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Texto: 2014 Diseño de portada: 2015, RBC Edición: 2015, RBCBOOK Publicado en México - RBCBOOK www.rbcbook.blogspot.com www.cinerbc.blogspot.com www.librogeminis.blogspot.com Maquetación: RBC Primera edición: Enero de 2015
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La respuesta a los curiosos y observadores es: De cada autor se respetó al máximo el formato de su escrito …
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a película comienza contando la historia de la forja de los anillos, la batalla del anillo, la derrota de Sauron, como el anillo único no fue destruido, traicionando a su portador pasando siglos hasta que toma un nuevo portador, al oír el llamado de su amo se alejo del ser que torturaba sin esperarse que iba a ser recogido por un hobbit, Bilbo Bolson. Años después se celebra el cumpleaños de Bilbo donde varios hobbits de la comarca asisten y también los visita Gandalf, el mago, amigo de Bilbo. Bilbo tiene decidido marcharse de la comarca ese día, pero lo hace poniéndose el anillo y desapareciendo ante todos. Gandalf lo intercepta en su casa y le obliga a dejar el anillo, el cual Bilbo deja con mucho esfuerzo. Cuando Frodo, sobrino de Bilbo y su heredero llega a la casa, Gandalf le dice que Bilbo le dejo todo incluyendo el anillo y que debe guardarlo hasta que el vuelva. Al regresar Gandalf después de investigar, arroja al fuego el anillo para descubrir que es el anillo único. Gandalf envía a Frodo junto a Sam, a quien sorprendió escuchando, a una posada en Bree fuera de la comarca, donde se reuniría con ellos después de ir con el líder de su orden. En el camino Frodo y Sam se
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encuentran con Merry y Pippin quienes se les unen, todos hobbits, además son perseguidos por los Nazgul. Cuando llegan a la posada, Gandalf no está, pero se encuentran con Trancos, un extraño montaras, quien los salva de los Nazgul escondiéndolos, debido a que en una torpeza Frodo se coloca el anillo y ellos lo sintieron. Trancos dice ser amigo de Gandalf y los lleva hacia Rivendel, ciudad de elfos, pero en el camino son seguidos por los Nazgul y Frodo es herido por una hoja espectral que lo comienza a llevar al otro lado, pero aparece Arwen, una doncella elfo, quien se lleva a Frodo para llegar más rápido y poder sanarlo. En el río cercano a Rivendel, Arwen convoca la magia de los elfos y el río se lleva a los Nazgul. Frodo es sanado, pero la herida queda. Cuando se despierta descubre que Gandalf está ahí, había sido traicionado por Saruman el líder de su orden, pero había logrado escapar, también descubre que Bilbo se encontraba en ese lugar. Elrond, señor de Rivendel, convocó a la Tierra Media a un concilio, donde elfos, enanos y hombres acudieron. El anillo debía ser destruido, pero un hombre propuso usarlo en su contra, Boromir de Gondor, pero Gandalf se negó y al discutir Frodo se propone como portador del anillo, en su viaje lo acompañarían Gandalf, Trancos, que su nombre real era Aragorn, Legolas, un elfo, Gimli, un enano, Boromir y sus compañeros hobbits, quienes no habían sido invitados al concilio pero que habían permanecido ocultos. Debido a los vigías de Saruman debieron ir por las montañas, pero el conjuro de Saruman no les permitía avanzar, por lo que decidieron atravesar la montaña por Moria, una mina de enanos, al entrar se 9
encontraron con cadáveres y fueron perseguidos por orcos y un Balrog quien se llevó consigo a las profundidades de la montaña Gandalf cuando este le impidió, los demás salieron de la montaña abatidos por la caída de Gandalf. Aragorn los obliga a continuar al bosque de Lothlórien, donde reinaba Galadriel y Celeborn, que se enteran de la caída de Gandalf, los reciben y entregan regalos el día que la comunidad se marcha. Pero antes Frodo pone a prueba a Galadriel con el anillo y esta lo pasa. Continúan el viaje por el río, cuando desembarcaron Boromir fue seducido por el anillo y atacó a Frodo, el cual se lo puso para escapar, Boromir se dio cuenta de su error, pero en ese momento los atacaron los urokais de Saruman. Frodo al toparse con Aragorn lo puso a prueba pero este lo dejo marchar con el anillo, Merry y Pippin distrajeron a los urokais para que Frodo escapara, Boromir trato de protegerlos pero lo abatieron con flechas. Aragorn llego para socorrerlo, pero finalmente murió y Merry y Pippin habían sido capturados. Frodo cruzo a la otra orilla y Sam lo siguió, negándose a dejarlo solo. La comunidad quedó disuelta, pero Aragorn, Legolas y Gimli a pesar de no seguir a Frodo, fueron tras los urokais para liberar a Merry y Pippin. Frodo y Sam continuaron el camino hacia el monte del destino, cuando Gollum los atacó, pero entre los dos lo inmovilizaron y amarraron con una cuerda elfica. Gollum se retorcía por la cuerda, finalmente Frodo le tuvo compasión y lo libero a cambió de que los guiara, Gollum lo prometió por el anillo, pero Sam no estaba convencido y desconfiaba de él.
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Aragorn, Legolas y Gimli corrían tras los urokais cuando se toparon con los Rohirims, Jinetes de Rohan, que habían sido desterrados debido a que Théoden, rey de Rohan, era manipulado por Grima al servicio de Saruman y Éomer, sobrino del rey, trataba de hacer entrar en razón al rey. Les dice que los urokais fueron muertos en la noche y que nadie vivió, le da dos caballos y ellos corren a ver. Encuentran una pila de cadáveres humeantes, pero Aragorn sigue un rastro y descubre que escaparon al bosque de Falgor, ahí se topan con un mago blanco, primero pensaron que era Saruman por lo que lo atacaron, pero finalmente descubren que era Gandalf que había vuelto renovado, él les dice que están a salvo Merry y Pippin. Estos al huir de uno de los urokais se topan con Balbor, un ent, que los salva de la criatura y los lleva ante la presencia de Gandalf para ver si eran o no orcos. Gandalf con Aragorn, Legolas y Gimli van donde el rey Théoden, con su magia libera al rey del dominio de Saruman y éste trata de matar a Grima, pero Aragorn lo detiene y éste huye. Las aldeas de Rohan han sido arrasadas por orcos, por lo que el rey decide refugiarse con su pueblo en el abismo de Helm. Gandalf se separa de ellos, en cambio Aragorn, Legolas y Gimli acompañan al rey. Cuando Frodo y Sam van a entrar por una puerta, Gollum los detiene porque está muy custodiada y les dice que hay otro paso, en el camino se topan con hombres de Gondor y Faramir, su comandante los interroga y descubre el anillo por lo que quiere llevarlos a Gondor, en una ciudad de Gondor a las orillas del río, bajo el ataque de orcos y nazgul, por las palabras de Sam, Faramir se arrepiente y los deja
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marchar, amenaza a Gollum para que este no dañe a los hobbits. Balbor llama a un consejo Ent y deciden no ir a la guerra. Merry y Pippin están desilusionados, pero Pippin hace que Balbor los lleve cerca de la torre donde el ent ve la devastación de los bosques y molestos llama a los demás ents para acabar con Saruman, el que queda encerrado en la torre. En el abismo de Helm llegan un ejército de elfos para ayudar a los hombres de Rohan, pronto son sitiados por los urokais de Saruman. En la batalla cada vez van perdiendo más terreno, pero al quinto día de la partida de Gandalf, como él lo había anunciado, aparece el junto con los Rohirims y acaban con los urokais, algunos huyen entrando a un bosque que acaba con ellos. Gandalf junto con Théoden, Aragorn, Legolas y Gimli viajan a la torre de Saruman, donde se encuentran con Merry Y Pippin, junto a Balbor. Tratan de hablar con Saruman y él los desprecia, Théoden trata de convencer a Grima, pero Saruman lo humilla lo que provoca que Grima lo apuñale y que Legolas mate a Grima. Del ropaje de Saruman cae una piedra de comunicación, Gandalf la guarda, pero por la noche la curiosidad de Pippin es mayor y toma la piedra para mirar, por lo que ve al ojo de Sauron y también los planes de él para Gondor. Gandalf lo reprende y lo lleva a minas Tirith, ahí tratan de hablar con el senescal de Gondor para advertirle, pero él también tenía una de esas piedras y ya lo había visto, pero ante la petición de Gandalf que encienda las almeas, para solicitar la ayuda de la gente de Rohan, él se niega. Gandalf hizo que Pippin encendiera la primera para que vinieran los jinetes de Rohan. 12
En Rohan al ver el fuego, el Rey envió mensajeros para unir a su gente, hicieron el campamento para esperarlos cerca de la montaña. Elrond visita a Aragorn para traerle la espada de Isildur nuevamente forjada y Aragorn decide entrar en la montaña, donde ningún hombre se atreve, ya que es habitada por fantasmas, lo siguen Legolas y Gimli. Los fantasmas que habitaban en ese lugar eran hombres de la montaña que habían prometido a Isildur acudir cuando los llamaran, pero no lo hicieron, por lo que Isildur los maldijo y solo un descendiente de él podía romper la maldición una vez cumplieran con el acuerdo prometido, así que acompañan a Aragorn a la batalla. Gollum engaña a Frodo para que desconfié de Sam y lo aparten, llevándolo a un paso que es custodiado por una araña monstruosa, la cual a pesar de la lucha que Frodo le da, paraliza a éste con su veneno, Sam llega para salvarlo, pero piensa que ya estaba muerto, y ve como unos orcos se lo llevan y ahí se entera que solo estaba inconsciente. Lo rescata de los orcos y le devuelve el anillo. Se visten con ropas de orcos para poder atravesar Mordor. Los jinetes de Rohan van a la batalla frente a minas Tirith, con Éowyn disfrazada de hombre, junto a Merry, ya que se le prohibió ir a la batalla. Ésta protege al Rey del señor de los nazgul que lo había derribado, le corta la cabeza a la montura de éste, una criatura alada, y el nazgul se mofa de que ningún hombre puede dañarlo, pero ella se saca el casco le atraviesa con la espada en el rostro del ser el cual se desvanece, pero ella queda mal herida. Cuando Aragorn llega con los fantasmas ganan la batalla. Theóden muere, al igual que el senescal de Gondor quien intentó quemarse con su hijo Faramir 13
que estaba herido en batalla, pero que Gandalf salva de ser inmolado. Aragorn dirige al ejército a las puertas de Mordor para darles tiempo a Frodo y Sam, esto hizo que Sauron fijara su ojo en el ejercito, ya que casi se había posado en los hobbits, estos llegaron al monte del destino y cuando Frodo debía lanzar el anillo éste se negó y se lo puso para huir con él, pero Gollum pelea con él por el anillo arrancándole el dedo a Frodo y cayendo junto con el anillo a la lava, destruyéndolo y con él a Sauron. Aragorn fue nombrado rey de Gondor y se unió a Arwen. Los cuatro hobbits fueron tratados como héroes en Gondor y volvieron a la comarca, Frodo decidió marcharse junto con algunos elfos que cruzarían el océano, como Galadriel y Elrond, además de Gandalf y Bilbo, dejando su legado a Sam.
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El anillo gemelo
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a joya relucía. Era plateada con manchones dorados y eran aquellos manchones los que brillaban, del dorado iba al naranjo, luego al rojo y por último al negro, para volver al dorado. Su guardiana se acercó al pilar de piedra donde estaba depositada la joya. La maldad de su interior iba creciendo, no importaba los corazones que se utilizaron para crear la joya, no eran suficientes para detenerlo, era la única vía en que él podría volver. Crear el anillo era la peor decisión que habían tomado. Ella no se acercó más, temía que la maldad la contaminara, por lo que volvió a ocultarse en las sombras de la habitación para vigilar. En un caballo blanco, un elfo y un enano, se detuvieron a contemplar la ciudad blanca. Nuevamente se encontraban en Minas Tirith, pronto se reunirían con sus amigos, después de tanto tiempo. Habían sido llamados a un concilio por el rey de Gondor y llegaban para el día exacto que se había exigido, ni un día antes ni un día después como lo solicitaba la carta. Una solicitud extraña de su amigo Aragorn.
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Por la pradera se veía asomar algunas caravanas de enanos, elfo y hombres, por lo visto no eran los únicos que habían sido llamados. Se apresuraron a subir por la ciudad, los guardias le abrieron el paso y anunciaron a su rey la llegada de los forasteros. -A pasado mucho tiempo- a sus espaldas una voz femenina les hablo en el gran salón. Al voltearse hicieron una reverencia. –Reina Arwen- dijeron al unísono. -Mease Gimli, príncipe Legolas, me alegra volver a veros ¿Qué los trae hasta Minas Tirith? El elfo y el enano se miraron confundidos, dudaban que su amigo le guardara algún secreto a su reina. Pero antes de contestar escucharon risas masculinas. Dos jóvenes aparecieron en el salón, ambos de gran porte, uno tenía los cabellos morenos y una suave barba le delineaba la mandíbula, sus ojos azules eran como un mar en calma, el otro tenía el cabello de una castaño claro, sus ojos color miel eran soñadores y poseía una barba un poco más poblada. -Ya recordaran a mi hijo Erathon y Adhüe, hijo de Faramir, Senescal de Gondory y Éowyn. -Por supuesto- respondió Legolas. –Ya son todos unos hombres. -Han pasado 10 años de la última vez que nos visitaron, príncipe Legolas- respondió Erathon. –Ya hemos cumplido 19 años. -Sin duda han sido unos años esplendidosrespondió Gimli. –Han sacado el porte de vuestros padres y la belleza de vuestras madres. -Es una alegría volver a veros, amigos míos- el Rey de Gondor hacía su aparición. Con los brazos abiertos se acercó a sus amigos, estrechándose en un fuerte abrazó como antaño. 17
-Espero os quedéis un buen tiempo con nosotros- declaró Aragorn. Otra vez Legolas y Gimli se miraron confundidos. -Hemos acudido a vuestro llamado- respondió Legolas. –Como lo solicitaste, no hemos llegado ni un día antes ni un día después. Aragorn los miró con extrañeza. –No lo tomen a mal, amigos míos, me alegra este reencuentro, pero yo no os llamado. Me he enterado de vuestra llegada hoy mismo, cuando me lo han anunciado los guardias. -¿Cómo se ha producido esta extraña situación?- preguntó Gimli. -Pues no ha sido el Rey de Gondor quien os ha llamado, he sido yo- una voz familiar resonó en el salón. Al voltearse los presentes, descubrieron una figura conocida. En sus rostros había asombro, pero también alegría. -¡Gandalf!- alzó la voz el enano. –Esto sin dudas era un artilugio que solo vos podrías armar. Los jóvenes no podían creer que se encontraran en presencia del mago del cual sus padres les habían hablado. -Creí que te encontrabas al otro lado del mardijo el rey. -Lo estaba, pero he vuelto, los Valar me han encomendado una nueva misión. Nuevamente la oscuridad se cierne en el horizonte. Pero estamos a tiempo para evitar que florezca y traiga nuevamente dolor. -¿Qué mal Gandalf?- pidió saber Aragorn.
