Poemas del amor y de la muerte

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POEMAS DEL AMOR Y DE LA MUERTE

RAFAEL RATTIA


INDICE

Aquellos besos……………………………………………………………2 Bogar triste……………………………………………………………….3 Una bandera negra………………………………………………………..4 Este es el reino que me habita…………………………………………….5 Este impasse perenne……………………………………………………...6 Esta ciudad que amo y aborrezco………………………………………….7 Grietas en la muralla……………………………………………………….8 Incendiar el cielo…………………………………………………………..9 Las corrientes del exilio…………………………………………………...10 Los poetas de mi país………………………………………………………11 Crispaciòn………………………………………………………………….12 Cola alrevès……………………………………………………………… 13 Delta de la memoria………………………………………………………..14 Pez alucinado………………………………………………………………15 Botones de Bora……………………………………………………………16 Infancia……………………………………………………………………..17 Mi yo………………………………………………………………………..18 La oscura claridad de mi espìritu……………………………………………19 La niebla fluvial……………………………………………………………..20 Mujer levitando……………………………………………………………...21 Pretèritos de otra luz…………………………………………………………22 Yo soy un pàjaro……………………………………………………………..23 El poema……………………………………………………………………..24 De cierto os digo……………………………………………………………..25 En aquellos tiempos………………………………………………………….26 Tù eres mi dolor………………………………………………………………27 La casa de la verdad………………………………………………………….28 El amor…..………………………………………………………………… 29 Amar duele ……………………………………………………………………30 Mi cabeza ebria de ti…………………………………………………………..31 La Bora melancòlica………………………………………………………..…32


AQUELLOS BESOS

Aquellos besos que me diste En mi boca ebria de teluria Pasada la tormenta de los ojos inquisidores Se los llevò la corriente salobre del olvido En tu casa de viuda atormentada No queda recuerdo alguno A dònde fueron tus besos clandestinos De posada barata y hosterìa escondida En cuàles paredes descarchadas De hoteles de paso, de la mala muerte Quedaron escritos tus labios carmesì De promiscuo olvido Busco tus besos carnestolendos de Bambalinas y Stell Band en los pliegues Oscuros de mi memoria y no se repiten Tus besos de medio siglo y de aquelarres Tus besos de eclesiástica culpa y cambulè Extraviados entre los antifaces fluviales A orillas del Malecòn con mùsicas celestes Que vibraban en las caderas de tus cómplices Hermanas de profesión indomable A dònde fueron a parar tus enigmáticos besos De náyade proscripta de la nave del fervor Prohibido por nuestros hijos huérfanos


Què se hicieron los besos que nunca me diste


Bogar triste

Bogo triste y melancólico Por las inmemoriales riberas de Mi lejano Delta Bogo lento displicente Hacia la tercera orilla del rìo De mi infancia libérrima Bogo bogando cual bogavante Herido por la nostalgia Indígena del exiliado de su Tierra fluvial Bogo con el calmo desespero de la Bora que se refleja en el espejo Acuático Bogo por entre las páginas del Libro ilegible ancestral De mi vida ágrafa y escribo Sobre los piélagos azarosos del agua Dulce que desespera por hacerse Salada y amarga


Una bandera negra

Este impasse perenne Que lastima cruelmente Mis días de oscuro claustro Este desasosiego que subsume mi ánimo en Mieles de angustia Estos grilletes de mi desesperanza Que aprietan las coyunturas de mi ser Atormentado por los garfios de Mis llagas sangrantes Camino lerdo y desanimado Por senderos escépticos y bebo De los pozos profundos donde abrevan Los orates internos desahuciados de los Hospicios clausurados por la desdicha Del rebaño igualitario Yo también era la lepra incurable y Supurante de la incredulidad La bandera negra de la derrota definitiva El remero del adiós que viajaba Al país de nunca jamás Era el mar tembloroso e invisible y La llanura dormida esquizofrénica de Mis yoes escindidos eviccionados Del paraíso decrépito.


