12 Brujas y el Innombrable de Tales RBCBOOK 2015

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© Texto: 2015 © Diseño de portada: 2015, RBC © Ilustraciones de interior: 2015, RBC y Karla Ximena. © Edición: 2015, RBCBOOK Publicado en México - RBC IN WONDERLAND DESIGNS www.rbcbook.blogspot.com www.cinerbc.blogspot.com www.librogeminis.blogspot.com Maquetación: RBC Primera edición: Abril de 2015

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Por Karla Ximena.

P

ronto sería San Valentín, por lo que aquel joven buscaba un regalo para su novia y también para su amante. Entró a una extraña tienda, la anciana detrás del mostrador parecía dormitar, por lo que siguió con su búsqueda solo.

Un colgante con inscripciones le llamó la atención, lo observó por un momento pero luego pensó que no era lo indicado para ninguna de las dos. Al levantar la mirada se encontró siendo observado por una curvilínea mujer con un vestido negro ajustado, ojos oscuros y profundos, cabellera tan negra como la noche y piel de alabastro. Su aura era seductora y peligrosa a la vez. Tragó saliva al verla. —No deberías jugar con las mujeres- su voz aterciopelada, también era afilada. El joven no dijo nada, estaba petrificado ante aquella aparición. 7 www.rbcbook.blogspot.com


—Te contaré una historia que paso hace unos siglos atrás— prosiguió la mujer. –—En una aldea vivía una joven de delicadas facciones y afectos, la cual era descendiente de una larga línea de grandes hechiceras, pero ella no practicaba la magia. Solo utilizaba los conocimientos de sus ancestros para usar plantas de forma curativa. Además en ese entonces la inquisición no era muy indulgente con una bruja. >>Un día un forastero llegó al pueblo, era un caballero errante. Con solo verse el amor surgió. Todos los días al atardecer la joven pareja se reunía en el bosque para demostrarse su mutuo amor. El caballero llenó de promesas a la muchacha, tanto como de besos, la joven era la mujer más dichosa de la comarca y creía que aquella felicidad iba a durar para siempre. >>Pero una tarde el caballero no llegó al encuentro, la joven se angustió, creía que algo malo le había sucedido. En la aldea no había noticias de él, pasaron los días, pero el joven no aparecía y la muchacha iba perdiendo cada vez más las esperanzas de volverlo a ver. Las lágrimas rodaban con suavidad por su rostro y en silencio. >>Hasta que un día fue anunciada en el pueblo la boda de la hija del señor feudal y para sorpresa de la muchacha el novio era su caballero. Corrió con todas sus fuerzas hacia el bosque donde antes se encontraban y finalmente con un grito rompió en sollozos. Por días deambulo como un fantasma en pena, llevando un peso en el pecho que no la dejaba respirar. >>Hasta que finalmente decidió ponerle fin a su sufrimiento. Empezó a preparar en el bosque el conjuro que finalmente liberaría a su corazón. Cuando reunió todos los ingredientes encendió el caldero, tirando en su interior hierbas 8 www.rbcbook.blogspot.com


y aceites. Aquello herviría hasta la media noche. Pero del brebaje se elevó un humo verde violáceo, el cual supero las copas de los árboles y fue visto en el pueblo. >>Asustados los aldeanos acudieron a su señor para que los protegiera de la bruja que habitaba en el bosque. El caballero se ofreció para ir a la cabeza de los guardias. >>Llegó la media noche y la luna llena brillaba en lo alto. La joven se arrancó los aros de latón que un día le había regalado su caballero, los lanzó en el interior de la olla, luego tomó una daga, se cortó la palma izquierda, apretó encima de la cocción para que cayeran unas gotas de sangre, finalmente también el puñal lo lanzó en su interior. >>Después de unos segundos la daga se elevó sobre el líquido, ahora era completamente negra. La muchacha la tomó, cuando en ese momento el ruido de casco y el fuego de antorchas la interrumpió. Se volteó asustada con el cuchillo en la mano. >>Frente a ella estaba quien antes había sido su amado con la guardia de señor feudal. Él la miró consternado y a la vez asustado. >> —Así que tú eres la bruja— susurró. >>Las lágrimas brotaron por el rostro de la joven. El dolor de su pecho era cada vez más intenso, apenas podía respirar. Ya no quería sufrir más, levantó el puñal y se lo clavó con fuerza en el corazón. El caballero la observó atónito. >>A pesar que todos creían que la joven moriría, no fue así, el viento se arremolino a su alrededor, ella se alzó hacia atrás con aún la daga en el pecho. 9 www.rbcbook.blogspot.com


Sus cabellos castaños se volvieron negros y sus ojos se convirtieron por completo en dos pozos sin fondo. Los hombres se horrorizaron ante la visión. >> —¡Acaben con ella!— ordenó el caballero. >>Los hombres se lanzaron sobre ella, pero el viento se convirtió en un tornado que los azotó una y otra vez contra los árboles. Cuando finalmente la brisa se calmó solo quedaba el caballero con vida, temblando de miedo en el suelo. >>El cuchillo cayó del pecho de la mujer, ahora no era una dulce chica, sino que una hermosa mujer, letal y sin corazón. >> —Te doy las gracias, querido— dijo la bruja con un eco en la voz. —Sin ti no sería lo que soy ahora- dijo con crueldad. >>Pasó caminando al lado del caballero, el cual tiritaba como hoja y siguió de largo dándole la espalda. El hombre aprovechó la oportunidad, tomó una lanza del suelo y la atravesó por la espalda, en el punto donde estaría su corazón. >>Ella volteó el rostro. —Querido ¿Es que ya no me quieres? >>Con una mano rompió la lanza que aún sostenía el joven, el trozo que le atravesaba el cuerpo lo tomó por delante y jaló. Al salir gimió de placer. Luego se volteó para mirar a quien antes amó con todo el corazón. Había fuego en aquellos pozos negros. >> —No deberías jugar con esto— dijo mostrándole el trozo de lanza que se había arrancado. —Puede lastimar a alguien que tenga corazón. Pero por suerte el mío ya lo habías arrancado.

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>>Lo agarró con una mano del cuello y lo levantó del suelo. Su fuerza era sobrehumana. >>-Hay tantas formas de matarte lentamente y con mucho dolor- dijo con placer en su voz. —Pero no morirás— está vez había en ella cólera contenida. —Te maldigo de aquí hasta último de tus días. El oro por el cual me dejaste se escurrirá de tus manos como agua, tu esposa te aborrecerá al igual que muchos, pero no te preocupes, nadie podrá acabar con tu vida aunque lo intenten, te regalaré una vida muy longeva. Los bebes que ahora están en el vientre de sus madres, envejecerán y llegaran a la tumba, pero tú no, tu tormento durará hasta que yo lo diga. No engendraras ningún vástago y el castillo donde habitas se caerá con el tiempo, ya que no quedara nadie que lo cuide, solo tú, un andrajoso anciano. >>Con esas palabras lo dejó caer al suelo y se desvaneció. Una carcajada aterradora inundó el bosque. >>Se cumplió todo lo que la bruja le había anunciado, hasta intentó acabar con su vida, pero la muerte no se lo llevaba, ya que le temía a la hechicera. Al ver que no moría, los aldeanos lo quemaron en la hoguera por brujo, pero entre gritos, las sogas se calcinaron y pudo correr como una antorcha humana. Sus quemaduras quedaron, produciéndole un constante dolor, pero él no pudo morir. —Así que muchacho ten cuidado de quien te enamoras y a quien le rompes el corazón— le dijo la mujer. —Hay algunas Exs que son muy peligrosas.

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Le regaló una sonrisa perturbadora y sus ojos se volvieron dos pozos negros. El joven pestañó asustado y cuando volvió a abrir los ojos ya no estaba. — ¿Necesitas algo especial?— le preguntó con amabilidad la anciana que antes había estado durmiendo detrás del mostrador. En la ciudad se escuchó una carcajada siniestra y también las voces de los animales vueltos locos, por aquel aterrador sonido.

FIN

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Jane N. Blake.

L

a supuesta adivina llevaba más de un par de minutos sosteniendo mi mano, a Rose mi amiga le había demorado mucho menos en decirle su fortuna. «Estas por casarte. Veo un par de niños

anunciándose muy pronto». Le dijo. Claro no era un secreto que se casaría, Rose ostentaba su sortija de compromiso en todas partes a pesar de los niveles de inseguridad que se vivían cada día en esta ciudad y la predicción sobre los niños era algo obvio también, finalmente con el matrimonio por lo general los niños acudían en algún momento. Sin embargo conmigo la anciana estaba demorando. A veces murmuraba cosas inaudibles entre dientes, quizás intentaba vislumbrar alguna parte de mi historia personal que estuviera a la vista en mi apariencia. Sonriendo con suficiencia sabía que no lograría enlazar nada y la verdad es que 15 www.rbcbook.blogspot.com


nunca había creído en esto, Rose me había animado y sin mucho que hacer hasta que la hora de la comida terminara para volver al trabajo acepte que esa mujer nos leyera la suerte. —Debo regresar al trabajo en cinco minutos, quizás pueda apresurar a las fuerzas del mas allá para que le digan que me depara el futuro —digo, un poco fastidiada. La anciana levantó la vista y me sonríe provocándome un ligero estremecimiento en mi nuca, sin embargo al bajar la vista a mi mano de nuevo sigue sin decir una sola palabra. Me veo tentada a arrebatarle mi mano y cuando estoy a punto de hacerlo ella se aclara la garganta. —Hay que convencerte de muchas cosas, eres díscola. —Hace una pausa pero aun no me ha devuelto mi mano—. Has tenido malas experiencias, veo que estás sola —se encoje de hombros dubitativa—. Escucha las señales, es posible que nunca las vuelvas a oír. Si bien al principio Rose y yo nos quedamos en silencio, libero mi mano y la atraigo a mi regazo. —Muchas gracias por leer nuestras manos —musita Rose, amable como siempre—. ¿Cuánto le debemos? —Nada —la anciana sonríe— no hago esto por dinero. Felicitaciones por tu boda y cuida a esos bebés —le dice a Rose, entonces me mira nuevamente—. No lo olvides: mientras tú no quieras escuchar las señales, nunca te quitaras eso que tanto deseas alejar de tu vida. Con estas últimas palabras la mujer comienza a alejarse tarareando alguna canción que no logro reconocer, Rose y yo la seguimos al ver como sale 16 www.rbcbook.blogspot.com


del restaurante donde hemos ido a comer y la seguimos con la vista hasta que la perdemos de vista completamente. —Eso ha sido extraño Catlyn —recita Rose. —Nada de eso. Solo es una anciana charlatana. —Pero si no nos ha cobrado. —Mejor aun —sonrió y dejo unos billetes para pagar la comida y la propina sobre la mesa—. No hemos tenido que pagarle por escuchar sus mentiras. Vamos, es tarde —le digo apurándola, lo último que necesitamos es un jefe enfadado por no vernos si nos necesita. Las horas transcurren y aunque Rose y yo no hemos hablado desde nuestro regreso de la comida, la noto más animada, puede que esa supuesta sesión del futuro haya tenido ese efecto en ella. Se casara dentro de un mes así que supongo esa emoción también puede ser algo normal, soy feliz por ella por supuesto y en el fondo una pizca de envidia me corroe. Pero estoy feliz por ella… sí, estoy feliz. Veo caer una carpeta sobre mi escritorio y tengo un ligero sobresalto que me saca de mis pensamientos y aparta mis manos del teclado de la computadora donde desarrollo la contabilidad del jefe. Al levantar la vista veo a Andrew Tisdale, el es el abogado personal de nuestro jefe mutuo. Es un hombre de porte serio, 30 años, con profundos ojos verdes, es atractivo y quizás lo sería más si no se tratase de un completo imbécil y de mi ex. —¿Necesita algo señor Tisdale?

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—Solo que me ayudes a encontrar la contabilidad del señor —se estira para ver el nombre sobre la carpeta— Johnson. Y un favor Catlyn, deja de llamarme por mi apellido, llevo cuatro años pidiéndotelo. Los mismos cuatro años desde que terminamos. —Lo que usted ordene señor Tisdale —le digo sonriendo con suficiencia para molestarle. El rueda los ojos casi de manera imperceptible y respira profundamente con un ligero enfado; sonrió con agrado por haberle molestado. No es que tenga algo en contra de él, tampoco es que el me haya traicionado durante nuestra relación, simplemente aquello no funcionaba para mí y ya que nos conocimos en el lugar donde ahora estamos parados al parecer ninguno de los dos iba a cambiar su empleo para dejar de verle la cara al otro. Supongo que el destino funciona de maneras extrañas y a mí me odia. Procuro tener su pedido rápidamente e imprimirlo, de esta manera al entregárselo y que se marche lo más pronto posible. Nunca he sido fanática de “ser amiga de tu ex”. Si algo no funcionó antes no funcionara después.

Esa noche al llegar a casa estoy lo bastante cansada para solo querer sentarme en el sofá, mirar televisión y no pensar en nada más hasta que la hora de caer dormida llegue. Antes siquiera de lograr eso mi móvil comienza a timbrar y me veo obligada a responder, emitiendo un suspiro tenso y cansado. —¿Dónde estás? —pregunta una voz al otro lado de la línea, está molesto. 18 www.rbcbook.blogspot.com


—John, lo siento lo he olvidado —le digo, lo cierto es que no quería salir aquella noche y pensé que él lo olvidaría. John es el gerente de una tienda con el que he estado saliendo las últimas semanas, es atento, amable, tiene un grandioso trabajo y por supuesto es muy atractivo con sus ojos avellana y piel bronceada que le da un aspecto mediterráneo muy difícil de conseguir en esta ciudad donde todo el día está nublado. Su defecto: Es demasiado serio. —Por un momento pensé que te había pasado algo —me dice, se escucha sincero pero de cualquier manera me ha molestado que llamara. —Ahora sabes que estoy bien —le digo sin emociones, lo único que quiero es que cuelgue y me deje en paz por esa noche; que entienda que no quiero ir a su estúpida reunión. —Si lo deseas puedo recogerte. Y lo acaba de arruinar… —Prefiero que no. —Hago una pausa solo por un momento—. John creo que debemos terminar. No me siento cómoda contigo y creo que debemos pensar en nuevas posibilidades. —Catlyn —hizo una pausa y su voz cambio inmediatamente de la preocupación a la extrañeza—. ¿Estás terminando conmigo? —Creo que ha quedado claro… —Al menos si querías hacerlo lo hubieras hecho en persona —me dijo claramente resentido, aunque no era mi culpa—. Estás en tu decisión. Cuídate. Adiós.

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Abro la boca para decir algo más y antes de que el sonido salga de mis labios, John ha colgado. Odio que me dejen con la palabras a medias, pero no puedo llamarle eso sería una gran estupidez luego de decirle que prefería terminar. Dejo el teléfono sobre la mesa y prefiero alejar todo de mi mente. Mañana será otro día y una nueva oportunidad, ahora solo siento una especie de… ¿remordimiento? Y al cerrar los ojos solo me queda claro algo: no quiero estar sola.

Con el transcurso de los días Rose esta cada vez mas presionada por los últimos preparativos de su boda, en la cual a pesar de que será una boda sencilla con pocos invitados quiere que todo este perfecto; supongo que la entiendo. En nuestro día libre me pide que la acompañe a la última prueba de su vestido, por supuesto acepte inmediatamente y poco antes de la hora acordada para su cita nos trasladamos a la tienda. Al entrar a la tienda de vestidos de novia de inmediato soy golpeada visualmente por una enorme cantidad de vestidos y todo tipo de ideas visuales para ser implementadas en una ceremonia, es innegable que el ambiente en el lugar es de celebración aunque me cuestiono si los empleados esbozan una alegre sonrisa por trabajar en la tienda o si acaso es una de las normas obligatorias para ser un empleado. A la izquierda hay una entrada con algunos maniquís masculinos portando elegantes trajes oscuros, esa zona debe ser la indicada para los novios que buscan un traje para sus bodas, quiero suponer; el ambiente en ese sitio se aspira mucho más sobrio. Al regresar mí vista a los 20 www.rbcbook.blogspot.com


interminables aparadores de vestidos de novia por un momento enfoco mi mirada en un pequeño grupo de mujeres y una chica mostrándoles como luce en el vestido. Las aplicaciones que catalogan la delicadeza del diseño y el color blanco símbolo de la pureza que es entregada a la persona que amas. ¿Pero en realidad ese amor es real…? —¡Andrew! Ese nombre me saca de mis pensamientos. Volteo en dirección a donde Rose ha corrido y veo que abraza rápidamente a Andrew, lleva una bolsa con él con la insignia de la tienda. Ante la llamada de Rose él se dirige hacia nosotras y saluda a la misma a mí solo me dirige un rápido saludo con su mano para centrar toda la atención en ella. —Supongo que vienes a buscar un vestido de novia. —¡¿Estás loco?! —pregunta divertida—. Faltan dos semanas, es solo la última prueba. —Desconozco como se hagan las bodas. Nunca me he casado —dice riendo un poco. —¿Quieres acompañarnos? —pregunta Rose para mi sorpresa—, una opinión masculina sería de gran ayuda. —Quizás tenga algo que hacer… —digo. —En realidad no tengo nada que hacer. Me encantaría. Sé que no puedo opinar mi molestia al respecto, me muerdo el interior de la mejilla para omitir esos comentarios y los tres avanzamos a la zona de probadores escoltados por uno de los vendedores.

