Homenaje a la Casa Centenaria Vereda Toldas 1916 - 2016
Relatos de mi Vereda Toldas Sergio Ospina Zuleta
Relatos de Mi Vereda Toldas Primera Edición: septiembre de 2016 ©Sergio Ospina Zuleta ISBN: 978-958-59696-0-5 Ilustración: Raul Zuleta Diseño y Diagramación: Adriana Lopera Sierra Taller Gráfico Alto Contraste Fotografías Tranvía: Bibliteca Pública Piloto Editado por: Rosmira Marín
Medellín, Colombia, Suramérica
A mis padres... por sembrar en mí la candidez y el espíritu de cooperación.
Guarne, Gabriel Carvajal Pérez Agosto 28 de 1965 Biblioteca Pública Piloto, Medellín BPP-F-014-0508
Contenido Prólogo .......................................................................................................................................... 11 Relatos de Mi Vereda Toldas ............................................................................................... 13 Historia de la Talabartería ................................................................................................... 37 Los inicios de la Escuelita .................................................................................................... 43 Tomasito .............................................................................................................................. 50 Festival Toldeño .................................................................................................................. 56 Quien escribe estas experiencias acaecidas ....................................................................... 58
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Relatos de mi Vereda Toldas
“La vida no es lo que uno vivió, si no lo que recuerda, y como lo recuerda para contarla” Gabriel García Márquez
Prólogo
H
ace años vengo reuniendo un montón de papeles, todo lo que he escuchado, he oído, he leído acerca de la vereda Toldas lo he plasmado en palabras y lo he llevado a un cajón; y hoy, he juntado letra por letra, palabra por palabra, imágenes y experiencias; experiencias que se vuelven historias fantasiosas, farsas, verdades confusas, leyendas y aconteceres rigurosos. He cuidado cada una de las anécdotas, lo he hecho como si fuese un coleccionista de monedas, de insignias o de estampillas; he sopesado, he pensado cada historia y la he combinado para elucubrar una nueva historia que permita resaltar y valorar a las familias que forjaron y forjan el desarrollo y el crecimiento socio/económico de la vereda de Toldas.
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Será una nueva historia porque ha sido rememorada muchas veces, porque en cada relato han aparecido nuevos sucesos y han desaparecido otros y porque esta cristalización será contada a partir de mi experiencia, una experiencia que se vuelve ficticia porque ya no es real; como diría Michel Foucault: “Será la experiencia de otros” 1 Es así como pretendo introducir al lector hoy, y a las futuras generaciones en las reminiscencias contadas por personas autóctonas de nuestra querida región; esta historia referirá el por qué el nombre de Toldas, Historia de la Talabartería, El Tranvía de Oriente, Los Inicios de la Escuelita, Tomasito, El Personaje más Preciado y Recordado en la Vereda, El Festival Toldeño y Quién Reescribe estas Experiencias Acaecidas.
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Michael Foucault. El yo minimalista y otras conversaciones. Editorial la marca. Buenos Aires, Argentina, Marzo de 2003.
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Relatos de Mi vereda Toldas historia de la vereda Toldas estará contada por personas que han vivido la mayor parte de su vida en este lugar y le han apostado con el corazón a su proyecto de vida. Toldas es una vereda ubicada en el sur del Municipio de Guarne, limita al oriente con la vereda Juana Petrona de Chaparral, al occidente con Hojas Anchas, al norte con Bellavista y al sur con Garrido (Berracal). Este territorio cuenta en la actualidad con 562 habitantes y unas 162 familias.
La
Relatan algunos nativos de la vereda: su nombre tiene relación con los toldos de paso que construían los soldados y los arrieros; es por ello que el nombre toldas es sinónimo de tambos (posadas, albergues, fondas). Expresaban los viejos que los godos de la vereda le cantaban a los liberales -Los conservadores en Marinilla y los liberales en Toldas- expresiones coloquiales que se decían durante la guerra. También cuentan que los primeros habitantes del territorio de Toldas fueron los Jaramillo, procedentes de la vereda la Clara, quienes tuvieron mucho que ver con la revolución comunera; una vez terminada la revolución, la vereda recibió el nombre de “Toldas”. El nombre Toldas también se relaciona con el acontecimiento histórico de la guerra de los 1000 días a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX; en esta época el ejército patriótico encabezado por el General Rafael Uribe Uribe, construyó sus toldos en material de madera con sus techos
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de paja al estilo primitivo, este lugar se convirtió en la base militar para diseñar y planear ataques a los revolucionarios y a quienes estaban en contra del gobierno. En las diferentes batallas el ejército armaba unos toldos para protegerse del sol y la lluvia, y los dejaban así, construidos para su regreso; allí encontraban con facilidad agua y muy buena vista de todo el valle de la Mosca, era en este lugar donde se esperaban órdenes de Bogotá. En la última llegada de los soldados a Toldas estuvo el señor Fidel Cano, fundador del espectador quien ofreció su servicio a la patria en el ejército. Este era un buen lugar para el paradero de los arrieros y las mulas porque se convertía en una estación fija, una tolda que más tarde sería una tienda o una posada, la misma que terminaba convirtiéndose en una fonda caminera de gran importancia económica y social para la vereda. Antiguamente la vereda Toldas se llamaba Tiendas, pues existían varias fondas y posadas por todo el camino que cruzaban la vereda de norte a sur. Allí llegaban los arrieros después de caminar largas horas junto a sus mulas, iban con los pies descalzos, vestían pantalones arremangados hasta la rodilla, llevaban una paruma o delantal corto, hecho en lona gruesa llamado “tapapinche” y también llevaban un poncho delgado, un sombrero y un carriel donde empacaban lo necesario para el camino: tabacos, jabón, espejo, peinilla y el fiambre en hojas de achira acompañado de una pucha2 de agua de panela con limón. Cuando los caminos estaban en estado intransitable los arrieros tomaban el tiple, la lira y la guitarra y empezaban a cantar los versos de las canciones que más le gustaba; algunas se 2
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La pucha era la botella de aguardiente reciclada y usada especialmente por los campesinos, en esta cargaban sus bebidas.
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las inventaban: -de pa-rriba van las cargas, de pa-bajo los zurrones; de pa-rriba van las naguas y de pa-bajo los calzones-. Jugaban al tute, lanzaban dados y tomaban tapetusa para entretenerse y descansar su travesía por estas tierras. Generalmente los arrieros trabajaban en “muladas” grandes, de quince a veinte, la mula era un animal muy dócil, muy fuerte y hasta inteligente, era capaz de cargar a lomo dos bultos pesados de 75 kilos cada uno, equivalentes a 6 arrobas o a 5 “almudes”3. La carga debía estar protegida por un lienzo que llamaban encerado, y según la mercancía, podía ser redonda, (cilíndrica o esférica) cuadrada, (cajones) angarillada, (armazón de 4 palos que servía para transportar objetos de toda clase, además sirvió en ocasiones para transportar enfermos y muertos) tureguiada (con el capacho de las mazorcas de maíz armaban una turega, utilizaban entre cuatro y ocho mazorcas) y de rastra (dos palos que amarraban a los lados de las mulas, para que los arrastrarán). Los arrieros preferían las mulas más fuertes para liderar el recorrido, estás eran llamadas tabaqueras porque eran capaces de llevar carga y media, mientras que las otras mulas tenían que descansar de la carga en el recorrido; cuando éstas mulas estaban descansadas, quitaban a la mula tabaquera el sobre cupo que llevaba y cargaban nuevamente a las otras mulas para que continuarán el resto del camino.
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Un almu, cajón de madera o canasto fabricado con material vegetal, utilizado por los campesinos para medir sus productos: el fríjol, la papa, el maíz, etc.
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A las 5 de la tarde de todos los viernes, los nativos de la vereda esperaban sentados a la orilla del camino la llegada de los arrieros al valle de la Mosca, procedentes de Girardota y Medellín, quienes venían a lomo de la mula, llevando consigo un zurriago para arriar a la mula y protegerse de la gente desconocida. (El zurriago era un palo delgado que llevaba amarrado en la parte de arriba un cuero fuerte y grueso, algunos eran finamente tallados por el dueño.) Las mulas venían cargadas de panela, plátano y yuca para venderlos en el mercado de los municipios de Rionegro, San Vicente y Sonsón. Algunos campesinos de la vereda se encargaban de enseñarles los mejores sitios a los arrieros para poder entoldar. Entre todos y ayudados con palos, ramas y un lazo de cabuya armaban los toldos para hospedarse a la vera del camino. Cuando llegaba el amanecer y a eso de las 4 de la mañana, los arrieros madrugaban para continuar su camino de “riales” y de herradura para llegar al valle de San Nicolás; a esa hora los arrieros iniciaban sus labores amarrando la carga a las bestias. Antes de iniciar el viaje cubrían los ojos de una de las mulas con la mulera, la cargaban por el lado derecho, le colocaban la enjalma y la aseguraban por la retranca para evitar el movimiento de la mula por delante, también la aseguraban por delante, por el pretal, para evitar se corriera para atrás. Luego venía el amarre al primer bulto con la lía,4esta llevaba un bozal para poder alzar el primer bulto, el segundo bulto era sostenido por un sangrero (ayudante de los arrieros para el amarre). Una vez amarrados los dos bultos con la sobrecarga, se utilizaba una soga más larga, la cual tenía un cincho de cabuya que se le pasa al animal por debajo del vientre; al final del 4
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La lía era una soga o cuerda gruesa y dura de cáñamo o esparto machacado.