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-Deberán esperar al Concilio, he llamado a la tierra media a reunirse. Lo revelaré ahí, hoy en la noche. Sus amigos afirmaron. Mientras esperaban que se reunieran todos, aprovecharon de consultarle a Gandalf por aquellos que habían partido junto con él al otro lado del mar. Nadie lo había acompañado en su viaje de vuelta, Frodo ya había terminado con su lucha, ahora debía descansar y sanar las heridas que la cruzada había dejado en su alma. Elrond también permanecía en la tierra de los Valar, pero enviaba todo su amor a su hija y nieto y le había pedido a Gandalf que le entregara una joya que lo guiaría al joven en la oscuridad. A medida que llegaban quienes habían sido citados, descubrieron rostros familiares entre la muchedumbre, Merry, Pippin y Sam, también habían sido llamados al Concilio. Los tres medianos se alegraron de ver nuevamente a Gandalf, pero se entristecieron al saber que no verían a Frodo. Junto con ellos iba una joven, una hobbit también, Elanor, la hija mayor de Sam, de rasgos delicados y hermosos bucles castaños que le caían sobre los hombros, ojos cafés de mirada dulce, de una belleza que hacía honor a su nombre. A las 10 de las noche comenzó el Concilio, donde no entraron todos los que habían llegado, sino que un grupo que representaba a cada raza. Merry, Sam y Pippin representaban a los hobbits, también se encontraban Legolas, Gimli, Erathon, Adhüe, Éomer, Faramir, Aragorn y sin duda Gandalf, además de otros. -Como ya sabrán- inició Gandalf. –No ha sido Aragorn, quien os ha llamado, he sido yo. Han pasado 19
21 años desde que Sauron fue derrotado y pensamos que ese había sido su fin- un murmullo se escuchó en el salón. –Destruyendo el anillo único significaba la destrucción de nuestro enemigo, así era, pero hace mucho tiempo, una raza robó a Sauron parte del material que utilizó en la forja del anillo único, una raza que no es ni elfo, ni enano, ni hombre, ni hobbit, ni ents, ni animal y mucho menos orcos y ese tipo de engendros. Una raza que no se conoce en la tierra media. >>Ellos no lo robaron para obtener poder, sino para crear un arma con la cual combatir el anillo único, pues ellos supieron antes de su creación, el mal que asolaría a la tierra media. Sauron supo lo que hicieron, pero en su malvada sabiduría, los dejo hacer lo que quisieran, ya que sabía que aquello se volvería en contra de ellos. A pesar del material puro que usaron para fusionar con el que habían robado, no lograron contrarrestar el mal. >>Crearon el anillo gemelo y cuando lo utilizaron, su portador fue consumido por la oscuridad. Rápidamente al darse cuenta, destruyeron, con mucho dolor, a su portador, condenándolo a la oscuridad y debido a que el anillo gemelo no podía ser destruido sin con ello acarrear un gran sufrimiento, lo sellaron en cuatro paredes y desde entonces lo vigilan. >>Ellos se aislaron del mundo, para evitar que algún ser oscuro buscara el anillo. -¿Y eso en que nos afecta?- preguntó Gimli. -El anillo fue hecho con parte del anillo único, por lo tanto Sauron no ha sido destruido y ahora no esperará tanto tiempo en reaparecer, ya que si lo hace se disipará en las sombras. Con el anillo gemelo ha visto su esperanza de resurgir y no se detendrá hasta 20
lograrlo- el murmullo se hizo más fuerte en el salón. El anillo debe ser destruido, pero quienes lo guardan no lo harán a pesar de ver como el mal crece en él. Todos estaban alterados, discutían a viva voz, el caos reinaba en el lugar. -¡Callaos!- la voz de Aragorn hizo enmudecer la sala. –Gandalf ¿Qué debemos hacer?- puso todas sus esperanzas en la sabiduría de su amigo. -Lo más sensato es enviar un ejército para hacerles frente- dijo uno de los hombres. -No los tientes- respondió Gandalf. –Ellos fueron bendecidos con dones especiales, si los buscas de enemigos, solo los aplastarán. Debemos marchar en un pequeño grupo y demostrar nuestra amistad, hacerlos entrar en razón. -Yo iré- anunció Erathon. Aragorn se removió en su asiento, temía por la vida de su hijo, aquello no sería una tarea fácil, pero como él, tenía un corazón valiente y deseaba luchar por el bien, impedírselo no le haría un ningún favor. -Y por supuesto yo no te dejaré solo- dijo Adhüe. -Yo cuidaré de ustedes- se levantó de su asiento un joven elfo, Ihlïa, era su nombre y servía a Arwen desde que ella marchó a Gondor. Ahora en esta empresa peligrosa, era su deber proteger al hijo de su señora. -Yo los guiaré- dijo Gandalf. -Obviamente no nos dejaran fuera de esto- dijo Gimli acercándose junto con Legolas. -Nosotros también iremos- Merry y Pippin ya se encontraban al lado de los demás. Sam estaba indeciso, debía de cuidar a su familia, pero también era su deber protegerlos del mal. 21
Pero antes de ponerse en pie, una figura paso rauda a su lado. Elanor salió de su escondite para reunirse con el grupo. -Yo también voy- un mormullo se escuchó en la sala al ver a la joven. -Veo que algunas cosas se heredan- dijo Aragorn con una sonrisa, pero luego su semblante se volvió serio. –Pero no podemos permitir que vayas. -Eso, solo eres una niña- Sam finalmente había salido de su aturdimiento. La idea que su hija marchara a aquella cruzada lo aterraba. -Padre, estaré bien, hace años tú emprendiste un viaje parecido, hasta más peligroso y creciste con él. Además tú debes de cuidar de mi madre y mis hermanos- dijo con dulzura la joven. -Pequeña- interrumpió Aragorn. –Este viaje no es para una persona como tú. -Su majestad- dijo respetuosamente la hobbit. ¿Lo dice por qué soy mujer? -No es un lugar para un corazón puro y un alma sensible- respondió el rey. Adhüe recordó a su madre, que a pesar de todas las negativas, ella lucho, hasta había vencido a un Nazgûl, un ser que ningún hombre podía vencer. -A lo mejor es un corazón puro y alma sensible lo que necesitemos- respondió Gandalf. El rey cayó y Sam se lamentó. Gandalf había aceptado a la joven en la compañía. Ella estaba rebosante de felicidad por el triunfo obtenido. -Está decidido, nueve, igual que aquel entoncesdijo el mago. Demoraron unos días en salir, mientras se aprovisionaron y consolaban a Sam por la partida de su 22
hija. Todos prometieron al hobbit cuidar de la joven. Ihlïa creía que eso sería un obstáculo, ya que debían de cuidar de la joven, trato de hablar con Gandalf de eso, pero el mago no acepto sus argumentos. Cuando partieron se dirigieron hacia el este. El viaje no representó ningún problema. Todos cabalgaban, hasta los hobbits que iban en pequeños ponis. A Elanor le causaba curiosidad a quienes encontraría, aquellos los cuales se atrevieron a robar a Sauron. -Se llaman Elïanadar, significa guardianes, eran un pueblo Eldar, de elfos, antes que el sol y la luna existieran. Cuando Morgoth asolaba Eä, muchos huyeron de él, pero un pueblo elfo, con valor, le hizo frente y protegieron a las criaturas de Yavanna, ésta al ver aquello le solicitó a Ilúvatar poder regalarle dones para que pudieran defenderse mejor, Ilúvatar atendió a su suplica y permitió que aquellos Eldar recibieran dones que finalmente los transformaron. Los Elïanadar poseen un contacto estrecho con las criaturas de Yavanna, además de comunicarse con ellas. Su apariencia es similar a un elfo, pero sus ojos son de plata y sus cabellos como la nieve. Fue con estas palabras que Elanor soñaba en finalmente conocerlos, le parecían hermosos los elfos, pero creía que ellos podrían ser aún más encantadores. Finalmente se toparon con las grandes montañas que le cortaban el paso. Debían atravesarlas para llegar a su destino. Los Elïanadar se encontraban en la zona más al este de la tierra media y eso era detrás de las montañas. Cruzarlas no fue fácil, el frío fue el primer obstáculo que presentaron, pero luego las ventiscas los 23
azotaron. Hasta que vieron una gran muralla que les cerraba el paso, un fuerte vigilaba a aquella muralla. Era de noche y la luna pronto estaría en lo más alto del cielo. Se hubieran detenido antes, pero Gandalf no lo permitió y ahora los animaba a alcanzar lo antes posible aquel fuerte. Había algo que no les había dicho a sus compañeros. Al llegar a la muralla no encontraron ningún guardia que la vigilara. -¡Abrid las puertas!- gritó Gandalf. -¡Y dadnos refugio ante esta noche tormentosa! Pasó un tiempo hasta que alguien se asomó por la muralla, en su rostro reflejaba la sorpresa. Rápidamente abrieron los portones y apuraron a los forasteros para que entraran, en sus rostros se veía un mal presagio. Los viajeros fueron flanqueados a ambos lados por corridas de guardias, eran hombres, en ningún lado se veía algún Elïanadar. Los hicieron desmontar y los condujeron a una sala, cerrando tras de sí la puerta, sin decirles una palabra. -¿Gandalf?¿Qué ocurre?- Legolas, al igual que sus demás compañeros estaba inquieto. El mago no pudo responder, nuevamente la puerta se abrió y entraron siete hombres que mantuvieron a distancia a los viajeros de la puerta. Por ella entró una joven, alta de cabellos blancos, ojos de plata y orejas picudas, sus rasgos eran delicados y bellos como una estatua y también tan fría como ellas. -¿Quién en su sano juicio se atreve a salir cuando emergen las mariposas de sangre? -¿Mariposas de sangre?- Pippin la miró extrañado.
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La mujer reparó en el aspecto del hobbit, pronto se dio cuenta que no eran niños, el grupo no era solo de hombres, otras razas los acompañaban. La joven miró con dureza a Gandalf, en cambio este le regaló una mirada amable. -Ya te habrás dado cuenta que no somos de aquí, vamos de paso, hacia las tierras de los Elïanadarrespondió el mago. -¿Para qué Istari?¿Para robarnos las Estrellas de Yavanna?- dijo la joven con arrogancia. -¿Y a nosotros que nos importan esas tales Estrellas de Yavanna?- respondió groseramente Gimli. -En primer lugar deberías presentaros, mi señora. Uno de los guardias desenvaino su espada, pero la joven lo detuvo, el hombre retrocedió. La mujer lo miró con recelo. -Aragil, hija de Giluial, princesa de los Elïanadar e hija de Celebdol, rey de Annayávë ¿Y vosotros quienes sois? -Soy Gimli el Enano, hijo de Glóin. Cada uno de los viajeros se presentó. A Aragil le llamó la atención Elanor. Conocía el carácter de los hombres, ellos no llevaban a las mujeres a la lucha, ni nada por el estilo, a diferencia de los Elïanadar, donde ambos luchaban. -¿Qué queréis con mi gente?- volvió a hablar con arrogancia al mago. -¿Qué son las mariposas de sangre?- la dulce voz de Elanor desconcertó a Aragil con su pregunta, por un momento el rostro de la joven perdió aquellos rudos rasgos. -Las mariposas de sangre son eso, mariposas que se alimentan de sangre. Una vez al año, en la última luna llena, antes del solsticio de invierno 25
emergen, durante tres noches. Toparse con un enjambre de ellas es muy peligroso. Todos miraron al mago, al parecer él estaba al tanto de ello. -No has respondido mi pregunta Istari- Aragil volvió a interrogar a Gandalf. -Es por el anillo gemelo- la joven lo miró turbada. –Sabes que su maldad está creciendo, solo queremos evitar que Sauron vuelva. Aragil les dio la espalda, por varios minutos permaneció si voltearse. Sus centinelas estaban tan quietos como ella. Aquello incomodó a los viajeros, Gimli se estaba poniendo de mal humor y estuvo a punto de decir algo, pero Gandalf se lo impidió. -Saldremos mañana en la mañana- dijo la joven sin voltearse. –Hoy descansarán aquí. Dicho eso desapareció de la habitación, sus guardias fueron tras de ella. La compañía no sabía si seguirlos o quedarse, pero pronto otros guardias fueron a buscarlos para mostrarles sus habitaciones. Apenas amaneció continuaron el viaje. Aragil iba acompañada de los mismos siete guardias que la custodiaban la noche anterior. Iba montada en una yegua negra de crines blancas, a su lado trataba un lobo gris y la seguía al vuelo un halcón peregrino. En ningún momento le dirigió la palabra, hasta que el sol estuvo muy alto. -Nos detendremos un momento, los caballos necesitan descanso- dijo la princesa. -Gracias por preocuparse de nosotros- dijo con ironía Gimli. La joven le regalo una mirada para nada amistosa. 26
A pesar de haber descendido ya la montaña, el paisaje se encontraba nevado. Elanor hizo una bola de nieve y se la lanzó a Pippin, éste no se quedó quieto y le devolvió una, pero la joven fue más ágil y la esquivó e inevitablemente se estrelló contra Gimli. El enano miró serio a los hobbits, parecía que estuviera molesto, pero rápidamente hizo una bola de nieve y se las lanzó. El entusiasmo por el juego se contagió a todos, bueno a casi todos los de la comunidad, en cambio los guardias se mantenía firmes en su posición y Aragil los ignoraba, hasta que una bola se desvió hacía la princesa, iba a chocar contra ella, cuando el halcón se atravesó en el camino y con manos humanas la detuvo, ante la vista de todos el ave se había transformado en un joven. El lobo se paró a su lado y también tomo una forma similar. -¿Son mitad animal mitad hombre?- Elanor estaba curiosa. -De hombre no tenemos nada- respondió el halcón molesto. –Solo utilizamos esta forma cuando nos es útil, lo que es muy pocas veces- dijo con arrogancia. Legolas pudo percatarse que los labios de Aragil estaban tensos, trataba de evitar el surgimiento de una sonrisa. Al parecer la joven no era tan fría después de todo. -Son animales mágicos- respondió uno de los guardias, el de mayor edad, cercano a los 50. -Debemos continuar- dijo la joven subiéndose a su corcel. El lobo y el halcón regresaron a su forma. Cuando continuaban el camino, una mancha roja en el aire les llamó la atención. Era una mariposa, sus alas abiertas eran del porte de la mano de un 27
hombre, pero estaban rasgadas y parecía que volaba con dificultad. El insecto se posó en la mano de Aragil. -¿Ese es el malvado bicho, del cual hablasteis anoche?- preguntó Gimli. -¿Malvado?¿Por qué?- la joven parecía no entender porque la nombra así. -Dijisteis que se alimentaba de sangrerespondió Erathon. –De personas. -Ustedes comen gallinas, vacas, ovejas y otros animales ¿Acaso son malvados? Aragil quedó observando a tan frágil ser, sus alas se desasieron y el insecto cayó al suelo muerto. La joven miró con dulzura y pena la escena, pasaba unos años como oruga y cuando finalmente se convierte en una majestuosa mariposa solo tenía tres días de vida. Todos pudieron ver que se suavizaron de los gestos de la joven, pero fue a Legolas quien más percibió el cambió. Pero la tranquilidad fue rota, una lanza se clavó a los pies de la yegua de la princesa, el animal se encabritó, pero su jinete era ágil y no cayó al suelo. Pronto tranquilizó al animal, mientras rápidamente sus escoltas la rodeaban mientras los demás se ponían en guardia. Merry y Pippin protegieron con sus cuerpos a Elanor, aunque la joven ya había tomado su espada y se disponía a luchar. Los orcos se lanzaron contra el grupo, habían estado tan desconcentrados observando la mariposa que no se te habían dado cuenta de que estaban cerca. Erathon y Adhüe movieron con elegancia sus espadas abatiendo a varios de ellos, los pequeños hobbits no se quedaban atrás, sus cuerpos rememoraban las viejas batallas, cada miembro de la compañía luchaba con presteza, al igual que Aragil y sus caballeros, pero la joven dejó por un momento de lado su espada y 28
alzando su mano enredaderas surgieron de entre la nieve y llevaban a los orcos que capturaban a lo profundo de la tierra. Uno de aquellos repulsivos seres tomó un arco y disparó una flecha directa a la joven, ella la esquivó sin problemas y con un movimiento de su espada la partió convirtiéndose en humo negro. Aragil quedó petrificada mirando con terror aquel humo en que se había convertido la flecha, sus hombres la llamaron, pero ella no reaccionó. El lobo y el halcón trataron de acercarse con forma humana, pero los orcos le cerraban el paso. Legolas se dio cuenta que algo malo pasaba. Una nueva flecha se dirigía a la joven, la partió con sus propias flechas, ésta también se convirtió en humo negro. El elfo volvió a lanzar otra flecha y acabó con el orco. Con su agilidad elfica corrió hacía Aragil y la defendió de los enemigos que se acercaban. La joven finalmente reaccionó y volvió a alzar las enredaderas. Los orcos que quedaban se acobardaron y decidieron huir. -¿Qué fue lo que ocurrió?- le preguntó Legolas a la princesa. -Metal muerto- respondió ella, la compañía no entendía a lo que se refería. –Cuando mi gente creó el anillo gemelo, primero intentaron aliar el metal de Sauron con otros metales, pero estos se corrompieron. Aún seguían sin entender la reacción que había tenido la joven. -Si algún Elïanadar es herido por aquel metal, la oscuridad entrará en él y si logra vencerla, solo morirá, la oscuridad es mala perdedora, no dejará el cuerpo sin acabar con su vida. Pero si el Elïanadar no logra vencer se trasformará en un ser malvado. 29
Todos permanecieron en silencio. Sin duda era algo que asustaba a la joven, en su rostro se veía el pesar, pero no era momento para lamentaciones. Reponiéndose ordenó continuar. Los animales mágicos volvieron a su forma natural y esta vez no se alejaron de su lado. Aragil se volvió más amable con los forasteros, aunque mantenía la distancia con el mago. Después de unos días vislumbraron un espeso bosque que parecía infranqueable, de su interior no emergía luz alguna, parecía que los árboles formaban una muralla. En los lindes del bosque los esperaba caballeros montados que resguardaban a sus señores. -Mis reyes- Aragil hizo una reverencia sobre su montura, los demás la imitaron. La reina era similar a Aragil, aunque en su rostro sin edad se evidenciaba la experiencia de siglos de vida. El rey no era un Elïanadar, sino que un hombre, de porte elegante, sus cabellos ya evidenciaban los pasos de los años. -Nos informaron su cometido- habló la reina a la comunidad, fijando una mirada recelosa a Gandalf. – No estamos aquí para detenerlos, si es lo que vosotros teméis. Mi hija me ha pedido mi autorización para llevaros a las tierras de los Elïanadar y he venido a dársela. Que Yavanna te cuide, Aragil. La princesa hizo una reverencia y se dirigió hacia la muralla de árboles. Solo el halcón y el lobo la siguieron, su escolta permaneció al lado de los reyes. La comunidad avanzó tras ella. Los árboles parecían infranqueables, pero aun así no se detenían. Erathon miró hacia atrás y se dio cuenta que ahora los árboles estaban a sus espaldas, no 30
había rastro de los reyes y sus guardias. Pronto se encontraron frente a una extensa pradera. Más adelante se alzaban árboles frutales que eran cuidados por Ents. -¡Aquí es donde estaban las Ents-mujeres!- gritó Merry. –Bárdolm estará feliz. -No es momento para distraerse- dijo Aragil. – Debemos llegar a la ciudad de Cristal. Apuro a su yegua, la cual salió al galope atravesando el la arboleda, una de las Ents saludo a Aragil, ella le devolvió el saludo sin detenerse. Los demás la siguieron en su carrera. El territorio de los Elïanadar, si bien, se veía normal a simple vista, escondía muchos secretos. Una manda de lobos corrió cerca de los viajeros, al notar su presencia, algunos tomaron forma humana. Los árboles del bosque hacían danzar sus ramas, en ningún momento se quedaron quietos ante el avance de los forasteros. Una pareja de unicornios iban a salir al encuentro de Aragil, pero al darse cuenta de que no estaba sola se detuvieron, eran de un blanco inmaculado y su cuerno parecía de diamante. Muchas aves revoloteaban alrededor, sus colores eran vibrantes y sus cantos alegres, eran seres nunca antes vistos en territorios de hombres. Elanor estaba fascinada con lo que veían sus ojos, pero de improviso se percató que el paisaje no estaba cubierto de nieve, sino que seguía siendo verde y fresco como un día de primavera. -Es la magia de los Elïanadar- dijo Gandalf que galopaba a su lado. Frente a ellos comenzaron a observar un destello. -¡Falta poco para llegar a la Ciudad de Cristal!anunció Aragil.