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Rose se ve emocionada mientras espera ansiosa por que el vendedor llegue con el vestido terminado, es la última oportunidad para encontrar algún desperfecto que deba ser solucionado. —Estoy tan emocionada que tengo nauseas —dice Rose jugando con sus manos y tamborileando rítmicamente con sus pies—. Por cierto hay algo que me gustaría decirle a ambos y que espero acepten. —Lo que necesites —informa Andrew. Rose abre su boca y antes de poder decir algo, casi emite un gritito al ver que uno de los empleados aparece de una de las entradas de personal y llega hasta nosotros indicándole que le siga a los probadores. —Si alguien envía un mensaje a mi móvil, revísalo estoy esperando que los del banquete de recepción me den noticias —me dice Rose emocionada entregándome su celular. —Luce muy feliz —me dice en un intento de iniciar una conversación. —Está enamorada. Aunque el silencio se hace entre los dos él parece intentar encontrar algo que decirme y por mi parte tampoco tengo muchas intenciones de ponerme a hablar con él. —Supongo que iras acompañada de Robin —me dice. —Termine con Robin hace meses. —Vaya, ¿en serio? —Asiento con la cabeza a su pregunta—. Creo que escuché a Rose hace un tiempo mencionar a ¿Brandon? Rió por lo bajo sin dirigirle la vista, de reojo alcanzo a ver que el me mira. 22 www.rbcbook.blogspot.com


—Efectivamente salí un tiempo con él. Algunas citas, solo eso. —Entonces supongo que iras sola. —No creo, si arreglo las cosas con John podría ir con él o quizás con Jared; lo conoces trabaja en recursos humanos. El suelta un bufido y ríe por lo bajo. —Sí que estás sola —me dice. Esas simples palabras me hacen dirigirle la vista. —No lo estoy y no hables de cosas que no sabes —le digo ligeramente ofendida porque trate de meterse en mi vida. —Robin, Brandon, John y ahora Jared también. —Cada nombre que menciona lo hace de manera despreciativa—. Me haces recordar la razón por la que terminaste conmigo. —Han pasado muchos años Andrew —le digo—. Creo que es algo que ya no importa. —En realidad es algo que siempre quise saber cual fue tu problema para que no hubiera otra opción, nos llevábamos bien, nunca te ofendí y nunca hice algo que te lastimara. —Eras empalagoso. —No lo sabía, ¡qué crimen! —dijo con sarcasmo. Me levanté enfurecida. Tenía ganas de irme y por su expresión el también lo noto, se cruzo de brazos mirando a otro lado. Sabía de antemano que no era una reacción empática hacia mí, se estaba controlando para no hacer la discusión mucho mayor de lo que ya era. No había cambiado nada… —La vida es complicada —digo sentándome nuevamente. 23 www.rbcbook.blogspot.com


—Nosotros la convertimos en eso. Las circunstancias en las que crecemos y vemos desde niños son las que forman a los adultos que somos — me mira sin emociones, su voz esta igual y temo que comencemos a pelear nuevamente—. Tu miedo existe y no es que estés buscando algo en especial. Tienes miedo de encontrarlo. Al llevar mi mano a mi sien espero que note que este tema me ha cansado finalmente. Exhalo el aire en mis pulmones y le miró. —No estoy sola —le digo esperando que esta conversación se dé por terminada. El sin embargo se encoje de hombros. Bajo la vista al celular de Rose que empieza a emitir el sonido de un mensaje nuevo. Al ser que ella me ha dado permiso revisó el mensaje, es de su madre.

“Tu padre está muy feliz con la noticia. Acabo de ir de compras y he conseguido muchas cosas para el bebé”

¡Rose está embarazada! La noticia me ha caído completamente de sorpresa, apenas se como digerirla, por supuesto estoy muy feliz por ella, ella es una persona maravillosa y estoy segura será una excelente madre. En el fondo comienzo a meditar un poco sobre ese encuentro, aquella anciana mencionó que Rose sabría la llegada de dos bebés pronto. Si supongo que dijo algo cierto, ella menciono algo sobre unas señales para mi… algo que tenía que escuchar. 24 www.rbcbook.blogspot.com


—Creo que —anuncia Andrew tenuemente— olvídalo. —¿Qué cosa? —pregunto insistiendo. —Es… en realidad es que vivo apegado a un recuerdo, al desear saber que pudo ser si las cosas hubieran sido distintas —continua finalmente, se que se refiere a nosotros la última vez que le escuche hablar de aquella manera fue el día que terminamos—. No es bueno vivir en el pasado, debería moverme y seguir adelante, tú disfrutas tu vida y yo, yo debería encontrar la mía. Finalmente. —Tu aun estas… ¿aun sientes algo por mi? —preguntó finalmente. Andrew sonríe un poco pero no me mira. —Es el pasado, solo quiero dejarte ir. Se feliz, como desees serlo —me dice. Esa no es una respuesta. No es la que deseo o quizás fue la que estuve buscando todo este tiempo. Lo miró y muerdo mi labio inferior con impotencia. Andrew se levanta y aplaude tenuemente al ver entrar a Rose con un vestido blanco, se ve hermosa. Sonrió lo mejor que puedo para ese momento aunque siento mis ojos humedecerse y afortunadamente podre culpar a la emoción de ver a Rose con su vestido; no es por esa razón sin embargo. Por muchos años me he preguntado por qué huyo de las cosas cuando veo que ellos comienzan a interesarse más y porque trato de encontrar todo lo malo y hacer que eso pese mas sobre las cosas buenas que las personas pueden ofrecerme. Ciertamente no lo sé. Muchas noches me despierto interrumpiendo mi sueño, se que siento miedo al rechazo, a sufrir por amor y prefiero alejar

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todo de mí antes de que me haga daño. Por años la soledad que yo misma he creado en mi vida me ha venido consumiendo y la he abrazado, aceptándola. Sonrió al ver la mirada de Rose encontrándose con la mía y a su vez miró el reflejo del espejo al frente de ella, una anciana de baja estatura aparece reflejada a unos metros detrás de nosotros. Nos observa y sé que por un momento ella también me mira. Es la anciana de aquel día hace unas semanas, me incorporo y volteó detrás mío para verla. Sin embargo no está… no ha podido haber tiempo suficiente para que ella se escapara en el inexistente momento que me tomo voltear. —¿Pasa algo Catlyn? —pregunta Rose extrañada. —Nada —le digo aunque no siento la seguridad necesaria para admitir mis propias palabras, de cualquier manera le sonrió a mi mejor amiga. «Escucha las señales porque puede que nunca más vuelvas a oírlas» quizás después de todo, tiene razón.

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Daniel de Cullá.

E

sta vez, no sé si será la única, como novios no vamos a ir separados hasta la puerta de la iglesia, que vamos a ir juntos. Sí, juntos. Ved, vamos cogidos del brazo, medio atolondrados por la

celebración y calentamiento

pecaminoso hasta el rojo albo que se dibuja en los mofletes de mi novia, que lleva una especie de cofia o redecilla donde se recoge el pelo. Marcho con gravedad y afectación, (los que miran para curiosear así lo afirman), mi novia va elegante, de blanco, me parece una albañila, cierta clase de abeja, su vestido, en su cintura, dibuja una tripita muy linda, pero no va como otras novias que van al casamiento con el pajarito dentro de ella no, pues ella ha querido conservarse virgen por arcano o cosa secreta. Dice que ella no quiere ser una curiela, muy paridora, ni pa' dios. Yo no he conseguido, siendo novios, conjugar con ella el verbo “ follar “, que en Gramática es “Afollar”, 29 www.rbcbook.blogspot.com


soplar con fuelle, pero sí el verbo lamer, que algún sarro o mirra, mirranga, partícula pequeña cual cierto manjar de “palominos” me quedó en los labios al besar ardiente y chupar sus labios ribereños al Monte de Venus. Yo tengo el pelo de la curseta o badajo de color blanco amarillento. “Tienes los huevos como los de gallina, “majete””, me dice ella, que tiene su Curiquingui o Chirla en especie de mata con flores amarillas alrededor de los labios cual carta amorosa o cédula real. Mi futura esposa es de Albadalejo de los Freires, en Ciudad Real, yo de Albadalejo del Cuende, en Cuenca, y nos casamos en la iglesia de Albalate del Arzobispo, en Teruel, porque allí viven sus padres. Mientras nos acercamos a la iglesia, le digo al oído: “Misi (ella se llama Misia), mi vida, mi pimpolla glande pronto renacerá al pie de tu Curiquingui”. Y llegaremos a la pasión celebrando la vida, muerte y resurrección del gallo montando la gallina, tú celebrando mi erección enfundándomela”. Ella me miró con ojos llorosos, pero no dijo nada. Aunque la veo alterada por el asunto de que se trata. Recuerdo un día que, paseando, me contaba que ella preguntó a su madre que qué era eso de la luna de miel, y que de qué manera se resuelve ese negocio del chisme. A lo que su madre contestó: —Hija, ya verás lo que va a pasarte. Iréis desnudos a la cama, él te esperará erecto, y tú le cogerás el badajo, y lo guiarás hacia el agujero de tu campana. Pero no temas salir por el albañal, que a todas las novias les sale mal la noche de bodas, aunque hayan practicado en el noviazgo. Aunque, y cuídate, tú lo pasarás peor pues eres una novia antana, novia que va a celebrar la jodienda por primera vez. Que amar es follar y, también, dejarse follar. 30 www.rbcbook.blogspot.com


Miro a mi novia, mi bruja amiga. ¡Qué ganas tengo de abrazarle toda¡ Que nos hemos casado ¡Salimos entre granos de arroz y confetis. No vamos a hacernos las fotos de rigor, ni vamos a celebrarlo, pues quiero primero saber a qué sabe la luna de miel. Mañana comeremos en un restaurante de pro. Llegó el momento.

Estamos en una casa o albergue alquilado. La

habitación que hemos ocupado me parece un piso del cretáceo inferior, como en alberca, sin techo y con sólo las paredes. Una cueva donde se recogen y copulan las bestias o fieras. Yo estoy tumbado sobre la colcha de un lienzo blanco con adornos a manera de red o con encajes de hilo, representando flores y animales, en la cama, panza arriba. Me pongo una almohadilla o cojín debajo del culo para elevarle y hacer más largo el badajo, especie de tomillo o pino albar, y que entre mejor en su cuba, aunque ella me dice que parece mi pene un mestizo de chino y geníza. Ella se está desnudando delante del espejo. Veo que se ha escrito un tatuaje en la vagina. Leo: “no se vende ni se alquila”. —¿Vienes, mi amor, mi bruja amiga?— le pregunto. —Mira cómo lardea el pájaro para que le ases. Voy a freírte tu lonja de tocino hasta que quede como oreja de cerda frita. Yo muevo de un lado al otro, con las dos manos, el badajo o especie de camelote de Levante, en tejido de cabrón y lana, mi “picha de color carmesí y glande blanco de domar potras”, como ella dice. —Sí, ya voy— responde ella. Calla por un momento, y sigue, nerviosa y gritando: —No quiero ponerle capirote a ese tu pájaro de rapiña, ni ser albarda sobre albarda. No quiero someter mi amor al tuyo. No quiero macerar tu 31 www.rbcbook.blogspot.com


cáñamo en mi alberca. —Al instante, se sube las bragas blancas y se pone el vestido de boda hasta la cintura. No encuentra el sujetador, y los pechos los mueve al aire. Me grita: —Que te lluevan albardas. Y marchó sin cerrar la puerta. En el espejo quedó grabado su Curiquingui, que me pareció una de las estrellas de la constelación del Cisne. —Vete, hierba piojera, le grité yo. Y que te follen los enanos de Blancanieves. Me estuve revolcando en la cama hasta que la colcha se quedó cubierta de pajas. Al ver a su hija llegar a casa, la madre se disgustó. Le pregunta: —Pero, ¿qué ha pasado, hija? —Nada madre— contesta— Que no voy a soportar la bestia calzada de los cuatro remos. Que yo no quiero meterme ese palo por el culo, ni hacer guarrerías con espermas y saliva. Ni quiero ser albarda para su barriga. De mi no abusa, ni dios. No voy a tañer ese albogue, especie de flauta de la que se saca lechosa barrilla entre dos albóndigas o bolas de cabrón con pelos. Que quiero mantenerme en la infancia y juventud de mi vida. —Bueno, hija, asintió la madre, si tu destino es quedarte en la vida para vestir y desvestir santos, que se así sea. Coser y hacer albardas, cosa de brujas, todo esto es amor y dar puntadas. Ya se ve que tú tienes diferente el lomo a las demás. Además, mejor. El porfiado albardán, bufón, truhán, no untará su pan en el jugo de tu Curiquingui, como tú bien dices.

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Rhodéa Blasón.

P

ermanecía aterrorizada en posición fetal sobre la alfombra de color azul de su salón. No sabía el tiempo que llevaba allí postrada, pero la luz ya no entraba en la habitación a través de los cristales de

los amplios ventanales. Sabía que en algún momento tendría que levantarse, pero se sentía tan dolorida que no tenía ganas de intentarlo. Le parecía que su cuerpo estaba inerte, le dolía la cabeza y llevaba horas llorando, sentía un temor interior que la paralizaba. La vida le había resultado demasiado dura y ella había sido demasiado sumisa. De esa manera, cuando llegó a la mitad de su vida se dio cuenta de que nunca había conocido la felicidad, se había convertido en una gran fingidora, pero permanecía presa en una cárcel de hierro que la ahogaba y no conseguía tomar decisiones por sí misma, por temor, por

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cobardía, por.... había tantos por qué a lo largo de su existencia que ya no era capaz ni de recordarlos todos. Le ardían los párpados irritados por tantas lágrimas salidas de sus ojos, y apenas podía moverse, pero aún así, poco a poco, fue irguiéndose sufriendo en silencio hasta que consiguió sentarse en la butaca orejera en la que se aposentaba diariamente para realizar sus labores de bordado que luego vendía para procurarse unos euros para sus pocos caprichos. Le gustaba bordar y la relajaba enormemente, ya que mientras su mente estaba inmersa en los dibujos que debía realizar con una extrema pulcritud y exactitud permanecía perfectamente relajada y concentrada y se olvidaba de todo lo demás.

Elisa era una mujer que siempre supo tomar sus propias decisiones a lo largo de su vida. Nacida en el seno de una familia muy arraigada a la tierra y capaz de predecir infinidad de situaciones, siempre señalaba a quien la quería escuchar que su infancia “había sido inmensamente feliz, junto a sus padres y hermanos”. Su madre, una mujer elegante y culta, era capaz de “ver” sucesos que habían acontecido y los que se podían producir con antelación. Conocía todas las hierbas del campo y sabía a la perfección sus beneficios y sus perjuicios. Elisa observaba como su madre hacía remedios para los vecinos que acudían a junto de ella para que les proporcionase alivio en sus dolencias. Mientras preparaba las fórmulas medicinales advertía a su hija sobre los peligros de la mezcla de plantas y raíces en proporciones indebidas de determinadas y los daños que podían producir. Elisa, con ansias de saber, 36 www.rbcbook.blogspot.com


absorbía los conocimientos naturales de su madre y a la vez se daba cuenta de que había heredado de ella esa energía que le daba facultades para anticiparse a los acontecimientos o recordar cosas que habían pasado sin que ella las hubiese vivido. La pequeña Elisa creció en un ambiente muy familiar y hogareño, aprendió a bordar instruida por su cariñosa madre que le enseñaba con una paciencia y pulcritud excepcionales. Se convirtió en una joven atractiva, pelirroja y llena de pecas, pero con unos inmensos ojos azules que parecían traspasar a quienes los miraban. No tenía demasiada relación con otras jóvenes de su edad porque ella sabía que no se encontraban a gusto en su compañía, ya que a veces las advertía de cosas a las que se anticipaba y a sus espaldas la llamaban “bruja”. Nunca le importó que alguien la catalogase como “bruja” debido a que su madre siempre le insistía en que debían “utilizar sus dones para garantizar el bien de sus semejantes”. Elisa siempre escuchaba con atención a su madre y se convirtió en una persona que se exigía mucho a sí misma en todo lo que hacía, así como en el trato con los demás. Leía sin parar libros de psicología y remedios naturales, buscaba respuestas sin cesar a las preguntas y afirmaciones de su mente, pero, a pesar de continuar estudiando a lo largo de los años sobre el tema, siguió firmemente las recomendaciones de su progenitora. Pronto se casó con quien creyó que era el hombre de su vida. Ella se convirtió en una afanosa ama de casa, meticulosa y perfeccionista, que sólo pensaba en procurarle a su esposo un hogar lleno de ternura y amor. El la escuchaba atentamente cuando ella hablaba de plantas y de las personas que la 37 www.rbcbook.blogspot.com


consultaban sobre sus pócimas. También leía sus libros. Elisa creyó que le gustaban, ya que siempre andaba rondándola cuando ella realizaba fórmulas medicinales para quien se las pedía. Elisa se creía una mujer feliz. Era paciente y sosegada y eso la hacía sentirse bien.

