Amparo Dávila, entre el crepúsculo y la noche

Page 1

MARDONIO CARBALLO

LA NATURALEZA DEL PUÑAL

CARLOS VELÁZQUEZ

QUINCE AÑOS DEL KISS LOUNGE

ESGRIMA

ARNAUD CHARPENTIER

El Cultural N Ú M . 1 3 9

S Á B A D O

1 0 . 0 3 . 1 8

[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]

AMPARO DAVILA ENTRE EL CREPUSCULO Y LA NOCHE ALEJANDRO TOLEDO

DOS ENTREVISTAS

POR AGUSTÍN RAMOS Y MARY CARMEN SÁNCHEZ AMBRIZ ROBERTO ALIFANO

Arte digital > Staff > La Razón

EC 139okok.indd 3

CHURCHILL: BRINDIS POR UN ESCRITOR DE RAZA 09/03/18 5:28 p.m.


02

E l C u lt u ral S Á B A D O 1 0 . 0 3 . 2 0 1 8

La revaloración en curso de un racimo de escritores del siglo XX, identificados por la clave de la literatura fantástica —más o menos extraña para nuestra herencia—, se ha perfilado con fuerza en los años recientes, mediante nuevas ediciones. La obra de Amparo Dávila es una de sus expresiones más notables y motiva este recorrido de Alejandro Toledo que transita con libertad irrestricta de los linderos del cuento a los del ensayo. Complementan la entrega dos cartas de Julio Cortázar y dos entrevistas, en el marco de los festejos por el noventa aniversario de una escritora de excepción que ha mantenido, a través de los años, el aprecio de sus lectores.

Noventa años de Amparo Dávila

ENTR E EL CR EPÚSCULO Y L A NOCHE ALEJANDRO TOLEDO

E

n mi condición actual, fue para mí una experiencia realmente fantástica (con las muchas resonancias que pueda tener esa palabra) acompañar a la maestra Amparo Dávila en la celebración de su cumpleaños número noventa. Como algo insólito, desde que arrancó ese día empecé a toparme con algunos de los personajes que habitan sus relatos. Al salir de casa, por ejemplo, al bajar por las escaleras, entre el piso tercero y el segundo, hallé, sentado, a un hombre notoriamente triste, flaco y macilento... Por su delgadez pensé en el artista del hambre de Franz Kafka; luego recordé el “Fragmento de un diario”, cuento que abre Tiempo destrozado (1959), y me dije: éste es aquel que se describe a sí mismo como un virtuoso del dolor. No estaba ahí por los sismos, o quizás sí: había encontrado en ellos otra forma de afinar su práctica, pues ya se sabe que durante los temblores las escaleras suelen ser los lugares más propicios para el desastre. Quizá esperaba que sonara una vez más la alerta sísmica para alcanzar el grado siete, no en la escala de Richter, ya en desuso, sino en la escala del dolor. Seguí mi camino. Como todas las mañanas, de lunes a viernes, tomé el autobús que va a Ciudad Universitaria. Encontré asiento en la tercera fila a

la izquierda, junto a una mujer con un peinado alto de salón que así nomás, como si me conociera, o no importándole si nos habíamos visto antes o no, empezó a relatarme que muchos años vivió en provincia con un marido déspota que una vez llevó a su casa a un ser tenebroso, ni gato ni perro, un algo que le causaba a ella gran temor y era para él completamente inofensivo... Acaso por los hijos había podido la mujer sobrellevar hasta entonces ese terrible matrimonio; pero esa presencia turbia terminó con la poca paz que le quedaba. Me contó que incluso ese ser intentó un día devorar al hijo de Guadalupe, la empleada doméstica. —Esta situación no puede continuar —le dijo Guadalupe. —Tendremos que hacer algo y pronto —contestó ella. —¿Pero qué podemos hacer las dos solas? —Solas, es verdad, pero con un odio... Para esto, del lado izquierdo ya se veían los Viveros de Coyoacán y la mujer se bajó del autobús sin terminar el cuento (cómo es que se deshicieron de aquello que las atemorizaba), en la esquina de Universidad y Minerva, frente al Sanborns... Aunque para entonces ya había entendido de qué se

DIRECTORIO

El Cultural [ S u p l e m e n t o d e La Razón ]

Twitter:

@ElCulturalRazon

Roberto Diego Ortega Director @sanquintin_plus

Delia Juárez G. CONSEJO EDITORIAL

Editora

Facebook:

@ElCulturalLaRazon

Carmen Boullosa • Ana Clavel • Guillermo Fadanelli • Francisco Hinojosa • Fernando Iwasaki • Mónica Lavín • Eduardo Antonio Parra • Bruno H. Piché • Alberto Ruy Sánchez • Carlos Velázquez Director General › Rubén Cortés Fernández Subdirector General › Adrian Castillo Coordinador de diseño › Carlos Mora Diseño › Luisa Ortega Contáctenos: Conmutador: 5260-6001. Publicidad: 5250-0078. Suscripciones: 5250-0109. Para llamadas del interior: 01-800-8366-868. Diario La Razón de México. Nueva época, Año de publicación 9

EC 139okok.indd 4

09/03/18 5:29 p.m.


Foto > Especial

El Cult ural S Á B A D O 1 0 . 0 3 . 2 0 1 8

Amparo Dávila.

trataba: sería una jornada en la que los personajes de la narrativa de Amparo Dávila harían para mí apariciones inesperadas. Ya iban dos: el protagonista de “Fragmentos de un diario”, ese turbulento artista del dolor; y la relatora de “El huésped”, acosada por el marido y por ese organismo oscuro que en cierta forma lo representaba. Me preparé así para lo que siguiera. Soñaba en la vigilia, con sueños que absorbían las ficciones de Amparo Dávila, a cuya revisión me había dedicado en las últimas semanas. Acaso era como una enfermedad, una fiebre ampárica o davilina, contraída en la lectura... Una angustia, también, que no se iba. Ya éramos pocos en el autobús y un hombre de traje gris me preguntó cómo llegar a la estación de transportes foráneos más próxima. Le dije que si se bajaba en Miguel Ángel de Quevedo podría tomar otro autobús que lo llevara a la Central del Sur. —¿A dónde viaja? —Necesito un boleto de ida para cualquier parte —me dijo. —Entonces bájese aquí, ya es Miguel Ángel de Quevedo. Y me hizo caso. Me habría servido tener cerca, como si fueran programas de mano y yo estuviera en una ininterrumpida función teatral, los libros de Amparo Dávila (a saber, Tiempo destrozado, de 1959; Música concreta, de 1961; Árboles petrificados, de 1977, y Con los ojos abiertos, de 2008), para que cada aparición me remitiera al cuento referido. Hasta entonces no era difícil adivinarlo: “Fragmentos de un diario”, “El huésped” y “Un boleto para cualquier parte”... En el portafolios sólo traía el tomo del Fondo de Cultura Económica con su Poesía reunida, que recoge tres libros de los años cincuenta: Salmos bajo la luna (1950), Perfil de soledades (1954) y Meditaciones a la orilla del sueño (1954), y una última sección, El cuerpo y la noche, con versos escritos entre 1965 y 2007. Pensé entonces esto: en principio Amparo Dávila fue poeta. Sus primeros libros de versos, escritos bajo la guía del cura Joaquín Antonio Peñalosa, son anteriores a los cuentos. Podría decirse que en ellos están plasmadas en metáforas las horas del día en que

EC 139okok.indd 5

se moverán los relatos, entre el crepúsculo y la noche, que marcan a la vez el tránsito entre la vida y la muerte. “Me sorprendo cercana de la noche”, dice en Perfil de soledades. Y podríamos seguir así, citando versos suyos, con ejemplos que insisten en ese paisaje, ese horario o ese tiempo: “Llevo una voz sin sol”; “Escucho, desde la orilla de la tarde”; “No hay ámbito que nos proteja / de los ojos que acechan en la noche”; “A la orilla del sueño”; “a la orilla de la tarde”; “La noche inmensa, / y frente a la noche / la rosa, suspensa”... Incluso en los poemas posteriores (los que van de 1965 a 2007) lo crepuscular y lo nocturno persisten: “La noche es una ala negra / que se extiende / y envuelve en su negrura”; “La noche hunde / su prestigio de tigre / muerde al sueño / y al cuerpo / el tigre de la noche / en el agua”... Así hasta las líneas finales, en donde parece atisbarse un raro despertar, pues “la ciudad se va quedando / despoblada de sueño / como luna colgada / en el desierto”. La poesía, así, fija el tiempo y la imagen de los relatos (entre el crepúsculo y la noche, insisto), en donde esto se desarrollará ya de modo anecdótico y sorpresivo. Para esto ya estaba en la parada última de Ciudad Universitaria, y me dirigí a mi oficina... Pero tenía fiebre, y acudí al servicio médico del campus, donde me atendió una enfermera de ojos azules y de nombre Jana, en la que percibí, cuando tomaba mis signos vitales, un olor penetrante a formol y blasoformo. Me dijo que trabajaba por las tardes en un anfiteatro, en el norte de la ciudad, con un doctor Hoffmann... Claro, E. T. A. Hoffmann: Amparo Dávila no escribió a ciegas. En su primer libro puso dos pistas muy claras sobre sus influencias. Una referida a Kafka, en “Fragmentos de un diario”; y otra a Hoffmann, en “La quinta de las celosías”, con ese patólogo que es el superior inmediato de la enfermera Jana... Recuerda Jacobo Siruela, en su Antología universal del relato fantástico, que cuando acusaron a Poe de ser adepto de Hoffmann, éste respondió: “El horror no viene de Alemania, proviene del alma”. Lo mismo podría decir Amparo Dávila. Ella es parte de un paisaje en el que ubico a Alfonso Reyes, Francisco Tario, Juan José Arreola, Leonora Carrington, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco y Adela Fernández, entre otros. Su perfil más significativo es el horror. Ocurre que la literatura fantástica mexicana ha sido leída de forma aislada, fragmentando los hallazgos y no hay aún una visión integral. Por ello suelen cometerse injusticias, olvidando de pronto a autores fundamentales. Creo que Amparo Dávila dialoga sobre todo con Francisco

