NAIEF YEHYA
AVENGERS: ENDGAME
CARLOS VELÁZQUEZ MUSIC IS MY SAVIOR
ALEJANDRO DE LA GARZA ANSIEDAD FUNCIONAL
El Cultural N Ú M .
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[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]
POEMAS INÉDITOS
FABIO MORÁBITO
AMADO NERVO SIN FRONTERAS JULIA SANTIBÁÑEZ
PROMOCIÓN Y MEDIACIÓN DE LA LECTURA JUAN DOMINGO ARGÜELLES
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Según la poeta italiana Patrizia Cavalli, el escritor es una especie de cerrajero habilidoso, ejercitado en abrir candados a golpe de oído, pero consciente de que al hacer versos se vislumbra el fracaso. Uno puede retirarse sin haber destrabado la cerradura. O escrito el poema. Lo dice Fabio Morábito en el libro El idioma materno y viene a propósito de los poemas inéditos que ahora publicamos: antes de leerlos estábamos frente a una puerta cerrada. Al leer, la descubrimos entreabierta y miramos dentro.
POEMAS INÉDITOS FABIO MORÁBITO TAMBIÉN LOS MUDOS tienen al morir
CÓMO AGOTA hablar con un ciego.
una última palabra.
Te viertes todo tú en palabras,
Se puede ver a un mudo que pregunta
amputado de tu cuerpo, que él no ve.
con las manos a otro mudo
Sin gestos que la arropan, sin las manos,
qué dijo el mudo que murió
tu voz ya no es tu voz.
y el otro con las manos responderle
Tu voz ya no es tu voz
que el que murió no abrió la boca,
si eres la pura voz de lo que dices.
que se quedó mudo.
Hablé toda una tarde con un ciego
Porque también los mudos enmudecen
y terminé agotado, harto de mí, de oírme
y hay mudos taciturnos con las manos,
como él me oía, sin mis manos,
de quienes con las manos
y no creí ni una palabra de todo lo que dije,
se quejan entre dientes otros mudos,
y creo que él tampoco.
los mudos locuaces,
Esas palabras que salían
que todo lo que llega a sus oídos lo divulgan
carentes de algún gesto que les diera aliento,
con las manos, no obstante ser algunos,
eran palabras que alguien me dictaba
además de mudos, sordos,
y yo las repetía sintiéndome leído,
que han aprendido,
no escuchado,
si se les habla a su debido modo, a oír,
y nada agota tanto como ser leído.
como los mudos que serían del todo mudos
Yo estaba mudo como cuando escribo,
si no les fuera dado hablar a su debido modo.
cuando se deja todo en manos del estilo,
Y ahí van a su debido modo
que suple como puede, desesperadamente,
los sordomudos enterándose,
nuestras manos.
los mudos enmudeciendo.
Yo estaba como aquel
Hasta se ha visto a mudos dándose a entender
que andando solo por la calle se detiene
sin que tuvieran manos, es más, sin brazos,
porque no ve su sombra que se imprime
y los han visto nada menos que unos ciegos,
en las paredes ni en el piso.
que para eso de saber en dónde están parados se pintan solos. Fabio Morábito (Alejandría, 1955) es poeta, narrador y ensayista. Ha publicado los libros de poesía Lotes baldíos (1984), De lunes todo el año (1992), Alguien de lava (2002), Delante de un prado una vaca (2011) y la antología Ventanas encendidas (2012), entre otros.
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El próximo 24 de mayo se celebra el centenario luctuoso de Amado Nervo, cuya estimación a través de los años ha fluctuado del deslumbramiento y la popularidad al desdén. Sin embargo, contra el cargo de poeta anticuado, cursi o timorato que ha padecido, en sus nuevos lectores avanza una valoración distinta, como este ensayo que lo aborda desde tres flancos fundamentales de una lectura plena: el intelectual, el académico y el emotivo. Volveremos a Nervo en la próxima edición de El Cultural.
Amado Nervo
LAS FRONTERAS DE LA PALABR A JULIA SANTIBÁÑEZ
EXPLORADOR EN TODOS LOS ÓRDENES José Amado Nervo Ordaz nació en Tepic, en 1870. Tenía poco más de veinte años cuando dejó su casa y, con ella, la indolencia de aquella ciudad de fines del siglo XIX. Inauguraba así un itinerario que lo llevaría a Mazatlán, luego a explorar los límites de la capital mexicana y después los correspondientes de Francia, España, Portugal, Argentina, Uruguay. Acicateados por los periplos del escritor, sus textos emprendieron un camino propio: no sólo fue conocido en México. También, y mucho, por gente de a pie en América Latina y España. La travesía como cuestionamiento de los confines fue sello simbólico de su trabajo, porque dilató las fronteras entre géneros. Firmó por igual crónicas de bailes, notas sociales, novelas, cuentos, ensayos, poemas y hasta zarzuelas. El 24 mayo de 1919 murió en Montevideo quien ha sido uno de los autores mexicanos más internacionales (“nuestro as de ases”, según López Velarde). 2 Fungía como ministro plenipotenciario de nuestro país. Ahí en Uruguay le rindieron a Nervo aparatosos homenajes y al barco con su
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“A
los trece años, habíase enamorado ya de tres mujeres, cuando menos, mayores todas que él; de ésta, porque la vio llorar; de aquélla, porque era triste; de la otra, porque cantaba una canción que extraordinariamente le conmovía”.1 Así presentaba Nervo al protagonista de la novela El bachiller, muy en el tono del amante prototípico festejado hoy por cualquier mariachi: azotado, carnal, maniqueo, sufriente. Acaso por ello nos resulta tan cercano el poeta que emprendió un largo viaje físico y metafórico (nada equívoco), mismo que aún no concluye y nos roza con su aire alborotado. A su trabajo me asomo en las siguientes líneas.
Retrato de Amado Nervo, óleo sobre tela, por Jesús Helguera (1910-1971).
ataúd lo saludaron de forma desbordada en cada puerto a su paso. Ya en México, miles de fans —presumibles lectores o escuchadores suyos— lo recibieron en Veracruz para acompañarlo a la capital. Enterrado el 14 de noviembre en la Rotonda de los Hombres Ilustres, casi alcanzó seis meses de ceremonias. El suyo fue el cortejo fúnebre más populoso de la historia mexicana. Habría sumado la asistencia de unas 300 mil personas, según calcula Carlos Monsiváis en Amor perdido. 3 Eso significaría una concurrencia mayor que la reunida por Pedro Infante, María Félix o Cantinflas. Conviene subrayar que el celebrado no era estrella de cine o televisión, sino un versificador capaz de manejar el poema como elemento de cohesión social. Si es verdad que no podemos entender aquello que no tenemos palabras para nombrar, que requerimos del lenguaje para comprender y enunciar, ahí radicaría una arista fundamental de la penetración social de Nervo. Fue el primer nacional que trascendió el círculo culto de la lírica y se plantó, tajante, en la arena popular de inicios del siglo XX. A partir de versos avalados por el sistema educativo —era diplomático— y memorizados en las escuelas nos dotó de un
vocabulario que cuenta la felicidad del amor, el sufrimiento y las zonas intermedias. Un personaje de El donador de almas pregunta: “¿Por qué aman las mujeres a los poetas? Porque reconocen en los poetas ‘algo de ellas’”.4 Creo acertada la paráfrasis: ¿Cuándo ama la gente a un poeta? Cuando reconoce en él algo suyo. Eso ocurrió con el tepicense: fue el primer rockstar que-es-de-todos décadas antes de nacer el rock y convertido por sí mismo en un producto de mercadotecnia previo a que ésta existiera. Actualmente muchas parejas, algunos nerds y los señores de edad siguen acudiendo a él en ediciones baratas cuando sienten un incendio por dentro y necesitan decir cosas inflamadas como “Su diadema es una flor / y su collar dieciocho años”.5 También si quieren pronunciar frases grandilocuentes del tipo “sabed que soy feliz, pues fui querida, / que en una hora de amor viví una vida / y que a todos los vientos que encontrare / un mensaje daré para el Amado: / ‘Oh viento, gran suspiro perfumado, / ¡olvídeme de mí si le olvidare!”.6 La gente aplica con versos como estos aquello de la película El cartero de Neruda: La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita. Ese logro de Nervo no es menor.
