FRANCISCO HINOJOSA PRAGA
CARLOS VELÁZQUEZ THE NEW KID IN TOWN
ALEJANDRO GARCÍA ABREU
ENTREVISTA A BERNARDO ESQUINCA
El Cultural N Ú M . 1 9 9
S Á B A D O
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[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]
ALFONSO REYES AFORISMOS Y MÁXIMAS
SÓLO SI LA VIRGEN TE HABLA CUENTO DE HÉCTOR TOLEDANO
NOTRE-DAME Y LAS CENIZAS RAFAEL VARGAS Retrato de Alfonso Reyes por Xavier Villaurrutia > Fuente > Alfonso Reyes en caricatura, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, UNAM, México, 1989.
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Alfonso Reyes decía que le gustaba asomarse por todas las ventanas del conocimiento y, como bien apuntó, nada de lo que humanamente le fue posible conocer le fue desconocido. Este afán e interés hizo posibles, entre decenas de títulos, Visión de Anáhuac, Cuestiones gongorinas, Pasado inmediato y otros ensayos, Constancia poética, El deslinde, La crítica en la edad ateniense, Apuntes para la teoría literaria,
Parentalia, Las burlas veras. De estas y otras obras proviene el caudal de aforismos y máximas que integran el libro en preparación Curiosidades de coleccionista, seleccionado y presentado por Alberto Enríquez Perea, con motivo del 130 aniversario del nacimiento de Reyes —se cumple el próximo 17 de mayo— y 60 de su fallecimiento, en diciembre de 2019. Presentamos una muestra de ese volumen.
EL HOMBRE NORMAL ES UN MODELO ABSTR ACTO ALFONSO REYES
SELECCIÓN ALBERTO ENRÍQUEZ PEREA
Q
uiero que la literatura sea una cabal explicitación, y, por mi parte, no distingo entre mi vida y mis letras. ¿No dijo Goethe: "Todas mis obras son fragmentos de una confesión general"? Cuando una mano se alarga para pedirme algo, ·pienso que esa mano puede ser, mañana, la que me ofrezca un vaso de agua en mitad del desierto.
·
La unidad anhelada, el talismán que reduce al orden los impulsos contradictorios de nuestra naturaleza, me pareció hallarlo en la palabra.
· Nosotros, obreros de ensartar palabras. · Mi corazón ha estado siempre con el que inventa un hábito nuevo, un nuevo ensayo biológico que imprima, para siempre, una transformación de la especie.
me avergüenzo de que se me llame “humanis·ta”,Noporque hoy por hoy humanista casi ha venido a significar persona decente en el orden del pensamiento, consciente de los fines y de los anhelos humanos.
“Grecia” es un modo de hablar, es un lenguaje ·cuya ventaja es ser universalmente comprensible y, además, el encontrarse, como un común denominador, en la base de todos nuestros lenguajes de cultura.
·
El arte de la expresión no me pareció como un oficio retórico, independiente de la conducta, sino como un medio para realizar plenamente el sentido humano.
ARTE DE VIVIR Yo dormí bien. Yo duermo siempre. Mientras yo ·conserve el sueño, mío es el mundo.
·
Creo más en las ideas que en las coces, y mucho más en la parte constructiva que en la parte adversativa de las ideas. Ayer se me dijo que este anhelo de esclarecer mis ·experiencias era vanidad; mañana se verá que es historia.
A veces se dan incendios en el mundo que amena·zan carbonizar la historia.
DIRECTORIO
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podrá ver el sol a través ·deEllosvaliente agujeros de su escudo; nunca el cobarde.
· La gloria no está hecha de mármol y oro monumentales, sino de mise-
lenguaje humano ha nacido para ·lasEltransacciones diarias y no espe-
Fuente > Capilla Alfonsina / INBAL
·
El justo debe saber que todo, en este valle de crímenes, nos ha sido solamente prestado.
cialmente para las manifestaciones del arte verbal.
que no se pierdan las creaciones ·dePara la palabra, los fastos humanos que
ella recoge y perpetúa, el museo y la escuela del hombre que ella por sí sola representa, para todos esos fines mágicos se inventó la fijación del lenguaje.
rias y fatigas; “de polvo y sol”, dijo el romántico.
·
· El lenguaje engendra una conducta. · La mano ha sido también lenguaje y, en cierta medida, sigue siéndolo.
¡Cuántos destinos fracasados andan por ahí a carcajadas!
·
La herencia humana no se inventa, se cataloga.
LA LITERATURA Y LOS LIBROS
· Toda investigación pone fin a un mito. · No hay que romper el objeto enterrado, ni aderezarlo ni sustituirlo.
La literatura no es una actividad de ·adorno, sino la expresión más com-
Hay que sacar, en toda su pureza, la reliquia de la memoria.
El maniqueísmo es la herejía conna·tural del espíritu.
· En el modo está todo. Conforme la flor se traslada de la ·tierra al espíritu, gradualmente se va trocando menos mortal.
En el fondo de la mística, ¿no es ver·dad que alienta la herejía?
·
Todo se mueve, porque todo cae. Vamos hacia abajo.
· Las cosas comienzan siempre por no ser lo que son. No hemos de estar contra las piedras, ·que son cosa noble y sencilla, sino contra los cerebros que se petrifican.
un deseo es matarlo; satisfa·cerSaciar una demanda es cerrar el proceso.
Para que el proceso siga abierto, para que el mundo marche, es fuerza que alguien quede sin cesar disgustado.
·
Es de creer que la luna nació en Venecia.
·
Hay palabras que se deslizan y nos abren el corazón como una espada fría y sutil. Para el hombre, en cuanto hombre, ·existir cabalmente es transformar esa
otra cosa, ese sustento de la base, en sentimiento y en pensamiento, cuya manifestación es la palabra.
· La palabra es la última precipitación terrestre de todas las conclusiones humanas, y el resto del viaje es ya incumbencia de la religión.
· Desde el día en que Adán puso nombres a los entes de la creación para apoderarse de ellos por medio del lenguaje, la suma sensualidad humana es la palabra.
·
Cazador sutil el que entra en la selva para cazar palabras. Para que persista la palabra, para ·que ligue y comprometa la conducta
del que la profiere, nació el derecho burocrático que, mientras llegaba el derecho constitucional, por lo menos obligaba al soberano a no desdecirse constantemente.
letrados, en su anhelo de fijar ·lasLosformas, matan el lenguaje.
· La poesía es el baile del habla. La misión de la poesía es, en defini·tiva, la salvación del hombre.
Donde propiamente se engendra el ·lenguaje es entre la gente anónima
·
Amanece entre friolentas penumbras y empieza el trino. Llega un verdadero poeta. pensar poético sólo se realiza en ·elElsacrificio de la palabra. niego el dolor a los poetas, el do·lorNohumano; pero no creo en el dolor de ser poeta.
la denominación que se ·daLaa palabra, las cosas, influye en los actos.
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pleta del hombre.
POESÍA, POETAS Y PALABRAS
Como verdadera creación, la poesía ·está fuera de su creador.
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del populacho.
la pronunciación vulgar descu·broEn los movimientos del lenguaje vivo, y en cada dislate de los palurdos persigo lo que podrá ser nuestra lengua culta del porvenir.
la literatura expresa al hombre ·enSólo cuanto es hombre, sin distingo ni calificación alguna. No hay mejor espejo del hombre.
La literatura, a fuerza de aplaudir el ·presente, acaba por perder un poco la eficacia del ideal.
·
La literatura, mentira práctica, es una verdad psicológica. Hemos definido la literatura: La verdad sospechosa. Los libros no son más que el depó·sito de las experiencias y los pensamientos de los hombres, en esta larga investigación que es la vida. Ellos conservan el registro de todas las conquistas humanas.
·
El más alto fin de los libros: el ser, para los hombres, una grata y fiel compañía.
·
Los libros son como unos huérfanos perennes, sin padre que los valga.
· La vida muere, los libros permanecen. · El sino del impresor amateur es la desdicha. que leemos en los libros no es ·elEso idioma, sino el retrato o reflejo de
un solo momento del idioma. Es la fría ceniza que cae de la combustión de la vida. Es como la huella de los idiomas.
