CARLOS VELÁZQUEZ
¿SIRVEN LAS DROGAS PARA TRABAJAR?
ALEJANDRO DE LA GARZA "NADA ALTERA EL DESASTRE"
MIGUEL ÁNGEL MORALES ENTREVISTA A JAIME SABINES
El Cultural N Ú M . 1 9 2
S Á B A D O
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[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]
Borges, Rulfo, García Márquez
ORÍGENES DE TRES OBRAS MAESTRAS FEDERICO GUZMÁN RUBIO
BRUCE SPRINGSTEEN EN LA TIERRA PROMETIDA BRUNO H. PICHÉ
LA DEBACLE EMBLEMÁTICA DEL FESTIVAL FYRE NAIEF YEHYA Fuentes > Borges: oyeborges.blogspot.com / Rulfo: Retrato de Ricardo Salazar / García Márquez: el comercio.pe
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El Cultural SÁBADO 23.03.2019
Este ensayo revisa los pasajes —publicados como adelantos en revistas— de tres títulos que marcaron la historia de la literatura latinoamericana: Ficciones (1944), Pedro Páramo (1955) y Cien años de soledad (1967). Tres cuartos de siglo han transcurrido desde el primero, poco más de medio siglo desde el tercero. Esa distancia, con el apoyo de los acervos, permite comparar las primeras versiones que sus autores dieron a la imprenta bajo una misma constante: a partir de ese acercamiento con sus críticos y lectores, los trabajos en marcha afinaron la apuesta y los matices para la consolidación de tres obras excepcionales.
Borges, Rulfo, García Márquez
TRES OBRAS MAESTRAS EN SUS ORÍGENES FEDERICO GUZMÁN RUBIO
B
ien puede aventurarse que las tres obras narrativas más importantes de América Latina son, en orden de aparición, Ficciones (1944), Pedro Páramo (1955) y Cien años de soledad (1967). Importante, claro está, es un adjetivo tramposo y puede significar casi cualquier cosa. Pero si entendemos importancia como la afortunada combinación de calidad, influencia y difusión, entonces la trampa se acerca a la justicia. Aunque pueda parecerlo, el objetivo de este texto no es repartir medallas —ni falta que les hace a estos tres libros—, ni dar tres puñetazos en la mesa, ni convencer a nadie de que Borges no es un escritor frío, de que Rulfo escribió él solo sus libros o de que García Márquez es un gran prosista; allá cada quien con sus supersticiones y esnobismos. Simplemente, estas reflexiones surgen al constatar la coincidencia de que las tres obras mencionadas, antes de quedar fijadas en libros, se publicaron de modo fragmentario en revistas literarias, con distintos fines. Leer, hoy, un fragmento de Los murmullos antes de que fuera Pedro Páramo, o de Cien años de soledad antes de que fuera Cien años de soledad, además de resultar fascinante, nos obliga a plantearnos ciertas preguntas (por ejemplo: ¿existirían estas obras tal y como las conocemos
sin esos adelantos?, ¿cómo la publicación en revistas condicionó los procesos de escritura?, ¿la historia de la literatura puede seguir siendo una historia de libros y reducir a las revistas a un mero pie de página?). También nos obliga a confirmar la noción borgeana de que, si bien el genio es sin duda individual, el ejercicio de la literatura es felizmente colectivo. Es imposible concebir a la literatura latinoamericana sin las revistas literarias. Las hay fugaces, a tal punto de que imprimir el segundo número es síntoma de longevidad, y también las hay moribundas por décadas. Algunas veces son proyectos acabados, auténticas creaciones colectivas que no sólo reflejan el aire de una época, sino que la gestan y la determinan; otras veces no son más que la frustración impresa de un grupo de amigos reunidos por el hecho de no poder publicar un libro. Su circulación puede ser secreta, casi invisible, o bien pueden vender miles de ejemplares. En todo caso, es un hecho que las ensoñaciones y pesadillas modernistas no hubieran adoptado su forma de no ser por la mexicana Azul o por la parisina Mundial Magazine, dirigidas, respectivamente, por Gutiérrez Nájera y por Darío, y que los desplantes vanguardistas no se hubieran escuchado sin las porteñas Proa o Martín Fierro.
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En el origen de Ficciones hay una ventana abierta, un editor inquieto y muchas ganas de joder. En la Navidad de 1938, al subir las escaleras de su edificio, Borges no vio la hoja abierta de una ventana y se descalabró. El golpe, la caída y la infección lo tuvieron al borde de la muerte, y pasó un par de semanas en el hospital. Al recuperar el sentido, temió, según él mismo cuenta, “por su integridad mental”. Cuando constata que comprende lo que le leen, llora de emoción; no obstante, aún perdura el miedo de ya no poder escribir. Decide, entonces, escribir algo que nunca había intentado; así, en caso de fracasar, la frustración sería menor. Por extraño que parezca, Borges empieza a escribir cuentos fantásticos para demostrarse que no ha perdido la razón. Unos meses antes de que a un imprudente se le ocurriera dejar abierta la ventana más ventilada de la literatura latinoamericana, José Bianco se había convertido en el secretario de redacción de Sur. Para entonces, a siete años de su fundación, la revista ya era conocida por su espíritu aristocrático, su elitismo intelectual y su endogamia; para dar una idea más clara de esto, basta leer la sección de libros del número 44 (agosto de 1938), ya con Bianco como secretario de redacción. En ella aparece la reseña de dos libros publicados, precisamente, por la editorial de la revista. La endogamia queda al descubierto, pero qué más da si los dos libros reseñados eran La amortajada y Nostalgia de la muerte, y los reseñadores, Borges y Paz. Hasta entonces, la revista publicaba sobre todo ensayos de actualidad y literarios, y algunas crónicas históricas; de hecho, las colaboraciones de Borges se habían limitado a pequeños ensayos y reseñas, muchas veces confinados a la sección de notas, firmadas sólo con sus iniciales. Al asumir el cargo, según cuenta Bianco en Ficción y reflexión, se propuso dar un giro a la revista y publicar
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Jorge Luis Borges: sus inicios en Sur.
Entre las obras que no he escrito ni escribiré (pero que de alguna manera me justifican, siquiera misteriosa y rudimental) hay un relato de unas ocho o diez páginas cuyo profuso borrador se titula “Funes el memorioso” y que en otras versiones más castigadas se llama “Ireneo Funes”.
“BORGES “ PUBLICA SUS CUENTOS DISFRAZADOS DE ENSAYOS (O VICEVERSA), APROVECHANDO ESTE FECUNDO DESORDEN GENÉRICO Y BURLÁNDOSE DE LA PEDANTERÍA DE SUS VECINOS TEXTUALES .