II El matrimonio no tuvo hijos, a pesar de que Elisa los deseaba con todo su corazón. Era buena y generosa y consideraba que podía convertirse en una madre que amase a sus hijos como ella había sido amada. Fueron pasando los años, y, aunque algunas veces añoraba risas infantiles en su hogar, aprendió a vivir sin ellas, pero sin desesperar. De repente, y sin saber por qué, Elisa comenzó a encontrarse intranquila y cansada. Comenzó a tomar unas recetas para incrementar las vitaminas que recibía su cuerpo pero cada vez se encontraba peor. No sabía por qué. Las pócimas que tomaba eran de uso corriente en los lugareños que la consultaban y a todos les resultaban bien, pero ella estaba cada vez peor. Decidió que cuando llegase su esposo del trabajo se lo comentaría. A la hora de la cena no le salían las palabras de la boca para hablarle a su marido de su mal estar. El no hacía más que quejarse de que el pollo al horno que le había preparado le sabía mal. Llevaba algunos meses quejándose del sabor de la comida y de que Elisa le cambiaba las cosas de lugar. Ella sabía que no era así, ya que nunca le tocaba nada y la comida la hacía como de costumbre. Y mientras escuchaba sus quejas una idea comenzó a atormentarla interiormente, pero siguió actuando como de costumbre. ¿Cómo era posible que 38 www.rbcbook.blogspot.com


pudiese ver y ser consciente de los daños que se apoderaban de los demás y no de los suyos? Su mente, muy inteligente, comenzó a trabajar rápidamente buscando “¿cómos?” y “¿por qués?”. Mientras lo hacía su esposo le indicó que le iba a preparar una manzanilla porque la veía pálida. “¡Eso es!, pensó, lleva tiempo dándome manzanilla después de la cena con diferentes escusas! Miró como su marido se levantaba y salía del cuarto. Tenía miedo de él, pero no sabía cómo debía actuar. Entonces le vio aparecer con una taza en la mano. —Tómate esta manzanilla, te hará bien para dormir. Estás tan pálida que parece que tu piel se va a romper. —Lo haré— dijo despacio la mujer —pero he de ir a por un vaso de agua que tengo mucha sed. —No tardes, te esperaré, aquí para que te tomes la infusión. Elisa salió despacio del cuarto, pero en la cocina actuó con eficiencia. Se tomó un antídoto fuerte contra cualquier planta administrada que le pudiera perjudicar la salud. Y en el trozo de bizcocho que se llevaba todos los días su esposo al trabajo introdujo delicadamente altas cantidades de arsénico con la punta del cuchillo por la parte de abajo para que no se notase. Volvió a envolverlo y a colocárselo perfectamente en su bolsa del trabajo. Regresó al comedor con su vaso de agua en la mano. Y se lo bebió. También se tomó la manzanilla, que ahora, con todos sus sentidos alerta, se dio cuenta por el olor que contenía estramonio, un veneno mortal. Su marido se lo 39 www.rbcbook.blogspot.com


estaba administrando a pequeñas dosis. ¡Y ella que pensó que eran felices y que su vida era un ejemplo a seguir! Sintió una gran tristeza por todos los años que habían convivido juntos. Elisa llegó a quererlo y a amarlo, pero no sabía por qué él no la quería. El se fue a la cama y ella se quedó en el piso de abajo, moviéndose para que el antídoto le hiciese efecto. A pesar de lo cansada que estaba se dedicó a limpiar la cocina y el comedor. Puso la lavadora y tendió la ropa,...No paró en toda la noche, hasta que se sintió sin fuerzas y fue consciente de que su cuerpo se caía desplomado al suelo.

III Llevaba tiempo bordando en su bastidor. Se había tranquilizado totalmente al ver que el antídoto le había salvado la vida cuando sintió el timbre de su puerta sonar. Se levantó y abrió. Cuando le comunicaron la noticia de la muerte de su esposo en el trabajo procuró parecer lo más triste posible. Al parecer le había dado un dolor muy fuerte en el pecho y se había caído en una de las cubas de la empresa en la que trabajaba. Mientras sus compañeros trataban de parar las máquinas las cuchillas lo sesgaron en diminutos cortes. Las dos personas que le hablaban eran responsables de la compañía y le estaban explicando que todos sus trabajadores tenían un seguro de vida por si ocurría una tragedia como esta. Elisa los miraba, pero no los veía. Estaba triste porque su marido la quisiese envenenar y por tener que defenderse de una manera tan tajante. Ahora estaría ella sola y la no desdeñable cantidad de dinero que le

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había ofrecido la fábrica de su esposo por su trágica muerte mientras trabajaba. Eso le aseguraría su vida. Cuando se marcharon Elisa lloraba por su ingenuidad y por permitir que sus sentimientos la cegaran y no la dejaran ver lo que su esposo le estaba haciendo. La estaba matando, sin remilgos, sin remordimientos de conciencia. Volvió a sonar el timbre de la puerta de la calle y Elisa se sobresaltó. Cuando abrió el umbral otros dos hombres aparecieron allí. Le explicaron que eran el director y el apoderado del banco en donde tenían sus pequeños ahorros y que, dentro de la desgracia que conlleva una muerte, había sido una suerte que su marido dos meses antes había triplicado el valor del seguro de vida. La había asegurado a ella, que antes no lo estaba, y había incrementado enormemente el suyo lo que la convertía en una mujer muy rica. Entonces Elisa supo el por qué de que su esposo la quisiese envenenar. Para cobrar la póliza del seguro que había hecho a nombre de ella. Entonces, ya no tuvo remordimiento alguno de conciencia por haberle hecho a él lo mismo y al no aparecer el cuerpo, nada más que trozos, no habría autopsia. ¡Le había estado bien empleado!

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IV

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Arturo Guzmán Vázquez.

E

stos días he estado muy triste, Tru se va a ir de la aldea y dice que no puedo ir con él; dice que lo han llamado desde el castillo de otro pueblo, pero ni siquiera me dice el nombre del lugar. Creo que está tramando algo y no

me lo quiere decir. Tendré que preparar un plan o algo para averiguar a dónde va, porque ya mañana parte del pueblo… *** Según la hora que me indica mi reloj, ya lleva de viaje como 3 horas, y ni su escoba se ha llevado; he pasado por su casa y la he visto puesta en el tejaban como siempre. Sigo pensando que algo anda mal. ¡Oh!, pero ni siquiera sé cómo hablar con él, no tengo teléfono (gracias, al Gato Dios, porque esas cosas parecen de mi tío, el Satanás), así que debo 44 www.rbcbook.blogspot.com


encontrar una forma de poder verlo o escucharlo a cada momento del día, y para esto creo que la gruñona de mi vecina puede ayudarme, aunque ya sé que pondrá cara de escándalo, ella se cree la sabelotodo de esas cosas nuevas de tecnología. Pasaré por la tarde a su casa y le pediré ayuda, no se debe de negar. *** —Oh, vecina— me dijo la bruja, alisándose el cabello que parecía más bien un estropajo —¿a qué has venido, si se puede saber?— dijo mirándome de arriba abajo. Esta bruja loca que nunca se arregla, algunas veces me dan ganas de preparar una poción, con los ingredientes muy molidos en el mortero para que surtan más efecto y pueda convertirla en un buitre apestoso. —Vecina, tengo que platicarte algo— le dije intentando parecer amable —es muy importante, ¿ya sabías que Tru se fue hoy del pueblo? Ella se quedó mirándome como si no le importara, pero yo insistí. —Yo sé que tú sabes mucho de tecnología — intenté aludirla para que confiara en mí y me ayudara; una tiene que encontrar sus mañas, no crean que mi belleza es pura, si bien que me ha costado la vida de dos o tres amigas brujas y sus bellos rostros —y necesito que me ayudes. No debo dejar que Tru se encuentre a otra bruja, él es mío. Y deseo estar siempre al pendiente de él. Su expresión cambió un poco, pero no simulaba una actitud de querer ayudarme. —Así que necesito que por favor me prestes tu computadora, o esa máquina que tienes ahí en donde encuentras a tus noviecitos esos. 45 www.rbcbook.blogspot.com


Creo que haberle dicho eso no ayudó mucho, pero de inmediato logré una forma de que me ayudara. —Recuerda que yo tengo muchas recetas en mi libro, si tú no puedes conquistarlos por esa máquina, yo te puedo ayudar. Su rostro se iluminó, y era de esperarse pues no ha tenido éxito en su búsqueda por mucho tiempo. —Tal vez pueda ayudarte en algo, pero no te prometo nada—abrió por completo la puerta y me dejó pasar a su sala; y era ahí donde tenía esa máquina que hasta me daba algo de escalofrío-—. Verás, hay una página para rastrear a la gente, pero no sé usarla muy bien. Veré que puedo hacer. Entonces presionó varios botones y comenzaron a escucharse sonidos extraños como de aire pero… la verdad no sé cómo describirlos. Y después de esperar un rato, la pantalla se volvió azul y sonó un ruidito extraño como si hubiera dicho algunas palabras. Yo la verdad preferí mantenerme al margen, estas cosas de verdad me asustan. —Ven, siéntate aquí en el banco— me dijo haciéndome la seña de que me acercara a eso —Tienes que aprender a usarla, primero toma el ratón y presiona el botón. —¿¡Ratón!?— dije y salté espantada a subirme a un silloncito rojo que había en la sala — ¿Tienes ratones en la casa? ¿Tu gato no se los come? Yo estaba espantada y no quería bajar a usar la máquina, pero la vecina me miraba con una cara de burla, ella no podía parar de reír.

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—¿Jamás has usado una computadora?—Me preguntó en tono de superioridad —Porque si no, te comento que para poder usar la computadora tienes que usar un ratón. Yo no podía usar una computadora si eso en realidad era cierto. Ahora me caía más mal mi vecina, definitivamente eso era broma de ella. —Pero ese ratón no es un animal, es una parte de la computadora, mira— y me mostró una pequeña cajita de plástico con dos botones, pero que no se parecía en nada a un ratón. —Baja de ahí, verás que no es ninguna broma, yo soy experta en esto. Odiaba admitirlo, pero creo que tenía razón. Así que decidí bajar, pero de inmediato le dije que ella moviera la computadora, porque yo no tenía pensado ni tocarla. De verdad preferiría dar un paseo por mi escoba o preparar pociones en mi casita, o planear cómo invitar a comer a los niños a mi casa para que me dieran sus dulces. —Tienes que ponerte un nombre para que te conozcan en la página para poder rastrear a Tru. —Pues ponlo, Drinita, ya sabes cómo me llamo y cómo se escribe, ¿no? Mi vecina soltó una carcajada, pero se contuvo al ver mi cara de molestia. —No, tu nombre real no. Debes de inventar otro, todo el mundo lo hace. Creo que lo haré por ti. Ella escribió con otro plástico lleno de letras, y escribió “A35-W”, yo no sabía que significaba, pero no lo discutí; decidí dejarlo así.

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—Ya te creé tu perfil. Y descargué una foto de Internet para ponerla de perfil, para que sea más llamativo. —Pero te recuerdo—le dije—que no quiero ninguna cita de esas que tú haces. Sólo quiero saber a dónde ha ido Tru. —Ya lo sé. Tú confía en mí. ¿Tienes su número de teléfono?— me dijo, mirándome fijamente con ansias. —Sí, nunca lo he usado, pero lo tengo guardado por aquí. Espérame un momento. Busqué entre mis naguas, y detrás de un pliegue de abajo lo encontré anotado en un pedazo de pergamino húmedo y viejo. Se lo di y ella volvió a presionar letras y números en ese plástico largo. —¡Listo, lo tengo!— gritó ella mirándome alegrada, luego apareció después en la pantalla una foto de Tru, sin camisa y en un paisaje muy bonito, como con muchos árboles —Pero creo que Tru no ha ido donde te había dicho, más bien creo que se fue con alguien de paseo… Yo no creí eso, sólo sabía que ella intentaba hacérmelo pensar. Pero después de que volví a ver la foto, tenía a una bruja narizona, pero no tan fea, de lado izquierdo, y tenían dos escobas a un lado de ellos, se veían felices. Pero sólo ellos, porque ahora sabía que me engañó, y que su viaje ese al castillo no fue cierto. —Lo siento Drinita, yo hice lo que me pediste que hiciera, pero ya lo conocías, yo no sé por qué no lo dejaste pronto.

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Yo no le hice caso y me salí de su casa sin despedirme, agarré mi escoba y volé lejos y muy alto, no sabía a dónde iba, sólo quería despejar mi mente y no volver a recordar su rostro (sin camisa) que vi en la pantalla. Ahora sé lo tonta que es una cuando se trata de hombre; siempre ves lo bonito que se portan, pero llega el momento en el que de verdad no les importas y sólo te querían para pasar un rato. *** “Dos días después anunciaron en el periódico de Brujos Time que se encontraron una bruja narizona muerta cerca de la acera de una aldea, y que iba acompañada de un brujo, pero que él la dejó sola y voló en su escoba dejándola indefensa al momento del ataque, pues este fue cometido por otra bruja celosa que quería vengarse. Todo esto fue reportado para el periódico por una tal “A35-W”, y los tecnológicos siguen en busca de la asesina, que al parecer se la ha tragado la tierra, pues nadie la ha podido encontrar.” *** “Este periódico sí que sabe contar las noticias, y espero que pronto encuentren a esa tal “A35-W”, porque debo de hacerla mi amiga, nos llevaríamos muy bien, porque tenemos algo en común, el odio por las brujas narizonas quita novios” (Drinita, en algún lugar del mundo intentando no ser encontrada por la policía, y aprendiendo cada día más de la tecnología, porque “A35-W” tiene mucho más que dar).

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Dalia del Rosario.

Y

o soy una bruja de temporada … ¿Qué que es una bruja de temporada? ¡Pues yo! Yo soy una bruja de temporada ¡Ah! ¿Qué qué es eso de temporada?

