ejercicio de la justicia. Las cosas para hacerlas bien es preciso hacerlas dos veces: la primera enseña la segunda. Las discordias que nacen de la unión que yo he procurado formar, me hacen sufrir las agonías del suplicio. Las guerra se alimenta del despotismo, y no se hace por el amor de Dios. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, ... Las sociedades ilustradas han puesto siempre la educación entre las bases de sus instituciones. Libertador más que todo, y, por lo mismo, yo no me degradaré hasta un trono.


Libertador o muerto, es mi divisa. Llamarse jefe para no serlo es el colmo de la miseria. Llamo humano lo que está más en la Naturaleza, lo que está mas cerca de las primitivas impresiones. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende. Los asesinos, los ingratos, los maldicientes y los traidores, han rebosado la medida de mi sufrimiento. Los beneficios que se hacen hoy se reciben mañana, porque Dios premia la virtud en este mundo mismo. Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria a nombre de la Libertad. Los gobiernos populares son como todos, y, por lo mismo, de todo gobierno tiene uno que esperar injusticias. Los hijos de Venezuela no hicieron nada, nada, para impedir que los salvásemos. Los intrigantes corrompen los pueblos, desprestigiando la autoridad. Los malvados no tienen ni honor ni gratitud, y no saben agradecer, sino temer. Los peligros enseñan la vía de la salud. Los preceptos y los dogmas sagrados son útiles, luminosos y de evidencia metafísica. Los tiranos no pueden acercarse a los muros invencibles de Colombia sin expiar con su impura sangre la audacia de sus delirios.


Mandado el Ejército, Colombia me tendrá siempre en la reserva y el gobierno en la vanguardia. Más aborrezco el mando que la muerte, pero todavía aborrezco más la ignominia de la deserción. Más cuesta mantener el equilibrio de la Libertad que soportar el peso de la tiranía. Más hace en un día un intrigante que cien hombres de bien en un mes. Me resulta insoportable oírme llamar tirano y usurpador. Yo sé padecer todo menos esto. Me vería como un hombre indigno, si fuere capaz de asegurar lo que no estoy cierto en cumplir. Mejor es estar tranquilo que vivir sobre el trono del universo. Mi aborrecimiento al mando ha sido tan sincero como todo mi carácter. Mi ambición se limita a liberar mi país y a ser estimado por hombre de bien por mis coterráneos. Mi corazón se hallará siempre en Caracas, allí recibí la vida y allí debo rendirla. Mi destino ha querido que una vasta porción del mundo haya aprovechado de mis combates para romper sus cadenas: éste es todo mi mérito. Mi espada y mi corazón siempre serán de Colombia; y mis últimos suspiros pedirán al cielo su felicidad. Mi gloria consiste en no mandar más. Mi gloria se ha fundado sobre el deber y el bien.


Mi impetuosa pasión, mi aspiración mayor, es la de llevar el nombre de `amante de la Libertad'. Mi mayor ambición será es la dicha y la estabilidad de las Repúblicas que han fundado el heroísmo y las virtudes del ejército. Mi mayor anhelo es que los colombianos salgan del Perú inmaculados. Mi mayor flaqueza es mi amor por la Libertad. Mi País se ha liberado porque ha habido unidad y obediencia; no siempre voluntaria, pero siempre constante. Mi querida Venezuela que adoro sobre todas las cosas. Mi único amor siempre ha sido el de mi patria, mi única ambición su Libertad. Mi único tesoro es mi reputación. Mi vida: blanco de odios implacables... Mi voto es sincero porque no tengo envidia de nadie. Mirad, que sin fuerza no hay virtud, y sin virtud perece la República. Mis cóleras pertenecen a los relámpagos que pasan con ellas. Mis temores nunca me han burlado, ellos son presagios infalibles. Mis tristezas vienen de mi filosofía y yo soy más filósofo en la prosperidad que en el infortunio. Nacido ciudadano de Caracas, mi mayor ambición será conservar ese precioso título. Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder.


Nada se hace cuando aún falta que hacer. Nada sino las malas acciones deben molestar a los hombres. Nadie es grande impunemente, nadie se escapa al levantarse de las mordicas de la envidia. Nadie puede hablar de si sin degradar de algún modo su mérito. Ninguno ama a Venezuela más que yo. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. No conviene que el Jefe de las armas sea el que administre la justicia. No creo ninguna cosa tan corrosiva como la alabanza. No disputemos con los eclesiásticos que llaman siempre en su auxilio a la religión y hacen causa común con ella. No envainaré jamás la espada mientras la Libertad de mi patria no esté completamente asegurada. No es asequible lo que se debe hacer, sino aquello a que el derecho nos autoriza. No es lo mejor lo mas bueno si no hay posibilidad de hacer ejecutar lo que se intenta. No es necesario más que hacer frente al déspota para que huya vergonzosamente. No estoy bien sino en los peligros combinados con los embarazos. No hay Libertad legítima sino cuando ésta se dirige a honrar la humanidad y a perfeccionarle su suerte. No hay más dicha ni desdicha que prudencia o imprudencia. No hay nada tan frágil como la vida de un hombre. No le diga usted nada al congreso sobre mi haber porque yo no quiero nada, nada, nada, sino armisticio o paz, después veré como me compongo. No mandaré ciertamente para obtener por recompensa el título de tirano. No siempre lo justo es lo conveniente, ni lo útil lo justo.