A la par que se publicaban estos extraños textos que Borges decidió rotular llanamente como ficciones, en Sur se desarrollaba una polémica soterrada sobre el género fantástico. Enrique González Lanuza, por esos años el poeta más fiel de la revista, reseñó las dos grandes novedades fantásticas de 1940: La invención de Morel y la Antología de la literatura fantástica. Sobre la primera escribió que “el libro de Bioy Casares [...] tiene en nuestra producción literaria toda la gracia de un domingo, de un día de fiesta dedicado al libre juego del ocio”, y sobre el segundo, que “cuando uno lee poemas o prosa impecable, piensa inmediatamente ‘son trozos de antología’, y luego, al verlos en una antología, se siente en cierta medida defraudado”. Para ser justos, González Lanuza era generoso en elogios con ambos textos, pero al tratarse de literatura fantástica, no los dejaba de considerar como pasatiempos sin mayor trascendencia. Opuesta, previsiblemente, es la postura de Bioy Casares al reseñar El jardín de senderos que se bifurcan, en Sur (número 92, mayo de 1942). Es un texto que se convierte en una de las primeras grandes defensas del fantástico rioplatense y que fija en buena medida la forma en que desde entonces se leerá a su amigo. Bioy afirma categórico que
más literatura de imaginación, que aparecieran cuentos que trataran de evocar la realidad y no se contentaran con describirla, que fueran, en suma, más allá de la mera verosimilitud sin invención. Bianco, sin embargo, no divide la revista en secciones, y los cuentos empiezan a colarse entre los ensayos sin ninguna marca paratextual que los distinga. Es en este contexto que Borges publica sus cuentos disfrazados de ensayos (o viceversa), aprovechando este fecundo desorden genérico y burlándose muchas veces de la pedantería de sus vecinos textuales y de las ínfulas europeizantes tanto de la revista como de Victoria Ocampo, su directora. El juego resulta tan eficaz que incluso, muchos años después, como señala la estudiosa Nora Pasternac, cuando se publicaron los índices de la revista, al menos cuatro cuentos que están incluidos en Ficciones seguían catalogados como ensayos. El primer cuento que Borges escribió tras el accidente fue “Pierre Menard, autor del Quijote”. Bianco recuerda que Borges estaba tan preocupado por el texto que acababa de entregarme [...] que a la mañana siguiente me llamó para saber qué me había parecido. Le dije la verdad: “Nunca había leído nada semejante”, y me apresuré a publicarlo, encabezando el número 56 de Sur. A “Pierre Menard” siguieron casi todos los cuentos que primero formaron el pequeño volumen de El jardín de senderos que se bifurcan (1941) y, después, añadiendo a éste otro puñado de cuentos, Ficciones (1944);
bro.com
UNA VENTANA ABIERTA
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ambos —no podía ser de otra manera—, publicados en el sello Sur. La mayor parte de ellos, de “Las ruinas circulares” a “El milagro secreto”, no presentan mayores diferencias entre la versión de la revista y la definitiva. En cambio, otros como “La biblioteca de Babel” aparecieron en Sur como un simple boceto, con el título de “La biblioteca total”. El caso de “Funes, el memorioso”, cuya primera versión como cuento se publicó en La Nación, es llamativo, pues en el epitafio que en Sur dedica a Joyce, Borges empieza con un resumen del todavía inexistente cuento en el que Funes “tiene sangre y silencio de indio”, “es increíblemente haragán” y cuya “vida incomunicable ha sido la más rica del universo”:
Fuente >liberli
Y es que el poder creativo de las revistas es impredecible, y en ellas es posible inventarse un viaje a Japón y vanagloriarse de él toda la vida, como Tablada hizo en la Revista Moderna, o sacarse de la manga un movimiento como el infrarrealismo, cuyos orígenes se hallan en una pila de revistas mordisqueada por las ratas en el rincón más oscuro de una librería de Donceles. Los ejemplos son innumerables y, de hecho, se multiplican, pues los textos publicados, con el correr de los años, dicen todavía lo que entonces dijeron, y además cuentan la historia de la literatura que, programática o involuntariamente, estaban construyendo y destruyendo. Tal es el caso, pues, de las tres espléndidas obras mencionadas en la introducción de este escrito, cuya historia puede leerse, casi como un mito fundacional, en una docena de viejas revistas literarias.
Fuente > oyeborges.blogspot.com
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La primera edición, 1944.
Borges, como los filósofos de Tlön, ha descubierto las posibilidades literarias de la metafísica [...]. La literatura, sin embargo, sigue dedicada a un público absorto en la mera realidad; a multiplicarle su compartido mundo de acciones y de pasiones. Pero las necesidades suelen sentirse retrospectivamente, cuando existe lo que ha de satisfacerlas. El jardín de senderos que se bifurcan crea y satisface la necesidad de una literatura de la literatura y del pensamiento.
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Fuente > Alberto Vital, Noticias sobre Juan Rulfo, RM, España, 2017.
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la realidad, lo que se enfatiza con el remate de ese primer fragmento: “Por eso fui a Tuxcacuexco” (en la primera versión), a diferencia de “Por eso vine a Comala” (en la versión final). En el inicio definitivo, muy al contrario, el narrador sigue inmerso en ese universo de sueños, de ilusiones, y desde la primera oración queda claro que, por el motivo que sea, no ha podido o no ha querido salir de allí. Aunque ambos estén en pretérito, en el caso de Tuxcacuexco (“allá”), lo que haya pasado ya pasó, mientras que en el de Comala (“acá”) sigue pasando. A este cambio de perspectiva trascendental, que de hecho marcará en la novela la diferencia entre el tiempo terrenal y el tiempo mítico, hay que sumar la sustitución de topónimos. La distancia entre Tuxcacuesco (nombre original del pueblo) y Comala, que según Google Maps es de 60 km, según académicos como Alberto Vital marca el tránsito de la novela más referencial a la imaginativa. Está también el asunto de la eufonía, pues Comala es dulce, mientras que pronunciar la palabra Tuxcacuexco demanda un pequeño ejercicio fonético y mnemotécnico. No obstante, es posible que la clave del cambio de nombre se encuentre en el mismo número de Letras Patrias. Al final de la revista, Alí Chumacero hace un repaso de “Las letras mexicanas en 1953”, en el que brinda un generoso espacio al flamante libro de cuentos de Rulfo. Chumacero es elogioso (“Desde hace una decena de años [...] no había aparecido en México un tomo de la magnitud de El Llano en llamas”), aunque nunca logró alabar a Rulfo sin hacerle algún reproche: “Su expresión literaria —a veces demasiado sujeta por los vocablos populares y, en consecuencia, a un paso de lo folclórico— es connatural a la sencillez de su espíritu”. Al margen de las conversaciones que Chumacero y Rulfo hayan tenido (el primero era editor del segundo), es un hecho que Rulfo leyó esta crítica, y probablemente haya influido en la elección del topónimo. Además, en lo que puede verse como un apoyo crítico al proyecto que se presentaba, Chumacero habla del futuro de Rulfo y, con cierta trampa, pues quizá ya conocía bastante de la novela en marcha, profetiza:
Autorretrato de Juan Rulfo en Tepoztlán, Morelos, mayo de 1955.
UN MONTÓN DE PIEDRAS EN TUXCACUEXCO Diez años después, al norte del continente, Juan Rulfo emprendía su propia batalla —menos estridente, más individual— contra el realismo mexicano. Con El Llano en llamas ya publicado, gozaba de un prestigio minoritario, suficiente para no tener que pagar por publicar sus cuentos en la revista jalisciense Pan o para depender de la generosidad de Efrén Hernández, quien le había abierto las puertas de la injustamente olvidada revista América. Así, en marzo de 1954, en el primer número de Letras Patrias, revista dependiente del INBA , se publica un contradictorio texto titulado escuetamente “Un cuento”, que se anuncia como un “fragmento de la novela en preparación Una estrella junto a la luna” y que empieza de la siguiente manera: “Fui a Tuxcacuexco porque me dijeron que allá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”. El contraste con el ya legendario “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo” es notorio. En el primer caso, el narrador se ubica fuera de ese tiempo y de ese espacio, rememora hechos pasados, casi diríamos que a salvo, casi diríamos que en
“DIEZ “ AÑOS DESPUÉS, AL NORTE DEL CONTINENTE, JUAN RULFO EMPRENDÍA SU PROPIA BATALLA —MENOS ESTRIDENTE, MÁS INDIVIDUAL— CONTRA EL REALISMO MEXICANO. CON EL LLANO EN LLAMAS YA PUBLICADO GOZABA DE UN PRESTIGIO MINORITARIO .
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Me alegra que la obra destacada por el primer dictamen de la Sociedad de Escritores sea una obra fantástica. Hay quienes juzgan que la literatura fantástica es un género lateral; sé que es el más antiguo, sé que, bajo cualquier latitud, la cosmogonía y la mitología son anteriores a la novela de costumbres. Cabe sospechar que la realidad no pertenece a ningún género literario; juzgar que nuestra vida es una novela es tan aventurado como juzgar que es un colofón o un acróstico. Sueños y símbolos e imágenes atraviesan el día; un desorden de mundos imaginarios confluye sin cesar en el mundo; nuestra propia niñez
es indescifrable como Persépolis o Uxmal.
