FRANCISCO HINOJOSA SORPRESAS
CARLOS VELÁZQUEZ EL VIETNAM
ESGRIMA
ALINA GAVRIELATOS
El Cultural N Ú M . 1 9 1
S Á B A D O
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[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]
UNA SENSACIÓN DE MALESTAR GENERAL
Lucian Freud, Cabeza de hombre (Autorretrato I), óleo sobre tela, detalle, 1963. Fuente > artfund.org
OLIVER SACKS
ANNE CARSON PASIÓN POR EL SIGNO LUIS BUGARINI
LOS DILEMAS DEL FONCA ISAAC TORRES VÍCTOR MANUEL MENDIOLA
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El hombre que confundió a su mujer con un sombrero es uno de los libros más conocidos del neurólogo afincado en Nueva York y fallecido en 2015. El gusto por la metáfora novedosa, la empatía y el talento literario que Oliver Sacks despliega en ese título siguen presentes en su más reciente volumen, El río de la conciencia, que logró terminar unos días antes de su fallecimiento. Está por llegar a librerías en México y, como otros de su autoría, lo publica la editorial Anagrama. Reproducimos el capítulo donde narra, con símiles reveladores, su historia personal contra el cáncer.
UNA SENSACIÓN DE MALESTAR GENER AL OLIVER SACKS
N
ada resulta más fundamental para la supervivencia e independencia de los organismos —ya sean elefantes o protozoos— que el mantenimiento de un entorno interno constante. Claude Bernard, el gran fisiólogo francés, lo dijo todo sobre la cuestión cuando, en la década de 1850, escribió: La fixité du milieu intérieur est la condition de la vie libre.1 El mantenimiento de dicha constante se llama homeostasis. La homeostasis esencial es relativamente simple pero milagrosamente eficiente a nivel celular, donde las bombas de iones en las membranas celulares permiten que el interior químico de las células permanezca constante sean cuales sean las vicisitudes del entorno externo. Sin embargo, cuando hay que asegurar la homeostasis en organismos multicelulares —sobre todo en animales y seres humanos— se requieren sistemas de monitorización más complejos. La regulación homeostática se consigue desarrollando células y redes nerviosas (o plexos) especiales que se desperdigan por todo nuestro cuerpo, y también mediante medios químicos directos (las hormonas, por ejemplo). Estas células nerviosas y plexos desperdigados se organizan en un sistema o confederación cuyo funcionamiento es en gran medida autónomo, y de ahí su nombre: el sistema nervioso autónomo. El sistema nervioso autónomo no se identificó y exploró hasta comienzos del siglo XX, mientras que muchas de las funciones del sistema
nervioso central, sobre todo del cerebro, ya se habían localizado en detalle en el siglo XIX , lo cual resulta paradójico, pues el sistema nervioso autónomo evolucionó mucho antes que el sistema nervioso central. Ambos sufrieron una evolución independiente (que, en un grado considerable, todavía continúa), enormemente distinta en organización y formación. Los sistemas nerviosos centrales, junto con los músculos y los órganos de los sentidos, evolucionaron para permitir que los animales pudieran moverse por el mundo y les fuera posible buscar comida y pareja, cazar, evitar o combatir al enemigo, etcétera. El sistema nervioso central, junto con el sistema propioceptivo, nos dice lo que somos y lo que estamos haciendo. El sistema nervioso autónomo, que nunca duerme y monitoriza todos los órganos y tejidos del cuerpo, nos dice cómo estamos. (Resulta curioso que el propio cerebro no posea órganos sensoriales, motivo por el cual podemos sufrir graves trastornos y sin embargo no experimentar sensación de malestar. Así, Ralph Waldo Emerson, que padeció la enfermedad de Alzheimer a los sesenta y pocos años, cuando le preguntaban cómo se encontraba decía: “He perdido mis facultades mentales, pero me encuentro perfectamente”). 2 A principios del siglo XX se identificaron dos divisiones generales del sistema nervioso autónomo: una parte “simpática”, la cual, al incrementar la
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potencia cardiaca, aguza los sentidos y tensa los músculos, prepara a un animal para ponerse en acción (en situaciones extremas, por ejemplo, como luchar o huir para salvar la vida); y el correspondiente opuesto —una parte “parasimpática”—, que incrementa la actividad en las partes “de mantenimiento” del cuerpo (intestino, riñones, hígado, etcétera), que disminuye la velocidad del corazón y fomenta la relajación y el sueño. Estas dos porciones del sistema nervioso autónomo normalmente funcionan de una manera felizmente recíproca; así, la deliciosa somnolencia posprandial que llega a consecuencia de una comida pesada no es un estado en el que nos apetezca hacer una carrera o meternos en una pelea. Cuando las dos partes del sistema nervioso autónomo funcionan juntas de manera armoniosa, nos sentimos “bien” o “normal”. Nadie ha escrito con más acierto sobre el tema que Antonio Damasio en su libro La sensación de lo que ocurre, y en muchos libros y ensayos posteriores. Menciona una “conciencia central”, la sensación básica de cómo estás, que acaba convirtiéndose en una sensación pálida e implícita de la conciencia.3 Cuando las cosas van mal internamente —cuando no se mantiene la homeostasis; cuando el equilibrio autónomo comienza a escorarse de manera excesiva a un lado u otro— esta conciencia central, la sensación de cómo estás, adquiere una cualidad intrusiva y desagradable, y uno dice: “Me siento mal, algo me pasa”. En dichos momentos, uno tampoco tiene buen aspecto. La migraña, por poner un ejemplo, es una enfermedad prototípica, a menudo muy desagradable pero transitoria y autolimitante; benigna en el sentido de que no causa la muerte ni ninguna lesión seria, y tampoco va asociada con ningún daño a los tejidos ni trauma ni infección. La migraña presenta, en miniatura, los rasgos esenciales de estar enfermo — de que hay un problema dentro del cuerpo— sin que exista una enfermedad real. Cuando llegué a Nueva York, hace casi cincuenta años, los primeros pacientes que visité sufrían ataques de migraña: una migraña común, llamada así porque afecta al menos al diez por ciento de la población. (Yo mismo las he sufrido durante toda mi vida). El visitar a esos pacientes, el hecho de intentar comprenderlos, constituyó mi aprendizaje en el campo de la medicina, y me llevó a escribir mi primer libro: Migraña. Aunque la migraña común se puede presentar de muchas maneras posibles (y siento la tentación de decir: innumerables) —en mi libro describía casi un centenar—, habitualmente viene precedida de una sensación indefinible pero innegable de que algo pasa. Es exactamente lo que Emil du BoisReymond recalcó cuando, en 1860, describió sus propios ataques de migraña. “Me despierto”, escribe, “con una sensación de malestar general”. En su caso (había padecido migraña cada tres o cuatro semanas
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Oliver Sacks (1933-2015).
desde que tenía veinte años) experimentaba un ligero dolor en la zona de la sien derecha [...] que alcanza su mayor intensidad a mediodía; cuando llega la noche generalmente remite [...]. Si estoy en reposo el dolor es soportable, pero si estoy en movimiento aumenta hasta un alto grado de violencia [...]. Responde a cada latido de la arteria temporal. Además, Du Bois-Reymond tenía un aspecto distinto durante sus migrañas: “El semblante se ve pálido y demacrado, y el ojo derecho pequeño y enrojecido”. Durante los ataques violentos experimentaba náuseas y “trastornos gástricos”. La “sensación de malestar general” que a menudo inaugura las migrañas puede proseguir e irse agravando en el curso del ataque; los pacientes más afectados pueden acabar postrados en medio de una espesa bruma, sintiéndose medio muertos o incluso prefiriendo la muerte a ese estado.4 Cito la descripción que hace de sí mismo Du Bois-Reymond, como ya hice al principio de Migraña, en parte por su precisión y belleza (tan comunes en las descripciones neurológicas del siglo XIX, y tan escasas ahora), pero sobre todo porque resulta ejemplar: todos los casos de migraña varían, pero, por así decir, son permutaciones del suyo. Los síntomas vasculares y viscerales de la migraña son típicos de una actividad parasimpática descontrolada, pero pueden ir precedidos de un estado fisiológicamente opuesto. A veces uno se siente lleno de energía, incluso casi eufórico, durante las horas anteriores a la migraña: George Eliot afirmaba sentirse “peligrosamente bien” en dichas ocasiones. De manera parecida, sobre todo si el sufrimiento ha sido muy
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intenso, puede haber un “rebote” después de la migraña. Era muy evidente en uno de mis pacientes (Caso 68 de Migraña), un joven matemático con migrañas muy fuertes. En su caso, la resolución de la migraña, acompañada de un enorme flujo de orina de color pálido, venía siempre seguida de un frenético acceso de pensamiento matemático original. Descubrimos que si le “curábamos” las migrañas, también “curábamos” su creatividad matemática, y, teniendo en cuenta la extraña economía de su cuerpo y su mente, decidió conservar ambas. Aunque esta es la pauta general de una migraña, pueden darse fluctuaciones que cambian rápidamente y síntomas contradictorios: un estado que los pacientes a menudo denominan “inestable”. En este estado inestable (escribí en Migraña), uno puede sentir frío o calor, o ambas cosas [...] sentirse hinchado y apretado, suelto de vientre o con náuseas; extremadamente tenso o lánguido, o las dos cosas [...] diversas tensiones y molestias, que surgen y se desvanecen. De hecho, todo surge y se desvanece, y si uno pudiera hacer un escáner o fotografía interior del cuerpo en dichas ocasiones, comprobaría que los lechos vasculares se abren y se cierran, la peristalsis se acelera o se detiene, las vísceras se retuercen o se tensan en un espasmo, las secreciones de repente aumentan o disminuyen, como si el propio sistema nervioso se hallara en un estado de indecisión. Inestabilidad, fluctuación y oscilación son la esencia del estado incierto, de esa sensación de malestar general. Perdemos la sensación normal de “bienestar” que todos nosotros, y quizá todos los animales, poseen cuando están sanos.