LA CRÍTICA ANTE EL CURSI El próximo 24 de mayo recordaremos el centenario de la muerte de este escritor que, a lo largo de cien años ha hecho todo menos estar “en paz”, como pedía en uno de sus textos más conocidos. Aunque sus batallas se han desarrollado en varios frentes, la crítica sigue siendo uno de los más convulsos: va de la defenestración a la revaloración y de regreso. Algunos Contemporáneos lo tildaron de cursi, mientras Gilberto Owen le dedicó “Padre Nervo que estás en los cielos”7 y en “Muerte sin fin” de José
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Gorostiza se cuelan resabios de “La hermana agua”. José Emilio Pacheco advirtió cómo Octavio Paz y José Luis Martínez lo colocaron con otros en el infierno de los autores del “corazoncito de México”,8 si bien se retractaron. José Joaquín Blanco comenta que en varios poemas presenciamos un “simplismo expresivo y mental” y “las bodas de Baudelaire con [el padre] Ripalda”.9 En cambio, subraya que en los cuentos vibra un estilista “más complejo, culto y divertido”.10 Por su parte, Juan Villoro ha puesto el acento en la relevancia de Nervo para el sentimentalismo mexicano, para la conformación de los protocolos de nuestra expresión sensiblera, así como la influencia contundente que tuvo sobre Agustín Lara, puntal definitorio de la cultura lacrimógena latina.11 Y es que bien ha subrayado la doctora Lourdes Pacheco Ladrón de Guevara, de la Universidad Autónoma de Nayarit: “Nervo logró unir a Iberoamérica antes de que hubiera personajes de los medios de comunicación”.12 Entre otros estudiosos contemporáneos proclives al novelista de Mencía están Rosa Beltrán, Vicente Quirarte, Carmen Boullosa. Además destaca la labor de Gustavo Jiménez, investigador y director del sitio Amado Nervo, lecturas de una obra en el tiempo, y la de Eliff Lara, coeditor con Jiménez de la edición crítica de su Poesía reunida, publicada en 2010. Así, el escritor resulta hoy vigente para la crítica, es desmenuzado desde ópticas complementarias.
HETERODOXIA ASUMIDA Las interpretaciones opuestas que Nervo suscita entre los intelectuales quizá se expliquen con base en dos rasgos irrebatibles: lo vasto de su obra y su carácter múltiple a más no poder. Señalo a continuación dos señas que revelan contemporaneidad en su trabajo, profusión, el uno y los muchos que fue, ambivalente o, de plano, jinete estricto y a contrapelo, al mismo tiempo. Para ser de vena conservadora, el autor de Serenidad fue poco conservador. Es verdad que desde su primera novela, El bachiller (sobre un seminarista que se castra para evitar el pecado), mantuvo un discurso conveniente para Estado, Iglesia y familia. En él encomiaba la castidad, aunque la cantara imposible: Carne, carne maldita que me [apartas del cielo, carne tibia y rosada que [me impeles al vicio: ya rasgué mis espaldas con cilicio [y flagelo por vencer tus impulsos, y es [en vano: ¡te anhelo a pesar del flagelo y a pesar [del cilicio!13 Sin embargo, mientras componía escenas melosas y con la mano derecha se consagraba como cantor del fuego divino, con la izquierda ensalzaba a transgresores sexuales. Más de una vez se aventuró en los bordes del
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“MIENTRAS “ CON LA MANO DERECHA SE CONSAGRABA COMO CANTOR DEL FUEGO DIVINO, CON LA IZQUIERDA ENSALZABA A TRANSGRESORES SEXUALES. MÁS DE UNA VEZ SE AVENTURÓ EN LOS BORDES DEL ESCÁNDALO, CANIJO Y SALEROSO . escándalo, canijo y saleroso. Me interesa destacar el filón temático que une el poema “Andrógino” y la novela El donador de almas, por mencionar dos textos suyos de distinto género. Entre las oposiciones de orden filosófico aquilatadas por los modernistas, como realidad vs. sueño, resultó fundacional aquel ser que a un solo tiempo es pleno hombre y plena mujer. Ese tercer sexo que remite al estado primero, previo a la separación, se desdobló en el andrógino (la condición espiritual) y el hermafrodita (la coexistencia física de los dos sexos). Apunta el investigador José Ricardo Chaves: “[Si bien] el andrógino no nace literariamente en el siglo XIX, éste fue su momento privilegiado, gracias al impulso que le dio la imaginación romántica”.14 En efecto, el ideal del ser-que-es-ambos-en-uno nació con Platón, se desarrolló con Ovidio y perdió vigor con el cristianismo, hasta que en el Renacimiento, neoplatónicos y cabalistas lo pusieron de nuevo a circular. Desde el Romanticismo hasta el modernismo ocupó el centro, la intersección de dos vías. Por un lado estaba la mística, donde la sexualidad doble hacía factible la superación de los opuestos y, por otro, la profana, que aclamaba la opción de nuevos goces, más allá de la heterosexualidad y la reproducción pragmática. Asimismo, las primeras décadas del siglo XX atestiguaron una nueva dinámica social: la moda andrógina. Resultado de la confluencia de factores sociológicos, económicos y sicológicos, la mujer se liberó tanto del corsé como de la cintura de avispa que marcaron definitivamente el siglo previo. Comenzó a usar pantalón, se cortó el pelo y adoptó la silueta relajada, como de garçon, léase “de muchacho”. La transformación modeló un nuevo cuerpo femenino, más libre y ambiguo. Este cambio no escapó al cronista social mexicano, quien abrevó tanto de la tradición literaria como de la vida cotidiana y pasó ambas por el filtro de su pluma de filo agudo, para entregarlas nuevamente cuestionadas.
SÍNTESIS DE UN SIGLO LOCO En el soneto “Andrógino”, de su libro Poemas, Nervo se dirige a un ser impreciso, singular: Por ti, por ti clamaba cuando [surgiste, infernal arquetipo, del hondo Erebo, con tus neutros encantos, tu faz [de efebo, tus senos pectorales, y a mí viniste.15 El poema entero consta de versos de doce sílabas con rima consonante; cada uno se divide en dos partes con diferente número de sílabas (7+5). Ello acaso refleje la dualidad asimétrica del ente retratado: combina la “faz de efebo” con los “senos pectorales”. No está compuesto por dos mitades iguales. Además, el cuarteto que abre el texto contrapone lo infernal y la oscuridad del Erebo con los encantos del personaje que no meramente recibe admiración: se deja venir. El segundo cuarteto acentúa la tensión: Sombra y luz, yema y polen a un [tiempo, fuiste despertando en las almas el crimen [nuevo, ya con virilidades de dios [mancebo, ya con mustios halagos de mujer [triste. Entre descripciones antitéticas, aquí nos enfrentamos al único encabalgamiento del poema, entre los versos 5 y 6: “fuiste / despertando en las almas el crimen nuevo”. Es como si, para referirse al delito que el andrógino inspira, fuera preciso aumentar el ritmo y dejar atrás la respiración pausada del anterior cuarteto. Otro elemento enfatiza la acción: “fuiste” es el único verbo de la estrofa, pues “despertando” es una forma no personal. Por otro lado, la rima A de los cuartetos acentúa tres verbos conjugados y un adjetivo femenino: surgiste-vinistefuiste-(mujer) triste. En tanto, la B enfatiza la cualidad homoerótica del personaje y su raíz oscura: Ereboefebo-(crimen) nuevo-mancebo. La rima cae en palabras exactas que presentan a un ser brumoso y doble que hace cosas. De esa manera, forma y fondo están en correspondencia. Llegamos a los tercetos, la resolución, donde la voz poética parece colocarse al centro de la escena: Yo te amé porque, a trueque [de ingenuas gracias,
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porque sabías mucho y amabas poco, y eras síntesis rara de un siglo loco y floración malsana de un viejo [mundo. Así la voz confiesa su amor en pretérito por el ser abstruso que incita a la debacle moral. Y suma razones de tufo modernista para explicar su terca devoción: las aristocracias, la sangre azul, el alma huraña. Destacan los elementos de clase y el ímpetu con que el autor destaca la no-fertilidad del andrógino como uno de sus atractivos dignos de mención. Si bien en las primeras estrofas el escritor no ha sido parco en atributos, aquí multiplica su número: se trata de una cascada de adjetivos. Pareciera no ser suficiente lo dicho antes para justificar el amor por el protagonista: poseía gracias ingenuas, aristocracias supremas, sangre azul, alma huraña, vientre infecundo; era síntesis rara del siglo loco, floración malsana del mundo viejo. Aunque la rima de los tercetos —CCD EED— no parece aportar novedades, junto con los acentos internos de estos versos subraya el perfil disímbolo del ser ideal, como en mucho-poco, rara-loco, malsanamundo. Y de nuevo deja en claro que la voz narrativa no es el centro del texto, sino el andrógino. El lector se queda con varios datos respecto a éste, pero sin información sobre el vínculo entre ambos. El poema funciona por lo que dice pero también por lo que sugiere, que el lector debe aportar. Con certeza no habrá sido cualquier cosa escribir esto en 1896.