No temáis a los tiranos, porque ellos son débiles, injustos y cobardes. No temáis la espada que viene a vengaros y a cortar los lazos ignominiosos con que os ligan a su suerte vuestros verdugos. No veo delante de mí más que miseria, vejez y mendicidad cuando nunca he estado acostumbrado a semejantes calamidades. Noche y día me atormenta la idea, en que están mis enemigos, de que mis servicios por la Libertad son dirigidos por la ambición. Nosotros no hemos ido al Perú sino a buscar fraternidad y gloria. Nuestras armas han venido a protegeros y no se emplearán jamás contra uno solo de nuestros hermanos. Nunca se me ha intimidado ni arrancado nada por la fuerza. Para Juzgar de las revoluciones y de sus actores, es menester observarlos muy de cerca y juzgarlos muy de lejos. Para la sátira más cruel se necesita nobleza y propiedad como para el elogio más subido. Para nosotros, la patria es América. Para que un pueblo sea libre debe tener un gobierno fuerte, que posea medios suficientes para librarlo de la anarquía. Parece que el demonio dirige las cosas de mi vida . Perezca yo mil veces antes de tener miras personales ni causa propia. Persuádase usted que no sirvo sino para pelear, o, por lo menos, para andar con soldados, impidiendo que otros los conduzcan peor que yo. Por triste que sea nuestra muerte, siempre será más alegre que nuestra vida. Porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el Poder. Porque nuestra misión sólo se dirige a romper las cadenas de la servidumbre, que agobian todavía a alguno de nuestros pueblos ... Prefiero el título de Ciudadano al de Libertador, porque éste emana de la guerra, aquél


emana de las leyes. Prefiero la ruina de Colombia a oírme llamar con el epíteto de usurpador. Prefiero perecer de miseria a ser víctima de las pasiones y de las facciones ajenas. Prefiero un combate con los españoles a disgustos entre los patriotas. Prefiero una derrota a una capitulación. Principio base de nuestra política: Paz a la nación española, y guerra de exterminio a su gobierno actual. Pronto estoy a marchar con mis queridos compañeros de armas a los confines de la tierra que sea oprimida por tiranos. Protegeré la religión hasta que me muera. Que me manden a salvar la República y salvo la América toda. Quiero asegurar después de mi muerte una memoria que merezca bien de la Libertad. Quiero pasar por todo, prefiero sucumbir en mis esperanzas, a pasar por tirano, y aun aparecer sospechoso. Quiero salir, ciertamente, del abismo en que nos hallamos, pero por la senda del deber y no de otro modo. Recibo con mucho placer un bastón que usted me da; es la imagen del mando que yo aborrezco por lo que jamás uso tal insignia. Renovemos la idea de un pueblo que no solo quería ser libre, sino virtuoso. Reside en la médula de mis huesos el fundamento de mi carácter. Saber y honradez, no dinero, es lo que requiere el ejercicio del Poder público. Ser respetados es más que ser libres. Seremos para siempre, libres, iguales e independientes. Serviré con las armas hasta la muerte. Si es una virtud la indulgencia, lo es, ciertamente, cuando es ejercida por un particular, pero no por un Gobierno.


Si hay una violencia justa, es aquella que se emplea en hacer a los hombres buenos; y, por consiguiente felices. Si la lisonja es un veneno mortal para las almas bajas, los elogios debidos al mérito alimentan las almas sublimes. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro. Si se opone la naturaleza a nuestros designios, lucharemos contra ella, y la haremos que nos obedezca. Si un hombre fuese necesario para sostener el Estado, este Estado no deberá subsistir, y al fin no existiría. Si yo fuese envidioso, apenas podría merecer el nombre de hombre. Siempre el ladrón tiene miedo de la Justicia. Siempre los tiranos se han ligado y los libres jamás. ¡ Desgraciada condición humana!. Sin energía no resplandece nunca el mérito y sin fuerza no hay virtud, y sin valor no hay gloria. Sin estabilidad, todo principio político se corrompe y termina siempre por destruirse. Sin fuerza no hay virtud y sin virtud perece la República. Sin moral republicana no puede haber gobierno libre. Sin responsabilidad, sin represión, el Estado es un caos. Solo ejércitos aguerridos son capaces de sobreponerse a los primeros infaustos sucesos de una campaña. Solo la Democracia, en mi concepto, es susceptible de una absoluta Libertad. Soy liberal por egoísmo y deseo la independencia de todo el continente por evitar una guerra en lo futuro. Tendré que pasar por el dolor de girar contra el tesoro público, porque actualmente no tengo un peso de que disponer. Tengamos una conciencia recta y dejemos al tiempo hacer prodigios.