Aquellos besos que me diste Aquellos besos que me diste En mi boca ebria de teluria Pasada la tormenta de los ojos inquisidores Se los llevó la corriente salobre del olvido En tu casa de viuda atormentada No queda recuerdo alguno A dónde fueron tus besos clandestinos De posada barata y hostería escondida En cuáles paredes pintarrajeadas De hoteles de paso, de la mala muerte Quedaron escritos tus labios carmesí De promiscuo olvido Busco tus besos carnestolendos de Bambalinas y Steel Band en los pliegues Oscuros de mi memoria y no se repiten Tus besos de medio siglo y de aquelarres Tus besos de eclesiástica culpa y cambulè Extraviados entre los antifaces fluviales A orillas del Malecón con músicas celestes Que vibraban en las caderas de tus cómplices Hermanas de profesión indomable A dónde fueron a parar tus enigmáticos besos De náyade proscripta de la nave del fervor Prohibido por nuestros hijos huérfanos Qué se hicieron los besos que nunca me diste


ESTE ES EL REINO QUE ME HABITA

Este es el reino que me habita estos panes ácidos endurecidos por la desdicha de un país lastimado por la discordia lacerado hasta sus huesos famélicos Este terror sanguíneo que arrincona mis células en sus últimas celdas del horror Este resto de vida maleada que nos queda de saldo insuficiente Este río turbio atiborrado de peces muertos pútridos y malolientes Estas calles de todos y de nadie habitadas por los espectros de antiguos fedayines iluminados Nostálgicos de un tiempo propicio al desvarío que más nunca volverá a ser lo que fue Este desasosiego que lastima cruelmente mi alma indómita es un pedazo roto, hecho jirones del reino que me habita cuales hervores en las venas ansiosas por salirse de sus cauces en sus deseos postergados por cobrar deudas pendientes provenientes del fondo insondable de los siglos Estos legionarios de los famélicos ejércitos infantiles


que toman las calles con sus brazos tendidos bajo las luces rojas de los semĂĄforos mendicantes con ojos desorbitados febriles alucinados por la incertidumbre de saber a dĂłnde los lleva el destino de su presente mortinato El Ăłxido que destilan las cĂşpulas celestes cae sobre las cabezas de nuestros hijos decapitados por la desesperanza.


Este impasse peremne Que lastima cruelmente Mis días de oscuro claustro Este desasosiego que subsume mi ànimo en Mieles de angustia Estos grilletes de mi desesperanza Que aprietan las coyunturas de mi ser Atormentado por los garfios de Mis llagas sangrantes Camino lerdo y desanimado Por senderos escépticos y bebo De los pozos profundos donde abrevan Los orates internos desahuciados de los Hospicios clausurados por la desdicha Del rebaño igualitario Yo también era la lepra incurable y Supurante de la incredulidad La bandera negra de la derrota definitiva El remero del adiós que viajaba Al país del nunca jamàs Era el mar tembloroso e invisible y La llanura dormida esquizofrénica de Mis yoes escindidos eviccionados Del paraíso decrèpito.


ESTA CIUDAD QUE AMO Y ABORREZCO

Esta ciudad donde malvivo y muero de mengua Por el tiempo infame que corroe mis bajos deseos De bestia herida por la incertidumbre Esta ciudad que duerme a deshoras y testifica Los terribles descuartizamientos en sus esquinas Malolientes y sus hetairas embalsamadas de Una tiranía inhóspita En esta ciudad de vísceras colgantes Sobre las cabezas esquizofrénicas de sus Adolescentes degollados por la desdicha y el desamor De sus padres tumefactos todos mastican sus decrépitas Hostias bajo los fornicios de la desolación y el abandono Esta ciudad de sexo purulento y de lenocinios Municipales gratis para los hijos de sus descendientes Selectos, aristócratas, ataviados de orlas capitalinas En esta ciudad terrible de ángeles caídos La gente que la habita carece de aulladeros Comunales donde estrangular su pálida y demacrada Fe en el futuro cenagoso y pestífero que aparece en los Sueños diurnos de los domingos vituperados por Las lluvias mortuorias del semen de sus gobernantes Caídas sobre las cabezas atolondradas de sus Infértiles habitantes


Grietas en la muralla

Las murallas de la existencia se agrietan como la vida misma Cada grieta ahonda el dolor de estar vivo El dolor de vivir duele hondo màsallà de lo indecible La cicatriz abierta del vivir sangra y palpita en la queja Antigua que no cesa La vida es un dolor que camina lento por los Senderos de la duda incierta Còmo decir eso que no se puede decir La angustia de vivir sin certidumbres Hiere cruelmente la existencia de los días Frágiles El reino del padecimiento es el reino Terrenal del vivir contra morir Pero pocos nacemos con la señal de la muerte Marcada en nuestro destino mortinato


Incendiar el cielo

Incendiar el cielo, prenderle candela a los continentes y a las estrellas Con una sola palabra Me basta Una sola y Ăşnica palabra que sirva de mecha incendiaria Es suficiente para volverlo todo cenizas Escombros, pilares derruidos crepitando entre el fuego Universal que abrasa y destruye todo cuanto es susceptible de Ser arrasado por las llamas


