Memorias Seminario de Literatura Infantil

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Memorias del Seminario de literatura infantil 1988-2011


© Alcaldía de Medellín

Autores

Alonso Salazar Jaramillo Alcalde

Antonio Orlando Rodríguez Aura López Beatriz Helena Robledo Botero Carlo Frabetti Diana Castellanos Aranguren Evelio José Rosero Fanuel Hanán Díaz Francisco Hinojosa Geneviève Patte Graciela Montes Humberto Barrera Orrego Javier Naranjo Moreno José Martínez Sánchez Luis Carlos Ochoa Vásquez María Elena Maggi Marina Colasanti Oscar Castro García Ricardo Gómez Sergio Andricaín Triunfo Arciniegas Yolanda Reyes

Luis Miguel Úsuga Samudio Secretario de Cultura Ciudadana Comité Académico Guillermo Cardona Marín Juan Pablo Hernández Carvajal Luz Estela Peña Gallego Margarita María Villada Monsalve Luis Bernardo Yepes Osorio Compilación Gloria María Rodríguez Santa María Luis Fernando Macías Zuluaga Diseño y diagramación Janeth Posada Franco Ilustración de carátula Julián Méndez Rojas Impresión Periódico El Mundo ISBN: 978-958-8493-87-9 Septiembre de 2011 Editado en Medellín, Colombia.

Esta publicación es realizada con fines educativos y su distribución es gratuita. Ley 23 de 1982, Artículo 32. Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o con cualquier propósito, sin la autorización de la Alcaldía de Medellín.


Contenido

Veinte años que se van volando en las alas de la imaginación

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Seminario de literatura infantil de Medellín: una historia para chicos no tan chicos

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Sobre la selección

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I y II Seminario (1988-1989) Sobre literatura infantil Humberto Barrera Orrego III Seminario (1990) La calidad literaria en los textos literarios para niños Oscar Castro García IV Seminario (1991) Hacia una cátedra de la fantasía José Martínez Sánchez V Seminario (1992) La otra lectura Fanuel Hanán Díaz VII Seminario (1994) Brrrrr… ¡Quién dijo miedo! Yolanda Reyes VIII Seminario (1995) La familia en la literatura infantil y juvenil contemporánea: una aproximación Antonio Orlando Rodríguez

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IX Seminario (1996) En torno a la poesía, los niños y la escuela Sergio Andricaín Quién es quién en la literatura infantil colombiana contemporánea Beatriz Helena Robledo Botero X Seminario (1997) El lugar de la lectura o acerca de las ventajas de ser desobediente Graciela Montes La lectura entre el humor y la censura Francisco Hinojosa XI Seminario (1998) Del rock a la novela de aventuras: la literatura juvenil y sus múltiples posibilidades María Elena Maggi El deber ser de las imágenes creadas para un público infantil Diana Castellanos Aranguren XII Seminario (1999) La lectura en voz alta Aura López XIII Seminario (2002) Entre letras y mamarrachos: diario de trabajo Triunfo Arciniegas Experiencia lectora con niños hospitalizados Luis Carlos Ochoa Vásquez

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XIV Seminario (2004) Formar niños lectores Geneviève Patte

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XV Seminario (2005) Los cuentos que asustan Evelio José Rosero

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XVI Seminario (2007) Construcción de un país imaginario Javier Naranjo Moreno Lectura, imaginación e identidad Carlo Frabetti Literatura, mentira y ficción Ricardo Gómez

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XVIII Seminario (2009) Escribir para niños: un espejo interior Marina Colasanti

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XX Seminario (2011) La literatura infantil y juvenil en América Latina Manuel Peña Muñoz

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Veinte años que se van volando en las alas de la imaginación

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n primer término, quisiera rendir un tributo malos momentos y a las dificultades que especial de gratitud a todas aquellas personas vivió nuestra ciudad, y eso es algo que, a manera de glosa de Saint Exupery, que, a partir de 1988, le dieron vida a este Seminario de literatura infantil de Medellín, que en 2011 llega debemos apreciar con el corazón, porque a su vigésima edición. Una congratulación también “lo esencial resulta invisible a los ojos”. para quienes mantuvieron en alto la bandera de Para finalizar, simplemente quisiera la promoción de la lectura en la primera infancia agregar que la mayor virtud de la literatura infantil y juvenil es que los adultos también durante las dos últimas décadas, pese a los cambios de Administración y sobre todo a los embates de podemos disfrutarla. Y ése es, en el fondo, el objetivo la barbarie (¿cómo llamarla de otra forma?) que del Seminario: motivar a educadores, bibliotecarios padecimos en los noventa y los primeros años del y promotores de lectura, para que se sumerjan en nuevo milenio. Hoy por hoy, la transformación las páginas de los libros que le recomiendan a sus de Medellín es un hecho palpable en sus calles y alumnos y usuarios. Parece tan obvio y es sin embargo en sus gentes. En cuanto a inversión pública en una tarea tan difícil, pues para leer literatura infantil y cultura y educación, somos ejemplo para Colombia juvenil es necesario desprenderse de las tribulaciones y el mundo. Tenemos Colegios de Calidad, Parques de ser adulto, de tantas preocupaciones circunscritas Biblioteca, renovados escenarios deportivos; estamos a una realidad donde no cabe la fantasía. Igual hay que liberarse del monstruo de las jerarquías que trabajando intensamente para poner a punto diecisiete Jardines Infantiles Buen Comienzo, unos habita en nuestros roperos, y saber ignorar los rostros espacios para la dignidad y la inclusión de los niños crispados de los duendecillos de la solemnidad que y las niñas de los sectores menos favorecidos. Sí. Pese giran alrededor de nuestras adultas cabezas. a las dificultades y a las limitaciones presupuestales, Que estas Memorias sean entonces la ocasión para repasar conceptos, ideas y estrategias, tejidas vamos saliendo adelante, pero ese pasado oscuro no podemos olvidarlo. con la ayuda de personalidades de la literatura Máxime cuando hablamos del Seminario de infantil y juvenil tan destacados a nivel nacional e literatura infantil, un proyecto cuyas calidades internacional como Antonio Orlando Rodríguez, académicas y humanas ayudaron a marcar el Geneviève Patte, Evelio José Rosero, Triunfo derrotero para la construcción de una política Arciniegas, Marina Colasanti, Manuel Peña Muñoz, pública de lectura y escritura, cuando otros solamente María Elena Maggi, Yolanda Reyes, Beatriz Helena hablaban el mezquino lenguaje de las armas. Hoy, Robledo y tantos otros que pusieron todo su empeño esa política es una realidad, gracias al Acuerdo No. para darle a niños y niñas de nuestra ciudad, las 79 de 2010, aprobado por el Concejo de Medellín; y herramientas necesarias para, desde las páginas de un libro, echar a volar la imaginación. al Decreto 0917 de mayo de 2011, mediante el cual esta Administración reglamentó dicha política. Los organizadores, editores, ilustradores y autores que han participado en estas veinte ediciones del Seminario, tuvieron el coraje y el tesón para Alonso Salazar Jaramillo Alcalde de Medellín mantener el norte de sus propósitos, pese a los



Seminario de literatura infantil de Medellín: una historia para chicos no tan chicos

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n los años 80, la literatura infantil ya era objeto de estudio y análisis a través de eventos académicos en diferentes países de Europa y Norte América. Sin embargo, en los países latinoamericanos y en Colombia en particular, apenas comenzaba a hablarse de este tema. En 1982, Aura Elena López, llegó al Departamento de Cultura y Recreación de la Secretaría de Educación de Medellín. Recién graduada de Sociología de la Universidad San Buenaventura, fue asignada como Promotora Cultural de la zona 4 de Medellín que comprende las comunas 11, 12 y 13, es decir, barrios como La América, La Floresta, Laureles, Simón Bolívar, San Javier, 20 de julio, La Independencia, entre otros. Mientras realizaba su trabajo, Aura Elena se percató que cada una de las áreas artísticas tenía un evento o una actividad destacada. En teatro existía el Día Internacional del Teatro, en plástica se hacían exposiciones en diferentes museos de la ciudad, en Danza se promovían los grupos que había, en música se contrataban diversos grupos para los eventos en los barrios, pero en el campo de la literatura no se había organizado una actividad que resaltara en la ciudad. Por esta razón, en 1984, Aura Elena López le propuso a la Directora del Departamento de Cultura de entonces, Fanny Restrepo Molina, hacer un taller de escritores que promoviera la literatura y la escritura. El primer paso fue solicitar a la Biblioteca Pública Piloto las hojas de vida de los posibles candidatos para asumir el papel de coordinador de los talleres. Aura Elena recuerda tres hojas de vida, la de Luis Fernando Macías, la de José Libardo Porras y la de Edgar Trejos. La balanza se inclinó por Luis Fernando Macías, quien comenzó a trabajar en el

Centro Educativo y Cultural La Floresta todos los sábados de tres de la tarde a siete de la noche. Por esa época en la ciudad se comenzaron a realizar diferentes concursos de cuento, uno de ellos el de Club Social y muchos de los integrantes del taller de escritores participaron, entre ellos Juan Manuel Cuberos, quien quedó como finalista con un cuento llamado En un bus de diez pesos. Después de ver los logros de los primeros años del taller se pensó que no se realizara sólo el taller sino que la literatura pudiera avanzar, por esto, Aura Elena programó el concurso de cuento para la ciudad de Medellín por zonas. La propuesta consistía en que las personas de la zona uno a la seis se animarán a escribir sus historias y se premiaran los tres mejores de cada zona. Inicialmente fueron José Libardo Porras, escritor de la ciudad, Claudia Margarita Ríos y Juan Manuel Cuberos, ambos asistentes a los talleres de escritura, los encargados de leer y escoger los cuentos ganadores. El primer cuento ganaba 30 mil pesos, el segundo 20 mil y el tercero 15 mil. A los jurados se les pagó de a 10 mil pesos. En palabras de Aura Elena López “fue una cosa muy sencilla pero hubo mucha participación”. De este concurso y de la iniciativa de crear más espacios académicos donde se formara a las personas en diferentes áreas, surgió la idea de realizar el Seminario de Literatura Infantil, donde Aura Elena y otra promotora cultural del Departamento de Cultura llamada Clara Mónica Zapata Jaramillo, se acercaron a Luis Fernando Macías para que las asesorara sobre los escritores más idóneos para realizar el Seminario. Luis Fernando Macías recuerda que “en el Seminario de Literatura Infantil no se creía mucho,


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eso era un absurdo, de lo único que se hablaba de En este primer Seminario participaron Rocío literatura infantil en esa época era del Premio Enka Vélez de Piedrahita, Hernando García Mejía, de Literatura Infantil. La idea inicial era hacer Natalia Pikouch, Jairo Aníbal Niño, Celso Román, un seminario durante cinco años destinado a los Miguel Ángel Pérez Ordoñez, Arnoldo Ramírez maestros oficiales del municipio, de tal manera y Silvia Castrillón, quienes fueron invitados que al recibir ese seminario los maestros quedaran a contar sus vicisitudes como escritores, y sus con una serie de lecturas para todo el año y al año conocimientos sobre cómo funcionaba el mundo siguiente recibieran un nuevo seminario y de ese editorial y qué pensaban los expertos en el tema. modo se fueran actualizando en la literatura infantil En sus primeros años, el Seminario se realizó en de nuestra época, es decir, conocer a los autores el Planetario Municipal y era tanta su acogida que más importantes de la región, del país y del mundo se llenaba todo el auditorio con sillas adicionales, y tener contacto con algunos autores, editores y tenía cupo para aproximadamente 300 personas algunos especialistas en literatura”. y se llegaban a tener hasta 500 ó 600 personas. De esta manera fue que Aura Elena, Clara Participaban bibliotecólogos, educadores, padres Mónica y Luis Fernando comenzaron un trabajo de familia, jóvenes, estudiantes de comunicación para conseguir apoyo para la realización del y literatura que venían de todas las ciudades de Seminario, la primera entidad en apoyar el evento Colombia. fue el Departamento de Cultura de Medellín, Y así comenzó la aventura de realizar un evento pero también se vincularon instituciones como la académico anual enfocado a la literatura infantil, Editorial Susaeta, la Editorial Colina y la empresa “lo llamamos literatura infantil inicialmente pero Enka de Colombia, que ya tenía un concurso de a través de las ponencias y los escritores que iban cuento reconocido a nivel internacional. llegando a darnos sus opiniones y comentarnos Al principio se pensó en un seminario de sus experiencias, fuimos captando que la literatura carácter nacional, con escritores en su gran no es infantil ni juvenil sino que la literatura no mayoría de la ciudad y del país, pero era un tema se catalogaba, que cualquiera podía disfrutar de tan amplio y tan poco conocido que se convirtió en estos libros” comenta Aura Elena López. internacional. Durante los primeros cinco años el seminario El primer Seminario de Literatura Infantil se contó con la asesoría de Luis Fernando Macías y realizó en el año 1988 con un precio al público de todas las ganas y el amor de Aura Elena López. 2.000 mil pesos y en su introducción expresaba Luego de este tiempo Luis Fernando tuvo que claramente: retirarse por otros compromisos con la academia y desde la Secretaría de Educación fueron En el desarrollo del hombre desde su designadas dos personas más para la organización, nacimiento hasta la edad adulta, incide apoyo y acompañamiento al seminario. de manera preponderante el crecimiento Una de ellas fue Bernarda Carmona, quien paralelo de sus facultades intelectuales, trabajaba como Coordinadora de Procesos motoras y afectivas, de ahí la importancia Técnicos de la Sección de Bibliotecas de la de transmitirle correctamente la herencia Secretaría de Educación, área donde se hacía cultural de la humanidad. La literatura la selección para las ocho bibliotecas público es la mejor forma de difundir esta escolares del Municipio de Medellin. La otra información, por tanto un Seminario de persona fue Gloria María Giraldo que trabajaba Literatura Infantil puede orientar a padres con el Servicio Móvil de Lectura, en una y educadores sobre textos del patrimonio biblioteca itinerante de promoción de lectura por universal que sean más apropiados para la ciudad. cumplir la función recreativa y educativa Bernarda recuerda que “el Seminario no que permita el desarrollo integral del podía quedarse sólo con traer un escritor para hombre desde la infancia. hacer una ponencia, sino que detrás de un libro


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infantil había muchos componentes, estaba la la Secretaría de Cultura Ciudadana de Medellín y crítica, el proceso de selección, la ilustración”. de organizaciones que promueven la lectura en la Fue así como, año tras año el Seminario fue ciudad como la Fundación Taller de Letras Jordi teniendo mayor acogida y se fue posicionando como Sierra i Fabra, entidad que ha estado al frente del uno de los eventos de la ciudad imprescindibles Seminario desde el año 2006 y que, junto con la dentro del campo de la promoción de lectura, organización de la Fiesta del Libro y la Cultura de donde cada vez contaba con más asistentes pero Medellín, vienen realizando este evento cada año también más personas que trabajaban en el tema en el mes de septiembre. Año tras año, el gran público que ha asistido de la literatura infantil y juvenil, provenientes de todos los lugares del mundo para reunirse a al Seminario de Literatura Infantil ha demostrado hablar sobre la edición, la creación, la crítica, la la importancia y la necesidad de este espacio ilustración y sus experiencias académico, convirtiéndolo en esta área. en uno de los eventos de promoción de lectura más La primera etapa del importantes del país y el seminario terminó en el evento con mayor trayectoria año 1999, ya que esta fue la última fecha en la que se en este campo. realizó en el mes de octubre en el Planetario Municipal, en honor al mes de los niños y fue suspendido durante los siguientes tres años. Desde sus inicios el Seminario se ha realizado de manera alterna al Juego Literario de Medellín, actividad de promoción de lectura que surgió contemporánea a éste, y que constituyeron la carta de presentación ante la Carátula de The Secret Garden, de Frances comunidad educativa y Hodgson. cultural de la ciudad del compromiso de las administraciones municipales con las actividades de promoción del libro y la lectura, carta que se aprecia con mayor fuerza a partir del año 2004. Para el año 2005, Luis Fernando Macías llegó a dirigir la Feria del Libro de Medellín y con él reapareció el Seminario de Literatura Infantil, continuando con el propósito de los años 80, capacitar a los docentes e interesados en el tema de la literatura infantil para promover la lectura desde los primeros años; desde aquí la historia del seminario comenzó su segunda etapa. En adelante ha logrado mantenerse con éxito el Seminario gracias al apoyo decidido de



Sobre la selección Gloria Rodríguez Santamaría Compiladora

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continuación se presenta una breve introducción de cada uno de los artículos elegidos para formar parte de esta compilación: En 1989 se editaron las memorias correspondientes a los dos primeros años del evento: 1988 y 1989. Se destaca en este primer volumen de ponencias el artículo del profesor y filósofo Humberto Barrera Orrego, Sobre literatura infantil, que contiene una mirada crítica de los vicios y taras de las que adolece la literatura para niños, y analiza, para ese momento, el panorama nacional de la literatura infantil y la calidad de las colecciones para niños que llegaban al país. Sus puntos de vista sobre lo que es y no es la literatura infantil y el respeto que demanda de los autores por la inteligencia y el universo de los niños, mantienen toda su vigencia. En la misma línea, Oscar Castro, profesor de literatura de la Universidad de Antioquia, presenta en 1990, durante el III Seminario, una ponencia titulada La calidad literaria en los textos literarios para niños, en la que, con gran conocimiento y autoridad en el tema, por su condición de escritor, estudioso de la literatura, investigador y docente, habla de la esencia de lo literario y del buen texto literario, que es ante todo, artístico, es decir, producto de la creación humana. Analiza algunos criterios que caracterizan la calidad literaria de los textos dirigidos a los niños: el simbolismo, la universalidad, el lenguaje literario, el enfoque del tema elegido, la tensión o intensidad y el gozo en la literatura. Este artículo, esclarecedor y crítico, es una lectura obligatoria para todo aquel que se interese en profundizar en qué es la buena calidad en la literatura. José Martínez Sánchez, docente e investigador, quien asesoró el Seminario de literatura infantil en sus comienzos, presenta un trabajo en 1991,

durante el IV Seminario, titulado Hacia una cátedra de la fantasía, en el que examina la literatura infantil en la escuela y en los procesos pedagógicos. Analiza cuál debe ser el papel y la actitud del maestro para despertar y mantener el interés del niño lector, y aboga por una cátedra de la fantasía, para que sean las buenas historias, la imaginación y el humor los aliados del maestro y se rompa así el esquematismo reinante en los establecimientos educativos. En el año 1992 se incluye por primera vez un trabajo sobre la ilustración en los libros para niños, titulado La otra lectura, del investigador y escritor venezolano, Fanuel Hanán Díaz. Esta ponencia, rigurosa y abundante en notas y comentarios, recorre diversos temas relacionados con el mundo de la ilustración: la lectura de imágenes, la imagen en la historia de la pintura, el libro ilustrado, la influencia de la gramática visual aportada por el cine y la televisión en la ilustración de los libros para niños, y concluye con una interesante revisión de los recursos del lenguaje visual cinético: planos, angulaciones, perspectiva, entre otros, que han influido en la manera de abordar las composiciones de los libros ilustrados. ¿Se deben erradicar las escenas agresivas, tristes, crueles o de miedo de la literatura que se les lee a los niños? El artículo de Yolanda Reyes, Brrrrr… ¡Quién dijo miedo! Monstruos, ogros y otros inventos de la literatura para niños, presentado en 1994, en el VII Seminario de literatura infantil, toma partido en esta polémica. Al mejor estilo de la autora, y con toda su experiencia y conocimiento del mundo infantil, muestra cómo el instinto protector del adulto y su deseo de evitar todo sufrimiento a los pequeños, hace también que se les “ahorre”, de


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paso, el sagrado derecho de sentir, soñar, llorar y moralizante, didáctico, ni pedagógico…”. Entonces, emocionarse que tienen todos los niños. ¿para qué la poesía? ¿Por qué leerles versos a los El tema de la familia en la literatura infantil es niños? ¿Qué sentido tiene la poesía en la escuela? tratado por el escritor e investigador cubano Antonio Este magnífico artículo, altamente recomendado Orlando Rodríguez, en el VIII Seminario, realizado a todos los promotores de lectura y a los docentes, en 1995, con la ponencia: La familia en la literatura invita a preguntarnos sobre lo que es un buen poema infantil y juvenil contemporánea: una aproximación. y cómo puede contribuir a la maduración intelectual Mientras la tendencia predominante de la literatura y afectiva del niño. Finaliza con un recuento de las infantil del siglo XIX y de la primera mitad del siglo principales tergiversaciones acerca de la poesía, XX estuvo apegada al modelo “tradicional” de hogar que llevan, muchas veces, a que niños y jóvenes se y de felicidad doméstica a toda prueba, la literatura muestren prevenidos cuando se les habla de ella, contemporánea, en contraste, refleja, cada vez con y concluye con un buen repaso de algunos de los mayor frecuencia, las transformaciones que se han caminos a través de los cuales se llega a la poesía. producido en el concepto de familia. Un delicioso Francisco Hinojosa, poeta, narrador y editor recorrido de la mano del autor por lo mejor de mejicano, autor de La peor señora del mundo, conocida la literatura infantil y juvenil contemporánea, da por muchos niños y jóvenes de América Latina, cuenta de la amplia gama de formas de organización interviene en el X Seminario de 1997 con el ensayo de la familia en la actualidad y las relaciones y los La lectura, entre el humor y la censura. Una reflexión conflictos entre sus miembros. sobre distintas cuestiones relacionadas con la Quizá se piense que un artículo escrito en lectura: ¿En qué lugar de la ficción —los personajes, 1996 sobre Quién es quién en la literatura infantil los argumentos, las tramas— se encuentra la risa? colombiana contemporánea ha perdido actualidad en ¿Hay temas que no se pueden usar para escribir 15 años; pero este no es el caso del trabajo de la para niños? ¿Se vale un final que no sea feliz en las escritora e investigadora Beatriz Helena Robledo, historias para niños? En respuesta a estas y a otras que ofrece una panorámica con una buena dosis cuestiones afirma que “la literatura, si persigue el de crítica sobre la producción literaria colombiana disfrute de la ficción, se rige únicamente por las desde 1986 hasta 1996, año en el que participa en reglas que ella establece y gana o fracasa según esas el IX Seminario. La autora analiza y pone en la normas y no otras que queramos imponerle”. balanza la obra de Luis Darío Bernal, Hernando Una serie de reflexiones lúcidas, inteligentes García Mejía, Gloria Cecilia Díaz, Irene Vasco, Jairo y agudas, como las que suele hacer la escritora y Aníbal Niño, Celso Román, Triunfo Arciniegas, traductora argentina Graciela Montes, se presentan Evelio José Rosero, Yolanda Reyes, Ivar Da Coll, en El lugar de la lectura o acerca de las ventajas de entre otros. El artículo toca temas aún vigentes ser desobediente, artículo que forma parte de las en el mundo de la literatura infantil colombiana: memorias del X Seminario de literatura infantil de la presión del mercado editorial sobre los autores, 1997. La autora se refiere en este ensayo al espacio la ausencia de una crítica sistemática, la función que tienen algunas actividades como la lectura, la didáctica y moralista de mucha de la literatura literatura, la escritura y el arte en general, que infantil producida en el país y el desconocimiento resultan actividades más bien peligrosas porque de algunos de los escritores sobre lo que se escribe consumen tiempo y son en su base gratuitas, y de y publica en otras partes del mundo. cómo se les da entrada a la escuela, donde muchos El escritor, investigador literario y editor “técnicos” de la educación se la pasan enfrascados cubano Sergio Andricaín también participa en el en cuestiones de inversión, ahorro y rendimiento. IX Seminario de 1996 con la ponencia En torno a ¿Tiene sentido que un niño que posiblemente la poesía, los niños y la escuela. El autor inicia con está destinado a ser hachero o cañero, a cuidar una reflexión sobre el pragmatismo de la sociedad cabras o a vigilar una mezcladora, se entere de contemporánea y se pregunta para qué sirve la poesía las peripecias de Ulises en su retorno a la isla de —el género menos pragmático de la literatura—: Ítaca? ¿O quizás sea mejor que emplee su tiempo “La verdadera poesía no sirve para nada. No enseña en aprender alguna destreza, computación, por nada. No tiene moralejas. No se escribe con un fin ejemplo?


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Con Del rock a la novela de aventuras: la literatura gratos al oído, que logren seducir a sus alumnos. juvenil y sus múltiples posibilidades, la investigadora Insiste en que las iniciativas y los programas y editora venezolana María Elena Maggi participa dirigidos a la promoción de la lectura en la etapa en el XI Seminario en 1998. Después de analizar infantil y juvenil no pueden ser producto de un quiénes y cómo son los jóvenes de hoy, la autora apoyo ocasional o una actividad episódica; deben, se pregunta si a estos muchachos y muchachas les por el contrario, ser un acto cotidiano, vinculado a interesan los buenos libros, y cuál es la realidad de todas las actividades académicas de la institución la crisis de la lectura en la adolescencia. Con gran educativa, ya que la lectura es la base de todo el conocimiento del mundo juvenil y de la literatura, aprendizaje escolar. propone un abanico de posibilidades relacionadas Experiencia lectora con niños hospitalizados, es el con la poesía, el rock, los juegos de rol, los cómics, trabajo presentado en el XIII Seminario por el doctor las novelas de aventuras, los libros-juego, además de Luis Carlos Ochoa Velásquez, médico pediatra un buen repertorio de lecturas de la Clínica León XIII de para ofrecer a los jóvenes. Medellín. El autor aborda con La ilustradora y diseñadora propiedad y conocimiento Diana Castellanos Aranguren el tema de la hospitalización participa en el XI Seminario y la enfermedad en el niño, de 1998 con El deber ser de las sus reacciones y las de su imágenes creadas para un público familia ante este hecho, y infantil. La autora intenta la lectura en voz alta como demostrar cómo esas supuestas una estrategia tendiente a características, ese deber ser atenuar las secuelas que la que se le ha adjudicado a las hospitalización les produce, imágenes destinadas al público que puede servir como infantil, las encasilla y genera coadyuvante del tratamiento estereotipos. Reflexiona en médico propiamente dicho. torno a los factores que La lectura, con su efecto determinan el que a un niño reparador, ayuda al niño le guste más un libro que hospitalizado a canalizar otro, con apenas una primera sentimientos, da seguridad, ojeada, y llega a la conclusión contribuye a restablecer el de que no existen reglas ánimo, facilita el intercambio Carátula de Déjame ser la negra María, de infalibles, ni recetas aplicables y la comunicación. El artículo Adela Bash. Editorial Abran cancha. en su creación. Finalmente, finaliza con la experiencia recomienda que a las manos de los niños deben de Mi bibilioteca una pequeña biblioteca que ya es llegar múltiples tipos de imágenes plásticamente parte esencial del servicio de hospitalización en la valiosas, elocuentes, sugerentes, que sean capaces Clínica León XIII. de provocar muchas lecturas e interpretaciones. El martes 1 de enero de 2002, el escritor Aura López, gran lectora y conocedora de la Triunfo Arciniegas comienza un diario de trabajo literatura, aborda en el XII Seminario, en 1999, y en su primera entrada escribe: “Pilar Reyes, el tema de La lectura en voz alta, una interesante editora de Alfaguara, me prometió en la pasada reflexión donde se refiere, entre otros, al aprendizaje Feria del libro de Guadalajara que publicaría Las de la lectura en la escuela, a la lectura en voz alta batallas de Rosalino este año. Tengo tres nuevos como ejercicio grato que recupera el sentido de la libros para “las batallas” con editores. Serafin, palabra, al manejo adecuado de la expresión oral, ladrón y fantasma, La verdadera historia del gato con y a la necesidad imperiosa de que el maestro o la botas y Pecas”. maestra recurran a todos los medios posibles, para La lectura de fragmentos de este diario, lograr un tono de voz y una lectura tan amables y realizada durante el XIII Seminario en el 2002,


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permite entrever momentos de la vida del autor y de un país imaginario, una aventura de escritura conocer de primera mano su infatigable ritmo de creativa con niños, donde se procuró que en un trabajo, su ir y venir por editoriales, sus lecturas, su ambiente de juego y tranquilidad, sin calificaciones, cotidianidad, los problemas con el remate de su casa, sin evaluaciones, los niños construyeran un país, su trabajo como ilustrador y, ante todo, su pasión rastreando en su mundo interior, en sus sueños, sus por la escritura. Las entradas del diario finalizan cercanías a la experiencia de la lectura y su ecosistema en el mes de agosto con una deliciosa carta que, a comunicativo. Los niños participantes pertenecían manera de biografía, relata las peripecias vividas en a escuelas urbanas y rurales de algunos municipios la escritura y reescritura de las distintas versiones del Oriente antioqueño, hijos, en su mayoría, de de Las batallas de Rosalino. campesinos y personas de escasos recursos, donde Geneviève Patte, bibliotecaria francesa, es parecía evidente la carencia de estímulos. Sin considerada en el mundo de la promoción de la embargo, en muchos de los trabajos sorprendió lectura como “la promotora de los promotores”. la capacidad de ensoñación y la gran imaginación. Su libro Si nos dejaran leer, traducido al español y “Afirmamos pues, —concluye Naranjo— el valor editado en Colombia en 1984, abrió el camino para de estos ejercicios, ya que nutren la necesaria que muchos bibliotecarios colombianos empezaran aproximación al mundo a través de lo simbólico, lo a pensar en la forma de establecer relaciones entre lúdico, lo creativo. Suponemos también su utilidad, los libros y los niños. Su presencia en Medellín adecuadamente implementados en un currículo de en el XIV Seminario, en el 2004, con la ponencia estudio que fusione, por ejemplo, el conocimiento Niños lectores, se constituye en un orgullo y en una de nuestro país y del entorno inmediato de los niños, buena oportunidad para que padres, bibliotecarios, con imaginación creadora, con la fantasía, con las docentes, mediadores y promotores de lectura, se múltiples y útiles herramientas que proporciona la pregunten cómo formar niños lectores y se atrevan literatura infantil”. también a disfrutar y a gozar de los buenos libros ¿Qué papel pueden tener los libros, los buenos para niños. libros —y los no muy buenos— en la construcción Un cuento seleccionado para participar en una de la identidad de los niños y los jóvenes? Lectura, antología y luego censurado por los encargados imaginación e identidad es el tema alrededor del de la edición, alegando su violencia, sirve como cual reflexiona el escritor y guionista italiano detonante al escritor Evelio José Rosero para Carlo Frabetti, en el XVI Seminario, en el 2006. escribir Los cuentos que asustan, ponencia presentada Para el autor, aunque la construcción de la propia en el XV Seminario de literatura infantil en el identidad es una empresa que dura toda la vida, es 2005. El autor parte de su propia experiencia la infancia y la adolescencia la época fundamental como escritor para cuestionar lo que los editores, donde asumimos un papel que nos permite en muchas circunstancias, consideran que puede o integrarnos al gran teatro del mundo. Analiza el no ser leído por niños, porque asusta, estremece o papel de los cuentos infantiles, las primeras lectura transgrede todo lo bueno, lo ético y moral que puede autónomas, el descubrimiento de la literatura, las existir en la sociedad humana. Reflexiona sobre lo funciones de la imaginación, la estricta división determinante que resulta una buena selección de de roles en los países occidentales, la tajante obras a la hora de lograr futuros lectores y afirma: división de los géneros, y sostiene que “los niños “El criterio de lo que debe o no ser leído por los niños y niñas que se sienten inseguros o indiferentes, requiere de un buen conocimiento —razonado pero o simplemente insatisfechos con el mundo tal también lúdico— y no debe ser solamente sometido como es, pueden encontrar en los libros, más que a cumplir con un programa determinado, de en ningún otro producto de nuestra cultura, los escuelas literarias y fechas, un árido desierto donde referentes y las ideas que les permitirán relativizar la auténtica literatura brilla por su ausencia”. e incluso impugnar el concepto de ‘normalidad’ El poeta y promotor de lectura Javier que intentan imponerles”. Naranjo Moreno comparte con el público del XVI “Dicen que la literatura comenzó un día en Seminario, en el 2006, su trabajo Construcción que un muchacho llegó corriendo a su cueva


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gritando ‘el lobo, el lobo’ …y no había lobo”. 2011. Su magnífica ponencia La literatura infantil Literatura, mentira y ficción es el título del ensayo y juvenil en América Latina, presenta un completo que el escritor español Ricardo Gómez presenta recorrido que se inicia en la época prehispánica, en el XVI Seminario de literatura infantil, con una pasa por el período colonial y republicano, y llega interesante reflexión sobre la verdad y la mentira a los grandes precursores que durante las últimas en la literatura, la autenticidad dentro de la ficción, décadas del siglo XIX y comienzos del siglo XX y la paradoja que surge en el acto de leer, ya que surgen en toda América Latina y que cambian la cuando un lector se sienta ante una novela lo hace sensibilidad y el modo de escribir: Rubén Darío, aceptando el pacto implícito de que lo que le van José Martí, Rafael Pombo, Horacio Quiroga, a contar no es verdad, o no es del todo verdad, Monteiro Lobato, Gabriela Mistral, Carmen Lyra, o es una verdad ficcionada o es simplemente Pascuala Corona, Oscar Alfaro y María Elena Walsh. fantasía. Termina su ensayo con una mirada crítica Analiza luego las tendencias contemporáneas a la escuela y a las campañas a partir de los años 50: el de fomento de la lectura que realismo social, el humor, la pretenden conseguir que a sexualidad, la recreación todos los niños les gusten los de los temas indígenas, libros. la multiculturalidad, la inmigración, entre otros. La escritora y traductora Una completa bibliografía brasilera Marina Colasanti, complementa este interesante con Escribir para niños: un trabajo recomendado a espejo interior, debate, en el promotores, bibliotecarios XVIII Seminario de literatura y docentes para conocer el infantil, sobre el tema de las pasado y el presente de la lecturas que se eligen para literatura infantil de nuestra niños y jóvenes, y cuestiona el región. reclamo de algunos docentes y autoridades educativas por narrativas que retraten el mundo cotidiano de los jóvenes lectores. Analiza elementos a favor y en contra Carátula de El reino del revés, de María Elena y afirma que cuando se les Walsh. Editorial Alfaguara. den a los niños y jóvenes textos ricos, sean estos realistas o maravillosos, textos llenos de simbología en la historia y en el lenguaje, se estará democratizando la lectura. Afirma finalmente que: “La cuestión no es producir libros/espejos para cada realidad, sino seleccionar correctamente, entre los muchos que ya existen y los nuevos que son publicados a diario, aquellos que, por su contenido y —sobre todo— por su calidad literaria, relatan en profundidad cualquier realidad”. No puede faltar en esta antología una panorámica de la historia de la literatura infantil y juvenil en la región, que le corresponde al escritor e investigador literario chileno Manuel Peña Muñoz, en el XX Seminario de Literatura Infantil, en


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1988-1989

HabĂ­a una vez... I y II Seminario de literatura infantil



Sobre literatura infantil Humberto Barrera Orrego

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sistimos por estas fechas a un florecimiento nunca visto de la literatura colombiana: a lo largo y ancho del mapa nacional se instituyen concursos de cuento y novela, editoriales nacionales y extranjeras publican obras de autores consagrados o desconocidos, abundan las series televisadas con base en novelas éditas e inéditas al igual que las versiones cinematográficas de “bestsellers” de largo renombre, y no faltan las cofradías de devotos que esperan con avidez la última hornada de su autor predilecto o los desplantes farandulescos de escribidores que esperan suplir con el escándalo, el vacío literario de sus obras. En este caso, desde luego, la cantidad de obras y autores en juego no significa por fuerza calidad, pero sí es significativo que a algunos escritores colombianos los conozcan primero en traducción a una lengua europea y que las obras de otros, menospreciadas por la miopía de la crítica y por sanedrines malintencionados de escritores poderosos y caducos, provoquen ediciones sucesivas y adaptaciones para la pantalla grande o chica. Este fenómeno de masificación hasta el presente sólo se ha producido en el dominio de la literatura para adultos, ya que, aparte de las fábulas versificadas, retozonas, de Rafael Pombo, el panorama nacional de la literatura infantil no parece particularmente pródigo en títulos de consumo masivo, que es, en última estancia, el termómetro que decide con más o menos exactitud sobre la particularidad de un título determinado. Surge aquí entonces, antes de seguir con esta aproximación, una cuestión capital para la adecuada comprensión del asunto que se ventila sobre este tapete: ¿cuál es el criterio utilizado para definir la frontera entre literatura infantil y literatura para adultos? A simple vista parece ser que la segunda se caracterice exclusivamente por descripciones más o menos abundantes de la mecánica sexual; por lo

menos ese es el gancho principal, la sal y pimienta de los libros mas vendidos. El éxito editorial es directamente proporcional al volumen de secreciones. Sin embargo, un examen más cuidadoso muestra que, al igual que toda clasificación, la precipitada es precaria y amañada. Muchos títulos, en efecto, originariamente destinados a uno u otro coto, han cambiado misteriosamente de dirección: “El principito”, por ejemplo, lo leen tal vez con mayor entusiasmo los padres que los hijos, mientras que los feroces “Viajes de Gulliver”, con todo y su sátira purulenta y su simpática procacidad, se han convertido en mascotas de uñas limadas que se codean con los peluches en el cuarto de los niños. En una entrevista difundida el 3 de marzo de 1979 por la segunda cadena de la Televisión Española, Fernando Sánchez Dragó (1), escritor peninsular largamente galardonado por la crítica y el público, se quejaba de “las cuatro falsas preceptivas narrativas imperantes en España”, las que, con leves retoques, pueden dar idea de las taras de que adolece nuestra propia literatura para niños: 1. Moralina. Los partidarios de esta vertiente se creen en la obligación de utilizar la literatura infantil como vehículo de una insoportable cantaleta “pedagógica” que ellos mismos no están en condiciones de llevar a la práctica. El resultado es un mazacote indigesto que pocos niños adquieren y ninguno lee: no es nada grato tener un fúnebre figurón junto a nosotros predicando sus retorcidos gustos como ideal de vida. La solidaridad, la generosidad, la franqueza y las demás virtudes se aprenden como gotas de miel, no con torrentes de vinagre. El propio Rafael Pombo se burló en “La cangreja consejera” de esta manía correccional.


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2. Por su parte, la corriente costumbrista busca inspiración en situaciones, personajes y tradiciones parroquiales, embadurnando cada página con burdos brochazos de color local. A base de bosta, cotizas y lágrimas de bienaventuranza se construye una imagen estereotipada, y por ende irreal, de la vida rural, idealizándola casi siempre en términos de idilio virgiliano. El hombre de ciudad, sus expectativas y sus problemas, son griego para este tipo de literatura, que —por suerte— no suele ser muy abundante. 3. En el reverso de esta tendencia encontramos el subgénero lumpen, con gamines de corazón inmaculado que descienden, sin romperse ni mancharse, por la espiral tenebrosa del infierno suburbano. Los cultivadores de esta tendencia por lo regular han trocado al padre Astete por catecismos no menos dogmáticos y maniqueos, y en nombre de la “realidad” amputan la dimensión irracional del hombre. Estamos ante el sociologismo, agrio enemigo de los cuentos de hadas que, según aquellos teóricos, enajenan a la infancia. Desde luego que esta última hipótesis aún no ha dejado de serlo. 4. Por último, el experimentalismo de biblioteca se regodea en jitanjáforas de artista adolescente patrocinadas por el estructuralismo y la morfosintaxis, en chisporroteos verbales en los que tiene mucho más importancia el alarde de sintagmas, diacronías y morfemas que el mundo mismo que, era de esperarse, hiciera su aparición a través de las palabras. Dicho de otro modo, el instrumento se convierte en fin. “La falta de rigor en el uso del lenguaje —afirma Jaime Alberto Vélez (2)—, la acumulación de palabras, el barriquismo, la búsqueda incesante de efectos verbales, el falso brillo, etc., constituyen en realidad la vertiente más profunda de nuestra historia literaria… políticos y poetas se unen hoy en el excesivo despliegue verbal, el absurdo, la falta de claridad. Tal estilo es, en realidad, el que caracteriza nuestra cultura…”. Además de estas cuatro categorías de Sánchez Dragó, podemos añadir una que es típicamente nacional: la fantasía —que no imaginación— de almíbar rosado, a la vez secuela y parodia del

“realismo mágico”, con pretensiones entre surrealistas y folclóricas, invadida de monigotes que parecen encogidos en un tocador de solterona, y de una exuberancia verbal que envidiaría una cucurbitácea. Y valga la distinción entre imaginación y fantasía, tan recalcada en particular por García Márquez, quien mantiene que entre ambas hay la misma diferencia que entre un ser humano y un muñeco de ventrílocuo: la imaginación apresa genios dentro de lámparas en las Mil y Una Noches, mientras que la fantasía desvertebrada alimenta los ocultos engranajes de los traganíqueles de Rico MacPato. Por su parte, Patricia Londoño (3), después de revisar una muestra de casi un decenio de lo que ella llama “el boom de la literatura infantil en el país”, alcanza las siguientes conclusiones: “Ha aumentado la producción local de libros para niños y preadolescentes. A pesar de ésto, la gran mayoría del material que se ofrece en el mercado sigue viniendo de España y Argentina. De lo producido en el país, el valor agregado nacional es sobre todo en impresión y encuadernación. Casi todos los autores, diseñadores gráficos e ilustradores de lo que producimos son extranjeros. Entre los libros enteramente colombianos predominan los diseños, ilustraciones mediocres —aunque hay excepciones— y los textos pecan por didácticos o por dulzones. Es dudoso que puedan captar la atención de esos exigentes lectores que son los niños y los jóvenes. Hay una respuesta a la ampliación del mercado editorial, pero ésta se presenta aún en pañales”. Una mirada a los títulos que conforman la “Colección Grandes Autores” en la serie de literatura infantil, publicada por la editorial Debate de Madrid, pone de manifiesto la antigua verdad del refrán “En todas partes se cuecen habas”: esta colección, en efecto, pese a estar constituida por obras salidas de la pluma de autores de amplia fama como Hemingway, Graham Greene, Aldous Huxley, parece regodearse en la trivialidad de contenidos destinados a mentalmente insuficientes, salvo quizá los relatos de Kipling, Isaac B. Singer y Máximo Gorki, que presentan elaboraciones de tradiciones folclóricas o míticas para los más pequeños. Los demás, al igual que la mayoría de los seleccionados en la “Colección Grandes Autores” de la editorial Lumen, no valen gran cosa como literatura, y, sin embargo, ocupan anaqueles de privilegio en librerías y bibliotecas, tal vez escritos así porque se considera que la niñez


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es un estado “biche”, y por ende inferior, a la edad Pietri (4), “cada día más se mira a la literatura como “madura”. Como si los diferentes estadios de la creación de lenguaje, independientemente de los inteligencia no representaran sucesivas cumbres de temas o convenciones formales que pueda aceptar. madurez que desembocan en un mundo pensado y Ya no sólo no se habla de géneros, caracterizados o dominado por adultos que olvidaron por el camino distinguibles, sino que se entiende que lo esencial y sus necesidades y sus sueños de transición. Con razón lo característico es el “discurso literario” (…) Es una Marguerite Yourcenar, que leía a Aristófanes y Racine visión global del arte literario, independizado de a los ocho años de edad, deploró a lo largo de toda toda particularidad limitante. Tal vez sea ésta una su vida la literatura llamada infantil, a la cual calificó posición extrema que el futuro de las letras puede de “beata” y la acusó de rebajar a la infancia. desmentir, pero, en todo caso, está más cerca la Literatura llamada infantil…¿Qué tipo de verdad del hecho de creación, que las arbitrarias e materia se invoca para justificar esta clasificación? ¿Es inútiles clasificaciones de la obra literaria por géneros tan diferente el entramado de y por modelos”. palabras y sentido con que nos ¿Qué le quedaría entonces dirigimos a un niño como para a la literatura llamada infantil? poder hablar de otra especie Ante todo, mantener viva la de literatura? ¿No estaremos conciencia de que todo ya fue más bien ante un problema dicho hace mucho tiempo, y similar al que postula Borges que lo único nuevo que puede cuando sondea el caso de los aportar un autor es una forma, clásicos: es decir, un simple un tono, un enfoque. Inventar asunto de preferencias? Sólo arquetipos no es como sacar que, en el caso de los clásicos, conejos de una chistera: a la preferencia está condicionada menudo, por no decir por coordenadas geográficas siempre, el escritor permanece e h i s t ó r i c a s p a r t i c u l a re s , inconsciente de que ha dado en tanto que a la literatura a luz una figura que tendrá infantil se añade el aspecto fortuna en la trayectoria futura de la especificidad del estadio de las letras, es un fenómeno de psicológico por el que atraviesa carácter doblemente aleatorio. el destinatario. Y aquí radica tal Personajes, por ejemplo, como vez la mayor dificultad para la Peter Pan o Mary Poppins no Ilustración de Omar Figueroa “Turcios”. comunicación de los escritores han logrado calar hondo en adultos con sus hipotéticos nuestro medio, tal vez porque lectores de edades tempranas: ante la perspectiva hace mucho éste fuera colonizado por las historietas, cada vez más cerebral y atiborrada de teorías de primero, y últimamente por las fáciles, baratas y aquéllos, la imaginación infantil se juzga “superficial” violentas series japonesas de dibujos para televisión; y “tonta” —cuando es justamente todo lo contrario—, tal vez porque las figuras de la agria institutriz y en consecuencia, al dirigirse a niños, se emplea un inglesa y del anacrónico jovenzuelo que nunca crece tono supuestamente imaginativo pero en realidad son enteramente ajenas a nuestra sensibilidad y viscoso y trivial, cuando no sentencioso. Aparte tradiciones. Por falta de publicidad no ha sido, dado de esta diferencia de punto de vista, no existe, en que periódicamente Disneylandia nos bombardea efecto, nada que establezca linderos radicales que con sus propias versiones emasculadas y decoradas separen la literatura en cotos para “gente mayor” con placebos. Un aspecto que se ha descuidado en la literatura y “gente menuda”, salvo sin duda, el interés, es decir, ese elemento gratificante bien sea intelectual dirigida a los niños es el del exotismo. Pero no de o emocional, sin el cual no hay lector posible, no un exotismo fácil e irresponsable que propicia el importa qué edad tenga. En palabras de Arturo Uslar escapismo de los problemas y tensiones de la vida


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diaria, sino de una perspectiva, con los pies bien asentados en la tierra, de otras latitudes o de otras épocas, que ilumine con nuevas luces nuestro sentir, nuestro pensar, en orden a una mejor comprensión de los propio y lo ajeno, a la vez que nos deslumbra con la otredad de sus atuendos y ceremonias, de su culinaria y sus teogonías. Vargas Llosa (5) define así sus perfiles: “Lo exótico tiene una vocación imaginaria inconfundible (…), tiende a despegar de lo real objetivo, a ingresar en lo imaginario, pues es por definición lo distinto y lo distante, lo desconocido, lo otro (…) Imbuido de enigma y de color, lo exótico es, dentro de la realidad real, lo que se halla más cerca lo imaginario”. Los relatos de Pu Sung-Ling, Las Mil y una Noches, las novelas de ficción científica, los “Kaiwan” del Japón, los relatos de nuestra historia —tanto prehispánica como colonial y el período de la independencia—, son textos cuya seducción deriva en gran parte de un exotismo que articula con acierto cuestiones que han asediado al hombre desde la aurora del pensamiento, y circunstancias culturales concretas. Vale decir, una intersección de lo transitorio y lo permanente. Esto nos conduce sin remedio a la mención del relato histórico por definición, el mito ajeno. Probablemente existan tantas definiciones de mito como mitos en el mundo han sido, pero entre las más acertadas hay una en particular (6) que destaca el meollo arquetípico afectivo del mito: “Se puede llamar mito a la ‘historia’ que tiene por objeto explicar algo que, siendo primordial, trasciende el concepto, pero cuya necesidad se afirma independientemente de su verdad histórica. (…) El procedimiento del mito permite decir lo indecible como un poeta o un místico”. Muchas veces se ha señalado el íntimo parentesco existente entre mito y cuento de hadas, como en el caso de las peripecias de Perseo, Teseo, Jasón, o de los amores de cupido y Psique, para no mencionar sino ejemplos griegos. Ello explicaría el éxito arrollador de la adaptación para niños que Robert Graves tituló “Dioses y héroes griegos”, publicada por Lumen, y que raramente se demora en los mostradores de nuestras librerías. Hasta hace un par de decenios hubo en España la Editorial Araluce, cuyo catálogo se especializaba en ediciones de obras

maestras universales recortadas para menores de edad: la poda abarcaba, desde luego, la censura erótica, pero también las eternas disgresiones y las novelas intrusas que lastran la suculenta prosa de la primera parte del “Quijote”, despojándolo de la agilidad que, en la mayoría de los casos, exige una mente juvenil. Generaciones de muchachos pudieron así deleitarse con versiones comprimidas desde “El Ramayana” hasta Shakespeare, desde las “Leyendas taumatúrgicas” hasta Tennyson, “Los Nibelungos” y cuentos folclóricos de muchos países, pasando por Beowulf, Dante y las insignes diabluras de Till Eulenspiegel. Y todos los libros bien provistos de unas espléndidas ilustraciones que alborotaban el vuelo de los sueños. Cuántas horas de irresistible embeleso invirtieron aquellas infancias perdidas en explorar la Tierra de Nadie, que es Tierra de Todos, de la literatura…Dichosa edad y dichosos tiempos aquellos. No se concluye de lo anterior la postulación de una ramillete deshivanado de recetas para elaborar cuentos infantiles de éxito infalible: es preciso recordar el célebre pasaje de un texto budista, “Las preguntas del Rey Milinda” (7), según el cual el carro del rey no es las ruedas ni la caja ni la lanza ni el yugo, no es la combinación de estas partes ni existe fuera de ellas. O, en términos no sibilinos, podemos hacer general la apreciación que de “Cien años de soledad” hiciera Mario Vargas Llosa: “Ninguno de los aspectos tocados explica por sí solo la grandeza del libro, ella resulta de la suma de todos, y, aún más que de la simple suma, de las proporciones en que los distintos elementos de esta adición han sido usados, y todavía más, de los matices y variantes que se podrían detectar en esas infinitas mezclas, y aún más, de la exacta oportunidad con que fueron instalados en la novela los mecanismos de su estructura, de la precisión con que fueron elegidas las palabras, las frases, los ritmos de su escritura y de la total adecuación de esta escritura y estructura a la materia en ella encarnada, al extremo de ser estos tres elementos una sola entidad irreductible, con un cierto fondo inalcanzable, eternamente misterioso, contra el que acaban por estrellarse todos los intentos racionales de averiguación, exactamente como ocurre con la vida”. (8)


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Tampoco se pretende preconizar un anacrónico retorno a las ediciones expurgadas especialmente para los estantes del Delfín. La propuesta que aquí se postula es la de un respeto total por la inteligencia y el universo infantiles, la de la aniquilación definitiva de ese fantoche imbécil y asexuado para el cual escribe un sector nada desdeñable de autores profesionales y aficionados. Podrán las editoriales vomitar grandes tirajes de opúsculos lacrimógenos y cursis; podrán ciertos colegios, opulentos o no, imponer su adquisición y sus lecturas forzosas, pero no podrán estragar el exigente paladar de sus hipotéticos destinatarios. Cuando en 1968 su ilustre papá les leyó, recién salido del humeante teclado, un cuento presuntamente infantil (9), los niños Rodrigo y Gonzalo García Barcha comentaron con acento de lástima: “No creas que los niños son tan tontos”.

infantil!” Boletín cultural y Bibliográfico del Banco de la República. Vol. XXII, No. 4, 1985, págs. 82-85. (4)Uslar Pietri, Arturo. “La historia en la novela”. Fantasmas de dos mundos. Barcelona, Seix Barral, 1979, págs. 55-56. (5) Vargas Llosa, Mario. Historia de un deicidio. Barcelona, Barral Editores, 1971, págs. 577-578. (6) Varios autores. “Mito”. La filosofía (enciclop.) Bilbao, Mensajero, 1974, págs. 421-422. (7) Borges, Jorge Luis. “Qué es el budismo”. Obras Completas en colaboración. Buenos Aires, Emecé, 1979, pág. 746. (8) Vargas Llosa, Mario. Op. cit., págs. 614-615. (9) Rentería Mantilla, Alfonso (recop.) García Márquez habla de García Márquez. Bogotá, Rentería, 1979, pág. 154.

Humberto Barrera Orrego. Fue maestro por más de veinte años en el Liceo San Luis de Yarumal, miembro fundador de la Fundación Cordovista de los Andes y Carátula de Charlie and the Chocolate Factory, miembro de número de la de Roald Dahl. Academia Antioqueña de Historia. Sus trabajos de investigación han versado sobre José María Córdova y sus contemporáneos, Epifanio Mejía, Pedro Pablo Betancourt y Francisco Antonio Cano, entre otros. Lector incansable y traductor de algunos idiomas.

Notas (1) Citado por Martín Vivaldi, Gonzalo. Curso de redacción. Madrid, Paraninfo, 1980, pág. 431. (2) Vélez, Jaime Alberto. El lugar común y la literatura. Ponencia en el XVI Congreso Nacional de profesores de Español y Literatura. Medellín, 1984, pág. 19. (3) Londoño, Patricia. “¡Pañales para la literatura

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1990

III Seminario de literatura infantil



La calidad literaria en los textos literarios para niños Oscar Castro García

1. Aclaraciones sobre el título

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l título de este artículo necesita algunas aclaraciones. La primera se refiere al destinatario: los niños. Bajo este nombre, los diferentes escritores y editores han incluido a niños de edades indiferenciadas, ya que podrían incluirse tanto los lactantes y los balbuceantes, como los que gatean y los que hablan perfectamente, los que van al preescolar o al jardín de infantes y los que van al campo a elevar cometas, por su propia decisión. Esta apreciación no suena exagerada, si tomamos en cuenta que las madres o personas que cuidan los niños les leen cuentos, sin discernir con precisión la capacidad intelectual del oyente. En otras palabras, niños son los recién nacidos y los adolescentes. Esta ambigüedad se ha ido aclarando con el auge de los textos especializados para niños, en las últimas décadas, ya que algunas editoriales especifican las edades de los niños a los que van dirigidos los libros. Sobre todo, en el género del cuento, el más popular y difundido, el que más atrae a los niños y el que más apasiona a los adultos que hacen de lectores, cuando estos niños aún no saben leer. En sentido estricto, la edad infantil no tiene un límite cronológico determinado. En la sociedad y en la cultura nuestra, la edad infantil está limitada por la adquisición del “uso de la razón” o la llegada a los siete años, época en la que ya las primeras letras y los primeros números han entrado a formar parte del haber cultural de un niño. La prolongación de la infancia se ubica en los años de la pre adolescencia, es decir, hasta los doce años, aproximadamente. Pero no todos los cuentos escritos para niños pueden ser entendidos y digeridos por los de siete años ni a los

muchachos de doce les gustan los cuentos más propios para los de siete o cinco. Las madres leen cuentos a sus hijos o se los inventan de su propia imaginación o los sacan de su memoria cultural, aunque en la mayoría de los casos, durante los primeros años, los cuentos sirvan de mero contacto (cumplan la función fática de la comunicación); no obstante, el niño está aprendiendo a mantener los vínculos con su madre, por medio de la palabra: está aprendiendo a comunicarse. En esa intensa e íntima comunicación con la madre, también se está relacionando con el otro, con los seres que le rodean, pues éstos igualmente le hablan, le juegan, lo cargan, le dicen cuentos o le cantan nanas. Además, en estos primeros contactos se está ejercitando en el acto de escuchar. En el transcurso de cada cuento, las inflexiones de la voz, el ritmo de la dicción, las cadencias, los tonos y demás recursos de la comunicación llegan al niño por casi todos los sentidos, lo que lo prepara para un rito, una ceremonia ancestral y comunitaria, que se realiza por y para la palabra. Otro elemento cuestionable del título es la expresión “texto literario”. Este concepto o, mejor, estos dos conceptos están relacionados con la cultura y la sociedad en que vivimos. La diferencia entre la literatura oral y la literatura escrita se parece a la diferencia entre lenguaje oral y lenguaje escrito. Hablar de texto literario puede incluir ambas literaturas, pero en este caso me referiré especialmente a la literatura escrita. Se entenderá por “literario” aquello que la sociedad considera, por medio de sus instituciones culturales, educativas y literarias, que es “literatura”. En este caso, todo lo considerado como literario dentro de nuestra cultura, será tomado como literatura. Tal consideración está


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determinada por instituciones diversas: editoriales, distribuidoras, librerías, ferias del libro, concursos, educadores, sicólogos, pedagogos y muchas otras personas e instituciones que tienen que ver con la formación y la educación de la niñez y la juventud, en determinadas sociedades o regiones. Pero, con un criterio más coherente y menos dictatorial, es preferible llamar “literario” al texto (oral o escrito) que reúna ciertas condiciones que el género (cuento, novela o poesía, por ejemplo) exige, determinadas por una rama del saber que es la teoría de la literatura, los estudios realizados sobre la literatura en general y la literatura infantil en particular. De esta manera, es literario el texto que se aleje de la mera transcripción de los datos de la realidad; que crea ficción, despierta la imaginación, conforma un mundo creíble o verosímil, atrapa la atención, recrea un asunto, transforma por medio de la palabra lo aparente de la realidad; el texto que explora y que explota los recursos de la lengua para crear sensaciones e imágenes poéticas y bellas sobre la vida, que sugiere varios sentidos y utiliza recursos que en lenguaje cotidiano y en los demás lenguajes especializados, como el lenguaje científico, no se utilizan. Son literarios los cuentos, poemas, novelas, diarios y otros tipos de escritos, en los que la palabra, los recursos de la lengua, las posibilidades expresivas y significativas del lenguaje se manifiestan de manera especial, estética, admirable; aquellos textos en los que, en forma deliberada, las palabras adquieren tanta importancia como lo que éstas dicen: el signo lingüístico, la forma y disposición de las palabras, el empleo de la sintaxis, el léxico y el sentido de la lengua adquieren importancia capital, sin desmedro de alguna de sus partes; esto es, la expresión formal se hace tan necesaria como el sentido que encierra; o el sentido es tan interesante, tan importante como la forma, la materia que lo manifiesta. Además, lo literario también está determinado por la capacidad que tenga el texto para motivar sicológicamente al lector, despertando en éste sensaciones y sentimientos transformadores sobre la realidad, sobre el mundo narrado. Por la energía que lleve al lector a repensar o a replantearse la realidad en otra dimensión o en dimensiones hasta el momento insospechadas. Porque el texto permite encontrar otros sentimientos más dignificadores de la vida, cuestionadores del estado de cosas mantenido de manera inconmovible, abarcadores

de los diversos mundos o dimensiones que forman parte de cada acción, cada suceso, cada situación de la vida cotidiana de los seres humanos; otros sentidos que comuniquen a los humanos con las otras fuerzas del universo, tanto animadas como inanimadas, orgánicas o minerales, terrestres o cósmicas, monumentales o diminutas; que armonicen al ser humano con los demás seres del universo, despertando en su conciencia y en sus actos el valor de la convivencia y del respeto de las leyes y de los seres de la naturaleza. Sentidos que expresados en una fábula, un relato, una novela de aventuras, un cuento maravilloso, un poema, un diario u otro género literario concertó, nos hagan pensar en la esencia de la vida humana, de manera primordial, y en las relaciones de esta vida con el respeto de las cosas y de los seres, con los que el ser humano vive y de los que se beneficia. Y, sobre todo, un texto es literario cuando simboliza la realidad humana o un aspecto o situación de esta realidad, de manera ejemplar y única, innovadora y original, por medio de la estimulación de imágenes insospechadas, de sensaciones y de sentimientos íntimamente ligados al lenguaje, a las palabras, a los recursos de construcción del texto. En otras palabras, cuando el texto produce un efecto explosivo en el lector, no sólo por lo que dice, sino también por la manera como lo dice.

2. Inquietudes sobre la esencia de lo literario y el lector de literatura Las anteriores precisiones no dejan de ser abstractas, vagas, normativas. Pero es importante empezar, aunque sea con el preámbulo anterior. Es necesario, porque el tema es problemático, ya que hablar de la “calidad” en la literatura es hablar de abstracción. Tratar de precisar una abstracción es querer definir, separar el término de los opuestos, delimitar, normativizar. Y plantear la “calidad literaria”, es referirse de alguna forma al “deber ser” de algunos textos para que logren su esencia literaria. Mejor sería hablar de los textos que considero de alta calidad literaria, para poder así encontrar los criterios que le dan validez a lo que puede definirse como “literario”. Sin embargo, otro problema es definir los textos que atraen al lector adulto por su calidad literaria, a sabiendas de que son textos escritos para


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lectores infantiles. Trataré de despejar estas otras que se identifican los que tienen el poder político inquietudes, antes de proponer lo que entiendo por y económico y que son transmitidas por medio de las instituciones culturales y educativas. Por eso, lo “calidad literaria” en la literatura infantil. En primer lugar, un texto es literario aparte de que se entiende por literario viene dado desde la que sea “infantil”, “juvenil”, “femenino”, “fantástico” escuela primaria, desde las primeras letras y desde u otro calificativo cualquiera. Ante todo, un texto los medios de comunicación, pues éstos difunden, literario adquiere valor literario antes que valor determinan, excluyen y agrupan determinados moral o ideológico u otro valor que se le asigne textos de la cultura bajo los calificativos de “literario” en determinadas condiciones sociales, históricas, o “no literario”. De esta forma, muchos textos ideológicas, geográficas u otras menos importantes. aparecen como literatura cuando determinados Pienso que si los escritores y los lectores consideran medios masivos se interesan por difundirlos como que lo literario debe predominar sobre delimitaciones tal para poder venderlos. El comprador adquiere particularizantes, excluyentes o “literatura” y se lleva una abiertamente discriminatorias, enorme sorpresa al descubrir obtendrían mayor provecho; crónicas intrascendentes o de esta manera, tomaría relatos sosos y poco elaborados la obra literaria con más sobre experiencias particulares responsabilidad y honestidad, y sin alcances significativos, pues el criterio estético y ético por ejemplo. Los divulgadores de su trabajo —de escritura de “best-sellers” atraen a los y de lectura— sería la fuerza lectores incautos, los cuales dominante que los orientaría creen que lo que leen (léase siempre. “consumen”) es la más buena En sentido estricto, el buen literatura del momento. texto literario es, ante todo, El buen texto literatura artístico, es decir, producto se sale de los calificativos de la creación humana, de la menores y entra en el refinado recreación y de la trasformación mundo de los literario, debido de la materia prima: el tema y a sus propios valores, a sus las palabras que transmiten logros como creación artística este tema. Este valor puede y literaria, donde predominan manifestarse de diversas los principios y los recursos maneras, pero hay algunos de la poesía, de la palabra Carátula de Strega Nona, de Tomie dePaola. criterios, algunos parámetros, convertida en un protagonista ciertas normas y ciertas que requiere obligatoriamente tradiciones a las que debe responder o ajustarse de la presencia de ese otro protagonista que para lograr ser reconocido como “literatura”. Estos es el significado, su contenido. Porque antes criterios han sido establecidos por las sociedades, entendíamos que la palabra era un simple medio las organizaciones de escritores y poetas, las para transmitir ideas; y decíamos que la palabra instituciones culturales y artísticas de cada país, el era la materia prima de la literatura, engaño que desarrollo de las ciencias del lenguaje y del signo, nos condujo a leer los textos como una acción como la lingüística, la semiótica, la poética y otras. por medio de la cual se extraía el contenido para Además, la misma tradición y el mismo desarrollo luego tirar el recipiente, es decir, el lenguaje que de las obras literarias, la recepción de estos textos, transmitía ese sentido único del texto. Para el caso la lectura, el análisis y comentario de los mismos, que nos ocupa, lo literario será siempre un criterio la crítica y el estudio concienzudo de las obras han más amplio, más esencial que las subclasificaciones, ayudado a la delimitación del campo de lo literario. dentro de las que está la literatura infantil o En gran medida, estos criterios son tomados por las juvenil. ideologías que dominan en las sociedades, con las


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3. Autor vs. narrador; lector vs. narratorio; narrador y narratorio Segundo, es necesario, también, pensar en la causa de esta determinación. Por lo general, confundimos al escritor con el narrador de un cuento o de una historia novelada. Y si el narrador es uno de los personajes, protagonista o secundario, entonces también confundimos al escritor con el narrador y con el personaje de la historia que nos relata. De acuerdo con esto, en los cuentos dedicados a los niños aparece con frecuencia un “yo” que se dirige a los “amiguitos” o a los “niños” en forma explícita. En ocasiones, el narrador se hace cómplice del lector infantil y se alía con él en contra, por ejemplo, de los adultos que no entienden ya el mundo de los infantes. Hay muchísimos recursos de éstos, que hacen creer al lector (al niño en este caso) que quien le está hablando con tanta confianza es un aliado suyo que, aunque de edad madura, está contra los adultos que lo rodean: padres, tíos, abuelos, hermanos, maestros y demás personas mayores. La tendencia es identificar a este narrador con el autor, porque así se ha entendido falsamente a quien habla en el texto. Igualmente, el narrador hace creer al lector que cuando dice “amiguito”, “niño”, “lector”, se está dirigiendo personalmente a ese lector particular. Esto, que ayuda y es un recurso de la escritura, es lo que mantiene el contacto entre lector y texto, antes que entre lector y autor. De hecho, no es fácil identificar al narrador de una historia fantástica, que se mete en el sueño de Alicia, en su delirio por ese mundo trastocado, al revés, extraño, sorpresivo, contradictorio, perverso y atractivo, inofensivo y cruel, con el autor Lewis Carroll, personaje sicológico que existió en la realidad y que cumplió su ciclo vital como los demás seres de su tiempo. Porque Lewis Carroll era un personaje de carne y hueso que nunca podría haberse metido en un sueño ajeno, proeza que nadie ha logrado hasta el momento. La ilusión de realidad que establecen las estrategias de los escritores al presentar narradores impersonales, sin edad ni sexo ni forma física definida, les sirve para que el niño lector se mantenga atento al texto, crea que de verdad alguien le cuenta la historia y se hace su compinche en la aventura y en el secreto a descubrir u ocultar. Y al sentirse “nombrado” en el libro, crea

un lazo de unión más estrecho, de confidente, de cómplice, de compañero de la historia, ya como asistente, como espectador o como verdadero actor que sólo puede mirar, oír, imaginar pero nunca intervenir en la historia que le entreguen. En este sentido, los narradores juegan a veces con los sentimientos del niño o se adelantan a las reacciones que éste pueda tener: “no te impacientes”, “ya verás que esto no es tan triste como parece”, “confía en que el hada salvará a nuestro pequeño héroe” y otras muchas fórmulas verbales que le servirán para controlar a ese destinatario del cuento o de la fábula. En esta estrategia de la narración se crea la ambigüedad, pues ese “tu”, ese “amiguito” y ese “pequeño lector” a quien se dirige el narrador no es otro que el oyente que crea las mismas palabras, a quien se le da el nombre de “narratorio”. Narrador y narratorio del texto son los mediadores entre el escritor y el lector de la vida real, seres de carne y hueso perecederos, que intentan identificarse con seres más imperecederos, como son el que narra el cuento y aquel a quien se dirige ese narrador. En la quinta página de Peter Pan y Wendy (de James Mattew Barrie) se lee: “Si ustedes, niños, pudieran permanecer despiertos (claro está que no pueden) verían a su madre…”; y luego: “Yo no sé si ustedes habrán visto alguna vez el mapa de la mente de una persona”; en la p.14 se lee: “Si ustedes, queridos niños, o yo, Wendy hubiéramos estado allí…”; y en una de las últimas páginas afirma: “Al fin y al cabo no somos sino unos incorregibles curiosos. Nadie nos quiere, en realidad; así, pues, observemos y digamos cosas mordaces con la esperanza que algunas de ellas lastimen a alguien”. En este último fragmento, el cambio de un yo a un nosotros crea una ambigüedad sobre el narrador y el narratario, pues parecen varios o, simplemente, se trata de involucrar al lector en las acciones del cuento y en la voluntad e intenciones del narrador. De alguna forma, el narrador es un yo que permanentemente mantiene contacto con su lector, al que define como niño o niños, pequeños, amiguitos, es decir, personas de poca edad. En cambio, Lewis Carroll es más directo con el narrador de Alicia en el país de las maravillas; sólo insinúa su presencia —la del narrador— en el poema inicial, cuando se explica el nacimiento, el motivo del cuento que va a entregar. Es sutil al presentar el origen del cuento en la imaginación de la niña y al dirigírselo a la


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misma Alicia, es decir al personaje de su cuento. ellos en desuso o contrarios a los más sanos principios Porque Alicia es personaje de su propia fantasía y educativos y formativos, también caracterizan a destinataria del cuento que esa fantasía puso en boca los textos literarios para niños: sermones sobre de un narrador indeterminado, anónimo, que habla el buen comportamiento, los buenos modales, la en tercera persona y trata de alejarse lo más posible obediencia a las normas y preceptos morales, sociales de los hechos narrados. Algo similar sucede con el y religiosos. Recomendaciones sobre los hábitos y narrador de Momo, de Michael Ende; al final de la costumbres en el aseo personal, la urbanidad, la novela, el lector se da cuenta de que el verdadero presentación y demás caprichos que los escritores narrador es un anciano, quien le dice al intermediario adultos quieren imponer a los niños por medio de entre el lector y él: “—Le he contado todo esto, sus cuentos; como los que se leen en el cuento La como si ya hubiera ocurrido. También hubiera venganza de la muñeca (de Hernando García Mejía): podido contarla como si fuera a ocurrir en el futuro. “Desde entonces no volvieron a amanecer juguetes Para mí, no hay demasiada dispersados por la casa y la diferencia”; y el narrador que madre de Rosina comenta con hace de intermediario termina verdadero orgullo que su hija es la historia diciendo. “Pero si la más ordenada que conozca” algún día, por casualidad, (p. 1139; esta frase que huele vuelvo a encontrármelo, pienso a orden y limpieza resume el hacerle muchas preguntas. “En objetivo del cuento, porque la estas palabras, se insinúa que el muñeca se venga debido a que autor de la obra es apenas un la niña no duerme con ella, transmisor de la historia —un como hacen todas las niñas, y intermediario—, narrada de por esto la desacredita ante su verdad por un anciano, que no madre desorganizándole todas es otro que el maestro Hora de las noches su cuarto. la misma historia. Deliberada instrucción Narratorio vs. lector sobre los valores y cualidades infantil. Tercero, los textos que el “deber ser” —que dirigidos a los niños tratan sustenta una idea sobre el de explotar la imaginación, el modelo de ser humano— le lenguaje, la lógica infantiles. dicta al escritor: libertad, Aparecen en ellos los sueños y caridad, justicia, bondad, Detalle de carátula de La rana sin dientes, de Luis deseos, los ensueños y fantasías Fernando Macías. Ecoe Ediciones. honradez, caballerosidad, que se forman los niños de la dignidad, honestidad, amor, realidad que los circunda, las apreciaciones sobre decencia y muchísimas otras más, dentro de las los adultos y las percepciones de las cosas. Todo esto cuales se mezclan criterios o ideologías a veces se manifiesta en un libro, un objeto en el que varios contradictorios, como la religión, la política, la elementos determinan y delimitan también a los economía, la jerarquía social, la educación, el lectores: el título, la extensión de los capítulos y de civismo, el egoísmo, la individualidad, la norma, todo el texto, los dibujos, el tamaño de la letra, la la ley del derecho, la ley natural, la ley de la selva, referencia casi directa o inmediata de las imágenes la ley de la barbarie, la fuerza, la solidaridad, para visuales a las acciones que se narran, el colorido mencionar algunas; esto es lo que se lee en el final acorde con los sentimientos o sensaciones que el del cuento De cómo la familia Chimp vino a la ciudad, texto intenta despertar en el lector, el estilo y el de Santiago Pérez Triana: “... le enseñaron a él tono narrado, el lenguaje utilizado por el narrador el arte de la vida; arte, decía mister Chimp, que y los personajes o protagonistas del cuento, las después de todo se reduce, así en la ciudad como comparaciones y referencias a los objetos y situaciones en el bosque, a saber guardar el equilibrio y salir que normalmente acompañan el crecimiento y la vida airoso de los malos pasos”. Y esto no es todo, pues de los niños. Muchos otros elementos, algunos de cuando un niño lee: “Porque, según sabemos todos,


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el monstruo ojiverde de los celos no vuelve a dormir una vez que se ha despertado, y se convierte per sécula, en cruz y tormento de los desventurados a quienes ha mordido. Sirva esto de advertencia a todos y cada uno, ya sean bípedos de los que viven en las ciudades, ya sean personas con cola de las nacidas en los bosques”, debe quedar bastante confundido y lleno de sensaciones e imaginaciones extrañas, extravagantes, indefinibles. El cuento La oveja negra, de Joaquín Pineros Corpas empieza con un pequeño sermón llamado “Introducción”: “La prudencia tiene ojos y lengua, eso nadie puede dudarlo. Lástima que casi siempre ande cabizbaja y hable en chino...”; ¿acaso no queda la imagen de la prudencia muy mal parada después de estas sentenciosas palabras iniciales? Consejos, a veces llenos de morbosidad y de desfachatez, sobre el modo de juzgar y de proceder, de desear y de actuar, de pensar y de reaccionar, es decir, verdaderas invasiones a la conciencia del niño, para despertar en él visiones, juicios, sentimientos y hasta sensaciones que aún no se han presentado en su desarrollo físico y sicológico, pero sobre los cuales el texto le advierte y le pone en estado de alerta antes de tiempo; sin saber, además, si su apreciación adulta es correcta y sana o si en el niño lector se despertará semejante “barbaridad”; al menos, esto es lo que el cuento Valentina y el teléfono mostaza, de Luis Fernando Macías, me sugiere, porque una niña de pecho, que aún no entiende las palabras, identifica el amor con el matrimonio y transforma mecánicamente estas dos realidades en su fantasía: “... por eso Valentina se casó con el teléfono y tuvieron sus telefonitos”; termina este cuento con una extraña reunión de afectos, de reacciones de los adultos no identificadas por la niña y de falta de imaginación del narrador. Y, sobre todo, la presentación de una idea sobre lo normal, lo lógico del mundo y de la vida, lo armónico y lo permitido, como si la creencia o convicciones del narrador (léase autor) fueran verdades absolutas, ya para presentar mundos ficticios o imaginarios o para referirse al mundo llamado “real” en el que el autor de carne y hueso vive; en otras palabras, no dejar nada de sugerencia, de esfuerzo, de imaginación en el lector, sino darle todo tal como “debe ser”, como se lee en el primer párrafo del cuento Superman vs. el Mohán, de Álvaro Hernández: “El perdón es, al parecer, una cualidad femenina que los hombres practicamos...” y, al final del mismo párrafo: “Estas cosas me las vino a enseñar el tiempo, el maestro

más sabio que he conocido...”, para colocar un ejemplo y no ser apresurado en afirmaciones. Sobre estos aspectos, Humberto Barrera Orrego planteó serias observaciones en su artículo “Sobre literatura infantil” (Había una vez, Medellín, SECREM, 1989). No es necesario seguir escudriñando las múltiples torpezas y desalientos que se encuentran en los textos llamados de “literatura infantil”. No es conveniente, además, porque en nuestro medio hay mucha fragilidad en los escritores y la mayoría de éstos considera intocable su obra y perfecta, además; incuestionable, inmutable, única, original, bella, certera, audaz y muchas otras ideas que tanto mal les hacen a ellos y, sobre todo, a sus obras; pero, más que todo a los lectores a los que van dirigidas. En un artículo de Oscar López Castaño, próximo a aparecer en la revista Lingüística y Literatura No. 16, hay una lectura y una revisión crítica de los libros que han sido premiados hasta el momento en el Concurso Enka de Literatura Infantil. El profesor López, sin contemplación alguna, analiza precisamente la clase de destinatarios a quienes supuestamente se destinan los cuentos y los resultados de este manejo en los textos; analiza el lenguaje, el grado de verosimilitud, los trucos y engaños, el tratamiento de la materia contada y de la realidad en la que escritor y lector viven, leen y sueñan. No quedan muy bien los cuentos en este análisis, porque casi ninguno de ellos respeta al lector al que están dirigidos y tampoco realizan verdaderos valores o patrones literarios que le den rasgos de universalidad, de profundidad y de logro artístico a los cuentos, salvo excepciones.