Pues una bruja de temporada es como un amor de verano, que tan pronto como llega se va, es decir, solo podemos hacer magia unas semanas al año ¿Qué por qué? Pues vaya usted a saber, yo solo sé lo que soy el por qué no me importa demasiado la verdad. Pues esa aventura de temporada se convirtió en algo mejor que al final terminó…

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Falta pocos días para la primavera en Springville, y como cada año paso las vacaciones aquí con mi tía, que por cierto también es bruja. Es una especie de tradición familiar celebrar siempre la llegada del equinoccio de primavera juntas y con otras brujas. Es como un ritual anual donde todas podemos hacer magia sin ser vistas. Por esa razón mis vacaciones las paso aquí en Springville, donde todo es diferente y nada es lo que parece ser. Este año mi tía me ha puesto a trabajar en la floristería, y si sé que son vacaciones, pero cualquiera le lleva la contraria. Todo parece normal hasta que al entrar me encuentro con un chico sentado en medio de la oscuridad mirando hacía la pared. —Buenos días- saludo al entrar —Acaso no te han enseñado modales, para saber que hay que tocar antes de entrar— grita el chico mientras enfadado se levanta de la silla —¡Perdona! La puerta estaba abierta y ..., pero bueno se puede saber ¿Quién es usted y que hace aquí en medio de la oscuridad?— grité enfadada —Soy el sobrino de Nara la dueña de este local, y estaba meditando cuando usted me interrumpió descaradamente —Pues yo soy April, y soy la sustituta de su tía, meditar ¿ el qué? La manera de plantar mejor o en su caso aprender buenos modales. —Pues yo soy Daniel, y aquí es donde trabajo— dijo mientras se volvía a sentar como si tal cosa. —¿Aquí en la floristería?, eso es imposible

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—Pues sí, aquí es donde trabajo todos los días, así que lo puedes tomar o dejar- dijo tan fresco mientras me miraba con unos ojos tan azules como el mar —Y se puede saber a qué te dedicas, aparte de trabajar en una floristería a oscuras ¿Acaso crías cardos?— dije enfadada mientras intentaba no mirar tanto sus enormes ojos —Soy músico —¿Músico?¿Compones aquí?— tanto me asombraba sus ojos como la normalidad con la que trataba el asunto de componer en una tienda a oscuras —¿Conoces un lugar mejor que este? —Sí, su casa por ejemplo —Muy aguda, pero prefiero tocar y componer aquí —Mientras no desafines no veo ningún inconveniente, no me gustaría ver morir a las plantas de espanto —Le aseguro que vivirán señorita April —Eso espero por su bien — después de aquello nuestras conversaciones eran bastante cortas, tan solo hola y adiós, aunque he de confesar que en ocasiones me quedaba mirando cuando él pasaba por mi lado o lo veía a él mirarme mientras trabajaba en la tienda. Sea como fuera no paso de ahí hasta que de forma inespererada el viernes antes de cerrar, mientras acomodaba los arreglos florales que luciría el pueblo para el equinoccio de primavera se acercó a mi por detrás, y sin previo aviso puso la radio, y mientras sonaba “El lago de los cines de Tchaikovsky” me invito a bailar. —¿Desea bailar madame?— dijo mientras me daba su mano 54 www.rbcbook.blogspot.com


—¡Por supuesto señor!— puse mi mano sobre la suya y empezamos a dar vueltas y más vueltas, y mientras la música sonaba de mi cuerpo empezó a salir esas ganas de locas de hacer magia y hacer que todo a nuestro alrededor bailará con nosotros. Pero fue justo en ese momento cuando en la puerta apareció mi tía —April ¿Qué crees que estás haciendo? —Lo siento doña Gertrudis ha sido culpa mía— dijo mientras me soltaba, y yo me quedaba muda sin saber bien que decir, ya que si mi tía no hubiese llegado a tiempo ahora mismo Daniel hubiera estado alucinando en colores —¿Puedo hablar contigo a solas April? —Si, por supuesto tía— mire a Daniel y el salió rápidamente para dejarnos solas —¿Estás loca? Sabes perfectamente que no podemos hacer magia delante de los mortales —Lo sé y lo siento, no sé qué me pasó. —Yo si lo sé, y te repito que una bruja joven y enamorada se vuelve tonta y mucho más si de quien lo hace es de un mortal —No estoy enamorada de Daniel— grité mientras desviaba mi cara hacía otro lado para impedir que mi tía se diera cuenta de que mentía. —Eso espero pequeña, de lo contrario tendrás que marcharte antes del equinoccio de primavera. —No pasará nada— dije algo confundida. —Eso espero— y dicho esto se marchó. 55 www.rbcbook.blogspot.com


Durante el resto del tiempo que me quedara en Springville no volvería a tener ningún contacto con Daniel, o por lo menos eso intentaría. Así que me pasaba todo el día trabajando sin parar, y cuando no había clientes en la tienda salía a tomar algo o simplemente para arreglar el escaparate. Era mejor así, y no por que estuviera enamorada de él, no yo no soy de esas que se enamoran al primer contacto: ¡qué va! … Pero en ocasiones es mejor prevenir y no terminar como la última bruja enamorada —Feliz y sin magia, ¿Se lo pueden creer? Sin magia ¿yo?, no eso sería como quitarle las alas a los pájaros o peor aún el aroma a las flores. Y todo ¿Por qué? por amor, que va a mi no me va a tocar no importa lo mucho que me guste Daniel, pero ¿Qué estoy diciendo? No, no a mi no me gusta nada, aunque esos ojos tan azules derretirían a cualquiera, menos a mi claro está.

Todo marchaba maravillosamente y ya solo restaban tres días para el equinoccio de primavera, cuando Daniel apareció detrás de mí, de nuevo, y me cogió de la mano y tiro de mí. —¿Qué haces?— pregunté asombrada ante su gesto. —Te invito a tomar algo, trabajas demasiado ¿Te apetece un café, té o zumo?— me contestó con una sonrisa en los labios mientras nos dirigíamos a la cafetería de enfrente. —Pero, y el trabajo ¿qué?

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—Has trabajado tanto estos últimos días que sin duda alguna mi tía se pasará con los brazos cruzados varios meses cuando regrese, así que vamos. Quise negarme, chillar e incluso pegarle una patada en la espinilla y escapar, pero con una sonrisa así ¿quién puede negarse? Nos sentamos en la terraza y él con un gesto pidió dos cafés. —¿Por qué me evitas? ¿Tanto miedo le tienes a tu tía? —Primero no te evito tengo mucho trabajo eso es todo, y segundo ¿Miedo yo? —Entonces no te importará si me siento más cerca ¿Verdad? —No ¡qué va! ¿Por qué iba a importarme?— socorro gritaba en mi interior, que alguien me ayude, socorro…. —Entonces ¿Por qué me huyes si no te doy miedo yo ni tu tía? —A ver Daniel, eres muy mono y todo eso, pero yo no…. — no pude decir nada más ya que Daniel me besó sin previo aviso, y para mi pesar besaba muy bien ¿por qué? Guapo y encima besa bien, pero ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Aparte de ser una bruja sumamente encantadora y llena de estilo, ¡ah! E irresistible claro. — ¡Perdón! Volvamos con el tema De repente, tuve miedo y temí perder el control así que puse distancia entre nosotros poniendo las manos en su duro pecho y empujándolo hacía atrás, para luego salir corriendo de allí a toda velocidad. Sí, exacto, tipo novia a la fuga, pero sin traje de novia ni Richard Gere detrás, ¡Lástima! Una vez en mi casa me di cuenta de lo tonta que había sido al dejar que me besará 57 www.rbcbook.blogspot.com


—Tonta más que tonta— me dije a mi misma, aunque en realidad sonreía por dentro. —¿Qué pasa?— pregunto mi tía Gertrudis que llegaba en ese momento. —Na-nada, perdí las llaves del coche y no sé donde las he puesto. —¿Te refieres a esas que sobresalen de tu bolso? —Si, a esas justamente— dije mientras las cogía y salía corriendo hacía mi habitación. —April, ven por favor— gritó mi tía desde los pies de la escalera —Vaya, que lata hoy es el día de correr para aca y para allá— Si, tía —¿Qué te pasa?- preguntó mientras recogía las famosas llaves que al correr se me habían caído al suelo —Nada, ¿Qué me iba a pasar? Son sólo nervios por la ceremonia, eso es todo- y algún que otro besito por ahí dije para mí.

Pasaron los días y llegó la noche de la ceremonia. Estaba todo preparado para la ocasión e incluso mi vestido, que era un vestido largo y blanco bordado en oro y flores naturales, heredado de mi tatarabuela. Ahora estarán pensando, ¿Es que todos en Springville son brujos o qué? ¿Cómo van a hacer la ceremonia delante del todo el pueblo? Tranquilos que todo tiene una explicación sencilla y no es lo que están pensando. ¡No somos unas exhibicionistas ni nada de eso! Tenemos nuestro lugar especial detrás del valle de las amapolas, y que solo se abre ese día del año para nosotras.

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—¿Estás lista sobrina?— me preguntó mi tía desde la puerta, vestida al igual que yo con un largo vestido blanco. —Sí— dije mientras salíamos de casa La ceremonia de equinoccio siempre era después de las doce de la noche, y éramos muy cuidadosas para no despertar al pueblo. Así que caminábamos juntas en la oscuridad. Cuando llegamos al valle de amapolas el lugar se abrió para nosotras y nos dejo pasar rumbo a otra dimensión. Si os contará que paso ahí dentro tendría que mataros o algo parecido, ¿Qué os parecer ser convertidos en rana? Es broma, solo hago eso los fines de semana, el resto del tiempo convierto a los curiosos en sapo. ¡Ah! Y sin Tiana, para que no quede duda. Cuando regresamos a casa ya eran casi las cinco de la mañana y las primeras luces del alba inundaban el valle. Así que nos dimos prisa para no ser vistas. Mi tía se había quedado atrás hablando con unas amigas y yo más ágil y menos habladora ya estaba en casa. Cuál fue mi sorpresa cuando al entrar al porche choque en seco con un cuerpo duro. —¿Qué haces aquí a estas horas?— pregunté en medio de la oscuridad porque sabía de sobra que era Daniel. —Y tú ¿Acostumbras a salir de noche vestida de blanco?— con su habitual sonrisa seductora no dejaba de mirarme. —¿Qué haces por aquí a estas horas Daniel? —Pasaba por aquí por casualidad y ... —Pasabas por aquí por casualidad a las cinco de la mañana y acabaste sentado en mi puerta ¿No te parece mucho más que simple casualidad? 59 www.rbcbook.blogspot.com


—Bueno, me pillaste venía a verte porque necesito hablar contigo. —¿De qué? —Sé que es algo precipitado, pero me gustaría que te casaras conmigopor un instante mis pies dejaron de tocar el suelo, para segundos después chocar de golpe contra él. —¿Te has vuelto loco? Me voy mañana de aquí. —Lo sé, pero he tenido una visión en la que ambos éramos felices- no podía creer tanta estupidez —Deja de ver pelis Disney chaval esto es el mundo real, y aquí las perdices escasean hasta en primavera —Cierra los ojos e imagina el paraíso de nuestro hogar lleno de niños —Mientras hablaba mi mente se imagino tal escena, y créanme que no era nada divertida— ¿Y no crees que falta también el perro? —Exacto también hay perro, y tú en la cocina guisando mientras yo compongo música en mi estudio a los pies de una buena chimenea. —¡Vaya! Y te llevo el desayuno a la cama, para qué levantarse ¿Verdad? —¿Ves?, tú también lo has sentido ¿no crees que sería un mundo perfecto para los dos? —Para ti desde luego- dije mientras me quitaba mis zapatos y abría la puerta para entrar. —¿Entonces tu respuesta es? —Siento no ser esa chica que esperas ya que no sé cocinar, y mucho menos llevar el desayuno a la cama, además ya tengo muchos niños soy 60 www.rbcbook.blogspot.com


profesora de primaria y tengo un perro esperándome en mi casa. Así que es mejor que te busques a tu chica perfecta en otra parte que no sea a menos un millón de kilómetros de aquí —Eso es un no. —Como una casa, ¡ah! Se me olvidaba aquí tienes las llaves de la floristería, ya sabes para que sigas componiendo tu música allí entre las flores Después de este corte seguro no volveré a ver a este canta mañanas. ¿Se piensa que es fácil cazar a una bruja de temporada o qué? Como ven no es fácil ser bruja, ya que hay muchas cosas a las que tenemos que renunciar para no perder nuestros poderes, y el amor es una de ellas, aunque por esta ocasión ha sido una suerte ¿No creen? Después del equinoccio y de mi charla nada agradable con Daniel me fui de SpringVille. Mi misión allí había terminado y hasta la próxima primavera no volvería aparecer por allí, y la verdad, ganas realmente no tenía de volver, pero qué remedio. De camino a casa y tras un duro atasco de más de tres horas, que por razones obvias era imposible saltar con magia ya que media ciudad hubiera palidecido de impresión, choqué de lleno con una farola. —¡Solo esto me faltaba! Ahora encima tendré que pasar por el taller mecánico para reparar el capo. Pero cuál fue mi sorpresa cuando de repente el capo se arreglo por si solo —Pero ¿Cómo es posible? Yo no he hecho magia o ¿Si?— dije mientras inspeccionada de nuevo la chapa que relucía como nueva 61 www.rbcbook.blogspot.com


—¡Vaya! No pensaba yo que una bruja pudiera asombrarse tanto ante un truco de magia- era Daniel, que muy sonriente venía hacía mí. —Daniel ¿Qué haces aquí? Y ¿ De qué magias hablas?— pregunte algo asustada y nerviosa a la vez —Pensaba que una bruja podía reconocer a un brujo nada más verlodijo sacando de su bolsillo derecho del pantalón una larga varita. —¿Estás loco o qué? y ¿Cómo que eres brujo?— dije mientras le guardaba de nuevo la varita dentro del pantalón Mi tía es bruja y yo como su único descendiente directo herede sus poderes —Y ¿Por qué no me dijiste nada?— grité enfadada —Y perderme tu cara de asombro, ni hablar —¿Lo sabe mi tía Gertrudis?— pregunté mientras abría la puerta de mi coche para entrar de nuevo en el y marcharme —Querida, lo sabe todo el pueblo— menos yo pensé mientras cerraba y arrancaba el coche— rápidamente Daniel entró en el coche y se sentó en el asiento del copiloto —¿No creerás que te voy a llevar? —Por supuesto, no pensarás dejar a un pobre chico sin recursos tirado en medio de la nada ¿Verdad? —Te mataría en este momento y te dejaría tirado en medio de la nadadije furiosa mientras arrancaba el motor —No serías capaz.

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—No tientes a la suerte por si acaso, además monín no me gustan las sorpresas y mucho menos las bromas, así que tú te lo buscaste —y mientras decía esto y veía su cara de asombro saqué mi varita y lo convertí en un sapo. —¡Vaya! El brujo engañado, con que todo el pueblo lo sabía pues solo espero que el pueblo también sepa encontrarte- y dicho esto abrí la ventanilla del coche y lo lance a una charca cercana —Bye amigo— y entre risas me fui de allí a toda velocidad.

La verdad es que ser bruja tiene muchas virtudes como convertir a engreídos en sapos, y sé lo que estaréis pensando ¡Pobre chico! ¿Qué va a ser de él? Tranquilos en una horas se irá el hechizo y volverá a ser normal, eso sí, con un gran resfriado. Bueno, me despido, nos vemos el año que viene...

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RBC.

O

livia desde muy pequeña se había interesado por mantener una vida de lo más normal, a pesar que cuando deseaba que lloviera misteriosamente el cielo se nublaba para luego dar paso al aguacero y cuando un niño la

hacía enojar en la escuela y añoraba que se le hinchara la cara, también sucedía, ella nunca lo vio como algo extraordinario, es más nunca se había dado cuenta que sus deseos se convertían siempre en una completa realidad. Al llegar a casa una que otra vez encontraba a su madre hablando con señoras que lucían tristes, apagadas y que de cierta manera hacían una pequeña reverencia antes de salir con un frasco lleno de un líquido de color vistoso o con macetas u otro tipo de cosa bastante común en casa pero que para aquellas mujeres parecía significar tanto que en algunas ocasiones le besaban la mano a Santa, la madre de Olivia. 66 www.rbcbook.blogspot.com


<< Un gran porvenir es el que te aguarda hija mía>> le había dicho su madre casi cada noche después de que Olivia hubiese cumplido los doce años de edad, para ser honestos a la niña eso le hacía sonreír mucho y le brindaba los mejores sueños que cualquier adolescente pudiese desear. Al pasar los años Olivia se graduaba de la universidad con honores, hacía mucho que ninguna persona la había hecho enojar, por lo que no hubo razón de que viera el gran potencial que escondía. Desde el estrado vio como sus padres y sus dos hermanos le aplaudían de pie, su hermana y su mamá no pudieron evitar las lágrimas al igual que ella. En la ceremonia de graduación Olivia sopló las velas del pastel que su tía le había regalado y deseó con todas sus fuerzas que el amor entre ella y Alfonso se fortaleciera tanto como para llegar a formar una familia, después de dicho ritual el sol resplandeció más de lo normal y una serie de pájaros pasó volando y trinando por encima de la casa. —Oh linda, tu futuro tiene un gran porvenir— le susurró su tía al oído mientras la abrazaba. Lo cierto es que a Olivia tenía tiempo que su madre no se lo decía, si bien aún Santa seguía dándole las buenas noches a ella y sus hermanos en sus respectivas camas, los cuentos de magia y lo que parecían predicciones del futuro para cada uno jamás se habían vuelto a pronunciar. —Princesa, como te había anticipado antes, te pido que me acompañes— Alfonso la tomó del brazo y con suavidad llevó a Olivia al centro del patio donde todos contemplaban a la joven pareja— atención por favor— con un cubierto de plata golpeo repetidas veces la copa de cristal llena de champagne— hemos terminado la universidad y como ustedes saben, el lugar 67 www.rbcbook.blogspot.com


donde hemos concluido nuestro servicio social y por recomendación de los catedráticos continuaremos ahí pero ya con una plaza laboral— los presentes aplaudieron— esa gran oportunidad sumado al gran amor que siento por Olivia— la volteó a ver y le sonrió con gran dulzura, la luz del atardecer y el aroma a pino reforzaron el bello momento, Alfonso se hincó— Princesa, si en los cuentos la damisela es la que siempre está en peligro y los príncipes se mantienen altivos, quiero decirte que sin ti el que estará en peligro soy yo, te pido me des el gran honor de convertirte en la protagonista de mi historia de vida— la joven no podía creer que aquello estuviese sucediendo, Alfonso se notaba que lo había ensayado demasiado aunque seguro no había contemplado las lágrimas y la voz quebrada con la que lo dijo, varios suspiros fueron los que la devolvieron a la realidad, una realidad que más bien parecía un sueño; Olivia con grandes y toscos movimientos de cabeza afirmó. La fiesta se llenó de tremendos vítores que animaron a culminar ese momento en un gran beso de amor. A los veinticuatro años de edad, Olivia y Alfonso decidieron contraer nupcias por la iglesia, el vestido blanco fue tan grande y perfectamente confeccionado que se convirtió en el tema principal entre las mujeres de todas las edades dentro y fuera de la fiesta de boda. Alfonso llevaba un traje de lo más común pero su cara irradiaba tanta felicidad y amor que hacía suspirar a más de una veintena de mujeres. No faltaban los ojos de envidia, las miradas mal intencionadas, aquellas que veían de todo lo bueno los absurdos e inventados puntos flacos.