03

Tario, e incluso veo coincidencias: entre “El huésped” y “El mico”, por ejemplo, a la vez coincidentes con la “Casa tomada” de Cortázar (esa amenaza ambigua que irrumpe en el hogar); o entre “La noche de Margaret Rose” y “El entierro”, relatos en los que el fantasma se sorprende de serlo. Siempre hay algo bestial en sus relatos... y esa realidad extraña suele venir del interior de sus personajes. Su terror es interno, mas no sólo psicológico. Hay fronteras entre la realidad y el sueño por las que navega con un barco hábil que sabe ir de aquí para allá. Crea un misterio que no se pierde cuando el texto concluye. En una carta a la autora, escribe Julio Cortázar: Muchas gracias por Música concreta, y por volver a encontrar la dedicatoria que tanto nos conmueve a Aurora y a mí. Quise leer el libro de corrido, sin esos “cortes” que enfrían el clima de la lectura, y esperé a un fin de semana en que estaba seguro de que no me interrumpirían. Estoy muy contento de haber leído así los cuentos, porque puedo decirte que de la suma de todos ellos se desprende una atmósfera común que le da una gran unidad y una gran fuerza al volumen. Creo que lo que más me gusta en tus relatos es lo que podríamos llamar su razón de ser, el impulso que te llevó a escribirlos; en otras palabras, eso que el lector común llama “la idea”, o “el argumento”, pero que los veteranos en estas cosas sabemos que viene de más atrás y que precede al tema. Cada uno de los relatos se basa en una situación de una tremenda fuerza; no es que la idea haya sido desarrollada con una técnica destinada a darle esa fuerza, sino que la raíz del cuento en ti me parece tremendamente fuerte, inevitable. Quizá la excepción sea “Arthur Smith”, que es más literario por decirlo de algún modo (y muy brillante, dicho sea de paso); pero todos los otros son como explosiones, como algo que estaba acumulándose y que de golpe se abre paso. He tenido esa sensación con cada nuevo relato que releía o que conocía por primera vez. Ya me dirás algún día si verdaderamente acierto en esto, pero creo que sí. La dedicatoria de la que habla Cortázar es la de “El entierro”, que cierra ese volumen; el cuento es para Julio y Aurora Cortázar. Se anunciaba la tarde. Había ido de una alucinación a otra. Me encontré durante esa jornada con María Camino y la señorita Julia; con Arthur Smith y

“SUS “ PRIMEROS LIBROS DE VERSOS ANTECEDEN A LOS CUENTOS. PODRÍA DECIRSE QUE EN ELLOS ESTÁN PLASMADAS EN METÁFORAS LAS HORAS DEL DÍA EN QUE SE MOVERÁN LOS RELATOS, ENTRE EL CREPÚSCULO Y LA NOCHE.”

09/03/18 5:29 p.m.


04

E l C u lt u ral S Á B A D O 1 0 . 0 3 . 2 0 1 8

Matilde Espejo; con los gatos Moisés y Gaspar, y vi a Durán siguiendo a Durán. Debía presentarme al anochecer, en Bellas Artes, en la Sala Manuel M. Ponce, en el homenaje a Amparo Dávila por su cumpleaños número noventa. Resolví como pude los asuntos de la oficina. Tomé diversos transportes para estar, en una hora propicia, en el Centro de la Ciudad de México. En un semáforo me detuvo un cortejo fúnebre. Un hombre y yo, ambos de traje oscuro y con sombrero negro (mismo que al instante llevamos al pecho, en señal de respeto), nos quedamos fijos en la esquina al

paso de unos camiones especiales llenos de personas enlutadas; después siguió una carroza negra nada ostentosa, común y corriente, sin galas. —Debe ser un entierro modesto —murmuró mi vecino. Detrás de la carroza varios camiones llevaban grandes ofrendas florales, coronas enormes y costosas. —Entonces se trataba de una persona importante —comenté. Venía después el automóvil de los deudos, un Cadillac negro. —Es igualito a mi coche —dijo el hombre, e hizo una pausa—. ¡Oh! Es mi

mujer y son mis hijos. ¡Es mi cortejo fúnebre! El tipo se puso pálido al reconocerse como el muerto. ¿Y qué soy yo entonces?, me pregunté. ¿Acaso también soy un fantasma? Se me vinieron a la mente estas líneas del relato “Árboles petrificados”: “Tal vez ya estamos muertos... Tal vez estamos más allá de nuestro cuerpo...” En esa condición posiblemente mortuoria acudí al homenaje a Amparo Dávila. Quizá ahora que lo cuento, al terminar de escribir estas palabras, de pronto desaparezca.

Dos cartas de Julio Cortázar I París, 20 de junio de 1959 Señorita Amparo Dávila: Muy estimada amiga: Muchas gracias por su libro y la tan cordial dedicatoria. He tenido un gran placer con la lectura de Tiempo destrozado, que me parece un excelente libro. En la solapa se habla de esta obra como de su primer libro de cuentos; si es así, admiro la maestría y la técnica que se advierten en cada página. Si algo sé, es lo que cuesta lograr plenamente un cuento; en realidad, en cada libro que publico no estoy satisfecho más que con uno o dos de los relatos. Los otros, después de múltiples tentativas, se niegan a adoptar esa forma quizá demasiado perfecta que quisiéramos darles. Y como la forma no existe en sí misma, sino que es más bien la justificación de lo que se escribe, la prueba tangible y estética de que valía la pena escribirlo, hay que deducir que pocos cuentos nacen plenamente vivos, con ese derecho a perdurar en la memoria que es su terrible fuerza y su más exacta belleza. Le digo esto porque en su libro también la tensión es desigual, y al lado de cuentos logradísimos, hay otros que titubean y se apoyan más en el tema (siempre feliz, insólito, uncanny, original) que en la expresión. Me gustaría saber si coincidimos en esto. Los relatos que prefiero son “La celda”, “El espejo” y “Moisés y Gaspar”. Por supuesto, “Tiempo destrozado” me parece extraordinario, pero toca ya otro plano, no lo creo un cuento sino más bien un poema, algo como ciertas páginas de Leonora Carrington o de Pieyre de Mandiargues. Al lado de los textos citados, el resto me parece sensiblemente inferior. ¿Pero qué importa, cuando se ha tocado ya tan alto? Me hará muy feliz recibir otras cosas suyas. Aquí en Europa, todo lo que me llega de tierras americanas huele

EC 139okok.indd 6

profundamente a vida, a una realidad más primordial y serena. De nuevo, muchas gracias y toda mi admiración. La saluda su amigo, Julio Cortázar [firma] 24 bis, rue Pierre Leroux, París, VII. II París, 29 de abril de 1961 Querida Amparo Dávila: Muchas gracias por su carta, por el cuento y su cordial dedicatoria. Nada podía alegrarme más que recibir noticias de usted, y enterarme de que trabaja en un segundo libro de relatos. En nuestros países es bastante frecuente que los escritores abandonen casi en seguida la partida, después de uno o dos libros. En la Argentina, por lo menos, es un caso corriente y lamentable. A usted la veo dispuesta a seguir adelante, y me alegro de verdad, porque ha elegido un género difícil y peligroso, en el que vale la pena luchar durante años hasta conseguir lo que se quiere. Y usted ya ha conseguido mucho. Leí “El entierro”, y me gustó la forma en que está escrito, el tono del relato. No era fácil contar así el episodio, y usted ha trabajado su idioma, lo ha modulado con una gran finura. Leyéndolo tenía todo el tiempo sensaciones musicales; no exactamente sonoras, sino más bien esa sensación de pasajes, de modulaciones entre un párrafo y otro, que hacen la magia de ciertas músicas. La verdad es que la

“EL “ CUENTO ES MONSTRUOSAMENTE EXIGENTE, Y CREO QUE POR ESO NOS FASCINA A USTED Y A MÍ. NUNCA TENDREMOS MEJOR ENEMIGO, AMANTE MÁS IMPLACABLEMENTE REBELDE.”

noción de musicalidad, aplicada a la literatura, es siempre un malentendido, creer que un texto es musical porque tiene muchas eles o ritmos o aliteraciones diversas. Para mí lo musical se da en eso que llamo pasaje, es decir, en saber ligar el transcurso del relato, no interrumpirlo nunca brutalmente para pasar a otra cosa ni tampoco darle un ronrón monótono en el que uno acaba por irse distrayendo. Creo que desde mi punto de vista, usted escribe admirablemente bien. Si algún reparo le encuentro a su cuento, es quizá que la idea que ha motivado el cuento en sí, y que se concreta en los párrafos finales, no se equilibra suficientemente con el pausado desarrollo preliminar. Quiero decir que quizá el cuento es demasiado largo en función de eso que usted revela al final. Como episodio dentro de una novela, por ejemplo, sería incluso demasiado corto; pero entendido como un cuento, se demora excesivamente con relación al desenlace. Detalle menor frente a las calidades del relato, pero que quizá le convendrá tener en cuenta para otras narraciones. El cuento es monstruosamente exigente, y creo que por eso nos fascina a usted y a mí. Nunca tendremos mejor enemigo, amante más implacablemente rebelde. Me alegra saber que tiene ganas de venir a Europa, y si pasa por París no deje de avisarme. Yo estaré muy poco en París este verano (me voy el 25 de mayo a Italia) pero a lo mejor usted viene hacia julio, y entonces sí estaré. Gracias por mandarme los saludos de Emma [Susana Speratti-Piñero], a quien también le he escrito en estos días. Y gracias de nuevo por dedicarme su cuento y por escribir tan bien. Con todo el afecto de Julio Cortázar [firma]

Fuente Edición conmemorativa (por el premio Villaurrutia de 1977) del libro de Amparo Dávila Árboles petrificados, coedición de Nitro/Press y la Secretaría de Cultura, México, 2016.