HERMAFRODITISMO INTELECTUAL De algún modo, la vena contestataria del soneto comentado se alinea con el eclecticismo espiritual de Nervo. Aunque escribió textos católicos en toda regla, fue igualmente sacrílego al equiparar sus pesares con los divinos: “Yo, Maestro, cual Tú, subo al Calvario / y no tuve Tabor, cual lo tuviste”.16 Además publicó versos de inspiración budista: “¡Oh! Siddharta Gautama, tú tenías razón: / las angustias nos vienen del deseo; el edén / consiste en no anhelar, en la renunciación / completa, irrevocable, de toda posesión”.17 En narrativa también se permitió la transgresión. La novela El donador de almas expone en un muy logrado tono de chacota el caso del médico Rafael, quien mantiene una relación
Pronto la volvió su musa y cuando la chica tenía quince años le pidió en líneas exaltadas: “Dame tu boca tan fresca, / dame tus brazos tan firmes [...] ¡dáteme toda tú, virgen!”. 22 Tanto en estas aproximaciones al andrógino y al hermafrodita —además del cuento “Aventura de carnaval” y el ensayo “Hermafrodita”, entre otros—, como en su propia vida personal, Nervo se revela contemporáneo nuestro. Además es sincrético de fines del siglo XIX y principios del XX, innovador, está alerta ante los cambios y, a veces, adelantado a ellos. Hombre que gustó de “abejear por el espacio sin límites”, como Alda, estiró los márgenes de lo que podía decirse en un texto. Nada menos.
Fuente > cincocentros.com
tenías las supremas aristocracias: sangre azul, alma huraña, vientre [infecundo;
FORMA COMPLEJA Y MUTIPLICIDAD muy cercana con Andrés, su pupilo. Éste pregunta al primero: “¿Crees que yo te quiero?”. Rafael dice: sí. “¿Con un cariño exclusivo? ¿Que a nadie en el mundo quiero como a ti?”. El aludido contesta “sí”. En agradecimiento a su tutor, Andrés le ofrece un don único: le regala un alma, de nombre Alda. Ahí la narración despega los pies del suelo y empieza el tono fantástico, en registro de ironía. El contacto entre la mujer mental y el médico provoca que se enamoren, al punto de que Alda se pasa a vivir al cerebro de su nueva pareja. Resultan un caso de “hermafroditismo intelectual”.18 Así Rafael “se amaba de amor a sí mismo; con la placidez nipona con que Buda contempla su abdomen rotundo, así el doctor se contemplaba a pesar de no ser nipón”.19 Qué lujo de chispa para contrariar el amor ortodoxo. Pronto llegan los desencuentros —por ejemplo, Alda es “absorbente y caprichosa en todo: ¡mujer al fin!”—20 y se impone el divorcio. Ya sin la intrusa, Andrés y Rafael terminan juntos. Como es evidente y más allá de intereses personales, Nervo supo asimilar las propensiones de su época, vaciarlas en palabras cotidianas y con distintos tonos narrativos para así revisarles las costuras. Después, claro, se ríe y nos hace reír al vernos en ellas. En lo privado, el intelectual de Tepic tampoco se ciñó a las buenas conciencias. Durante once años fue amante de Ana Cecilia Luisa Dailliez, la amada inmóvil, aunque al no estar casados ni por la ley ni por la iglesia no permitía que los vieran juntos, porque “no teníamos derecho de amarnos a la luz del día”. 21 Al morir Ana, el literato asumió el rol de tutor de Margarita Dailliez, hija de la difunta.
“NERVO “ ES INNOVADOR, ESTÁ ALERTA ANTE LOS CAMBIOS Y, A VECES, ADELANTADO A ELLOS. HOMBRE QUE GUSTÓ DE 'ABEJEAR POR EL ESPACIO SIN LÍMITES', COMO ALDA, ESTIRÓ LOS MÁRGENES DE LO QUE PODÍA DECIRSE EN UN TEXTO. NADA MENOS .
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Nervo con su hijastra y musa, Margarita Dailliez.
Sus primeros libros, Perlas negras, Místicas (ambos de 1898) y Poemas (1901) tienen como eje la experimentación, como cuando detalla: “tus íes tienen risa / y tus equis se enroscan como garfios // o fingen un connubio de culebras / o la cruz chueca y negra de un penado”. 23 En esos textos iniciales asoma ya el Nervo con dominio de la cadencia, si bien al final de su vida el creador pareció sacrificar la forma para centrarse en la catequesis. En las novelas se permitió licencias que llamaríamos actuales y dejó que sus narradores intervinieran en la anécdota e hicieran bromas a costa de los personajes. En el mismo tenor, fascinado por la astronomía, también atendió las narraciones esotéricas del pueblo: en ambos polos del espectro encontró motivos de creación. Por otro lado destacan sus cuentos fantásticos y, de nuevo, avant la lettre —“El país en que la lluvia era luminosa” resulta anticipatorio de la ciencia ficción. El autor manejó con soltura este despliegue temático y de géneros que casi ataranta. Y aunque su nombre figure en el nombre de la ciudad de su nacimiento, Tepic de Nervo, así como en el aeropuerto, varias escuelas, calles y un equipo de futbol, su domicilio en toda regla son textos rotundos, orondos, en perfecta coreografía de lo que dicen y cómo lo dicen.
LA MÚSICA DE LAS LETRAS En la poesía de Nervo es notable la precisión que hilvana los versos. En particular en las primeras publicaciones, el autor juega con rimas y ritmos. Sus líneas mueven las caderas mientras cantan quedito lo de María Zambrano: La poesía es el estado más musical de la palabra. Aquí, un ejemplo soberbio: [...] No te puedo dejar: ¡estoy tan [solo! No me puedo esconder porque me [encuentras, no te puedo matar porque me mato, no te puedo apagar porque [me hielas...
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Inmortal, ten piedad de mi calvario, desciñe los tentáculos, ogresa, que lastimas las llagas de mis [plantas clavadas en la cruz de la impotencia.24 Son versos de once sílabas con cierta rima asonante, pero sabiduría sonora. En el primer cuarteto aparecen acentos en las sílabas tercera, sexta y décima, con lo que el énfasis recae en “[no] puedo” y en un infinitivo que destaca la impotencia: dejar-esconder-matar-apagar y las consecuencias si lo intentara: soloencuentras-mato-hielas. En contraste, el segundo cuarteto alterna el acento en las sílabas tercera, sexta y décima con el énfasis en segunda, sexta y décima. La combinación acentual dota al texto de sorpresa. Antes vimos el dominio de Nervo en el dodecasílabo asimétrico (7+5 sílabas), pero domina también el simétrico (6+6). En el siguiente ejemplo, el ritmo replica los cascos de los caballos bien alimentados: El metro de doce son cuatro [donceles, donceles latinos de rítmica tropa; son cuatro hijosdalgo con cuatro [corceles: el metro de doce galopa, galopa... Eximia cuadriga de casco sonoro que arranca al guijarro sus chispas [de oro; caballos que en crines de seda [se arropan o al viento las tienden como [pabellones; pegasos fantasmas, los cuatro [bridones galopan, galopan, galopan, [galopan... 25 Sobresale la audacia de repetir cuatro veces el verbo al final y resulta notable cómo nos permite oír a la caballería mientras se acerca. Si bien el lector puede no advertir estos despliegues de estilo, sin duda percibe el compás de fondo. El escritor llena los versos de una tensión minuciosa entre sonido y sentido, como pedía Paul Valéry.
DE GARDEL A NEGRETE Ante esta melodía que se transparenta bajo las letras, no puede ser casual que el poema de Nervo “El día que me quieras” se convirtiera dos veces en canción. En 1935, Carlos Gardel grabó la paráfrasis escrita por Alfredo Le Pera a los versos de Nervo incluidos en El arquero divino: El día que me quieras la rosa que engalana se vestirá de fiesta con su mejor color y al viento las campanas dirán que ya eres mía y locas, las fontanas me contarán tu amor. Se dice que Gardel compuso la melodía en un bar neoyorquino mientras
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“NO “ PUEDE SER CASUAL QUE EL DÍA QUE ME QUIERAS SE CONVIRTIERA DOS VECES EN CANCIÓN. EN 1935, GARDEL GRABÓ LA PARÁFRASIS ESCRITA POR ALFREDO LE PERA A LOS VERSOS DE EL ARQUERO DIVINO . afuera alguien cantaba boleros. Quizá la base rítmica se metió en la melodía y por eso es la canción menos tango del Zorzal Criollo. En 1945 Jorge Negrete cantó el exacto inicio del poema de Nervo, musicalizado por Manuel Esperón, faltaba más: El día que me quieras tendrá más [luz que junio; la noche que me quieras será [de plenilunio, con notas de Beethoven vibrando [en cada rayo sus inefables cosas; y habrá juntas más rosas que en todo el mes de mayo. 26 En la película Tal para cual, Jorge Negrete entona “Gratia plena”, mientras en los cuarenta Manuel Bernal, el declamador de América, con su voz anchurosa lleva “Cobardía” por el país y el extranjero. Años después, Cornelio Reyna le pone música norteña a “En paz”, Los Panchos toman el primer verso de “Si tú me dices, ‘¡ven!’” para uno de sus boleros más socorridos y en 2013 Pablo Milanés graba su interpretación de “Muy cerca de mi ocaso”. El compás natural de Nervo y su influjo en un amplio espectro social explicarían la presencia de sus versos en la escena popular.
