ARI VOLOVICH
UN MES Y MEDIO SIN FUMAR
CARLOS VELÁZQUEZ
BERLINER (CÁMARA ACÚSTICA)
NAIEF YEHYA
LA GUERRA FRÍA
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S Á B A D O
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[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]
LA POLÍTICA CULTURAL DEL NUEVO RÉGIMEN ARIEL GONZÁLEZ ALEJANDRO DE LA GARZA
Heike Brachlow, Reflection I, escultura en vidrio soplado, 2014. Fuente > heikebrachlow.com
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En menos de tres meses, las iniciativas del nuevo gobierno de México han sacudido gran parte de la estructura y los cimientos del antiguo orden. Las instituciones y la política cultural del Estado no podían quedar al margen de este proceso que se desenvuelve con prisa y consecuencias indeseables para muchos creadores y trabajadores de la cultura en el país. En este ensayo, el autor revisa las claves de un panorama todavía en formación, motivo de polémicas y enconos cuyos efectos hoy son imprevisibles.
SOBRE LA POLÍTICA CULTURAL DEL NUEVO RÉGIMEN ARIEL GONZÁLEZ I. UNA PALABRA PODEROSA
H
ay quienes ven en la expresión política cultural un enunciado noble per se, de elevadas miras, con metas incuestionables y dignas donde las haya. Esto es así gracias al peso que tiene en ella la palabra cultura, que cubre con su nimbo (lo saben bien los políticos, antes que los artistas) todo cuanto la rodea. En el caso que nos ocupa hace olvidar por momentos que se trata en primer lugar de una política pública, atinada o no, como cualquier otra cuyos primeros efectos estamos ya conociendo en esta etapa que se ha dado en llamar de modo oficial —y también, con otro tono, en la picaresca popular— Cuarta Transformación. Previo al triunfo electoral de la agrupación que la llevó a encabezar la Secretaría de Cultura, Alejandra Frausto dio a conocer un documento que constituía su carta de presentación en la materia. Se intitulaba El poder de la cultura1 y venía a ser, de acuerdo con la escritora Laura Esquivel (que todavía aparecía como futura subsecretaria) una “radiografía sensible de nuestro ADN”. No obstante la recepción esperanzada —y por momentos apologética— que tuvo entre los artistas y escritores simpatizantes del cambio que estaba por protagonizar el Movimiento de Regeneración
Nacional, el documento de poco más de quince páginas no analizó mayormente la problemática cultural y mucho menos exploró con precisión cómo enfrentarla. Esto es, a pesar de jactarse de ser un texto que es resultado de diversos encuentros con los miembros de la comunidad cultural y de la “política de la escucha”, no profundiza en el diagnóstico del quehacer cultural del país, ni tampoco en las propuestas y alternativas que se ofrecen. Entiendo que la corrección política —y más aún, el compromiso social— de muchos de los creadores e intelectuales consultados, hubiera podido desembocar en la necesidad de plantear un programa cultural pletórico de alusiones a la justicia, la democracia y la inclusión de los sectores siempre marginados. Pero de ahí a suponer que no le plantearan a la secretaria Frausto los problemas puntuales que enfrentan en los distintos campos de su actividad artística, institucional o de animación y difusión, hay un trecho muy grande. O quienes fueron consultados no hablaron puntualmente de los problemas de su ámbito y competencia, o la política de escucha simplemente no escuchó. Porque lo cierto es que el documento El poder de la cultura, que sigue siendo la matriz de lo que puede denominarse la política cultural del nuevo régimen, no trasciende el wishful thinking de
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los programas culturales del “viejo régimen priista”: la cultura como un derecho humano, por lo que se debe garantizar el acceso equitativo de todos a ella (algo que la Constitución enarbola); retomar los espacios públicos o su “recuperación afectiva” (sic); “crear un fondo especial” (aunque ya había uno, que por lo visto no se reconoce) para la reconstrucción de los monumentos afectados por los sismos; descentralizar la vida cultural (añeja aspiración, si bien el documento habla de “redistribuir la riqueza cultural”, noción sobre la que volveremos más adelante); agenda digital y conectividad, cómo no; ante la violencia, emplear la cultura como instrumento para la paz y la convivencia ciudadana (el tejido social que venimos reconstruyendo desde hace años, pero que no se deja); la participación de los jóvenes; alentar las exposiciones itinerantes dentro y fuera del país a través de una red de museos (¿se pretende que no existía ya dicha red?); financiamiento para proyectos artísticos independientes y el (desde sexenios atrás) tan llevado y traído impulso a las industrias culturales con nuevos esquemas fiscales y de inversión, así como créditos blandos, fomentando la colaboración del sector público y privado. Hasta aquí ninguna novedad. Tampoco precisión alguna que permita esclarecer los medios y las acciones concretas para alcanzar tan altos fines. Eso sí, entre las propuestas puntuales está la creación de “un observatorio de género y derechos humanos” del que todavía no tenemos noticia, pero cuyo planteamiento, me temo, choca con la simplificación administrativa (acabar con la duplicidad de cargos y funciones) que también propone, y porque este tema en la actual administración es objeto de atención central por parte de la Secretaría de Gobernación. El documento en cuestión planteó también convertir la Residencia Oficial de Los Pinos en “uno de los complejos culturales más grandes de América Latina”, algo que por lo pronto es, en el mejor de los casos, como la irrupción de las masas jacobinas en el Palacio de Versalles. Hasta hoy, aparte de algunas proyecciones, la muestra permanente que se exhibe al anonadado público que visita el exrecinto presidencial sólo presenta las alcobas y los escenarios del palaciego modus vivendi de la familia presidencial. Entiendo que se han recibido cientos de propuestas sobre lo que se hará en el futuro con este inmenso espacio (cuyo mantenimiento y vigilancia siguen por cierto a cargo del disuelto Estado Mayor Presidencial), pero la pregunta por los recursos necesarios para cumplir con la promesa de convertirlo en un auténtico complejo cultural sigue sin responderse. Así, el documento estelar y más influyente en lo que será el quehacer institucional de la nueva política cultural se ha impuesto a pesar de su escasa originalidad y pobre diagnóstico, y sobre todo sin ofrecer respuesta a los problemas concretos del sector.
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II . ¿REDISTRIBUIR? ME SUENA, ME SUENA...
ARIEL GONZÁLEZ (Ciudad de México, 1963) ha sido bibliotecario, diplomático, conductor de radio, editor y colaborador de diversos medios escritos. Es autor del libro periodístico Breviario de correrías (CNCA, 2009). Actualmente colabora en el canal de televisión ADN 40.
La riqueza cultural del país es proverbial. Premisa y sustento de la fe culturalista (de la que ya hablaba Carlos Monsiváis) que se construyó a lo largo del siglo XX, no es cuantificable fácilmente desde el punto de vista económico, tanto como desde su densidad e impacto universales. Cifrada en el enorme patrimonio material e inmaterial del que disponemos, su importancia es indiscutible. Basta mirar hacia nuestra cocina, las artes visuales, las más de 20 mil zonas arqueológicas registradas o las fiestas populares, para consignar este hecho frente al mundo entero. Por eso quizás llama más la atención uno de los ejes del documento citado: “Redistribución de la riqueza cultural”. Quisiera suponer que se usa el concepto de redistribución como sinónimo de desconcentración (“la política cultural se concentra en la Ciudad de México y en unas cuantas zonas urbanas”), porque de lo contrario, ¿cómo sería posible, por ejemplo, redistribuir la riqueza cultural —mala o buenamente administrada—, de Oaxaca? ¿Repartiendo los vestigios de Monte Albán por todo el país? No quisiera llevar hasta el absurdo algunos de los supuestos de este eje primordial de la política cultural morenista. Sin embargo, puesto que no se habla nunca de descentralización presupuestaria y política, ni de respeto y autonomía de los institutos y las secretarías de cultura de las diversas entidades del país, la redistribución viene a ser otra cosa: un “esquema que impulse a las culturas locales y sus creaciones”, pero desde la federación y concentrando los recursos, como se verá más adelante. Por otro lado, cuando en este mismo tema de la redistribución se argumenta que “la mayoría de las y los mexicanos tenemos un acceso limitado a nuestras manifestaciones
culturales y creaciones artísticas”, me pregunto si no ocurre lo mismo con aquellas manifestaciones culturales que no son nuestras. Es decir, el mexicano que desconoce el Popol Vuh, ¿no es acaso el mismo que ignora a Herman Melville? Lo nuestro por delante. Da la impresión de que se pretende volver del algún modo al nacionalismo cultural de los años veinte y treinta, de cuando, como escribió Daniel Cosío Villegas, existía toda una visión de la sociedad mexicana, nueva, justa, y en cuya realización se puso una fe encendida, sólo comparable a la fe religiosa... El indio y el pobre, tradicionalmente postergados, debían ser un soporte principalísimo... por eso había que exaltar sus virtudes y sus logros... su sensibilidad revelada en danzas, música, artesanías y teatro. Pero también era menester lanzarlos a la corriente cultural universal, dándoles a leer las grandes obras literarias de la humanidad... 2 En esta última parte hay, como puede verse, una diferencia sustantiva: el documento que examinamos prácticamente no habla de traer a nuestras tierras lo mejor de la cultura universal (que luego resulta, como se ha demostrado, lo mejor que le ha pasado a nuestros creadores). Sus referencias al exterior son mínimas: usar al servicio exterior para promover nuestra cultura y generar nuevos circuitos para proyectarla al mundo. Como ideal, el de aquellos años de la posrevolución que relata Cosío Villegas sin duda era un proyecto coherente. Hoy, frente a un país —a pesar de todo— casi totalmente alfabetizado, con más del 50 % de los mexicanos usando una conexión a internet, inmersos en el vórtice globalizador, hablar de promover el intercambio entre las regiones, a través de “misiones culturales” que lleguen
“CONVERTIR “ LA RESIDENCIA OFICIAL DE LOS PINOS EN UNO DE LOS COMPLEJOS CULTURALES MÁS GRANDES DE AMÉRICA LATINA POR LO PRONTO ES, EN EL MEJOR DE LOS CASOS, COMO LA IRRUPCIÓN DE LAS MASAS JACOBINAS EN EL PALACIO DE VERSALLES .