09/03/18 5:29 p.m.


El Cult ural S Á B A D O 1 0 . 0 3 . 2 0 1 8

05

Presentamos dos entrevistas en tiempos distintos con Amparo Dávila. Damos la bienvenida al narrador de larga trayectoria, Agustín Ramos, quien nos comparte el texto inédito de sus conversaciones durante 1993 y 1994. Y enseguida las respuestas de la autora a Mary Carmen Sánchez Ambriz, hace diez años, en la ocasión de su ochenta aniversario. La experiencia del extrañamiento, la anomalía —como el desquiciamiento, el miedo— permanecen y acechan la vida cotidiana.

A M PA RO DÁV IL A V I V ENCI A S T R A NSM U TA DA S AGUSTÍN RAMOS

S

an Jerónimo Lídice. De noche en una acogedora biblioteca con Amparo Dávila. Mientras la anfitriona habla, permite a sus pupilas andar caminos y tiempos diferentes, pero antes de concluir cada frase las vuelve sobre su interlocutor. Quizá lo que más me llama la atención de mi anfitriona sea eso, su clara manera de mirar como de faro marino: segura y profunda, fugaz, constante. Nací en un pueblo minero, Pinos, Zacatecas, un lugar alto, situado de tal manera que los vientos lo azotan mucho y en algunas épocas del año el frío es en verdad tremendo. Ahí había muerto mi hermanito y yo era una niña sola, completamente sola, muy enferma. Los dos enfermamos. Pero él murió y yo sobreviví, si bien quedé mucho muy delicada. Y como no me dejaban salir permanecía en mi casa. Ahí mi única distracción era la amplia biblioteca de mi padre; sacaba libros, los hojeaba, y así fui aprendiendo a leer casi por mí misma. Ah, porque si me llevaban a la escuela del pueblo, una fría y húmeda escuelita para los hijos de los mineros, al día siguiente caía en cama con anginas y una fiebre espantosa; después de tres o cuatro días sanaba, me volvían a llevar y otra vez recaía. Hasta que optaron por esperar a que cumpliera los seis años para llevarme a San Luis Potosí. Pero lo poco que pude aprender, algunas letras, allá en la escuelita de los mineros, me sirvió para leer tan pronto como pude. Cuando llegué al primer año de la escuela de monjas ya no tuvieron que enseñarme las letras. Así comencé a leer, sola, nada menos que La divina comedia. Esto, que es como de locura, lo dije ya en un ensayo autobiográfico en Bellas Artes, en el ciclo “Narradores ante el público”. Dije que me llamó mucho la atención La divina comedia porque era un libro bello, con los cantos dorados y

las ilustraciones de Doré; eso me debe haber atraído mucho pero también fue mi perdición, porque me espanté con los demonios y durante años tuve terror por las noches: pensaba que uno de esos demonios se me iba a aparecer, imaginaba los círculos helados... No me explico cómo me dejaban pasar tanto tiempo sola con los libros, sin ver que lo que estaba haciendo a esa edad era muy peligroso para mi salud mental, ¿no cree usted? No, porque aquí está.

Aquí estoy, pero eso me aterrorizó muchísimo. Estaba atragantada de lecturas que no eran propias de una niña. Después mi padre, al darse cuenta de que yo leía todo lo que encontraba en su biblioteca, me compró El tesoro de la juventud, que tiene obras de la literatura clásica pero adaptadas para niños. ¿Sólo fue la literatura lo que le hizo padecer miedo?

El miedo lo he padecido leyendo pero también sucede que los lugares que yo habitaba eran casas de haciendas muy grandes, con leyendas de aparecidos y almas en pena. Para mí el mundo más terrorífico es el de ultratumba, un mundo que vislumbré cuando enfermaba y no podía salir a jugar porque hacía frío. En los días en que estaba bien subía a la montaña con mis perros; me llevaba el mozo, o la nana, y yo era feliz recogiendo florecitas y piedras. Pero los otros días me los pasaba en la biblioteca o viendo pasar los muertos a través de la ventana, porque en los pueblos cercanos no había cementerios y los llevaban a enterrar a Pinos; algunos en una caja rústica, otros tirados sobre una carreta y nada más cubiertos por una manta. Esos cuerpos eran los mismos fantasmas que poblaban todo mi entorno —ya ve usted, en

“OTROS “ DÍAS ME LOS PASABA EN LA BIBLIOTECA O VIENDO PASAR LOS MUERTOS A TRAVÉS DE LA VENTANA, PORQUE EN LOS PUEBLOS CERCANOS NO HABÍA CEMENTERIOS Y LOS LLEVABAN A ENTERRAR A PINOS.”

EC 139okok.indd 7

lugares así siempre les están contando a los niños que por aquí se aparece don quién sabe quién y doña quién sabe cuánto, y que una mujer vestida así y con un velo asá—. Además, en la casa donde vivíamos contaban que se aparecía don Antonio Villaseñor, el dueño anterior a nosotros. Él, como había perdido una pierna y traía pata de palo, dejaba sentir el taconeo de su pierna postiza en el silencio de las noches. Imagínese, en esos pueblos donde el silencio es enorme. Ese mundo de aparecidos, de fantasmas, de muertos que llevan a enterrar, fue el que me causó terror; ese mundo que una niña no sabía explicar, ése era el miedo máximo. ¿Le resultó muy difícil dedicarse a la escritura?

Sí. Empezando por mi propio padre, que era un hombre muy culto. Él me regaló la primera edición de El laberinto de la soledad y, para que usted se dé una idea de su capacidad intelectual, me dijo: “Mira, este muchacho, Octavio Paz, va a llegar muy alto”. Pero tratándose de usted la cosa era diferente.

Nunca creyó que yo pudiera hacer algo. Menospreciaba a las mujeres, las consideraba inferiores al hombre, incapaces de libertad e independencia o de algo más que estar en casa al servicio del señor. Por eso cuando intenté seguir estudiando, por una cosa o por otra ponía trabas. Después de que terminé la secundaria, quise hacer la preparatoria para luego estudiar filosofía y letras, y matemáticas, que también me atraían muchísimo. Ahí estuvo el primer obstáculo, porque en San Luis no se podía; tenía que mudarme a México y cómo me iba a venir sola. Luego, fíjese, mis padres ya estaban separados y yo vivía con mi madre. Cuando nosotras estábamos por venir a México, le dije a mi padre que nos veníamos porque yo me iba a dedicar a la literatura. Le dio risa. ¿A estudiar qué?, me preguntó. Literatura, dije. ¿Es que no te has puesto a pensar que para eso se necesita un gran talento, una gran cultura y tú no tienes ni cultura ni talento?, dijo. Pues no creo que haga yo el ridículo, dije, porque la cultura voy a tratar de

09/03/18 5:30 p.m.


06

E l C u lt u ral S Á B A D O 1 0 . 0 3 . 2 0 1 8

adquirirla y aunque no tenga mucho talento algo podré hacer. Pero él no me creyó nada.

CONOCÍ A PEDRO CORONEL en 1957 y a principios del 58 me casé con él. Para entonces yo tenía planes de ir a la universidad, de estudiar, de buscar una base sólida de conocimiento; pero tan pronto me casé me embaracé. Un poquito antes, cuando el Fondo me pidió el libro, pedí un tiempo para corregir y seleccionar los cuentos; eso lo hice durante el embarazo de mi primera hija. Entonces, tanto el estar esperando un hijo como el estar corrigiendo un libro, imposibilitaron mis planes de estudiar. Nació la primera hija, luego vino la segunda casi inmediatamente y eso significó una nueva demora en el estudio; además a Pedro Coronel no le hacía nada de gracia que yo fuera a estudiar a la universidad. O sea que con mi marido tampoco encontré ningún apoyo. (FUERA DE GRABACIÓN, Amparo Dávi-

la me cuenta que salvo la edición en la serie Material de Lectura que le publicó la UNAM con prólogo de Luis Mario Schneider, ninguna de sus obras está en las librerías. “Es fantástico”, dice, “ser una escritora y no tener libros”. Después me confía que al ver los estantes y las mesas llenas de ediciones nuevas, se siente presa de una especie de irrealidad. ¿Cómo podría yo decirle que la irrealidad está en eso que parece realidad, en ese simulacro que es y será el mundo editorial y literario mexicano mientras no dé cabida a reales escritoras como la propia Amparo?)