HALLAZGO A MIS NUEVE AÑOS Cierro con un apunte personal. Aunque empecé a leer igual que cualquier niño, a los ocho años descubrí los libros. Pronto me perdía en ediciones infantiles de Mujercitas o Sherlock Holmes. Poco después vi en el librero de casa un tomo pequeño, con escaso texto en cada página. Me gustó leerlo porque las líneas rimaban, las tomé por cancioncitas. Lo siguiente fue memorizar “En paz”: me gustaba su caminado, sin saber qué cosa era, ni de quién. Al poco tiempo mi papá me instó a recitar aquellas líneas durante una reunión en casa. Ahí estaba yo en la sala, de unos nueve años, vestido bonito y la cola de caballo peinada
con limón, diciendo de memoria los versos que no sabía que lo eran. Quizá al sentir en la boca la textura de las palabras dichas en voz alta, quizá ahí me picó el virus de la poesía, tan necio. Ahora, con algunos libros de versos que llevan mi nombre, juguetear con palabras sigue siendo lo que más disfruto. Y sí, todavía recuerdo “En paz”. Por todo lo dicho, de orden intelectual y a flor de piel, académico y emotivo, cómo no subrayar los entusiasmos que me provoca Nervo, celebrar la lectura del viajero que exploró márgenes físicos, estéticos y de motivos, temáticos, de estilo, de potencialidades y géneros. Pocos como él han logrado, con iguales arrestos, volver de ese modo elásticas las fronteras de la palabra. Agradezco a la Universidad Autónoma de Tepic la invitación para impartir en mayo de 2018 una conferencia a partir de los elementos centrales de este texto. Vaya también mi gratitud a Lorena Hernández y a la doctora Lourdes Pacheco Ladrón de Guevara.
Notas
1 Amado Nervo, El bachiller, el donador de almas, Mencía y sus mejores cuentos, UNAM/ Penguin Random House, México, 2017, p. 30. 2 Citado por Gustavo Jiménez, “Prólogo”, en Amado Nervo, El bachiller, el donador de almas, Mencía y sus mejores cuentos, op. cit., p. 9. 3 Carlos Monsiváis, Amor perdido, Editorial Era, México, 1977, p. 85. 4 Nervo, op. cit., p. 93. 5 Amado Nervo, Obras 3, Poesía reunida II, CONACULTA/UNAM, México, 2010, p. 549. 6 Amado Nervo, Obras 3, Poesía reunida I, CONACULTA/UNAM, México, 2010, p. 306. 7 Gilberto Owen, “Al divino Nervo”, Manchas de Tinta, núm. 1, Toluca, 30 de mayo, 1920, p. 12. 8 José Emilio Pacheco, “El retorno de la poesía popular”, Letras Libres, 31 de mayo, 2000. http://w w w.letraslibres.com/mexico/ el-retorno-la-poesia-popular 9 José Joaquín Blanco, “Los cuentos de Amado Nervo”, Nexos, 1 de noviembre, 2000. https://www.nexos.com.mx/?p=9825 10 Idem. 11 Juan Villoro, “La transmigración del deseo”, conferencia dictada en el Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM, 3 de junio, 2016 https://www.youtube.com/watch?v= cJeDnuRgNno 12 Lourdes Pacheco, “Amado Nervo cuentero y las mujeres”, en Amado multiforme: doce miradas sobre Nervo, Miguel González Lomelí (coordinador), Comunidad de Artistas e Intelectuales de Nayarit, A. C./Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Nayarit, Tepic, 2003, pp. 51-59. 13 Nervo, Poesía reunida I, p. 212. 14 José Ricardo Chaves, Los hijos de Cibeles. Cultura y sexualidad en la literatura de fin del siglo XIX, UNAM, México, 1997, p. 130. 15 Nervo, Poesía reunida I, p. 274. 16 Idem, p. 225. 17 Nervo, Poesía reunida II, p. 531. 18 Nervo, El bachiller, op. cit., p. 92. 19 Idem, p. 98. 20 Idem, 107. 21 Citado por Carmen Boullosa, “Nervo, Ruelas y Agustini: Triángulo funambulesco”, Revista de la Universidad de México, 82, UNAM, México, 2010, p. 36. 22 Nervo, Poesía reunida II, p. 550. 23 Nervo, Poesía reunida I, p. 264. 24 Idem, p. 293. 25 Idem, p. 436. 26 Nervo, Poesía reunida II, p. 892.
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La intimidad y la pasión por leer son en esencia incompatibles con la razón instrumental o utilitaria. Su dominio verdadero no reside en el pragmatismo, el adoctrinamiento ni la propaganda, sino en “privilegiar la sensibilidad y la inteligencia”, como apunta este ensayo, para potenciar así el sentido crítico, el encuentro con los autores que hacen de la lectura una travesía, una experiencia que transforma o cuestiona nuestros prejuicios de manera comprensiva y compleja.
PROMOCIÓN Y MEDIACIÓN DE LA LECTUR A JUAN DOMINGO ARGÜELLES
A
lberto Manguel escribió: “Puesto que la industria editorial, como toda industria en nuestros días, está sometida a la codicia devastadora de los inversores, pocos son los editores que aún pueden (o quieren) seguir alentando a un escritor en su carrera, y son más los que exigen que éste produzca bestseller tras bestseller. Sin embargo, sabemos que en un rincón secreto de la biblioteca nos espera el libro verdadero, escrito sólo para cada uno de nosotros”.1 Lo que afirma Manguel de la relación de codicia de la industria editorial con los escritores, puede también afirmarse en relación con los lectores. Cada vez son menos las empresas editoriales que aún pueden (o quieren) alentar el desarrollo de lectores atentos, perspicaces, inteligentes, críticos, escépticos y, al mismo tiempo, convencidos cuando una buena obra, justamente, los convence; por ello, dichas empresas producen, cada vez más, bestseller tras bestseller para clientes desprevenidos que tan sólo por un milagro podrán llegar un día al libro verdadero del que habla Manguel. Y, a veces, para que este milagro ocurra, son necesarios los promotores y mediadores del libro y la lectura: aquellos que saben algo del oficio de leer y de la gracia de compartir los libros con un propósito al mismo tiempo intelectual y emotivo. Hay que decir algo al respecto, en un tiempo de confusiones, equívocos e imposiciones. “Promover” no es lo mismo que “promocionar”. “Promocionar”, tal como lo define el diccionario de la Real Academia Española, es “elevar o hacer valer artículos comerciales, cualidades, personas, etcétera”, especialmente en el ámbito mercantil. “Promover”, en cambio, es “impulsar el desarrollo o la realización de algo”; de ahí que un “promotor” es quien “promueve algo, haciendo las diligencias conducentes para su logro”. Mucha gente confunde una cosa con otra,
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y promociona en lugar de promover. Hace propaganda para vender cosas, en lugar de favorecer el desarrollo de la cultura.
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U N PROMOTOR DE LA LECTURA no lleva a cabo su tarea para que haya más venta de libros o de ciertos libros en particular, sino que trabaja, casi siempre voluntariamente, por gusto y por pasión, para que las personas se aficionen a la lectura de libros, y, en especial, de libros con un cierto valor cultural o intelectual. Promover y, peor aún, promocionar los libros sin sustancia (estética, literaria, intelectual, científica, filosófica, imaginativa) es una pérdida de tiempo, y es de cualquier forma una inutilidad, pues, de todos modos, tarde o temprano, la gente llega a esos libros insustanciales y, lo peor de todo, es que acaban gustándole tanto que se queda en ellos y no va más allá. Si un promotor de la lectura hace bien su trabajo y contagia el gusto de leer, supropósito es el desarrollo sensible e intelectual de las personas, aunque, como consecuencia de hacer bien su trabajo, la venta de buenos libros, probablemente, aumente. Ésta es una consecuencia, en todo caso, pero no el principal propósito. El promotor de la lectura impulsa el desarrollo intelectual y cultural, pero no hace propaganda ni publicidad para que haya más mercado. Si, al promover, resulta de esto un mayor interés en los libros por parte de los lectores, y el mercado del libro mejora, será una consecuencia secundaria de haber desarrollado su trabajo para ampliar y profundizar, con la lectura de libros, la sensibilidad y la inteligencia de quienes disfrutan leer y, además, distinguen entre un libro extraordinario, grandioso, y otro nada más divertido o entretenido. Eso de que “leer es divertido” es una mínima razón para leer; también es entretenido y distractor, pero lo más importante es que sea significativo y transformador para quien se acerca a los libros
en busca de una experiencia trascendente que no le dan otras cosas, pues si sólo se trata de divertirse o de entretenerse, hay otras muchas formas que compiten con la lectura, tan válidas como ésta, pero ¿para qué destinar tanto voluntarismo a leer libros únicamente divertidos si ya bastante diversión hay en internet y fuera del mundo virtual? Pese a todo, hay que enfatizar que nadie tiene derecho a imponer a otro sus gustos de lectura o sus conceptos sobre lo que debe ser un buen lector. Un promotor de la lectura debe esforzarse, con métodos y mecanismos gentiles, a fin de que los lectores consigan descubrir que hay diferencias en leer materiales de simple entretenimiento y leer obras que modifican nuestros conceptos sobre el mundo, sobre la vida, sobre los demás y sobre uno mismo. Un promotor autoritario impone las lecturas que le placen, de los autores con los cuales está de acuerdo, y acaba formando, o más bien deformando, lectores de una secta que sólo leen determinadas cosas y bajo ciertos preceptos ideológicos, religiosos, morales, estéticos. Tal promotor se clona en los lectores a los que alecciona, y no hay cosa más aburrida ni más estéril que fabricar robots o copias en serie que responden siempre, y previsiblemente, a los mismos estímulos con las mismas reacciones. Un promotor de la lectura no autoritario, sino imaginativo, despierta el interés de un potencial lector y lo anima a desarrollar ese interés con el fin de que descubra, en su momento, los más grandes libros de los más insignes autores que nos ha regalado la cultura universal. Sospecho, y muchas veces compruebo, que si a un lector le fascina un libro de escaso nivel intelectual y de ínfimo valor estético, esto es porque nunca ha leído un gran libro de un gran autor. También he comprobado que cuando un lector descubre a los grandes autores, a través de sus extraordinarias obras, ya no se conforma, fácilmente, con lecturas de pasatiempo. Para que esto suceda, se necesita experiencia y buenos interlocutores.