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a las comunidades más alejadas, suena a una catequización nacionalista no sólo innecesaria sino demagógica. Esta redistribución sin descentralización real ni reivindicación clara de la pluralidad cultural (donde lo comunitario o incluso las raíces indígenas son una parte sustantiva, sí, pero una parte), parece más una coartada ideológica que un programa serio de gobierno. Por lo mismo, corre el riesgo de que la previsión de Marx (aquella idea nada peregrina —sólo de origen hegeliano— de que la historia se repite como tragedia y luego como farsa) se cumpla, pues es evidente que la dinámica cultural del país es mucho más viva, intensa y sofisticada que lo que presupone esta exaltación hasta cierto punto artificial de lo comunitario, lo local y regional (controlados presupuestalmente desde el centro). ¿Por qué nunca es suficiente hablar de la pluralidad cultural de la nación? Como bien ha dicho Lourdes Arizpe, la nuestra, al igual que toda identidad, es relacional y múltiple: Los mexicanos somos, al mismo tiempo, oriundos de un pueblo, barrio o ciudad, portadores de una cultura étnica —originaria maya o nahua, o de inmigración, afro y otras— o regional —oaxaqueña, jarocha, tapatía, norteña, yucateca—, practicantes de una dirección, profesión, oficio o subempleo, miembros de una feligresía religiosa, adherentes de grupos sociales diversos, y aficionados a tales o cuales tipos de música, o deporte o lo que sea. Cada una de estas filiaciones y adhesiones nos une a una gran variedad de grupos y entreteje nuestra identidad total. Hoy, además, varias de estas pertenencias múltiples nos unen a grupos en otros lugares del mundo. Así sucede con los mexicanos migrantes, artistas y viajantes de la cultura que viven en otros países.3 ¿Somos más? ¿Somos menos? Esta forma de ser nuestra, compleja y rica, no se puede reducir a visiones locales, regionales o tradicionales, porque está presente en todas partes. Preocupa que el diagnóstico de la riqueza cultural que se quiere redistribuir sea limitado, como parte de un plan que no habla tampoco de la libertad cultural que hemos alcanzado a lo largo del siglo XX y que debemos consolidar para la construcción de un país
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democrático y moderno, con una ciudadanía crítica y libre. La “redistribución de la riqueza cultural” pareciera tender a descuidar o anular los programas nacionales (y no pocos locales) que vienen funcionando bien en aras de crear lo nuevo o de llegar a las “más lejanas comunidades”. Su planteamiento de nuevas “rutas de intercambio” a partir de abstracciones como aquella de que “el reconocimiento y el flujo de conocimiento serán la semilla de la nueva política cultural”, puede suponer la suplantación del desarrollo alcanzado por la vía de la experiencia institucional de décadas. Lo que queda claro es que, contra lo que podría suponerse por el título, El poder de la cultura no promueve la actividad artística como sujeto o protagonista del cambio, sino como complemento de éste. Desde sus primeras palabras define esta vocación subalterna: “A lo largo de la historia no se ha registrado ninguna transformación social que no haya sido acompañada de una renovación cultural”. ¿Y qué mejor idea para acompañar un cambio de régimen —como definen el proceso actualmente en marcha— que apelar a algo tan rimbombante como la “redistribución de la riqueza cultural”?
III. RECORTES: "PARECE QUE PERDIMOS" La Cuarta Transformación comenzó en materia cultural con un recorte presupuestal que se sumó a aquellos que sexenio tras sexenio se vienen practicando en nuestro país, cada vez en mayor detrimento del quehacer que nos ocupa. El paquete económico aprobado planteó un presupuesto de 12 mil 394 millones para el área. En medio del descontento de buena parte de la comunidad cultural, no faltó la consoladora mirada al pasado del presidente de la Comisión de Cultura, Sergio Mayer, quien recordó que en el sexenio de Peña Nieto el presupuesto para la cultura pasó de 17 mil 300 millones de pesos en 2012 a 12 mil 900 millones para 2018. Días después, el 22 de diciembre, el citado Mayer y la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, se disputaban en las redes el logro de un incremento de 500 millones de pesos al presupuesto para el sector cultural,
“LA “ CUARTA TRANSFORMACIÓN COMENZÓ EN MATERIA CULTURAL CON UN RECORTE PRESUPUESTAL QUE SE SUMÓ A AQUELLOS QUE SEXENIO TRAS SEXENIO SE VIENEN PRACTICANDO EN NUESTRO PAÍS .
con lo que éste quedó finalmente en 12 mil 894. No obstante, el descontento perduró no sólo por el monto sino por la forma en que se decidió distribuir. Por ejemplo, 600 millones se destinarán directamente al programa Cultura Comunitaria, mientras que el INBA recibirá 176 millones menos que en 2018. Es apenas un ejemplo de cómo todas las áreas del sector acusan una disminución que puede alcanzar hasta un 26 % real si se considera la inflación y el tipo de cambio, según cálculos de Arturo Saucedo, un conocedor del tema. El mismo Saucedo lamentó desde un principio lo que venimos señalando: El que se concentre nuevamente el presupuesto en la oficina de la Secretaría de Cultura implica que, pese al discurso, no se está descentralizando, ni se atienden las necesidades de las entidades federativas ni de los municipios, y se hará de manera discrecional...4 A pesar de los datos contundentes que se mostraron en su momento acerca de la reducción presupuestal, la Secretaría de Cultura insistió en que se trata de un presupuesto transparente y responsable, en sintonía con la realidad del país en términos de acceso a la cultura y promoción de las artes. Con este presupuesto podremos reorientar gastos en asuntos prioritarios e implementar una fuerte política de creación, desarrollo y promoción cultural.5 Lo que vino después es que todos conocemos a alguien que ha sido despedido de la SC, y no precisamente por tener sueldos excesivos o privilegios. También en esto, la SC acompaña el proyecto de austeridad con el que se busca financiar los programas sociales clientelares puestos en marcha por el gobierno de López Obrador. ¿Cuántos son los despedidos del sector cultural? De momento no lo sabemos con precisión, pero crónicas como ésta de La Jornada se han hecho más y más comunes: En las oficinas del Fonca ubicadas en la calle Sabino 63, colonia Santa María la Ribera, ante la sorpresa de sus compañeros, fueron despedidos todos los trabajadores del área encargada del programa Jóvenes Creadores... La mañana del viernes, de acuerdo con versiones del personal de esa instancia que pidió el anonimato, “corrieron como a diez compañeros como si fueran ratas; les dieron hasta la una de la tarde para que se fueran, hasta la seguridad del edificio subió al departamento para decirles que ya no podían estar ahí... no son maneras, varios de nosotros llevamos trabajando aquí varios años, no nos avisaron que el recorte nos tocaría, no estábamos preparados”, dijo uno de los afectados... Otra trabajadora,
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en medio del llanto, apuntó: “es increíble lo que está haciendo este gobierno, hasta parece que perdimos cuando hace unos meses festejábamos el triunfo de Andrés Manuel López Obrador”.6
“DESDE “ SU INVENCIÓN, LA MANZANA DE LA DISCORDIA ENTRE LA COMUNIDAD CULTURAL MEXICANA HA SIDO EL FONDO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES .
No obstante la promesa de que no habría despidos masivos, estas escenas se reproducen en casi todos los espacios de la Secretaría de Cultura. El despedido más notorio hasta el momento es el de Daniel Goldin, un reconocido profesional quien era director de la Biblioteca Vasconcelos y padeció el maltrato de las autoridades de la biblioteca que encabeza ahora Marx Arriaga. Alguien que trabaja con el nuevo director habría pedido a Goldin: “desocupa la dirección y bájate uno de los escritorios al sótano”. Antes, de acuerdo también con información de La Jornada, un grupo de 65 trabajadores eventuales denunció que la biblioteca funcionaba “al borde del colapso... ante el despido de personal calificado y la zozobra laboral en la que permanece el resto de esa plantilla, lo cual redunda en perjuicio para sus usuarios”. En plenos tiempos de Regeneración Nacional, a uno lo despiden personajes que pueden llevar por nombre Marx o Lenin, pero también sobrenombres como Marvel (Antonio Martínez, en realidad el encargado de justificar ante la prensa y las redes cualquier atrocidad, más las que él añade) o de prosapia dinástica, si bien de formas procaces, como Paco Taibo II. Ahora bien, entre las desavenencias surgidas en torno del presupuesto cultural no hay que perder de vista la que hay entre la federación y los institutos y las secretarías de cultura de los estados. Estos, frente al recorte y la forma como se ha gestionado, constituyeron en diciembre pasado la Asociación Mexicana de Secretarios y Titulares de Cultura, integrada por representantes de 22 estados del país. Su reclamo es meridiano, tal y como lo expresó en su momento el secretario de Cultura de Guerrero, Mauricio Leyva Castrejón:
a las nuevas realidades de nuestros tiempos (globalización, nacionalismos y redes sociales incluidas), desde hace varias décadas. Una abrumadora conclusión, a la que no parece llegar el nuevo gobierno de la República, es, en consecuencia, la ausencia de una política cultural auténticamente republicana y federalista igual en lo normativo que en lo presupuestal o programático.8 Y entrando a las precisiones que buena falta hacen hoy, Ronaldo González apuntaba: En ningún momento se establece siquiera la posibilidad de crear un Fondo de Aportaciones con criterios bien definidos, con una fórmula de asignaciones, que garantice recursos para apoyar los programas de educación artística, compañías y animación cultural en las entidades federativas. Tampoco se piensa en la manera de vincular los programas federales con las problemáticas de las regiones y comunidades en donde se gesta el déficit de cohesión social y ciudadanía que padecemos.9
IV. LAS BECAS DE LA DISCORDIA Desde su invención en tiempos salinistas, la manzana de la discordia entre la comunidad cultural mexicana ha sido el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca). Entre la indolencia de los becados y el resentimiento de los rechazados y/o marginados se ha configurado un paisaje de confrontación permanente. En medio hay un ilustre sector que nunca ha pedido beca y que se las ha arreglado por sí mismo para producir grandes cosas. Los que lo integran mantienen un dejo de burla sobre el tema y sus protagonistas, es decir, los becarios que antes fueron jurado y viceversa, y otros que han repetido esos papeles en varias ocasiones. El asunto se ha discutido muchas veces, pero nunca desde la perspectiva más elemental, que conviene a
La relación del gobierno federal y las instancias estatales de cultura no siempre ha sido la mejor, pero esta vez tiende a empeorar. Lo que escribió hace no mucho el sociólogo sinaloense Ronaldo González Valdés, exfuncionario cultural y estudioso del tema, sigue siendo cierto: Está claro que, pese a la creación de la Secretaría de Cultura el sexenio pasado, en materia de financiamiento hay una evidente centralización (y diríase concentración) del recurso, además de que, en el renglón de política pública, sigue trabajándose con el mismo mapa programático, muy convencional y poco adaptado
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Queremos que se regrese el subsidio piso que se nos arrebató a los secretarios de Cultura que era de 34 millones de pesos y que había sido un logro histórico porque estamos frente a un recorte que desde el 2012 no había sido tan atroz.7
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un país pobre como lo sigue siendo el nuestro: ¿privilegiar el estatus social o el artístico? Mientras el debate se reanima, en espera de que el nuevo titular del Fonca, Mario Bellatin, presente puntualmente su programa (ha adelantado que “el Fonca es una joya, pero debe adaptarse al tiempo actual”10), es evidente que aquí el régimen se juega uno de sus principales pilares de apoyo. Por lo pronto, no ha sido presentado el programa que Bellatin se había comprometido a entregar hace unos días y el Encuentro de Jóvenes Creadores, programado para el 14 de febrero, fue cancelado. Y ahora el problema crece, para empezar en su dimensión financiera real, como lo ha hecho notar Blanca González en Proceso: Con el aumento al salario mínimo que estableció el presidente Andrés Manuel López Obrador —102.68 pesos diarios—, las cuestionables becas que otorga el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) a artistas pertenecientes a los programas de Creadores Eméritos y del Sistema Nacional de Creadores ( SNC), van a incrementarse aproximadamente a 61 mil 200 pesos mensuales para los primeros, y a 45 mil 900 pesos mensuales para los segundos.11 Se trata, de acuerdo con Blanca González, de “dos ingresos pagados con impuestos de los ciudadanos que, si estuvieran gravados fiscalmente, corresponderían a un salario aproximado de 79 mil 560 pesos para los Eméritos y 59 mil 670 pesos para los miembros del SNC”.12 No es poco, y en tiempos de austeridad impuesta por el nuevo gobierno, estas cifras resultan más bien escandalosas, en función, primero, de que muchos artistas en México —enorme privilegio— no pagan impuestos. Otros, que han alcanzado el grado de eméritos, reciben becas vitalicias no obstante los extraordinarios ingresos que reciben por sus obras o como resultado de su trabajo en diversas instancias (hay quienes suman hasta cuatro o cinco sueldos, aparte de su beca). Nada más en el rubro de artes visuales, la antes citada Blanca González contabiliza unos “221 creadores en el Sistema Nacional de Creadores y once eméritos”; con ello, la erogación mensual será de 10 millones 143 mil 900 pesos para los primeros, y 673 mil 200 pesos para los segundos. Un total de aproximadamente 129 millones 805 mil 200 pesos en un año exclusivamente para las artes visuales.13 Frente a la austeridad impuesta, el tema de las becas será uno de los más complejos en esta administración. Ya hace años, cuando Mini Caire dirigió el Fonca a comienzos del pasado sexenio, los becarios reaccionaron contra una serie de modificaciones en la convocatoria del SNC. Una de las que más los molestó era la que
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estipulaba que tendrían que esperar un año antes de presentarse de nuevo a concurso para obtener una beca. Malamente, las becas se han convertido en un tema intocable. No me imagino a la actual administración imponiendo nuevas reglas o terminando con los privilegios y excesos. Una cosa es despedir a montones de trabajadores por honorarios, como se ha venido haciendo, y otra muy diferente recortar o cancelar becas. Por lo demás, nuestra inteligencia becaria, como la he llamado en otras oportunidades, no siente ningún apuro porque el sistema de becas, la más confortable invención del Estado cultural mexicano, cambie.
V. EL ESTADO EDITOR Desde que el Estado Cultural mexicano dio sus primeros pasos luego de la Revolución, se propuso poner al libro —barato y/o regalado— como instrumento fundamental de la cruzada civilizatoria que emprendió. Esa fe culturalista hizo esfuerzos editoriales mayúsculos para poder producir los miles y miles de ejemplares comprometidos en el proyecto educativo. El Fondo de Cultura Económica encabeza hoy el conjunto de instancias con las que cuenta el Estado mexicano en su faceta como editor, pero ahora con un nuevo modelo en el que concentra a Educal, la Dirección General de Publicaciones, Alas y Raíces y todo cuanto sirva a la Estrategia Nacional de Lectura, anunciada hace unas semanas. Rafael Pérez Gay, sin conocer todavía cómo crecería en este sexenio el Leviatán editorial, advertía hace poco más de diez años: Debe insistirse en que no hay en el mundo una industria editorial importante allí donde el Estado no libera el libro de texto, el único mercado realmente cautivo del libro. Mientras esto no ocurra en México, hay que alarmarse por otra proclividad del Estado: imprimir libros, y muchos, y muy baratos. Esto atenta contra las editoriales, grandes y pequeñas, sabedoras de lo que en efecto cuesta un volumen. Es poca la demanda, y se dilapida en libros subsidiados.14 La irracional concentración del poder editorial del Estado en una instancia como el Fondo de Cultura Económica, no puede augurar otra cosa más que la multiplicación exponencial de esa tendencia que advertía Pérez Gay. Y si a eso añadimos lo que serán los instrumentos de la Estrategia Nacional de Lectura, tenemos entonces un catálogo inmenso de atribuciones concentradas en un solo funcionario, Paco Ignacio Taibo II, cuya llegada al cargo ha sido profundamente reveladora del estilo de gobernar del presidente López Obrador. El mismo gobierno que hace una distribución masiva de la Cartilla moral de Alfonso Reyes, reforma la ley a gusto para poder concretar el nombramiento de Taibo II como
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director del FCE , habida cuenta del impedimento legal que existía. En su cartilla, Reyes dice desde sus primeras líneas que “No todo está permitido... El bien no debe confundirse con nuestro interés particular”, pero en los tiempos que corren la máxima a seguir, por lo visto, es que no importan los medios, sino los fines. No me detendré en la síntesis obscena que el propio Taibo II hizo de su triunfo frente a los que cuestionaron la legalidad de su nombramiento, pero sí en su ungimiento como caudillo cultural comprometido, literalmente, con abaratar los libros, como si esa fuera la condición esencial para incrementar los niveles de lectura en nuestro país. La elefantiásica estructura editorial que ahora dirige Taibo II ya ha puesto en circulación sus primeros cincuenta títulos a menos de cincuenta pesos. A esa acción seguirán otras muchas donde la premisa de lo masivo y barato se antepondrá a otros criterios, como el que ha señalado el editor Tomás Granados: Más que publicar cientos de miles, incluso millones de ejemplares de unas pocas obras —que es lo que en el mejor de los casos podrá hacer el nuevo FCE, con las inevitables limitaciones de calidad y diversidad que enfrenta cualquier entidad editora—, la cuarta transformación lectora debería fortalecer la presencia de las bibliotecas barriales o comunitarias, abrir las que hoy tienen propósitos acotados, dinamizar las que son meros almacenes de páginas mudas.15 Creer que en México no se lee porque los libros son caros es la premisa errónea de un proyecto cuyo destino final bien puede ser el que prevé la sabiduría popular: lo barato sale caro.