SI EVOCAR a mis primeros pacientes
ha estimulado nuevas ideas acerca de la enfermedad y la recuperación —o viejas ideas en una nueva forma—, en las últimas semanas han cobrado un relieve inesperado gracias a una experiencia personal muy diferente. El lunes, 16 de febrero de 2015, podía afirmar que me encontraba bien, en mi estado de salud habitual —al menos con toda la salud y energía que puede esperar disfrutar una persona de ochenta y un años bastante
“LA “ SENSACIÓN DE MALESTAR GENERAL QUE A MENUDO INAUGURA LAS MIGRAÑAS PUEDE PROSEGUIR E IRSE AGRAVANDO EN EL CURSO DEL ATAQUE; LOS PACIENTES MÁS AFECTADOS PUEDEN ACABAR POSTRADOS EN MEDIO DE UNA ESPESA BRUMA .
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activa—, y ello a pesar de haberme enterado un mes antes de que el cáncer se había extendido a gran parte de mi hígado. Me habían sugerido diversos tratamientos paliativos, tratamientos que podrían reducir la metástasis en el hígado y permitirme unos cuantos meses más de vida. En el caso del tratamiento que decidí probar en primer lugar, mi cirujano, radiólogo intervencionista, introducía un catéter hasta la bifurcación de la arteria hepática y a continuación inyectaba una masa de diminutas gotas en la arteria hepática derecha, que las transportaría hasta las arteriolas más pequeñas, bloqueándolas e interrumpiendo el suministro de sangre y oxígeno necesario para la metástasis: de hecho, matándolas de hambre y asfixiándolas. (Mi médico, muy dotado para las metáforas gráficas, lo comparó a matar ratas en el sótano, o, en una imagen más agradable, a secar los dientes de león del césped de atrás). Si dicha embolización resultaba ser eficaz y la toleraba, se podría repetir en el otro lado del hígado (los dientes de león del césped delantero) más o menos un mes después. La operación, aunque relativamente benigna, provocaría la muerte de una gran masa de melanocitos (tenía metástasis en casi el cincuenta por ciento de mi hígado). Al morir los melanocitos, liberarían una variedad de sustancias desagradables y dolorosas que luego habría que eliminar, igual que hay que eliminar del cuerpo cualquier material muerto. Esta inmensa tarea de sacar la basura la llevarían a cabo las células del sistema inmunitario —macrófagos— especializadas en envolver la materia ajena o muerta del cuerpo. Mi cirujano me sugirió que las considerara diminutas arañas, en una cantidad de millones o miles de millones, correteando en mi interior para envolver todos los restos del melanoma. Esta enorme tarea celular consumiría toda mi energía, y en consecuencia me sentiría más agotado que nunca, por no hablar del dolor y otros problemas. Me alegro de que me lo advirtiera, pues al día siguiente (el martes 17), poco después de despertar de la embolización —que tuvo lugar con anestesia general—, me asaltó una sensación de terrible cansancio y un acceso de sueño tan repentino que me caía redondo en mitad de una frase o mientras comía, o cuando los amigos que me visitaban hablaban o reían en voz alta a un metro de mí. También, a veces, un delirio se apoderaba de mí en pocos segundos, incluso mientras escribía. Me sentía extremadamente débil e inerte; a veces me quedaba sentado e inmóvil hasta que me ponía en pie y dos ayudantes me hacían caminar. Aunque cuando estaba inmóvil el dolor parecía tolerable, cualquier movimiento involuntario, como un estornudo o un ataque de hipo, producía un estallido, una especie de orgasmo negativo de dolor, a pesar de que, al igual que a todos los pacientes que han sufrido una embolización, me suministraban continuamente narcóticos intravenosos.
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“AL “ DÉCIMO DÍA COMENCÉ A MEJORAR. POR LA MAÑANA ME SENTÍA FATAL, COMO SIEMPRE, PERO POR LA TARDE ERA UNA PERSONA COMPLETAMENTE DISTINTA. ERA ALGO FANTÁSTICO: NADA HABÍA PRESAGIADO ESA TRANSFORMACIÓN . Fuente > saatchiart.com
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Donatella Marraoni, Pain IV, óleo y acrílico sobre tela.
Esta enorme dosis de narcóticos detuvo toda la actividad intestinal durante casi una semana, con lo que todo lo que comía —no tenía apetito, pero tenía que “tomar algo de alimento”, tal como expresaba el personal de enfermería— quedaba retenido dentro de mí. Otro problema —no infrecuente después de la embolización de gran parte del hígado— era que liberaba HAD, una hormona antidiurética que provoca una enorme acumulación de fluido en mi cuerpo. Los pies se me hincharon tanto que ya no los reconocía como pies, y en torno al tronco me salió un edema grueso como un neumático. Esta “hiperhidratación” provocó el descenso de los niveles de sodio en la sangre, lo que probablemente contribuyó a mi delirio. Con todo ello, y una combinación de síntomas distintos —la regulación de la temperatura era inestable, en un momento tenía calor y al siguiente frío—, me sentía fatal. Experimentaba “una sensación de malestar general” elevada a un grado casi infinito. No dejaba de pensar que si tenía que sentirme así a partir de entonces, prefería estar muerto. Después de la embolización permanecí en el hospital durante seis días, y luego me fui a casa. Aunque me sentía peor de lo que me había sentido en toda mi vida, en realidad me sentía un poco mejor, mínimamente mejor, con cada día que pasaba (y todo el mundo me decía, tal como suele hacerse con los enfermos, que tenía un aspecto “estupendo”). Todavía experimentaba tremendos paroxismos de sueño, pero me obligaba a trabajar, y corregía las galeradas de mi autobiografía (aun cuando a veces me quedaba dormido a mitad de frase: la cabeza caía pesadamente sobre el escritorio mientras la mano todavía sujetaba la pluma). Esos días posteriores a la embolización habrían sido
muy difíciles de soportar sin esa tarea (que también era una alegría). Al décimo día comencé a mejorar. Por la mañana me sentía fatal, como siempre, pero por la tarde era una persona completamente distinta. Era algo fantástico y totalmente inesperado: nada había presagiado que fuera a ocurrir esa transformación. Recobré algo de apetito, los intestinos comenzaron a funcionar otra vez, y el 28 de febrero y el 1 de marzo experimenté una enorme y deliciosa diuresis, y perdí casi siete kilos en dos días. De repente me encontré lleno de energía física y creativa, y sentí una euforia casi parecida a la hipomanía. Iba y venía por el pasillo de mi edificio de departamentos mientras pensamientos optimistas corrían por mi mente. No sé hasta qué punto eso era un restablecimiento del equilibrio del cuerpo; hasta qué punto un rebote autónomo tras una profunda depresión autónoma; hasta qué punto concurrían otros factores fisiológicos; y hasta qué punto era la pura alegría de escribir. Pero sospecho que mi nuevo estado y mis nuevas sensaciones se parecían a lo que Nietzsche experimentó tras un periodo de enfermedad, que de manera tan lírica expresó en La gaya ciencia: Continuamente expresas gratitud, como si acabara de ocurrir lo inesperado. Es la gratitud de un convaleciente, pues la convalecencia era inesperada [...]. La alegría por las fuerzas que regresan, por una fe renovada en un mañana o en un pasado mañana, por la repentina sensación de que existe un futuro, por las inminentes aventuras, por los mares que vuelven a abrirse. Notas 1 “La estabilidad del entorno interior es la condición de la vida libre”. [N. del E.]. 2 David Shenk lo relata estupendamente en su libro El alzheimer. 3 Véase también Antonio Damasio y Gil B. Carvalho, “The Nature of Feeling: Evolutionary and Neurobiological Origins”, Nature Reviews Neuroscience 14, febrero, 2013. 4 En el siglo II, Areteo observó que los pacientes que se encontraban en ese estado “estaban hartos de la vida y preferían morir”. Dicha sensación, aunque puede tener su origen en y estar correlacionada con el desequilibrio autónomo, debe de mantener una relación con las partes “centrales” del sistema nervioso autónomo que participan en las sensaciones, el estado de ánimo, la sentiencia y la conciencia (central): el tallo cerebral, el hipotálamo, la amígdala y otras estructuras subcorticales.
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El escritor y crítico Luis Bugarini acerca una lupa a la propuesta creativa de la autora canadiense, al analizar cuatro libros representativos: Decreación, Nox, Autobiografía de rojo y Red Doc>. En ellos cuestiona algunas flaquezas y quizás un caos recurrente, pero también revalora el tremendo riesgo que Carson ha corrido con fortuna: enfrentarse al lenguaje para, desde ahí, hacer que las palabras desborden sus moldes habituales y jueguen de manera libérrima en el tiempo.