La corriente del exilio

El río turbio llevaba sus raudales Con violentas corrientes irascibles A puertos desconocidos Cada día cada noche cada nuevo amanecer La insistencia del río me golpeaba raudo contra Los tristes mosures de la desdicha Y las flores mortecinas de La Bora celeste Vaciaban sus fragancias melancólicas en mis Alforjas imaginarias El espejo inmóvil que siempre me refleja Devuelve infinitas imágenes de otro tiempo Que sigue fluyendo en mis venas de indómito Aborigen trashumante Yo bogo contracorriente por entre los meandros De una ciudad hostil enclavada sobre los Arrecifes de una discordia sin fin que naufraga Implacable la nave de la estulticia Mi hogar es un lugar inaccesible un espacio sin espacio Una forma que se desconoce y se esfuma cuando apenas Intenta nacer en mí Yo soy el Beduino fluvial que vive itinerante Huyendo de sí mismo El meteco hostigado por los poderes terrenales Del hombre La lengua mancillada que se impide narrar


Su incertidumbre acuática Yo soy esto que no puedes ver

Los poetas de mi país

Vivo en un país donde sus poetas son catalogados Según sus actitudes y posturas políticas ante la Revolución O eres apátrida y pitiyanky que en realidad quiere Decir “petityankee” o eres rodilla en tierra O eres revolucionario o contrarrevolucionario Vivo en un país donde no es posible el tèrmino Medio: o estàs con la “patria” o con la muerte En mi país es un delito ser nini Sòlo los enchufados pueden darse el lujo de Proclamarse “non plus ultra” En el país que habito està prohibido pensar Con cabeza propia Quien osa decir esta boca es mìa no tiene Derecho a comer Vivo en un país donde tomar una fotografía Puede costarte la vida a manos de un “patriota cooperante”, un país extraño En verdad; nadie sabe quièn es quièn en la Cola para comprar las escasas viandas Los poetas de mi país emigran sigilosos Se llevan sus versos encaletados entre los Pliegues de sus raìdas gabardinas desteñidas Por el tiempo implacable de la revolución


Los poetas de mi país dicen no tener país Que hasta su modo de caminar se lo deben A los chinos Los poetas de mi país hablan con miedo De ser delatados por los “poetas” de su propio País En mi país sus poetas no se llaman hermanos Como se tratan los se denominan los Camaradas, compatriotas y compañeros de las Congregaciones y los templos iconoclastas de la Otra iglesia Los poetas de mi país rinden culto y pleitesía A un dios embalsamado, -dicen las malas lenguas Que liquidado en el Mar de Las Antillas Los poetas de mi país se esquilman mutuamente Y se miran de reojo y se tildan de pèrfidos Y se odian entre ellos mismos Y se odian a sì mismos Y se siquitrillan y se maldicen y se lastiman Y se lanzan epítetos y denuestos infames Los poetas de mi país se paran a discreción Ante los capitanes y tenientes y dicen: “rumbo Al socialismo bolivaresco” Los poetas de mi país Se quedan dormidos ante el sol quemante del Mediodía en procura de un cupo electrónico En dólares para comprar un frasco de esencia De Sàndalo en tiendas de Marruecos para agradar A los asistentes de los saraos dominicales de Las cadenas televisivas


Los poetas de mi país son seres esquizotìmicos Que dicen sì cuando quieren decir no y viceversa

Los poetas de mi país no se suicidan como Lo hacen los poetas de otras latitudes Los poetas de mi país no saben lo que es La cicuta, nunca han acariciado una idea Mortal y peligrosa porque, salvo contadas Excepciones hace algunas lunas se marcharon Al transtierro y vuelan otros cielos y otras nubes Y otras ansiedades allende los mares de la melancolía Los poetas de mi país aprendieron a decir sì mi Don A fuer de chantajes y canonjías los poetas de mi país Dicen sì camarada, claro que sì don Ramòn Por su puesto mi Don y brindan y se atragantan de tequeños En los bautizos de los folletos ideológicos y las cartillas De propaganda que edita la imprenta nacional del Partido Único de la revolución

Ciertamente, amar duele Pero no amar duele mucho más Amar es una herida invisible Que no cicatriza


Sรณlo muriendo cierra la herida Del amor que vuelve a abrirse Una y otra vez sin tregua Hasta el fin de los tiempos

Una crispaciรณn de remero insomne Que boga siempre contracorriente Un dolor antiguo que resiste a su extinciรณn Una lepra que camina sobre las aguas detenidas


Por la melancolía indígena de mis ancestros Y reside en mí el reino del padecimiento Que no muda de piel El dolor otra vez fisiológico La queja inextinguible que no cesa jamás Y lastima cruelmente mi vida metafísica De meteco alucinado Vivo en el reino del sufrimiento En el país del dolor secular Mi herencia es este amasijo de nervios descoyuntados Este vertedero de ansiedades que huyen despavoridas Hacia las regiones imaginarias de la diáspora.