Usted habla del miedo que sintió a partir de su precoz lectura de La divina comedia. Eso me llama la atención, porque muchos de sus personajes sienten miedo.

Todo eso me impresionó demasiado, entró demasiado en mí, así que no dudaría que mis personajes tengan miedo o den miedo.

Pero también suelen ser valerosos y a veces consiguen sobreponerse al miedo.

Pues no sé si se sobrepondrán, espero que sí. Me refiero a “El huésped”.

“El huésped”... Tiene usted razón, porque aquellas mujeres atemorizadas por el huésped lograron sobreponerse y acabar con él. Me recuerda “Casa tomada”, de Cortázar: si este relato es como un manifiesto de rentistas decadentes, “El húesped” es como un manifiesto feminista.

Nunca pretendí eso, pero pudiera parecer así. Porque dos mujeres se unieron, unieron su terror, su propia debilidad y sacaron fuerza para acabar con el huésped. Amparo, ¿cuál sería para usted el parentesco entre el miedo y el misterio?

El miedo surge de cosas conocidas o desconocidas que aterrorizan. No sé si usted habrá leído un cuento mío que se llama “El espejo”, donde primero una mujer y después ella y su hijo ven aparecer en el espejo formas y cosas que los aterrorizan; es un mundo misterioso que ellos no entienden, que no saben identificar ni pueden explicarlo, un mundo que los llena de terror porque

AGUSTÍN RAMOS (Tulancingo, Hidalgo, 1952) es narrador. Entre sus libros recientes: Manifiestos. De asombros y costumbres (2003), Como la vida misma (2005), Sonar de letras (2006), La noche. Mientras dormías (2007), Olvidar el futuro (2010), La sal de la tierra (2013) y Justicia mayor (2015).

no saben cómo luchar contra él. El misterio fascina, el terror paraliza. Lo que trato de decirle es que para mí la literatura es vivencial. Alguna vivencia o vivencias lejanas de mi infancia o mi adolescencia, que aparentemente están olvidadas, quedan guardadas. Y un día cualquiera, el menos pensado, alguna melodía, un olor, un color, una calle o un paisaje, me hace recordar la vivencia que me emocionó, me conmocionó, me hizo sufrir o gozar, y entonces empiezo a escribir. Al principio es sólo esa vivencia, pero conforme avanza el cuento se va trasmutando, surgen otros elementos y todo va siendo un poco menos personal. Al principio sí es una vivencia personal pero después se va convirtiendo en literatura; de lo contrario resultaría una autobiografía y no es eso lo que hago. La vivencia para mí es importantísima, como gente sensible que soy. Pero no solamente escribo cosas mías: parto de emociones mías, de lo que yo conozco, para después convertirlo en literatura.

En busca de Amparo Dávila MARY CARMEN SÁNCHEZ AMBRIZ

E

s un mito viviente de la narrativa mexicana. En su estudio hay fotos de Kafka, Cortázar y obra de Pedro Coronel, quien fue su esposo. La escritora pertenece a varias generaciones literarias: hay quien la relaciona con Juan Rulfo, Francisco Tario y Guadalupe Dueñas; o con Inés Arredondo, Juan García Ponce, José Emilio Pacheco, Juan Vicente Melo y Salvador Elizondo. De sus amigos evoca con especial afecto a Juan José Arreola y a Luis Mario Schneider. En 1977 le fue concedido el premio Xavier Villaurrutia por el volumen de cuentos Árboles petrificados. Es considerada como una de las cuentistas mexicanas más antologadas y varios de sus relatos aparecen en recopilaciones del alemán, francés, inglés e italiano —figura en más de cincuenta compendios de esa estirpe. Y a pesar de sus silencios Dávila no ha perdido contacto con el lector. Lo primero que publicó fueron salmos y poesía mística, en la revista Estilo, de San Luis Potosí, que dirigía el poeta Joaquín Antonio Peñaloza. Luego, atendiendo a una invitación de Emmanuel Carballo, Carlos Valdés y el fotógrafo Ricardo Salazar, entregó textos para la revista Ariel. Cuando tenía veinte años, imprimó una plaqueta de poesía, Salmos bajo la luna. Le siguieron títulos como Perfil de soledades, Meditaciones a la orilla del sueño; y los libros de relatos Tiempo destrozado, Muerte en el bosque, Música concreta y Árboles petrificados.

EC 139okok.indd 8

A continuación algunos temas y declaraciones.

> [Su relación con la literatura:] “He sido una amante inconstante, mas no infiel. Yo me hubiera pasado la vida sentada, escribiendo, pero la vida no me deja.” > “Han pasado muchos años y no he podido ter-

minar de corregir un libro de cuentos. Da la casualidad de que siempre que me siento a escribir ocurre algo. Tengo una hija con graves problemas de salud; y cuando vuelvo a intentar avanzar en el libro, surge un nuevo contratiempo. Han pasado muchos años y no vivo con prisa por publicar; cuando buenamente se puede, bien, y de lo contrario me resigno a mi suerte.”

> [De la crítica literaria:] “Agradezco mucho a los

críticos, me siento honrada y me satisface que les agrade mi narrativa. Pero cuando escribo no me afecta si les gusta o les disgusta, me tiene sin cuidado porque realizo lo que necesito hacer, lo que quiero hacer. Si lo disfrutan, me congratulo.”

> [Su relación con Pedro Coronel:] “Nos integrába-

mos muy bien. Siempre me ha interesado mucho la pintura y vivir con alguien como él fue maravilloso. Y él, en cambio, amaba la literatura, la filosofía y la música. Entonces nos complementábamos. Si yo

escribía un cuento, se lo leía y él opinaba, y luego yo veía si hacía caso a sus observaciones que por lo general eran muy atinadas. Y viceversa, cuando él pintaba yo lo criticaba, le enojaba, y luego veía que corregía como le había dicho.”

> “Cuando escribo soy muy sensorial, por ejem-

plo un color, un sabor, un olor, un atardecer, un árbol o un determinado paisaje, me conmueven. La sensación epidérmica me puede traer a la memoria algo, una situación que he padecido, y entonces surge la idea del cuento.”

> “Cuando escribía salmos me sentía muy bien. Después con el verso libre tuve otra grata experiencia. Luego pasé al cuento y ahí me he quedado porque es inagotable, ofrece muchos retos y misterios como una caja de Pandora.” > [Su narrativa y la literatura fantástica:] “Lo que hago es manejar la realidad, mas para mí esa realidad tiene dos caras: la externa —que es lo que sucede cotidianamente y tiene una razón de ser, una lógica—, y la interna —que suele ser oscura. Abundo en esta última cara y paso de una a la otra, muy cómodamente: de la lógica al absurdo. Muchos creen que es literatura fantástica y no: describo parte de la realidad porque son situaciones que en verdad ocurren.”

09/03/18 5:30 p.m.


El Cult ural S Á B A D O 1 0 . 0 3 . 2 0 1 8

07

Unos días antes de la entrega de los premios Oscar en Hollywood, que tuvo lugar el domingo pasado, Roberto Alifano anticipó la estatuilla del mejor actor para Gary Oldman, por su interpretación de Winston Churchill en la película Las horas más oscuras, y el tiempo cumplió ese pronóstico. Más allá de esta anécdota, el autor precisa algunos rasgos definitivos del escritor y ministro que salvó a la Gran Bretaña —y por extensión al mundo— de la barbarie nazi.

Winston Churchill

BR IN DIS POR U N ESCR I TOR DE R A Z A

W

inston Churchill nació en el seno de la familia aristocrática de los duques de Marlborough a fines de 1874, año en que la esperanza era fácil. Su padre, Lord Randolph Churchill, fue un político carismático y ministro de Hacienda del Reino Unido; su madre, Jenny Jerome, era de origen estadunidense. Siendo un joven oficial del ejército, entró en acción en la India Británica, Sudán y en la Segunda Guerra de los Bóeres. Otra de sus debilidades era la literatura. En 1902 le invitaron a una velada presidida por el ministro del partido conservador George Wyndham, y entre los demás invitados figuraba un joven apenas seis meses mayor que él, que había sido elegido recientemente diputado. Ese hombre era Gilbert Keith Chesterton. Posteriormente, en su autobiografía, Churchill narra su sabroso recuerdo de aquella noche en la que también conoció a Max Beerbohm, otro célebre escritor y caricaturista británico que le escribió la semana siguiente: “Mister Churchill, rara vez he deseado conocer a alguien en particular, pero de usted me encantaría ser amigo”. Churchill ganó fama como corresponsal de guerra y con los libros que escribió sobre sus campañas. Ya consagrado como patriota y legendario héroe nacional, en 1953 mereció el Premio Nobel de Literatura por “su dominio de la descripción histórica y biográfica, así como su brillante oratoria en defensa de los valores humanos”. Su actuación decisiva en la Segunda Guerra Mundial es harto conocida. No sé si fue un gran escritor, pero fue indiscutiblemente escritor de raza. Su prosa original es parca, ya que la ha repensado y limado; sin embargo, los manuscritos que precedieron al texto que el autor dio a la imprenta no se dejan sentir. Su lectura nos parece espontánea, aunque sin duda no lo es. Sir Winston Churchill era un empecinado perfeccionista, como quedó demostrado hasta en su actuación política, no menos fervorosa que pulcra y rigurosamente repensada. La pasada semana en un viaje que hice en el Ave desde Madrid a Girona, quedé atrapado por el filme Churchill, protagonizado por Brian Cox, que narra los arduos momentos de sus decisiones más responsables durante la Guerra. Se ve ahí, a las claras, que además de un intelectual y político apasionado, era un humanista. No es la primera película que se realizó sobre su vida: hay una que lo muestra de joven y otras que lo abarcan en diversas épocas.

