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AL ÁNGEL DE LA ORACIÓN EN EL HUERTO, DE SALZILLO

En mágico contraste de sopor y tristeza mecíase la plata de los viejos olivos y eran de la angustia de Gethsemaní cautivos, espejos de sangre, de clamor y de pereza.

Todo, en un instante, se hizo de paz y graveza y tenían los destellos dejos punitivos, mas quisieron los Cielos que fueran compasivos: si en un Cáliz dolor, en un Ángel la belleza.

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Mira, caminante, sus alforjas celestiales: ni rosas, ni Hespérides, ni aroma de jazmines, ni oropéndolas de sol, ni azulfirmamental…

Lleva en su euritmia el sutil son de los atabales, aprenden de su rostro apolíneo los jardines, su torso es un lirio fino de luz auroral.

Juan Antonio López Delgado

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