ANNE CARSON PASIÓN POR EL SIGNO
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a poesía, como cualquier otro producto de un consenso, avanza hacia una nueva definición aunque siempre más lento que las demás artes. La consolidación de una voz poética a nivel mundial sucede de modo pausado, y no siempre consigue un lugar de privilegio. Ni aún los mayores premios logran la magia que sólo pueden alcanzar los lectores. Tomas Tranströmer, por ejemplo, premiado con la mayor presea de las letras, quedó como un afecto sólo para los enterados. En cambio Borges, sin ese premio, es frecuentado a todos los niveles. La poesía atraviesa por muchos filtros —instituciones públicas y privadas, la academia, los críticos, los lectores— para instalarse como un discurso aceptable y, por lo mismo, acreditado como la contribución de un poeta al mundo. Escritores que publicaron su obra durante la segunda mitad del siglo pasado avanzan en su proceso de solidificación como parte del producto cultural disponible para acceso de la mayoría. El entregable del escritor se decanta con las décadas y nunca hay garantía de que el empeño, por más honradez que lleve consigo, sea reconocido. Poetas como Robert Lowell, M. S. Merwin, Elizabeth Bishop o Anne Sexton, por nombrar algunos ejemplos de la poesía norteamericana reciente, se instalan a paso lento entre los lectores no especializados, lo que les implicaría un acceso más consistente a la memoria colectiva antes que sólo contar con el afecto de los poetas y los lectores habituales de poesía, que ya los conocen y aprecian su obra poética.
Fuente > flickr.com
LUIS BUGARINI
Anne Carson (1950).
Todo parece indicar que toca a Anne Carson (Toronto, 1950) salir del gueto de los conocedores de poesía para reclamar una geografía personal desde la cual ofrecer pautas para intentar otras direcciones en el discurso poético contemporáneo. Con ello, lograr una poesía de marca universal para un mundo diverso. La suya es una obra que parte de una aspiración solar. Es un estremecimiento que se arquea, cruza por las posibilidades que ofrece el mundo clásico (es maestra y especialista en griego antiguo) y, de un modo que de tan vertebrado casi resulta sospechoso, se afianza como una forma de actualidad que no se limita a ser promesa sino que se transfigura en experiencia estética. Todo en sus páginas —incluso las que se antojan menos necesarias, como el recuento de su viaje por el camino de Santiago (Tipos de agua [1995; 2018])1 o incluso Charlas breves (1992; 2015), su primer libro de creación—, da cuenta del arrojo y una visión atemperada por el deseo de
“SU “ LLEGADA A LA LENGUA ESPAÑOLA FUE CON LA BELLEZA DEL MARIDO. UN ENSAYO NARRATIVO EN 29 TANGOS. DESDE ENTONCES, LA OBRA DE CARSON GANA LECTORES IGUAL QUE LO HIZO LA DE BORGES: COMO UNA RECOMENDACIÓN ENTRE CONOCEDORES .
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llevar el lenguaje hasta cierto punto de cocción y, una vez ahí, ensamblarlo con piezas que refulgen si bien parecen de hielo. Su llegada a la lengua española fue con La belleza del marido. Un ensayo narrativo en 29 tangos (2001; 2003). Desde entonces, la obra de Carson gana lectores igual que lo hizo la de Borges: como una recomendación entre conocedores. En su búsqueda de una voz personalísima, la autora canadiense escribe desde una intersección que conjuga el refinamiento del mundo antiguo, vía Grecia y Roma, para llegar a la esquina más deslumbrante de Nueva York, Tokio o Londres. Es una estética que se persigue a sí misma como atemporal, lejos de cualquier consideración de signo nacionalista. En su obra late una vocación: el lenguaje y el uso más certero que pueda hacerse de él. En 1997, a pregunta expresa sobre sus influencias, respondió: Homero, el que más. Homero es la cosa más impresionante del mundo, en todo sentido. Creo que todos deberían leerlo mucho. También [Paul] Celan. Es clarificador. Y hay otros más pero Homero es esencial.2 El asunto de las influencias es relevante porque Carson, que ha traducido a Safo, Eurípides y Esquilo, y que mantiene una estrecha vinculación con la forma clásica de composición lírica, no se muestra en contra del discurso de la modernidad sino que logra fusionarlos hasta el punto que los vuelve indistinguibles uno del otro. El Egeo es Manhattan tanto como Creta es Irán o Nairobi. Los tiempos, lugares, registros literarios, se confunden. La apuesta de Carson es una licuefacción afortunada de discurso poético (no escribo “poesía”), ensayo (académico y personal), dramaturgia, guión y hasta ópera. La voluntad de unir los registros es uno de los impulsos primarios de su vocación estética. Una línea al vuelo de Charlas breves ofrece el santo y seña de lo que podría ser su actividad literaria: “Hago cualquier cosa con tal de evitar
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el aburrimiento”. Es un temperamento inquieto que evita la monotonía y la repetición, tanto que cada uno de sus libros es un reto para el lector, como lo fue para ella misma la estrategia de su composición. Lo anterior, sin embargo, no siempre tiene un efecto positivo para la obra. Con frecuencia sus libros se leen como sofisticados batiburrillos de registros, en donde la justificación de Carson al unirlos consiente una explicación llana: están escritos por ella y, en atención a su origen, soportan dicha asociación en el tiempo. Emparentada con el Samuel Beckett moderado y con el Pascal Quignard que usa la erudición para generar discursivas bolas de nieve, la autora canadiense no se limita a las etiquetas o a cualquier objeto con aspecto de pared. Lo suyo es andar. ¿Hacia dónde? No siempre es claro, pero lo que es constatable es que nunca se detendrá. Estamos en presencia de una autora que no deja de escribir y cada traducción es apenas una aproximación, ya que el juego de palabras es telúrico y gusta de los espejos, las imágenes invertidas, el eco que no lo parece, la intertextualidad de coro griego o las figuras de luces y sombras que se dan la mano en las entregas de una autora que, libro a libro, dicta con sutileza un camino posible para la lírica que aspira a ser no sólo canto, empeño pueril, sino una renovación de las metodologías para vertebrarlo. Arriesgo que su obra permite un abordaje desde tres entregas fundamentales: 1. Decreación: poesía, ensayos, ópera (2005); 2. Nox (2010); 3. Autobiografía de rojo: una novela en verso (1998; 2009) y su continuación Red Doc> (2013; 2017).
1. DECREACIÓN Al abordar este libro conviene subrayar la operación que Carson refiere sobre el proceso de escribir: Hablamos de la lucha por arrastrar un pensamiento de la masa del inconsciente a algún tipo de gramática, sintaxis, sentido humano; cada intento significa volver a empezar con el lenguaje. comenzando de nuevo con la exactitud. quiero decir, cada pensamiento comienza de nuevo, por lo que cada expresión de un pensamiento tiene que hacer lo mismo. toda exactitud tiene que ser inventada... siento que estoy confundiendo conceptos demasiado bien para mí.3 Decreación es un ejercicio poético de reunión de elementos, una colección de imágenes y registros. En ella pueden hallarse líneas aforísticas, palabras al azar o entusiasmos de Carson sobre el cine de Antonioni. La idea es arriesgada y el resultado es una explosiva compilación que cansa a ratos y asimismo se permite ser luminosa en los fragmentos poéticos. Hay grafomanía en la autora canadiense, lo mismo que un aparatoso sentido de conservación para no desperdiciar
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ningún texto de los que ha escrito. Y, pese a lo anterior, sea por vanidad o economía, algo sella sus páginas. Es un libro que puede ser leído desde cualquier página, pero una silueta nos acompaña en el acercamiento más elemental. Quizá sea su convicción de no engañar a los lectores, o quizá la finura de cada una de las líneas que componen el volumen, pero la unidad de Decreación es innegable. La curaduría en sus libros los transforma en un recorrido museístico. Los riesgos que asume un volumen semejante no son pocos. Ligereza, oportunismo, confesión de esterilidad. La reunión de elementos dispersos siempre ha generado confusión y hasta hilaridad en la república de las letras. Hay una preceptiva de unidad que parte de la retórica clásica y Carson se permite trozarla para generar un objeto escritural, poético y melodramático, en donde las rebabas de ensayística y los entusiasmos fugaces hallan un espacio en sus páginas. Decreación es el catálogo de un coleccionista obsesivo, que no es otro que ella misma detrás de la selección de los contenidos. Autora del volumen y directora de arte. El recorrido que ofrece Carson es el de la sorpresa. Y no porque la imagen poética resulte luminosa, lo que apenas sucede, sino porque asombra su voluntad inquebrantable de reunir para integrar un andamiaje de intereses y visiones. Todo en torno al signo, a la palabra, a los objetos de la realidad que admiten una denominación y también a los que la rechazan. Decreación es una maniobra de la exactitud que Carson refiere para integrar un organismo imperfecto, tumorizado, contrahecho, al que podrían haberle crecido las manos aunque ella eligió que fueran muñones por una excentricidad fundada en ideas estéticas. El esteticismo de la autora es de signo mallarmeano. El escritor francés la leería convencido de que las palabras puestas al azar o por una mera asociación fonética prevalecerán por sobre las que designan objetos concretos. Porque más que una poeta en sentido convencional o incluso escritora,
“DECREACIÓN “ ES UN HITO DE LA ESCRITURA POÉTICA: LA CONFIRMA COMO UNA VOZ RENOVADORA EN LA QUE SE ENTRECRUZAN EL LEGADO DE LOS POETAS CLÁSICOS Y LA ABULIA DE LA MODERNIDAD .