EC 139okok.indd 9

Foto > Especial

ROBERTO ALIFANO

Gary Oldman en el papel de Winston Churchill.

Ya en Buenos Aires, me entero por el diario que el director de Orgullo y Prejuicio, Joe Wright, vuelve al cine con Las horas más oscuras y la actuación de Gary Oldman interpretando a Churchill. Hombre fuerte, con sentido del humor (que hasta provocaba cierto temor en el parlamento inglés por su temperamento explosivo), convertido casi sin esfuerzo en inspirador de sus contemporáneos durante las horas más oscuras de la Segunda Guerra Mundial. Hombre auténtico, apasionado y reflexivo, sin vanidad, que dio todo al Reino Unido —“Sangre, sudor y lágrimas”— y, también, le pidió todo. Su decidida, inagotable pasión dominó la embestida contra Adolf Hitler, el gran monstruo del siglo XX. Por los adelantos que vi en internet, Joe Wright, al parecer, crea otra verdadera obra de arte. Darkest Hour (Las horas más oscuras) transmite la esencia y la presencia de quien se enfrentó a una nación que sentía su misma necesidad de permanecer en pie aunque no lo supiera. A pesar de las conspiraciones del anterior primer ministro, Chamberlain, Churchill ejerció una influencia hipnótica en los británicos y logró resistir ante la insistencia de algunos conservadores para hacerlo negociar la paz con Hitler. Una paz que nunca llegaría, y que él mismo sostenía al enfatizar: “Con un dictador no se negocia. ¿No hemos aprendido nada? ¿A cuántos tiranos tenemos que apaciguar para entender que no se detendrá?”. Y más: “No puedes ni debes negociar con un tigre cuando tiene tu cabeza en su boca”. Con su cara expresiva, elocuente, de repudio (en una interpretación magistral de Gary Oldman que seguramente lo conducirá hacia el Oscar), llamaba al dictador alemán “cerdo”, “cabo”, “pintorzuelo de brocha gorda”. Sir Winston Churchill nunca dejaría que su amada isla fuera dominada por el tirano más irracional y grotesco de la historia. La encrucijada que

se planteaba era: “Luchar de pie, con la cabeza bien alta o negociar con un loco”. Cuántas veces subestimamos la locura de algunos poderosos, creemos que no irán tan lejos y cuando nos damos cuenta ya es tarde, ya nos tomaron, ya nos destruyeron y dominaron. Hitler, un gran psicópata, puede ser un símbolo para definir a muchos otros delirantes. Sir Winston Churchill ya había visto y analizado esa locura y sabía que no iba a detenerse con ningún acuerdo. Defendió su isla, permaneció fiel a sus ideales de libertad a pesar del escepticismo del Rey Jorge VI y a la conspiración de su propio partido. “Me sentía como si estuviera caminando con el destino y que toda mi vida anterior no hubiera sido sino una preparación para este momento y esta prueba”, expresa en sus memorias. Y era así, se había preparado durante toda su vida y se sentía capaz de sostener la guerra. De llevar a Inglaterra hasta el final, sin negociar, por supuesto. En el filme, la transformación que consigue Oldman, indudablemente admirador de la fortaleza del primer ministro más emblemático de Inglaterra, es prodigiosa. La voz, los gestos, los gritos, el habano y el cognac o el whisky, siempre en su mano y la irremediable valentía que llevaba en su espíritu creativo hasta la exacerbación. Una inteligencia superior que lo llevó a tomar la decisión de seguir luchando: “Defenderemos nuestra isla, cueste lo que cueste; vamos a luchar en las playas, vamos a luchar en los sitios de desembarques, pelearemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas: nunca nos rendiremos”. Decidido, contundente, oyendo los secretos deseos de su pueblo, sin antes reflexionar; pero con el instinto y la intuición de un genio. Como lo expresa el poema popular que recita en una escena en el metro junto a la gente: “A todo hombre de esta tierra tarde o temprano le llega la muerte ¿Qué mejor manera de morir puede tener un hombre que la de enfrentarse a su terrible destino, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses? La obligación es morir de pie, como lo hacen los hombres auténticos”. Recientemente, en el cumpleaños de mi amigo Alejandro Guillermo Roemmers, celebrado en Marrakech, pude palpar, en el hotel La Mamounia, el clima que aún palpita legado por el inefable Sir Winston Churchill. Allí vivió casi un año, me informaron, en compañía de su esposa Clementine Hozier, de sus acuarelas y de su violín. En el bar que lleva su nombre, con el mismo whisky escocés que él bebía, propuse un brindis a mis amigos.

09/03/18 5:30 p.m.


08

E l C u lt u ral S Á B A D O 1 0 . 0 3 . 2 0 1 8

En su libro Nuevo mundo, William Bronk ensaya una aproximación al tiempo y la ciudad precolombina que de entrada renuncia a cualquier premisa teórica y elige, en su lugar, observar y describir. Al margen de las previsibles interpretaciones de cultos y ceremonias, de la magia y del mito, opta por una visión más topológica y geográfica, entre otras cualidades de su lectura “perspicaz” y su lenguaje “conciso y directo”.

William Bronk

INCU RSION ES EN LO OSCU RO LOBSANG CASTAÑEDA 1. El misterio no existe. De lo contrario, el diálogo de un individuo con lo desconocido no llegaría a nada, no sería un verdadero diálogo sino, en el mejor de los casos, un monólogo que más que conocer buscaría reconocerse en eso que tiene enfrente y que, por resultar indescifrable, no puede convertir en auténtico objeto de su mirada. Lo desconocido, por el contrario, exige claridad, pulcritud en el ver, limpieza en la observación que espera no sólo una emoción o una conmoción, ambas hijas de la expectativa, sino una huella en la sensibilidad y en la razón, un golpe, una impresión en el sentido tipográfico de la palabra. Por todo esto, las aproximaciones de William Bronk al mundo precolombino en su libro Nuevo mundo, siempre a través de la evidencia de sus ruinas, no son nostálgicas ni románticas, ni buscan penetrar en un pasado que, a fuerza de lejanía, resultaría afín al silencio y al anonadamiento, o a la pura y simple veneración. Tan poco dado al lirismo, a pesar de su indiscutible vocación poética, Bronk sabe que quien admira pierde, y que sólo quien mira de verdad, quien observa, despeja de la realidad, así sea parcialmente, la incógnita de lo que a golpe de vista parece indescifrable. En efecto, la única manera de incursionar en lo oscuro es despojándolo de su negrura, llevando una lámpara en los ojos para iluminarlo. No nos enfrentamos a lo desconocido para regodearnos en la sombra, sino para construir una impresión. Las piedras de Machu Picchu, de Tikal, de Palenque y de Copán le muestran a Bronk, mediante un lenguaje conciso y directo, lo mismo que le mostraron a quien, hace muchos siglos, las talló y apiló, porque los indicios siguen ahí, tan luminosos como el sol. Más allá del ritual y la ceremonia, del culto y el mito, recónditos por razones cronológicas, las ruinas muestran algo que aún puede explicarse, describirse y saberse. En este sentido, Bronk no es un mistagogo o un iniciado, sino un lector atento y perspicaz. 2. COMO BIEN SEÑALA Gabriel Bernal Granados en su “Prólogo”, la prosa de Bronk, libre de florituras, busca la precisión. Es una prosa filosófica o, mejor

EC 139okok.indd 10

“SU “ VISIÓN DE LAS CULTURAS ANCESTRALES, CARGADA DE LA MENOR CANTIDAD DE PRESUPUESTOS POSIBLE, ES MÁS TOPOLÓGICA QUE MÁGICA, MÁS GEOMÉTRICA QUE MÍTICA Y MÁS GEOGRÁFICA QUE RELIGIOSA.”