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Cuando estuvieron frente a frente de la ciudad quedaron asombrados, la luz se reflejaba en sus paredes de forma que ensalzaba aún más su belleza. Aragil desmontó y les indicó a los demás que hicieran lo mismo. -Los caballos no entran en la ciudad- les dijo. – Pero no se preocupen, nada les pasará, y podrán galopar a sus anchas. Al atravesar las puertas de la ciudad se percataron que no eran custodiadas, no tenía sentido, ya que nadie, a excepción de los Elïanadar podía cruzar la barrera de árboles que separa su reino del de las demás razas. En las calles se oía las dulces melodías de la lira y la flauta. Los rodeaba un agradable aroma a jazmines y duraznos. Los Elïanadar que veían llegar a los viajeros se detenían a observarlos. La ciudad tenía jardines interiores que eran coronados con árboles blancos, pero que eran animados por una gran variedad de flores y enredaderas verdes que colgaban de la pared de la ciudad. Al llegar al palacio, los forasteros se vieron rodeados de Elïanadar que vigilaban el lugar, tan inmóviles como estatuas, y más de alguno dudo si en realidad no lo eran, hasta que observaban a alguno que los vigilaba con sus ojos de plata. Dos guardias custodiaban las grandes puertas del salón principal. Recibieron a Aragil con una reverencia, sin decir una sola palabra abrieron las puertas del salón. Al fondo había dos tronos, pero solo uno era ocupado, su ocupante se alzó de él. -Me han dicho que vienen por el anillo gemelo, vienen a destruirlo- los miró con severidad. -¿Lo haréis
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aun cuando signifique la muerte de mucha de mi gente, incluyéndome a mí y mi hija? Los viajeros se miraron desconcertados. -Por nada le haríamos daño a Usted o a su gente- respondió Erathon. -Veo, Istari, que los has traído con engaños, sabes que la única forma de destruirlo acarreara el dolor a nuestra gente. -No es mi intención dañarlos, tampoco la de los Valar a quienes sirvo- dijo con paciencia el mago. –En especial Yavanna, quien los adora. Pero son ustedes quienes pusieron aquel daño sobre vuestras cabezas al hacer lo que hicieron. -Pues fuimos nosotros quienes le hicimos frente a Morgoth y sus seguidores cuando todo el mundo se escondía bajo sus camas- dijo molesta la reina. -Reina Lómëdîn- dijo Aragil suavemente. La reina observó a su nieta con pesar. – Seguidme- les ordenó. Detrás de los tronos había una puerta oculta, al abrirla se encontraron con una escalera que decencia. No había antorchas, pero las paredes tenían luz propia. Llegaron a una habitación adornada con estatuas de Elïanadar, sus rostros reflejan dolor, pero al centro había dos estatuas con coronas que se alzaban orgullosas, delante de cada estatua había una piedra negra con puntas. -“Oro Azul”, mi madre- dijo la reina. –Junto a mi padre, unos de los primeros Elïanadar, cuando Yavanna les dio su regalo. Mi madre tenía los cabellos azules a diferencias de los demás, por eso la llamaban así, era una reina amorosa, pero fueron traicionados por un Istari, uno de los azules- miró con resentimiento a Gandalf. –Quería el regalo que Yavanna le había dado 33
y con sus artes oscuras tomó la estrella de mis padres y parte de su corte. Al salir de su pecho la estrella ellos se transformaron en piedra y las estrellas se volvieron negras, no obtuvo nada de su traición. A los forasteros palidecieron al percatarse que aquellos no eran estatuas sino que habían sido seres vivientes. En ese momento se encontraban en una fría tumba. -Saruman no fue el primero en corrompersedijo Gandalf con dolor. Aragil tocó el hombro de la reina. Ella cerró los ojos por un momento, luego se acercó hacia el fondo de la habitación donde había otra puerta. -El anillo fue construido con trozos de nuestras estrellas- les anunció. –Si lo destruyen mataran a quienes entregaron parte de su ser para intentar de detener a Sauron, pero el anillo no puede ser controlado, destruyó a mi rey- una lágrima rodó por su rostro. -Al fin verán lo que han venido a buscar. Al abrir la puerta pudieron ver en el centro de la habitación un pilar donde descansaba la joya, esta brillaba con una luz espectral. De la habitación emergió una Elïanadar. -¡Has traído el mal!- le recriminó a la reina. ¡La princesa no debería estar aquí!¡A nacido el mismo día en que el anillo único fue destruido! Aquella afirmación choqueo a la comunidad. Pero sin tiempo de poder hacer algo el anillo gemelo se elevó y si instaló en el dedo de Aragil. Un grito desgarrador provino del interior de la joven, pero ni siquiera pudo luchar contra el mal, sino que este la consumió de inmediato. Su cabello se volvió negro al igual que sus ojos.
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-¡Matadla!-gritó la guardiana. –¡Antes que desolé al mundo! Las manos se tensaron sobre los arcos y espadas, pero nadie se atrevió a dañar a la joven. Finalmente la criatura alzó la vista, puso una mano sobre una de las estatuas y la destrozó con su fuerza sobrenatural. -¡No tendrá piedad de ustedes!- volvió a gritar la guardiana. Se prepararon para atacarla, pero Elanor se lanzó sobre la princesa, con lágrimas en los ojos, abrazándola con fuerza por la cintura. -¡Tú puedes!- le gritó. Pero la mano del ser la agarró con fuerza por el cuello, la hobbit se negaba a soltarse. Con solo apretarle la garganta terminaría con ella, pero no quería hacerlo rápido, así no era divertido, quería verla retorcerse de dolor. Elanor sufrió bajo la garra de aquel ser, los demás trataron de socorrerla, pero las flechas y espadas rebotaron el bruma negra que las envolvía, pero de un momento a otro la presión se detuvo. La criatura intentó romperle el cuello, pero el cuerpo en que estaba ya no le obedecía. La conciencia de Aragil comenzó a brillar en su interior como una luz en la penumbra. “-No permitiré que la dañes- le dijo a su malvado secuestrador. -¡Prefiero morir a que ser tu esclava!- su voz interior rebotó en cada célula de su cuerpo.” Como una onda expansiva fue convirtiendo la penumbra en luz, la oscuridad en su interior se retorció tratando con su último aliento de vengarse de Aragil, de acabar con su vida, pero la luz extinguió las sombras y Sauron se desvaneció en un aullido. El material 35
maligno del anillo se evaporó y los trozos de las estrellas brillaron cargadas de luz y pureza, dispersándose en trozos, uno de los trozos se clavó en el pecho de la Reina de los Elïanadar. Elanor y Aragil se desplomaron en el suelo, agotadas, pero vivas. Legolas ayudó a Aragil a levantarse y Adhüe a Elanor. -¿Por qué no he muerto?¿Cómo pudo ser destruido el anillo?- le preguntó Aragil al mago. -El más puro de los sacrificios lo purificó, dándote fuerza para desterrar a la oscuridad para siempre- respondió el mago mirando con dulzura a Elanor. FIN
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oraline se muda al “Palacio Rosa” y debido a una torrencial lluvia no puede salir de casa, así que aburrida se pone a contar puertas y ventas hasta que se encuentra con una muy pequeña y antigua que no puede abrir y que después le da acceso a otro mundo, un mundo donde todo es “perfecto”. Cuando la otra madre la llena de regalos y la hace sentir mejor que en casa le pide que le deje cocer botones en los ojos a cambio de quedarse con ella para siempre. Coraline al negarse la otra madre revela su escalofriante y verdadera personalidad. La bruja malvada la encierra en un armario donde Coraline se encuentra con los fantasmas de niños que anteriormente accedieron a las peticiones de la otra madre. Ahora debe recuperar los ojos de los niños, a sus padres y salvarse a ella misma. Con la ayuda de su vecino Wybie logra escapar de las garras de la bruja y una vez que le devuelve los ojos a los niños del pasado, la mano afilada de la malvada mujer sale de la pequeña puerta y quiere quitarle la llave a Coraline para así liberarse al mundo. Gracias a su vecino entrometido Coraline no es estrangulada por la mano de la bruja y en cambio dejan
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ir la llave con la extremidad endemoniada al fondo del pozo, donde se dice que si observas desde el fondo se ve un cielo estrellado en pleno dĂa. Coraline al dĂa siguiente, muy feliz y para nada aburrida, se reĂşne con todos sus vecinos para tomar una limonada, comer pizza y contarles todo lo sucedido.
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l Palacio Rosa era iluminado por los últimos rayos del sol, el trabajo de jardinería había quedado excelente, el rojo de los tulipanes contrastaban con las jugosas remolachas del señor B. Coraline estaba en casa muy contenta cenando no sólo con sus padres sino también con sus vecinos, aquel momento era mucho mejor del que había imaginado. —¡Oh Coraline!, ¿cómo dices que se llamaba el monstruo ese?— la señorita Spink tenía puesto un antiguo traje verde esmeralda y un enorme ojo artificial pegado en su frente. —¡No seas tonta April! Caroline no quiere hablar más de la bruja— la mujer de cabello postizo de color rubio miraba a Wybie en lugar de Coraline —no le hagas caso cariño— le habló con dulzura y le frotó el dorso de la mano, el chico veía nervioso a todos mientras Coraline sonreía divertida. La señora Lovat estaba muy callada, su aspecto era sombrío. —¿Todo bien señora Lovat?— preguntó desenfadada la verdadera madre pero no hubo respuesta alguna, Charlie le cantaba a las señoritas Spink y
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Forcible quienes intentaban seguirle el ritmo junto con Wybie, pero no le atinaban ni a una sílaba. Coraline se acercó a la señora Lovat, para su sorpresa la encontró con la antigua fotografía en blanco y negro de su pequeña hermana gemela abrazando la muñeca de trenzas. —Lo siento mucho— expreso sincera la pequeña Jones —no debí contarle de la otra madre y los niños. —No creerás que la señora Lovat se creyó todo ese cuento ¿verdad Coraline?— su madre sonrió irónica e hizo callar al cuarteto dirigido por el verdadero padre. Coraline por un momento pensó que todo era perfecto pero ahora pudo apreciar que realmente nadie le creía, si tan solo tuviese pruebas, Wybie como testigo no era suficiente, pues eran dos niños que bien se podrían inventar toda una historia de fantasía, por lo menos necesitaba el apoyo de un adulto para hacer válida su palabra. —Crreo que he llegado tarde Carroline— el señor B entró por la ventana sosteniendo todo su cuerpo con una sola mano y haciendo una serie de piruetas complicadas. La señora Miriam sonrojada se acomodó la peluca. —Esa ha sido una excelente presentación señor Bob. —¡¿Qué trae en esa jaula?!— la señora Jones preguntó casi a gritos y con el rostro desencajado. —Le he prometido a Carroline que le darría la primerra función del cirrco de ratones— desplegó con rápidos movimientos la jaula y esta se convirtió en un
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escenario sobre el cual cuatro ratones albinos observaban a un público atento. El señor B sacó una trompeta e hizo escándalo aunque él creía que tocaba a la perfección. —Este circo es tan real como la historia de Coraline señora Lovat— le lanzó una mirada de desaprobación a su hija que la desafiaba con el entrecejo fruncido. En ese instante entró Angus el terrier con el traje de ángel puesto, las alas doradas hacían tanto ruido como sus ladridos, esto hizo que los ratones se dieran a la fuga y los presentes hicieran un revuelo. Nadie se dio cuenta que la señora Lovat había abandonado su asiento, pues todos estaban apresurados intentando atrapar a los ratones. —La próxima vez tenga más cuidado con sus mascotas señor Bob..Bobys…Bonins —¡Bobinsky mamá! y los ratones son más conscientes que los adultos, ellos me advirtieron de la puerta llamándome Coraline, cuando casi todos aquí me dicen ¡Caroline!— se dio la vuelta y sin un rumbo fijo se adentró más en la casa. —Señor B cuando usted lo desee puedo darle clases de canto a su carismático grupo— la señorita Forcible suspiró entusiasmada. —Una cacatúa canta mejor que tú— la reprendió la señora April al tiempo que le daba un pequeño empujón con el codo. —Hee creo que yo voy con Coraline— Wybie se puso en pie apenado —con permiso ¡je!— y corrió. —Yo puedo ponerle letra a su música señor B— se ofreció Charlie entusiasmado ignoran al joven Lovat.
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—Ni lo sueñes, tenemos mucho trabajo que hacer— antepuso la verdadera madre. Wybie salió al jardín donde se encontró con una Coraline triste sentada en un banco de piedra. —Ahora no Wybie— lo detuvo antes de que al menos pronunciara palabra alguna. —En verdad lo siento Coraline, pero recuerda que yo te creía loca y no fue hasta que, tú sabes…— decidió no continuar — iré por la abuela. —Tienes toda la razón ¡Wyborn! y creo tener la solución a esto— dijo en un tono que a Wybie le hizo tiritar. Coraline caminó apresurada hacia el Palacio Rosa cuando una alargada figura negra se interpuso a su paso, esto hizo que diera un salto. —¡Gato!— Wyborn exclamó alegre. —¿dónde te habías metido? —Creo que Gato nos quiere decir algo— Coraline lo notó inquieto y este afirmó con movimientos de cabeza, ambos se dirigieron a donde el felino les indicó. —¡Papá, NO!— Coraline intentó detenerlo pero ya era demasiado tarde. —¿Por qué tanto escándalo nena linda?— el señor Jones sostenía un destornillador orgulloso de haber terminado su trabajo— le he dicho a la señora Lovat que aquí no hay más que una pared de ladrillos, observen todos— de un movimiento quitó la puerta con el pedazo de tapiz lila dejando salir un viento tan fuerte que heló todo el lugar —que extraño, puedo jurar que sentí aire salir de aquí— tocó con los nudillos la sólida pared— pero está sellado. —¡Señor, esto es peligroso tiene que creernos!— Wybie gritó. 46
El gato maullaba con fuerza y Coraline deseo que en ese instante la otra madre apareciera para darles un buen escarmiento. — ¿Por qué tanto alboroto?— entró al vestíbulo la señora Jones— y por favor guarda silencio Coraline, que no estamos sordos. —Mamá han cometido un grave error, hay que tapar esa puerta. —¡Bien hecho Charlie Jones!, primero Coraline rompe mi esfera de nieve preferida y ahora tú haces basura, vamos, mañana repararemos esto— pareciera que su madre no puso atención alguna pero se detuvo en el marco de la puerta y volvió el rostro hacía el Gato, Wybie y su hija —¿por qué las prisas de tapar algo que ya lo está? Lo que deberían hacer es irse a la cama que mañana es el primer día de clases— sin esperar un minuto se fue a despedir a los vecinos. Coraline no podía dormir, tenía mucho miedo que en cualquier momento sus padres pidieran auxilio a gritos o que la otra madre abriera la puerta de su cuarto y dormida le arrancara los ojos y en su lugar cosiera botones. Su madre había guardado muy bien todo para que Coraline no intentara colocar la puerta y se desvelara para su primer día de clases, por fortuna el Gato había tocado a su ventana para acompañarla aquella noche de pesadilla. El Gato la levantó con lamidos en la frente. —Buenos días Gato— se estiró mientras bostezaba —¿¡Qué hora es!?— preguntó sorprendida al ver que el cielo estaba ya bastante iluminado, se puso el aburrido uniforme gris del colegio y se alisó el cabello azul, se vio al espejo asqueada de solo ver su triste reflejo. 47
—Te extrañaré Gato— le acarició el lomo recibiendo como respuesta un ¡Miau! Ambos bajaron al desayunador donde creyó encontrar a sus padres trabajando y preparándole un sándwich vegetariano para que llevara a la escuela pero no había nadie, solo el desorden de la cena anterior, con temor a que sus padres hubiesen sido capturados una vez más por la bruja fue de prisa a la habitación de sus padres, por fortuna ambos estaban durmiendo profundamente, Coraline se acercó despacio. —Es muy temprano para que estés despierta cielo— la silueta de su madre dio vuelta sobre la cama para encarar el rostro de Coraline que palideció al verle esos enormes botones negros refulgir. —¿Mamá que te han hecho?— la pequeña Jones corrió a sus brazos. —Cielito a mi no me ha pasado nada, estoy muy contenta de que me abrieras la puerta, sabía que solo jugabas conmigo y que realmente me amabas— una mano confeccionada con bolígrafos y cuchillos acarició el hombro de Coraline al percatarse que era la otra madre se alejó inmediatamente de ella y fue a corroborar que aquel hombre acostado fuese su verdadero padre. —Que bueno es Charlie Jones— sonrió la bruja con dulzura —¿acaso no duerme como un angelito?— preguntó irónica —ahora quítate esa ropa asquerosa cielo, ponte algo más colorido que desde hoy no te preocuparas por la escuela, ni por más comida insípida, este sitio es más amplio y fresco, lo decoraremos a nuestro modo— le apretó la nariz a Coraline y caminó hacia la puerta.