·
Hay mal de libros como hay mal de amores. Quien se entrega a ellos olvida el ejercicio de la caza y la administración de su hacienda. Las noches,
“LOS “ LIBROS NO SON MÁS QUE EL DEPÓSITO DE LAS EXPERIENCIAS Y LOS PENSAMIENTOS DE LOS HOMBRES, EN ESTA LARGA INVESTIGACIÓN QUE ES LA VIDA. ELLOS CONSERVAN EL REGISTRO DE TODAS LAS CONQUISTAS HUMANAS .
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leyendo, se le pasan de claro en claro y los días de turbio en turbio. Al fin, se le seca el cerebro.
“MIENTRAS “ HAYA UN PAÍS QUE TENGA AMBICIONES SOBRE LOS DEMÁS Y SE ARME CON MIRAS A LA CONQUISTA, EL VERDADERO PACIFISMO CONSISTE EN CREAR ALIANZAS Y ARMARSE PARA EVITAR SEMEJANTES DELITOS INTERNACIONALES .
Los libros son, como la libertad, el ·refugio de los pecadores. artistas que escri·benHaycongrandes el puñal o mojan la pluma en veneno.
Escribir, como quiere Goethe, no es ·más que un abuso de la palabra. Para ganar el pan con la pluma hay ·que escribir mucho.
·
Leer y escribir se corresponden como el cóncavo y el convexo; el leer llama al escribir, y éste es el mayor y verdadero mal que causan los libros.
·
El escribir, según los diálogos platónicos, no pasa de ser una diversión. La escritura, accidente del lenguaje, pudo o no haber sido: el lenguaje existe sin ella. Pero la escritura, al dar fijeza a la fluidez del lenguaje, funda una de las bases indispensables a la verdadera civilización.
·
La cultura debe ser popular, y nadie tuerza mis palabras ni piense que he dicho demagógica.
te, sino un elemento consustancial del hombre, y acaso su misma sustancia.
·
·
naturaleza inspira todo el arte de ·losLaantiguos, y no el capricho de una
·
CULTURA, ARTE, IDEAS Cuando la sociedad pierde su con·fianza en la cultura, retrocede hacia la barbarie con la velocidad de la luz.
conservar y continuar al hombre.
ca también encomia y aplaude. Más aún, explica el encomio y enriquece el disfrute.
el bienestar no llueve del cie·lo,Como hay que solicitarlo desde el suelo mediante un juego de técnicas cuya base es el Abecedario.
·
“Alfabeto y jabón”, decía hace años José Vasconcelos, pensando en la necesidad de reconstruir biológica y culturalmente nuestra sustancia humana. Alfabeto, pan y jabón, hay que decir. Y todo lo demás se os dará por añadidura.
raza o de un individuo.
El arte, todo el arte, la “fermosa cober·tura”, que decía el Marqués de Santi-
llana, palabra que parece superficial y es profunda.
El arte se rige por una ley rítmica, ·como la vieron los antiguos muy cla-
ramente. Música era para ellos todo arte, y a Sócrates, su demonio familiar incesantemente le decía: “¡Oh, Sócrates, haz Música!”
El arte es una continua victoria de la ·conciencia sobre el caos de las realidades exteriores.
Acaso la misión directa de la inteli·gencia no sea gobernar. El filósofo en el trono, como Marco ·Aurelio, no es más que un lujo accidental de la historia.
POLÍTICA
·
Nuestro ideal político consiste en igualar hacia arriba, no hacia abajo.
·
Un régimen cae, muchas veces, más por no estar bien defendido que por haber sido atacado. La política en su más alta función ·tiene que velar por la preparación del porvenir.
·
Los dos crímenes mayores: la impiedad y la soberbia. ¡El pasado inmediato! ¿Hay nada ·más impopular? Los profetas suelen ser guías peli·grosos.
·
·
Desconfiemos del que nos predica la salvación sin esfuerzos, y tengamos la suficiente fe para no aceptar siquiera la promesa de una victoria sin merecimientos.
·
se dan incendios en el mun·doA veces que amenazan carbonizar la
Las ideas caminan con los hombres, y a veces en sentido contrario. Nunca sabe uno lo que crea, lo que halla. El pensamiento es la forma plena de la acción.
CRÍTICA Y LENGUAJE
· La crítica es disolvente. mecanismos de la publicidad, ·y Los la pereza natural del espíritu, han
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·
La crítica no es necesariamente cen·sura en el sentido ordinario. La críti-
La cultura es el repertorio del hom·bre. Conservarla y continuarla es
La popularidad crece o mengua, como las fases de la luna.
el primer crítico.
La cultura no es, en efecto, un mero ·adorno o cosa adjetiva, un ingredien-
Nunca conozcas las engañosas ca·ricias de la moda, frecuente enemigo El cultivo de lo efímero, si ello es hermoso, posee sus encantos irónicos.
Dicen que la cárcel no se inventó ·para el primer delincuente, sino para
La cultura es el aire que las socieda·des respiran.
dos sus pensamientos y, como hayan sabido expresarse cabalmente, todo su ser.
del valor.
acabado por hacer de la crítica una función anodina, cuando no venal.
¡La crítica, esta aguafiestas, recibida siempre, como el cobrador de alquileres, recelosamente y con las puertas a medio abrir!
La cultura... es el acarreo de conquistas a través de las cuales el hombre puede ser lo que es, y mejor aún lo que ha de llegar a ser, luchando milenariamente contra el primitivo esquema zoológico en que vino al mundo como enjaulado.
· Los escritores antiguos y modernos escriben para vaciar en sus escritos to-
Fuente > Capilla Alfonsina / INBAL
·
La cultura quiere alumbrar por igual a todos los hombres —y este todoslos-hombres lleva en sí el postulado político.
historia.
Mientras haya un país que tenga ·ambiciones sobre los demás y se arme con miras a la conquista, el verdadero pacifismo consiste en crear alianzas y armarse para evitar semejantes delitos internacionales.
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Fuente > Capilla Alfonsina / INBAL
·
No hay persona sin sociedad. No hay sociedad sin personas. Hay que cumplir con el deber a con·ciencia, o rechazarlo. Nada peor que desempeñarse a medias, propia artimaña de aventureros.
La vocación es más bien un ritmo ·genérico y puede abrazar varios oficios y saciarse en varias aventuras de la mente. Es más: las necesita, si es tan amplia como imperiosa.
·
El deseo, sagrado y legítimo en sí, o esteriliza cuando es contrariado, o arrastra a desvíos cuando no se lo educa. La conversación viene a ser la pri·mera forma de la literatura.
·
Lo clásico es lo sencillo y lo inmediato. Pero a ello sólo se llega por lo complicado y lo mediato. A menos que se haya nacido griego.
· El estilo es economía. estilo, profundamente considera·doEl—“el estilo es el hombre mismo”—, Hay que fortalecerse a tiempo para ·poder resistir la paz de mañana.
· Lo que importa es lanzar la piedra al agua dormida.
La paz, como la democracia, sólo ·puede dar todos sus frutos donde to-
Grecia, súbita flor entre la broza, ·redobla visiblemente sus esfuerzos
dos la respetan y aman.
la violencia, la impudicia, ·laCuando barbarie y la sangre se atreven a
para dignificar la virtud y la inteligencia, únicos escudos contra el asalto de las gravitaciones oscuras.
embanderarse como filosofías políticas, la duda no es posible un instante.
propio de todos los héroes épicos ·elEsganar batallas después de muertos.
· ¡Oh libertad, cuántos estímulos diferentes se disfrazan bajo tu nombre!
· El bien no debe confundirse con nuestro interés particular en este o en
·
Una pequeña exageración, un toque caricaturesco no ofende seguramente el decoro de la historia: atrevámonos a decir que el descubrimiento de América fue el resultado de algunos errores científicos y algunos aciertos poéticos. De lo real e imaginario está tramada la vida.
·
que dejar a la vida algunos fle·cosHaysueltos; a la obra, algunas intenciones menores.
el otro momento de nuestra vida. No debe confundírselo con nuestro provecho, nuestro gusto o nuestro deseo. El bien es un ideal de justicia y de virtud que puede imponernos el sacrificio de nuestros anhelos, y aun de nuestra felicidad o de nuestra vida. Pues es algo como una felicidad más amplia y que abarcase a toda la especie humana, ante la cual valen menos las felicidades personales de cada uno de nosotros.
· No hay persona sin sociedad. No hay sociedad sin personas.