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cincho estaba el garabato, un gancho de madera fina, generalmente de guayabo o de arrayán. Por medio del garabato, la sobrecarga era apretada con fuerza y con un nudo corredizo, llamado nudo de encomienda; era así como las mulas quedaban listas para transportar los productos. Una vez entregaban sus atados en los municipios ya mencionados y al caer la tarde, los arrieros estaban de regreso, retornaban a descansar de nuevo en las playas de la Mosca (las toldas). La recua de mulas no regresaba vacía, en esta ocasión venían cargadas de legumbres para ser vendidas en Medellín; los arrieros también transportaban de Girardota a Rionegro panela y de Rionegro a Girardota papa, frijol y arracacha. La agricultura en la vereda ha tenido momentos de mucho apogeo y anteriormente, era normal encontrarse camiones por la carretera cargando legumbre para ser llevada y vendida en la costa atlántica. Cuenta uno de los habitantes de la vereda, el señor Ángel Custodio Zapata Berrío que por Toldas habían dos caminos, el uno quedaba cerca del otro, los caminos riales y de herradura comunicaban a Girardota, Guarne y Rionegro; uno de ellos era por la orilla derecha de la quebrada la Mosca y el otro por el norte, lindero con la propiedad de los Uribe, familia de la vereda Bella Vista; después del puente rial, cruzaban por el valle de la mosca. Don Custodio también relata que los arrieros viajaban una vez al mes a Yarumal con una recua de mulas, unas cincuenta; cruzaban por las trochas y caminos que cubrían a Toldas y que en algunas partes cruzaban las mangas del señor Zapata Berrío, llamadas las toldas. También expresa que por estos valles acampó el General Rafael Uribe Uribe, hombre importante en la revolución de los mil días. ¡Ah…! Contaban además los viejos: -“por las cuchillas de las montañas de la honda, los arrieros salían para Manizales y a todo el eje cafetero”-
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Este señor Miguel Ángel Zapata Berrío, reunía a sus hijos para rezar el rosario a la virgen de la candelaria, luego les contaba que los arrieros llegaban a la vereda en sus mulas con mujeres muy lindas que traían desde Girardota; y que al otro día cuando despertaban, las mulas tenían el pelo de la crin enredado, la cola trenzada con un nudo al final. También les contaba que perros y gatos estaban alrededor; se decía que las mujeres eran brujas y se convertían en animales al amanecer.
Construcción de puente sobre la Mosca entrada a Toldas. 1970
En la década de los 70 se inició la construcción del puente que comunicaría la vereda con la autopista Medellín/Bogotá; los predios fueron donados de la quebrada hacia la autopista, por el señor Custodio Zapata Berrío y de la quebrada hacia la carretera vieja, por el señor Jacobo Henao Rúa. En ese entonces existía una junta de acción comunal, los integrantes se reunieron para dar inicio y gestionar con en el Fondo Puentes y Barcas de la Gobernación de Antioquia. Toda la comunidad aportó a pico y pala sus jornales de trabajo y la comida y la dormida para quienes no pertenecían a la región, algunos fueron hospedados en la escuela. Cuentan además, que faltando una capa de cemento para la placa del puente se dañó la mezcladora y hubo que adaptarle un motor de una máquina de sacar cabuya... a eso de las cinco de la tarde se dio fin a este logro;
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... este
puente se convirtiรณ en la entrada principal a la vereda.
Construcciรณn de puente sobre la Mosca entrada a Toldas. 1970
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El
“31”, era otro sitio de reuniones donde se juntaban muchos de los viajeros. Los arrieros que pasaban se integraban con los nativos de la vereda, Paseo de olla quebrada la Mosca,1976 hacían sancochos y “tiraban charco”. La Mosca tenía muy buen caudal y el agua era cristalina y apropiada para el disfrute en gallada. En ocasiones cuando la quebrada se crecía debido a los aguaceros que caían en Guarne, muchachos como don Custodio y su hermano Abel se iban mosca arriba hasta el “31”, se tiraban en la creciente de la Mosca y bajaban hasta el valle de las toldas, cuentan que esta hazaña era uno de los mejores disfrutes que poseían. Todos disfrutaban de la diversidad de aves de la región como las guacharacas, los afrecheros, las mirlas pantaneras, los querques, los chamones, los azulejos y los barranqueros, entre otros; habían muchos árboles como el siete cueros, el carate, el espadero, el nigüito, el chiriguaco, el guácimo, el camargo, el drago, el chagualo y el chachafruto, entre muchos otros; allí podían saborear algunos frutos, pomas, guamas, arrayan, mortiño, mora silvestre y durumoco. El lindo y variado paisaje que ofrecía estas tierras permitía que los días viernes, sábados y lunes fueran lugares de encuentro; hoy son los que más remembran las personas, sitios como San José, uno llamado Piedra Negra, Toldas, Berrio Viejo y Garrido. En aquella época el día domingo era especial porque todas las personas participaban de la eucaristía, y cada familia aprovechaba el viaje para realizar el mercado de toda la semana. En esa época se distinguían
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Familia Henao Arango- 1963
La Familia - 1978
los lugares donde más concurría la gente, las fondas eran decoradas con flores de la región, fotos y cuadros representativos de las familias. Los transeúntes dialogaban con los vecinos y compartían temas políticos, sociales y religiosos. Ensayaban a la suerte jugando dado y tomando el aguardiente nativo, la tapetusa.5 Cuentan los viejos que las familias más reconocidas por la producción de tapetusa fueron los Loaiza Monsalve, Loaiza Zuleta y Ospina Loaiza entre otras, quienes desde los años 40 destilaron la mejor tapetusa de la época; “El elíxir de Guarne, un trago apetecido, una bebida estampa cultural, arraigada en el imaginario colectivo de propios y foráneos” Los fabricantes de esta bebida, la destilaron clandestinamente en alambiques (destiladores) los mismos que permanecen ocultos en montes, matorrales o en medio del cultivo y las cañadas. Se dice que la tapetusa de Guarne y la de Urrao tenían tal maestría en la fabricación, que se convirtió en la mejor destilada del departamento y que era casi igual o mejor que el aguardiente de rentas de Antioquia. Los tapetuceros de las veredas vecinas, cuando estaban embriagados decían: “que el licor autóctono es el mejor invento de la humanidad”. 5
La tapetusa era el licor de antaño de los guarneños, destilado del fique, y como su nombre lo indica, tenía una tapa de tusa.
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Tres generaciones: Don Marcos, Sergio y David
Los comerciantes de tapetusa, aprovechaban el Tranvía de Oriente que se desplazaba por estas tierras para comercializarla en Medellín. El hijo del señor Hincapié de nombre Crispiniano se asoció con un señor de la vereda de Toldas, montaron un zacatín, nombre que le daban a esta fábrica. En ese tiempo empezaron los encontrones por el expendio del licor de la tapetusa en el Municipio y en las veredas cercanas a Toldas, fue tanta la rivalidad por la comercialización que se fueron matando unos a otros. Cerca de Toldas habitaba una señora Teodora Loaiza, esposa del señor Ricardo Loaiza Monsalve, a quién mataron en Guarne con ese ímpetu de los tapetuceros; comentaban los viejos que esa violencia se originó por el expendio de la tapetusa en todo el pueblo. Para ese entonces, los guardias de rentas empezaron a vigilar los expendios y como los de Guarne tenían más rosca, porque estaban en
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la política, y en esa época quienes mandaban eran los godos, la emprendieron contra los Loaiza o cualquier familia que fabricara tapetusa. El hijo de don Ricardito y algunos habitantes de Toldas eran bien belicosos, la mayoría se mantenía con su carabina o con un “gras” (arma de un solo tiro, pero muy potente, era una bayoneta larga que la incrustaban entre el gras). Don Custodio testifica: -quien haya pasado por el ejército sabe eso, como es la bayoneta armada, y que era similar a la del ejército. En esa época la gente andaba tranquilamente con su carabina a todas horas, si se le ocurría acomodarle un tiro al que fuera, no lo pensaban mucho; eso es lo que más recuerdo de la vereda-. Recorriendo los caminos y conversando con las personas de la vereda, se conoció la historia del nombre de la quebrada que atraviesa la vereda por el centro de norte a sur y que la
Don Marcos y sus amigos en Toldas Cruzando El Puente- 1961
divide en dos, “La quebrada la Mosca”, lleva este nombre porque en la quebrada trabajaban muchas personas de color, desde la lejanía, se notaban mezclados con los blancos y todos juntos, parecían manadas de artrópodos. Cuentan los habitantes de la vereda que en marzo de 1811, comenzaron a explotar las orillas y las profundidades de la quebrada la mosquita hasta llegar a la Mosca, el autor de ello fue el señor Manuel José Jaramillo García, quien poseía una cuadrilla de negros esclavos traídos de España.