Cola al revés Esto también lo vaticino Ellos, que también esquilamron el Rebaño de sus mejores galas


¡No pasaràn! Atisbo el dìa que en también hagan colas No tan largas como las que hacen los Habitantes decapitados del país extraviado Para ir al cadalso, temblorosos, con ojos vidriosos, Seguros de toda certidumbre, de su horca inexorable Està visto por entre los ceñidos pliegues de la historia Patria abominable se adivinan los gemidos llorosos De los antiguos perseguidores implorando una clemencia Que nunca quisieron otorgar a sus adversarios en los días De gloria efímera Apuren sus cálices rebosantes de heces diabólicas Grandísimos hijos de puta Que luego no habrá tiempo para el perdón ni olvido.

La corriente del exilio

El río turbio llevaba sus raudales


Con violentas corrientes irascibles A puertos desconocidos Cada día cada noche cada nuevo amanecer La insistencia del río me golpeaba raudo contra Los tristes mosures de la desdicha Y las flores mortecinas de La Bora celeste Vaciaban sus fragancias melancólicas en mis Alforjas imaginarias El espejo inmóvil que siempre me refleja Devuelve infinitas imágenes de otro tiempo Que sigue fluyendo en mis venas de indómito Aborigen trashumante Yo bogo contracorriente por entre los meandros De una ciudad hostil enclavada sobre los Arrecifes de una discordia sin fin que naufraga Implacable la nave de la estulticia Mi hogar es un lugar inaccesible un espacio sin espacio Una forma que se desconoce y se esfuma cuando apenas Intenta nacer en mí Yo soy el Beduino fluvial que vive itinerante Huyendo de sí mismo El meteco hostigado por los poderes terrenales Del hombre La lengua mancillada que se impide narrar Su incertidumbre acuática Yo soy esto que no puedes ver.



DELTA DE LA MEMORIA

Las inmemoriales riberas de mi Delta prenatal Se dilatan en la espesura intangible de los recuerdos Decrépitos de mi infancia abortada por la decrepitud De mis huesos de fluvial incandescencia de náufrago En el mar de mis sargazos Yo era una borrosa grafía ininteligible que dibujaba Trazos de angustias en la tela acuática de mis sueños Clausurados por la vida errante de beduino sin desierto Yo llevaba en las inquietas orillas de mi Nilo interior Barcos tristes y endebles que se estrellan contra los Arrecifes de mi Scila y Caribdis En mis días y noches interminables de ajenjo y licores Irresponsables de suicidios juveniles bogaba hacia no sè Que soles preteridos y escanciaba con mis ojos todos los Crepúsculos de los confines del mundo.


PEZ ALUCINADO

Yo era el pez alucinado que bogaba Aguas arriba contra las tercas corrientes De la melancolía Yo amanecía exhausto de mis noches Interminables y me refugiaba en los nichos De los grandes borales detenidos por la quietud Del agua bajo la luna enferma Yo dormía a ratos debajo de las piedras Ataviadas de hidras fluviales y musgos milenarios Los pescadores me buscaban afanosos Para pescarme y venderme por piezas y lonjas Suculentas en los mercados de la ciudad decrépita


Botones de bora

Las aguas calmas del Espejo fluvial Vuelven sigilosas Con la fruta àvida Solitaria del Moriche triste Hacia destinos salobres Un maraisa boga por la Orilla umbrìa Y se desvive observando Los botones inmóviles De bora grabando En su retina los colores Espléndidos e iridiscentes De la tarde acuática


INFANCIA

Cuando en mi infancia bogaba Por las dulces aguas del río Las lentas corrientes de mi Nilo Interior Me llevaban sin darme cuenta Hasta los altos crepúsculos Y atisbaba el lugar donde nace la luz Las tardes eran interminables Nunca miraba la hora porque No tenía necesidad de reloj El tiempo era un delgado hilo de luz Que se ocultaba con la penumbra acuática Y yo bogaba siempre hacia las desembocaduras Del olvido.