·
Vivió mucho, por no encontrar cosa mejor. Vivió tanto, que ya no tenía enemigos. Beatos los que no escatiman su ·vida, porque esos se salvarán. en serio es ya un síntoma ·deTomarse fatiga nerviosa, de surmenage.
·
Repitamos con Oscar Wilde: a no haber dejado una obra de arte, queda todavía el haber sido una obra de arte. Tomar partido es lo peor que po·demos hacer... Adoptémoslo todo y tratemos de conciliarlo todo.
·
La cortesía... dulce freno a la animalidad y escuela práctica de humanización para el hombre. ideal de los hombres ·esElnoverdadero tener cuentas con la ley: mal
signo cuando llama la justicia a la puerta de nuestra casa.
¡A ver si, entre todos, acabamos por ·desterrar la violencia, la ceguera, el crimen, cínicamente erigidos en normas de la vida social por la voluntad de dos o tres locos!
La vida se construye a golpes de ·rayo, sí; pero, para eso, hay que llevar antes las pilas bien cargadas.
·
MISCELÁNEA
Sólo el baño de la conciencia nos distingue del bruto.
El acento pasa del saber al comprender. Y el que comprende, crea.
El hombre normal es un modelo abstracto; en la realidad, a todos nos falta algún tornillo.
· ·
La sabiduría es un peso específico del alma, y no una suma de conocimientos allegados desde afuera.
“UNA “ PEQUEÑA EXAGERACIÓN, UN TOQUE CARICATURESCO NO OFENDE SEGURAMENTE EL DECORO DE LA HISTORIA: ATREVÁMONOS A DECIR QUE EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA FUE EL RESULTADO DE ALGUNOS ERRORES CIENTÍFICOS Y ALGUNOS ACIERTOS POÉTICOS .
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se obtiene por un reflejo natural del temperamento en el espejo de las palabras.
·
Agradecemos la generosidad y cortesía de Gabriela Said Reyes, Directora de Publicaciones de El Colegio de México, por este adelanto de Curiosidades de coleccionista, libro que será publicado en fecha próxima por esa institución. Expresamos también nuestra gratitud a Javier Garciadiego, director de la Capilla Alfonsina / INBAL, por la reproducción de los tres dibujos de Reyes, y al ingeniero Eduardo Mejía Muñiz, de la misma entidad, por su trabajo técnico.
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Nada garantiza que cuando un bully crece, deje de ser propenso a los golpes, a tomar a los demás como botín que puede cobrar según lo determinen sus muy particulares razones. En este cuento, el protagonista vive un episodio de tensión mayúscula: acompañar al bully ya entrado en años a echarle bronca a alguien y que un amigo de ese alguien saque una pistola de entre la ropa. La escena detona la acción, cuya vuelta de tuerca se inspira en un orden… ¿espiritual?
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N
o recuerdo qué nos pudo haber llevado esa mañana a Plaza del Sol. Tampoco cómo nos habíamos juntado. Lo que sí recuerdo es que era sábado, porque yo llevaba puestos unos pantalones de deporte, con elástico en la cintura. Estoy seguro de eso por lo que pasó después. Pudo haber sido domingo, pero la plaza no hubiera estado tan vacía como solía estar los sábados. Así que era sábado y ahí estábamos Fonseca, el Negro Rabasa y yo, caminando por el estacionamiento del centro comercial, cuando Fonseca vio de lejos a un tipo que le debía dinero. El dinero se lo había prestado unas semanas antes, en Puerto Vallarta, durante un viaje emprendido con el propósito expreso de ligar y cogernos gringas, en función del extendido supuesto de que las gringas aflojan a la primera. No discuto que eso pueda suceder, pero lo cierto es que a nosotros nunca nos sucedió, aunque nos empeñamos en ello como si se tratara de salvar a la humanidad de una terrible plaga. Un viaje aberrante en el que sólo nos pasaron cosas que preferiría olvidar, como haber conocido al tipo que le quedó a deber dinero a Fonseca y al otro idiota que viajaba con él. Cuates de algún cuate que se nos pegaron a huevo para poder incrustarse en nuestro cuarto de hotel. Donde ya tratábamos de pasar las noches el triple de los ocupantes que debía albergar. Un infierno de basura y sudor adolescente en el calor asfixiante de la costa, con apenas un par de ventiladores famélicos para alborotar el aire. Desde el primer momento hasta el último se abocaron
como sanguijuelas a sacarnos lo que se pudiera, al tiempo que se hacían pendejos con todo lo que les tocaba poner. El hecho es que Fonseca llevaba semanas tratando de cobrarle y sólo había recibido excusas, evasivas y dilaciones. La situación había llegado al punto en el que el tipo ya no aparecía nunca en su casa, ni contestaba el teléfono, ni respondía los mensajes de diverso tipo que le dejaba Fonseca. El punto en el que se vuelve evidente que no te van a pagar por las buenas y queda a tu criterio decidir qué tan dispuesto estás a cobrarte por las malas. Fonseca no era el tipo de persona que se deja disuadir por la eventualidad de que las cosas se tengan que resolver por las malas. Más bien era el tipo de persona que contempla con entusiasmo la perspectiva de que las cosas se vayan a tener que resolver por las malas.
YO LO CONOCÍA desde la secundaria, cuando lo expulsaron de la escuela por andarle vendiendo a sus compañeritos revistas pornográficas. Entonces era chaparro, rechoncho y rubicundo, atributos que le merecieron el apto apodo de Tomatín. Ya tenía fama de burro, desmadroso y madreador. Cuando lo volví a encontrar tres o cuatro años más tarde, porque se mudó a vivir muy cerca de mi casa, había perdido grasa y ganado altura. Ya no era tan burro ni tan desmadroso pero seguía siendo igual de madreador. Y ahora tenía la clase de cuerpo que le permitía destacar en ese competido campo. Cuerpo que seguía creciendo en volumen y en vigor gracias a un intenso régimen de
“DECIDIDA “ CUÁL ERA LA CAUSA QUE MERECÍA SU APOYO, TODO MARGEN DE CLAUDICACIÓN LE PARECÍA INACEPTABLE. AUN CUANDO LAS FUERZAS ENEMIGAS FUERAN SUPERIORES. CON MAYOR RAZÓN CUANDO LAS FUERZAS ENEMIGAS ERAN SUPERIORES .