aún, fenomenológica, en el sentido de que va a las cosas mismas, de que se centra en lo evidente, lo cual no es fácil cuando se tienen delante vestigios que parecen admitir todo tipo de teorías e interpretaciones. Hay en Bronk un proceder antropológico sobrio y objetivo que le permite profundizar en las ruinas sin más herramientas que la pura observación y la deducción lógica. Su visión —nunca mejor dicho— de las culturas ancestrales, cargada de la menor cantidad de presupuestos posible, es más topológica que mágica, más geométrica que mítica y más geográfica que religiosa. Se interesa en el hecho y en lo dado, en lo natural y en lo artificial, en la realidad concreta, palpable, y en lo que el individuo pone en ella. No le fascinan tanto las cosmogonías de dos civilizaciones —la inca y la maya— ya extintas, sino las concepciones del tiempo y el espacio que las hicieron posibles y que perviven, silentes pero palmarias, en la arquitectura de sus centros ceremoniales. Más que un pedazo de historia, para Bronk las ruinas son la respuesta a una serie de preguntas que, en su momento, quedaron resueltas por la íntima comunión que esas piedras lograron entablar con los terrenos que las albergan. Así, muchas de sus consideraciones antropológicas vienen precedidas de valoraciones topográficas que ahondan en el sentido y justifican las edificaciones. Si éstas se encuentran donde se encuentran —ahí, en ese

sitio, dice Bronk— es por una razón de peso; su ubicación no es accesoria ni accidental; no podrían estar en otro lugar porque el valor natural del terreno es tan importante como lo que se colocó en él. Sobre Machu Picchu, Bronk escribe: El terreno y su fondo fueron puestos a prueba por sus mejores valores de la misma manera en que un bloque de piedra a punto de ser esculpido es estudiado por el escultor que pretende desarrollar su concepción a partir de él. La roca natural es, pues, valorada y respetada. La ciudad ceremonial inca no violenta el terreno, ni representa una alteración o destrucción del espacio, lo cual significa, entre otras cosas, que el culto siempre está por debajo de lo que lo hace posible o, mejor dicho, que las creencias dependen en buena medida del espacio que se habita. En efecto, no se planea una ciudad y luego se la coloca en un terreno propicio; porque hay un terreno con tales y cuales características se le puede agregar, sin apremiarlo, un centro ceremonial o una serie de edificios que cubrirán diversas necesidades. En todo caso, lo natural permite y moldea lo artificial. Algo totalmente opuesto a lo que, por ejemplo, hizo el conquistador, propietario a la fuerza de un terreno que, por razones políticas y religiosas, buscó explotar al máximo, utilizando incluso los despojos de las edificaciones precedentes. También en la cultura maya Bronk detecta esta concepción del espacio alejada radicalmente del sentido de la invasión que altera y trastorna. Palenque, nos dice, representa la ocupación

09/03/18 5:30 p.m.


perdurable de un espacio que, al no tener medida, propició el deseo de la forma como principio arquitectónico. No fue, pues, la utilidad la que motivó la construcción de esos edificios, sino la necesidad de inventarse una forma y un lugar, de crearse un mundo. Los edificios mayas, que en Palenque y Tikal, por cierto, miran hacia adentro como acentuando el terreno, dicen “aquí” trazándole límites al vacío, levantando fronteras donde no las hay. En Palenque, en efecto, los hombres informaron lo informe, pero también abandonaron lo que habían hecho, lo cual, dice Bronk, significa que la ocupación del espacio nunca es definitiva ni está cifrada por el éxito. Al igual que los habitantes de Machu Picchu, los mayas sabían que todo cambio de forma es un golpe certero a la imposición, que nunca la piedra tallada será más valiosa que la natural, que los límites impuestos al espacio son siempre arbitrarios y que lo único que nos queda es ocupar provisionalmente algún punto de una vastedad vacía.

Machu Picchu.

cuán necesaria sea. Es en este sentido que Machu Picchu es un lugar importante, y en este sentido también que no hemos avanzado, que el tiempo desde entonces ha oscilado hacia atrás o adelante a medida que hemos intentado, con el estorbo de nuestras habilidades mucho más numerosas y variadas, conseguir un grado de perfección que se alcanzó de una manera muy simple hace mucho tiempo. No es probable que lo hagamos mejor.

3. LO ANTIGUO NO EXISTE. Que Bronk

destaque, por decirlo así, las “cualidades naturales” de las ruinas mayas e incas quiere decir que se puede llegar a conceptos distintos de habilidad técnica e ingeniería, mucho más afines a la sensibilidad y a la belleza que a la eficacia. Machu Picchu y Palenque son, por supuesto, derroteros del esfuerzo humano, pero también elogios de la materia más allá de su funcionalidad, elogios de lo bello. Dice Bronk: Es costumbre —desde luego justificada— hablar de la habilidad ingenieril de estos constructores y admirar sus técnicas, o más bien los resultados de sus técnicas ya que no hemos descubierto realmente cómo trabajaban. Y sin embargo, para los ojos modernos, la profunda impresión de la ciudad en su conjunto no es una de habilidades técnicas. No obstante lo admirable que esto pueda ser, los hemos superado hace mucho tiempo en cuanto a herramientas y métodos. Pero nada de lo que hayamos podido hacer a este respecto supera a Machu Picchu en belleza. Se trata de algo más que la ciudad de un ingeniero o de un tallador de piedra. Una y otra vez uno se admira frente al concepto imaginativo de una pared o de un edificio o de una posibilidad de realización en relación con lo cual las habilidades calificadas son sólo una herramienta, no obstante

LOBSANG CASTAÑEDA (San Cristóbal, Ecatepec, 1980) es autor de los libros de ensayos Los habitantes del libro (2011), Náusea y alergia (2013) y Puntos suspendidos (2014).

“LAS “ RUINAS SIGUEN DICIÉNDONOS MUCHO PRECISAMENTE PORQUE NO TIENEN TIEMPO, PORQUE NO ESTÁN ‘FECHADAS’, COMO SÍ LO ESTÁN, DICE BRONK, LAS IGLESIAS BARROCAS DE LA COLONIA, CUYA ANTIGÜEDAD NOS RESULTA OBVIA.”

EC 139okok.indd 11

09 Foto > Especial

El Cult ural S Á B A D O 1 0 . 0 3 . 2 0 1 8

Así, pues, se trata de una ingeniería “natural” que hace patente para quien la contempla la llegada, por la vía de la impresión, de una lengua nueva, desconocida del todo pero en el fondo familiar, repleta, dice Bronk, de entonaciones y actitudes que se pueden intuir. Una lengua tan universal y precisa que no necesita intérpretes. Las ruinas mayas e incas nos hablan con mayor elocuencia porque somos humanos y porque sus constructores también lo fueron, más allá de la distancia cronológica. Las ruinas siguen diciéndonos mucho precisamente porque no tienen tiempo, porque no están “fechadas”, como sí lo están, dice Bronk, las iglesias barrocas de la colonia, cuya antigüedad nos resulta obvia. Además, que el tiempo no se pueda “fechar” quiere decir que no es lineal ni progresivo, sino continuo, un presente continuo. Mientras que en las iglesias barrocas habita el pasado, en las ruinas lo hace un presente que exige del antropólogo una actitud específica, alejada en todo momento de los intereses del anticuario. Si de algo buscan deshacerse las incursiones en lo oscuro de Bronk es precisamente de ese sentido común del antropólogo-anticuario que, por estar moldeado por los conceptos y las costumbres de su propia tradición, desdeña la impresión y transforma lo que ve en una representación de sí mismo. En cambio, el tiempo como presente continuo nos conduce a

una antropología atemporal que, a su vez, es capaz de distinguir los rasgos fundamentales de aquello que la impresiona. Por eso, con la suficiencia de quien se sabe dueño de su propio método, Bronk nos asegura que para los mayas el tiempo fue el objeto de culto por antonomasia y que la calendarización del mismo no estuvo motivado por aspectos religiosos. En el mundo maya, nos dice, la relación entre el tiempo y el culto es más estrecha de lo que parece, y esto, de nueva cuenta, se pone de manifiesto en Copán, ciudad en donde se afinaron algunos de los enunciados mayas más importantes sobre el tema, tal y como lo constata la losa Altar Q que contiene una lectura astronómica del tiempo mucho más precisa y sofisticada que las anteriores. Pero, al igual que Palenque, Copán fue una ciudad que los mayas abandonaron en un momento determinado de su estancia en el mundo —o al menos eso parece, piensa Bronk, a juzgar por la ausencia de otras losas con registros astronómicos ulteriores—, lo cual refleja, a pesar de la continuidad del hombre, una concepción del tiempo discontinua y, más aún, una idea de la historia no progresiva. Es decir, las ruinas de Copán ilustran, más allá de nuestra necesidad de formas y unidades de medida, que somos seres atemporales y ahistóricos, y que para explicarnos a nosotros mismos necesitamos imponernos ciertas invenciones del tiempo y del espacio. Aunque en Copán el hombre maya dejó indicios de sus invenciones, también lo hizo de su liberación de las mismas, del abandono de ciertos límites y de la destrucción de su mundo, asunto sin importancia cuando se advierte, dice Bronk, que más que seres históricos somos fantasmas capaces de coincidir con una realidad en la que seguiremos ensayando y desechando formas y certidumbres que nos permitan seguir incursionando en lo oscuro.

William Bronk: Nuevo Mundo, traducción y prólogo de Gabriel Bernal Granados, Libros Magenta, México, 2017, 116 pp.

09/03/18 5:31 p.m.