Fuente > elindependient
Con todo y que la nueva literatura comenzaba a imponerse contra el realismo, Borges perdió la primera batalla oficial al no concedérsele a El jardín... el Premio Nacional de Literatura, lo que dio pie a un número especial de Sur, “Desagravio a Borges”, en el que varios colaboradores, unos más sinceros que otros, le declaraban su admiración. Finalmente, Ficciones sí cosecharía el Gran Premio de Honor, y las palabras de agradecimiento de Borges fueron publicadas por la revista (julio de 1945), en lo que también puede verse como la victoria definitiva de la literatura de género fantástico:
Segunda edición en el FCE.
cifremos nuestras esperanzas en que el inicial acierto contribuya a que [Rulfo] ensaye obra de mayor amplitud escénica y mayor complejidad. Porque ya sabemos de qué manera se encuentra dotado y con qué furia es capaz de levantar el velo a un universo simple y señoreado de confusión espiritual. Para juzgar la revolución que significaba la literatura de Rulfo en las letras mexicanas, vale la pena hojear ese número de la revista Letras Patrias, cuyo título ya da una idea de sus limitadas inquietudes cosmopolitas y amplitud de miras, lo que la ubica en las antípodas de Sur. Mientras que los cuentos de Borges se publicaban junto a narraciones de Faulkner o
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ensayos sobre Joyce, el texto de Rulfo comparte espacio con una sección monográfica sobre Díaz Mirón —no exactamente un poeta vanguardista—, que incluía textos como “El verso heterotónico de Salvador Díaz Mirón”, de Méndez Plancarte, o con un discurso de Julio Torri, en el que afirma que “de las varias funciones de la Academia de la Lengua, ninguna tan importante como la de mantener sin hibridismos ni impurezas el caudal de nuestro idioma”. No cabe duda de que Rulfo no contó con una plataforma intelectual como la de Borges, en la que escritores y editores compartieran sus posturas estéticas. No obstante, como una compensación burocrática, sí gozó de un apoyo institucional inexistente para el argentino: Pedro Páramo fue escrito con una beca del Centro Mexicano de Escritores y dos de sus tres adelantos se publicaron en revistas gubernamentales. (Aunque las revistas no puedan consultarse en línea, el libro Pedro Páramo en 1954 incluye una versión facsimilar de los tres adelantos, además de interesantes estudios críticos). Las otras dos revistas que ese mismo año, en junio y en septiembre, publicaron fragmentos de Los murmullos, como ambas titulan a la novela en marcha, son Universidad de México y Dintel. Esta última publica el final de la novela y lo titula “Comala”, nombre que llegaría para quedarse. Los fragmentos son muy parecidos a las versiones finales, por más que haya algunos cambios significativos de nombre en algunos personajes secundarios. La diferencia más notoria es que en Dintel no aparece el último párrafo de la novela, con su memorable cierre: “Dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras”.
Primera edición argentina, Editorial Sudamericana, 1967.
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.co Fuente > posta
m.mx
“JUGÓ “ A FAVOR DE GARCÍA MÁRQUEZ EL HECHO DE QUE EXISTIERAN REDES INTELECTUALES EN AMÉRICA LATINA QUE ESTABLECIERON UN VERDADERO DIÁLOGO Y CULTIVARON UN PÚBLICO LECTOR QUE EXPERIMENTABA CURIOSIDAD POR LA REGIÓN .
no eran muchos, pero jugó a su favor el hecho de que, por primera vez desde el modernismo, existieran redes intelectuales en América Latina que establecieron un verdadero diálogo y cultivaron un público lector que experimentaba curiosidad por la región, ya sea para adherirse a la Revolución cubana o para combatirla. Política y literatura iban de la mano, y parecía que el triunfador de la Guerra Fría, más que en el campo de batalla, iba a vencer gracias a la antología definitiva del cuento latinoamericano. Como sea, de modo desquiciado o refinado, la CIA, a través de sus fundaciones culturales y con el fin de contrarrestar la influencia de la revista cubana Casa de las Américas, impulsó la publicación de una revista cultural latinoamericana y le ofreció dirigirla al crítico uruguayo Emir Rodríguez Monegal. Éste aceptó, con la condición de que la revista se hiciera desde París pues, de afincarse en un país latinoamericano, el provincianismo sería inevitable. De esta forma surgió Mundo Nuevo, la revista que Fuente > elcomercio.pe
PRIMERA NOVELA LATINOAMERICANA Si tuvieron que transcurrir varios años o décadas para que Ficciones y Pedro Páramo fueran leídos a lo largo de toda América Latina, el caso de Cien años de soledad es muy distinto. El proceso de escritura y publicación de la novela ha sido muy mitificado, con historias que son mitad verdad y mitad mentira, como aquélla según la cual García Márquez tuvo que enviarle el manuscrito de la novela a su editor en tandas porque no tenía dinero para el correo, o que la primera edición se agotó en horas. Pese a todo, el éxito inmediato del que gozó la novela, sin casos equiparables antes o después, es de por sí lo suficientemente espectacular como para condimentarlo con leyendas. Más bien, habría que preguntarse (y muchos lo han hecho) qué factores convergieron para hacerlo posible, y uno de ellos, esencial, tuvo lugar en las revistas literarias. Ni siquiera el propio García Márquez previó el éxito que lo aguardaba, si bien se preocupó por hacer todo lo que estuviera en sus manos para lograrlo. A decir verdad, sus recursos
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Gabriel García Márquez en Lima, Perú, 1967.
creó el boom en julio de 1966, en cuyo primer número, en una extensísima entrevista, Carlos Fuentes —quien ya se refiere a Vargas Llosa, Cortázar, Donoso, García Márquez y a él mismo (entre otros) como un grupo— le cuenta a Rodríguez Monegal: Fíjate, acabo de leer la primeras 75 cuartillas de Cien años de soledad, el work in progress del novelista colombiano Gabriel García Márquez. Son absolutamente magistrales. En el siguiente número de la revista, y luego en el noveno, se publican adelantos de la novela en marcha del colombiano, que serían distribuidos, aprovechando los recursos de la CIA, a veintidós países. A estos dos avances hay que sumar los que se publicaron en El Espectador de Bogotá, en la mexicana Diálogos, en la colombiana Eco, en la peruana Amaru y, una semana antes de la publicación del libro, en mayo de 1967, en Primera Plana de Buenos Aires, cuyo tiraje era de 60 mil ejemplares. Como él mismo reconoció, García Márquez utilizó estos adelantos para evaluar la reacción de los lectores, de ahí que hubiera elegido algunos de los capítulos más delicados o difíciles. Además, en buena medida por el consejo de amigos que leyeron dichos fragmentos, las diferencias entre las versiones primerizas y las definitivas se cuentan por docenas. Pero más allá del proceso de corrección, compartido por Borges y sobre todo por Rulfo, lo que distingue a la estrategia de García Márquez consiste en aprovechar las revistas para anunciar su novela en el continente entero. Este gesto no debe verse como una burda operación de mercadotecnia, sino como una acción literaria de tremenda ambición: en el fondo, guiado por Rodríguez Monegal, García Márquez, el colombiano que escribió su novela en México y la publicó en Argentina, estaba creando la comunidad lectora que su novela exigía. Y lo consiguió. En suma, Ficciones, Pedro Páramo y Cien años de soledad no existirían, al menos tal y como las conocemos, sin los adelantos que se publicaron en revistas. Ya sea como campos de experimentación, espacios de polémicas, soportes de trabajos en marcha, vehículos de divulgación, territorios críticos o medios de formación de lectores, la existencia de estas revistas posibilitó la escritura, difusión y recepción de tres obras torales de nuestras letras. Y, por increíble que parezca, los tres procesos ocurrieron de forma simultánea.
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El rock es una caja de resonancia urbana en más de un sentido. Aunque su impacto atraviesa épocas y fronteras, las canciones reflejan tanto las preocupaciones como los gustos y la cosmovisión de la sociedad donde se gestan. Así, la trayectoria musical de Bruce Springsteen nos pertenece un poco a todos, porque forma parte de la banda sonora que identifica a millones en el mundo, con piezas como “Born to Run” y “My Hometown”. De la fuerza emocional de su trabajo trata el siguiente texto.