Carson es una artista contemporánea que trabaja con el lenguaje. Ignoro lo que esta idea podría generarle, pero es la impresión que despiertan sus libros. Lo mismo una nota de pago en el restaurante que una fotografía le ofrecen la posibilidad de estallar cualquier tipo de registro (oratorio, guión, obra de teatro), y dejarlo inconcluso a voluntad para integrarlo a un volumen como otro intento que no requiere más trabajo por decisión del artista. Al modo de Jackson Pollock o Joan Miró, las líneas en el cuadro son las que dicta el humor de la hora y nunca una metodología estricta para el acto creativo. Su desparpajo intelectual, perceptible sólo para el especialista, motiva que la sofisticación extremosa se convierta en una broma sutil para poetas y lectores concentrados. De estirpe duchampiana, de sus libros brota la sensación de estar ante el avant-garde de la lírica contemporánea o ante una broma luciferina para disfrute de la autora y sus comentadores. Ahora bien, si se elige creerle de buena fe a Carson, Decreación es un hito de la escritura poética contemporánea, que la confirma como una voz renovadora en la que se entrecruzan el legado de los poetas clásicos y la abulia de la modernidad para generar herramientas capaces de comunicar a nivel profundo. Es una obra que oscila entre la gracia de refundar la primera palabra y el aluvión de significantes que se unen con mecanismos apropiativos para que el manantial del autor ya no sea la inventiva, sino su capacidad para reordenar la materia existente (Kenneth Goldsmith y compañía).
2. NOX Este libro se integra a la tradición del libro-objeto y está producido en forma de acordeón impreso por un solo lado, en pliegos pegados a mano y con cuantiosas ilustraciones. El diseño y la literatura, como sucede con frecuencia, se dan la mano para generar en el espectador una experiencia estética, además de la literaria. Anne Carson explicó que la motivación para escribir el libro “fue la muerte de mi hermano al que no había visto durante diecisiete años”,4 mismo que terminó como “un misterio” para ella. De igual modo, es una imitación del célebre poema 101 de Catulo, escrito a su hermano, quien murió en Troya mientras el poeta se encontraba en Italia. Hasta aquí el aparente móvil de la escritura. El volumen es el sueño del tipo de autor que aspira a no sólo transmitir una imagen poética, sino toda la poética aprendida a lo largo de una vida. Carson es una escritora de tentativas amplias y alcances ambiciosos. Nox es un réquiem sostenido por la muerte de un hermano, a la par que una memoria de palabras que orbitan alrededor del quehacer poético. Diseñado como biombo, en la página izquierda se transcriben ciertos usos de palabras en latín, al parecer elegidas al azar, mientras que en la derecha
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los poemas que recuerdan al ausente. El acierto del volumen, más allá de cualquier hallazgo poético —casi nulos, en realidad, porque el concepto termina por emborronar la perfección de alguna línea—, es recoger la tradición del poema que además es un objeto para un mercado que no busca la poesía en sí misma como si fuera un producto cotidiano de consumo. Es un intento luminoso para atraer a los lectores. En su idea del artista integrador, sin límites, supracreador de ensueños, Carson se impone un reto de altos vuelos y coloca uno de sus títulos en la hilera de libros que se atesoran no sólo por el contenido sino por el deseo de parir un modelo renovado del propio libro. Nox se recorre con admiración y deleite, con la convicción de que el arte contemporáneo ha perdido sustancia en la argumentación pero también con la certeza de que los intentos por generar otros moldes nunca deben abandonarse. Así, y no de otra manera, prospera esa historia del espíritu que denominamos arte. De menor alcance que Decreación, pero más cerca del actual consumidor de arte contemporáneo, la propuesta de Nox se alza por encima de quienes sólo conciben la escritura de poesía como una confesión de hechos vividos, trágicos o cómicos, o apenas como una intromisión del alma lírica en el trajín de los días. En el pináculo de su labor poética, Carson prueba que tiene dominio total de la palabra y que no hay sentimentalismo que estorbe su proyecto; que el signo es una materia plástica que permite la manipulación y sea para consignar la muerte de un hermano o para escribir un poema sin referentes en la realidad, se puede trascender el aspecto anecdótico del lenguaje y la experiencia para acceder a otra modalidad de goce estético: las formas libres incluso de quien las escribe, en flotación libérrima, puestas en el aire para las generaciones que siguen. Dientes de león formados por signos. Y es legítimo preguntarse: ¿es verídico el homenaje al hermano muerto? ¿O fue una estrategia para salir de la apatía? Imposible saberlo. Nox muestra al parecer objetos guardados del susodicho, pero igualmente podrían ser un motivo para escribir un volumen que genera la impresión de estar relacionado con la vida del autor, lo cual, por alguna razón, provoca una empatía instantánea con los lectores. Esto interesa porque como espectadores y consumidores de arte contemporáneo, uno de los preceptos es ejercitar un principio de desconfianza. ¿Qué estamos viendo? Los límites de la realidad y la ficción se vuelven más difusos y el artista aprovecha esa línea de sombra para motivar discursividades que le permitan fugarse del realismo sofocante, bajo el que no pocos se cobijan debido a la falta de imaginación. Nox, en su amplitud de registros (visuales, líricos, materiales, etcétera), es una experiencia de aliento poético capaz de conmover incluso a quien no siente el mínimo aprecio por el registro poético.
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Un ejemplar de Nox.
“ANNE “ CARSON GANA MAESTRÍA EN SU OFICIO, TAL COMO ELLA ELIGE DESARROLLARLO, Y MÁS QUE NUNCA CORRE EL RIESGO DE GENERAR OBJETOS VERBALES O VISUALES HERMÉTICOS, INACCESIBLES . 3. LA SAGA DE ROJO Integrados como un díptico aunque distanciados por quince años, Autobiografía de rojo: una novela en verso y Red Doc> comulgan en su determinación de ser una escritura inasible. Tedi López Mills, traductora del primer volumen, explica la “anécdota” del libro: “Gerión empieza a escribir su Autobiografía en el segundo capítulo del libro, a los cinco años, mucho antes de conocer a Heracles, y trabaja en ella hasta los cuarenta y cinco”.5 Y es que tal como el caballero verde de Sir Gawain, Gerión es de color rojo y la novela en verso admite ser un relato picaresco, en ocasiones incomprensible y por lo común lejos de la poesía, como no sea aquella que se acepte como tal por el hecho de que las oraciones están partidas y hay exactitud en el uso de las palabras. Carson procura para sí misma la clase de ambigüedad que es posible extraer de la erudición del mundo clásico. Es una cobertura exquisita que superpone capas de significantes a escenas que, dichas de otro modo, son elementales y hasta pueriles. Esto, lejos de nutrir el contenido del poema, lo obscurece. Limita el goce y lo deja para filólogos y expertos: es una barrera. En ambos libros, se diría, la autora canadiense se propuso generar un sistema motivador de perplejidad y venció con la calificación más alta. Un principio de sobrevivencia reza que no conviene distanciarse (demasiado) del lector. Incluso la poesía que se intenta más alta debe proporcionar las pistas para descifrar los códigos que ella misma propone. Autobiografía de rojo avanza mediante prismas de palabras que se entrecortan, amplifican o recortan según las expectativas del lector. Una relectura pone de manifiesto cierto envejecimiento prematuro del volumen. Suele ocurrir que el artificio estilizado se llena de polvo antes que el logrado con la simpleza de la calle. Sin duda más provocador, luego de tres lustros, es Red Doc>: estiliza la manufactura y presenta un libro de enorme inteligencia y sensibilidad para atraer a los lectores. Los
vínculos entre los libros del díptico son casi un guiño o una broma de Carson, pero Red Doc> es más ágil y deja ver otra faceta de la autora: la que recicla sus personajes aunque en realidad son otros y todo se encuentra hilado por la imaginación de ella y sus editores. Es una continuación que es todo excepto eso. Verónica Zondek, traductora y prologuista del volumen, prepara al lector con esta prevención: “Una lectura compleja, porque la vida es compleja y agarrar la punta del hilo es difícil”.6 Anne Carson gana maestría en su oficio, tal como ella elige desarrollarlo, y más que nunca corre el riesgo de generar objetos verbales o visuales herméticos, inaccesibles. Lo que es notable es su infatigable empeño de continuar la senda que inició décadas atrás, y evitar cualquier concesión a la escritura de poemas para ser memorizados en las escuelas. Cada una de sus entregas es una ráfaga de significantes para descolocar al mejor plantado. Atestiguamos cómo tiene la batuta en la mano y sus libros abren camino en la imaginación para idear mecanismos de actuación poética. Se quiera o no, sus entregas deben leerse para atisbar las novedosas direcciones del arte poético. Medito sobre su obra. Quizá murió el poeta-sabio que, luego de años de experiencia vital, de golpes y moretones, se sienta a escribir sus enseñanzas sobre lo que implica vivir. Quizá el modo actual de ser poeta es adquirir una computadora para diseñador, aprender a usar los programas y utilizar todas las teclas y los símbolos que ofrece para generar enjambres de signos carentes de relación con la vida, de manera azarosa o desperdigada. Pese a los hallazgos de Carson, espaciados aunque frecuentes, anhelo que no sea así. Notas 1 Los años corresponden en primer término a la edición original en inglés, y luego a la primera edición disponible en español. 2 John D’Agata, “Interview with Anne Carson”, The Iowa Review, vol. 27, no. 2, University of Iowa, 1997, pp. 1-22. 3 Sam Anderson, “The Inscrutable Brilliance of Anne Carson”, The New York Times Magazine, 14 de marzo, 2013. El rechazo de las mayúsculas y las cursivas es de Carson. 4 Will Aitken, “Anne Carson. The Art of Poetry No. 88”, The Paris Review, 171, otoño, 2004. 5 Tedi López Mills, “Enumeraciones”, prólogo a Autobiografía de rojo: una novela en verso, Calamus, México, 2009. 6 Verónica Zondek, “Incitación a la lectura”, prólogo a Red Doc>, Trilce, México, 2017.