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Los padres de Alfonso ocupaban una buena posición social por lo que el chico contaba con una casa como regalo por parte de ellos, lugar donde después de la luna de miel Olivia y él empezaron a convertir en su nicho de amor, eligiendo colores, qué habitación sería para sus hijos, cuál para los invitados y cuál para ellos; inclusive con sus propias manos decoraron cada rincón, el proceso de acabado fue lento pues los lugares menos esperados terminaban siempre convirtiéndose en un lecho de pasión carnal. Dos años después a Olivia la habían promovido de puesto y ahora contaba con un buen salario, Alfonso en cambio compró un automóvil color negro bastante parecido a una camioneta donde ya tenían contemplado el espacio para el hijo que se avecinaba, esa misma noche sería el baby shower; amistades de ambos -del pasado y del presente- se reunirían para dicha conmemoración. Al poco tiempo nació un bello niño al que bautizaron como Santiago, tenía mucho cabello y hasta las enfermeras se encariñaron rápidamente de él. En el trabajo le dieron un mes y medio de recuperación a Olivia, tiempo que le dedico en un gran porcentaje a disfrutar de su bebé, Alfonso pidió permiso una semana para estar con ellos por lo menos los primeros días después del parto. La casa estaba llena de juguetes, olor a productos de bebé y visitas frecuentes que llegaban con las manos repletas de más obsequios. Los años continuaron pasando demasiado a prisa, y entre las responsabilidades del trabajo, los momentos de desesperación en que se enfermaba Santiago, las visitas al pediatra, mantener la casa en orden, cumpleaños, alguna que otra salida al cine o de reunión con los amigos 69 www.rbcbook.blogspot.com


laborales, las cosas nuevas empezaban a ser demasiado sutiles creando así una monotonía, pero eso no apagaba el fuego de amor en la familia de Olivia, sino la fortalecía, ahora veía la solidez con que se mantenían a flote los tres y todo gracias a los valores que sus padres y suegros les habían forjado. El tema de la fidelidad estaba de más, ambos confiaban demasiado uno del otro, si bien Olivia se reía cada vez que una mujer coqueteaba con Alfonso, le hacía recordar lo bello y atractivo que este seguía siendo y en lugar de enojarse se sentía halagada pues era ella quién lo tenía como soporte en casa, era su acompañante de noches en vela, de fiestas y de pasión. —Gracias por tu amor— le susurró Alfonso en el balcón, mientras ambos observaban el cielo estrellado— aún recuerdo el día que te vi entrar tarde al colegio, llevabas una pinta terrible— sonrió. —Eso fue lo que te enamoró de mí, admítelo— ambos vestían pijamas del mismo color, Alfonso enrolló sus brazos alrededor de la cintura de su pareja. —Cierto, yo lo vi como una buena señal, todas las demás preocupadas por el maquillaje y a ti sólo te alarmaba el llegar a tiempo a clases y no perder un solo apunte de los profesores— le besó el cuello. — ¿Sabes?— preguntó Olivia recostando su cabeza en los hombros de Alfonso— no sé porque actualmente las chicas le huyen a este tipo de amor— separó su cara y lo vio de frente a frente, uniendo luego sus labios suavemente. —No entiendo— con gesto de confusión Alfonso fortaleció su argumento.

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— Ahora este tipo de relación clásica lo ven como de mentalidad de abuelos— Olivia lo besó otra vez contemplando el rostro maduro de su esposo, aquellos ojos de júbilo seguían ahí pero cubiertos de cierta piel cansada— mi abuela y mi madre desde siempre han seguido esta tradición, si bien no me la condicionaron, me hubiese lamentado el no haberles seguido el ejemplo convencional, ahora entiendo la famosa frase de: “Un gran porvenir te aguarda hija mía”— rememoró como si fuese apenas ayer que su madre se lo hubiese dicho por primera vez. Alfonso sonrió y la vio con cierto anhelo. — ¿Qué?— cuestionó Olivia imitando su sonrisa. — Eres muy sabia y desde mi perspectiva los padres son los que tienen dicho don— la beso pero ahora con fuerza y deseo— esos conocimientos actualmente están en ti y en mí para proteger a Santiago. Un viento helado erizó la piel de Olivia, sin girar el cuerpo guió a Alfonso a la cama, con un pequeño susurro y una caricia en las sienes este quedó profundamente dormido. La mujer se dirigió al cuarto de Santiago contempló lo grande que era, a los siete años de edad su hijo gozaba de gran intelecto y atractivo como su padre. Se dirigió a la puerta, aseguró bien todo, el sueño de Alfonso duraría mientras ella regresara, sus oídos sólo harían caso a la voz de Santiago en caso que este lo necesitara. Al llegar a la reja de su hogar, tres mujeres de capa blanca aguardaban bajo un grupo de árboles iluminados por la luz de la luna llena, el viento hacía revolotear sus atuendos, su tía le tendió una toga brillante parecida a la que ella 71 www.rbcbook.blogspot.com


vestĂ­a, en un par de movimientos su madre, hermana, tĂ­a y Olivia se convirtieron en unas muy peculiares lechuzas de color plata y juntas emprendieron el vuelo a la reuniĂłn mensual de brujas.

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Diana Ruíz Campillo.

C

omenzaré diciéndoles con toda honestidad, que no sé cómo mi marido sobrevivió al influjo de los secretos de un viejo libro familiar. He decidido contar mi historia, sin engaños, ni

tapujos, aún a sabiendas de que cuando salga a la luz, puedo causar el hundimiento de un barco que me he empeñado en mantener a flote durante diecisiete años. Mi nombre es Lucrecia, tengo cuarenta años, los últimos diecisiete los he vivido dentro de lo que he llamado “el barco” por su similitud a lo que este tipo de embarcaciones suele batallar en alta mar. Mi matrimonio con Mauricio ha sido como estar al mando de un barco, con momentos de quietud y oleaje tranquilo, y otros en los que he debido luchar contra tormentas, olas impetuosas y hasta con icebergs más grandes que el que causó el hundimiento del Titanic. 75 www.rbcbook.blogspot.com


Antes de manejar “el barco”, yo era una mujer muy distinta a la que soy en la actualidad, en realidad, ambos lo éramos. Conocí a Mauricio cuando teníamos veintidós años, me cautivó al instante con su rostro bronceado y sus dientes blancos y perfectos, recuerdo que al verlo sentado en la cafetería de la universidad sentí un corrientazo de atracción. Desde su puesto en la mesa, me miró clavando en mí sus ojos oscuros y dedicándome una de sus sonrisas mágicas; vi bailar el hoyuelo en su mejilla izquierda y mi estómago se hundió en una sensación de vacío. No contento con la reacción que estaba causando, Mauricio se levantó de su lugar a vaciar los restos de la bandeja en la caneca de la basura. Fue demasiado. Con un descaro del que no me sabía capaz, recorrí ese cuerpo atlético y bien formado, (sin nada del prominente abdomen que ahora luce sin pudor en calzoncillos por toda la casa), un trasero firme, del que ya no queda prácticamente nada, pues mientras el abdomen ha ido en aumento, el trasero ha emprendido la retirada para esconderse tras tres pequeños pliegues de piel. Ante el acoso de mis amigas, no tuve más remedio que levantarme también, llevando en las manos mi propia bandeja, con la botella de jugo de pera y el pastelito de carne casi intactos. Caminé hacia la caneca de la basura, con mi 1.70 mts de estatura, erguida en todo mi esplendor, y fui a tener con mi cuerpo de reina de belleza justo al lado de Mauricio. Al verme a su lado, no pudo evitar una expresión de sorpresa contenida en su cara, y me devoró con los ojos, yo tenía puesta una minifalda a cuadros blancos y negros que dejaba ver mis piernas largas y torneadas; el cabello negro y brillante cayendo sobre mis hombros. Muchas veces, Mauricio me confesaría que sintió deseos de 76 www.rbcbook.blogspot.com


acariciar mi cabello en ese instante. En su exploración rápida de mi persona, sus ojos pasaron disimuladamente por mi busto levantado y firme, en completa contraposición con el que luzco en la actualidad, después de que han pasado dieciocho años, y que entre la fuerza de la gravedad, los embarazos, partos y crianza de mis dos hijos han hecho estragos, dejando en el lugar donde alguna vez hubo dos montañas altas y firmes, un par de pequeños sacos que trato a toda costa de acomodar en los brasieres de realce de las mejores marcas. -Hola Lucrecia.-me saludó llamándome por mi nombre, yo hice un casi imperceptible movimiento hacia atrás, impresionada. -¿Por qué te sorprendes? Todo el mundo te conoce, fuiste Reina de la Juventud el año pasado, en cambio yo sí estoy en el completo anonimato. Me presento, Mauricio Junco. Estreché su mano, y supe que algo sin reversa había sucedido. -Pues, mucho gusto en conocerte Mauricio. Lucrecia…Fuentes-dijimos los dos al tiempo y soltamos a reír. Nos hicimos novios a la semana de conocernos, y un año después nos casaríamos, los planes para casarnos empezaron a los dos meses de noviazgo. Estábamos tan enamorados que sentíamos que no podíamos esperar mucho para estar juntos para siempre, pero decidimos tener algo de paciencia y esperar graduarnos en nuestras respectivas carreras, para no disgustar a nuestras familias. Eso finalmente hicimos. Un mes después de la ceremonia de graduación, yo hacía mi entrada triunfal en la Iglesia, del brazo de mi padre, vestida de blanco, con una corona de azahares y un ramo de tulipanes en la mano. Al pie del altar me esperaba Mauricio, con su negro cabello peinado hacia atrás, guapo como ninguno en su traje de frac, con 77 www.rbcbook.blogspot.com


los ojos brillantes de la emoción y el hoyuelo danzando nervioso en su mejilla izquierda. Todo fue tan perfecto ese día, que ni con todo el conocimiento esotérico que he adquirido, hubiera podido adivinar que el cuento de hadas iba a convertirse…en un cuento de brujas. Que algo quede claro. Amo a Mauricio, siempre lo he amado, a pesar de las circunstancias y los infortunios, y de las metamorfosis que ambos hemos sufrido. De eso precisamente, es de lo que quiero hablar, quiero contarles cómo pasé de ser la princesa del cuento a la bruja malvada. Al comienzo de nuestra vida juntos, vivíamos el uno en función del otro, no había mucho bienestar económico, pues ambos teníamos trabajos mediocres con salarios de pesadilla, pero a cambio era una delicia nuestro tiempo juntos en aquel pequeño apartaestudio…nuestro minúsculo universo de amor. Algo sucedió entonces, no sé decir a ciencia cierta qué, pero a medida que fuimos ascendiendo laboral y económicamente, empezamos a distanciarnos, ya no hubo más conversaciones a media luz tirados en el piso del apartamento, y la mayoría de los temas para hablar era acerca de las cuentas, las facturas por pagar, y de los planes de Mauricio para conseguir las especializaciones y maestría en su carrera. Luego nació nuestro primer hijo, y todo comenzó a girar en torno a él. El apartamento se llenó de juguetes, carritos, pañales y todo lo que trae consigo un bebé. Cristian, (mi hijo) me absorbió por completo, y Mauricio me pidió que dejara de trabajar, cosa que yo acepté encantada, pues quería estar con mi hijo todo el tiempo posible, además ya habíamos llegado a un punto de nuestra vida en la que podíamos permitirnos estar sin el dinero que yo traía a casa. Para completar, antes de que nuestro primer hijo cumpliera dos 78 www.rbcbook.blogspot.com


años, nuestra hija Cristina llegó al mundo. La vida doméstica me engulló absolutamente, y al no tener la necesidad de salir de casa a diario, comenzó la debacle. Engordé. De aquel cuerpo escultural no quedaba nada en absoluto, el abdomen y las caderas se llenaron de estrías y celulitis, los pechos empezaron a sufrir ciclos de turgencia por estar embarazada y luego llenos de leche, a vacíos y flácidos. Los cambios físicos me obligaron a cambiar de vestuario y de repente mi closet se llenó de vestidos amorfos , blusones anchos y pantalones con elástico en la cintura; de los tacones pasé a los zapatos “cómodos” por no decir feos y con apariencia de abuela. En lo único que pensaba era en tener la comodidad suficiente para andar corriendo detrás de dos muchachitos. Mauricio también había cambiado, estaba más maduro, siempre impecable, perfumado y bien afeitado, sus zapatos lustrosos y con la imagen del éxito marcado en toda su persona. Se volvió estirado, petulante, y casi podría decir que me miraba como a un ser inferior, cosa que me hería hasta lo más profundo de mi alma. Aunque ya no era tan delgado y atlético, no se podía decir que tuviera sobrepeso, y todavía conservaba la sonrisa mágica que derretía a cualquier mujer. Empezaron mis inseguridades. Comencé a sacar excusas de todo tipo a la hora de tener relaciones, un día era dolor de cabeza, otro día cansancio, en ocasiones llegué a generar cualquier tipo de discusión para estar molesta a la hora de acostarnos y que así él no se atreviera a buscarme en medio de la noche. Me sentía fea, gorda y vieja. Como era de esperarse, Mauricio se distanció de mí. Con un sentimiento de dolor lo veía mirar de reojo a las muchachas bellas cuando salíamos de compras o a pasear a los niños. Comenzó a tratarme distinto, se dirigía a mí en 79 www.rbcbook.blogspot.com


términos de indiferencia y fastidio; mi apariencia y mi creciente inseguridad acicateada por sus comentarios ácidos y actitud, generaron que como en un círculo vicioso, mi antes amoroso marido me dijera cosas como “ estás muy gorda”, “ te ves más vieja”, “eso no te queda bien”. Las invitaciones a cenar terminaron, las idas al cine, los detalles y hasta las palabras amorosas. Una tarde, en la que los niños estaban en la escuela, después de haber sido herida en mi amor propio por la frialdad con la que mi marido me trataba, recibí una visita que cambió todo. Era mi madre. Me bastó verla un instante para sentirme confrontada. ¿Cómo era posible que mi madre tuviera mejor aspecto que yo? ¿Cómo hacía ella para mantener a mi padre siempre enamorado, haciendo lo que ella quería? ¿Por qué mi mamá tenía esa eterna imagen de belleza, juventud y éxito? Mi madre entró y se sentó en el sofá, sacó de su fino bolso un viejo libro de cuero y lo puso en la mesa de centro. —Esto—dijo— son los secretos de nuestra familia. Hija, tu bisabuela era una bruja, con un gran conocimiento esotérico ancestral, yo he practicado la mayor parte de las fórmulas y rituales mágicos de este libro, y me han funcionado, aunque ya hace mucho no los practico. No quería que tú supieras porque me hubiera gustado que tu hogar marchara sin necesidad de esto, pero veo que lo necesitas. El resto de la tarde transcurrió entre preguntas e inquietudes, pero lo que quedó claro es que por supuesto, yo, iba a hacer uso del libro de mi bisabuela. Así me convertí en una bruja de verdad. Los hechizos comenzaron a hacer parte de mi vida diaria, y me hice a un arsenal de esencias místicas, velas de 80 www.rbcbook.blogspot.com


diferentes colores y tamaños, aceites e imágenes de distintas deidades. Comencé a hechizar a Mauricio, a darle de todo tipo de bebedizos, (algunos le ocasionaban malestares estomacales), rezarle oraciones y a untarle de cuánta cosa decía en el libro secreto de mi bisabuela. Al cabo de poco tiempo, Mauricio empezó a comportarse como un monigote, literalmente babeando de amor por mí. ¿Casualidad? No lo sé, pero algo no terminaba de convencerme, yo quería al hombre con el que me había casado, no al robot programado para obedecer que mis rituales esotéricos y bebedizos habían creado. Me miré al espejo y decidí que quizás el secreto estaba en mi misma. Reconocí que mi falta de amor propio había puesto en peligro mi relación amorosa. Dejé de invertirle tiempo a los hechizos de mi bisabuela, y comencé a trabajar en mi persona, me inscribí en un gimnasio, cambié mis hábitos alimenticios, y el resultado fue varios kilos de menos. Visité a uno de los mejores estilistas de la ciudad, cambié mi corte de cabello, y aprovechando la bobera de mi marido, lo llevé como un corderito con su tarjeta de crédito a las mejores tiendas, y renové mi vestuario. Le dije adiós a los feos calzones que usaba de ropa interior y empecé a embrujar de veras a mi marido. Esta vez lo hice dejando a un lado los rituales y bebedizos, utilizando la magia más poderosa: mis armas de mujer. Con la confianza en mí misma recuperada, fue más fácil disfrutar de nuestros momentos a solas en la habitación, descubrí que aún después de tantos años de matrimonio, aquel hombre me hacía tocar las estrellas. Al dejar de hacerle brujerías, Mauricio recuperó su comportamiento normal, pero no fue inmune al efecto de la nueva Lucrecia, más segura de mí misma, más confiada, más complaciente y menos cantaletosa. Aunque ya no utilizo el libro de mi 81 www.rbcbook.blogspot.com


bisabuela que fue a parar quién sabe dónde, sigo embrujando a mi marido, todos los días. Sí hay una fórmula mágica para enamorar: Llenar la copa de nuestro amor propio, para que pueda derramarse hacia el ser que comparte nuestra vida. El amor, esa es la magia más poderosa…y la verdadera.