Mi yo se pluraliza y se convierte en infinitos yoes que naufragan en aguas turbulentas de mares purpúreos de desasiego. Yo no soy yo y sin embargo me afirmo en mì únicamente cuando me descubro deshabitándome de mi identidad fugitiva, evanescente.

LA OSCURA CLARIDAD DE MI ESPÌRITU

La escura claridad de mi espíritu insomne Me evicciona de la cama Como expulsado del paraíso herrumbroso Desvencijado echado al abandono de Los preteridos por la enigmática Enfermedad incurable de la vigilia incesante En mitad del descampado de mi existencia Doliente lamo mi herida esencial y curo


La llaga supurante que soy que camina Con su mente por las orillas del cosmos y Las constelaciones de mi alma ingrávida Porque yo mismo soy un país extraviado De sí que no encuentra su brújula Quisiera para mí otra cosa que esta Bagatela de veleta naufragando en medio De este mar encrespado y violento que Abate mis antiguas certidumbres Crepusculares Soy este vigía que otea en lontananza Los confines de las fronteras de su bóveda Craneal en busca de las verdades inútiles Las verdades evanescentes que huyen Despavoridas del gendarme que soy Con sus métodos infalibles y sus dogmas Intolerantes Las terribles y hostiles ideas lastiman Mi espíritu débil y apacible derrotado Por el hostigamiento de mi incurable insomnio Pertinaz e inclemente Cuando el desasosiego planta sus negras banderas En el país de mi espíritu dubitativo de nuevo Vuelve una y otra vez y otra… El filoso colmillo de la serpiente nocturna Que hinca la carne amoratada de mi Espíritu dudante y melancólico que espera Impaciente la inútil calma del imposible sueño


LA NIEBLA FLUVIAL

La niebla cobija el rostro inmóvil del rìo dormido Los pájaros cantan a orillas del barranco Y alegran del despertar del alba con sus trinos Irrepetibles Un mosure gigante avanza al ralentí Hacia rumbos desconocidos Se mueve inexorable con sus tapices de Bora Y los primeros peces del amanecer Saltan contentos y exhiben Sus impúdicos brillos al trasluz de los lentos Rayos del astro fluvial.


Mujer levitando

Mujer que levitas en las tardes de Marzo Yo cuido de ti y velo tu duermevela A la luz de la resolana Un tenue hilo crepuscular Dibuja tu rostro De náyade que boga mis aguas Tranquilas De los Lunes ingrávidos Yo te celebro festivo tu indómita Belleza inaudita Y tú vas y regresas de tercas advertencias Cuidando tu espacio vespertino


Pretèritos de otra luz

He aquí el reino que impera en mi vasto dominio Estas son las señales de las antiguas banderas Agujereadas por los vendavales de la discordia Por aquí pasaron los ojos desorbitados de las hordas Desquiciadas sedientas de implacable venganza En estas dilatadas sabanas empalaron a los que osaron Desafiar los dominios seculares Del dogma En las márgenes de estos confines Ondearon las banderas del rey y los gritos Estrangulados de sus súbditos harapientos Aquì permanecemos gritando la agonía Mientras llega el clarear del dìa Seguimos siendo la promesa postergada De las legiones de los preteridos De los escarnecidos y vituperados Somos los herederos del triste vilipendio


De los conventos clausurados De la paz de los sepulcros y los jardines Marchitos Esta tierra se ha secado Y de sus entraĂąas brotan espinos En cuyo seno brotan crucificados Horizontales irguiĂŠndose hacia las orillas Del mundo


YO SOY UN PÀJARO Por las tardes cuando el sol Comienza a ocultarse lentamente Y se hunde parsimonioso como una Hostia incendiada En el fondo del inmenso cáliz Horizontal de agua dormida Yo comienzo a cantar y me Convierto en un pájaro Sobre la rama temblorosa del Mangle movido por la brisa Que estremece las hojas bañadas Por la última luz del crepúsculo Acuático Yo canto a los peces que saltan Y suben a la superficie del agua Dulce a escuchar mis trinos de Lentos atardeceres que se ocultan Tras la espesura del agónico horizonte


El poema se insinúa en la mente como una imagen borrosa y comienza a fluir lento como la corriente de un rÏo‌


De cierto os digo: vendrán tiempos mejores sólo si imaginamos los caminos que hemos de inventar y transitar hacia esos tiempos; únicamente por el sueño se puede acceder a nuevos mundos posibles.