ALCANZAR LA TIERR A PROMETIDA BRUNO H. PICHÉ
T
para mi madre, Jeannine Piché
engo para mí que con el discurso de apenas ocho minutos que ofreció Jon Stewart para celebrar el otorgamiento de la Medalla Presidencial de la Libertad a Bruce Springsteen, la noche del 22 de noviembre de 2016 en el Lincoln Center de Washington, D. C., tenemos suficiente para lo que reste de la historia del rock y de la música. No hay que buscar mucho más para encontrar un encomio a la vez equilibrado y emotivo, la perfecta máquina suicida ajustada a punto, de rines cromados, avanzando con gasolina inyectada a tope para que, una vez renacidos en nuestra carrera hacia adelante, jamás en dirección contraria, cualquiera consciente de su propia condición errante salga disparado a recorrer autopistas colmadas de héroes caídos, a resistir la tristeza compartida y quizás, solamente quizás, llegar a ese lugar adonde una pareja de solitarios busca llegar, sin saber del todo adónde. Cierto es sin duda que Barack Obama, quien horas antes le había impuesto la más alta distinción que otorga el gobierno de su país, tampoco lo hizo nada mal, ahí en la Sala Este de la Casa Blanca, colmada de distinguidos recipiendarios: entre ellos la arquitecta Maya Lin, el médico de origen cubano Eduardo Padrón, el gigante Kareem Abdul-Jabbar y Michael Jordan —el primer basquetbolista capaz de alcanzar el aro como quien vuela a la Luna—, Diana Ross, los titanes del celuloide Robert De Niro y Robert Redford, entre una larga y eminente lista de personalidades. Acerca de Bruce Springsteen, el presidente Obama dijo lo siguiente. Vale la pena volver a escucharlo desde el pozo de la memoria: Emergió de una jaula en algún punto de la carretera 9. Un niño apacible de Nueva Jersey, tempranamente trató de encontrar sentido en los templos de sueños y misterio que azotaban su pueblo —billares, bares, chicas y automóviles, líneas de
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producción y altares. Durante décadas, Bruce Springsteen nos ha conducido a través de un largo recorrido que sintetiza los regateos entre la ambición y la justicia, el placer y el dolor; las glorias sencillas y los corazones rotos que todos los días se diseminan en la vida de cada día en Estados Unidos. Con el fin de concebir uno de sus más grandes hits, alguna vez confesó: “Quería crear un álbum que lograra sonar como el último álbum grabado en la Tierra... el último que necesitarías escuchar. Un sonido glorioso... después, el apocalipsis”. Todos los jóvenes inquietos y rebeldes de Estados Unidos escucharon una historia: “Born to Run”. No se detuvo ahí. También nos contó acerca de sí mismo, nos contó algo acerca de todos nosotros. Del trabajador del acero en “Youngstown”. Del veterano de Vietnam en “Born in the USA”. De los enfermos y los marginados en “The Streets of Philadelphia”. Del bombero que carga con el peso de una viga de metal, impulsado por la resiliencia de una nación en “The Rising”. El joven soldado tratando de ajustar sus cuentas en Irak con “Devils and Dust”. Las comunidades aniquiladas por la irresponsabilidad y la avaricia en “Wrecking Ball”. Todos nosotros, con nuestros problemas y nuestras fallas, sin importar el color, la clase social, el credo religioso, todos nosotros a bordo de un tren desafiante y agitado, pasajeros de un tren con destino a “Land of Hope and
Dreams”. Todas estas canciones son el himno de Estados Unidos, la realidad que refleja en verdad quiénes somos y los sueños de quienes quisiéramos ser [...]. Sí, yo soy el presidente, pero él es el Jefe. Y empujando ya hacia los setenta años, continúa ofreciendo conciertos de cuatro horas continuas —si no han asistido a alguno de ellos, les puedo asegurar: está trabajando, un tragafuegos del rock’n’roll. Me lo pensé dos veces antes de otorgarle una medalla que apela y celebra la libertad porque esperamos que, como lo dice en sus propias palabras, se mantenga prisionero del rock’n’roll durante muchos años más. La pregunta que cualquiera en sus cinco sentidos podría hacerse es la siguiente: ¿en realidad es necesario otro texto, otro ensayo, otro lo que sea para ponderar a ese músico y personaje que ha alcanzado rasgos míticos, cuya presencia en la escena no sólo del rock sino de la música ha logrado cruzar un país inclemente, brutal, desde un desconocido pueblo de su natal Nueva Jersey, hasta llenar a tope estadios en Francia, Alemania, España, el conocido Hyde Park de Londres? ¿En verdad es necesario? Como decía el gran Contrarian (imposible de traducir: disidente se queda corto y es otra cosa), Christopher Hitchens, desde su apartamento en la avenida Columbia, Washington D. C., depende: ¿quién lo pregunta? No veo la obligación de justificar la extensión de la cita de Obama, ni explicar que, a diferencia de su impresentable y repelente sucesor, en su discurso celebratorio en la Casa Blanca, el presidente Obama no estaba haciendo alusión a la Doctrina Monroe. De hecho, al designarlo imbatible embajador de Nueva Jersey, con su buen sentido del humor, el ahora ciudadano Barack tocó una fibra muy honda tanto en la historia personal como en el carácter de Springsteen, de su música, la que nos ha ofrendado a todos, estadunidenses o
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ME REFIERO, en primera instancia, al hecho de que millones de seguidores del Jefe no nacimos en Freehold, estado de Nueva Jersey, ni en los despiadados suburbios de Lincoln, Nebraska. Millones y millones fuimos arrojados al mundo sin que nadie nos pidiera una opinión al respecto. Haya ocurrido el milagro en São Paulo, en un barrio acaudalado o en una de sus favelas, en las afueras de Londres, en Madrid, Barcelona, cualquier colonia de la Ciudad de México, Buenos Aires, Berlín o París, “My Hometown” apela al Ulises que estamos destinados a no ser, a favor o en contra de nuestra propia voluntad. Ayer por la noche, cuenta el Jefe, mi mujer y yo estábamos en la cama, deliberando sobre partir hacia el sur; tengo 35 años y un pequeño niño, ayer lo senté detrás del volante y le dije: hijo, mira bien a tu alrededor, éste es tu hogar. Y así es, así ha sido siempre, es la razón por la que, después de componer esa canción, ese mítico himno, millones en el mundo siguen coreando “My Hometown” en los conciertos de Springsteen y la E Street Band. Nunca nos será dado regresar, es la ley de la vida, pero el Jefe nos aproxima al fuego de la nostalgia y a la certeza de que nuestro lugar de
origen siempre estará ahí, incluso para quienes no sepan dónde buscarlo. Nunca he estado en una guerra ni en un conflicto armado. Jamás he sido soldado de ejército alguno ni está en mis planes futuros. Sin embargo, en el actual estado de excepción respecto a los extraños provenientes de lejos y las guerras civiles de baja a alta intensidad en que vivimos, sea en Francia, en México, en España, en la doble cuna de la tolerancia, Suiza y los Países Bajos —lector, te remito al mapamundi—, la historia de “Born in the USA” sigue resonando en las conciencias, al menos en quienes tienen el doloroso privilegio de poseer una, de los seguidores del Jefe: Tuve un hermano que combatió en Khe Sahn al Viet Cong, ellos siguen ahí, él ya no está. Tenía una mujer en Saigón a la que amaba. Me queda una fotografía de él en los brazos de ella. Bajo la sombra de la penitenciaría, respirando los gases de la refinería, llevo diez años incendiando mi camino, sin lugar adonde correr, sin sitio al cual ir. No, no soy un proletario y sin embargo, el efecto empático del gran arte me produce la misma sensación que debió experimentar Aquiles, hijo de la diosa Tetis y del mortal Peleo,
Fuente > pinterest.com.mx
ciudadanos alrededor de la Tierra que sacudió con el álbum Born To Run.
Born To Run, la gira.
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cuando se unió a las fuerzas griegas en contra de Troya, sabedor de que no regresaría con vida, de que imploraría por la victoria de los troyanos y conocería la muerte en vida con la caída en batalla de su mejor amigo, Patroclo. Ni qué decir de The River, la osadía que acometió en 1980, un álbum doble del cual yo todavía tengo el cassette, cuando las máquinas que los reproducen desaparecieron. El Jefe sentenció en palabras de fuego para la revista Musician: “Hacerlo es el fin, no el medio. Ese es el punto. ¿Qué sigue después? Más todavía”. Y es el caso. Hace poco, un amigo y cómplice entrañable me convenció no sólo de escuchar el reciente y aclamado show Springsteen on Broadway sino también de verlo en Netflix. Me resistía porque quería mantener la sensación, la fuerza, la experiencia de ver y escuchar al Jefe ante las multitudes en dos ocasiones en mi vida. Pagué mi cuota y me conecté. Me gustó, me hizo reír, me hizo pensar, pero sobre todo recordar las 508 páginas de su autobiografía impecablemente titulada Born To Run, pues reconocí pasajes del libro. Reconocí también el inicio de la despedida del ídolo, del Jefe. Y volvió a mi corazon “Atlantic City”: Nena, todo se muere, eso es un hecho, pero quizá todo lo que muere regresará algún día.