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—Me quieres decir ¿qué has hecho con mi madre?— preguntó Coraline con lágrimas en los ojos pero en un tono fuerte y molesto. —Pero si aquí estoy cielo, ¿no me ves?, si tus ojos ya no funcionan podría ponerte unos muy lindos en color bermellón — se acercó amenazante a la pequeña Jones. —Pregunto por mi verdadera madre, tú no eres más que un invento, una imitación mal hecha de la real — Coraline quería abalanzarse y desarmarla. —Mas te vale que no me hables así jovencita o te encerraré en el sótano— con un dedo conformado por un filoso cuchillo le apuntaba el pecho —ella se puso muy difícil y la tuve que alejar de aquí. —¡Pues preferiría un sótano que vivir contigo!— Coralino vio de soslayo a su padre y flaqueó por un instante. La otra madre suspiró para después lentamente irse a preparar el desayuno. Coraline intentó despertar a su padre pero todo intento fue fallido, dormía como un tronco. —Creo tener la solución a esto Coraline— una conocida voz masculina de locutor sobresaltó a la joven Jones. —¡Gato! ¿Puedes hablar? Pero sí solo podías hacerlo en el otro…como es que ahora…— Coraline estaba contrariada. —La otra madre está expandiendo sus redes, su mundo con el nuestro se está combinando, no podemos permitirlo o todo Oregon estará en peligro, que digo Oregon, ¡el mundo! Puedo imaginar la nueva generación con ojos de botones y muñecas por montones.
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—Que idea tan más perturbadora— Coraline se contrajo — pero me dices que tienes la solución. —Así es Coraline pero la mayoría de las cosas buenas exigen sacrificios y creo que ha llegado el momento de despedirnos mi niña— la voz del Gato pareció quebrarse — medidas drásticas. —¡Coraline el desayuno está casi listo, lávate las manos y ven al comedor!— gritó la otra madre — no quiero una hija enfermita del estómago en nuestro día de celebración— dijo con voz melosa. —Vayamos por los Lovat y los demás— apresuró el gato. —¿Acaso te has vuelto loco? —Baja la voz si quieres salir de esta— le ordenó el Gato. El timbre de los Jones sonó, en la entrada estaban los vecinos aguardando; la señorita Spink y Forcible roncaban de pie por breves instantes, el señor B hacía flexiones mientras que los Lovat esperaban ansiosos la sorpresa que Coraline les había prometido. La puerta de abrió pero nadie salió. —Señoritas— Coraline las despertó — entremos. —Sí querida, tibio por favor y si quieres te leo el futuro— respondió April como si aún estuviese soñando. Entraron viendo por todos lados pero no se encontraron más que con un delicioso banquete que hizo despertar a todos, había hasta una serie de quesos para los ratones y un delicioso guiso para Angus. —Que rico se ve todo Coraline ¿pero no se nos hará tarde para la escuela?— preguntó Wybie.
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—La bruja está aquí— le confesó la pequeña Jones, Lovat empezó a sudar nervioso. —¡La bru-bruja!— balbuceó hecho una gelatina. —Esto no está nada bien— dijo Gato y entonces Wybie quedó inconsciente tendido en el suelo, la mayoría comía pero la señora Lovat de nuevo había desaparecido. De las escaleras bajó elegantemente la otra madre con un cabestrillo que le cubría perfectamente la escalofriante mano. —Bienvenidos sean todos— los recibió con una alegría tan convincente que hizo sonreír a los vecinos pero al verle los enormes ojos de botones negro los comensales dejaron caer los cubiertos y se pusieron en pie asustados. —Pero que recibimiento— hizo un modesto movimiento de mano —no es necesaria una reverencia — se encaminó a los asustados visitantes. —Recuerdas Miriam, nuestra gran participación de las gemelas tuertas— la señorita Spink rompió el silencio y sonrió divertida. —Nos hubiesen avisado que era una fiesta de disfraces— agregó Forcible en un largo suspiro. A la otra madre pareció dolerle el comentario sarcástico de las actrices retiradas. —Pónganse cómodas que hay disfraces para todas, botones a la orden— giro su cabeza hacia atrás de una forma antinatural y enarcó las cejas —¿verdad cielo? —Por lo que veo estas muriéndote de hambre madre dos— enfatizó Coraline.
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El señor B se puso en pie y le tendió una silla a la otra madre. Pero el paso lento de la abuela Lovat irrumpió en la sala. —¡A ti te buscaba demonio! Por fin decidiste salir del oyo— la abuela hizo un sobre esfuerzo pero Coraline se interpuso —me quitaste a mi hermana cuando era una niña, pero haber si ahora puedes con esta anciana. —Qué pintoresca actuación— respondió irónicamente la otra madre. —Y eso que no nos has visto a nosotras— añadió rápidamente la señorita Spink Todos sonreían divertidos, parecía realmente una fiesta como la que Coraline deseaba pasar con su verdadera madre, por un momento todo era confuso la señoritas Spink y Forcible lucían más jóvenes y delgadas, el señor B más alto y gallardo. —Debemos darnos prisa Coraline está tomando fuerza muy rápido, su mundo empieza a tener efecto en todos, pronto cada uno de los presentes nos arrancaremos y entregaremos los ojos voluntariamente — advirtió el Gato. Coraline carraspeó tres veces y a continuación dijo: —Yo propongo que juguemos— soltó a la abuela que con gesto confuso la miró. —Que divertida eres Coraline, ¿crees que volverás a engañarme tan fácilmente niña ingenua?— de golpe creció unos treinta centímetros más —eres un niña tramposa y así yo no juego— su tono de voz intimidó. —Y yo que invité a mis amigos del colegio que vinieran para jugar— prosiguió Coraline, la otra madre de pronto lo pensó. 52
—Pero si tú no tienes amigos Coraline, eres la niña más solitaria que he conocido— se jactó satisfecha. —Mis amigos son sus amigos y los hemos invitado— Wybie se puso a lado de Coraline aún temblando de los pies a la cabeza. —Bueno, un juego más, un juego menos ¿qué importa?, de qué va— preguntó aburrida la otra madre. —Pero para ello necesitamos a mamá número uno— afirmó la pequeña Jones. —Siempre con tus condiciones cariño— pero frente a ella había una Coraline firme y decidida — esperen aquí, ahora vuelvo— se retiró con exagerada elegancia. —Muy bien Coraline, aquí está la segunda madre— arrastraba el cuerpo de la señora Jones quién pataleaba en el suelo atada de manos y con la boca llena de cinta. —Ahora— Coraline quería tirarse al suelo y abrazar a su verdadera madre pero fue fuerte — debemos salir al jardín… —No, no. No tan rápido linda primero dime de qué va el jueguito— dejó en el suelo a la señora Jones como un costal de papas. —En el jardín haré preguntas, la madre que responda correctamente a tres será la vencedora, si la mamá uno gana tú te vas para siempre y si pierde yo misma te traeré a los del colegio para que los cosas uno a uno— sonaba bastante cruel aquella proposición pero confiaba en el Gato. —Me servirás de carnada, es la mejor propuesta que escuchado hasta ahorita— sin decir más caminó a
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la salida y la verdadera madre fue sacudida por las escaleras y ramas del suelo. —Esto es solo entre ella y yo, debo ir sola— les comentó a los Lovat. —Pero yo quería darle unos buenos golpes a esa bruja— se quejó la abuela. —Esto será mucho mejor que una paliza, al final pagará por sus actos— le aseguró Coraline y se marchó. —¡Coraline!— gritó Wybie, ella lo volteó a ver — suerte.— ambos sonrieron. Mientras la “fiesta” continuaba en el Palacio Rosa, Coraline esperaba el plan del Gato funcionara. —Aquí es perfecto— se detuvieron frente a un enorme tronco partido por la mitad —ahora deben subirse las dos participantes— ordenó Coraline. —¿Por qué tanto misterio cielo?— preguntó la otra madre. —Todo es parte del juego— dijo como si nada — ahora necesito que ambas… —Shh Shh— le hizo calló la bruja y le quitó la cinta de la boca a la señora Jones —es todo lo que puedo hacer, desatarle las manos ¡ni pensarlo!— sentenció. —Siento no haberte creído hija, todo esto es mi culpa— suplicó la verdadera madre. —Mamá, necesito que te concentres, no es el momento para disculpas. La verdadera madre suspiró y la otra le sonrió con descaro y malicia. —Muy bien, veamos ¿qué les pasó a mis manos el día que llegué al Palacio Rosa?— al finalizar la pregunta quedó viendo a la verdadera madre y Coraline disimuladamente se rascó los palmares. 54
—¡Se te irritaron las manos!— dijo casi a gritos la otra madre. —Muy bien, hay que prestar más atención a las señales— balbuceó Coraline en dirección a su verdadera madre. La señora Jones sonrió apenada pero al ver el rostro satisfecho de la usurpadora se molestó tanto que sintió ganas de abalanzársele a mordidas y patadas. —¿Qué quería de la tienda de uniformes y cuantos colores tenía?— estaba segura que en esa pregunta no podía fallar su madre. —Unos guantes— dijo segura la verdadera madre — de… —Unos guantes de cuatro colores y tu los querías por el naranja, tu color preferido cielo, como el pijama con el que llegaste el primer día a nosotros, los padres que realmente te quieren— movió el brazo oculto por el cabestrillo y este se rompió dejando al descubierto las amenazantes manos de bolígrafos y cuchillos. Honestamente Coraline no sabía cuántos colores tenían los guantes pero en definitivo el naranja era uno de sus colores preferidos y era el motivo por el cual se había enamorado de aquel par, no sabía por qué el Gato se tardaba tanto, debería hacer una pregunta más difícil para entretener por más tiempo a la bruja. —Muy bien...veamos— Coraline se rascó la cabeza —qué cocinó mi verdadero padre la primera noche que pasamos en el Palacio Rosa. —¡Acelgas!— dio un brincó la señora Jones que casi la hace derrumbarse en uno de los huecos que tenía el tronco. Coraline se alegró que su madre supiera la respuesta, quería decir que sólo estaba asustada y por 55
eso no respondía correctamente, pero debía conocerla muy bien. —Date prisa cariño, dejar a los vecinos solos en casa es de mala educación— un relámpago iluminó el cielo que rugió anunciando lluvia. —¿Qué guardo en mi portafolio rosa? —Un sombrero negro, cielo, ¡GANÉ!. En ese instante la señora Jones intentó desesperadamente hacerle daño con lo que fuese a la otra madre, pero todo fue inútil, con la mano libre la bruja empujó a la verdadera madre y esta rodó abajo, en ese momento un centenar de ratones se le encimaron al monstruo liderados por el gato. Los gritos de la otra madre erizaban la piel, el viento era fuerte y húmedo, las nubes negras se arremolinaban más y más, un rayo cayó. De pronto un ojo de botón voló por los aires, al rato pedazos de tela, hilo, la madre no era más que una muñeca a gran escala, rellena de edredón. —Hasta pronto Coraline— se despidió el gato —este es nuestro mundo bruja, aquí no eres bien recibida— con los restos “vivos” de la bruja se sumergió en el segundo hueco que adornaba el tronco del árbol. —Buen gatito— Coraline se dejó caer y se puso a llorar como un bebé en los hombros de su madre a la que había desatado mientras sucedía todo aquel alboroto. Los vecinos se sentían muy mal después de haber ingerido tanta comida y se retiraron a sus casas, la señora Lovat le había preparado un poco de té a Coraline a la que su madre le secaba el cabello después de una ducha caliente.
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—Realmente la culpable fui yo— se disculpó la abuela. —Nadie tiene la culpa, gracias a esto ahora todos me creen y lo mejor es que la bruja jamás volverá, su mano está al fondo del pozo, los Mushkas deben estar defecando gran parte de ella y el resto deberá estar en alguna dimensión del otro mundo con el…— bajó la mirada. —Recuerda que los gatos tiene siete vidas— aseguró Charlie Jones. —Espero que sea real— deseo fatigada Coraline. —Desde lo sucedido creo en todo hija, has cambiado mi perspectiva del mundo, es más escribiré sobre ello, dedicaré gran parte de tiempo a cuentos y donaremos parte a los niños huérfanos. —Eso me parece lindo señora Jones— Wybie dio un sorbo a su leche y le quedó un bigote que transformó su rostro en ternura, lo cual hizo sonreír a Coraline. A media noche los Jones dormía cálidamente, en medio de sus padres Coraline disfrutaba de ese peculiar calor que ningún otro cuerpo podría igualar. Y desde la ventana una sombra negra los observaba alegremente al compás de una dulce melodía interpretada por cuatro ratones albinos.
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J
ack (DiCaprio), es un joven artista, que en una partida de cartas gana un pasaje para América, en el Titanic, el trasatlántico más grande y seguro jamás construido. A bordo, conoce a Rose (Kate Winslet), una joven de una buena familia venida a menos que va a contraer un matrimonio de conveniencia con Cal (Billy Zane), un millonario engreído a quien sólo interesa el prestigioso apellido de su prometida. . Jack y Rose se enamoran, pero Cal y la madre de Rose ponen todo tipo de trabas a su relación.
Aunque no serán ellos sino un inesperado e inmenso iceberg lo que pondrá en peligro no solo su amor si no también la vida de todos los pasajeros. ...
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¿Q
ué habría pasado si mi película favorita hubiera terminado de otra manera? Esta es la frase sin duda de la mayoría de las personas que alguna vez, y tras ver su peli favorita sienten que algo va mal con ese final , y le gustaría cambiar o mejorar parte de la trama y desenlace final de la historia. Para mejor o ¿Quién sabe? Si para peor … Bueno tras esta breve explicación llego mi momento mágico y voy a sacar mi varita y con su magia voy a cambiar parte de la trama y desenlace de mi película preferida, que no es otra que Titanic, estrenada en 1991 con un éxito de taquilla descomunal, y que a más de uno nos dejo con unas cuantas lágrimas resbalando por la mejilla. Muchos de ustedes después de leer esto dirán: Pero ¿Qué se puede cambiar para que todo mejore y el final no sea tan triste? ¿Quieren saber la verdad? Pues ni yo misma lo sé … Así que luces, cámara y acción …
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Esta escena es sin duda bajo mi punto de vista la parte más romántica de toda la película, y es cuando los dos protagonistas, Jack y Rose, se encuentra en la cubierta del barco bailando al son de la felicidad tras pasar su primera noche juntos. Rose se siente libre y protegida, y abre sus brazos en el mirador más alto del barco sin miedo a caerse ya que Jack la sujeta con fuerza. Y justo en ese momento tan romántico cuando el desastre entra en acción y un enorme iceberg rompe el casco del enorme barco, dejando a todos los tripulantes y viajeros al borde de la mayor catástrofe naval de la historia . Pues bien, es ahí donde entro yo y mi fantástica pluma mágica y le da un giro radical a este momento. Me reservo la escena de los protagonistas y la música de fondo de Celine Dion “ Will go on “ y añado dos opciones posibles. Rose y Jack se sientes atrapados en el Titanic y deciden huir de todos, y en especial del poderoso y rico novio de Rose,.Cal, y de su madre, que pretende a toda costa casar a su hija con Cal por dinero. Se preguntaran que ¿Cómo van a escapar de un barco en medio del océano? Pues robando un barco salvavidas, antes de la gran catástrofe ya que divisan tierra muy cerca y saben que llegarán allí sin problemas ya que el mar esta en calma total. Pero ustedes dirán, si claro, y voy yo y me lo creo Sé que es difícil de creer, pero esa es la magia de mi varita Y volverán a decir ¡Qué cara! Y los otros ¿Qué? … 64
En eso tienen razón, pero con lo que no contaban es que ellos se dieron cuenta del choque del barco con el iceberg, incluso mucho antes que la tripulación, y cuando llegaron a tierra dieron la voz de alarma para el rescate …. Pero eso ya es otra historia … ¿No creen? …
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Mi segunda opción es más, como diría yo, heroica ya que los protagonistas no solo se quedan en el barco si no que además lo salvan del chocar de lleno con el dichoso iceberg, y con eso no salvan el barco, claro esta, pero si ganan tiempo para salvarse y salvar a todos los tripulantes y pasajeros ya que se hunde mucho más lento porque el daño es menor, y da tiempo a evacuar a todos los pasajeros. Aunque no a todos, ya que entra en escena Cal, el novio millonario de Rose, que lejos de aceptar la decisión de su novia de irse con Jack, coge un arma he intenta matar a traición a su enemigo, y como no, corre tras él sin descanso por todo el barco disparando sin parar. Ya ven se salvan del iceberg, y va este loco y la casca Y ustedes pensaran, y ahora ¿Quién los salva de morir tiroteados? Y lo que es peor ¿Quién los salva de este energúmeno? Los pasajeros se esconden en sus camarotes, y los tripulantes del barco intenta sin éxito detener a ese loco que no sabe aceptar un no como respuesta, pero claro, todo es en vano ya que la pistola que tiene en la mano no quiere atender a razones.