VI. EL HORIZONTE En política —y, obvio, también en política cultural— los primeros cien días
“TENEMOS “ UN CATÁLOGO INMENSO DE ATRIBUCIONES CONCENTRADAS EN UN SOLO FUNCIONARIO, PACO IGNACIO TAIBO II, CUYA LLEGADA AL CARGO HA REVELADO EL ESTILO DE GOBERNAR DEL PRESIDENTE .
de un gobierno nunca son del todo determinantes, pero sí anticipan lógicas, estilos y formas de proceder que generalmente marcan cuál será el desarrollo de una administración. Desde luego, siempre es posible enmendar errores y corregir el rumbo. La política cultural que se perfila en nuestro país tiene problemas de concepción y ejecución muy evidentes que, sin embargo, pueden ser superados abriendo espacios para la reflexión y el análisis, y convocando la participación de los mejores especialistas en cada rubro. Reconocer que no todo se hizo mal en las anteriores administraciones es parte de otros reconocimientos no menos importantes: no se va a inventar el hilo negro en este gobierno y tampoco las buenas intenciones son suficientes. El nivel de vanguardia que mantiene la cultura mexicana no depende, por suerte, única ni principalmente de las acciones del gobierno. La presencia exitosa de muchas manifestaciones de nuestra identidad en el mundo, a través del arte popular, la cocina, las artes visuales, el cine, la literatura, la ópera, el teatro, la danza o la música no están sujetas a las buenas o malas decisiones que se tomen desde la Secretaría de Cultura. No obstante, sería importante que desde esta instancia se le respaldara. Lo cierto es que la libertad cultural que se ha construido en México durante décadas —y que ha hecho posible que un sinnúmero de talentos artísticos prosperen y nos representen, orgullosos, ante el mundo—, configura una dinámica que los actuales funcionarios culturales no podrán ignorar porque está muy por delante de la Cuarta Transformación. Notas Disponible en https://bit.ly/2EjL8rB. Citado por Gabriel Zaid en Daniel Cosío Villegas. Imprenta y vida pública, FCE, México, 1985. 3 Lourdes Arizpe, “Cultura e identidad. Mexicanos en la era global”, Revista de la Universidad Nacional, Nueva época, núm. 92, octubre, 2011. 4 Juan Carlos Talavera, “Concentran y reducen presupuesto de Cultura”, Excélsior, 17 de diciembre, 2018. 5 Secretaría de Cultura, Comunicado de prensa, 18 de diciembre, 2018. 6 Mónica Mateos-Vega, Carlos Paul, Ángel Vargas y Reyes Martínez, “Trabajadores de la cultura denuncian ‘despidos masivos’ y maltrato”, La Jornada, 2 de febrero, 2019. 7 Vicente Gutiérrez, “Se rebelan secretarios estatales de cultura”, El Economista, 17 de diciembre, 2018. 8 Rolando González Valdés, “Nueve tareas para la política cultural”, en la edición digital de la revista nexos, 10 de septiembre, 2015 https://www.nexos. com.mx/?p=26273). 9 Ibid. 10 Erika P. Bucio, "Traza Mario Bellatin ruta para el Fonca", Reforma, 11 de enero, 2019. 11 Blanca González Rosas, “Austeridad vs. derroche: las becas del Fonca”, Proceso, 15 de enero, 2019. 12 Ibid. 13 Ibid. 14 Rafael Pérez Gay, “Dilemas del Estado cultural”, en Cultura mexicana: revisión y prospectiva, varios autores, Francisco Toledo, Enrique Florescano y José Woldenberg (coordinadores), Taurus, México, 2008, pp. 180-181. 15 Tomás Granados Salinas, “Días de (otro) combate: una crítica del proyecto de Taibo II en el FCE”, Confabulario, suplemento cultural de El Universal, 5 de enero, 2019. 1
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Las expresiones múltiples del aparato cultural del Estado mexicano enfrentan discordias en los días que corren. En algunos casos, el tema de fondo es el recorte presupuestal, cuyo impacto ya se deja sentir en despidos inesperados y proyectos que se cancelan. En otros, se trata de diferencias de concepción, de prioridades. Este ensayo plantea cómo instancias tan diversas como el INAH, el Fonca, la Biblioteca Vasconcelos y el Fondo de Cultura Económica transitan por su redefinición actual.
LA DISPUTA POR LA CULTUR A
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l balance de las políticas culturales de un gobierno con escasos tres meses en el poder parece prematuro; no obstante, el sacudimiento del cambio de régimen exige al menos un primer acercamiento clarificador. Mediante la puntualización de algunas de sus acciones culturales más visibles y sus consecuencias, así como a través de la revisión de la crítica y oposición a ellas, estas notas indagan en esa disputa por la cultura. La Secretaría de Cultura, encabezada por Alejandra Frausto, inició sus políticas con el mismo objetivo prioritario de todas las dependencias federales: la recaptura y centralización de los recursos del presupuesto. Este control en proceso se instrumenta a escala federal para evitar los dispendios, desvíos, el peculado y demás delitos concernientes a la responsabilidad y el conflicto de intereses de los funcionarios públicos, prácticas normalizadas en administraciones anteriores. El control y la centralización del presupuesto federal en ámbitos económicos nodales (energía, comunicaciones, seguridad, educación, salud, agroalimentación, empleo), y su redirección hacia los programas sociales prioritarios del régimen, se aplican también al aparato burocrático cultural del Estado para restringir esos recursos y evitar dispendios. ¿Existen aún “mafias culturales” como aquella de los años setenta, denominada así gozosamente por Fernando Benítez, Carlos Fuentes, José Luis Cuevas, Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco?
LA DISPUTA IDEOLÓGICA La política cultural del nuevo gobierno se inicia sobre el fondo de una añeja disputa ideológica. La crítica al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, hoy Secretaría de Cultura, se inició desde su creación por Carlos Salinas en 1988. La remoción de su primer presidente, Víctor Flores Olea, a consecuencia del choque entre dos grupos culturales (Nexos y Vuelta); la designación de Rafael Tovar como nuevo titular, la creación del Fondo Nacional y del Sistema de Creadores, el manejo discrecional de las becas, la lucha por su presupuesto, el dispendio durante los periodos de Sari Bermúdez y Sergio Vela, los manejos inciertos de Consuelo Sáizar, llevaron a cuestionar al organismo. Incluso el regreso de Tovar, titular de nueva
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Fuente > La Razón
ALEJANDRO DE LA GARZA
Sede de la Secretaría de Cultura en Tlaxcala.
cuenta en 2012, se vio como una restauración del “priismo cultural”. No obstante, el ogro culto se consolidó sustentado en la infraestructura cultural más extensa de América Latina y en ¿millones? de actividades culturales dirigidas a un público diverso, por momentos escaso y a veces inexistente. En 2015, Tovar logró la conversión del Conaculta en la Secretaría de Cultura y, tras su fallecimiento en diciembre de 2016, vino el relevo gris de María Cristina García Cepeda. Un importante sector de los creadores y protagonistas de la cultura acusa a esta oficina burocrática de favorecer a las élites del país. Otra buena parte se siente beneficiada por sus apoyos y patrocinios (no sólo creadores jóvenes, sino también artistas e intelectuales con éxito internacional aceptan becas, apoyos e incluso salarios vitalicios sin conflicto alguno). A fines del sexenio peñista, las críticas arreciaron y las denuncias de favoritismo en el Fonca, misoginia y opacidad en el Colegio Nacional (dependiente de la SEP), así como de conflictos de interés en la Dirección de Publicaciones y en las coordinaciones de artes plásticas, literatura y danza del Instituto Nacional de Bellas Artes, se sumaron a la inconformidad de los trabajadores del Instituto de Antropología e Historia y la organización de los trabajadores de la cultura en un sindicato. En este contexto arriban nuevas autoridades con un proyecto distinto.
LA DISPUTA POR EL PRESUPUESTO Luego de un ciclo de reuniones realizado de julio a noviembre de 2018, y al cual se convocó a la comunidad cultural por redes sociales, los funcionarios asumieron sus
cargos en diciembre y la Secretaría presentó su presupuesto para 2019. En la administración anterior, los recursos para el sector cultural se mantuvieron en torno a los 15 mil millones de pesos anuales. En 2018 bajaron a 12 mil 716.2 millones. La nueva secretaria de Cultura dio a conocer en diciembre del año pasado el presupuesto 2019, un total de 12 mil 394.10 millones, con reducción de 6 % en “gastos onerosos”. Hubo protestas justificadas ante la disminución de recursos, pero pocos checaron las cifras. Las reducciones, según datos oficiales, fueron por duplicidad de funciones (-2.1 %); en materiales y suministros (-9.3 %), y en servicios generales (-5.8 %), léase renta de vehículos y choferes para funcionarios. Se iniciaba así la reasignación de recursos hacia programas prioritarios de la Secretaría. Los recursos para las difusas “actividades culturales” crecieron 52 % en el presupuesto, incluyendo “proyectos permanentes con personas en contextos de vulnerabilidad social y violencia”, y recursos “en beneficio directo de los artistas, creadores y colectivos culturales de las comunidades”. La propuesta no resistió y luego de discusiones en el Legislativo y resistencias de la fantasmal comunidad cultural, se añadieron 500 millones de pesos al presupuesto original. La política federal de redistribución de recursos se aplica a través de los programas de apoyo “a la Cultura”, “a las Culturas Municipales y Comunitarias”, “a la Infraestructura Cultural de los Estados”, “a Festivales Culturales y Artísticos”, y mediante el traslado de recursos hacia proyectos “para comunidades”. Destaca el programa de “Cultura Comunitaria”, pensado para arrancar en marzo en 720 municipios y cuyo objetivo es llevar actividades (semilleros creativos, misiones culturales) y cultura de paz a zonas con mayor índice de violencia. El eco vasconcelista es innegable un siglo después, pero ¿quién formará esas misiones con aroma a reclutamiento?