NACIDOS PAR A CORRER BRUCE SPRINGSTEEN VERSIÓN DE JUAN VILLORO En el día sudamos en las calles
Detrás del Palacio vagabundos drogados
de un fugitivo sueño americano
gritan por el boulevard
En la noche viajamos por mansiones de gloria
Las muchachas se arreglan el pelo en espejos retrovisores
en máquinas suicidas
Y los muchachos tratan de parecer muy viriles
Salimos de jaulas en la Autopista 9
El parque de diversiones se alza prominente y rígido
rines cromados, gasolina inyectada
Los chavos están amontonados en la playa brumosa
pisando sobre la línea
Esta noche quiero salir contigo a morir en las calles
Nena, esta ciudad rasga los huesos de tu espalda
en un beso interminable
Es una trampa mortal, es un golpe suicida Porque vagabundos como nosotros nacimos para correr.
Las autopistas están llenas de héroes caídos En la última oportunidad de conducir poderosamente
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Wendy, déjame entrar, quiero ser tu amigo
Esta noche todo el mundo está en la carretera
Quiero cuidar tus sueños y fantasías
Pero no queda un lugar para esconderse
Sólo trenza tus piernas en estas llantas de terciopelo
Juntos, Wendy, podemos vivir con la tristeza
y abraza mis motores
Te amo con toda la locura de mi alma
Juntos podemos romper esta trampa
Algún día, niña, no sé cuándo,
Correremos hasta caer, jamás regresaremos
Llegaremos a ese lugar
Caminarás conmigo en la alambrada
Adonde realmente queremos ir
Sólo soy un asustado y solitario conductor
Y caminaremos bajo el sol
Pero ahora sé lo que se siente
Pero hasta entonces, vagabundos como nosotros
Quiero saber si tu amor es salvaje
nacimos para correr.
Niña, quiero saber si tu amor es real
* Reproducimos esta versión, publicada en 1980, por cortesía de Juan Villoro.
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Entre los rasgos distintivos de esta era de selfies se hallan la inmediatez y el culto a la imagen. Se trata de una ecuación donde la forma no sólo es decisiva: lo es todo. En ese contexto, ofrecer un festival donde los asistentes podrían convivir con top models, celebridades e influencers en una playa de Las Bahamas tenía asegurada la atención mediática. Saber cómo y por qué fracasó semejante evento es el propósito de este ensayo, además de analizar lo que revela sobre nuestro mundo.
Aspiración y fiasco
LA DEBACLE EMBLEMÁTICA DEL FESTIVAL FYRE NAIEF YEHYA
E
l 28 de abril de 2017 debía de inaugurarse el festival más lujoso y chic de la historia de la humanidad, una experiencia inolvidable en la que unos cuantos privilegiados disfrutarían de las prístinas playas de una isla privada, escuchando a “algunas de las mejores bandas de música popular” de nuestro tiempo, codeándose con modelos y celebridades, mientras se deleitaban con manjares de varios chefs famosos y descansaban en villas extraordinarias. Y esto por tan sólo unos pocos miles de dólares por persona. Los organizadores del evento eran el emprendedor Billy McFarland, director de la empresa Fyre Media, y el rapero Ja Rule, quien jugó un papel fundamental para darle credibilidad al evento. McFarland había creado un servicio en línea que fracasó, Sling, y luego una tarjeta de crédito negra y metálica, llamada Magnises, que imitaba el glamur de la American Express Centurion Card, destinada a quienes no tenían dinero suficiente para adquirir ésta.
DURANTE SEMANAS, influencers de
Fuente > YouTube.com
primera línea como Kendall Jenner, Bella Hadid y Emily Ratajkowski promocionaron en sus cuentas de Instagram la que sería la fiesta del año y quizás de la década: la primera edición del Festival Fyre en la isla de
Gran Exuma, en Bahamas. McFarland consiguió que alrededor de cuatrocientos influencers de medios sociales, que incluían modelos, deportistas, músicos y surfeadores participaran en la promoción del evento. Algunos recibieron pagos por sus posteos, Jenner obtuvo 250 mil por dólares por uno. El motivo del evento, que la mayoría de los asistentes desconocía, era promocionar una app de Fyre Media para reservar y contratar directamente apariciones de músicos, bandas, celebridades y estrellas en eventos y espectáculos, sin necesidad de intermediarios o agentes: una especie de Uber para invitar a ricos y famosos o bien un Tinder para solicitar los servicios de estrellas. Supuestamente, en el festival tocarían Blink-182, Major Lazer y Migos, pero había rumores de que Kanye West también participaría. Jenner anunció en su cuenta de Instagram que G.O.O.D. Music Family cerraría el programa. La campaña de promoción fue un blietzkrieg brillante y aparatoso que tuvo gran impacto. Cientos de personalidades de las redes postearon el video que anunciaba una experiencia transformativa en dos fines de semana, una aventura en las fronteras de lo imposible. El video, que de inmediato se viralizó, mostraba modelos en la playa y en yates, bebiendo
Promocional del Fyre Festival.
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cocteles tropicales y acariciando puercos. Armado con eso, McFarland comenzó a buscar inversionistas, lo cual era su gran talento. En poco tiempo tenía millones de dólares, unas oficinas gigantescas en Tribeca y ninguna idea clara de cómo llevar a cabo un festival, mucho menos en las limitadas condiciones que ofrecía ese rincón de las Bahamas. Al consultar expertos, estos ofrecieron organizar el evento, previo anticipo de doce millones de dólares. En realidad no confiaban en un novato sin experiencia. McFarland rechazó la propuesta, convencido de que podría organizar el Festival por tan sólo 300 mil. Los boletos más baratos eran de 500 dólares, sin incluir el precio del pasaje de avión, pero ofrecían paquetes en suites palaciegas para cuatro personas, con una cena incluida con una personalidad famosa, por cantidades que alcanzaban los 400 mil dólares. Las ventas fueron un éxito. Esperaban a alrededor de cinco mil personas en cada uno de los fines de semana. Sin embargo, la fecha se acercaba y nada estaba listo en el recién rebautizado Fyre Cay, que no era más que un área sin desarrollar de la isla, donde no había playas de arena ni agua entubada ni cañerías. Las pocas bandas que aceptaron participar en un principio comenzaron a desertar una a una, al ver que todo apuntaba hacia una catástrofe. McFarland consiguió apoyo de la empresa Comcast, pero al no poder probar el valor del festival (que él había inflado de manera descomunal) la oferta fue retirada. Tuvo que buscar otras fuentes de financiamiento y dio con Ezra Birnbaum, quien le prestó tres millones con condiciones de usura. Desesperado, tuvo una ocurrencia magnífica: anunció a los asistentes que el festival sería cashless —sin efectivo—, por lo tanto debían depositar dinero para usar las pulseras electrónicas con las que pagarían por todo, y sugería un gasto de 300 a 500 dólares por día. Hundido
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en deudas hasta el cuello, con nula infraestructura y servicios inadecuados incluso para una zona de desastre, McFarland debió continuar con la promesa del festival y la ingenua esperanza o el arrobador engreimiento de que, por arte de magia, todo saldría bien.
Fuente > YouTube.com
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HUBO SUFICIENTES SEÑALES de que
tendría lugar un desastre y una estafa, pero los asistentes no las percibieron o no quisieron verlas. Varios revelaron que no se trataba de una isla privada (que había pertenecido a Pablo Escobar), sino que había incluso un hotel Sandals a poca distancia del sitio donde estaba anunciado el concierto. El inversionista Calvin Wells creó la cuenta @FyreFraud en Twitter, donde posteaba la información que iba descubriendo y ponía en evidencia que estaba en marcha un gran fraude, pero fue ignorado. El Wall Street Journal publicó, el 2 de abril de 2017, que los artistas no habían recibido su pago, que los invitados VIP no conocían sus itinerarios y que las cosas no parecían cumplir con lo prometido. El día en que supuestamente iniciaba el festival, Blink-182 difundió que no participaría porque las condiciones no eran adecuadas. Los organizadores no respondían a las dudas con claridad y todo era misterio e intriga, lo cual, en vez de provocar desconfianza, fue interpretado por muchos como una señal de las fantásticas sorpresas que les esperaban. Cuando por fin llegó la fecha de lo que debía ser una especie de Coachella tropical para el uno por ciento, el Woodstock de la ostentación morbosa, el Lollapalooza de las top models, los herederos y magnates corporativos milenials, los asistentes desembarcaron de sus aviones chárteres, que distaban mucho del lujo de los jets privados del video promocional, y se encontraron con un enorme lodazal cubierto de basura al lado del mar (la noche anterior cayó una tormenta que empeoró las cosas). Ahí no había más que unas cuantas villas para los principales influencers y organizadores, así como cientos de tiendas de campaña de la FEMA (Agencia Federal de Administración para Emergencias), con tapetes empapados, hacia las cuales los asistentes debían de llevar cargando colchones húmedos que había tirados por todo el campamento. El caos, la rabia, la incredulidad y el desconcierto aumentaban mientras unos cuantos empleados del festival trataban de responder preguntas y ofrecer soluciones con recursos que no existían. Unas cuantas edecanes repartían bebidas con la esperanza de que al emborrachar a los asistentes terminarían dormidos o bailando ebrios en la playa, sin pensar en las incomodidades, el hambre o el hecho de que los excusados eran cajones de plástico. McFarland apareció enmedio del desorden con gesto compungido, pero nada cambió. A lo largo del día la situación siguió deteriorándose, hasta que por la noche se anunció lo inevitable: el festival se cancelaba.