Los esclavos que traían para trabajar en las minas se asentaron en rancherías por los lados de la vereda Bella Vista, eran propiedad de los hermanos Jaramillo, españoles terratenientes al servicio del rey de España. Se afirma con alguna certeza que los primeros pobladores asentados en Toldas, históricamente proceden del indígena, el español y el negro. Los indios que habitaron estas tierras (tribu indígena Guané) fueron llevados a un resguardo por curas que llegaron a América para conservarles la vida, protegerlos de los españoles y enseñarles las costumbres y creencias religiosas de ellos. Los indios se dedicaban a cultivar la tierra, en especial el maíz, que era más importante que el mismo oro, también manipulaban objetos de arcilla, en particular por el aspecto morfológico. El valle de la Mosca ha sido rico en aluviones auríferos, especialmente su riachuelo
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homónimo, esa condición determinó el establecimiento allí para un real de minas, siendo toda la provincia terreno de minas. Existían alrededor de 22 minas y 18 aluviones de dos vetas; estas minas de la Mosca eran muy famosas por sus cimientos de oro; fue el señor Francisco Zapata quien venía del Municipio de Briseño a explotar la riqueza de nuestras tierras; todo el oro que extraían era enviado a Cartagena para ser trasportado a Europa para los reyes de España. Se dice que toda la Mosca estaba llena de oro y que las cuadrillas de obreros estaban encargados de traer agua en abundancia desde las montañas; lo hacían por un sistema de canales para las minas ubicadas en los peñascos que se encontraban al occidente de la vereda, esta agua caía al caudal de la quebrada la Mosca; con esta lavaban el oro. En el año de 1920 se instalaron dos minas de oro en la quebrada la Mosca y eran de pro-
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piedad de José María Sánchez. Era un molino grande que fue traído en bestias desde la ciudad de Medellín, con la ayuda de varios hombres negros esclavos de la época, traídos por los españoles para los trabajos pesados. La minería fue la primera fuente de empleo para la comunidad que habitaba en el valle de la Mosca. De la quebrada la Mosca sacaban agua mezclada con lodo (sango), piedras y arena, este material era trasladado por dos personas y era utilizado como un método para extraer el metal. Tomaban dos varas con unas tablas atravesadas en el medio, se forraban con tela de tapar tabaco y los obreros se colocaban entre las varas uno frente al otro para mecer la tierra y así lavar y extraer el oro de sus entrañas; esta herramienta fue nombrada “Parihuela”, una vez extraían el oro los obreros se llevaban el material que sobraba para depositarlo en un hueco y luego reutilizarlo
para lavar más oro. El oro que era llevado mensualmente a Medellín para fundirlo y fabricar las barras o lingotes, luego era enviado a España. El trabajo duro no fue la única actividad que realizaron los pobladores de Toldas, también existieron las romerías,6 otra de las costumbres que existen en los pueblos, podríamos decir que esta es una de las herencias que nos dejaron los españoles. Esta tradición proviene especialmente de los cristianos y responde a una necesidad de devoción y evocación religiosa de los creyentes por expresar la alegría y el sentimiento al mundo espiritual. En el año de 1949 el presbítero Víctor Aristizabal, perteneciente a la parroquia La Candelaria del Municipio de Guarne, envía uno de sus sacerdotes a coordinar la romería en la vereda de Toldas; el cura enviado fue recibido por los campesinos, ellos muy amablemente lo acogieron en sus casas durante los tres días que duraba la romería. Estas fiestas se realizaban en la escuela rural Toldas; la música se hacía en vivo y los protagonistas eran grupos de la región. A las 10 de la mañana se iniciaba con la celebración de la eucaristía, luego se vendían los comestibles (panelitas con coco, gelatina de pata, dulce de tomate y mora, cofio, solteritas, etc.) se hacían remates y rifas; las niñas más jóvenes y atractivas eran las encargadas de vender las cantarillas. El tercer y último día asistía más gente, allí acontecía algo muy especial: a eso del mediodía, se brindaban las complacencias de los enamorados propios 6
La palabra romería desciende de romero, así se denominaban a los peregrinos que viajaban a Roma o a cualquier santuario; esta ha sido una fiesta católica.
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y extraños que visitaban; cada novio debía pagar 5 centavos, y con los fondos recogidos ayudaban para la evangelización del pueblo. En la vereda se celebraron unas 15 romerías durante 25 años, estando como párroco Monseñor Octavio Giraldo. Don Marcos aún vivo, vecino de la región habla de las romerías y lo que más recuerda es cuando traían el generador de energía para el sonido y poder encender algunos bombillos en la noche; este generador era algo muy novedoso para la gente y quién se encargaba del alquiler era el señor Jesús Castro (Pandequeso, su apodo). La primera profesora que apoyó las romerías fue Laura Gómez de Santa Helena. Con estas romerías la vereda de Toldas se convirtió en una de las fuentes económicas más influyentes para la parroquia.
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Cubierta rabimocha
Historia de La Talabartería
La
talabartería fue una tradición muy representativa en la vereda; hoy solo quedan algunas familias que han dejado en alto el nombre de Toldas por todo el territorio colombiano con sus cubiertas o forros para los machetes, fabricadas con cuero de novillo. Para desentrañar la historia de la curtiduría autóctona de la vereda Toldas del Municipio de Guarne, se escucharon los relatos del señor José Patrocinio Ospina Sánchez, quién refería a sus hijos que le tocaba comprar la baqueta o carnaza en la tenería que quedaba cerca a su casa; también afirmaba este señor, que los cueros eran traídos de otros municipios, algunos de ellos fueron Entrerríos y Sonsón. Estos cueros no tenían el tratamiento debido para la fabricación del ramal o trenza de adornar la cubierta o funda del machete; en esa época se llevaban a un caserío donde los echaban en una caneca llena de anilina amarilla con sal y cal durante ocho días. Luego de la fermentación, el cuero se sacaba de allí, se raspaba, se estiraba en la manga de su casa y se anclaba con palos en los extremos para darle forma y para que recibiera el sol; este trabajo era realizado por
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“Suso” el ayudante de don José. Era esta la manera más económica de obtener la materia prima para trabajar y adquirir el sustento de la familia. Los talabarteros compraban baquetones para el trabajo, este contenía siete u ocho José Ángel, ayudante talabarterìa cueros de novillo, el campesino talabartero los partía a la mitad, los mojaba esparciéndole agua con una totuma quebrada por el pasar de los años; colocaban el cuero sobre una mesa y con un pedazo de madera llamado “buceto” se lisaba suavemente para darle una mejor textura al cuero y así poder aprovechar mejor su riqueza. El talabartero comenzaba a bucetiar con el molde de madera para calcular la mayor cantidad de cubiertas posibles en el cuero; cada molde era cortado y chuzado por los bordes con una lezna o punzón, luego remendaban a mano con mimbre o paja plástica. La cubierta era machacada con un mazo de madera sobre la costura, se le introducía un molde metálico para moldearla, esto se hacía sobre el filo de la mesa de trabajo; para el secado inicial, se ponía bajos los rayos del sol para que penetra en lo más profundo de la textura del cuero. Estas se desplegaban en los patios frente a las casas de los talabarteros sobre unas guaduas, cada hora se debían rotar para obtener un secado completo de la cubierta y así quedarían listas y resistentes a los tratamientos que continuaban; ello consistía en moldearlas de nuevo, sobándolas con un molde de madera en su interior y soleándolas nuevamente. Las primeras cubiertas se dejaban con el color natural del cuero, color tanino que llamaron algunos, ahora
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La Talabartería son pintadas con tinta de dogo para darle una mejor apariencia al acabado. Las esposas de los Talabarteros como se les llamaba a las personas que trabajaba el cuero, eran las encargadas de pintar con una pluma de gallina culeca las cubiertas por la parte frontal de la misma; con color rojo y verde estampaban diferentes dibujos, así engalanaban y cautivaban a los campesinos que utilizaban las cubiertas para sus machetes. Los campesinos casi siempre llevaban amarrada en el cinto la cubierta y con el machete dentro de esta. Los hijos y las hijas de los talabarteros también fueron partícipes en este trabajo artesanal, después de llegar de estudiar en la escuelita de la vereda, ellos y ellas almorzaban y sin descansar trabajaban de cuatro o cinco horas diarias, lo hacían con la verraquera y pujanza de la familia. Iniciaban con la distribución de los accesorios sobre todas
las partes de la cubierta: primero con el botón o nudo que adorna la parte inferior de la cubierta, luego iba el ramal o manojo de carnaza (raspado del cuero) de colores que adornan el cuerpo de la cubierta, con el chupo elaborado con paja plástica, este ramal se fabricaba con trenzas y botón, las frenteras era otro de los adornos con ojaletés, una se colocaba en la boca de la cubierta en la parte superior y la otra en la parte media, por último iba la agalla que permite sujetar la cubierta a la correa del pantalón. La fabricación de las agallas es el complemento de esta creación artesanal, forjadas a mano y pintadas de color rojo y verde. Cuentan algunos campesinos que en la vereda, habitaba la familia de los Loaiza, quienes curtían el cuero enterrándolo en un pantano o lodazal de tierra negra durante varios meses, cinco aproximadamente, con una navaja lo cortaban en un extremo para saber si ya
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Proceso de secado de las cubiertas