LA DISPUTA POR EL EMPLEO Como en todas las oficinas del nuevo gobierno, en el terreno de la cultura también se aplica la política general de “austeridad” mediante la no-recontratación de los empleados eventuales y por honorarios, y en la suspensión de recursos para asociaciones y
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organismos civiles, incluidos proyectos independientes “por no ser de utilidad social” (revistas, teatreros, bailarines, promotores, cuentacuentos, grafiteros, artistas plásticos). Nadie sabe con certeza cuántos trabajadores serán afectados por esta decisión. El vocero presidencial habla de 30 % del aparato gubernamental, mientras Alejandra Frausto dice que no tiene aún cifras precisas. El personal contratado por honorarios o de forma eventual, así como los recursos para proyectos independientes, crecieron en el Conaculta durante veinticinco años, por eso las protestas continúan. Visto el riesgo laboral y para preservar sus derechos, los trabajadores de base consolidaron ya un Sindicato Nacional Democrático de Trabajadores de la Secretaría de Cultura.
LA DISPUTA EN EL INAH Y EL INBA Organismos vivos de la cultura mexicana desde hace más de setenta años, el Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Instituto Nacional de Bellas Artes resienten esta política de no-recontratación de empleados. Ambos organismos padecen problemas laborales desde hace tres sexenios, pero cuando se esperaba una solución comprensiva e incluyente del nuevo gobierno, sucedió lo contrario. Técnicos, antropólogos, arqueólogos, restauradores y muchos especialistas perdieron su trabajo en el INAH. Y aun en el INBA, cuyas coordinaciones nacionales no alcanzan ese rango pero sus museos resisten todo temporal y se mantienen en pie, se extiende la incertidumbre ante la indefinición de una política laboral.
LA DISPUTA POR EL FCE La querella cultural se manifestó con virulencia en el Fondo de Cultura Económica. La declinación de Margo Glantz llevó a proponer a Paco Ignacio Taibo II para dirigir la institución. Y ardió el Fondo. Más allá de la crítica a la copiosa obra literaria de Taibo, nadie desconoce su labor como promotor de la lectura y en aspectos editoriales y de distribución de libros, ni su papel como militante de izquierda y del lopezobradorismo. Y si bien entre los directores del FCE destacan su fundador Cosío Villegas, el digno Orfila y el poeta García Terrés, también lo anteceden militantes priistas como Francisco Javier Alejo, Miguel de la Madrid y José Carreño Carlón. Como representante de un grupo lejano a la élite dominante en el sector
“AUN “ CON CRÍTICAS Y ERRORES, EL FONDO HA CUBIERTO SU FUNCIÓN DE APOYAR A MÁS DE 15 MIL CREADORES Y ARTISTAS MEDIANTE EL OTORGAMIENTO DE BECAS .
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Fuente > inba.gob.mx
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El Cultural
cultural (“la oficina es faraónica e inútil”, declaró) y luego de su misógino y homofóbico comentario en la FIL Guadalajara, Taibo enfrentó el rechazo a su nombramiento y sus muchos malquerientes revivieron una añeja prohibición legal para impedirle ocupar el puesto por haber nacido en el extranjero. La resistencia se desmoronó y la designación fue confirmada. “El aparato cultural es un monstruo”, declaró Taibo, y el reto es ver si no lo devora, pues encabeza aventuras como la fusión del FCE con la Dirección de Publicaciones y el aparato de distribución Educal. Además, como buen activista, desarrolla un programa nacional de lectura; recupera, distribuye y abarata libros embodegados; fortalece y redefine la red estatal de bibliotecas y librerías; impulsa nuevas colecciones; reestructura librobuses y viaja a ferias del libro donde promueve y se promueve (por lo cual también es criticado). Taibo resiste los embates de personajes dispares como Gabriel Zaid, Fernando Escalante Gonzalbo o Jesús Silva-Herzog Márquez, y de quienes insisten en lo inútil de abaratar libros si la gente no lee, o en la imposibilidad de fusionar empresas como FCE, Educal y Publicaciones. Otro caso fue la crisis en la Biblioteca Vasconcelos por el despido de un amplio grupo de empleados y la consecuente renuncia de su director, el editor Daniel Goldin, quien fue tratado con patanería por gente del director de Bibliotecas, Marx Arriaga.
LA DISPUTA POR EL FONCA Otra rencilla crucial ocurre en el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Aun con críticas y errores, el Fondo ha cubierto su función de apoyar a más de 15 mil creadores y artistas mediante el otorgamiento de becas en convocatorias abiertas. No obstante, han existido quejas en cuanto a favoritismos y conflictos de interés entre los tutores, jurados y becarios, así como por la falta de retribución social de los beneficiarios. Como nuevo director del Fonca, el escritor Mario Bellatin anunció su transformación a partir de unificar los recursos para las becas y el Sistema de Creadores en una sola bolsa (centralización y control del presupuesto para lograr ahorros). Los cambios, a decir de Bellatin, pasan por la no-recontratación de los empleados eventuales y por honorarios, además de la suspensión de las reuniones de
jóvenes creadores (“por costosas”) y su redefinición mediante otro mecanismo. Habla también de mantener una convocatoria abierta todo el año para lograr el acercamiento de los creadores y artistas a una suerte de “ventanilla única de atención”. Estas medidas lucen riesgosas para muchos, pues favorecen el reclutamiento o la cooptación de creadores, quienes estarían comprometidos con los funcionarios del Fonca, incapaces de crítica por temor a perder dádivas. Entre quienes no ven con buenos ojos los cambios por la afectación de intereses (muchos legítimos), y las acusaciones de quienes los ven como una restauración del viejo priismo cultural, el Fonca se redefine.
LA DISPUTA POR MEDIOS ESTATALES A lo anterior se suma la creación del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR), presidido por el periodista Jenaro Villamil. Será otro organismo centralizador y coordinador de los recursos aunque, aclaró su titular, “no se convertirá en la voz del gobierno federal y estará al servicio de la sociedad mediante nueve consejeros ciudadanos, capaces de incidir y servir de contrapeso, además de ser defensores de las audiencias”. Este Sistema coordinará a todos los medios estatales, entre ellos Canal 22, dirigido por Armando Casas; Canal 11, adonde regresa José Antonio Álvarez Lima tras décadas de haber ocupado ese cargo; Canal 14, a cargo de Fernando Coca; Radio Educación, de Gabriel Sosa Platas; el IMER, de Aleida Calleja; Notimex, de Sanjuana Martínez; Televisión Educativa, de Lidia Camacho.
CODA Desde sus nuevas oficinas en Tlaxcala, adonde se descentralizó con parte de su equipo, Alejandra Frausto garantiza la entrega del Programa Nacional de Cultura para abril o mayo: “Por primera vez el sector cultural participa en el Plan Nacional de Desarrollo; lo estamos haciendo con enorme acuciosidad”. El documento será clave para observar con mayor nitidez los ejes sobre los cuales correrán la política y las acciones culturales del gobierno; en tanto, la disputa por la cultura está en marcha.
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La relación de un fumador con el cigarro se da en varios sentidos, bastante más allá del mero inhalar y exhalar humo. Se fuma con la soledad, con la socialización, con el aburrimiento, con la ansiedad, con la historia personal. El autor de esta crónica con acentos de humor da por terminado ese vínculo de muchas aristas y acude a una institución para adictos al tabaco. El abanico de personajes que le acompaña en el proceso resulta un hallazgo y una sugerencia.
UN MES Y MEDIO SIN FUMAR
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OMINGO 21 DE OCTUBRE DE 2018. 20:12 HRS. “En la puta vida quie-
ro volver a verte, ¿me oyes, hijo de la gran puta?”, le digo a lo que queda de mi cigarrillo, acercándolo a mis ojos para enseguida aplastar la colilla en el cenicero. Una buena descarga de amor propio recorre mi cuerpo dada mi convicción inalterable. “¡En la puta vida, dije!”, y aplasto otra colilla con esa sobrecompensación histriónica de los culpables. 21:10 HRS. Mañana mismo me inscribo al programa del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, le aseguro a mi mujer, quien me había recomendado la clínica del INER. Enseguida prendo un cigarro para celebrar mi decisión y sortear la angustia que me provoca la sola idea de dejar a mi compañero de vida desde que Berlín estaba dividida por un muro. LUNES 22 DE OCTUBRE. 08:22 HRS. Los puestos ambulantes sobre la Calzada de Tlalpan, justo antes de llegar a la entrada del INER, son iguales a los que pululan en cada centímetro cúbico de cemento capitalino: tacos, tortas, jugos, cigarros sueltos, excepto por un puesto dedicado a la venta y renta de oxígeno para satisfacer la demanda del mercado cautivo que entra y sale, a duras penas, del hospital. El guardia de seguridad que custodia la entrada intercepta a dos viejos que están delante de mí, entubados a sus respectivos tanques de oxígeno. “¿Cuál es el motivo de su visita?”, pregunta con amabilidad pobremente ejecutada. “Placer”, responde uno de ellos y me uno a sus carcajadas ásperas, al igual que a la inevitable tos que le sigue. El semblante alargado del guardia manifiesta los síntomas más visibles de esa enfermedad incurable denominada antipatía. Extiende su brazo y nos pide que vayamos al módulo donde todos los pacientes deben registrarse. Se abren las puertas del ascensor y recorro el pasillo hasta llegar a la sala de espera. Tomo asiento en una hilera de sillas, frente a dos pacientes enchufados de la nariz a la toma de oxígeno que sale de la pared: “Mi futuro inminente”, pienso. Sus antebrazos se apoyan en los tanques de oxígeno mientras discuten sobre el panorama nacional, haciendo hincapié en la delicada situación por la que atraviesa la industria del textil mexicano a raíz de la llegada de AMLO al poder.