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Promocional del Fyre Festival.
“EL “ INVERSIONISTA CALVIN WELLS CREÓ LA CUENTA @FYREFRAUD: POSTEABA LA INFORMACIÓN QUE IBA DESCUBRIENDO Y PONÍA EN EVIDENCIA QUE ESTABA EN MARCHA UN FRAUDE, PERO FUE IGNORADO . Si bien las redes sociales habían servido para promocionar esta escapada de placer y excesos para unos cuantos VIP s, esas mismas redes sirvieron para revelar el caos, la desventura y desesperación de los asistentes a la primera y única noche del festival que nunca fue, y que intentaban conseguir un vuelo para salir de esa trampa en el Caribe. Estos llamados de angustia desataron más hilaridad y memes que solidaridad o compasión. Los hijos de las clases pudientes, los jóvenes ejecutivos de las empresas mediáticas, los inversionistas y financieros se enfrentaban con la indignidad de haber sido estafados, además de que descubrían el hambre y la incomodidad. El espectáculo de los asistentes varados, hambrientos y desesperados se convirtió en un entretenimiento formidable para los troles de las redes, quienes se deleitaron comparándolos con personajes de El señor de las moscas, de William Golding, y posteando tuits irónicos como: “Mami, hoy comí carne humana por primera vez”. Entretanto, en Fyre Cay los asistentes se pisoteaban por una tienda de campaña, peleaban para arrebatarse un colchón de hule espuma y hacían interminables colas para conseguir un sándwich de queso en cajita de poliestireno.
El documental producido por Netflix.
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EL FIASCO del Festival Fyre es una materialización de la ambición sin medida de una economía montada en la alta tecnología, empresas que no producen nada, finanzas chatarra y la extrema arrogancia de una clase empresarial que está heredando un mundo libre de regulación y redes de protección social. Trump no inventó este mundo de voracidad ni es el responsable de tal estado de las cosas, sin embargo él es el promotor más esperpéntico, agresivo y estridente de esta visión del mundo donde la fama, el escándalo y la ostentación desmedida son los únicos valores reconocibles. Ahora bien, como suele suceder en ese tipo de infortunios, los asistentes terminaron perdiendo dinero y quedaron un poco traumatizados por la humillación, por haberse sentido pueblo por una vez y por haber sido engañados, pero a fin de cuentas les quedó la experiencia para presumir por el resto de sus vidas esas horas de suciedad, horror y abandono. En cambio, los más de doscientos trabajadores locales, las pequeñas empresas, los funcionarios y demás gente que McFarland engañó en Bahamas y otras partes nunca recibieron pago alguno (se estima que por lo menos quedó a deber un cuarto de millón de dólares), frustrados luego de trabajar intensamente, día y noche, durante meses, en los absurdos delirios faraónicos de un junior caprichoso e irresponsable. En realidad, McFarland y Ja Rule fueron tan torpes que ni siquiera montaron un fraude. Simplemente crearon un espectacular fracaso y pusieron en evidencia lo que sucede en una era en que las principales corporaciones se dedican a especular con expectativas. McFarland y Ja Rule tienen prohibido visitar Bahamas por el resto de sus vidas. Ambos enfrentan numerosas demandas por transferencias ilegales de dinero, estafas, negligencia y violación de las leyes que protegen a los consumidores. Sobre McFarland pesa una demanda colectiva por cien millones de dólares. Mientras, Ja Rule se ha escabullido de la mayoría de los cargos y ha plagiado a su exsocio la idea del Fyre app. En octubre de 2018, McFarland fue sentenciado a seis años de cárcel. Durante el tiempo que esperó su condena, siguió promoviendo otro de sus fraudes: vender boletos VIP para espectáculos como Coachella, el desfile de Victoria 's Secret, la obra teatral Hamilton en Broadway, la Gala del Museo Metropolitano, la premiación de los Grammy y el festival Burning Man, entre otros, con lo que aparentemente se embolsó alrededor de cien mil dólares. El Fyre ha sido denominado el festival del FOMO (Fear of Missing Out: miedo a perderse algo importante): ese estado de ánimo que se debe a permanecer todo el tiempo atento de lo que hacen y viven los demás y no querer quedarse atrás. Es saber de todas las fiestas y los acontecimientos a los que uno no está invitado, lo que produce un malestar muy característico de las redes sociales. Cada lugar es entonces una oportunidad
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Fuente > digitalmusicnews.com
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para tomarse y postear cientos de fotos en Instagram, Facebook y Twitter. El Fyre hubiera dado a miles la oportunidad de presumir el haber participado en un evento exclusivo e histórico. La fabricación de una imagen mediática personal consiste en elaborar el sueño de una vida digna de vivirse, de una experiencia al límite en compañía de amigos, gatos, top models y estrellas de rock, tan sólo para sacarse una selfie.
L AS EMPRESAS
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La debacle.
“EL “ CASTIGO FUE PARA UNA CLASE MEDIA ALTA CON ASPIRACIONES, QUE AL INVERTIR EN LOS INFLADÍSIMOS BOLETOS ESPERABA COMPRAR ACCESO Y PAGAR TRIBUTO PARA SER ACEPTADA EN UN MUNDO DE EXCLUSIVIDAD Y SOFISTICACIÓN . el de Netflix es más ordenado y minucioso en la cronología de los horrores y errores, el de Hulu está más enfocado en el panorama social, aunque también presenta una visión más amable de McFarland, pues a pesar de que aparece como un mentiroso, se insinúa que en el fondo es un genio que tan sólo perdió de vista la realidad por la ambición. Éste es el mensaje más perverso de la cinta.
EL VIDEO DE PROMOCIÓN mostraba a bellas modelos en jets privados, yates y playas de arena blanquísima, además de que la conexión con Pablo Escobar era un guiño para sugerir la abundancia de drogas. Las modelos eran todas mujeres, por lo que obviamente la campaña estaba dirigida a hombres. Aunque muchos quisieron ver en esta catástrofe un justo castigo a los jóvenes multimillonarios y oligarcas, en realidad el castigo fue para una clase media alta con aspiraciones, que al invertir en los infladísimos boletos esperaba comprar acceso y pagar tributo para ser aceptada en un mundo de exclusividad y sofisticación inalcanzable. Los verdaderos jerarcas tienen sus propias islas privadas y retozan con modelos sin tener que mezclarse con la Fuente > filmaffinity.com
de streaming Netflix y Hulu estrenaron casi al mismo tiempo sendos documentales sobre el festival: Fyre (Chris Smith) y Fyre Fraud (Jenner Hurst y Julia Willoughby), respectivamente. Los dos ofrecen una cronología de lo ocurrido y muestran lo sucedido antes, durante y después de la catástrofe. Ambos presentan a McFarland, desde sus inicios en el mundo de los negocios, como un muy ambicioso emprendedor que termina siendo condenado por fraude. En el documental de Hulu aparece una entrevista, poco reveladora, con McFarland (por la que supuestamente pagaron 250 mil dólares), en la cual confiesa que en segundo año de primaria comenzó un negocio para “arreglar crayones” de sus compañeros por un dólar, y que en poco tiempo hackeó la computadora de la escuela para anunciar sus servicios. Así, al cobrar por algo que no debía de pagarse (los maestros podrían seguramente hacerlo gratis) y al ser celebrado por su astucia, McFarland creció con la certeza de que estafar al prójimo era una forma legítima de enriquecerse y algo que ponía en evidencia su inteligencia y también su superioridad. En los dos documentales se hace una interesante disección de ese espacio inaudito de la realidad que es el ámbito de los influencers, donde estas celebridades portátiles que miden su valor de mercado por el número de sus seguidores, crean deseos, imágenes y percepciones de lo que debe vivir un joven contemporáneo en la era de la normalización de la guerra eterna, de la postcrisis financiera, de los atropellos a los derechos humanos de inmigrantes y refugiados, y del establecimiento del trumpiato, el régimen del engaño descarado y las fake news. De acuerdo con algunos, estos elementos hacen que la generación milenial sea más consciente de la falta de certezas y de la inseguridad del empleo, la vivienda, el acceso a la salud, que otras generaciones anteriores recientes daban por un hecho. Por tanto, lo que les queda a los milenials es coleccionar experiencias y documentarlas, ese es su patrimonio cultural y emotivo. Las semejanzas entre los documentales son muchas, no obstante, llama la atención que el de Netflix fue producido por Jerry Media y Matte Projects, dos compañías que estuvieron involucradas en el marketing del Festival, lo cual le facilita sin duda una visión interna del fiasco, pero también implica una especie de complicidad, ya que pueden explotar el fracaso de su empleador. Mientras
La producción de Hulu.