4. Calidad de los textos literarios escritos Todo lo anterior me permite hablar, con alguna seguridad, sobre los criterios que caracterizan la calidad literaria de los textos dirigidos a los niños. Es conveniente aclarar que los presento a manera de propuesta, considerando que no hay leyes y normas definidas, modelos únicos, patrones o esquemas que definan con absoluta certeza la cualidad llamada literaria. Recojo de mi experiencia de lector, que se remonta, sin pretensiones de modestia o de inmodestia, a mis nueve años, cuando ya era asiduo buscador de libros de lectura, visitante de la biblioteca del pueblo y beneficiario de las bibliotecas particulares de mis parientes cercanos. También


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cuentos tuvieron matices religiosos, humorísticos, cómicos, trágicos y hasta triviales. De alguna forma, los cuentos de mi abuela no eran cuentos para niños, sino cuentos contados también a niños, ya que de su patrimonio se beneficiaban los adultos también. Podría decir que de ahí salté a los libros de estudio, ricos en lecturas, cuentos, fábulas y poemas, hoy verdaderas curiosidades de la década del cincuenta. Y de éstos pasé a una variada gama Mi experiencia de lector durante mis de libros que reunían títulos de formación personal, primeros once años. Como todo planteamiento religión, historia, aventuras, novelas, cuentos, a priori, es decir, toda exposición que se presente libros prohibidos, ciencia, revistas de tiras cómicas, como una pauta a seguir o un el Tesoro de la Juventud y el modelo a imitar, no deja de ser Libro de Petete, además de las repugnante, prefiero seguir el varias colecciones de revistas método de la inducción. Este que formaban tomos y obras método, al menos, no permite enciclopédicas a los dos o tres generalizar o presentar ideas años de esperar ansiosamente, antes de abordar los textos. De en la única papelería del alguna forma, mi experiencia pueblo, la llegada del número de lectura, ubicada en los semanal, con el temor de primeros años de la educación, desajustar la colección en es demasiado grata para que algún momento, como de sólo se haya quedado fijada hecho ocurrió casi siempre. en los cuentos de hadas o Sin tener, pues, un ambiente cuentos infantiles. Puedo de intelectuales en la familia, decir que la enseñanza y las desde mi infancia estuve lecturas que traían los libros rodeado de libros y revistas, no de lectura y de español me siempre leídos en su totalidad, motivaron, en gran medida, a pero siempre fieles en mi leer libros de diversa índole, pequeña biblioteca, la que de en los que sobresalieron la alguna forma se asemejaba a la Carátula de El terror de Sexto “B”, de Yolanda fábula, la aventura, el humor y que deseaba tener algún día. Reyes. Editorial Alfaguara. la imaginación. No cito libros Más que una gran biblioteca de en particular para no caer en lugares comunes libros especializados para niños, invento por lo demás o para no presentar listas que nada significan. reciente y de costosa adquisición, fue el contacto con Lo interesante de todo esto es que no tengo en las narraciones orales y luego con diversos libros de mi memoria de infante y de preadolescente, una la literatura universal, los que formaron mi interés y imagen de libros “para niños”. No fui menor de mi gusto por la lectura. Ahí mismo, debió afianzarse edad en este sentido, y más cuando ni siquiera el criterio para elegir o para sostener la lectura de en mi hogar se fomentó la lectura de cuentos determinados libros; criterio que se vio ampliado y infantiles. Recuerdo con mayor afecto y satisfacción racionalizado un tanto durante los años de estudio algunos cuentos orales, contados por mi abuela o en el Bachillerato. De este tiempo hasta el día de mi tía-abuela. Eran larguísimas y entretenidas hoy, por medio de todas las lecturas realizadas y de historias que ellas nos transmitían mientras nos las abandonadas en los primeros capítulos, saco las cuidaban o cuando las visitábamos. Cuentos que conclusiones siguientes, para terminar. se empataban como una serie interminable y que se transformaban de nuevo en otras series, con El simbolismo, o los otros sentidos del texto. nombres o situaciones diferentes. Muchos de estos En el capítulo 19 de Momo leemos: expongo mis criterios basado en mi trabajo como estudioso de la literatura, investigador de algunos de sus campos y docente de la misma área en escuelas de enseñanza secundaria y en algunas universidades de la ciudad. No sobra agregar que mi práctica, mis ejercicios continuos, en la escritura de textos literarios —cuentos especialmente— me permiten también hablar con alguna propiedad sobre este tema.


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“—¿Algo peor? —preguntó Momo, asustada. “El maestro Hora asintió: “—Yo adjudico su tiempo a cada hombre. Contra eso no pueden hacer nada los hombres grises. Tampoco pueden detener el tiempo que yo envío. Pero pueden envenenarlo. “—¿Envenenar el tiempo? —preguntó Momo espantada. “—Con el humo de sus cigarros —explicó el maestro Hora—. Te dije una vez que cada hombre posee un templo dorado del tiempo porque tiene corazón. Si los hombres permiten la entrada en él de los hombres grises, éstos consiguen hacerse con más y más de aquellas flores. Pero las flores horarias arrancadas del corazón de un hombre no pueden morir, porque no se han marchitado de verdad. Pero tampoco pueden vivir, porque están separadas de su verdadero propietario. Con todas las fibras de su ser tienden a volar al hombre al que pertenecen. “Momo escuchaba, sin aliento. “—Has de saber. Momo, que también el mal tiene su secreto. No sé dónde guardan los hombres grises las flores horarias robadas. Sólo sé que se congelan mediante su propio frío, hasta que las flores se quedan rígidas como copas de cristal. Esto les impide volver. En algún lugar, bajo suelo, debe haber unos almacenes enormes, donde está todo el tiempo congelado. Pero ni aún así mueren las flores horarias. “Las mejillas de Momo empezaron a brillar de enfado. “—Los hombres grises se aprovisionan en estos almacenes. Les arrancan los pétalos a las flores horarias, hasta que se vuelven grises y duras. Con eso se hacen sus pequeños cigarros. Pero hasta éste momento todavía queda un poco de vida en los pétalos. Y el tiempo vivo es indigerible para los hombres grises. Por eso encienden los cigarros y se los fuman. Porque sólo en el humo está totalmente muerto el tiempo. Y de ese tiempo muerto viven.

“Momo se había levantado. “—¡Ah! —exclamó—. Todo ese tiempo muerto... “—Sí. Esa muralla de humo que están haciendo crecer alrededor de la casa de Ninguna Parte, se compone de tiempo muerto. Todavía queda cielo abierto suficiente, todavía puedo hacerles llegar a los hombres su tiempo no contaminado. Pero cuando la campana de humo se haya cerrado a nuestro alrededor y encima de nosotros, en cada hora que yo envíe se mezclará un poco del tiempo muerto, fantasmal, de los hombres grises. Y cuando los hombres lo reciban, enfermarán de ello, enfermarán de muerte. “Momo miraba fijamente al maestro Hora. En voz baja preguntó: “—¿Qué enfermedad es esa? “—Al principio apenas se nota. Un día, ya no se tiene ganas de hacer nada. Nada le interesa a uno, se aburre. Y esa desgana no desaparece, sino que aumenta lentamente. Sé hace peor de día en día, de semana en semana. Uno se siente cada vez más descontento, más vacío, más insatisfecho con uno mismo y con el mundo. Después desaparece incluso este sentimiento y ya no se siente nada. Uno se vuelve totalmente indiferente y gris, todo el mundo parece extraño y ya no importa nada. Ya no hay ira ni entusiasmo, uno ya no puede alegrarse ni entristecerse, se olvida de reír y llorar. Entonces se ha hecho el frío dentro de uno y ya no se puede querer a nadie. Cuando se ha llegado a este punto, la enfermedad es incurable. Ya no hay retorno... Se corre de un lado a otro con la cara vacía, gris, y se ha vuelto uno igual que los propios hombres grises. Se es uno de ellos. Esta enfermedad se llama aburrimiento mortal. “Momo sintió un escalofrío”. (ENDE, Michael. Momo. Trad. Susana Constante. 13 ed. Madrid, Ediciones Alfaguara, 1983. p. 229-230). La calidad literaria de cualquier texto, entregado o presentado como literario, viene dada por su carácter simbólico, el cual puede


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entenderse como esa propiedad que posee el texto párrafos encierran, sí podemos estar seguros de literario para alejarse de la realidad inmediata que las “flores horarias”, los “hombres grises”, los que parece reflejar, y proponer otra que necesita “cigarros grises”, el “frío”, el “tiempo muerto”, el la intervención del mundo concreto de la obra, a “maestro Hora”, “Momo” y los demás elementos manera de medio, de “pasaje”. En este sentido, la presentes en la obra nos remiten a un mundo y realidad narrada, poetizada, viene a desempeñar a unos elementos diferentes de los literalmente una función de analogía, casi de metáfora, de otra enunciados, aunque también sean verosímiles dentro realidad esencial, iluminadora o desenmascaradora de la historia que nos cuenta el narrador. Es decir, de la realidad cotidiana que viven los lectores y el creemos la historia narrada, pero inmediatamente mismo autor. Lo simbólico aparece desde que el nos sentimos impulsados a leer en esas mismas lector se percata de la imposibilidad de leer en palabras, un segundo sentido u otros sentidos a la dicho libro una realidad, en el sentido literal de las vez. En esto se manifiesta el simbolismo de toda palabras, tal como la presenta obra literaria. Esta posibilidad la obra. Se da por supuesto de ser símbolo de algo, de que el simbolismo está una vida posible o de una determinado también por el esencia invisible de los hechos autor en muchos casos, por la y móviles humanos, es lo que época y por las circunstancias caracteriza artísticamente los de la lectura, por el lector y textos llamados literarios. otros muchos elementos que forman parte de la escritura Universalidad, o el texto y la lectura del texto. En este convoca a mucha gente. aspecto, también habrá que Una segunda cualidad que tener en cuenta el carácter caracteriza lo artístico de una misterioso o hermético del obra, independientemente de texto, los estrechos vínculos que sea o no “para niños”, es de partes, frases o palabras su universalidad. Es decir, que con elementos similares de ésta sea versátil, adaptable a otros textos del mismo autor; diversas situaciones y mundos un personaje que aparece de humanos, capaz de cumplir nuevo en otro cuento, una una función comunicativa. Carátula de Liam, de Chen Jiang Hong. referencia a cierta circunstancia Aparte de su referencia que se da en otra obra del particularista a ciertos mundos mismo o de otro autor, una que parecen identificados con frase o una sentencia que en las circunstancias los de la realidad inmediata que rodea a los lectores nuevas se repite con sentidos diferentes, irónicos (una ciudad, una época, una región o un habla u opuestos. En fin, el simbolismo muestra las determinadas, unas costumbres y demás aspectos que diversas perspectivas que puede tener la búsqueda crean la ilusión de realidad), una obra estrictamente de sentido del texto y la imposibilidad de reducir literaria puede comunicarse con los lectores de a una sola idea todo lo presentado en él. Es decir, otros pueblos, lenguas y culturas; de otras épocas para precisar más esta idea, la imperiosa necesidad (posteriores o anteriores) y otros valores sociales; de leer el texto remitiéndose a un segundo sentido, de otras creencias y costumbres. Todas las grandes a otro sentido diferente del que presenta la obra obras literarias reúnen esta condición. Para el tema en forma inmediata; segundo sentido que suscita que nos ocupa, el de la literatura infantil, Alicia en el asociaciones, produce connotaciones y abre un país de las maravillas, de Lewis Carroll, es uno de los abanico de varios posibles sentidos del texto. Esto mejores ejemplos. Todo lo que sucede encierra un es lo que puede captarse, por ejemplo, en el extenso alto grado de particularidad, dentro de un reducido fragmento tomado de Momo: aunque no se pueda, mundo: el inconsciente y el sueño de Alicia; el mundo a la ligera, precisar los posibles sentidos que estos del sueño, que es el mundo que la obra nos presenta,


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se puede asimilar al pequeño mundo de la vida real del personaje. Esto mismo sucede en El mago de Oz. A pesar de este particularismo, las situaciones, los conflictos, las contradicciones, los acuerdos y todo el complejo mundo social e individual de los protagonistas son parecidos, afines o idénticos a los mundos que viven los lectores de otras regiones del mundo y de otras épocas. En el capítulo 5 de la obra mencionada de Carroll se lee: “Alicia y la Oruga se estuvieron contemplando en silencio durante algún tiempo. Al fin la Oruga se quitó la boquilla del narguile de la boca y le habló con voz lánguida y adormilada. “«¿Quién eres TÚ?», preguntó la Oruga. “No era ésta precisamente la manera más alentadora de iniciar la conversación. Alicia replicó, algo intimidada: «Pues verá usted, señor... yo..., yo no estoy muy segura de quien soy, ahora, en este momento; pero al menos si sé quién era cuando me levanté esta mañana; lo que pasa es que me parece que he sufrido varios cambios desde entonces». “ «¿Qué es lo que quieres decir?», dijo la Oruga con severidad. «¡Explícate!».’ “«Mucho me temo, señor, que no sepa explicarme a mí misma», respondió Alicia, «pues no soy lo que era, ¿ve, usted?» “ «¡No veo nada!», dijo la Oruga. “ «Temo no poder decírselo con mayor claridad», insistió Alicia muy cortésmente, «pues, para empezar, ni yo misma lo comprendo; y además, cambiar tantas veces de tamaño en un solo día resulta muy desconcertante». “ «No lo es», replicó la Oruga. “ «Bueno, quizá a usted aún no se lo parezca así», dijo Alicia; «pero cuando se haya transformado en una crisálida —y eso ha de pasarle algún día, ¿sabe?—, y después, cuando se convierta en una mariposa, ¿no cree usted que le parecerá todo eso un poco extraño?». “ «¡En absoluto!», declaró la Oruga. “« ¡Bueno, quizás tenga usted sentimientos distintos a los míos», dijo Alicia; «pero

lo que sí sé es que yo, en su lugar, me sentiría ciertamente muy rara!». “« ¡Ah! ¡Tú!, dijo la Oruga con desdén. «¿Y quién eres tú?». El diálogo continúa en estos términos durante otro buen rato. El conflicto intelectual y esencial del diálogo no es exclusivo de la situación allí narrada. Por encima de las peculiaridades de los personajes y de la situación en que éstos se encuentran, está el nivel de la significación, que se sobrepone a lo anecdótico y permite que allí se manifiesten, se revelen, aspectos esenciales de la condición humana, de las relaciones de los seres entre sí y de la manera como soluciona la humanidad sus conflictos sociales, ideológicos y sicológicos. En este caso del fragmento citado, la pregunta es esencial, pues la Oruga interroga a Alicia sobre su propia esencia, sobre su ser, ante lo que Alicia no puede dar una respuesta satisfactoria. La oruga, en cambio, no se deja intimidar por las preguntas lógicas y coherentes de Alicia; con lo que muestra, al menos, que la niña, representante del género humano en la historia narrada, no sabe siquiera quién es; mientras que el animal no se inmuta ante nada de lo que le pertenece. Esta capacidad no se le aplica a la obra como el retoque que se hace a un santo de palo envejecido y despintado; es algo natural, propio de los escritores talentosos que saben mirar más lejos de su terruño, aunque sólo pinten, describan y narren el paisaje y los sucesos y personajes de su tierra. La universalidad no está dada por el hecho de situar los acontecimientos en un país lejano y de nombre desconocido, sino por saber convocar, a ese mundo, a todos los lectores posibles, de edades diversas, de gustos diferentes, de visiones del mundo a veces encontradas. Ante un mundo, un lenguaje, una situación y un alcance simbólico y significativo restringidos, más pobre y aislada será la obra, menos interesante, poco atractiva y susceptible de ser olvidada para siempre. El lenguaje literario es un manantial de palabras frescas. El manejo del lenguaje; el encuentro del secreto que da frescura a las palabras; el toque que las hace nuevas, verdaderas, inéditas, originales, idénticas al suceso nunca antes dicho que ellas pronuncian; la coherencia, la propiedad, el tono,


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“El principito se fue a ver nuevamente a el estilo, la pureza de la expresión, de la escritura las rosas: son el tercer aspecto que define la calidad literaria “—No sois en absoluto parecidas a mi rosa: de un texto. No hay duda en esto que digo, y que no es original; es el mínimo requisito que un lector no sois nada aún —les dijo—. Nadie os ha avezado exige en su lectura, así no sea consciente domesticado y no habéis domesticado a de todos estos valores o de estas características. nadie. Sois como era mi zorro. No era más Pero, ante todo, es una de las dos caras del signo que un zorro semejante a cien mil otros. poético que cumple una función artística y que es Pero yo lo hice mi amigo y ahora es único inseparable de la otra parte, el contenido de la en el mundo. Y las rosas se sintieron bien obra. El lenguaje no es la materia prima de la obra molestas. literaria ni es un simple medio de transmisión de un “—Sois bellas, pero estáis vacías —les significado. El lenguaje, junto con los demás recursos dijo todavía—. No se puede morir por de la composición del texto, la vosotras. Sin duda que disposición gráfica y visual, la un transeúnte común extensión, las figuras y demás creerá que mi rosa se os posibilidades formales es una parece. Pero ella sola es de las dos partes esenciales más importante que todas de la obra literaria; la otra vosotras, puesto que es ella es el tema, el significado, la rosa a quien he regado. el contenido de la misma. Puesto que es ella la rosa a Aunque sea casi un lugar quien puse bajo un globo. común, citaré un fragmento Puesto que es ella la rosa de El principito, de Antoine de a quien abrigué con el Saint-Exupéry —muy traído biombo. Puesto que es ella cuando se trata de citar este la rosa cuyas orugas maté cuento— para mostrar la (salvo las dos o tres que importancia del lenguaje y su se hicieron mariposas). íntima compenetración con Puesto que es ella la rosa las ideas y significados de la a quien escuché quejarse, obra literaria. Se trata del o alabarse, o aún, algunas encuentro entre el principito y veces, callarse. Puesto que el zorro. Cuando el principito ella es mi rosa. Carátula de La bruja de la montaña, de Gloria decidió partir, apenas ya había “Y volvió hacia el zorro: Cecilia Díaz. Editorial sm. domesticado al zorro, éste “—Adiós —dijo. se entristeció sobremanera, y se da el siguiente “—Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi diálogo: secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los “¡Ah!... —dijo el zorro—. Voy a llorar. ojos. “—Tuya es la culpa —dijo el principito—. “—Lo esencial es invisible a los ojos —repitió No deseaba hacerte mal pero quisiste que el principito, a fin de acordarse. te domesticara... “—El tiempo que perdiste por tu rosa hace “—Sí —dijo el zorro. que tu rosa sea tan importante”. “—¡Pero vas a llorar! —dijo el principito. (SAINT-EXUPERY, Antoine. El principito. “—Sí —dijo el zorro—, por el color de Trad. Bonifacio del Carril. 2 ed. Madrid, trigo. “Luego agregó: Alianza Editorial, 1972. p. 86-87). “—Ve y mira nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el Un tema común, o de una mirada que mundo. Volverás para decirme adiós y te hace dudar. En cuarto lugar, pero no en menor regalaré un secreto. importancia, se ubica el carácter inédito, nuevo,


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renovador o inesperado del enfoque del tema elegido. Es lugar común citar las palabras de Cortázar, de su artículo “Algunos aspectos del cuento”; en literatura no hay buenos ni malos temas, sino buenos o malos tratamientos de los mismos; lo importante no es lo que se dice, sino el enfoque, el manejo de las ideas que cada obra realiza. En este sentido, a un buen escritor no se le puede escapar el carácter reiterativo de las ideas y de las situaciones humanas. Los temas son pocos, a veces escasos. Y la literatura llamada “infantil” lo demuestra. Los principales temas de la humanidad ya están expuestos en la literatura y el arte en general. Por referirse al amor o a la vida o a la lucha por la justicia, no adquiere una obra su validez artística. Es necesario que esa temática, casi siempre ya tratada en otras obras, sea enfocada de tal forma que parezca como si fuera la primera vez que se hace. Esto no se va a lograr por el solo hecho de que el narrador diga explícitamente su propósito, como a veces se lee, sino porque efectivamente el lector capte este carácter inesperado, único, nunca antes dicho. En El libro cantor, de Álvaro Hernández V., hay una advertencia extensa, en la que se da cuenta de las intenciones del autor. No obstante, el logro artístico de sus cuentos es escaso; basta leer el cuasi-relato “Superman vs. el Mohán”, en el que nada ocurre, se precipitan personajes de la fantasía popular y personajes creados por las tiras cómicas, en un revoltijo sin coherencia y sin proyecto narrativo alguno. La voluntad nada puede hacer por sí sola para el logro de este objetivo, lastimosamente. No es cuestión de voluntad, sino de oficio, de vivencia, de reflexión, de honestidad. Y esto sólo se logra en la obra misma, no en los prólogos o explicaciones, ni en los comentarios de los libros ni en las propagandas. De nada vale engrandecer lo pequeño. Cualquier ser de la naturaleza empieza siendo pequeño, microscópico, invisible. La obra de arte, la obra verdaderamente literaria tiene la virtud de ser grande desde que ve la luz de los lectores. Y esto se logra, porque también es necesaria la compenetración del autor con esas regiones invisibles de la humanidad que podemos definir como “esencias” o “sustancias” o el mismo “ser” de la humanidad. La obra, aunque referida a los temas repetitivos de la literatura universal, muestra otra perspectiva, otro punto de vista, otras relaciones no vistas por las demás obras, otras invisibles conexiones entre los seres y sus actos, entre los sentimientos y las ideas, entre las circunstancias y las motivaciones, entre la vida y la muerte, lo orgánico y lo inorgánico,

en fin, entre todo lo que puede decirse es inagotable e inabarcable de la esencia de la vida humana. Peter Pan y Wendy, de James Mattew Barrie, no necesitan de muchas justificaciones para concentrar la atención del lector y meterlo en el centro de la aventura que se vive. La pequeña novela reúne, también, personajes, héroes y situaciones de otros cuentos, casi todos clásicos dentro de la literatura infantil. Lo que parece real es apenas una ilusión, igual que aquello que viven los niños en el mundo de Nunca Jamás. Y cuando ya parece que los personajes han recuperado la realidad cotidiana, la normalidad, vuelve a empezar, al final del cuento, una nueva aventura llena de riesgos, de peligros, de absurdos y de contradicciones. No es un mundo plano ni al lector se le concede terreno para que la normalidad sea defendida y recuperada por encima de la imaginación, por encima de la “maldad” que impera en ese mundo y por encima de esa otra lógica, la de los niños que se dejan llevar de su imaginación, de sus sueños y de su recuerdo. El efecto que logra la historia no se reprime con la solución amañada, restauradora de unas leyes a las que el lector está acostumbrado. El cuento termina así: “Si ahora viésemos a Wendy, advertiríamos cómo su cabello se tornaba blanco y su figura se empequeñecía otra vez, pues todo esto sucedió hace ya largo tiempo. Juana es ahora una vulgarísima mujer casada y tiene una niña que se llama Margarita. Todas las primaveras, excepto cuando se le olvida, viene Peter Pan a buscar a Margarita para llevársela al país de Nunca Jamás, donde ella le cuenta mil cuentos de los que él mismo es héroe, y que él escucha con ansiedad. Cuando Margarita crezca, tendrá una niña que, a su vez, será la madrecita de Peter Pan; y así sucederá siempre, siempre, mientras los niños sean alegres, inocentes... y un poquito egoístas”. (BARRIE, James Mattew. Peter Pan y Wendy. La Habana, Gente Nueva, 1977. p. 188). Peter Pan no desea crecer. Nunca crecerá. Su hostilidad contra los mayores encuentra explicación en el cuento, en sus aventuras, en el mundo en que vive y en el que pretende hacer vivir a los demás niños. Ninguna explicación ni justificación aparece en el cuento, por parte del narrador; este deja que


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Tensión e intensidad, o de la significación los acontecimientos le expliquen al lector por sí mismos las causas, los motivos y los criterios que literaria. Hay, además, una quinta característica, el mundo de Peter Pan y de su hada Campanilla planteada por Cortázar en su artículo “Algunos tienen para ser egoístas, huraños con lo adulto, aspectos del cuento” y que, aunque referida tiernos, fantasiosos, vengativos. El final que exclusivamente al cuento, también puede aplicarse hemos leído arriba encierra una crítica mordaz, a otras obras más extensas de carácter narrativo. De pero está dada por el narrador del cuento, de igual forma, con ciertos matices de significado, es acuerdo con los principios que rigen el mundo aplicable a la poesía propiamente dicha y a otros y la vida de Peter Pan y su isla de Nunca Jamás. textos como la fábula, el cuento de hadas, el cuento No son ideas que nos entrega el autor. El cuento popular. De alguna forma, la novela participa de esta cualidad, pero no es del caso ser categórico en insinúa que así seguirá siendo mientras haya éste género, ya que el carácter extenso de la novela, niños como los que describe en las dos últimas su división en capítulos y sus líneas. No hace concesiones disgresiones, descripciones, a un lector moralista o a una expansiones y demás elementos concepción normativa de la que multiplican sus situaciones, vida. De ahí que si fuéramos le impiden realizar a cabalidad a las buenas intenciones y estos valores. Me refiero a la a la voluntad explícita del tensión y a la intensidad. Por autor, posiblemente nos la primera, las obras preparan encontraríamos con algo un final imprevisto, pero diferente a lo que el narrador nunca desproporcionado del de su cuento nos presenta. A resto de los acontecimientos. pesar de todo lo que pueda Inesperado pero preparado, ser el autor en la vida real, entre los varios posibles. La de lo que pueda pensar y tensión se logra, precisamente, porque el final del conflicto inicial creer, la historia que a su se complementa naturalmente libro cuenta es realmente con el planteamiento general maravillosa, independiente, y los demás elementos hasta cierto punto, de la intermedios del texto. La clave subjetividad del autor y para encontrar el desfase es cuestionadora del estado de clara, cuando algo le dice al cosas que rodea a los niños en Carátula de The Kissing Hand, de Audrey Penn. Editorial Scholastic. lector que es un final infeliz. esta civilización occidental. Y al decir “final infeliz” me El cuestionamiento abarca el refiero al remate malogrado de una narración estilo de vida, los usos, costumbres y valores que o de un poema. Esta carencia es propia de los los mayores inculcan a los niños; igualmente, la remates apresurados o poco convincentes; de los manera como los padres interpretan a sus hijos, desenlaces ampulosos, inverosímiles, pobres, anodinos, los evalúan y los protegen. Este cuestionamiento ideológicos, desproporcionados, inconsecuentes está implícito en las actitudes y en los parlamentos con todo el resto de la obra. No hay parámetros de los protagonistas, no en las consideraciones para medir lo malogrado o logrado de un texto. del narrador, aunque éste intervenga en algunas Aquí entra a jugar un papel muy importante la ocasiones. Por encima de estas intervenciones, tradición de lectura del lector, el nivel artístico de la obra misma se impone, plantea sus leyes y su sus lecturas, sus exigencias y formación del gusto perspectiva, logra doblegar al lector y atrae por su literario, sus hábitos de lectura, sus expectativas y especial encanto y verdad: el lector lee la verdad su penetrante análisis de la realidad en que vive. Es de la historia y no la verdad del autor; por eso le una característica difícil de sostener y su carencia cree y trata de encontrar las claves y desanudar es la principal causa de desánimo de los lectores. los líos que le propone. Grandes cuentos de la literatura infantil merecen ser


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re-cordados siempre, debido a ese grado de tensión, de expectativa que obligan a leerlos hasta el final, porque nadie, ni el narrador, sabe cómo será el final. En El superzorro, de Roald Dahl, se presiente, hasta el último capítulo, que los granjeros Benito, Buñuelo y Bufón atraparán a la familia de zorros y a todos sus demás amigos, debido a la preponderancia de los recursos técnicos para buscarlos y a su decisión para terminar con ellos. A más agresión de los humanos, mayor coraje y astucia de los animales. Lentamente el cariño hacia la familia de Superzorro se va convirtiendo en afecto decidido y la simpatía crece cuando todos los animales se van uniendo a la resistencia, venciendo el hambre, el temor y el cansancio. No obstante, el lector se mantiene a la espera de que sean vencidas las fuerzas de los pobres animales, debido a la superioridad del enemigo. Todo recupera su encanto y el lector se siente satisfecho, al darse cuenta del enorme triunfo adquirido por todos los animales y de la perjudicial terquedad de sus perseguidores. El capítulo 18 es contundente, además, por su ironía y su humor: “Mientras tanto, en la boca del túnel, los granjeros Benito, Buñuelo y Bufón esperaban sentados, con las escopetas preparadas, junto a las tiendas de campaña. Empezó a llover. El agua les caía del techo de las tiendas, se les colaba por el pescuezo, les cosquilleaba la espalda y les llegaba hasta las plantas de los pies! “ «¡No tardará mucho en salir!», dijo Buñuelo. “ «¡Debe estar muerto de hambre!», aseguró Bufón. “ «Hay que estar prevenido, muchachos...», dijo Benito. «¡Está a punto de salir!» “Los tres granjeros, muy serios, esperaban sentados la salida del zorro... y esperaron... y esperaron... ¡y todavía esperan!” (DAHL, Roald. El Superzorro. Trad. Ramón Buckley. 3 ed. Madrid, Ediciones Alfaguara, 1982, p. 149-153). Este final es similar al de muchos cuentos, pues en la literatura infantil desempeña un papel artístico fundamental, la tensión. Si el lector se acerca cada vez más a una solución satisfactoria y armoniosa con el tono, la atmósfera y la situación narrada,

no perderá el interés, mantendrá concentrada su atención en la lectura y querrá volver a leer o a escuchar el cuento otra vez, a pesar de conocer su final. El encanto, el imán de la tensión permanente y en crescendo, hace de la lectura un placer, un disfrute, un juego, una expectativa y una satisfacción esperada y deseada. Todo esto llega al lector proporcionado por el logro de la calidad artística del texto, por lo que Cortázar llama el oficio de escritor, ya que sólo en esta manera de contar se halla la clave del éxito, del arte, de la belleza de un cuento. Idéntico procedimiento encontramos en la mayoría de los cuentos maravillosos, de los cuentos de hadas y de las fábulas: en Alicia en el país de las maravillas, en Peter Pan y Wendy, en la serie de cuentos de Monteiro Lobato en los que se narran las aventuras de Naricita, Perucho, la muñeca Emilia y demás personajes, para citar sólo algunos. Cortázar plantea que si no se da la tensión, se da la intensidad, que es otra forma de la tensión. Cuando, aunque sabiendo el final, el texto atrapa al lector porque lo va situando certeramente en el centro del conflicto, sin darle lugar a la distracción, seleccionando los detalles precisos, desechando toda explicación innecesaria y todo rodeo, toda descripción o consideración personal; cuando, sin decirle nada, lo “secuestra”, interesándolo por todos los detalles y las circunstancias y los móviles del desenlace del conflicto. En este caso, menos se acepta la intervención del narrador, porque cualquier desliz puede echar a perder su propósito: mantener atento en forma intensa al lector. No obstante, en El principito, de Antoine de Saint-Exupéry, en el que la intensidad en el recurso empleado, el narrador interviene. Esto no quiere decir que pretende determinar el hilo de los acontecimientos. Interviene, porque supuestamente el narrador se encontró con el pequeño príncipe. De este encuentro surgió la amistad y la relación entre los dos, por lo que el principito le confió su maravillosa y triste historia. Aunque el desenlace se prepara desde las primeras páginas, todo el cuento se dedica a ir detallando el origen del niño, su manera de vivir y el lugar de donde viene. Cada día, el narrador va descubriendo nuevos secretos y va conociendo más sobre el principito y los planetas que éste ha visitado. Pero sutiles mensajes, consideraciones del narrador y recuerdos nostálgicos, los diálogos y las cosas (dibujos) que le pide el niño, su carácter


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errante, la búsqueda de un amigo, su preocupación los primeros años, por esas pequeñas anécdotas. No por la flor, su planeta y los volcanes y boababs, todo obstante, aunque un cuento para niños maneje lo esto nos mantiene atentos, no ya por la espera de funcional, lo anecdótico, la acción, la aventura y la un desenlace, sino por la explicación, los detalles y tensión, es fácil descubrir los textos triviales de los demás elementos que rodean su estadía en la tierra bien logrados, de los que son bellos y literarios sin lugar a dudas. Los cuentos recogidos y reescritos y la recuperación de su mundo. El narrador y el por los hermanos Grimm, los de Perrrault, los príncipe pronuncian palabras llenas de sabiduría, de recopilados por Italo Calvino, Puskin y tantos ternura y de amistad. Tanto el niño como el adulto otros como en nuestro medio lo hizo Rafael Pombo van extrayendo palabras y frases interesantes sobre la reúnen esa característica común, no aplicable a otros vida, la humanidad, las relaciones entre los hombres muchos textos que se dirigen a los niños sin ninguna y todo lo que de verdad atrae a un lector, tal vez no compasión con ellos. Digo que sin compasión, tan infantil, pero sí con el encanto de la infancia y la por la falta de elaboración, por la ligereza en las frescura de las palabras nuevas afirmaciones, por considerar y esenciales. que el niño no entiende o que Los anteriores aspectos es bobo. En este tema destaco definen lo más importante el tomo 23 de Monteiro de toda obra literaria: su Lobato, Las viejas fábulas. En significación. Este ha de este libro se retoman fábulas de entenderse como un aspecto diversa índole y los personajes, diferente al contenido, al ficticios, de las aventuras, significado de la obra. La comentan los cuentos, sus significación se refiere a la logros, su efecto. Para ejemplo, manera como la obra literaria sólo leo el comentario que los —cualquiera que sea— va personajes le hacen a la fábula más lejos de la anécdota que “Los dos palomos”: cuenta. Aquí sí me refiero a las obras narrativas, sobre “—¡No estoy de todo a las de corta extensión acuerdo abuelita! —dijo (cuento y novela corta), las que Perucho—. Si toda la pueden leerse de una sentada. gente se quedase haciendo La diferencia con la novela la romería en casa, la vida está en que el cuento narra perdería su gracia. A mí Carátula de Margarita, de Rubén Darío. una sola situación conflictiva, me gustan las aventuras, Ed. Sleepyslaps mientras que la novela aunque vuelva con una maneja muchas situaciones, pierna rota. personajes, tiempos y espacios en los que se permite “—¡A mí también! —exclamó Emilia—; un desarrollo lento, vinculado íntimamente con el y he de escribir una fábula contra esa”. mismo ritmo y la misma disposición de las frases (LOBATO, Monteiro. Las viejas fábulas. y partes del libro. Esta significación aparece de Trad. M. J. de Sosa. 7 ed. Buenos Aires, manera velada, sugerida, connotada. Está vinculada América lee, 1959. p. 102). con los efectos que produce el lenguaje y la narración misma, con los sentimientos y relaciones Y sobre “Asamblea de los ratones”, la fábula de suscitados, con las sensaciones producidas y las “¿Y quién le pone el cascabel al gato?”, el comentario diversas interpretaciones que el hecho produce. es realmente ejemplar para esta ocasión: La anécdota, la pequeña historia que equivale, en lenguaje elemental, al resumen (la fábula en ciertas “—¿Qué historia es esa del gato «haciendo concepciones más rigurosas del fenómeno literario, sonetos a la luna»? —interpeló la niña». Se como el estructuralismo) no es lo más interesante está volviendo muy «literaria» abuelita... del cuento, aunque los niños se sienten atraídos, en “Doña Benita se echó a reír.


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“—Sí, hijita mía. A pesar de mi disgusto por la «literatura», a veces caigo en ella. Eso es una «imagen literaria». La luna es un astro poético, y cuando un gatito anda maullando por el techo, un poeta puede decir que está haciendo sonetos a la luna. Es una bobería poética... “—¿«Disgusto por la literatura», abuelita? —exclamó Perucho—. ¿Entonces usted no ama la literatura? “Doña Benita suspiró. “—Hijo mío, hay dos especies de literatura, una con cuernos y otra sin cuernos. A mí me gusta ésta y detesto aquella. La literatura sin cuernos es la de los grandes libros; y la literatura con cuernos es la de los libros que no valen nada. Si yo digo: «Era una linda mañana de cielo azul», hago literatura sin cuernos, de la buena. Pero si digo: «Era una gloriosa mañana de cielo americanamente azul», hago «literatura» comúpeta, de la que merece palos. “—Comprendo, abuelita —dijo la niña—, y sé de un ejemplo todavía mejor. En el cumpleaños de Candoca, el periódico de la ciudad publicó una noticia así: «Recoge hoy una violeta más en el jardín de su preciosa existencia la gentil señorita Candoca de Mora, ornamento de la sociedad paulista». Esta me parece literatura con diez cuernos. “—Y lo es, hija mía”. (LOBATO, Moneiro, op. cit., p. 40). Ya vimos que una de las características que dan calidad literaria a las obras es su aspecto simbólico. Si unimos este aspecto con los demás, sobre todo con la tensión o la intensidad, entendemos lo que Cortázar denomina la “trascendencia” de la mera anécdota. Esto se refiere al carácter enriquecido de lo narrado, ya que al leer los sucesos encontramos sus secretas conexiones con otros sucesos; diferentes matices de visión; posibles sentidos y no un único sentido; sensaciones de todo tipo, incluidas las cinestésicas; asociaciones del hecho narrado con otros hechos, ya sea narrados también, ya sea reales; el estímulo de la imaginación y de la creación misma; la sugerencia de una interpretación no mecánica sino problemática del asunto; la presentación de las diversas fuerzas,

motivos, vínculos, voluntades y demás posibilidades que todo hecho humano encierra, es decir, la complejidad de los sucesos humanos, a pesar de su aparente simpleza o elementalidad. El gozo en la literatura, o de cómo no hay golosinas en una buena despensa. Una séptima característica, muy exigida en los libros dedicados a los niños, es la que hoy se llama “lúdica” del texto, lectura como juego, como diversión. Desde Aristóteles se viene hablando de un doble efecto o una doble cualidad de la obra artística: que sea un objeto que ilumine, que despierte el deseo de conocer, que permita el aspecto llamado “utile”; tal vez se entendería por esto lo pragmático, lo serio, lo racional de la obra. De alguna forma, toda obra de arte, todo texto literario, es un objeto de conocimiento, de análisis, de estudio, de reflexión o de especulación; estas operaciones de la mente se expresan o se organizan por medio de ideas y de palabras; forman lo que podemos llamar un “discurso sobre la obra literaria”, un cuerpo de reflexiones, observaciones e ideas, producidas a partir de la apreciación racional de la obra. La otra cualidad fue definida por Aristóteles como lo “dulce”. Se puede entender esto como el otro aspecto de la misma cosa: lo placentero, lo agradable, lo maravilloso que es leer determinadas obras y sentir especiales sensaciones, a veces sensitivas, durante su lectura. Ciertos elementos de la interioridad humana se sienten afectados en forma positiva y se expresan o tienden a manifestarse de alguna forma menos racional, más subjetiva, irracional a veces, indescriptible y de cierta forma, inconsciente. Me refiero, por ejemplo, al mismo terror que una narración de Poe puede producirnos; a la satisfacción que dejan las soluciones o las descripciones de Proust, en contra la misma lentitud o de la minuciosidad con que escribe; la alegría que proporciona un final adecuado, justo, inesperado o deseable; el humor, la risa, la carcajada que puede explotar cuando se leen ciertas páginas o capítulos del Quijote de la Mancha; el misterio, la duda, la inestabilidad de la lógica al leer muchos cuentos de Cortázar; la reflexión, la serenidad y la satisfacción del intelecto producidos por los cuentos de Borges; en fin, elementos que relaciono con la lúdica, pero que no siempre tienen que producir risas y saltos de felicidad. ¿Acaso el lector necesita sólo reír o acostarse con todos los


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“En tanto que la Duquesa continuaba problemas resueltos para poder dormir tranquilo? con la segunda estrofa, le daba fuertes Todas las sensaciones, desde las intelectuales y sacudidas al nene y éste chillaba de modo complejas hasta las más irracionales y espontáneas tan desesperado que Alicia apenas podía pertenecen a esa parte que pertenece al placer de entender las palabras de la copla: la lectura. Los dos elementos deben estar presentes Le hablo con rudeza a mi nene y le pego en un texto literario. Si sólo existe risa y aplausos, cuando estornuda, porque pueda gozar puede ser que estemos ante un guión de “Sábados completamente de la pimienta cuando él felices” o “Domingo gigante”. Si sólo el cerebro es el quiera. privilegiado en la lectura de un texto, entonces, con CORO seguridad, estamos leyendo un problema científico ¡Uhá! ¡Uhá! ¡Uhá!... o un enigma religioso. “—Tómalo, mécelo ahora un poco si No considero que los dibujos o ilustraciones, quieres —dijo la Duquesa los móviles y el colorido de los a Alicia arrojándole al niño libros para niños tenga que ver mientras hablaba—. Yo con este aspecto del juego al que tengo que ir a arreglarme, me refiero. Pienso en los juegos pues esta tarde juego al verbales, descripciones llenas croquet con la Reina. de humor y de sugerencias, “La Cocinera le tiró una adivinanzas, exageraciones, rimas, sartén que por poco le da aliteraciones, paronomasias en la cabeza. y demás sonoridades que “Alicia cogió al nene en producen efectos agradables. brazos con dificultad, Es el caso de Alicia en el país pues era una criatura muy de las maravillas y de Al otro extrañamente formada. lado del espejo, de Lewis Estiraba brazos y piernas Carroll. En Buenos, días, en todas direcciones noche, de Jaime Alberto Vélez, (“como si fuera una se exploran la recursividad estrella de mar”, pensó verbal y los problemas de la Alicia); resoplaba como lógica y la inteligencia. Hay una locomotora y se cuentos que enternecen, que doblaba y enderezaba con producen dudas, que asustan, Carátula de Joseph had a Little Overcoat, de movimientos tan bruscos, que atemorizan o hacen reír, que a Alicia se le hacía que hacen jugar verbalmente muy difícil sostenerlo”. al lector, que producen figuras con las palabras o que remiten a situaciones verdaderamente absurdas, Para terminar, con solicitud de excusas incluida. chistosas o desesperantes. En Alicia en el país de las Estas son, para mí, las principales características maravillas se lee: que en rigor conceden calidad literaria a los textos escritos. He escogido ejemplos de los textos para “Y se puso a mecer al niño, entonando una niños, para mostrar que éstos también realizan las especie de canción de cuna y dándole una cualidades de toda obra artística o que, en el caso violenta sacudida al final de cada verso: contrario, no las poseen, aunque sean los mínimos Háblenle rudamente al nene y péguenle requisitos exigibles a toda obra literaria. Creo que el cuando estornude, pues lo hace por lector mismo hace su elección, porque desde que ya molestar porque él sabe que mucho sepa interpretar el código, descifrar los caracteres de fastidia. la escritura, haber desarrollado una buena velocidad y CORO un manejo de los principales símbolos visuales, como (La Duquesa, la Cocinera y el Nene) ¡Uhá! los signos de puntuación, irá eligiendo libros de un ¡Uhá! ¡Uhá!...


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grado de complejidad o de profundidad mucho más intensos y difíciles, en proporción con su desarrollo físico, intelectual y sicológico. Los problemas que los escritores tratan de resolver en los textos literarios son problemas propios de la educación, de la formación en el hogar, de la sociedad y la cultura en que se cría el ser humano. No se puede negar, sin embargo, la influencia de los primeros años en esta elección. Si desde el seno materno el niño escuchara canciones, la voz, el afecto, el deseo, la satisfacción, pronto accedería a ese mundo de los símbolos, de la imaginación, del arte y de la poesía, tan naturalmente como accede al juego o a la sociabilidad. En esto hay que reconocer las carencias de nuestra cultura, en la que los valores individualistas, pragmáticos y economicistas son admitidos, enseñados y alimentados en los niños y jóvenes. Por eso, los libros especializados para niños han ido adquiriendo especial importancia en los hogares de cierta clase social y de cierto desarrollo cultural: para suplir el silencio, la incomunicación y la carencia de una memoria cultural, de un pasado digno de narrarse, de unos modelos humanos que merecen ser transmitidos, de unas aspiraciones comunitarias básicas para la supervivencia y la convivencia del futuro adulto, de una sensibilidad y un deseo de armonía con los demás seres humanos y con el universo. El libro y el aparato de televisión han sido el descanso de muchos padres, que ahora sí pueden leer la prensa tranquilos o ir a otro lugar mientras sus hijos se distraen “sanamente”. Por supuesto que un niño que apenas deletrea no va a elegir la lectura de Madame Bovary; pero tampoco hay que mostrarle que esta obra es para las señoras y señores de la casa y que “Paquito el desentendido” es el libro que debe leer en lugar de aquel. No es infantil leer a Peter Pan y Wendy, Alicia en el país de las maravillas, Las aventuras de Tom Sawyer, las fábulas de Esopo o La Fontaine, los cuentos de Grimm o de Perrault. “El cuento del rey Saltan” de Pushkin, “Simón el mago” de Tomás Carrasquilla, los cuentos de Pombo, las rondas de García Lorca, para mencionar apenas unos cuantos de la llamada literatura infantil o juvenil; todos los libros de Salgari y de Julio Verne, los de Stevenson, y muchos otros autores que se me escapan, ¿acaso no son también plato favorito de adultos? Cierta elementalidad, cierta sencillez en los textos literarios no son virtudes exclusivas de la literatura

para niños. Tampoco la melosidad, los diminutivos o los fastidiosos adjetivos que sólo sirven para vestir a los sustantivos, como si el escritor sintiera pavor ante las palabras desnudas. Estas ideas me llevan a rechazar principios de cuentos como éste: “El poeta de toda la vida cumplió, al fin, el sueño de publicar su primer libro. Era muy pobre, como la mayoría de los poetas, y sólo ahorrando moneda tras moneda, achicando el pan diario, privándose de cosas a veces necesarias, había logrado reunir el dinero de una sencilla y pobre pero bella edición. Ahora la tenía en sus manos temblorosas de gozo y se sentía el hombre más afortunado del mundo”. En este fragmento de un cuento, de un autor que mejor no menciono, abundan los adjetivos y las explicaciones de lo que sucede, de manera que no queda nada para que el lector imagine o continúe recreando la escena. También el empleo de los diminutivos y las comparaciones con los lugares comunes que identifican la ternura o las sensaciones agradables, saturan los cuentos para niños: “Efectivamente: algo se movía. La niña suspendió la respiración y aguzó el oído para escuchar mejor. Entonces oyó los pasos, o los pasitos, mejor, porque eran pequeñitos, pequeñitos, tanto que apenas si se oían”, se lee en otro cuento, hermano del anterior. Sólo entendiendo al niño como un “menor de edad”, como una mascota, como un indefenso animalito que hay que cuidar, es como se le trata como a un tarado mental o se le inyectan normas y valores como si fuera un desnutrido cultural, a la manera de vitaminas o al estilo de las cucharadas de aceite de hígado de bacalao. Por eso he citado ejemplos que deben evitarse dentro de esta concepción de la calidad literaria que he esbozado; también he señalado ejemplos de gran literatura en textos tradicionales o clásicos, dedicados a los niños. Y que los niños y los cuentos para ellos me perdonen. Oscar Castro García. (Medellín, 1950) Es licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín y maestro en Letras (literatura iberoamericana) de la Universidad Nacional Autónoma de México. Entre sus publicaciones se encuentran Seis poetas de la academia (2008), Un siglo de erotismo en el cuento colombiano. Antología (2004), Fragmentos de un diario inconcluso (2005), No hay llamas, todo arde (1999) y ¡Ah, mar amargo! (1997).


1991



Hacia una cátedra de la fantasía José Martínez Sánchez Tengo un gran respeto, sobre todo un gran cariño por el oficio de maestro, y por eso me duele que ellos también sean víctimas de un sistema de enseñanza que los induce a decir tonterías. Gabriel García Márquez

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e me ha sugerido hablar ante ustedes de un tema nada fácil en sus aplicaciones prácticas: literatura infantil y educación, o más exactamente, ubicación de la literatura infantil en el proceso pedagógico que hoy nos ocupa. El tema por sí mismo parece desbordar los marcos de la realidad real, esto es, permite abordar la cuestión desde un ángulo particularmente conflictivo con relación a la escuela y su orientación pedagógica. Se ha dicho que leer es saber, pero saber leer viene a completar el ciclo que coloca a cada ser humano en la perspectiva del cambio. Un viejo libro relata la costumbre de Alejandro Magno, quien dejaba la educación del menor en manos de relatores de oficio, expertos en contar antiguas historias para despertar la imaginación de los infantes. Esto implica que la literatura —sobre todo en su vertiente de tradición oral— desempeñó en la antigüedad un papel rector en la formación de los individuos. El maestro, pues, era ese ser mágico portador de dos ingredientes básicos en toda literatura: lenguaje e imaginación, sin los cuales tampoco habrá conocimiento verdadero. Otro texto, de referencia más antigua, vuelve sobre la enseñanza de la tradición a partir del perfeccionamiento del lenguaje hablado, asunto que nos permite identificar la existencia de culturas perdidas en edades remotas. Como en Las mil y una noches —texto en el que la imaginación lucha a brazo partido con la muerte—, los pueblos han mantenido vivo su caudal de historias en las que la única función del hombre es aprender para la vida. De modo que

es perfectamente válido pensar en una educación en la literatura, desde la literatura y, por qué no, para beneficio de toda la literatura. Muchos de ustedes estarán pensando: “Aquí vinimos a hablar de literatura infantil y educación”. Yo me refiero a ese tipo de literatura que afecta por igual a chicos y adultos, naturalmente, con sus niveles de imaginación y sensibilidad. La pregunta que se nos plantea es: ¿Responde la escuela actual a los propósitos de una educación en la literatura? Aquí empieza el conflicto. La escuela, tal como sabiamente la definió una vez Everet Reimer, es una cárcel oscura, un laberinto en el que se dan cita tres personajes de un mismo cuento: el Estado, el Maestro y el Niño. Permítanme que recuerde el curioso juego del gato y el ratón para ilustrar la situación paradójica. El estado, conocedor de toda suerte de estrategias, persigue como objetivo único mantener un criterio de autoridad, gastar tinta y emplear mucho papel en la difusión de la norma que el maestro debe cumplir. Ahí se da inicio a la fuga. El que huye, el que invariablemente se aleja de sí mismo y de su entorno, es el maestro. Un ratón perseguido no tiene tiempo para pensar en cosas como la literatura infantil, la cultura nacional o la universalidad en la cultura. Desde luego, hay excepciones, pero entonces no podemos hablar ya de un maestro cualquiera, sino del maestro en el mejor sentido de la palabra. Ese maestro que está aquí o en su aula de clase, conocedor de la palabra “cultura”, consciente de que la literatura infantil hace parte de la cultura nacional


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al tiempo que alimenta el gran océano viviente de la cultura universal y creador él mismo de un mundo regido por la fantasía. En este propósito la soledad es su compañera de ruta. Las pocas revistas de pedagogía existentes se limitan a reproducir un discurso crítico en el que no hay espacio para la palabra imagina­ción. La falta de recursos y el casi ningún interés institucional vienen a completar el cuadro de la crisis. A veces el gato permite que los ratones se reúnan con el objetivo de realizar un cursillo de preparación llamado “Hacia una nueva peda­gogía en la motivación de la lectura”, inspirado en el libro de María Montserrat Sarto. Allí se tiene la sensación de estar ante las puertas del cambio, de que nuevas metodologías unidas al compromiso real del maestro permitirán al fin el acercamiento del niño a la literatura infantil. Pero, si bien es cierto que desde la perspectiva profesional del docente se empieza a reflexionar en torno a estos ¡aspectos, una realidad más compleja frena el cumplimiento del objetivo final. Esa realidad se llama “aparato escolar”, así como lo vemos hoy en medio de las tensiones sociales. Por otra parte, subsiste entre muchos educadores un cierto paternalismo regresivo, consistente en negar al niño la posibilidad de entrar en contacto con la tradición mítica y fantástica de los pueblos. Una razón de peso: la extremada! pobreza de nuestros estudiantes, tan obvia como la importancia de las plantas en la alimentación de los herbívoros. De suerte que a esa pobreza material se agrega otra de índole espiritual más profunda, de resultados más nefastos para la población infantil y juvenil. Ahora mismo, entre nosotros, hay maestros, bibliotecarios y promotores de literatura infantil en escuelas y colegios de sectores marginados. La experiencia de cada uno en particular, así como el desarrollo del proyecto general de formación en la literatura, indican que siempre es posible encontrar una salida a las dificultades. Lo que falta es conciencia de cultura, entender que el maestro, más que normalista, máster o licenciado, más que líder natural en el proceso de las comunidades, idealmente ha de ser concebido como un “trabajador de la cultura”. Esto supone un compromiso de fondo, el conocimiento de las corrientes culturales y contraculturales que mueven la sociedad moderna. Entonces, si miramos las cosas así, comprenderemos mejor el sentido del cambio, pues el solo hecho de disponer de una literatura orientada a niños y

jóvenes, es empezar a buscar el mejor momento para la creación de una cátedra de la fantasía. Hay quienes piensan que fantasear es evadirse, escaparse de la realidad inmediata. Por el contrario, colocarnos en el centro de la fantasía es ayudarle al niño a enriquecer su mundo interior y, en el mejor de los casos, prepararlo para la superación de dificultades futuras. Porque, ¿qué es lo que pide el niño? Una versión sobre las características de la imaginación infantil, señala que Juan Ramón Jiménez escribió, a propósito de una antología de poesía infantil para niños costarricenses:”... este libro ideal que todos hemos entrevisto en nuestra infancia, y que se nos ha revelado en la mañana de la vida, como mariposa azul del colegio por la frente de ilusión: el libro del cuento mágico, del verso de la luz, de la pintura maravillosa, de la deleitable música: el libro bello, en suma, sin otra utilidad que su belleza”. El niño reclama, en consecuencia, el libro que todo hombre ha entrevisto en su niñez, puesto que la imaginación es su escenario natural, como las plantas para las abejas. El niño: elabora, disuelve, llena, combina, conecta, anima, materializa realidades imaginarias que son inherentes a su desarrollo. Esa es su caracte­rística fundamental, a la que el docente debe responder con una posición dinámica. Un cuento clásico, una novela de aquí o de allá, son materiales de indudable valor en el proyecto educativo. Un poema de Carlos Castro Saavedra, por ejemplo, que dice: Una gata y un gato se casaron un día y hubo fiesta en la casa donde el gato vivía. (De Matrimonio de gatos) La musicalidad, sencillez temática y naturaleza de los personajes, hacen que los niños repitan los versos y los utilicen aun espontáneamente en sus corrillos. Carlos Castro Saavedra vive en la alegría de los niños... De igual manera Andersen, Perrault, Tolstoi, los Hermanos Grimm, Máximo Gorki, etc., ¿no hacen parte acaso de la literatura mundial al lado de los modernos Michael Ende, Gianni Rodari, Juan Muñoz Martín, Janosch, Ursula Wolfel, etc.? El mercado ofrece textos para todos los gustos.


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Y, ¿cuál ha de ser la actitud del docente ante la hechos que se presentan: ningún padre forma a su hijo porque todos los días lo variedad de autores y obras? Esta pregunta, desde sienta 15 minutos y le da una lección de luego, no es fácil de responder. En primer lugar, el educador ha de tener gusto. Pero el gusto no es moral, sino que es la actitud cotidiana, aquella preferencia unilateral, producto de una serie los hechos que ocurren a cada paso y los de lecturas colocadas en la óptica del adulto, sino que principios que guían la conducta adulta, los debe tener en cuenta el gusto del niño que empieza que van formando paulatinamente al niño, a familiarizarse con la lectura, asunto que requiere, sin que él (ni los adultos) se den cuenta. a su vez, no la simple pregunta “¿qué te gustaría leer “Tampoco es formativo que el maestro en clase?”, sino eliminar la diferencia real profesorescoja y valore los textos en función de sus alumno, a fin de establecer una comunicación efectiva recuerdos: creer que un libro debe interesar con el proceso de la fantasía. Un texto ganador de un a los niños porque hable con añoranza de concurso literario, presentado la infancia es grotesco: la con bombos y platillos por nostalgia del pasado sólo la casa editora, celebrado en puede ser tema de los que los cocteles por teóricos y tienen pasado y los niños, especialistas, será fácilmente vaya novedad, son todo derrotado en el aula de clase, presente. ya que al niño no le interesan “Igualmente nocivo es el los concursos literarios y hábito de desembocar la menos la hoja de vida de los lectura en la gramática; autores. Me parece ver ya en la hora de gramática es los rostros de algunos docentes, otra: en la hora de lectura bibliotecarios, coordinadores hay que hacer amar la de cursillos, escritores, lectura y la gramática está editores, etc., la reacción de al servicio de la lectura, inconformidad. ¿Será que este ayudando a interpretar señor pretende quitarnos el cuando sea necesario, control sobre el aprendizaje pero no a la inversa; del niño? No exactamente. La ello no quiere decir que relación horizontal en la lectura esporádicamente no es un acto de goce en el que pueda emplearse un texto desaparece el sujeto dominante, leído para estudiar o para lugar de encuentro para la risa ejemplificar algún aspecto Carátula de El sueño de Matías, de Leo Lionni. y el deleite. Todo intento de grama­tical (pag. 312)”. medir los niveles de comprensión, del texto obedece a propósitos condicionadores, postergables para He citado tres párrafos completos porque tocan un futuro en el que tanto jóvenes como adultos se aspectos esenciales de la enseñanza de la literatura verán sujetos al rigor de la norma, o preferibles para infantil. La historia de la literatura abunda en casos actividades distintas a una cátedra de la fantasía. de niños que nunca tuvieron quién controlara sus Esta reclama su autonomía, su libertad creadora. El lecturas, que jamás respondie­ron un cuestionario argentino Domingo Tavarone, en su libro Fundamentos con preguntas inoportunas y, sin embargo, al cabo de lingüística para estudiantes y maestros (Editorial de los años resultaron convertidos en grandes Guadalupe, Buenos Aires, 1988), refiriéndose al escritores. En este caso, es claro que la función del aspecto moral de los textos y en especial a la actitud docente ha sido desplazada y, de hecho, superada vertical de padres y maestros, dice: por la imaginación creadora. La soviética Natalia Pikouch, a quien cito no para invocar su autoridad “La enseñanza, lo formativo del texto se sino porque revela esa relación traumática entre debe desprender naturalmente de los el autor y la escuela moderna, en su ponencia La


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literatura en el niño (Seminarios de literatura infantil 1988/1989), escribe de manera sorprendente: “La literatura moderna para niños además de seguir esta línea de actitud frente al mundo, como en Alicia en el país de las maravillas, (no en vano el autor era un científico de primer orden), satiriza la manera de aprender en la escuela. Acordémonos de Momo y de cómo únicamente la niña que nunca había estudiado en la escuela pudo ver lo que todos miraban sin ver y así salvar a la humanidad, o de La torta voladora, donde los adultos están tan enajenados, que, mirando una torta reluciente de chocolate y caramelo encima de sus cabezas, creen ver una bomba atómica o una nave enemiga, de manera que únicamente los niños (malos estudiantes por cierto), advierten la verdad. Todos los autores modernos de libros para niños, supongo que sin proponérselo, se ponen de acuerdo en que las aventuras son para los estudiantes malos, los buenos que se queden estudiando para los exámenes. Así es desde Mark Twain hasta Astrid Lindgren, desde Collodi hasta Janosch con muy pocas excepciones. Uno de los pedagogos más sensibles, gran lingüista y genial escritor, Gianni Rodari, escribió un cuento denominado Cario, Carlino o cómo corregir las malas costumbres de los niños, donde un niño, nacido superprodigio, es corregido por su familia y la escuela hasta llegar al estado normal de estupidez y no comprender las operaciones aritméticas (pág. 60)”. Lo que sorprende del texto es la preferencia de los autores por los estudiantes malos, y con razón o sin ella, lo cierto es que la literatura fantástica niega ese control de la escuela sobre el sujeto de la fantasía. En La historia interminable, de Michael Ende, Bastían Baltasar Bux, el niño que “roba” el libro de la tienda del señor Koreander, no elige la escuela para el acto de la lectura, ni la compañía de maestros y alumnos. Todo el tiempo ha sido un fugitivo de la adversidad escolar, pues en la escuela ocurre como en la vida, donde “hay tantas pasiones humanas como hombres distintos hay”. Sólo la tentación por descubrir el misterio de los libros le da sentido a su vida solitaria —recordemos que es huérfano de madre y su relación con su padre es apenas tangencial— y no propiamente el ambiente de la clase. En ella hasta la redacción de un tema cualquiera se vuelve algo aburrido, al igual que las demás asignaturas de su grado. No es necesario que el lector sea docente para descubrir el énfasis que el autor pone en este primer momento de la historia. Es como si, desde

el complejo mundo del adulto, Michael Ende no pudiera liberarse de algún nefasto incidente ocurrido durante su infancia, no precisamen­te fuera del ambiente escolar. Otro aspecto que salta a la vista es la confesión que el personaje hace al señor Koreander, los motes de chiflado y cuentista que le lanzan sus condiscípulos por el hecho de imaginar historias y contárselas a sí mismo. “De todas formas, le daba miedo el colegio, escenario de sus fracasos diarios; le daban miedo los profesores, que le reñían amablemente o descargaban sobre él sus iras: miedo de los otros niños, que se reían de él y no perdían oportunidad de demostrarle lo torpe y lo débil que era. El colegio le había parecido siempre como una pena de prisión larguísima, que duraría hasta que creciera y que él tenía que cumplir con muda resignación (págs. 14-15)”. Para el personaje de La historia interminable es preferible el desván en penumbra a la tortura institucionalizada. Un maestro —anuncian por ahí los héroes de la pedagogía— debe ser provocador y provocativo. Detengámonos por un momento en estos dos términos: un maestro provocador es aquel que despierta una determinada reacción en el alumno (no siempre positiva), pero un maestro provocativo colocado ante cincuenta niños será devorado en cuestión de minutos, pues está comprobado que los niños están en capacidad de masticar, tragar y digerir plenamente —sobre todo si son de choco­ late—, por lo menos hasta cincuenta maestros por hora y aun hay casos en que quinientos maestros debidamente equipados con todos los programas del minis­terio, resultan triturados y digeridos en una sola jornada de trabajo. No quiere decir que el apetito del alumno sea la causa primordial de la falta de maestros. Entremos a reflexionar sobre algunos elementos de una cátedra fantástica. Todos sabemos que ésta no existe, que ningún programa oficial admite —salvo el caso de promotores y bibliotecarios— la presencia de un maestro preparado en tan importante aspecto de las motivaciones infantiles. Otra cosa sucede con la forma­ción en la literatura que, por su carácter académico, se convierte en una actividad regulada, medida y hasta coercitiva para muchos estudiantes de la escuela secundaria. En un taller de literatura destinado al cuento y la tradición oral, algunos participantes se quejaban de haber sido obligados a leer complicados textos de autores colombianos en los primeros años del bachillerato. Como conse­


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cuencia lógica de esta práctica inquisitorial, el niño al anochecer, reviste para él (o sea para el niño) o el joven lector esconde una cierta aversión hacia una importancia casi mágica, como si quisiera el autor y sus obras, es decir, un doble rechazo hacer provisión de sueños antes de dormir, o que se desplazará subrepticiamente hacia otros simplemente dejarse apaciguar por el poder de las autores y obras. ¿Quién ha creado semejante caos palabras. Y el niño se inventa historias también, en la conciencia insegura del lector? El maestro, da vida a sus juguetes prestán­doles intenciones, naturalmente, con su pose de genio insustituible, fabrica un mundo donde él es el héroe, la víctima o amparado en el “manejo de un saber”, en el “manejo el director de escena. El tiempo está rara vez vacío de una ciencia”, aunque ese supuesto saber sirva de para él: para distraer el aburrimiento o para gozar coraza a docentes aun universitarios que no han de una soledad que le es cara, el niño da cita a sus descubierto el camino más corto para ir a la luna, y personajes imaginarios (págs. 26-27)”. menos el rigor de la creación literaria. A la inversa, La hora de la fantasía, en cuyos dominios un maestro para una cátedra nos abandonábamos después fantástica desaparece desde el de salir de la escuela o en la instante mismo en que ingresa oscuridad nocturna, ofrecía al aula de clase. No tiene un asimismo la oportunidad programa enrutado a satisfacer de recrear los próximos apariencias administrativas ya capítulos y aun de anticipar que no pretende nada distinto el desenlace de la aventura. a mantener viva la música Por supuesto, allí no estaban de la palabra y, en ese acto la escuela ni el maestro, ni de libertad, a presenciar con había que responder a nada sus alumnos el gran desfile que no estuviera íntimamente de situaciones y personajes ligado al espíritu de la reales o imaginarios, pero de fantasía. Creo que no hay todos modos inmerso en las escritor de textos infantiles expectativas infantiles. Contra que de algún modo no haya un interés institucionalizado, comprobado la eficacia de revivirá aquellos tiempos esa fuerza poderosa llamada cuando una voz segura narraba “Novela de aventuras”. Otro desde la emisora las aventuras tanto podríamos decir de los de heroínas y de héroes pequeños libros de pistoleros envueltos en el peligro y, ante —sustitutos de la pantalla Carátula de L’ Afrique de Zigomar, de Philippe Corentin. Petite bibliotèque de l’ècole des loisirs. el descontento generalizado, grande— o de las revistas anunciaba el próximo alquiladas en la zapatería capítulo: “¿Logrará nuestro héroe escapar de las de la esquina. Esa cátedra de la lectura en la que garras de la bruja malvada? No se pierda mañana comenzamos muchos miembros de mi generación, la continuación de esta fascinante aventura”. El era a su vez el mas genuino encuentro con la niño, en cuanto investi­gador activo del mundo que poesía. De ahí se pasaba, por reflejo, a la práctica lo rodea, al entrar en contacto con la literatura, del dibujo, esto es, a la imitación de modelos desarrolla una actividad lúdica centrada en ese que más tarde darían cabida a nuevas formas de mundo aparentemente insignifi­cante pero que expresión para quienes se iniciaban en el arte de para él es más importante que para el adulto. la pintura. Después llegarían la escalada televisiva, Una vez más, para apoyar estas ideas que las propagandas eróticas, el Señor Comercio con pueden parecer un tanto psicologistas, debo su marquilla de moda y la crisis inevitable de una acudir a dos investigadores: Roland Beaurneuf y juventud desbordada que, no obstante, escribe Real Ouellet, autores de La novela (Editorial Ariel, poemas en los callejones y se resiste a creer que S. A., 1985), quienes advierten el tipo de respuesta ha perdido la oportunidad de vivir como seres infantil ante la fantasía: “La hora del cuento, humanos.


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Vistas las cosas así, ¿cómo proponer un maestronorma, un maestro-látigo, un maestro “Superestado” para una cátedra fantástica? Se objetará que un maestro dedicado exclusivamente a transmitir historias sin control, no logrará otra cosa que fomentar una actitud pasiva en el alumno. No voy a argumentar nada contra ese modo de entender el problema. Sólo quiero resaltar aquí mi experiencia como lector de historias infantiles en el aula de clase, en todo caso robándole tiempo al horario habitual. Los campos colombianos, tan abandonados en todos los aspectos, están poblados por niños con capacidad de soñar. Ellos saben del esplendor de los frutos, de la frescura de la lluvia, de la pureza de la luz, del rigor de los peligros, de la cercanía de las estrellas, del cansancio diario, de los monstruos que habitan los montes y salen cada cierto tiempo a perturbar el sueño, de la música de los animales cantores y de la naturaleza múltiple. Por su íntima vinculación con el cosmos, el niño campesino es más permeable a la fantasía. En sus escritos refleja con mayor propiedad sus temores y sus esperanzas y asiste al momento de la lectura como un poeta al llamado del deslumbramiento. Aunque los niños del campo y la ciudad viven de un modo extraordinariamente distinto, ambos perte­ necen al sueño, ese territorio libre donde no existen las diferencias sociales. En general, después de una serie continuada de lecturas que van desde el cuento hasta la novela, he observado los siguientes aspectos: ­ . El niño se siente motivado a leer textos por 1 su propia cuenta. 2. Manifiesta mayor libertad en la comunicación de sus inquietudes. 3. Incluye entre sus útiles escolares libros de cuentos, novelas, etc. 4. Hace partícipes a sus compañeros de su vivencia en el campo, el barrio, la ciudad, etc. 5. Se apropia de elementos de la realidad para elaborar su propia fantasía. 6. Comenta argumentos de películas, tiras cómicas, programas de televisión y de lecturas individuales. 7. Expresa en sus escritos determinadas vivencias familiares y sociales. Como podemos ver, estas características generales, recogidas de la práctica diaria con los alumnos, en nada desdicen de la observación pedagógica de una conducta. La literatura infantil

actúa en ellos como el maná para los sedientos en el desierto bíblico. Respecto a ese profesor de chocolate que ya he mencionado, los niños dicen de él: El profesor está loco. No conozco un tipo más mentiroso que él. Le voy a contar una mentira para que crea que es verdad. El profesor es un caso. Estas y otras expresiones son comunes fuera de la cátedra fantástica. En el aula, en cambio, la respuesta es sorprendente. El humor y la imaginación —cuali­dades básicas de un profesor de chocolate— ganarán ostensiblemente la atención del alumno. Un maestro que no convierta el humor en su principal aliado, pese a todas las dificultades propias de su oficio, tampoco podrá romper el esquematismo reinante. Vamos a intentar ahora una motivación para una cátedra fantástica. Ustedes, adultos que han venido a este lugar con el fin de escuchar un conjunto de charlas sobre literatura infantil, a partir de este momento empiezan a ser niños del grado cuarto de primaria de una escuela pública. Les acabo de leer un cuento, por ejemplo, de Camilo José Cela titulado La bandada de palomas. Ayer leímos La madre del monstruo, de Máximo Gorki. Todo es muy sencillo: hay que soltar la imaginación y escribir, escribir con mala ortografía —la recomendación es de Lewis Carroll—, escribir sin miedo, como si nuestro lápiz tuviera alas, escribir la historia de un pájaro que se tragó a un elefante, o la de una mosca que decidió transportar a dos gigantes en sus alas para que se bañaran en el océano Atlántico y antes de llegar se lanzaron al vacío y se volvieron montañas, escribir la historia de una hoja que se enamoró perdidamente de un gusano, pero como los gusanos se fueron a vivir a la cabeza de un profesor que lee historias, ella decidió fabricar un gusano de color verde, se casaron y ahora tienen una descendencia numerosa. Todo es muy sencillo: podemos escribir sobre un zapato viejo que lanzó una risotada y nunca más pudo salir a la calle. Las historias pueden ser largas o cortas. Yo les voy a contar cuatro historias cortas:

Historia N° 1 Una nariz muy respingada fue elegida para participar en el reinado nacional de la belleza.


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Cuando la llamaron a desfilar en vestido de baño, soltó una carcajada ante el respetable público. Entonces fue descalificada por indecente.

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tarea que debería asumir el conjunto de la sociedad, se ha abandonado en manos de la escuela, que ha transformado la lectura en algo exclusivamente escolar, con fines académicos y su aprendizaje Historia N° 2 divorciado de la vida se realiza con métodos y contenidos artificiales y cuyo único resultado es lograr Un botón se quedó profundamente dormido que el niño adquiera un rechazo total a esta actividad y soñó que la aguja malvada llegaba cargada de (pág. 125)”. El planteamiento tiene su validez, pero hilo para sacrificarlo en una tela. En ese momento hay algo que suscita la reflexión: la formación del despertó sobresal­tado. lector, tarea más compleja de lo que se piensa, no depende exclusivamente de la escuela puesto que Historia N° 3 la literatura infantil, que sería la única capaz de mantener el interés del niño En el mar, muy cerca de un lector, aún no ha penetrado barco de exploradores marinos, de manera significativa en los una ballena milenaria se chocó establecimientos educativos. con un buzo. Estos continúan huérfanos —¿Qué clase de carne eres? de imaginación, ausentes —le preguntó. de iniciativa y me temo que —Carne humana —respondió aparte de algunas obras el buzo. clásicas europeas, la moderna —¡Qué asco! —exclamó la literatura infantil apenas si ballena—. Desde que me llega a un reducido, número tragué a Jonás, no soporto el de educadores del sector daño de estómago. oficial. La responsabilidad recae directamente sobre la Historia N° 4 escuela. Por lo demás, no hay que olvidar que la escuela T, el elefante trompón, no está formada únicamente detuvo un día a la señora hormiga por maestros y alumnos. En y la retó a una pelea boxística ella intervienen, en primer debajo de un árbol gigante. lugar, los ministros, y luego —Yo no peleo con pesos Carátula de La silla que perdió una pata, de los gobernadores, y luego medianos —dijo la hormiga. Triunfo Arciniegas. Editorial Panamericana. los secretarios, y luego los Y lo hizo a un lado con una de asistentes, y luego un infinito número de funcionarios sus patas. públicos. Kafka los definió muy bien. El resto ya lo Vamos a suponer que ya terminamos el ejercicio, saben ustedes. que han transcurrido cincuen­ta minutos tratando de escribir una historia. Al final recojo los trabajos y José Martínez Sánchez. Nació en Aguadas nos damos cita para el día siguiente. La clase puede (Colombia) en el año 1955. Poeta, narrador y ser de lectura o de escritura y en ella siempre está la ensayista. Premio Nacional de Cuento Fundación imaginación haciendo de las suyas. Testimonio (1984), Premio Nacional de Literatura No quisiera terminar este esbozo de utopía sin mencionar la ponencia de Silvia Castrillón Infantil (1990), mención de honor en el certamen Panorama actual de la literatura infantil en Colombia internacional de cuento del Círculo de escritores y (Seminarios de literatura infantil 1988/1989). Antes poetas iIberoamericanos de Nueva York (1998). de señalar algunos puntos medulares sobre la escuela tradicional, que es la única existente hoy en nuestro país, dice textual­mente: “La formación del lector,



1992

HabĂ­a una vez...