estaba pimentado para trabajarlo. Agrega el señor Juan Antonio Ossa que trabajó en la tenería, que en el año de 1959 llega a la vereda procedente de Entrerríos, el señor Secundino Pérez Arango conocedor de las bondades del cuero para la elaboración de diferentes artículos, entre estos las cubiertas. Don Secundino le compra la casa al señor Arturo Arroyabe y de forma muy humilde inicia con la tenería (Curtiembres Guarne) en la vereda de Toldas. Relata el señor Ossa que le pagaban 25 pesos semanales, y que los cueros traídos del matadero, llegaban verdes y era él quien los echaba en canecas con agua y cal durante ocho días; luego los sacaba y los raspaba con un recatón. También cuenta que los residuos del cuero eran depositados
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en una caneca para hervirlos y luego ser comercializados como cola (pegamento para madera.) Muchas personas de la vereda cuentan que los cueros también se curtían manualmente con materia prima, llamada cáscara de Mangle, el proceso para curtir los cueros se realizaba de la siguiente manera: se tomaba el cuero, se amarraba con cabuya, se formaba una bolsa y se le dejaba una abertura para echarle con un embudo la tinta o el zumo de la cáscara de mangle, luego se le amarraban unos palos grandísimos para que la bolsa de cuero quedara inflada por un mes, tiempo que duraba la fermentación de esta tinta sobre el cuero. La cáscara de mangle era triturada y el zumo que salía era el
colorante para los cueros, luego iniciaban el proceso de fabricación de las cubiertas con el cuero curtido; se sacaban por tandas de 15 a 20 pieles curtidas, se distribuían a las personas que las elaboraban. Las primeras cubiertas eran trenzadas en forma de cadena, con 8 ramales alrededor de cada cubierta. El Señor Francisco Zapata era otro talabartero de la vereda e inicia la talabartería con sus ayudantes Juan Ospina y Delfín Ospina; cuando el señor Zapata fallece la herencia de la talabartería queda a su hijo Roberto Zapata, quien inicia la tenería con el proceso de la cáscara de encenillo y roble. Él mismo la utilizaba en las cubiertas después de esparcir un polvo llamado tanino de un color blancuzco que se importaba de Alemania. El jornal que recibían por el trabajo en la talabartería, era de 15 centavos, los mismos que
se gastaban en mecato y la mayoría los invertían en puros confites, los compraban en la tiendecita que tenía por nombre “El 31” el dueño era el señor Francisco Sánchez. En la vereda también habitó el señor Iván Sánchez, quien después de estudiar ayudaba en la elaboración de las partes de la cubierta o funda; le pagaban 2 centavos; él se los gastaba en gelatina de pata, en la tienda la honda donde “aguedita”. Las cubiertas no era el único producto que se fabricaba en la vereda, también se producían unas albarcas o arrastraderas de tres correas, este era el calzado de muchos habitantes que no poseían mucho dinero; parte del cuero curtido era enviado a Medellín para elaborar
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Fernando Ospina, Talabarteria Lufer, propietario
otros productos. En la vereda, aún se encuentran personas que trabajan con varios talabarteros, el señor José Ángel Llano Herrera es uno de ellos, quien con sus manos curtidas elabora en silencio los nudos que adornan las cubiertas. En la actualidad, las cubiertas fabricadas en la vereda Toldas se venden por docenas y miden de 12 a 24 pulgadas según las medida, ya sea para un machete, una peinilla angosta, la tres rayas, un barrigón o una rula. Estas cubiertas son repartidas y vendidas por los propios talabarteros en los almacenes agrícolas de Medellín y algunos municipios de Antioquia; otras cubiertas se distribuyen a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional, en especial las ciudades de Neiva, Ibagué, Montería, Sincelejo y Bogotá.
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Relatos de mi Vereda Toldas
“El ímpetu, la calidad y el amor con que se fabrican las cubiertas, sigue siendo el mismo”, un legado que se conserva intacto en la vereda. Alvaro Zapata, Talabartero
Las cubiertas de Toldas han ido evolucionando con el pasar de los años, ahora ya no se pintan mucho, porque son cinceladas con elementos metálicos que al hacerle presión sobre el cuerpo de la cubierta, deja marcado en relieve alguna figura que el talabartero desee como su marca personal; ya no son remendadas a mano, si no en máquina. Algunos habitantes manifiestan que anteriormente las cubiertas eran más lujosas; pero que aún existe algo que todos los talabarteros tienen presente: “el ímpetu, la calidad y el amor con que se fabrican las cubiertas, sigue siendo el mismo”, un legado que se conserva intacto en la vereda.
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El Fique... La talabartería no fue el único sustento que se dio en la vereda, también se trabajó con la cabuya; esta era comprada para ser hilada en un torno de madera, y así poder fabricar empaques y lazos; cada fin de semana, la producción se llevaba al pueblo para ser vendida. En ese entonces muchas familias vivían de la fabricación de costales; otros como el señor Mariano Zuleta producían tapetes de cabuya, elaborados en telares que fabricaban las mismas personas de la región. Anteriormente, trabajar con el fique era muy provechoso en materia de producción y no en lo económico, pero la gente podía vivir de ello. En una casa donde se trabajara con el fique nadie se quedaba sin hacer nada, había trabajo para ocho o diez personas; unos retorcían el hilo, otros hilaban en el torno, operaban en el telar o se encargaban de la costura de los costales y el empaque del producto, incluso había trabajo para las gallinas, ellas se encargaban de enredar los cadejos, los pequeños manojos de cabuya que quedaban en el suelo.
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...La Cabuya La producción con el fique no era para conseguir dinero, pero si para vivir dignamente. Don Marcos un vecino, afirmaba: -en Guarne la mayoría de casas, tenían un telar- y que cuando se deambulaba por las calles se escuchaba la musicalidad que producía el chillido de los tornos y los telares. Don Juan Zapata comentaba que a él, le tocó cortar las pencas de la mata del fique y llevarlas al valle de la Mosca, propiedad del señor Juan Ángel Zapata; allí por medio de un carrizo se desfibraba y se lavaba en la quebrada la Mosca, luego era secada al sol, y una vez seca, se enrollaba una por una en madejas y se armaba un bulto cuadrado para llevar a la casa que quedaba en el altico. Los domingos era el día de comercializar la cabuya en el parque, exactamente junto a la Alcaldía Municipal, allí llegaban los campesinos a comprar las madejas de cabuya y llevar a sus casas el trabajo para la semana. Con esta materia prima se producían diferentes artículos de cabuya para ofrecer en el mercado como costales, lazos, jíqueras, (mochilas de cabuya) líchigos (talegas con cogedera), arretrancas, tapetes, alpargatas, tapas para enjalmas, cinchos, hisopos, cordeles, cinturones, y otros más.
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“Tranvía de Oriente” BPP-F-001-0624 Jorge Obando, 1925
njuguemos el llanto con el suave cendal de la esperanza y celebremos alborozados el día en que Medellín y Guarne quedan unidos por los rieles y el progreso -trepando atrevidamente por la montaña- llega rodando al pequeño valle en que corre “La Mosca” para hacer de oriente sus dominios y establecer aquí su imperio”.
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Canónico, Francisco Martin Henao Restrepo.
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“Tranvía de Oriente” BPP-F-001-0616 Jorge Obando, 1925
El Tranvia de Oriente
El
primer medio transporte que tuvo la vereda Toldas fue el tranvía de Oriente, inaugurado un 16 de octubre de 1926; el discurso inaugural estuvo a cargo del canónico Francisco Martin Henao Restrepo, y esto fue lo que manifestó: “Enjuguemos el llanto con el suave cendal de la esperanza y celebremos alborozados el día en que Medellín y Guarne quedan unidos por los rieles y el progreso -trepando atrevidamente por la montaña- llega rodando al pequeño valle en que corre “La Mosca” para hacer de oriente sus dominios y establecer aquí su imperio. Este tranvía… obra de muchos años, montón de obstáculos, casamiento a disgusto, empresa boicoteada hasta con caricatura de ataúdes, ofrenda ridícula de periodistas retrasados que no merecieron ni el carientismo, y que en vez de pensar en la vida soñaron con las tumbas, y en lugar de ofrecer a sus lectores cuñas risueñas repletas de esperanza, espejismos halagadores y horizontes de luz, ventanas de gloria y portones de libertad, los espantaron con mortajas de cobardes y los desanimaron con símbolos de muerte.
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Tranvía de Oriente” BPP-F-001-0620 Jorge Obando, 1925
Pero hemos triunfado sobre los pesimistas. Si el progreso anda en ruedas, como alguien dijo, es claro que el progreso nos visita, y ya podemos movernos fácil y cómodamente sin necesidad de bestias ni monturas, sin zamarros ni polainas, sin espuelas y sin látigo. Y si la juventud aplaude este adelanto con dos manos, la ancianidad debe aplaudir con cuatrocientas... …Bendigamos a Dios fervorosamente, congratulándonos por esta etapa del tranvía de Oriente, y pongamos en el corazón adorable de Jesús nuestra empresa, aspiraciones y esperanzas.”7 En su sesión del 21 de enero de 1925, la honorable Junta de las Empresas Públicas Municipales de Medellín aprobó un contrato celebrado entre el Dr. Luciano Restrepo Isaza, como representante del tranvía a Oriente y el Dr. Julián F. White, como representante de las Empresas Públicas Municipales, según el cual, obligaron a las empresas a construir la línea del tranvía hasta Rionegro. En dicho contrato se estipuló que el capital necesario para la construcción del Tranvía a Oriente se calculaba, se presupuestaba en un millón de pesos oro. La escritura de constitución de la empresa del Tranvía de oriente número dos mil cuatrocientos sesenta y cuatro, se registró en el distrito de Medellín del Departamento de Antioquia de la República de Colombia, el diez y ocho de noviembre de mil novecientos veinticuatro (1.924), ante Zacarías Cock B, Notario primero del Circuito de Medellín y los testigos Enrique Almazan A. e 7
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Félix Antonio Cardona Sánchez. “La Axiología y los Valores de Guarne”. Medellín-Colombia. 2009. Páginas 53, 54.