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Selin.

L

a luz de la mañana, que entraba a través de la cortina, despertó a Lilith. Se incorporó en la cama y observó la habitación, ya que a la noche estaba ocupada y no prestó atención.

Típico ambiente masculino: nada de decoración ni detalles personales, solamente unos muebles funcionales. Al menos había orden. Allí dentro claro, pues si recordaba bien, la ropa habría quedado la noche anterior esparcida por la sala. Giró la mirada hacia el lado. Su recién conocido acompañante todavía dormía. ¿Cómo se llamaba? ¡Ah, sí! Paulo. Lo había mencionado cuando se encontraron en el paseo marítimo. Bueno, no fue así exactamente, sino más bien que ella decidió que se encontraran. Sonrió al recordarlo.

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Era mediada la tarde del viernes. Acababa de llegar a una localidad costera, la había escogido casi al azar cuando llegó a la estación de los autobuses de línea. Necesitaba unos días de descanso después de algunos trabajos complicados en la capital. Estaría poco tiempo, no más del fin de semana que tenía por delante. No conocía a nadie en la población, así que optó por lo más sencillo: fascinar al primer sujeto que le resultase apetecible. Con ese propósito se acercó salió hacia la zona marítima, donde seguro que habría suficiente gente a su disposición. Enseguida encontró a su afortunada víctima. Un joven moreno y bien proporcionado. Sondeó su mente y percibió que no tenía pareja actual. Suficiente, no quería indagar más y ponerse celosa de otras posibles relaciones que tuviese anteriores. Se plantó ante él, que se detuvo sorprendido, y le subyugó con una mirada penetrante, a la vez que introducía en su mente desprevenida un flechazo de fascinación. No hizo falta nada más. Al momento paseaban juntos como cualquier otra pareja intercambiando sonrisas, comentarios y caricias. Tras una cena romántica en un restaurante ubicado en un mirador, desde el que se dominaba la población iluminada y el contraste oscuro de la playa, tardaron poco en encaminarse hacia su vivienda. Resultó ser un pequeño apartamento en un edificio de pocos vecinos. Había acertado, le vendría bien esa tranquilidad. Bueno, del ambiente sin ruidos

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molestos, porque nada más entrar y cerrar la puerta, ambos se enfrascaron en una deliciosa refriega sensual que duró hasta bien entrada la noche. Ahora, ya de día, Lilith aprovechó para recrearse contemplando el torso de Paulo, quien empezó a desperezarse, como si hubiese sentido su mirada. Él abrió los ojos y se la quedó mirando fijo. —¿Ocurre algo? —dijo Lilith. Una vez lo había atrapado, prefería no hurgar en su mente; así mantenía la sensación de que los unía la relación normal de una pareja. —Te miro y es si como nos conociésemos de toda la vida —dijo Paulo, que se abrazó a su cintura—. No me cansaría nunca de contemplarte. —No te lances demasiado rápido. No sabes nada de mí. —¿Cómo que no? Hemos estado juntos, hemos conversado, nos compenetramos bien... —La risa le impidió continuar. Un movimiento de la sábana desvió la atención de Lilith hacia abajo. —Bueno, ya veo que te estás despertando del todo. Era una buena forma de empezar el día, ya habría tiempo después para comer algo. El fin de semana transcurrió alegre y divertido, con un tiempo clemente, que permitió a Paulo mostrarle la población y los alrededores. No tanto como para un baño, pues a mediados de febrero la temperatura del agua aún era fría. El domingo por la tarde era tiempo de volver a la vida cotidiana. Por un momento, Lilith pensó en apurar hasta el último instante de aquel romance ficticio. Miró a Paulo, que estaba a su lado con el mismo rostro de ensoñación que le había mostrado desde que conectó con él. Había sido un buen chico y le 87 www.rbcbook.blogspot.com


daba pena devolverle a la situación anterior. Claro que si no lo hacía, lo tendría enganchado a su lado y bastante tenía con sus cuitas personales para arrastrar a otra persona a su complicado mundo. Era una situación difícil y tenía que tomar una decisión ya, sin esperar mucho más, pues el autocar de línea saldría en media hora y lo tenía que resolver antes de subir, luego sería tarde. Estaba sopesando las consecuencias de cada opción, cuando vio como bajaba una mujer joven del último autocar que había llegado. Agarraba contra sí una pequeña bolsa de viaje y miraba alrededor con la curiosidad de quien desconoce el lugar. Tanteó su mente y encontró las emociones encontradas de alguien que deja atrás una vida penosa y no sabe lo que se va a encontrar, pero siente que es necesario dar ese paso fundamental en su existencia. Decidió que sería una buena idea resolver la situación de todos con un pequeño encuentro casual. Para Paulo sería poco más que un momento de vacío y ni se daría cuenta. Se soltó de Paulo y, antes de que se volviese intrigado, le borró la fascinación que le había inculcado. Todavía le quedaría el recuerdo del fin de semana que habían pasado juntos, pero a fin de cuentas eso solamente había sido sexo, sin que hubiese tenido tiempo de desarrollar unas emociones que ahora serían un obstáculo a superar. Acto seguido le hizo dirigirse hacia donde estaba la recién llegada, que todavía se estaba situando, ajena a su propósito. 88 www.rbcbook.blogspot.com


El encuentro entre ambos fue más bien un atropello por parte de Paulo, que se la llevó por delante al andar absorto sin fijarse en nada, aunque lo cierto era que no tenía dominio sobre sí mismo y todavía seguía movido por Lilith. Justo en el momento que caían al suelo por el encontronazo, le soltó de su influencia y le dejó libre. Paulo acababa de volver en sí y no se explicaba que hacía allí en el suelo, ni tampoco porqué estaba en la estación de autobuses, aunque sospechaba que se había despistado del todo y era él el causante del encontronazo, por lo que se sentía abochornado y no sabía como disculparse con la mujer que tenía enredada entre sus brazos y cuya mirada mostraba una enorme furia contenida. Lilith contuvo la risa que pugnaba por salir. Le había salido redondo. También sintió algo de lástima por Paulo: dos días antes estaba solo y sin ninguna expectativa a la vista, mientras que después de un fin de semana intenso con alguien a quien olvidaría en breve, ahora había caído, nunca mejor dicho, en las redes del amor. Y por muy positivo que fuese eso, se le había acabado la libertad de la soltería... para siempre. ¿Que todavía no del todo? Bueno, eso tenía arreglo. Apenas un gesto visible y la atracción se apoderó de ellos, aunque tal como se veía el cruce de sus miradas, tampoco hubiese hecho falta mucho más. Así sería más fácil, un poco más rápido y con menos problemas. El último pensamiento de Lilith, antes de alejarse de ellos, se fue hacia un dicho clásico, ese de que un clavo quita otro clavo. Volvería satisfecha a casa. Había olvidado por un par de días sus problemas; también había hecho 89 www.rbcbook.blogspot.com


turismo, mรกs bien poco, combinado con unas buenas sesiones de ejercicio entre sรกbanas.

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Cany.

M

ientras me fumaba el último cigarro en la terraza noté que el reflejo que me daba el vidrio frente a mí nuevamente estaba cambiando. Normalmente cambiaba cada quincena y se mantenía de ese modo por un par de

días, pero ahora había pasado menos de una semana desde el cambio anterior. Y sé muy bien la razón de lo que prefiero llamar este “alboroto hormonal”. Estoy cansada de dar explicaciones, de tener que desaparecer por algunos días con la excusa de un viaje de un trabajo que nunca ha existido y estoy cansada, por sobre todo, de tener que dejar algo que me agrada cuando ya me estoy acostumbrando. ¡Estoy malditamente cansada y no hay algo que pueda hacer para evitar este cansancio! Tengo los pasajes comprados para mi nueva ciudad y nueva vida, pero aún no estoy lista para la despedida. Cada 7 años debo cambiar mi residencia 93 www.rbcbook.blogspot.com


porque es el tiempo en que la gente se demora en notar que no envejezco como ellos. Y no bebo fluidos de nadie, a menos claro que durante “aquellos momentos” se dé el caso y ambos así lo deseemos. Sólo soy diferente al resto de las personas, luzco como ellos pero mi cuerpo no trabaja del mismo modo. Digamos que ellos se mueven a toda velocidad y mis células trabajan en cámara lenta. Emiliano era un buen chico, es un buen chico. No debería estar hablando de él en pasado si nos veremos para cenar cuando se supone que vuelva de aquel “viaje”. Mis días como una rubia dientona se supone que habrán pasado para entonces. Tengo muchas ganas de verlo ahora y rozar su barba con mis ultrasensibles labios. Cada vez que hago eso me pregunta si pica, si debería cortarla y yo sólo niego con la cabeza porque es imposible para mí hablar. Estoy muy apegada a él y ese es otro motivo por el que desaparecer de acá lo antes posible es mi única opción. Dejé ese vicio sucio e inútil a un lado y me acosté en el piso frío de baldosa a esperar a que terminara la transformación. Pude sentir como mis pechos crecían y mi culo se hacía más redondo. Siempre es en ese momento cuando me pregunto por qué la naturaleza quiere que cada quince días luzca como una actriz porno a la que le han hecho muy buenas cirugías. Inventé un nombre diferente para este tiempo, tengo una identificación y hasta licencia de conducir falsa pese a que nunca podrían detenerme por alguna falta. No sé cuantas horas pasaron, conté el tiempo por la cantidad de vibraciones que daba mi teléfono recibiendo llamadas y mensajes que de seguro eran de Emiliano. Le dije que estaría viajando a esta hora por lo que puedo 94 www.rbcbook.blogspot.com


fácilmente salir con la excusa de que dormía en el tren y por eso no pude responder. No duermo, nunca lo he hecho y nadie de los míos lo hace, pero hemos aprendido a disimular porque es la única forma de seguir con vida. —Tengo que salir o me volveré loca… —le hablé al aire porque la tensión a mi alrededor era tan palpable que se sentía como otra presencia. ¿Quién sabe si en realidad había un espíritu esperando a que me desnudara para espiarme o alguna clase de psicópata con poderes de invisibilidad que sólo quería asustarme? De todos modos su estrategia no serviría. Perdí la capacidad de sentir temor por allá por el siglo XV y nunca más pude recuperarla. Sacando el teléfono desechable marqué el único número que tenía la lista de contactos, él respondió al segundo timbre y su voz sonaba animada como siempre pero algo oscura. Quizás también estaba pasando por el cambio al igual que yo o simplemente no tenía tantas ganas de hablar conmigo como esperaba. —Alberto… —¿por qué de todos los nombres en la tierra tenía que precisamente elegir ese que me recuerda a un anciano jugando ajedrez después de alimentar a las palomas? —Alberto, estoy en problemas y tienes que venir a rescatarme… te enviaré la dirección por mensaje… —lo dije todo en un suspiro para no darle tiempo a negarse o hacer preguntas. Él conocía mi casa, había venido cientos de veces, es sólo que quería decir esa frase para darle algo más de dramatismo a toda la escena. Me cambié de ropa lo más rápido posible y esperé tirada en el piso de la azotea en una posición que no era muy cómoda considerando los tacones altísimos y la minifalda de cuero que llevaba. Lo mínimo era que si la 95 www.rbcbook.blogspot.com


naturaleza me daba un cuerpo de modelo de Sport Illustrated al menos lo mostrara un poco. Lo suficiente para que Alberto y yo pudiéramos beber algunos tragos gratis esa noche. Por un tiempo salimos, él y yo, pero antes de que pudiera terminar de verme desnuda supimos que no funcionaría. Nos parecemos demasiado y eso en este caso no es una virtud. Usó sus llaves y me encontró junto a las dos copas y la botella de vino blanco. Su cabello estaba un poco más largo y se le enroscaba en las puntas, no es que me molestase, pero era algo extraño. Se veía como una versión de los 80s de sí mismo, sólo le faltaba algo de maquillaje y vestir con ropa horrible para que ambos recordáramos la época en que nos gustaba sufrir con canciones de pop británico de fondo. —¿Esta es tu definición de problemas? —escondió una risa detrás de una gran dosis de amargura que no parecía falsa, —todo lo que yo veo es que estás en tu gran etapa de “Josefina” y que necesitas a alguien que te saque de la miseria en la que estás metida… —barrió todo mi cuerpo de una vez y contuve el aliento mientras esperaba esa mirada de aprobación que se demoró un poco más en llegar. No sé qué es lo que lo tenía de ese humor o por qué cada vez que lo veía en los últimos días parecía encerrarse aún más en sí mismo. Su nombre real, impronunciable bajo otros contextos, salió de mis labios y él abrió los ojos y me observó como si tuviera fuego en ellos. No tengo miedo de quemarme, pude decirle, pero mi lengua se quedó pegada a mi paladar y más bien me sentí como una muchachita a la que un trabajador de la construcción le grita su primer halago real. Un poco asqueada.

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—Me queda poco tiempo acá, ya compré los pasajes y dejé las indicaciones para que arreglen la casa de la playa, siento que extraño un poco el mar. —le indiqué con mi mano que se acostara junto a mí pero declinó con un movimiento apenas perceptible de su cabeza. —Sólo me queda esperar volver a lo anterior y luego solucionar algunos problemas aquí… —continué mientras ignoraba el dolor en mi pecho al decir eso. Emiliano no era un simple lío que solucionar, pero si lo expresaba en voz alta podría ser tachada de débil, vulnerable y prefería que él pensara que sólo lo abandoné porque no me gusta a que los demás crean que me acerqué demasiado a un humano. Emiliano tiene una sonrisa contagiosa y una mezcla de colores en los ojos que no he visto en alguien más. Cuando ríe sus ojos se hacen pequeños y se alargan un poco queriéndome contar alguna historia de su pasado que él no conoce. La primera vez que lo vi iba vestido de negro y con una camisa roja a cuadros, tenía una herida en el labio inferior que me hacía imposible desviar mis ojos de ese lugar tan pequeño y mancillado. —Lo único que tienes que solucionar es cómo vas a deshacerte de ese noviecito tuyo sin que te persiga o termine matándose. —lo dijo como si estuviera hablando del clima y puedo entenderlo, cuando llevas tantos siglos por acá la vida de los humanos posee una dimensión diferente. —Tienes que cortar con todo eso rápido… hoy es Emiliano, mañana será Dante y la próxima década Julián, siempre es alguien diferente y sabemos que tienen fecha de vencimiento… piensa que al menos le darás una linda historia, algo que muchos de ellos nunca nos dan a nosotros. —