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Recuerdo cuando, hace muchos años, leí Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach, y me encantó. Yo no lo sabía entonces, pero lo supe después: si ese libro me arrobó, y me pareció tan profundo, era porque aún no había leído las Cartas a Lucilio de Séneca, los Ensayos de Montaigne, los escritos sobre la felicidad de Epicuro, los Pensamientos de Pascal, La conquista de la felicidad de Bertrand Russell, Así hablaba Zaratustra de Nietzsche, los Caracteres de Teofrasto, las meditaciones de Marco Aurelio y otros grandes libros que lo enseñan a uno a pensar y a sentir, que lo introducen en la reflexión y en la pasión sobre la existencia misma. Con motivo de la publicación de una edición conmemorativa de los cuarenta años de Juan Salvador Gaviota (la primera edición data de 1970), volví a leerlo en un parpadeo, y me pareció tan cursi, tan blandengue, tan chapucero, que me avergoncé de haber sido su lector entusiasta; luego, pensándolo mejor, me di cuenta de que yo no podía juzgar extemporáneamente, anacrónicamente, a ese lector que en la preparatoria leyó aquel libro que le pareció revelador. Esto quiere decir que los lectores cambian, cambiamos, y que si no cambiamos ello quiere decir, también, que leer ha sido una ocupación estéril, un ejercicio sin consecuencias y, si es así, una lujosa pérdida de tiempo. Tenemos derecho a ello, por supuesto, pero no hay mucha diferencia entre perder el tiempo con los libros o con el celular. El ejercicio de releer es uno de los actos que más revela de nosotros los lectores. Libros que un día nos encantaron, hoy nos aburren o nos parecen simplistas; asimismo, libros que nos parecieron difíciles de comprender, endiabladamente complicados, y hasta aburridos, hoy nos resultan deslumbrantes, y el motivo es uno muy claro: no estábamos preparados para esos libros que rechazábamos y que nos rechazaban, pero que, luego, después de haber leído otras cosas, sin darnos cuenta, sin saberlo, nos fuimos predisponiendo para llegar a ellos, y ellos recibirnos con la empatía que no encontramos la primera vez. Leer es, entonces, un ejercicio de preparación para seguir leyendo; una educación intelectual y sentimental que nos da elementos para ir avanzando en el camino. No importa que hayamos empezado con el Pato Donald; podemos llegar a Balzac, a Platón, a Chéjov, a Nietzsche, a Shakespeare, a Schopenhauer y a tantos y tantos más que no se impacientaron en los estantes y que nos esperaron hasta que estuviéramos preparados para dialogar con ellos. Anteriormente, éramos nosotros los que no sabíamos de qué hablar con esos nombres ilustres. Después, nos aprendimos su lengua, su idioma íntimo, y pudimos conversar hasta las más altas horas de la noche. Así leí, por ejemplo, enfebrecido, en varias madrugadas sin dormir, Guerra y paz de Tolstói y Crimen y castigo de Dostoievski.
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“LOS “ LECTORES CAMBIAN, CAMBIAMOS, Y SI NO CAMBIAMOS ELLO QUIERE DECIR, TAMBIÉN, QUE LEER HA SIDO UNA OCUPACIÓN ESTÉRIL, UN EJERCICIO SIN CONSECUENCIAS, Y, SI ES ASÍ, UNA LUJOSA PÉRDIDA DE TIEMPO . PASEMOS A LOS MEDIADORES. La tarea del mediador es parecida a la del promotor, pero tiene un matiz significativo. Mediar es intervenir en algo, además de interceder o rogar por alguien, pero, sobre todo, es “actuar entre dos o más partes para ponerlas de acuerdo”. De ahí que un mediador sea, literalmente, el que concilia: la persona que se aplica en favor de dos instancias para juntarlas, para unirlas: los libros necesitan lectores, y, para que haya lectores, tiene que haber libros. El mediador, celestinescamente, cierra las brechas que pueden existir entre el objeto y el sujeto, acerca a las personas a un abrevadero de lectura, o bien acerca el abrevadero y lo pone en contacto con la persona que, quizá, al ver el agua, sienta deseos de beber. Esto es así porque la cercanía invita a una mayor confianza. Se antoja lo que está más cerca, porque es alcanzable, viable, y con ello se consigue despertar el gusto, el apetito, la sed. Existe una excelente metáfora para aplicarse al mediador. Un mediador es como el jinete que lleva a su caballo al abrevadero. Al ver el agua, al caballo, muy probablemente, le dará sed. Es una buena metáfora, más allá de animalidades. Esto mismo es la mediación de la lectura. No obligar a tomar agua a nadie, sino ponerle el agua al alcance. No hacer publicidad de las bondades del agua (esto lo hacen los que promocionan el producto para venderlo en grandes cantidades), y sí promover, porque un mediador es también un promotor: alguien que impulsa el desarrollo o la realización de algo, pero no con énfasis de cruzado, sino con la delicadeza de alguien que comparte un gozo. Nunca he estado en Fuente > darrenthompsonfineart
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una orgía y, por ello, no puedo decir nada al respecto, pero hay quienes han hablado, probablemente con conocimiento de causa, en el sentido de que involucrar a alguien en la lectura es permitirle que se sume al gozo colectivo, y que haga lo suyo (lo que desee) en un escenario, en un ambiente donde nadie lo obligue; algo así como lo que le sucede al caballo que llevan al río: al ver el agua, se le antoja beber. Pero no hay modo de obligar al caballo a beber, si no se le despierta la sed. La verdad es que, cuando alguien descubre la lectura y queda marcado por ella, no pasa un solo día en que no lea al menos algunas páginas. Del mismo modo que un músico y un melómano no tienen días sin música, de esta misma manera un lector en serio no tiene días sin lectura. Necesita los libros para vivir, los necesita para que su vida tenga sentido, tal como el músico y el melómano necesitan que su existencia esté dotada de música. La persona que se la puede pasar perfectamente sin leer durante días, semanas o meses, no es lectora: sabemos que somos lectores cuando necesitamos leer, no por cuestiones prácticas, no por exigencias del trabajo o de la escuela, sino por volición, por una urgencia de necesidad imperiosa. En sus lecciones Sobre pedagogía, Kant afirma que los seres humanos son las únicas criaturas que tienen que ser educadas, y entiende por educación tres aspectos indispensables: el cuidado (alimentación, conservación), la disciplina (crianza) y la instrucción (formación). Concluye: “El hombre es, en consecuencia, lactante, alumno y aprendiz”. Y enfatiza lo siguiente: “El hombre sólo por la educación puede llegar a ser hombre. No es nada más que lo que la educación hace de él”. Un buen mediador de la lectura acerca el objeto al sujeto o ayuda al sujeto a estar cerca del objeto. El objeto es, obviamente, el libro; el sujeto es el potencial lector, el lector en potencia o en latencia, tal como la semilla que, en condiciones favorables, puede germinar. Un razonable mediador de la lectura no impone, favorece; no obliga a leer, sino que despierta el gusto. Por ello no tiene sentido la pregunta: “¿Cuál es el mejor libro para iniciar a alguien en la lectura?”. ¿Cómo saberlo? Depende de la sensibilidad del lector en latencia. Lo que sí podemos saber, casi con
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“LOS “ LIBROS NO DAN RECETAS PARA VIVIR BIEN. LOS GRANDES LIBROS, MÁS QUE RESPUESTAS, TIENEN PREGUNTAS, Y MÁS QUE FELICIDAD, ENTREGAN INQUIETUDES E INCLUSO ANGUSTIAS QUE HACEN LA EXISTENCIA MENOS PLANA . seguridad, es que no es el Quijote, o casi nunca el Quijote, libro escrito en otro idioma que los lectores podemos apreciar en toda su grandeza y complejidad hasta que ya hemos leído otros libros que nos han preparado para gozar el Quijote. Un mediador de la lectura comparte con los lectores potenciales su pasión y su inteligencia. Y si es inteligente no se empecinará en que el lector en potencia obedezca instrucciones de uso. Tampoco se mostrará severo o intransigente porque el lector por nacer se tarda mucho en comprender sus razones pedagógicas. Dice bien Daniel Pennac, en Como una novela: “¡Qué pedagogos éramos cuando no estábamos preocupados por la pedagogía!”. 2 Ninguna técnica pedagógica sirve para transmitir el gusto por la lectura si no hay emoción ni inteligencia al compartir ese gusto. Los borrachos, hoy con doctorado y hasta con doctorados honoris causa, aprendieron de otros borrachos sin pedagogía deliberada o razonada: aprendieron por imitación de mediadores consumados, esto es, de borrachos expertos. Leer es un formidable vicio, y se razona con tanto moralismo, y moralina, sobre la lectura, que las cosas se tornan muy aburridas. A los lectores en serio no les interesa alcanzar un mayor prestigio social gracias a la lectura. Leen porque les gusta. Además, eso de alcanzar un mayor prestigio social gracias a los libros es una de las grandes mentiras de nuestro tiempo: quienes mayor prestigio social tienen en este mundo son, por lo general, personas que no leen libros ni por equivocación. Y si consiguen el más elevado prestigio social (en el dinero, en el poder), no necesitan leer libros: tienen subordinados que lo hacen por ellos y que les entregan resúmenes de unas cuantas líneas.