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“Viaje de inauguración del Tranvía de Oriente” BPP-F-002-0645 Francisco Mejía, 1925
Ignacio Ramírez, también estuvieron presentes varones, vecinos del mismo circuito, mayores de edad de buen crédito y en quienes no concurre ninguna causal de impedimento; comparecieron los señores Doctor Gregorio Agudelo, en representación del Municipio de Medellín, en carácter de personero municipal, el Doctor Julio Cesar García y en representación del Municipio de Guarne, según autorización dada por el presidente, el honorable Consejo de ese distrito. Entre los municipios expresados se celebró el siguiente contrato: en desarrollo de la ordenanza 19 de 1923 y de las leyes 56 de 1922 y 66 de 1923, para la construcción de un Tranvía intermunicipal por la carretera de Oriente, que se sujeta a las disposiciones de dichas leyes y ordenanzas; partiendo del Barrio Manrique del tranvía Municipal de Medellín hasta el Municipio de Guarne y de
Guarne a la cabecera del Municipio de Rionegro, donde se bifurcará simultáneamente en dos ramales, uno en dirección al alto de Cocorná, pasando por Marinilla y Santuario y otro en dirección a la Ceja. El capital para la construcción lo forma el treinta y cinco por ciento (35%) de subvención nacional, otro treinta y cinco por ciento (35%) de subvención departamental y las partidas siguientes aportadas por los Municipios que entran en este convenio así: La ceja, treinta mil pesos oro, Marinilla veinte mil pesos oro, Santuario veinte mil pesos oro, Cocorná veinte mil pesos oro, Peñol veinte mil pesos oro, Guarne cinco mil pesos oro, El Carmen diez mil pesos oro, San Carlos cinco mil peos oro, Granada cinco mil pesos oro y Guatapé mil pesos oro. Existía un camino real (rial) y por ahí se desplazaban los indios al Nare, también lo transitaron los ejércitos del general Uribe Uribe.
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Años más tarde estos caminos sirvieron para la adecuación de los rieles para el paso del Tranvía de Oriente. Entre los años 1926 - 1942 las estaciones más cercanas a Toldas eran Hojas Anchas y Berrío; en Guarne también existió una estación, ubicada donde es hoy la capilla de Santa Ana, de allí viajaban a Rionegro. Las personas identificaban el sonido del tranvía porque este hacia un bufido para alertar a la gente que saliera a su encuentro, los hombres llevaban el hilo y los costales a vender a Rionegro y las mujeres llevaban las gallinas y los pollos; los habitantes de Toldas salían de sus casas y esperaban a que los carritos oxidados pasaran, y este paraba donde estaba reunida la gente. En sus inicios este tenía una capacidad de aproximadamente 20 personas; contaba doña María Ubaldina Puda: -“existían unos rieles que pasaban por la vereda de Toldas, por donde pasaban unos carritos pegados todos mogosos”-, ella se refería al tranvía de oriente (chasis de carros acondicionados para las carrileras del tranvía) En el año 1935 el tranvía aún funcionaba por la vereda, su chofer era el señor Víctor Rodríguez y el señor Mariano Iral. Como anécdota se recuerda la muerte de un señor arroyado por el tranvía, quien pasaba por el camino rial de la vereda con sus mulas cargadas de maíz y papa para vender en Rionegro, este suceso impactó a los habitantes de la zona; describen a una señora dándole agua con una cuchara al señor agonizando, quien murió minutos después. Cuentan que el tranvía también accidentó en una de sus piernas a un señor de nombre Guillermo Arcila, hijo del zapatero Alejandro Arcila quien fue profesor de la escuela Francisco Martin Henao. La estación más cercana a Toldas era Berrío y allí estaba instalado un telégrafo para enviar mensajes en clave Morse8 a familiares y amigos y para contar las condiciones en que se encontraba el tranvía. 8 Morse, conjunto de signos que establece una correspondencia entre letras y combinaciones de puntos y rayas o señales cor-
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El tranvía desapareció en el año de 1937 y la carrilera quedó por mucho tiempo sola; la gente se desplazaba a pie y se iban cogidos de la mano por los rieles hasta llegar a Guarne, se demoraban una hora y cuarenta minutos aproximadamente, porque se iban jugando por los rieles. Esto se daba mucho en la semana santa, las gentes salían de la vereda en la madrugada, lo hacían en ayunas para poder comulgar. Hacia 1942 y 1946 el tranvía ya había desaparecido. El señor Luis Germán expresaba que a la edad de 5 años le tocó ayudar a su papá a desbaratar la línea férrea del tren, y que los polines en madera de comino, los rieles que transportaban el tranvía, se los llevaron en una aparato llamado la “Marrana” (volco de 2 x 3 metros con llantas de metal) con rumbo a Medellín. Ese aparato no prendía solo, debía ser empujado por los peones de la comarca y con la ayuda de un palo; el señor Luis recuerda a su abuelo, uno de los peones mayores para desbaratar los rieles del tranvía, muchos de los rieles fueron utilizados en puentes sobre la quebrada la mosca, así se podían comunicar las familias que se encontraban por el norte de la vereda con las fondas de Toldas. La “Marrana” se convirtió para algunos en un espacio para la diversión, los días domingos se montaban en la marrana y se ponían a rodarse los unos a los otros. Narran algunos habitantes que en una ocasión venía un señor con su caballo cargado por la vía del tranvía y como la marrana no tenía frenos y el palo con el que la empujaban se había quebrado, se llevaron el caballo de frente y lo mataron; este señor reunió a los papás de los muchachos que iban en la marrana, y los obligó a pagar el caballo que costo de 2 a 3 riales. tas y largas; se utiliza en sistemas de comunicación por medio de impulsos eléctricos (como el telégrafo) o por medio de la luz.
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Casa Centenaria 1916/2016
Después de arrancar todos los polines de la vía del tranvía, solo quedó un camino y con el pasar del tiempo se llenó de espartillos, yerba y palos de guayabo; pero cuando llego el primer carro, la comunidad de Toldas por medio de los convites y con azadón, machete, pico y pala le pusieron la mano y mejoraron nuevamente la vía; al poco tiempo quedó lo que hoy llamamos la carretera vieja de Guarne que va a Rionegro. Cuando llega el nuevo transporte, una mechita de Jaula de carga con el primer conductor de la vereda el señor Gregorio Yepes, muy recordado en la vereda porque en su primer viaje mató a una marrana que iba por la carretera. Esta jaula tenía apodo “ La Góndola”, después de la Góndola llegó el “Peligro”, apodo que le dieron al otro medio de transporte que llegó a la vereda de Toldas, le decían “Peligro” porque en cualquier parte se varaba y se volteaba; luego lle-
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gó el lechero, el señor Fernando Gallego, en su carro recogía la leche a eso de las 8:00 am y a algunos pasajeros que viajaban a Medellín; a las 7:00 pm ya estaba devolviendo las canecas de la leche para la tarea del otro día. A esta historia del transporte de la vereda llega el señor Tomas de Jesús Gallego Herrera, más conocido como “Tomasito” que aún vive en la zona urbana de Guarne en la carrera 52 detrás de la imagen de nuestra señora de Lourdes (La Inmaculada Concepción.) Tomasito tenía una escalera muy moderna y la convirtió en un excelente medio de transporte con línea en la mañana y en la tarde; su recorrido por la vereda estaba lleno de mandados y recados de las familias, en su escalera transportaba las cosechas que venderían los campesinos en el mercado de Guarne y Rionegro.
Los Inicios de La Escuelita
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esde la antigua escuelita, construida en el año 1916, aún se divisa una playita compuesta por una mina de bolo, (lodo de color amarillo tostado) donde la vegetación nunca creció, de allí se extraía el material que se utilizaba para teñir los zócalos y las cocinas de las casas y así evitar que el humo de las cocinas no se aglutinará a las paredes emboñigadas y pintadas con cal. Estas historias eran narradas en las noches de luna llena por los abuelos, sentados al lado de sus hijos alrededor de una buena fogata con aroma a leña y calor de hogar. El inicio de la Escuela tiene variadas versiones contadas por algunas personas que deambulan por las carreteras de la vereda y que toda su vida han vivido en estas tierras; cuentan que primero enseñaban en las casas y que en lo alto de la montaña hubo una vivienda llamada la “casa tísica”, porque en aquel lugar murió una profesora de “tuberculosis” (llamada antiguamente tisis: infección bacteriana contagiosa que compromete principalmente a los pulmones). La primera escuela fue en la casa de la señora Justiniana Sánchez, allí duro dos años y solo con el grado primero; luego la hija del señor Idelfonso Sánchez quien estudio para ser profesora, enseñó en su propia casa. La tercera versión fue con la profesora Merceditas Berrio
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Mis cuadernos, 1950
esposa de Juan Ángel Zapata, una señora de buenos principios, exigente y muy preparada; sus clases eran escritas en una pizarra con tiza blanca; lo cierto es que se dio inicio a la educación de las niñas y niños de la vereda. Luego la escuela fue trasladada a la casa del señor Domingo Marín en el alto; después de un tiempo fueron suspendidas las clases y la escuela se reubicó en la vereda de Juana Petrona Chaparral. Mucho tiempo después se inició la construcción de la escuela de la vereda en un lote que donó el Señor Francisco Sánchez, hermano de Rosario Sánchez y Cecilia Sánchez, esto fue en los años 10 y 20. La comunidad inició con la construcción de las paredes en tapia (barro amarillo que el hombre utilizó desde
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tiempos ancestrales), una puerta provisional con estera fabricada en hoja de enea y el techo de bahareque (palos y esterilla de caña brava o magüe, entretejidas con barro y cagajón.) Por medio de convites comunitarios se dio el trabajo gratuito. El primer salón en tapias fue toda una obra; y al día de hoy todavía se conserva la antigua escuela con los colores naranjado y verde que la han caracterizado desde su apertura, su primera educadora fue Lucila Pérez; en esta época la escuela ya era oficial y se llamaba “Escuela Rural Toldas” a la educadora le pagaba el departamento; en esa época se estudiaba una semana los martes y los jueves y la otra semana, los lunes, los miércoles y los viernes. En el año de 1966, el señor Iván Sánchez, tesorero del Municipio de Guarne, aportó recursos de la Administración Municipal para construir más salones y no tener que trasladar
la escuela a otro lugar, en ese momento ya se contaba con cocina, baño y dos salones nuevos. Relata doña Edilma Zapata Cardona con mucha nostalgia el primer reinado que realizó la junta de acción comunal de la época en 1970; el cual se hizo con el propósito de recoger fondos y hacer mejoraras a la escuela. Las candidatas fueron las señoritas Margarita Zapata Zapata y Nubia del Socorro Franco Herrera, quien fue la reina con tan solo 13 años de edad; las madrinas eran doña Magnolia Arango, doña Edilma Zapata y otra que no recuerdo. Salíamos con esas reinas a hacer unas fiestas en “Garrido” y otras veces en la casa de doña Delfa, se recogía fondos para esas reinas. Esos reinados eran muy sabrosos se integraba toda la comunidad de la vereda de Toldas y otras vecindades.