En aquellos tiempos yo gritaba A la gendarmerìa que custodiaba Las puertas de la ciudad rodeada de Grandes montañas Yo madrugaba leyendo a los Padres del Surrealismo y Fumaba cajetillas tras cajetillas De cigarrettes en los pasillos de La universidad Siempre ebrio de versos delirantes Del simbolismo francès Paul Eluard, Pierre Reverdy, Andrè Bretòn Eran mis compañeros de viaje a las inmòviles Regiones de la poesìa Yo era un sudaca que vivìa Espiritualmente entre Marseille, Lyon Y Parìs abrevando de las fuentes puras De la utopìa y mi quijotismo no tenìa Mensura La terrible sensibilidad àcrata y libertaria No me abandonaba nunca por aquellos dìas De licores extraños e irresponsables Filosofaba con el martillo y Nietzsche guiaba mis Pasos por los senderos de la incredulidad irredenta


Tù eres mi dolor que no cesa Mi herida abierta que duele Sin pausa Amarte ha sido mi anhelada muerte Por tì camino a diario hacia mi disoluciòn Sòlo cuando me doy plenamemnte en tì Me afirmo y reconozco Sòlo soy yo cuando me veo en tì Yo camino los senderos escabrosos Que me traza tu presencia evanescente Te invento cada dìa y te reinvento y te Celebro en el dolor cruel de mi desasosiego


Construyamos la casa de la verdad con los ladrillos De las palabras Que las palabras lleven su sentido original Que cada una de ellas diga lo que en sus inicios Que la palabra justicia signifique justicia Y que la palabra amor signifique justamente eso: amor Que la misericordia sea exactamente la misericordia Y que el perdòn conlleve el perdòn con todas sus letras Hagamos entre todos la casa de las palabras Y que sus paredes y puertas y ventanas Hablen el lenguaje del entendimiento Coloquemos un pequeño punto justo en el lugar Donde debe ir y respiremos la pausa que el vivir Entre palabras nos demanda Hablemos el lenguaje transparente del aire sobre Aire que forman las pequeñas islas de aire que Brotan de los puentes invisibles que nos comunican Las palabras esas intermitencias permanentes Que nos asedian desde siempre


El amor es ese algo que de lejos Acusa la mayor urgencia Es el temblor insoslayable Refugiado desde siempre En la mirada furtiva de ambos El autèntico amor sòlo ocurre Entre dos Es el enigma que se abate sobre Los amantes El amor es paradòjico Desata conflagraciones e incendios Que devastan y arrasan las casas De aire de los amantes Por amor los amantes padecen La cruel enfermedad que mina Los huesos de la esperanza y no Se arredran ni desfallecen


Mi cabeza ebria de tì

Tus persistentes recuerdos añejos Fueron regresando con el ritmo lento Moroso de la bora y el boral Fuiste viniendo con el paso ralent De las aguas salobres Tu imagen pulquérrima e intocada Siempre volvìa con el ritmo infatigable De la tarde ingrávida Eras un tenue destello sobre la otra orilla Del rìo de un tiempo que se devolvía sobre sì mismo Las flores silvestres de los meandros te traían Hasta mì sin que yo advirtiera tu terca presencia En lo hondo de mi espíritu Tu venìas con las fragancias fluviales del henchido rìo De Abril Te dejabas llegar sola hasta mis insomnes Amaneceres de Moriche melancólico Te soñaba despierto como el alucinado que siempre He sido al borde de los precipicios de la agonía atlántica Siempre borrabas la superficie de tus pergaminos para Dejar que mis letras nerviosas y dudantes se escribieran Sobre tus llanuras inquietas e indoblegables Yo contemplaba con mis ojos desorbitados Tus làminasespejeantes de móviles riberas Que iban y venían de la mañana a la noche Como un rito antiguo y siempre novísimo Bebìa tus vastos horizontes dedèlticos deseos de mi Y me sumergía en las aguas pretèritas de tus inefables


Recuerdos calmos e insistentes Una vez otra vez y otra y asĂŹ hasta perderme en Lontananza como lĂ­nea imaginaria en mi cabeza ebria de ti.


La bora melancòlica

Bora que boga Aguas abajo Morosa Displicente a la luz de la luna Observada por millares de ojos celestes Bora cadenciosa danza su eros Bajo el hechizo de una mùsica astral Bora triste tristìsima Que mide su ùltima hora En la ansiedad de las olas del mar La Bora se hunde en silencio y se pierde Por siempre en la lejura


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