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Dos decisiones del nuevo gobierno han suscitado protestas y han enconado, también, animadversiones en la comunidad literaria y artística de México. Luego de la polémica por la designación de Paco Ignacio Taibo II al frente del FCE, en días pasados el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) —que ha becado a cientos de artistas en disciplinas diversas— convocó a ese gremio a discutir en un foro. Uno de sus becarios relata aquí ese evento fallido, con la ausencia que derivó en un zafarrancho y la posterior renuncia de su fugaz director: Mario Bellatin.
EL FONDO Y SUS NUEVOS RECHAZADOS
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ace algunos meses recordé que cuando fui niño quería ser presidente. Cuando lo recordé de tajo me dio colitis y luego taquicardia. Nadie en su sano juicio quisiera cargar con tanto peso. A menos que tuviese muy claro lo que quiere hacer con ese poder y esa responsabilidad. Responsabilidad, sobre todo, por tomar decisiones que pueden afectar a un país entero. Dicen que no hay políticos buenos y para ser funcionario hay que tener algo de político. Y asumir también que a partir de la designación, las acciones de este individuo —ahora funcionario (y en parte, político)— afectan a sectores de la población y al sistema social de distintas formas. Entonces las decisiones personales se vuelven políticas y todo movimiento, opinión y acción es motivo de interés y escrutinio público. Hasta una conversación de WhatsApp. La crisis institucional por la que atraviesa el FONCA tal vez tenga su origen en creer que empalmar la función pública y la sensibilidad artística de un creador bajo una misma agenda, daría resultados excelsos. Por lo menos así pudimos verlo en la designación de Mario Bellatin como director del Fondo. Si bien la mayoría de los artistas llevamos una vida de Batman, dobleteando identidades laborales y surfeando por distintos oficios que acompleten la chuleta, no creo que a Bellatin le parezca sencillo coexistir en su trayectoria como creador y ahora como personaje público (sujeto a escrutinio público), es decir, como funcionario de un gremio que lo conoce muy bien desde su primer frente y lo está conociendo desde su nueva faceta. Pese a que es muy probable que Bellatin haya tenido buenas intenciones para el FONCA, la percepción de la comunidad artística y de los beneficiarios del programa fue negativa, sobre todo por las fallas monumentales de comunicación, en la que claramente le hizo falta definir un proyecto, una metodología y un plan de trabajo calendarizado, justo lo que el FONCA nos requiere en cualquiera de sus convocatorias. Hace unos días muchos asistimos a un Foro convocado por el Fondo con pésima organización, donde dos autodenominados creadores y un silencioso tercer acompañante aparecieron sin argumentos para defender una propuesta que aún no existe. En menos de un minuto, una frenética voz irrumpió al grito de “¿Dónde está Mariooo?”.
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ISAAC TORRES
Un encuentro eléctrico.
Luego comenzó un acto en donde todo era tan performático como político. Estaban ahí de todos los campos del arte y la cultura. Las conexiones entre asistentes eran más generacionales que gremiales. Éramos como una asamblea Jedi o una reunión de X-Men donde el político tenía el cabello azul. Prometí no mencionar ese detalle pues asumí que era irrelevante para la agenda pública, pero no para la agenda estética. En el rotundo fracaso del Foro de Consulta Pública para la comunidad artística convocado por el FONCA el pasado jueves 6 de marzo vimos un tropezón tras otro. La comunidad quería ver a Bellatin de frente, pero no se presentó. Todo se salió del control del propio FONCA. Los dos empleados encargados de documentar y organizar las participaciones del público corrían de un lado a otro sin saber a quién darle el micrófono. Los participantes empezaron a hablar a su voluntad y desorganizadamente. Quienes tuvieron uso de la palabra no lo aprovecharon. Quienes la tomaron abruptamente fueron más acertados en sus aportaciones. Si bien las mesas convocadas por la Secretaría de Cultura antes de que iniciara la nueva administración no fueron la solución a muchos problemas, por lo menos contaron con
“EL “ FORO REVENTÓ, SE VOLVIÓ TURBA Y LOS GRITOS DE LOS ASISTENTES ENSORDECIERON POR COMPLETO A LA INSTITUCIÓN .
una metodología precisa que permitió escuchar opiniones y propuestas. Por el contrario, en esta ocasión el foro fue el aquelarre de una asamblea fallida. Las cifras presentadas por el FONCA no fueron tan impresionantes, pues la mayoría de los que hemos circulado por sus filas de beneficiarios sabemos más o menos cómo funciona. No impresiona que el 60 por ciento de los becarios esté en la Ciudad de México, ni que el 10 por ciento viva en el extranjero. Mencionaron que no se cubre la cuota de género en cuanto a beneficiarias y tutoras, pero no dijeron cómo revertir esa situación. En su diagnóstico no había propuesta. La comunidad artística presente mostró de inmediato un rechazo que se dibuja entre la rabieta y el grito. Yo me quería ir y me quería quedar. Me quería ir porque sabía que no se llegaría a nada, pero me quería quedar para saber hasta dónde podía llegar. Como la comunidad artística era también un público, se la pasó aplaudiendo machín y luego abucheaba o chiflaba sin pena. Entre gritos y celebraciones, el único acuerdo significativo fue la organización futura de mesas de trabajo. Algo que debió pensarse antes de este foro. ¿A quién se le ocurre convocar a la comunidad artística, esa entidad de cien cabezas y mil cuerpos, cuando tan sólo en cada generación de jóvenes creadores hay más de doscientos becados? ¿Cómo esperaban que nos pusiéramos de acuerdo, si ni el FONCA sabía a qué iba ese día? El Foro reventó, se volvió turba y los gritos de los asistentes ensordecieron por completo a la institución. De pronto alguien lo dio por terminado. La transmisión por streaming se detuvo y vino el efecto colateral en las redes. Muchos empezamos a salir como si el incendio fuera a quemarnos. Luego de tres o cuatro minutos de abucheos la agitación se disolvió. El Foro fue un absoluto fracaso y produjo una escisión más profunda entre el gremio y la institución. Mientras este texto pasaba revista Bellatin dejó el puesto. No tardó ni una semana en ocurrir. Como conocedores de la palabra, estos señores (Bellatin escritor, Frías editor y San Juan guionista), pudieron al menos escribir un proyecto. No lo hicieron. Hoy son los nuevos rechazados del FONCA. Y nadie ha dicho que sea fácil. Yo solicité la beca cuatro veces y pegó hasta la última. Pero con un proyecto. Échenle ganas porque ya no es sólo su beca la que está en juego: son las de miles.
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Luego del (des)encuentro que detalla la crónica anterior, y del relevo que provocó en la dirección del FONCA el martes pasado, este análisis recuerda el origen de la institución, sus antecedentes y la ruta seguida hasta hoy. Cuestionables y perfectibles, sin duda las becas que otorga no pueden ser desdeñadas como una simple dádiva, pues han sido un apoyo decisivo para que autores y artistas notables hayan consumado obras enriquecedoras, trascendentes para la herencia cultural de México.