Primer Reinado Toldas 1970
Una tarde compartiendo el algo con la familia de don Marcos Franco Gallego, alrededor de una taza de chocolate, una arepa echa en cayana de maíz criollo, con quesito y mantequilla, escuchaba que las primeras profesoras que enseñaron en la primera escuela oficial de la vereda fue Rosario Gallego, profesora muy estricta, así lo expresó el señor Marcos: -voliaba madera como matando culebras-. Luego llegó Laura Gómez que vivía por Santa Elena, era muy buena profesora, -pero era bravita la condenada-, Margarita Ospina fue la primera profesora que le enseñó a don Marcos en el año 1950, la profesora Bertha Lía Santa Agudelo, era la que más preocupaba para que a todos
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los niños y a las niñas los padre les dieran el estudio; incluso, propuso a los padres de don Marcos que le dejaran tener al niño en su casa durante la semana para que siguiera estudiando en la cabecera municipal, -y mi papá no aceptó, por meterme trabajo, no me mandaron paya-. Afirma el señor don Marcos. Después de siete años llega a la escuela la profesora Fabiola Gallego y años después Orfa, quien venía de Rionegro o Marinilla. En aquel tiempo existía un inspector de escuelas el señor Juan Zuleta; a él le tocaba estar pendiente de cómo se enseñaba, de la asistencia, que se llevara toda la información al día en los libros y del libro contable, entre otras tareas. En el año de 1968 la escuela ya contaba con tres grados y sus educadoras eran, Irma Serna y Rosalba Hoyos; para el año de 1969 fue nombrada como directora de la escuela la
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profesora Rubiela Álvarez quien trabajó hasta el año 1973. Las educadoras de estos años fueron Martha Eugenia Jaramillo y Margarita Betancur Soto, quien llegó para iniciar con el grado cuarto, trabajó hasta el año de 1980. Más tarde llega Edilma Cardona a remplazar a Martha Eugenia Jaramillo, durante el año de 1973 fue remplazada la directora de la escuela por la profesora Marina Gil, fue la última profesora que enseñó en esta escuela porque en el año de 1978 se trasladan a la nueva escuela; en ese momento ya se contaba con todos los grados de básica primaria. A medida que la vereda fue creciendo se vio la necesidad de adquirir un lote para la construcción de una nueva escuela, fue entonces en la alcaldía del señor Alejandrino Gallego donde los habitantes de la vereda le propusieron al señor Domingo Llano que les vendiera un pedazo de lote para la nueva escuela, y fue acordado en asamblea de la
Escuela actual de Toldas
acción comunal, el costo fue de diez ocho mil pesos; es de anotar que la buena voluntad y el espíritu de servicio del señor Domingo, llevó a que la vereda contara con una propiedad muy acorde a sus necesidades tanto educativas como deportivas; la Comunidad de Toldas con su empuje y su verraquera da comienzo a la edificación de la actual escuela, ésta se construyó en ladrillo y teja de eternit con la ayuda del Instituto Colombiano de Construcciones Escolares de la época; la escuela fue inaugurada en el año de 1978 y lleva por nombre “Escuela Rural Toldas”. Para el año 2008 la escuela cuenta con una coordinadora, la profesora Martha Cecilia Ramírez, una líder gestora amante de la educación y del progreso de los estudiantes. A partir de enero de 2015 y con las reformas educativas del gobierno, la escuela pertenece a la Institución Educativa Rural Hojas Anchas Sede Toldas, cuenta con una profesora
María Mirian Arroyave Castro y el profesor Julio Edgar Leudo Guerrero. Muchas personas de la Mosquita, vereda cercana a Toldas venían a estudiar a la Escuela Rural Toldas, cuenta José Aldemar Álzate (El Muerto) que su hermano fue echado de la escuela de la Mosquita porque le pegó a la profesora;-pero no, la realidad fue otra… que no podemos contar-. Sus papás lo mandaron a estudiar a Toldas; allí los hermanos Ospina Llano, hijos de don José y doña Ana le dijeron al hermano de don Aldemar, que cuando uno llegaba por primera vez a la escuela, tenía que arrodillarse frente a la profesora y pedir perdón, el hermano de don Aldemar se arrodilló y todos los muchachos de la escuela se lo gozaron durante mucho tiempo. Con la apertura de la nueva escuela, la antigua dio paso a la Inspección de policía del sector de la Mosca y las veredas cercanas, allí la comunidad denunciaba los problemas
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para darles una solución; se recuerda a los señores Javier Zuluaga, Jaime Herrera Cardona y Chepe Gil (Nino Gil) como inspectores y Martha Hoyos y Nury Álvarez son las secretarias más recordadas. Una anécdota de la inspección de Toldas la relata el señor José Aldemar Álzate, cuando hizo meter al calabozo (Lugar seguro donde se encierra a los presos) a su hijo, porque se puso a robar ganado con los amigos, prometió no llevarle comida al calabozo; pero fue tanta la tristeza que le dio al verlo, que le llevó una bandeja paisa, recuerda que solo estuvo durante veinticuatro horas; y fue tanta la putería que sintió don Aldemar al llegar de nuevo a la vereda que se emborracho con tapetusa, tomó tanta que perdió el sentido y terminó tirado en una manga. Después de que la Inspección fuera trasladada a la cabecera municipal, en la antigua
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escuela, la cuadrilla de los cuatro como eran conocidos los señores Luis Eduardo Ríos Zapata, Rafael A. Pérez, Gonzalo Llano y Jacob Esteban Henao Rúa, convocan a la comunidad a agruparse organizadamente y siendo las ocho de la noche del día martes 20 de febrero de 1973 se dio comienzo a una reunión extraordinaria de los habitantes de la vereda de Toldas. El objetivo era elegir la nueva mesa directiva de la acción comunal para el periodo comprendido entre el 20 de febrero de 1973 y el 20 de febrero de 1974. Luego de la oración y continuando con el orden del día el señor secretario de la asamblea llama a lista y presentan las dos planchas para elegir la mesa directiva de la naciente junta de acción comunal; después de la votación, la nueva junta queda conformada por las siguientes personas: Presidente Luis Eduardo Ríos, Vicepresidente Manuel Castaño, Tesorera Magnolia Arango de Henao, secretario Sergio Zapata y el fiscal el señor Rafael Pérez.
Junta de Acción Comunal, 2016
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espués de tener todos los documentos al orden del día, el viernes 9 de marzo de 1973 se dio inicio legalmente a la junta de acción comunal Vereda Toldas del Municipio de Guarne con personería Jurídica otorgada por resolución N° 4698 expedida por la Gobernación de Antioquia; en esa época se solucionaban problemas y se traían personajes públicos para enseñar a la comunidad. Actualmente en la sede de la Acción Comunal funciona el Centro de Integración Comunitario Toldas, dado en comodato a la Junta de Acción Comunal para su administración y su sostenimiento de todos los programas que se realicen en su interior, para el esparcimiento del tiempo libre de la comunidad de Toldas. En la actualidad funciona la Primera Infancia dirigida por el señor Arley Oswaldo-
Herrera Zapata, El Grupo de Oración “Cristo Rey” coordinado por la señora María Angélica Zapata Zapata, EL Grupo de Danzas coordinado por la señora Astrid Johana Londoño Ossa, El Grupo de Teatro “Abriendo Caminos” coordinado por la señora Marínela Fernández Zapata, La Tercera Edad coordinado por la señora María Patricia Jaramillo Atehortua, El Grupo de Manualidades (CEO) coordinado por Martha Cecilia Gómez Montoya, El Grupo de Catequesis, coordinado por la señora Aurora Acevedo Salazar, El Grupo Scout Estrella de David, coordinado por el señor Sergio Alberto Ospina Zuleta, El Grupo Líder Transmetano, gestionado por la señora Adriana Lopera Sierra , El Hogar los Nomos (Guardería), con la profesora María Cardeño Barroso y la madre de apoyo Martha Cecilia Gómez Montoya y el semillero de Ping pong con el instructor Juan Pablo Ortiz Gallo.