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rutinas en el gimnasio y consumo de suplementos alimenticios. Su filosofía de madreador también había evolucionado. Si antes era para todo efecto práctico un bully, un gandalla, un abusador, a su nuevo personaje lo distinguía un vago espíritu beneficente. Ahora, según eso, no buscaba los pleitos pero tampoco los rehuía y su disposición a la violencia se alineaba de manera invariable por el lado de la justicia. Sólo que dónde pudiera radicar la justicia dependía por entero de su propia percepción. Que solía acusar un marcado sesgo por el bando de sus valedores. Sea como haya sido, una vez decidida cuál era la causa que merecía su apoyo todo margen de claudicación le parecía inaceptable. Aun cuando las fuerzas enemigas fueran superiores. Con mayor razón cuando las fuerzas enemigas eran superiores. La verdad es que nunca tuvimos mucho en común, pero ese tozudo sentido de la lealtad me resultaba entrañable. Más que nada porque me incluía. Después de una vida entera de figurar casi siempre en el campo de las víctimas de sujetos así, no me parecía del todo mal tener ahora alguno de mi parte, sobre todo en un ecosistema como el que habitábamos entonces, dominado ampliamente por energúmenos de similares inclinaciones. Claro que eso implicaba cierta reciprocidad. Cuando menos, cerrar filas con él en situaciones como la que se nos presentaba. En la que por fortuna contábamos con la superioridad numérica, pues el deudor insolente sólo estaba acompañado por un sujeto más bien escuálido, lo que incrementaba en principio, entre otras cosas (todas ellas favorables), la probabilidad de que asumieran una actitud conciliadora. Que ni el Negro ni yo fuéramos a pesar gran cosa en caso de una eventual refriega era algo que ellos no podían saber. Lo que nosotros no podíamos saber era que el tipo más bien escuálido llevaba una pistola fajada en la cintura, debajo de la camisa, que blandió en cuanto nos tuvo cerca, alertado sin duda por su
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compinche en cuanto a la naturaleza de nuestra motivación, al tiempo que nos conminaba de mala manera a dejar de chingar a su cuate y sacarnos mucho a la verga. Para mi gusto, la súbita irrupción de un arma de fuego daba por zanjada la disputa, cuando menos en aquel momento. Nadie nos podía reprochar que reculáramos frente a la posibilidad concreta de recibir un balazo, una serena mañana de sábado en plena Plaza del Sol. Lo determinante en este caso, sin embargo, era lo que pudiera parecerle a Fonseca, a quien acaso previsiblemente nunca le llegó a parecer que la presencia de una pistola en manos de su antagonista tuviera por qué disuadirlo de su legítimo reclamo. Lo que siguió fue un diálogo que podía ocurrir en una película de matones: Fonseca con una sonrisa en los labios tratando de hacerle ver al tipo de la pistola, en un tono de estudiada cortesía, que el asunto que nos había llevado hasta ellos no le concernía en lo absoluto; el tipo de la pistola advirtiéndonos con expresión homicida que era policía judicial y estaba a punto de perder la calma; yo tomando a Fonseca por el brazo y conminándolo con alguna insistencia a que nos sacáramos, efectiva e inmediatamente, mucho a la verga, mientras sentía que las piernas se me volvían de goma. El intercambio duró muy poco, pues en el momento más inesperado, con admirable sentido de la oportunidad, Fonseca se abalanzó sobre el tipo y comenzó a forcejear con él. Lo que vino después también pareció de película: la típica escena en la que dos maleantes ruedan por el piso mientras tratan de arrebatarse un arma. Un arma que de pronto se pierde entre sus cuerpos y de pronto aparece en el extremo de sus brazos extendidos, aferrada por una confusión de manos, apuntando en todas direcciones. También eso duró muy poco, pues una vez inmersos en el cuerpo a cuerpo, la superioridad física de Fonseca prevaleció enseguida. Suprimida la pistola, a mi amigo no le pareció excesivo reventarle la boca al pretendido judicial de dos o tres puñetazos. A mí tampoco. Es un lugar común decir que en este tipo de situaciones el tiempo parece detenerse y todo cobra la textura vidriada de los sueños. Pero lo cierto es que sucede algo muy similar. Cuando salí de la burbuja, del deudor renegado no quedaban ni sus luces, el Negro se había parapetado detrás de una columna de concreto y Fonseca tenía a su contrincante prendido por el cuello con una mano mientras apretaba la pistola con la otra. Lucía, por decir lo menos, agitado, así que me pareció prudente pedirle que me diera la pistola. Para entonces, el talante del supuesto judicial había mutado por entero. Ahora era un manso corderito que confesaba entre balbuceos que no era judicial de verdad, que en realidad era sólo un madrina y que la ira de sus jefes iba a ser irrefrenable cuando se enteraran de que había perdido
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“EN “ EL CUERPO A CUERPO, LA SUPERIORIDAD FÍSICA DE FONSECA PREVALECIÓ ENSEGUIDA. SUPRIMIDA LA PISTOLA, A MI AMIGO NO LE PARECIÓ EXCESIVO REVENTARLE LA BOCA AL PRETENDIDO JUDICIAL DE DOS O TRES PUÑETAZOS. A MÍ TAMPOCO . la pistola. Culpaba de todo a su mal amigo y peor deudor, que le había planteado las cosas de cabeza, con retorcidos embustes. Se le había vuelto evidente que éramos gente buena y nos pedía, nos suplicaba, que nos alivianáramos. Ése era el término que repetía: aliviánense.
HÉCTOR TOLEDANO (Ciudad de México, 1962) es escritor, traductor, articulista y editor. Entre sus libros publicados figuran Las puertas del reino (2005), La casa de K (2013) y Lara (2017).
LA COSA NO ERA tan simple. Tampoco podíamos devolverle su pistola sin más a un sujeto que nos acababa de amenazar con ella. No había otras personas a nuestro alrededor. Si alguien presenció los hechos tomó de inmediato la sabia decisión de ocuparse de sus propios asuntos. Incólume en su papel de ciudadano modelo, enérgico partidario del orden establecido, Fonseca propuso que buscáramos a un policía de verdad y pusiéramos las cosas en sus manos. Fue en ese momento cuando traté de fajarme la pistola en la cintura y caí en la cuenta de que no se sostenía en el elástico de los pantalones de deporte. Las pistolas pesan más de lo que uno se imagina, como descubres con cierta sorpresa cuando agarras una. Así que empezamos a deambular por el centro comercial en busca de un policía, cuete en mano. No podíamos saber que anticipábamos, cuando menos por veinte años, el famoso performance de Francis Alÿs. Sólo que a diferencia de lo sucedido durante su acción directa, nadie se metió con nosotros en ningún momento. La gente que se cruzó en nuestro camino o no vio nada o prefirió no ver. Tampoco encontramos a ningún policía. Tal vez porque no lo buscamos con la suficiente determinación. Conforme pasaba el tiempo y nos volvía la claridad de juicio, menos favorable se nos presentaba la perspectiva de poner el escabroso asunto en manos de la autoridad. No sólo porque a lo largo de nuestras vidas se nos inculcó con insistencia y la experiencia nos fue confirmando de diversas formas que rara vez conviene ponerse, por la razón que sea, en manos de la autoridad, sino porque llevábamos prendido del cuello, con el rostro ensangrentado, en calidad de detenido, justamente a un pretendido integrante de la susodicha autoridad, por informal que fuera. Los tres éramos menores de edad,
estábamos en flagrante posesión de una escuadra nueve milímetros y carecíamos de testigos independientes que pudieran corroborar nuestra historia. Así que como tantas otras veces en situaciones similares, que involucran potenciales rupturas del estatuto legal, el asunto terminó por resolverse a través de una negociación entre los ciudadanos y algún incierto representante de la equívoca, tentacular y siempre vagamente amenazante esfera de incidencia del Estado. En la que lo único atípico era que por una vez en la vida los ciudadanos teníamos la sartén por el mango y podíamos imponer condiciones. La negociación derivó en un plan para devolverle su pistola al agresor sin dejar margen alguno para que nos hiciera daño con ella. Plan que no hace falta describir en detalle, que funcionó como esperábamos y me permitió constatar que la pistola estaba cargada y el coche del sujeto era efectivamente un coche de judicial: un lanchón en el orden de los Galaxy, los Impala o los Grand Marquis de aquellos tiempos, sin placas y con radio de onda corta. El tipo de vehículo favorecido por el sistema para poner a circular a sus emisarios, oficiales o no, con el propósito manifiesto de preservar el orden y el apenas solapado de propagar el terror. El tipo de vehículo favorecido igualmente por sus antagonistas armados, reales o supuestos, que también pululaban por aquel entonces. El tipo de vehículo que todos habíamos aprendido a temer. Unos días más tarde, ya calmadas las aguas y liquidado el dinero motivo de la disputa (a velocidad instantánea, ahora sí, tras haber constatado los niveles de locura que podía alcanzar la ira justiciera del Tomatín) me pareció procedente señalarle a Fonseca, en ese tono de reconvención fraternal que debe usar en ocasiones cualquier amigo que se precie de serlo y sin dejar de reconocer la naturaleza prominentemente heroica de su intervención, que acaso había corrido, y nos había hecho correr, riesgos innecesarios. El dinero no era tanto. Hubiera podido cobrarlo después. De haber salido algo mal, las consecuencias hubieran sido desastrosas. Fonseca me respondió, sin pensarlo demasiado, que se había
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dado cuenta enseguida de que el tipo sólo estaba fanfarroneando, que resultaba evidente que sólo usaba su pistola para amedrentar, que no tenía los huevos para dispararla.