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El mediador de la lectura puede tener un montón de conocimientos y muchísimas herramientas intelectuales, didácticas y pedagógicas, pero si carece de pasión y de humildad más vale que se dedique a otra cosa. Si de veras cree que es bueno que los que no leen se conviertan en lectores (¡y alguna razón importante debe tener para ello!), ha de saber que su tarea puede enfrentarse al fracaso, porque en este mundo práctico las razones para leer son siempre pragmáticas e interesadas, y un lector desinteresado u ocioso, como lo denominaban los clásicos, es un ave rara, una persona impráctica. “Desocupado lector”, dice Cervantes al entablar conversación con los lectores en el Quijote. “Curioso lector”, lo denomina, más de una vez, Francisco de Quevedo.
SE LEE POR GUSTO o por obligación. Pero, normalmente, quienes leen por obligación no necesitan de mediadores: leen porque existe una recompensa que no está en los libros, sino en lo que se obtendrá por leer libros: una calificación, una carrera, un título, un puesto de trabajo, etcétera. Normalmente, también, quienes leen por gusto se sienten suficientemente recompensados con el contenido mismo de lo que leen. El ejecutivo que lee ¿Quién se ha llevado mi queso? o El arte de la guerra para directivos, lo hace porque esos son materiales de su ámbito y porque buscará encontrar ahí algunos consejos que puede poner en práctica para no quedarse atrás y, sobre todo, para consolidar su éxito laboral. Si Spencer Johnson le di-ce “el movimiento hacia una nueva dirección te ayuda a encontrar Queso Nuevo”, esto le parece filosofía profunda, al igual que “anticípate al cambio; prepárate para cuando se mueva el Queso”.
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Quienes leen este tipo de libros del llamado pensamiento positivo de la filosofía empresarial, sólo sabrán si el libro es bueno a partir de que los haya ayudado a conseguir un objetivo que se encuentra en algún lugar fuera del libro. El lector en serio que, paradójicamente, es el lector ocioso y desocupado al que se refiere Cervantes, sabe perfectamente que los libros no dan recetas para vivir bien, que los grandes libros, más que respuestas, tienen preguntas, y que más que felicidad, entregan inquietudes e incluso angustias que hacen la existencia menos plana; uno vive en los libros que ha leído y se contagia en los universos a los que accede. Los grandes libros no nos quitan problemas, nos hacen ver la complejidad del mundo, aunque sigamos ahogándonos en un vaso de agua. Por lo demás, queda claro que la promoción y la mediación de la lectura sólo pueden llevarlas a cabo personas que conocen y aprecian la lectura. No la pueden hacer ni siquiera los profesores por el hecho de ser profesores en tanto no sean lectores convencidos de que leer es una experiencia extraordinaria que va más allá de los valores prácticos y curriculares. ¿Qué ganamos con leer Las flores del mal, de Charles Baudelaire? Podemos ganar una calificación de excelencia si estudiamos Letras Francesas y el examen es sobre el simbolismo francés y, especialmente, sobre la obra cumbre de Baudelaire. Pero la ganancia, para un lector ocioso, no está en la calificación de un examen, sino en la lectura misma del libro, y en el sentirse identificado y con derecho para platicar con Baudelaire cuando éste le dice: Afanan nuestras almas, nuestros [cuerpos socavan la mezquindad, la culpa, [la estulticia, el error, y, como los mendigos alimentan [sus piojos, nuestros remordimientos, [complacientes nutrimos. Tercos en los pecados, laxos en [los propósitos, con creces nos hacemos pagar [lo confesado y tornamos alegres al lodoso [camino creyendo, en viles lágrimas, [enjugar nuestras faltas. [...] Lector, tú bien conoces al delicado [monstruo —¡hipócrita lector —mi prójimo—, [mi hermano!3 Notas 1 Alberto Manguel, Para cada tiempo hay un libro, Sexto Piso, Madrid, 2014, p. 21. 2 Daniel Pennac, Como una novela, traducción de Joaquín Jordá, Anagrama, Barcelona, 1993, p. 19. 3 Charles Baudelaire, “Al lector”, en Las flores del mal, traducción de Antonio Martínez Sarrión, Alianza, Madrid, 1982, pp. 13-14.
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La última película de los superhéroes de Marvel ha generado una cascada de comentarios entusiastas y otros tantos en sentido contrario. No podía ser de otra forma, porque los seres concebidos para la pantalla por los hermanos Russo siguen demostrando que son máquinas de generar entusiasmos y dinero en todo el planeta. Con Endgame se cierra un capítulo del cine de acción y Naief Yehya propone un balance crítico para ver qué hilos mueven a esos personajes surgidos de los cómics y qué sucede más allá.
Avengers: Endgame
UNA RESURRECCIÓN ANUNCIADA
(P
or supuesto que habrá spoilers. ¿De qué otra manera se puede hacer crítica de cine?) La última vez que visitamos el Universo Cinemático de Marvel (UCM) en Infinity War (Anthony y Joe Russo, 2018), miles de millones de seres se desintegraron tras un teatral tronido de dedos de Thanos (Josh Brolin), el ecogenocida, destructor de mundos malthusiano que tan sólo deseaba crear un universo mejor para los sobrevivientes de su medio apocalipsis. Pero a pesar de ver a algunos de los superhéroes más populares convertirse en cenizas (entre muchos otros El Hombre Araña en una de las desapariciones más lacrimógenas y Pantera Negra en una evocación de la vieja regla de matar primero al actor negro) era inconcebible que el daño fuera irreparable. Marvel ha invertido demasiado en sus personajes, con un éxito desmesurado. Aunque Thanos dice ser inevitable, lo único inevitable era que la secuela daría la oportunidad de recomponer el orden cósmico y cerrar un ciclo que comenzó con cierta ingenuidad y desparpajo en 2008, con Iron Man (Jon Favreau) y se extendió por once años en 22 películas, en la llamada The Infinity Saga. Avengers: Engame, dirigida también por los hermanos Russo, podría verse como dos películas: la primera como un sentida elegía que documenta la devastación y la pérdida de incontables seres queridos, y la segunda, como una épica de la venganza y el retorno de la caballería. El primer filme tiene un tono melodramático y momentos de introspección, así como muestra las estrategias para hacer frente a la tristeza: unos se sumergen frenéticamente en el trabajo, como Natasha Romanoff/ La Viuda Negra (Scarlett Johansson) y Rhodey/Máquina de guerra (Don Cheadle); Hawkeye (Jeremy Renner) hace de vigilante asesinando maleantes; Tony Stark (Robert Downey Jr.) trata de llevar una vida familiar
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NAIEF YEHYA
convencional en un chalet con su esposa Pepper Potts (Gwyneth Paltrow) e hija; mientras Steve Rogers/Capitán América (Chris Evans) asiste a sesiones de grupos de apoyo y Bruce Banner (Mark Ruffalo) ha encontrado la manera de reconciliar sus identidades al convertirse en un Hulk amable, un nerd verde descomunal. Por su parte, Thor (Chris Hemsworth) se dedica a emborracharse y a jugar videojuegos para tratar de olvidar la derrota y frustración. Pero el UCM no fue diseñado para la nostalgia ni la desesperanza, sino para la acción explosiva, la violencia efervescente, el humor chocarrero y las sorpresas trepidantes generadas por computadora. La segunda parte del filme se encarga de satisfacer esa necesidad de grandes batallas y secuencias de acción compulsiva, aunque también hay oportunidad de reconciliaciones: con la madre en el caso de Thor, con el padre en el de Stark, con la mujer que siempre amó en el de Rogers, así como entre Iron Man y Capitán América. Así el filme combina solemnidad con comedia y acción para celebrar el género y reivindicar el concepto de superhéroe como algo a la vez culturalmente relevante, emocional y trágico, pero a pesar de todo divertido. La monomanía con la sobrepoblación es común en las mentes conservadoras (que no forzosamente conservacionistas) y se enfoca en
el peso social que representan los pobres, las minorías, los deficientes mentales y demás grupos que sean objeto de segregación. Aquí Thanos tiene por lo menos la decencia de ser un genocida sin preferencias ni prejuicios que evapora aleatoriamente la mitad de la vida del universo. Thanos aparece como un militar totalitario con una ideología moral, social y ecológica que coincide con la de ciertos preppers o preparacionistas, que esperan ansiosamente el fin de la civilización armándose, acumulando víveres y aprendiendo técnicas para el cataclismo (cualquiera que sea su naturaleza) y eventualmente crear un mundo mejor para unos pocos. Asimismo, hace pensar en Trump ladrando que Estados Unidos ya está lleno y que ya no caben más inmigrantes. Pero aunque Thanos cree haber creado una utopía digna de una Marie Kondo universal (Anthony Lane dixit) y que puede convertirse en un dios viviente, prefiere destruir las piedras del infinito y retirarse a cosechar su jardín (igual que Stark), como recomienda el Cándido de Voltaire. Sin embargo, Thanos no disfrutará de su obra ni del universo expurgado ya que su idilio es interrumpido abruptamente por un comando de superhéroes que lo ejecutan como si se tratara de Osama bin Laden, una venganza más que un acto de justicia, sin beneficio táctico ni estratégico. La historia del UCM es un reflejo glamoroso e hipertecnologizado de la historia desde 1943 hasta la fecha, con evocaciones y ecos del holocausto, el fascismo, la carrera armamentista, la guerra fría, el mundo sin la URSS y la política-espectáculo desde Kennedy hasta Trump. Las piezas iniciales del complejo rompecabezas son por un lado Iron Man, como el empresario, playboy, grandilocuente y fanfarrón (que anticipa al actual ocupante de la Casa Blanca), representante del ingenio y el espíritu estadunidense. Stark es un hombre