plebe. La música que supuestamente es el eje de un festival no figuraba al lado del deseo sexual, la ambición de tomarse fotos y la glotonería. En gran medida, la música era un accesorio más, junto a las motos acuáticas y los chefs famosos. El revés humillante que sufrieron los asistentes, en especial aquellos que pagaron miles de dólares por participar en la experiencia de sentirse como un refugiado o la víctima de un cataclismo, consistió en verse temporalmente desposeídos y situarse por una vez al margen. En un momento, en alguno de los videos realizados durante la preparación del festival e incluido en el documental Fyre, McFarland afirma: “Estamos vendiendo un sueño de opio para los perdedores comunes”. Este festival es el equivalente de la Universidad Trump en el mundo del entretenimiento y es un brillante testimonio de la condición de la cultura popular en la segunda década del siglo XXI. Se trata de una lección que seguramente no será aprendida y su legado será tan sólo el schadenfreude, pero es difícil que lleve a esta generación a reconsiderar la pobreza de la cultura contemporánea y la miserable ambición de opulencia que permea todo. En un tiempo en que las diferencias entre ricos y pobres aumentan con ritmo de vértigo, incluso en Estados Unidos y Europa, así como crecen la explotación y desigualdad, éste debería ser un momento de introspección acerca de lo que mueve a la cultura. Pero si consideramos que el gran crash financiero de 2008 no logró moderar la ambición de Wall Street y, por el contrario, los responsables fueron premiados con un sustancioso rescate por el gobierno de Obama, pagado por los contribuyentes, resulta difícil creer que esta debacle se traduzca en una toma de conciencia y una oportunidad de cambio. Las contradicciones del capitalismo parecen orillarlo a su debacle. Lamentablemente, quienes deberían pensar en la revolución están demasiado preocupados tomándose selfies y consultando la opinión de los influencers.
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EL ALACRÁN SE REFUGIA al fondo de su grieta en el muro luego de ser abrumado por el desaliento en las últimas semanas. No por las sacudidas en el Fonca o las erratas de la Secretaría de Cultura, tampoco por el resquebrajamiento del viejo periodismo ni por los pedestales consagrados y derribados. No. Al escorpión lo vence la otra persistente realidad del país: la violencia de una guerra criminal con más de doce años de diezmar la vida de los mexicanos. Miles de homicidios, ocho periodistas asesinados en los días del nuevo gobierno, los desaparecidos y sus familias sufrientes, la multitudinaria masa de personas desplazadas, dos millares de fosas clandestinas (y aún faltan), migrantes extorsionados y sustraídos por bandas criminales, secuestros, bloqueos carreteros e incendios de vehículos en territorios en disputa por grupos del crimen organizado. Una inagotable pasarela de calamidades. Esta semana el arácnido leyó más noticias de la fatalidad: quince ciudades mexicanas están entre las cincuenta más violentas del mundo, reporta el informe anual 2018 del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, elaborado al medir la tasa de homicidios anuales por cada cien mil habitantes. México ocupa cinco de los primeros seis lugares. Ahí está en primer lugar Tijuana, con 138.6 homicidios al año, seguida de Acapulco (110.5); en tercer lugar aparece Caracas, le siguen Ciudad Victoria, Ciudad Juárez e Irapuato. Más de una década de guerra contra el crimen organizado y “Nada altera el desastre: llena el mundo / la caudal pesadumbre de la sangre”, como escribió José Emilio Pacheco en El reposo del fuego (1966). Hace unos días, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y el subsecretario para los Derechos
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EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO Por
MIENTRAS TENGAS
MÁS INMEDIATAS
CARLOS VELÁZQUEZ
EL TEMA DE LA SALUD
@charfornication
PREOCUPACIONES
PODRÁ ESPERAR . de transporte y arribar a casa a las 4 am demanda una labor titánica. Y cómo es posible lograrlo. Gracias a las drogas. En este caso el ácido es un aliado perfecto. A todos los periodistas que en los festivales les duelen las piernas, la espalda, la cabeza o quieren echarse en el piso, a todos ellos les hace falta droga. En Mad Men, la serie sobre publicidad, existe una metáfora que nos hace sospechar que si Don Draper hubiera nacido dos décadas después sería un cocainómano. Todo el tiempo trae la presión alta. Como si estuviera en coca siempre. Y si la presión va a provocar que tengas la presión alta en todo momento, mejor recurrir a la coca. Que además de la presión alta te convierte en el vaquero más rápido del oeste. Uno de los problemas básicos que se presentan cuando te drogas en la oficina es cuando se te acaba el material. Tienes que pedirla en servicio a domicilio, no puedes salir. Entonces el cinismo que ganas al anestesiarte te hace cometer tonterías. Como recibir al díler en tu oficina. Lo hice mucho tiempo. Y la segunda de a bordo del lugar donde trabajaba lo sabía. Y se quejaba con el jefe de mí. Y se reía en su jeta. A mí el jefe jamás me dijo nada. Yo era quien entregaba los resultados. Y mientras eso no se modificara, le importaba poco que yo me estuviera metiendo cosas en mi puesto de trabajo. La ética laboral es flexible según la conveniencia. Conozco un Godínez institucional que trabaja en una oficina de gobierno y es adicto al crack. Jamás ha incumplido con su trabajo. Es el encargado de escribir los informes del alcalde. No importa en qué condiciones ande, puesto o con síndrome de abstinencia, se sienta y redacta lo que le pidan. Y además de eso, va al gimnasio por las tardes, no sin antes darse unas fumadas de crack. Es una de las personas más eficientes que he conocido. Moraleja: mientras entregues resultados, que te drogues en la oficina no es un problema. Consejo: procura que nadie lo sepa.