FONCA: ATOLONDRADOS Y PAR ANOICOS VÍCTOR MANUEL MENDIOLA
A
sí como la designación de Paco Ignacio Taibo II como director del Fondo de Cultura Económica suscitó un rechazo entre intelectuales y escritores, la designación de Mario Bellatin como director del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes provocó una expectativa positiva. Si las opiniones extremistas y descalabazadas de Taibo II creaban un ambiente ríspido, por el contrario, la personalidad seria y profesional de Bellatin produjo el sentimiento exactamente opuesto. No obstante, algo no funcionó y de pronto todos, o muchos, miramos con asombro el diagnóstico catastrófico que Bellatin hizo de las actividades del FONCA. Sabemos que esta institución no carece de problemas y que grupos o individuos de la comunidad artística de México tienen, o tenemos, con ella diferencias e inconformidades. Sin embargo, a pesar de las discrepancias, en la opinión general prevalecía y prevalece la idea de que el desarrollo de la vida artística de nuestro país ha encontrado en el FONCA un auténtico espacio de crecimiento. Desde que se fundó el organismo —si pensamos en lo que sucede en los países del sur de América— México, en términos de programas culturales, está a la vanguardia y puede ser comparado con lo que ocurre en Estados Unidos, Japón o algunos países de Europa. Basta con ver, de manera somera, las obras creadas bajo su cobertura, como por ejemplo libros notables de Fabio Morábito, Antonio Deltoro, Vicente Quirarte y Francisco Hernández, en poesía; o de Juan Villoro, Daniel Sada, Carmen Boullosa, Cristina Rivera Garza y Sabina Berman, en narrativa —entre muchos otros. Lo mismo podríamos decir en lo que toca a la pintura y a las otras artes. Una mirada a la obra de Germán Venegas nos permite darnos cuenta del alto nivel de creación que hay en este momento en las artes plásticas de nuestro país y exactamente sucede lo mismo con Graciela
“PREVALECE “ LA IDEA DE QUE EL DESARROLLO DE LA VIDA ARTÍSTICA DE NUESTRO PAÍS HA ENCONTRADO EN EL FONCA UN AUTÉNTICO ESPACIO DE CRECIMIENTO .
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Iturbide. Estos nombres ya justificarían por sí mismos todo el programa cultural del FONCA. Y hay muchos más. Ya sé que recordar la manera cómo se concibió el FONCA en los tiempos que corren, tan dogmáticos, quizá no sea buena idea, pero es necesario hacerlo porque el meollo del asunto está en esos proyectos originales. A finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta, Octavio Paz pudo escribir algunos de los libros más recordados y excepcionales de la literatura de la segunda mitad del siglo XX con el apoyo de una beca otorgada por El Colegio de México. Otros escritores también gozaron de ese apoyo. Simultáneamente, la generosa ayuda de Margaret Shedd permitió que muchos jóvenes talentosos tuvieran contacto con muy buenos poetas y narradores en el Centro Mexicano de Escritores. Estos dos organismos son la prefiguración del FONCA, no sólo por su buen tino en la selección de quienes se convertirían en los grandes escritores de México (ejemplos clarísimos Juan Rulfo, Juan José Arreola, Carlos Fuentes y Jaime Sabines), sino por el sentido de comprensión de que la vida artística y cultural requiere de apoyos generosos y, valga la consonancia, rigurosos. Así, pues, al plantearse en México, en los años ochenta, la reorganización profunda de la cultura mexicana en su vertiente de creación artística de alto nivel, Paz apoyó sin reservas el establecimiento de un sistema de becas. Él sabía que ese apoyo económico podía ser decisivo para impulsar el talento de los creadores mexicanos. Más por la claridad de Paz que por la atingencia política y servicial de Rafael Tovar y de Teresa, el nuevo organismo surgió bien armado y conforme ha pasado el tiempo ha sido, sin duda alguna, mucho más un beneficio que un perjuicio. Para mí, mejorar la eficacia del FONCA no es algo muy complicado, pero sí requiere de conocimiento y de un ánimo definitivamente abierto y cabal. ¿Por qué? O mejor dicho, ¿cuál sería el defecto fundamental de esta institución? Básicamente, una ausencia de pluralidad. Me explico. En general, y sé que también ahí puede haber modificaciones y perfeccionamientos, el lado burocrático de la institución operaba de manera correcta, es decir, los funcionarios realizaban sus actividades de acuerdo con lo esperado. Sin embargo, donde se colaba una ambigüedad era en los creadores convocados para formar las
comisiones de selección. En muchos casos la lista de los elegidos estaba francamente cargada hacia un grupo cultural dominante y esto engendraba el tratamiento privilegiado de los autores afiliados a ese grupo. Resulta inconcebible que Luis Miguel Aguilar o Marco Antonio Campos no hayan tenido la beca —no importa que no la hayan pedido, la merecen— o el Premio Nacional que también asigna el FONCA. Resolver este problema no requiere soluciones complejas. Precisa un arreglo simple: es necesario conocer muy bien el ambiente artístico en todos los planos de la creación y organizar comités de selección verdaderamente diversos y con artistas de alto nivel intelectual. Además, requeriría de la intervención, a través del derecho de voz, de la autoridad del FONCA para hacer notar ausencias o presencias injustificadas. Desde luego, esta manera de ver las cosas entra en contradicción directa con el otro modo de plantearlas. Si pensamos que el FONCA ha sido benéfico para la cultura mexicana, pero tiene problemas, entonces hay que mejorarlo. Si pensamos que es un desastre, habría que someterlo a una intervención quirúrgica severa. El diagnóstico catastrófico me parece falso, acomodaticio y servicial. Por el contrario, el planteamiento hecho en la carta enviada por un sinnúmero de organizaciones a la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, me parece mucho mejor definición. Reconoce el valor del programa. La designación de Marina Núñez es un acierto y podemos esperar de ella una mirada objetiva y sensata. Recibirla con el recuerdo de una vieja discusión es irrelevante. De cualquier manera, discutir el problema bajo los efectos del atolondramiento, la histeria colectiva o la búsqueda del mal, no nos llevará a ningún sitio ni permitirá preservar una institución fruto del enorme talento artístico de nuestro país.
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L A N OTA NEGRA Por
FRANCISCO HINOJOSA @panchohinojosah
SORPRESAS LA CANCIÓN # 6 Por
ROGELIO GARZA @rogeliogarzap
DIEZ AÑOS SIN LUX
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CUMPLÍ AÑOS y para celebrarlo mi esposa me tenía un regalo para el que habría de prepararme sin preguntar. Pese a que no me gustan las sorpresas, mantuve la compostura y no me impacienté por saber a dónde iríamos. El único dato que me dio es que manejaríamos unas seis horas y lo único que pregunté es qué ropa tendría que empacar. Fueron siete horas las que tardamos en llegar al primer destino, el hotel La Malanca en la Huasteca Potosina. Kilómetros antes de llegar adiviné el sitio al que me invitaba: Xilitla. Al registrarnos nos dieron las instrucciones, dignas de inspirar una nueva versión de la sinfonía Sorpresa de Haydn: pasarían por nosotros ¡a las tres de la mañana! porque antes visitaríamos el Sótano de las Golondrinas. La primera vez que tuve noticias de Xilitla —Edward James, su jardín surrealista, sus esculturas, las pozas— fue gracias a un libro de Xavier Guzmán y Jaime Moreno Villarreal (La habitación interminable, UAM, 1986) publicado apenas dos años después de la muerte de James. Pero del sótano no tenía ninguna idea. Al principio dudamos y dijimos que lo que nos interesaba era el jardín de las pozas, pero no era negociable: solo había un itinerario que compartiríamos con un grupo de otras seis personas. Aunque un tanto escépticos, asentimos. Valió mucho la desmañanada para conocer el Sótano de las Golondrinas —aunque en realidad se trata de vencejos—, así como bajar (y luego subir) quinientos ochenta y seis escalones. El sitio es una enorme sima de alrededor de medio kilómetro de profundidad. Allí habitan no sólo estas aves sino también una comunidad más pequeña de cotorros. Los pájaros comienzan a salir a gran velocidad cuando empieza el amanecer, primero una avanzada, luego varios grupos de loros y, una media hora después, un segundo contingente de más o menos un millón de vencejos que ascienden en remolino con asombrosa coordinación. Incluso se puede ver a algún halcón que aprovecha el momento para capturar un bocado. El espectáculo visual y auditivo rebasó las expectativas que teníamos del lugar. Aún faltaban dos horas y media para llegar a Xilitla, previo desayuno. Aunque conocía por fotos el lugar, así como la historia de su excéntrico, loco y maravilloso creador, Edward James, estar allí y recorrerlo en vivo es
HACE DIEZ AÑOS murió Lux Interior, creador del legendario grupo The Cramps con la pelirroja guitarrista Poison Ivy, una pareja extrasensorial y ultrasónica. Se autodefinía en su canción “The Garbageman” como un artista basura, cuya faceta musical le dio a las minorías urbanas un grupo excéntrico de garage rock, reinventor de la tradición musical americana y padre de un estilo descabellado en los setenta: el psychobilly, una receta ranchera de punk, blues, country, R&B, rockabilly, surf, sicodelia, sexo y drogas a granel que se propagó como un virus subterráneo en Estados Unidos e Inglaterra. La pareja se conoció por telepatía en la Universidad de Sacramento durante las clases de Arte y Chamanismo. Sintonizaron sus mentes y sus órganos para vivir juntos y escribir canciones que abrevaban en el cancionero campirano y el primer rock, los cómics, las series de ciencia ficción y las películas de horror, a lo que agregaron brujería, pornografía, perversiones y enfermedades de la mente. Un grupo muy salvaje y vulgar, impensable en estos días de corrección y mojigatería. Su desquinte fue en el CBGB de Nueva York en 1976 con un formato de batería y dos guitarristas, Ivy + Brian Gregory. Desde entonces su música exorcizó al respetable con desenfreno, bailes raros, contorsiones, exhibicionismo, travestismo, sangre, sudor y vino. Era costumbre bañarse en vino sobre el escenario. De todas sus locuras quizá la más extraña fue la tocada de 1978 con Los Mutants en el Hospital Mental de Napa, en California, donde pusieron a bailar a los pacientes con pura epilepsia sónica. Locos de verdad. Los videos, disponibles en YouTube, son un testimonio del efecto que surtieron. No pasaría de ser una ocurrencia, hasta que se descubre la
Fuente > NatuSilva/TripAdvisor
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AUNQUE CONOCÍA POR FOTOS EL LUGAR Y LA HISTORIA DE SU EXCÉNTRICO CREADOR, ESTAR ALLÍ ES UNA EXPERIENCIA MUY DISTINTA .