NO QUISE PONER en entredicho sus
poderes de inducción psicológica, ni detenerme en la temeridad de apostarles la vida, pero insistí en que aún así, en medio del forcejeo, pudo haberse ido un tiro para cualquier lado. Para el suyo, en particular (asumí que ese lado le pesaría más que el nuestro). Entonces me confesó que un día en la iglesia escuchó la voz de la Virgen. Y la Virgen le dijo que él no iba a tener una muerte violenta. Que hiciera lo que hiciera, su vida no iba a terminar así. La Virgen en persona. No mamadas. Por eso picaba pleitos con tanta desenvoltura. Por eso nunca daba un solo paso hacia atrás. Era dueño de un blindaje metafísico. Una póliza de seguro supraterrenal. Comencé a cuestionarme como nunca si tenerlo de mi lado abonaba en favor de mi seguridad o todo lo contrario. No era la primera vez que teníamos algún roce con personas armadas. Tampoco sería la última. Unas semanas después, me invitaron a una fiesta en la colonia Americana. Acababa de llegar y salía de la cocina después de servirme un trago cuando me topé de frente con un tipo apenas mayor que yo, que llevaba una ametralladora casi pegada al pecho. Tardé algunos segundos en descifrar la imagen. Había una incongruencia inherente entre la juventud del mozalbete y el hecho de que trajera en las manos esa clase de artefacto letal. El sujeto que venía a su lado me apartó de su camino con el antebrazo, sin mayor violencia. Estaban buscando a alguien. Ese alguien no era yo. Decidí dejar mi trago sobre una mesa y caminar con calma hacia la puerta de entrada. Una vez en la calle lo único que me nació fue echar a correr. Había torcido la esquina cuando escuché tres disparos que me movieron a correr más rápido y a esconderme dentro de una jardinera. El pánico me dominaba. Lo único que cabía en mi cabeza era la convicción de que estaba a punto de ocurrir una masacre. Tal vez porque no era raro que las hubiera. Y porque los muertos eran casi siempre jóvenes como yo. Cuando regresé a la casa de la fiesta, avergonzado en alguna medida por mi cobarde reacción, no del todo convencido de que hubiera sido exagerada, aliviado de cualquier manera de que nadie la hubiera visto, me enteré de que el rapaz con la ametralladora era uno de los juniors de la célebre familia Zuno. Al parecer, un poco antes de que yo llegara se había hecho de palabras con otra persona, que le dio una cachetada o algo así. Mientras él iba por su ametralladora, el otro tuvo la buena idea de abandonar el lugar. Los disparos que escuché los habían hecho al aire, a manera de despedida, antes de partir en sus coches rechinando llanta. A nadie se le ocurrió llamar a la policía. Es probable que a varios se les
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El Cultural
“SUS “ MÁS RECIENTES ENFRENTAMIENTOS DERRAMARON RÍOS DE SANGRE EN LAS SALVAJES DISPUTAS ESTUDIANTILES QUE DISTINGUIERON LA DÉCADA QUE ESTABA POR CONCLUIR. TODOS SE DECÍAN SOCIALISTAS Y TODOS SE MATABAN ENTRE SÍ . haya ocurrido, expresamente, no llamar a la policía. Los Zuno eran una de las grandes familias de caciques políticos del estado. El fundador de la dinastía había sido gobernador. Su hija acababa de ser Primera Dama de la República. Unos años más tarde, otro de sus hijos sería condenado en Estados Unidos por el secuestro, tortura y asesinato de Enrique Kiki Camarena, un agente de la DEA infiltrado en el país. Tal era el amplio espectro de las actividades político-criminales que ocupaban a la familia. Varios otros apellidos poseían el aura suficiente para inducir terror inmediato. Un surtido de clanes políticos mantenían sus grupos armados, clanes que enterraban sus raíces en la violencia de la revolución. Sus más recientes enfrentamientos derramaron ríos de sangre en las salvajes disputas estudiantiles que distinguieron la década que estaba por concluir. Todos se decían socialistas y todos se mataban entre sí. Componían un batidero indescifrable cuyos más prominentes cabecillas fluían sin dificultad entre los grupos estudiantiles de choque, las diversas policías estatales y federales, ciertos fantasmales escuadrones ligados con el ejército y la franca delincuencia más o menos descarada. Un modelo de control político que vivía sus últimos años y que pronto dejaría su lugar, con un modus operandi prácticamente idéntico, al modelo narco.
TENGO OTRO RECUERDO de aquellos años. A unas cuadras de mi casa, dos autos protagonizan un incidente de tránsito menor. Sus ocupantes se insultan. Comienza una persecución por las calles de nuestra colonia. El auto perseguido llega hasta las puertas de un hotel y sus ocupantes tratan de refugiarse en su interior. Los del auto que los persigue van tras ellos y los matan a balazos como perros, a la
vista de todos, en pleno lobby de uno de los hoteles emblemáticos de la ciudad (en la proximidad inmediata, justamente, de Plaza del Sol). Es sin duda una de las primeras veces que un incidente de esa naturaleza involucra entre nosotros a la nueva categoría de rufián, el narco, que hasta entonces se creía restringida a las barbáricas serranías de los estados del norte. Todos los chicos asesinados eran miembros de familias de la clase media. Ninguno alcanzaba la mayoría de edad. Entre ellos se encontraba el hermano menor de Mancilla, un compañero de clase. Mancilla y yo no éramos amigos, pero habíamos asistido a la misma escuela desde la primaria. Al igual que otro de sus hermanos y uno de los míos. Nuestras madres no eran propiamente amigas, pero se habían tratado durante años y se querían bien. El incidente se condensa en mi memoria en la imagen de mi madre llamando por teléfono a la madre de Mancilla para darle el pésame. Sin duda, con la mezcla de alivio y de culpa que deriva de saber que el rayo que cayó en la casa de junto pudo haber caído en la tuya. Una madre cumpliendo con la terrible tarea de intentar apoyar a otra madre en su tránsito por la peor de las pesadillas posibles, de hacerle sentir su presencia en la más impenetrable soledad. Esta clase de escenas se repetían entonces y se siguen repitiendo en multitud de hogares. Relativamente poco, sin embargo, en hogares como el nuestro. En una sociedad que todo lo condiciona en términos de privilegio, el principal privilegio tiene que consistir en que no te maten a tus hijos por cualquier pendejada. Supongo que al hermano de Mancilla nunca le habló la Virgen. Como a tantos miles de sus compatriotas, le faltó ese imprescindible enlace directo con el corazón de la divinidad.
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Este breve texto se pregunta qué significados implica el incendio de un monumento de las proporciones históricas, artísticas y arquitectónicas de la catedral parisina, el que hace unas semanas vimos a través de las pantallas, incrédulos, envuelto en llamas. El recuento aborda la relevancia tanto para Francia como para el resto del mundo de los tesoros que contiene ese recinto, de la historia que ha contemplado cada una de sus piedras y de los riesgos que puede conllevar esta tragedia.
NOTRE-DAME Y LAS CENIZAS
1.
“Fue como ver morir a una persona”, escribe Michael J. Crosbie, doctor en arquitectura, reconocido historiador y crítico en la materia y, como lo demuestra en Houses of God: Religious Architecture for a New Millennium (2006), un pensador fascinado por la relación entre la arquitectura y lo sagrado. Sí, todos sabemos que eventualmente toda construcción será destruida, pero no es lo mismo entenderlo de manera abstracta que constatarlo. En el caso de la Catedral de Notre-Dame fue particularmente doloroso sentir que con las llamas se consumía la historia, no como un concepto abstracto, sino como la suma de vidas que la construyen. Cientos de manos y voluntades reunidas para embellecerla y hacerla perdurar, objetivadas en la techumbre que su esfuerzo levantó, en la piedra labrada, en los metales que la mano hizo florecer durante años y siglos de anhelo y trabajo que se perdieron en unas cuantas horas. Y un templo, que por definición quiere ser un espacio intemporal —la casa de Dios—, hecho para soportar el peso de los siglos, parecería estar exento de la posibilidad de una catástrofe. Así sea como un mero resabio ancestral, el mito de la divinidad influye de manera muy profunda en la conciencia social. Es fácil imaginar a Baudelaire visitando Notre-Dame para ver los enormes cuadros de antiguos pintores de la corte como Charles Le Brun o Laurent de la Hyre, lo mismo que a tantos otros artistas que debieron recorrer la catedral y examinar con reverencia cada rincón. No fue siempre tan venerada como ahora (incluso por los no creyentes) ni fue siempre sitio de veneración: durante la Revolución Francesa se le arrebató su custodia a la iglesia, vieja aliada de la monarquía, para convertirla, en noviembre de 1793, en un “Templo de la Razón”. Volvería a manos de la iglesia católica hasta 1802, cuando Napoleón se reconcilió con el Vaticano. Decenas de pintores han retratado Notre-Dame —de Maximilien Luce y Paul Signac a Matisse y Picasso—, que asimismo ha sido escenario de luchas y conflictos, motines y transformaciones
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RAFAEL VARGAS
que fuera de Francia y de quienes estudian su historia, ahora apenas se recuerdan. Pero el incendio hizo evidente que Notre-Dame —a cuatro décadas de cumplir novecientos años de edad— es parte fundamental no sólo del paisaje parisino, sino del horizonte cultural de Occidente.