10

E l C u lt u ral S Á B A D O 1 0 . 0 3 . 2 0 1 8

CARTOGRAFÍA NARRATIVA DE UN PAÍS EN PEDAZOS 13 Dilecto lector: nos acercamos a ti en mitad de esta selva de textos, librerías, editoriales, autoras, editores, narradoras, poetas y libros, para decirte bajito que entendemos que la exuberancia vegetal puede ocultarnos el bosque; pero que nosotros, desde estas páginas, intentamos desbrozar el terreno y señalar el movimiento cuentístico

que late por debajo de la piel de esta tierra letrada, letra.herida y proponemos esta Cartografía narrativa de un país en pedazos donde recogemos voces y texturas con la idea de obtener una muestra de lo que se cuece a lo largo y ancho de este país nuestro. —Edson Lechuga, coordinador

L A NAT U R A LE Z A DEL PU ÑA L MARDONIO CARBALLO

T

A Demián Flores

raiciona su naturaleza al permanecer enfundado el puñal. Quién se atreve, quién camina al filo de la navaja sin cortar su paso funambulesco, sin caer dividido en dos. Victimizada la cebolla, cuchillo en mano, lloramos con ella. El cuchillo hiere por partida doble. Lastima al que con su mano blande y al cuerpo en que se hunde. El cuchillo es príncipe en el circo de la sangre. Varias parejas bailan en una fiesta de pueblo. Es un galerón sin paredes. Atiborrada la pista de baile, Antonio Cristóbal lleva cadenciosamente a Emilia Rojas. En esta escena, donde sólo puede verse que se aman, tintinea invisible el filo de una daga. Si fuese una toma frontal e indiscreta, se le vería reposando, asesina; apuntando al sexo de Antonio. Se abre la toma y sólo podemos ver que Emilia y Antonio se aman. Emilia viste una blusa color rosa que brilla como la plata; como si fuesen carrilleras, atravesando pecho y espalda, un rebozo rojo le enmarca el plexo solar. Al centro de la pista de baile, Julián todavía recuerda cómo, esa misma mañana, tomó por la fuerza a la Juana, tiernita chamaca que aún no sabía de hombre. La ira de don Tomás, su padre, se hizo muda, y fue en silencio esa misma tarde, con un fajo de billetes en la mano, estoicamente, a casa de Emilia Rojas y Antonio Cristóbal. Depositando el fajo de billetes en la mano de Antonio, sólo se rompió el silencio cuando musitó tres palabras ¡Mátalo, Toño, mátalo! A esas alturas ya se sabía quién era el agraviante y la agraviada. En la pista de baile todo es alharaca. El grupo musical desafina una chunchaca. Julián, embriagado por el placer prohibido, baila embelesado con su prometida, recuerda aún el llanto de Juana y de su lucha inútil ante su saliva y su sexo y

sus ganas. Ella se llama Ana. En esta escena sólo parece que se aman. En un baile de pueblo, donde nunca hay nada, la música suena a gloria y los cuerpos se desbaratan. Se repegan y arrejuntan. Todos con todas, todas con todos. Se rompen geografías. Y el sudor se hace un río que se esparce a cada golpe de cadera. No hay fronteras en el mapa. Así se acerca Antonio Cristóbal a Julián, que en esta toma besa a Ana. Saca con su mano derecha la daga cuyo filo —en la escena anterior— apuntaba hacia su sexo, y de un golpe se la incrusta a Julián, sin piedad, por el lado izquierdo de la espalda. La hoja se abre paso hacia el corazón. En la confusión de los cuerpos que se contonean, nadie se da cuenta cuando la mano de Emilia lleva la mano hasta su rebozo rojo. Close up. La mano de Emilia lleva la daga. Se abre la toma y la confusión. Cae el cuerpo de Julián; Emilia y Toño bailan. En esta escena sólo puede verse que se aman. Gritos. Traiciona su naturaleza al permanecer enfundado el puñal. Quién se atreve, quién camina al filo de la navaja sin cortar su paso funambulesco, sin caer dividido en dos. Victimizada la cebolla, cuchillo en mano, lloramos con ella. El cuchillo hiere por partida doble. Lastima al que con su mano blande y al cuerpo en que se hunde. El cuchillo es príncipe en el circo de la MARDONIO CARBALLO sangre. (Chicontepec, Veracruz,

“EN “ UN BAILE DE PUEBLO, DONDE NUNCA HAY NADA, LA MÚSICA SUENA A GLORIA Y LOS CUERPOS SE DESBARATAN. SE REPEGAN Y ARREJUNTAN. TODOS CON TODAS, TODAS CON TODOS. SE ROMPEN GEOGRAFÍAS.”

EC 139okok.indd 12

1974) es poeta, actor y periodista. Conduce su propio programa web: ConversAfondo. Es asesor sobre temas indígenas para instancias nacionales e internacionales. Xolo y Tlajpiajket o La Canción del Maíz s​on sus títulos más recientes.

09/03/18 5:31 p.m.


El Cult ural S Á B A D O 1 0 . 0 3 . 2 0 1 8

EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO

QUINCE AÑOS DEL KISS LOUNGE

11 Por

CARLOS VELÁZQUEZ

@charfornication

S

i usted cree que ama el rock es porque no conoce a Kiko Riojas. Existen encuentros que te cambian la vida. Durante su niñez Kiko descubrió a Kiss y su admiración por la banda se convirtió en uno de los ejes de su existencia. En los años setenta era frecuente ver a cuartetos de niños en cada barrio del país maquillados como el Gato, el Galáctico, la Estrella y el Demonio dando conciertos en piñatas y eventos sociales de todo tipo, aporreando tinas y haciendo el air guitar con escobas desdentadas. De esta admiración surgieron creaciones de la banda como el artista plástico Daniel Guzmán (de quien sin duda debería haber un dibujo de Kiss en el Kiss Lounge); King Buzzo, el líder de Melvins, cuyo fervor por el cuarteto lo llevó a crear uno de los cóvers más sensacionales que se hayan hecho sobre Kiss: “Goin’ Blind”, incluido en su álbum de 1994 Houdini; o el Sereno, protagonista del capítulo “Kiss contra los fantasmas II”, del libro de Titanes del coco de Fabián Casas, el Sereno sería famoso por presentarse a su fiesta de boda de smokin pero maquillado como Ace Frehley; y por supuesto a Kiko Riojas. En 1975 Riojas se topó con el Demonio. Sí, nada menos que con el mismísimo Gene Simmons. El hombre con la lengua de pornstar. Y la admiración mono que siempre había exultado por Kiss se volvió stereo. Fue tal el impacto del acontecimiento que Kiko se metió en una misión divina. Crear un museo en honor a Kiss. Fue así como nació el Kiss Lounge. En The Dirt, la bio de Mötley Crüe, Nikki Sixx

UBICADO EN LA CARRETERA MÉXICO-TOLUCA, EL KISS LOUNGE PARECE SALIDO DE UN GUIÓN DE ROBERT RODRÍGUEZ.

Riojas y Simmon s.

El sino del escorpión

contaba lo sorprendido que estaba de que Gene Simmons hubiera comprado los derechos cinematográficos del libro después de que había echado a Mötley de una gira por desmadrosos. Este gesto describe a la perfección a Simmons, quien entiende como nadie que el negocio del rock and roll es salvaje y la memorabilia es la memorabilia. Este tipo de mentalidad es la que infectó a Kiko. Se le adelantó por completo a Simmons. Si Riojas no hubiera creado el Kiss Lounge, más temprano que tarde la idea hubiera germinado en Gene. Ubicado en la carretera México-Toluca, el Kiss Lounge parece salido de un guión de Robert Rodríguez. Como set cinematográfico es espectacular. Yo no me dedico al cine, pero si un día se me ocurre filmar una cinta de vampiros, zombies o periodistas de rock, no faltará una escena en sus entrañas. El Kiss Lounge es un barmuseo-santuario dedicado por entero al grupo Kiss. Es un pasón de Kiss. Una sobredosis de parafernalia. En su interior se resguardan más de 7 mil 500 artículos en exhibición de merchandising inspirada en la banda. Abrió sus puertas en 2003 y este año cumple quince de respirar como una bestia henchida de la incontestable devoción que provoca el rock & roll. El Kiss Lounge no es un museíto cualquiera. No señor, en memorabilia le compite al Museo del Grammy de Los Ángeles. En ningún antro dedicado a la historia del rock me he sentido tan impresionado como en el Kiss Lounge. Si bien el Museo del Grammy tiene la chaqueta de Michael Jackson, la cantidad de objetos del Kiss

Lounge es mayor. Para adoradores de Kiss, Kiko Riojas. Ha atesorado parafernalia durante décadas. La colección no sólo se compone de artículos de venta al público, sino también de objetos que la misma banda le ha obsequiado a Kiko. Para lo cual el dueño de este templo ha acompañado al cuarteto por todo el planeta. Y ha conseguido lo impensable: establecer una relación personal con una de las bandas más famosas de la historia. Si existe una banda que haya profundizado más que Los Beatles en el merchandising, es Kiss. Y la pasión de Kiko por Kiss se ha ganado el respeto de la RIAA (The Recording Industry Association Of America), que le obsequió todos los discos de oro y de platino que ha ganado la banda. Y con estos arranca la exposición permanente que alberga el Kiss Lounge. La sola visión de los discos es alucinante. Tres paredes tapizadas por las placas enmarcadas. Entonces viene lo que es el bar. Olvídense del Titti Bar en Del crepúsculo al amanecer. El Kiss Lounge es una verdadera cámara de los horrores. Por su poder de hechizarte. Se te cae la baba por horas contemplando los miles de objetos que conforman el decorado. Muñecos, condones, maquillaje, ropa, yoyos, juegos de cartas. Lo que se te ocurra, existe. Y de la marca Kiss. Mientras de fondo suenan las bandas tributo a Nirvana, Led Zep, Kiss, etcétera, que amenizan todas las noches y el Jack Daniel’s corre como líquido seminal. Quince años de besar al diablo. Larga vida al rock y al Kiss Loung. Bendito sea Kiko Riojas. C