Tengo en más un soldado de la ley que al conquistador del universo. Tengo mi elocuencia aparte y no quiero sujetarme a políticos, ni a reyes ni a presidentes. Todo el cuerpo de la historia enseña que las gangrenas políticas no se curan con paliativos. Todo lo que comporta mi honor lo he hecho ya por la salud de la patria. Todos los pueblos del mundo que han lidiado por la Libertad han exterminado al fin a sus tiranos. Todos se vuelven locos cuando me quieren hacer la guerra, porque está visto que hay una Providencia especial para mí. Tomemos de Atenas su Areópago y los guardianes de las costumbres y de las leyes. Triunfo absoluto, o nada, es mi divisa. Un americano no puede ser mi enemigo ni aún combatiendo contra mí bajo las banderas de los tiranos. Un desengaño vale mas que mil ilusiones. Un diplomático, debe ser todo reserva, misterio y doblez. Un gobierno republicano ha sido, es y debe ser el de Venezuela. Un hombre sin estudios es un ser incompleto. Un magistrado republicano, constituido para esclavo del pueblo, no es otra cosa que una víctima. Un militar no tiene virtualmente que meterse sino en el ministerio de sus armas. Un necio no puede ser autoridad. Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción. Un sabio no muere nunca, pues no hace otra cosa que mejorar de carrera, pero su familia empeora de suerte. Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria.


Una ley fundamental no puede ser sospechosa siquiera, como la mujer Cesar. La integridad debe ser su primer atributo. Una vida entera de merecimientos cubre un momento de flaqueza. Una vida pasiva o inactiva es la imagen de la muerte, es el abandono de la vida; es anticipar la nada antes de que llegue. Usted sabe que yo no se mentir, y también sabe Ud. que la elevación de mi alma no se degrada jamás al fingimiento. Valor, riqueza, ciencia y virtudes: estas son las cuatro potencias del alma del mundo corporal: estas son las reinas del universo. Y así, estoy resuelto a irme a cualquier parte ... ¡Pero cómo llegaré! Daré compasión a mis enemigos. Ya es tiempo de esperar en reposo la muerte para medio vivir los peores años de la vida. Ya no se puede mandar, sino por el amor del prójimo y por una profunda humanidad. Yo contemplo con gozo inefable cuando las sombras de la opresión huyen ante la Libertad. Yo desprecié los grados y distinciones. Aspiraba a un destino más honroso: derramar mi sangre por la Libertad de mi Patria. Yo he combatido por la Libertad y por la gloria; de consiguiente, juzgárseme tirano y con ignominia, es el complemento de la pena. Yo he hecho lo que he podido por el bien de los hombres y de los buenos principios. Yo imploro la confirmación de la Libertad absoluta de los esclavos como imploraría mi vida, y la vida de la República. Yo imploro la Libertad absoluta de los esclavos como imploraría por mi vida y la de la República. Yo juré en el fondo de mi corazón no ser más un soldado, servir solamente en la guerra, y ser en la paz un ciudadano. Yo llenaré con gloria la carrera que he emprendido por la salud de mi patria. Yo moriré como nací: desnudo.


Yo nada deseo en el mundo tanto como hacer a Venezuela todo el bien que dependa de mis facultades. Yo no escribo a los que amo sino cuando necesito de ellos. Yo no he sido construido para presidente sino para soldado. Yo no pido por recompensa más que el reposo y la conservación de mi honor. Yo no quiero el mando, mas si quieren arrebatármelo por fuerza o intrigas, combatiré hasta el último caso. Yo no quiero lujo en nada, pero tampoco indecencia. Yo no sé jamás degradarme a fingir y mucho menos a negar. Yo nunca me retiraré delante de los peligros. Yo poseo el sentimiento de la amistad y de la gratitud: por lo mismo, sus contrarios me son enojosos. Yo quiero vivir libre y morir ciudadano. Yo saldré gustosamente por el camino real y conforme se debe a mi honor. Yo siento por lo presente y por los siglos futuros. Yo siento que la energía de mi alma se eleva, se ensancha y se iguala siempre a la magnitud de los peligros. Yo soy con los soldados lo que los pródigos con el dinero, que cuando lo tienen no saben que hacer con él sino gastarlo. Yo soy implacable contra la ignominia. Yo soy irrevocable, como el destino, en los negocios de disciplina. Yo soy un hombre diáfano. Yo tengo demasiada fuerza para rehusar ver el horror de mi pena. Yo valdría algo si me hubiesen alabado menos.


Con todo nuestro cariño, estudiantes del 3er año, Sección C.

Del Liceo Bolivariano Libertador Coordinado: por Lic. Raquel Rocha C


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