2. Joya en sí misma, la Catedral ha sido también depositaria de un enorme número de tesoros culturales, artísticos y religiosos por cuya suerte muchos se preguntaron apenas se difundió la noticia del incendio, que hacía temer una pérdida, si no total, sí de muy grandes proporciones. Para tranquilizar a quienes seguían el desarrollo del siniestro, pronto se dio a conocer que buena parte de los objetos más preciados del acervo de la Catedral se hallaba a salvo en el Hôtel de Ville, sede del Ayuntamiento de París. Algunos señalaron que se trataba de un rescate más bien escaso, aunque entre los objetos salvados se encuentran piezas que son esenciales para los creyentes: la Corona de Espinas de Cristo, que Luis IX de Francia —o San Luis, como se le llama comúnmente— compró a cambio de una fortuna a Balduino II , último emperador latino de Constantinopla; uno de los clavos de la crucifixión y un trozo de su cruz, la túnica del propio San Luis. Pero al margen de tales reliquias, algunas estatuas y un centenar de objetos litúrgicos de oro, no se sabe con certeza qué tantas cosas quedaron intactas y cuáles sufrieron daños de muy diverso grado.
Vitral de Alfred Gérante, 1865.
Los maravillosos vitrales, al parecer, podrán recuperarse por completo, lo mismo que las numerosas esculturas de mármol, madera y otros materiales que se hallan en el interior —aunque muchas tallas de madera se vieron afectadas por la gran cantidad de agua que se usó para combatir el fuego. Y como persiste el riesgo de que algunas estructuras del edificio se colapsen, todavía pueden registrarse daños considerables. En un artículo que puede leerse en línea (https://www.telerama.fr/scenes/ notre-dame-le-tresor-et-les-toilessauves-des-flammes,n6217972.php) centrado en el rescate de los tesoros de Notre-Dame, Olivier Cena, crítico de arte del semanario Télérama, señala: Nadie habló de las pinturas. Probablemente porque la catedral, a diferencia del duomo italiano, no debe su reputación a obras maestras esenciales: el saqueo, las modas, la Revolución y las renovaciones del siglo XIX dirigidas por Viollet-le-Duc la han despojado de algunas de sus maravillas. Queda lo que llamamos los mayos, grandes lienzos del siglo XVII (más de 3 x 2 metros) donados a la catedral como ofrenda cada primero de mayo por el gremio de los orfebres, uno de los gremios de artes más poderosos de aquel siglo. Había setenta y seis; quedan trece. Los otros se perdieron o se distribuyeron en diversos museos franceses después de la Revolución. (Traducción mía). Sólo al paso del tiempo se sabrá cuál es la verdadera magnitud del daño causado por las llamas. Pero la sola quema del techo de Notre-Dame representa una catástrofe, pues al fundirse las trescientas toneladas de plomo empleadas en su construcción el terreno ha quedado seriamente contaminado; incluso las partículas que se dispersaron en el aire ponen en riesgo la salud de los habitantes del entorno, quienes ya han recibido indicaciones sobre lo que deben hacer para protegerse. En la limpieza y recuperación de la catedral, tanto de su acervo como de las viviendas aledañas no bastará con pasar un trapo mojado.
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L A N OTA NEGRA Por
FRANCISCO HINOJOSA @panchohinojosah
PRAGA LA CANCIÓN # 6 Por
ROGELIO GARZA @rogeliogarzap
DICK DALE: S U R F B E AT
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SI ME VEO EN EL ESPEJO me engento.
Aunque he ido muchas veces a estadios y cines, prefiero ver un partido o una película en la televisión. Todos me lo advierten: no es lo mismo. Lo sé. En cambio sí voy a teatros o salas de concierto sin perturbarme de más. Y por supuesto he hecho viajes a ciudades abarrotadas de turismo. Lugares como Florencia, Toledo, el Taj Mahal o el Coliseo Romano están llenos los 365 días del año. Machu Picchu admite a un número determinado de visitantes por día y Venecia está a punto de limitar la entrada de turistas a la Plaza de San Marcos. Lo cuento porque recientemente estuve en Praga con mi esposa. Nunca imaginé que la capital checa atrajera a tal masa de gente. Hay que armarse de paciencia para cruzar el medio kilómetro que tiene el Puente Carlos sobre el río Moldava, que terminó de construirse a principios del siglo XV. Entre los paseantes, los vendedores y los artistas callejeros, el tráfico humano sólo es comparable con el caos vial que causa en la Ciudad de México una marcha de la CNTE. Antes de cruzarlo hay que detenerse a ver lo que varios cientos de personas esperan como uno de los atractivos de la ciudad vieja: un reloj astronómico que cada hora (en punto) hace desfilar por dos ventanitas que se abren a los doce apóstoles. Al lado, cuatro personajes más intervienen en el evento: la vanidad, la avaricia, la lujuria y la muerte, representada esta última por un esqueleto con un reloj de arena en la mano y con la otra en la cuerda que hace mover el badajo de la campana. Casi todos los presentes, hora con hora, ven el breve espectáculo a través de su ojo celular. Y una vez cruzado el puente habrá que subir cuesta arriba para conocer el Castillo, la fortaleza medieval más grande del mundo. A pesar de tener una de esas tarjetas que permiten entradas gratuitas o descuentos para visitar diversos sitios de la ciudad, tuvimos que hacer largas filas para ingresar a la Catedral de San Vito, una edificación imponente de arquitectura gótica medieval. A uno de sus costados corre el Callejón del oro o de los alquimistas. Se trata de un caserío antiguo que alberga tiendas de ropa y regalos, además de algunas muestras de cómo vivían sus habitantes. En una de esas casas, la número 22, muy pequeña por cierto (15 metros cuadrados), vivó durante un par de años Franz Kafka (ahora es una librería
LA ÚLTIMA OLA para El rey de la guitarra surf llegó el 16 de marzo pasado, a los 81 años, tras una serie de enfermedades tan larga como su estela musical, de la que descienden todos los grupos de surf: los pop (Beach Boys), los popofs (Aqua Velvets), los garage (Man or Astroman?) y los punks (Agent Orange). Fue el creador de un estilo, del instrumento y el equipo de amplificación para tocarlo, así como del surfeo de las caderas llamado stomp. Desde su tabla empapó al rock con un sonido, una estética y una técnica que llevó al desarrollo de la tecnología sonora hacia nuevos horizontes, adonde nadie había llegado. La primera oleada de surf llegó con los grupos de rock instrumental del sur de California a principios de los sesenta, cuando Dale desató la furia en el Salón Rendezvous y envolvía a los asistentes en el vértigo acuático que salía de su Fender Stratocaster. Tocaba más de quince instrumentos de cuerda, percusión y viento, pero era un guitarrista zurdo excepcional que fusionó el rock y la música libanesa, árabe, española, rusa y mexicana, en un coctel ecléctico y explosivo. Quería representar con música el poder natural del océano y desarrolló una técnica que definió como “una ametralladora de stacatto y picking” sometido al trémolo, a la reverberación y al volumen. Pero la intensidad del tsunami se desbordaba, derretía los amplificadores y las plumillas. Leo Fender fue a escucharlo en vivo para medirle el sonido a los amplificadores y juntos crearon la Stratocaster para zurdo que llevó su nombre, más robusta y con cuerdas más gruesas. Y el Showman Amp, un súper amplificador de cien watts con bocina de quince pulgadas, diseñada para dar el mayor volumen posible. En el proceso de romper las barreras del sonido
Fuente > miviaje.com
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TUVIMOS QUE HACER LARGAS FILAS PARA INGRESAR A LA CATEDRAL DE SAN VITO, UNA EDIFICACIÓN IMPONENTE DE ARQUITECTURA GÓTICA MEDIEVAL . especializada en las obras del autor checo). Y aunque no escribió allí El castillo, sí lo hizo con el conjunto de cuentos de Un médico rural. Así describió su morada el propio Kafka: “tan pequeña, tan sucia, tan inhabitable. Con todos los defectos posibles... Y la vida allí es algo tan especial, implica tener casa propia, cerrada al mundo...; salir por la puerta directamente a la nieve de la silenciosa callejuela” (citado por Julián Varsavsky, Página 12). Sin embargo, la tarjeta sí nos sirvió para asistir a un concierto de cámara en un recinto pequeño y para visitar el museo del Palacio Lobkowicz, al parecer de poco interés para el turismo, a pesar de exhibir obras de Velázquez, Brueghel, Canaletto y Rubens. Al día siguiente, otras largas filas para poder ingresar al cementerio judío. En las paredes de la entrada están escritos los nombres de miles y miles de judíos checos muertos durante el Holocausto. El desorden de las lápidas (unas doce mil), a pesar de tener su explicación, parecería una composición perfectamente diseñada. Se calcula que están enterrados allí, en varias capas, hasta cien mil muertos. La lápida más famosa es la del rabí Judá León (como lo escribe Borges), a quien se le atribuye la leyenda del Golem. En el mismo barrio judío visitamos varias mezquitas, de las cuales la española es sin duda la más vistosa. Afuera, el turismo al alza, desde el familiar hasta el hooliganesco, en una ciudad en la que el consumo de la marihuana y la absenta es cotidiano.