5° Seminario de literatura infantil



La otra lectura Fanuel Hanán Díaz

1. Preámbulo

L

a siguiente ponencia tiene como finalidad evidenciar algunos usos particulares en la ilustración de los recientes libros para niños, los cuales demuestran el dominio de la gramática visual aportada por el cine y la televisión. En los primeros seis capítulos se intenta desarrollar un pequeño marco teórico que nos permita asentar una base sobre la cual descanse la última parte de esta exposición. Para la presentación oral se hará especial énfasis en “La influencia del discurso fílmico en la ilustración” con el apoyo de material audiovisual. En la primera sección se intenta rescatar el término “lectura de imágenes” para la descodificación del discurso visual y, específicamente, de las ilustraciones en los libros para niños. Seguidamente se hace un breve repaso histórico del uso de la imagen en la historia de la pintura, haciendo hincapié en su función utilitaria, al servicio del aparato ideológico. También se señalan algunos avances técnicos que permitieron el ingreso de la ilustración en el libro. En tercer lugar, se establece una distinción teórica entre literatura infantil y libros para niños con el fin de separar nuestro objeto de estudio de un cuerpo más amplio. De esta manera, se estudian por separado los componentes aislables de la categoría “libros para niños”, de los cuales forma par­te la ilustración. En esta sección se alude también a los avances tecnológicos que podrían incorpo­rarse en la facturación del libro infantil del futuro y el carácter activo del receptor para una lectura más significativa. Luego, se describen las características fundamen­ tales de los diferentes tipos de libros ilustrados en

función del nivel de redundancia de la imagen y de la relación texto/imagen, permitiendo así, el in­greso de los productos culturales de la nueva era visual como el cine y la televisión al texto infantil. En la siguiente sección se hace una descripción bastante amplia del proceso de percepción visual y de la importancia de su entrenamiento para el acceso a códigos imagéticos de mayor complejidad. También se hacen algunos señalamientos de la fuerte penetración de los medios de comunicación en esta era contemporánea. Por último, se hace una revisión de los recursos del lenguaje visual cinético: planos, angulaciones, perspectiva, etc. que han influido en la manera de presentar las composiciones en los libros ilustra­dos de reciente edición.

La otra lectura 2. Lectura de imágenes Generalmente, cuando hablamos de lectura nos referimos de manera casi automática a la descodificaci6n lingüística de un texto; a la interpretación de los signos gráficos dispuestos en la página mediante un proceso perceptivo en el que entran en juego distintos mecanismos fisiológicos y mentales cuyo resultado final es la consecución del sentido último que cada perceptor obtiene de lo leído. Ocurre así, en el texto escrito, un procesamiento de tipo “seriado”, esto es, siguiendo el ordenamiento sintagmático de la única fuente de información que es la letra o imput gráfico. De esta


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manera, cuando en un fragmento como: “Llovía. Sobre la ventana languidecían en un suave tintineo las gotas que resbalaban del tejado, dibujando sobre el cristal un intrincado laberinto al compás de un ritmo misterioso. Afuera, como aparecida de la nada, una vieja apuraba su camino”, el deslizamiento del ojo, de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo, registra una primera oración: llovía; después la siguiente y así sucesivamente. Más aún, internamente la descomposición se realiza en unidades menores (fonemas) para crear otras mayores (morfemas). Este mismo cuadro pudiera resolverse con cierta maestría en el cine, utilizando solo tres planos: un Plano General o Medio de la lluvia, un acercamiento al cristal de la ventana y un Plano General donde se ve a la vieja, a lo lejos, caminando bajo la lluvia. Este tipo de procesamiento, a diferencia del anterior, se denomina “paralelo” porque la fuente de información no es una sola y el deslizamiento del ojo no tiene sentido lineal sino multidireccional. Los códigos iconográficos: movimientos de cámara, pausas, planos e iluminación, se unen a los códigos sonoros: voces, ruidos, sonidos, para componer un mensaje que va a ser interpretado a través de la vista y del oído; incluso, a veces, algún tipo de información táctil es recogida por estos sistemas perceptivos. Como podemos apreciar, en ambos casos ocurre un proceso similar que va desde el registro a través de canales naturales, funcionamiento de cada uno de los sistemas perceptivos, formación de imágenes mentales y extracción de significado. Si a esto le añadimos otros elementos propios de la narratividad como secuenciación, ordenamiento temporal, debemos considerar, entonces, la ampliación del concepto de lectura a otros conjuntos sígnicos no verbales como la imagen. Desde hace tiempo se ha venido encomillando el término cuando se habla de “lectura de imágenes”, como si se estuviese tomando prestado del lenguaje escrito para impostarlo al lenguaje verbal. ¿Qué otro término más propio pudiera ajustarse a la descodificación de imágenes agrupadas en un soporte?

3. La imagen en la historia de la pintura Recientemente es cuando la imagen gana autono­mía y comienza a acompañar al texto no sólo para apoyar las descripciones que nacen a partir de lo escrito, sino para construir un mensaje paralelo, tan rico en significación y válido como el anterior. De esta manera, parecía forzado hablar de una lectura visual, cuando la imagen no estaba inscrita en el espacio textual sino como un mero elemento decorativo: capitulares y marcos profusamente elaborados, o pretendía sostener una carga evidentemente didáctica que la confinaba a una persistente elaboración estereotipada. En el siglo XVIII, señala Claude-Anne Parmegiani, las imágenes piadosas y edificantes, los alfabetos, los periódicos, los almanaques, etc. “no tenían otra función que la de honrar al rey, adorar a Dios, venerar a los santos, descifrar las letras, conocer el rumor público, los cambios de la luna, las fiestas, retener los dichos y proverbios populares y predicar las cualidades de un producto”. (1) Se estableció por medio de ellas un tipo de comunicación informal cuyo objetivo era mantener informadas a las grandes masas de población analfabeta de los sucesos más importantes. Era utilizada como un mecanismo para lograr la sumisión del común de la gente al servicio de la ideología del estado. Gregorio Magno, en el siglo VII, en una carta que escribe a Sereno de Marsella dice: “Por eso se utiliza la pintura en las iglesias de manera que aquellos que no saben leer lean viendo sobre las paredes, por lo menos, las cosas que no pueden leer en los códices”. (2) Más adelante, en el Medioevo, el desarrollo de las artes visuales descansó en esta premisa. Las historias sagradas eran desarrolladas en vitrales, utilizando los efectos de luz para aumentar el hieratismo y elevar la devoción. La perspectiva jerarquizada de la pintura medieval en donde la figura divina alcanzaba proporciones desmedidas como el Pantocrátor (3) de los mosaicos bizantinos, repetían la idea de sumisión al orden celestial. También ocupaban un gran espacio los temas referidos a redención, pecado y castigo, nutriendo, así, el eje sumisión-dominación establecido en el orden monárquico y en las relaciones de vasallaje.


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Esta antigua identificación entre pueblo e XIX cuando la incorporación de la ilustración en infancia fue disuelta cuando el hombre comienza el texto se hace más permanente y comienza a a ser centro del mundo en la gran eclosión desarrollar su propia autonomía semántica. Los avances técnicos en la reproducción renacentista. La perspectiva, basada en la geometría euclidiana, permitió reproducir sobre determinaron de alguna u otra manera una una superficie plana una realidad tridimensional participación más amplia del ilustrador en con gran exactitud, obligada con respecto de la edición de libros infantiles. Anteriormente un punto de vista único y fijo. La línea de fuga las imágenes no eran hechas para un público hacia la cual todas las cosas tendían a ordenarse, infantil. Sin embargo, eran estos los que más las no era más que la materialización de una visión disfrutaban. Los niños comenzaron a apropiarse antropocéntrica. La imagen siguió manteniendo de este género y quedó así rápidamente incluida su carácter icónico, pero comenzó a cargarse de la imagen —como señala Parmegiani— como una característica morfológica de referencias clásicas, exigiendo los libros infantiles. una aproximación más erudita La expansión del libro del espectador. En este ilustrado cobró durante momento, la pintura reduce el siglo XIX gran boga en su carácter proselitista con la Europa, utilizando la técnica aparición de los mecenas y la del grabado cuya maestría pequeña burguesía. dependía del manejo de un Por otro lado, ya la complicado procedimiento imprenta era una tecnología que imponía limitaciones en expansión, con lo cual el estilísticas en el trazo, las libro comienza a adquirir una sombras y contrastes. Con el mayor difusión, pero no estaba advenimiento de la litografía y preparada para incorporar a los consecuentes afinamientos la imagen en su producción en la reproducción del color en serie. se logró simplificar el proce­ En los siglos XVII y XVIII, so, permitiendo alcanzar un se traslada el uso coercitivo mayor rango y una mejor de la imagen a la relación definición de tonos y matices. adulto-niño. La enseñanza Sin embargo, uno de los formal, prescrita por valores Carátula de Starke Freunde, de Phillip efectos más importantes, en Waechter. Editorial Beltz & Gelberg. pedagógicos y didácticos estos avan­ces tecnológicos fue inamovibles, utiliza la imagen la consideración del corte secuencial de las páginas, pa­ra ofrecer una “forma sensible y atrayente” de logro que favorecerá más adelante el desarrollo de una enseñanza que parecía muy abstracta para los las tiras cómicas. pequeños. Valga esta amplia digresión para señalar el uso subsidiario de la imagen, al servicio de un aparato 4. Libros para niños: una categoría ideológico. Esto no negó su evolución estilística más amplia sino que interrumpió una marcha más dinámica, evidenciada por la larga permanencia de algunos Literatura infantil. Sin entrar en estilos en la historia de la pintura. consideraciones teóricas más amplias intentaremos Desarrollo de la ilustración. Pero lo que nos ocupa aquí es el desarrollo de la ilustración en los libros para niños y su relación con los medios de comunicación. Es a partir de fi­nales del siglo

abordar la diferencia concep­tual entre dos categorías frecuentemente confundidas: literatura infantil y libros para niños. Esto nos permitirá más adelante hacer una aproximación más ajustada de nuestro objeto de estudio.


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Como su nombre lo indica, literatura viene de litera, que en latín quiere decir letra del alfabeto. Debemos considerar, entonces, bajo este amplio término, todo lo que contenga exclusivamente ma­ terial escrito, en donde el carácter de literario vie­ ne dado por la presencia de elementos estéticos. Parece impropio, en consecuencia, admitir bajo el rótulo de literario cualquier manifestación que no esté ordenada o presentada estrictamente de for­ma alfabética. Por eso, Walter Ong señala en su li­bro Oralidad y escritura que, con frecuencia, los eruditos hablan erróneamente de “literatura oral”, descuidando el carácter exclusivamente ver­bal que tienen estas manifestaciones orales. Se establece, a partir de allí, una diferencia más general entre lo que se denomina lenguajes verbales (originados en la palabra) y lenguajes no verbales, como el gestual y el icónico. Por lo tanto se definirá tentativamente la literatu­ ra infantil como aquellas manifestaciones estéticas de carácter exclusivamente literario, preparadas editorialmente para niños. No entraremos a considerar aquí algunos planteamientos como la intencionalidad del autor, el niño escritor y niveles de edad, de cuya revisión depende una formulación más afinada del concepto literatura infantil. Libros para niños. Con el ingreso de la ilustración de una manera sistemática en el libro infantil y, más aún, con la consideración de la imagen como un elemento morfológico indisociable del género, nos enfrentamos a una controversia similar. En primer término, habría que hacer una disección del objeto libro infantil que ayude a desenredar esta compleja madeja. Por un lado, tenemos el texto escrito, y en este caso valdría señalar la oposición que establece Ramón Carmona entre texto y espacio textual. Para este autor, el espacio tex­tual está constituido por los elementos materiales o significantes; el texto, en cambio, provee los ele­mentos semánticos. Esto quiere decir que el espa­cio textual (soporte, diseño, tipografía, etc.) será siempre el mismo, en cambio el texto variará de acuerdo a cada lector particular, por lo que se de­fine como una unidad mudable, variable e infinita. Como decíamos, pues, el texto escrito se refiere a lo meramente literario, se vale del código

lingüístico y su gramática para elaborar propuestas de sentido, decodificables a distintos niveles. Y este es el primer componente aislable del libro infantil. En segundo lugar, tendríamos al soporte que, en el caso particular del libro para niños, ha favorecido el desarrollo de géneros muy particulares como el libro juguete o de efectos especiales y todos aquellos derivados del construccionismo en ingeniería de papel como los libros troquelados, el Pop-up book o el Turn-up Book. Pero las modificaciones en el soporte no determinan la función más importante, sino su capacidad de reunir pautas de diseño, la letra y la imagen. En tercer lugar, tendríamos la ilustración, creada según las exigencias de la técnica y portadora de un código muy particular, estrechamente vinculado al arte pictórico. Por último, estarían los elementos de la composición o lo que John Spink denomina “actores externos que determinan la legibilidad de la obra”(4): formato, tipo y tamaño de la letra, interlineado, disposición armónica del texto y la imagen, etc., de cuya reunión proporcional depende la formación de tipos y géneros. En resumen: existen dos grandes categorías de li­bros infantiles que, siguiendo una orientación estructuralista, responden a la combinación desigual de cada una de estas variables. A su vez, cada una de ellas comprende un número determinado de subtipos, de acuerdo a la dominación de un solo rango sobre el conjunto. Por ejemplo, dentro del rótulo “imaginarios” o libros de imágenes, consideramos a todos aquellos libros que no tienen tex­to escrito y se componen sólo de imágenes. Pero, a su vez, si atendemos sólo al soporte podríamos establecer otra nueva clasificación: libros de imágenes de cartón. Si nos fijamos en un solo compo­nente del código de ilustración como el color, podríamos establecer otro nuevo rótulo: li­bros de imágenes de cartón de colores primarios, y así, ad infinitum. Todorov señala, con respecto de la literatura general, que por medio de la combinación permutada y probable de elementos, se podría llegar incluso a categorías inexistentes pero que pudieran llegar a existir. Así, paradójicamente, ya se saldrían las características de algunos géneros, e incluso su nombre, mucho antes de su existencia.


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Algunas personas podrían argüir que ésta es La holografía, como señala Douglas Martin, es quizás una manía de encasillamiento que tiene el otro de los horizontes para la producción de libros crítico. Pero es, más bien, una manera bastante infantiles. Este método consiste en la obtención operativa de tratar el fenómeno literario, de de una fotografía en relieve (proyectada) en la diseccionarlo para someterlo a estudio. No interferencia de dos haces de rayos láser, de nos olvidemos que la literatura es también una manera que se puede crear un reflejo artificial, disciplina que funda sus herramientas de análisis tridimen­sional de una figura en el espacio. Se ha en la obra y sus significantes. En este sentido, la hecho un uso mas frecuente de esta tecnología en crítica se muestra como una operación intelectual el cine de ciencia ficción, como en Guerra de las que ayuda a su interpretación; tal como decía T. Galaxias (George Lucas), cuando de la cabeza de S. Eliot: “La crítica es la recreación de la obra “Arturito”, se proyecta una imagen de la princesa desde la lucidez”. Sin embargo, reconocemos que Leia pidiendo ayuda intergaláctica. También recurrir a una taxonomía es en Volver al futuro parte I/ só1o una manera de facilitar (Robert Zemeckis), cuando el análisis cuyo valor seguirá Mi­chael Fox es asaltado siendo aproximativo, en un repentinamente en la calle intento de hacer un ejercicio por un tiburón: recurso mental para asegurar las holográfico de la publicidad difusas fronteras entre cada del futuro para promocionar una de estas categorías. una película. Pe­ro, volviendo Consideramos, entonces, a la edición, Douglas Martin que “libro para niños” acoge predice que para los años 90 a distintas manifestaciones será “uno de los recursos más cuyos perceptibles (5) son explotados para las cubiertas básicamente extraliterarios. de los libros de bolsillo Así, tendríamos distintos masivos de la misma manera tipos que van desde los en que usamos hoy en día las maravillosos y estimables coberturas de papel metálico” libros troquelados hasta (7). El uso imaginativo de aquellos objetos que este recurso depende de la conservan del libro sólo la combinación con estilos de forma y que se conocen como ilustración particulares. Carátula de El sombrerón, de Alekos. Editorial libros de efectos especiales o De acuerdo, entonces, Panamericana. libros juguetes, los cuales han al objeto y al contenido del sido considerados por la crítica como non-books texto se establece una diferencia fundamental en­ o preliteratura. (6) tre lo que llamamos literatura infantil y libros para niños. Pero también, desde el punto de vista del Nuevos caminos. Los avances tecnológicos sujeto o receptor del mensaje se define el carácter de orden mediático tam­bién desarrollarán nuevas de “infantil” de estas manifestaciones. formas y manifestacio­nes. Piénsese por ejemplo El receptor. El modelo clásico de comunicación en el “libro electrónico” cuya virtual asimilación con la computadora modificaría, incluso, la forma que coloca en un extremo al Emisor y en el otro al tradicional de lectura: un sistema de referencias Receptor ha servido durante mucho tiempo para cruzadas, ausencia de páginas, diferentes canales distinguir dis­tintas modalidades de comunicación de búsqueda, registro y almacenamiento de la interperso­nal. Algunos autores han señalado, información, manipulación digital y un formato sin embargo, que el término receptor adolece de de visualización estándar, son algunas de las participación activa en el acto de comunicación y han propuesto con acierto que es más conveniente características de este proceso inminente.


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hablar de perceptor. De esta manera, sugieren que al otro lado del extremo se encuentra un sujeto capaz de favorecer cuando sea posible la retroalimentación del sistema, capaz de realizar una participación dinámica en la medida que actúa no como simple depositario de la información, sino que ejecuta un procesamiento mental activo, cargándola con valores de sentido. Esta distinción en la recepción activa es hecha también en psicología al oponer percepción —cualquier proceso por el cual nos damos cuenta inmediatamente de aquello que está en el exterior, al producirse en nosotros mismos la representación integral del concepto correspon­diente a dicho objeto— (8) y apercepción —conjunto de elementos archivados en la memoria que vienen a unirse al núcleo central de sensación ac­tual para formar un conocimiento más complejo—. Esta distinción va a permitirnos establecer a un primer nivel las posibilidades que tiene el recep­tor real (10), o sea el niño, de hacer una lectura de acuerdo a su nivel de competencia.

5. El libro ilustrado Tipos. Ahora que podemos hablar sin reservas de una lectura de imágenes vamos a retomar nuevamente la consideración acerca de los géneros en los li­bros para niños. Mas bien que géneros, vamos a referirnos a tipos, utilizando como elementos distintivos la función y el nivel de redundancia de la imagen. Muchos de los términos que emplearemos son anglosajones por carecer de vocablos apropiados en español. Debemos señalar también que ésto responde en gran medida al mayor desa­rrollo de esta línea editorial en Inglaterra y Estados Unidos. En primer lugar, tenemos al libro de imágenes o imaginario, cuya característica principal es la ausencia de texto escrito. En ingles responde al nombre de Wordless Picture Book y acoge tipos muy diversos como el Counting Book (sin estable­cer diferencias entre “libros para aprender a contar” y “libros para reconocer los números”), el ABC Book (abecedario), el Shape Book (un tipo de abecedario que propone exploraciones recognitivas de letras ocultas en formas de la vida diaria). En Brasil se denomina a este grupo “libro de figuras”, en el que

entran también aquellos libros de imágenes de uso recognitivo de objetos, colores y los que cuentan, a manera de sucesión fílmica, una historia. En segundo lugar, tenemos al grupo de los llamados picture books, que muchas veces es confundido con el Story Book o el Illustrated Book. En español existe el termino mas amplio de “libros ilustrados” para agrupar todas estas manifestacio­nes. Para salvar esta distinción, Uri Shulevitz (11) propone la aplicación de dos conceptos: el de Format Picture Book y el Picture Book Concept; Queda así definido el picture book (concept) como un libro cuya característica externa principal es el dominio de la ilustración sobre el texto escrito, estableciéndose una dialéctica dinámica entre ambas partes de manera que el texto no podrá ser comprendido sin las imágenes y viceversa. Pongamos por caso el ya clásico Donde viven los monstruos Alfaguara, 1977), de Maurice Sendak, cuando dice que “Max se puso su traje de lobo y se dedicó a hacer faenas de una clase y de otra...”, sin las imágenes no podríamos imaginarnos qué clase de faenas de “otro tipo”, también hizo Max. La ilustración, donde aparece el protagonista sosteniendo en la mano un tenedor mientras persigue al perro de la casa, nos aclara la naturaleza de la faena (travesura) que le vale a Max el calificativo de MONSTRUO que le increpa su madre. Tampoco se sostiene por medio de la palabra escrita la minuciosa descripción de la jerga monstruo, que es presentada al lector a través de 3 dobles pagi­nas completamente ilustradas. Por su parte, el Story Book, conserva del picture Book sólo el formato; también en este género existe una evidente dominación de los dibujos so­bre el espacio escrito, pero las historias pueden funcionar de manera autónoma e, incluso, la ima­gen es, a veces, dependiente de lo escrito. Por último, tenemos al Illustrated Book, cuya con­ceptualización se ajusta a la transcripción literal del término. Se refiere a todos aquellos libros —y en este caso tendríamos que decir con propiedad que se acerca más a la consideración de literatura infantil— que se valen de la ilustración como mero elemento decorativo en un intento de hacer más atractiva su presentación. En esta categoría se encuentran, por ejemplo, las ediciones ilustradas de los clásicos.


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A continuación presentamos un esquema que re­sume y estratifica los tipos presentados hasta el momento: Imagen Wordless picture book ABC books (abecedarios) Shape books libros para aprender a contar

Counting Book

Libros para reconocer los números

Libros recognición

de objetos, animales

colores,

Libros de imágenes que presentan historias en secuencia Picture books Picture books (concept)

r e l a c i ó n proporcionada entre texto e imagen. Interdependencia de sentido.

Story books (format)

Hay predominio de la imagen, pero la historia puede ser entendida sin el apoyo de la imagen.

Illustrated book

La imagen funciona como elemento decorativo

Texto

Literatura infantil

Como vemos, existe un número variado de tipos, definidos principalmente por la ocupación en el espacio textual de la ilustración. Pero también esto atiende al nivel de redundancia de la imagen, a la capacidad para decir más de lo que el texto

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dice, para recrear la obra y abrir un conjunto paralelo de significantes. En un estudio histórico realizado por Philip Pullman acerca de la “invisibilidad” a que ha sido sometida la imagen en el texto, el define el “efecto Caxton” a partir de una edición ilustrada de las fábulas de Esopo en 1483: “And there he is, in the picture, doing it. There’s is no discontinuity be­tween the text and image; it’s all four-square in front of us”. (12) Esta tradición va a mantenerse durante siglos, haciendo uso de recursos como el captioning (encabezamiento) y el señalamiento a través de brackets. Es así como, apoyada en esta relación jerárquica, la imagen va a desarrollar du­ rante muchísimo tiempo una dependencia incuestionable del texto escrito. El cine y su influencia. Más adelante, la influencia del cine en la literatu­ra va a ser tan evidente que da origen a narraciones múltiples y proliferación de episodios en el relato. Estas inminentes modificaciones afectan al nivel de las acciones en el discurso y a la manera como estas son ordenadas: “El tratamiento Detalle de carátula de de la temporalidad que el Kataplum, plam, pluff, film introduce no carece, de Luis Darío Bernal. ciertamente, de efectos en la Ed. Alfaguara. cultura contemporánea: ha propuesto de una forma tan violenta un nuevo modo de entender la sucesión y la contemporaneidad de los acontecimientos que incluso las demás artes han reaccionado ante esta provoca­ción”. (13) Con el advenimiento del cine mudo, la ilustración sufre una transformación bastante notoria; cobra una autonomía que nunca antes había tenido, se organiza sintagmáticamente a manera del film e invierte su relación subsidiaria de la letra. Nace, como fruto de esta influencia, la tira cómica. Uno de los usos más notables de este nuevo género es el “counterpoint”: la presentación de una manera simultánea de lo que piensan, dicen y hacen los personajes, que marcha paralelo con la aparición del talkie o cine hablado. En el comic, mediante


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recursos gráficos como el globo o bocadillo, los dream baloons y cartuchos, avanza la narración, mientras que en el espacio central del lexipictograma (14) se muestra la acción de los personajes. El comic también se vale de una serie de convencionalismos para asegurar un código propio y ha­cer un intento de dotar citenismo a las imágenes. La sensación de movimiento en figuras fijas tam­ bién obsesiona a muchas corrientes de vanguardia, especialmente al futurismo. El ya conocido Desnudo bajando una escalera de Marcel Duchamp, constituye quizás el paroxismo de estos ensayos, inspirados en las investigaciones fotográficas sobre el desplazamiento de los seres vivos realizadas por Muybridge y Marey. Mayor impacto ha tenido sobre el picture book la televisión, aunque no debemos olvidar que el coódigo televisivo no constituye sino una ampliación del código fílmico con todos sus recursos y convencionalismos, pero con una evidente carga semiótica más pobre. Donde la televisión ha alcanzado mayor autenticidad es en el spot publicitario o cuna, cuya penetración en el público in­fantil ha sido ampliamente señalada, especialmente por la rapidez de la sucesión de las imágenes, la intensidad del colorido y la repetición de motivos musicales (jingles o latiguillos) de ritmo pegajoso y fácil memorización.

6. Literariedad visual Señalar la influencia de la televisión en el niño es entrar en un campo minado entre dos frentes: aquellos que consideran a la televisión como una droga, moldeadora de conductas sociales, generadora de necesidades artificiales, que transmite una serie de mensajes con alto grado de violencia y una marcada estereotipación de los roles sexuales; y aquellos que defienden el potencial educativo de este medio, su posibilidad de abrir los horizontes culturales, su disposición inmediata, su capacidad asociativa del núcleo familiar y, sobre todo, el poder catártico y terapéutico de su programación. Lo que es innegable es la cantidad de horas a que están sometidos niños y jóvenes a este huésped electrónico. (15) Aproximaciones hechas en el Surgeon’s General Scientific Advisory Commite calculan que a un ritmo normal, un joven habrá visto

20 veces más films que leído novelas. En España, se calcula que un 88% de la población ve un promedio de cuatro horas diarias de televisión mientras que a cada uno de estos ciudadanos corresponde un libro y pico por año. Esta manida comparación entre el libro y la televisión siempre resulta desventajosa para el primero, incluso si tomamos como muestra países con mejor estándar de vida y poder adquisitivo y mayor tradición en la búsqueda de información en el ma­terial escrito que los nuestros. De lo que se trata, pues, no es de tomar postura frente a cada una de estas corrientes antagónicas sino de evidenciar la marcada y abrumadora dependencia a una forma de lenguaje visual. Si a todo sumamos la gran cantidad de vallas y letreros publicitarios que minan los centros urbanos, los mecanismos publicitarios de menor formato, los video juegos y las computadoras, tendremos que reconocer que estamos viviendo bajo una “civilización visual”. Por eso la afirmación que hiciera; Turbayne: “... el mundo visual es un “escrito” que todos debemos aprender a leer”. En todo este proceso de percepción visual, el ojo funciona como un canal natural que permite la formación de imágenes retínicas, las cuales son ordenadas antes de pasar al cerebro, donde existe un cierto número de células sensibles que transcriben información de la retina acerca de la forma, el tamaño y el movimiento de las líneas. Todo este sistema perceptivo, aunque esta dotado con ciertas facultades propias, necesita ser adiestrado y ejercitado para alcanzar su madurez. En estado nor­ mal, esto es posible gracias al enfrentamiento directo con el mundo visual natural, pero en ambientes altamente visualizados como los nuestros es necesario un adiestramiento a partir de los propios productos culturales mass mediáticos. (16) Este proceso de la visión, ejecuta un “mapa cognitivo” de cada escena, elaborado según dos fuentes: a) lo que ha aprendido sobre las formas que puede esperar y su regularidad. b) las sugerencias facilitadas por la periferia de la retina y que sirven de orientación a las distintas posiciones de la fóvea. (17)


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En consecuencia, lo que una persona construye sencilla es que no los esta­mos buscando. Nuestra tiene que ver con lo que ya sabe y lo que busca, primera deuda es con la(s) figura(s) que capta(n) generando una actividad de pensamiento que se nuestra atención desde el principio; no con el fondo, nutre de la percepción sensorial. Este mecanismo es cuya localización periférica ni siquiera nos permite puesto en práctica de una manera automática y sólo “enfocarlo”. En una ilustración para Blancanieve de una parte de la retina, la fóvea, ofrece una imagen Nancy Elkhom, el interés por la protagonista nos enfocada y nítida de lo que se ve. El resto de lo hace centrar la mirada en Blancanieves, a pesar de percibido (visión estructuradora, media y pe­riférica) que ella más bien intenta desaparecer al margen es hecho de manera inconsciente. izquierdo de la ilustración. Si se pasa la página La revisión incompleta de un cuadro nos y se nos pregunta qué había en la ilustración, confirma la idea de que siempre miramos el conjunto seguramente diremos Blancanieves y un venado. Sin que tenemos delante de nuestros ojos como un embargo, es eviden­te la presencia de cinco animales todo estructurado sin notar a mas en el cua­dro. simple vista los detalles. En De esta manera, la una ilustración a doble pagina fijación en el detalle se de El monstruo de las fresas muestra como un ejercicio de Ingrid y Dieter Schubert exploratorio que ayuda a la (Lumen, 1989), aparece un agudeza visual y completa bosque tupido, muy verde. Si una visión estructuradora nos fijamos más detenidamente del conjunto. Además de y acomodamos nuestra imagen este tipo de entrenamiento mental sobre la forma de físico (18), existe un tipo algunos animales, podremos de aprendizaje intelectual “descubrir”, escondidos en esa que tiene que ver con la masa vegetal, un avestruz, un interpretación y familiarización puercoespín, un tucán, un oso, del código icónico y sus etc. Es evidente, entonces, que convencionalismos. la demarcación de contornos mediante el trazo es un uso convencional para el cual 7. La influencia del discurso estamos educados, ya que fílmico en la ilustración Carátula de Pies para la princesa, de Ivar Da aquí debemos adivinar dónde Coll. Editorial Anaya. están los ani­males que son Presentación de imágenes insinuados por los espacios que en secuencia. Desde este hay entre las hojas o sugeridos por la acomodación punto de vista es correcto hablar de una gramática de las plantas en el espacio. Julian Hochberg y Virgi­ de la imagen, apoyada de una manera bastante clara nia Brooks hacen algunos señalamientos respecto en la narratividad literaria. El discurso fílmico fluye de la percepción por medio de “rasgos distintivos”. mediante una sucesión encadenada de secuencias, Sólo tenemos que actualizar nuestro almacén de cuya unidad material mínima es el fotograma. Este, imágenes mentales, ya que logramos identificar los es definido como un instante durativo que reúne en iconos a pesar de que el objeto real está ausente. un soporte de celuloide o cualquier otro material También algún tipo de ilustración como la unidades espacio—temporales y cuyo dispositivo de de Binette Schroeder nos permite asegurar que la reproducción (imágenes por segundo en el cine y 25 percepción activa también es selectiva. Mediante en el video crea la ilusión de un movimiento estable la oposición fondo/figura, esta ilustradora logra crear espacios con un gran toque surrealista. De los y sostenido. Raymond Briggs en El muñeco de nieve (Altea, elementos del fondo emergen figuras simbólicas 1988) hace uso de esta unidad fílmica para construir como búhos y ojos. ¿Por que no nos damos cuenta a primera vista de estos detalles? Una explicación muy una hermosa historia acerca de la relación de un niño


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con un muñeco de nieve. El formato (dimensiones del cuadro) de presentación no es estándar y tampoco utiliza la visión subjetiva, ni planos atrevidos de composición. Se podría hablar en este caso de un cierto tradicionalismo en la incorporación de este recurso en un libro ilustrado para niños. Los planos. Otro de los elementos que denota la influencia de cine en la elaboración de picture books es el sistema de planificación. El plano o taxema fílmico (Mitry) es un fragmento de espacio tiempo, donde es detectable una rigurosa continuidad de ambas dimensiones. Analizado desde el punto de vista del tamaño (mayor o menor cantidad de campo que ocupan los personajes) o la función que cumple en una cadena sintagmática, tendríamos una clasificación que va desde el Gran Plano General hasta el Primerísimo Primer Plano o Close up. Algunos recientes libros ilustrados no sólo han hecho evidente la influencia del cine a través de la presentación tipo montaje, como el ya señalado El muñeco de nieve y Monky de Dieter Schubert (Lumen, 1988), sino también con la adopción de un sistema de planificación menos tradicional. Si observamos algunos textos clásicos vemos como predomina en la ilustración un formato de Plano general (que incluye una o más figuras humanas en su totalidad dentro del encuadre junto con el ambiente de fondo) o alguna modalidad de Plano medio (en donde la figura ocupa el encuadre desde la cintura hacia arriba). El uso del close up, los primeros planos y los encuadres oblicuos comenzó a ser de época más reciente en la ilustración. Este efecto de acercamiento/alejamiento de la figura respecto al eje óptico de la cámara, es conseguido en el cine gracias a un objetivo de distancia focal variable llamado zoom. Este movimiento “aparente” de la cámara, también crea una sensación de ampliación y reducción paulatina del tamaño del objeto, cuyas implicaciones psicológicas básicas pueden ser de dos tipos: “... el efecto de acercamiento contribuye a otorgar intimidad a lo mostrado, mientras que el efecto de alejamiento abandona al sujeto u objeto para insertarlo en un conjunto visual diversificado”. (19) Etienne Delessert, ilustrador suizo, utiliza mucho este recurso para crear atmósferas intimistas en composiciones oníricas de cargado contenido simbó1ico. En Una larga canción (Ediciones B, 1990)

describe el peregrinaje de un ser de apariencia fetal a través del tiempo. La narración fluye por medio de encuadres, dispuestos en las paginas de forma aislada. A través de ellos podemos imaginar una cámara oculta que pareciera acercarse o alejarse del conjunto, valiéndose de este único movimiento para registrar las acciones. En El guardián del olvido (SM, 1991), Alfonso Ruano se vale de un formato exageradamente apaisado para mostrar muy de cerca los ojos profundamente azules de Analisa. Con el acercamiento de esta mirada se establece una fuerte empatía con este enigmático personaje que sufre la condena de estar atrapado en un laberinto de espejos. Recorte de la figura. El encuadre o fotograma también fija los límites del espacio visual, permitiendo al observador ver lo que está contenido en la escena (en campo) e intuir lo que esta ausente (fuera de campo). La noción de fuera de campo o espacio en off también afecta a los códigos de sonido, por lo que también se habla de voz en off: aquella cuyas fuentes de origen están ubicadas fuera de la relimitación territorial señalada por los bordes de la escena. Esto nos permite hablar, como en el teatro, de cuatro espacios materiales de representación: el que se ve, el que está detrás de lo que se ve (decorado), el que se intuye (20) y el del espectador que contempla la escena. En el caso del cine este últi­mo lugar también podría ser ocupado por la cámara. La valoración consciente de esta tetradimensionalidad ha descubierto en la ilustración dos usos técnicos básicos: el corte de la figura y la inclusión, por medio de la visión subjetiva, del espacio en off. En el primer caso, hemos visto que cada vez con mayor frecuencia se hace un recorte intencional de la figura a favor de un mayor verismo técnico. Los objetos, cuya totalidad desborda los limites del encuadre son dibujados de manera incompleta. La figura no es forzada a entrar por completo en la composición, sino que se ajusta a los bordes impuestos por el formato. Luis de Horna en La caja voladora (Espasa-Calpe, 1990) hace aparecer medios cuerpos, colas y fragmentos de los perso­najes que desarrollan la historia. Es interesante acotar que en una investigación realizada en Rusia con una muestra de 200 niños, se evidencia que la reducción de perspectiva más comprendida por niños de hasta catorce años es la de


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costado: “En la elección del mejor cuadro, casi todos importantes, es el de la visión subjetiva. El espectador los niños, los pequeños y los grandes, prefirieron asume la mirada de la cámara o lo que es lo mismo, el cuadro visto de costado. Las fundamentaciones la cámara actúa como narrador testigo. Se llama fueron del orden siguiente: “Se puede ver todo”. subjetiva porque la ima­gen es dibujada desde el “Así está mejor pintado”. “Se ven todas las patas y punto de vista de un personaje de la ficción. Algunas el hocico”. (21) modificaciones introducidas tienen que ver con la A este punto valdría preguntarnos si es válido estatura del es­pectador implícito, donde se hace un ofrecer a los niños, cuyas dificultades para reconocer recorte de “punto” de vista cuando se trata de un la parte por el todo no son superadas sino a un N o un animal, como por ejemplo, en la terrorífica estado de desarrollo cognitivo superior, este tipo de visión de la madrastra, a través del cristal de la recortes de figuras. puerta en Hansel and Gretel, ilustrado por Anthony Algunas investigaciones desarrolladas por G. No­ Browne (Julia MacRae Books, 1981). ble demuestran la dificultad de También se incorpora la niños pequeños para entender adopción del Worm’s eye view este convencionalismo. Ellos (vista ojo de gusano), a ras entendían como dos personas del suelo, lo cual es muy poco distintas al mismo personaje frecuente. En la penúltima visto desde un Plano General ilustración de Una larga (cuerpo completo) y en un canción, a doble página, hay un Plano Detalle (sólo la cara). La Primerísimo Primer Plano de complejidad del código visual un vergel salvaje, presentado cinético no es enseñada en los desde la visión de un ser corto sistemas formales de educación, de esta­tura —y suponemos salvo raras excepciones. El que es el acompañante del enfrentamiento directo con el protagonista— que se ha medio provee todas las destrezas detenido un momento en­tre de descodificación, incluso de la maleza: los tallos a medio recursos de mayor complejidad camino, las hojas como si como el flashback. (22) ¿Por emergieran del suelo y las qué, entonces, deberíamos mariposas, revoloteando cuestionar el empleo de estos en lo más interno de este convencionalismos en la micromundo en pleno Carátula de Tikki Tikki Tembo, de Arlene Mosel. Editorial Scholastic. ilustración del libro infantil si rebrote primaveral, presentado su utilización es más sistemática desde una perspectiva heady recurrente en otros medios de comunicación de on (frontal), revela que no se trata de un tipo de mayor incidencia? La ventaja del libro ilustrado es angulación especial, sino de la adopción de un la posibilidad de volver a el cuantas veces se quiera, punto de vista más corto. de acomodar el ritmo lector a su contemplación En los libros ilustrados es más frecuente y de detenerse un tiempo más prolongado para encontrar el Bird’s eye view (vista ojo de pájaro), asimilar y analizar los usos complejos de este cuando el observador se sitúa para contemplar código. Las influencias de los mass media sobre el la escena en un sitio más elevado, ya sea un alto libro ilustrado resultan así provechosas en la medida promontorio o remontado por los aires. Uno que contribuyen a formar la literariedad visual del de los ilustradores que utiliza con más acierto individuo, un nuevo lenguaje para el cual debe estar esta perspectiva aérea es Roberto Innocenti. En preparado, en función de un alfabetismo visual cada Cuento de navidad (Lu­men, 1990) ofrece un cuadro vez más dominante. costumbrista del bullicio navideño del Londres finisecular. Desde arriba podemos ver con detalle Visión subjetiva. Otro recurso fílmico las tiendas con sus expectantes cestas de cebollas y ampliamente utilizado, y quizás uno de los más castañas, a un gru­po de niños jugando con un trineo


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y a los transeúntes haciendo las ultimas compras para el día de Nochebuena. En El expreso polar de Chris van Allsburg (Ediciones Ekaré - Banco del Libro, 1990) contemplamos una maravillosa vista aérea del vuelo de San Nicolás por la ciudad. El contraste de la técnica impresionista del fondo, con la luminosidad que emana de las ventanas, acentúa en es­ta ilustración a doble pagina, la quietud del paso del trineo de San Nicolás que pareciera mas bien flotar en el aire, observado por alguien que esta aún más arriba. De forma menos clara, el “raccord” (del verbo francés: unir, juntar) intenta crear artificialmente un movimiento real de cámara de desplazamiento horizontal llamado travelling, a partir de una visión subjetiva. Así, a través del seguimiento de la mirada de la cámara, podemos descubrir paulatinamente ese espacio en off que se nos oculta. En el comic hubo algunos ensayos, especialmente los de Winsor McCay, para ofrecer una fluida continuidad entre dos viñetas consecutivas: “Uno de los recursos más llamativos consistió en hacer que el espacio del extremo derecho de la primera viñeta fuese continuado rigurosamente por el espa­cio mostrado en el extremo izquierdo de la viñeta siguiente”. (23) La interrupción quedaba así paliada por la perfecta continuidad territorial, pero también de la acción y del movimiento. Anthony Browne en Gorila (Fondo de Cultura Económica, 1991) descubre la potencialidad de este recurso en una ilustración que cubre toda la pagina, donde se describe la enigmática tristeza de un chimpancé, encerrado tras los barrotes de una jaula. La pro­funda mirada de este animal pareciera reclamar su encierro al espectador, mientras los barrotes que sirven de limite a esta suerte de viñetas esconden la porción de espacio que se continúa en el cuadro adjunto. Una modalidad de raccord de acción que elimina los “interlineados” entre los cuadros, es utilizado con maestría por Binette Schroeder en El rey rana (Lumen 1989). El plano es descompuesto en cua­dros contiguos sucesivos que permiten conservar la totalidad espacial, porque la ilustración en el li­bro infantil no ejecuta las omisiones territoriales que se imponen en el comic por las limitaciones de la concepción gráfica del género. La emoción de la princesa al ver que la

rana sale del agua, pasa de la tristeza al asombro en la parte superior, mientras que abajo continúa la acción de la rana que se sumerge en el pozo para rescatar la pelota. Angulación. Si bien estos puntos de vista atienden al sitio don­de se encuentra el sujeto que observa, el sistema de angulación lo hace desde un eje fijo hacia arri­ba (contrapicado) o hacia abajo (picado). Se crean, mediante el empleo de este código, perspectivas insólitas que “como las violentas angulaciones en picado o en contrapicado, permiten ofrecer a veces representaciones distorsionadas del espacio óptico y perspectivas violentamente exageradas, como las que permiten los objetivos de gran angular en fotografía y cine”. (24) Hay que reconocer que el comic ha alcanzado propuestas más atrevidas y originales en este sentido, lo cual ha sido limitado en el cine por lo complica­do del procedimiento. En Cenicienta (Anaya, 1984), Roberto Innocenti, utilizando la visión subjetiva, ofrece a través de una ventana, cuyo vidrio del borde superior esta “casualmente” roto, un perfecto encuadre en picada. Cenicienta observa desde el piso de arriba de la casa cómo las hermanastras se dirigen al baile ofrecido por el príncipe:” “Al fin llegó el feliz día, se marcharon, y Cenicien­ta las siguió con los ojos todo el tiempo que pudo; cuando las perdió de vista, se echo a llorar”. (25) El cristal roto es símbolo de la tristeza que sintió Cenicienta “como Si el corazón se le rompiera”, también simboliza la brecha estrechísima en su relación con sus hermanastras. Más adelante, cuan­do Cenicienta se prueba la zapatilla y todo el mundo vio como entraba sin esfuerzo en su pie y le “caía como un guante”, el personaje se crece dentro de la historia, visión que es anotada por el ilustrador con un plano en “contrapicado”, dando así una dimensión gigantesca muy oportuna a esta desfavorecida sirvienta. Al final, el relato se cierra con una fotografía del matrimonio de la heroína con el príncipe. No es casual el uso de tonos se­ pias, imitando un daguerrotipo de la época como pegado en un álbum. El empleo de esta coloración, que contrasta con el colorido de las restantes imágenes, tiene el significado semántico


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de “recuerdo”, bastante parecido en sentido y hecho no fue considerado en el arte pictórico de otras culturas como por ejemplo la pintura china, técnica al flashback. En un libro de imágenes de Monique Felix, Los que fundamentó su modo de representación en colores (Lumen, 1991), la angulación en picada se los principios antagónicos del Yin y el Yang. Los mantiene a lo largo del relato, conservando en el códices mesoamericanos y los murales egipcios borde superior del encuadre un espacio para que el también responden a cánones muy particulares de lector comprenda que la aparición y desaparición representación. Es por esto que se afirma que en el del curioso ratón obedece a la entrada y salida del Re­nacimiento, con la creación de la “perspectiva gato y de la niña a la habitación. artificialis” tuvo que ocurrir una especie de Una distorsión perspectiva del tipo Gran “mutación genética” que luego se propagaría al Angular aparece un tanto atenuada en un picture resto de Occidente. book de Adela Turin y Nella Bosnia, editado en Lo más importante de este logro es el Londres en 1976. El regreso de desarrollo de la noción de los cuatro más finos “bonobos” profundidad: La adopción de Bordeaux, adonde fueron de un punto de vista fijo y enviados a estudiar francés único, sin tomar en cuenta las esta parodiado no sólo por el desviaciones de la percepción texto que refiere el atuendo de binocular, cierto descuido de los monos: “Everyone could la relación de los objetos entre see that each one was wearing si, la sumisión de la escena a la spectacles and carrying a composición y el tratamiento black suitcase” (26), sino por desigual del fondo y la figura, lo insólito del punto de vista anquilosaron la evolución distorsionado, que favorece el hacia una tridimensionalidad tono humorístico. más perfecta.La pintura Perspectiva. Hasta metafísica de Giorgio de ahora hemos hecho un Chirico, cuya influencia breve repaso acerca de los se nota claramente en la convencionalismos más ilustradora Binette Schroeder, notables que toma prestado avanza un paso más adelante. Ilustración de carátula de Voices in the Park. el libro ilustrado del código Por medio del volumen los Anthony Browne. fílmico. Quisiéramos hacer objetos cobran dimensión notar también algo referente en el soporte. La relación a la perspectiva por sí misma. espacial se estable­ce por contraste de dirección de En la introducción habíamos hablado acerca líneas y contornos. Las figuras parecieran flotar del avance que supuso el “descubrimiento” de en el lien­zo sin superponerse unas con otras, la pers­pectiva en el Renacimiento. Pero, a pesar como Si estuvieran mantenidas por una fuerza de la rigurosidad matemática que supuso la gravitacional. Es sorprendente la similitud que adopción de este modo de representación, no presenta esta pintura con la animación grafica deja de tener un alto grado de artificialidad. Los por computadoras. objetos y las cosas se acomodaban bajo un orden Otro movimiento de vanguardia que marca pretendidamente natural, reduciendo su tamaño a un hito importante en la desconstrucción medida que se iban alejando del punto fijo y único perspectivista es el cubismo. Los planos, cortados desde el cual eran observados. Así, se llegó a un en agudos ángulos y la figuración múltiple, bordean ajuste más fiel de la realidad, tratando de salvar el límite de la no-perspectiva, porque los objetos la difícil limitación de representar una realidad no eran representados tal como en la realidad sino tridimensional en un espacio bidimensional. Este como eran concebidos por el espíritu.


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La aparición de la fotografía permite recobrar la noción de profundidad, apoyada en un dispositivo de carácter mecánico que institucionaliza un nue­vo modo de representación. Se crea así el efecto de profundidad de campo, logrado por la correlación de ciertos parámetros técnicos: distancia fo­cal, apertura del diafragma, velocidad de obturación. Algunos ilustradores contemporáneos han hecho un intento por plasmar este efecto en sus cuadros. Alfonso Ruano en Zapatones (SM, 1988) hace una aproximación bastante cercana a la animación computarizada. En la ilustración de página completa donde Zapatones juega un solo de futbolín en la casa de arena que construyó para refugiarse de las burlas de sus amigos, la tridimensionalidad es lograda por el trabajo con el volumen de los ob­jetos. La tabla horizontal del futbolín, sobre la que se apoyan los tubos verticales donde están enganchados los muñecos, marca un eje que, por un la­do, centraliza la composición de la escena y, por el otro, gana una porción de espacio que nos permite ver los grandes pies de Zapatones. Más atrás, y so­bre el mismo eje geométrico del punto de vista escogido, está una mesa de jugar ping pong. Aún más atrás está una pared de ladrillos. Esta demarcación volumétrica, junto con los distintos puntos de luz confieren una profundidad particular al conjunto. En el Libro de las M’Alicias (SM, 1990), ilustrado por Miguel Calatayud, en la ilustración a doble página del capítulo dos, la noción de profundidad viene dada por la multiplicidad de planos quebrados en ángulo agudo, a modo de la pintura cubista. La independencia objetal propone una cierta autonomía de los encuadres: mientras la nevera de donde Alicia saca sus prendas (ilustración del capítulo uno), aparece inclinada, los gigantescos pies en Primer Plano son dibujados en relación casi perpendicular con respecto al piso. Lo mismo sucede en la ilustración del capítulo cuatro, donde Alicia es atropellada por un carro y, al igual que en Roger Rabbit, queda como una estampilla pegada al piso. El automóvil, encerrado en un en­cuadre paralelo al Primer Plano del policía, ayuda a mantener el efecto de profundidad,

especialmente por el tipo inclinado de toma y su relación con el fondo. La televisión como ícono. Por último, este análisis quedaría incompleto sin hacer evidente la presencia de la televisión y la publicidad en el texto infantil, cuya actualización refleja el entorno massmediático sobrecargado (contaminación visual) de las grandes urbes. En El muñeco de nieve la luz fría que emana del aparato se proyecta como un foco en la superficie blanca del muñeco, interrumpiendo la quietud de la noche. En Rädda mit Djungel, ilustrado por Bengt-Arne Runnerström, se muestra la luctuosa soledad de un niño urbano quien observa la televisión mientras dos gruesas lagrimas resbalan por sus mejillas. Al igual que en Gorila de Anthony Browne, el foco de luz que sale de la pantalla aumenta el efecto dramático, rodeando al personaje en una burbuja luminosa mientras en el fondo se proyectan sombras fantasmagóricas de un inusitado alargamiento. En Hansel and Gretel, del mismo ilustrador, la televisión sirve como elemento del decorado para situar en una época y en una condición social a es­ta humilde familia de leñadores. Sobre ella pode­mos ver proyectada la imagen en blanco y negro de un avión, como indicio del viaje que van a emprender Hansel y Gretel. Pero también la pantalla chica hace alarde de su cualidad de medio de comunicación. En Rädda mit Djungel, la televisión sirve como vehículo para presentarnos la noticia del terremoto ocurrido en Ciudad de México. Si bien este artificioso medio absorbe hoy en día la mayor parte del tiempo libre de los niños en edad escolar, no libera al receptor de reaccionar ante las peroratas que ella repite día tras día. Puede ocurrir que nos hastiemos y decidamos cambiar de canal, apagar el aparato o simplemente darle un puñetazo como hace Alicia en el Libro de las M’Alicias: El televisor (que fuma siempre que puede) y Alicia se miran fijamente. Se pelean. —¿Estás contento ahora? —Me temo que no. Ella quiere ver unas cosas, y él quiere mostrar otras.


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—¿No te gustan? —Ni poco ni mucho. Además fumas y tienes el volumen demasiado alto. Al fin, Alicia sacude de un puñetazo al televisor. El televisor se siente mal y comienza a vomitar un montón de porquerías. Entonces, Alicia se va y lo deja solo.

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Fanuel Hanán Díaz. Investigador y escritor venezolano. Licenciado en Letras con maestría en Ciencias y artes aplicadas, mención Televisión. Se desempeñó como jefe del Departamento de selección de libros para niños y jóvenes del Banco del libro. Ha dictado conferencias y talleres en diferentes países de América Latina en temas relacionados con la lectura de imágenes, libros perturbadores para niños y apreciación literaria. Es consultor del CERLALC-UNESCO para un curso virtual de escritura creativa y profesor del máster de Literatura infantil de la Universidad de Barcelona-Banco del libro. Ha escrito libros de no ficción para niños y ganado el premio nacional de literatura infantil en su país. También ha estado nominado a la lista de honor IBBY. Es autor del ensayo Leer y mirar el libro álbum. ¿Un género en construcción? Actualmente coordina Barataria, Revista latinoamericana de literatura infantil y juvenil.

De esta misma forma, los letreros publicitarios, vallas y avisos comerciales comienzan a formar parte del espacio diegético (Genette) de los libros ilustrados. El recorrido de Omar por las calles de Ciudad de México en Rädda mit Djungel marca un contraste entre dream baloom por medio del cual el niño se imagina una selva edénica y los avisos publicitarios de las tiendas, donde resalta en primer plano una estrella de neón con el letrero “Almacenes Súper”. En Windjo (Limmat Verlag, 1981) la selva de concreto es presentada como un lugar inhóspito Notas desde atrevidos planos en contrapicada que alargan y 1. Claude-Anne Parmeggiani, recortan los letreros y vallas. “Histoire d’images”, p. l. En otra ilustración a doble Carátula de Quiensabedónde, de Cristiana Va2. Citado por Walter Fochesato página del mismo libro se lentini y Philip Giordano. Editorial Pípala. en “La función de a ilustración cuentan más de 18 avisos en los libros para niños”, p. 39. publicitarios de distintas formas y tamaños. El cine también ingresa al libro ilustrado por 3. Voz griega con que se designa en la iconografía la reproducción de las condiciones materiales de Bizantina a la representación de Dios hijo como su puesta en escena. En Gorila, el paseo nocturno principio y fin del universo. Presenta a Jesucristo de Ana con su imaginario papa gorila a través de entronizado (Cristo en majestad) en actitud la ciudad (o el sueño) la lleva a una sala de cine de bendecir sosteniendo un libro en su mano donde en una gigantesca pantalla se proyecta izquierda, rodeado del Tetramorfos. 4. John Spink, niños lectores una película de Supergorila. De esta manera, el reciente libro ilustrado 5. Tomachevsky entiende por perceptibles aque­ no sólo se vale del código iconocinético para llos rasgos distintivos que se hacen dominantes en su formulación sino que también concede un la obra para definir su género. Por ejemplo, en el espacio a los artificios massmediáticos a través caso de la novela policíaca, debe existir un cuerpo, de esa otra ventana que abre las puertas a una un detective, una serie de pistas y una solución. 6. Para mayor información acerca de este tipo nueva y más activa mirada. de material, consúltense los siguientes artículos:


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“Books in Toyland” (Kathy Piehl) y “Dalla parate dei bambini e dei libri gioco” (Renata Gostoli). 7. Douglas Martin, “A designer looks at Picture Books”, p. 9. 8. Tom Bower, El mundo perceptivo del niño, p. 72-73. 9. Idem. 10.El receptor real viene a ser la concretización del receptor virtual. El primero es el sujeto histórico que actualiza la obra, el segundo es el sujeto para quien se pensó iba dirigida la obra. 11. Uri Shulevitz, “¿What is a Picture Book?”. 12. “Y allí está, en la imagen, haciéndolo. No hay discontinuidad entre el texto y la imagen: todo es­ta exactamente cuadrado enfrente de nosotros”. 13. Umberto Eco, La definición del arte, p. 197. 14. Lexipictograma es definido por Luis Gasca y Román Gubern como la unidad mínima de montaje del cómic. También recibe el nombre de viñeta. 15. Seguidamente transcribiremos algunas citas tomadas de una monografía inédita, presentadas en la cátedra Técnicas de Investigación de la Maestría en Televisión dictada por la Universidad “José María Vargas” (Caracas-Venezuela), por el mismo autor de esta ponencia. Recogen información estadística de distintos países acerca del tiempo que dedican los niños y jóvenes a ver televisión y algunas mediciones hechas con respecto a su influencia. “Es sorprendente el tiempo que pasan los niños en cualquier parte del mundo expuestos a la tele­visión: en Venezuela se estima un promedio de 4 horas diarias; en Estados Unidos, el promedio semanal es de 34 horas y en Francia un 25% de los niños sobrepasan las 3 horas diarias. Un pre-adolescente norteamericano a los doce años ha asimilado a su experiencia de vida diez mil horas de programas de lo que se deduce que ha pasado más tiempo en la pantalla que en la escuela”. “Como hemos visto, la televisión es distinguida en los sistemas socialistas como un conducto de cultura y como tal funciona. Estudios realizados en Cuba para la Dirección de Investigaciones Sociales del I.C.R.T. demuestran que el 98% de los ni­ños cubanos ven la televisión, y el 85% de ellos utiliza este medio diariamente”. “Este fenómeno no es sólo privativo de clases sociales menos privilegiadas ni de grupos

raciales determinados. Los “jingles” o música de factura publicitaria que componen las cuñas o propagandas televisuales son repetidas y cantadas a coro por niños y jóvenes de todos los estratos sociales. Ya a los dos años el 50% de los niños del distrito de Los Ángeles cantan a lo largo del día estos jingles y a los 3 años lo hacen el 90% de los niños”. 16. Este adjetivo puede considerarse un neologismo, de origen inglés. Proviene de mass media, término con el cual se califica a los medios masivos de comunicación, especialmente la televisión y la publicidad. No aparece en el DRAE. 17. Para mayor información véase a Ramón Carmona, Op. cit., p. 23. 18. Entrenamiento muy bien descrito por Richard Bamberge para la lectura de tipo alfabético. 19. Luis Basca y Román Gubern, El discurso del cómic, p. 664. 20. Si tenemos ante nuestra vista la escena de un actor en la sala de un palacio, por ejemplo, debemos suponer la existencia de las demás dependencias del edificio: cocina, dormitorios, salones, etc. Si este mismo actor se asoma por una ventana que da a la calle, también debemos suponer la existencia de un espacio externo. En teatro y en cine, la puerta sirve como demarcador territorial, como conectivo entre estos dos espacios. 21. J. A. Florina, La percepción de un cuadro por el niño, p. 16. 22. El Flashback consiste en un corte temporal hacia el pasado con la intención de recordar algún suceso acontecido. Generalmente se introduce en el film mediante disolvencias especiales y se caracterizan por los colores sepias o blanco y negro de la cinta. 23. Luis Gasca y Román Gubern, Op. cit., p. 630. 24. Ibid., p. 22. 25. Perrault, Cenicienta, sp. 26. ‘Todo el mundo pudo ver que cada uno de ellos usaba lentes y traía consigo una maleta negra”.

Bibliografía La caja voladora / Luis de Horna. Madrid: EspasaCalpe, 1990. Cenicienta /Charles Perrault; ilustrado por Roberto Innocenti. Madrid: Ediciones Generales Anaya, 1984.


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Los colores /Monique Felix. Barcelona: Editorial México: Fondo de Cultura Económica, 1987. Lumen, 1990. Rädda min Djungel / berattad av Monica Cómo se comenta un texto fílmico /Ramón Zak; illustrerad av Bengt-Arne Runnerstrdm. Carmona. Madrid: Ediciones Cátedra, 1991. Dinamarca: Opal, 1987. Cuento de Navidad /Charles Dickens, Roberto The real story of the bonobos who wore spectacles Innocenti. Barcelona: Editorial Lumen, 1990. /words and images by Adela Rurin and Nella La definición del arte /Umberco Eco. Barcelona Bosnia. London: Writers and Readers Publishing (España): Martínez Roca, 1970. Cooperative, 1976. Diccionario de Psicología /Howard C. Warren editor. El Rey rana /Hermanos Grimm, Binette Schroeder. México: Fondo de Cultura Económica, 1970. Barcelona: Editorial Lumen, 1989. El discurso del comic /Luis Gasca y Román Gubern. 1, 2, 3, tantos... ¡Aprendamos a contar! /Mitsumasa Madrid: Ediciones Cátedra, 1991. Anno. Caracas: Ediciones Maria D/Mase, 1979. Donde viven los monstruos / Windjo /ein bilderbuch von Maurice Sendak. Madrid: Ursula Fiirst mit versen von Ediciones Alfaguara, 1977. Dieter Meier. Zurich: Limmat El expreso polar/ escrito Verlag Ge-nussenschaft, 1981. e ilustrado por Chris Van Zapatones /Pilar Mateos; Allsburg. 2a. ed. Caracas: ilustraciones de Alfonso Ediciones Ekare, 1990. Ruano. Madrid: Ediciones Gorila /Anthony Browne; SM, 1988. traducción de Carmen Esteva. México: Fondo de Cultura Económica, 1991. El guardián del olvido /Joan Manuel Gisbert, Alfonso Ruano. 2a. ed. Madrid: Ediciones SM, 1991. Hansel y Gretel /The Brothers Grimm; ilustrated by Anthony Browne. Great Britain: Julia Mac Rae Books, 1981. Carátula de Hasta la coronilla, de Gabriela Una larga canción /Etienne Keselman. Editorial Alfaguara. Delessert; traducción Maria Rabassa. Barcelona (España): Ediciones B, 1990. El libro de las M’Alicias /Miguel Obiols, Miguel Calatayud. Madrid: Ediciones SM, 1990. El Monstruo de las fresas /Ingrid y Dieter Schubert. Barcelona: Editorial Lumen, 1989. El mundo perceptivo del niño /por Tom Bower; versión española de Alfredo Guera Miralles. 3a. ed. Madrid: Ediciones Morata, 1984. El muñeco de nieve /Raymond Briggs. Madrid: Altea, 1988. Niños lectores: un estudio / John Spink; traducción de David Torra. Salamanca: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1990. Oralidad y escritura: tecnologías de la palabra / Walter J. Ong; traducción de Angélica Scherp.



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HabĂ­a una vez... VII Seminario de literatura infantil



Brrrrr... ¡Quién dijo miedo! Monstruos, ogros y otros inventos de la literatura para niños Yolanda Reyes Los cuentos que le leímos hormigueaban de hermanos, hermanas, padres, dobles ideales, escuadrillas de ángeles guardianes, cohortes de amigos tutelares que se hacían cargo de sus pesares, pero que, luchando contra sus propios ogros, encontraban a su vez refugio en los latidos inquietos de su corazón. Se había convertido en su ángel recíproco: un lector. Sin él, su mundo no existía. Sin ellos, él quedaba preso en la espesura del suyo. Así descubría la virtud paradójica de la lectura que consiste en abstraemos del mundo para hallarle un sentido. Daniel Pennac. “Como una Novela”

¡Auxilio, un monstruo!

E

n una oscura, oscura noche, un niño se despierta gritando: —¡Papá, mamá! ¡auxilio, un monstruo! Papá llega corriendo y enciende la luz de la habitación. —Vamos a ver... ¿dónde está el mons­ truo? —pregunta, con un tono de voz bastante incrédulo. —No sé —duda el niño. Creo que estaba escondido debajo de la cama... o detrás de las cortinas, o entre el armario. Papá revisa todos esos lugares y anima al niño a comprobar que no hay nin­gún monstruo en la habitación. —¿Te das cuenta? —dice triunfante—. Aquí

no hay monstruos. Ahora, duérmete que mañana tenemos que madru­gar. El padre apaga la luz y regresa a su cuarto. Sólo entonces, cuando ya se ha ido, el malvado monstruo sale de su escondite y vuelve a tomar su lugar en las tinieblas de la noche. La escena anterior no pertenece a nin­ gún cuento. Hace parte de la vida real. Tal vez le sucedió anoche a su hijo y es probable que suceda mil y una noches en todos los lugares de la tierra donde existan niños. Quizá, desde nuestra “lógica”, nos resulte incomprensible e incluso desesperante comprobar que la razón poco ayuda en estos casos. De nada valen los argumentos y el “senti­do común” de los padres para demos­trar la inexistencia de los monstruos que acechan en la oscuridad. Es más: podría decirse que los monstruos y los personajes siniestros son inherentes al mundo de los niños, a pesar de todos los esfuerzos de los adultos para erradicarlos del paisaje de la infancia. Aún si dejáramos de mencionarlos y si escondiéramos todos los relatos que, a nuestro juicio dan miedo, me atrevo a pensar que los niños se las arreglarían para crear sus propias ficciones tene­brosas. ¿En qué radica, entonces, el inmenso poder de estas criaturas? ¿Cómo se las han arreglado para sobrevivir durante milenios enteros, permaneciendo in­tactas en la memoria de tantas genera­ciones?


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Para intentar posibles respuestas, con­viene ampliar los estrechos límites de lo que llamamos “realidad”. Desde una cómoda perspectiva de “gente grande”, el término suele abarcar únicamente lo que sucede fuera de nosotros mismos; aquello que se puede medir, tocar, observar y ojalá fotografiar. En general, los adultos no consideramos que las realidades psíquicas hagan parte de “la vida real y por eso nos resulta difícil entender que para los niños pueda ser tan real un helado de fresa como una poción mágica, o que quizá los atemorice más una pesadilla nocturna que un acontecimiento vivido verdaderamente. El sueño de la educación muchas veces se reduce a lograr tempranamente que los niños “pongan los pies sobre la “tierra” y que establezcan fronteras definidas entre realidad y fantasía, ignorando que se trata de una conquista progresiva que compromete procesos psíquicos bastantes complejos. Durante ese largo itinerario en el que se va construyendo la personalidad, el ser humano tiene contacto con realidades dolorosas que hacen parte de su mundo interior. La lucha con los monstruos del inconsciente, el descubrimiento de sentimientos no siempre buenos en nosotros mismos, la percepción de un cierto caos interior al que no nos resulta fácil dar forma hacen de la infancia una época difícil. Basta echar un vistazo a nuestra propia niñez, para recordar miedos terribles y situaciones en las que nos sentíamos profundamente indefensos, vulnerables y confusos. Hasta el punto de que si nos dieran a escoger, muchos evitaríamos volver a ser pequeños, con tal de no volver a pasar por los temores de la infancia. De ahí, el enorme significado que tiene para los niños la literatura. Los tradicionales cuentos de hadas están llenos de personajes temibles: ogros, brujas, lobos feroces, malvadas madrastras... Los autores modernos más leídos por los niños tampoco evaden el tema. Maurice Sendak, el autor de Donde Viven los Monstruos, David Me Kee, con historias como “Ahora no Fernan­do”, o el colombiano Ivar da Coll, de Tengo Miedo, por citar unos pocos ejemplos, son leídos y releídos

con devoción por los niños pequeños. Po­dría decirse que hay una fascinación compartida entre los autores para ni­ños y sus jóvenes lectores, una especie de complicidad, frente a los personajes del miedo y frente a realidades como el dolor, la maldad, los celos, la muerte. El tema ha dado para más de una polémica en la que, curiosamente, no son los niños los interesados, sino sus padres y sus maestros. Con frecuencia, son ellos los que tildan a los cuentos de violentos y los que los acusan de causar temores “infundados” en los niños. Porque, a fuerza de despistar a la memoria, muchos adultos se han ido creyendo el mito de la infancia como un paraíso perdido, como la época más feliz y despreocupada de la vida. En esa concepción idealizada, no ca­ben la violencia, ni el miedo ni la maldad. Tampoco caben los cuentos, con su enorme poder para nombrar lo innombrable. Es como si el miedo fuera un perverso invento literario, ajeno a la vida real.

De mi casa está desterrada la palabra miedo En los talleres de literatura dirigidos a padres de familia, he escuchado más de una vez frases como esa. Con una gran dosis de ingenuidad y con las mejores intenciones, las madres se precian de escoger para sus hijos, materiales de lectura sin escenas agresivas, tristes o miedosas. La creencia generalizada de que “el mundo es de por sí demasiado cruel para agregarle más problemas”, tiende a buscar una literatura “rosa”, o a adaptar los cuentos tradicionales, suprimiendo todos los conflictos que, a juicio de los adultos, pueden “herir la sensibilidad de los niños”. Las histo­rias de personajes perfectos, muchas veces insulsos y aburridos, o las de animalitos que viven en unas condi­ciones idílicas en el bosque, o las versiones “light” de los cuentos de hadas, en las que Caperucita y su abuela alcanzan a esconderse en el armario antes de ser devoradas por el lobo, les encantan a los padres y a los educadores, deseosos de utilizar los libros para impartir enseñanzas y trans­mitir mensajes. A los niños,


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por el contrario, esas historias almibaradas y social. Pongámonos en el lugar de alguien de nostálgicas, les parecen un tanto sospe­chosas. dos o tres años. Es probable que haya escuchado Con razón, suelen desconfiar de una “literatura” conversaciones parecidas en el tranquilo seno que se empeña en desconocer las “debilidades” de su hogar. La madre puede haber dicho cosas de la na­turaleza humana. similares a las de esa malvada madrastra. Algo No se trata de afirmar que toda literatura así como: “ya no puedo quedarme más tiempo deba ser “fuerte”. Se trata, más bien de descubrir cuidando al niño, tengo que trabajar, porque en los libros, los conflictos y las situaciones no nos alcanza el dinero. Lo mejor es buscarle existenciales a las que todos los seres humanos un Jardín...”. Para el pequeño, que no tiene nos vemos enfrentados desde muy pequeños. referencias concretas, la palabra “Jardín” suena Justamente, el poder hablar acerca de aquello que tan desconoci­da y tan amenazante como el nos preocupa, nos molesta, o nos causa angustia, más terrible de los bosques. Y la sensación de es ya un posible camino de abandono puede parecerle solución porque implica salir tan deses­perada como la de de nosotros y poner las cosas Hansel y Gretel. Perderse afuera, para intentar mirarlas en el supermercado, entre de otro modo. Esa es una de un bosque de piernas puede las principales funciones del llegar a ser también una lenguaje y de la literatura: la experiencia terrorífica. de expresar, traducir y dar Poco importa que dure forma a las emociones y a los unos minutos. Para el niño, sentimientos que tantas veces la noción del tiempo es nos atormentan. diferente y la ausencia de Citemos, por ejemplo, la mamá, es siempre una un cuento que a los adultos dolorosa incertidumbre. suele horrorizar y que Escuchar la historia muchas veces es eliminado de otros a los que ya les del reperto­rio de las historias sucedieron cosas similares aptas para los pe­queños. y que lograron, venciendo Estoy hablando, nada menos, una serie de dificultades, que de Hansel y Gretel. La Carátula de Los fantasmas en mi cuarto, de resolver el conflicto, puede Celso Román. Editorial Alfaguara. trama es espeluznante. Una ser revelador para un niño. noche, mientras los niños De manera simbólica, el duermen, la malvada madrastra y su marido se cuento lo hace cómplice de otros que también quejan de lo pobres que están. Como no tienen tienen proble­mas. Le permite meterse en la con qué ali­mentar a los niños, ella sugiere que piel del héroe, enfrentar los peligros, aceptar los abandonen en el bosque. La idea no es del sus sentimientos agresivos, “quemar a la bruja todo descabellada ni perversa: qui­zás alguien se entre el horno” y regresar ileso, sin necesidad de compadezca de ellos y encuentren un destino someterse, en la vida real a tan difíciles pruebas. mejor. Lo que sigue, ya lo sabemos. Los niños Desterrar de las lecturas de la infancia escu­chan y hacen planes, pero al fin tienen que estas escenas que a simple vista nos parecen pasar por todo el lío de la falsa casa de chocolates “peligrosas” equivale a negar la validez de los y de la bruja del horno, etc. sentimientos infanti­les. Es creer que los niños Son escenas horribles, de verdad. Pero si no son seres humanos sino una especie de ositos pensamos en términos de símbolos la situación de peluche. Es tenerle miedo al miedo y creer no es del todo ajena a cualquier niño de nuestra que, simplemente con dejar de mencionarlo, época y de nuestra ciudad, en cualquier clase podremos librarnos de él. Y, en el fondo, es


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también una censura velada contra la libertad de expresión de los niños al señalarles temas vedados de los que, desde el principio, es mejor no hablar. La psicoanalista Francoise Dolto afir­ma que: “En el inconsciente, el ser humano lo sabe todo desde pequeño. La inteligencia del inconsciente es la misma que la de nosotros, los adultos. De manera que cada vez que tenemos ocasión de hablar a los niños de las cosas de la vida, hay que decírselas sencillamente tal como son”. Esa hipótesis recoge, a mi modo de ver, una de las principales características de la buena literatura para niños: su capa­cidad para elaborar “las cosas de la vida, tal como son”.

Los cuentos sí lo permiten todo En ese sentido, los cuentos son sabios. En lugar de negar el miedo, lo afron­tan y lo elaboran de una manera sim­bólica. El lobo, el ogro, el monstruo o la bruja, son personajes frente a los que se puede reaccionar y volcar en ellos lo que produce angustia. Esa angustia, que tantas veces es una sensación con­fusa e incierta, logra elaborarse en imágenes concretas y, de esa forma, encuentra salidas. A los personajes que la representan, el niño puede odiarlos y castigarlos y ser más fuerte que ellos. Puede, incluso, utilizar su inmenso poder de lector, para dejarlos prisione­ros entre las páginas del libro, mien­tras él lo cierra regresando a “la vida real”. Así va estableciendo esa sutil distinción entre ficción y realidad, tan necesaria para su existencia. En gene­ral, desde muy pequeños, los niños son capaces de intuir que el “Hace muchos pero muchísimos años, en un lugar muy lejano” o el simple “Había una vez” son fórmulas de entrada a un mundo diferente del real, que se rige por sus propias normas. Para moverse con tranquilidad en estos dos territo­rios, el niño necesita un guía adulto que lo acompañe y le abra puertas, no un celoso guardián que le prohíba transitar por sus fronteras. Además, en el mundo de los cuentos se puede andar con seguridad porque sus normas,

son muy estrictas. Por lo gene­ral, los temibles monstruos son casti­gados y los personajes indefensos lo­gran superar una serie de difíciles prue­bas, para encontrar, al final, lo que desean. Más allá de la posible “lección moral”, lo que le dicen a los niños estas historias, no es que el miedo no exista, sino todo lo contrario: que existe, que es válido sentirlo y que también es posible vencerlo. De ahí que muchas veces, ellos disfruten con el ritual de escuchar una y otra vez el mismo cuento. Oírlo de nuevo es conjurar el miedo, es “jugar a asustarse otra vez”, es buscar, cada vez en el transcurso de la historia nuevas claves para intentar descubrir un poco de sí mismos. Y cuando además se tiene la fortuna de escuchar el cuento cerca a un padre, a una madre o a un adulto que, con su voz cálida y su actitud protectora, transmiten seguridad y confianza, el niño recibe también otros mensajes diferentes al del cuento: siente que es acogido y comprendido y que no nece­sita siempre hacerse el valiente. Esta­blece con los otros esa complicidad tan necesaria en la vida, esa sensación de que nadie, ni el más fuerte de los adultos, es perfecto e invulnerable. Naturalmente, las historias que son tan significativas para los niños, escon­den también sus propios riesgos. A quien las cuenta en grupo, puede sucederle que se encuentre con un pequeño al que determinada historia llegue a aterrorizarlo. En ese caso, conviene saber que el miedo ya existía y que simplemente encontró una manera de salir. A propósito dice Gianni Rodari: “Si el niño siente el miedo angustioso de quien no consigue defenderse, es necesario reconocer que el miedo ya estaba en él, antes de que apareciese el lobo de la historia: estaba dentro de él como un conflicto escondido. El lobo es el síntoma que nos revela el miedo, no su causa”. De todas maneras, si los cuentos pue­den servir de “pretexto” para que un niño nos diga algo que necesitaba urgentemente decir, bien vale la pena “el mal rato” de explicarle a la mamá que no fue la profesora quien traumati­ zó a su hijo, “metiéndole miedo con historias malvadas”. En cuanto al niño, muchas veces la


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simple oportunidad de conversar con alguien, una de las fundadoras de Espantapájaros Taller, de poner en palabras lo que lo atemoriza, es el donde desarrolla un trabajo especializado en antídoto más eficaz contra el más horrible de los formación literaria desde la primera infancia. monstruos. Ha asesorado a organizaciones nacionales (ICBF, Las historias tradicionales, que a todos nos Secretaría Distrital de Integración Social), e inquietaron y nos fascinaron en la infancia, no internacionales (Cerlalc), entre otras, en el son, en el fondo, más que eso: una manera de diseño de políticas y lineamientos sobre lectura y elaborar nuestros sueños y nuestras angustias literatura en la primera infancia y ha publicado más ínti­mas. Por eso no pasan de moda y, artículos en diversas revistas nacionales e por encima de las circunstancias particula­res, internacionales especializadas en promoción tienen una significación universal. Hablan de de lectura. Entre sus obras cabe resaltar títulos sentimientos que todos hemos vivido: del temor como El terror de sexto B (1995) Los agujeros a la muerte, de la agresividad negros (2000), Los años que percibimos en los otros terribles (2000), Pasajera y, por qué no decirlo, de la en tránsito (2006), novela que también intuímos en dirigida a público adulto, y nosotros mis­mos. La casa imaginaria: lectura A los niños les interesan y literatura en la primera esos temas, sobre todo infancia (2007). Dirige porque los adultos no acosla colección “Nidos para tumbramos a conversarlos la Lectura” de Editorial con ellos en la vida cotidiana. Alfaguara y es columnista Nuestro instinto protector, del diario El Tiempo. nos hace pensar que es mejor Obtuvo mención especial ahorrarles, hasta donde sea en el Premio Nacional de posible, todo sufrimiento. El Periodismo Simón Bolívar, problema de ese “ahorro” es 2009. que les evitamos, de paso, el sagrado derecho de sentir, de soñar despiertos y de llorar, como lloramos nosotros, en la oscuridad del cine, con Carátula de Pink and Say, de Patricia Polacco. las peripecias de nuestros héroes. Ese sagrado derecho a identificarnos con criaturas de ficción es, a mi modo de ver, el más respetable de todos los derechos humanos. Es el que nos amarra a la trama del lenguaje, al tejido infinito de las palabras, de los símbolos y de la cultura. Es en ese territorio donde cada hombre, grande o pequeño, va escribiendo su lectura particular, en el libro inmenso de los tiempos.