Una vez en la cubierta del barco Jack sube al mástil más alto , y una vez allí le hace creer que estaba perdido y que ya no tenía escapatoria. Él se acerca despacio y el e apunta directamente al corazón. - Veamos, creo que hay un ganador, y por lo que veo no serás tú, si no yo - grita a todos los vientos
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eufórico de alegría ya que por fin tiene a su presa donde quería - Aunque me mates nunca serás feliz con Rose, ya que ella no te perdonará mi muerte y te dejará solodice Jack en un buen intento de distracción Bueno, ¿Quien sabe? a lo mejor mi dinero la hace entrar en razón, o has olvidado que soy tan rico que podría comprar miles de barcos como este - y sigue tirándose más y más flores. Estaba tan seguro de si mismo, y de su dinero, que no vio a Rose que en silencio se puso detrás de él. Mil barcos, pero no a mi- y le dio un golpe en la mano con un pequeño palo. El arma cayó al suelo, y por fin Jack estaba en igualdad de condiciones para luchar con él. Se lanzó encima de él y de un empujón lo tiró en el suelo. Mientras intentaba sujetarlo le golpeo la cara y lo tiro en contra de la barandilla de hierro, y justo cuando iba a tirarlo por la borda Jack se apartó de prisa y el que cayó sin remedio al mar fue él …
Y colorín colorín mi primera parte llega hasta aquí ya que lo que sucedió después queda fuera de mi pequeña trama de salvamento civil Titanic … Aunque si os digo la verdad no cambiaría el final, ya que sin duda es uno de los más románticos de la historia del cine, ya que morir por la persona amada es una de las cosas más bellas que se puede hacer si estás realmente enamorada , y sin duda, si yo hubiera estado en esa situación habría hecho lo mismo sin pensármelo dos veces. Lo que si cambiaría es la falta de seguridad del barco, y la triste escena de ver como la gente más 67
humilde o pobre era sacrificada sin piedad para salvar a los ricos. Un barco de lujo y uno de los más grandes del mundo de la época, y tan solo contaba con barcos de emergencias para la zona Vip del crucero. ¿ Qué pasa con la gente más humilde y que por sus condiciones económicas tenían que viajar en tercera clase?, acaso dejaban de ser personas, y por esta razón se convertían en mártires que sacrificaban sus vidas por otras con bolsillos llenos de oro. ¿Lo creen justo? Pues esa sería la historia que cambiaría por igualdad y respeto al ser humano, y no a su dinero. Confieso que he visto en dos ocasiones la cinta, y en las dos ocasiones he sentido una gran tristeza de pensar que eso realmente llego a pasar, y que hoy lo sabemos gracias a la audacia detrás de las cámaras de su director, James Cameron, y de unos guionistas que no se centraron tal solo en el romance si no en la historia real que vivieron miles de personas, de diferente clases sociales, en una barco creado para ser el más lujoso del mundo, y que acabo en el fondo del océano. Por desgracia la historia de los protagonistas es la de la gran mayoría de los pasajeros que vivieron en primera persona la muerte de un ser querido. Ahora y tras más de cien años su recuerdo sigue ahí en el fondo de frío océano. Lleno de algas y de sal reposan los restos de un barco que nació para ser el mejor y que termino en fondo por un simple pero mortal error humano.
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erminada la pelĂcula, donde se deja entrever que MalĂŠfica y su fiel compaĂąero siguen juntos.
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Y comieron perdices…
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Maléfica, ¡basta! –gritó desesperado Diabal derrumbándose en el suelo del lugar donde estaban–, ya está bien, por
favor.
–¿Tú no te diviertes? –preguntó son una sonrisa torcida ondeando la mano de nuevo y haciendo que se transformara en un caballo, un lobo, un pajarillo, un hámster... –¡No! –chilló con todos los sonidos animales a los que le convertía una y otra vez hasta poder sacar de su boca un sonido más humano–. Maléfica, esto es humillante... –Pero divertido... Una «mascota» debe hacer cualquier cosa por divertir a su dueña... –picó ella a sabiendas que odiaba que lo llamara así. Diabal, en su forma humana, se acercó hasta donde estaba enfrentándola si retirar la mirada de sus ojos. Tenía esa mirada pícara que solo unos pocos conocían, los podía contar con los dedos de una mano y aún así le sobrarían tres. Bajó la mirada hacia sus labios, húmedos, algo inflamados, y no pudo evitar lamerse los suyos propios anhelante por esas palabras que no terminaban de salir.
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–Adelante... –susurró ella–. Quítame el aburrimiento. La boca de Diabal se ensanchó en una sonrisa al escucharla, al hacer que sus oídos pudieran escuchar el mágico canto que era lo que le había dicho dándole carta blanca para demostrar de lo que era capaz en su forma humana, de lo que había aprendido de estar tantos meses con ella, tantas miradas indiscretas sobre los humanos cuando pensaban que no miraba nadie. Ahora era su turno. Besó los labios con devoción, con tanta adoración que pensó se quemaría con tanta espera. Notó las manos de Maléfica rozándole por la espalda y supo que sus ropas ya no estaban, de nuevo vueltas a desaparecer por arte de magia. Pero no importaba, pues donde estaban de poco servían éstas. La invitó a tumbarse sobre la cama, sus alas extendidas y abiertas pero bien sabía que, si quería, podía doblarlas y envolverlos a ambos, echar a volar como tantas veces había hecho cuando la había llevado al culmen, cuando le había enseñado lo que se estaba perdiendo, lo que un hombre no había sido capaz de darle en todos sus años. Él se encargaba de ello, de venerarla, de quererla. De amarla. Prosiguió por su mentón mordiéndolo suavemente para sacar la lengua y recorrer el cuello, de ahí al centro de su pecho, en ese lugar donde tenía una elección difícil para ir a la derecha o a la izquierda. Fueron sus manos las que decidieron no concederle tal tesoro al abarcar el contorno de los senos en torno a ellos, con sus dedos acariciándole suavemente, provocándole suaves gemidos que escapaban de sus labios y aceleraban el pulso de su corazón.
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Corazón... Se acercó a ese lugar y lo besó manteniéndose unido por unos segundos escuchando con los labios el latido del mismo. ¿Cómo podía apaciguarle un sonido como tal? –Diabal, ¿qué estás haciendo? –inquirió ella, sus ojos pegados a él. –Ocuparme de que no te aburras. Con el dedo corazón de la mano derecha fue descendiendo por su vientre hacia un centro más oculto a los demás, menos a él ahora. Humedad y necesidad. No se aburría ni mucho menos, estaba encantada con su atención... –¿Sabes que no puedes darte alivio tú, mi querido Diabal? Solo a mí... –¿¡Qué!? –No se esperaba esa reacción de ella, no ahora que su cuerpo se había incendiado igual que el de ella, que esperaba la señal para llevarla a ese lugar donde ambos despegaban sin necesidad de utilizar las alas, a uno que solo ellos alcanzaban en esos momentos. –Ya lo sabes, has dicho antes que querías no aburrirme, eso no quiere decir que te de permiso para que «mi mascota» se agote a la primera. Condenaba boca tenía. Había sido su perdición desde el primer momento. Pero no había dicho que no pudiera ir después a su encuentro... Eso le daba, una oportunidad. Si no muchas... Si era capaz de hacerla enloquecer con su toque estaba seguro que conseguiría arrebatarle lo que ahora todo su ser quería y no podía. Bajó hasta ese lugar apartando esa parte que lo ocultaba e introdujo un dedo, dos después, para rozarla, para acariciarla despacio, con sentimiento, dejando mientras un camino de besos por el cuerpo hasta alcanzar el monte de Venus y, finalmente, inhalar su 76
aroma antes de que su boca tomara el relevo de los dedos utilizados, su boca haciendo las maravillas que ella había pedido sin hablar, pero que sabía las deseaba. Y mientras, Maléfica se retorcía entre las sábanas, sus manos agarrando ambos extremos como si con ello pudiera parar al visitante que estaba entre sus piernas, que la dejara de atormentar mientras se aproximaba un final con punto y aparte, como siempre era... Uno. Dos. Tres... no se detenía a pesar de los gritos que daba cuando uno a uno fueron llegando, haciendo que estuviera más sensible, que le fuera más difícil conducirla al siguiente. –Basta, basta, Diabal, basta... –susurró casi exhausta después de la última explosión. Le rozó la cabeza y tiró de su pelo para apartarla de su piel, un rostro completamente humedecido por sus atenciones. –¿Ya te estás divirtiendo? –le preguntó, inocente. –Condenado seas... –masculló ella. Diabal sonrió antes de rozarla con su mano y provocarle un estremecimiento más que la catapultó a un nuevo lugar lleno de felicidad y placer como nunca antes había conocido. Antes de Diabal... –Felices para siempre... –escuchó en su oído al acercarse a ella y besarla en la boca. Maléfica lo abrazó sintiendo que estaban unidos no solo por esas partes que se tocaban sus cuerpos sino por una más interna. Apretó sus piernas y escuchó un gruñido más. –¿Y si la próxima te convierto en perdiz? –¿Vas a hacer realidad ahora eso de «Y comieron perdices»? FIN 77
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n el siglo XIX, en un lujoso hotel de Dublín, una mujer se ve obligada a hacerse pasar por un hombre para poder sobrevivir. Acaba viéndose atrapada en un triángulo amoroso totalmente inusual. Después de vivir durante treinta años atrapada y perdida en su propia prisión, ser mujer pero vivir y actuar como un hombre, no sabe como debe actuar. La sociedad es represiva, él se convierte en un mayordomo meticuloso, perfeccionista, que hacen que sea admirado por todas las personas que le conocen. Pero sufre en silencio la anulación de su personalidad femenina y por su condición sexual. Será descubierto por otro trabajador de la casa de huéspedes, quien no solo no le descubrirá su secreto, sino que le hará ver la vida de otra manera, ya que él vive una situación semejante y que logró construirse una fachada a su alrededor, casándose incluso con la mujer que ama. A partir de ese momento Albert Nobbs soñará con integrarse también en la sociedad.
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Los sueños pueden hacerse realidad
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lbert Nobbs es una mujer que por las circunstancias de las dificultades que padeció a lo largo de su vida se vio obligada a vestirse de hombre y a buscar trabajo para ganarse la vida. Su vida fue dura. Recorrió las calles de Dublín una y otra vez en busca de trabajo, pero siempre acababa trabajando esporádicamente; nunca conseguía un trabajo fijo y bien remunerado. Era una persona tenaz, perfeccionista y soñaba con lograr ahorrar lo suficiente para montar un negocio, soñaba con tener su propia tienda, pero para ello había que tener dinero suficiente y sin una remuneración fija a final de mes no sería capaz de alcanzar su sueño. Pasados los años fue contratado como mayordomo en una casa de huéspedes en la que trabajó muy duro para conseguir asegurar su vida futura. Escondía el dinero que ganaba en un lugar seguro, pero comenzó a ver que su vida en realidad estaba vacía, él, una mujer vestida de hombre que actuaba y trabajaba como tal, no era libre, ni para formar un hogar que le satisfaciera, ni para buscar a alguien a quien contarle su secreto.
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A pesar de todo, siguió trabajando concienzudamente y ahorrando cada céntimo que ganaba. Sabía que si quería dejar de ser un mayordomo debería tener dinero y el futuro asegurado. Pero conforme pasaban los años quería más de la vida, quería enamorarse, quería formar una familia, quería tener un hogar propio del que sentirse satisfecho con su pareja. Pero lo difícil estaba en encontrar a quien confiarle su secreto, que no se escandalizase y que aceptase el trato. Albert sabía que la mujer que quisiese vivir con él sería una reina, sería su alegría en la vida, sabía que si lo conseguía en casa podría verse como era de verdad, sin escándalos, sin más secretos, … Mientras seguía trabajando en el hotel contrataron a una joven llamada Helen. Albert cuando la vio, admiró su juventud, su belleza, pero la catalogó enseguida como “una joven sin peso”. Quería casarse para irse a América en busca de fortuna con su marido. De esta forma, después de diversos noviazgos sin futuro quedó encinta de un joven que le prometía llevarla a América pero que tan pronto supo que sería padre la abandonó. Llorando en uno de los corredores de la cocina del hotel la encontró Albert Nobbs. Se sentó junto a ella en el suelo y esperó con paciencia a que se le pasase la llorera para que le contase que le había sucedido. El mayordomo algo así se esperaba porque la joven no dejaba de estar en boca de las cocineras, quienes la criticaban por “no tener la cabeza en su sitio”. Sin embargo, Albert creyó que era demasiado joven todavía para darse cuenta de lo que le podía deparar la vida, siempre que uno se aparta de su cauce. 84
Allí junto a ella, sentados ambos sobre las frías baldosas estuvieron parte de la noche, hasta que Helen se quedó dormida sobre el hombro del mayordomo. Este no sabía qué hacer, ni qué decir. Pero allí veló su sueño dándole vueltas a una idea que se fue germinando en su cerebro de forma sencilla pero muy creíble para la sociedad en la que estaban viviendo. La joven se despertó más calmada y Albert le contó la verdad de su vida. Pero le prometió protección para ella y para el hijo que esperaba. Le dijo que con el dinero que tenía ahorrado le prometía una vida mejor de la que le esperaba lejos de él. Ella no le respondió y le miraba espantada. Se fue de su lado llorando nuevamente. Albert siguió todo el día trabajando pero sin dejar de pensar en si la joven le descubría a las autoridades. A la hora de la cena preguntó en la cocina por ella y le dijeron que había sido despedida por encontrarse encinta. El instinto protector del mayordomo le hizo pensar en a donde acudiría una mujer que no tenía medios económicos, que no tenía referencias de trabajo y que esperaba un hijo. Preguntó a las cocineras sin darle demasiada importancia al tema y le dijeron que Helen tenía una hermana que vivía al otro lado de la ciudad. El próximo día que libró el mayordomo se encaminó al lugar en el que sabía que podía encontrar a Helen. Con su timidez y delante de la puerta de la casa se lo pensó varias veces antes de llamar con su paragüas a la puerta. Le abrió la propia Helen con los ojos enrojecidos. Le dejó pasar y delante de su hermana le pidió matrimonio, mientras pensaba que la joven iba a volver a explotar en sus rabietas y que podría 85
descubrirlo. Se puso de rodillas delante de ella como suplicándole que no abriese la boca más que para decir que sí. Como ella no hablaba su hermana se levantó e hizo que Albert se irguiese. Una vez sentado en el sillón le explicó que su hermana le había contado su secreto, pero que con ella estaría a salvo. Estaba viuda y su vida era sacar delante a sus cinco hijos. Lavaba y planchaba ropa para las casas pudientes de la ciudad y la casa se la había dejado su marido en propiedad. Creía que la idea de Albert era fabulosa para mantener intacto el honor de su hermana y el futuro de su sobrino. Lo habían estado hablando y Helen aceptaría la propuesta de matrimonio. Albert Nobbs se emocionó cuando les indicó que podían preparar como hogar para ellos la parte baja de la casa y hacer su sueño realidad de poner en la esquina que daba a la calle principal una tienda. Albert se sintió feliz y agradecido. A pesar del dinero que invirtieron en crear su hogar y poner la tienda, el mayordomo siguió guardando dinero, siempre en previsión de que le pudiese ocurrir algo a él para asegurar el futuro de su esposa y de su hijo. La felicidad no siempre es eterna. Albert Nobbs murió de tuberculosis diez años después de casarse con Helen, dejándola con un negocio muy productivo y en una situación económica muy aventajada. Aprendió a mirar cada céntimo como hacía su marido y tuvo una vida larga como una gran mujer.