Fuente > feeltix.com
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INVENTÓ EL FENDER AMP REVERB PARA FILTRAR LA GUITARRA Y LA VOZ, EL ECO ERA SU SELLO PERSONAL . murieron quemados más de cincuenta amplis. Resultado: construyeron el Dual Showman Amp, con dos bocinas de quince pulgadas para un estruendo de doble wattaje. Hendrix, Page y Townshend fueron selectos usuarios. También inventó el Fender Amp Reverb para filtrar la guitarra y la voz, el eco era su sello personal. Todo eso le ganó otro título de nobleza rockera: El rey del Heavy Metal. Dale y sus Del-Tones (Art Munson, Bill Barber, Nick O’Malley, Richard Monsour y Rick Rillera) salpicaron al mundo hasta que se retiró en los setenta por los males que lo castigaron: cáncer rectal, fallas del hígado y el corazón, diabetes y problemas de espalda. Nada de eso impidió que retornara en los ochenta y desatara la segunda oleada surfera. Un regreso cinematográfico, en 1987 tocó “Pipeline” con Stevie Ray Vaughan para la película Back to the Beach de Lyndall Hobbs. Y en 1994, la estrepitosa “Miserlou” nos tomó a todos por sorpresa en el arranque de Pulp Fiction de Tarantino. Suficiente para quedarse en la cresta musical de aquella década. Karateka, vegano y ambientalista, tocó hasta sus últimos días para pagar las cuentas médicas. El doble rey ha muerto, larga vida al surf.
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NO FALTA DÍA en que no me pregunten, en una cantina, entrevista o parada del camión, si todo lo que escribo en mis crónicas es verdad. Que si no lo invento. Que de dónde saco tanto personaje estrafalario. Afortunadamente siempre hay testigos de los eventos que pueden con una mano sobre la Biblia jurar que los hechos sucedieron en la realidad. Uno de esos personajes que pueblan mis textos acaba de sacar un par de libros casi de manera simultánea (ya sabemos cómo son los tiempos editoriales): Adrián Román. También conocido como El Negro o La Paleta Payaso (por el afro que portó una temporada). Además de ser coprotagonista de algunos de mis debrayes, El Negro también es cronista. Y no cualquiera, uno pesado. Autor de uno de los mejores textos que he leído en los últimos años. Una crónica sobre el concierto de los Stones en Cuba. Y yo me preguntaba cómo era posible que a sus cuarenta años siguiera inédito. Técnicamente no era un autor novel, ya había publicado un libro de poemas. Pero a pesar de que es un excelente poeta, su potente voz, la más auténtica, se revelaría en el campo de la crónica. Adrián Román es uno de esos casos de gente (hay varios) que sin haberlo jamás considerado un día saltó de la poesía a la crónica con grandes resultados. Tenía todo lo que un buen cronista necesita, sólo le faltaba sentarse a teclear. Esta columna, este medio, quizá no debería albergar un comentario sobre El Negro y sus libros. Adrián Román era un antiguo colaborador de este suplemento, pero amenazó al contador con golpearlo si no le pagaba una crónica. Pero El Negro no puede expedir facturas porque se peleó con Hacienda. Ante el calvario burocrático que nos impone el gobierno, algunos, en este caso él, truenan. Y no los culpo. A mí me encantaría, no puedo, tengo una colegiatura que pagar. Pero como decía Hunter S. Thompson, la diferencia radica no en loco o cuerdo, sino entre funcional y disfuncional. Y en la mayoría de sus crónicas El Negro es funcional, a veces deslumbrantemente funcional. Y eso es lo único que debe importar. Él es un autodidacta, como yo, ha sido carne del subempleo y ha chambeado tanto en la luz como en la oscuridad. De burócrata pero también de chacharero. Y sus textos están poblados de lo que ve en las calles. La vida nocturna, los excesos, los inválidos sociales son sus temas, pero también los deportes. En tiempos en los que el prejuicio es norma la obra de un autor como Adrián Román es un respiro. Ante tanta literatura académica es necesario algo que desafíe el fascismo
Fuente > ninguem.mx
EL ALACRÁN FATIGA una rápida mudanza de nido. El traslado de cajas lo lleva a deconstruir la teoría de los demasiados libros: ¿son 500 el número ideal? ¿Tiene razón Marie Kondo y debemos dejar en el camino a los amados compañeros de tanto tiempo? ¿Tiene sentido, en la era de la civilización digital, acumular moho y polvo en una mediana biblioteca personal? El escorpión se sacude estas cavilaciones al encontrar al fondo del librero, producto de una extraña confabulación de fuerzas (¿intelectuales, sociales, políticas?), la foto de su primera peregrinación a la calle de San Simón, en la colonia Portales. La imagen de su visita inaugural a la casa de Carlos Monsiváis, quien este 4 de mayo cumplió 81 años. La luz otoñal de 1979 iluminaba apenas la penumbra del estudio atiborrado de libros, fólders, sobres y papeles del ubicuo cronista cultural quien, disimulado, acariciaba un gato. El venenoso estaba ahí para denunciar la injusticia de haber sido despedido, junto con otros compañeros, de la radio más charanguera del cuadrante de aquellos años setenta (por cierto, un despido fraguado por el hoy renacido director del Canal 11 de televisión). A partir de aquel día, el arácnido volvió irregularmente a la calle de San Simón a dejar sus notas, escritos y ensayos en el buzón o en las manos del propio Monsiváis, primer editor del escorpión en La Cultura en México, suplemento de Siempre!, allá por 1983. El venenoso recuerda la imprudencia de haber provocado un “momento Monsivás”, cuando marcó el teléfono del intelectual a las 9 de la mañana y al escucharlo dormido preguntó: “Perdón, Carlos, ¿te desperté?”, a lo cual con voz ronca repuso: “No, estaba leyendo El Capital”. Esta amistad, basada en soberbias y divertidas conversaciones, la edición de algunos ensayos del arácnido
Fuente > youtube.com
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EL LIBRO INCLUYE
EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO Por
STONES EN CUBA,
CARLOS VELÁZQUEZ
UN TEXTO QUE DEBE
@charfornication
LA CRÓNICA DE LOS
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HACER ESCUELA . moral. Ya lo decía Guillermo Fadanelli: la literatura no debe ser un cesto de estambre. Y en eso se ha convertido el noventa por ciento de la escritura que se produce en el país. Por eso es digno de celebración que El Negro haya sacado este par de libros: Pinche Paleta Payaso (Discos Cuchillo) y La noche del Sandunga (El Salario del Miedo, 2018). También lo señaló Jane E. Carrol en la intro a la edición en español de su biografía sobre Hunter S. Thompson: “¿Cuándo fue la última vez que vieron a la juventud intentar algo más iconoclasta que bloquear a alguien en Facebook? Me temo que la Generación Millennial necesita conectar un poco con su Hunter Thompson interior”. La buena onda no crea buenos libros. Decía Norman Mailer que lo más difícil de un escritor es lidiar con su mal humor. Agréguenle el humor del adicto en la eriza. Un buen escritor es una persona difícil, El Negro no es la excepción, pero aquellos que han estado con él en la calle saben que es la mejor compañía que se puede elegir para atravesar el fuego. Sus libros son documentos valiosos que registran la descomposición del tejido social de estos días que nos tocó vivir. A La noche del Sandunga le hace falta una apretada de tuercas, que el editor le hubiera hecho sugerencias, ahorrarse un par de textos, buscar un mejor título, es uno de esos casos en que el autor le queda grande al editor, pero tiene textos que son un madrazo. Pinche Paleta Payaso incluye la crónica de los Stones en Cuba, un texto que debe hacer escuela. Que debe servir de ejemplo de cómo escribir una crónica. Qué gran noticia es que estos libros de Adrián Román estén ya disponibles. Esperemos que no le pase lo mismo que a Syd Barret o a Parménides García Saldaña. Que su estilo de vida lo mantenga con vida el tiempo suficiente para que dé el estirón como cronista y vomite todos esos libros que lleva dentro. Ojalá en el próximo mundial tenga oportunidad de tomarme una chela y una raya con él.