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redimido que pasa de vender armas (principalmente a su propio gobierno) a convertirse en el líder de los Avengers al volverse un cyborg corporativo. Por el otro lado está el Capitán América, el prototipo de lo que Donna Haraway llamaría el hijo pródigo del patriarcado: un cyborg, engendro del complejo militar industrial. Stark encarna el cinismo, pragmático y proteico; Rogers es el guerrero mojigato, un tanto ingenuo y siempre obediente, con que sueñan los generales desde la invención de la guerra. Estos símbolos duales de la hegemonía anglosajona, blanca y cristiana del poder representan el impulso expansionista del imperio, aunque han cambiado notablemente en siete décadas para convertirse en seres sensibles y complejos, de acuerdo con el Zeitgeist [espíritu del tiempo] actual. La tensión entre estos dos llegó a su clímax en Captain América: Civil War (hermanos Russo, 2016), donde los Avengers se dividen al escoger lados en la pugna entre Iron Man, que desea respetar las directivas de una organización internacional, y el Capitán, quien rechaza cualquier regulación externa. Los Avengers serían una organización dedicada a proteger a la población, a la humanidad, a las especies conscientes y a la vida en general de amenazas que no pueden ser confrontadas por un solo superhéroe. Así pasaron de defender ciudades a proteger estados, continentes y a ser guardianes o vengadores universales. Sin embargo, su intervención provoca inevitablemente daño colateral y esa carga moral es el lastre que atormenta a los integrantes del grupo. La solución al dilema de la desaparición de la mitad de todo requiere de una máquina del tiempo. Al recurrir a un cliché tan convencional el guión opta por explicar con referencias fílmicas y contraejemplos cinematográficos. La idea la aporta Ant Man (Paul Rudd), quien por azar regresa de la dimensión cuántica y cree que es posible utilizar ese dominio para viajar en el tiempo y el espacio. El punto más importante que se propone aquí es que al cambiar el pasado no se cambia el presente, con lo que se sigue la interpretación de “muchos mundos posibles”. La propuesta suena seria y quizá hasta creíble, sin embargo el especialista en computación cuántica, Scott Aaronson, afirma: “De todas las implicaciones revolucionarias de la mecánica cuántica, el tiempo es irónicamente uno de los pocos conceptos que no cambian para nada”. Es absurdo tratar de demostrar que la ciencia para llevar a cabo un viaje en el tiempo es una tontería, en una película que basa su lógica en elementos mágicos y seudocientíficos. En cambio lo que hubiera merecido un poco más de reflexión son las implicaciones morales, sociales y emocionales que representaría regresar cinco años más tarde a miles de millones de desaparecidos. En la serie francesa
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Les revenants (Los aparecidos, 2012) se presentan las complejidades y los trastornos que puede provocar un prodigio semejante en un pueblo pequeño. Basta imaginar lo que pasaría a una escala planetaria donde la gente ha tratado de proseguir con sus vidas, aceptando su duelo, adaptándose a las pérdidas e incluso estableciendo nuevas relaciones. El plan de recuperar las piedras del infinito antes de que Thanos se las apropie para llevar a cabo su gigantesca obra de ingeniería social va a ser frustrado por los superhéroes y este acto de ingratitud provoca la ira del genocida. Si los sobrevivientes no pueden apreciar el nuevo orden universal, sin duda merecen el exterminio. Así que Thanos cambia de planes y decide erradicar toda la vida del universo para que nadie pueda recordar lo que había, para eliminar la memoria histórica y volver a empezar con una nueva creación. Endgame es una despedida y una celebración, así como un final necesario debido a que se ha llegado a una especie de impasse en términos de representación espectacular y de la imposibilidad de sorprender a un público hastiado que ya lo ha visto todo. Buena parte del encanto de la cinta radica en la celebración que hace del UCM al presentar algunas de las secuencias más célebres de cintas pasadas, no como una cita o referencia sino como momentos de transición que pueden ser desarticulados, reconstruidos, analizados y vistos desde otras perspectivas. No hay duda de que se presenta una narrativa inflamada e inflada, un regodeo ligeramente masturbatorio e indulgente, en el cual, a pesar de durar tres horas y un minuto, se devalúan los silencios y el tiempo de reflexión al forzar la narrativa hacia las secuencias de acción, como si se tuviera miedo de que la introspección aburriera a los fans. Uno de los efectos de la desaparición es que regresan las ballenas al Hudson y que al reducir a los Avengers a un núcleo básico los actores sobrevivientes
“ENDGAME “ ES UNA DESPEDIDA Y UNA CELEBRACIÓN, ASÍ COMO UN FINAL NECESARIO DEBIDO A QUE SE HA LLEGADO A UNA ESPECIE DE IMPASSE EN TÉRMINOS DE REPRESENTACIÓN ESPECTACULAR .
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tienen tiempo de lucir su talento y reivindicar la humanidad de sus personajes. Esto queda sintetizado en el sándwich de mantequilla de cacahuate y en las reivindicaciones de lo cotidiano y lo trivial (como la composta de Potts y las selfies de Hulk). Por otro lado, no hay el menor esfuerzo de mostrar el impacto que han provocado las ausencias humanas, animales y vegetales. A cinco años del chasquido genocida no tenemos idea de cómo se vive, qué funciona y qué falta en ese mundo. El filme no intenta imaginar lo que sería la decadencia urbana o el colapso rural, por lo que se limita a evocar Terminal Beach, de J. G. Ballard (que precisamente contiene el cuento “End-Game”, sobre un duelo y una partida de ajedrez entre un condenado a muerte y su verdugo). Se trata de un autor que ha explorado en su ficción escenarios postapocalípticos (como en El mundo sumergido) y misteriosas desapariciones (como en la novela Running Wild). Asimismo, hay una imagen de Guernica, de Picasso, así como mudas invocaciones al rapto bíblico. Endgame es un entretenimiento popular escatológico (en el sentido de las creencias relacionadas con el fin de los tiempos y no con las excreciones), manipulador (sin la menor sutileza) y estrepitoso, que cuenta con momentos brillantes, un reparto que se da el lujo de ofrecer cameos y papeles secundarios a estrellas como Tilda Swinton, Robert Redford, Angela Bassett, Glenn Close, Anthony Hopkins, Cate Blanchett, Chiwetel Ejiofor, Natalie Portman, Michael Douglas y Michelle Pfeiffer. Asimismo recurre a todos los trucos de seducción que poco a poco se han perfeccionado en el UCM. La responsabilidad de esta cinta es muy grande: cerrar el ciclo, entrelazar cabos sueltos y abrir el terreno a las siguientes generaciones de héroes. Esta es una especie de catedral narrativa, hecha con una inversión gigantesca, miles de manos de artesanos, técnicos y artistas, las plumas de cientos de guionistas y trabajadores a lo largo de más de una década. Podemos ridiculizar la obsesión megalomaniaca, el tsunami cultural y la epidemia compulsiva que han generado estas aparatosas máquinas de generar dinero, pero es claro que ésta es la ópera de un tiempo apolítico, de saturación mediática, de distracciones cegadoras, de consumo inmoderado, de acceso irrestricto y de gratificación instantánea. El verdadero final del juego de este subgénero llegará en un futuro no muy remoto, cuando se haya perdido la paciencia para las aventuras de seres físicamente privilegiados y mentalmente atormentados como son los superhéroes. En términos de inversión y ganancias ésta es la cinta y la serie más ostentosa de todos los tiempos, y por tanto será, nos guste o no, emblemática de la cultura de las primeras décadas del siglo XXI. Es un legado extraño, desmesurado y paradójico de los cómics que nos han acompañado desde la infancia y que se han convertido en un espejo distorsionado del alto Antropoceno.