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l rey de Dinamarca y padre de Hamlet ha muerto de repente a pesar de su buena salud. Hamlet llega del extranjero-donde se está formando- y recibe la noticia junto a la de que su madre Gertrudis y su tío Claudio se van a casar. Este repentino suceso no es bien recibido por el príncipe. Una noche y tras ser avisado ve el fantasma de su padre en las almenas del castillo. Ha vuelto a revelarle una espeluznante noticia: Su hermano y su viuda la ex reina de Dinamarca, Gertrudis, lo envenenaron para quedarse con todo y casarse. Aquí empieza la misión de Hamlet entre dudas y locuras, a veces fingidas o a veces no tanto: Desenmascarar a los asesinos de su padre a modo casi de detective. Mediante una representación teatral en la corte que escenifica un caso similar delante de los nuevos reyes, Hamlet descubre que fueron ellos realmente los asesinos viendo sus caras de angustia al verse reflejados en la obra. En un duelo final, los reyes mueren y Hamlet…
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n su espacioso dormitorio. Entra la luz de la mañana por las ventanas, medio tapadas por las pesadas cortinas verdes. Tras el duelo final en el que todos mueren, el príncipe está tumbado en su cama. Laertes está de rodillas cogiendo su mano y mirándole fijamente a los ojos semiabiertos. LAERTES: Mi señor, despierte, por favor. El médico me ha dicho que debe descansar pero que si se duerme completamente será peor. HAMLET: ¿Laertes, eres tú? (le dice con dificultad y la voz apagada) LAERTES: Sí. Soy yo, mi príncipe (le agarra la mano aún más fuerte) ¿Se encuentra mejor? HAMLET: Tengo mucho frio, amigo. Tápame. (Laertes coge otra manta y así lo hace). ¿Dónde estoy’ ¿Qué pasó? ¿Es esto el cielo acaso? ¿Se puede estar en el paraíso y sentir frio igual que en la tierra? ¿Cómo es que estás aquí, querido Laertes? Tuve un sueño maravilloso. Estaba de noche en las almenas del castillo y miraba las estrellas. Entonces y de repente vi dibujada en la oscuridad del cielo la sonrisa de mi padre. Irradiaba paz y era más
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grande que cualquiera de las constelaciones más hermosas. Su sonrisa me miraba. Sí, querido amigo. Me miraba como queriendo agradecer lo que hice. Entonces oí tu voz y desperté. LAERTES: Siento haberle sacado de ese sueño tan maravilloso tal y como me lo cuenta pero el médico fue muy estricto en sus instrucciones. Dijo que estas horas son vitales. Quizás soñó con esa sonrisa porque su corazón descansa en la paz de la labor bien acometida. Al fin pudo vengar a sus asesinos. HAMLET: Ni el reino más grande y rico de todo el orbe cambiaría por ver la sonrisa dibujada de mi padre aunque fuera solo en sueño. El sueño es lo único que hace que veamos de nuevo a nuestros seres queridos y quien sabe, amigo mío si la muerte no será algo parecido, pero eso sí, no tan frugal y frágil sino eterna e infinita como las estrellas que adornaban su enorme sonrisa. LAERTES: Sí, Hamlet. Es el único camino con el que la naturaleza nos muestra las almas que ya se fueron. A veces sueño y veo a mis seres queridos. Los toco y me miran. O los miro y ellos me acarician. Y soy feliz mientras dura y triste cuando despierto. Pero señor. Debe dejar su mente descansar. No es momento de elucubraciones y pensamientos que hacen gastar sus ahora débiles fuerzas. HAMLET: Te he echado tanto de menos, amigo. Cuando estuve estudiando en Wittenberg, te recordaba a todas horas. LAERTES: Esa añoranza mi corazón también la sintió, mi querido príncipe. Lo imaginaba paseando y estudiando a Platón y Aristóteles mientras yo quedaba sumido en la soledad de estas almenas. Gracias al Señor que la espada no estaba envenenada lo suficiente 93
como para morir, señor y ahora le puedo agarrar su mano tan fuerte como lo estoy haciendo. (le aprieta aun más) HAMLET: Al fin podré reinar y honrar a mi progenitor siguiendo su camino de rectitud en el trono. Respetando a mis inferiores y tratándolos como semejantes como él hizo. Luchando para que mi pueblo tenga comida, cobijo y que no le falte escuela y buenas letras que son las que alimentan el espíritu. LAERTES: Si, Hamlet. Hará todo eso pero ahora no debe hablar. Su sangre sale de su cauce como ríos que se desbordan. Hágame caso. Lo eché tanto de menos mientras estuvo fuera que tan siquiera la idea de no verlo de nuevo me produce una presión en el pecho que no sé si podré soportar. (Acerca su mano derecha a su rostro y lo acaricia suavemente. Hamlet cierra los ojos) Repose, valiente mío, y descanse de tan gloriosa hazaña. HAMLET: (Grita): Laertes, Laertes. Veo de nuevo la sonrisa de mi padre dibujada en mi oscuridad. La puedo ver. LAERTES: Si, señor. (Hamlet cierra los ojos y sonríe) LAERTES: Señor, despierte. Señor. No se duerma (gritando y moviéndole la cabeza. Hamlet permanece inmóvil) No se vaya aun. No puede hacerlo (Rompe a llorar y apoya su cabeza en el pecho. Se oyen trompetas y trotes de caballo a las afueras del castillo. Pasados unos instantes se abre la puerta del dormitorio).
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SIRVIENTE: Se単or, las tropas noruegas han llegado. Vitorean a Hamlet y le piden larga vida Laertes llora desconsoladamente mientras mira al criado. FIN
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o que eché y echo en falta en Jane Seymour en el papel de Solitaire interpretando las cartas de tarot en una escena de la película 007 VIVE Y DEJA MORIR, octava película de enorme éxito de la serie James Bond , producida por Harry Saltzman y Albert R. Broccoli, basada en la obra del apasionante Ian Fleming, dirigida por Guy Hamilton, es este Arcano Mayor en el marco de este tiempo que nos ha tocado vivir, y en el esfuerzo de preparar este manuscrito.
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La mejor demostración de “echar” las cartas, queda aquí reflejada:
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os hemos reunido siete personas en las escaleras de piedra que suben al Centro de Arte de Burgos (CAB), y frente a la casa de Acogida, para hablar un poco de la situación actual, cuyo problema es el de siempre: un problema religioso social. Nos llega un olor a sopa de fideos y tortilla de patatas de la Casa de Acogida. Hombres y mujeres gordinflonas y vacías, caras de bobo, pordioseras fofas, esperan la entrada al refectorio. La cuestión de España es su querencia de volver al cumplimiento de la bula del papa maricón y pedófilo donde los haya Sixto IV, “Exigit sinceras devotionis affectus”, queriendo traer, o mejor implantar una nueva Inquisición que instituya una ley Mordaza bajo la jurisdicción de los obispos y el dominio exclusivo de una mayoría fascista. Vamos a jugar a las cartas al estilo del Taroco de James Bond como se percibió en su película “Vive y deja morir”, según la novela de Ian Fleming. Tenemos veintiuna cartas para barajar, echar y leer. Veintiuna cartas porque la veintidós “El Loco”, la afirmamos mirando de vez en cuando hacía la Casa de
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Acogida, contemplando de buen modo a ese mozuelo o mozuela cebados con el vicio de la caridad. Estas cartas son especiales, pues, en ellas, hemos dibujado a H.P.Adamski, a Duchamp, a Picabia, a Picasso, a Wolfgang Max Faust, a Kuspit, a Rainer Crone, a Levi-Strauss, a Schnabel, a David Salle, a Mircea Eliade, a J. Henric, a S. Gohr, a D. Kuspit, a M.Le Bot, a Deleuzze y Guattari, a Martín de Riquer, a Joyce, a Baudelaire, a Yeats, a Rémy de Gourmont, tratando de hallar una expresión y vocabulario de ellos, que nos de pie a desarrollar la realidad de nuestro sino, según su percepción. Barajamos, echamos una carta, sale Jacques Henric, que dice: “La Peinture nait en une folle precipitation” (La peinture et le mal). Significa restituir el deseo de un nuevo renacimiento después de una muerte de cruzada decretada años atrás. Cosa imposible, pues jamás entraremos en una plena expansión económica y política pues los ambiguos estamentos jamás querrán ser regenerados de culpas del pasado represor, identificándose con la legitimidad última del Inquisidor tradicional. Otra carta: Ahora sale S.Gohr (El nuevo expresionismo alemán), sin otro modelo o parámetro que el nazismo, según un erotismo de la represión y, sin querer reconocer que la corrupción de un deseo de poder espiritual convierte a los seres humanos en corruptos de un poder terrenal. La seducción desvergonzada del poder hacia una vanguardia posible de misticismo fascista, no permitiendo ninguna intromisión en sus asuntos internos. Otra carta: Deleuze y Guattari ( El Antiedipo: capitalismo y esquizofrenia). La agitación contra la 102
mayoría que se manifiesta con buenos modales , y contra la mayoría silenciosa, deja muy claros los desvelos del poder establecido para lograr imponer su criterio de observar y cumplir la ley, su ley, con la audacia y tozudez del palo y tentetieso, en una España exhausta y vacía de significado. Otra carta: W.M.Faust (Con esto y contra esto: tendencias del arte alemán actual). La Historia de la Humanidad existe gracias a ese imaginario que dobla la realidad en reproducción de fantasmas y criminalidades que dota de obstáculos tanto ideológicos como formales esa falsa libertad y agilidad mental del ser humano. Esta actitud acepta de buen grado el repartir mamporros, liarse en guerras, desarreglar un roto en un contexto cotidiano donde al ser humano se le humilla, pisoteándole, reprimiéndole, desahuciándole, hasta llevarle al buceo de la tortura. La premisa y conclusión de la política es el maridaje entre Inquisición y cristianísimo monárquico. Otra carta: Adamski .El ojo adulto de Adamski . El sabe que las mayorías absolutas conforman Decretos de fe o de gracia .Los nuevos soñadores del potro, la toca o la garrocha, el garrote vil o el tiro en la nuca se sienten tentados a sentir y hacer sentir la persecución indiscriminada que origina universos con identidades estables fragmentando lo nuevo y entrelazándolo con la nada para conformar códigos específicos de ejemplar fidelidad. Otra carta: Rainer Crone ( Dokoupil: el cerebro encarcelado). La promiscuidad del Consejo de la Suprema logró su traza, trabajo y diligencia para dañar y hacer perder sus pertenencias a hombres y mujeres orgullos de no creer en patrañas y embustes de la Iglesia, que por eso les quemaron vivos, torturaron, 103
consolándose de su yerro, porque mal de pocos es para muchos gozo, sobre todo en teólogos y profesores universitarios de gran prestigio que consiguen sus títulos académicos en cátedras de Rebuznos. Otra carta: Levi-Strauss (El pensamiento salvaje). Lo nuevo no existe. Renovar o enriquecer nuestra existencia es una quimera. La historia existe gracias a la aprobación que le otorga el presente. Las imágenes le vienen dadas; y los medios de comunicación de masas son incompetentes porque sus sugerencias doblan la realidad, bombardeando sin descanso esa carga de imágenes que sólo sirven para comerciar, quedando la hombría a la altura del betún. Otra carta: Mircea Eliade (Imágenes y símbolos). Como él dice, la realidad se manifiesta de un modo contradictorio y, por supuesto, no puede expresarse en conceptos. Y…. La atmósfera del Taroco sufrió un cambio brusco, repentino y absoluto. Escondimos nuestras litronas como pudimos, pues vimos acercase a policías locales “litroneros”, esos que requisan las bebidas a los jóvenes que beben en espacios públicos. Juntamos las cartas y las guardamos. Comenzamos a hablar en otro sentido. Sin duda, algunos familiares de casas de alrededor, chivatos de la policía, les llamaron. Nos inmovilizaron con sus ojos, pero no dijeron nada, pues no encontraron nada. Eso sí, oímos a un número que le decía a otro:” que mal pagados estamos. Mientras, se incrementa el tesoro de los corruptos”.
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uatro jóvenes, Ash, su hermana Cheryl, su novia Linda, su amigo Scott y su novia Shelly, se toman unos días en una cabaña vieja en las afueras de Tenesee. Desean disfrutar juntos un momento de paz y diversión, sin embargo la cabaña mantiene sus propios secretos. No tardan mucho en dar con un libro encuadernado en piel humana y escrito en sangre, junto a él encontraron una grabación. Debido a la curiosidad de la juventud, escucharon lo que el aparato tenía que decir, y no fue más que palabras confusa de un arqueólogo que, pasado un momento, recita un par de palabras extrañas. A partir de ahí las cosas cambian; del bosque se levanta un ser demoniaco y atrae a Cheryl afuera, donde la ataca. La chica, asustada, pide a su hermano que la regrese al pueblo, lamentablemente en puente de acceso ha sido destruido y deben regresar. En la cabaña, la muchacha es poseída por el demonio y ataca, primero, a Linda. Los muchachos la encierran en el sótano, pero la pesadilla no acaba allí. Linda también es poseída y Ash nada puede hacer más que buscar asesinarla; logra vencerla con una puñalada y luego la
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lleva a una bodega para desmembrarla (ya que así mueren estos seres) con una motosierra. No se atreve y prefiere enterrarla, lo cual hace que ella se levante y lo ataque, esa vez Ash la decapita con la pala que usó para abrir la tumba. Al regresar, se da cuenta que su hermana ha escapado del sótano, y eso no es todo, su amigo Scotty, herido posteriormente al tratar de huir, también tiene un demonio dentro, y entre ambos lo atacan. Ash lucha lo mejor que puede, pero se da cuenta que las cosas pueden cambiar cuando el libro, el Necronomicón ex Mortis, es arrojado al fuego. Con un sumo esfuerzo consigue arrojarlo a la chimenea y así sus amigos poseídos se destruyen. Al fin, sale de la cabaña al nuevo día. Pero un nuevo espíritu demoniaco se alzó desde la parte trasera de la cabaña y lo atacó…
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El protector del Necronomicón ex Mortis.
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Ash, débil como estaba, buscó escapar de esa cabaña que le brindó una larga noche repleta de las más lúgubres pesadillas. El dolor que sentía, sin embargo, le recordaba que todo era de lo más real. El dolor de haber perdido a seres queridos, el sufrimiento de su cuerpo, agotado después de una noche de luchas incesantes en contar de seres demoniacos. Justo cuando sintió algo de alivio al ver fuera de la cabaña el sol de un nuevo día, una sombra demoniaca se arrastró por todo el lugar. Al sentir la presencia, volteó y se asustó de muerte al ver una figura oscura, una mancha enfrente de la cabaña, ir directamente hasta él. No logró esquivar el espíritu y la fuerza, al colisionar, lo arrojó al suelo. Su cuerpo se quedó temblando mientras sentía como otro de los demonios se poseía de él. Confundido, pensó en la chimenea donde ardía el grimorio, el libro de los muertos, el Necronomicón ex mortis. No había razón, entonces, para que otro ser de las tinieblas se hubiera alzado desde el bosque hasta encontrarlo a él, el último del grupo que fue a esa cabaña para tomar unos días de jovial vacaciones.