Yolanda Reyes. Escritora colombiana, realizó estudios en educación con especialización en Filología y Literatura en Bogotá y especialización en Lengua y Literatura española en Madrid. Es



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La familia en la literatura infantil y juvenil contemporánea: una aproximación Antonio Orlando Rodríguez

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on certeza no todas las familias del siglo XIX eran, como la de Enrico, el joven narrador pro­tagonista empleado por Edmundo de Amicis para construir su inolvidable Corazón (1886), “tradicionales”, un modelo de armonía, respe­ to entre sus miembros y felicidad. Existen testi­ monios fidedignos de que algunas característi­ cas de la familia que, erróneamente, vemos como rasgos propios de la contemporanei­dad, como por ejemplo el creciente número de mujeres jefas de hogar, se manifestaban ya con frecuencia desde finales del siglo XVII y principios del XIX. (1) En la novela Mujercitas (1868), de Louise May Alcott, durante buena parte de la trama, el padre está ausente del hogar y es la madre quien debe asumir el liderazgo de una familia de cuatro chiquillas. En la obra de Alcott, el padre retorna de la guerra de Secesión, magullado, pero a salvo: sin em­bargo, en las innumerables contiendas bélicas que azotaron el planeta durante la pasada centuria, fueron cientos de miles los hogares en los que, a diferencia de lo que ocurre en Mujercitas, el elemento masculino ausente nunca volvió. Aunque la familia no siempre respondiera al modelo organizativo que el imaginario social ha impuesto como paradigmático (padre, ma­dre, hijos), la literatura infantil del siglo XIX y de la primera mitad del actual, prefirió, como tendencia predominante, representar en sus páginas ese canon de felicidad doméstica, de equilibrio capaz de sobreponerse ante contin­gencias tan catastróficas como las de un nau­fragio, como ocurre en Los Náufragos del Liguria, de Emilio Salgari. Recordemos, para comprobarlo, algunos textos clásicos de la se­rie literaria infantil y juvenil que ven

la luz du­rante ese largo período. En El pájaro azul (1909), de Maurice Mäeterlinck, si bien Tyltyl y Myltyl escapan una noche de su casa para salir en busca del pájaro azul de la felicidad, al final del drama regresarán al hogar para descubrir que su largo periplo no había tenido otro fin que permitirles ser conscientes de que la dicha con mayúsculas estaba en la convi­vencia con sus amantísimos padres en un hogar humilde, pero sin conflictos. James Mathew Barrie, en su Peter Pan y Wendy (1906) también dibuja un modelo de hogar apegado a los esquemas tradicionales. E in­cluso cuando Wendy, Juan y Miguel, los pe­queños hijos del matrimonio Gentil, marchan a la isla del Nunca Jamás con Peter Pan, es para reproducir, con matices no escandalizadores para la moral victoriana de la Inglaterra de la época, una familia nuclear típica, donde Peter asume el papel de “papá” de los Niños Perdidos y Wendy el de “mamá”, desplazando a la celosa e irascible —con toda su razón— Campanilla de Cobre. La familia como unión fundada en el matrimonio, que supone la con­vivencia permanente y feliz de un hombre y una mujer para la multiplicación de la especie, está presente, además, en textos como El maravilloso viaje de Nils Holgersson (1906), de la sueca Selma Lagerlöff; la serie Guiller­mo, de la británica Richmal Crompton; Historia de Babar (1930), del francés Jean de Brunhoff; Mary Poppins (1934), de la australiana Pamela Travers; La Familia alegre (1949), del ruso Nikolai Nosov, o el ciclo narrativo protagoniza­do por los singulares trolls de La familia Mumin, de la finlandesa Tove Jansson. Como excepciones de la regla encontramos las novelas de huérfanos de Charles Dickens (Oliver


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Twist, 1837; David Copperfield, 1850) o los relatos en que, por alguna razón gene­ralmente la viudez a causa de enfermedades o de guerras la madre es la responsable de educar y garantizar techo y alimento para el joven héroe, como sucede en La isla del teso­ ro (1883), de Robert Louis Stevenson. Del mismo modo constituye una excepción, por su presentación de una familia integrada por un padre y su hijo, en qué modo alguno res­ponde al canon ortodoxo, la que retrata Mark Twain en Huckleberry Finn (1884). Pero, como señala un documento de la UNICEF editado con motivo de la celebración en 1994 del Año Internacional de la Familia, (2) “muchos de los estereotipos o convenciones utilizados para describir la vida familiar se han quedado anacrónicos y no se sustentan ya desde un punto de vista real”. En el transcurso de las últimas décadas, la familia ha experi­mentado importantes transformaciones que, incluso, han llevado a hablar de una crisis dentro de esa institución, núcleo básico sobre el que se asienta la organización de la socie­dad. Ante el número y el impacto de múltiples embates socioeconómicos, políticos y cultura­les, que algunos estudiosos consideran sin precedentes en la historia de la humanidad, la familia ha resistido y se ha adaptado, o se ha desarticulado y destruido. Por otra parte, existe consenso entre los inves­ tigadores acerca de que el término “la familia” resulta, a todas luces, estrecho y esquemático si se pretende reducirlo al patrón tradicional. Imposible establecer con certeza qué es la familia; la definición varía de acuerdo al ángulo desde el que se mire esta institución social: cultural, jurídico, económico, demográfico, etc. No es posible ofrecer una definición de familia de aplicación universal: en algunas regiones, las tradiciones históricas y culturales han acuñado la monogamia como patrón “acep­tado” de familia; en otros, la poligamia es perfectamente lícita. La familia es un concepto plural, que ha evolucionado con el tiempo, que no deja de evolucionar y, por tanto, de trans­formarse. A tal punto el término “familia” se ha vuelto en los últimos decenios esquemático —y suscep­ tible de estereotipar, con la peligrosa carga de discriminación y de segregación que puede llevar implícito un estereotipo— que no pocos expertos proponen el uso de nuevas denomi­naciones.

Cicerchia, por ejemplo, sugiere ha­blar no de familia, sino de “formas familiares”, para defender lo que él llama una perspectiva científica y realista del asunto. (3) En su estudio “Lo Familia” y los Modelos Empíricos, Eva Giberti invita a reemplazar el concepto de “La familia” por el de “lo familia”, múltiple, plural, complejo, en la medida en que múltiple, plu­ral y complejo es nuestro entorno contemporá­neo. Ella expresa: “Parecería prudente empe­zar a hablar de “lo” familia como una alterna­ tiva que permita neutralizar el mensaje monádico, único, hegemónico que prescribe el ar­tículo “la”, indicativo de un modelo incanjeable, cristalizado, inamovible, intolerante”. (4) Cito de nuevo el documento aludido de UNICEF: “en ningún otro momento de la histo­ ria se han experimentado tantos cambios en tan corto período de tiempo. Pero los seres humanos no suelen adaptarse a los cambios al mismo ritmo en que se producen. Las acti­tudes y conductas nuevas requieren su tiempo hasta que la persona logra aprenderlas y asi­milarlas. En muchas sociedades, las tradicio­nes relacionadas con la crianza de los hijos o las relaciones entre cónyuges comienzan a verse desbancadas por otras nuevas costum­bres en procesos de establecimiento, de tal manera que se observa una especie de vacío en relación con las normas generalmente aceptadas. Al mismo tiempo, gran parte de la alteración social que amenaza a las familias se produce en el propio seno familiar. La uni­dad familiar no es sólo receptora de los cam­ bios, es también uno de los principales agen­tes de cambio. El reconocimiento de la recipro­cidad de interacción entre la sociedad y las familias es uno de los fundamentos esenciales para comprender la familia en toda su magni­tud como una forma social dinámica y fluida”. (5) ¿Cuáles son algunos de esos aspectos de la vida contemporánea que han incidido de ma­nera contundente en la estructura y en las funciones de la familia de hoy? Las recesiones y depresiones económicas, las guerras, el hambre, el desempleo, la emigración y el exilio político o económico, la violencia y las perse­cuciones por motivos ideológicos o religiosos, los procesos de industrialización y urbaniza­ción, la drogadicción, la delincuencia, el azote del sida y de otras enfermedades contagiosas


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para las que aún no se conoce cura efectiva. Claro que seno del hogar como resultado de su incor­poración no todo se reduce a la violencia y la desesperanza, a las fuerzas productivas; los hoga­res en los que el planeta es también el es­cenario de grandes los cónyuges provienen de ma­trimonios anteriores conquistas en los terrenos del alfabetismo, la salud, y reúnen en la nueva unión a sus hijos anteriores las comunicaciones; del respeto a los derechos junto a los que posteriormente traen el mundo. En la introducción al libro Vivir en Familia, humanos. A esos factores que podríamos llamar “exter­ Catalina H. Wainerman realiza una interesante nos” cabría añadir otros que se generan en el aproximación caracterológica a las familias interior de la propia familia y que la conmocionan contemporáneas y habla de “hogares en los que desde adentro: los logros alcanzados por la mujer los niños participan de las conversaciones de los en materia de igualdad de derechos y, por ende, grandes alrededor de la mesa; de hoga­res en los que la erosión del tradicional papel del hombre como la madre sale a trabajar y el padre lava los platos, hace las compras, lava la ropa “patriarca familiar”; la violencia en el lavarropas, o lleva los en el hogar: el maltrato físico niños al dentista”. (7) En uno o emocional; el control de de los estudios compilados en la natalidad y el incremento ese volumen (“Familia: Crisis de la esperanza de vida; la y Después...”), Elizabeth Jelin transformación de los valores afirma: “Si nos afe­rramos sexuales: modificaciones en la al modelo tradicional, no mo­ral sexual como la disociación hay duda de que la familia del binomio sexoreproducción; está en crisis. Si ponemos la inestabilidad conyugal y el el énfasis en los procesos aumento de la tasa de divorcios, de democratización y en la etc. Como expresan los extensión del “derecho a tener investigadores norteamericanos derechos” (inclusive el placer), Golscheider y Waite, “lo que está la negatividad de la cri­sis en el cora­zón de estos cambios puede llegar a desaparecer es una reestructuración de las en pos de una transformación relaciones hombre-mujer, en el creativa”. (8) trabajo y en el hogar, en la cual los La familia adopta hombres esperan cada vez más modalidades que escapan a los que sus esposas compartan las Carátula de The Loose Zoo, de Brent Johnson. esquemas propugnados, desde responsabilidades económicas hace siglos, por la Iglesia. Para y las mujeres esperan cada vez hablar de familias, en los albores del siglo XXI, hay más ayuda con las tareas domésticas”. (6) Si al principio afirmábamos que ciertos rasgos que referirse, más allá de los esquemas convencionales, “contemporáneos” de la familia de Occidente ya a la existencia de otros modelos alternativos de se manifestaban desde el siglo XVII —como las organización de la domesticidad: dos o más mujeres familias de un solo adulto, mujeres en la mayor que se ponen de acuerdo para com­partir juntas los parte de los casos, cada vez más fre­cuentes a nivel gastos de la casa y crían, en ese espacio común, a sus mundial—, en nuestra época hay algunos que se hijos; redes de ho­gares donde los adultos constituyen han acentuado y otros han surgido: la tendencia a los ele­mentos permanentes, mientras los niños la generalización desprejuiciada de las relaciones circu­lan de una casa a otra compartiendo hoy con prematrimoniales y el aumento de bodas de novias los padres, mañana con los abuelos, pasado con los embaraza­das; la postergación de la edad para tíos; hombres y mujeres solos que no tienen pareja contraer matrimonio; la creciente tasa de uniones estable, y que en esa condición deciden adoptar consensuales, de hijos extramatrimoniales y de y criar niños; matrimonios cu­yos miembros, por divorcios; la creciente autonomía femenina en el diferentes causas, viven separados y sólo se reúnen


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algunos días a la semana o al mes; el cada vez más significativo número de parejas de homosexuales (hom­bres o mujeres) que, aunque se trata de un procedimiento no legalizado en la mayor parte de los países, adoptan niños. En el siglo pasa­do, era inconcebible que un matrimonio deci­diera procrear mediante la inseminación de un donante desconocido o mediante el “prés­tamo” del útero de una mujer ajena a la pareja, quien accede a incubar el embrión concebido por ésta. Esos modelos que se “desvían” de la norma son cada vez más frecuentes en nuestra postmodernidad. Por lo general las variantes de familias que se apartan del modelo nuclear tradicional, acu­ ñado por la moral y las costumbres, son explí­cita o sutilmente estigmatizadas. Si lo son las familias de madres jefas de hogar o las inte­gradas por padres divorciados, con hijos pro­venientes de los matrimonios anteriores, ¿qué esperar para aquellas familias, de mucha menor aceptación social, como las parejas de homosexuales que adoptan niños? No cabe la menor duda de que las religiones, y de ma­nera especial la católica, han apoyado lo que Cercichia denomina “una visión ahistórica e idealizada de la organización familiar”. (9) Al pro­ pugnar una moral matrimonial fundamentada en la monogamia, la exogamia, la heterosexualidad y la represión del placer sexual, nie­gan de hecho la validez de otros modelos que no se ajustan a un dogma donde se condena la planificación familiar, donde se desea aso­ciar de manera indeleble sexo con función re­productora y donde el homosexualismo es considerado contrario a las leyes naturales. La literatura contemporánea para niños y jóvenes refleja, cada vez con mayor frecuencia, las transformaciones que se han producido en el concepto de familia. Y el reflejo desmitificador de esas transformaciones, el presentar una amplia gama de formas de organización de la familia y una visión crítica de sus funcio­nes y relaciones, es una valiosa contribución al fomento del respeto y la lucha contra la into­lerancia, a la destrucción de ideas perniciosas y discriminatorias que pretenden arrogarse el derecho de decidir cuáles familias son “norma­les” y cuáles no. Los más importantes autores de libros para la infancia y la juventud plasman en sus obras la problemática de la estructura de la familia, y de la convivencia en su marco, como un fenómeno nada

esquemático ni tri­vial, sino complejo, generador de satisfaccio­nes y de álgidos conflictos. Veamos algunos ejemplos de estructuración familiar y su trasposición al universo literario. La familia nuclear biológica (dos adultos, pa­dre y madre, con su descendencia) continúa predominando en el universo ficcional que nos ocupa, pero las relaciones entre sus miembros se han complejizado y se han roto esquemas en la atribución de papeles. Por otra parte, cada vez más son objeto de atención, por par­te de los escritores, las familias nucleares integradas por un solo adulto (como resultado del fallecimiento de uno de los cónyuges, del divorcio, de la emigración, etc.), las familias nucleares “reorganizadas” (cuando los padres se divorcian y vuelven a casarse o emparejar­se) y las familias nucleares adoptivas. Raquel, la heroína de El bolso amarillo (1976), de la brasileña Lygia Bojunga Nunes, vive con sus padres y tres hermanos mayores. Sabe que nació por casualidad, en un hogar donde el dinero no alcanza y la comunicación entre sus integrantes es deficiente, donde se vive en un alto clima de tensión: “Mi padre y mi madre reían a menudo, iban de la mano, era muy bonito”, refiere Raquel. “Ahora todo es diferente: están siempre enfadados, se pelean por cualquier cosa. Y después, acaban enfa­dándose todos. El otro día pregunté: “¿Qué pasa aquí que siempre hay pelea?”. ¿Sabes lo que me dijeron? Que eso no les importaba a los niños”. (10) Raquel intenta comprender por qué su familia se enoja tanto con ella, pero termina por desistir: “los mayores son muy difíciles de entender”. (11) La relación despótica adulto-niño en el ámbito familiar es abordada con maestría, Raquel es subestimada, obli­gada a bailar ante una tía rica con el propósito de obtener sus favores para la familia, e irres­ petada intelectualmente. “¿Será que creen que si hablan conmigo como suelen hablar entre ellos no comprenderé? ¿Por qué pon­drán ito a todas las palabras y hablarán con esa voz tan boba, voz de niñito, como ellos mismos dicen?”. (12) La familia de El Bolso Amarillo, pese a responder a lo que el imaginario social acuña como modelo “tradicional”, dista mucho de ser un espacio de convivencia armónica. Pero cuando, en una transición del espacio real al fantástico, Raquel visite la Casa de los Arre­glos, la niña enfrentará un modelo alternativo de familia donde los papeles


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tradicionales femeninos y masculinos no se ajustan a un obsoleto orden preestablecido: el padre coci­na, la madre se dedica a soldar cacerolas, el abuelo estudia y la niña arregla paraguas. Allí no hay jefes “y se hace lo que a la mayoría le parece mejor” pues “Aquí todos tenemos dere­cho a dar nuestra opinión”. (13) En otra de sus creaciones, esa pequeña obra maestra que es el cuento Adiós, incluido en el libro homónimo publicado en 1984, Lygia Bojunga Nunes introduce, en el marco de otra familia nuclear tradicional (padres, dos hijos) la temática del divorcio y lo hace con un natu­ralismo inusitado en los textos para niños y jóvenes. La protagonista, Rebeca, es testigo del acelerado proceso de desintegración del matrimonio de sus padres. La madre se ha enamorado de otro hombre, de un modo obse­sivo y apasionado, y por ‘él abandona a su es­poso y a sus hijos. El tema de la infidelidad —causa de un alto porcentaje de divorcios y separaciones— es expuesto sin ambages:

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la perspectiva de una reorganización en el mundo familiar de Rebeca y de su hermanito Donatelo: en lo futuro será un padre solo, sin esposa, quien se ocupe de educarlos. También la austríaca Christine Nöstlinger, una de las creadoras contemporáneas que con más insistencia trata los conflictos familiares, aborda la temática de la ruptura de la pareja de cónyuges en los libros Una historia fami­liar (1981) y Un marido para mamá (1972). En ambos casos, las razones de la separación son problemas de incomprensión y discrepan­cias cotidianas. En Una historia familiar, a diferencia de lo que ocurre en el relato Adiós, de Bojunga Nunes, la familia nuclear original, los Sackmeir, se divide en dos células: el pa­ dre quedará a cargo del hijo varón y la madre de las dos hijas hembras, originando así dos nuevas familias nucleares de carácter mono-parental. En Un marido para mamá, en cam­bio, el padre queda solo, mientras la madre se va de casa, con sus dos hijas Rebeca, ¿cómo explicarte? adolescentes Susi e Irmela, Cómo explicarte la pasión para vivir con la abuela y que sentí por ese hombre otros parientes, adoptando desde la primera vez en la estructura de una familia que nos vimos. (...) Si él extensa. me dice, ven a verme, voy Carátula de Tree House in a Storm, de Rachelle Burk. Otra autora que ha incluso sin querer; si él dice profundizado en sus obras que quiere abrazarme, aun en los conflictos del universo cre­yendo que no debo, lo dejo hacer; todo familiar contem­poráneo es la sueca María Gripe. La lo que hago de día, cuidar de vosotros, de madre de Loella, la chica de 12 años protagonista la casa, de todo, lo hago como durmiendo: de La hija del espantapájaros (1963), es una mujer siempre soñando con él; y de noche me divorciada que trabaja en un barco y navega en quedo des­pierta, sólo pensando, pensando él por el mundo. Loella vive en una cabaña, en el en él. (...) No tengo control de mí mis­ma, bosque, ha abandonado la es­cuela y se ha hecho ¿¡cómo ha podido ocurrirme, Rebeca!? Me cargo de sus dos hermanitos. Antes de partir hacia dijo que va a volver a su tierra y me va a América por un año, con un nuevo empleo, la llevar consigo... Le dije enseguida que no madre, que lleva va­rios meses ausente, escribe una iré, sabien­do en mi interior que aun no carta a su hija en la que le envía un pañuelo y le querien­do, no pudiendo, no debiendo, basta explica que una amiga se hará cargo de sus hijos con que me lleve para que yo vaya. (14) menores; pero que Loella tendrá que irse a vivir, durante el tiempo que permanezca au­sente, a un El padre, borracho en un café, hace partícipe hogar de niños. La reacción de Loella no es de a Rebeca de sus angustias. El final deja plan­teada rabia ni de tristeza:


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Lo único que sentía era vergüenza. No podía explicárselo, pero la ver­güenza la inundaba hasta ahogarla. Estaba avergonzada. Avergonzada. Por el pañuelo, por la carta. Y por... mamá. Avergonzada por todo. Con mano firme rompió la carta en pedacitos y los echó al viento. Ató el pañuelo al cuello del espantapája­ros. (15) Las relaciones niño-adulto en el ámbito fami­liar nunca son sencillas en los textos de esta autora sueca. Recuérdense, por apenas citar algunos ejemplos, las novelas sobre Elvis Karlsson, Los hijos del vidriero (1964) y El papá de noche (1968). El cáustico Roald Dahl también lanza una mi­ rada nada edulcorada al universo de la familia en uno de sus textos fundamentales: Matilda (1988). A tal punto son enajenantes las rela­ciones que sostiene la pequeña heroína de la novela con los demás miembros del clan Wormwood que, cuando éstos, a consecuen­cia de los negocios ilícitos del padre, huyen al extranjero, Matilda se niega a acompañarlos y prefiere formar un nuevo núcleo familiar, quedándose a vivir con la señorita Honey. Pa­ra Dahl, como para no pocos escritores con­temporáneos de literatura infantil, el modelo tradicional de la familia no está necesariamen­te asociado a palabras como felicidad, equili­brio, seguridad y calidez. Otra muestra de familia tradicional donde la violencia doméstica, desencadenada o ace­chante, se integra a lo cotidiano es la que nos presenta la autora alemana Mirjam Pressler en Arañazos en la pintura (1981). En este texto, de un naturalismo seco y desprovisto del menor indicio de afeites, se caracteriza psi­cológicamente con gran maestría a un padre torpe y brutal, a una madre complaciente y temerosa de la ira de su marido y a un adoles­ cente que canaliza su inseguridad y sus an­gustias asumiendo conductas delictivas que desembocan en el asesinato de una anciana vecina. Arañazos en la Pintura, novela inserta en la vertiente conocida como “realismo críti­co”, presenta uno de los más estremecedores retratos de familia de la literatura contemporá­nea para jóvenes lectores. El tema de las familias repatriadas está plas­mado en Ben quiere a Ana (1979), novela del alemán Peter Härtling. El libro presenta a dos familias nucleares tradicionales en circunstan­cias diversas: por un lado,

la familia de Ben, los Körbel, donde los ingresos del padre inge­niero garantizan una vida sin mayores preocu­paciones de índole económica; por otra, la familia de Ana, los Mitschek, quienes llevan sólo seis meses en Alemania luego de salir, repatriados, de Polonia, y tratan de amoldarse a circunstancias adversas que nunca antes habían confrontado. Ana explica a Ben por qué su padre está desempleado: “En Polonia se quedó sin trabajo porque queríamos irnos a Alemania. Y aquí no le dan trabajo porque ve­nimos de Polonia. Yo no sé qué pensar”. (16) La escritora cubana Hilda Perera toma el motivo del exilio político como vórtice de los acontecimientos de su novela Kike (1984); pero en realidad el exilio es utilizado como un detonante para rastrear el dramático proceso que vive un niño que ve desintegrarse su fami­lia biológica, es acogido por otras y, cuando se ha adaptado a una de ellas, debe regresar a su núcleo original, pero inserto en un contexto cultural y económico hostil. En él de­ cenio del 60, dos niños cubanos, Kike y Toni, son enviados por sus padres, solos, a Estados Unidos de Norteamérica, por temor a los ru­mores que circulan acerca de que el gobierno despojará a los padres de la “patria potestad” de sus hijos. Los niños son acogidos en el se­no de diversas familias y, finalmente, tienen que separarse. Kike llegará al hogar del doc­tor Hamilton y allí, en medio de una familia estadounidense, comienza a sentirse parte de un nuevo entorno doméstico y social donde disfruta de todo tipo de comodidades materia­les: Me parecía que Dad era mi verdade­ro papá y que siempre me iba a que­dar con ellos. En muchas cosas me daba cuenta que no era tan cubano como antes. Ya ni siquiera extrañaba los plátanos fritos. Todavía me gus­taban los fríjoles negros, pero no co­ mo antes. (...) Ha pasado tanto tiem­po, que casi se me ha olvidado la cara de mi mamá y de mi papá. Ade­más, nunca me escriben. Dad dice que no es culpa de ellos, sino del co­rreo de Cuba. Todos los meses me obliga a escribirles una carta, pero no encuentro qué decirles. (...) Nun­ca había vuelto a ver a mi hermano Toni, aunque sí me llamaba de cuan­do en cuando. Pero no lo extrañaba; por lo menos, no tanto como al princi­pio. Poco a poco me fui acostum­


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brando a la idea de que no iba a vol­ver a ver a mi familia. Lo único que de verdad me importaba era que na­die me quitara lo que tenía ahora. (17) Sin embargo, nuevamente el universo fami­liar de Kike —su familia adoptiva— se hace añicos: los padres llegan de Cuba y lo recogen para reorganizar su hogar. Kike reclama, furio­so: “¿Para qué me mandaron solo para acá y me dijeron mentiras? ¡Si se quedaron en Cu­ba, fue porque les importaba más la finca y la casa que mi hermano y yo! Además, ¡casi ni me acuerdo de ellos!”. (18) El reencuentro con la familia y el inicio de la nueva convivencia, llena de estrecheces económicas y choques de ca­rácter cultural, es doloroso y tenso, al punto de que Kike manifiesta su deseo de regresar junto a su familia adoptiva norteamericana. El monólogo final de la madre es desgarrador y sintetiza la tragedia de cientos de familias des­membradas por razones de índole política:

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pero, ¿será fácil la convivencia entre dos desconocidas, aunque las unan lazos de consanguinidad? El siguiente diálogo entre Mercedes y su hija es revelador: —Como tú hablas hasta debajo del agua, aprenderás inglés enseguida. Yo te conozco. —¿Usted? —le pregunté—. Usted no me conoce. Me miró extrañada. —¿Cómo va a conocerme, si llegué ayer? —¡Bastante que lo he sufrido! Tú no sabes lo que es para una madre de­jar a un hijo. —¡Peor es para un hijo quedarse sin madre! (20)

La problemática del exilio y sus repercusiones en el universo familiar se abordan, así mismo, en la novela Como un Salto de Campana (1992), del chileno Víctor Carvajal. Tras vivir largos años en Alemania, país donde nace su hijo Pancho, un matrimonio de exiliados chile­nos retorna a su patria. La reinserción Usted se queda aquí no es fácil, en especial para mismo, ¿oyó? ¡Aquí el niño, quien tiene por mismo! Esta es tu familia: delante la tarea de descubrir bue­na o mala, mejor o sus raíces, sus orígenes. En peor, ésta es tu familia. Y Carátula de En la sala de espera, de uno de los textos incluidos yo soy tu madre y te parí Irene Vasco. en Cuentatrapos, volumen de y te adoro. Y si ahora cuentos publicado en 1984, Carvajal muestra el tenemos que pa­sar un tiempo difícil, lo penoso tránsito de una familia nuclear tradicional pasaremos. Y si nos tenemos que adaptar, que, por ra­zones económicas, debe abandonar su nos adaptamos. (19) casa para procurarse un techo bajo el cual sobrevi­ Otra variación sobre el tema del exilio y su in­ vir en una de las comunidades marginales pe­ cidencia en el orden familiar presente en la producción riféricas de las grandes ciudades latinoameri­canas. narrativa de Hilda Perera es su novela juvenil La jaula Las familias integradas por un solo adulto —fe­ del unicornio (1990). En esta obra los motivos del exilio nómeno que cada vez cobra mayor fuerza, se­ no son polí­ticos, sino económicos: María, una jovencita gún revelan los estudios demográficos— tam­ hondureña, llega a Estados Unidos de Norte­américa bién son reflejadas con creciente frecuencia en para reunirse con su madre, quien emigró a esa nación, la literatura infantil y juvenil. A manera de ejemplo en condición de indocu­mentada, cuando ella era muy puede mencionarse la obra juvenil Hasta lo que sea pequeña, de­jándola a cargo de su abuela. Ahora van (1991), de la norteamericana Marta Humphreys, en a reencontrarse y a tratar de aprender a vivir juntas, la cual las dos protago­nistas, Connie y Karen, viven


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sin otra compa­ñía que la de sus madres, ambas jefas de hogar. Este libro habla de la incomprensión y la intolerancia hacia el sida, un elemento que ha conmocionado a las familias, sin distinción de estratos sociales, en los últimos lustros. Por el contrario, en El lunático y su hermana Libertad (1988), novela del canadiense Paúl Kropp, se nos presenta a una familia integrada por un padre ex hippie que tiene a su cargo la manutención y la educación de dos hijos ado­lescentes. Otro modelo de organización familiar es el lla­ mado familia extensa: un grupo de personas, por lo general emparentadas biológicamente, que viven juntas. Aunque parezca paradójico, una familia extensa puede ser bien pequeña, por ejemplo, puede estar formada únicamente por un nieto que viva con su abuela, como ocurre en la novela La abuela (1975), del alemán Peter Härtling. Este libro refleja un interesante proceso de aprendizaje para la convivencia: los padres de Karli mueren en un accidente de automóvil, cuando él tiene cinco años, y es su abuela quien se hace cargo de su crianza, casi obligada por las circunstan­cias. “Estoy loca, una vieja y un niño que hasta dentro de 12 ó 13 años como mínimo no podrá valerse por sí mismo. ¿He de cumplir los 100 por culpa de Karli?”, rezonga la señora Erna Bittel, pero sabe que su decisión no tiene al­ternativas, pues, de no asumir la responsa­ bilidad del nieto, “Al final lo hubieran metido en un orfanato”. (21) Ese mismo modelo de fa­milia extensa (abuelo-nieto) es explorado, con matices e intenciones disímiles, por Roald Dahl en Las brujas (1983) y por Lygia Bojunga Nunes en La cuerda floja (1980). Pero una familia extensa, en su forma más habitual, es la que retrata la escritora griega Alki Zei en esa obra maestra de la literatura infantil contemporánea titulada El Tigre en la vitrina. Las hermanas Melisa y Mirto conviven, bajo un mismo techo, con sus padres, con su abuelo, con la tía Déspina y con su primo Nikos. La novela imbrica de manera magistral la problemática personal de estos personajes con la rica mitología griega y el surgimiento de la dictadura militar que, desde 1936 y du­rante muchos años, asoló al país. Tres generaciones —abuelos, padres, hijos— integran la familia que se nos presenta en Dimitri en la tormenta (1993), de la argentina Perla Suez. Este libro plantea la problemática de los judíos sobrevivientes de los campos de concentración que consiguen llegar a América para emprender una nueva vida, pero que

per­dieron, en la Europa dominada por el fascis­mo, a sus familias. Una familia extensa, perte­neciente a una pequeña aldea del África Occi­dental, es igualmente la que protagoniza la apasionante narración Cuento negro para una negra noche, del norteamericano Clayton Bess: abuela, madre y dos hijos, el padre mu­rió mordido por una víbora, enfrentan la llega­da de un terrible mal: el de la viruela. La familia nuclear adoptiva ha sido objeto, del mismo modo, de diversas aproximaciones dentro de la más reciente literatura para niños y jóvenes. Un excelente ejemplo es la novela La gran Gilly Hopkins (1978), de Katherine Paterson, donde se expone la historia de una niña de carácter rebelde y falta de afecto que, tras probar infructuosamente la convivencia con varias familias, consigue ser “domestica­da”, con las armas del cariño, la paciencia y la comprensión, por la bonachona señora Trotter. Otro es el contexto familiar en el que se mueve Miguel, el protagonista de la novela De olho nas penas (1981), de la brasileña Ana María Machado. Miguel vive en el seno de una fami­lia reorganizada o, como prefieren nombrarla los distintos estudiosos, reconstituida, trans­formada, recompuesta, hogar bipaternal com­puesto o reensamblado. Grosman define esta estructura como una unidad en la cual conflu­yen varios subsistemas familiares “el núcleo familiar, originado en un matrimonio o unión de hecho, en el cual uno o ambos de sus inte­grantes tienen hijos provenientes de un casa­miento o unión anterior”. (22) “Miguel tenía ocho años, dos padres, y unos cinco países por lo menos”, (23) expresa Ana María Machado en la primera línea de su obra dejando, con un magistral empleo de la sínte­sis, caracterizada la problemática familiar de su personaje. Hijo de una madre casada con otro hombre, Miguel convive con la nueva pa­reja y con una hermanita fruto de dicha unión. A su verdadero padre lo ve en raras ocasiones y siempre bajo un aspecto diferente. El exilio, la clandestinidad política, la búsqueda de la identidad, son aspectos que se exponen en el libro. Miguel nace en Chile, de padres brasile­ños, tiene documentos franceses, vive en Pa­namá, Bélgica, Portugal y Mozambique, y por último, producto de una amnistía política, va a residir a la patria de sus padres y de su pa­drastro. Pero, ¿qué es Miguel?, ¿cuál es su identidad?, ¿dónde están sus raíces? No sabía lo que iba a decir cuando le preguntaban:


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—¿Eres carioca o paulista? Contestaba: —Ninguno de los dos. Y si preguntaban: —¿De dónde eres? El sólo respondía: —Adivina. Nadie adivinaba. Ni él. (24)

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El alemán Klaus Kordon presenta una singu­ lar familia en el marco de la posguerra alema­na en su novela Hermanos como amigos (1978). Una madre, viuda dos veces, vive en compañía de sus hijos Frank y Burkhard, fru­tos de matrimonios diferentes, pero unidos por vínculos afectivos de gran profundidad, y de una tía. La llegada de un elemento inesperado al espacio doméstico —el nuevo esposo de la madre— ocasiona la partida de la tía y genera situaciones conflictivas entre los integrantes del espacio doméstico. Otra familia “reensamblada” es la que dibuja magistralmente Christine Nöstlinger en ¡Por favor, vuelve a casa! (1974), una de sus creaciones más logradas. Erika e Ilse, las jóvenes protagonistas, conviven con su ma­dre, su padrastro y el pequeño hijo nacido del matrimonio de éstos. La novela es narrada por Erika con un tono entre desenfadado y paté­tico:

En cambio, disponer de dos padres reporta, según Miguel, cierta utilidad, pues significa “tener más abuelos, y un montón de tíos y primos”. (25) En Asmir no quiere pistolas (1993), novela de la autora australiana Christobel Mattlingley, se aborda la problemática de la guerra entre Serbia y Bosnia-Herzegovina y se expone la transición de una familia nuclear tradicional hacia el modelo de familia extensa, no por vo­luntad de sus miembros, sino por los designios de la contienda bélica y como resultado de la “Alégrate de que somos persecución religiosa. Muris una familia numerosa. y Mirsada, los pa­dres del Eso también tiene sus pequeño Asmir, son bosnios, ventajas”, me dice a veces abo­gado e ingeniera química mamá. Catalogarnos como respectivamente, ambos de una familia nu­merosa es origen musulmán. Viven en un mal chiste, pero a ve­ la ciu­dad de Sarajevo, con ces se tiene sus ventajas, Asmir y su hermanito Eldar, realmente. Carátula de El príncipe Tigre, de Chen de un año de edad, hasta que Jiang Hong. En mi cumpleaños, por la guerra los divide. Muris ejemplo, reci­bo regalos de queda solo en Bosnia, rodea­ tres abuelas, tres abuelos, do de explosiones y soldados, una mamá, un papá; de la esposa de papá, mientras Mirsa­da huye, con los niños y con la de un padrastro, de la ex esposa de mi abuela materna de éstos, en un avión que evacúa padrastro y de seis hermanos. mujeres y niños y que los lleva a Belgrado. Allí van Parece complicado, pero es más o menos a vi­vir con Melita, la hermana de Mirsada, y con fácil. Papá se casó con mamá y tuvieron dos su esposo Miroslav. Pero la amenaza del con­flicto hijas: Ilse y yo. Luego se separaron y papá bélico obliga a la familia reorganizada a alejarse se casó con otra, y con ella también tuvo más aún, marchan a Viena, donde se empeñarán dos hi­jos. Mamá se casó con Kurt y tuvo en sobrevivir, adaptándose a un idioma y unas dos hijos más. Kurt ya tenía un hijo de su costumbres diferentes de las suyas y a una nueva condición social: la de refugiados de guerra. ¿Asmir primer matrimonio. verá nueva­mente a sus padres? ¿Recuperará alguna Esto no es extraño. En nuestra clase hay vez su universo perdido? El libro no da respuesta a muchos papas que están divor­ciados y han esas preguntas, pero en cualquier caso las palabras tenido hijos de sus nue­vos matrimonios. de Muris lo acompañarán, sin duda, por toda la Pero ya no pueden ocuparse de más niños. vida: “La guerra nunca tiene senti­do”.


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Mamá y papá se separaron cuando Ilse tenía siete años y yo cinco. Supuestamente no se entendían bien, pero debió haber sido algo más. Porque entonces mamá no ha­bría escondido la sentencia de divor­cio. Una vez, cuando buscaba mi comprobante de vacunación, la en­contré en el archivador. Mamá me la arrebató de las manos antes de que pudiera acabar de leer la prime­ra frase. “Esto no te incumbe”, dijo, sonrojándose. (26) Ilse, la hermana mayor, de 14 años de edad, huirá de casa con un hombre, para escapar de los conflictos domésticos, y su desaparición provoca una conmoción en el orden familiar. En un enfrentamiento que sostienen las ma­dres del padrastro y del padre de las niñas, ésta última pone el dedo en la llaga sobre uno de los más serios problemas de los hogares “reensamblados”: la manipulación de los me­nores, que son obligados a romper y reorgani­zar súbitamente sus mundos sin preparación ni, en la mayor parte de los casos, previa consulta: ¡Su nuera, mi nuera, todavía no se ha dado cuenta de lo que pasa a su alrededor! ¡De los hijos que tiene! (...) Sabe qué número de zapatos usan y cuánto pesan, pero no sabe nada más. (...) Primero se casa y tiene hijos, porque naturalmente se tienen. Luego vienen las dificultades y ella no resiste y se separa. No les pregunta a los hijos si están de acuerdo. Y luego los niños van a donde la abuela y allí se quedan dos años. Luego viene un día y dice que se casará de nuevo y que se llevará a los niños. De nuevo, no les pregun­ta a los niños si quieren o no dejar a sus abuelos con quienes han convivi­do dos años. Tienen un nuevo pa­dre, y nadie les pregunta si ellos lo quieren. No, ellos deben cerrar la boca y ser obedientes. (...) ¡Nadie les pregunta cómo están resistiéndolo y cómo lo asimilan y qué piensan! ¡Y si nadie pregunta, entonces nadie sabe lo que ocurre! (27) Como es usual en muchas de estas familias, los personajes adolescentes de este relato se mueven en un espacio de imprecisiones, en el que los papeles,

la autoridad y los lazos afectivos muchas veces no están definidos con nitidez. En ¡Por Favor, Vuelve a Casa!, tan interesante como los conflictos que con­ frontan las niñas protagonistas son las actitu­des de los personajes que las rodean: la ma­dre, el padrastro, la “abuela postiza”. Con gran fineza en el trazado de la psicología, Nöstliger dibuja la relación de ese padrastro con las dos “hijastras” y su intención de comportar­se como padre, de un modo orgánico y since­ro. Y es que en las familias reconstituidas “Ca­ da componente ingresa a la misma con su propia historia, con problemas no resueltos de los vínculos precedentes y con roles y estilos de parentalidad que deben acoplarse a los na­cientes. El presente de estas familias es un mundo abrumado de pasados”. (28) Que la familia moderna occidental no está en crisis, sino en transformación para adecuarse a las nuevas realidades en que se halla inmer­sa, es una realidad que testimonian, entre otras muchas, las obras literarias para niños y jóvenes que hemos mencionado. Obras que no presentan esta institución social con una visión anquilosada, inamovible, sino en proce­sos de mutación hacia estructuras acordes con las circunstancias que enfrentan. Con frecuencia se escucha comentar que la narrativa actual para niños y jóvenes, en su vertiente realista, se regodea en la presenta­ción de familias “incompletas” —un término, sin duda alguna, peyorativo y discriminatorio—, es decir, donde sólo vive un progenitor con los hijos, y de casos de divorcios o de violencia doméstica. Puede ser que, en un afán por aproximarse de modo verosímil a la realidad, los autores escojan esas situaciones críticas para desarrollar sus relatos. Puede ser que influya la búsqueda de conflictos sólidos, ca­paces de generar tensión en las tramas y atra­par el interés de los lectores. En ese sentido, a manera de explicación de esa tendencia, ha­bría que recordar una frase del gran novelista ruso León Tolstoi, quien afirmaba que “las familias felices son todas iguales; cada familia infeliz tiene su propia forma de infelicidad”. (29) En cualquier caso —si bien sería una exagera­ ción negar la existencia de muchas familias actuales que responden al modelo nuclear tra­dicional y que conviven en felicidad, en un cli­ma de armonía y respeto a los derechos de cada uno de sus miembros, sean éstos gran­des o pequeños—, lo cierto es que los estudios sobre el tema de la familia no son nada tran­quilizadores.


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Por ejemplo, fuentes dignas de la mayor credi­ Especialista en literatura infantil y juvenil. Entre sus bilidad nos dicen que se calcula que entre el 70 y el obras para niños y jóvenes están Abuelita Milagro 80 por ciento de las mujeres en Amé­rica Latina han (1978), Cuentos de cuando La Habana era chiquita sido víctimas de la violencia conyugal; que alrededor (1984), Mi bicicleta es un hada y otros secretos del 45 por ciento de la población total de nuestra por el estilo (1993), Yo, Mónica y el Monstruo región vive en la pobreza; que a fines de la década (1994) y La gata de los pintores (2010). Entre sus del 80, el 20 por ciento de los latinoamericanos trabajos como investigador y crítico literario se menores de 15 años vivían en hogares encabezados encuentran Literatura infantil de América Latina por mujeres sin cónyuge u organizados en uniones (1993), Panorama histórico de la literatura infantil consensuales y que esa proporción alcanzaba el 25 en América Latina y el Caribe (1994), Puertas a la por ciento en los estratos de menores ingresos. (30) lectura (1993) y Escuela y poesía (1997). Para los El reflejo literario creciente de esas circunstan­ lectores adultos ha publicado los libros de cuentos cias, que en mayor o menor Striptease (1985) y Querido medida compar­ten el resto de Drácula (1989), la obra de los continentes, no debe verse teatro El León y la Domadora entonces como una actitud (1998) y la novela Aprendices escéptica, o como una búsqueda de brujo (2002). En el 2008, de sensacionalismo o una mo­ con Chiquita, obtuvo el Premio da, sino como un ejercicio de Alfaguara de Novela. Reside aproximación a la cotidianidad en Estados Unidos. infantil y juvenil. Tal vez si Enrico, el Notas protagonista de Corazón, hubiera nacido en nuestra época (1) CICERCHIA, Ricardo. y no en la Italia decimonónica, Familias y Cien­cias Sociales. El le habría tocado en suerte un Encanto de las Formas Familiares. hogar bien diferente del idílico Documento preparado para que nos dibuja Edmundo UNICEF. Argentina. Julio de de Amicis en su novela: ese 1994. hogar “perfecto” donde los (2) International Year of the problemas se en­frentan y Family. Ocasio­nal Papers Series, solucionan colectivamente, NQ 1. Naciones Uni­das, Viena, Carátula de Le dejéuner des loups, de Geoffroy de Pennart. sin dis­crepancias ni conflictos 1992. Edición en español: desgarradores. Qui­zás le Madrid, Dirección General habría tocado crecer en medio de una familia a de Protección Jurídica del Menor del Ministerio de cargo sólo de la madre, o del padre, o en el seno Asuntos Sociales de España, 1994, p. 18. de una complicada familia remodelada, como (3) CICERCHIA, Ricardo. Ob. cit. aquella en la que se esfuerzan por vivir Ilse y Erika. (4) En: Vivir en Familia. Catalina H. Wainerman (comp.). Porque la búsqueda de lo testimonial, el deseo de Buenos Aires: UNICEF, Losada, 1994, pp. 118-120. acercarse a las múltiples realidades de sus lectores y (5) International Year of the Family. Ocasio­nal Papers a sus circunstancias y vivencias diarias es, a diferen­ Series, N° 1. Naciones Uni­das, Viena, 1992. Edición cia de lo que acontecía más de un siglo atrás, una en español: Madrid, Dirección General de Protección aspiración de buena parte de la mejor lite­ratura Jurídica del Menor del Ministerio de Asuntos Sociales contemporánea para niños y jóvenes. de España, 1994, pp. 13-14.

Antonio Orlando Rodríguez. Escritor y periodista. Nació en Ciego de Ávila, Cuba y estudió periodismo en la Universidad de La Habana.

(6) Golscheider, Francés K., y Linda S. Waite: New Families. No Families?. Los Angeles: Oxford, University of California Press, 1991, p. 1. (7) En: Vivir en Familia. Catalina H. Wainerman (comp.). Buenos Aires: UNICEF, Losada, 1994, p. 14.


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(8) Ob. cit, p. 24. (9) CICERCHIA, Ricardo. Ob. cit. (10) Bojunga Nunes, Lygia: El Bolso Amarillo. México: Espasa-Calpe, SEP., 1980, p. 22. (11) Bojunga Nunes, Lygia. Ob. cit, p. 24. (12) Bojunga Nunes, Lygia. Ob. cit, pp. 82-83. (13) Bojunga Nunes, Lygia. Ob. cit, pp. 128-129. (14) Bojunga Nunes, Lygia. \Adiós\ Madrid: Alfaguara, 1987, p. 15. (15) Gripe, María. La Hija del Espantapájaros. Madrid: Ediciones SM, 1980, p. 27. (16) Härtling. Peter. Ben Quiere a Ana. Bogo­tá: Alfaguara, 1994, p. 38. (17) Perera, Hilda. Kike. Madrid: Ediciones SM, 1984, pp. 106-107. (18) Perera, Hilda. Ob. cit, p. 108. (19) Perera, Hilda. Ob. cit., p. 120. (20) Perera, Hilda. La Jaula del Unicornio. Madrid: Editorial Noguer, 1990, p. 16. (21) Härtling, Peter. La Abuela. Madrid: Alfaguara, 1978, p. 13. (22) Grosman, Cecilia P. “Los Derechos del Niño en la Familia. La Ley, Creencias y Realidades”. En: Vivir en Familia. Catali­na H. Wainerman (comp.). Buenos Aires: UNICEF, Losada, 1994, p. 100. (23) Machado, Ana María. De Olho nas Pe­nas. Río de Janeiro: Salamandra, 1985, p. 9. (24) Machado, Ana María. Ob. cit., p. 15. (25) Idem. (26) Nöstlinger, Christine. ¡Por Favor, Vuelve a Casa! Bogotá: Norma, 1994, pp. 6-7. (27) Nöstlinger, Christine. Ob. cit, pp. 160-161. (28) Grosman, Cecilia P. Ob. cit, p. 101. (29) Citado en: International Year of the Fami­ly. Ocasional Papers Series, N’ 1. Naciones Unidas, Viena, 1992. Edición en español: Madrid, Dirección General de Protección Jurídica del Menor del Ministerio de Asuntos Sociales de España, 1994. (30) Hacia un Perfil de la Familia Actual en Latinoamérica y el Caribe. Santiago de Chile: Comisión Económica para Améri­ca Latina y el Caribe CEPAL., 1992.


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En torno a la poesía, los niños y la escuela Sergio Andricaín Se me ha pedido que hable a ustedes sobre algo que anda por ahí considerado como una especie de misterioso don que poseen algunos elegidos y que, por lo general, se considera tanto más valioso cuanto menos personas lo comprendan. Me temo mucho que lo que yo entiendo por poesía se aparte bastante de esa concepción de ella. Mirta Aguirre 1

... en un mundo dominado por el conformismo, la prisa y la superficialidad, fiel al culto de la apariencia y de los signos externos, la poesía, fomentada y cultivada en formas adecuadas desde las primeras fases de la edad evolutiva, es iniciación en los valores, enérgico reclamo para el sentimiento y la afectividad, ruptura de esquemas y convenciones, exaltación de la espontaneidad y de la originalidad creativa, superación de la uniformidad y los estereotipos, correctivo contra la mediocridad, la trivialidad y el vacío de ideales, invitación al rechazo del egoísmo y la mezquindad, exigencia para elevarse a una visión superior, más crítica y menos prosaica de la realidad. Angelo Nobile 2

1. Poesía y pragmatismo

S

i hubiera que mencionar los más acusados rasgos del ser humano en este fin de milenio, habría que incluir entre ellos, sin duda alguna, el pragmatismo. En alguna medida, todos somos pragmáticos, en una u otra es­fera de nuestra vida. Y somos pragmá­ticos por naturaleza, condicionados por un medio que cada vez tiende más a exigir una justificación para todo, que nos exhorta a no entregar nada de no­ sotros sin la certeza de que recibiremos, en trueque, un pago por ese acto de entrega. Somos pragmáticos

incluso sin haber escuchado hablar nunca del filósofo norteamericano William James, padre del pragmatismo, quien afirmaba que el único criterio válido para juzgar la verdad de cualquier doctrina científi­ca, moral, filosófica o religiosa es la constatación de sus efectos prácticos. Doy, generalmente, con la certeza de que recibiré; espero algo porque algo he entregado a cambio. Nuestras rela­ciones se fundamentan en ese consue­tudinario “toma y daca”. Siembro un árbol en el parque por­que el edificio donde vivo queda enfren­te y espero, algún día, beneficiarme con su presencia. Pero es difícil —aunque no imposible— encontrar quien plante un ár­bol por gusto, por el simple hecho de hacerlo, incluso sabiendo que tal vez nunca disfrute de su sombra ni vea sus frutos, como podría hacerlo Gelsomina, la protagonista de aquella película de Fellini titulada La strada. Incluso ahora, en este mismo ins­tante, muchas de las personas que se encuentran en este auditorio estarán di­ciéndose, para sus adentros, con gran sentido práctico: “Pero, ¿no era de poe­sía de lo que iba a hablar este señor? ¿Qué espera para dejar de lado esas especulaciones sobre el carácter prag­ mático de nuestras relaciones humanas y sociales y acabar de entrar en mate­ria?”. Pues bien, creo que esa actitud prag­mática mediatiza, en alguna medida, el vínculo entre la poesía y la escuela. Poesía, ¿para qué? Un cuento o una novela nos introducen en mundos imaginarios, sus tramas nos permiten conocer personajes y conflic­tos tangibles, logran hacernos creer que lo que cuentan es cierto, leemos para procurarnos diversión, terror, emocio­nes, para ser testigos de acontecimien­tos, para vivir vidas


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diferentes, para abs­traernos de una realidad o transportar­nos a otra. Un libro documental nos pone fren­te a datos curiosos sobre el origen de la Tierra, la desaparición de los dinosaurios, la reproducción de las flo­res o el funcionamiento de los aviones. Un periódico nos permite acceder al acontecer nacional e internacional, nos orienta, nos informa. Pero, frente a todas esas lecturas de carácter —en mayor o menor medi­da— práctico, ¿qué nos brinda la poe­sía? ¿Por qué leerles versos a los ni­ños que se relacionan con nosotros? Dicho de un modo muy simplista: la na­rrativa de ficción nos procura placer y entretenimiento, los libros documenta­ les nos entregan conocimiento, los pe­riódicos nos informan. Pero la poesía, ¿qué nos ofrece a cambio del esfuerzo de leerla? ¿Vale la pena el empeño de actuar como mediadores entre los ni­ños y ella? ¿Para qué sirve ese géne­ro, tal vez el menos pragmático de la literatura? Digámoslo claramente: la verdadera poesía no sirve para nada. No enseña nada. No tiene moralejas. No se escri­be con un fin moralizante, didáctico ni pedagógico. Por supuesto que abundan versos concebidos con esos fines, pero no es a ese tipo de producción textual a la que me refiero cuando hablo de poe­sía, sino a una auténtica creación lite­raria, no lastrada por fines utilitarios. A creaciones como ésta del autor cubano Francisco de Oráa: La puerta La puerta se abre y se cierra (Hay un mundo más allá.) El cielo se abre y se cierra. (Se va el sol; la noche está.) El mundo se abre y se cierra. (¿Quién viene? Ay, ¿quién se va?) Francisco de Oráa3

Si nos atenemos a los patrones de valor propios del pragmatismo nuestro de cada día, esa poesía no enseña nada, no nos hace ganar nada en el sentido más estricto e inmediato de los verbos “enseñar” o “ganar”, o tal vez reporta mucho, pero ese mucho es con frecuencia intangible, casi invisible para la gran mayoría: una sonrisa, un leve sentimiento de nostalgia o de melanco­lía, el paladeo de los sonidos de una lengua. ¿Qué puerta es esa a la que se re­fiere el poeta en sus versos, que se abre y se cierra para dar paso al día y a la noche, a los que llegan y a los que se marchan? Esa puerta, ¿es el tiempo? ¿Es un abrir y cerrar puertas el ciclo de la existencia humana, el eterno ciclo de la vida y de la muerte? Imposible arri­bar a una interpretación única y ahí ra­dica su mayor calidad: en el número de sugestiones que es capaz de prodigar, en su polisemia. “Un poema es como un ser dormido”, afirma el ensayista francés Georges Jean, y añade: “Cada lectura lo despierta y, en cada caso, lo hace de una manera diferente”.4 Ese cúmulo de impresiones, de pre­guntas, de sensaciones y conceptos que suscita la lectura de esos versos, es todo lo que entrega el poema como pago por el esfuerzo de leerlo. Ese poe­ma nos da, en trueque, en pago por haberlo leído, algo inasible, difícil de explicar, inapresable algo muy poco práctico en la medida que no enseña nada explícitamente, pues sólo inquie­ta, sugiere, nos intranquiliza con rela­ción a nuestro estado en el instante an­terior a la lectura. Ese “algo” es mucho o poco, según se mire, según la sensi­bilidad y la razón de cada cual. Es poco para quien espere, como conclusión inmediata de la lectura de un poema, un resultado que se pueda me­dir; la adquisición de un conocimiento, la formación de determinado valor, la modificación de una actitud. Es mucho para quien sabe que, el contacto frecuente y natural con la líri­ca, humaniza los sentidos del niño, en­riquece sus posibilidades expresivas, propicia un goce fundamentado en la apreciación de lo estético, invita a pen­sar. Cosas estas, todas, que no se visualizan de un día para otro, sino que se van sedimentando en el niño; cosas, evidentemente, poco prácticas, pero fun­damentales para apoyar su maduración intelectual y afectiva, el crecimiento de eso que llamamos “espíritu”.


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Generalmente, los buenos poemas, la verdadera El autor cubano Félix Pita Rodríguez, ratificaba poesía, no enseñan nada en el sentido tradicional y esa naturaleza del discurso lírico al afirmar que estrecho que otorgamos al término “enseñar”, ya que no tienen como fin transmitir normas morales La poesía es un silencio que alguien ni conocimientos. Pero, como escribió sabiamente la de oreja muy fina escuchó.6 argentina Fryda Schultz de Mantovani: “Una mañana de sol, ¿enseña otra cosa que a estar con­tento?”.5 Para acercarnos a la auténtica poe­sía hay que 2. Tergiversaciones acerca de la poesía abandonar un poco el pragmatismo con que, casi siempre, nos aproximamos a otros géneros literarios. ¿De dónde proviene ese desdén con que Uno nunca sabe con certeza qué va a obtener a reaccionan muchos niños, ado­lescentes y jóvenes cambio cuando lee unos ver­sos, ni siquiera tiene la cuando se les ha­bla de poesía? ¿Cuál es el origen seguridad de que se producirá de esas expresiones de el consabido trueque. La poesía burla o de supe­rioridad, sólo tendrá sentido en la escue­ que transmiten sus rostros la, cuando el acercamiento a cuando se les pregunta si les ella esté desprovisto de ese agrada la lectura de poemas? carácter práctico que casi Posiblemente, esas actitudes siempre tratamos de imponerle. sean resultado de una tergi­ La presencia de la poesía en versación social del sentido esos espa­cios adquirirá su de la poe­sía. De apreciaciones verdadero sentido cuando equívocas que ha conocido leamos versos por gusto, sin en el lugar y en los espacios es­perar nada a cambio, sin sociales en que interactúan con esperar que, después de leer otros niños, jóvenes y adultos. unos versos, nuestros alumnos Detengámonos en algunas de sean más sabios o más bue­nos, ellas: sino, simplemente, más plenos como seres humanos. a) Con mucha frecuencia, Leer un poema en la clase se aso­cia la poesía, y en debe ser, entonces, un acto particular la figura del poeta, equivalente a sem­brar un árbol del autor lírico, con un indivi­ Carátula de Bravo Grace!, de Mary Hoffman. no precisamente en el par­que duo de exaltado romanticismo, que queda frente a nuestro desasido de la realidad, edifi­cio, sino en un sitio al que quizás nunca volvamos con los pies en las nu­bes, hipersensible, a ir. La poesía se debe leer sin esperar a cambio una un poco loco. El vín­culo poesía-locura está ganancia prác­tica inmediata. Desconfiemos de los profundamente arraigado en el imaginario poemas que se escriben para enseñar a los niños social, una constatación de esa asociación de que cepillarse los dientes todos los días es muy con­cepto la tenemos en el famoso dicho “De importante o que hay que cederle el asiento a las poetas y de locos, todos tenemos un poco”. perso­nas ancianas cuando viajamos en el metro de A ese poeta estereotipado en el mejor de los Medellín. Para transmitir esas normas de aseo o de casos se le mira con be­nevolencia; en el peor, convivencia so­cial hay otros medios más eficaces; la con un velado o explícito desprecio. No creo poesía es un discurso de índole más noble y elevada, necesario comentar que la poesía y el poeta ella existe para algo más importante: existe para son algo mucho más complejo que ese cli­ llamar nuestra atención sobre miles de peque­ños sé acuñado de generación en genera­ción. detalles del mundo objetivo que nos rodea y de El verdadero poeta posee una sen­sibilidad nuestro mundo subjetivo e interior. e inteligencia especiales que le permite ver


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más allá de la realidad aparente, captando la esencia del acon­tecer y su ritmo interno. De las palabras se sirve para compartir esta singular vi­sión de las cosas y los fenómenos que observa (incluyendo su propia subjeti­vidad), con ellas crea esas imágenes y cadencias musicales que aprecia en sí mismo y en lo que le rodea. b) El extrañamiento con relación a la poesía también está vinculado con un rasgo muy acentuado en las socieda­des actuales, y en especial en las de los países tercermundistas: el machismo. Para nadie es un secreto que los representantes de sectores sociales de muy diversos ingresos económicos co­inciden en señalar que la lírica es cosa de mujeres. Asociar la creación y el gusto por la lectura de la poseía al género femeni­no, burlarse asegurando que es “cosa de mujeres y de afeminados” es otro ele­mento que incide sobre la relación ni­ños-poesía, lo cual tampoco podemos desconocer. No vale la pena gastar pa­labras para refutar ideas tan estúpidas. La poesía carece de género; pero, sin duda, es el género más exigente, pues con mucha frecuencia exige de sus lec­tores una inteligencia y una sensibilidad que no todos poseen. c) Por otra parte, la enseñanza de la historia de la literatura en la escuela poco contribuye a ampliar la visión de niños y jóvenes acerca del fenómeno poético. El estudio y la lectura obligato­rias de poetas de indiscutible valor his­tórico, pero ajenos a las inquietudes y la sensibilidad de las generaciones ac­tuales, actúa como el elemento distanciador entre la poesía y los más jóve­nes. Falta espacio, en los programas educativos, para familiarizar a los niños con tendencias poéticas contemporá­neas más cercanas a su modo de ver el mundo. Y aquí cabe hacerse, una vez más, una pregunta clave relacionada con la presencia de la literatura en la escuela: ¿cuál debe ser el objetivo de una clase de literatura: presentar a los estudiantes los más altos ejemplos de los distintos movimientos en la historia de la literatura o contribuir a lograr que se familiaricen y lleguen a amar la lite­ ratura? Porque a través de la enseñan­za de la historia de las letras naciona­les y universales

—llenas de ejemplos de gran mérito artístico, pero distantes del gusto y de los intereses de los estudian­tes—, nunca conseguiremos que se es­tablezca un lazo afectivo estrecho en­tre los más jóvenes y la literatura. Con esto quiero decir que la imagen sobre lo que es la poesía que reciben los es­tudiantes en la escuela no es muy se­ductora para ellos y, por ende, acentúa el distanciamiento fomentado por el me­dio al que hacíamos alusión anterior­mente. Formados en ese mismo contexto, la conducta de los profesores no contri­buye con su práctica docente y su acti­tud a la ruptura de un preocupante cír­culo vicioso. d) Otra tergiversación relacionada con la poesía es la afirmación de que la poesía es cosa de artistas, de intelec­tuales, patrimonio exclusivo de un sec­tor social muy delimitado. Quienes ma­nifiestan esta idea olvidan los orígenes populares de la poesía. Desconocen que poesía son las adivinanzas y los tra­ balenguas con que ellos mismos juga­ban cuando niños, las coplas picares­cas con las que muchas veces se han divertido; todo el patrimonio folclórico, al que hay que añadir los villancicos, las canciones de cuna, las rondas y otras manifestaciones de la tradición lírica oral, son poesía. Del mismo modo que lo son, en nuestra contemporaneidad, muchos de los ingeniosos graffiti que nos gritan sus mensajes desde los mu­ros y paredes de las ciudades o las le­tras de las canciones de Los Aterciope­lados que nos hacen escuchar la radio y la televisión: “Florecita rockera, tú te lo buscaste...”. El mito de que la poesía es oscura, ininteligible, únicamente al alcance de ciertas élites culturales es una tergiver­sación más de la naturaleza y de la fun­ción de la poesía. Todos los seres hu­manos podemos acceder a los territo­rios poéticos, sólo se necesita un en­ trenamiento de la sensibilidad y la inte­ligencia en los lenguajes de la poesía. El acercamiento inicial debe realizarse desde las primeras etapas de la vida, en la infancia, etapa poética por exce­lencia. e) Podríamos comentar otros mu­chos conceptos errados que se mane­jan con relación


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a la poesía. Limitémo­nos a uno más, de mi caballero: especial relevancia. Es el hecho de ver la poesía ¡Qué suave espuela sus dos pies frescos! como un gran bloque macizo, sin matices ni especificidades. Me explico mejor. A na­die se le ¡Cómo reía mi jinetuelo! Y yo besaba ocurriría decir: “no me gusta el cuento, no me sus pies pequeños, gusta la poesía”. Porque hay cuentos y cuentos ¡dos pies que caben y novelas y no­velas; cuentistas y cuentistas y en sólo un beso! novelis­tas y novelistas. Puede ser que no nos José Martí7 guste Horacio Quiroga, pero que nos en­cante Una nena Julio Cortázar; que no nos entu­siasme Nélida Había una nenita en Tacuarí Piñón pero que nos fas­cine Gabriel García que solamente hablaba con la i Márquez. O viceversa. ¡Qué papelón, un día, Pero, con la poesía, delante de su tía, sí suele ocurrir que se en lugar de “papá”, dijo diga: “Me gusta o no me “pipí”! gusta”. Como si lo que escribieron Pablo Neruda, María Elena Walsh8 Carlos Drummond de Andrade, José Asunción Ambos poemas nos Silva, Jorge Luís Borges hablan de ni­ños, pero, ¿cómo y Nicanor Parra careciera lo hacen?, ¿qué pro­pósitos de rasgos e intenciones persiguen?, ¿qué recursos muy diversas, como si composicionales emplean sus todo pudiera unificarse. autores?, y lo más importante: O, por poner ejem­plos de ¿qué reacciones despierta literatura infantil, como su lectura en nosotros? Re­ si pudie­ran meterse en acciones encontradas que, de un mismo saco, un poe­ algún modo, se interrelacionan ma tocado por la ternura y complemen­tan por suscitar paternal de José Martí y Ilustración de Omar Figueroa “Turcios” emociones y sensacio­nes un poema humorístico diferentes. El punto de y desenfadado de la convergen­cia en estos ejemplos argentina María Ele­na es la calidad. ¿Tiene sentido, Walsh. entonces, hablar de gusto o disgusto por la poesía, o es más exacto hablar de afinidad o rechazo hacia Mi caballero el estilo, la sensibilidad y los te­mas de determinados poetas? Por las mañanas Estos equívocos y preconceptos, estas mi pequeñuelo distorsiones de las que todos so­mos partícipes, me despertaba hacen especialmente compleja nuestra labor como con un gran beso. mediado­res entre los niños y jóvenes y la poe­sía. Puesto a horcajadas Se impone, entonces, una reflexión personal muy sobre mi pecho, sincera acerca de nues­tra relación individual con la bridas forjaba poesía como género literario. con mis cabellos, ¿Gustamos de ella? ¿Hemos inten­tado ebrio él de gozo, acercarnos a este género, explo­rando en sus muy de gozo yo ebrio, diversas tendencias, o sentimos por él un rechazo me espoleaba


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visceral y sin fundamento? ¿Hacemos extensivo el disgusto por el estilo y la obra de de­terminado poeta, quizás de siglos pa­sados, a toda la poesía como género? ¿Estamos preparados para actuar como puentes entre los niños y la poesía? Y más que preparados, ¿estamos real­mente convencidos de la conveniencia de ese acercamiento? ¿Es posible en­tusiasmar a los niños por un tipo de lec­tura que no nos entusiasma a nosotros o que no hemos frecuentado lo suficien­te para poder saber si nos complace realmente o no? Como se puede apreciar, el asunto es más complejo de lo que a primera vista parece...

3. Caminos de la poesía La expresión poética puede transi­tar por múltiples caminos: desde las composiciones donde lo fundamental es el juego silábico, hasta las de intención anecdótica o narrativa; desde las expre­ siones que provienen del folclor hasta los poemas de autor de mayor estilización, que exigen del lector un grado mayor de abstracción y un entre­ namiento para apropiarse de las aso­ciaciones que proponen sus imágenes. Hay distintos temas, distintas formas, capaces de satisfacer las expectativas y las necesidades de distintos niños, de distintas edades, de distintos tempera­mentos y distintos contextos socioculturales. El éxito de la labor del mediador adulto radica justamente en ese rastreo, dentro de las múltiples posibilidades que ofrece la poesía, para hallar el poema que puede deslumbrar a cada niño en particular. Hagamos un breve recuento de algu­nos de estos senderos a través de los cuales nos llega la poesía. La poesía de tradición oral. La poetisa chilena Gabriela Mistral afirmaba que el folclor es la literatura por excelencia de los niños: “Folclor, mucho folclor, todo el que se pueda, que será el que se quiera”.9 La primera poesía a la que se en­frenta el niño es la que proviene de la tradición oral. Son las canciones de cuna, las nanas con que la madre lo arrulla para dormirlo o simplemente para demostrarle su cariño”:

Este niño lindo que nació de día quiere que lo lleven a la dulcería. Este niño feo que nació de noche quiere que lo lleven a pasear en coche. ¿Entiende el bebé el significado de estas palabras? Por supuesto que no; sin embargo, siente la música que en­cierran, el ritmo, la ternura de que son portadoras. Pocas veces la poesía ten­ drá tanta capacidad de comunicación como en esta experiencia profunda­mente afectiva. Luego vendrán los primeros juegos y, con ellos, el reconocimiento del cuer­po como fuente de sentidos, como puer­ta de acceso a la plenitud del universo: Este perdió las llaves, este las encontró, este abrió el armario, este sacó el huevito y el pícaro gordo se lo comió. Después, las rondas, y con ellas la poesía, se transformarán en expresión de los primeros sentimientos de solida­ridad, de interrelación armónica con los demás niños. En las rondas, las pala­bras se vinculan con la música y el mo­vimiento para acompañar los juegos donde el niño se prepara para insertar­se en el mundo. Arroz con leche me quiero casar con una viudita de la capital. Que sepa coser, que sepa bordar, que ponga la mesa en su santo lugar. Contigo sí, contigo no, con esta niñita me caso yo.


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Las adivinanzas se relacionan con un aspecto esencial de la naturaleza humana: la curiosidad. Son un reto al desciframiento, un desafío a la inteligen­ cia. Y son, con frecuencia, metáforas perfectas por su sencillez e ingenio: Dos niñas asomaditas cada una a su ventana, lo ven y lo cuentan todo sin decir una palabra. Alto alto como un pino, pesa menos que un comino. Una cajita chiquita blanca como la cal: todos la saben abrir, nadie la sabe cerrar. Los trabalenguas le revelan al niño las posibilidades lúdicas insospechadas que tienen las palabras, son composi­ciones poéticas sonoras, a veces inco­ herentes, siempre enrevesadas, donde el juego silábico es lo fundamental. Doña Díriga, Dáriga, Dóriga, trompa pitáriga, tiene unos guantes de pellejo de záriga, zíriga, zóriga, trompa pitáriga.

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Si tu gusto gustara del gusto que gusta mi gusto mi gusto gustaría del gusto que gusta tu gusto. Pero como tu gusto no gusta del gusto que gusta mi gusto, mi gusto no gusta del gusto que gusta tu gusto. Un inventario de las expresiones lí­ricas de la tradición oral no puede ex­cluir las retahílas: síntesis por excelen­cia del encadenamiento propio de los fenómenos de la naturaleza y de la vida. A la una nací yo. A las dos me bautizaron. A las tres me confirmaron. A las cuatro me casé. A las cinco tuve un hijo. A las seis se me ordenó. A las siete cantó misa. A las ocho se murió. A las nueve fue el entierro. A las diez lo supe yo. A las once subió al cielo y a las doce se acabó.

Todo esto, y también las coplas, los refranes, son parte Carátula de Teach us, Amelia Bedelia, de Peggy del cuerpo de la poe­sía, aunque Parish. a veces no lo recordemos; parte esencial, estrechamente imbrica­da con los orígenes de nuestra identi­dad cultural. “Para jugar con los trabalenguas, como No desdeñemos estas formas poéticas. con las adivinanzas y otras rimas infantiles, Apreciémoslas en todo su valor, que es inmenso. no se necesitan objetos ni ins­trumentos. Sólo Para los niños, el trabalenguas es un juego, sí, pero se necesita gracia e in­teligencia, habilidad un juego muy se­rio, como todo juego que pone en y destreza (...) ¡Qué riqueza la del lenguaje! ten­sión sus capacidades. Como afirma la escritora ¡Cuánto juego hay en la enorme variedad de chilena María de la Luz Uribe: “Dominar la palabra los voca­blos, parecidos y diferentes a la vez, en­ es para el niño do­minar el mundo y dominarse a sí cadenados y desencadenados, según los vayamos mis­mo. (...) Cuando un niño comienza a jugar con diciendo versificados!”, escribió la investigadora las palabras por cuenta pro­pia gozando con los española Car­men Bravo Villasante.11 La poesía sonidos, las síla­bas, las onomatopeyas disparatadas, tra­dicional es una vertiente viva y de gran ha encontrado el camino de su propia li­bertad”. 10 eficacia comunicativa; no en balde mu­chos


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poetas contemporáneos se nutren de estas formas poéticas populares recreándolas o inspirándose en ellas. Citemos, como ejemplo, una retahíla de la escritora cubana Mirta Aguirre: Sinfín De la semilla el naranjo, del naranjo el azahar, del azahar la naranja. Y otra vez a comenzar. En semilla está el naranjo, en naranjo está azahar, en azahar la naranja y en naranja —¡maravilla!— la semilla de sembrar. ¿Quieres que vuelva a empezar? Mirta Aguirre12 La poesía como juguete. Toda la poesía es juego, así se en­carga de explicarlo Huizinga en su nue­vo ensayo Homo ludens cuando insiste en la necesidad de liberarnos de la idea de que la poesía tiene solamente una función estética. “La poesía”, afirma, “nace en el juego y como juego”. E in­cluso en sus orígenes sacros “este jue­go se mantiene constantemente en la frontera de la alegría desatada, de la broma y de la diversión”. Y añade: “Todo lo que es poesía surge en el juego: en el juego sagrado de la adoración, en el juego festivo del cortejar, en el juego agonal de la fanfarronería, el insulto y la burla, en el juego de la agudeza y la destreza”, para preguntarse de inme­diato: “¿En qué medida se conserva la cualidad lúdica de la poesía al paso que la cultura se va desarrollando y compli­cando?”. Su respuesta es la siguiente: “En la medida en que la cultura se des­envuelve espiritualmente van ensan­chándose los campos en los que ape­nas sí se percibe el rasgo lúdico, y ello a costa del campo en que el juego tiene espacios libres. La cultura, en total, se hace más seria, la ley y la guerra, la eco­nomía, la técnica y los conocimientos, pa­recen perder su contacto con el juego. Hasta el culto, que antes encontraba en la acción sagrada un ancho campo para su expresión lúdica, parece tomar par­te en este proceso. Y,

entonces, sólo queda como baluarte del juego esplén­dido y noble la poesía”.13 Si la poesía es el refugio del juego, como nos sugiere Huizinga, puede pa­recer redundante que hablemos de poe­mas-juguetes. Sin embargo, al emplear esa denominación nos referimos espe­ cíficamente a aquellos versos para ni­ños que proponen una clara invitación al juego y a la diversión, un regocijo lúdico manifiesto, por encima de cual­quier otra función. La poesía puede ser puro divertimento cuando, como expresaba el escritor mexicano Alfonso Reyes, “no se dirige a la razón, sino más bien a la sensación y a la fantasía”.14 Este juego sonoro alcanza su ex­presión más totalizadora en las compo­siciones para las que Reyes acuñó la denominación jatanjáfora, utilizando una de las palabras contenidas en un poe­ma del cubano Mariano Brull: Filiflama alabe cundre ala alalúnea alífera alveolea jitanjáfora liris salumba salífera Olivea oleo olorife alalai cánfora sandra milingítara girófara zumbra ulalindre calandra.15 En las jitanjáforas no hay sentido, sino sólo música, regocijo fónico; son poemas que retomando a Reyes, de­vuelven a la palabra “sus captaciones alógicas y hasta su valor puramente acústico, todo lo cual estamos perdien­do, como quien pierde la sensación flui­da del agua tras mucho pisar en blo­ ques de hielo”.16 Hay muchas maneras de jugar con las palabras. Jugar con ellas como hacen los niños cuando inventan lengua­jes secretos que sólo ellos comprenden, es lo que se propuso el argentino José Sebastián Tallón en ésta canción en jeringonza: Rapa tonpo cipi topo Sipi sepe duerpe mepe Gapa topo lopo copo,


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rapa tonpo cipi topo quepe sopo ropo epe. Pepe ropo tanpa topo quepe sopo ropo epe quepe sepe duerpe mepe Rapa tonpo cipi topo ¡Opo japa lapa quepe Gapa topo lopo copo, duerpe mapa máspa quepe Rapa tonpo cipi topo! José Sebastián Tallón 17 ¿Traducimos el poema a nuestro len­guaje común y corriente? Hagámoslo, pero sólo para verificar que perdería su elemento fundamental, el que le da ra­zón de ser: la jerigonza, lo lúdico. Si duerme Gato Loco, Ratoncito queso roe. Pero tanto queso roe que se duerme Ratoncito.