¿SIRVEN LAS DROGAS PA R A TR ABA JAR? EL SINO DEL ESCORPIÓN
Fuente > cuartopoder.mx
POR ESTOS DÍAS CIRCULA un video en internet de un tipo sentado frente a un montón de cocaína. Tira un speech: “Dicen que la cocaína es mala. Claro. ¿Pero tú te jalarías un cuarto de kilo en una sola sentada? Por supuesto que no. Solamente una puntita. Eso no hace daño”. Dicen que lo que no te mata te hace más fuerte. Y esa puntita de la que habla el tipo no te va a provocar un infarto. Pero te va a despertar, te va a alegrar, te va a otorgar lucidez, y eso, eso, en el trabajo, puede marcar una diferencia. Cuando el trabajo de oficina demanda el 110 por ciento, la coca estira el tiempo, te inyecta la rapidez que la exigencia laboral demanda. En mis días de empleado oficinil consumí bastante coca. Mi rutina consistía en meterme la segunda línea a las ocho de la mañana. Tenía a mi cargo a un grupo de personas. Que sospechaban que yo era un adicto. Una lo sabía en concreto. Mi compañero de cubículo tenía los mismos hábitos. Y mi secretaria. Que todavía hoy no sé por qué jamás me delató. No es un secreto que en muchos puestos de trabajo los empleados se drogan. Desde el cargo más elemental hasta la gerencia. Pero una cosa son las drogas y otra la cocaína. A la gente que de verdad le gusta trabajar es fan de la coca. Es la única sustancia que te permite ser funcional y recrearte al mismo tiempo. Esa puntita inofensiva se convierte en dos puntitas, tres y hasta cuatro. Y conforme la chamba se acumula se incrementa la cantidad. Y no, no te metes un cuarto de kilo de una sentada, pero sí un par de gramos durante el horario laboral. Y en algún punto pagarás un costo. Pero mientras tengas preocupaciones más inmediatas el tema de la salud podrá esperar. Lo mejor (y lo peor) que te puede pasar, es que domestiques la coca. Porque eso te va a exigir mayores cantidades de la misma. La coca en sí es un trabajo. Conseguirla exige una inversión de tiempo, pero cuando como Liverpool es parte de tu vida, resulta el medio ideal para alcanzar tus objetivos laborales. Los peones de la construcción utilizan la mariguana como una herramienta más de trabajo. Bajo el influjo de la yerba es que soportan echar vaciados, esgrimir la cuchara y no volverse locos. No he conocido un solo mariachi que tenga hipertensión. Se necesita mucha paciencia para desarrollar ciertos oficios. Y algunos peones sin mariguana no podrían enfrentarse a la jornada. Cubrir festivales de rock suele ser extenuante como trabajar en una obra. El reportero realiza esfuerzos tan desgastantes como los de un albañil. Llegar desde las 4 de la tarde y salir a la 1 o 2 de la madrugada y luego tomar un taxi u otro tipo
Fuente > toledotrabaja.com
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Por
ALEJANDRO DE LA GARZA @Aladelagarza
AL VENENOSO LO ASALTAN IMÁGENES ALUCINADAS DEL TZOMPANTLI Y LOS SACRIFICIOS HUMANOS. ES LA VISIÓN LITERARIA DE UN LEGADO SANGUINOLENTO
.
Humanos, Alejandro Encinas, encabezaron una disculpa oficial del Estado Mexicano a los familiares de los jóvenes estudiantes del Tecnológico de Monterrey, Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo, que fueron asesinados por elementos del Ejército en marzo de 2010, “al confundirlos con integrantes del crimen organizado”. Hay tres soldados presos y uno prófugo a raíz de estos hechos. En sus pesadillas, al venenoso lo asaltan imágenes alucinadas del Tzompantli y los sacrificios humanos. Es la visión un tanto literaria de un legado sanguinolento y homicida que persiste en nuestra actualidad. Pero el arácnido no se engaña: urgen Ministerios Púbicos eficientes, impunidad cero, fiscalías diestras y profesionales, programas integrales contra la violencia... Algo que por fin altere el desastre.
“N A D A A L T E R A E L D E S A S T R E”
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En 1978 ya estaba consagrado por una legión creciente de lectores como el poeta que encontró su mejor recepción más allá de la comarca literaria, en contacto con un público que lo adoptó como su voz más entrañable o representativa. De aquel entonces data esta conversación con Sabines, recobrada con motivo de su vigésimo aniversario fúnebre, el 19 de marzo pasado. En ella aborda sin reservas un tema central de su poética y visión del mundo: la conciencia de la muerte como el acicate de una vida más plena.
Entrevista a Jaime Sabines
“SER UNO MISMO, FUNDAMENTALMENTE” MIGUEL ÁNGEL MORALES
¿Por qué en sus libros hay tantos epígrafes tomados de la Biblia? Bueno, porque la Biblia es el libro de libros. En mi juventud la leí mucho y ha sido un libro de cabecera para mí... Aparece en Horal, pero no en todos los libros. En La señal hay un epígrafe de Heráclito que no es la Biblia... En fin. No creo que sea de mayor importancia. Es un libro del cual yo he bebido, con el cual me he alimentado, sobre todo en mi juventud. ¿Qué significa para Sabines la muerte y cómo repercute en su vida? La muerte es una razón para ser, para vivir. En realidad es un tema insistente... ¿Obsesivo? Pues casi obsesivo, durante los últimos años. Significa todo. Todo lo que puede significar la vida, ¿no? Desde mi primer o segundo libro
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generación del alma, ni nada. Sabemos que la muerte es la pared final. Entonces, esto nos estimula a vivir.
Fuente > imer.mx
A
fines de mayo de 1978, gracias a mi hermano Luis Guillermo, pude entrevistar a Jaime Sabines (1926-1999). Fue en el departamento 602 del edificio Miguel Hidalgo, situado en la primera sección de la Unidad Habitacional NonoalcoTlatelolco. Tenía 51 años y era diputado federal por Chiapas en la L Legislatura del H. Congreso de la Unión, el cual aún sesionaba en el edificio de la calle de Donceles y Allende. Yo había reseñado su Nuevo recuento de poemas, que Joaquín Mortiz publicó en febrero de 1977, y le pedí a mi hermano, su vecino y amigo, que le entregara un ejemplar y le solicitara además una entrevista, la cual me concedió, pese a su fama de ser reacio a las mismas. Llegué con una grabadora de casetes. La entrevista se prolongó durante más de una hora, aderezada con tragos de brandy Don Pedro (que él combinaba con té de manzanilla). En 2016 o 2017 mi hermano me pidió la cinta para transferirla a un disco digital. Hace unas semanas, la voz de Sabines estuvo a punto de perderse en el basurero junto con otros casetes, embutidos desordenadamente en una caja de zapatos. De la grabación sólo sobrevive un lado —quizá el inicio— , por lo cual se perdieron sus opiniones y dardos contra Octavio Paz, así como otros temas que he olvidado. A continuación algunas de las preguntas y respuestas que sobrevivieron.
¿Plenamente? Así es.
está el tema de la muerte, como un estímulo para vivir más intensamente. ¿Por qué frente a la muerte el hombre vive más intensamente? Bueno, es lógico. La muerte es el final de todo, entonces nos está diciendo que nuestra vida es limitada, pequeña, pobre, fugaz. En el poema de La señal digo: Alguien me habló todos los días [de mi vida Al oído despacio, lentamente, Me dijo: ¡vive, vive, vive! Era la muerte. Es lógico, porque la muerte es el término. Nos está diciendo que nuestra vida es breve, que no somos infinitos ni eternos ni perpetuos. Nos está diciendo que hay que vivir intensamente, sobre todo a aquellos que no creemos en una vida posterior a la muerte. ¿Tampoco cree en una transmigración de las almas? Ni en la transmigración de las almas, ni en la supervivencia del alma, ni en una segunda
“ME “ ES INDIFERENTE EL PRESTIGIO, LA GLORIA, LA FAMA, SER EL NÚMERO UNO O SER EL NÚMERO CIEN. A MÍ LO QUE ME HA INTERESADO ES SER YO .
Al final de Maltiempo dice: “He repartido mi vida inútilmente entre el amor y el deseo, la queja de la muerte, el lamento de la soledad”. ¿Esto es una capitulación de sus temas? Pues no una capitulación, pero sí un recuento, un momento de reflexión. Cuando uno dice: He vivido hasta aquí, y he hecho esto y lo otro, inútil o maravillosamente. Aunque no creo que la vida sea inútil. ¿Pero no se arrepiente? No, no me arrepiento de nada... Y la pregunta tremenda del final del libro dice precisamente: si pudiera vivir de otro modo lo haría. Quién sabe, ¿no? Yo no me arrepiento de mi vida. Mi vida está dada, hecha, subrayada por mi conducta de cincuenta años. ¿Y cómo es la vida de Jaime Sabines? Como la de cualquier gente. No es una vida extraordinaria, es una con todos los pequeños detalles. Una vida de dolor, de alegría, de entusiasmo, de esperanza, de penas, de angustias, de soledades: como la vida que tiene cualquier persona normal. En todo caso, nunca he aspirado a que mi vida sea extraordinaria, nunca me he creído héroe de nada... Incluso en el poema de Cuba digo que si anduviera en un buque pirata, sería lo mismo el capitán que el marinero. Me es indiferente el prestigio, la gloria, la fama, ser el número uno o ser el número cien. A mí lo que me ha interesado es ser yo, nada más. ¿No le parece conformista? No me parece conformista. Al contrario, ¡me parece demasiado ambicioso! En el sentido verdadero de la palabra: ambicionarme a mí mismo, desear ser yo mismo, ser yo mismo fundamental, esencial, radicalmente ser yo mismo. Es decir, des-em-ba-ra-zar-me, desligarme de todo lo que la sociedad le impone a uno. Ser uno mismo, fundamentalmente ser uno mismo. Eso es bastante ambicioso, no es resignarse.
21/03/19 22:14