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Fuente > express-k.kz
ARI VOLOVICH
Un cartel nos muestra una figura humana abatida por todos los males asociados al tabaquismo: el resultado que arroja la imagen es un doble del Gollum de Tolkien, en caso de que éste fuera interrogado por la extinta Policía Judicial a lo largo de un sexenio. Una mujer entrada en sus treinta sale a mi encuentro. “¿Ari?”, pregunta con una sonrisa radiante que combina con su bata blanca, y me pide que la siga a su consultorio. Las preguntas de la entrevista están diseñadas con el fin de sacar a flote el verdadero motivo por el cual la gente acude a la Clínica de Tabaquismo, para descartar la posibilidad de que sólo obedezcan a presiones externas, a partir del precepto —completamente cierto— de que nadie logra dejar el tabaco a menos de que en verdad lo desee. Terminada la entrevista, la psicóloga me indica que tengo que acudir a la oficina de la trabajadora social para someterme al estudio socioeconómico y así determinar el monto a pagar por el tratamiento, que incluye diez sesiones grupales, una consulta con un neumólogo y una nutrióloga residentes, un electrocardiograma, estudios de laboratorio, una espirometría, una placa torácica, seguida por una consulta con un neumólogo de renombre. La trabajadora social me recibe con amabilidad genuina, muy distinta a esa cortesía impuesta del personal de los hospitales chic. La entrevista marcha viento en popa. No tengo nada que ocultar: ando jodido. Una vez que calcula tu casta dentro del tenso abanico que conforma a la especie neoliberal, la entrañable señora de ojos castaños te da en mano el recibo con el precio a pagar por el tratamiento.
M ARTES 23 DE OCTUBRE. 09:55 HRS.
Nuestra terapeuta, Jennifer, me recibe con
una sonrisa y me invita a pasar al salón designado para las terapias grupales. Respiro satisfecho ante los contrastes entre cada uno de mis nuevos camaradas de vicio. He aquí, a grandes rasgos, las fichas biográficas, con sus respectivos seudónimos, que alcancé a registrar durante la sesión: LUIS (35 AÑOS): Un nini alcohólico en recuperación que vive de sus rentas, enganchado a la mariguana y dependiente de más grupos de apoyo, como Doble A y Narcóticos Anónimos. Es un vivo homenaje a la obra de Chuck Palahniuk. RIGOBERTO (48): Director de una escuela secundaria. Su saco, pantalones y calcetines oscilan entre un beige intencional y un involuntario café deslavado. Un peinado sujeto por una extravagante capa de gomina. Acudió a la clínica porque su consumo “escaló de uno a dos cigarros diarios”. No me jodas, Rigoberto. JOAQUÍN (61): Pintor de renombre, de ojos alegres y semblante simpático. Diagnosticado con EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), exalcohólico y cocainómano. Su manera de expresarse muestra a un ser educado y bien leído. ARMANDO (70): Comerciante de telas cuyo negocio quebró de la noche a la mañana y lo hundió en una depresión severa, por lo que empezó a fumar a sus 59 años. Así es. ALDO (25): Chef de un restaurante en Polanco. Padece un cuadro ansioso agudo y una hipocondría notable para su temprana edad. Fuma tres cajetillas diarias. GUADALUPE (49): Trabaja en una dependencia gubernamental. Todos sus enunciados incluyen la palabra hipotiroidismo. MORRIS (53): Doble A en recuperación tras un abuso de cuarenta años. Lo perdió todo por culpa de la gota amarga. A pesar de eso, se mantiene con una actitud jovial y esperanzada y se muestra dispuesto a nadar a contracorriente. Su apariencia está varada en algún punto la década de los ochenta. MONIQUE (54): Una señora de sociedad venida a menos. Divorciada de un federal quien la golpeó durante treinta años hasta que por fin consideró recurrir al divorcio. Su corte de cabello y vestimenta remiten a Los Ángeles de Charlie. Cada una de las presentaciones concluye con un aplauso, a petición de Jennifer, para estimular al ponente en turno.
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11:20 HRS. Los labios de la terapeuta se mueven sin emitir palabra alguna. Contemplo su dentadura inmaculada y recuerdo que me urge una limpieza. Noto que sus ojos están anclados en mis pupilas. —¿Ari, estás con nosotros? —persiste Jennifer. —Sólo en cuerpo —pienso, pero me limito a asentir con un sí indeciso. —Cuéntanos qué fue lo que te trajo a nuestro programa. 11:23 HRS. Por más que comprendo el sentido psicológico del aplauso en sesiones de esta naturaleza, cuando concluyo mi rutina y las palmas de mis compañeros se juntan con una mirada empática, mi primer instinto es quemarme a lo bonzo para experimentar un dolor distinto, más llevadero. El alza en el precio de los combustibles me obliga a entrar en razón. Jennifer nos encomienda la monumental tarea de llegar a la próxima sesión en estado de abstinencia. 11:35 HRS. Compro un cigarro suelto en el puesto de periódicos que está a la salida del INER. “Al menos ahora fumo con culpa”, me digo a modo de consuelo.
V IERNES 26 DE OCTUBRE. 10:45 HRS. Guadalupe confiesa que sigue
fumando un cigarro antes de dormir, cuando se siente más ansiosa, aunque no sabe si la ansiedad obedece a la falta de nicotina o a su hipotiroidismo. Por otro lado, Rigoberto asegura, no sin cierto dejo de superioridad, haber “dominado el vicio por completo”. Luis nos cuenta que mandó pedir chicles de nicotina de Estados Unidos (dejaron de venderse en México), pero que va a seguir fumando igual (cajetilla y media al día) hasta que lleguen, porque bastante le ha costado dejar la mariguana y el alcohol. El consumo de Aldo sigue ininterrumpido. Su pie derecho no deja de moverse, de tal modo que parece tener vida propia. Se muerde los pellejos del pulgar entre cada enunciado. Jennifer le pide a Armando que describa las sensaciones físicas y psicológicas tras su abstinencia interrumpida. La ansiedad sigue como el obstáculo a vencer para sumarnos a la existencia de los no fumadores, esos seres mitológicos que se contentan con el aire fresco y la granola. Morris nos narra varias anécdotas desgarradoras de cómo perdió a su familia debido a su alcoholismo y a la ausencia inherente a la adicción. La crudeza que contienen sus relatos se ve desdibujada con la vehemente frivolidad de Monique, quien nos comparte remedios homeopáticos para prevenir el cáncer de mama. 11:35 HRS. Jennifer nos pide nuevamente llegar a la sesión en estado de abstinencia. 11:48 HRS. Ojeo las portadas de los periódicos por última vez antes de pisar la colilla con mi suela. La cantidad de narcos que acaparan los titulares tiene un parecido escalofriante con el catálogo de Netflix, ¿o es al revés?
M ARTES 30 DE OCTUBRE. 10:00 HRS. Hay desertores en nuestras fi-
las. Rigoberto, Luis y Aldo no llegan a la sesión. La ronda testimonial varía
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Fuente > bbc.com
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El Cultural
10:25 HRS. Disfrazo a AMLO y al Papa con pseudónimos durante mi relato para no herir susceptibilidades. Armando narra efectos secundarios similares a los míos.
S ÁBADO 10 DE NOVIEMBRE. 07:30 HRS. Despierto sin la necesidad in-
muy poco: Monique usa su turno para intentar enmendar la relación con su madre, y Guadalupe es la única que llega en estado de abstinencia. Dice sentirse sumamente irritable, pero se lo atribuye al hipotiroidismo. Jennifer nos extiende un cuestionario que busca determinar qué tanto de nuestra adicción responde a una cuestión psicológica y qué otro tanto obedece a una dependencia física, con el objetivo de decidir el tratamiento a seguir para cada caso. 11:20 HRS. Resulta que en mí predomina la dependencia física.
M ARTES 6 DE NOVIEMBRE. 10:45 HRS. Jennifer nos da una hoja con
nuestro tratamiento. A algunos les recetan el Wellbutrin (un antidepresivo muy eficaz para disminuir el deseo de fumar), a otros, los parches de nicotina. A mí me recomiendan el Champix (sustancia que ocupa los receptores de nicotina en el cerebro), lo mismo que a Armando. Tengo mi historial con dicho medicamento. Gracias a éste dejé de fumar seis años. Sé que es caro, pero supongo que las enfermeras a domicilio cobran más. 13:30 HRS. La cola de la farmacia resulta más larga que la del banco, lo cual me parece una alegoría dolorosa y atinada de la salud nacional. Me meto a Facebook para ponerme al tanto de las batallas políticas, sociales e ideológicas que se libran en los muros de mis amigos.