16/05/19 22:10
EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO Por
CARLOS VELÁZQUEZ @charfornication
MUSIC IS MY SAVIOR EL SINO DEL ESCORPIÓN Por
ALEJANDRO DE LA GARZA @Aladelagarza
ANSIEDAD A LTA M E N T E FUNCIONAL
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2018 FUE UN GRAN AÑO PARA MÍ. Me gané un premio, compré un coche para llevar a mi hija a la escuela y asistí a un chingo de conciertazos. Pero también me sacudió como ningún otro. Primero tuve un accidente con Hydroxycut y cristal. Acabé en el hospital. Nunca ninguna droga me había jugado chueco. Pero este coctel (y el 2018 en general) me dieron una lección. Carlos, no eres inmortal. Ya cumpliste cuarenta y aunque sean los nuevos treinta tienes que cuidar de ti. No creo en el destino ni en los dioses, pero si no morí es porque algo se empeña en tenerme en este mundo. Meses después contraje una bacteria llamada Giardia Lamblia. Puedes contagiarte de tres maneras, por comer mariscos, por beber agua contaminada o a través del beso negro. Como he hecho mucho de las tres cosas en mi vida sepa cuál de ellas me jodió. O a lo mejor fue un cóctel de las tres. Perdí seis kilos en una semana. No se lo recomiendo a nadie. Maldito bicho, era más fuerte que las ganas de mear a las tres de la mañana con ocho grados bajo cero. Para matarlo tuve que administrarme quince días de metronidazol. Otra putiza. Caminaba como enfermo terminal. Arrastraba los pies. Estaba literalmente tomando veneno. Pero la libré. Le prometí a San Leonard Cohen que si me sacaba de esta dejaría el porno (no todo, tampoco me volé la barda, pero sí el de transexuales). Y justo antes de terminar el año vino el tercer golpe. Dos días antes de navidad. Me vaciaron la tarjeta. Lo bueno es que ya había pagado todo, la cena, los regalos de mi hija, lo que me iba a chupar. Si me hubiera esperado al último momento nos habríamos quedado sin cena y sin regalos. Y eso me habría roto peor el corazón. Para mí la navidad no significa nada, es un día como cualquier otro. Pero por mi hija la celebro. Fue un verdadero calvario burocrático de dos meses lo que me costó que el puto banco me regresara mi dinero. Pasada la nochebuena, mi ánimo comenzó a empantanarse. Comencé a hundirme. Me costaba dos horas salir de la cama. Dejé de nadar. De leer. Se me quitaron las ganas de coger, eso sí que era nuevo. Incluso tuitié poco. Y los tuits de esos días no son otra cosa que intentos por enmascarar cómo me sentía de verdad. El año nuevo me dormí a las ocho de la noche. Entonces la música vino a mi rescate. A un lado de mi cama hay un tapete y encima tengo una bocina Sonos. Yo soy fan de Patricio Rey y su Redonditos de Ricota, pero hacía tiempo que no los escuchaba, por oír otras cosas. Un día desperté y puse el primer disco: Gulp! Y algo comenzó a operar en mí.
POR SU NATURALEZA NOCTURNA, solitaria y su constante azoro ante el mundo, al escorpión sus semejantes lo trastornan y lo hacen sufrir de un modo indecible, así lo describe José Revueltas en el enigmático cuento al cual esta columna rinde homenaje. Por ello, continúa el camarada Pepe, los escorpiones “se ven en la necesidad de vivir bajo las piedras húmedas y entre las hendiduras de los edificios, en los rincones sin luz, una vida enormemente secreta y nostálgica...”. Aunado a lo anterior, el alacrán rehúye desde su grieta en el muro a otro de sus fantasmas usuales: la ansiedad. El venenoso conoce bien los siete tipos más comunes de ansiedad y sus potentes y angustiantes síntomas: del trastorno de ansiedad generalizada, al obsesivo-compulsivo y al de estrés postraumático, y de ahí a las fobias (social, a los espacios abiertos, la terrible y autodestructiva fobia de impulsión), para finalizar con los ataques de pánico donde “el estupor no tiene límites”. Un año de tratamiento general, con régimen alimenticio, ejercicio, ansiolíticos naturales nocturnos, cero alcohol o cualquier otro estimulante, meditación, terapia y mucha fuerza de voluntad, además de la compilación de muchísima información en libros, internet y YouTube, fueron necesarios para que el arácnido lograra controlar tan perniciosa enfermedad y ser socialmente funcional. El rastrero revive esa dura experiencia luego de leer sobre un nuevo tipo de ansiedad aún no clínicamente diagnosticado como tal, pero con creciente presencia en la sociedad, el cual parece implicar la imposibilidad misma de
Fuente > lanacion.com.ar
SÁBADO 18.05.2019
EL INDIO SOLARI ESTÁ ENFERMO DE PARKINSON. HABLA SOBRE LA MUERTE Y SU MANERA DE VER LA VIDA .
No sé qué. Si fue una inyección a mi mente, a mi alma, a mi verga o a todo al mismo tiempo. Pero me sentí como uno de los changos que tocan el monolito en 2001: Una odisea del espacio. Me sentí como Homero cuando es bañado por la lluvia en el cuento “El inmortal” de Borges. Me sentí Mick Jagger bailando salsa en Cuba. Y me seguí con la discografía en orden cronológico. Ya dije que no creo en el destino ni en la buena fortuna pero por esos días me topé en una librería de viejo con Indio Solari: El hombre ilustrado. Es un esbozo biográfico. Y sin darme cuenta ya estaba inmerso en los Redondos como cuando los escuché por primera vez. Otra vez, Nietzsche volvía con el corrido de su eterno retorno a restregarme mis raíces en la jeta. Y por otra casualidad, me resisto a llamarla Ángel Guardián, viendo videos de los redondos en YouTube me topé con Tsunami: Un océano de gente, el documental sobre El Indio. Por esos días me sudaban las manos como si tuviera una crisis nerviosa. Me goteaban. Era impresionante, jamás pensé que tal cantidad de sudor pudiera desprenderse de la palma de la mano, había oído que le crecían pelos por tanto masturbarse, pero hasta ahí. En Tsunami, El Indio confiesa que está enfermo de parkinson. Habla sobre la muerte y su manera de ver la vida y el fin al que estamos destinados. Tiene una frase que me partió en dos: “El cerebro rechaza al cuerpo”. Me parece una muestra bastante acertada de describirnos como humanos. Y entonces me dije: si El Indio, con Parkinson y una hernia hiatal sigue tomando whisky, yo por qué chingados me voy a quedar en cama porque la vida me ha dado dos o tres madrazos. Me levanté como un Lázaro norteño. La música es medicina para mí. He pensado en hacerme un escapulario con la imagen de El Indio. Porque como bien dicen los versos de “Sunken Treasure” de Wilco: Music is my servior / I was maimed by rock & roll / I was tamed by rock & roll / I got my name from rock & roll.
Fuente > fineartamerica.com
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El Cultural
ES UNA ANSIEDAD SUBYACENTE Y DE PRESENCIA CONSTANTE, LA CUAL NO SE EXPRESA MEDIANTE LOS SÍNTOMAS CARACTERÍSTICOS .
vivir sin ansiedad. La High-Functioning Anxiety (Ansiedad altamente funcional) es explicada por el periodista Krissy Brady en el periódico en línea The Huffington Post. Es una ansiedad subyacente y de presencia constante, la cual no se expresa mediante los síntomas característicos ni altera nuestro comportamiento y, no obstante, nos merma y angustia sin darnos respiro. Tener un excelente desempeño profesional pero padecer en la vida personal, pensar en la ambición como el motor de nuestro desempeño cuando en realidad lo es la ansiedad, ser incapaz de detener el ruido mental aun estando exhausto, estar siempre en otro lado cuando se está en reuniones con amigos, hacer inagotables listas mentales de pendientes, dedicar los días de descanso a seguir trabajando mentalmente, son algunas de las manifestaciones de esta ansiedad de alto rendimiento. Para rematar, lee el escorpión, como la víctima de este mal luce profesionalmente capaz, absolutamente nadie cree en su padecimiento de ansiedad y en su constante temor al fracaso. Luego de estas noticias, el alacrán opta por huir hacia adelante... y seguir trabajando.
16/05/19 22:10