Por ALEJANDRO DE LA GARZA @Aladelagarza

Ventiladero cultural (con digresión) DESDE SU NIDO en la hendidura del muro el artrópodo ha leído pocas notas periodísticas sobre la falta de propuestas de los candidatos a la Presidencia del país en materia de cultura, e incluso si uno o dos columnistas abordan el tema, su análisis no pasa del mero señalamiento y carece de ideas o propuestas claras de políticas públicas en esta materia y de cuál podría ser el mejor desarrollo a futuro de las aparatosas instituciones culturales del país (Secretaría de Cultura, INAH, INBA, etcétera). La escasez de información necesaria sobre el tema llevó entonces al venenoso a abandonar su cicatriz en la pared y reptar hasta la Casa Rafael Galván, en la colonia Roma, hoy centro cultural de la Universidad Autónoma Metropolitana, donde desde el mes de febrero se han realizado reuniones semanales de discusión y polémica sobre políticas e instituciones culturales y su prospectiva ante la sucesión presidencial. Las

EC 139okok.indd 13

reuniones son organizadas por el Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (Grecu) de la propia UAM, bajo el título “Ventiladero cultural”. La Casa Rafael Galván llevó al alacrán a una digresión nostálgica hasta finales de los combativos años setenta del siglo viejo, cuando junto a compañeros “de trinchera” como Hermann Bellinghausen, la misma Ana Galván (hija del ejemplar líder electricista) y el fallecido Adolfo Sánchez Rebolledo, Fito, el venenoso trabajó en la edición de la revista sindical Solidaridad en ese mismo local, entonces perteneciente al Sindicato Único de Electricistas (Suterm). Luego de ese viaje por el túnel del tiempo, el escorpión pudo ya presenciar algunas de las discusiones sobre temas como la cultura y la próxima Presidencia, la reforma cultural, el futuro de la Secretaría de Cultura y el papel de la diplomacia cultural. Las reuniones

han convocado a activistas y promotores culturales, académicos, artistas e incluso funcionarios y ex funcionarios del extinto Conaculta y la hoy Secretaría de Cultura, y son coordinadas por el promotor cultural Eduardo Cruz Vázquez (Grecu) y el editor Francisco Moreno. El arácnido seguirá atento a la continuación de este “Ventiladero cultural”, pero sobre todo espera la pronta edición de una memoria de las discusiones, volumen de análisis urgente por parte de los equipos de los candidatos, así como, inexorablemente, por quien resulte ganador en la contienda. Editar estos textos, aun de forma precaria, evitará la pérdida de los aportes de Néstor García Canclini, Marta Turok, Alejanro Ordorica, Patricia Chavero, Horacio Franco, Luis Ortiz Monasterio y otros participantes, y llevará a un mayor involucramiento de los numerosos integrantes del sector cultural social. C

EL ARTRÓPODO HA LEÍDO POCAS NOTAS PERIODÍSTICAS SOBRE LA FALTA DE PROPUESTAS DE LOS CANDIDATOS A LA PRESIDENCIA DEL PAÍS EN MATERIA DE CULTURA.

09/03/18 5:31 p.m.


12

E l C u lt u ral S Á B A D O 1 0 . 0 3 . 2 0 1 8

ARNAUD CHARPENTIER TEATRO, BICICLETAS Y POLÍTICA Arnaud Charpentier es un director teatral de origen francés, egresado de la Universidad de Burdeos, donde colaboró con Georges Bigot del Théâtre du Soleil. Trabajó como actor en el Théâtre du Versant (Biarritz, Francia) durante seis años. De 2003 a 2009 dirigió la compañía La Biznaga Teatro en México, donde creó una serie de intervenciones teatrales en el Metro de la Ciudad, en una apuesta porque el teatro llegue a nuevos espacios y asuma responsabilidades políticas y sociales. Actualmente es director de la compañía Teatro Entre 2, una compañía franco mexicana

fundada en la Ciudad de México en 2010 que ha desarrollado su propio estilo, que llaman “cine teatro”. Sus espectáculos son punto de encuentro de disciplinas artísticas como la pintura, la música y el teatro; pero sobre todo, esta compañía ha decidido intervenir de los espacios públicos y urbanos, muchas veces de manera sorpresiva. Su más reciente montaje, Red, Black & Silver, del dramaturgo Alejandro Román, recuerda la muerte del pintor norteamericano Jackson Pollock y se presenta en el Foro Un Teatro de la Ciudad de México.

Por

ESGRIMA

ALICIA QUIÑONES

¿En qué momento se encuentra Teatro Entre 2? Afortunadamente la compañía se encuentra en un gran momento. Por un lado, sigue con las actividades afuera de las cajas negras, que es nuestra tarea principal, diaria: es decir, salir de los teatros, irrumpir en el espacio público. También continuamos con Arbolea, un proyecto de teatro bajo los árboles donde se llevan a cabo espectáculos multidisciplinarios. También tenemos la suerte de contar con nuevos estrenos, uno de ellos se llama La descarga, un espectáculo creado en el marco del Festival Internacional Cervantino y presentado en una ocasión en la Ciudad de México, así como el estreno de Red, Black & Silver. ¿Por qué ha decidido sacar al teatro de esa caja negra? Primero porque soy un poco claustrofóbico, y paso mucho tiempo de mi vida adentro de los espacios cerrados, de los foros de ensayos de las salas. Los teatros son lugares cerrados y oscuros, y uno se vuelve claustrofóbico. Me encanta el oficio del teatro, el escenario, las luces, pero somos como ratones, viviendo de noche y a la luz de los proyectores de teatro. Esto es algo que comparto con los integrantes de la compañía, y por ello decidimos hacer proyectos afuera de las salas. Desde luego, esto es algo personal, pero hay otro problema mucho más profundo que es el público y el asunto político, y sobre todo la necesidad de que el arte no quede encerrado en las cajas blancas de los museos o en las cajas negras de los teatros. Desde que vivo en México siento que hay una necesidad de ir más allá de los recintos culturales, muchos de ellos alejados de la sociedad. El arte tiene que irrumpir en todos los ámbitos y lugares. El hecho de que los lugares artísticos estén tan aislados hace propicio que el artista se convierta en un ser apartado de la sociedad y no juegue su papel político. ¿Cuál es ese papel político? Yo defiendo que el teatro y el arte en general deben desempeñar un papel político. Tiene que estar presente, entre la gente. Desde 2007, con mi anterior compañía, La Biznaga Teatro, entendí que no solamente debíamos proponer obras que

EC 139okok.indd 14

DESPUÉS DEL TEATRO EN BICI SURGIÓ LA IDEA DE UN TEATRO CON CONCIENCIA ECOLÓGICA, TEMA QUE ME PARECE FUNDAMENTAL, SOBRE TODO EN LA CIUDAD DE MÉXICO.”

se adaptaran a espacios públicos, sino proponer experiencias artísticas concebidas para el espacio público. Con Teatro Entre 2, la primera que surgió fue la idea del teatro en bicicleta, con el título de Tragedia sobre ruedas, un espectáculo sin frenos, donde poníamos un verdadero cortejo nupcial en bicicletas, y la gente podía seguirnos tanto en bicicleta como a pie. Este espectáculo nació en 2014 y continúa en nuestro repertorio. Después del teatro en bici surgió la idea de un teatro con conciencia ecológica, tema que me parece fundamental, sobre todo en la Ciudad de México. Yo soy ciclista y sé que desde hace años la calidad del aire es mala y que se agravó muchísimo desde el cambio en el reglamento de tránsito de la ciudad. La calidad del aire está peor que nunca, entonces dejemos de aplazar el problema y pensar en que podemos salvar al planeta; primero podemos pensar en cómo salvar el aire que respiramos aquí y ahora. Por ello surgió la idea de hacer un espectáculo

sobre el árbol, pero también abajo del árbol, reconsiderado como un ser vivo y buscando dialogar sobre su importancia en nuestras vidas y en una ciudad como ésta. La idea es sacar al teatro de su recinto, pero también nos importa sacarlo de lo esperado y realizar un encuentro entre el teatro y otras disciplinas. Nosotros, por ejemplo, siempre trabajamos con música en vivo, con artes plásticas. ¿Cómo ha recibido el público estas propuestas que salen del teatro tradicional? Creo que el público pide nuevas experiencias y quiere sorprenderse en su propia ciudad. Cuando hicimos intervenciones en el metro, hace diez años, nuestra expectativa era que la gente nos regalara sólo unos minutos de su tiempo porque iban a su trabajo o con prisa. Pero no fue así: la gente quería ver más, participar y actuar con nosotros, etcétera. A la gente le gusta ser sorprendida. Nunca tendríamos ese tipo de reacciones en un teatro de sala. La gente que no suele ir al teatro, que constituye la gran mayoría, es capaz de recibir cualquier experimento artístico y de responder. Entonces, para mí, se convierte en una experiencia interesante, porque si hacemos teatro destinado sólo para la misma gente, que está convencida de lo mismo que nosotros, no nos sirve de mucho. Queremos abrir nuevos caminos. ¿Qué le brinda el teatro a la gente? Si la gente no va al teatro tendrá razones seguramente muy válidas, razones económicas o bien que han sido “vacunados” desde muy jóvenes. Luego hay una especie de pavor o respeto frente a lo cultural, como si fuera una estatua sagrada ante la cual no podemos irrumpir o atrevernos. Sin embargo, la gente que acude al teatro ha experimentado las emociones fuertes y más bellas que pueden existir, artística y humanamente hablando. El teatro es, antes que todo, un encuentro vivo, algo que nos recuerda lo vivos que estamos, lo profundamente humano del acto de convivir, de reunirse. Un evento teatral nunca está terminado. La belleza del arte teatral se da en un solo momento, cuando todo convive en un momento irrepetible. Cada noche, el teatro es diferente.

09/03/18 5:32 p.m.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.