EL ARÁCNIDO VOLVIÓ IRREGULARMENTE
THE NEW KID IN TOWN EL SINO DEL ESCORPIÓN Por
SIMÓN A DEJAR SUS
ALEJANDRO DE LA GARZA
ESCRITOS Y ENSAYOS
@Aladelagarza
A LA CALLE DE SAN
EN LAS MANOS DEL PROPIO MONSIVÁIS . y eventuales saludos en ferias o presentaciones de libros, animan el recuerdo en el arácnido, cuya formación en el periodismo cultural se debe en muy buena parte a títulos como Días de guardar, Amor perdido, Aires de familia y otra veintena de libros de crónica y crítica cultural, firmados por Carlos Monsiváis. El venenoso también tiene presente el más célebre y polémico encontronazo de la cultura mexicana, protagonizado, a decir del propio Carlos, por El boticario Octavio Paz y El ocurrente Monsiváis: las recetas vs. las ocurrencias. Un debate definitivo en varios sentidos para las letras y la cultura mexicanas que tuvo lugar en el semanario Proceso, mediante cartas cruzadas de diciembre de 1977 a enero de 1978. Mientras reacomoda sus libros en su nueva grieta en el muro, el alacrán revive tristón la popular despedida del escritor, ese aclamado paseo en carroza por las zonas de la urbe tan bien descritas por él, y se pregunta qué diría Monsiváis de la situación actual de México.
FELIZ CUMPLEAÑOS, C ARLOS...
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A más de dos siglos de su nacimiento, Edgar Allan Poe permanece como figura fundamental de la literatura moderna, lo mismo en su ejercicio que en su estética o filosofía. Autores y formas de abordar el quehacer literario —de la narrativa a la poesía— confirman la vigencia de su obra, así como la atención de los lectores y el modo en que su influjo persiste. Como ejemplo está la novela reciente sobre Poe que ha publicado Bernardo Esquinca y es motivo de esta conversación.
Bernardo Esquinca
EL ESPÍRITU MACABRO DE EDGAR ALLAN POE ALEJANDRO GARCÍA ABREU
A
210 años del nacimiento de Edgar Allan Poe (Boston, 1809 - Baltimore 1849), Bernardo Esquinca le rinde homenaje en Las increíbles aventuras del asombroso Edgar Allan Poe (Premio Nacional de Novela Negra Una vuelta de tuerca, Almadía, 2018). En su historia, Poe —reconocido precursor de la novela policiaca moderna y del relato detectivesco, así como por amalgamar en su literatura lo macabro con el terror y la poesía— aparece en su juventud y también como un adulto. Esquinca advierte que se trata de un libro de ficción basado en hechos y personajes históricos; movió de su fecha original y reelaboró algunas situaciones que en realidad ocurrieron con la intención de acomodarlas en la trama. El resultado es una espléndida novela-tributo en la que palpita la angustia del escritor nacido en Boston. En entrevista, el autor jalisciense conversa, entre otros temas, sobre Lord Byron y su influencia en Poe, el trabajo con el ilustrador Mario Rivière y la posibilidad de lo fantástico. Escribes: “Se quedó mirando, como todas las noches, el retrato de Lord Byron que había pintado con carbón en el techo. Le gustaba quedarse dormido mientras contemplaba la imagen de su héroe”. ¿Qué opinas de la vida y obra de Lord Byron en función de Poe? Lord Byron era su ídolo de juventud. Admiraba su espíritu romántico y su valentía, además de su escritura. Para él era una figura tutelar. Su presencia me sirvió para mostrar los ideales tempranos del joven Poe, en comparación con el adulto que también vemos en la novela, ya doblegado por la vida. Escribes: “Edgar llevaba largo tiempo mirando a través de la ventana del tren. En realidad no ponía atención en el paisaje exterior, sino en el interior”. ¿Qué significado literario le das al viaje en tren? Es justamente el momento en el que Edgar comienza a recordar su adolescencia. En realidad, ese viaje en tren me sirvió de puente para unir las dos historias: la del joven que pasa un año en la Universidad de Charlottesville, que en ese momento tiene el futuro por delante, y la del adulto que varios años después deambula atormentado y melancólico por las calles de Nueva York.
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El Capitán Costentenus fue un personaje real, como mencionas, parte de la corte de freaks que tenía P. T. Barnum en su museo-espectáculo. Tenía todo el cuerpo tatuado y eso me sirvió para rendir un homenaje a otro de mis escritores favoritos: Ray Bradbury. Por eso la mención a El hombre ilustrado, con aquel ser magnífico cuyos tatuajes se ponían en movimiento para contar historias.
Ilustración de Mario Rivière en Las increíbles aventuras del asombroso Edgar Allan Poe.
¿De qué manera contrastas el paisaje exterior con el paisaje interior? Es una idea muy ballardiana: el paisaje interior es la mente de los personajes y el exterior, una proyección de ésta. “Nos vengaremos de la muerte”, se lee en un pasaje. ¿Escribes contra la muerte? Creo que escribo contra el aburrimiento, y el aburrimiento puede matarnos o consumirnos, al menos. Entonces la respuesta es sí: escribo contra la muerte. Con 388 diseños en índigo y bermellón, el cuerpo del Capitán George Costentenus —personaje real— estaba cubierto por tatuajes casi en su totalidad. ¿De qué maneras vinculas el arte del tatuaje con la literatura?
“QUERÍA “ HACERLE UN HOMENAJE. PERO NO CONTAR LO QUE SE SABE DE SU BIOGRAFÍA, SINO IMAGINAR AVENTURAS EN LAS QUE SE PUDO HABER METIDO .
¿Cómo fue el trabajo con Mario Rivière, espléndido artista? Conocí su trabajo a través de la editorial La Felguera, para la que ha realizado ilustraciones. Me pareció ideal para ilustrar mi libro, porque su obra conjunta lo clásico con lo pop. Vi ilustraciones de él sobre el siglo XIX en las que capta muy bien el espíritu de la época, pero que están lejos de la solemnidad. Eso fue justo lo que le pedimos que hiciera para mi libro, y afortunadamente aceptó colaborar. Sin duda hizo un trabajo genial, muy lúdico. ¿Qué detonó la escritura de Las increíbles aventuras del asombroso Edgar Allan Poe y cómo se modificó tu percepción del escritor tras finalizar el libro? Poe fue el primer autor que leí con mucha atención en mi adolescencia. Su obra ha tenido un impacto importante en mis libros, así que quería hacerle un homenaje. Pero no quería contar las cosas que se saben de su biografía, sino imaginar las aventuras en las que se pudo haber metido, tomando en cuenta su espíritu macabro y el contexto histórico que le tocó vivir. Curiosamente, existen novelas de ficción sobre el paso de Edgar por la academia militar de West Point, pero nadie había escrito sobre su estadía en Charlottesville. Tras concluir el libro, el personaje se me volvió aún más familiar, tanto que desde entonces es simplemente Edgar para mí. “Lo imposible transformaba al mundo en un lugar más habitable”, escribes. ¿Cómo vislumbras esa transformación del mundo en un lugar más habitable gracias a lo imposible? La realidad que habitamos es muy vulgar, prosaica; la posibilidad de lo fantástico la vuelve más interesante. Creer en lo que está más allá de nuestros ojos siempre será mejor que conformarnos con la simplicidad de lo evidente.
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