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Tomasito,
Tomasito
El Personaje más Preciado y Recordado en La Vereda señor Tomas de Jesús Gallego Herrera, nacido el 21 de diciembre de 1930 en el Municipio de Guarne, con cédula de ciudadanía 660.824, más conocido como “Tomasito”, fue dueño del primer bus escalera9 con placas TAJ 955 de Medellín, que tránsitó por la carretera de Toldas. Este bus escalera lo adquirió por la suma de 50.000 pesos y se lo compró a su papá Luciano Gallego; la trompa era de un rojo intenso como la sangre, llevaba un caballo de metal encima de esta, tenía siete bancas largas para acomodar a 7 personas sentadas por banca, también llevaba dos cornetas que advertían que el carro de los mandados y los recados se acercaba, en la parte de adelante se leía un letrero grande que decía Guarne.
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La escalera, conocida hoy como la chiva, fue construida sobre un chasis de camión, con bancas largas de madera y una parrilla en la parte superior para llevar los equipajes, las mascotas y la mercancía de los pasajeros; era y sigue siendo de colores muy variados y vivos, con dibujos que hacen alusión a creencias religiosas y paisajes regionales.
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La música que se escuchaba al viajar en este bus escalera se inmortalizó con el conjunto América y los Cuyos. El conjunto América era una agrupación argentina conformada por José María de Hoyos, Elvirita Tamassi, Julio Arce, Luis Moreno, Ernesto Balboa y Néstor Sicardi y los trovadores de Cuyo era un conjunto folclórico argentino iniciado en la provincia de Mendoza en el año de 1927, conformada por Hilario Cuadros y el sanjuanino Domingo Morales; las canciones que más recuerda son: “Por qué te alejas”, “Recordando el pasado”, “Bajo mi tumba fría” y “Bebiendo y recordando”, entre otras. Si con las mulas se recorrieron tierras en la zona, con el bus escalera se recorrieron muchos kilómetros, en este transporte viajó multiplicidad de personas con anécdo-
tas y experiencias que hoy se pueden narrar. Tomasito llevó en su bus escalera, trasteos, toda clase de corotos: la bacinilla, la cama metálica para los recién casados, el gato, el perro ladrando, las gallinas atadas, el loro en la jaula, el marrano chillando, costales llenos de ropa, la panela, los racimos de plátano soltando sumo baboso que manchaba la ropa, la cómoda, el escaparate, el colchón enrollado de rayas blancas y azules, etc. Cuenta Tomasito que inició sus recorridos por la carretera vieja que conduce de Guarne a Rionegro, en el año de 1969 hasta 1998 (29 años) y que fue el cuarto transporte que le sirvió a toda la comunidad de la vereda, pertenecía a la flota Sotragur de Guarne. Inició su trabajo por estas tierras cuando fundaron la empresa de Coltejer en Rionegro.Esta se inició en un establo enseñando tareas de la empresa a las personas que trabajarían allí, otros construyeron las
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edificaciones donde actualmente funciona Textiles Rionegro; muchos de los habitantes de la vereda pidieron trabajo en esta empresa, y fue Tomasito quien transportó a esos trabajadores, y a partir de ese momento el bus escalera hace el recorrido de Guarne a Rionegro todos los días. En Guarne existía otro transporte, este viajaba los miércoles y los sábados a Rionegro y Tomasito lo hacía todos los días. Una vez dijo Tomasito a sus pasajeros: -“me esperan como quince pasajeros en Berrío, súbanse con Manuel el otro conductor, que ya viene-, -no-, decían ellos, -él acaso nos está transportando, es buste-; pero miren como voy-, -no liase-. Todos se subieron a la parrilla y nadie quiso viajar con el otro señor. La chiva de Tomasito tenía tres líneas diarias de Guarne a Rionegro y viceversa, De Guarne salía a las 6:00 am, a las 10:00 am y a las 2:00 pm, de Rionegro salía a las 8:00 am, 12 m y 4pm;
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el recorrido terminaba en Rionegro en la iglesia de San Francisco, allí mismo cuadraba la chiva para el regreso a Guarne. Este transporte se convirtió en el mandadero de toda la comunidad de Toldas y las veredas aledañas; pero a Tomasito le fue muy bien con cada mandado que hacía, recibía propinas y las devueltas que sobraban de los mandados, esto le servían para tanquear su carro diariamente, cuenta él, que le quedaba plata para el otro día; también le regalaban puchas de leche, arepas de chócolo, guayabas, las legumbres que salían de las cosechas y que sacaban para vender, era tanto lo que le regalaban que alcazaba para todos los de su casa, los demás familiares y hasta para algunos vecinos. Estos eran los encargos que le hacían a Tomasito: teteros, manteca chanchito, carne, moresco, coladores, cuido, frasquitos de cuajo, pollitos, cordones, abonos, etc.
En su chiva también trasportó matrimonios, difuntos y hasta ataúdes. Recuerda como anécdota que en una ocasión llevaba un ataúd en el capacete, de repente se largó un aguacero y uno de los pasajeros se metió en el ataúd para escamparse, los demás pasajeros se trasladaron a la parte de abajo de la escalera, pero cuando escampó se subieron de nuevo al capacete, y claro, el señor que estaba en el ataúd salió, fue tanto el susto de algunos, que se tiraron del carro. En este transporte viajaban 12 profesores, quienes se convirtieron en los pasajeros fijos de la línea de la mañana, ellos salían en el carro a las 7 de la mañana para enseñar en las diferentes escuelas de las veredas, La Playa, Garrido, Berracal, Toldas, Hojas Anchas y La Clarita. En esta chiva se llegaron a montar 130 personas, en cada banca se podían acomodar 7 pasajeros sentados, los demás iban de pie o en el capacete. El pasaje llegó a cos-
tar 10 centavos para el camino y entre 25 y 30 centavos hasta Rionegro. Tomasito trabajó en la chiva hasta el año 1998; expresa él, -que en ese tiempo el pasaje ya costaba 60 pesos hasta Rionegro y que recogía al día entre treinta y cuarenta mil pesos aproximadamente, y que la chiva se la llevaron para el Urabá Antioqueño-. También recuerda con mucha alegría, la vez que trajo cinco teteros en el mismo viaje y que de propina recibió de tres a cinco centavos por mandado; este mismo día, cuando regresaba de Rionegro hacía Guarne, había una señora en el camino que estaba a punto de dar a luz; él le dijo a las pasajeros: -porque no me esperan o nos devolvemos y llevamos esta señora-, unos dijeron: -no Tomasito, nosotros esperamos, ayudamos a subirla y lleve a esta señora al hospital-. Y así fue, llevo a la señora y al regreso todavía estaban los pasajeros esperándolo, ahí, en el crucero que va
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a San Vicente. -Al otro día alguien me dijo-: -ya mi mamá tuvo el niño, como esta de agradecida con buste-; -¿por qué? le pregunté-, porque buste corrió a llevarla al hospital San Juan de Dios de Rionegro-. Así expresa otras de sus aventuras: -con algunos pasajeros, tomaba trago a lo que daba el tejo, una vez salí de Guarne a las seis de la tarde, habían sesenta pasajeros esperándome, uno de ellos era el señor “Leorito” de la vereda Berracal y la señora “Chulita”. Ese señor tenía como noventa años y me dijo-: -Tomasito vamos ya-, -yo le dije: Leorito yo estoy muy borracho, yo no soy capaz de llevarlos-, y él me dijo avemaría, camine vamos-, -y me ayudaron a subir al carro, cuando salí había una señora “Consuelo” era la más miedosa porque cuando pasaba el puente de la honda, una llanta de atrás quedaba en el aire-… -y llegando a san José me dijeron-: -pare y nos tomamos otro trago
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aquí y en Hojas Anchas tomémonos otro- -y así seguí el recorrido de fonda en fonda hasta llevar al viejito a Berracal. De ahí me devolví porque estaba muy perdido de la rasca y al domingo me preguntó:- -y cómo le fue-, -que más que los lleve y no aporrie a nadie-… -Tanto tiempo que manejé ese carro y nunca me pasó nada, y andaba muy borracho. Una vez me fui para Rionegro con Aldemar (El Muerto, como lo llaman los habitantes de la vereda) allí nos guindamos a tomar trago y a las once de la noche nos vinimos y un tráfico me preguntó antes de salir de la cantina:-¿usted se va a llevar el carro?- -No, ahora viene el muchacho que lo va llevar, yo ya había hablado con uno de Rionegro que me sacara el carro hasta donde “Lino” y luego yo me vine con él hasta Guarne-. -También recuerdo cuando transportaba esos cueros que traían de Medellín y me los tiraban en la parrilla del carro, nosotros
los repartíamos a cada talabartero; las cubiertas las llevábamos el día sábado para Rionegro y las entregábamos en algunos almacenes. El ayudante y yo repartíamos las cubiertas a los señores Efraín, Oscar, José Ospina, Gabriel Ospina, entre los que me acuerdo de Toldas; por cada baqueta de cueros me pagaban de cien a ciento cincuenta pesos. El miércoles de ceniza, Tomasito lo recuerda por la cantidad de viajes que realizaba con los estudiantes de las escuelas, en especial con la de Hojas anchas y Toldas, traía un viaje a la iglesia de la Candelaria en Guarne y se devolvía por otros estudiantes; cuando llegaba al parque, ya estaban listos los primeros niños con la ceniza para llevarlos de regreso a la escuela. -Una vez la profesora Marina de la escuela de Toldas, se enojó conmigo porque transporté a unos niños y me pagaron menos del valor acordado, y yo si le dije-: -oiga mi amor, falta plata y la profesora me contestó-: -Ah… usted cree que me la estoy robando- -y por eso se enojó con migo-.