MIÉRCOLES 7 DE NOVIEMBRE. 07:50 HRS. Engullo la primera pastilla de
Champix.
V IERNES 9 DE NOVIEMBRE. 02:02 HRS. Despierto de golpe, con la espal-
da y frente sudadas. Mis sueños se han tornado más vívidos a causa del medicamento, igual que la primera vez que lo tomé. No sólo recuerdo que AMLO le lavaba los pies al Papa en un escenario central de Burning Man, sino que podría hacer un retrato hablado de los poros exfoliados en los empeines de Su Santidad, al igual que rescatar buena parte de los diálogos y la atmósfera, entre otros elementos.
“DECIDO “ PONER A PRUEBA LA EFICACIA DEL MEDICAMENTO PRENDIENDO UN CIGARRO. LA PRIMERA CALADA RESBALA SIN CONTRATIEMPOS. A LA TERCERA SE IMPONEN EL ASCO Y LAS NÁUSEAS .
mediata de saciar mi dependencia a la nicotina. 11:06 HRS. Decido poner a prueba la eficacia del medicamento prendiendo un cigarro. La primera calada resbala sin contratiempos. A la tercera se imponen el asco y las náuseas que me obligan a apagarlo inmediatamente, con el repudio de un supremacista blanco. MARTES 13 DE NOVIEMBRE. Consulta grupal con un neumólogo residente del INER. V IERNES 16 DE NOVIEMBRE. Consulta grupal con una nutrióloga, también residente del INER. Cumplo casi una semana en abstinencia.
MARTES 20 DE NOVIEMBRE. 08:30 HRS. Abordo el Metrobús. Mi olfato
decide recuperarse en el momento en que el pasajero parado a mi lado, cuyo esfínter se ubica justo a la altura de mis fosas nasales, decide ventilar un pedo que, a juzgar por el buqué, lleva atorado desde cuando los mayas dominaban la astrología. 10:00-11:30 HRS. Los seis sobrevivientes del grupo somos ovacionados por nuestros logros, a pesar de que Joaquín no ha conseguido dejar la planta maldita. VIERNES 23 DE NOVIEMBRE. Jennifer nos entrega las formas de los análisis y las consultas que incluye el programa antitabaco para que agendemos nuestras citas. M ARTES 27 DE NOVIEMBRE. Las ovaciones continúan, seguidas de las inevitables despedidas y los buenos deseos de los compañeros durante la sesión de cierre.
M IÉRCOLES 28 DE NOVIEMBRE. 08:00 HRS. Me presento en el laboratorio del INER para la muestra de
sangre y orina. 08:40 HRS. Voy a mi espirometría. A la señal del médico, vacío el contenido de mi alma dentro de un aparato que mide la capacidad pulmonar. 08:50 HRS. El buen doctor me pide que inhale el broncodilatador que tiene en la mano y vuelvo a realizar la prueba. 09:15 HRS. “Una de dos: o siempre has tenido asma y nadie lo detectó, o bien tienes principios de EPOC. Vamos a pasarle tus resultados al neumólogo”, me asegura el buen doctor, y por un instante la luz institucional se torna negra. En cuanto recupero la vista y un ritmo cardiaco deseable, le agradezco y me apresuro a salir del INER. Decido postergar el resto de consultas y estudios hasta después del Día de Reyes. Quedan pendientes la placa torácica y el veredicto del neumólogo. La ignorancia es la esencia de la dicha, dicen.
VIERNES 30 DE DICIEMBRE DE 2018. 21:08 HRS. En un ejercicio retrospec-
tivo, mi naturaleza crítica busca las flaquezas de la Clínica de Tabaquismo, hasta que caigo en cuenta de que llevo mes y medio sin fumar.
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PELÍCULAS SOBRE PANDILLAS urbanas abundan. Inolvidables son Rumble Fish, Boyz n the Hood, American History X, Ciudad de Dios y la grandiosa Gangs of New York (Pandillas de Nueva York). Entre ésas hay dos que marcaron sus épocas e influyeron en las juventudes de su tiempo: The Wild One (El salvaje) de László Benedek, basada en un cuento de Frank Rooney, “The Cyclist´s Raid”, sobre los disturbios de Hollister en 1947, que incitó a la rebelión juvenil de los años cincuenta y sesenta. Y The Warriors (Los guerreros) de Walter Hill, basada en la novela del escritor Sol Yurick, quien trabajó en la Asistencia Social de Nueva York, donde trató con pandillas. El libro apareció en 1965 y la película en 1979, causando desorden y estragos en las salas de cine. Es la única de las cintas que tiene un desarrollo musical amarrado a la trama sin ser un musical. Hay un hilo de canciones que conduce la película desde el arranque, el viaje nocturno en el metro de Coney Island hasta El Bronx y la peregrinación de las pandillas llevadas por el tema de Barry De Vorzon. Tras el asesinato de un líder pandilleril y la cacería que desencadena por Los guerreros aparecen los misteriosos labios de una voz radiofónica, una díyei vocera de las pandillas o boppers. La cachonda boca pasa los avisos en slang neoyorquino, informa sobre la persecución como si fuera un juego de béisbol y dedica canciones con mensajes que suelta al aire para animar la historia. La voz es de Pat Floyd que de entrada les deja ir un hit with them on mind: “Nowhere to Run”, interpretada por Arnold McCuller. Canción tras canción y pelea tras pelea tratan de regresar a Coney Island y su rueda de la fortuna, donde la boca los despide con the only thing we can do is play you a song: “In The City”, que el Eagle Joe Walsh escribió para darle fin.
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COMO SE HONRA AL DISCO, CADA NOCHE LA GERENCIA PROGRAMA UNA SERIE
EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO Por
CARLOS VELÁZQUEZ
@charfornication
DE VINILES QUE SUENAN ÍNTEGROS . Cómo surgió la idea de montar el bar. Nace de un restaurant que mutó a un bar. Una combinación entre arquitectura, música y coctelería, así que buscamos estimular todos los sentidos. Queríamos que el espacio fuera sobrio y que visualmente te diera un respiro. Estimulamos el paladar con cocteles bien balanceados para que a lo largo de la noche conozcas nuevos sabores. Los diferentes cítricos y especias que utilizamos aromatizan el entorno y diferentes texturas y materiales, que son agradables al tacto, dan forma al bar. Pero lo que nos ayuda a conjugar todos los sentidos y generalizar un ambiente es la música, eso permite que el bar pueda mutar de disco en disco. De dónde surge el encanto por la coctelería. En general nos enfocamos en hacer que los licores conserven su sabor: qué chiste hay en un ron añejado 23 años si le matan todos los sabores al ponerle refresco. Buscamos el sabor de cada licor y cómo potenciarlo con elementos sencillos. Cuál es la especialidad de la casa. Nuestros tragos predilectos son el Negroni, el Martini y el Old Fashioned. Por qué enfocarse en la cultura del vinil. El bar busca estimular los sentidos, y la mejor manera de lograrlo era con música en este formato, pero personalmente, en mi casa había algunos viniles olvidados y una tornamesa con la aguja rota que nadie quería reparar. Además tengo un par de hermanos que me llevan diez años y ellos tenían una colección enorme de CDs, así que de alguna forma en mi familia siempre se gastaba dinero en música. Hasta que a mis 23 (2013) me compré In Rainbows en vinil. En ese tiempo yo no tenía torna. Fue hasta que arreglé la torna olvidada de mi familia que pude sentir en la intimidad de mi cuarto cómo ese disco producía sonido. Eso era algo que quería compartir.
Fuente > rateyourmusic.com
JACK KEROUAC decía que los hombres buenos aman los bares y que los bares buenos merecen ser amados. Yo no sé si soy un hombre bueno pero sí que uno de mis bares favoritos es el Berliner (Cámara Acústica). Su nombre se debe a Emil Berliner, el inventor del vinil y fundador del sello discográfico de música clásica Deutsche Grammophon. El lugar se ambienta únicamente con música en vinil. El concepto gira alrededor de la tornamesa. Y su especialidad es la coctelería. Es un espacio íntimo. El bar tiene más la apariencia de un subterfugio nuclear que de un antro. Del techo cuelga el equipo de audio y posee el aura de un negocio neoyorquino enclavado en medio del desierto. Como se honra al disco, cada noche la gerencia programa una serie de viniles que suenan íntegros. El random de canciones habitual de otros sitios aquí no existe. Sí, es un viaje en el tiempo. A un pasado reciente, que no hace mucho cumplió medio siglo, de privilegiar al álbum por encima del single. Los géneros que predominan son el pop y el rock e impera el buen gusto. Ubicado en el número 85 de la calle Matamoros, en el centro de Torreón, el Berliner abrió sus puertas el 14 de agosto de 2015. Es un bar único en su tipo en la ciudad y en todo el noreste. Y resulta significativo que antes de su inauguración, tres años atrás, la zona fue considerada como la más violenta del país. Pero gracias a la revitalización que se hizo del centro se recuperó el espacio público. Y es ahí donde floreció el Berliner. Más que un gerente, el sitio cuenta con un anfitrión. Que a la vez oficia de DJ. El arquitecto y fotógrafo Mauricio Rufino es el encargado de ponerle el sonido a cada noche. La atmósfera del lugar es de total informalidad, pero detrás del ambiente relajado existe una estupenda curaduría. Cada detalle está calculado y la dedicación que ponen en cada trago es digna de admiración. Mi preferido es el Hendrick’s Perfect Serve. En una tierra como esta en la que impera el calor la mayor parte del año nada tan refrescante como la mezcla de gin y pepino. La carta ofrece una variedad de cocteles, pero hay noches especiales con bartenders invitados. Por ejemplo, para los admiradores del Hennessy hace unos meses se ofreció una master class. Y esa noche se ofreció coctelería con ese coñac toda la noche. En un territorio donde reinan las cantinas y los antros, el Berliner es un oasis. Para abandonarte a la buena música y salir de la rutina en que a veces se convierte la fiesta. Platiqué un poco con Mauricio Rufino sobre sus actividades en el Berliner.