una experiencia muy distinta. En primer lugar la extensión del sitio es monumental: alrededor de cuarenta hectáreas, aunque en sólo unas cuantas se hallan las esculturas y construcciones. Cuando compró el predio lo hizo para establecer allí un orquideario, pero diez años después, en 1962, una helada acabó con sus plantas. A partir de entonces y hasta su muerte en 1984, James se dedicó a construir esas piezas escultóricas y edificaciones: escaleras que no llevan a ningún sitio, puertas que no se abren, trabes que no funcionan como tales, una tina grande en la que se bañaba con peces, una columna que es una copa de vino invertida, piezas que simbolizan varias religiones. No digo más porque una descripción detallada se encuentra en muchas páginas de internet y existe una bibliografía amplia al respecto. Traté de ver a Edward James ideando qué más hacer con la extensión de su propiedad —y su inmensa fortuna—: lo imaginé en ese laberinto dándole de comer a sus venados, lavándose las manos a la menor oportunidad por una microbofobia que lo hacía envolverse en papel higiénico y ser transportado por sus trabajadores montado en una silla, dando instrucciones para construir algo inexplicable. Hace años presenté una novela de Augusto Cruz, Londres después de la media noche (Océano, 2012): cuenta el rescate de la película perdida del mismo nombre. Después de intrigas que involucran a un coleccionista, el director del FBI y el asesino de Kennedy, la novela termina con el descubrimiento de que el film está en poder de James. Tenía un lugar especial en su Xilitla para exhibir películas a sus empleados. Ficción con alas vencejas de gran probabilidad.
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FUE REINVENTOR DE LA TRADICIÓN MUSICAL AMERICANA Y PADRE DE UN ESTILO DESCABELLADO: EL PSYCHOBILLY . importancia de la música en cualquier centro de salud, pues tiene la cualidad de aliviar a los enfermos, a quienes los acompañan y al personal médico. Aquella fue una gran idea musical. Interior también era pepenador pop y artista visual de la tercera dimensión. Pero nada como la quincena de grabaciones con Los Cramps; su voz de hule incluía un catálogo de expresiones, fraseos y onomatopeyas con las que imitaba todo tipo de seres y máquinas, guiadas por el taca taca de Nick Knox —fallecido en junio de 2018— y el guitarreo bronco y serrador de Poison Ivy, un sonido que bajó de Johnny Cash y Link Wray. En 1992 sobrevivimos a las tocadas de Los Cramps en el LUCC, Coapa y Pantitlán, que inspiraron a Los Calambres y a Los Esquizitos para hacer el cover de “El Moscardón” y el tributo “Lux Interior”. Una falla cardiaca a los 63 no iba a borrar su legado: Rusty Quinteros, bajista de Nicotyna, ya prepara un libro sobre su paso por México, testimonios periodísticos, orales y fotográficos de Lux y Los Cramps haciendo el crusher a la mexicana.
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ENCLAVADO en el centro de Guadalajara, el Vietnam es un paraíso urbano-tropical. Abrió sus puertas el 4 de septiembre del 2018 en Pedro Moreno 1296, colonia Americana, desde entonces se ha convertido en un punto de referencia para los amantes del vinyl. Es una cervecería restaurante cuya especialidad es la música. El concepto del lugar gira alrededor de un par de tornamesas, como el trono del rey de los monos en El libro de la selva. Un muro está adornado con un tapiz con palmeras, pero no todo lo que suena tiene el sabor del caribe. Dos colecciones dominan lo que el bar ofrece al oído. Una ecléctica y otra donde abunda el rockcito. Una barra domina un extremo del bar y en su opuesto están colocadas unas mesas y sillas de lámina, al más puro estilo playero. Pero aunque esto suena a lugar común, nada más alejado de la realidad. El Vietnam es un sitio con una personalidad como pocas. Su menú es ecléctico como su gusto musical. Se sirven tacos de lengua, de pork belly y hasta túetanos. Uno de sus fundadores es el vinilólogo Francisco Domínguez. Paco, cómo surgió la idea de montar el bar. Mi socio Uvaldo Venegas y yo queríamos hacer un proyecto juntos, desde hace casi siete años. Nos conocimos hace unos diez años, trabajando en la misma empresa. Ambos somos arquitectos de formación, hicimos cotorreo luego luego, él estaba recién llegado a Guanatos y no tenía muchos amigos acá, lo invité a algunas fiestas, platicábamos de música (aunque no compartimos todos nuestros gustos musicales). En particular yo no tolero trabajar para una empresa, lo fui descubriendo poco a poco, me caga ser lacayo de alguien más, y sobre todo cuando ni siquiera te inspira respeto. Duré tres años en esa empresa, me salí buscando hacer mi propio negocio y siempre pensé que Uvaldo podría ser un buen socio, tiene un gusto interesante por lo visual, la moda, la música y por lo tanto podía aportar algo. Hicimos tres proyectos que no llevamos a cabo y no tenían nada que ver con un bar. Finalmente, después de siete años trabajando como independiente y valiendo madre financieramente, tenía que aterrizar un proyecto a la de ya. Como Uvaldo tiene cuenta prime en Amazon me hacía el favor de pedirme algunos vinilos que yo quería y cuando iba a recogerlos a su casa siempre arrimábamos unas caguamas para cotorrear y escucharlos, y de platicar de lugares a los que nos gustaba ir surgió la idea.
EL ALACRÁN REHÚYE la nostalgia porque su luz baña los recuerdos con un falso prestigio. Prefiere la luz destellante del tiempo de rebeldía. Por eso, desde el fondo de su nido invoca al poeta Jaime Reyes, fallecido a consecuencia de una neumonía hace veinte años, a las doce horas del 29 de enero de 1999, en la misma Ciudad de México donde había nacido 51 años antes. El escorpión conoció al poeta en Mixcoac, en el departamento donde vivió muchos años. Lo condujeron hasta allá Silvia Tomasa Rivera y Ricardo Castillo, poetas también de rebeldía aún palpitante. El venenoso repasó entonces los poemas de Isla de raíz amarga, insomne raíz (Era, 1976), un título “todo él mejor”, se dijo entonces, y por el cual Reyes fue reconocido con el Premio Villaurrutia. Que yo fuera nuevamente el Hacedor, / viejo, / que nuevamente pudiera hacerte / de fango y mirada, mi amado, / mi viejo querido, / mi pata de pelo en la húmeda / mañana. // Que nuevamente pudiera quince / años matarte, / quince años arrojarte a la cara / de este lado, esta desesperanza, / esta hebra de borrachera / tropezando en las esquinas, / orinando las casas y los / árboles del mundo, / viejo mundo como tu odio o mi/ desesperanza. Poemas ásperos, sin complacencias ni concesiones: “delitos contra la salud de las instituciones literarias” (escribió Jaime Moreno Villareal), y por lo cual reciben el desprecio de los círculos literarios reconocidos, añade el venenoso. La obra de Reyes continuó con La oración del ogro (1984), Al vuelo el espejo de un río (1985) y el póstumo Un día un río (1999), entre otros títulos. Ajeno al malditismo poético, Reyes fue siempre capaz de ternura en sus poemas, pero impugnó el estatus de privilegio del poeta y se preocupó por la vinculación de su práctica
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ES UN SITIO CON UNA PERSONALIDAD COMO POCAS. SU MENÚ ES ECLÉCTICO COMO SU GUSTO MUSICAL .
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EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO Por
CARLOS VELÁZQUEZ
@charfornication
Por qué enfocarse en la cultura del vinyl. Porque tenemos en ese formato la música que queríamos escuchar en el Vietnam, yo en particular he abandonado casi por completo la escucha desde otros formatos, no por una idea negativa de ellos sino más bien así se ha dado, no tengo en mi casa dónde escuchar CDs o mp3, sólo tengo un estéreo setentero que toca vinilos. Además mi acercamiento a la música también ha cambiado mucho, sigo haciendo caso a recomendaciones de mis amigos, pero es mucho más probable que compre un disco no por recomendación o incluso por un gusto previo sino por mera intuición o curiosidad, aunque obviamente tengo preferencias en cuanto a géneros. Uvaldo sí tiene un consumo de vinilos mucho más dirigido a lo que busca, aunque también está suscrito a un club que le manda un disco sorpresa cada mes. Cómo se originó el concepto. La idea surgió en esas múltiples charlas con caguama en mano y coincidimos en la idea de hacer un lugar relajado, con atmósfera ligera pero con ciertos toques de tropicalidad, porque ¿a quién no le causa tranquilidad y placer lo tropical? Claro, sin llegar tematizarlo, es decir, no es un lugar tropical o meramente tropical, de hecho en nuestro concepto es mucho más funk que otra cosa, pero salir del cliché del bar con muros negros y ambiente oscuro. El nombre es también un juego entre lo oriental sacado de contexto, lo tropical y algo visualmente fuerte cuando lo ves escrito. Queremos que el nombre tome su propio significado, su propia historia de alguna manera. Algo muy importante para nosotros es que la gente pueda adoptar al Vietnam como su bar del barrio, que sea parte de su relax después de la chamba, su escapada en plena tarde calurosa para aplacarse la sed, etcétera. Que sea parte de su cotidianidad, o mejor aún, algo que rompa un poco su rutina. Si son fans del vinyl no pueden dejar de visitar este pedazo de edén incrustado en Guadalajara.