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El Festival Toldeño En
el año 2002 llega a la vereda el primer hogar de bienestar familiar, llamado Los Cariñositos liderado por la madre comunitaria Sonia Janet Ospina Llano, esta actividad la motivaba y la llenaba de satisfacciones en cada encuentro con los niños y las niñas. Es ella quien toma la iniciativa de recoger fondos para la celebración del día del niño; su madre le relata la historia de las romerías que se realizaron durante los años 1949 a 1974, siendo esta la motivación para convocar a las madres de los niños y sugerirles que realizarán algo parecido para recoger fondos. Después de esta reunión con las madres, busca apoyo con otros líderes de la región, cita a los de la Acción Comunal, al señor Oscar Toro y al representante de la tercera edad, el señor Norbey Alejandro Ospina; con todos ellos forma un equipo para respaldar su proyecto; ocho días después se toma la decisión de realizar un evento cultural para la comunidad de Toldas y las veredas aledañas. También se buscó respaldo en La Administración Municipal, La Casa de la Cultura y Las Fábricas cercanas. Se conforma un equipo de trabajo y se sugieren varios nombres para dicho evento “Integración Familiar o Día de Recreación”, finalmente es llamado “Festival Toldeño”, idea del señor Norbey.
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El Festival Toldeño
ha sido catalogado por los visitantes como la tercera fiesta popular más importante del Municipio de Guarne, la comunidad ve en el festival la oportunidad de compartir y disfrutar de las actividades religiosas, cívicas y deportivas que se realizan.
El equipo de trabajo que se conformó para el primer Festival Toldeño que se realizaría en la vereda fue representado por las señoras Patricia Jaramillo, Nancy Martínez, Gloria Álvarez, Yamile Jaramillo, Sonia Ospina, Martha Gómez y los señores Oscar Toro y Norbey Ospina, entre otros; este gran evento se realizó en el mes de junio de 2003. El programa se desarrolló con las siguientes actividades: en la mañana dinámicas y juegos con los niños y las niñas, la eucaristía en horas del mediodía y en la tarde se daba la venta de comestibles, ropa y toda clase enseres, los toldos fueron prestados por la Administración Municipal. Para culminar el acto cultural, se inaugura el primer reinado de las jovencitas de las veredas Berracal, Hojas Anchas, Garrido, San José y Toldas. Las reinas desfilaron en traje deportivo, traje informal y de gala; convirtiéndose esta en la actividad central del festival, acompañada de danzas folklóricas, baile de tango y trovadores, culminándola con música bailable para integrar a todos los asistentes.
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En el Festival Toldeño de 2015 se introduce el primer Festival de la Trova Toldeña, quedando galardonado como Rey de la Trova el señor Juan Camilo Quintero Cardona (Súper Man, apodo), como reconocimiento recibe un premio económico y se le hace entrega de una cubierta rabí mocha, elaborada por el talabartero Luis Fernando Ospina Llano. Este festival ha sido catalogado por los visitantes como la tercera fiesta popular más importante del Municipio de Guarne, después de las fiestas de la cabuya y la feria agropecuaria; la comunidad ve en el festival la oportunidad de compartir y disfrutar de las actividades religiosas, cívicas y deportivas que se realizan. En el año 2015 se realizó el “IX Festival Toldeño”.
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Quien reescribe estas experiencias acaecidas
Yo
Sergio Alberto Ospina Zuleta, decido perpetuar nuevamente la historia de Toldas a través de las reminiscencias y las fábulas contadas por otros, lo hago porque parte de mi familia perteneció a este territorio y porque en la actualidad hago parte de esta vecindad. Mis padres Luis Eduardo Ospina Llano y Martha Lucia Zuleta Sánchez, contrajeron matrimonio en el año 1972, mi padre fue un talabartero, hijo fiel de esta vereda hasta que lo asesinaron, yo era apenas un bebé de 73 días de nacido, y esta fue la razón por la que mi madre y yo nos trasladamos a la zona urbana a la casa de mis abuelos maternos. Recuerdo mis 9 años de edad paseando por la vereda los fines de semana, acompañando de Raúl Arango Arango, esposo de mi tía Romelia Zuleta Sánchez, quién se ha convertido en otra madre para mí. En estos viajes a la vereda visitábamos a la familia de don Jacobo Henao, doña Magnolia Arango y a su hijo Juan David Henao Arango con quien compartía mucho, jugábamos, mecateábamos y sembrábamos algunas semillas de cilantro en una hilera de tierra, la misma que los campesinos llaman “era” y nunca olvidaré estas palabras de mi amigo cuando decía: -esto es de los dos-. Allí nació una amistad sincera y muy bella, -lástima que duro tan poco-, pero aún conservo ese lazo de afecto con sus hermanos.
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Cuando visitaba a mi abuela Ana Rosa Llano Loaiza, también habitante de estas tierras, ella me recibía con mucho cariño y me ofrecía con una taza grande de leche calientita… pero acabadita de ordeñar, acompañada de una arepa grande y gruesa, asada en cayana. Recuerdo cuando me decía: -mijito ese lote que esta haya en esa esquina, al lado del lote de su tío Darío, es suyo, esa es su herencia-. Y así fue, en el año 2003 inicié la construcción de la casa, luego en el año 2008, sería llamada finca Sachem, que significa dialecto de los indios Zulúes de África, “Líder”. En la actualidad vivo ahí, en la casa que edifiqué con la herencia que me dejaron mis abuelos, la comparto con mi esposa Claudia Patricia Marín Cardona, y juntos hemos erigido nuestro proyecto de vida. Una de mis pasiones ha sido el trabajo con los “Scout”; inicié como aspirante en los Scout a los 10 años de edad y hasta el día de
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hoy he conservado la filosofía del movimiento Scout. En agosto de 2008 se crea una sucursal del Grupo Scout, Estrella de David No 64 del Municipio de Guarne en la vereda de Toldas, ingresan 11 niños y niñas entre los 5 y 8 años de edad, dos dirigentes mayores de edad y el apoyo de los padres de familia. A la fecha el grupo está conformado por 30 integrantes, pertenecemos a la “Asociación Scout de Colombia”. El grupo Scout del Municipio de Guarne fue fundado en el año de 1973 por el presbítero Josué Ochoa Castaño. En el año 2008 ingresé a la Acción Comunal Toldas y en el año 2012 con la elección de la nueva junta para el periodo 2012-2016 se inicia una transformación de la vereda, en lo deportivo, en lo social y la infraestructura. La junta de acción comunal de los últimos tres años está conformada por la presidenta Adriana Lopera Sierra, el Vicepresidente
Jorge Alberto Zapata, el Tesorero Sergio Alberto Ospina Zuleta y la Secretaria Flor Ángela Franco Herrera; se cuenta con la fiscal Martha Cecilia Gómez Montoya y como coordinadores de los comités de trabajo están Comité empresarial Julián Ríos Martínez, Obras Públicas Claudia Patricia Ospina Díaz, Comité de Deportes y Recreación Juan de Jesús Zapata Ospina, Comité de Salud Yolanda Estela Ossa Álvarez. Con este trabajo mancomunado de la Junta de acción comunal se han ejecutado proyectos sociales y de infraestructura como es la restauración y mejoramiento de la sede comunal (Centro de Integración Comunitario), la cubierta de la placa polideportiva, la adecuación de los rieles del sector sur occidental de la vereda, el cine bajo las estrellas, el mejoramiento de las vías terciarias, el himno comunal amenizado con imágenes que dan cuentan de los cambios que se han dado en la vereda, la celebración de la navidad para los niños y las niñas de la vereda “Navitoldas”; también se le ha dado continuidad a la tradición del Festival Toldeño, a los torneos deportivos, a las campañas de aseo y del buen vecino, al mejoramiento del parque infantil, a la representación en asocomunal, al curso de manualidades y a los semilleros deportivos, entre muchas actividades más.
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A esta vereda han llegado personas con mucho sentido de pertenencia y han dejado todo un legado cultural, se han aferrado tanto a su pequeña parcela, que su último deseo ha sido pedir a la familia que sus cenizas sean esparcidas por toda la propiedad… es así como la energía de los vivos y de los muertos deambula por todos estos caminos de la vereda.
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Agradecimientos a la empresa Transmetano E.S.P.S.A. por su contribución en la impresión y publicación de este relato, quien como un buen vecino ha venido construyendo colectivamente con el grupo de líderes, ideales y acciones para el fortalecimiento de un proceso cultural como el Centro de Integración Comunitaria. Este acompañamiento se ha visto materializado en el fortalecimiento de las capacidades instaladas a través de capacitaciones, talleres y victorias tempranas, para que la gestión de los líderes comunitarios y la relación de la empresa y su comunidad aledaña estén en armonía como lo dicta su filosofía, “siendo buenos vecinos”.
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