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UN HILO DE CANCIONES CONDUCE LA PELÍCULA DESDE EL ARRANQUE Y EL VIAJE NOCTURNO EN EL METRO DE
BERLINER (CÁMAR A ACÚSTICA) LA CANCIÓN # 6 Por
ROGELIO GARZA
@rogeliogarzap
CONEY ISLAND HASTA EL BRONX . Se trata de uno de los mejores soundtracks en la historia del cine, que trascendió la pantalla para convertirse en un codiciado ente discográfico. Escrito, tocado y producido por el músico, compositor y productor De Vorzon, quien compuso además “The Fight” y “Baseball Furies Chase”, cuya escena de la persecución es de antología. Colaboraron con él un grupo de compositores, intérpretes y más de setenta músicos en acción que incluyeron al salsero Ismael Miranda, el grupo Mandrill, la cantante Genia Ravan, los hermanos HollandDozier y el compositor e intérprete Desmond Child, entre muchos otros. El ritmo y la emoción de la película están dados por el rock, la música disco, el funk, la salsa, el soul y el rhythm and blues, géneros ya tradicionales en aquella ciudad, que representan la diversidad cultural de las pandillas defensoras de su identidad y su territorio. Una ciudad donde la geografía musical de los barrios es esencial. Faltó el hip hop del Bronx, pero como dice la sensual voz radiofónica: There’s still time for a big hit.
LOS GUERREROS: 40 AÑOS DE BOPPERS
21/02/19 21:31
SÁBADO 23.02.2019
FILO LUMINOSO Por
NAIEF YEHYA
LA GUERRA FRÍA
D E PAW E L PAW L I KO W S K I
“LA “ HISTORIA DE LOS PROTAGONISTAS SE VE REFLEJADA EN LA MÚSICA: FOLCLORE, JAZZ Y EVENTUALMENTE ROCK. COMO SI LAS TRANSICIONES ENTRE GÉNEROS FUERAN TAMBIÉN CRUCES DE FRONTERAS”.
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ictor (Tomasz Kot) sabe desde el momento en que se encuentra con Zula (Joanna Kulig) que ella es la mujer de su vida. Nada cambiará esta certeza en los siguientes quince años, ni la reconfiguración política de Europa en la posguerra, ni las separaciones entre fronteras ni los matrimonios y romances de ambos, ni la cortina de hierro. Guerra fría, de Pawel Pawlikowski, es una historia de amor y tormento que arranca en las ruinas de Europa, describe la geografía ideológica de la posguerra europea a través de un drama íntimo y culmina en un amargo triunfo personal que es la renuncia a vivir en cualquiera de los dos lados de ese mundo dividido. Wiktor, con su colega Irena (Agata Kulesza) y el burócrata Kaczmarek (Borys Szyc) recorren el país devastado a bordo de una camioneta grabando música popular en los pueblos con la intención de rescatar las tradiciones y el folclor nacional. Este proyecto etnomusical eventualmente es usado como parte del programa de recreación de una imagen para el naciente estado socialista. Con ese material y docenas de jóvenes se forma en una mansión de los terratenientes desaparecidos un grupo que recrea música, canto y danza de “la esclavitud, el dolor, el mal y la humillación”: el ensamble Mazurek, que está basado en el grupo Mazowsze real. Wiktor, un músico formalmente educado con una pasión por el jazz, es el responsable de los arreglos y la dirección. Durante la selección de los integrantes, Wiktor queda impresionado por la belleza y actitud desafiante de Zula, de quien se rumora que mató a su padre (“Me confundió con mi madre, le enseñé la diferencia con un cuchillo... pero no te preocupes, no está muerto”), estuvo en la cárcel y tiene una sentencia suspendida. Zula engaña al grupo respecto de sus orígenes, se hace pasar como pueblerina sureña y astutamente canta una canción rusa aprendida de una película para impresionar y seducir a los burócratas. En poco tiempo se convierte en una de las estrellas de la troupe. Los artistas destacan por sus adaptaciones y talento, por lo que las autoridades les sugieren que incluyan en su repertorio temas como la reforma agraria, la paz mundial y sus enemigos y, por supuesto odas al líder internacional del proletariado: Stalin. Irena no puede soportar la imposición, mientras Wiktor oculta sus emociones y sigue trabajando. Zula y Wiktor se vuelven amantes y ella le confiesa que Kaczmarek la ha convertido en informante para vigilarlo, además de que la pretende. En su primer tour internacional, Wiktor le propone a Zula escapar a Occidente desde Berlín, el frente de batalla en la Guerra Fría. Ella acepta pero se arrepiente, no por dudas ideológicas ni por temor, sino más posiblemente por pragmatismo, ya que reconoce su inminente éxito. Wiktor comienza una carrera en París, tocando en clubes de jazz y componiendo música para películas, mientras que ella sigue triunfando en la órbita soviética. La relación no se acaba sino que se desarrolla en encuentros furtivos, uno de ellos en Yugoslavia, donde Wiktor es deportado. Eventualmente pasan un periodo tempestuoso viviendo juntos en París, donde exploran la vida nocturna, la escena artística, la tensión creativa y graban un disco. Desencantada, ella regresa a Polonia. Él la sigue pero es enviado a un campo trabajo/ reeducación. Su huida es considerada una traición. Pawlikowski vuelve aquí a trabajar con el director de fotografía de Ida, Lukasz Zal, así como con los diseñadores de producción de esa película, de modo que las imágenes monocromáticas, en el formato académico 1,33 de ambas, están inevitablemente vinculadas por sus atmósferas, así como las transiciones de tomas estáticas rurales a la fluidez de los encuadres en las presentaciones públicas del grupo, las secuencias urbanas y parisinas. A pesar de la intensidad de las emociones presentadas, aquí hay un minimalismo, aún más depurado que en la anterior película, la cual aún seguía un modelo formalista más bien convencional.
Fuente > ici.radio-canada.ca
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El Cultural
La cinta más reciente del autor de la oscareada Ida (2013), por la cual ganó la Palma de Oro al mejor director en el Festival de Cannes, muestra la depredación ideológica y moral de un régimen que busca legitimarse al recuperar y apropiarse de la voz y música del pueblo para convertirla en propaganda. Es muy revelador que Kaczmarek se lamenta de que una de las canciones más bellas que recogen está en lemko y no en polaco, así como por el hecho de que una de las integrantes del grupo es demasiado oscura y no parece suficientemente eslava. No se ofrecen justificaciones al régimen de Varsovia, pero Occidente tampoco es presentado como una utopía. Podríamos pensar que el filme trata acerca de la rebelión del artista en contra de la autoridad censora y manipuladora, sin embargo hay algo más profundo que eso, ya que es una reflexión en torno a la universalidad del amor y el egoísmo, la pasión y la incompatibilidad. La cinta no es precisamente nostálgica, sin embargo hay una angustia permanente, una conciencia de la pérdida de algo trascendente, de la imposibilidad de redimirse mediante una localización geográfica, una cultura o incluso a través del triunfo profesional. Se trata de no poder encontrar un hogar, casi como si los protagonistas fueran fantasmas en pena que no pueden hallar la paz ni en las promesas dogmáticas ni en la sofisticación y el exceso burgués. La cinta es una reflexión sobre la idea de libertad y la certeza del cautiverio y lo que significan en contraste con el amor pasional. No se habla de que Wiktor y Zula son sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial y de un sinnúmero de traiciones y rupturas dolorosas, así como tampoco hay una elegía a la presunta pureza de lo folclórico. Hay una obvia esquizofrenia entre la admiración de la crudeza de la música rural y la evidente depuración del material para volverlo atractivo para todos los públicos. Si bien la inserción del realismo socialista al espectáculo de Mazurek es un extremo caricaturesco de la visión idílica del pueblo, este tipo de espectáculos polvean y maquillan el arte rústico del pueblo para el entretenimiento de las audiencias ilustradas domésticas (conservadoras y liberales) del mundo. La celebración de la cultura popular puede ser también una mentira extraordinariamente semejante a la propaganda. Los reencuentros y desencuentros, las frustraciones, los obstáculos y el amor pasional que los llevan a provocadoras infidelidades son una guerra caliente que es un eco de la situación política de mediados del siglo pasado. La historia de los protagonistas se ve reflejada en la música: folclore, jazz y eventualmente rock. Como si las transiciones entre géneros fueran también cruces de fronteras y de percepciones del mundo. No es casual que el filme comience con música de campesinos cantando directamente a la cámara. El filme se estructura alrededor de la música y dice a través de ella lo que los diálogos callan. Además, estas vidas a la sombra de la Guerra Fría son un reflejo distorsionado de la historia de los padres del director (quienes se llamaban también Wiktor y Zula), que tuvieron una relación volcánica durante más de cuatro décadas, y a quienes está dedicada la cinta.
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