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"ME DICEN QUE LA POESÍA NO SALVA"

ME GUSTARÍA NO PENSAR QUE TODO ES UNA METÁFORA de todo, porque sí es molesto ser esa clase de persona que cree que lo que sucede tiene una razón, una lógica y debemos encontrarle chichis a las culebras, tres pies al gato.

Es cansado pasarse buscando una señal de algo, darle vueltas a las cosas pensando que esto también puede ser un poema.

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Es cansado creer siempre que el mensaje debe ser decodificado al lenguaje de la poesía que nunca será el de la vida.

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Me gustaría mirar a esa cierva pastar con su cría de unos meses que se tambalea con sus débiles patitas, simplemente contemplarlas y emocionarme sin pensar en mi madre, en nosotras. No sentir que somos en otro tiempo ese par de animales que pastan en el mismo prado y es algo que parece inevitable ante este vicio de palabras y palabras y palabras.

Este vicio es todavía peor que cualquier otro del que uno pueda rehabilitarse en una clínica, pienso y comienza así otra metáfora.

ME DICEN QUE LA POESÍA NO SALVA a nadie y probablemente sea cierto no se puede pagar la renta con un puñado de malos poemas sobre hospitales y entierros o muertos ajenos pero un libro de poemas hizo que yo habitara este país todo el verano hizo que atravesara dos países y medio para encontrarme un libro de poemas me dio de desayunar, comer y cenar cincuenta días soleados y calurosos.

La poesía no salva tienen razón los que lo dicen, aún así llevo arrastrando mi maleta con diez kilos de libros de poemas.

De algo han de servirme.

Presentamos una entrega más de este ejercicio lúdico en torno a bibliotecas, curiosidades librescas, gustos y tendencias lectoras: en cada una hemos dado voz a personajes vinculados tanto con la literatura como con el arte en Hispanoamérica. En este caso, la periodista cultural Adriana Malvido, cuya trayectoria arrancó a fines de los años setenta, analiza el placer de pasearse por sus varios libreros, de toparse con títulos que desde los siete años y hasta hoy se han vuelto parte de su piel más íntima.

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