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Supe que tenía razón, por lo que le agradecí con una sonrisa y me tomé la botella de vino prácticamente sola. Él reclamó que estaba algo dulce pero siento que en realidad creyó que yo lo necesitaba más. Dos semanas después estoy en esa misma azotea pero un hombre esperanzado me mira, tiene un bulto en el bolsillo y sé, aunque él no sabe que yo sé, que es un anillo y debe ser de compromiso. ¿Cuántas veces le dije que no creo en el matrimonio para intentar desechar esa idea de su cabeza? Pero es un necio, un terco y por eso me estoy enamorando de él. Por eso también tengo que terminar con todo esto. —Tu cabello luce diferente… — me dice y claro, cómo no va a serlo, si aún me quedan restos del rubio que Josefina tiene. Cuando soy Adela mi color es un castaño bastante oscuro, —pero diferente en el buen sentido… me gusta ese diferente, me gustaría también si fuera el otro diferente. —Se corrige y puedo notar su nerviosismo en el modo en que frota las palmas de sus manos contra su pantalón de trabajo. Es casi dulce cuando hace eso, digo casi porque no me gusta ese calificativo cursi para nadie. —Estoy acostándome con Alberto, desde hace poco más de un mes… nos vamos a ir a la casa de mis padres en la playa… estamos enamorados. —Lo lamento mucho Alberto, no quería usarte así. —No quería que te enteraras por alguien más así que preferí decírtelo yo misma, me mudo este fin de semana. — El rostro de Emiliano se desfiguró, se transformó en la mala versión de él que nunca quise ver y simplemente se mantuvo en silencio. Yo quería que me gritara, que me llamara con nombres tan horribles como los que me digo a diario. Yo quería que demostrara de algún modo violento e irracional lo mucho 98 www.rbcbook.blogspot.com


que le duelen mis palabras y lo mucho que le he roto el corazón. Pero parece sereno, tan calmado como si sólo le hubiese hablado del buen clima que tendremos en la semana. Miré detrás de él y tenía en la pared de su cocina un calendario con el gran 14 de Febrero encerrados en círculos de un Sharpie rojo. ¡Nunca pensé que él sería de los que celebran esas cosas! El año pasado no lo hizo pero lo atribuí a que recién llevábamos un par de semanas saliendo y habría sido una maniobra suicida. —¿Alberto? Pensé que Alberto era gay… — pese a que mucha gente lo piensa porque no puede creer que mi mejor amigo sea un hombre, en el caso de Emiliano sonó más como las últimas brazadas de un ahogado antes de rendirse. Se puso de pie y sentí el nudo en mi garganta, ¿cómo iba a decirle cualquier cosa si no era capaz de hilar una frase coherente? —Cuando dije te amo era una mentira, cuando te dije todas esas cosas las hice para que te sintieras bien, quería hacerte sentir bien y lo conseguí. —su sinceridad era tan evidente que sentí que era mi corazón el que se partía ahora. Emiliano tiene la política de jamás mentir aunque lo ha hecho para protegerme dentro de ese mundo platónico que yo misma inventé. Y esta vez, con sus palabras, comprobaba una vez más que lo hizo por mucho tiempo y que ahora no lo estaba haciendo. Sacó el anillo y me lo mostró, lo dejó sobre la mesa que compartíamos para que el brillo creara efectivamente lágrimas en mis ojos. —Te pedí que vinieras hoy porque quiero terminar contigo, le voy a pedir matrimonio a otra mujer, estoy enamorado de ella y ella sí cree en el matrimonio y piensa darme 99 www.rbcbook.blogspot.com


hijos. ¿Recuerdas a Ángela, la del trabajo…? —sólo asentí cuando me puse de pie para salir de ahí, seguir hablando con él se hacía imposible. La voz de Alberto retumbó en mi cabeza con un reproche y pensé, sólo por un segundo, en contarle toda la verdad al hombre que hasta recién era mi novio, pero prefiero un corazón destrozado que los labios de Emiliano moviéndose para llamarme bruja. Lo que realmente soy.

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Candy.

E

lla era baja, como debería ser la versión humanoide de un oso de peluche. Muchos menos peluda, eso sí. Los miembros igualmente redondeados. Ojos de un violeta incomprensible, fascinante e insoportablemente amable.

Labios llenos de suave carne que apenas rozaban las mejillas al saludar y pintadas de colores oscuros, combinando con las ropas que rodeaban a su figura remarcando lo necesario para no dejar ninguna duda de que era una mujer atractiva. Al conocerla en la fiesta sentiste una inmediata ternura que se fue diluyendo a medida de que hablaban y lo reemplazó la admiración. Ella sabía tantas cosas sobre tantos temas. Había viajado y vivido un montón de lugares alrededor del mundo. No creía en nada pero tampoco lo negaba, así que técnicamente era lo mismo a creer en todo. Su primera cita había sido en un 103 www.rbcbook.blogspot.com


restaurante coreano del cual esperabas calamares vivos y babosas acuáticas buscando escapar de tu plato, pero en su lugar tuvieron unos tacos compuestos más que nada de verduras. Ninguna de las dos planeó pasar la noche juntas y a la mañana siguiente compartieron un ligero desayuno entre risas y coqueteos. Entonces te lanzó la bomba. —Lo lamento— dijo ella, recogiendo la mano que tal vez habías estado sosteniendo por demasiado tiempo —Pero ¿sabes que esto no va a ir a ningún lado, no? A lo mejor debí habértelo dicho antes. No soy de las que buscan relaciones. Fue una sorpresa. Fue definitiva decepción lo que hizo tu corazón pesado y tu instinto de preservación lo que provocó su endurecimiento un segundo más tarde. Pero después de hablarlo te quedó claro que, sin embargo, ella no tenía ningún problema con las citas y las camas compartidas. Esa parte le encantaba (y ahí ella te dio una sonrisa pícara que te emocionó) y, más importante aún, tú le agradabas y por lo visto ella te agradaba, de modo que el único verdadero problema que podría haber entre ustedes sería si insistieras en volverlo algo exclusivo. No lo dijo con esas exactas palabras (habría sido demasiado frío y una certera puñalada a tu pobre ego que no le hizo daño a nadie), pero resultó obvio que era a eso a lo que se refería y en un principio tú quisiste enojarte. La razón era que tú no tenías idea de qué pretendías de relacionarte con ella. Eres de las que prefieren dejar a las cosas seguir su propio ritmo y ver adónde iban de forma natural. No tenías especiales deseos por casarte (no conocías a nadie que estuviera contando los minutos por hacerlo, la verdad), 104 www.rbcbook.blogspot.com


pero no esperabas tampoco tener esa posibilidad eliminada de una, de forma terminante. Fue parecido a darse contra un poste mientras dabas lo que hasta entonces era un pacífico paseo por el parque. Pero no podías ser injusta. La habían pasado bien juntas. ¿Y no era eso después de todo lo más importante, la única cosa que de verdad importaba? De modo que, luego de unos momentos de asimilación que ella te dejó tener en silencio, aceptaste sus condiciones. Pensaste que podría ser divertido y que sería una verdadera lástima privarte de la experiencia por una nimiedad así. Pero en las siguientes semanas descubriste que no era tan pequeño el asunto. Cuando ella te tomaba del brazo caminando por la calle y salían de compras juntas (lo que usualmente incluía usar los vestidores de maneras para los que no estaban pensados), cuando ella te compraba tu bebida favorita y tus sabores favoritos de helado para ver las películas alquiladas que juntas habían escogido, tú deberías haberlo visto. Ella estaba acostumbrada a ese juego y tomaba de él todo lo positivo que podía, disfrutándolo en su justa medida. Tú eras nueva en ese tipo de situación. No supiste mantener la distancia. Quisiste tratarlo como una verdad inconveniente, lo que en realidad era, y convencerte de que no podía ser sólo por tu parte. A lo mejor ella simplemente no sabía cómo ponerle palabra a lo que estaba creciendo entre ustedes y prefería dejarlo fluir, como tú siempre hiciste. Pronto descubriste que no era el caso. —No puedo ir esta noche— dijo ella por el teléfono. Acababa de salir del baño, por lo que te había dicho, y se había tardado en responderte buscando

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una toalla para contener su cabello mojado. Ni una palabra fue dicha acerca de una toalla para cubrirle el resto del cuerpo —Tengo una cita con alguien más. Una cita. Y nadie decía “cita” a menos que fuera una cita de verdad. Se decía “tengo que ver a alguien” o “me voy a encontrar con alguien.” El “cita” te decía todo lo necesario para que entendieras cuán estúpida habías sido y tú apretaste los puños, mortificada y un poco dolida. Estúpida. La gente que se enamora era tan estúpida. —¿En serio?— dices, tratando de imprimir un tono ligero a su voz y consiguiéndolo, gracias al cielo. Intentaste tratarlo como un par de buenas amigas que a veces tenían relaciones podrían tratarlo —¿Alguien linda? —Lindo— dijo ella y tú pensaste “por supuesto.” Ella te había dicho que no quería discriminar a nadie por una cosa tan insignificante como el género o el sexo. En esa misma conversación le preguntaste si todavía querría seguir saliendo contigo si fueras un hombre y ella se rió antes de decirte que claro que sí, seguido de un chiste sucio sobre lo que podría hacer con tu miembro. Tú la besaste y te reíste, sonrojada pero encantada con el cumplido — Es un amigo de un amigo. Desde hace tiempo viene pidiéndomelo, pero sólo ahora nos coinciden los tiempos para que los dos estemos libres. Te voy a llamar más tarde para que arreglemos algo, ¿te parece? —Claro— dijo porque ¿qué más ibas a decir? —Cuando quieras. Que te diviertas. —Gracias, amor— Ella había empezado a llamarte así seguido y tú creíste que eso era raro. Hasta que pasaste la noche en su casa y supiste que le decía amor a todo. Al gato negro que le recorría las piernas entre ronroneos, al 106 www.rbcbook.blogspot.com


perro también negro que nunca ladraba y le resultaba perturbador por ello, la pequeña culebra que no era más larga que su brazo y a la que, según su dueña, le encantaban los mimos. Todos eran “amor”, “cariño”, “cielo.” Te había parecido un pequeño detalle adorable. Ahora no tanto-. Tú también. Buenas noches. —Buenas noches. Ella colgó unos segundos antes que tú. Pensar sobre ese gesto y lo que podría significar una tontería, así que por supuesto eso haces antes de empezar a buscar en tus propios contactos a alguien que quisiera salir contigo por esa noche. No eras partidaria de esa creería de que sólo un clavo podía sacar a otro clavo, pero necesitabas la distracción con urgencia. Intentaste apartarte, o al menos pensaste varias veces que deberías hacerlo. Pero cuando supiste que era una bruja fue todavía más difícil. Nunca habías conocido a una bruja antes. Las habías visto al pasar en los pasillos de la escuela con sus apuntes siguiéndolas por atrás como fieles moscas. A veces sus siluetas se dibujaban contra la luna mientras viajaban en las escobas y en ciertas noches se las veía atravesando las nubes, viajando hacia destinos desconocidos. Desde pequeña sentías admiración por ellas, igual que todas las niñas y los niños que nunca podrían realizar esas actividades por su cuenta. Las brujas no se hacían, nacían. Eran algo que sencillamente aparecía en las familias y, a pesar de que a través de los años los científicos habían investigado el asunto, en realidad nadie tenía claro cuál era la mutación espontánea que producía la capacidad de la magia.

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Tu curiosidad era tan inacabable como la generosidad de ella para satisfacerla. Debiste decir basta. Ojala no te hubieras desoído. Pero mientras más te adentraba ella en su mundo de energías invisibles y sensaciones provocadas a distancia, más la soga se sentía apretar sobre tu pobre corazón encantado. Conociste una tarde al amigo de un amigo en una fiesta de amigos en común. Resultó mucho menos incómodo de lo que podrías haber esperado, gracias en parte a la naturalidad con que ella los presentó. Pensaste que podrías aceptar la rivalidad (aunque sabías la estupidez que era) porque de todos modos el chico era agradable y resultaba difícil pretender que no le deseaba lo mejor. Creíste que serían los únicos, tú y él. Pero nadie te garantizó algo así, ¿verdad? Ella te dijo de otra chica y otro chico, citas distintas, noches pasadas en otros sitos y más citas que no pudieron ser. Te cansaste de preguntar. Te cansaste de esperar. Te cansaste. La última cita sucedió en una heladería adonde se habían detenido. Estuviste preguntándote desde hacía una buena cantidad de minutos si debías decírselo antes o después del helado, pero al final decidiste que el helado era tan buen acompañamiento para semejante charla como cualquier otro. Al principio ella no entendió por qué. ¿Había hecho algo mal? ¿La había hecho sentir menos? ¿Por qué no podían seguir simplemente como amigas? Y lo decía como si de verdad fuera incapaz de entender lo que intentabas explicarle. Tal vez lo era y tú estabas gastando saliva. No había sido una decisión fácil de tomar y no estabas 108 www.rbcbook.blogspot.com


dispuesta a cambiarla sólo porque ella parecía apenada, casi dolida, y tu primer impulso era decir lo que fuera, prometerle más paciencia y comprensión de las que sabías eras capaz, con tal de que volvieran a estar como al principio. Pero te mantuviste firme. Tenías que pensar en ti misma. No eras egoísta. O tal vez lo eras, pero habías pasado el punto en que eso podría detenerte. —Lamento que lo hayas pasado mal— te dijo ella. Pensaste decir que la habían pasado bien, pero si lo hacías tendrías que admitir que la diversión se había acabado y eso parecía una nota demasiada amarga para agregar a la situación. De modo que no dijiste nada y tampoco pudiste mirarla cuando hizo unos gestos con las manos que deberían haberte advertido. Sentiste una especie de cambio en el ambiente, como si la presión del aire hubiera caído de golpe, y los ojos comenzaron a picarte. Te los frotaste con insistencia hasta que los sentiste lagrimear y humedecer tus manos. Cuando por fin pudiste mirar de nuevo al frente, el camarero te estaba alargando la cuenta. No recordabas haberla pedido, pero suponías que él debió habértelo traído porque tardabas tanto en desocupar la mesa. Llevabas casi una hora ahí y la idea sólo era detenerte a tomar un descanso antes de buscar los zapatos que querías. ¿Cómo era posible que hubiera tardado tanto? Al salir del establecimiento le llamó la atención una mujer cuyo hombro chocó sin darse cuenta. —Perdón— soltaste.

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Ella se volvió un segundo y le dirigió una sonrisa como cansada, desganada antes de salir por la puerta hacia el exterior. La miró marchar. Era baja y rechoncha, como la versión humanoide de un peluche. Te dieron unas absurdas ganas de abrazarla que se apagaron ni bien surgieron. Tú sigues por el camino que ya tenías en mente mientras ella fue por el suyo, el completo opuesto. No tienes idea, pero a la bruja no le gustó hacer eso. No le había gustado ninguna de las veces que lo había hecho, pero debía ser si quería seguir adelante y además permitirle a otros el hacerlo. Después de todo, las cicatrices que dejaba una bruja sólo podían arreglarse con magia.

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Encarni Arcoya.

K

assandra sonrió satisfecha echando un ojo a su alrededor. Había conseguido hacer los hechizos adecuados para, en cuestión de segundos, tener todo lo que quería realizado. Cada tarea estaba saliendo tal y como lo quería, la

perfección al poder, como le decían sus amigas. Odiaba los imprevistos y siempre estaba organizándose de acuerdo al tiempo de que disponía para que, al finalizar el día, pudiera disfrutar de la satisfacción que sentía al saber que todos los quehaceres estaban más que hechos. Entró en el baño fijándose en todos los enseres que había colocado en el mismo para darse un baño de burbujas antes de enfundarse en un apretado vestido para salir con su cita de esa noche, la persona que llevaba tiempo haciendo que se comportara como una chiquilla a pesar de sus treinta años. 113 www.rbcbook.blogspot.com