¡Dígalo el canto dígalo el son! El rato grande no es un ratón el jamo grande no es un jamón el vago grande no es un vagón el buzo grande no es un buzón. ¡Que no, te digo que no lo son! Si hay mucha borra, ¿habrá un borrón? Si hay mucha leche ¿habrá un lechón? ¡Dígalo el canto, dígalo el son!

La caña grande no es un cañón la tiza grande no es un tizón la lira grande no es un lirón ni el ciclo grande es un ciclón.

¡Que no, te digo que no lo son! El arpa grande no es un arpón ¡Ojalá que Carátula de Los agujeros negros, de Yolanda la bota grande Gato loco Reyes. Editorial Alfaguara. no es un botón duerma más que la riña grande Ratoncito! no es un riñón la jaba grande Poemas-juguetes hay muchos y los mejores son no es un jabón portadores de un ingenio, de una agudeza para la vara grande interrelacionar conceptos y palabras, verdaderamente no es un varón admirable. Tal es el caso de este singu­lar texto del y Ana, aunque crezca, cubano David Chericián: no será anón. ¡Que no, te digo, Son de los que no son que no lo son! ¡Lo dice el canto, La silla grande lo dice el son! es un sillón la sala grande es un salón. David Chericián18 ¿Así es acaso en toda ocasión?

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En esta categoría incluimos también los poemas de cariz absurdo o dispara­tado, humorísticos o burlescos, que tie­nen como propósito divertir a través de la musicalidad de las palabras y de per­sonajes o situaciones fantásticas. Como sucede en esta página de la autora co­lombiana Gloria Cecilia Díaz: Ronda de brujas Siete brujas formaron la ronda, siete brujas con zapatos rosa, siete brujas en escobas verdes, siete brujas con batas celestes. La bruja de la montaña, la bruja del cafetal, la bruja de la llanura, las dos brujas del volcán, una que vive en la selva y la que vino del mar. Siete brujas formaron la ronda en la noche cuajada de luces siete brujas en escobas verdes, siete brujas con batas celestes. Gloria Cecilia Díaz19 La poesía-cuento. Existe también esa poesía que quie­re contar una historia, cuyo propósito es narrativo. La estructura propia de la épi­ca (introducción - nudo - desenlace) es enriquecida con los recursos propios del lenguaje poético: la métrica, la rima y los tropos. De esta forma el autor cons­ truye su poema-cuento que describe personajes y ambientes, plantea un con­flicto y lo resuelve. Esta vertiente ha sido muy transitada, con resultados bien disímiles. Se trata de un camino que conduce, con frecuencia, a versos ram­plones, mal hilvanados, que refieren una anécdota, sí, pero en los que la poesía es la gran ausente. Ejemplos clásicos de cuentos versificados, dentro de la lírica hispa­noamericana para niños, son

Rinrín Renacuajo, del colombiano Rafael Pombo; Los zapaticos de rosa, del cu­bano José Martí, y A Margarita Debayle, del nicaragüense Rubén Darío, tres textos, paradigmáticos por su belleza y originalidad. Un buen ejemplo, más cercano en el tiempo, es Fá­bula de la ratoncita presumida, del ve­nezolano Aquiles Nazoa. O Las memo­rias de Manuela, del cubano Eliseo Diego. Recordemos, a manera de ejem­plo, esta última composición, que nos presenta una escena en la que partici­pan dos personajes infantiles: Las memorias de Manuela Me dijo mi hermanita que vio una rana rosa. (Mi hermana es muy bonita y un poco mentirosa.) Llevaba puesto un lazo más bien negroamarillo y un túnico de raso con un florón sencillo. Y estaba muy tranquila leyendo una novela con gafas color lila y a la luz de una vela. ¡Serás tan caradura! ¿Me juras que la viste? Un niño nunca jura me dijo altiva y triste. —¡Entonces dime cómo se llama la novela! —Lo vi claro en el lomo: Memorias de Manuela. Entre abstraída y grave tocó un botón de rosa: —El libro todo cabe adentro de esta cosa Y se marchó mi hermana si tiesa aun más ligera. ¡Buscando yo a la rana pasé la tarde entera! Eliseo Diego20


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La poesía lírica. La escritora argentina Elsa Bornemann observa que a este tipo de poesía “No le es esencial la narración de determinado hecho, sino la exteriorización de la viva emoción que el mismo ha provocado en el autor, la comunicación de sus más íntimos sentimientos, invariablemente desde el pun­to de vista de las impresiones que se producen en su alma”.21 Es en estos textos —que general­mente no cuentan ni explican, sino que describen sugieren, inquietan— donde, a juicio del francés Georges Jean, “lo poé­tico resulta de una especie de fulguración instantánea”. A su juicio, “ese tipo de poema condensa, en el tiempo de un relámpago, un universo lentamente recorrido”.22 Un buen ejemplo de poesía subjeti­va, alusiva, hecha de sensaciones y emociones, de puras sugerencias, pue­de ser esta composición del autor ve­nezolano Manuel Felipe Rugeles:23 Primavera Olor de la primavera en el huerto de mi casa. Olor de frutas maduras y olor de miel de la caña. Olor de la rosa nueva y olor del jazmín de plata. Olor de tierra con lluvia y olor de brisa que pasa. Todos los voy percibiendo en la luz de la mañana.

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son suficientes indicios de una comprensión cuyos lí­mites no podemos establecer; preten­derlo podría ser imperdonable intromisión, ya que rozaría la intimidad del niño. Ante la palabra creada, la si­ tuación insospechada, la expresión gratamente sorprendente, la llamada a la sugestión, el niño experimenta sen­saciones no por inefables menos rea­les y valiosas. Descubre así el verda­dero sentido creativo de la poesía”.24 A la poesía podemos acercarnos también por los camino de lo afectivo, de lo sensorial, de lo que nos sugiere su atmósfera, de lo inquietante por os­curo o desconocido. Al respecto escri­ be Georges Jean: “Es bueno conservar palabras, imágenes, poemas breves, cerrados en sí mismos como piedras, tesoro oscuro que puede, de pronto, un día, abrirse, rajarse y revelar sus estratificaciones semánticas”.25 Y es que un poema habla no sólo al intelecto, sino también a los sentidos y a la emotividad del niño al apresar en el papel un instante, una emoción fugaz, la visión de una figura, de un paisaje o de una acción, tal como ocurre en este texto de la escritora salvadoreña Claudia Lars, pródigo en metáforas Carátula de Brown Bear, Brown Bear, What do you sugerentes: See?, de Bill Martin Jr y Eric Carle.

Manuel Felipe Rugeles Con frecuencia se objeta que este tipo de versos concisos, evocativos, no son comprendidos claramente por los niños. Bueno, y en el supuesto caso de que así fuera, ¿qué? ¿Acaso la única forma válida de aproximarse a la poe­sía es la comprensión, la apropiación racional de su contenido? El ensayista español Juan Cervera indica: “Una leve sonrisa de los niños, una mirada enter­necida o entusiasmada

Barrilete Alta flor de las nubes y —lo mejor del verano— con su tallo de música en mi mano sembrado. Regalo de noviembre, nuevo todos los años para adornar el día, para jugar un rato. Bandera de fiesta que se escapa volando... Pandereta que agitan remolinos lejanos


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Pececillo del aire obstinado en el salto. Pájaro que se enreda en su cola de trapo. Luna de mediodía, con cara de payaso. Señor del equilibrio. Bailarín del espacio. Ala que inventa el niño y se anuda a los brazos. Mensaje del celeste. Corazón del verano. Claudia Lars 26

4. De poemas y raíces (final) “¿Y qué hago con el poema?”, pre­guntan con frecuencia los docentes. Pues no haga nada con él: simplemen­te preséntelo, introdúzcalo, déle cabida en la vida de los niños. Cree una atmós­fera propicia para acoger el poema y darle la bienvenida, léalo en alta voz, disfrútelo con ellos, paladéelo, ríanse si se trata de versos divertidos o compar­tan el silencio si se trata de un texto que invite a la introspección y al recogimien­to. Metabolícenlo, y nada más. No es necesario que, después de escuchar o leer el poema, los niños ten­gan que hacer algo manual o corporal para “justificar” la presencia de la poe­sía en el aula. No hay que obligarlos a dibujar lo que más les llamó la atención del poema, ni hay que sugerirles que lo canten o escenifiquen, ¡y mucho menos que lo memoricen! Si, espontáneamen­te, el poema invita a los niños a crear, si despierta sus deseos de fabular, ¡pues bienvenidas sean esas acciones! Pero que no se convierta en un requisito para cumplir luego de enfrentarse al texto lí­rico. A veces, es preferible que la reac­ción ante la lectura de unos versos sea ese “silencio activo y creativo” al que alude el italiano Angelo Nobile.27 Los juegos vinculados a la escritu­ra, a la exploración en las posibilidades expresivas del lenguaje, favorecen el acercamiento posterior a la poesía, con­tribuyen a crear ese clima favorable al que hacíamos referencia. Es importan­te propiciar que los niños creen retahílas, onomatopeyas, versos

sin-sentidos, que inventen palabras y asocien libre­ mente imágenes, vocablos y conceptos, no con la intención de convertirlos en niños-poetas, sino de hacer más ama­ble y gozoso su enfrentamiento con la poe­sía como género literario. El ensayista francés Georges Jean habla de escribir para encaminarse hacia una lectura creativa y sugiere que “los juegos poéti­cos deberían ser utilizados para liberar al niño y al adolescente de un acercamien­to tradicional a la lengua en general y a la lengua poética en particular”.28 Tampoco es necesario que el poe­ma tenga que asociarse a algún contenido curricular para “justificar” su inserción en el espacio escolar. La poe­sía no tiene que ser un apéndice ni una ilustración de nada. Vale por sí misma. No se lleva un poema a la clase para pedirle a los estudiantes que localicen en él los adverbios o las oraciones co­ordinadas. Como bien alerta Georges Jean: “no debemos utilizar la poesía para fines que no le son propios.29 Hay que buscarle su lugar y momento parti­culares, sin enajenarla asociándola ne­cesariamente a un tema o a una fecha determinados. Leer un poema en cla­se, por gusto, sin exigir ni esperar nada a cambio, es defender la existencia en la escuela de oportunidades para apre­ciar la belleza, para estimular la imagi­nación para humanizar los sentidos. Georges Jean insiste en que “la ac­tividad poética no puede llevarse a cabo más que en el relajamiento, la alegría, el placer”.30 Y nos recuerda que si que­remos que la poesía ocupe el sitio que le corresponde en la vida de los niños, hay que hacer de todos los maestros, maestros de poesía”.31 No convertir a los maestros en poetas inspirados, acla­ra en seguida, sino en maestros capa­ces de introducirse “en la escuela de lo imaginario y la poesía”. “¿Y qué hago con el poema?”. Pues... eso: propiciar que se convierta en parte de nuestra vida, permitirnos que su ma­gia nos toque. ¡Eso es suficiente! A nin­guna planta se le ocurriría preguntar, ante una amenaza de lluvia: “¿Y qué hago con el agua?” Simplemente deja­rá que el líquido la acaricie, la alegre, la contagie con su vitalidad y su frescura; de lo demás se ocuparán, allá abajo de la tierra, las raíces...


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11. Bravo Villasante, Carmen. El libro de los trabalenguas. Madrid: Mondadori, 1987, p. 8. 12. Aguirre, Mirta. Juegos y otros poe­mas. La Habana: Editorial Gente Nue­va, 1974. 13. Huizinga, J. “Juego y poesía”. En: Homo ludens. El juego y la cultura. Méxi­co: Fondo de Cultura Económica pp. 185-208. 14. Reyes, Afonso. “Las jitanjáforas”. En: La experiencia literaria. México DF: Fondo de Cultura Económica, Colección Popular, 1993, p. 179. 15. ídem, p. 185. 16. ídem, p. 186. 17. Tallón, José Sebastián. Las torres de Nuremberg. Buenos Notas Aire: Ediciones Colihue, 1993. 18. Chiricián, David. Urí urí urá. 1. Aguirre, Mirta. Los caminos Pala­bras para jugar. México DF: poéticos del lenguaje. La Habana: Libros de Rincón, SEP, 1993. Editorial Le­tras Cubanas, 1979, 19. Díaz, Gloria Cecilia. El árbol p. 67. que arrulla y otros poemas para 2. Nobile, Angelo. Literatura niños. Armenia, Colombia: infantil y ju­venil. Madrid: Conceptos Gráfi­cos, 1995. Ediciones Morata, Minis­terios 20. Diego, Elíseo. Soñar de Educación y Ciencia, 1992, p. despierto. La Habana: Editorial 68-69. Gente Nueva, 1988. 3. Oráa, Francisco de. Mundo 21. Bornemann, Elsa Isabel. mondo. La Habana: Editorial Poesía in­fantil. Estudio y Gente Nueva, 1989. antología. Buenos Ai­res: 4. Jean, Georges. Los senderos Editorial Latina, 1980, p. 36. de la imaginación infantil. México 22. Jean, Georges. Ob. cit., p. 98. DF: Fondo de Cultura Económica, 23. Rugeles, Manuel Felipe. Breviarios. 1990, p. 101. ¡Canta, Pirulero! Caracas, 1950. 5. Schultz de Mantovani, Fryda. Carátula de The Giving Tree, de Shel Silverstein. 24. Cervera, Juan. La literatura El ár­bol guarda-voces. Teatro y infantil en la escuela. Madrid: poesía para niños. San Salvador: Departamento Edi­torial del Ministerio de Cultura, Editorial Cincel Kapelusz, 1988, p. 124. 25. Jean, Gorges. Ob. cit. p. 99. 1956, p. 7. 6. Pita Rodríguez, Félix. “Los cantares no se inventan”. 26. Lars, Claudia. “Barrilete”. En: Puer­tas a la En poesía. La Haba­na: Editorial Letras Cubanas, 1978, lectura. San José, Costa Rica: Oficina Subregional de la UNESCO para Centroamérica y Panamá, 1991. p. 303. 7. Martí José. Poesía completa. Tomo I. La Habana: 27. Nobile, Angelo. Ob. cit. p. 68. 28. Jean Georges. La poesía en la es­cuela. Hacia una Editorial Letras Cubanas, 1985. 8. Walsh, María Elena. El reino del re­vés. Buenos escuela de la poesía. Madrid: Ediciones de la Torre, 1996, p. 147. Aires: Editorial Sudameri­cana, 1985. 9. Mistral, Gabriela. “Pasión de leer”. En: Poesía 29. ídem, p. 169. infantil. Santiago de Chile: Edi­torial Andrés Bello, 30. ídem, p. 146. 31. ídem, p. 173. 1986.

Sergio Andricaín. Nació en La Habana, Cuba, en 1956. Escritor, investigador literario y periodista. Fue investigador del Centro de Investigaciones Culturales Juan Marinello, del Ministerio de Cultura de Cuba. En 1991, en Costa Rica, fue asesor del programa nacional de lectura Un libro, un amigo, realizado por el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, y profesor del Taller modular de promoción de lectura, proyecto desarrollado por la Oficina Subregional de Educación de la UNESCO para Centroamérica y Panamá.

10. Uribe, María de la Luz. “La magia de las palabras”. En: Revista CLIJ, Bar­celona, febrero de 1990, p. 22.


Quién es quién en la literatura infantil colombiana contemporánea Beatriz Helena Robledo Botero

A

nte la pregunta de ¿Quién es quién en la literatura infantil colombiana con­temporánea? podríamos responder de diversas maneras, y hacerlo significa variar la pregunta: ¿Para qué nos inte­resa saber quién es quién en la literatu­ra infantil colombina contemporánea? ¿Desde dónde estamos haciendo la pregunta? ¿A quién o a qué estamos respondiendo? ¿Para qué nos pregun­tamos? Esta vez propongo que no nos sen­temos a mirar el cénit literario. Quizás en una futura historia de la literatura in­fantil colombiana, alguien pueda contar y describir desde la literatura misma, ese mundo social de los escritores. Cená­culo literario de habladurías, chismes, juegos de reconocimiento, pataletas públicas por no haber sido nombrados en las mesas oraculares del cénit, talle­res para hacer libros a la medida de los niños, libros talla 9, o talla 3. Escritores quienes por el derecho a ser publica­dos, deben pagar una cuota extra, ha­ciendo promoción personal de sus li­bros, en las mesas donde se vea la po­sibilidad de venderlos —ferias, congre­sos, exposiciones— y demás. Libros por encargo, escritura extrarrápida a la me­dida de los concursos literarios, en fin la feria de las vanidades que siempre ha acompañado a los escritores y de la que pocos se han logrado mantener al margen. En el afán de ser publicados, o en el afán de aumentar las cifras de venta, algunos sucumben al espejismo. Pero eso es sustancia para la lite­ratura. Deliciosa materia prima para hacer una crónica a la manera de Tom Wolf. Pero en el mundo de la literatura para niños, también podríamos hablar de intenciones y necesidades pedagó­gicas y tendríamos la crónica de los li­bros de texto, de las antologías para tra­bajar los libros, utilizarlos como instru­mentos de enseñanza

y aprendizaje, los talleres de creación literaria, la literatu­ra como apoyo a los procesos de lectu­ra y escritura. Libros biográficos publi­cados con devoción por maestros es­colares, en homenaje al escritor natal, al mesías que cuando nació, en su pue­blo los pájaros volaron y sonaron las campanas. Podríamos contar la histo­ria de los escritores que promocionan sus libros en colegios y encuentros de maestros, confundiendo su oficio con el del prestidigitador o encantador de ser­pientes. Pero esta también es otra his­toria. Las aventuras de la literatura de la mano de la pedagogía. A ese mundo de la literatura para niños también pertenecen las editoria­les, y entonces entramos en el juego de! mercado, la necesidad de aumentar las ventas a como dé lugar, la primacía del criterio comercial por encima de crite­rios de calidad, la torpeza y el pragmatismo de muchos editores, el desconocimiento de las exigencias de su oficio, la presión sobre el escritor en un área que en nuestro medio sigue lle­vando las de perder: la literatura infantil importa para las editoriales en la medi­da en que significa una posibilidad de mercado que aumente las ventas. Y eso en pleno final del siglo XX resulta inevitable: el libro en general empieza a compartir esa doble identi­dad que caracteriza a la producción ar­tística y cultural de la posmodernidad: ¿obra de arte o artículo de consumo? Ese quizás ya sea un dilema resuelto, una preocupación anacrónica, para al­gunos, o una urgencia para otros. Lo que resulta preocupante es que, en Colombia, la mayor parte de la lite­ratura para los niños se está escribien­do de acuerdo con los criterios de las editoriales: temas, extensiones, visiones de mundo,


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libros, todo esto, pedido por encargo. Escribir sólo sueltas, como producciones ocasiona­les de escritores con la garantía de ser publicados, o con el único que han dedicado su vida a otros oficios como el alicien­te de un concurso como respaldo, ci­fras de periodismo, la gerencia cultural, el teatro, o la re­ ventas soñando con multiplicar­se, o quizás por la producción de libros para adultos. dificultad de poderse dedicar enteramente al oficio Y no se trata de la cantidad de obras publicadas. y vivir ex­clusivamente de éste. Pensemos en Juan Rulfo, en César Vallejo, lejos está Y entramos quizás a lo que consi­dero el principal su obra de ser juzgada por la cantidad de páginas, problema de nuestra actual literatura infantil: Su o el número de obras editadas en vida. Se trata más ausencia de un proyecto literario por parte de los bien de la valorización dada a la escritura como escritores, lo que genera en conjun­to la creación tal, y en nues­tro caso, a la creación de la literatura de un proyecto cultu­ral. No debe confundirse con para niños asumida como un proyecto de vida y de un pro­yecto editorial, ni tampoco con un pro­yecto transformación del lenguaje. pedagógico. Se trata de la El niño, para el escritor, cons­trucción de un proyecto puede ser una abstracción y esto literario, proyec­to cuya materia permite que el destinatario se prima es el lenguaje, y donde convierta en pre-texto, pretexto el autor pone en juego su para rememorar su infancia, oficio, su cosmovisión, su ética para contar una historia que se y su estética. tenía es­condida, o puede ser el Y esta producción mirada extremo: un fu­turo consumidor en con­junto en los últimos a quien hay que satis­facer sus diez años, período (1986gustos y necesidades, cayen­ 1996), nos está mostrando o el do en el peligro que señalaba asomo esporádico al universo Ema Wolf en una reciente cultural de los niños por parte conferencia, refiriéndo­se a lo de algunos escri­tores o una que está pasando en Argentina producción regida por las con la literatura para niños necesidades y apuestas del (agregaría que también en mercado editorial. los países donde el mer­cado Nuestra historia literaria editorial es muy fuerte): los infantil está llena de escritores libros se ponen a prueba con los ocasionales quienes se han niños antes de ser publicados: Carátula de El maravilloso viaje de Rosendo asomado a sus puertas quizás libros portadas, a la medida Bucurú, de Celso Román. Ed. Panamericana. con afanes nostálgicos, quizás del gusto. El descubrimiento con cu­riosidad, o con el espejismo de acertar por los del niño como el gran consumidor. caminos del éxito o de los reco­nocimientos. Aunque La propuesta hoy, en este espacio de reflexión, es sin negar que en sus incursiones algunos han dejado analizar la producción literaria infantil colombiana buenas obras. Cabe señalar aquí ejem­plos como publicada en los últimos diez años, desde una pers­ Hip, hipopótamo vagabundo, de Rubén Vélez o pectiva: analizar ese universo de len­guaje ofrecido Socaire y el capitán loco de Pilar Lozano, La Luna a los niños lectores des­de la literatura misma, es con Pa­rasol de Amira de la Rosa, Bestiario y Cuentos decir, desde su propia significación. Lo que un para niños de la candelaria de Elisa Mujica, Palabras críti­co estructuralista como Todorov llama­ría su que me gustan, o Tocotoc o el cartero enamorado literaturiedad. Es decir, lo que es específico de una de Clarisa Ruiz, obras que denotan un acertado creación artística de lenguaje. trabajo literario, unas por su humor y su fusión de Esto nos llevará a mirar personajes creados, elementos fan­tásticos insertados en un medio urba­ universos fantásticos y realis­tas, manejo del lenguaje, no, otras por la configuración de los per­sonajes, las estructura de la obra, concepto del tiempo, de las otras por la depuración de su lenguaje, pero que a vo­ces narrativas, de la construcción de un estilo, de la luz de una historia literaria quedan como obras una visión de mundo, en fin, todos los elementos


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aportados por una crítica que se detiene en la obra misma como obra de arte autónoma que vale por sí misma. Una crítica que nos daría cuenta del acierto estético, o el desacier­to de una obra, lejos de sus buenas in­tenciones. Pero además, mirar ese conjunto de obras desde otros contextos: en ese te­jido que se relaciona no sólo con otras obras, sino con las diversas manifesta­ ciones sociales, entrando en un diálo­go que le permite insertarse en el mar­co de la cultura. Como bien lo expresa Ángel Rama, en su propuesta para la Edificación de un Arte Nacional y Po­pular, cuando dice: Otra dirección es la que, reconociendo a la vez la validez autónoma de la obra literaria, busca sin embargo reinsertarla en un campo más variado y complejo que es el de la cultura, el cual, obvia­mente, desborda al de la literatura. En esta concepción, la obra alude, refiere, contesta, dialoga y desarrolla otros sec­tores intelectuales que no son literarios, en la misma medida y paralelamente al cumplimiento de un decurso específicamente literario...1 Y esta doble perspectiva, si de la literatura infantil se trata, resulta muy im­portante en la medida en que por ser una literatura creada por los adultos para los niños, implica un conocimiento y una comprensión del complejo univer­so de la infancia. Pero por otra parte, por ser una literatura que —al menos en Colombia— está gestándose, y no logra aún separarse de las determinaciones didácticas, morales y consumistas que la influyen, requiere de un análisis y de una reflexión, que nos ayude a com­prender esa producción en su totalidad y a darle un sentido para la formación de los niños, últimos y verdaderos des­tinatarios de estas obras, y que permita a la vez, un avance y una transforma­ ción de su propia creación y producción. Intentaremos entonces, responder a la pregunta de quién es quién en la literatura infantil colombiana contempo­ránea, desde este múltiple tejido, no con una intención arqueológica de inventa­rio, sino como una invitación a reflexio­nar entre todos, acerca de esa produc­ción cultural que se debate y lucha por encontrar que la identifique y le otorgue una razón de ser entre las diversas ma­nifestaciones de la cultura.

Comencemos por lo que se dice de ésta En el número 3 de la Revista Lati­noamericana de Literatura Infantil y Ju­venil, Fundalectura como institución edi­tora, hace un sondeo entre algunos co­nocedores del tema con el propósito de conocer el estado actual de esta litera­tura. Promotores, escritores, editores, bibliotecarios, expertos en general, quie­nes fueron consultados, coinciden en varios aspectos: 1. Afirmar que nuestra literatura in­fantil como tal no existe. Lo que existen son autores, pocos, quienes a pesar de que no puedan dedicarse a vivir de su oficio, escriben para los niños. Esta duda surge tanto de la calidad de las obras, como de la verdadera recepción que los niños hacen de ella. Esta es una afirmación que se vie­ne repitiendo en los pocos artículos re­flexivos que se han publicado en nues­tro país sobre la literatura para niños, y es una afirmación que puede resultar no sólo facilista, sino que entraña un pe­ligro para su avance y su transforma­ción. ¿Qué es lo que hace que poda­ mos afirmar que la literatura de un país tiene o no existencia? ¿Qué le daría su carta de nacimiento? ¿La cantidad de las obras publicadas? ¿Su calidad lite­raria? ¿A quién le corresponde legiti­marla? Aquí podríamos señalar otra de las debilidades de nuestra literatura in­fantil colombiana. La ausencia de una crítica rigurosa, arriesgada y siste­mática que permita orientar, aportar ele­mentos de reflexión que señalen, que cuestionen, que marquen derroteros a ese proyecto cultural que vendría a ser una literatura infantil nacional. Y conti­nuando con los lúcidos aportes de Án­gel Rama, cuando afirma que: La crítica no construye las obras, pero sí construye la literatura, entendida como un corpus orgánico en que se expresa una cultura, una nación, el pue­blo de un continente...2 Y aunque a estas altura del tiempo, a la entrada del siglo XXI, cuando se debate sobre la mesa de discusiones, la necesidad de comprender los ele­ mentos transformadores de la Posmodernidad: medios de comunica­ción masiva, computadores, comunica­ción vía Internet a velocidades nunca


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antes imaginadas, en que se debate incluso la an­tes que una función estética inmersa en la cultura supervivencia del libro (aun­que afortunadamente del niño y el joven. no mucho la de la literatura), aunque a estas alturas Esta apreciación señala un punto crucial en las fronteras nacionales, los sentimientos localistas, nuestra producción literaria para los niños, porque el nacionalismo estén cues­tionados, la afirmación es aquí donde cabe la reflexión de una literatura de Ángel Rama sigue teniendo vigencia: La como la creación de un proyecto literario para el crítica no construye las obras, pero sí construye escritor, y la construcción de un pro­yecto cultural la literatura. La crítica realiza una doble lectura: para la infancia, para las generaciones que se están recupera la producción literaria y al tiempo las formando. estructuras de significa­ción que se tejen en un Es una frontera difícil de manejar porque está período deter­minado. muy intrincada con la fun­ción pedagógica que se le Se hace entonces necesario revisar esa ha otorgado a la literatura para niños durante siglos, categórica negación que porque necesariamente se toca afirma que la literatura infantil con la noción de infancia del colombiana no exis­te, lo cual adulto que escri­be, y la función descalifica de antemano no formadora y orientadora que sólo la lectura reflexiva y crítica necesariamente se plantea el de la producción cultural de adul­to frente al niño. También un determinado período, sino se deja permear por los afanes que obstaculiza la posibi­lidad narcisistas de los que son de que la literatura escrita por atrapados por el cénit lite­ los escritores colombianos, rario, o los afanes comerciales se teja con su pro­pia historia de las editoriales. literaria y entre en diálogo Vemos cómo las obras que con la producción literaria de han lo­grado en ese universo otros países. afectivo, real e imaginario de Nos gusten o no, nos los niños, que han entra­do a la resulten anacrónicas unas, corriente cultural, y que han estereotipadas las otras, carentes lo­grado una dimensión estética de sentido estético al­gunas, es que les asegura su duración en un hecho que en Colombia se el tiempo, que han logrado ejercen la escritura de obras llegar al niño lector, coinci­den Carátula de Alexander and the Wind-Up Mouse, de Leo Lionni. Ed. Scholastic. para niños con una cifra de generalmente con escritores, publicación nada despreciable: proyectos o momentos en que en la última década por ejemplo se han publicado se trabaja consciente y arduamente en la creación cerca de 95 libros de literatura dedicados específi­ de un proyecto literario: Monteiro Lobato, Gabriela camente a los niños. Mistral, José Martí, María Elena Walsh, Dora Lo que hace falta quizás, es darle “carta de Alonso, Marina Colasanti, Ana María Machado, navegación” a la literatura in­fantil colombiana y Ligia Bonunga Nunes, entre otros, en la historia de comenzar a mirarla con sentido crítico constructivo, la literatura in­fantil en América Latina. O la produc­ para poder continuar reflexionando acerca de esa ción de un Gianni Rodari, Roal Dahl, Arnold Lober, propuesta literaria que le estamos haciendo a los María Gripe, Christine Nöstlinger, entre otros, de la niños colombianos. historia de la literatura infantil europea. 2. Otro consenso que se deduce de la lectura de estos artículos sobre nues­tra literatura infantil, es la función que la mayoría de los escritores de obras para niños le otorgan a su propia pro­ducción: una función didáctica, moralista, ecológica, comercial,

3. Esta consideración de la función otorgada a la literatura infantil, va nece­sariamente de la mano del concepto que se tiene del niño. Esta afirmación es del campo de lo extra-literario, pero a mi modo de ver es determinante a la hora de escribir literatura para


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los niños. Toda literatura implica una cosmovisión. La literatura para los niños implica necesariamente una cosmovisión de la in­fancia. Si una obra está plagada de di­minutivos y situaciones inverosímiles, necesariamente denota una subvaloración del niño lector y un proteccionismo ajeno a la comprensión del niño y su capacidad de expresarse con un len­ guaje rico en matices y en posibilida­des. Si en una obra priman las leccio­nes de buen comportamiento, o los mensajes ecológicos, necesariamente denota una concepción del niño que tie­ne que ver con el deber ser y con cate­gorías moralistas propias del afán pe­dagógico de los adultos. Si una obra está escrita con autoritarismo o mesianismo, como lo señala Silvia Castrillón al referirse a muchas de las obras de nuestra literatura infantil, en la medida en que “se le hace creer al lector que lo único importante que puede oír es lo que sus autores les están diciendo”,3 es por­que hay un deseo de control sobre el niño o una subvaloración y un desco­nocimiento de sus posibilidades imagi­nativas y creativas. Es ya algo claro para la literatura en general que su función es esencialmente estética y que su principal fuente es la vida y el ser humano con todas sus complejidades. La literatura crea mundos a partir del conocimiento y la observación del mundo real, pero su función no es imitar la realidad. El con­ cepto de mímesis aristotélico ha sido superado por la literatura desde el ro­manticismo, otorgándole al lenguaje li­terario todo su poder creativo, por enci­ ma de su función reproductiva de la rea­lidad. Esta es una lección que todavía le hace falta aprender a la literatura in­fantil colombiana. 4. Otro consenso que se deduce de los artículos consultados es el desco­nocimiento que la mayoría de los escri­tores tienen de lo que se escribe y se publica en otras partes del mundo. Yo diría que es un doble desconocimiento: primero el de la propia historia literaria. En Colombia desconocemos ese tejido que nos ayudaría a no repetirnos: des­conocemos los aportes hechos por es­critores como Eco Nelly quien en los años veinte escribe cuentos de carác­ter realista que introducen elementos ur­banos, cuya huella desaparece en el tiempo. O los aportes hechos por Oswaldo Díaz quien en los años cua­renta logra darle legitimidad a la litera­tura infantil abriendo espacios de re­flexión en las principales revistas de la época, o la rica versión de los cuentos del Pícaro Tío Conejo

de Euclides Jaramillo, superiorísima en matices y ri­ queza expresiva a la publicada veinte años después por Leopoldo Berdella de la Espriella. O el aporte hecho por la re­vista Chanchito, publicación que en los años treinta se plantea un proyecto cul­tural de apertura, entregándole a los ni­ños lo mejor de la literatura infantil uni­versal y que apuntaba a introducir al niño lector en la corriente viva de la cul­tura: juegos tradicionales, juegos de mesa, últimos descubrimientos científi­cos, lo mejor de la poesía infantil uni­versal, lo mejor de la narrativa... Y por otro lado, el desconocimiento de la pro­ducción literaria de otros países. Este vacío responde tanto a la subvaloración que se le ha dado a esta producción por parte de los círculos intelectuales, aca­démicos, y sociales en general, como a esa vocación amnésica que nos carac­teriza a los colombianos o ese afán de ser originales, desconociendo nuestra tradición. Esta es una realidad que obs­taculiza enormemente el avance y la transformación de nuestra literatura in­fantil, en la medida en que las obras se crean necesariamente en un diálogo con otras creaciones. Y bien lo decía José Martí: “Somos hijos de alguien y padres de alguien, pertenecemos al proceso siempre trans­formador, venimos de y vamos a y, aun­que pensemos en el futuro, nos enrique­ce una selectiva lección del pasado que nos ha dado fuerzas para ambicionar el cielo...”.4 Una literatura se crea precisamen­te a través de ese diálogo que los auto­res y las obras entablan entre sí. Todorov citando a los formalistas rusos escribe al respecto: “La obra de arte es percibida en relación con las otras obras artísticas y con la ayuda de las asocia­ciones que se establecen con ella... No sólo el pastiche, sino toda obra de arte es creada paralelamente y por oposi­ción a un modelo cualquiera”.5 Esta teoría de la interrelación e in­fluencia poética ha sido abordada des­de diferentes disciplinas: la teoría lite­raria, reconociendo en Bajtin, uno de los aportes más lúcidos con su teoría de la polivalencia intertextual, es decir, cada nuevo estilo representa una reacción al estilo literario precedente, cada obra en­tabla una polémica interior con las obras anteriores; desde el psicoanálisis el aporte hecho por Harold Bloom con su teoría de “la angustia de las influencias”, planteando que todo poeta está cons­ciente o inconscientemente tratando de superar a su padre poético, pasando


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por diferentes niveles, desde su imitación hasta su verdadera superación. Y este, quizás sea otro de los pun­tos que nos permita explicarnos el anacronismo que caracteriza a nues­tra literatura infantil: ¿con qué pro­ducción artística están dialogando nuestros escritores de literatura in­fantil? Recordemos que los momentos que significaron una renovación para la literatura colombiana (el grupo de Barranquilla, el grupo de Mito por ejem­plo) fueron momentos en que se eviden­ ció un empeño en conocer y estudiar las corrientes más actualizadas que sur­gían en otras partes del mundo. El co­nocimiento de la literatura anglosajona (James Joyce, Virginia Woolf) o de la literatura norteamericana (Hemingway, Faulkner, Miller) marcó un hito de reno­vación en la historia de nuestras letras nacionales: Alvaro Cepeda Samudio, José Félix Fuenmayor, Gabriel García Márquez... como ejemplos.

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en la pu­blicación de libros infantiles como no se había visto antes. Pero las bases para la participación en este concurso deli­mitaban explícitamente el género y la extensión: novela o cuentos con una extensión mínima de 80 páginas. Pos­teriormente se crea el premio Raimundo Susaeta, el cual también determina como género el cuento, con una exten­ sión menor. En el año 1990 se crea el concurso de cuentos Comfamiliar del Atlántico y finalmente en 1996 el pre­mio Norma-Fundalectura, el cual tam­ bién tiene como género el narrativo. Las editoriales, por su parte, han abierto espacios para la reproducción de libros infantiles con la especificación de lo narrativo. Es el caso de la colec­ción de cuento Hola Colina. Otras edi­ toriales han hecho intentos por abrir ca­minos a otro tipo de publicaciones, como el caso de Tres Culturas, la cual a pe­ sar de cierta homogeneización en su for­ma externa, intentó hacer antologías, re­cogiendo material para nuestra historia La producción literaria literaria, o el caso de Editorial para los niños en los Norma al hacer antologías de últimos diez años tradición oral. Pero han sido esfuerzos sin continuidad. Como lo señalábamos Antes que un inventarío anteriormen­te, en los últimos arqueoló­gico, necesario de diez años (1986-1996) se han todas maneras (para ello Carátula de Tocotoc, el cartero enamorado, de Clarisa Ruiz. Editorial Panamericana. publicado en nuestro país remito al inventario realizado cerca de 95 títulos de literatura por Fundalectura en el número dirigida explíci­tamente a los niños y jóvenes lectores. tres de la revista Latinoamericana de Literatura infantil De los cuales cerca de 87 pertenecen al género y juvenil), intentaremos abordar la producción narrativo, 6 al género califica­do como poesía infantil de estos últimos diez años en una perspectiva de en el que se in­cluye, además de la poesía, la recrea­ conjunto, que nos permita delimitar corrientes, ción de estructuras folclóricas y sólo 2 al género temáticas y maneras de abordar ese difícil arte de dramático. ¿Por qué la supre­macía de lo narrativo? escribir para los niños y los jóvenes. Independientemente de la opción de género En ese conjunto de libros publica­dos durante tomada por los autores, existen otros factores extra- la década 1986-1996 se en­cuentran obras literarias literarios que están determinando esta situación. El que pueden ser significativas para la transformación prime­ro tiene que ver con los lineamientos de los de la literatura infantil colombiana. Hay obras concursos literarios. En Colombia, la literatura para sueltas marcando derroteros. Otras hacen parte niños tiene un resurgimiento a partir de los años del universo signifi­cativo de lenguajes creado 70 con la creación del Premio Enka de Li­teratura por autores consagrados a su oficio y que se han infantil y juvenil. Este premio produjo el llamado planteado proyectos más comprometi­dos con el “boom” editorial, es decir, un aumento considerable arte literario. Otras son in­tentos fallidos, pero que


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resultan valio­sas en la medida en que se conviertan para los autores en ese laboratorio de lenguaje que termina siendo la escritu­ra. Quizás el error esté en el afán de publicar todo lo que se escribe. Si analizamos la producción como un corpus de obras y tejidos que cons­truyen un universo imaginario, encon­tramos corrientes y temáticas que se entrecruzan, que se relacionan por su visión de mundo, por su concepción del niño, o por la manera de abordar los te­mas tratados. Algunas obras realistas se ubican en espacios y lugares concretos, des­cribiendo la situación cotidiana de los personajes, generalmente niños, quie­nes protagonizan una situación heroica o dramática. Es el caso de Fortunato, protago­nista de la obra del mismo nombre, de Luis Darío Bernal.Fortunato (Alfaguara, 1994), es una no­vela realista que relata la aventura de un niño campesino boyacense, habitante de una vereda perdida cerca al ne­vado del Cocuy, quien vive una existen­cia estrecha y aburrida y quien sueña con viajar a España y convertirse en ci­clista profesional. Fortunato logra su sueño cuando al escapar secretamen­te de su pueblo, se topa con un grupo de ciclistas de la vuelta a Colombia y se convierte en la revelación del ciclis­mo y en personaje nacional. Aunque Fortunato está concebida con elementos similares a los trabaja­dos en Catalino Bocachica: un niño que gracias a sus esfuerzos y a una voca­ción definida logra llegar a su meta, re­sulta ser una novela fallida, inverosímil, plagada de errores de coherencia espacio-temporal, concebida con una vi­ sión paternalista y falseada del niño. Este mismo autor ha editado dos li­bros que se pueden ubicar dentro de la recreación del folclor infantil: Carnavalito publicado en 1990 por la editorial Tres Culturas y recientemente reeditado en 1991. Carnavalito, conjunto de adivinan­zas, retahílas, trabalenguas y poemas es un juego de palabras que recrea al­gunas estructuras de folclor infantil, in­ troduciendo en ciertas rimas, elemen­tos del mundo moderno, actualizando temáticamente estas estructuras tradi­cionales. Estamos lejos de una creación lírica que pueda llamarse poesía. Lo que se denomina poemas son más bien co­plas que podrían tener algún valor de una sesión de trovas y coplas de carác­ter repentista, pero que están lejos de las posibilidades líricas del lenguaje. No podemos confundir la poesía infantil con el facilísimo de la versificación.

Rimas y bromas para maromas, son rimas y coplas acompañadas de la mú­sica (en partitura musical) creada por Olga Lucía Jiménez. Rimas con letras y números para los más pequeños, co­plas y villancicos que podrían servir como instrumento para cantar y musicalizar con los niños en preescolar, pero que igual que Carnavalito ca­recen de dimensión poética o de lirismo como para clasificar dentro de la poe­sía infantil. En 1993 el Fondo de Cultura Eco­nómica publica La batalla de la luna rosada, una historia que cuenta cómo un grupo de niños indígenas, con la ayuda de las nutrias, las águilas y los sinsontes, y conducidos por el Gran Abuelo de las Barbas de Nieve, logran salvar a Chaquira y a un grupo de don­cellas, quienes han sido apresadas por los sacerdotes-hechiceros, para ser ofrendadas al Omnipotente Señor de Todas las Aguas, el Rayo y las Tempes­tades. Es quizás una de las obras más logradas de Luis Darío Bernal, sobre todo por su precisión narrativa, lo que le da fluidez a la historia y la utilización de un lenguaje sencillo y llano. Sin em­bargo hay elementos que no resultan muy verosímiles como el hecho de la transformación de los hechiceros en seres malvados, lo que da no sólo la sensación de una posición maniquea, sino que además presenta al Sumo Sa­cerdote del Imperio como un enemigo de su propia gente por una gratuita in­terpretación de los designios de los dio­ses. En 1994 se publica Anacaona y las tormentas, también del Fondo de Cultura Económica Económica de México. Esta obra hace parte de un proyecto editorial que tiene como propósito recrear aconteci­ mientos históricos de América Latina en las épocas de la Conquista y la Colonia y traducirlos al lenguaje narrativo, ge­nerando una obra de ficción pero sus­ tentada en acontecimientos reales. Por la misma corriente realista ex­presada a través de la visión idealizada y paternalista del adulto acerca del niño, se encuentran las novelas de Hernando García Mejía. Sus personajes son ge­ neralmente campesinos, niños o jóve­nes, quienes llevan una vida de esca­sez y duro trabajo, dotados de las me­jores virtudes católicas, quienes se en­ frentan a aventuras o retos poniendo a prueba su valor, su valentía, su honra­dez o la nobleza de sus sentimientos. Personajes idealizados convertidos en héroes en virtud de su bondad. Tomasín Bigotes (Edilux, 1990) o Joselín, Maco y Clarita, los niños


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protagonistas de Cuando despierta el corazón (Edilux, niña ve y vive, lo que la niña cuenta no es algo ajeno 1989), enfrentados a pruebas que los sobrepasan y a su percepción de las cosas y del mundo, no es algo que al superarlas se con­vierten en superhéroes. Hay diferen­te a su manera de concebir el mundo. Es un un maniqueísmo extremo en la caracteri­zación de manejo acertado, no sólo porque la voz narrativa del los personajes. Los buenos son demasiado buenos y autor desaparece por completo, dándole la palabra los malos de­masiado malos. Esta polarización en­tre al per­sonaje, sino además porque la hace fluir en el reino del bien y del mal funciona en los cuentos una corriente más moderna de la li­teratura infantil de hadas, por ser una estructura subyacente que —al menos dentro del marco realista— que es la de proviene de esa concepción mítica y polarizada la realidad interior de los niños como personajes y del universo de las sociedades primigenias, y que su visión del mundo. (Este descubri­miento del fluir viene viajando a través de los tiempos y las culturas, de la conciencia lo hizo la literatura en los años 20, cargándose de simbología. Pero en construcciones 30 con el monólogo interior y la perspectiva sub­ más modernas, como la novela jetiva del personaje narrador, realis­ta, se convierte en una léase Vir­ginia Woolf, James estructura estereotipada que Joyce, Marcel Proust). Y hace que el relato pierda aunque no estemos ante una verosimilitud, o en su defecto, auto-exploración interna del apele a los sentimientos más niño, sí estamos frente a una maneja­bles del niño. visión del mundo de los afectos Quizás lo más logrado de medida por la sensibili­dad y García Mejía sean sus Cuentos del la conciencia de una niña de amanecer (Edilux, 1990) sobre diez años. todo aquellos que personifican El sol de los venados, situaciones propias de la además de entregarnos esta tradición oral popular como La interioridad sutil, afectiva y vara de Bochica, o El mohán y tierna de Jana logra romper el pescador. con el estereotipo del niño Dentro de las obras bueno, o el niño malo en el que exploran este realismo que usualmente cae el adulto. cotidiano de la infancia, la que Otras obras que se se resuelve en un trabajo más destacan de Gloria Cecilia acerta­do, es la novela El sol Carátula de Chato y su cena, de Gary Soto y Susan Díaz son La bruja de la montaña Guevara. de los venados, (Editorial S.M., (S.M., 1990) y El valle de los 1993) de Gloria Cecilia Díaz. cocuyos (S.M., 1986), ambas de Esta novela está escrita en primera persona. El carácter fantástico. personaje que la na­rra es una niña, Jana, de unos En esta misma línea de la narración subjetiva de diez años, quien desde su mirada de niña sensible, un hecho real, se encuen­tra el libro de Irene Vasco, hija de seis hermanos, lectora por afición, nos Paso a paso (Carlos Valencia, 1995). Es la historia del entrega a través de su palabra ese mundo afectivo secuestro de un hombre narrada por su hija mayor, que confor­man para ella su familia y su amigo más de quince años, Patricia. A medida que la niña va cercano desembocando el relato en la muerte de contando los sucesos relacionados con el secuestro, su madre. desarrolla una reflexión crítica —desde su mirada Hay un gran acierto en el manejo de la adolescente— acerca de los comportamientos y las perspectiva narrativa del yo-testigo-narrador, reacciones que genera un hecho tan dramático como modalidad que ha sido uti­lizada por algunos autores éste. En un lenguaje íntimo, preciso y contenido se de la litera­tura infantil universal, pero que ha sido entretejen los hechos y afectos y las alusiones a la poco explorada en la literatura infantil colombiana. realidad de un país que ya se ha acostumbrado a En este caso no se trata de un recurso técnico bien las desapariciones y a los secuestros. A través de su utilizado, sino de una perspectiva de visión. Lo que la recuento va configurando las relaciones afectivas


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de su familia y va caracterizando a cada uno de los per­sonajes afectados con en el hecho. Pero quizás lo más profundo y bello de este libro sea la manera como el padre se va haciendo más presente a medida que crece la certeza de su muerte. La vida continúa construyéndose día a día, con los momentos más pequeños y más co­tidianos, en la espera (dos años en el tiempo interno de la obra) de un ser de quien nunca se logra corroborar su muer­te y a quien se seguirá esperando siem­pre, cada vez que alguien toca a la puerta. El sol de los venados y Paso a paso son dos obras que refrescan la literatu­ra infantil colombiana, en la medida en que renuevan y abren camino. Dentro de la corriente realista po­demos señalar otras dos novelas que exploran situaciones protagonizadas por niños: Una canción en línea de fue­go (Alfaguara 1993) de María fornaguera y La ballena varada (Alfaguara, 1994) de Oscar Collazos. Una canción en línea de fuego, trata de las situaciones de solidaridad, odios, re­sentimientos, intrigas, a las que se ven enfrentados un grupo de adolescentes que viven en un refugio —El Guajero— en medio de un país en guerra. Quizás el Guajero esté protegido de los ataques externos de la guerra, esté por fuera de la línea de fuego, pero no logra salvarse de las luchas internas por el poder de la colonia, de parte de los adultos. Aunque las situaciones, los conflictos y los personajes estén bien concebidos, es una obra que falla por su estructura y su manejo del tiempo, y esto la hace difícil de leer. Al comienzo, sobre todo, cuando se crean situaciones que pare­cen más un pretexto para presentar a los personajes infantiles (Caso, Alas, Franca), se pierde la colonia, personifi­cada por un adulto rígido y dictatorial como Larveta, es cuando la narración logra encontrar su rumbo. La ballena varada es un relato de carácter realista que se desarrolla en Bahía Solano a cuyas playas va a encallar una enorme ballena. La presencia del cetáceo atrapado por la poca profundidad de las aguas conmueve al protagonista, Sebastián, un niño de diez años con sueño y sensibilidad de poeta polariza las reacciones del pueblo, entre quienes quieren salvar a la ballena y quienes quieren aprovechar su carne para venderla a buques japoneses que se dedican a este negocio. Y aunque la negra Eudosia logra con todos sus poderes sobrenaturales enfermar a los

hombres más codiciosos y obstaculizar sus planes para negociar con el pesquero, la ballena se salva por un suceso extraordinario: el aumento repentino de las aguas y la aparición de docenas de ballenas. Esta solución resulta inverosímil y demasiado gratuita, a pesar de que los elementos mágicos y sobrenaturales aportados por los poderes de Eudosia se hayan logrado conjugar con las fuerzas de la naturaleza. Esta novela pierde la calidad literaria tanto por la solución inverosímil del final, como por las interpelaciones en tono didáctico del narrador quien tiene demasiado presente el objetivo didáctico - ecológico que quiere transmitirle al niño lector. Algunas obras comienzan por plan­tearse un mundo real (generalmente de un realismo social mediano por una mi­rada paternalista) que nos presentan un niño o varios que viven en la pobreza, las limitaciones materiales, la dureza de ser pobres, y optan por lo fantástico como un escape, se transforman en li­teratura fantástica o maravillosa generalmente de una manera poco verosí­mil, creando un exceso de fantasía y un atiborramiento de imágenes y situaciones fantasiosas que no logran crear un sentido simbólico, o una puerta libera­ dora hacia lo imaginario. En esta línea podemos mencionar Aviador Santiago (Carlos Valencia, 1990) de Jairo Aníbal Niño, El maravilloso viaje de Rosendo Bucurú (Carlos Valencia, 1988) de Celso Román y Tobías el capitán de los delfines (Edilux, 1994) de Miguel Ángel Peréz. En Aviador Santiago encontramos un manejo desaforado de lo fantástico (desconociendo el elemento de verosimilitud que debe tener toda ficción —no se confunda con verdad—), generando un atiborramiento de situaciones incoherentes, que se suceden una tras otra con el facilismo que da el pensar que la categoría de lo fantástico se crea a par­tir de la suma de situaciones absurdas, dando rienda suelta a la imaginación, como se hace en los ejercicios de es­critura automática. Cuando Alicia se in­troduce en el País de las Maravillas, el universo de lo fantástico es creado allí con un rigor casi temático, con una ló­gica interna, y lo más importante, gene­ rando un universo simbólico que le da sentido a la fantasía. Cuando Monteiro Lobato le permite a Lucía, en el libro Naricita, visitar el Reino de las Aguas Claras, acompañada por el propio Mo­narca, el Príncipe de las Escamas Azu­les, asistimos a un


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universo fantástico donde con sutileza e ironía se infortunio de los lectores— ha mar­cado un estilo reprodu­cen situaciones propias del mundo so­cial en algunos escritores (el caso de Beethoven Arlant) de los humanos, pero encarnados en animales del o se ha con­fundido con un modelo de lenguaje fondo del mar, o nos encontramos con elementos poé­tico, sobre todo para aquellos lectores que han transgresores como la rebelión de los persona­jes de leído y carecen de elementos comparativos de los cuentos. No hay gratuidad en la creación, cada calidad. personaje, cada situa­ción, cada elemento en ese En Razzgo, Indo y Zaz (Carlos Va­lencia, 1991), universo fantástico tiene una razón de ser den­tro de por ejemplo, la historia que como tal está bien la coherencia del relato. concebida y el tema de la discriminación a los Esto no sucede en Aviador Santia­go, donde diferentes se plantea acertadamente (a pesar de después de un realismo so­cial mezclado con la innecesaria aparición del personaje José María situaciones fantásti­cas como la aparición del pájaro Flórez y Flórez que entra en la historia como un par­lante, o los enigmas de las exabrupto rom­piendo el lecciones enviadas por correo, clima íntimo y misterioso los niños, Santia­go y su amigo de la selva y que vuelve a Emilio, parten en compa­ desaparecer “sin pena ni ñía del gato Cuarto Bate, en gloria”, o el inexplicable un camión Fargo 1940 en un olvido de la causa que une a viaje imaginario a un lugar los personajes y los conduce a llamado Otrolado, en busca su aventura) se ve dete­riorada del co­nocimiento suficiente de esta retórica. Veamos algu­ para poder volar. De allí en nos ejemplos: “Nunca había adelante asistimos a una se­rie contemplado una criatu­ra de escenas surrealistas, como la que fuera tan hermosa como re­petición del mismo personaje una sandía en el cielo, o como —taquille­ra, portero, actor— un viento de miel, o un río quienes todos juntos forman a con paticas de vidrio...” (p. Orlanco al ir a ver una pelícu­la, 52), O “Un hombre podría o la pelea de los bolígrafos en reconocer las palabras de una plaza, el encuentro con la un venado perseguido si tortuga vola­dora, la aparición extendiera la mano. Allí en de la tigresa metálica recién la palma se verían sus gritos Carátula de Cuentos para niños de La Candelaria, parida, con tigrecitos que en de Elisa Mujica. Editorial Panamericana. como nerviosos hi­los de vez de patas tienen cuatro viento” (p. 56). ruedas, el gusa­no hecho de basura y desperdicios, o O el uso indiscriminado de la hipérbole, sin con situaciones que se van generando una tras otra ninguna causa interna que la justifi­que y que se con las licencias de aparente libertad que otorga vuelven distractores del relato: “Se escucharon la fantasía. Una vez Santiago ha aprendido a volar unos rugidos tan espantosos, unos gritos de tigre gracias a las clases del profesor Fajardo y del Barón tan te­rribles, que un colibrí presa del pánico, se rojo, el viaje de regreso no tiene nada que envidiarle a las mejores películas de acción producidas en cristalizó sobre una rama y se volvió cogollo, un Hollywood: tiburones, ballenas, aguama­las, peces riachuelo se secó cuando sus aguas huyeron espanponzoñosos, persiguiéndo­los y tratando de todas las tadas, unas nubes negras cayeron como trapos so­ formas posi­bles de impedir su viaje de regreso, sin bre los árboles, y a un caracol se le vol­vió polvo la concha” (p. 16). ninguna razón ni causa justificada. Pero esta retórica de la ternura, vaga y gaseosa, En algunas obras Jairo Aníbal Niño cae en una que se enuncia en Razgo Indo y Zas, se convierte en retórica edulcorada y excesivamente adjetivada que ma­ t eria prima del libro El río de la vida (Tres Cultuno dice nada, que no logra traducirse ni en prosa poé­tica, ni en sustancia lírica, pero que —para ras, 1994) homenaje que Jairo Aníbal Niño le hace


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al científico Manuel Elkin Patarroyo, peregrino de exaltación que resulta confuso por las múltiples his­torias que se quieren contar a la vez, las diversas interrupciones de los ani­males que escuchan la historia y las me­táforas de un lenguaje retórico, que em­pañan, quizás el homenaje mismo. ¿No hubiera sido mejor, si pensáramos en los niños, haberles con­tado en un lenguaje llano, concreto y sencillo, la magnitud que significa para el ser humano la invención de una va­cuna como la de la malaria? ¿O una amena biografía del hombre científi­co?... Al contrario, el libro El río de la vida, está lleno de párrafos como éstos: “En el bolsillo de la camisa de Ma­nuel Elkin Patarroyo vivirá para siem­pre la rana de la determinación. Y en lo otros bolsillos permanecerán el trompo de coraje, el caramelo derretido del amor, el anillo de la magia y el chicle mascado del tiempo” exclamó la segun­da tortuga (p. 28). O, “El sol parecía un zapato encendido chapoteando sobre las aguas, zapatos que pertenecían a un cojo cósmico afanado por llegar a la casa de la tarde” (p. 29). O: “Los cuernos de la luna surgieron en el cielo y no era difícil imaginar que un venado de cornamenta de diamantes había salido a pastar en las praderas del universo... (p. 59) Pero quizás el principal problema de este libro sea el hecho de ser un pre­texto para hacer un homenaje mutuo, un auto-homenaje a las personalidades del escritor y el científico. En una mez­ cla de realidad y fantasía, se confun­den elementos biográficos, información científica con personajes y situaciones fantásticas que terminan por producir un libro atiborrado, enmarañado, un extra­ño pastiche hecho con elementos inco­herentes. El músico del aire (Editorial Colina, 1994), La señora Contraria (Editorial Colina, 1993), El obre­ ro de la alegría (Editorial Colina, 1994), Uvaldino y la lámpara maravillosa (Panamericana, 1996) son cuentos para los más peque­ños construidos a partir de ideas pre­concebidas, mensajes de justicia social o intenciones ecológicas, lejos de crea­ciones literarias de calidad. El maravilloso viaje de Rosendo Bucurú de Celso Román, es una histo­ria sostenida en una estructura de via­je, pero es un viaje solemne detenido en la descripción. Este es un libro que denota un mal cruce de géneros. El viaje de Rosendo Bucurú resulta ser un viaje ritual, solemne, con escenas de

patéti­co dramatismo, en el que las descrip­ciones a la vez que, como tales, resul­tan cuadros bien elaborados, se convier­ten en obstáculo para una historia sos­tenida en el eje de relato de viaje de aventuras, en donde lo que se reclama es acción. Y quizás porque Celso Román se muestre como un buen dibujante de la palabra, es que sus obras Las cosas de la Casa (Carlos Valencia, 1986) y Animales domésticos y electrodomésticos (Carlos Valencia, 1993) se nos presen­ten como lo mejor de su creación. Pri­mero, porque abre una posibilidad creativa para llegar a los niños lectores: la poética de las cosas. Cada cosa en el mundo, cada objeto, tiene una histo­ria, una vida, una biografía. A Celso Román se le puede tachar de descripti­vo, que le falte creación de personajes o de acción, pero precisamente consi­dero que en el universo del lenguaje concreto es en el que acierta. En Ani­males domésticos y electrodomésticos, aunque trabaja con la misma propues­ta que en Las cosas de la casa, es mu­cho más lúdico, más literario, abando­nando el tono didáctico y la urgencia de pasar datos concretos de información. Hay un intento más intencionado pero también más logrado de convertir estos objetos que ayudan al hombre en sus múltiples tareas de limpieza, en personajes que tengan vida propia. Un tercer momento es el del libro De ballenas y de mares (Educar, 1995) en donde el estilo construido hasta el momento en las obras anteriores se abandona por completo, experimentan­do desordenadamente otras opciones, que desmejoran la calidad de la producción anterior. Quizás se sostenga como búsqueda experimental, pero no como obra terminada lista para salir a la luz y ser entregada a los lectores. De ballenas y de mares parece un libro de juventud de Celso Román. Allí encontramos cuentos como La reina de los gatos que más parece una mala imitación del estilo fabulesco y rimado de Rafael Pombo: “La reina Michicuchía que grandes ojos tenía, con un brillo en la mirada, pero haciéndose, la desentendida, dijo con coquetería…” (p.43). O un cuento como “El caballo que iba al mar”, cuyo evidente padre poético es Jairo Aníbal Niño:…”un río de vidrio asomó detrás de las nubes y una constelación de naranjas bajó por el camino y se quedó en los árboles” (p.56).


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O, “La gente vislumbró en sus corazones el vertiente es explorada por Triunfo Arciniegas en eco de ese ligerísimo destello que le había ilumi- casi todos sus cuentos. Mirada su obra en conjunto, encontramos nado por un instante. Se contemplaron las manos, se quitaron los brazos y se hablaron mirándose a constantes que lo caracterizan: cultivo del género los ojos. Ellos podían tener esa luz que ahora iba cuento corto, temas fantásticos en el que los animales son sus principales personajes. La mayoría hacia el mar” (p.57). Tobías, el capitán de los delfines de Miguel de sus cuentos se sostienen en el tono de la narraÁngel Pérez, es un relato que también hace parte ción oral, en los que la ac­ción de los personajes de una situación real para adentrarse luego en un hace que la his­toria avance, marcando un ritmo rámundo fantástico. Tobías, un pescador viejo y can- pido en el que se acumula una sucesión de hechos sado se enfrenta con el rey del mar quien le otor- y sucesos que hacen referen­cia a otras situaciones ga la posibilidad de pedir un deseo. Después de que se enuncian pero no se desarrollan. En muchas de sus namucho pensar y sin saber qué rraciones retoma elementos pedir, Tobías, con unos tragos de la tradición oral, sobre encima, recuerda la pobreza todo de los llamados cuende su infancia y decide pedirle tos de hadas, y los recrea con a rey del mar que desea volver humor, cierta perversidad y a ser niño. Pero esta vez sueña haciendo uso del recurso de con ser un niño feliz. El Rey la actualización o modernidel mar le concede el deseo y zación de elementos, como ese es el momento en que Toel caso de caperucita roja en bías entra al fondo del mar a bicicleta, princesas buscando vivir en el universo de la fannovio a través de los avisos tasía. Allí debe pasar una pedel periódi­co, recompensas queña prueba: contar una hispara atrapar al sapo pervertoria de un extraño animal del so anunciadas por televisión, mundo de donde él proviene. pre­mio por su captura como Y Tobías cuenta la historia del viaje a Disneyworld, cosmépulgón atrapado por las redes ticos por un año, cursos de de una araña. Esta es quizás la besos por correspondencia, mejor parte de la historia. El en fin una serie de alusiones pulgón para ganar tiempo y Carátula de Harold and the Purple Crayon, de Crockett Johnson. a situacio­nes, hechos y elepoder ir soltando los hilos que mentos propios de la época lo tienen atrapado, le cuenta a su vez, a la araña, la historia de la pelea de su fa- moderna, actualizando las histo­rias y enfrentando milia con las hormigas. Este recurso de un cuento a los personajes de la tradición oral a situaciones dentro de otro es manejado con acierto, sobre todo modernas. La mayoría de sus cuentos se po­drían ubicar por la dimensión diminuta de los personajes y la sobreposición de diferentes planos narrativos. Y dentro del género paródico, el cual parte de lo que como ya hemos mencionado en otros casos, lo que Gerald Gennete en su teoría sobre los palimpsesle hace perder la fuerza a esta pequeña obra, es tos o la literatura en segundo grado, ha llama­do esa visión idealizada y estereotipada de la infancia el hipo-texto, o sea el texto del cual se parte, para convertirlo en un hiper-texto, es decir el nuevo como edad de inocencia y plenitud. Existe otra vertiente que se ubica desde el ini- texto creado. Dentro de la clasificación propuesta cio del tiempo y una realidad maravillosa, en don- por Gennete en las prácticas hipertextuales, la pade no se da ese corte entre lo real y lo fantástico, rodia se clasifica dentro de la cate­goría de lo lúdico sino que se entra de una vez en el universo imagi- y se define como una transformación evidente, en nario, como se hace en los cuentos de hadas. Esta la cual es posible ubicar el texto al cual se hace


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referencia. A esta categoría de parodia responden los cuentos del libro Cape­rucita roja y otras historias perversas. (Panamericana, 1996) las cuales hacen alusión a cuentos de la cantera popular europea como La bella durmiente, Ca­perucita roja, Barba azul, El príncipe en­cantado, La Cenicienta, etc., en los que es posible no sólo ubicar el referente, sino también los elementos que se transforman. Otra constante que se emparenta con el ejercicio de la parodia es el ele­mento transgresor: bandidos honrados, princesas malas, lobos buenos, sapos hermosos y de buena familia, generan­do situaciones de humor y un acertado desconcierto en los lectores más peque­ños, para quienes aún los cuentos ma­ravillosos resultan fuente de seguridad. En la obra de Triunfo Arciniegas en­contramos aciertos frente a la caracte­rización de nuestra literatura infantil, como por ejemplo el estar alejado de intenciones didácticas o moralistas, lo que denota no solamente una valora­ción de la función lúdica y estética de la literatura, sino una condición de lector creativo y libre y no desde su condición de educador. Otro elemento es el manejo del humor, escaso en nuestra lite­ratura infantil, pero que en el caso de algunos cuentos tiene como lector virtual al adulto, en la medida en que apela al conocimiento de ciertos refe­rentes que el niño no maneja. Otro acier­to estaría en el ritmo rápido de las ac­ciones, lo cual da movimiento a la his­toria, aunque a veces se atiborra dema­siado de hechos que no se desarrollan. Como desaciertos, o quizás, debili­dades en su creación, nos gustaría se­ñalar cierto carácter de fórmula exitosa, que se evidencia en los últimos tres li­bros, La muchacha de Transilvania (Colcultura, 1993) Caperucita Roja y otras historias (Comfamiliar del Atlánti­co, 1991) y Caperucita roja y otras his­torias perversas, en los que encontra­mos un preocupante reciclaje de algu­nos cuentos, en los cuales se varían los nombres, los lugares, o se completan las historias. Aunque este juego de la auto-parodia puede ser legítimo en la literatura, no deja de producir un cierto sabor a necesidad de completar libros para ser publicados, o mejor, a cierto peligro de afán de publicación que ron­da cada vez más a nuestros escritores, con un peligro adicional, el de conver­tirse en buenos técnicos de la literatura para niños.

Los cuentos de la tradición oral se recrean en varias de las obras de Fanny Buitrago, pero están motivados por situaciones que se plantean como parte estructural de relato. En Las cartas del palomar (Carlos Valencia, 1988), por ejemplo, se intercalan la corresponden­cia entre dos primos adolescentes, con los cuentos que uno de ellos le narra a un grupo de niños más pequeños. Pero quizás lo más logrado de Fanny Buitrago, dentro de sus obras para ni­ños, sea esa trilogía de la infancia con­formada por La casa del arco iris (Car­los Valencia, 1986), La casa del verde doncel (Carlos Valencia, 1990) y La casa del abuelo (Carlos Valencia, 1991), en la que Fanny Buitrago recrea con preciosismo y delicadeza ese mundo de la niñez propio de su familia numerosa de tíos, tías, primos y abuelos, cuando el lento pasar de los días se entretejía con los oficios domésticos, el deleite de los dulces caseros, los juegos infanti­les, y las historias familiares. Estos tres libros se convierten en un conjuro con­tra el olvido, un homenaje de la palabra que nombra, la palabra evocadora que recupera objetos, los olores, los sabo­res, las voces y los rostros, habitantes de esa gran casa —símbolo de protec­ción y afecto— en que viene a convertir­se la casa de la infancia. Una obra que ha pasado desaper­cibida, quizás por la poca difusión y dis­tribución que tienen los libros de la co­lección Premios Nacionales de Colcultura, es El aprendiz de mago (Colcultura, 1992) de Evelio Rosero Diago. Una serie de cuentos escritos en primera persona, en los que se desmitifican algunos seres que perte­necen al mundo del misterio y el terror como los esqueletos, los vampiros, los monstruos, los magos... Son cuentos escritos con humor negro, con ironía, en los que por fortuna no se hacen con­cesiones al niño lector. Quizás el lector modelo no sean los niños reales, sino ese niño que hay en todo adulto a quien le atraen los magos, le teme a los vam­piros y a los esqueletos o sueña con poseer una bicicleta mágica que lo haga volar y lo transporte a mundos insospe­chados. Son cuentos en los que el na­rrador, no solamente es amigo de estos seres misteriosos venidos a menos, sino que asume con naturalidad las expresiones fantásticas y mágicas como si fueran parte común de la realidad. No todos los cuentos tienen la misma calidad: destacaría El esqueleto de visita y El monstruo mentiroso.


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El terror de sexto B (Alfaguara, 1995), primera Otra corriente explorada por algu­nos autores publicación de la escritora Yolanda Reyes, es una de este decenio 86-96 es la que recrea el universo obra renovadora para la literatura infantil colom- de los mitos, las leyendas y los personajes popula­ biana. 7 cuentos desenfadados, que relatan situa- res de nuestra tradición oral. Más que creaciones ciones —unas divertidas, otras románticas, otras originales, son reelaboraciones propias de la oraterribles— que le suceden a diferentes niños o ado- lidad. Entre las más logradas están: Koku-yó men­ lescentes en el colegio. Es una obra “transgresora” sajero del sol (Carlos Valencia, 1986) y Travesuras en la medida en que las historias están contadas del Tío conejo (Carlos Valencia, 1986) de Leopoldesde la perspectiva a veces perversa, a veces crí- do Berdella de Espriella; Cuentos para niños de La tica, de los niños frente a la rigidez del colegio. Y Candelaria (Carlos Valencia, l993) de Elisa Mujica, es aquí en la visión, en el punto de vista, en donde Rodapalabra de Hugo Niño (Educar, 1993) y Rela­ está el mayor acierto. La autora logra darle auten- tos precolombinos, de Gonzalo España (Editorial La Balandra, 1995). ticidad a las situaciones y vida En poesía para niños el real a los personajes, porque panorama resulta desolador. son ellos, los niños - adolesLas dos únicas obras que han centes, enamorados, tímidos, alcanzado una dimensión esgordos, inseguros, burlones, tética perdurable y que son perversos, los que cuentan, y acogidas con entusiasmo por cuentan de la manera como los lectores infantiles son La ellos viven y perciben el munalegría de querer de Jairo Anído. Es una obra que resulta rebal Niño (Carlos Valencia, veladora para los adultos (quil986) y Conjuros y sortilegios zás incómoda para algunos, (Carlos Valencia, 1990) de transgresora, para otros), pero Irene Vasco. que ha logrado capturar a muLa alegría de querer es un chos jóvenes lectores, quienes conjunto de 55 poemas escrise han identificado, no sin tos en un tono íntimo y coticierta complicidad, con los diano, que reflejan el conocipersonajes y las situaciones. miento de la sensibilidad de Quizás el escritor que prelos niños y adolescentes frensenta un trabajo más coherente al amor. Hay allí un tratate y estructurado como proCarátula de Cuchilla, de Evelio José Rosero. Editorial Norma. miento cuidadoso del lenguayecto literario sea lvar Da Coll. je. Son poemas contenidos, Sus libros están concebidos en una doble creación: la del lenguaje escrito y la de construidos a partir de situaciones que recrean los la ilustración, y aunque los textos y las situaciones momentos más sencillos, pero más significativos estén construidos como una totalidad y entablan de la vida diaria del niño estudiante: el recreo, la un dialogo entre sí, cada lenguaje a su vez se sos- tarea, el partido de futbol, la visita al jardín botátiene por sí mismo. Todas sus obras llevan títulos nico, la car­ta perfumada, el mapa hecho en plasticon nombre de personajes: las Historias de Eusebio lina, la lección de música, la espera del bus... pero (Garabato, Tengo miedo y Torta de cumpleaños); la se- poemas hechos con imágenes concretas, con susrie de los chigüiros: Chigüiro Abo y Ata, Hammamelis tantivos que logran su dimensión poética, no por y el secreto, Hammamelis y el señor sorpresa. Esto no su grado de metaforización, ni por los adjetivos es gratuito. Ivar Da Coll crea personajes que viven que los acompañen, sino por las situaciones en las conflictos cotidianos propios del universo de los que se contextualizan. Conjuros y sortilegios (Carlos Valen­cia, 1990) de niños, y son estos personajes, tiernos, amistosos, ingenuos, quienes se quedan a vivir en la sensibili- Irene Vasco es un libro para aprendices de brujo, quienes, según las recomendaciones iniciales, dad y el recuerdo de los lectores más pequeños.


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deben ensayar muchas veces los hechizos hasta lograr que les funcionen. Brebajes mágicos para todos los usos, magia para tener buena suerte, hechizos para deshechizarse, sortilegios para desaparecer, hechos para volar hasta la luna, fórmulas para el terror, el dinero y el amor, conjuro para que la lluvia no moje, o sortilegio para liberarse de la sopa, embrujos para convertirse en cualquier animal, en fin, un verdadero manual para quienes quieran conver­tirse en brujos, y además, un hermoso libro de poemas. Este es un libro singu­lar dentro de nuestra literatura para niños porque logra devolverle la función mágica y transformadora a la palabra poética, como en los tiempos en que la palabra tenía el poder de transformar el mundo (tiempos de infancia por excelencia). De una manera irreverente y divertida, los niños pueden hacer uso de estas mágicas palabras para conjurar, para protegerse para crear y transfor­mar con el poder del lenguaje. En nuestro país la dramaturgia para niños no ha tenido un gran desarrollo, quizás por razones similares a las que han acompañado a la literatura infantil: afanes didácticos o moralistas, subvaloración del niño como individuo inmerso en una cultura con capacidades lúdicas, estéticas y creativas y un escaso apoyo al teatro de títeres. La historia del teatro de títeres en Colom­bia es una historia difícil y sobre todo construida con dificultad y perseverancia por los pocos grupos que han logrado sobrevivir. En esta década, 86-96, se destacan dos obras de dramaturgia infantil específicas para el teatro de muñecos. Delirium Titirentis (Arango Editores, 1991), tres obras del grupo de títeres La li­ bélula dorada, y El sol ne­gro (Colcultura, 1992) de Samuel Vásquez en las que se evidencia un trabajo riguroso y serio, con elementos lúdicos y de humor, y con un excelente manejo de las características propias del género dramático.