EL VIETNAM EL SINO DEL ESCORPIÓN
AJENO AL MALDITISMO POÉTICO,
Por
CAPAZ DE TERNURA
ALEJANDRO DE LA GARZA
EN SUS POEMAS,
@Aladelagarza
REYES FUE SIEMPRE
PERO IMPUGNÓ EL ESTATUS DE PRIVILEGIO DEL POETA
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literaria con su práctica política sin volverse un panfleto ordinario e ineficaz: “Soy de los que no tienen paciencia y esperan”, afirma en un poema. En La oración del ogro, Reyes lleva a cabo una hazaña literaria al convertir la crónica del despojo de tierras campesinas en poemas desafiantes, no sólo en cuanto al tema, sino también en su estructura y ritmo, su narrativa y su poética. El arácnido invoca esas tardes rebeldes en casa de Jaime, en la colonia Mixcoac, como fuentes de una inagotable pero además amarga e insomne alegría, como el mismo Jaime Reyes, a quien “lo consumió la madrugada”, según el poeta Eduardo Hurtado. Las dichas son las palabras. / Las cosas dichas pero al revés. / En la cama que es oscura pero espejo. / En las paredes que son el aire. / Voces que no existen pero vuelan. / Desde esta ventana mirar es una cascada. / Pero cuando estoy contigo, te digo / en vez de besos un vuelo de pechos, pájaros, envés.
AMARGO, INSOMNE JAIME REYES
14/03/19 19:35
SÁBADO 16.03.2019
ESGRIMA Por
ALICIA QUIÑONES
ALINA G AV R I E L AT O S LA CÁMARA ES UN PINCEL
A
rtista visual y cineasta, Alina Gavrielatos nació en Toronto, Canadá, pero las raíces de su familia están en Grecia. Emigró a Londres, donde decidió trazar su camino profesional y explorar los lenguajes del arte contemporáneo. Durante las últimas dos décadas ha creado y exhibido películas mudas, series fotográficas, instalaciones y talleres en diversas galerías. Su trabajo ha merecido reconocimientos en festivales de cine y arte en Grecia, Inglaterra, Canadá y Estados Unidos. Su trabajo llegó a México a través de la muestra Empire II. Después de la extinción, bajo la curaduría de Vanya Balogh; se exhibe en el Museo de Arte Contemporáneo (MACO) de Oaxaca, hasta el 5 de abril. Empire II, título en homenaje al filme de Andy Warhol, comenzó su viaje en la Bienal de Venecia y culmina en México. Presenta más de cien videos sobre un mismo tema: la destrucción del planeta. Los artistas visuales que acompañan la muestra se enmarcan en una nueva generación de creadores. Entre ellos están Suzie Zabrowski, Mandee Gage, Graham Tunnadine, Nerys Mathias, Susana Sanroman, India Roper-Evan, Ann Grim, Anita Bryan, Jim Roseveare, Mario Varas Sánchez, Susan Schulman, Vanya Karas, Jon Siger Baker, Birgitta Hosea, Veronica Shimanovskaya y Marisa Polin. ¿En qué consiste Empire II? Es una creación de la artista y curadora Vanya Balogh. Comenzó en Londres, cuando Vanya pidió a los artistas que crearan películas de género que reflexionaran sobre el tema de la ansiedad y presentaran el proyecto en la 57 Bienal de Venecia. Se convirtió en parte del Mapa de British Art Line 2017, en el que se enumeran proyectos paralelos y exposiciones externas durante la Bienal. Empire II constó de 115 películas de artistas que se proyectaron en una sola pantalla y el show reel se desarrolló durante aproximadamente ocho horas en un mismo ciclo. Las películas estaban destinadas a ser vistas como un flujo constante de pensamiento. La audiencia podía ir y venir a su antojo y así experimentar algo nuevo cada vez que ingresaba al espacio. La película original en blanco y negro de Andy Warhol Empire 1, que representa el edificio Empire State, fue en parte una inspiración para Vanya. Desde entonces, el proyecto ha viajado y ha sido expuesto en ciudades de Europa, entre ellas Bruselas, París, Berlín, Tallin y Madrid. Está cambiando constantemente en cada ubicación, con la forma en que se proyectan las películas; a veces hay varias pantallas en diferentes salas con una selección de películas que fluyen hacia espacios conectados. Es interesante para mí, como participante, ver cómo mi propia película interactúa con el tema y los puntos de vista de los otros artistas.
“ESTAMOS “ EMOCIONADOS DE PODER MOSTRAR NUESTRO TRABAJO EN MÉXICO, PORQUE ES UN PAÍS DE CULTURAS MUY INTERESANTES Y DIVERSAS”.
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¿Cómo llega tu trabajo a Oaxaca? Nuestro proyecto fue presentado a la directora Cecilia Minguer Vargas en MACO por Marisa Polin y el curador Plinio Villagrán Galindo, que forman parte del proyecto. Se decidió exhibirlo durante tres meses en MACO. Estamos emocionados de poder mostrar nuestro trabajo en México, porque es un país de culturas muy interesantes y diversas, con una rica herencia artística. Una vez más, el programa evolucionó y esta vez Vanya nos pidió que creáramos una fotografía fija que se basaría en una película hipotética. Al concluir con eso nos solicitó crear un cortometraje mudo en blanco y negro, basado en la abstracción y el surrealismo. ¿Cuáles son tus propuestas más sólidas como artista, es decir, tu apuesta al mundo del arte? ¿Cuál es tu aportación a las miradas diversas de Empire II? Me vuelven loca la mitología y el folclor. Desde que era pequeña no me iba a dormir a menos que mi mamá me leyera un libro y me contara versiones infantiles de mitos populares. Mi fascinación por estas historias ha sido una referencia en mi trabajo. Los detalles más pequeños se han convertido en una odisea: dejé Toronto, Canadá,
© Alina Gavrielatos
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El Cultural
Fotograma de Waking Persephone.
en 1992, y emprendí un viaje nómada de ocho años. Comencé en Barcelona, pasé por Atenas y Turín antes de establecerme en Londres. Ahí me sentí como en casa y comencé a trabajar en arte multimedia mientras me desarrollaba como ilustradora editorial, artista de guiones gráficos y profesora. Waking Persephone es el título del cortometraje que hice para Empire II cuando se lanzó en Venecia. La película exploró uno de mis mitos griegos favoritos: el himno homérico a Deméter. En él, mientras la joven diosa Perséfone busca una flor rara es secuestrada por Hades y llevada al inframundo para ser su esposa. Deméter, su madre y diosa de la tierra, se angustia y comienza a buscar frenéticamente a su hija desaparecida. Sentí que esos personajes experimentaban ansiedad de una forma u otra y eso significaba una exhibición compleja de emociones. Intenté capturar todo el mito en tres minutos dentro de un contexto contemporáneo, en una ciudad moderna. Es un cruce entre el performance realizado dentro de una instalación de arte rápido, con toques de comedia negra. Usé materiales reciclados, como un viejo tubo de jacuzzi que encontré tirado en la calle: lo llevé a mi estudio para crear el diseño del escenario, donde filmamos la secuencia en interiores. El proceso de hacer películas y usar todas mis otras habilidades artísticas es desafiante y completo al mismo tiempo. También me gusta trabajar con las energías creativas de los demás. En términos de tecnología, estoy interesada en lo que el cine digital puede producir. Considero una cámara como un pincel y disfruto de la facilidad y la fluidez de la grabación de videos y fotos con esas máquinas increíbles. Dos años más tarde creé dos obras adicionales para Empire II: una fotografía monótona y una película muda de dos minutos. Ambas comparten el mismo título: Todas las cosas deben pasar. ¿Cuál es la parte más difícil de ser un artista en Londres y qué sucede en la escena del arte contemporáneo allá? Londres, que es la verdadera meca, ofrece lecciones valiosas y difíciles, no sólo como artista sino como persona. Creo que me ha hecho más creativa y abierta porque en Londres puedes hacer y ser lo que quieras ser. Creo que por eso todavía estoy allí. Te enseña a pensar fuera de la caja, ser ingenioso y alentar colaboraciones como el grupo Empire II. Personalmente prospero en ambientes desafiantes porque me inspiran. Siento que Londres es el hogar de una gran comunidad europea e internacional, además de un terreno propicio para la creatividad. Anima a las personas a expresar su opinión libremente. Al parecer, el arte contemporáneo necesita ser explicado. ¿Qué piensas? Bueno, a veces puede ser necesario, especialmente si el espectador no tiene idea de las diferentes formas como se pueden experimentar la vida y el arte. El arte conceptual puede ser difícil de captar para el espectador novato, pero como todo lenguaje nuevo, uno debe sumergirse en él para entenderlo.
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