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Todo, hasta el momento, había salido mal; ahora uno de los espíritus del bosque, liberados por el grimorio, se introducía en su alma. Lo podía sentir, no era un dolor como tal, más bien una sensación de ahogamiento y luego nada, inconciencia como si se tratase de la misma muerte. Al pasar de los días, cuando los muchachos no regresaron a sus hogares, el padre de Ash, un hombre recio de carácter que siempre llevaba un cigarrillo en la boca y vestía de mezclilla hasta la garganta, excepto en los brazos para exponer sus músculos, acompañado de un hermano de Linda, la novia de Ash, y un primo de Scotty, ambos dos jóvenes apenas mayores que Ash y sus compañeros, se internaban en las lindes de Tenesee a bordo de una camioneta roja Ford Pick Up de Gren Williams, el padre de Ash. Andar por aquellos terrenos no era simple, maniobrar en la descuidada carretera se convirtió en el reto personal de Gren. El colmo fue que, donde se suponía debería de estar un puente para continuar directo a la vieja cabaña, no encontraron más que un montón de escombros de madera y metal, como si una máquina hubiera desecho aquello con su poder. Hicieron varias a preguntas a todo aquél que encontraran en los desolados parajes. Era una pueblo pequeño el que se encontraba junto al camino, allí Gren preguntó por una vía alternativa a la vieja cabaña que estaba en el bosque. —¿Para que desean internarse en ese lugar? — pregunto un anciano barbón que apenas se sostenía sobre un palo de escoba. —Eso es asunto nuestro —gruñó Gren, siempre tan irritado. 112
El viejo marcó una meca en su curtido rostro y la misma por un momento intimidó al duro Gren. Esa sonrisa era la fusión de milicia y un sucio misterio que a todo mundo haría retroceder. —No existe un camino directo —confesó el viejo, aún en sus comisuras se perfilaba media sonrisa traviesa. Alzo el brazo e indicó una calle en diagonal a ese punto—. Váyanse directo por ahí, sin desviarse, hasta topar con una desviación. Habrá dos caminos, a derecha e izquierda, siguán por la derecha y se toparán con una extensión del monte; el camino no está en muy buen estado, pero si el puente cayó, es la forma más cercana de llegar. Por lo demás deben seguir el camino, los llevará directo a la cabaña. El antiguo dueño de ese lugar lo mandó construir. Era alguien de dinero que vivió sus últimos años en esa cabañita insulsa. —No me importa si el mismo Hitler vivó allí, me interesa mis hijos. Seguro lo tontos están perdidos en el bosque. El ato de mi hijo no era muy bueno. —Sino es que ya se lo llevó el río —dijo Liam, el primo de Scotty. —Tu caya el pico niño mimado que nadie pidió tu opinión —le recriminó y partió por la calle sin dar las gracias al viejo. Los dos jóvenes ocasionalmente hablaban entre sí, nunca con el viejo más que para recrimínale errores acerca del camino, aunque igual no les hacía caso. Siguieron por horas las instrucciones del viejo, tal fue así que en la tarde ya subían un largo camino en pendiente. Lejos, bajo él, miraban un hilillo de agua: el río que serpenteaba presuntuosamente quedaba muy lejos. Siguieron como pudieron el camino, marcado entre el bosque. A cada lado había hileras de árboles y
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arbustos que se proyectaban con las últimas luces como espectros de la senda. A la hora del crepúsculo ya bordeaban abruptamente, como si regresaran en curva. Fue cuestión de tiempo internarse en un gigantesco claro el cual, en mitad, tenía una cabaña bastante vieja. Gren, al verla, no se imaginó cómo su hijo Ash se llevó a sus amigos hasta ese sitio olvidado por la mano de Dios. Estacionaron a un costado y bajaron. Los tres cargaban con lámparas de mano y buscaron señales de vida por las inmediaciones. —¡Ash! —gritaba Gren, su voz ronca era regresada por el eco—. ¡Cheryl! —¡Linda! —llamaba a pulmón vivo Adolf, su tímido hermano. —¡Scott! —rujía su primo con una potente voz de barítono. —Es hora de meternos a la cabaña —dijo Gren enfilándose al sitio. Los jóvenes dudaron en seguirlo y se hubieran quedado plantados fuera, lejos incluso del porche, si no fuera por el rostro de furia que les dedicó Gren, mismo que les indicaba que deberían temerle más a él que a cualquier cosa que hubiera dentro. Ni una mortecina luz engalanaba la oscuridad de la helada cabaña. Dentro, un olor a podredumbre, como de animal muerto, hedía en el aire; junto con él había otro aroma un poco más metálico y dulzón. Sangre. Gren, colaborador de la guerra de Vietnam, conocía de sobra el olor y lo tenía grabado con horror. —Mierda —dijo buscando con la linterna de dónde provenía. Liam dio con uno de los interruptores encatrados en la pared, y lo accionó varias veces sin un 114
resultado. Gren encontró sobre el suelo una farola de petróleo, con su encendedor la revivió y gracias a esta luz la engorrosa oscuridad se esparció para desvelar una cabaña desordenada. Las manchas de sangre estaban en todos lados, como si alguien hubiera cogido un recipiente con el líquido y lo hubiera regado por todos lados creando una pintura minimalista y bizarra. Ningún cuerpo adornaba los suelos grises de la cabaña. —¡Ash! ¡Cheryl! —gritaba su padre, alumbrando todas las esquinas. El ruido de sus pesadas botas era lo único que le respondía. —Allí hay una chimenea —dijo Adolf aproximándose a un montón de carbones. —¿De qué nos sirve? —preguntó Gen, irritado—. No creo que se quieran calentar, par de niñas. —Hay algo allí —dijo el muchacho asomándose a la chimenea. Con mucho cuidado, extrajo de entre las cenizas un libro con una extraña encuadernación chamuscada. Olía a piel quemada. Lo abrió, buscando alguna pista del paradero de su hermana y de sus compañeros. Lo que pudo ver con ayuda de la débil luz de la farola fueron un montón de páginas llenas de extraños dibujos, algunos bastante perturbadores. Además, el idioma con el que estaba escrito se le escapaba. —¿Qué dice? —preguntó Liam, curioso. —Nada, es algo como… no lo sé —le comunicaba mientras seguía examinando embobados las páginas amarillentas—. Un libro de brujería o algo así. Varias de sus hojas están en blanco, como si las hubieran borrado. 115
—¿Brujería? —renegó Gren—. Estupideces de adolecentes. Dame eso. El hombre cogió el libro sin permiso y lo examino con desagrado, luego extrajo su encendedor de metal y trató de encender algunas partes. Para la sorpresa de los tres, las páginas se negaban a mantener una ignición, rechazaban el fuego como lo haría un metal. Por un segundo, Adolf creyó que otra de las páginas se borraba sola, sin ayuda, eliminando así algunos diagramas de demonios góticos. —Brujería —repitió casi inconscientemente el chico. —Paparruchas —musitó el hombretón y arrojó el extraño ejemplar a las cenizas y siguió con su búsqueda. El joven volvió a sacar el libro, se sentó en una silla sin más y lo hojeó. —Deja eso —le sugirió Liam—. Tenemos que buscar a los muchos. —Han de estar por ahí… —le respondió mientras se embobaba más en los múltiples dibujos extraños de las páginas amarillas, mismos que apenas y podía ver con la luz del candil. —Puede que sea brujería de verdad —dijo Liam con una ligera socarronería y dejó al muchacho solo. Adolf era ese tipo de muchachos que es pocas veces visto fuera de su casa, siempre tenía un libro en sus manos, mismos que devoraba en tiempo record. Además, su memoria era más que buena. Recordaba varios escritos relacionados a libros de brujería. Al sentir el tacto de la cubierta recordó un par de nombres que más bien eran leyenda y no algo real.
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Además, seguro estaba, que hacía instantes había un par de hojas más con impresiones, ahora estaban amarilla sin algún escrito o dibujo. —Esto es piel —susurró para sí mientras toqueteaba casi seductoramente la cubierta chamuscada, los otros dos estaban lejos, en lo profundo de la cabaña. —Encontré algo —gritó Liam y su gruesa voz resonó en todas partes. Dejó el ejemplar en la silla y corrió hasta donde estaba su camarada. El muchacho y Gren examinaban una trampilla abierta la cual tenía cadenas a los lados, como si debiera estar cerrada. De abajo llegaba un olor asqueroso y lo peor de la escena eran las manchas de sangre que se esparcían de la oquedad, como si alguien hubiera arrastrado un cuerpo hasta el sótano. —Bajemos —dijo el hombre, los otros temían que dijera eso. Si la cabaña estaba sumergida en una tenebrosidad malsana, el sótano era la boca de un lobo hambriento. Y la mirada de Gren les apuraba que bajaran. Los dos jóvenes se miraron entre ellos, luego lo vieron a él. —Gallinas. Bajó como si nada lo pudiera detener. Los muchachos apreciaron como se perdió poco a poco, devorado por la infernal lobreguez. Pronto, los pasos de Gren, así como la iluminación de su linterna, se convirtieron en un eco. —Debemos seguirlo —dijo Liam a Adolf. —Se ve que el viejo sabe arreglársela solas. Me agrada tanto como un puñado de estiércol. —El viejo es un idiota, estamos aquí para buscar a los muchachos. 117
—Ve tú y ayúdalo, debo recoger algo. El otro se encogió de hombros y, como siguiendo a un marinero que se perdió en la mar, anduvo tras los pasos de Gren directo al sótano de la vieja choza. Adolf regresó a la sala principal y buscó con su linterna la silla con el volumen del extraño libro. El asiento estaba allí, el ejemplar no. Aluzó a todas partes, esperando ver a su hermana, o a su novio, o a alguno de sus compañeros. No había más que sombras tras la noche. —¿Hola? —preguntó a quien le respondiera. Fue el viento, un lamento tétrico que llegó de ninguna parte el que le contestó. La piel del joven se erizó y estuvo tentado a correr gritando como un niño cobarde. Irónicamente el mismo miedo lo paralizó por unos segundos y creyó ver, en el corredor, alguien moviéndose. Se quitó la idea de la cabeza y se fue directo a la entrada de la trampilla sin importarle el libro. Ante ella se detuvo, indeciso. Otra oleada de frío aire le hizo cambiar de idea, así que ingresó al hueco. Necesitaba a sus compañeros de viaje, estar solo se convertía en una mala idea. Abajo, buscó por todos lados. El lugar, o lo que se apreciaba de él, era una pocilga maloliente llena de charcos de agua negra. Las tuberías iban y venían como lejanas serpientes sobre su cabeza. Corrió alejándose del inhumano sitio. —¡Liam! —gritó, llamar a Gren solo demostraría su cobardía. No hubo respuesta, así que se guio por la oscuridad. Le llegó la malsana idea de encontrar los cuerpos de ambos, pero esa idea era más bien 118
fantasiosa, propia de un libro te terror. Buscó y encontró una única puerta. Entró, era una habitación pequeña con únicamente una mesa vieja apiñada a la pared de piedra. El libro estaba allí, presuntuoso, burlándose del chico y crispando su cordura. —¿Qué sucede? —preguntó una voz tras él, era Liam, cauteloso. EL corazón del joven casi se detiene por el exabrupto, mismo que no buscaba asustarlo. —Nada —logró responder. —¿Por qué trajiste el libro hasta acá? — preguntó Liam. —¿No has sido tú? —dudó Adolf. —No, yo ni siquiera tomé esa cosa. —¿Y el viejo? —Ni idea, ha de andar por ahí buscando problemas más que a sus hijos. El disparo restalló en el sótano como una bomba asustando a los dos desprevenidos casi al borde de un infarto. Rápido salieron de la habitación para ver cómo el loco Gren le disparaba sin motivos a la lejana oscuridad donde aparentemente no se movía ni una inocente araña. —¿Qué pasa, viejo? —preguntó Liam tocándose el corazón, indicando que casi moría por su culpa. —Se me escapó, sea lo que sea —les dijo con su tono de siempre, no estaba impresionado ni nada, más bien molesto, esta vez consigo mismo. —¿Qué? —preguntó Adolf, inquieto. —No lo sé, un bulto se coló tras de mí y sentí que me siguió. Busqué acorralarlo, no era uno de ustedes, lo supe. Ni de los muchachos. Era otra cosa, olía como a un maldito ladrón. Y a muerte. Recuerdo 119
ese olor —dijo y, con asco, inhaló por las narices el aire. —Este se ha vuelto loco —susurró Liam al otro joven. La broma no era para ese momento; en verdad Gren parecía un viejo demente, si así era un arma en sus manos no era la mejor de las cosas. Adolf se preocupó, pero siguió a Liam hasta el lado de Gren quien seguía examinando la oscuridad esperando ver algo. —Salgamos —les dijo y comenzó la búsqueda de las escaleras. Adolf iba a seguirlos, recordó que el libro estaba en la habitación y, con trancos largos, regresó a por él sin pensar en el miedo. S metió en la habitación, lo tomó y salió. Cuando aluzó el resto del sótano, vio algo, un hombre. ¿Un hombre? No, no lo era. Al inicio creyó que era un haz de luz proveniente de arriba, interponiéndose en la oscuridad. Luego le encontró forma, estaba blanco como la luna y su ropa estaba hecha jirones en un cuerpo sucio, podrido. Los ojos, sin embargo, fueron los que frenaron a Adolf; dos carbones activos, no eran otra cosa. La visión, para su alivio y desasosiego momentáneo, duró unos segundos. Logró moverse después de ese tiempo y salió disparado del sótano. —¡Lo vi! ¡LO VI! —gritó a los otros dos, desesperado. —¿Qué viste? —preguntó Liam, espantado, volviéndose hacia él. —Una cosa, no sé qué era. Un hombre no. —Bueno, averigüemos qué es —dio Gren, altanero—. Pudiera ser que eso sabe dónde están los muchachos. 120
Se encaminó, buscando bajar de nuevo al sótano. El sonido de escaleras hizo que se detuviera en el acto; alguien subía sigilosa y pesadamente por los débiles peldaños. Adolf, al percatarse, retrocedió tanto como su cordura se lo permitió. El señor Williams alzó su pistola con cuidado. Lo que vio salir del sótano no fue a otro más que a su hijo Ashley, asustado, pálido, con las ropas raídas. Adolf retrocedió un paso, era muy similar al monstruo que vio abajo. —¿Papá? —dudó, incrédulo. Bajó su arma y la enfundó. —Maldita sea hijo, casi te disparo. ¿Dónde está Cheryl? —Muerta —contestó sin ningún sentimiento. —¿Y Linda? —inquirió Adolf apenas audible. —Muertos todos. El culpable es ese libro. — Señaló con odio el ejemplar que sostenía el joven—. Necronomicón ex Mortis. Por años —comentaba mientras se acercaba lentamente a Adolf— se creyó que el libro servía para atraer a los muertos de aquél mundo lejano. La realidad es más triste, llama a sus ciervos, a los esclavos de la tierra que vivieron hace miles de años. Seres que no tienen en su seno otra cosa que maldad… —¿De qué jodidos hablas? —gruñó su padre. —De que el libro atrae a una serie de demonios, ellos se apoderan de los cuerpos humanos. Su objetivo es buscar al humano perfecto para depositar su alma en él. El libro desea regresar a la vida como un día lo estuvo, hace eones, cuando la maldad tenía otro nombre.
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—Te has vuelto loco, Ash, seguro te pasaste de hierva —trató de bromear el señor Williams tal como su hijo hacía. Ash se giró lentamente hacia él; su dura barbilla y sus ojos oscuros hicieron que el hombre retrocediera un par de pasos. —Hace miles de años se libró una batalla, aun cuando la humanidad no existía —confesó, ido—. El mal contra el bien. Y uno de los generales demonios más fuertes fue convertido en este libro que ha vivido por todo ese tiempo. Nada lo puede destruir. Los otros notaron algo; mientras hablaba, Ash iba cambiando, la pobre luz de las linternas y el farol lo exponían. Su piel ganaba ese blanco sobrenatural, y se degastaba; y sus ojos brillaron en la noche. —Para suerte del libro, al fin encontró a un humano en quien depositar su poder —decía mientras una sonrisa cada vez más siniestra, podrida y terrible, se ensanchaba en su anguloso rostro. —¿Qué pasa aquí? —masculló Gren, sacando el arma a la vista nuevamente—. No sé quién eres tú, pero mi hijo no. —Claro que no soy tu hijo. Él era tan solo un humano. Yo no lo soy. Soy un ser que vivió antes que la humanidad en la Tierra, por eso mismo reclamo ahora lo que me pertenece. Se abalanzó en contra del señor Williams. Un enjambre de disparos salió del arma, y todos impactaron en el cuerpo, sin embargo ninguno pareció causar efecto en el ser; éste asió del cuello a quien fue su padre y lo alzó sobre el suelo sin importar la fuerza de Gren y su entereza por desatarse. La muerte le llegó en instantes.
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Para entonces, los muchachos corrían tanto como podían, lejos, buscaban separarse todo lo posible de ese loco asesino, o lo que fuera. Al ver la camioneta, se treparon sin pensárselo dos veces. Tenían suerte, las llaves estaban en el interruptor el cual accionaron al instante para que el motor arrancara sin perder tiempo. Al encender las luces, lo que se reveló ante ellos no era más que un cuerpo blanco totalmente, con ojos rojos llenos de furia. Liam, al piloto, en lugar de engarrotarse como su compañero, pisó el freno y se dejó ir en contra del monstruo. Adolf sujetó fuertemente el libro en su pecho para protegerse del impacto. El ser monstruosos se subió al capó del auto con una habilidad increíble. —¡Vámonos de aquí! —imploró Adolf. Liam buscó el camino a toda velocidad, buscando deshacerse de As, que los miraba con odio desde enfrente, aferrado al metal. —¡Acelera! Lo hacía, a toda marcha pero era imposible. Entonces, una idea llegó a la mente de Liam, misma que no consultó. Buscó con la vista un árbol frondoso y, al encontrarlo, se estrelló contra él para susto de Adolf que chocó contra el metal a un lado del vidrio, quedando inconsciente. Al despertar, Adolf sintió el gran dolor en su cabeza, misma que dejaba escapar un hilillo de sangre. Estaba mareado y afuera el sol salía agónicamente. A su lado Liam perecía; su respiración era entrecortada y el golpe en su cabeza era mayor al suyo. Sin la seguridad de lo que pasó, o lo que haría, salió de la camioneta. Aturdido, anduvo con pasos ciegos como en sombras. La bruma del nuevo día no le 123
ponía las cosas mejor, se arremolinaba en cortinas blancas dejando jirones entere los árboles del bosque. Inconsciente como estaba, sumado esto a la poca visión y percepción de las cosas, vio una figura humana. Se espantó al creer que Ash estaba a punto de atacarlo. Era un hombre delgaducho, sin carnes en su cara espigada, con ojos avispados y peinado insulso. La niebla lo cubría como la visión que era. —¿Quien eres? —logró decir, las palabras brotaron a la fuerza. El hombre, más alto que él, tenía toda la pinta de un distraído profesor. —No importa quién soy, joven, la verdadera es pregunta es quien fui. O quien llegue a hacer —le comenzó a decir con voz melodiosa—. Es verdad que ahora me conocen no por lo que hice en favor de la humanidad, o de su existencia. Sin embargo me conocen. Mi fruto literario es conocido aquí y allá pero nadie sabe para qué fui concebido en este mundo de pecado. Nací para servir a fuerzas cósmicas que están más allá de la Tierra; el deseo de estos seres ha sido preservar a los de tu especie. Fui enviado con este encomendado. Mi tarea es cuidar el Necronomicón ex mortis y evitar que tome una figura humana nuevamente. Aunque muerto, creo que no he logrado mucho. Lo que se liberó es algo más allá de lo que se conoce como un demonio; fue uno de los generales que intervino con el designio de aquellos a quien sirvo. —No entiendo —Adolf seguía aturdido, apenas sí comprendía al hombre, lo que anhelaba más que tal perorata era ayuda. —Los males hechos a tu mente te han dejado ingresar a esta dimensión donde mi memoria sigue por una buena razón: ayudar a la humanidad. Mira, soy el 124
protector de ese libro. Tus amigos lo han liberado y ahora se escapó. Debes buscarlo y devolverlo a las páginas de donde salió. —¿Cómo logro tal cosa? Agobiado y aturdido, no preguntó al hombre sobre su identidad, lo que deseaba era un método para salir de esa pesadilla, y él parecía tener una fórmula. —Debes realizar el sacrificio de las letras de sangre. —¿Qué? —interrogó cuando de la boca del delgado hombre no salió más. Una varada de neblina cubrió por completo al hombre e hizo que desapareciera como si fuera un árbol más. Cuando se esparció, no apareció más que el bosque tras ella. El hombre misterioso se había ido. Tal vez se trató de una visión debido al golpe en su cabeza, o eso hubiera pensado si no fuera por el hecho que horas más tarde conoció a un ser demoníaco andando por su mundo dentro del cuerpo del novio de su hermana. Se tambaleó hasta poder sostenerse de un tronco. Respiró aire y se dio cuenta qué sucedía: Liam moría en la camioneta y poco o nada podía hacer para evitarlo. Corrió hasta el lado del piloto y, con mucho esfuerzo, abrió la puerta. Su amigo se había desangrado y sus exhalaciones eran como el primer suspiro de un nacido, sólo que él se preparaba para ir a otro mundo. —Maldición —dijo Adolf esperando que con el improperio se arreglaran las cosas. El sacrificio de las letras de sangre, eso le había dicho el extraño hombre que apareció en su visión. Pero, ¿qué demonios era eso? Tambaleando se dirigió al otro lado y extrajo el libro. 125
Devuélvelo a las páginas. Tembloroso, abrió el libro. Estaba en blanco, ni una hoja contenía dibujos o ese extraño lenguaje arcaico. Un par de gotas frescas de su sangre brotaron de la herida en la cabeza y cayeron en las hojas, entonces, antes de que el muchacho abandonara el libro y saliera huyendo, se formó una palabra en el lienzo... Estaba amaneciendo con pereza, el granjero Alguernón sin embargo debía trabajar desde temprano o el sol lo torturaría por más tiempo. Un hombre casi desnudo, aunque sin pinta de pordiosero muerto de hambre, se acercó a la valla de madera e ingresó a su huerta sin consultar ni pedir permiso. —¿Qué se te ofrece, joven? Porque joven era, de barbilla poderosa y mirada penetrante. —Tu alma me serviría de mucho. Y, con una endemoniada velocidad, se le arrojó. La esposa del granjero, quien también ayudaba a su esposo con el arreglo del huerto, se acercó al ver cómo su esposo era atacado por un joven bandido. —Maldito, suelta a mí esposo o llamo a la policía. Su marido empero no era asaltado ni nada por el estilo. Estaba siendo devorado en vida. Y, cuando ese monstruo parecido a un muerto en vida, la vio buscó ir tras ella; sólo consiguió un par de pasos y se detuvo. Ella, con lágrimas calientes en las mejillas, se desmayó del miedo y no se percató de cómo el monstruo que asesinó a su marido estaba sufriendo también.