A manera de epílogo Después de esta rápida mirada panorámica a nuestra producción literaria infantil más reciente podríamos concluir: 1. Nuestra literatura infantil se ha quedado

rezagada en el tiempo. Se siente en ese corpus literario analiza­do, un anacronismo que se evidencia en la estructura, el lenguaje, los temas y los estilos de la mayoría de los autores. 2. Se evidencia una concepción estereotipada del niño como lector virtual y de la infancia concebida como un estado idealizado de inocencia. 3. El género más cultivado es el narrativo, lo cual parece estar condicionado por los requerimientos editoriales de mercado, más que por voluntad creativa de los escritores. 4. Predomina el cultivo de una narrativa realista, mediada generalmente por las concepciones estereotipadas del adulto de un realismo social, paterna­lista e idealizado del niño. 5. Se evidencia un desconocimiento de los rigores y las exigencias literarias propias del género fantástico, el cual se confunde con una suma indiscriminada de sucesos incoherentes, fantasiosos o absurdos, ignorando su carácter simbólico, crítico y liberador. 6. Son pocos los escritores que han asumido la escritura para niños con ri­gor, seriedad y compromiso con la lite­ratura. La mayoría o se han asomado ocasionalmente, o escriben por encargo o como pretexto para participar en los concursos. 7. Ausencia casi total de narrativa de humor, terror, suspenso, ciencia ficción, género policiaco, novela sicológica, etc. Lo mismo que de la poesía y de la dramaturgia. Para terminar quisiéramos hacer algunas recomendaciones a los escrito­res para niños, que enunciamos como decálogo: 1. Asumir el oficio con seriedad, ri­gor y profesionalismo. Asumiendo una actitud ética y estética frente a la litera­tura y frente al niño. 2. No publicar todo lo que escriben. 3. Leer mucho y sobre todo obras de calidad, tanto clásicas como contemporáneas. 4. Estar al tanto de la producción literaria que se crea en otros países. Sobre todo de aquella


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que está marcando derroteros y abriendo caminos. 5. Revisar continuamente su concepto de infancia. 6. Crear para un lector infantil virtual y no real. Recomendamos la lectura de Umberto Eco para aclarar el concepto del lector modelo. 7. No sucumbir a las tentaciones y los espejismos del mercado editorial. 8. No dejarse seducir por la fama o el juego del reconocimiento, ni escribir sólo para concursos. 9. No promoverse como personajes, ni prestarse para la promoción y venta de sus libros. Ese tiempo puede estar dedicado a la lectura y a la escritura. 10. Plantearse un proyecto literario personal, comprometido con el arte literario, creativo y a largo plazo, ojala un proyecto de vida.

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del lector, Por una escuela que lea y escriba y Literatu­ ra y valores, editados por la Asociación Taller de talleres. Ha publicado, además: Antología del relato infantil colombiano en la colección de Presidencia de la República, 1997; Antología de poesía infantil colom­ biana, Alfaguara, 2000; Antología de poesía juvenil co­ lombiana, Alfaguara, 2000; Siete cuentos maravillosos, Alfaguara, 2005; Rafael Pombo, la vida de un poeta, biografía publicada por Ediciones B, 2005; Un día de aventuras, Ediciones B, 2006 y Fígaro, Ediciones B, 2007. Fue subdirectora de Lectura y Escritura del CERLALC y subdirectora de la Biblioteca Nacional de Colombia.

Notas

1. Rama, Ángel. Edificación de un arte nacional y popular. Colcultura. Bo­gota, 1991. p. 27. 2. Ídem. La novela Latinoamericana 1920-1980. Temas latinoamericanos. Colcultura-Procultura. Bogotá, 1982. 3. Castrillón, Silvia. “Aislamiento, el problema más Beatriz Helena Robledo. serio”. Revista Latinoamericana Escritora e investigadora nade Literatura infantil y Juvenil. cida en Manizales, Colombia. No. 3 IBBY, Latinoamerica, Realizó una maestría en LiteCarátula de El mago de Oz, de L. Frank Baum. Fundalectura. Bogota, 1996, p. ratura hispanoamericana en Ed. Vicens Vives. 3 la Universidad Javeriana de Bogotá, donde es profesora en el área de Literatu- 4. Rama, Angel. La novela latinoamericana. p. 16 ra Infantil. Cuenta con veinte años de experiencia 5. Tzvetan, Todorov. ¿Qué es el estructuralismo? en el campo de la lectura y la literatura infantil Poética. Editorial Losada. Buenos Aires, 1975. p. 40.

y juvenil con instituciones como Fundación Rafael Pombo, Fundalectura, Ministerio de Educación Nacional, Secretaría de Educación del Distrito Capital, Banco de la República, CERLALC, Ministerio de Cultura entre otras. Es directora de Taller de Talleres desde 1997. Recibió la Beca Colcultura de Investigación en literatura infantil colombiana 1996, la Beca de investigación Internationale Jugendbibliothek, Munich, Alemania, 2000 y la Beca de investigación Fernando Charry Lara, con el trabajo: Panorama histórico de la literatura infantil colombiana. Es co-autora de los libros Al encuentro



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X Seminario de literatura infantil



El lugar de la lectura o acerca de las ventajas de ser desobediente Graciela Montes

L

os pobres suelen hacer dibujos pequeños. Apoyados en el borde inferior de la hoja o incluso, muchas veces, en un rincón, sobre el margen inferior derecho. Primero dibujan y después pintan. En general pintan con prudencia, cuidando de no salirse de la línea. A menudo son reproducciones de otros dibujos, del libro de lectura, de alguna revista, de una historieta o de la caricatura que sale en el diario. Dan una sensación de humildad, de cuidar el lugar para no perturbar el blanco de esa hoja, que, sin embargo, no suele ser demasiado blanca sino más bien amarillenta o grisácea. También festoneada: los residuos de alguna compañía de seguros o de alguna oficina pública disimulados con festones. Y aun de esa hoja donada sin mayor esfuerzo por parte del donante ellos usan lo menos posible y buscan con esmero la aprobación. En las escuelas pobres de mi país —varias decenas de miles—, esas son las hojas que se usan. Para los trazos, lápiz o ceritas. Y goma, porque usan muchísimo la goma para corregirse. Un marcador de fibra es considerado un lujo. Solo a veces se produce el milagro y cambia el gesto del dibujador, la actitud. Cuando aparece un maestro de tipo diferente en el aula, alguien más audaz, dueño de otro tipo de impulso, con otro aliento. O un maestro de plástica de esos que proponen usar toda la hoja (seguramente tuvo que repetir más de una vez su propuesta para que le hicieran caso), y que trajo, además —me juego a que así fue—, los materiales: pomos de tempera, pinceles o permiso para el uso de los dedos, marcadores gruesos, jugosos, y papeles de colores arrancados o cortados de diarios y revistas. En esos raros casos, sucede. De pronto, con un vigor deslumbrante, irreverente casi, irrumpen en el

centro de la hoja los que estaban antes escondidos detrás del margen, tímidos y achicados. El achicamiento. El ensanchamiento. El lugar. Los márgenes. El trazo. La mancha en la hoja. El gesto. Mi gesto. El gesto de cada uno. La educación trata de todas esas cosas, aunque a veces nos quieran hacer creer que trata de otras. Cuando nos ponemos a hablar de lectura en la escuela, de literatura en la escuela, de arte en la escuela estamos hablando del lugar. Cuando hablamos de lectura, de literatura y de arte en una sociedad estamos hablando del lugar. Del lugar que le reservamos a la lectura, a la literatura y al arte en la vida de las personas. Del lugar que ocupan en nuestra propia vida. De si pensamos que algunas personas tienen más lugar que otras para asuntos tales como la lectura, la literatura o el arte. De si consideramos que mejor aprovechado estaría el lugar de otra manera. Y también estamos hablando del lugar de la educación en una sociedad. Del lugar que tienen —y que dan a otros— los maestros, las escuelas, las secretarías de educación, los programas de estudios. También hablamos del lugar que tienen —y que dan a otros— los talleres, las bibliotecas, los clubes, los periódicos, la radio, la televisión y todas las instancias educativas informales, deliberadas o espontaneas, que ofrece la sociedad a sus miembros. Hablamos del lugar que tienen —y que dan a otros— los intelectuales, los escritores, los periodistas. Del lugar que tienen —y que dan a los niños— los adultos. La cuestión es el lugar. El que tenemos y el que nos dejan tener. Y el que nos ganamos como mejor podemos. Un maestro puede ensanchar o achicar, hay maestros ensanchadores y


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maestros achicadores. Un escritor también, puede ensanchar o achicar. Hay una elección. Siempre hay algo que elegir en algún momento. Educar, para algunos, es entrenar. Cuando se usa esa palabra —“entrenar”— se piensa sobre todo en la docilidad, en la obediencia, en el orden. Los que hablan de entrenar suelen hablar también de “crear hábitos”. Por ejemplo el hábito de la lectura. Pero hoy es más frecuente que se use la palabra “producir”. Que se hable, cuando se habla de educación, de “productos”. Porque hoy, en este final de milenio, todos hemos reconocido que la economía nos gobierna, y entonces le copiamos las palabras —decimos “producto”, “insumo”, “gasto”, “inversión”—, que es una manera de rendirle homenaje a nuestro amo. Otros territorios de la vida, en un tiempo más independientes, o al menos un poco díscolos, se ciñen a los mandatos del mercado. La marca exterior de esa sumisión está en la adopción de su lenguaje. También la escuela se somete. El dinero manda: ¿habrá llegado la hora, entonces, de salir a defender lo gratis? Es una pregunta genuina, no es retórica. De veras me estoy preguntando, últimamente, si habrá llegado la hora de salir a defender lo gratis. No lo sé con certeza, pero creo que sí, creo que tiene algo que ver con la gratuidad lo que quiero decir. Con salirse de los términos esos: aprovechamiento, rendimiento, rédito... Nada más irritativo que lo gratuito para el mercado. El arte, en un sentido básico, es gratuito. Aunque un cuadro se cotice, aunque un escritor cobre derechos de autor y haya que pagar para ir a un concierto. Es más, en una sociedad como la nuestra el arte que no se hace pagar no es respetado, la profesionalización ha sido, para todos nosotros, una larga conquista. Y sin embargo, aún así, el arte es gratuito. La circulación social del arte no es gratuita, pero el arte, en sí mismo, es gratuito. En el momento en que escribo, a solas, en mi casa, escribo por nada, por escribir, y metiéndome a veces en unos líos terribles, en ficciones que me devoran cientos y miles de horas, y por las que me debato, yo sola, en mi misma, desesperadamente, por nada. Pero es mi gratuidad. Y sospecho que es, además, mi fuerza. Sospecho que si abandonara esa gratuidad, ese malgasto de energías, si sólo escribiera lo que de mí se espera, lo que ya tiene su cotización en el mercado, estaría perdida. Me habrían atrapado. Si por ejemplo yo hoy, para, responder a la necesidad de presentar este trabajo, una ponencia para un Congreso

de Lectura adonde tan amablemente me invito la municipalidad de Medellín, hubiese repetido lo ya dicho, habría cedido un espacio. A veces lo cedo, porque no hay más remedio, porque el tiempo no alcanza, porque hay que ganarse la vida... Pero cuando cedo no estoy contenta, sé que perdí algo. Las personas a las que la sociedad ya conoce bien son fáciles de encasillar, los rótulos ya están preparados. Pero yo no quiero que me atrapen. Entonces me siento y vuelvo a pensar, pierdo tiempo, busco otra manera de penetrar con palabras lo que me rodea. En esos casos el riesgo es mayor porque nada hay más fácil que repetir una lección bien sabida, lo que uno ha declarado muchas veces. Como esos profesores universitarios de los que, si habíamos asistido a clase en el cuatrimestre anterior, ya conocíamos los giros, y hasta podíamos anticipar los chistes. Uno repite y se defiende, se atrinchera, endurece la frontera. Sólo que una frontera dura es una frontera muerta. El espacio cae, se pierde el lugar. Las ideas exigen que se las manosee. Necesitan del vaivén, del movimiento. Hay que pensarlas de nuevo todo el tiempo, un eslogan es cómodo, pero no vale por una idea. Las ideas están en riesgo siempre. La escritura debe estar en riesgo si no quiere convertirse en maqueta. La educación también; si no, se vuelve rutina y simulacro. Pensar se puede decir que es gratis, en el sentido de que a uno no le pagan por pensar. A uno le pagan por ciertos productos. Muchos consideran que lo más astuto es llegar a esos producidos ­una novela, una conferencia, una lección, un curso rápidamente y con el menor “costo” posible (dicen los economicistas de la cultura), la menor dilapidación posible de tiempo y de pensamiento. Es necesario que el tiempo les “rinda”, dicen. Hablan de aprovechar y de ganar tiempo. El tiempo: la madre del borrego. Hablábamos de espacio, del espacio que tienen algunas actividades poco prácticas y en su base gratuitas, como la lectura, la literatura y el arte, y de por qué y cómo se les da entrada a la escuela. Ahora apareció el tiempo.Tal vez sea eso lo que convierte la lectura, la literatura y el arte en general en actividades más bien peligrosas: consumen tiempo. Y sin dejar un producto evaluable al cabo, que es lo más sospechoso. Porque pongamos que un grupo de muchachos se junta en el garaje de una casa, en un galpón, y se pone a improvisar música, con o sin instrumentos, tal vez sólo con la voz y con las manos. Pongamos que son modestos y ni siquiera tienen un


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grabador para registrar lo que suceda ahí adentro. con sus reglas el afuera— por otro. Winnicott expliAlgunos, en medio de la improvisación, se largan a ca con una intuición y una profundidad admirables bailar en el centro de la ronda, y hay en el acontecer ese juego infantil en el que se liquidan imaginariaese algunos pasos, algunos giros, de gran inspira- mente algunas necesidades del yo y se transforman ción, especialmente logrados. Los participantes son imaginariamente las condiciones del mundo y adeconscientes de esos picos felices, pero saben que no más, eso es lo más interesante, se construye algo van a poder dar cuenta de lo sucedido a otros. Pon- nuevo, algo que antes no estaba. Me lo imaginaba gamos que tampoco tienen maestro, ni coordinador, como un territorio de frontera, algo que se conquisni tallerista, ningún testigo, ningún evaluador. Tam- ta, que siempre se está conquistando, lo llame “la poco es un trabajo en equipo para la escuela. Nada. frontera indómita”. Lo leía a Winnicott hablando Para nada. Pero con su costo: por ejemplo, tres horas del juego y sentía con claridad que en ese mismo tecompletas de su tiempo. Toda una elección. Salen rritorio estaba el arte. También posiblemente otras de ahí adentro, al cabo de las manifestaciones de la cultura, tres horas, ensanchados, más los estilos personales, los gesespaciosos se podría decir. tos. Pero sobre todo el arte. El Pero eso es todo. Incluarte sin duda. Siempre costoso es posible que al llegar a so, pero libre, o al menos más su casa alguien les recrimine libre que los demás territorios que hayan estado perdiendo el (mi cuerpo, el mundo, las leyes tiempo. En lugar de estudiar, del mercado, etc.). pongamos. En lugar de ganar Esta libertad, me doy un dinero. cuenta ahora, tiene que ver Con la escritura o con sobre todo con la gratuidad. la lectura es igual. Se pierde Igual que la del juego. Entre mucho tiempo. Un lector es untar un pan con manteca y un “ocioso”. La imagen de alllevarlo a la boca y untar el aire guien sentado en un banco de con aire y simular comer hay una plaza leyendo despierta menos similitudes que diferendesconfianza. Una especie de cias. El primero es acto necerabia también. Ese sí que tiene sario, exigido por el hambre. tiempo, no tiene nada que haEl segundo es juego, porque cer, no necesita ganarse la vida, si, un acto libre. Los dos nos Carátula de Nuestra pelusa, de Mary McQuillan y Kes Gray. Ed. Beascoa. no tiene que “vender” su tiemhacen falta. Y no uno menos po, lo gasta nada más, como si que el otro. Si no comemos, ni nada, lo regala, o se lo regala. Es más pudiente que animales somos. Si no jugamos, no somos ni humayo, o más libre. Y es cierto, lo es. Puede más, es más nos. No se trata de elegir. Queremos todo —y que se pudiente: dispone de un espacio donde emplear su oiga bien nuestro reclamo—, todos queremos todo, tiempo. Y ese espacio es más libre, o, al menos, tiene nos corresponde. otras reglas. Mientras esté habitando ese espacio no La escuela a veces parece no entender. O enestará sometido a las leyes implacables del mercado, tiende, pero no la dejan. Está atrapada. Los “técnipor ejemplo, y ese, en nuestra sociedad, es un grado cos” de la educación se ponen muchas veces de emde libertad muy alto. bajadores de las leyes del mercado, usan su terminoHace un par de años tratando de explicarme logía y se desvelan con las cuestiones de inversión, qué clase de espacio era ese, intangible, secreto y ahorro y rendimiento. No todos, algunos. Tampoco necesario, recordé la definición que hace Winnicott todos los maestros se convierten en empleados púde la zona del juego en los niños, a la que denomina blicos, muchos siguen siendo educadores. Por ejem“tercera zona”, para distinguirla de las exigencias plo, en mi país este año los maestros tuvieron un del yo —el hambre de comida y de bienestar, el im- gesto muy vigoroso de protesta. Se instalaron en una pulso sexual, el cuerpo—por un lado, y el mundo carpa frente al parlamento y dejaron de comer. De


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ese modo se rebelaban contra la situación de opresión de la mayor parte de la población pero, sobre todo, se negaban a ser meros administradores de la copa de leche y el refuerzo alimentario, que, en muchos puntos de país, se ha convertido en la razón de ser de la escuela. Los maestros estos, rebeldes, inconformes, pretenden educar. Exigen otro tipo de espacio para sí mismos y para sus alumnos. No es casual que sean además los que atacan la reforma educativa. Hemos sufrido, como tantos países, una reforma achicadora. La literatura, por ejemplo, casi ha desaparecido. Se ha convertido en “discurso literario” —junto al discurso epistolar, el periodístico, el científico, etc.—, una página y media o diez, es igual, adentro de un manual. La reforma también promueve la desaparición de los bibliotecarios. Muchas escuelas ya no tienen más el cargo. Y tienen razón, desde su punto de vista economicista, un bibliotecario es un lujo, un gasto. Es más, un bibliotecario, si es un bibliotecario de verdad y no un archivador de libros, tiene grandes posibilidades de ensanchar los espacios esos que tienen que ver con la frontera, de manera que incita a gastar tiempo en asuntos que cualquier calculador de costos y ganancias declararía inútiles. Un poco como el maestro de plástica que incitaba a usar toda la hoja, el bibliotecario abre el camino de todos los libros. En lugar de una cartilla, todos los libros. En lugar de un manual, todos los libros. Ideas de unos y de otros. Palabras que se complementan con otras, o se pelean francamente con ellas. Poemas magníficamente inútiles. Novelas para perder el tiempo. Un territorio inmenso, inacabable. Los que controlan los dineros, y el tiempo por cierto, de los ciudadanos eligen achicar ese territorio. ¿Por qué? ¿Porque nuestros técnicos en educación simplifican, cercenan, acomodan? ¿Por qué se irritan con la diversidad, con lo heterogéneo, con lo suelto? En general dicen hacerlo en nombre de la eficacia. ¿Tiene sentido que un niño pobre —digamos un niño que, si tiene la suerte de llegar a adulto con una dosis de proteínas adecuada, deberá ocupar un puesto menor en alguna cadena productiva— se entere de las peripecias de Ulises en su retorno a la isla de Ítaca? Se dirá que vive en Jujuy, Argentina, por ejemplo y que está destinado a ser hachero, o canero, a cuidar cabras o a vigilar una mezcladora, y que nada tiene que ver su entorno, ni su realidad

ni su paisaje con ese marítimo y grieguísimo Ulises y su vértigo de dioses peleones. Se dirá que mejor empleara su tiempo en aprender alguna destreza, computación, por ejemplo (en mi país, vaya uno a saber por qué, muchos funcionarios están convencidos de que mandando computadoras a las escuelas lavan todos sus pecados). Cuando no hay dinero para las computadoras sugieren que los niños practiquen con un teclado de cartón. Da risa, pero no tiene nada de gracioso. Un teclado de cartón puede servir para entrenar la velocidad de un operario, pero sin los espacios, virtuales pero espacios al fin, que abre la informática. Una vez más, en nombre de la eficacia, se cercenan los espacios. Los mundos imaginarios inútiles. El pensamiento tenaz. El leer porque sí. La exploración, el vagabundeo por la cultura. El arte. El arte sobre todo, por supuesto. Que bien molesto es el arte a veces pensarán —pienso— los funcionarios esos. Al fin de cuentas, pensaran —pienso—, ¿qué tiene que ver la escuela con el arte? Y tienen razón. Son cosas muy diferentes, es cierto. La escuela siempre, desde sus inicios, ha tenido que “dar cuenta” a la sociedad. Los maestros están para formar ciudadanos y, entonces, están al servicio del proyecto social vigente. Eso es muy visible cuando se trata de la escuela pública y, en el caso de la escuela privada, el vínculo entre mandantes —los padres “clientes”—, y mandatarios —los que “prestan el servicio”—suele ser muy claro. Si el proyecto social vigente no tiene previsto generalizar los espacios del arte y la cultura a toda la población, debe cercenarlos desde las etapas formativas: desde los primeros grados de la escuela. Pichones de ciudadanos acostumbrados a transitar por la cultura en una biblioteca, a discutir ideas, a contemplar los asuntos desde distintos puntos de vista, pueden traer problemas con el correr del tiempo, y difícilmente se conviertan en buenos consumidores. Y en la sociedad en que vivimos, de venta y consumo, lo que se espera de todos es que seamos buenos, obedientes consumidores. En ese sentido es mucho más práctico cubrir nuestras necesidades de ficción y fantasía, nuestro “tiempo libre”, con “productos”, es decir no con cuestiones gratuitas, sino con asuntos comercializables (un best-seller con una buena promoción atrás, un cantante generosamente auspiciado por la compañía discográfica, un programa de televisión que cuente con un anunciante fuerte). Lo de los chicos en el garaje, eso si que no, eso sería


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perder mucho dinero. Eso es gratuito, y lo gratui- natural, sin que nadie nos mande. Un maestro que to en esta sociedad es el gran pecado. Ahora, si se todavía piensa, que defendió su frontera indómita, organizaran estos grupos de alguna manera y se co- que no se dejó arrancar de cuajo todas las fantasías, brara una inscripción... ya sería otra cosa. considera su deber ayudar a pensar, a defender la A todos nos cuesta resistir la presión. No solo frontera indómita, a no dejarse arrancar de cuajo las a los maestros. También a los escritores, a los artis- fantasías. Un escritor algo indómito, capaz de “maltas. A veces se termina respondiendo a las exigen- gastar el tiempo” en “productos difíciles de ubicar cias del mercado, escribiendo, por ejemplo, libros en el mercado” se va a sentir naturalmente cercano a para niñas púberes en los que se aborden los méto- ese maestro. Los dos son, en este caso, maestro y esdos anticonceptivos o para latinoamericanos recién critor, desobedientes, en cierta forma una molestia. trasplantados a los Estados Unidos, cambiando el título de una novela porque es necesario que anuncie el horror o el sexo desde Graciela Montes. Escrila tapa si espera abrirse paso tora y traductora argentina desde la góndola de un supernacida en Buenos Aires el 18 mercado, o simplificando una de marzo de 1947. Se licenció partitura para que “se pegue” en Letras en la Universidad mejor, como un jingle, que es de Buenos Aires en 1971. Fue algo tan bueno. Se copia, se redirectora durante dos décadas produce, se congela. Las obras de la colección de literatura empiezan a parecerse porque infantil “Los cuentos del Chitodas tienen como modelo lo ribitil”, del Centro Editor de que “ya está en el mercado”, América Latina. Ganó el Prelo que “seguro se vende”, lo mio Lazarillo en 1980. Es autoque “cubre la demanda”. ¿Qué ra de más de setenta títulos de derecho tiene el arte, que dereficción para niños, algunos de cho tenemos los escritores, por los cuales han sido traducidos ejemplo, a criticar los usos de al alemán, francés, portugués, la escuela, por poco imaginagriego y catalán. tivos, por trillados y rutinarios, cuando vemos que, a nuestro Carátula de Carmela toda la vida, de Triunfo alrededor, las obras empiezan Arciniegas. Fondo de Cultura Económica. a parecerse? Ningún derecho. He batallado durante muchos años contra la pedagogización de los cuentos, contra la instrumentación de la literatura que se hace en la escuela. No descreo de mis banderas, pero hoy, fin de milenio, no quiero enfrentar con la escuela. Sería una hipocresía. Hoy la polémica más acuciante es otra. Digo más, pienso que nos va a encontrar del mismo lado a la escuela —la escuela que no se rinde— y la literatura —la que no se rinde, por supuesto. Tal vez debamos ajustar entre nosotros muchas cosas, limar asperezas, compensar limitaciones. Seremos siempre, por naturaleza, cotos distintos. Pero, con todo, literatura y escuela podemos ponernos juntas frente al bando del dinero, ofrecer resistencia a las exigencias de rédito—del mercado. En realidad ya lo estamos haciendo. Lo hacemos de manera


La lectura entre el humor y la censura Francisco Hinojosa

La primera afición que sentí por los libros —cuenta Michel de Montaigne— me vino del placer de las fabulas de las Metamorfosis de Ovidio. Porque a eso de los siete u ocho años eludía cualquier otro placer con tal de leerlas... Era el libro más sencillo que hubiera conocido, y el más adecuado a mi tierna edad”. El undécimo Libro de las Metamorfosis, en la erudita y puntual traducción de Rubén Bonifaz Nuño, sólo por poner un ejemplo, inicia así: Mientras con carmen tal el tracio vate las selvas y ánimos de fieras y rocas que lo siguen conduce, ved: las nueras de los cicones, los locos pechos cubiertas de ferino vellones, desde el vértice miran de un túmulo a Orfeo, asociando a percutidos nervios de cármenes. De sobra esta decir que un niño de hoy, ya no digamos de siete u ocho años, sino de catorce o quince, y más aún: de la ya no tan tierna edad de los veinte a veintiuno, interrumpiría la lectura a cada verso para consultar el diccionario (¿”tracio”, “vate”, “cicones”, “ferinos”, “vellones”, “túmulo”, “cármenes”?). E incluso, una vez resueltas sus dudas léxicas, es probable que el sentido último de lo escrito por Ovidio se le escape. Y todavía más: si comprendiera cabalmente el texto es casi seguro que se dejaría tentar por muchos otros placeres antes que por su lectura. Ciertamente, me dirán, el niño Montaigne no era cualquier niño. No menos cierto es que hoy en día es difícil encontrarse con mocosos como él en

las bibliotecas, las librerías o las escuelas. O más bien habría que pensar que los actuales y escasos chavales Montaigne que conocemos, interesados en sus propias mitologías, han adoptado a sus propios ovidios. A principios de los años veintes, José Vasconcelos se lamentaba en México “de lo escasos que son entre otros los libros”: “Un hombre que sólo sepa inglés —argumentaba—, que sólo sepa francés, puede entenderse de toda la cultura humana; pero el que sólo sabe español, no puede juzgarse, ya no digo culto, ni siquiera informado de la literatura y el pensamiento del mundo”. En ese entonces, los niños mexicanos tenían apenas unos cuantos libros al alcance: El Periquillo Sarniento de Fernández de Lizardi, los Viajes de Gulliver, el Robinson de Defoe, un poco de Lope de Vega y otro poco de Calderón de la Barca, Andersen y los hermanos Grimm, y un libro hoy olvidado Tardes de la granja. Aunque difíciles de conseguir, los clásicos podían leerse, ya sea en traducciones complicadas o bien en adaptaciones demasiado pueriles. La lectura, en ese México de principios de siglo, apenas empezaba a ser una preocupación para sus gobernantes. En 1924, Vaconcelos impulsó la publicación de unas Lecturas clásicas para niños, que abarcaban desde los Vedas y el Ramayana, Las mil y una noches, el Antiguo Testamento y los clásicos griegos, hasta El Cid, el Quijote, Shakespeare, La Bella Durmiente y Pulgarcito. Esta empresa, por supuesto loable en su momento, sigue reeditándose en México, más como un homenaje a la memoria del filósofo, educador y político Vasconcelos, que como un libro editorialmente competitivo en el ámbito de


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la literatura para niños. Una lectura actual de esa algunos de nuestros clásicos (Boccaccio y Rabelais, antología, tanto de los textos originales que ofrece por ejemplo) son autores de “mero entretenimiento”. como de sus adaptaciones, nos permite ver a la vez la Y más adelante se pregunta: “¿Añadiré además, pobreza de oportunidades que los niños mexicanos por osado o temerario que parezca, que esta alma tenían entonces y la nueva riqueza de la que ahora adormecida no se deja cosquillear por Ariosto, ni disfrutamos. siquiera por el buen Ovidio? La espontaneidad y De cualquier manera, ¿en qué parte de la facundia de éste me encantaron en otro tiempo, hoy atención de uno de nuestros niños de hoy habita apenas si me interesan”. el espíritu clásico? ¿Compiten Homero, Virgilio, “En el río Mississippi me hice pipi”. Esta frase incluso el fabuloso y fabulista Esopo, con los grandes tan sin chiste puede arrancar una sonrisa, una risa e autores modernos? ¿A1 lado de escritores como incluso una carcajada abierta en un niño pequeño, Gianni Rodari, Goscinny, Christine Nostliger, Erich aunque ese niño no haya conocido en su vida un Kastner o Ana María Machado, río, ni tenga la menor idea de en qué lugar sitúa la lectura de la hidrografía de los Estados los clásicos? Unidos ni sepa que Mark Según estadísticas, Roald Twain se inspiró en el corredor Dahl ha mandado a la segunda de sus aguas para escribir división, al menos en el Reino su Huckleberry Finn y su Tom Unido, a los clásicos infantiles: Sawyer. El muy ignorante sólo Andersen, los hermanos Grimm, nos avienta su risa. Selma Lagerlof y Lewis Carroll. La feria de las palabras, Ciertamente ahora el en una edad en la que aún no castellano tiene una presencia se han mudado los dientes, mucho mayor que la que tenía tiene más que ver con el azar en la época de Vasconcelos en lo de la montaña rusa que con el que se refiere a la información académico tiro al blanco. ¿Qué básica acerca de la “literatura lógica siguen nuestros hijos, y el pensamiento del mundo”. sus amigos, sus compañeros Aunque, al menos en nuestros de escuela como para reírse de países, el porcentaje mayor sigue tamaña incoherencia? De tantas siendo el traducido de otras cosas que pueden hacerse en el Carátula de Quien no la adivina, bien tonto es..., lenguas, los libros para niños rio Mississippi, ¿por qué sólo el de Luis Fernando Macías. Ed. Alfaguara. escritos en el español americano hacerse pipi les puede llamar aumentan día con día. tanto la atención? ¿Cuál es, entre nuestros jóvenes lectores, al decir Creo que estaremos de acuerdo en la respuesta: de Montaigne, “el libro más sencillo que hubiera las palabras y la rima fácil, más una dosis de la conocido, y el más adecuado a mi tierna edad”? escatología propia de la edad, son capaces de accionar ¿Cuáles son los ovidios que en este fin de siglo, los músculos de la risa en ese niño. Y más que eso: obligan a nuestros niños a eludir otros placeres? Creo la imagen (la imagen creada con palabras y no con que esos autores existen, y que son muchísimos. Con los trazos de un pincel), el mundo tan cercano al que la diferencia de que Ovidio escribió sus Metamorfosis ellas se están refiriendo, crean un ambiente propicio para contarle, al mundo la genealogía divina, sin al juego, al chiste, a la visita de una carpa en la que haber imaginado que, siglos adelante, un niño los pastelazos del payaso no están excluidos. francés podría interesarse en su relato. Hoy en día la Hay algo que me queda claro en este sentido. Los tarea de un escritor de libros para niños y jóvenes es niños pequeños son susceptibles de ser hechizados contar historias que cautiven y diviertan, que inviten con las palabras, las simples palabras, con los juegos a “eludir otros placeres”. verbales, con las imágenes inauditas, tengan o no En otro de sus ensayos, cuando Montaigne habla un sentido lógico. O más bien: pueden dejarse acerca de su vida adulta como lector, afirma que llevar por la lógica de nonsense de Lewis Carroll. El


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sinsentido, cada vez más presente en la realidad que en la ficción, es un ingrediente importante en la olla en la que se cocina la risa de un niño. Vayamos unos cuantos años más adelante. Un párvulo detesta a su ciertamente detestable abuela y le hace ingerir una fórmula que contiene desde pintura vinílica, insecticida y jabón hasta las sobras del refrigerador, los bichos que pasaron ante sus ojos en ese momento crucial y (no lo recuerdo del todo bien) un escupitajo. El resultado: la abuela crece y crece hasta que rompe el techo de la casa y luego se hace chiquita y más chiquita: al fin desaparece sin haber llegado a tener, siquiera, el beneficio de la muerte. Trágica historia, si la miramos bien, escrita por uno de los grandes autores de la literatura infantil de este siglo: el galés Roald Dahl. Trágica historia que provoca en el niño que la lee una enorme satisfacción, una risa que le llega a las orejas, aunque su verdadera abuela nada tenga que ver con esa, sino quizás con aquella otra, la que aparece en Las brujas del mismo autor, y que resulta uno de los personajes más amables —en los dos sentidos de la palabra; el que corresponde a la amabilidad y el que se refiere al ser amado— de la literatura infantil. ¿En qué lugar de la ficción —los personajes, los argumentos, las tramas— se encuentra la risa? ¿En qué zona del cerebro de un niño el lenguaje —su ritmo, su léxico, su circo— produce un mensaje eléctrico que deviene en ese impulso involuntario que llamamos “carcajada”? Y más aún, ¿por qué es importante, para algunos autores y editores, que un niño se ría al leer un libro? ¿Que no hay temas serios sobre los que se pueda escribir? Por supuesto que los hay; Perrault, Andersen y los hermanos Grimm recopilaron y escribieron muchas páginas para decirnos que la vida es muy seria. La Caperucita Roja, El gato con botas, La Bella Durmiente del bosque y La Cenicienta son claros ejemplos de la gravedad que tiene el mundo en el que vivimos. Aunque Andersen y los Grimm suelen resolver los conflictos con finales, en apariencia, felices, lo que narran son historias muy serias relacionadas con el amor, la desobediencia, la astucia, la maldad y la belleza del cuerpo y el espíritu. No hace mucho, Carlos Fuentes decía que la realidad le está robando los argumentos a los escritores. Nada más cierto, al menos en México. Desde que asesinaron al cardenal Posada, y luego

al candidato a la presidencia del país, los diarios se han convertido en una novela de folletín que día con día seguimos para saber si hay un desenlace. Se trata de una novela que mezcla el terror, la farsa y el ballet acuático, una novela cuyo maléfico autor, ante el éxito de best seller obtenido, ha decidido prolongar para recordarnos, como decía Juan Rulfo, que “la vida es muy seria en sus cosas”. Hace tres o cuatro años, algunos escritores mexicanos de libros para niños recibimos una invitación de una Psychological Corporation de los Estados Unidos para integrarnos a su catálogo como autores. Luego de leer las primeras páginas de la invitación, en las que se marcaban los límites impuestos (el número de palabras, la edad a la que debían dirigirse los cuentos, etcétera), se imponían las verdaderas restricciones, relacionadas con los temas que no podrían tratarse en los cuentos, con los tabúes, con la prohibición, con la censura. De los 34 “temas que no se pueden usar para escribir”, los primeros seis eran adivinables; “El sexo, la muerte, la política controvertida, la guerra o el derramamiento de sangre”. Está de sobra decir que una gran cantidad de buena literatura para niños quedaría inscrita en el libro negro de la censura para esta corporación. Otros de los puntos intocables eran igualmente previsibles; la religión, la xenofobia, la esclavitud, las armas nucleares, la hechicería, etcétera. Sin embargo, hacia el final de la invitación se enumeraban algunos temas prohibidos que le ponían el sello de censurado a todos los libros escritos por Janosch, Anthony Brown, Lygia Bojunga, María Gripe, Emilio Carballido, Juan Villoro, Triunfo Arciniegas y yo mismo, por no hablar de la industria Disney; “niños que enfrenten situaciones serias, los murciélagos, las arañas, las momias, el día de muertos, el baile, el rock, las golosinas, las películas, los días religiosos, los seres del espacio, los dinosaurios y las casas con alberca”. La lista es por sí misma elocuente como para abundar sobre las bondades libertarias y sus dones inquisidores. Estos tiempos, al menos en Occidente, que se quieren globales y universales, que preconizan como valores indiscutibles la democracia, la libertad de expresión y los derechos del hombre, que certifican a los gobiernos por su buena o mala conducta, encuentran en la censura un condón a la medida que preserve la futura vida de nuestros hijos. Si tanta


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sangre, tantas balas y tanta muerte se ve a diario en cuentos, el de las colecciones orientales y antiguas y, la televisión, en las primeras páginas de los diarios como decía Palmerin de Inglaterra, el fruto de oro y en la calle, ¿por qué meter a la literatura en la de la imaginación”. cárcel? ¿Para rehabilitarla? Cito a Juan Villoro, otro Quisiera contarles ahora una experiencia de los autores mexicanos que recibieron la invitación: relacionada con todo esto, con las cosas y las “Ahora, gracias a la Psychological Corporation, los situaciones serias, con el humor y, a fin de cuentas, niños de Estados Unidos pueden vivir como con los finales felices. Mi amigo David —lector voraz sudafricanos. Curiosamente, los corporativos no a los siete años que tenía entonces — me mandó utilizan la psicología para eliminar el delirio de de Barcelona un mensaje que me hizo reflexionar persecución sino para fomentarlo. En su gabinete de acerca de lo que escribo. Me contó su mamá que Viena, rodeado de reliquias griegas y de estupendo leyó de una sentada una novelita mía que yo le había humo puro, el doctor Freud definió al niño como enviado. Al terminar de leerla vino el mensaje: “perverso polimorfo”. En “Dile a Pancho que eso no se cambio, en los consultorios vale con los niños”. Tal cual con paredes de plástico, donde lo supe, tal cual se los refiero. se prohíbe fumar y se teme al ¿Qué es lo que no se vale con colesterol, los niños son vistos los niños? No necesité que la como criaturas a las que todo mamá de David me dijera cuál lo raro les perjudica”. era el trasfondo del mensaje. Con frecuencia me Lo sabía muy bien; no se vale preguntan —un padre de un final que no sea feliz o, familia, un maestro, un más bien no se vale un final reportero; nunca un niño— que apunta a que el triunfo que cual es el mensaje que de la justicia más elemental pretendo dejar con lo que se transforme sin justificación escribo. Ninguno, les respondo; alguna en una victoria de la nunca trataré de enseñar nada injusticia y el arbitrio. con mis atinos o desatinos que Supe también que David, no sea, sencillamente, contar después de pedirle a su madre un cuento. Es cierto que un que me diera el mensaje, se libro es utilizable; como arma puso a releer la novela (les Carátula de La princesa y el ascensorista, a para descalabrar al intruso digo que es un lector voraz). de E. Nesbit. Editorial Andrés Bello. o como ejemplo de lo que no Claro, mi amigo lo hizo con la debe escribirse ni leerse en diferencia de que la segunda la vida. Hay libros que nacen para ser usados; los vez, ya conocido el camino, podía prescindir de leer que pretenden ayudar a la superación personal, los el último capítulo, el desenlace de la historia. recetarios de cocina, los dedicados a la enseñanza, Después de él —a quien por cierto envío cuanto los manuales de taquimecanografía. escribo de inmediato y cuyas opiniones suelen La literatura nada tiene que ver con ese mundo interesarme más que las de mis colegas escritores— de papel y tinta. Los cuentos se agotan en sus propias he recibido otros comentarios similares, de niños historias, viven gracias a ellas; son, al fin y al cabo, y jóvenes, pero también de adultos, no se vale un lo que Bioy Casares —en complicidad con Borges final así. y con Silvina Ocampo—decía en su prólogo a la No les contaré aquí el argumento del libro. Que Antología de la literatura fantástica: “A un anhelo del sea suficiente decirles que el héroe es sometido a hombre, menos obsesivo, más permanente a lo largo una serie de pruebas, vence los obstáculos que le de la vida y de la historia, corresponde el cuento imponen y cae muchas veces, irremediablemente, en fantástico; al inmarcesible anhelo de oír cuentos; lo las trampas que le tienden “los malos”, todo ello con satisface mejor que ninguno, porque es el cuento de el propósito de ganar un premio fabuloso; al final,


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pese a haber triunfado, la corrupción y el engaño del mundo adulto lo dejan con las manos vacías. Lo dejan frustrado. Contaré aquí como se gestó esa novela y cómo fue que llegó a un final no feliz. El libro nació con una imagen: un muchacho de aproximadamente diez años sale de su casa para esperar el camión que, como todos los días, lo transporte a la escuela. En vez de camión, el niño se topa con un tanque de guerra, del que baja un soldado y le ordena que suba a bordo para llevarlo al cuartel. Con esta sola imagen estuve días y días dándole vueltas, haciendo apuntes y ensayando posibilidades. Lleve a mi personaje al cuartel, lo puse a hablar con un general, le di el rango de sargento y lo prepare para cumplir una importante misión dentro del ejército. Hasta allí todo cuadraba con la lógica dictada por un principio de esa índole, así como con el género hacia el que apuntaba esa situación inicial: la novela de aventuras. Adoptada una de las posibilidades, el primer borrador me llevó, sin quererlo, hacia un rumbo que a mí no me gustaba: la ciencia-ficción, género en el que todo es por inercia verosímil. Con la novela ya muy avanzada, en un mundo de seres extraterrestres muy poco convincentes, decidí dar marcha atrás, echar al archi-bote de la basura un buen número de cuartillas y volver al momento en el que le encomendaban al personaje una misión secreta e importante para las milicias. Había que empezar a escribir nuevamente la historia. En primer lugar, se ofrecía ante mí la oportunidad de lograr que el protagonista, con las pocas palabras que apenas tenía de vida, se identificara con el lector, estableciera una complicidad con él. Era además el principio ideal que podía llevarme a la novela de aventuras que me había propuesto, pese a que las reglas del juego incluyeran el designio de que el bueno debe vencer al malo y, con ello —falso didactismo que se cuela en la ficción—, preservar el orden social y moral, fórmula que al parecer sigue vigente desde el siglo XIX en las novelas históricas, policial y de aventuras dirigidas a niños y jóvenes. Sin embargo, conforme fue dándole vida a una nueva trama, vislumbre un desenlace en el que el bien triunfara, aunque con un ligero revés sorpresivo. En una isla paradisiaca metí al personaje a competir con otros niños y niñas, le di armas a

sus tramposos enemigos, establecí por el alianzas confiables, lo puse en situaciones de peligro y lo 1leve al esperado triunfo. Pero cuando iba a recibir la merecida recompensa a sus acciones, lo deje parado frente a la puerta de su casa, sin premio y sin la posibilidad siquiera de poder referir a alguien sus hazañas. Después del recado de David he tratado de pasar de la intuición que me llevó a adoptar un final así a la reflexión y al conocimiento. Para explicar este final, en primer lugar, vendría a la cabeza una razón que se antoja coherente con la realidad; así es la vida o, más bien, así puede ser la vida y, aún más, como se dice, así pasa cuando sucede. Sin embargo, no es esta una razón que me convenza en absoluto: la vida en la vida en nada se parece a la vida en los cuentos. La literatura, si persigue el disfrute de la ficción, se rige únicamente por las reglas que ella establece y gana o fracasa según esas normas y no otras que queramos imponerle. A menos que hablemos de esa “imaginación” didáctica que quiere vestir de literatura lo que simplemente es panfleto, enseñanza, propaganda ecologista o manual de buenas costumbres. En ella, la vigilia bien puede irrumpir en el sueño, como si una migraña, en vez del beso de un príncipe, despertara a la bella durmiente del bosque. El perro que aparece en El mago de Oz —y me refiero al perro que vive en el texto, en las palabras, y no en las imágenes a que se ha traducido en la plástica, el teatro o el cine— hace referencia al animal de cuatro patas que todos conocemos e identificamos por su ladrido. Es muy similar a otros perros que conocemos a través de “la realidad”. Sin embargo, en nada se parece al perro más real, al subjetivo: el perro con rabia que habita nuestras pesadillas o el perro que atropellé una noche o el perro que baño todos los domingos. Dicho en palabras de un discípulo de Lacan: cuando hablamos de la flor, a todos los humanos nos viene a la cabeza exactamente la misma imagen: mi tía Flor que murió en la flor de la vida. Otra razón tendría que ver con una ruptura: la historia de la literatura abunda en finales felices. En las escasas historias en las que esto no sucede, los desenlaces suelen ser traducidos (léase: traicionados), como en el caso de Caperucita roja, en la versión de los hermanos Grimm, dos siglos más tarde, unos leñadores acuden a las llamadas de auxilio, abren


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el vientre del lobo y rescatan de el a Caperucita y que utiliza a un niño para su provecho, indignados, a su abuela, completas, sin digerir, en una escena irritados, rabiosos. Identificados, en última por demás grotesca. Muchos de esos escasos finales instancia, con el personaje, que ha adquirido en la desdichados han sido cambiados, gracias a la imaginación una calidad de doble, del otro que es yo desinteresada pluma censora del mundo maduro, mismo y por el que tomo partido. Si el protagonista con el fin de no permitir que los futuros adultos ganara, lo acompañaríamos en su triunfo con los sepan a una tierna edad de los triunfos del mal. aplausos que solemos brindarle al ganador. Pero La narrativa contemporánea tampoco está si resulta burlado, hemos tomado la causa como exenta de este sino. Roald Dahl escribió una de las nuestra hasta las últimas consecuencias. Aunque grandes novelas de la literatura infantil, Las brujas, una de ellas consista, seguramente, en enojarse con con un final esperanzador pero, a fin de cuentas, el tipo que maquinó y escribió tal injusticia. Quizás triste, ya que el personaje a quien las malvadas el protagonista de Una semana en Lugano, he de arpías embrujan y convierten en ratón, ratón se reconocer, no merecía esa suerte. Pero en cuanto queda en la última página. Como muchas de sus al mensaje que David me envió, creo que un final obras, ésta también fue llevada así se vale sólo porque es una al cine, con la sorpresiva e invitación a vivir un momento injustificada transformación, de intensidad en el mundo de al término de la película, del los cuentos. simpático y valeroso roedor en el niño que era antes. La censura, pues, impuesta desde Francisco Hinojosa. arriba —la sociedad, el Estado, Nació en Ciudad de los padres, los maestros, los México, en 1954. Es poeta, editores, las corporaciones narrador y editor. Estudió la psicológicas— no ha permitido carrera de Lengua y literatura que estos finales lleguen a hispánica en la Universidad los lectores transformados en Nacional Autónoma de México. espectadores. Una gran parte de su obra ha Otra razón para justificar sido dedicada a los niños y un final no feliz tendría que jóvenes. Miembro del Sistema ver, en el caso de mi novela, Nacional de Creadores en 1994. con el espíritu lúdico propio A lo largo de su trayectoria del cuento y de la infancia. ha sido profesor y tallerista. Carátula de Non, non et non!, de Mireille Si la historia iba dibujando Ha impartido un taller para d’Allancé. su propio fin y de pronto Sin escritores de literatura infantil trasgredir las reglas, aparece en el International Borrad otro inesperado, el relato se convierte, quiere creer, Book for Young People. en un juego capaz de sorprender. Esa sorpresa, que habita en el fondo de la fantasía, tiene un lugar privilegiado en la ficción. Una última razón tendría que ver con las llaves. Un final feliz, por lo general, cierra la puerta del “había una vez” con él “y vivieron muy felices”. Por el contrario, un final triste, en muchas ocasiones da un portazo violento al tiempo que permite abrir una ventana a las emociones. Es por este lado por el que más me inclino: la literatura es capaz de producir en el lector, también, emociones y sentimiento diversos y no sólo la sonrisa alegre y el sueño tranquilo. Imagino a los lectores de esta novela llenos de furia, impotentes ante la arbitrariedad de un mundo



1998



Del rock a la novela de aventuras: la literatura juvenil y sus múltiples posibilidades María Elena Maggi ... queremos mostrar nuestro sonido, con mucha bulla e irreverencia. Queremos hablar de nuestros problemas, de los problemas de la gente... La P... Eléctrica (grupo de rock venezolano)

... Hacemos esto porque nos mueve el sentimiento y nuestras letras son el reflejo de ello, de lo que nos gusta, de lo que nos afecta... Spías (grupo de rock venezolano)

¿Quiénes son los jóvenes?, “el sturm und drang” o el segundo nacimiento

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ara comenzar a hablar de los jóvenes podríamos recurrir a la etimología de palabras como “adolescencia”, que viene de adolescere: crecer o desarrollarse hacia la madurez, y “pubertad”, de pubertas, edad viril, o “pubescencia”: pubescere: cubrirse de pelo o llegar a la pubertad, todas relacionadas con el inicio de una serie de cambios físicos o fisiológicos que se empiezan a dar en los seres humanos en una determinada etapa de la vida, que comprende desde la llamada pubertad (10 o 12

años) hasta la postpubertad o adolescencia final (los 20 e incluso 25 años).1 Sabemos que junto a esos cambios físicos, se dan otros de carácter más impreciso, pero tal vez más definitivos o determinantes, que tienen que ver con el medio social y cultural; por lo que esa etapa del desarrollo y sus ciclos pueden ser muy distintos de una cultura a otra. En este sentido podemos pensar en la distancia que existe, al menos entre nosotros, entre un muchacho de 12 y uno de 20 años, o la que puede existir entre un joven venezolano o colombiano y un joven sueco o inglés, aun cuando todos sean considerados jóvenes. En todo caso se llama adolescencia o juventud a ese lapso de unos diez años en los que se dan inusitados cambios, que abarcan desde el desarrollo físico: la menarquia en las hembras, las emisiones seminales en los varones y la posibilidad de procreación en ambos; y el desarrollo psicológico: con el inicio de operaciones formales o evolución del razonamiento deductivo e inductivo una mayor capacidad de análisis, abstracción, reflexión e introspección; hasta el aspecto social: el establecimiento de relaciones diferentes con los demás y con el entorno. Transformaciones importantes que tienen que ver con situaciones tan difíciles como el inicio y manejo del deseo sexual, la creación de la propia imagen 1  Para esta primera parte del trabajo he consultado fundamentalmente el libro El adolescente caraqueño de Carlos Noguera y Esther Escalona, cuyo primer capítulo se refiere justamente a la definición, delimitación y fases de la adolescencia, pp. 22-27


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corporal, la identidad y la autoestima, el desempeño de nuevos roles y vínculos sociales y la adquisición de un nuevo estatus dentro de la sociedad. Proceso que, a su vez, de alguna manera, nuestra civilización occidental actual reprime, retarda o posterga, haciéndolo más difícil. Por ello, esta significativa etapa de la vida, de profundísimos y dolorosos cambios, ha sido definida por dos autores, —entre muchos de sus estudiosos—, con frases poéticas y de gran fuerza, que dan justamente esa idea de turbulencia, desgarramiento y renovación: a principios de este siglo Stanley Hall, el llamado “padre de la psicología de la adolescencia”, utilizo el término “sturm und drang” que quiere decir “tormenta y tensión” 2, y anteriormente Rousseau, en el siglo XVII, se refirió a ella como “segundo nacimiento”:

De allí la existencia de las llamadas “ceremonias de iniciación” o “rites de passage”, que con características distintas, se han dado o se dan en determinadas civilizaciones y épocas, y cuya función es de alguna manera aliviar o acelerar esa transformación. De allí también todo lo que tiene que ver en nuestra cultura occidental con la llamada “brecha generacional”, la “crisis de identidad” o “la rebeldía” de los jóvenes, tan patente en la época actual. Porque este “segundo nacimiento” del que hablamos, esta expansión o búsqueda de independencia y autonomía del ser humano, no ocurre sin dolor, y esa etapa suele estar signada por los conflictos entre el adolescente, los miembros de su familia y la sociedad en la que está inmerso. En general la población de nuestros países latinoamericanos está formada en un alto porcentaje por jóvenes. Pero, ¿quiénes son esos jóvenes o en qué situación se encuentran? Alguna idea de ello la pueden dar las estadísticas, y aunque sólo manejemos las de Venezuela, creemos que la situación en nuestro país es similar a la de otros países latinoamericanos, por lo que nos gustaría exponerla y contrastarla. Venezuela es un país de gente joven: el 70% de sus

habitantes es menor de 30 años y el 5% menor de 19. Pero en ese país de gente joven hay un 40% de la población en situación de pobreza crítica, en un 30% de los hogares falta uno de los padres (generalmente el padre) y el 28% de los hijos son ilegítimos, por lo que en la actualidad hay un alto índice de “deserción” escolar —mejor llamada expulsión o exclusión—, y por tanto un gran número de jóvenes que no estudia. De cada 100 niños que entran a la educación primaria, sólo 15 o 10 salen del bachillerato y 1 llega a la Universidad. La delincuencia juvenil representa el 50% de la delincuencia general; existe un alto consumo de alcohol y drogas, y los más adictos a ellas no alcanzan la mayoría de edad. Finalmente, el suicidio es la segunda causa de muerte entre los 15 y 24 años, después de los accidentes de tránsito, que son en gran parte también una forma de suicidio, y en las famosas listas de muertes violentas de los fines de semana, aparece un gran número de jóvenes, sacrificados muchas veces por un par de zapatos de marca, y como si esto fuera poco, el fenómeno de los llamados “muchachos de la calle” ha aumentado dolorosamente en los últimos años, calculándose hoy en miles sólo en la ciudad de Caracas.4 Podemos decir entonces que existe un gran porcentaje de la población juvenil en situación de marginalidad, con pocas posibilidades de estudio. En el mejor de los casos muchos de estos jóvenes se han visto obligados a trabajar desde pequeños para subsistir, y en el peor, se integran a bandas o grupos de delincuencia o narcotráfico que existen en y fuera de los barrios. Hay también un porcentaje de jóvenes que pertenece a las clases media o alta, que cuentan con posibilidades de estudios, y que sobre todo en las ciudades constituye una especie de subcultura con una gran influencia de los medios de comunicación —que imponen ciertas formas de comportamiento y de relación—, y quienes disfrutan de una serie de privilegios, muchas veces de una especie de ocio precoz o mal entendido. Tal y como concluye el psicólogo venezolano Carlos Noguera, podemos decir que no existe un prototipo único de joven venezolano o latinoamericano, sino que debido a factores biológicos, sociales y culturales “hay varios paradigmas de adolescencia que coexisten entre nosotros”.5

2  Ibíd. p. 29-30 3  Ibíd. p. 27-28

4  Datos tomados del mismo libro y de la prensa venezolana. 5  Ob. Cit. Pp. 357 - 358

...al lado de una primera génesis que nos crea como seres humanos, tendríamos que contar con una segunda que nos refrenda como hombres y mujeres...3


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Así que podemos encontrar, desde jóvenes los medios de comunicación, responde más que a un estudiantes y trabajadores —dependientes de desinterés intrínseco o caprichoso de los adolescentiendas, bancos y oficinas—, hasta delincuentes tes, a todo un contexto que así lo determina. y narcotraficantes, desde deportistas —algunos En primer lugar, en nuestro país como seguramuy arriesgados que vuelan en Ícaro o parapente, mente sucederá en otros de América Latina, se ha hacen rapel o buceo—, músicos o artistas talentosos, puesto en evidencia el fracaso de un sistema educahasta jóvenes ociosos y desorientados. Muchachos y tivo cuya calidad se ha visto desmejorar aceleradamuchachas que hablan incansablemente por teléfono, mente durante las últimas décadas, y cuyos princio se instalan frente al televisor o la computadora por pales vicios o problemas, señalados insistentemente horas, que están pendientes de la moda, escuchan por estudiosos e investigadores, pueden resumirse música de manera estridente o permanecen absortos en los siguientes aspectos: una educación no innovaen sus walkman, que asisten religiosamente los dora o demasiado rígida, alejada de la realidad y de fines de semana, casi siempre la vida del estudiante, centraen grupo, al cine o a la playa da en la transmisión de infor—así sea en lujosos rústicos o mación del profesor al alumno en autobusetes—, y a los cafés, y en la figura autoritaria de discotecas y locales nocturnos, este, con programas de estuque bailan frenéticamente dio inadecuados, estrategias o enloquecen por ir a los y metodologías de enseñanza conciertos de Rubén Blades, rutinarias y equivocas, con una Phil Collins, Sting, Carlos Vives, escasa o incipiente formación Café Tacuba, Los Pericos, Soda de los docentes, a lo que muStéreo, Los Aterciopelados chas veces debe sumarse la o Servando y Florentino, carencia de materiales didácenumeración de acciones que ticos, e incluso de espacios o en ningún momento pretende lugares apropiados. descalificarlos, sino todo lo En segundo lugar, en el contrario, que constituyen una caso específico de la enseñanexpresión de su vitalidad o za y el aprendizaje de la leninmensos deseos de vivir. gua y la literatura, se ha apunPero es hora de que nos tado que, justamente, el hecho Carátula de Cuando los cuentos crecen, preguntemos: ¿Esos muchachos de que muchos de nuestros de Evelyn Ugalde. leen alguna vez? o, mejor jóvenes se encuentren en una dicho, ¿les gusta o disfrutan la situación de lectura vacilante o lectura?, ¿les interesan los libros? Es más, ¿pueden analfabetos funcionales, se debe en gran medida a llegar a ser buenos lectores?, ¿qué hacemos con ellos las prácticas pedagógicas inadecuadas a las que son en las aulas de los colegios o liceos? sometidos desde los primeros años de educación básica, como: la lectura en público para penalizar errores; la insistencia en la copia y el dictado para Los jóvenes y la crisis de la lectura penalizar la ortografía; la utilización de la lectura como castigo, la tortura de las inapropiadas y excesiHoy más que nunca se escucha decir —general- vas tareas; el énfasis en la enseñanza de la gramática mente recriminándolos—, que nuestros jóvenes no en perjuicio de la lectura comprensiva y gozosa; lo leen, peor aún que están llegando a la Universidad extemporáneo e inadecuado de muchas de las obras sin saber leer ni escribir bien. Pero lo que nos intere- literarias incluidas en los programas y su carácter de sa demostrar es que este hecho, que en nuestro país obligatoriedad; el uso de metodologías complejas ha sido corroborado con encuestas y cuestionarios de abordaje de los textos (la estilística, el estructua los propios jóvenes, con el testimonio de muchos ralismo, la semiología, etc.); la insistencia en la medocentes, y que incluso se hace patente a través de morización de aspectos secundarios o irrelevantes, y


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la imposición de interpretaciones unívocas y rígidas de esas obras literarias. En este sentido Laura Antillano, como otros docentes universitarios, ha afirmado que muchos estudiantes no llegan a superar la fase de “apresto” instrumental de la lectura, y sostiene al igual que Roberto Hernández Montoya6, que “la fobia a la lectura está fundamentada en la misma enseñanza de la literatura” y que “la falla está en la concepción de eso que en los programas de educación llaman Literatura”.7 Debemos entender que no se trata entonces de proporcionar al alumno una lista de obras, autores, fechas y consideraciones críticas con las cuales no va a hacer absolutamente nada más que experimentar unos aterradores dolores de cabeza nacidos de la angustia de memorizar. Sabe interiormente que lo que supuestamente aprende lo olvidará en unos días y además no tiene nada que ver con su vivencia cotidiana, con eso que él puede llamar la “vida”.8 Porque además de la gran cantidad de información irrelevante y del aprendizaje memorístico, existe un conflicto fundamental entre las exigencias educativas y los intereses de los adolescentes, un verdadero divorcio entre las lecturas que se les exigen en el bachillerato y su vida. Antillano ilustra muy bien esto al comentar la película venezolana El Rebaño de los Ángeles, en la cual la protagonista, una muchacha estudiante de liceo, debe presentar una exposición sobre la novela María de Jorge Isaacs, cuando en realidad se está enfrentando al acoso sexual e intento de violación de su padrastro.9 Pero la crisis de la lectura en la adolescencia, aun cuando es más aguda en nuestros países debido a las fallas del sistema educativo y a los graves problemas socioeconómicos, se da a nivel mundial, y en este sentido es muy interesante la opinión del crítico y estudioso de literatura infantil y juvenil francés, Marc Soriano, quien habla de tres tipos de “no lectores” dentro del estamento de los jóvenes: los que no leen porque no han logrado dominar los meca-

nismos de la lectura, los que sólo utilizan la lectura para adquirir conocimientos, y los que considera más interesantes y llama “lectores virtuales”: aquellos que no leen porque no les satisfacen los libros que se les ofrecen, que “se niegan a leer y piden a voces libros de otro tipo, libros que aborden por fin los poblemas que les interesan”.10 El poeta y profesor universitario venezolano Rafael Cadenas, se ha referido con gran lucidez a este problema de la enseñanza de la literatura entre nosotros, reclamando como una necesidad el transmitir a los jóvenes el goce y disfrute de la lectura para formarlos como lectores, y propone una estrategia que consiste en comenzar con la lectura de obras de autores contemporáneos, más cercanos a su sensibilidad y sus experiencias, para luego introducirlos en la lectura de los clásicos11. Curiosamente Soriano coincide con este planteamiento al hablar de los libros que podrían interesarle a los jóvenes franceses:

6  Hernández Montoya se ha referido a ello en sus libros La enseñanza de la literatura y otras historias y La literatura secundaria. 7  ¡Ay! que aburrido es leer,: p. 24 8  Ob. cit., p. 25. 9  Ídem.

10  “Lecturas de los preadolescentes y adolescentes” (artículo) p. 58. 11  En su conocido libro En torno al lenguaje, especialmente en los capítulos: “La gramática contra la lengua” y “Lenguaje y Literatura”. 12  Ob. cit..

...nuestra enseñanza se empeña obstinadamente en presentarles la lectura, la literatura, como prácticas intemporales. Los “clásicos”, expresión de sociedades pasadas que sólo hallan su verdadero sentido en relación con ellas, se separan de su contexto y se estudian desde una perspectiva estrictamente estética, como si el objetivo final de la enseñanza del trances fuera formar críticos literarios, profesionales de la literatura (...) los únicos que llegan a conmover realmente al adolescente son los libros actuales en el sentido amplio del término; es decir, aquellos que le permiten situarse en su época y en su medio, que le ayudan a comprender mejor ese medio y a descubrir sus posibilidades.12 E insiste en la importancia, por una parte, de tener conciencia del problema, y por otra, de


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partir, para la propuesta de lecturas y libros, de la consideración de ese mundo afectivo y de intereses de los jóvenes: El primer “truco” (si bien todos sabemos que no lo es), consiste en conocer bien al adolescente que no lee, es saber qué factores han intervenido para alejarlo de la lectura y en determinar, con o sin él, la lista de los temas que le interesan. El interés por la lectura existe raramente “en general”. Es necesario partir de motivaciones afectivas del adolescente y derivarlas hacia la lectura.13

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pueden convertirse en “verdaderos lectores”, a raíz de experiencias efectivas y “vivas” de lectura, en oportunos y determinados momentos.

Del rock y el graffiti a la poesía

Se dice frecuentemente que los jóvenes están alejados de la lectura, lo que en general podríamos aceptar por toda la problemática anteriormente expuesta, pero también suele afirmarse que están alejados de la literatura o específicamente de la poesía, lo que ya no es tan fácil de aceptar. Creo que para demostrar lo falso de esta aseveración bastaría con detenernos ante dos hechos: Es por ello, que aun por una parte, la facilidad con cuando sabemos que los que los jóvenes se aprenden problemas relativos tanto al de memoria o hacen letras sistema educativo como a la de canciones, reproducen o enseñanza de la literatura en elaboran un graffiti, y por nuestros países, brevemente otra, la gran carga poética enumerados aquí, dependen de que tienen muchas de estas muchos factores, y conforman composiciones. un panorama complejo, difícil Si sólo tomáramos al azar de transformar de manera algunas de las canciones de general e inmediata, también moda que escuchan los jóvenes estamos conscientes —porque en la radio, armaríamos lo hemos experimentado—, una muestra representativa de la urgente necesidad de de esa peculiar y verdadera emprender un cambio en Carátula de Graceling o dom de Katsa, de poesía, incluso analizándola nuestras aulas, y de la acción Kristin Cashore. Editorial Alfaguara. independientemente de la educativa que puede llevar a música. Podríamos citar a cabo un docente inquieto y creativo ante y con su grupo de alumnos, poniendo músicos que se mueven entre el rock y la canción de en práctica una estrategia que puede ser la clave para protesta, como los argentinos Charli García y Fito convertir a los jóvenes en lectores o enamorarlos de Páez, el grupo chileno Los prisioneros, o algunos los libros y la lectura, y que consiste —tal y como han de los grupos que se han reunido en nuestro país apuntado estos especialistas—, en hacer confluir el bajo el término de “Nuevas Bandas”, para revisar sus mundo afectivo de los adolescentes, sus intereses canciones desde ese punto de vista. A veces sus letras y motivaciones, con la gran variedad y excelente consisten en la expresión de un sentimiento amoroso literatura que está a su alcance en el mundo de o encierran historias breves, otras se convierten en hoy, aun cuando en su mayoría esta no esté en los denuncia y toma de partido ante situaciones sociales, programas de estudio. Porque muchos de estos lo que las hace cercanas al panfleto o la poesía política. jóvenes que hoy pueden parecernos indiferentes o Desde el punto de vista formal, generalmente desinteresados son, en realidad, lectores potenciales ofrecen un lenguaje muy coloquial, con inclusión de o “lectores virtuales” como los llama Soriano, y vocablos específicos de la jerga juvenil, alcanzando en algunas oportunidades un verdadero vuelo, con una sustancial carga de imágenes poéticas. 13  Ob. cit. p. 50


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Porque en realidad estos músicos son herederos de toda una poesía que viene por la vía de la canción —sin querer remontarnos a los aedas griegos o los trovadores medievales—, desde los años sesenta con figuras como los Beatles y Bob Dylan, los cantautores españoles Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina o los cubanos Pablo Milanés y Silvio Rodríguez; y también, de cierta manera, son herederos de la poesía de la “beat generación” norteamericana, con ingredientes como la ironía, el humor negro, el desenfado y la transgresión. Por ejemplo Fito Páez en una hermosa canción titulada “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, con el uso de metáforas sencillas y del consabido estribillo, refleja un sentimiento verdaderamente juvenil, esas inmensas ganas de cambiar el mundo, en pos de mayor justicia y paz: Quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón, tanta sangre que se llevó el río, yo vengo a ofrecer mi corazón. (...) Luna de los pobres siempre abierta, yo vengo a ofrecer mi corazón, como un documento inalterable, yo vengo a ofrecer mi corazón. Y uniré las puntas de un mismo lazo, y me iré tranquilo, me iré despacio, y te daré todo y me darás algo, algo que me alivie un poco más. Cuando no haya nadie, cerca o lejos, yo vengo a ofrecer mi corazón, cuando los satélites no alcancen, yo vengo a ofrecer mi corazón. Y hablo de países y de esperanzas, hablo por la vida, hablo por la nada, hablo de cambiar esta nuestra casa, de cambiarla por cambiar no más. Quien dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón. En cambio hay otras canciones cuyas letras encierran un nivel mayor de complejidad, tanto en las ideas que se expresan como en la riqueza y

elaboración de un lenguaje que está lejos de ser “sencillo” o “simple”. Esto ocurre con la canción “Mar antiguo” del grupo español El último de la fila, en la que sus integrantes hablan del desarraigo, del abandono y el reencuentro con el paisaje y la cultura andaluza, con frases y metáforas que reflejan la herencia de la poesía lorquiana: Dejé la estepa cansado y aturdido: pasto de la ansiedad, no hay otros mundos pero si hay otros ojos aguas tranquilas en las que fondear Mar antiguo, madre salvaje, de abrigo incierto que acuna el olivar, muge mi alma confusa y triste: ojos azules en los que naufragar. (...) Mar antiguo, dios salvaje de la encina y del gris olivar Canciones que cantan y se aprenden nuestros jóvenes, complacidos y, por supuesto, sin ninguna dificultad. Ahora bien, aunque ya se han realizado experiencias en las que pedagogos y promotores de la lectura propician el acercamiento de los jóvenes a la poesía a través de la música, al transcribir, recopilar, descomponer y crear canciones, investigar sobre la canción, su estructura e historia, o ahondar en la, vida y trayectoria de determinados músicos, sin duda esta es una de las actividades que se debería generalizar en nuestro medio, válida para mostrar al joven ese vínculo fundamental entre vida y poesía, placer y literatura. Por otra parte, retomando la idea de Cadenas y Soriano, sin duda será mucho más factible para nuestros jóvenes el acceder a un tipo de poesía contemporánea que captará su atención de inmediato, tanto por su estilo y tono —de un lenguaje directo, coloquial, cercano al de la canción—, como por los temas que aborda: el amor o el desengaño amoroso, la cotidianidad y la


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ciudad, la experiencia poética, el paisaje, las ansias de libertad y justicia o la crítica social. Pueden ser entonces muy llamativos para ellos, poetas latinoamericanos contemporáneos, como los chilenos Pablo Neruda y Nicanor Parra, los venezolanos Rafael Cadenas, Víctor (el chino) Valera Mora, William Osuna o los dadaístas colombianos, y ser muy contundentes libros como Poemáquinas esa extraordinaria antología de iniciación a la poesía realizada por Darío Jaramillo Agudelo.14 En este sentido quisiera citar los libros de Miguel James: Mi novia ítala come Flores, Albanella, Tuttifrutti, Blanca y las otras y La casa caramelo de la bruja,15 cuya poesía de tono narrativo que recrea formulas de la canción —repetición de frases, palabras y uso del estribillo— y hace alusión a cantantes, como Bob Marley, Djavan o los Beatles, tiene una aceptación casi inmediata entre los jóvenes, debido a sus características formales y a la fusión de cierto candor, inocencia o frescura, con la parodia y la irreverencia, patente en estos consejos para enamorar a una muchacha:

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Dile que es una bella señorita Que parece una princesa de hadas Luego cántale una canción apasionada Cántale una balada Pero te bañas y cepíllate los dientes Antes que nada. Igualmente, la capacidad de transmitir una idea con inusitada lucidez, humor y, a veces, con verdadera poesía, que tiene una expresión como el graffiti, puede servir para aproximar a los jóvenes a formas poéticas o filosóficas breves, como el haiku o haikai o el aforismo, y a un tipo de poemas en los que la grafía es determinante, como los caligramas. En fin, un ejercicio de invención de graffittis o de investigación sobre las desenfrenadas pintas de las paredes, puede dar pie para hablar a los jóvenes de la poesía oriental o de los poemas de José Juan Tablada, Vicente Huidobro o Ramón Gómez de la Serna.

Libros-juegos, juegos de Primero Carátula de The Snowy Day, de rol e historietas Toma una flor de un jardín Ezra Jack Keats. y dásela Dile que es para adornar En la actualidad existen su cabellera libros que pueden ser muy Después atractivos para los jóvenes como los llamados librosRegálale un bombón con una nuez en el juegos, en los que a la manera de Rayuela de Julio centro Cortázar, el lector decide el orden de la lectura (Esto nunca falla, te lo aseguro) y/o “participa” activamente en la solución de las Mírala a los ojos historias. Este es el caso de los libros del alemán Y dile que se te pierden los tuyos Wolfang Ecker, entre ellos El hombre de negro que, mirándola inspirados en la novela negra, le ofrecen al lector varios casos detectivescos que debe resolver, cuyas 14  Excelente y breve selección que incluye desde poetas soluciones encontrará solo al final del libro. También como Ezra Pound, Jacques Prevet y Antonio Machado a en esta misma línea están aquellos del estilo “Elige tu importantes poetas latinoamericanos como Blanca Varela, propia aventura”, en los que el lector es protagonista José Emilio Pachecho, Gabriel Zaid, e invita al lector a de la historia y maneja al azar, lanzando dados o adentrarse a otras lecturas —poemas o novelas— vinculadas a cada tema. por intuición, escogiendo un capítulo o un héroe, el 15  Nacido en Trinidad vive en Venezuela hace más de veindesarrollo de las acciones, el final de los personajes te años y sus libros han sido editados por Fundarte.


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y de la historia. Obras que reproducen los motivos y la estructura de las novelas de caballería presentes también en muchos video-juegos, que aun cuando generalmente no posean gran calidad literaria, llaman mucho la atención de determinados jóvenes, induciéndolos a aproximarse a los libros y a la lectura. Este mismo principio dio como resultado una gran producción de lo que se ha llamado Juegos de Rol.16 Así, en estos juegos cuyos temas son la aventura, el terror o la ciencia-ficción y a los que se han llevado obras como El señor de los anillos de Tolkien y relatos de Lovecraft, uno de los participantes funge de maestro o director, traza la aventura o argumento, y cada uno de los jugadores debe adoptar o crear un personaje y diseñar su estrategia para lograr la meta, lo que lleva a cabo utilizando al máximo los poderes o habilidades de su personaje y algunos recursos como conjuros u objetos mágicos. De manera parecida a un jugador de ajedrez, el joven debe poner en funcionamiento su ingenio e inteligencia. Aunque estos juegos no puedan considerarse exactamente libros, sino que entrarían en la clasificación de obras literarias en otros soportes (juegos, CDROM), es curioso, por una parte el entusiasmo que despiertan en algunos jóvenes, tal vez justamente porque les ofrecen esa posibilidad lúdica de asociación de la literatura con el juego que desde siempre le ha sido negada en la escuela o liceo. Por la otra, llama la atención la forma en que casi de una manera natural, a través de estos juegos los participantes asimilan la estructura y los elementos de la novela de aventuras, la figura del héroe y el significado y función de los personajes, por lo que no dudamos en considerarlos un buen recurso para la enseñanza amena de estos temas. De igual manera los comic, comiquitas o historietas, justamente por estar al margen de la educación formal, siguen siendo muy atractivos 16  Entre los que he revisado se encuentra Relatos de la lanza, una trilogía formada por: Tiempo de dragones, Llega el tiempo de los héroes y Los reinos olvidados, especies de juegos de mesa en los que deben participar de cuatro a doce jugadores, y que generalmente consisten en un libro, uno o varios tableros, dados, y una serie de tarjetas de personajes, en las que se describe a cada uno de ellos: nombre, aspecto, características, historia y habilidades.

para los jóvenes, quienes en su mayoría los manejan desde niños. Es muy probable que todavía lean a Snoopy, Asterix, Olafo o Mafalda —estos últimos no precisamente lecturas infantiles—, pero también que empiecen a sentir atracción por otro tipo de comic de ciencia ficción, o de temas más ácidos como la política o el sexo. Actualmente existen comic, de una excelente calidad, de temas muy actuales y novedosos, que pueden convertirse en lecturas muy significativas. En este sentido me gustaría mencionar el excelente libro Cuando el viento sopla del inglés Raymond Briggs que constituye un alegato contra la guerra nuclear —y sabemos que muchos jóvenes se inclinan por estos temas—, o el muy curioso del autor brasilero Ziraldo, titulado El chico de la historieta, en el que un niño que vive en una historieta se escapa de ella y queda encerrado en el reino de las palabras, cuya salida debe descubrir. Este argumento le permite al autor, primero jugar con todos los elementos del comic, ofreciendo y descomponiéndolos ante el lector —recuadro, globos, colores, ruidos, sonidos u onomatopeyas—, y con sus temas —los superhéroes y la ciencia ficción— y, después, armar un texto que comienza con letras muy grandes que se van haciendo cada vez más pequeñas, para explicar que “las palabras son y no son las cosas”, y mostrar al lector el poder y esplendor del lenguaje que está en el principio de todo. Una antihistorieta, que también constituye un homenaje a las historietas, entrañables lecturas de niños y jóvenes.