Se deshizo de su ropa y se introdujo en el agua previamente preparada con la temperatura justa y las burbujas adecuadas, como a ella le gustaba. Suspiró relajándose de gusto. Tenía sólo una hora pero lo había dispuesto para disfrutar de ese baño por lo menos durante treinta minutos. Abrió los ojos enfocándolos hacia un paño y murmuró haciendo que éste se moviera solo, se metiera en el agua y nadara hacia ella. Empezó a recorrerle sus brazos, saliendo del agua y calentando a su paso los hombros mientras ella se dejaba caer un poco más en la bañera para descansar. Esa noche iba a ser especial, como lo era el día de San Valentín. No es que le gustara mucho, pero su amante había insistido tanto que ya soñaba con esa fecha que ahora había llegado. Una hora y diez minutos después, su vestido rojo ceñido a sus curvas con una raja que iba desde medio muslo hasta abajo del todo, cayendo al suelo pese a sus tacones, rojos también, de casi diez centímetros de altura, marcaban el lugar donde llevaba esperando que su acompañante accionara el botón de su piso avisándola que estaba allí. Taconeaba nerviosa con el zapato mientras tenía los brazos cruzados, los labios apretados para no soltar cualquier improperio. Sus ojos se giraron hacia una silla y ésta explotó en un fuego que se obligó a controlar exhalando el aire de su boca poco a poco para extinguirlo y volver a dejar el asiento como estaba en un principio. Por tercera vez. Su pelo moreno empezaba a electrificarse por los nervios que iba acumulando. Él sabía que no debía llegar tarde nunca. Lo sabía. Era consciente de que ella era “doña perfecta”, que todo estaba estudiado y analizado milimétricamente para ser... una bruja perfecta. Y ahora, por su ineptitud, todos sus planes se estaban yendo al traste por culpa de su tardanza. Miró la hora de 114 www.rbcbook.blogspot.com


nuevo en la pared donde tenía un curioso reloj con la imagen de varias brujitas que valían para cada número del mismo y gruñó. Ella era perfecta, no podía tener una pareja que no lo fuera. Cuando llegara, ella... El sonido del timbre hizo que sus pensamientos se transformaran en un fuego interior que crepitaba con fuerza pidiendo venganza ante el ser que había puesto en entredicho su propia existencia. ¡¡Ella era la perfección en persona y ahora había fallado!! Sin moverse del sitio, la puerta se abrió dejando que la persona al otro lado se mostrara para ella al tiempo que le hacía consciente de su enfado. Iba ataviado con un traje azul marino y una camisa blanca. En su mano sostenía un ramo de rosas blancas, catorce, para ser exactos. Sonreía de una forma enigmática. —Perdón por el retraso. —¿Perdón? ¿Eso es lo único que vas a decir? Lo vio avanzar y cerrar la puerta con tanta tranquilidad que la encrespó aún más. Su pelo empezó a alzarse por encima de su cabeza, su temperamento estallando al ver que a él no le importaba. —¿Tienes idea de lo que has hecho?— le inquirió siseando para no explotar y hacerle cualquier cosa. —Sí. Lo lamento. —Voy a hacerte el ser más perfecto... ¿lo sabes? Una sonrisa cruzó el rostro de él agachándolo para que ella no la viera. —Acepto cualquier castigo... — murmuró él. Kassandra entrecerró el ceño y lo miró achinando los ojos. Hizo aparecer unas cadenas que le inmovilizaron las piernas y los brazos mientras la 115 www.rbcbook.blogspot.com


ropa se iba desabrochando sola, sin ella rozarlo, a pesar de que, para él, bien podía parecer eso. Cuando tuvo la camisa abierta, se acercó posando sus manos sobre el torso, subiendo hasta los hombros para después, clavándole las uñas, ir descendiendo marcándole por el camino, dejándole una señal en la misma piel, haciéndole gemir, mitad de placer, mitad de dolor. Siguió bajando hasta donde estaba la cinturilla de su ropa interior. Le estorbaba... Convocó unas tijeras que, sin ninguna acción por su parte, fueron cortando las telas de la chaqueta, la camisa y los pantalones. Poco a poco fue quedando desnudo bajo su inspección, salvo los boxers que los mantuvo aunque era sabedora que, a duras penas podían contener la erección que peleaba por escapar de su sujeción. Se situó detrás de él pasando por los costados sus manos para rodearle la cintura, bajando las palmas para rozarle su miembro, sin dejarle libre, provocándole, incitándole, notando cómo trataba de mover sus caderas en un intento por darse placer, uno que, después de haberla hecho ser imperfecta por esos minutos, no se merecía. Recogió su entrepierna y apretó haciéndole encogerse por esa acción y que, del rostro de ella, naciera una sonrisa pícara y juguetona. ¿Acaso creía que lo dejaría disfrutar tan fácilmente? —Me has hecho ser imperfecta... — susurró al oído, lamiéndolo a continuación. —Lo siento, Kassandra... — respondió él arqueando hacia atrás su cuello. 116 www.rbcbook.blogspot.com


Aprovechó entonces para morderle y succionarle dejándole la marca de su beso en la garganta. —Ya lo creo que lo vas a sentir — lo avisó antes de volver a frotar las manos contra su paquete. Alzó una de ellas pellizcándole los pezones con fuerza, tirando de ellos mientras el ruido de las cadenas le advertía de los esfuerzos de él por tratar de liberarse. Descendió acariciándolo con los dedos, sintiendo cómo se contraía ante el contacto, hasta llegar al elástico de la prenda, apartándola y metiéndose dentro para estar más cerca de ese calor y humedad que ya se filtraba por la ropa dejándole en evidencia. Tomó en su mano el miembro percibiendo su grosor y longitud junto a su dureza. Situó uno de sus dedos en la punta manchándose en cuestión de segundos, pero, sin retirarlo, haciendo círculos que hacía que de sus labios salieran más gemidos que empezaban a excitarla. Pero había sido malo; la había hecho fallar en su perfección y merecía lo que tenía en mente. Con las tijeras que todavía estaban levitando por la habitación, cortó los dos extremos de los boxers cayendo éstos al suelo y dejando que su pene por fin se notara libre y se dispusiera hacia delante dejando clara evidencia del estado de su dueño. Recogió el falo con una de sus manos empezando a recorrerlo hacia delante y detrás, presionando y relajando a su paso, mientras las caderas se movían aun sin él quererlo, provocándola por detrás, deseosa de probar pero sabiendo que no era posible eso.

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Poco faltaba para su explosión, lo notaba en la respiración entrecortada, los gruñidos, el movimiento candente de su cuerpo... —Mi amante quiere llegar, ¿verdad? —Sí, por favor, Kass, no pares ahora... —Claro que no voy a parar...— le dijo aumentando el movimiento y haciendo que todo en él se contrajera. Estaba a punto, sólo un poco más y.... Gritó frustrado aguantando el dolor cuando notó la presión en su miembro y el verse incapacitado para explotar con su propio placer. —¡¡Kassandra!!— le espetó, furioso. Ella se apartó observándole temblar y gruñir lleno de desesperación. Enfocó sus ojos a la pequeña herramienta que le había servido para su pequeña venganza: un cinturón de castidad atrapando su pene y testículos, impidiéndole deleitarse de esa sensación que había buscado y no le iba a dar por no haber sido perfecto, como ella lo era. La noche, no hacía más que empezar.

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Karla Ximena.

C

erró la puerta tras de sí, puso su cartera sobre la mesita que tenía a la entrada de su apartamento, las llaves las dejó en el cenicero que estaba a su lado, se recostó contra la puerta, suspiró con pesar.

Podía recordar el día que todo había terminado, como él la miró extrañado ante la reacción de ella, ya había sido claro, nada de compromisos, pero la ternura en como la había tratado hizo que cada vez calara más profundo en su corazón. Sintió pena, pero más se sintió como idiota, al ilusionarse, al creer que él tenía los mismos sentimientos que ella tenía por él. Por unos días, cuando su mente no era distraída por las cosas cotidianas, una película o un libro y podía pensar en aquello se repetía lo imbécil que había sido, como un chico como él podía sentir algo por alguien como ella. 120 www.rbcbook.blogspot.com


Un pequeño perrito salió de una de las habitaciones para recibirla con el rabo en movimiento. Se alzó sobre sus patas traseras y se afirmó en las piernas de ella. Se agachó para acariciarlo, las lágrimas brotaron y abrazó al pequeño animal con cariño. El animal siempre estaba para consolarla. Recordó cuando una de sus amigas le preguntó si lo había visto, su otra amiga le dio un codazo y le dijo que ese tema era tabú, aquel no debía ser nunca más nombrado, así lo había querido ella, quería borrar todo rastro de él. Pero lo gracioso era que ella misma rompía esa norma, al inicio inconscientemente el nombre de él se le escapaba de los labios y quedaba flotando en la nada. Muchas veces se regañó por aquello, hasta que finalmente logró retener esas tres silabas, pero aún así flotaban en su mente. Se levantó y fue a la cocina cargando a fiel compañero. Lo puso en el suelo para poder hervir el agua y prepararse la merienda. Abrió una lata de alimento para el pequeño, con una taza humeante de café se sentó a la mesa para servirse una tostadas con mermelada de fresa. Tratar de olvidarlo había sido una tarea titánica, ya que compartían el mismo grupo de amigos y ella no estaba dispuesta a detener su vida por él. Cada vez que lo creía olvidado en alguna reunión lo veía y él la saludaba con amabilidad, lo que hacía que el corazón se le estrujara aún más. Llegó un momento que había decidido tirar la toalla, alejarse de lo que le gustaba hacer con tal de nunca más verlo, pero luego se calmaba y se decía que debía de continuar con su vida.

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Puso la vajilla en el fregadero, no estaba de humor para lavarla, se dirigió a su dormitorio, el perrito fue detrás de ella. Se tendió en la cama mirando hacia el techo. Al fin su corazón tuvo un descanso, la llegada del verano hizo que sus amigos se dispersaran, saliendo de la ciudad por vacaciones, incluso aquel del que no debía hablar, así que las reuniones con sus amigos quedaban suspendidas hasta que llegara el otoño. Aún así, a pesar de no verlo, de vez en cuando una lágrima escapaba por él. Se volteó sobre un costado en forma fetal mirando hacia la ventana como la luz se colaba por aquellas blancas cortinas, movió en el aire la mano y con una fuerza invisible abrió la ventana, la corriente ondeaba la tela. Se volvió a recostar sobre su espalda, un gemido escapo de sus labios para luego convertirse en un grito lastimero. El viento entró a raudales con suavidad la levanto en la cama, la acunaba con suavidad, los sollozos cesaron, lentamente llegó hasta el techo de la habitación, apoyó una de sus mejillas en él. Antes pensaba que la solución no era “un clavo saca a otro”, pero lo creyó cuando otro chico comenzó a coquetearle, ella le siguió la corriente, no porque le interesara, era guapo, pero ella solo quería jugar, por una vez en la vida no quería ser sería con sus sentimientos, aunque nunca se acercó demasiado al joven para no sentirse involucrada, solo era un flirteo, algo que le subía su ego. Pero se había comenzado a encaprichar con él, aunque el encaprichamiento solo duró un día, la poca constancia del joven, su ir y venir, evitaron el peligro, pero al fin él que no podía ser nombrado había sido

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olvidado y sin comprometer el corazón con alguien, pues así quería permanecer. Con la misma delicadeza que ascendió, descendió, como una caricia sobre su lechó. La brisa salió del cuarto y cerró la ventana tras de sí. Su pequeño compañero pegó un salto para subir a la cama, se arrolló a su lado, ella sonrió, aquella pequeña presencia le daba calidez, acurrucado a su costado. Aquel día había descubierto que no lo tenía olvidado, cuando por una emergencia tuvo que salir a hacer un trámite. Estaba esperando a que la atendieran cuando dejando sus ojos vagar por el edificio, lo vio, solo fueron solo unos segundos, el pasó caminando, al parecer no había notado que ella estaba. Sintió algo en el estomago y su corazón saltaba en su pecho. Muchas veces deseó poder toparse con él en la calle, pero desde que habían comenzado solo lo veía en las reuniones de amigos y cuando ellos se citaban, nunca por casualidad, como le pasaba con muchas otras personas, después de todo estaban en una ciudad pequeña. Aquello era una clara señal de que no estaban destinados. Ahora, en cambio, aquello no era lo que quería. Con nerviosismo miraba hacia todos lados deseando que no volviera a aparecer, mientras esperaba que la atendieran, una vez libre salió rauda del lugar. Ahora, acostada en su cama, en su departamento, se daba cuenta que no era tan fácil olvidar y que alguien cuando entraba en el corazón no salía completamente de ahí. Las lágrimas mojaron el edredón. En un movimiento se sentó en su cama, el perrito la miro con cara de pregunta, estaba cansada de llorar.

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No podía verlo como alguien malo, él era una buena persona, no porque le rompiera el corazón lo iba a identificar como el villano, pero ahora que ya no tenía la venda del amor, podía notar algunas cosas que le molestaban de él, como algunas actitudes arrogantes, ni era ella misma cuando él estaba cerca, trataba de no cometer ningún error, lo que le era difícil, ya que era naturalmente torpe y tampoco podía hablar abiertamente con él, temía que la juzgara de inmadura por negarse a dejar ir aquellos sueños que sabía que eran difícil de cumplir, pero no imposibles, en realidad ni siquiera era un amigo cercano, pues con otros hablaba hasta por los codos e incluso decía estupideces sin vergüenza y con los más queridos compartía su ser, sus expectativas y sus sueños. Así que era momento de dejar de llorar. Se levantó de la cama, se quitó la ropa, entró al baño, encendió la ducha y se metió debajo de la regadera. Nunca más debía de derramar una lágrima por el innombrable. Acarició el agua con las manos, las gotas comenzaron a levitar, pequeños destellos de luz acompañaron la danza del líquido, abrió sus cristalinos ojos con esperanza. Si debía de amar, sería con alguien que se sintiera cómoda, fuera ella misma, que aunque tuviera imperfecciones a ella no le importaría y con el cual pudiera soñar y aquel lo iba a olvidar, fuera como fuera, aunque tuviera que irse a Pekín para ello.

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RBC.

e

n muchas sino es que en todas sus relaciones de antemano sabía que terminaba siendo el hombre sin rostro, el incógnito, el no nacido, pues al poco tiempo que se topaba con una de sus ex´s lo ignoraban o se

escondían en un par de ocasiones o lo veían a los ojos con una mirada que decía: estás debajo de los extraños y por encima de los desconocidos, casi un alienígena, un ser no identificado. Él era humano y por más que bloqueara sus sentimientos no podía evitar sentir una especie de tristeza o vacío, un hueco que al final ninguna mujer lograba rellenar. En realidad era un hombre triste. Como todas las mañanas se colocaba una sudadera, unos pants, tenis y un reloj que cronometraba sus pulsaciones, y salía a correr al deportivo, no faltaba que levantara el suspiro de un par de mujeres y uno que otro hombre al 126 www.rbcbook.blogspot.com


verlo trotar sudado hasta los huesos. Al llegar a casa se metía a la ducha, se afeitaba en caso que sintiera que estaba cansado de llevar barba y se untaba una serie de cremas, lociones, en un rictus de devoción a la belleza. Desayunaba un batido, se cepillaba y luego se colocaba unos zapatos de cuero, una camisa blanca de delgadas líneas, un traje y corbata gris, se veía un par de veces más en el espejo para retocarse el cabello y luego salir a paso ligero con la frente bien el alto. Debía ir hacer unos papeleos así que se había levantado un poco más temprano de lo habitual, al llegar vio entre el gentío a Kary su recién romance fallido, de inmediato notó esa mirada peculiar que ella lanzó al aire y luego otra más que decía: quiero desaparecer en este instante, volverme invisible o que el suelo trague a uno u otro, como sea, pero que solo uno permanezca en este local. Kary había sido definitivamente un caso muy especial, era una chica de sentimientos puros, una mujer que creía en los sueños, que aún anhelaba al príncipe azul y sabía amar realmente, más allá de la superficialidad ella lograba ver la verdadera belleza de las cosas, pero justamente era el punto flaco que él no quería dañar y que lo empezaba a enamorar... La única explicación que había encontrado a aquella maldición de no poder estar mucho tiempo con una misma mujer y que se había apoderado de su razón de ser era que había sido educado por un padre igual que él, un anciano que se quedó solo con un par de enfermeros y al cual visitaba muy de vez en cuando en su mansión. A veces pensaba que era el castigo merecido por todos los corazones rotos que había dejado a su paso y en esos pequeños momentos 127 www.rbcbook.blogspot.com


de reflexión se preguntaba cuál sería el suyo, por ahora era exitoso, tenía un cuerpo envidiable, producto de una disciplina rigurosa de alimentación y ejercicios sumados a su belleza genética. Y quizás eso también contribuía a no pertenecer a una sola persona, el exceso de confianza en sí mismo y el olvido del corazón. Por un instante pensó en acercarse a preguntarle por Otty, un perro igual de entrañable que su ama, pero sería remover aguas ya casi tranquilas. Así que apretó los puños, suspiró y solo vio como Kary momentos después se iba como perseguida o huyendo de una estampida conformada por seres repugnantes. No pudo evitar sentir que su pulso se acelerara y que una pizca de tristeza lo asaltara. Ahí se iba la mujer perfecta para el hombre maduro y serio, la mujer con quién se puede crear una familia y vivir por el resto de una vida. Al salir del lugar no podía dejar de pensar en Kary, por muy extraño que pareciera hasta ese momento era la única con la que el efecto de enamoramiento se había hecho tan estrecho, como si una especie de magia los atara. Pasó por un café y una cliente después de intercambiar miradas con él le dejó un papel en la mano con su número de teléfono, le guiñó un ojo y él no pudo evitar volver el rostro para disfrutar del meneo de un cuerpo firme y estético. Se dirigía al trabajo que no quedaba más que a tres cuadras de ahí y en el transcurso de su recorrido notó -como todos los días- las calles transitadas y abarrotadas de trabajadores como él, con atuendos serios que iban a prisa de un lado a otro con un recipiente en las manos relleno de jugos, aguas o cafés. Sacó su celular y pensó en llamar a la chica Starbucks, en el momento que buscaba el papel entre la bolsa de su saco, el tono lo sorprendió primero, era Rose, una 128 www.rbcbook.blogspot.com


mujer de treinta y pocos años que había aceptado su falta de estabilidad y con la que compartía la cama ya por más de tres años. Presionó la pantalla y contestó. — ¿Qué pasa, todo bien?— preguntó con voz entusiasta y pausada, algo que derretía aquellas escasas mujeres que volvían a él, no perdía ese encanto caballeroso de tratarlas y podía palparse un interés como si fuese “real” por la otra persona, como si aún las amara. — Tenemos que hablar— respondió Rose con voz seria. — ¿Cariño, es urgente?— hizo una pausa sin detener su caminata— ¿podrías decirme por aquí qué es?; estoy de camino al trabajo y ando a tiempo exacto. Un prolongado suspiro lo hizo detenerse en seco. — Seremos padres…

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