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Adolf entendió, sin ganas de hacerlo, las palabras del hombre que le habló entre la confusión y la neblina: tenía que sacrificarse, depositar su sangre en el libro para sellarlo y dejarlo tal como estaba. Lo comprobó al derramar algunas gatitas más al volumen. Si así era, toda la humanidad dependía de él: desoír las palabras del hombre no era otra cosa más que dejar en libertad un ser demoníaco con la capacidad de asesinar a sangre fría. Tomarse como sacrificio era la parte dura. Dudó, Dios siempre lo sabrá, de hacerlo, de cometer suicidio. Pero no había remedio. Tal vez otro se ofrecería... No, no había tiempo. Era él o nadie. No deseaba que el libro se quedará a la intemperie; se dirigió a la cabaña y bajó al sótano. Allí es donde, seguramente, debería ir ese maldito escrito por el resto de los días. El demonio se dio cuenta de lo que sucedía: uno de los humanos había sobrevivido, y eso no era todo, alguien le había comunicado como regresarlo a las páginas del libro. Así sucedió en el pasado y, si no hacía algo, así sería de nuevo. Sintió ese dolor, uno peor que la simple muerte. Logró liberarse de su embotamiento y corrió como pudo en dirección a la cabaña, no tardaría mucho en llegar, esperaba hacerlo a tiempo. Adolf tanteó entre la oscuridad del hediondo sótano hasta encontrar la habitación apartada. Dejó el libro sobre la mesa y se le quedó mirando, observaba al culpable de la muerte de su hermana, de sus amigos y, pronto, la suya. Le dieron ganas de maldecirlo y quemarlo. Ahora sólo una cosa haría que el libro, o quien estaba dentro, sufriera las consecuencias. 127
Sería venganza, una dulce. Pensó con malicia humana. Colocó su brazo izquierdo sobre el libro abierto a la mitad. Había llevado consigo un trozo afilado de vidrio de la camioneta, y lo dispuso sobre su piel. Al sentir lo helado del vidrio, que se le antojó más frío que cualquier metal, supo que la muerte tocaba a su puerta. Tras él, acercándose como una ráfaga de viento, sintió la presencia de algo. Se aproximaba, lo sabía, recordaba esa sensación. No había tiempo; dejó que el filo hiciera su trabajo. La sangre brotó al instante empapando las primeras hojas del ejemplar. Luego una fuerza lo arrojó al suelo. —No será tan fácil —gruñó esa agria voz de ultratumba. Se levantó para ver cómo el monstruo se apoderaba del libro. Él, con la fuerza que recolectó del último aliento de su vida, se lanzó sobre él y juntos cayeron al suelo. El demonio se estaba debilitando, no podía recuperarse. Era su oportunidad, rodó hasta la mano extendida de Ash, ahí estaba el libro. Volvió a colocar su brazo sangrante en las páginas y ahí lo dejó mientras veía como las páginas cobraban vida y el ser demoniaco, tras un montón de chillidos y gritos desesperantes, moría. Su visión se fue perdiendo, la oscuridad abarco mucho más terreno en esa parte de la choza y luego no supo que sucedió en ese mundo. Entre la oscuridad. Volvió a ver a ese hombre delgado, le sonreía. —Para mantener a los muertos lejos de los vivos es necesario dar la vida decía—, esta se me antoja como la mayor ironía de la historia. Mi destino 128
fue encontrar y proteger ese libro, pero no he sido el único protector del demonio que hay en él. Ahora es mi deber decir gracias, joven. Y desapareció así como la vida mortal de Adolf, el último protector del Necronomicón ex Mortis.
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a película comienza con la ópera Der Doppelgänger, narrando la vida de Dominik, quien tiene unos padres adinerados con prosperas carreras pero no tienen mayor contacto con la vida de su hijo. Dominik es popular en su escuela. En la escuela, amigos de Dominik están viendo un vídeo en el cual alguien se está haciendo daño a sí mismo, cuando Dominik se encuentra en su casa termina de ver el vídeo y coloca un comentario al final del vídeo. Mientras Dominik y sus compañeros se encontraban bebiendo en la noche de su graduación una chica admite haber tenido relaciones lesbianas. Entonces dos chicas aceptan besarse a cambio de que Dominik y Aleksander se besen también mientras son grabados. Este video se sube a las redes sociales, y los amigos de Dominik se burlan de él acerca de los besos en los siguientes días. Dominik juega a lanzarse miradas con Aleksander, pero luego en entrenamiento de judo Dominik y Alexander se encuentran practicando y Dominik queda atrapado debajo de su amigo hasta que se excita al punto de eyacular sobre su amigo, Dominik
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sale corriendo avergonzado y enfadado. Todo comienza a difundirse sobre las redes sociales lo que molesta aún más a Dominik. Gracias a su anterior comentario en el vídeo de autolesión se le invita a unirse a una red social en 3D. Donde conoce a Sylvia, una chica suicida que se corta y lleva una máscara, en la 'Sala Samobójców'. Los miembros del grupo ven películas sobre suicidios. Sylvia y Dominik desarrollan una estrecha relación, y Dominik comienza faltar a la escuela para pasar más tiempo hablando con ella a través de internet. Dominik y su familia asisten a otra ópera, en donde tratan de emparejarlo con la hija del Ministro. Dominik dice que él es gay y se besa con uno de los bustos masculinos en el vestíbulo. Sus padres, avergonzados por el arrebato de Dominik, están enojados con él y le obligan a volver al instituto. Al volver a casa ve un vídeo publicado mostrando títeres (con los nombres de Dominik y Aleksander) en donde participan en diversos actos homosexuales. El vídeo lleva Dominik a llorar y le hace crear un gran alboroto en su cuarto. Sylvia se burla de él por estar molesto, ella dice que son diferentes de los demás y lo alienta a asustar a la gente normal. Dominik cambia su estilo, adopta los peinados y la ropa de la subcultura emo, y toma la pistola de su padre llevándola a la escuela. Cuando Aleksander se le acerca con unos amigos después del instituto, Dominik entra en pánico y corre a la seguridad de un taxi. Al relatar el incidente a Sylvia, afirma que había asustado a su amigo y tenía el control total de la situación. Vuelven a la Saja Samobójców, Dominik le pregunta a Sylvia que cuando tiempo lleva encerrada, y 134
se da cuenta que ella lleva en su habitación tres años. Dominik se encierra en su habitación por diez días sin comer. Al final su sirvienta termina llamando a la policía, que lo encuentra tirado en un charco de sangre, Dominik ha roto un espejo y se ha hecho daño en el daño con los vidrios. Entonces es enviado a un hospital psiquiátrico y está allí durante 3 días. Sus padres llegan para llevarlo a casa diciendo que no hay nada malo en él. Cuando Dominik regresa a casa y vuelve a la Sala Samobójców, escucha al grupo discutir sus planes de suicidio. Al enterarse de que sus padres están tratando de hacer que hable con un psiquiatra, Sylvia se abre a él. Ella le cuenta una historia de amor que termina con los amantes en un doble suicidio con pastillas y alcohol. Después de decirle a Dominik que así es como ella quiere morir, ella le ruega que consiga pastillas para ella por medio de su psiquiatra. Los padres de Dominik deciden que los métodos de los psiquiatras no sirven, por lo que buscan a alguien que solo les recete algo. Llega una nueva psiquiatra a la casa, quiere hablar con Dominik. Anteriormente, él le ha negado a Sylvia su petición de las pastillas, Dominik no quiere que ella se suicide. No lo entiende. Con temor de perder a Sylvia por no querer conseguir las pastillas, acepta hablar con la psiquiatra y le da las respuestas que Sylvia le dice, para que así pueda recetarle las pastillas adecuadas. Luego Sylvia y Dominik se encuentran hablando del lugar al que irán para que Dominik le de las pastillas, pero todos sus planes quedan inconclusos, porque el padre de Dominik desconecta el internet y él entra en pánico. Su madre intenta conectar los cables 135
de nuevo, pero su padre se lo impide físicamente. Dominik sale rápidamente desde su habitación y se derrumba. Más tarde le explica a sus padres lo que es la Sala Samobójców. Él les dice que los miembros son a su nueva familia, pero sus padres le prohíben regresar.
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Esa misma noche, Dominik se encuentra en su cuarto, en el mismo lugar donde lo encontraron los policías anteriormente en su intento de suicidio. Sus uñas están lastimándolo, las tiene enterradas en las piernas. Su respiración esta entrecortada, y las lágrimas están cayendo por sus mejillas. Ha entrado pánico. No sabe qué hacer. Mira su cama, las pastillas recetadas por la psiquiatra están ahí, en un pequeño frasco amarillo. Tiene ánimos de levantarse y tirar ese frasco al suelo, hacer que se quiebre en mil pedacitos. Pero deja de hacerse daño a sí mismo con las uñas y se levanta de donde está. Cambia su ropa y toma el frasco entre sus manos. Lo guarda en la bolsa del suéter que lleva puesto. Al fin y al cabo sí hay una forma de ver a Sylvia. Sale de su casa sin hacer ruido. Nadie lo nota, y para cuando lo hacen, Dominik se encuentra caminando en medio de un pasillo delgado, la ciudad es helada y las personas que se encuentran haciendo fila para entrar al lugar no le parecen amigables.
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Pero tampoco le importa. Camina hasta estar frente al vigilante, al cual ignora totalmente y solo entra en el lugar. Pero él sabe quién es, y lo deja entrar. Dominik es capaz de imaginarse cualquier cosa, menos lo que ve cuando entra al lugar. Están ahí. El chico que el juego virtual aparecía con un televisor en la cabeza, en realidad no era más que un pobre chico en silla de ruedas, ciego. La chica que parecía ser tan guapa, no es más que una prostituta pasada de libras. Dominik los mira a todos. La forma en la que se veían en ese juego era simbólica a la forma en la que se miraban en la vida real. Busca a Sylvia por todos lados. No ve su melena rosa. Se sienta en la barra de bebidas. El chico de la barra lo observa por un momento. -¿Puedo ofrecerte algo?- le pregunta. Dominik lo observa. -¿Has visto a una chica con cabello rosa?pregunta, después de un rato. Sosteniendo una cerveza en su mano le sonríe. -¿Vienes por Sylvia?-Soy quien ella necesita en estos momentos.- se ha quedado impactado ante la pregunta del chico, pero responde con naturalidad. Si todo esto era parte del plan que él nunca termino de conocer, bueno, ahora lo estaba conociendo. -Vale, vale.- el chico ahora está riéndose.- Sé que eres importante para ella, pero…-¿Dónde está?- Dominik comienza a desesperase. Los demás chicos en el juego no hablan con nadie, están solos y distribuidos por todo el lugar. Hay música de fondo y unas cuantas personas bailando.
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-Ve al fondo del lugar, a la puerta blanca. Puede que Sylvia este asustada.Se levanta del asiento y camina entre los jóvenes sudorosos que están bailando. Llega a los baños, más allá esta la puerta blanca. Debe admitir que tiene miedo y que no sabe qué es lo que está haciendo. La puerta casi se abre por si sola, pero no hay nada. Dos camas suspendidas en el aire, sostenidas por pilares, con un vidrio transparente en medio de ambas. -Dominik.- escucha su voz. Su corazón se acelera, tiene los ojos abiertos de par en par y busca alrededor. No hay nadie. -Recuéstate.- le dice. Dominik camine lento y se acuesta sobre una de las camas. -Prométeme que no te levantarás de ahí. Deja las pastillas en el borde.Saca las pastillas y las coloca en el borde. Y se queda ahí. Y aun cuando escucha la puerta abrirse y quiere saber quién es, y si es ella, o no, se queda ahí. Mira al techo. Entonces mira a su lado y la melena rosa está ahí. Lleva la máscara puesta. Dominik sonríe. -Mereces más que esto.-El mundo no nos merece, Dominik.- ella no lo ve, está mirando hacía el techo. Dominik coloca sus manos en el vidrio. -Puedo ayudarte, Sylvia.-Ya lo has hecho.- entonces lo mira. Y están ahí, con un vidrio separándolos. Pero pueden verse. Varias lágrimas salen de sus ojos. -Sylvia.- solloza. -Shh.-
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Tan pronto como puede darse cuenta, ella tiene un puñado de pastillas en su mano. Dominik se levanta y grita, la puerta se abre. Sylvia se asusta. Todo está pasando demasiado rápido. Los policías toman a Dominik y lo arrastran fuera de la habitación mientras este grita y llora. Todos están siendo interrogados en el lugar, los chicos del juego han sido esposados, y muchos se encuentran llorando. La mamá de Dominik se tira sobre él cuando lo ve, y llora en su hombro. -¡Lo arruinan todo!- les grita a sus padres, alejándose de ellos. Intentan volver a donde Sylvia pero los policías no le deja. Entonces se tira al suelo y comienza a llorar. Sus padres no soportan la escena. Esta gritando. Su madre se tira al lado de él e intenta darle consuelo. … Blanco. Es una habitación color blanco. Con el suelo y las paredes demasiado suaves. Ella esta acostada en el suelo, mirando al techo. No dice nada. Pero hay lágrimas cayendo por su rostro. Y sus brazos tienen sangre seca. Lleva una semana en el lugar y ha intentado todas las formas posibles de auto-lastimarse. Han colocado cubos suaves en sus manos para que no pueda arañarse. Dominik lo ve todo por una cámara. Llora por ella. -Déjenla salir, por favor.- suplica. El doctor y las autoridades se miran entre ellos. -Dominik.- el psiquiatra pone una mano sobre su hombro.- Si lo hacemos se intentará matar, ¿es lo que quieres?-Quiero que sea feliz.141
-La curaremos y será feliz, Dominik.-¡Es que no entienden que no está enferma!Dominik comienza a gritar y se lanza sobre el doctor. Entonces es sostenido por las autoridades y el doctor coloca tan rápido como puede una inyección en su brazo. Dominik cae al instante. Ha sido sedado. Y es llevado por la enfermera hacía su habitación. Sylvia escucha la puerta abrirse. Hace tanto silencio ahí, que aunque las paredes sean tan gruesas ella puede escuchar cuando abren la habitación de al lado. Gira su cuerpo y mira el papel que ha dejado en el suelo. Le costó mucho convencer a la enfermera de que se lo entregara, pero al final Dominik logro convencerla. Estoy viviendo, sangrando en silencio.
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Agradecimientos
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mpiezo pidiendo disculpas por el retraso de esta edici贸n, agradezco infinitamente la paciencia y confianza de los escritores. Los
quiero.
Son las 00:45 minutos del 5 de Enero del 2015, y es con esta edici贸n que inicio el a帽o en RBCBOOK. Hasta la pr贸xima.
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