La narrativa: del realismo y los conflictos juveniles a la novela de aventuras Aunque ya hemos anotado algo acerca de la polémica que despierta el tema de las lecturas adecuadas para los jóvenes, quisiera citar a una escritora francesa como Jacqueline Held, quien aboga no sólo por ofrecerles una literatura contemporánea o actual, sino por libros que aborden específicamente los problemas o conflictos del adolescente: ... sólo hablando a los jóvenes de hoy de su mundo y de sus problemas puedo esperar llegar a ellos y conmoverlos.


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... Desarrollar la imaginación de los jóvenes, sí, y hacerlos soñar; pero no en una perspectiva pretérita de sueño-evasión, sino a partir del mundo moderno y de los problemas que ese mundo plantea necesariamente a los hombres que serán mañana.17

Ford Coppolla; María Gripe con El túnel de cristal; Katherine Paterson con Un puente hasta Therabithia, o Myron Levoy con Tres amigos, de las que al menos dos tocan el tema de la huida o abandono de la casa familiar.18 Es por ese necesario y espontáneo proceso de identificación del joven lector con los sentimientos y conflictos de protagonistas similares a él, por lo que seguramente una de las novelas que más llama En este sentido, de manera creciente durante las la atención o “agarra” a los jóvenes en el repertorio últimas décadas, se ha desarrollado una tendencia de lecturas del bachillerato venezolano es Piedra de editorial y toda una literatura que se centra en el mar de Francisco Massiani, pues en ella “Corcho”, joven como protagonista; ha un tímido muchacho, intenta sido llamada “literatura de escribir una novela en la que crecimiento” o de desarrollo narra episodios de su vida y personal, y que trata temas la de sus amigos. Y también “difíciles” o problemas como la que Alfredo Bryce Echenique incomunicación y las relaciones se cuente entre los escritores conflictivas con los padres, el latinoamericanos preferidos divorcio de estos o la disolución por los jóvenes, con libros familiar, los primeros amores o como Un mundo para Julius o relaciones sexuales, la guerra, Crónicas personales, que tienen el racismo, e incluso tópicos que como tema y sustento su habían sido tabúes como el del propia vida y gran parte de suicidio o la homosexualidad. sus experiencias juveniles, y Podríamos citar una novela en la que hace uso magistral breve que trata justamente del humor y el desparpajo. de esa transformación de la Igualmente la necesidad de adolescencia: Mi amigo Lukibuscar respuestas a situaciones live de la escritora austriaca sociales que los afectan, puede Christine Nöstlinger, en la verse reflejada en la curiosidad que se narra, de manera que sienten muchos jóvenes Ilustración de Omar Figueroa “Turcios”. amena y divertida, con algunos por la lectura de libros de momentos dramáticos, la corte testimonial o periodístico transformación de un joven que, a raíz de haber como El retén de catia o Soy un delincuente.19 pasado unas vacaciones en Inglaterra, decide Pero no hay que olvidar que este tipo de narrativa cambiar su forma de ser; su manera de vestir lo es sólo una opción para el joven lector y no la única. convierte en un ser estrafalario a los ojos de los A esto se refería la crítica española Felicidad Orquín adultos, y su determinación de decir siempre la al advertir sobre muchas novelas “de crecimiento” o verdad lo lleva a afrontar una serie de conflictos con “temas juveniles” que no poseen verdadera calidad sus profesores y amigos. También en esta línea de literaria, y también sobre el peligro de encerrar al la literatura de conflicto son una referencia autores como Peter Härtling con Theo se larga o El viejo John; Susan Hinton con libros como Rebeldes y La 18  A excepción de El túnel de cristal de María Gripe, estas ley de la calle, que se desarrollan en los suburbios novelas han sido publicadas en español, en la colecci6n Juvenil Alfaguara, entre 1984 y 1991. neoyorquinos y han sido llevados al cine por Francis 19  En este sentido de las necesidades e intereses de lectu17  En “Cómo nace un libro juvenil”. Revista Parapara, N° 6, p. 25-35

ra de los jóvenes es esclarecedor y conmovedor el artículo de Bruno Renaud, quien ha trabajado por muchos años en barrios o zonas marginales.


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joven en una especie de “ghetto cultural”, en el que sólo se le ofrezcan libros concebidos especialmente para ellos.20 En el caso de Lygia Bojunga Nunes, aun cuando su narrativa toma elementos del realismo y retrata situaciones de conflicto: el abandono de una madre a sus hijos en el cuento “Adiós”, las grandes diferencias sociales de Brasil que se manifiestan en relatos como “El bistec y las palomitas”, en el que un niño de clase media y uno de las favelas establecen una sutil y hermosa amistad, en los sueños y andanzas de Alexander un pequeño “buscavidas” de las playas de Copacabana en la novela titulada La casa de la madrina, o la profunda interrogación que se hace un niño ante un hecho como el suicidio en Mi amigo el pintor, trasciende cada una de estas anécdotas para explorar el mundo interior, psicológico y afectivo de niños y adolescentes y volcarse a la fantasía e imaginación, otorgándole al conocimiento propio, a la autonomía y a la creación el poder y sentido de la vida. La riqueza formal de su literatura que se podría resumir en aspectos como: la creación de una perfecta e invisible estructura por la que se mueven sin tropiezo sus singulares y atractivos personajes, que incluyen personajes humanizados como el pavo real que recita o “la gata de la capa” de La casa de la madrina, la maestría en el manejo de los diálogos, la incorporación de juegos de palabras, cancioncillas, breves poemas, cartas o esquelas, el manejo del tiempo alejado de las convenciones cronológicas, la incorporación de motivos con una gran carga simbólica, como el mar que siempre es un elemento liberador, y el profundo cuestionamiento que sin caer en maniqueísmos hace a aspectos como la alienación del ser humano, el poder, el autoritarismo, el machismo o la violencia, además de expresar su habilidad en el manejo de los recursos narrativos, significa un respeto hacia el joven lector que puede encontrar en sus obras, además de un inmenso placer, ese diálogo con y sobre el mundo que lo rodea. No en balde esta escritora brasileña tiene el mérito de ser la única latinoamericana que hasta el momento se ha hecho merecedora del premio Hans Christian

Andersen, otorgado por la Ibby (Organización Internacional del Libro Infantil y Juvenil) a los mejores autores del mundo en esta área.21 No es gratuito tampoco que una serie de obras que se dieron a conocer a partir del siglo XIX, como La isla del tesoro de Robert Luis Stevenson, Viaje al centro de la tierra, La vuelta al mundo en ochenta días o Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne, El capitán tormenta y Los tigres de Malasia de Emilio Salgari; o Las aventuras de Huckleberry Finn de Mark Twain, junto a otras novelas policiacas, de misterio o del oeste, que han conformado la llamada “literatura de géneros”, todavía se sigan leyendo y reciban el apelativo de clásicos juveniles. Justamente para entender la fascinación que ejercen esas obras sobre sus lectores, es imprescindible leer “un libro sobre libros, un libro sobre el amor a los libros y sobre la fuerza absorta de leer”, calificado así por su propio autor, como es La infancia recuperada, en la que Fernando Savater habla de esa simpatía o atracción que siente el joven lector ante la figura del héroe y el tema de la aventura o del viaje. El carácter iniciático de las novelas de aventuras que tienen un viaje por argumento es ampliamente conocido incluso por los críticos más reacios a la mitologización de la narrativa. Bien mirado, el ochenta por ciento de las aventuras reviste explicita e implícitamente la forma de un viaje, desglosable siempre con suma facilidad en pasos hacia la iniciación. El esquema es obvio: el adolescente, todavía en el ámbito placentero de lo natural, recibe el llamado de la aventura, en forma de mapa, enigma, relato fabuloso...22 En este sentido he tenido la experiencia de dar a leer a grupos de jóvenes un libro como El mundo perdido de Arthur Conan Doyle23, una

20  Revista Clij; por eso quisiera referirme tanto a un tipo de obra fuera de serie, que escapa a cualquier encasillamiento, como es la narrativa de Lygia Bojunga Nunes, como a un tipo de libro que desde siempre ha captado poderosamente la atención de los jóvenes: la novela de aventuras.

21  Además de recomendar ampliamente todos sus libros desde Los compañeros publicada en 1971 hasta las más recientes Fazendo Ana Paz y Paisagen, remito a la lectura crítica de su obra realizada por Eliana Yunes, Laura Sandroni, Vera Maria Tietzman publicadas en la Revista Latinoame­ ricana de Literatura Infantil y juvenil de la Ibby Latinoamérica, No. 1. 22  La infancia recuperada. p. 60. 23  Existe una excelente edición de la colección Tus libros de Anaya, pero he utilizado una edición venezolana titulada Ve­ nezuela. El mundo perdido, con prólogo de Ruth Capriles y fotografías de Charles Brewer Cartas, Ediciones Bexeller, 1987.


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novela narrada magistralmente que, además de presentar el tema de una aventura que se desarrolló en nuestro continente, posee las dosis precisas de suspense tensión y flemático humor inglés. Su famosa anécdota en la que un periodista, el Sr. Malone, narra su aventura con el Profesor Challenger y otros investigadores ingleses en una expedición por el Amazonas que busca a los pterodáctilos, unos animales prehistóricos que se creían extinguidos, deja sin aliento a esos jóvenes estudiantes de bachillerato en ciencias que no tenían en principio mayor interés por la literatura, quienes manifestaron no poder soltarla hasta leer el final —algunos a altas horas de la madrugada—, y dejaron como testimonio de esa fascinación párrafos como estos:

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La literatura Juvenil como un abanico de posibilidades Llegados a este punto, después de abordar solo una parte de un repertorio de lecturas que en su mayor parte no están contempladas en los programas de estudio, —al menos los vigentes en Venezuela—, muchas veces desconocidas o ignoradas por los docentes —sin que por ello se desechen obras ya incluidas en el currículum escolar—24, creo que podemos afirmar que la literatura para jóvenes o la que nos puede servir para seducirlos, es un mundo rico y múltiple a la vez que permeable o ambiguo, pues como dice el mismo Savater:

La literatura juvenil, si queremos conservar este rasgo característico, ... por sus dotes fantásticas es precisamente esa le permite a uno extender amalgama de posibilidades su imaginación hacia cosas más dispares, la insólitas, que en realidad simultaneidad vertiginosa no ocurren, como pensar y sin criterios de ridiculez, que en estos momentos sublimidad, información, sobre el casco de la parodia, magia... Los ciudad, estuviera volando intentos de podar esa un pterodáctilo, en vez de jungla en nombre de una paloma. cualquier magisterio y Manuel transformarla en jardín o gimnasio suelen ¿Estaría en lo cierto el estar afortunadamente Carátula de La vuelta al mundo en 80 días, Profesor Challenger? Ahí de Julio Verne. condenados al fracaso allí quedan estas interrogantes donde el vicio de la lectura para que la imaginación ha prendido con auténtica fuerza. Pero del lector se pasee por ese mundo fantástico en los casos en que triunfe la mutilación y saque sus propias conclusiones. educativa, es siempre con pérdida no sólo Lisset del elemento espontáneamente juvenil, sino también y quizás ante todo, de lo La lectura, emocionante y apasionante a la que con más propiedad puede llamarse vez, logra que personas a las que no les gusta literario. la lectura, empiecen a sentir más ganas de leer, muy motivados, doy por seguro que la persona que lea este libro buscará otros libros del mismo autor. Puedo confiarles 24  No he mencionado o ahondado aquí en otro tipo de que no soy un lector asiduo, y ya me paso lecturas como pueden ser los textos de tradición oral —inesa idea por la cabeza. cluso cuentos de hadas—, libros de ciencia-ficción futurisJorge tas, libros de misterio y terror como la famosa serie Esca­ lofríos que ha tenido éxito mundial, o libros ilustrados, los cuales también son bien recibidos por muchos jóvenes.


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Afortunadamente mucho de este espíritu se refleja en la orientación de los programas educativos de algunos de nuestros países, en los que se está trabajando con estructuras más abiertas que le permiten a docentes y alumnos incorporar nuevas lecturas de acuerdo a la experiencia, sensibilidad e intuición del docente y al requerimiento de su grupo de alumnos, y también en la cantidad de experiencias que adelantan maestros —en equipo o en solitario— en muchos colegios, así como las instituciones o grupos que trabajan en el área de la promoción de la lectura, con actividades que definitivamente deslastran a la literatura de la carga de aburrimiento escolar, entre ellas: clubes de lecturas, foros o cine-foros, encuentros con autores e ilustradores, entrevistas a escritores, talleres de creación literaria, elaboración de libros, periódicos, revistas, guiones de televisión y radio, talleres de comic y publicidad, grupos musicales, concursos de graffitti, etc., muy válidas siempre que no se olvide lo más importante: la experiencia fundamental de la lectura y la creación de ese vínculo entre vida y literatura, pues como dice Bruno Renaud, con cuyas palabras queremos terminar: “el abanico de las posibilidades está abierto y cuidémonos de no cerrarlo indebidamente”. María Elena Maggi. Es egresada de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, con experiencia de trabajo en el Banco del Libro y una pasantía en la Biblioteca Internacional de la Juventud de Alemania. Se ha dedicado a la investigación, la promoción de la lectura y la edición de libros para niños, dando inicio a las líneas infantiles de Monte Ávila y Playco Editores. Bibliografía ANTILLANO, Laura. ¡Ay! Que aburrido es leer. Valencia (Venezuela): Consejo de Desarrollo científico y humanístico de la Universidad de Carabobo. 1991. BRIGGS, Raymond. Cuando el viento sopla. Barcelona: Editorial Debate (Biblioteca Verde) 1983. BOYUNGA NUNES, Lygia. Adiós. Madrid: Alfaguara. 1987. ____________ ._ ______ . La casa de la madrina. Madrid: Alfaguara. 1983.

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El deber ser de las imágenes creadas para un público infantil Diana Castellanos Aranguren

I

nicio mi reflexión sobre las imágenes destinadas al público infantil con un análisis de las características que le han adjudicado a estas como propias, es decir con lo que denominaré el deber ser de una ilustración infantil. Con ello quiero demostrar lo subjetivo del asunto y cómo estas supuestas características en ocasiones encasillan las imágenes y dan como resultado soluciones estereotipadas y pobres en forma y/o contenido. ¿Qué factores determinan que a un niño le guste más un libro que otro, con apenas una primera ojeada? Existen numerosas investigaciones psicológicas y pedagógicas de cómo percibe el niño el contenido de una imagen y sobre el carácter de la representación que puede, o no, asociar un niño de determinada edad. Todas ellas apuntan a cuál, o cómo, debería ser la imagen que ilustre un libro para niños y jóvenes. Parto de la premisa de que todo niño hace su propia lectura de las imágenes, por lo tanto su propia elección; no creo que exista una determinada imagen para un determinado grupo de niños; individualmente cada uno de ellos está ávido de imágenes con las cuales identificarse y gozar a plenitud. No obstante, no puedo negar que esa elección depende también de su entorno, de las imágenes con que se relaciona en la cotidianidad y de su educación. La percepción de un dibujo depende de un sinnúmero de circunstancias; que harán de esta elección una consecuencia puramente afectiva. Las imágenes creadas para apoyar y aportar a las narraciones de los libros para niños se plantean desde el “imaginario” como punto fundamental para el análisis. La relación imagen, imaginario y espectador está totalmente entrelazada. Jacques Aumont define

el imaginario en su libro sobre La imagen “(...) en el sentido corriente, banal, de la palabra imaginario es el patrimonio de la imaginación, entendida como facultad creativa, productora de imágenes interiores eventualmente exteriorizables”. Prácticamente nos dice Aumont, es sinónimo de ficticio, de inventado y opuesto a lo real (incluso a veces a lo realista). La palabra imaginario ha recibido un sentido más preciso en la teoría lacaniana, la noción de imaginario nos remite según Lacan “(...) primero a la relación del sujeto con lo real, cuya característica es lo ilusorio”. Para él, la palabra imaginario ha de tomarse como estrictamente ligada a la pala­ bra imagen: “(...) las formaciones imaginarias del sujeto son imágenes, no sólo en el sentido de que son intermediarias, más que sustitutas, sino también en el sentido de que se encarnan en imágenes materiales”. La primera imagen que confronta al niño y que ulteriormente formará par­te de su imaginario es su propio reflejo —espejo—, este estará directamente apoyado por lo afectivo, por su pro­pia aceptación e identificación. Es así como la construcción del ima­ginario corresponde al conocimiento de imágenes reales, materiales, las cuales por una y otra razón están apoyadas en emociones, afectos o desafectos. La noción de afecto nos propone otra manera de analizar la relación imagen-espectador; sobre este punto vale la pena señalar el significado que le aplicaba al término afecto Kant: “(...) afecto es el sentimiento de placer o disgusto (...) que impide al sujeto llegar a la reflexión”. Hoy por el contrario se denomina afecto al “componente emocional de una experiencia, ligada o no a una representación. Sus


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manifestaciones pueden ser múltiples: amor, odio, cólera, etc.” —Según palabras de Alain Dhote—. Se trata, entonces, de considerar al joven lector en su dimensión subjetiva, pero no analítica, sin remontarnos a estructuras profundas de su psiquismo, por el contrario aceptando sus manifestaciones superficiales, sus emociones; como respuestas al con­tenido afectivo de su realidad indivi­dual. Y así mismo la elección de sus imágenes es la respuesta a su mundo imaginario, a sus emociones y afec­tos. Se ha atribuido a las imágenes para niños una serie de características que supuestamente pertenecen al imagi­nario de los niños; no obstante, por lo planteado anteriormente, me pregunto si realmente existe una expresión propia para el mundo infantil. La primera de estas características es la FANTASIA, para documentar visualmente este género tomare obras de la historia del arte, que ratifican lo subjetivo de este género cuando se le endosa como regla a la expresión propia del mundo infantil. En primera instancia presento el Jardín de las delicias, del gran maestro flamenco del siglo XV Gerónimo Bosh, conocido como El Bosco. ¿Por qué empiezo con El Bosco? Porque él traduce en esta obra los miedos e ilusiones de una determinada época, toma los elementos de la vida real de su momento histórico y con ellos pone de manifiesto en su contenido las fantasías colectivas del siglo XV, a través de una serie de asociaciones simbólicas nos habla del bien y del mal. Es en este sentido que lo relaciono con la imaginería infantil, ya que apunta a esa características supuesta la fantasía, aquí vale la pena recordar el texto de Jacqueline Held: “Lo fantástico resulta sospechoso de frenar en el niño la construcción de lo real; como si lo real debiera elaborarse de un modo inevitable contra lo imaginario o lo imaginario contra lo real”. Esta obra de El Bosco traduce el espíritu de la época en términos reales; tanto realistas como imaginarios, tanto ficticios como representativos; por lo tanto aluden de una manera muy certera e inmediata a aquello que es un supuesto de las imágenes destinadas al público infantil. Me refiero a la fantasía como posibilitadora de vivir los miedos; miedos que hacen parte de los sueños, y que lejos están de lo que se llama ficción.

Es así como el Bosco nos presenta los miedos de una época, en imágenes como catarsis de sueños, relacionando las formas a través de metáforas, permitiendo que al hacer una lectura de su obra elaboremos asociaciones de su realidad en nuestra imaginación. En estas imágenes duendes, monstruos, cuerpos asexuados son la recreación ingenua, tal vez, de miedos, emociones y realidades de un inconsciente colectivo. Es así como El Bosco desde su realidad y sueños nos ha legado imágenes que bien podríamos ubicar dentro del género fantástico. Ellas han servido como referente a infinidad de artistas desde la Edad Media, hasta el surrealismo e inclusive hasta hoy, finales del siglo XX; artistas interesados en interpretar el inconsciente colectivo a través de su obra. Para complementar lo dicho sobre lo fantástico en El Bosco presento a ustedes The Lady And The Unicorn: obra del siglo XV, de autor anónimo nos muestra otra versión de la fantasía, esta vez vinculada con códigos y relaciones sociales de la época; en ella vemos príncipes y princesas que más que ser producto de la fantasía son personajes reales que encarnan las tradiciones de una época; una ima­gen que aparenta ser como la representación elemental de una escena, es en realidad una imagen cargada de símbolos que por asociación nos propone una lectura de cierta complejidad, que lejos está de la ficción. La segunda característica que se ha adjudicado a las ilustraciones de libros para niños es la LITERALIDAD; negando con ella las asociaciones que aportan a la narración, emoción, encantamiento, atmosfera, y que provocan la curiosidad del lector. Para documentar este otro deber ser he traído algunas obras de artistas del siglo XV y XVI; entre ellas obras de Pieter Brueguel, El Viejo, imágenes inocentes cargadas de una narrativa propia, imágenes que, desprovistas de un texto, nos relatan con infinidad de detalles la cotidianidad de los habitantes de los Países Bajos del siglo XVI; su forma de vida, juegos, comida, vestimenta; imágenes absolutamente sensibles que nos dejan leer su conte­nido sin necesidad de palabras. La literalidad, como supuesta característica del deber ser de las ilustraciones de libros infantiles y juveniles, nos ha hecho caer en la pretensión de


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creer que al elaborar ilustraciones debemos decir lo auténtica, honesta y, sobre todo, idealista; en sus mismo que dice el texto y de la misma manera; pero pinturas no existe una pretensión de acercarnos cuando la imagen se aísla del texto esta literalidad al mundo infantil, más bien creo que idealiza ese deja al texto abandonado y en ocasiones inútil, y deseo que llevamos todos de vivir en armonía y de cuando lo acompaña, la imagen se presenta como alcanzar nuestros sueños. una sombra que parece insuficiente o innecesaria. Quiero aclarar en este punto que la lectura En las obras de Brueguel la capacidad descriptiva que estoy haciendo de estas obras está desprovista de las imágenes nos permite leer claramente su de un carácter crítico en lo que respecta al lenguaje conteni­do, a diferencia de las obras de El Bosco, que plástico o a la estética enmarcada dentro de la nos provocan asociacio­nes libres y hasta complejas, concepción propia de las artes. Utilizo estas obras, la obra de Brueguel El Viejo está desprovista de sólo como referentes, para ver en ellas características metáforas. Tal vez las metáforas y la posibilidad que suponemos propias de la ilustración para libros de establecer asocia­ciones en infantiles y juve­niles. las imágenes para niños daría El otro artista al que me la oportunidad al joven lector refería anteriormente es Joan de disfrutar de la imagen en Miró. Miró nos corrobora sí misma, sin que llegue a lo dicho sobre las imágenes sustituir la narración, sino todo ingenuas; sus imágenes más lo contrario, compartiendo que ingenuas son insinuantes con ella y aportando nuevos y partícipes de la imaginería significados de acuerdo a sus infantil. Sus formas y colores particularidades. vibrantes nos hablan de las La imaginería de manifestaciones gráficas del Brueguel pone de manifiesto niño, de esos rasgos de un la INGENUIDAD; otro deber dibujo propio de la primera ser de las ilustraciones para infancia. niños, la ingenuidad como Es común pensar que supuesto reflejo del mundo los colores vi­brantes son los infantil, imágenes saturadas acertados para la ilustración de elementos bucólicos y infantil, igualmente se Carátula de The Rainbow Fish, de Marcus románticos pero, eso sí, ha adjudicado a esta una Pfister. Ed. North-South Books. desprovistas de toda for­ma o figuración específica, lo que color que muestre lo agresivo, bien podría tener origen en es decir que niegan o esconden verdades y realidades los dibujos de los niños, desprovistos de realismo del mundo adulto. en su representación. Miró nos presenta una obra Utilizo como referentes dos artistas de este siglo, adulta, donde cualquier espectador puede jugar y uno de ellos Marc Chagall. Chagall se expresa a ensoñar a través de sus propias asociaciones. Tal través de poesía visual, como medio para interpretar vez solo podríamos decir que es una obra ingenua deseos y sueños. Una poesía ciertamente evocadora en lo formal, pero cuando nos acercamos al gran y desprovista de agresividad. abanico de lecturas que nos brinda difícilmente La poesía en la obra de Marc Chagall me podríamos catalogarla como tal. Es una obra recuerda a Henry Matisse cuando comentaba, a totalmente intelectual y por ello permite construir propósito de sus imágenes para libros “(...) yo con mis mundos independientes de acuerdo al espectador dibujos busco aportarle poesía a la prosa”. Chagall que la goce. logra en sus obras hablarnos desde la poesía, desde Ahora bien, cuando nos enfrentamos a la obra los deseos; su obra más que ingenua, propiedad de Joan Miró, tal vez nos asalte la pregunta de si que está lejos de ser significante de lo político, es una imagen que en ocasiones es abstracta podría


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ser la indicada para un niño. Y es así como se nos presenta otra supuesta característica del deber ser de las ilustraciones de los libros para jóvenes y niños; las imágenes para estos lectores suponen la figuración y la representación, muy tímidamente la interpretación de formas o espacios, parece ser que las imágenes abstractas, tan insinuantes, no están al alcance de las posibilidades asociativas de este joven lector. El REALISMO en la imagen es otra de las características de la ilustración in­fantil; en esta obra de Jean Dubuffet La Campaña de 1944, vemos una pintura que propone una doble lec­tura en sus aspectos formales; como imaginería infantil ya que está des­provista de códigos convencionales en cuanto a la perspectiva lineal y, además, apunta a la abstracción. ¿Por qué abstracción? porque cuan­do elevamos al plano pictórico una imagen que tiene una lectura imprecisa en relación a la representación literal, nos vemos condicionados a ubicarla dentro de términos de lo abstracto. La abstracción, puede ser par­te de la imaginería infantil, tanto así como lo demuestran en ocasiones sus dibujos, sintéticos, geométricos y liberados de cualquier canon formal o clásico de la representación. De la misma manera como Dubuffet trata el dibujo dentro de su obra, lo hace Picasso en este dibujo, El rey Kapha, de 1960; en él se aproxima al dibujo de los niños, a ese dibujo que con pocas líneas expresa de forma contundente una imagen clara, realista y de una aguda sensibilidad. No debemos olvidar que Picasso, el gran maestro de este siglo, decía que el ocupó toda su vida en tratar de lograr que sus dibujos fueran tan sintéticos como expresivos, como aquellos que el logró durante su infancia. Igualmente la obra de Paul Klee pue­de ser otro ejemplo perfecto, que se articula entre la geometría, la sencillez y la abstracción. Estas dos obras de Klee pueden justificar el hecho de su relación con el deber ser de las imágenes destinadas a un público infantil. En el Mensajero del otoño vemos una imagen bucólica y por así decirlo abstracta, evocadora; una obra donde se yuxtaponen la sensibilidad y la razón. Un manejo cromático que más que describir rememora praderas, surcos, limitándose a los colo­ res propios del campo, sin comprometerse con el color vibrante, tan asociado a lo ingenuo e infantil. En esta obra Enoberer, nos enfrentamos con la misma

síntesis. En ella hay un movimiento, no descrito, un movimiento capturado que se anima en el instante en que nos comprometemos con la imagen. Enoberer es igual­mente una provocación sobre lo lúdico y, sin lugar a dudas, dentro de ese carácter geométrico encontramos la posibilidad de ensoñar. Klee, no nos condiciona con la representación, no nos describe, por el contrario, nos deja leer entre líneas y nos posibilita el buscar nuestro propio significado. Aquí nos encontramos con el último punto que voy a tratar sobre el deber ser de las ilustraciones para niños, LA REPRESENTACIÓN, la figuración. Quiero hacer énfasis sobre este punto a través de una serie de obras de artis­tas latinoamericanos, cuya capacidad de expresión está igualmente influenciada por la imaginería infantil; imágenes lúdicas, románticas e inocentes, todas ellas con una excelente calidad plástica, creando escenas que más allá de describir provocan toda suerte de emociones y significados. imágenes, creo yo, que bien podrían haber sido elaboradas para formar parte de un libro para niños (obras de Antonio Segui, Fernando Botero, Lucy Tejada, Liliana González y Luis Luna). Con estas obras cierro la primera par­ te de mi exposición, no sin antes insistir en que las características anteriormente analizadas, la fantasía, la lite­ralidad. La ingenuidad, el realismo y la representación, no son necesariamente propias de las imágenes desti­nadas al público infantil, estas características son demasiado subjetivas, las mismas han sido motivo de experiencias plásticas, a partir de las cuales algunos artistas se han apoyado para crear imágenes lúdicas y evocadoras; sin que por ello se minimice su excelencia formal y concep­tual. Por esto el deber ser de la ilustración infantil es mucho más que un cúmulo de características. Si las imágenes no trascienden estos supuestos estarán abocadas a completar formulas y ser multiplicadoras de estereotipos.

Imágenes plásticamente enriquecedoras Considero, y en ello coincido con José Luis Posada, artista gráfico cubano, que las imágenes destinadas al público infantil son algo más que ilus­


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traciones. Posada lo describe así: “Siempre se habla tanto conjuga en sí misma una gama amplísima de de la ilustración, del ilustrador; pero no entiendo posibilidades plásticas. A través de la lectura de las imágenes, el joven ese término, el de la ilustración. Los artis­tas dibujan o hacen fotografía, o hacen collage, o esculturas o lector reconoce propuestas estéticas actuales y otras grabados o un millón de cosas; pero no el térmi­no inspiradas en diferentes épocas, aprende de colores, la ilustración. (...) porque cuando se dice ilustración texturas, formas, medios y lenguajes. Y como una hay una posibilidad diabólica de que aparezca un experiencia más en su vida, comienza a adquirir un texto sobre que es la ilustración, y entonces, cuando criterio estético personal. alguien este dirigiendo una publicación y si no sabe Para continuar, voy a mostrar a uste­des una serie nada de ilustración, se lee el texto y podría decir: lo de obras de artistas gráficos publicadas y elaboradas que usted está haciendo no es ilustración, y el artista se para un público infantil; con ellas quiero hacer desgració por completo”. énfasis en la calidad formal de las mismas, como Hemos utilizado este experiencias plásticas vivas y término al servicio del deber enriquecedoras. ser en las imágenes destinadas La primera imagen que les a una publicación, pero diría presento es una de las pinturas yo, que con ello sólo se ha elaboradas por Dussan Kallay logrado estereotipar su forma en gouache, una ima­gen y el carácter plástico de ellas, que no solo nos recuerda la y sobre este punto es que imaginería de El Bosco, sino voy a continuar mi charla, que parecería tener como mostrando a ustedes ejemplos referente a este artista medieval de imágenes impresas, que en su técnica y uso del color. no sólo se comprometen con Un color vivo, intenso pero la narración, sino que a la neutro, un color que no se vez son producto de artistas contradice con el vecino, que gráficos de una riqueza está en paz. Kallay es un artista expresiva excepcional y con gráfico eslovaco y uno de los una capacidad infinita de más interesantes de la Europa crear imágenes contundentes oriental contemporánea. Carátula de Robert & Titi, de Sabine De Greef. plástica y conceptualmente. Kallay, como sus colegas, Ed. Pastel. Al iniciar esta charla me tiene a su favor una tradición refería a la responsabilidad antiquísima en gráficas y con la imagen, lo relaciono en particular con la creación de libros; los artis­tas gráficos de Europa responsa­bilidad que tiene el artista gráfico de vivir del Este son unos virtuosos en el uso del color, experimentando continuamente, impulsando sus en el planteamiento de sus composiciones y en el posibilidades gráficas, desarrollando un lenguaje manejo de las texturas. Igualmente, la ilustradora capaz de crear mundos propios con una intención checa Ketha Pakovsca tiene el talento para crear acusadamente personal. Esto significa que debe imágenes sutiles, pero a la vez de una gran capacidad crear imágenes que den al lector la posibilidad de evocativa. reconocer sus gustos personales, como vehículo de En las imágenes de Pakovsca vemos algo más formación estética. No podemos olvidar que a través juguetón, podríamos decir que son más inocentes, de los álbumes y libros destinados al público infantil tal vez, pero en su manejo del espacio y su habilidad y juvenil el lector aprende a conocer y apreciar el para sintetizar, no sólo en el di­bujo, sino en el uso mundo de las imágenes. del color, nos demuestra, que más que ingenua es La ilustración paralelamente a la trama y al una obra racional complementada por una exquisita texto, es un vehículo de formación estética, en sensibilidad.


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Dentro de la gráfica contemporánea un artista cuyas imágenes son impecables es Etiénne Delessert. La calidad de sus acuarelas y el uso del color son intachables; formando par­te de unas composiciones que proponen acción, donde su imaginería, fruto de un conocimiento profundo de la forma, da pie a un dibujo ingenioso e inquietante. Estas imágenes que se proponen desde lo onírico se relacionan con las de otro artista, Staynis Eudrigius. En su caso esa imagen ensoñadora se logra con dibujos de una gama tonal baja, producto de un trabajo talentoso, por medio de lápices de colores sobre soportes crudos que hacen del carácter de sus imágenes algo más tosco, pero igual que Delessert logra una armonía cromática de una limpieza absoluta. Recordando los comentarios anteriores a propósito de Chagall, veíamos su talento para insinuar en las pinturas estados de ánimo, sentimientos; en la obra de Paula Schmidt reconocemos a Chagall no solamente por el uso del color preciso y fuerte cromáticamente, o por el manejo del gesto en el cual reconocemos la huella del pincel, sino porque ese mismo talento de evocación sugerido en Chagall está presente en las pinturas de Schmidt, igualmente ensoñadoras. Por el contrario en la obra de Kit Wi­lliams no existe la presencia de lo onírico, vemos en sus pinturas algo más clásico, están llenas de detalles, provistas de sorpresas que nos posibilitan infinidad de lecturas; un dibujo que nos permite, a través de una descripción detalladísima, penetrar en la imagen para descubrir nuevas formas o nuevos mundos. Williams es un gran dibujante, excelente colorista y pintor; pero sobre todo es un gran observador del entorno y con ello nos da la oportunidad de curiosear dentro de sus pinturas. En Latinoamérica y en Colombia hay, también, artistas gráficos que desde nuestro color, tradición y entorno han creado imágenes para niños con una excelente calidad plástica y concep­tual, merecedoras de mi reconocimiento; voy a mostrar a ustedes solamente unos pocos ejemplos entre los muchos que existen. Eduardo Muñoz Bachs —Cuba—, Monika Doppert —Venezuela—, Gian Calvi y Angela Lago —Brasil—, Alexis Forero (Alekos) y Edgar Rodríguez (Rodes) —Colombia—; todos ellos son artistas

gráficos que proponen imágenes plásticamente contundentes; por supuesto el uso del color tiene otra gama, la nuestra, un color más contradictorio, más vibrante. Algunos en dibujo, otros en pintura nos expresan, a través de sus formas, texturas y composiciones, en algunos casos arriesgadas, imágenes de gran talento y evocadoras de nuestras propias fantasías.

Imágenes que proponen contrapunto a la narración Voy a referirme nuevamente a las imágenes de estos artistas latinoamericanos como referentes para proponer mi última reflexión de esta charla: las imágenes que tienen la posibilidad de expresarse por sí solas, de crear contrapunto a la narración, es decir imágenes activas donde suceden cosas, con las que el espectador puede participar. Me remito al comentario de René de la Cruz, artista gráfico cubano, que dice así: “(...) uno de los problemas que tenemos es que se piensa que el ilustrador es alguien que narra o dibuja las anécdotas del libro y eso no es así. (...) pienso que un buen ilustrador es el que interpreta el libro (...) el que interpreta y es capaz de provocar, con esa interpretación a la lectura, nuevas propuestas, nuevas narraciones sobre el mismo texto”. A la vez tomo el comentario de Walter Lorraine sobre el libro ilustrado, donde dice: “Hay una conciencia general sobre cuál debe ser, la calidad plástica de una obra, pero a veces ello se torna superficial si no se tiene presente su función. Esto se puede ver en la obra de artistas muy talentosos del libro infantil. Sus esfuerzos están enfocados a pulir la técnica, más que a explorar posibilidades para comunicar ideas que es, después de todo, el corazón y el alma de un buen libro ilustrado. Ha mejorado el dibujo, la calidad cromática, la reproducción; son mucho más profesionales de lo que nunca fueron. Los libros son mucho más refinados, más elegantes pero, me pregunto, si no han perdido mucho en sus contenidos”. El joven lector puede llegar por medio de la visión de una imagen o una secuencia de imágenes a su propio discurso narrativo. A través de esa lec­


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tura el niño aprende y reconoce otros entornos, pero ante todo reconocemos el paisaje inglés, sus otras épocas y lo mejor, considero yo, que le podría hábitos y gustos. De igual manera vemos en el caso de Lidia suceder a nuestros niños es verse identificados en las ilustraciones de sus libros. La posibilidad de que Postma, de Holanda, su identidad, en unas acuarelas el joven lector se mire a sí mismo, en su raza, en que describen cromáticamente una raza y un su cultura, en su cotidianidad y al verse reflejado cotidiano propio de un habitante de Holanda. Por en las ilustraciones de un libro creado para él se ultimo traigo el caso de Sara Moon, ella es reconocida sienta orgulloso, es parte de la responsabilidad que como fotógrafa, en realidad solo conozco este libro cohabita con el artista gráfico; la de representar su para niños creado por ella, pero creo que es un propia sociedad, su entorno, la de crear a partir ejemplo vivificante en tanto que propone una nueva de una actitud curiosa hacia lo que le rodea y así, lectura a esta historia, Caperucita Roja, una lectura reconociendo su cultura, involucrarla para enriquecer desde lo urbano, desde los miedos de un niña actual la imagen e impregnarla de su e igualmente propone otra propia identidad. solución for­mal: la fotografía En estas ilustraciones como medio de expresión. En de artistas latinoamericanos estas imágenes de Moon vemos que he seleccionado vemos representada una ciudad, su esa capacidad creadora. No ciudad; esas calles, esos muros son solamente imágenes de y la ropa de la niña nos ubican muy buena calidad plástica, inmediatamente en su ciudad preparadas y elaboradas con natal, Londres. una gran sensibilidad; sino que En países como el nuestro además en ellas se presentan se tiende a utilizar muy poco, personajes de nuestro cotidiano, o de forma muy estereotipada, en particular, me refiero a las las riquezas de nuestra imágenes de Monika Doppert y personalidad cultural. Estimo Alekos. En la representación, en que una de las semillas con los personajes de Calvi, Bachs que podemos participar en la y Rodes vemos como utilizando construcción de una sociedad lo simbólico nos sugieren más digna y satisfecha de sí Carátula de Fleco y las palabras, de Claudia asociaciones que se refieren misma es ofrecer a nuestros Maiocchi. Ediciones Abran cancha. a nuestros paisajes y cultura; niños imágenes donde ellos se especialmente considero que el reconozcan y donde puedan ta­lento de Alekos para lograr por medio del color vivir algunos libros como algo que les pertenece, y las formas insinuaciones del trópico y de nuestra con lo que se identifican y de lo cual se sientan propia forma de reconocemos y expresarnos es honrados. ejemplarizante. Ahora bien, para terminar con mi charla vuelvo Sobre esta misma reflexión quiero apuntar a mi pregunta inicial. ¿Qué factores determinan que a tres artistas gráficos contemporáneos que a un niño le guste más un libro que otro, con apenas exploran en la escena para comunicar, para una primera ojeada? crear contrapunto y donde además la cul­tura y No podría definir si se trata de la narración, tradiciones del artista están presentes; por lo tanto el color, el estilo, la calidad de los dibujos, la crean imágenes sugestivas, que nos provocan representación, la síntesis o en fin, algo misterioso, otras interpretaciones del texto; ellos son: Tony imposible de analizar. Sólo puedo decir que no Ross, Lidia Postma y Sara Moon. En la obra del existen reglas infalibles, ni recetas aplicables en la inglés Tony Ross, reco­nocemos esa percepción creación de las imágenes destinadas a un público del niño so­bre su entorno, sus miedos y sueños, infantil o juvenil.


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Sin embargo, cuando el joven lector hace su elección, sabe perfectamente si ese libro forma parte de su propio mundo. Hay muchos libros de donde escoger, pero aquellos que a él o a ella le gustan, los aloja en su corazón, a veces para toda la vida. Por todo lo anterior, antes que determinar qué es o cómo debe ser una imagen destinada a niños; debemos hacernos responsables para que a sus manos lleguen libros con múltiples posibilidades, libros con ilustraciones que antes de responder a nuestra pregunta les den la oportunidad de es­coger entre imágenes plásticamente valiosas, elocuentes, sugerentes, capaces de provocar muchas lecturas e interpretaciones; como vehículo para colaborar en la construcción de una sociedad más amable, orgullosa y segura de sí misma.

Diana Castellanos Aranguren. Nació en Bogotá el 5 de enero de 1953. Estudió Diseño publicitario en la Universidad Javeriana y se especializó en ilustración editorial y técnicas de impresión en St. Martin`s School of Arts, en Inglaterra. Ha sido profesora de diseño editorial e ilustración en las universidades Javeriana, Jorge Tadeo Lozano, Nacional, Bolivariana de Medellín y de Los Andes. Además, ha trabajado en la industria editorial como directora de arte y como diseñadora en agencias de publicidad.


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La lectura en voz alta Aura López

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ntre los recuerdos mas nítidos de la infancia, esos que se quedan en la memoria del corazón, brilla, seguramente, para muchos, impregnado de un velo de ensoñación, de una magia, el del día en el cual, después de emitir sonidos incomprensibles y de dibujar en el tablero o en el cuaderno extraños signos formados torpemente, con mano tensa y pesada, los ojos asombrados descubren que signos y sonidos se corresponden, coinciden entre sí, y se convierten, no se sabe como, en palabras escritas. Con los labios apretados, en un esfuerzo en el cual intervienen los ojos, los músculos, y esa fuerza que parece venir desde las entrañas, la voz del nuevo lector traduce aquellos signos y repite como por milagro “casa”, “mesa”, y aquella frase que es un deslumbramiento: “amo a mi mamá”. Esto ya no es algo dicho o escuchado, sino que surge de una relación entre los signos y la voz; es la voz la que destapa el significado y hace que curvas y rectas se conviertan en nombres de cosas, de personas, de sentimientos y de ideas. A partir de ese momento, el mundo de la persona se amplía y se enriquece. Ha sucedido un hecho trascendental y todo a su alrededor queda tocado por aquel milagro. La lectura y la escritura situarán, de ahí en adelante, al individuo que las asume, en el centro del mundo; afloran para él maravillosas posibilidades, aunque circunstancias sociales adversas, harán que a muchos les sean negadas las opciones derivadas de aquel conocimiento, de aquel deslumbramiento. Aun así, ese seguirá siendo el momento de su asomarse al mundo, de su inserción en el mundo; sin esa inserción, la vida estará marcada por una carencia semejante a un hueco oscuro, abismal, una mutilación que hará que la perso­na viva signada por el INRI afrentoso del analfabetismo.

Pero la alfabetización carece de sentido si no se erige en plataforma de la lectura, para hallar en ésta la posibilidad de asumir aquello que el mundo ofrece desde la literatura, el arte, la ciencia, la técnica y todas las manifestaciones plasmadas por el talento hu­mano perfeccionadas día tras día, siglo tras siglo. Se da con frecuencia, por desgracia, el caso de personas que aprendieron a leer y a escribir, pero que muy pronto olvidaron ambos mecanismos, porque pasado el proceso del aprendizaje, no tuvieron acceso al libro, y existen también los llamados analfabetos funcionales, que habiendo hecho estudios supe­riores y ejerciendo una actividad profesional, mantienen excluida de su vida cotidiana la costumbre de la lec­tura. Debemos preguntarnos entonces ¿qué significa leer? O mejor, ¿qué significa enseñar a leer? Detrás de este interrogante, aparece la figura de la escuela y sus métodos pedagógicos que, en materia de lectura, deben ser cuestionados desde la raíz misma del problema. Porque no podemos engañarnos: la lectura se ha ido convirtiendo, de manera preocupante, en un problema que no puede mirarse aisladamente dentro del contexto escolar, como podría suceder con otras materias, sino que debe ser considerado integralmente, ya que arrastra en su proceso de agravamiento, todo el engranaje académico. La lectura en la escuela debe ser concebida como el hilo que ensarta las diversas formas del conocimiento; una especie de colcha de cuadros, cosidos entre sí por ese hilo conductor. Si no se da una forma correcta de lectura, todo el mecanismo de la comprensión se derrumba, anulando por lo tanto, la posibilidad de un aprendizaje lógico y coherente. Descubrimos entonces, que está viciada la raíz misma de una aproximación al texto escrito, del me-


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canismo de aquello que llamamos la enseñanza de la lectura: aprender a leer. Se sabe, por experiencia, que la sola relación con el texto escrito, no asegura los mecanismos de pronunciación, vocalización, pausas, matices, cadencias, de la voz lectora. La escuela, por lo general, considera cumplida su tarea de enseñar a leer, con el simple acto de convertir las letras en sílabas, éstas en palabras y las palabras en frases. Se piensa que leer “de corrido”, constituye la culminación de dicho apren­dizaje, y no se abre ningún espacio para que la palabra escrita pase por la mente y por el corazón del nuevo lector, lo que hace de la lectura un acto puramente mecánico; tan mecánico, que en muchos casos, el niño o la niña que lee mas rápido, son señalados como ejemplo para el grupo, calificando mal o reprochando a quienes no logran todavía la velocidad que, a juicio de maestros y de padres, es la que indica, por el máximo alcanzado, quien es aquel que sí sabe leer. Es la voz alta la que nos permite descubrir las carencias de nuestra forma de leer, y nos conduce, por la sonoridad de las palabras, hacia el disfrute del oyente y del propio lector. Leer es, en esencia, decir un texto. La palabra se inicia como sonoridad; es en realidad, una onda sonora. De ahí que leer en voz alta, rescata la calidad prístina, la raíz de la palabra, que es el sonido. Uno lee sonidos, aunque tenga los labios cerrados y haga una lectura men­tal; todo aquel que lee, oye sonidos en el fondo de su conciencia, y el cerebro percibe las palabras leídas, como so­noridad. Al leer de viva voz para otros, se da un retorno al origen de la pala­bra, permitiendo una mejor percepción de lo escrito. La palabra aflora, entonces, en toda su belleza signifi­cante. Lo comprueba el hecho de que leer en voz alta para uno mismo, es un ejercicio grato, que recupera, en la lectura de un poema, por ejemplo, el sentido de la palabra. Pero además, surge en el espacio creado entre el lector y los oyentes, y entre los oyentes mismos, un espíritu colectivo, de confraternidad, como si allí se configurara un solo ser, gracias al vínculo de la palabra que rescata, así, su eufonía. Un ejemplo, al azar, este trozo de un poema de Pablo Neruda: “Me gustas cuando callas porque estás como ausente y me oyes desde lejos y mi voz no te toca”.

Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te sellara la boca. Hay allí una idea, y unas palabras que la expresan; pero es el sonido de esas palabras, y su musicalidad, lo que las convierte en poesía. El lector en voz alta debe reconocerle a cada pala­bra, el valor que posee dentro del texto. Una lectura monocorde y plana, que se inicia en un determinado tono, y continúa y finaliza en el mismo tono, se habrá limitado a pronunciar una serie de palabras escritas, ignorando que cada una de ellas posee un espíritu propio, un clima particular, una atmósfera que la persona que lee para otros, debe rescatar del fondo del texto y entregarla al leer. En el centro de estas apreciaciones, se sitúa el papel que le corresponde a la voz, raíz y sostén de la lectura en voz alta. Es cierto que un atractivo timbre de voz, propicia la tarea de quien lee para otros. Pero, de poco sirve la belleza del timbre, si no se da un manejo adecuado a la expresión oral. La voz es un instrumento y como tal, exige un manejo particular, que es posible aprender y poner en práctica. Se da con frecuencia el caso de personas que no utilizan su verdadero timbre de voz, y éste permanece guardado, sin identificar. Como consecuencia de conductas originadas, casi siempre, en la infancia, hablan demasiado bajo o demasiado alto, emplean tonalidades agudas, cortantes, o estridentes; otras personas emplean sonidos guturales, o sea aquellos que provienen de la garganta y que, llevados a la exageración, producen un tono engolado, artificial y poco atrac­tivo. Se da también el caso de voces infantiles, especialmente entre mujeres que vivieron una infancia mimada en exceso y que mantienen ese tono en la edad adulta, rompiendo la armonía de la expresión. Si uno entiende su propia voz como instrumento y se detiene a escucharla y a identificar y corregir sus fallas, encontrará, poco a poco, los sonidos adecuados, los tonos precisos y los matices naturales. Aun en el caso de no contar con un hermoso timbre de voz, es posible res­catar, por un manejo adecuado, por lo menos un tono digno, necesario para un desempeño profesional, pero también para el simple intercambio personal, a través de la conversación. Rescatado el timbre propio


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y ajustado a nuestras condiciones específicas, debe- nifiesta en la escasez de vocabulario, de términos mos ocuparnos de aspectos ta­les como dicción, vo- y usos gramaticales, de sinónimos, derivaciones calización, pausas, acentos y ritmo, elementos que, verbales, de todo aquello que signifique una mínicon frecuencia, pasamos por alto negándoles su im- ma construcción, a partir del uso de la palabra. Se portancia fundamental en la tarea de hacer de la ex- podría decir, que hay una incapacidad casi visceral presión vocal, una extensión de nuestras facultades de expresarse oralmente. A la inmensa mayoría de personales. los estudiantes que ya han pasado por aquello que, El hecho objetivo es que la inmensa mayoría de equivocadamente, denominamos el aprendizaje de las personas no saben leer. No se enseña a leer, del la lec­tura, les resulta imposible hacer una exposimismo modo que no se enseña a respirar, a cantar, a ción lógica y coherente de determinado material de bailar, considerados estos actos no como algo exótico estudio o de la lección contenida en el texto respecu ocasional, sino como parte de la vida cotidiana del tivo. Niños y niñas de quinto grado que todavía leen individuo. La imagen aquella por sílabas, que tropiezan y de la maestra de hermosa voz vacilan, inseguros frente a paque leía para un grupo de nilabras comunes, y que ignoran ñas fascinadas por la música de el sentido de los signos de adlas palabras, fue y sigue siendo miración o de interrogación, una presencia excepcional, un el valor del paréntesis o de las relámpago en el oscuro camino comillas y el uso de los signos de lo que llamamos la “educade puntuación. Y no hay que ción”. Y es bueno aclarar que hacerse ilusiones: lo más secuando decimos que no se enguro es que no será en el baseñan aquellas cosas menos utichillerato donde habrán de litaristas, más próximas a una corregirse estos defectos, sino educación sentimen­tal, no deque, por el contrario, seguirán bemos esgrimir como respuespesando en la vida académica ta casos aislados y afortunados, como un lastre que car­go, adeya que hemos de mirar estos más, con las formas de obligaproblemas desde la perspectiva toriedad y monotonía que la de lo colec­tivo, la manera más lectura asume en los años de sensata de abordar los asuntos secundaria. Carátula de Zuza vous aíme, de Anaïs que atañen al ser humano. La El primer contacto del Vaugelade. Ed. L’école del Loisirs. lectura, pues, no ha he­cho ni niño o de la niña con el libro, hace parte de una perspectiva ha de ser similar a aquel que integral de la educación escolar. Y esa herencia fatal se da con cualquier juguete de la infancia: el libro se transmite de generación en generación. Así, los como objeto de entretención y de juego, que él o estudiantes de hoy, son apenas parte de esa cade- ella puedan tocar, acariciar y aun desbaratar, en su na de carencias, cadena que le niega a la lectura el empeño por descubrir cual es el mecanismo que espacio principal que le corresponde. De ahí, que hace posible las imágenes, formas y colores. Al fapuede decirse que son los mismos educadores, dam- miliarizarse con el libro como diversión, la lectura nificados también, herederos de la misma omisión, en voz alta le dirá a ese niño o a esa niña, que de condenados a entregar a sus alumnos la parte de ese objeto, de ese juguete surgen, como por encansu herencia fatal. Es esta, pues, una sucesión trágica to, maravillosas palabras. Será entonces, la música y preocupante, cuyas huellas no se esfuman en el de esas palabras, la que los arrastre y los convide, bachillerato, sino que continúan en la universidad y dejándoles a través de su cadencia, por el oído, una aun en el ejercicio profesional. sensación placentera que ha de in­corporarle a la coSe hace evidente, cada día, un alarmante pro- rriente íntima e inde­finible de esa personalidad en ceso de empobrecimiento del lenguaje, que se ma- formación. Lo que hay que entender es que, echado


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a andar el mecanis­mo de la lectura en voz alta, debe ser considerado como algo que no podrá detenerse, en ninguna de las etapas posteriores del aprendizaje escolar, o de la educación en general, de ese niño o de esa niña, que todavía no han ensayado siquiera una forma rudimentaria de lectura o de escritura. Así, en la medida en que avanza el proceso del aprendizaje de la lectura en el orden mecánico —letras, sílabas, palabras, acentos, signos de puntuación— la lectura en voz alta, por parte del maestro, ha de ir paralela, como espina dorsal, contra la cual se va recostando cada nuevo conocimiento. El alumno y la alumna deben saber, por ejemplo, que existe un signo que indica sorpresa, admiración, dolor. Pero no basta, para que quede incorporado al pensamiento y a la expresión del nuevo lector, dibujarlo en el tablero o en el cuaderno y repetir automáticamente la lista de sus usos, así como aquello de que en el punto seguido debe contar hasta dos antes de seguir, y en el punto aparte hasta tres; aunque todo eso sea relativamente cierto, se corre el riesgo de enredar la lectura con fórmulas teóricas que la harán prisionera, víctima de su propio invento. La lectura en voz alta dirá, por la cadencia y el ritmo de las palabras, todo aquello que señala la técnica. Si no se da ese señalamiento por la voz, la sola técnica derivará en un conocimiento inútil, si es que se puede llamar conocimiento a simples enunciados teóricos, propuestos tan solo para repetir en lecciones aprendidas de memoria. Pero, si en lugar de ese método de simple memorización, y una vez identificados gráficamente los signos, se les lee a los alumnos algún bello trozo poético, que ojalá ellos aprendan de memoria, y del cual surgen los valores y las pausas que dichos signos representan, el texto dejará su marca indeleble. Tomemos, por ejemplo, un fragmento de un poema de Federico García Lorca: “El lagarto está llorando, la lagarta está llorando. El lagarto y la lagarta con delantalitos blancos, han perdido sin querer su anillo de desposados”. Y dice más adelante:

“Miradlos que viejos son, que viejos son los lagartos. ¡Ay! Cómo lloran y lloran, ¡ay! ¡Ay! Cómo están llorando”. Ahí están, por el sonido, comas, puntos, acentos, signos de admiración. Propensos como son los niños y las niñas, a imitar aquello que les agrada, repetirán, como en un juego, con todas sus inflexiones, las palabras del poema. Los que ya saben leer, identificarán, por el sonido, el valor de los signos; los que no, irán penetrando, intuitivamente, en ellos y al encontrarlos en el texto, los asumirán de modo espontáneo y natural. La emoción an­tes del conocimiento. De ahí la necesidad imperiosa de que el maestro o la maestra recurran a todos los medios posibles, para lograr un tono de voz y una lectura tan amables y gratos al oído, que logren seducir a sus alumnos. Seducidos para la lectura, por la voz. Recordemos que la lectura en voz alta propicia la fluidez del lenguaje, el sonido de palabras nuevas, pero sobre todo, el clima poético que las envuelve y que constituye la esencia de lo literario. No basta una anécdota para la literatura; ha de estar enmarcada por un lenguaje, y es la calidad de ese lenguaje, la que le confiere su valor. A veces se justifica leer a los niños adaptaciones de obras que, por su extensión, podrían resultar fatigantes, pero tales adaptaciones deben preservar su valor poético; sin embargo, sucede que muchas editoriales acostumbran reducirlas a su simple trama o anécdota, contada de modo superfluo, despojando al relato de su magia verbal, de su poder de ensoñación. Generalmente, estas adaptaciones son hechas por personas que no parecen tener ninguna relación con la literatura, contribuyendo así al empobrecimiento del lenguaje, del cual ha­blábamos ahora, reduciendo el texto a una que otra frase escueta, a párrafos sustraídos de su entorno, de su atmósfera. Y si este empobrecimiento del lenguaje resulta dañino, en cualquiera de las etapas de la vida, es aun peor en la etapa infantil, cuando está en gestación y el niño va apenas tanteando, tratando de afirmarse en él y empezando a vivir esa aventura de descubrimiento, de deslumbramiento por la palabra. Se sabe, por la anécdota, que el patito feo nació por casualidad de un huevo de cisne empollado por una pata, y que sólo descubrió su belleza al encon-


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trarse con sus iguales, los cisnes. Pero para contarnos esa anécdota, Hans Christian Andersen recrea todo un mundo de poesía. Un párrafo, como ejemplo:

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tuciones educativas saben, por experiencia, de la fascinación que el libro ejerce entre los niños y las niñas que cursan los años de la primaria, lo cual desvirtúa la afirmación, común entre adultos, de que a los ni“El campo estaba hermoso. ¡Era verano! ños de hoy dizque no les gusta leer. Lo que sucede es El trigo amarillo, la avena verde; el heno que, por un equivocado ejercicio de la pedagogía de apilado en montones sobre el prado donla lectura, muchas instituciones educativas, obsesiode paseaba la cigüeña de largas patas rojas. nadas por la idea de que el niño o la niña aprendan Rodeando los cam­pos y los prados había lo más pronto posible a leer “de corrido”, los abrugrandes bosques, y en lo más profundo man con tareas que deben cumplir en su casa, bajo de los bosques, lagos. Iluminada por el la severa vigilancia de los padres, quienes los fatigan sol había una vieja granja con profundas con ejercicios monótonos, agregados a la monotonía acequias, y entre el muro escolar. Lo anterior hace que y el agua crecían grandes la lectura no constituya para hojas de romaza, tan altas, estos niños y niñas una diverque los niños pequeños casión sino una carga, y hasta un bían de pie debajo de las motivo de aversión y disgusmayores”. to. Existen escuelas y colegios que califican mal al estudiante Y más adelante dice: que avanza con lentitud en su proceso de lectura, y se le com“Llegó el otoño. Las hojas para desventajosamente con de los árboles se pusieotros compañeros de grupo, lo ron amarillas y marrones, que le produce un sentimiento el viento las arrancó y las de inseguridad que le impedihizo bailar. Las nubes colrá salir adelante. Si en lugar gaban pesadas de granizo de tales actitudes, alguien le y de copos de nieve, y en leyera hermosas historias, arlas cercas graz­naba, de ticulando esas lec­turas con el puro frío, el cuervo”. mecanismo del aprendizaje, sin exigencias ni reproches, la Carátula de Una piedra extraordinaria, de En los oídos de los niños lectura dejaría de ser objeto Leo Lionni. Ediciones Ekaré. quedarán sonando maravillosas de tensiones y de miedo, para palabras: trigo, avena, heno, convertirse en diversión. lagos, acequia, bosque, otoño, granizo, nieve. Aun si En la ciudad de Medellín se dan experiencias no las comprenden todas, perdurará su cadencia, su concretas a partir de progra­mas de lectura en voz sentido implícito, y se instalarán como ensueño en alta, que aunque no brindan el cubrimiento que la algún profundo lugar de la sangre, para siempre. Es población escolar exige, si dan cuenta de un empeño ese el mi­lagro de la poesía. No debemos, por lo tan- serio por hacer de la lectura en la infancia un hábito to, romper la magia de esas lecturas proponiendo, que, partiendo de una noción lúdica, permita esa rea partir de ellas, alguna tarea, por leve que parezca. lación gratificante con el libro. Bibliotecas oficiales Dejar a los niños y a las niñas, solos en su deslum- en barrios populares y en zonas rurales, rincones de bramiento. Lo dice Daniel Pennac, escritor francés, lectura adaptados dentro de las escuelas, servicios en su libro “Como una novela”, en el cual se ocu- de cajas viajeros que consisten en pequeñas bibliote­ pa de los problemas de la lectura: “no pedir nada a cas ambulantes, y eventos especiales como el Juego cambio. Lectura regalo: leer y esperar”. literario, agregados a las actividades permanentes Quienes trabajan en la docencia, o en progra- que desarrollan Comfama y Comfenalco, la Cámara mas dedicados a la promoción de la lectura en insti- de Comercio en el Aburrá norte, la Biblioteca Pú-


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blica Piloto, la Fundación Ratón de Biblioteca y las bibliotecas de instituciones de educación privada, han venido convirtiendo la lectura para niños en un acontecimiento festivo que, dada la participación gozosa de miles de niños y niñas, desmiente aquella queja de que no les gusta leer. Atendidas por el Servicio móvil de promoción de la lectura, que depende del Departamento de biblio­tecas y Casas de la cultura del Municipio, varias instituciones educativas oficiales se benefician de programas de lectura en voz alta, concebidos como un apoyo a la tarea de la institución, pero basados en la idea de que es la escuela la encargada de multiplicar el espíritu del programa. Resulta emocionante ver a los niños y niñas de La Potrera, una escuela rural de Medellín, convertir en celebración, semanalmente, una mañana dedicada a oír leer, o a leer ellos mismos, hermosos libros. En los días de sol, la lectura se hace afuera, en una pequeña explanada que forma la pendiente de la montaña; sentados sobre el césped, niños y niñas escuchan embelesados aquellos relatos que despiertan en ellos sentimientos de tristeza, ternura, alegría o sorpresa, todo aquello que un lector atento deriva de una lectura adecuada. Del muro del salón cuelga la caja viajera, esa tula con sus bolsillos repletos de libros para leer en la escuela pero que, prestados a los niños y niñas, viajan con ellos por caminos pantanosos, en invierno, o polvorientos en verano, y significan ahora, en sus vidas, una presencia en el mun­do de lo soñado, de lo imaginado, a través de la palabra escrita. Sandra, una niña de 12 años, campesina como todos los alumnos de la escue­la, ha mejorado de manera notable su lectura en voz alta y es la mejor de un pequeño grupo de avanzada; utiliza ahora formas de entonación e inflexiones de la voz, que le permiten comunicar los matices del texto leído, haciéndolo comprensible. El ideal es que alumnos como Sandra, asuman la lectura en su grupo y sean ellos mismos quienes motiven a sus compañeros. Es indudable que este clima de afición y de adhesión a la lectura, ha surgido de la lectura en voz alta como ejercicio placentero, despojado de toda connotación de clase, de materia calificada, de acto mecánico y rutinario. Muchos serían los ejemplos que en este terreno podrían citar los maestros, los promotores de lectu­ra, los directores y empleados de bi­bliotecas. En la escuela El Llano, en el corregimiento de San Cristóbal, oír leer constituye para los

niños y niñas de primaria, algo tan grato y delicioso, que aplauden cuando se enteran de que a su grupo le corresponde ese día la lectura, y aquellos que deben esperar hasta la semana siguiente, no sólo se entristecen, sino que llegan a disgustarse y hasta a hacer dolidos reclamos. En Girardota, reunidos semanalmente en la biblioteca muni­cipal, dentro del programa auspiciado por la Cámara de Comercio, niños y niñas del colegio Colombia han organizado, de manera espontánea, una especie de campeonato para ver quien lee mejor en voz alta, y muchos de ellos se han inscrito como socios de la biblioteca y muestran orgullosos sus carnés. Al finalizar la sesión de lectura, se adueñan de la biblioteca, toman libros de los estantes y ocupan las me­sas, embebidos en su propia lectura. Cuando se van, queda en aquel recinto un hermoso desorden que indica que por ahí pasaron unos ojos curiosos y unas manos ávidas. En la escuela especial Alfonso López, la experiencia de la lectura en voz alta reviste características aún más valiosas, ya que se da entre niños y niñas remitidos o rechazados por la escuela convencional, considerados de difícil o imposible incorporación a los grupos regulares. En la mayoría de los casos se trata de niños y niñas que poseen un alto grado de curiosidad, de inquietud y de sensibilidad, con aptitudes e inclinaciones más de índole artística y creativa que académica, y pertenecientes, en gran medida, a ambientes familiares y sociales que quizá no tienen la suficiente amplitud para entenderlos y aceptarlos. Se dan también casos más específicos, de dificultades de aprendizaje y ciertos niveles de retardo. Dentro de ese ambiente gene­ral, la lectura en alta voz ejerce influencias notables, en el sentido de que fija la atención de los oyentes, les brinda un cierto reposo natural, les permite familiarizarse con una correcta pronunciación y enriquecer su vocabulario de modo espontáneo. Pero sobretodo, les trae noticias de un rico mundo imaginario, que cada uno asume a su manera, por la magia del relate Resulta conmovedora la escena de un grupo de estos niños y niñas, generalmente inquietos, desasosegados, excitados, que escuchan, absortos, la lectura de La Sirenita: “Las grandes ventanas de ámbar del palacio, estaban abiertas y los peces entraban nadando, igual que en nuestras casas en-


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tran las golondrinas cuan­do abrimos las ventanas, y los peces se acercaban hasta las princesitas, comían de su mano y se dejaban acariciar. Fuera del Castillo había un gran jardín con árboles azules y rojos como el fuego; sus frutos relucían como el oro, y sus flores como un fuego ardiente, pero azul como las llamas del azufre”.

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ra en voz alta de la lección de geografía, de la de historia, de la de ciencias naturales, del enunciado matemático. Profesores y alumnos que rescaten, de ese modo, el sentido de la lección, condenada casi siempre a su repetición mecánica, sin huella alguna en la mente del alumno; o a una simple copia en el cuaderno, tomada del tablero, o del libro o módulo respectivo. En una cartilla de ciencias naturales para terEs interesante observar como este tipo de re- cer grado, se pide a los alum­nos leer y copiar en el lato escrito en un lenguaje cargado de poesía, hace cuaderno el siguiente resumen de algo que ya ha­bía patente la gran capacidad de emoción que estos ni- sido explicado en páginas anteriores: “Las plantas ños y niñas poseen, tanta emoson los únicos seres de la nación, que quizá sea por eso que turaleza capaces de elaborar los adultos los clasifican como alimentos para ellos mismos “especiales”. y para otros seres vivos. PodeLas anteriores aproximamos decir que ellas absorben ciones a la lec­tura en voz alta, agua, sustancias minerales han tocado sólo la etapa infany dióxido de carbono, y los til, ya que la primaria es, en transforman en alimento con muchos sentidos, el laboratola ayuda de la luz solar. Este rio del cual surgen métodos y proceso se llama fotosíntesis y formas que sustentan las etasolo lo realizan las plantas”. Se pas posteriores. Si la lectura propuso la lectura en voz alta no se perfecciona en la prima­ pero lo hicieron sin ninguna ria y si no constituye, además coherencia, tropezando con de un placer, un método de las palabras, sílaba por sílaba, comprensión académica, el omitiendo las pausas indicadas bachillerato no hará otra cosa por los signos de puntuación, distinta a prolongar, quizá de y sin ninguna inflexión. Ninmanera irremediable, aquellas guno de los que estaban escuCarátula de Carlos, de Ivar Da Coll. Editorial fallas que no fueron cuestionachando entendió el significado Alfaguara. das ni solucionadas. El ejemplo del párrafo, pero tampoco lo se hace evidente en un preocuentendieron los lectores, inpante número de bachilleres, incapaces de formas capaces de hacer una exposición verbal acer­ca de de lectura al menos aceptables, lo que les impide lo leído. El ejemplo es claro y preocupante, porque una mínima expresión coherente respecto de los co- demuestra, en primer término, que la escuela sigue nocimientos que supuestamente se les imparten. empeñada en una copia mecánica desde el tablero Las iniciativas y los programas dirigidos a la o desde las cartillas, de cosas que la inmensa mapromoción de la lectura en la etapa infantil y juve- yoría de quienes copian, no entiende. Y revela, de nil, no pueden ser producto, apenas, de un apoyo modo objetivo, que si no se da la lectura en voz alta, ocasional, o una simple ayuda que llega de fuera, o con los requisitos de dicción, vocalización, matices y una actividad episódica. Y no se trata tampoco, de pausas, el texto escrito, sea cual sea su género, será fortalecer únicamente la denominada “clase de lec- letra muerta y esfuerzo perdido tanto de parte del tura”. Es necesario vincular el acto de leer, que debe maestro como del alumno. Es claro que la relación ser, además, un acto cotidiano, a todas las activida- maestro-alumno reviste muchas características y se des académicas de la institución: la lectura como apropia de muchas opciones como la discusión, el base de todo el apren­dizaje escolar, esto es, lectu- análisis, la imagen y sería exagerado pretender que


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es la lectura, por sí misma, la única alternativa de instrucción. Pero si la lectura correcta, aprendida a partir de su práctica en voz alta, no se da como piso inicial, como cimiento de cualquiera otro mecanismo, este resultará falseado. No saber leer impide la puesta en práctica de toda forma de conocimiento académico. Y saber leer significa leer en voz alta asumiendo, con soltura y fluidez, cada una de las características inherentes a su ejercicio, lo cual permitirá que la palabra se instale, diáfana y precisa en la mente, pero también en el corazón. María Zambrano, quien durante toda su vida de pensadora y de escritora, hizo de la palabra un peregrinaje, dijo esto: “No hay historia sin palabra, sin palabra escrita, sin palabra entonada o cantada. ¿Cómo iba a decirse pa­labra alguna sin entonación o canto?”.

Aura López. Nació en Yarumal, Antioquia. Escritora y columnista del Periódico El Colombiano. Promotora cultural desde distintos espacios de ciudad: en la Librería Aguirre, escuelas públicas de Medellín, emisoras culturales, el Museo de Antioquia y el Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe de Medellín. Lectora en voz alta, deja su legado de cientos de columnas en diversos periódicos de la ciudad, que han sido recopilados en tres ediciones de libros: Historias, La escuela y Mujer y tiempo.


2002

XIII Seminario de literatura infantil



Entre letras y mamarrachos Diario de trabajo Triunfo Arciniegas 1 de enero de 2002, martes

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ilar Reyes, editora de Alfaguara, me prometió en la pasada feria del libro de Guadalajara que publicaría Las batallas de Rosalino este año. Tengo tres nuevos libros para “las batallas” con editores: Serafín, ladrón y fantasma, La verdadera historia del gato con botas y Pecas. 28 de febrero En La media perdida, cuya maqueta recibí ayer, veo que les faltó la página donde la media se encuentra con la mano. Gabriela García de la Torre, editora de Panamericana, me asegura que María Fernanda Mantilla, la ilustradora, remediará la situación el próximo lunes. Hace más de diez años que no se reedita este libro. María Fernanda hizo un trabajo espectacular. Me gustaría seguir haciendo libros con esta niña. Estaba revisando antiguos materiales y tratando de escribir otro libro para niños de preescolar, cuando encontré El rojo es así y se me ocurrió escribir sobre otros dos colores: el verde y el azul. De manera que ahora soy autor de La trilogía de los colores. Bosquejé y armé las maquetas para que el editor aprecie mejor los libros. 1 de marzo La Universidad de Antioquia aprobó Noticias de la niebla. Ahora voy a incluir las palabras de agradecimiento del Premio Enka, texto de la contracarátula de la única edición hasta la fecha de Las batallas de Rosalino. Para no romper la unidad numérica de esta última parte, integré dos textos sobre Lucy en uno solo y le añadí un texto de esta mañana. Estas tres partes van con el título de “Herida”. Es decir, el libro se mantiene en los 70 textos.

8 de marzo Envíe por correo electrónico a Luis Fernando Macías, director de publicaciones de la Universidad de Antioquia, la versión definitiva de Noticias de la niebla. Los cambios no son muchos pero valen la pena. Modifiqué algunos títulos (no el contenido) y trabajé sobre todo en “Herida”. No debe desperdiciarse la oportunidad de una nueva versión. 15 de marzo Vengo a Bogotá para sustentar en la Universidad Javeriana La seducción de la escritura, un largo y dispendioso trabajo sobre la cocina literaria, sobre cómo se conciben en la mente del escritor y se llevan al papel las historias. Llegué ayer por la mañana. Euphemia se encargó de las clases del colegio correspondientes a miércoles, jueves y viernes. Ayer almorcé con Andrés Olivos, editor de Panamericana, y esta mañana sustenté mi trabajo de grado. Todo salió bien, por suerte, y estoy a un pelo de recibir la Maestría en Literatura. Me divertí. Hubo un momento en que los jurados estuvieron defendiendo mi trabajo como si fuera suyo, mientras yo los escuchaba con infinito placer. Me quedaré hasta el domingo. Mañana veré a Verónica. 28 de marzo Escribí una historia sobre un jardinero. Ayer escribí dos. Una sobre un hombre que viaja a un pueblo miserable a reclamar un premio de poesía y otra sobre un hombre abandonado cuyos remordimientos le pesan como piedras. Hace tres días escribí Mamá no es una gallina. Decidí quedarme en Pamplona esta Semana Santa, y ha valido la pena.


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1 de abril Me levanté temprano a trabajar en la versión definitiva de La seducción de la escritura. Tuve que cambiar la numeración e incluir la hoja de los cargos académicos y un párrafo del reglamento de la Universidad. Luego me dediqué a imprimir con mucho cuidado: casi doscientos cincuenta páginas. También trabajé en una versión de Mamá no es una gallina, una breve historia que se me ocurrió la semana pasada a propósito de la frase de la niña Valentina sobre Nylza Offir, a quien su madre trató de gallina porque no enfrenta determinadas situaciones. La niña defendió a Nylza con la frase que sirve de título y tema a mi libro.

6 de abril Anoche estuve trabajando como hasta las tres en la versión de El Jardín del Unicornio. Le envié una contrapropuesta a la Condesa de la Torre Torcida. Le propuse incluir “Pasajeros”. No fui a Bogotá ni a ninguna parte en Semana Santa. No tengo dinero. René me tiene en bancarrota. No han llegado las regalías de Fondo de Cultura. No creo que pueda salir del país a mitad de año. Debo recuperar primero el bolsillo. Haré unos viajes dentro de Colombia: de pronto voy a Cartagena, de pronto voy a los Llanos, con toda seguridad a Bogotá. Me gradúo el 27 de junio. Tengo unas inmensas ganas de volver a México, pero debo aguantarme.

5 de abril Carta para Gabriela García de la Torre, de Panamericana Editorial:

7 de abril Comienzo a trabajar Pequeños cadáveres como novela. Ahora que preparo la edición definitiva de El jardín del unicornio, conservo “Cuerpo de viejo” y transformo “Pequeños cadáveres” en una novela breve. En el fondo, cuentan la misma historia, el mismo triángulo: muchacho, mujer, viejo. En “Pequeños cadáveres” el viejo es el padre. En “Cuerpo de viejo”, el marido engañado. En ambas historias, la mujer está preñada. En ambas, pierde la criatura. En ambas, el muchacho elude la responsabilidad.

Mi adorada Condesa: Acaba de llamarme Andrés Olivos y parece que se avecinan buenas noticias. Ojalá el comité le apruebe mis propuestas. Ya habíamos hablado de Pecas y ahora me dice que le gustó Mamá no es una gallina. De El jardín del unicornio me dijo lo que tú me habías dicho: una selección, si estoy de acuerdo, un libro más breve. Entre ocho y diez historias, supongo. Dijo que me vas a llamar el lunes. Piensa en qué títulos irían en el libro. Ya debes tenerlos. Envíamelos y déjame ver cómo se ve el libro. Definitivamente es el libro que más me interesa de los tres. Andrés volvió a mencionar La seducción de la escritura. Voy a preparar una versión para Panamericana, pensando en un público mayor, sin tantas citas, y con nuevos capítulos: uno sobre la creación de Madame Bovary, mi sueño, y otro sobre el fuego como origen de las historias. Tengo otro capítulo sobre Jossie Bliss, la mujer que Neruda conoció en Oriente, pero todavía no sé si encaje en el libro. El capítulo sobre la creación de una novela queda eliminado en su totalidad. Primero publicaré la novela y luego veré qué hago con las notas del diario de trabajo. Puede ser un libro interesante. Sería una dicha inmensa hacer contigo El jardín del unicornio.

12 de abril Cayó Chavez en Venezuela. Ha sido un día magnífico en cuanto a trabajo. La sexta versión de Pequeños cadáveres consta de 48 capítulos, distribuidos en cinco partes: Renata, El viejo, Antonio, Daniel, Teresa. 75 páginas hasta el momento. Llegaré a 100. Espero que llegue a 100. Ojalá a 120. Cambiaré el epígrafe y creo que dos textos que ahora encuentro débiles en Noticias de la niebla. Escribí “Niebla” y “Paisajes” para reforzar el título. Quedó por fuera “Ceremonia”, que encaja en Lecciones para doncellas. 13 de abril Dicha fugaz: volvió Chávez. Sigo con Pequeños cadáveres. La séptima versión consta de 56 capítulos (12 más que la anterior) distribuidos en cinco partes: Renata, El viejo, Antonio, Daniel, Teresa. 90 páginas hasta el momento. Llegaré a 100 y ojalá a 120.


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18 de abril Anoche trabajé hasta las dos en Pequeños cadáveres. Estoy trabajando en tres libros: El jardín del unicornio, Vampiro y Pequeños cadáveres. En cuanto al Jardín, se está decidiendo el destino de “Las visitas del ángel”. Mañana haré la última lectura. Vampiro es el libro que empecé a escribir en una hamaca de Coyuca. Lo seguí en Acapulco y lo terminé en Cuernavaca y Ciudad de México. Volví a Colombia con el libro “listo” y con la certeza de que no más con este libro había salvado el viaje. Lo pasé a limpio en enero e hice tres versiones en el computador. Ayer imprimí (14 capítulos, 43 páginas) y comencé las lecturas. Ya tengo cuatro capítulos más, dos de ayer y dos de esta mañana. Una lectura más y haré limpieza en la pantalla. Alcancé la meta de las 120 páginas con Pequeños cadáveres y aún me quedan por escribir tres capítulos. No tengo idea de qué tratarán. ¿Llegaré a las 150 páginas? No por ahora, no sin unos meses de reposo.

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que no, pero la duda persiste. También hice mi primera lectura de esta versión, y de “Las visitas del ángel”. 21 de abril Hice la segunda lectura de Vampiro y “Las visitas del ángel”. El resto del tiempo, navegué y dormité.

22 de abril Undécima versión de Pequeños cadáveres: 75 capítulos, cinco partes de quince capítulos cada una, 125 páginas hasta esta mañana y 130 esta tarde. Escribí en pantalla, esta mañana, los tres capítulos que faltaban: uno de la tercera parte (Renata dando cuentas a Antonio, en medio del llanto, después de la pelea con Dino) y dos de la última (Renata llorando de alegría en la ducha, y Teresa preñada haciendo mercado con el chofer cornudo). Trabajé toda la tarde en la pantalla. 19 de abril Luego envié esta undécima Trabajé en la nueva versión a Elia Crotte en versión de “Las visitas del Ciudad de México e imprimí ángel”. Ayer o antier incluí la primera copia en papel una vieja sorda, Carmela, después de la once, cuando quien cuida la casa y no se da llegué del colegio y al fin Ilustración de carátula de Las batallas de cuenta de nada. Hoy decidí Rosalino, de Triunfo Arciniegas. pude solucionar el problema eliminar el hombre muerto en de la impresora. el umbral. ¿Existe el ángel? ¿Es una imaginación Esta mañana leí por tercera vez la última de la monja vieja? Queda la duda. Envié esta versión de “Las visitas del ángel”. Desaparecí el última versión a Gabriela García. cuerpo que las monjas encuentran al amanecer. Trabajé en Vampiro. Hice la tercera leída y la Ahora puede tratarse de un delirio de la monja respectiva limpieza. De 14 capítulos pasé a 22, y vieja. Espero el juicio de mi editora para conformar de 43 páginas a 58. Ya tengo el libro. Euphemia la versión definitiva de El jardín del unicornio y otros hizo esta noche la búsqueda de erratas y mañana lugares para hombres solos. Alejandra hará su respectiva lectura. Se acabó Ya hice la tercera lectura de la primera versión el día. No quedó un minuto para leer Pequeños impresa de Vampiro. Tengo dos nuevos capítulos. cadáveres. Debo hacer la limpieza. Debo enviar el libro esta misma semana. Mañana o pasado. Estoy sobre 20 de abril el tiempo. Debo viajar el sábado con Pequeños Alejandra leyó Vampiro en la tarde. Sólo me cadáveres. preguntó si el hombre era o no vampiro. Digo


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4 de mayo Otra vez Bogotá. Conocí a Lida Parra. Lo único que rescato de mi visita al pabellón de Fundalectura. Porque trabajé gratis y las cosas no salieron tan bien como se esperaba. El día me quedó muy ajustado. Apenas me desperté, como a las seis, seguí leyendo Satanás. Luego fui en busca del libro de Dora Mar, la amante de Picasso, mi tercer intento. Al fin convencí al hombre: veinticinco mil pesos. Hice otras compras, almorcé y dejé los paquetes en el hotel. Ya eran más de las doce y media. Tomé el colectivo equivocado y luego debí remediar la situación con un taxi. Me duele pagar un taxi cuando voy a trabajar gratis. Llegué a Corferias a la una en punto pero no me tenían los niños todavía. Dije que iba a da una vuelta y me demoré más de la cuenta mirando y comprando libros. La jefe estaba disgustada porque los niños se habían exasperado y entendí que se habían ido. La jefe de otros, no mía, pensó que yo era uno más de sus talleristas. Le hice cara de que me importaba un culo. Entonces optó por presentarme la gran jefe, una mujer que ya conocía desde sus tiempos en la Biblioteca Rafael Pombo. Fuimos muy cordiales fuimos, muy sonrientes, muy bogotanos, y entonces resultó que los niños sí estaban y me habían dibujado. Dijeron cómo me imaginaban y compararon sus dibujos con el hombre de carne y hueso. Casi todos acertaron con los lentes. Me sentí agredido con los comentarios. No vengo de tan lejos a que me insulten. Alguien habló de la elegancia y en seguida agregó: “cosa que me equivoqué”. Se me había olvidado que son unas pequeñas fieras despiadadas. Lo único rescatable fue el encuentro con Lidia Parra, que se me acercó muy emocionada y me invitó a su taller en el fondo del mar. Tan pronto me desocupé fui a buscarla y la encontré vestida de blanco y en sandalias, delgada y bella, y fui uno más de los niños en el fondo del mar. Me marcó en el rostro y en la palma de la mano. No tuvimos tiempo de conversar mucho. Le firmé sus libros y le regalé uno. Hice mi recorrido por la feria y volví a buscarla a las seis y media. Estaba hambrienta y decidimos buscar un restaurante. La llevé abrazada. Comimos, y le leí “La bella y el gusano”, una de las historias de mi libro La silla que perdió una pata. Soy el gusano, por supuesto. Acompañé a Lida hasta la veintiséis y le di un beso. ¿Fue verdad o sueño?

5 de mayo Es domingo, mi último día de feria. He estado trabajando todo el día con Verónica en “¿Por qué el mar es salado?” y “La cosa maldita”. Recorrimos las ventas de libros de la carrera séptima. Luego desayunamos y trabajamos en Punto Rojo. Recorrimos el mercado de las pulgas y trabajamos otro rato en el parque. Almorzamos y fuimos por mi equipaje al hotel. Lo guardamos en los casilleros del terminal y luego fuimos a Corferias, donde la dejé con Carlos y Vanessa. Les conseguí entradas a los tres. Me hice mi último recorrido por la feria del libro y mis últimas deliciosas compras. No me despedí de Lida Parra. A las siete estaba en el terminal y casi a las nueve salimos. Extravié o me robaron la cámara fotográfica. 6 de mayo Tengo lentes nuevos. Volví de Bogotá con una mala noticia: el mal del ojo izquierdo ya no lo remedian los lentes. El optómetra me aconsejó que acudiera de urgencia al oftalmólogo. Llegué de Bogotá a las ocho de la mañana, después de un viaje record de once horas. Nunca antes una Berlina había hecho el trayecto de Bogotá a Pamplona en menos de trece horas. Viajé junto a la antigua novia de quien fue mi mejor amigo en los primeros años de la Escuela Normal, Gustavo Ortega, y de quien no he vuelto a saber nada. Vive mal en Los Patios, según las palabras de su antigua novia, que no lo ve desde hace cuatro años. Viajé con una maleta muy pesada. La maleta grande que compré en México. Traje más libros de los que creía, qué maravilla. Seguí leyendo Satanás, de Mario Mendoza, el último Premio Biblioteca Breve, que antes fue de Vargas Llosa, Cabrera Infante y Fuentes, entre otros. Terminé la lectura en Berlín. No aguanté a llegar a Pamplona. No entiendo por qué le han dado palo a esta novela en los círculos bogotanos. Celos, supongo. Envidia. El éxito ajeno es la peor ofensa para los fracasados. Por ejemplo, hay gente que, como no puede denigrar de Rosario Tijeras, habla mal de su autor, Jorge Franco, a quien poco conozco pero que me parece una excelente persona. Encontré la casa limpia. Leí de inmediato, incluso antes de deshacer maletas, “El camino a Brighton”, de Richard Middleton, y escribí una


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versión para mí, “Vecino”. Ayer revisamos “La cosa maldita”, de Ambrose Bierce, y una leyenda japonesa sobre la sal. El otro día dejamos listo “La pata de mono”, de Jacobs, y “El unicornio en el jardín”, de Thurber. Ahora estoy digitando “Cuando fui mortal”, de Javier Marías. Ya tengo listo “En memoria de Paulina”, de Adolfo Bioy Casares, otro cuento de fantasmas. Debo buscar uno más. Esta semana dejaremos lista la antología de los cuentos de fantasmas. 7 de mayo Esta mañana vinieron tres niñas preciosas a mi casa, Silvana, Angélica y María Alejandra, con su profesora, para hacerme una entrevista. Me encantó María Alejandra, una delicia de trece años, a quien le pedí que me escribiera. Anoche se quedaron en casa de Nylza y hoy mismo regresaron a Bucaramanga. ¿Volveré a verlas en la vida?

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47 páginas. Hoy llegué a los preciosos 30 capítulos y las 54 páginas. ¿Sería posible llegar a 80? En este momento no lo creo. Terminé de leer El lector, de Bernhard Schlink. Excelente, conmovedora, inolvidable, estremecedora. Leí casi de un tirón Arkansas, de David Leavitt. 13 de mayo Terminé de leer Mientras duerme Inglaterra, de David Leavit. Cuando el hombre aprendió a volar llegó a las 70 páginas: 35 capítulos. Me gustaría enviarlo a Norma esta misma semana, con 80 páginas. Veremos qué pasa en la lectura de mañana. Aún no imprimo. 14 de mayo Cuando el hombre aprendió a volar: 74 páginas, 37 capítulos. Debo llegar a las 80 páginas.

16 de mayo 10 de mayo Entre ayer y hoy leí Amuleto, Ayer comencé a trabajar de Arturo Bolaño y El Rebusque de nuevo en Cuando el hombre mayor, de Alfredo Molano, aprendió a volar. De 14 capítulos adquisiciones pamplonesas, y y 22 páginas, pasé a 25 capítulos terminé de leer por tercera vez y 47 páginas. Ahora estoy en La ciudad y los perros. Segunda Carátula de Ich Prinzessin Sophia, de Triunfo 30 capítulos y 54 páginas. La leída de la nueva versión de Arciniegas y Margarita Sada. Fischer Schatzinsel. primera versión la escribí en Pequeños cadáveres. Hice la Bogotá el 15 de abril de 1999. primera en Bogotá. Entonces era un texto de 10 páginas, sin divisiones de capítulo, con su dedicatoria y el epígrafe de 20 de mayo Jaime Sabines. El 17 de septiembre de 2001, en Le digo a Elia: “¿Puedes apartar tres días? Ciudad de México, en casa de Concepción Europa, Vas a necesitar tres días libres, por lo menos, para volví a trabajar el texto. Lo dividí al día siguiente La quinta mujer, de Henning Mankell, publicado en 14 breves capítulos. Le leí esta versión a Daniel por Tusquets. Es uno de los dos únicos libros (637 Goldin en Tepoztlán una tarde de noviembre de páginas, quedas advertida) que se consiguen en 2001 y no le gustó. Envié esta misma versión a Ana español de este autor. El otro es Asesinos sin rostro. Franco el 12 de diciembre de 2001: 14 capítulos, 22 Henning Mankell es sueco y vive en Mozambique. páginas. Ayer en la mañana, 9 de mayo de 2002, El Ha escrito unos treinta libros y ha sido traducido a hombre que aprendió a volar, ahora llamado Cuando veintidós idiomas. Compré la novela el sábado en el hombre aprendió a volar, aumentó siete capítulos y “la feria del libro de Pamplona” y la terminé esta llegó a las 39 páginas. En la noche retomé el texto, tarde. No he hecho nada desde que la compré, salvo todavía en la pantalla, y escribí cuatro capítulos más: recorrer el otoño sueco, muerte tras muerte. ¿Quieres


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una prueba? Ve a Gandhi y lee el primer capítulo (no el prólogo sino el primer capítulo) y luego cuéntame si eres capaz de irte a casa sin el libro”. Una rápida leída a Cuando el hombre aprendió a volar antes de imprimir: 37 capítulos, 75 páginas. Con 40 capítulos me conformaría. Vamos a ver qué pasa. Ya no creo que pueda exprimir más. A Pequeños cadáveres le hace falta la tercera lectura. Después de esta lectura, haré limpieza en pantalla y se la enviaré por correo electrónico a Elia y a la Condesa. 29 de mayo Hoy levanté cabeza en cuanto a la escritura: leí una vez más, y con buenos resultados, Cuando el hombre aprendió a volar. Tal vez haya cambio de título. Ya tengo los anhelados cuarenta capítulos. Sé que paso de las ochenta páginas y que tal vez me acerque a las noventa. La semana entrante lo sabremos. He estado leyendo muchísimo desde la feria del libro: quince libros, la mayoría excelentes. He estado un tanto deprimido. Ayer no tuve ganas de salir a almorzar. Esta mañana, una larga conversación con la Condesa Gabriela García de la Torre me trajo un gran alivio. 1 de junio Estoy encerrado desde el jueves. Fui al aeropuerto de Cúcuta y no me entregaron los tiquetes para volar a Neiva, donde tenía un encuentro con muchachos de diversos colegios en la mañana, y una charla con adultos en la tarde. Permaneceré encerrado hasta el martes. Se supone que estoy consultando especialistas en Bogotá por el asunto del ojo izquierdo y no me puedo aparecer en las calles de Pamplona. 5 de junio Me encerré a leer y a escribir desde el jueves 30 de mayo hasta el martes 4 de junio. Del encierro me quedan tres cuentos de fantasmas: “Peligros”, “Hembras” y “Cosas de la vida”. Por recomendación de la Condesa, leí Océano Mar, de Alessandro Baricco, pero no me emocionó tanto como Seda. 7 de junio Ayer estaba deprimido y me acosté a dormir. Soñé con mamá. Era joven en el sueño. Con una cara de muchachita. También estaba deprimido

en el sueño. Me quedé mirándola y me pregunté qué haría cuando ella no estuviese. Qué haría con mis depresiones. Me invitó a la cocina pero, por el camino, nos distrajo la habitación de René, muy bonita, muy cómoda. La cama, elevada como un altar, cubría toda la habitación. Desperté y todavía no le había hecho la pregunta a mi madre. Ella murió hace dos años. 11 de junio Fue un día terrible. Viajé solo a Cúcuta a cumplir la cita con el oftalmólogo. Me dieron mal la dirección y el teléfono. Tuve que averiguar en el directorio qué oftalmólogos había en Cúcuta. No encontré el que me correspondía. Busqué por su nombre y tampoco. En fin, en una clínica me encontraron la información. Pasé toda la mañana en el consultorio. El doctor me preguntó si llevaba compañía y luego entendí por qué lo preguntaba. La recepcionista, alta y de magníficas piernas, me aplicó tres dolorosas tandas de gotas para dilatar la pupila. Tengo un problema de retina y no sé qué más. El doctor ordenó un ultrasonido del ojo para estar seguro de su diagnóstico. Total, que salí al mediodía a la calle con las pupilas dilatadas. No veía un carajo, la luz me lastimaba. Esperé por ahí, dando vueltas, y al fin me subí al carro y estuve a punto de estrellarme. No sé cómo eludí dos carros. Si hubiese chocado sería por mi culpa. Mi madre fue muy recordada en ese momento. Estuve a pelo de no contar el cuento. Regresé despacio a Pamplona, sintiéndome muy miserable. 12 de junio Siguen las historias de fantasmas. Hoy escribí una sobre una actriz que, después de su muerte trágica, hace una llamada a un antiguo amor y, en cierta forma, se reconcilia. La actriz es María Félix. 14 de junio Panamericana me aprobó tres libros: El jardín del unicornio, Pecas y Mamá no es una gallina. Qué maravilla. El cuento de la gallina apenas lo escribí en Semana Santa. Va a ser un exitazo. 15 de junio Escribí para Alejandra La cabra pelúa. Le había prometido que haríamos un libro juntos y ahora


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lo tenemos. Ella escribe y yo ilustro. Se trata del encargo que me hizo Luis Fernando Macías para la Universidad de Antioquia. Encontré ese poema español de la cabra ética, perlética, pelapelambrética y le dije que se sentara a dibujar cabras porque le iba a escribir una historia. Me senté en las escaleras y, de una, escribí La cabra pelúa. Ya hablamos de cómo será el libro. Vimos E.T. No encontramos El hombre araña. Hice un excelente negocio: cambié un ejemplar de Serafín es un diablo por el alquiler de ocho películas. Estoy tomando antidepresivos.

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y luego vuelvo a trabajar. Antenoche, por ejemplo, me acosté a las tres y media de la mañana y a las cinco ya estaba trabajando de nuevo. Ha sido una semana increíble, una de las más productivas de mi vida, pues despaché cinco libros: La gota de agua, La flecha loca, El guante gordo, Niña mexicana y Pecas. Niña mexicana ni siquiera existía hace tres días y ahora hasta tiene ilustraciones. Pecas ya fue aprobado. Esta semana hice las tres últimas lecturas y envié la versión que va publicarse este mismo año. Los otros títulos, que conforman la trilogía de los viajes, vienen de hace catorce años (la época de La media perdida) pero permanecían guardados. 17 de junio Los tres salieron al mundo en Estuve todo el día, desde esta misma semana. No puedo las seis y media, trabajando creer que haya trabajado tanto. en La gota de agua. Escaneé Aparte de eso, todas las noches, veinte ilustraciones. La mayoría entre las siete y las once, hice ya estaban hechas desde mis clases con los adultos. 1988, la fecha original de la Anoche tuve una crisis historia, y otras las inventé hoy espantosa, creí que me estaba mismo, en el mismo cuaderno volviendo loco. El cuerpo, amarillento. La idea es presentar agotado, necesitaba dormir, las ilustraciones como en el pero la mente no lo consentía. cuaderno de un niño, con las En un segundo caía al sueño y debidas manchas y el rayado del al otro me despertaba gritando. libro. Le dediqué la historia a Así estuve como dos horas. Gabriela García, Condesa de la Entredurmiendo y gritando. Me Torre Torcida, con todo mi amor imaginé en un hospital tratando y mi admiración. Se merece de dormir, me imaginé viendo sobrada esta dedicatoria. en la realidad los personajes Le he dado todas las vueltas de los sueños. Probé dormir en Ilustración de Omar Figueroa “Turcios”. posibles a las ilustraciones para otro cuarto de la casa. Aparté bajarles el peso. Ilustro, escaneo los libros y las maletas que y luego trabajo la ilustración en el computador. Es rebosan la cama de huéspedes y me tendí. Otra vez una maravilla. Quedan como pinturas al óleo. el sueño fugaz, los gritos de terror. Volví a mi cama y Ya al final de la tarde vino el doctor Marancar a creo que pude dormir un par de horas. Me desperté invitarme a caminata. Le revisó el oído a René y esta agotado. Y ya estoy de nuevo trabajando. Sé que debo misma noche conseguí la droga requerida. llamar al doctor Marancar en un rato. ¿Qué voy a hacer esta noche? 18 de junio La crisis empezó cuando vinieron los compradores La Condesa ya recibió La gota de agua: una mega, (postulantes, se dice) y supe que el 24 de julio qué pena. Esta gota ya comienza a mojar mundo. rematarán mi casa porque se la compré a un ladrón miserable y cínico que nunca me hizo los documentos 23 de junio respectivos. ¿Adónde me voy con los miles de libros Le escribo a Elia que llevo tres días sin dormir. que tengo? ¿Trasteo o escribo? ¿Cómo voy a recordar No es que no quiera dormir es que no puedo dormir. el sitio de cada objeto en la nueva casa? ¿Cuál será la Trabajo casi hasta la madrugada, me recuesto un poco nueva casa? ¿Cuándo tendré otra casa? He necesitado


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más de veinte años de trabajo para tener esta casa, se me ha ido toda la vida en conseguirla, y ahora estoy otra vez en la calle. 4 de julio Otra vez en Bogotá. Hice la cuarta lectura de El jardín del unicornio. Llegaré a Pamplona a limpiar. Debo enviar la versión definitiva en dos o tres días. Estoy trabajando de madrugada. Ayer trabajé entre las cuatro y el mediodía. Antier casi lo mismo. A las diez de la mañana fui a ver a Pilar Reyes en Santillana y firmamos contrato por Las batallas de Rosalino. Haré las ilustraciones. Debo enviarlas con la versión definitiva en dos semanas. Le entregué mi lista de erratas de Los besos de María, ahora que sale la segunda edición. Llevo como cien mil pesos en tinta y dos zips para juntar con los tres que ya tengo. Así mantendré a salvo mis archivos. Tengo una siete resmas de papel carta en reserva. Con los cartuchos que llevo y el frasco de cincuenta mil pesos de la reserva, voy a imprimir como loco. Adelanto el viaje de regreso para trabajar. Vine a recibir la Maestría en Literatura en la Universidad Javeriana. Me voy desmujerado. Ni Lida Parra ni otra. 5 de julio de 2002, viernes Llegué esta mañana de Bogotá. Salí anoche a las seis y llegué a Pamplona a las siete de la mañana. Apresuré el viaje para trabajar en El jardín del unicornio, Las batallas de Rosalino y Pequeños cadáveres. 8 de julio Ahora estoy en el asunto de la ilustración de El Jardín del Unicornio. Enviaré copia de papel con ilustraciones en unos dos días. Luego sigo con Las batallas de Rosalino, versión definitiva. Luego Roberto está loco y Las gallinas salvajes. 14 de julio Después de 14 años, aún trabajo en Las batallas de Rosalino. Escribí la primera versión en un cuarto de la azotea de una casa de Meiseen, al sur de Bogotá, en 1988. La segunda versión (viajé entonces a Pamplona) ganó el Premio Enka en 1989. Se publicó la tercera o cuarta ese mismo año. La edición, de sólo tres mil ejemplares, se distribuyó a los empleados de Enka, amigos y periodistas. De manera que es un libro con

cierto prestigio, pero que casi nadie conoce. Esta semana fundí en uno dos capítulos de la parte final para acelerar el regreso de los héroes. “Las delicias de Boca de Chicle” y “La última lágrima” quedaron como “Las delicias de Boca de Chicle”. Serían así 18 capítulos. Luego, esta mañana, partí dos capítulos en cuatro en la parte central del libro. “En camino a Chíchira” quedó partido en “Boda y otros afanes” y “En camino a Chíchira”. “La casa de las locas felices” quedó partido en “El ojo de vidrio” y “La casa de las locas felices”. Ahora el libro queda definitivamente de veinte capítulos. Hace años que no ingresan nuevas anécdotas o nuevas historias al libro. Al contrario, ha sufrido un proceso de despojamiento, tanto en los hechos como en el lenguaje. Sobre todo en los hechos. Salieron personajes, salieron historias: los tres gatos de la casa de misiá Candelaria, la serpiente que arrojaba monedas, los conejos que se enredaban por las orejas, el caballero de la almohada, la misma historia de misiá Candelaria y cierta jirafa que la visitaba, la película que sobre sus aventuras Rosalino ve en un teatro, la conversación de Tintoreto y Rosalino sobre Linda Ochoa y otros detalles menores. En cambio, enriquecí los hechos, pulí los diálogos, aclaré y perfeccioné las frases, trabajé la unidad de cada capítulo, dosifiqué la acción dramática, si puede decirse así. El libro cuenta tres batallas: el zancudo, la bruja, el dragón. Digo “batallas” por decir algo, pues el problema con la bruja se resuelve en una conversación, y con el dragón, con una partida de ajedrez y unas cuantas botellas de ron. La única batalla, disparatada y cómica, es con el zancudo, y no hay muertos, desde luego. Se dice que Rosalino es famoso por sus tres grandes batallas, pero al comenzar el libro sólo existe la batalla del zancudo en su hoja de vida. Rosalino la cuenta a quien se le aparece. Así termina el primer capítulo, con la mención de la batalla del zancudo. El segundo termina con la misma amenaza. El tercero es precisamente esta batalla. El libro comienza con la llegada de Tintoreto, un gato negro de bigotes de seda y ojos asustados, a la casa de Rosalino Pacheco. Una bruja persigue a Tintoreto desde el 14 de mayo. Rosalino enfrenta a la bruja en la capítulo quinto: una cortés conversación. El capítulo sexto es la versión salvaje de esta conversación, ahora convertida en una batalla que se


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hará cada vez más y más famosa. Ese gato que llega maravilla en la pantalla. Más de diez horas de en el primer capítulo es el protagonista del cuarto, trabajo. Qué barbaridad. “El gato de la botella verde”, ahora enamorado de Desde la semana pasada estoy ilustrando y no Linda Ochoa y con afanes de cultura. “Cultura en creo que termine esta misma semana. Debo escribirle casa”, el capítulo octavo, describe este proceso y su mañana a Pilar Reyes. La semana entrante, sea como brega por escribir una carta de amor. El capítulo sea, envío Las batallas de Rosalino. concluye cuando Tintoreto llega a casa de Rosalino Desde anoche reanudamos clases, qué pereza. con el grueso volumen de Don Quijote. ¿Cuándo dejaré el magisterio? Trabajo como un burro Las batallas de Rosalino, en cierta forma, es una para conseguirlo. lectura de Don Quijote. Rosalino es el caballero, y Tintoreto, su Sancho Panza. La negrita Pilarica 20 de julio es la dama en cuestión, aunque no la Dulcinea Bucaramanga. He venido al Hotel Ciudad de Rosalino. El héroe, por Bonita a pasar el fin de semana, supuesto, necesita un caballo: invitado por Alfaguara. Trabajo el capítulo noveno resuelve el con ellos el lunes en la mañana. asunto. El otro acompañante Tengo dos días libres, con carta en el viaje que se aproxima es el abierta, para Las batallas de gallo Cantaclaro: capítulo siete. Rosalino. Tenemos el ganado reunido, como podría decirse. Entonces 22 de julio aparece el verdadero meollo Sigo en Bucaramanga. del asunto. Hice dos lecturas completas de Pepita Girasol del Alba la versión 21 de Las batallas de llega llorando a casa de Rosalino Rosalino. No me llamó ninguna porque el dragón se robó a la mujer. Compré un Lamy y una negrita Pilarica: capítulo diez. novela de Thomas Bernhard. El resto del libro, la mitad más No estoy leyendo libros ajenos, o menos, narra la búsqueda de apenas tengo tiempo para la negrita y el enfrentamiento trabajar. Los encuentros con los con el terrible dragón. El libro alumnos del Agustianiano y la se convierte en un viaje de Carátula de The First Bear in Africa!, de Fundación UIS salieron bien, aventuras: capítulos doce, trece, Satomi Ichikawa. Ed. Scholastic. catorce, quince, dieciséis. En el algo mejor el primero que el capítulo diecisiete Rosalino se segundo. enfrenta al dragón: una noche de ajedrez y parranda. Los tres últimos capítulos narran el regreso y el 24 de julio recibimiento triunfal de los héroes. No remataron mi casa. Badillo pagó al Banco de Bogotá “una suma considerable”, según dijo el 18 de julio doctor Camacho Serrano. Si no cancela la totalidad En todo un día de trabajo hice un caballo y de la deuda a fin de mes, el abogado solicitará nueva media gata. Es demasiado lento, pero quiero algo fecha de remate. Y si termina de pagar, caerán los precioso, que cause admiración y me traiga más nuevos acreedores. Carlos Luis Ibáñez habló con trabajo. El caballo, de perfil, es una pieza de ajedrez, Mario Loturco sobre una posible figura jurídica. Una y la gata, con la cola atada por una cinta, contempla vez el Banco deshipoteque la casa, Badillo le pagará el mundo a través de la ventana. El caballo es un veinte millones al siguiente deudor para que permita invento de hoy, desde su elaboración a mano hasta desligar mi casa porque su apartamento es suficiente la escaneada y la respectiva pulida, limpiada y para cubrir la deuda, y así Badillo podría hacerme sombreada en el computador. La gata viene desde las escrituras de mi casa. hace tiempos pero ahora la estoy trabajando de


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Euphemia no tuvo necesidad de consignar los once millones de pesos en el Banco Agrario para presentarse como postulante al remate de mi casa. Teníamos todo el dinero en efectivo ayer en la tarde, cuando pasamos por el Juzgado para que nos corroboraran que ya no había remate. 25 de julio Parece que entre más me dedico en las ilustraciones de Las batallas de Rosalino, más trabajo tengo pendiente. Se me ocurre mejorar una y otra ilustración, y eso que no he terminado la totalidad de las ilustraciones. Me entretuve casi toda la mañana con un perro negro, el talón de Aquiles de Rosalino. El resto de la mañana, con el libro de la gata. Esta tarde hice a Rosalino lector y comencé a trabajar en la ilustración de la vaca Violeta Casagemas. Esta noche aproveché una pausa del colegio para trabajar en el Rosalino de la portadilla. Mañana, otra vez Violeta. Llevo como tres semanas en este asunto de las ilustraciones. 29 de julio Le escribo a Elia que parece que estuviera ilustrando un libro infinito. Entre más ilustraciones hago, entre más días paso con Las batallas de Rosalino, más ilustraciones tengo por hacer. Hice las ilustraciones de la edición de Enka en 1989. Algunas se conservan, otras las modifiqué y otras salieron porque el texto cambió y desechó algunos personajes, algunos hechos. Tuve que inventar nuevas ilustraciones porque ya tengo catorce años con este libro: veintidós versiones. En esencia es el mismo libro: las tres batallas de Rosalino (el zancudo, la bruja, el dragón), pero los detalles se han enriquecido. Ojalá alguien hiciera un trabajo sobre este proceso creativo. Conservo todas las versiones. ¿Cuándo acabaré? Con gran dificultad, pues el archivo se subió a cuatro megas debido a las ilustraciones, imprimí la versión veintidós. Tuve que dividir el archivo en tres para terminar de imprimir. Apenas le leí tres capítulos a Euphemia, mi correctora de pruebas, que viaja de madrugada a Bucaramanga y regresa el miércoles. Las pruebas de El jardín del unicornio siguen esperando.

7 de agosto Durante la posesión de Álvaro Uribe Vélez, intentaron bombardear el Palacio Presidencial. Hay unos quince muertos y unos catorce heridos en La Calle del Cartucho. Terminé la última ilustración de Las batallas de Rosalino. Le dediqué toda la mañana a Violeta Casagemas, la vaca de cuernos de venado. Me costó más de tres días esta ilustración, es decir, unas treinta horas, qué barbaridad. Hice la limpieza del texto para obtener, en tres archivos, la versión 23. Una vez impresa, Euphemia revisó una por una mis correcciones. Q u é e s p e c t á c u l o : l a c a m a re p l e t a d e ilustraciones. 8 de agosto Hice una nueva y última lectura de la versión 23 de Las batallas de Rosalino. Haré la limpieza respectiva (unos quince cambios leves) y enviaré mañana la versión 24. Queda copia en papel de la versión 22 y la versión 24. Hice 59 ilustraciones y me sobraron unas cuantas. 14 de página completa, 20 de inicio de capítulo y 25 viñetas. De las sobrantes, la próxima semana propondré algunas como opcionales. 9 de agosto Envié a Pilar Reyes la versión 24 de Las batallas de Rosalino con diez de los 59 dibujos. 10 de agosto He estado trabajando en la tapa de Las batallas de Rosalino. Tuve la tentación de enviar las demás ilustraciones y dejar pendiente la tapa, pero luego decidí darme unos días más. Imagino que en la editorial estarán desesperados. Revisé por tercera vez las pruebas de El Jardín del Unicornio y las envié a mediodía a Panamericana. El lunes enviaré las pruebas de Noticias de la Niebla a la Universidad de Antioquia. Esta tarde, trabajé con Alejandra en La cabra pelúa. Qué bonito, mientras ella ilustraba la cabra, yo me dedicaba una vez más a Las batallas de Rosalino. 11 de agosto Envié las pruebas de Noticias de la niebla. Elia Crotte leyó, en Ciudad de México, la última versión de Las batallas de Rosalino y encontró


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una errata. En el capítulo diez Pepita Girasol está buscando al maestro Rosalino y confundo su nombre con el de su hija Pilarica. Debo enviar este dato a la editorial. Sigo con la tapa. Al escanearla, se oscurece demasiado en la parte inferior. Inventé flores amarillas para aliviar este problema. Además, el gato, a los pies de Rosalino, es negro. Le he puesto luz en los bordes. Por otra parte, estoy bregando con el pajarraco de una mola. El colorido y el diseño me encantan. Primero estuvo arriba, en la esquina izquierda, con el pico abierto y con anteojos. Ahora ni va arriba ni con el pico abierto ni con anteojos.

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14 de agosto He trabajado veinte horas y tengo dieciocho ilustraciones limpias, en papel, listas para enviar a la editorial. Rehice a mano la mayoría. Limpié de nuevo en pantalla otras ilustraciones y las imprimí. Esta noche hice a mano al enano Saturio Hernández, el pañuelo, la mano de girasoles y la casa de las locas felices. No me gustó mucho la casa. Decidí retocar la versión original, que definitivamente hará parte del paquete que enviaré a Alfaguara esta misma semana. Que ojalá sea así, que por fin pueda enviar este trabajo. En la editorial deben estar pensando que me estoy rascando el ombligo.

13 de agosto 15 de agosto Terminé la tapa de Las La fotografía del fondo batallas de Rosalino. Me costó de la tapa de Las batallas de como cinco días y nueve Rosalino es la puerta del taller versiones. Se mantuvo la de herrería de mi papá: una idea original: Rosalino con vieja puerta de madera donde armadura sobre la fotografía de se prueban las cifras de marcar la puerta de la herrería. Mezclé el ganado. Tomé esa foto hace flores a mano y pétalos de mi catorce años. La puerta ya no se jardín para dar luz a la parte usa pero aún se conserva. Esta inferior de la tapa. El pajarraco mañana fui a visitar a papá y le terminó posado sobre el escudo pregunté por la puerta. Eran y parece que sostiene con su las seis y media, y las ventas del pico la banda naranja de la mercado aún no se abrían. Creí colección. Esta banda debe de que papá no había llegado, pero darle dolores de cabeza a todos sigue tan madrugador como los ilustradores. siempre. Está estrenando lentes. El alivio de terminar la Por primera vez, recetados, Carátula de Masquerade, de Kit Williams. tapa, se empaña con la decisión pues tenía la costumbre de Foto de Ben Terret. http://www.flickr.com de presentar las 59 ilustraciones visitar los mercados y probarse interiores en papel. Es decir, unos y otros hasta encontrar tengo que hacer todo el trabajo de nuevo, porque los que más se le acomodaran. Me hubiera gustado las ilustraciones se manchan cada vez que las guardo: incluir este hecho en Las batallas de Rosalino. Papá no se llena de puntos grises alrededor de las líneas es pequeño como Rosalino, ni narizón, pero sí tiene negras. En una impresión normal, pequeña, son los ojos pequeños, los cabellos alborotados, el mismo imperceptibles al ojo humano. Pero si uno se acerca en oficio de la herrería y el espíritu aventurero y generoso la pantalla del computador puede apreciarlos como del caballero medieval. En una ocasión, en Málaga, microbios: diminutos e innumerables. durante mi niñez, arriesgó su vida para apagar un Esta noche dibujé una de las ilustraciones incendio en una estación de gasolina. Recuerdo su opcionales: la hechicera Graciela Montes. Una de mis brazo quemado y recuerdo que no pudo trabajar alumnas posó con un lápiz a manera de cigarrillo. durante unos meses. La otra ilustración es el viejo amarrado a la oveja. Visito a papá muy de cuando en cuando. Tengo El contrato entre Rosalino y Cantaclaro también es escritas casi todas las visitas que le he hecho en la vida. opcional. Debería escribir un libro llamado Visitando a papá. Mantenemos una relación lejana pero cordial. No sé


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qué piensa de mí. No sé qué tan grande o tan pequeño es su cariño. Por mi parte, lo amaba más cuando era niño. Dormía a su lado. Todavía recuerdo el viento cuando sacudía las cobijas antes de dormir. Lo veía tan inmenso, lo consideraba el mejor herrero de Málaga y me sentía orgulloso. Me impresionaban sus manos grandes, gruesas y callosas, y en la calle debía trotar para igualar sus zancadas. Lloraba cuando no me llevaba a pasear. Fuimos tan cercanos. Fui su primogénito, entre otras cosas. Padecí el peso de la justicia. Padecí su rudeza. Padecí sus borracheras y sus malos tratos. Su violencia con mamá. Creo que he dejado de quererlo, pero sigue siendo mi padre y le tengo muchísimo respeto. Me enseñó el duro oficio de la herrería. Soy maestro de herrería pero no ejerzo. Me enseñó que la vida debe ganarse honradamente. “Nunca llegué a la casa con un pan robado”, dijo alguna vez. Me enseñó que la palabra es ley. Él escribe con cifras de hierro sobre la piel de las puertas y yo escribo con tinta en las páginas de los libros. Él hace cifras de hierro para marcar el ganado, yo cabalgo en los lomos de los libros. Tomo las letras de la puerta para la tapa de mi libro, y le dedico, emocionado, la historia que escribí. Somos padre e hijo, llevamos la misma sangre hasta la muerte. Me gusta decir: “En casa de herrero, escritor de palo”. Esta mañana invité a desayunar a papá pero no encontramos nada abierto. Además, según supe luego, cuando insistí, ya había desayunado. Me aceptó un tinto. Luego me enseñó la famosa puerta de la foto y dijo que se la había regalado a Rubén Darío, mi hermano, el único que sigue trabajando con él en la herrería. La situación está mala, no cae trabajo, no hay nada que hacer. Mi hermano Álvaro se fue a trabajar en el campo. A mi hermano Ramiro todavía le quedan unos cinco años de cárcel. Le pregunté a papá si tenía cifras y me enseñó diez. Ofrecí comprárselas y me pidió diez mil pesos. Le di veinte. Tomó los dos billetes y se persignó con ellos. 16 de agosto Anoche me rayaron el carro frente al colegio. Dos rayonazos crueles, hecho con saña, que me recordarán durante meses el poco aprecio de mis alumnos. Porque fue sin duda uno de mis alumnos. Tal vez uno de esos que llevé al consejo de profesores por indisciplina. Sé que es injusto el proceder de ese alumno sin rostro. Soy buen profesor, soy justo,

jamás me desquito con las notas, antes les regalo buena parte de la nota. No me ensaño contra nadie y olvido los malos ratos que se tienen en clase. Estoy en la edad de enseñar a los demás, de dar a los demás, pero no creo que eso les importe a mis alumnos. Sé que uno no tiene su aprecio, sé que no lo consideran un amigo. Más que rabia, en el fondo, todo esto me da una profunda tristeza. 17 de agosto A las cinco de la tarde terminé de ilustrar Las batallas de Rosalino. Enviaré el paquete el martes 20 porque el lunes es festivo. Esta mañana volví a hacer a Tintoreto lector y las dos ilustraciones que llamo opcionales: la hechicera Graciela Montes y el viejo amarrado a la oveja. Imprimí la viñeta del caballo con Pamplona como fondo y el niño en el caballito de madera. Revisé, conté, ordené todas las ilustraciones, y escribí la siguiente carta para Pilar Reyes, directora de Alfaguara: Te envío por fin las 60 ilustraciones de Las batallas de Rosalino: la tapa y 59 en blanco y negro, distribuidas así: 14 ilustraciones de página completa, 20 ilustraciones de media página para iniciar capítulo y 25 viñetas que van (casi todas) al final de cada capítulo y cuyo tamaño depende del espacio disponible. Las ilustraciones de página completa son: caballero con flores, Tintoreto en la botella, caballero con escoba, Tintoreto con libro y luna, Rosalino a caballo, puerta chamuscada, Linda Ochoa (gata con libro, florero y cinta en la cola), perro negro, Violeta Casagemas (vaca con sombrero y cuernos de venado), señora con gato y sombrero, dragón, cocodrilo de pan, fiesta (Rosalino con gato, león, jirafa, conejo y venado), recibimiento (gente de espaldas con pasacalle). Te envío una copia de Las batallas de Rosalino con todas las ilustraciones para evitarme detallar la ubicación de cada una. Te envío en papel TODAS las ilustraciones. No te envío ninguna en diskette porque me di cuenta que, cada vez que guardaba una ilustración, se manchaba con puntos grises diminutos, a veces imperceptibles al ojo humano, pero evidentes cuando ampliaba en la pantalla. Aunque puede decirse que perdí el trabajo de unas cuatro semanas, decidí presentarte todas las ilustraciones en papel.


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Los nombres que van a la derecha pueden Pascual Cantaclaro recordaba con emoción obviarse, pues cuando los escribí pensaba enviar cuando untó de tinta su pata y la estampó en el estas ilustraciones en diskette y simplemente señalaba pergamino. Ciertamente, unas firmas preciosas la versión que debía usarse. Ahora, con la copia de garantizaban el contrato. En el futuro, un papel, el asunto es como peluqueando bobos. museo o una biblioteca exhibiría con orgullo En la primera página de Las batallas, pegué el tal documento. Distinguido por su estilo, por su borrador de la tapa. Verás que el pajarraco (tomado honestidad, por todo, valdría más que las cartas de una mola colombianísima) sostiene la franja de amor de Napoleón Bonaparte a Josefina. naranja con su pico. Me gusta esta idea. Si suben un poco la franja (tres, cinco milímetros) se apreciará Tengo un diario de trabajo que te enviaré mejor el penacho del caballero y, en la parte inferior, luego y entonces entenderás cuáles han sido mis no tocará al gato dormido. En fin, ya verán cómo se afanes y cómo han sido mis días y mis noches las ingenian los diseñadores. de las últimas seis semanas. Te e n v í o d o s t a p a s El mes entrante haré en aparentemente iguales, para Medellín una ponencia sobre que escojan. La fotografía del la escritura y la ilustración de fondo corresponde a la puerta Las batallas. del taller de la herrería de Te envío un diskette con mi papá. Tomé esa foto hace el texto de Las batallas y sin catorce años. La puerta ya no se ninguna ilustración. No sé usa pero aún se conserva. cómo te fue con la versión de Hice un paquete aparte diez ilustraciones que te envié con las ilustraciones opcionales: hace una semana. No sé si la hechicera Graciela Montes pudiste abrir el archivo o no. (capítulo 10), el viejo amarrado Si tomaste el texto del archivo a la oveja (capítulo 12), mi enviado, por favor, corrige una autorretrato (final del libro), errata e incluye dos frases. En el contrato (capítulo 7) y los el capítulo 10 (página 61 de la letreros (capítulos 2 y 20). copia de papel que te envío en Estos letreros pueden tomarse el presente paquete), dedicado de mis ilustraciones o emplear a los afanes de la negrita Carátula de Cinco semanas en globo, de una letra que parezca de niño Girasol, en el párrafo que Julio Verne. Editorial Juventud. y encerrarse en rectángulos. comienza con “La gente de la Tú veras si incluyes o no a la plaza dijo...”, donde dice “... hechicera y el viejo de la oveja en el libro. Si te pero Pilarica podía buscarlo en el bar de Osiris...” decides por mi hoja de vida al final, podrías incluir debe decir “... pero Pepita Girasol podía buscarlo mi autorretrato con armadura, pipa y pajarraco. en el bar de Osiris...” No sé cómo diablos cometí Escribí esta hoja de vida especialmente para Las esta errata, pues Pilarica en estos momentos anda batallas, “Queridos lectores”, donde me presento y más perdida que el hijo de Julio en fiestas, no se cuento cómo escribí el libro. De estas ilustraciones sabe si en Chíchira con el dragón o en Caracas con opcionales, la más importante es el contrato firmado Fulgencio. por Cantaclaro y Rosalino Pacheco. Puede usarse mi En el capítulo 18, en la página 106 de la copia de letra o tomar una fuente gótica del computador. Al papel, debe agregarse una frase después del párrafo final, la firma de Rosalino y “las huellas dactilares” de donde Rosalino le pone en el pico a Cantaclaro una Cantaclaro. Debe dedicársele una página completa a de las dos lágrimas, y en la siguiente línea agregar este contrato y puede ir antes o después del siguiente dos palabras: “sola lágrima” Entonces, el texto párrafo: definitivo quedaría así:


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Rosalino esperó que el gallo se durmiera y abrió el pañuelo de Pepita Girasol, donde quedaban dos lágrimas. Tomó una y la introdujo en el pico de Pascual Cantaclaro. —Te libero del contrato que alguna vez firmamos —dijo. —Nos queda una sola lágrima entonces —señaló Tintoreto. Si tomas la versión del diskette, te ahorras el trabajo, porque ya corregí la errata y agregué las frases mencionadas. De todas maneras, querida Pilar, espero corregir las pruebas. Hay errores que sólo el autor puede ver. La revisión de las pruebas de Noticias de la niebla y El jardín del unicornio me confirma esta frase. Te envío, por último, tres posibles contratapas. La primera es demasiado extensa para el espacio disponible, pero puede funcionar para asuntos de publicidad. Entre la segunda y la tercera hay quince palabras de diferencia. Ojalá te decidas por la segunda, y el espacio sea suficiente. Sólo me resta agradecerte la infinita paciencia y la oportunidad de ilustrar mi libro. Estoy absolutamente feliz con Las batallas de Rosalino y sé que tendrá mucha suerte y el cariño de los lectores. 18 de agosto Aún anoche seguí trabajando en las ilustraciones. Hice mi autorretrato con armadura y pajarraco. Va con esta biografía:

Queridos lectores: Soy maestro de herrería, profesión que aprendí de mi padre pero que no ejerzo. He trabajado como zapatero, obrero de una fábrica de licores, expendedor de una bomba de gasolina, portero de discoteca y maestro de escuela. Mi pasión es escribir libros: ya tengo publicados veinticinco. Invento historias sobre gatos, bandidos, brujas, sirenas, unicornios, ángeles, diablos y otros monstruos. Imaginar es mi verdadero oficio. Soy un imaginador, un bebedor de relámpagos, un soñador que tropieza con la vida cotidiana, un despistado. Me inquieta el amanecer como a los vampiros, temo a la soledad y el olvido. Frecuento la niebla y los lugares solitarios. Casi nunca veo teve pero voy al cine con frecuencia. Quisiera volar de noche, tocar el saxofón y conocer París con una mujer. Soy Piscis y detesto los cumpleaños. Tengo infinidad de apetitos: dibujar, escribir cartas, leer historias de amor, coleccionar libros y revistas, el jugo de mandarina, el chocolate con galletas y el ron con Coca-Cola, la comida de mar y las cometas. Nací en Málaga, capital de la Provincia de García Rovira, al otro lado del páramo, en el País del Sagrado Corazón, y viví por más de diez años a la orilla del camino de niebla que va de Pamplona a Monteadentro, en parte territorio de este libro. Nunca he ido a Chíchira, dominio del dragón, pero sé cuentos terribles. Quisiera ser un gato. Escribí de una sola sentada la primera versión de Las batallas de Rosalino en Meissen, un barrio del sur de Bogotá, en 1988. Una noche me despertaron las mujeres de la casa porque se había entrado un ladrón y, como era el único hombre en ese momento, me correspondía enfrentar el peligro. Me armé con una escoba y, seguido por las temblorosas mujeres, esculqué todos los rincones de los tres pisos de la casa. “Que no haya nadie, que no haya nadie”, me decía. Por fortuna, no había nadie. Amanecimos conversando en la sala. Cuando llegaron las muchachas que atendían el restaurante en el primer piso, mis amigas, libres de todo susto, se fueron a dormir, y entonces me senté a trabajar en una


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idea que me rondaba desde el año anterior, 1989 fue un año dichoso. En estos catorce años dichoso porque había salvado a las doncellas he hecho veinticuatro versiones de Las batallas de de los peligros de la noche. Escribí durante Rosalino. Aunque siempre digo lo mismo, espero más de treinta horas sin parar. Durante el que esta sea la última y definitiva. Para terminar, día sólo hacía una pausa para bajar a comer, y por encima de todos mis deseos, espero que pero durante la noche ya no había necesidad. los lectores encuentren felicidad en mis páginas, El rumor de la máquina inundaba la casa. tanto con las historias como con las ilustraciones. “Anoche dormí tan tranquila sabiendo que Espero que adviertan el regocijo y el amor que me usted estaba despierto”, me dijo una de las acompañaron estos años de trabajo. mujeres. No le conté que estaba en otro país, en Boca de Chicle y otros maravillosos lugares, Queridos lectores, me despido con un abrazo. con Rosalino Pacheco, Tintoreto y Linda Ochoa, Zhao Felisberto y 20 de agosto de 2002, martes Pilarica, que si un ladrón hubiese pasado por mi lado Envié a Alfaguara las o se hubiese detenido a leer sesenta y cinco ilustraciones por encima de mi hombro, de Las batallas de Rosalino. no me hubiese dado cuenta de nada o tal vez lo hubiese confundido con uno de mis Tr i u n f o A rc i n i e g a s . personajes. Nació en Málaga, Santander. El protagonista de este Es licenciado en Literatura de libro es un herrero, como la Universidad Javeriana de mi padre, a quien se lo Bogotá. Fue miembro de la dedico. Le tomé la foto a la Unión Nacional de Escritores puerta de su herrería para y del Consejo de Redacción de la tapa, por el misterioso la Revista Puesto de Combate. lenguaje que conforman Entre sus principales obras sobre la madera las pruebas están: La silla que perdió una al rojo vivo de las cifras pata, La media perdida, La de hierro que se usan para lagartija y el sol y El león que Carátula de Dans les pas de Papa, de Sabine De marcar el ganado. Rosalino escribía cartas de amor. Greef. Ed. Pastel. Pacheco, mi personaje, es un caballero medieval que parte a Chíchira con un gato sinvergüenza, un gallo que lee el horóscopo y un caballo negro, para enfrentar al dragón que se roba a las muchachas. Otros dos rivales de igual talla enfrenta Rosalino en estas páginas: una bruja que colecciona pelos de gato y un zancudo que persigue a las pulgas. Antes de despedirme, quiero terminar el cuento de la escritura de Las batallas de Rosalino. Volví a Pamplona ese mismo año de gracia de 1988 y reescribí el libro en unos seis o siete meses. Lo envié al Premio Enka y gané. Hice las ilustraciones y viajé a Medellín unas cinco veces.


Experiencia lectora con niños hospitalizados Luis Carlos Ochoa Vásquez

Situación del niño ante la hospitalización

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l niño, por sus propias características, es el ser más vulnerable, no sólo desde el punto de vista orgánico (cuerpo frágil, sistema inmunológico en desarrollo), sino desde la perspectiva psicológica y social. Cuando el niño se enferma, este hecho lo somete a un estrés que le altera completamente su diario vivir, con el agravante que el niño no comprende el porqué de su estado. Esta situación se empeora cuando se hace necesaria su hospitalización: no sólo se da la situación traumática generada por la enfermedad en sí misma, sino la enorme carga emocional que le generan todos los acontecimientos que acompañan al proceso de la hospitalización, tales como: -Separación brusca del hogar. La mayoría de las hospitalizaciones en pediatría son motivadas por estados clínicos urgentes (neumonía, deshidratación por diarrea, accidentes, intoxicaciones). Al contrario, son pocas las hospitalizaciones programadas, las que permiten una preparación del niño y su familia. -Suspensión de toda actividad lúdica o estimulante. Se tiene la idea preconcebida de que estar hospitalizado es igual a suspender toda clase de actividades. -Alteración de todas sus rutinas y horarios, como el baño, el sueño, los horarios de comida, del paseo matinal, etc. -Sometimiento a procedimientos molestos y dolorosos. Las tomas de muestras de sangre, la medición de signos vitales, incluso el llevar a un niño al servicio de radiología, son todas rutinas que él las interpreta como amenazantes, agresivas para su integridad.

-Ambiente totalmente extraño. No obstante las comodidades, el aseo, la decoración de la sala hospitalaria, el niño extraña su cama, sus cobija, el juguete preferido, los alimentos, etc. -Limitación de la actividad física. Ser niño es sinónimo de correr, saltar, subir, bajar. Aunque el pequeño paciente hospitalizado no tenga problemas de locomoción, lo que se espera de él es que se quede muy quieto en su cuarto. De hecho, en la mayoría de clínicas y hospitales no se dispone para ellos de un área distinta a la de internación. -Pérdida de la intimidad, del ser sujeto; desconocimiento de su pudor. Como ya se anotó, las instituciones hospitalarias sólo disponen de una cama y a veces de un comedor colectivo para los niños. Ellos carecen de un espacio propio; la intimidad desaparece por completo. Además por ser menores se ignora que ellos también tienen su pudor y por eso se les desviste y se les examina sin ninguna privacidad. Y esto ocurre incluso con niños en edad escolar y adolescentes. -La soledad: Dentro de las múltiples quejas que manifiestan los niños que han sido sometidos a hospitalización, la soledad es la que ocupa el primer lugar. Ellos echan de menos a sus pares, sus hermanos y, aunque parezca increíble a sus padres, pues todavía existen centros hospitalarios en los que no se permite el acompañamiento permanente de por lo menos uno de los padres del niño.

Reacciones del niño a la hospitalización

Es claro que tanto la enfermedad como la hospitalización ocasionan en los niños algún trauma


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emocional, ante el cual ellos reaccionan de diversas maneras, de acuerdo a su edad. Así, los niños menores de un año exteriorizan su ansiedad con periodos largos de llanto incontrolable, con succión del dedo pulgar, movimientos rítmicos de cabeceo o aferrándose con todas sus fuerzas a quien se les acerque a su cuna. Los niños de 2 a 3 años por su parte, interpretan la hospitalización como un castigo, un rechazo de sus padres. Es como que se hubiera cumplido la tantas veces anunciada amenaza de mamá de “si no te comes la sopa te enfermas” Los niños mayorcitos en cambio muestran una reacción inicial de protesta o miedo, tristeza, autocompasión que luego se transforma en apatía o indiferencia, lo que se interpreta por el personal de salud como adaptación: Se volvió un “buen paciente”.

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recibir y a poner en práctica normas sobre cuidados de la salud, a incorporar y modificar patrones de crianza, es justamente cuando el niño está enfermo y con tanta mayor fuerza cuando es necesario hospitalizarlo. En estas circunstancias, en mayor o en menor grado, todos los padres han sentido que la vida de su hijo estuvo en peligro. Cuando evidencian que el niño se está recuperando, vuelven a estar agradecidos con la vida, con el equipo de salud, con un ser supremo. La enfermedad y la hospitalización les establecen un nuevo encuentro con su hijo y los hace replantear su función de padres.

Secuelas de la hospitalización

Afortunadamente, un alto porcentaje de los niños que fueron sometidos a una hospitalización no presentan secuelas físicas, es decir, desde Situación de la familia el punto de vista orgánico superan su enfermedad en Para los padres y demás condiciones óptimas. No ocurre familiares la hospitalización lo mismo con el componente del niño es también un suceso emocional, psicológico de su inusitado, traumático que altera salud. De acuerdo a distintas completamente la dinámica investigaciones sobre este familiar, gastos no previstos, campo, se ha encontrado que permisos, ausentismo laboral, hasta un 35% de los niños trasnocho, descuido de los otros sometidos a hospitalización Carátula de Zoro, de Jairo Aníbal Niño. Ed. Panamericana. hijos, etc. En ocasiones ellos presentan secuelas de carácter reaccionan con mecanismos de emocional o de conductas como negación, enojo, inculpación, pero en la mayoría ansiedad, regresión en los logros de su desarrollo, de los casos acaban aceptando la hospitalización y temor intenso a la separación de la madre, trastornos colaborando de manera activa con el personal de la del sueño y de la alimentación, pánico ante personas clínica. Sin embargo no tienen ninguna preparación con uniforme blanco, entre otros. para la hospitalización, especialmente para pasar largas horas a solas con su hijo enfermo. Si algo tienen los papás y las mamás cuando acompañan a Situación del personal de salud su hijo hospitalizado es tiempo, pero no saben cómo emplearlo. Ignoran sobre qué temas se le deben Tradicionalmente, a los médicos y enfermeras se hablar al niño, no saben a qué actividades se pueden les prepara para atender las necesidades fisiológicas dedicar. de los niños, para enfrentar sus enfermedades Por otro lado, la experiencia ha demostrado desde el punto de vista orgánico. En igual sentido fehacientemente que el momento en que los padres se diseñan las áreas hospitalarias para pediatría, de familia están más receptivos, más permeables a pero muy poco o nada se hace para atender sus


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necesidades emocionales, pues las mismas no hacen parte del plan terapéutico convencionalmente aplicado. Lo frecuente en la práctica diaria es dejar lo psicológico o emocional como “la última opción”, en la que sólo se piensa después de excluir un trastorno orgánico, olvidando de paso que en todas las enfermedades hay un compromiso biológico, emocional y social. Al respecto el pediatra Ray Helfer de la Universidad de Michigan, condensa muy bien este punto: “Tenemos buenas intenciones, pero la actividad agitada o las rondas del hospital es lo que tiene prioridad. El prestar atención a los problemas de conducta quita tiempo y requiere de destrezas que muchos de nosotros no tenemos. A menos que exista un programa y un adiestramiento que se vuelvan parte integral de nuestra práctica diaria…se seguirán desatendiendo los problemas de conducta de los niños y sus familias”.

Alternativas para prevenir o atenuar las secuelas en el niño hospitalizado

Sin lugar a dudas se han logrado avances importantes tendientes a mejorar la situación del niño hospitalizado, especialmente a brindar una atención verdaderamente integral, y no sólo biologista. Es así como ya han desaparecido, en muchas clínicas y hospitales, los horarios rígidos de visitas y las restricciones al movimiento y circulación de los niños; se han creado espacios de recreación y estimulación. Dentro de estas estrategias ha estado, desde hace mucho tiempo, la lectura, especialmente la lectura en voz alta a los niños; es así como en muchos países (Francia, España, Inglaterra, Japón, Argentina, entre otros) existen actividades de lectura con los niños hospitalizados, las que van desde el préstamo de libros por parte de asociaciones benéficas, pasando por la lectura en voz alta por parte de voluntarias, hasta llegar a clínicas y hospitales que disponen de bibliotecas hospitalarias como un servicio tan indispensable como cualquiera otro. Es contundente el papel que desempeñan los libros en momentos cruciales de la vida. Personajes como Eugene O’Neill (escritor y dramaturgo), Florence Nightingale (promotora de la enfermería), Luis Pasteur (científico), John Milton (escritor), Juan

Bautista Lamark (naturalista), entre otros, le dieron al mundo sus creaciones más valiosas aprovechando la lectura en momentos en que estaban reducidos a sus lechos de enfermos. No se pretende afirmar con esto que lo que se busca con la lectura en los niños hospitalizados es que ellos hagan algo útil en esa situación. No, la intención es resaltar cómo en una situación tan traumática como es la hospitalización de un niño, la lectura tiene un efecto reparador, coadyuvante del tratamiento médico propiamente dicho. Veámoslo de manera más concreta, en los siguientes puntos: Canalización de los sentimientos. Los niños, como cualquier persona, tienen sentimientos. Ellos sienten amor, odio, tristeza, alegría, envidia, rencor, culpa, miedo. Es claro que el tener esos sentimientos es una reacción normal de todo ser humano y que los mismos no son ni buenos ni malos; simplemente hacen parte de la vida, están ahí. Lo esencial está en que al niño se le den elementos que le permitan identificar, canalizar, expresar y resolver esos sentimientos, ponerlos en armonía con su vida y con el ambiente familiar y social en el que vive. En el niño enfermo y hospitalizado muchos de estos sentimientos emergen con más fuerza por las razones ya expuestas. En estas circunstancias los niños se sirven de las imágenes de los libros y de los personajes imaginarios de los cuentos para encausar sus emociones, organizar sus conflictos y preocupaciones. Ven en ellos sujetos que han pasado por las mismas y salen avante. Los libros y el relato le dan al niño la oportunidad de recrearse con la palabra, “con el espacio en donde la realidad psíquica y la realidad exterior se confunden”. No hay pues la menor duda sobre el efecto que la narración de una historia, de la lectura en voz alta de un cuento tiene contra las angustias del niño. Estas acciones le permiten, como dice Michele Petit, mantener a distancia sus miedos, manejarlos y controlarlos. Creación de un espacio privado. El niño hospitalizado pierde su intimidad, su privacidad. Se convierte muchas veces en una enfermedad, en un objeto en reparación. La lectura le brinda un espacio psicológico propio, íntimo que le permite mantener su individualidad, el seguir siendo sujeto.


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Efecto tonificante. El ir a la biblioteca reactiva las fuerzas en los niños, les ayuda a restablecer el ánimo, el deseo de salir adelante. Es el sitio donde tienen menos aspecto de enfermos, a juicio de los padres y médicos.

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mucha angustia la separación de su madre, de su hogar, del jardín infantil, de sus compañeros. Para superar esa angustia el niño crea un espacio psíquico que se establece entre él y la figura materna, lo que le permite recobrar la confianza perdida ante la angustia de separación. El niño adopta un objeto (una cobija, el osito de felpa, la muñeca rota) al cual acude de manera reiterativa ante las circunstancias mencionadas. La lectura también cumple la función de objeto transicional, pues les ofrece al niño un espacio en el sentido real y metafórico en donde él se siente suficientemente protegido. Efecto reparador al acostarse. Esto es evidente en condiciones normales, pero más efectivo (y necesario) para el niño hospitalizado. Las lecturas hechas en estas condiciones le permiten soportar mejor la oscuridad, el aislamiento, el miedo a la muerte o a una cirugía. Da seguridad sobre la continuidad de la vida. Los libros garantizan una permanencia, la seguridad de que a la noche sigue un amanecer, de que todo volverá a la normalidad.

Es apertura hacia el otro. Con el relato, con hacer parte de un grupo que escucha y “vive” una historia, se facilita el intercambio, se establecen lazos de solidaridad no sólo con los personajes de una historia sino con sus compañeros. Se comparte y se convive en la biblioteca. Ella se convierte en punto de encuentro en el “centro social” de los niños hospitalizados. Ayuda a recomponer la imagen de sí mismo. El niño interno en un hospital está sometido a procedimientos invasivos, dolorosos, a intervenciones quirúrgicas, acciones todas que él las asume como amenazantes, destructoras. Es un espacio de libertad. Para el niño hospitalizado su espacio se reduce muchas veces a una cama. En muchos casos tiene incluso limitados sus movimientos. Sólo tiene libertad absoluta con su mente Carátula de The Day the Cow Sneezed, de y con la lectura su imaginación Para muchos niños James Flora. vuela libremente, va a países la lectura en el hospital lejanos cuantas veces quiera. Como se dijo, el relato constituye el primer contacto con el libro. Así le mantiene su naturaleza de sujeto, es tal vez lo mismo para muchos padres significa redescubrir, único sobre lo que él tiene el control. revivir el poder mágico de la lectura con la cual transforman una situación traumática en una Es un efectivo mecanismo de sublimación. Es experiencia vivificante, un reencuentro de la familia, claro el papel que cumple la lectura en momentos un puente entre generaciones. en los que uno debe reconstruirse, como en duelo, un accidente, una depresión. En la enfermedad, la Se “desacraliza” el libro. En muchos hogares lectura le permite al niño y a su familia enfrentar la no existen libros o si los hay casi nunca están al hospitalización de una manera proactiva, en vez de alcance de los niños pues “son muy caros y los niños usar la inculpación, la proyección. los dañan, no los saben usar”. Para los niños, en consecuencia, son objetos prohibidos, adquieren En los niños cumple el mismo efecto del la categoría de las porcelanas y otros adornos de objeto transicional. A todos los niños, dentro de la casa: cosas que no se pueden tocar so pena de una de las etapas de su desarrollo, les ocasiona ganarse un regaño.


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Con la lectura en el hospital se rompe esta barrera, cuando padres y niños disponen de libros, donde aquellos los pueden manipular, los pueden llevar a su cama, tenerlos bajo la almohada. Los ven como objetos de la misma categoría de sus juguetes: Algo natural, de uso cotidiano.

libros a la cabecera de los niños. Ellos escogen a su gusto y se los pueden quedar hasta el día siguiente. - “La hora del cuento” se realiza dos veces a la semana y está a cargo del grupo de fomento de la lectura de Comfenalco y voluntarios. Próximamente se dispondrá de dos sesiones más a la semana con la vinculación de 2 lectores del programa “Palabras que acompañan” que auspicia la compañía Glaxo Smith Kline. - A través de “Mi biblioteca” se organizan otras actividades como “La fiesta del niño”, la Novena de Navidad, el Desfile de silleteritos, la Vacunación contra el Maltrato Infantil, la fiesta de disfraces, así como los cumpleaños de los niños hospitalizados.

Nuestra experiencia

En las salas de hospitalización de Pediatría de la Clínica León XIII, no se disponía de ninguna actividad lúdica para los niños. Ellos contaban sólo con su cama y los más grandecitos, con un comedor. Partiendo de los hechos anotados al principio, hace ya más de 3 años se crearon dos espacios: una sala de recreación y estimulación (con televisor) y otro para una biblioteca la que se denominó “MI BIBLIOTECA”, con la intención de que sus usuarios la sientan como un espacio que es sólo de ellos. Con donaciones hechas por los estudiantes de medicina y enfermería, las damas voluntarias y empleados de la clínica se empezó esta pequeña biblioteca. Su objetivo principal es brindar una atención verdaderamente integral al niño hospitalizado. Una atención que: - Dé respuesta a sus necesidades emocionales y no sólo a las fisiológicas. - Minimice el estrés y las secuelas de la hospitalización. - Incluya a los padres como agentes terapéuticos activos. - Mejore la autoestima. - Promueva la autonomía. - Estimule la creatividad. - Facilite la expresión de los sentimientos. - Disminuya la estancia hospitalaria. Su funcionamiento consta de las siguientes actividades: - Como sala de lectura, cuenta con dos horarios de lunes a viernes: De 10 a 12 m. y de 2 a 4 p.m. con la presencia de dos empleadas de la Clínica y las damas voluntarias - “El carrito de la alegría”. Durante los mismos días pasa por todas las habitaciones, en la mañana y en la tarde, un carrito que lleva

Resultados A diferencia de la evolución orgánica de los niños, la que se puede cuantificar por el examen clínico y pruebas de laboratorio, los efectos de la biblioteca sobre la evolución de los niños hospitalizados no son cuantificables. Sin embargo, no hay la menor duda que se han conseguido muchos de los objetivos esperados: - “Mi biblioteca” es ya parte esencial del servicio de hospitalización. Los niños esperan con ansiedad la apertura de la misma y reclaman cuando no se abre a tiempo. Es, como se dijo, su punto de encuentro. - Ya están institucionalizadas dos rondas: La ronda médica y la ronda de los libros. Ambas hacen parte de las rutinas del servicio. - La actividad que más auditorio atrae es “La hora del cuento”. Llama la atención el interés que despierta en los pequeños pacientes y cómo la disfrutan. - Los padres de familia participan en todas estas actividades. Ellos mismos prestan libros y aprenden, por este medio, cómo compartir los largos ratos que están con sus hijos, especialmente por la noche. - Los niños se muestran más alegres y adaptados, reciben más fácilmente los medicamentos y aceptan de buen grado los procedimientos a los que son sometidos.


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- Con la presencia de la madre, se logra inculcar Bibliografía pautas del buen trato, de respeto por los niños. Igualmente se modifican actitudes y prácticas Petit Michele. Lecturas: del espacio íntimo al espacio público. erróneas sobre la crianza, especialmente en lo Fondo de Cultura Económica. México 2001 Germanaud Marie-Claire, Rappaport Georgette: que respecta a normas y disciplina. - No hay competencia con la televisión. De Biblioteca del libro. Crear y animar una biblioteca. hecho, cuando la biblioteca está abierta, la Fundación Germán Sánchez Ruiperez. Madrid 1998. mayoría de los niños prefieren ir a ella, más que Peralta María del Sol. El fomento de la lectura en la a la sala de televisión. Siempre tienen la opción educación especial. Universidad del Bosque Facultad de Educación. Bogotá 1998 de escoger. - Los niños se recuperan más rápido, Arguello Rodrigo. La pasión de la lectura en tiempos especialmente aquellos cuya enfermedad tiene oscuros. Periódico El Pulso. Fundación Hospitalaria San Vicente de Paul. N° 27. Medellín, un gran componente Diciembre de2000. psicosomático (dolor Bonnafé Marie. Poner al bebé al abdominal recurrente, centro. Espacios para la lectura. cefalea, vómito de causa Año II N°5 México 2000. no esclarecida, etc.). Diatkine René. Desarrollo psíquico - Al volver a casa, muchos y transmisión cultural. Op.cit. niños les piden a sus Vellorí Brenda Puertas a la palabra padres que les sigan escrita. Op. Cit. leyendo cuentos. Algunos Ochoa Luis Carlos. El niño padres incluso empiezan hospitalizado, su familia y el a visitar por primera vez, equipo de salud. Fundamentos las bibliotecas públicas en de Pediatría Tomo I compañía de sus hijos. Generalidades y Neonatología. - Se fortalece su autoestima, Capítulo 6. Corporación para se estimula la creatividad Investigaciones Biológicas 2ª y la autonomía. En otras edición. Medellín 1999. palabras, a través de la Carátula de Conjuros y sortilegios, de Irene biblioteca infantil se les Vasco. Ed. Panamericana. brinda altas dosis de salud mental. Luis Carlos Ochoa Vásquez. Médico pediatra puericultor de la Universidad de Antioquia. Profesor titular de la Universidad Pontificia Bolivariana. Coordinador del postgrado de Pediatría de la Facultad de Medicina de la UPB. Docente ad honorem de la Facultad de Medicina de la Universidad CES. Ha sido asesor del Ministerio de la Protección Social y de la OPS en la estrategia AIEPI. Participante en las diferentes adaptaciones que se han realizado de AIEPI para Colombia. Primer puesto en el “Premio Internacional de investigación en Pediatría Colsubsidio” en 1994.



Ilustración de Omar Figueroa “Turcios”

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Formar niños lectores Geneviève Patte

A

nte la pregunta planteada: ¿Padres y maestros, cómo formar niños lectores, cómo proporcionarles el gusto por la lectura? Desde mi posición de bibliotecaria, respondo: “Adultos, no olvidemos que los libros para los niños también son muy buenos para nosotros”. Mi convicción se apoya en numerosos años de práctica: es esencial nuestra actitud de educadores y mediadores con respecto a la lectura para niños, en particular con los más pequeños. Ahora bien, nuestra responsabilidad hoy es la de apoyar el desarrollo de una literatura de calidad, que sea susceptible de tocarnos como lo hace con los más pequeños; el deseo de hacerla conocer nos viene en gran parte de la felicidad que sentimos al ser testigos del despertar de la sensibilidad y del conocimiento de estos lectores, que descubren el placer de leer, o de hacer que se les lea este tipo de libros, desde la más tierna infancia. En el transcurso de las últimas décadas, los libros para niños entraron en la familia, en la escuela, en las guarderías, en las bibliotecas y, con ellos, las exigencias de un nuevo tipo de lector. Estos pequeños lectores perturbaron algunas de nuestras prácticas, hicieron alterar nuestras ideas bien establecidas, disiparon nuestra falta de confianza respecto a la lectura y contribuyeron a la expansión de nuestras instituciones y de nuestras mentes. Los pequeños nos han sorprendido con su exacta intuición sobre el acto de la lectura; provocando nuestro asombro, nos ayudan a inventar, a replantear las mejores condiciones para proporcionar el gusto por la lectura que parecía muy lejos de la temprana infancia. Es lo que constatamos a nuestro alrededor, en los países del sur como en los del norte, en los lugares de nuestras prácticas, al lado de todos aquellos a quienes frecuentamos porque están cerca de los niños.

Efectivamente, observamos un verdadero entusiasmo en los adultos como en los niños; este entusiasmo suscita en nosotros, mediadores de lectura y pedagogos, una creatividad, una fantasía y una imaginación que nos liberan de la rutina y del aburrimiento; en verdad disfrutamos estos momentos de intercambio con los pequeños. Cuando son muy pequeños, estos descubridores de libros necesitan de nosotros y se evidencia nuestra función de adultos; somos a la vez mediadores y testigos. Como mediadores, proponemos álbumes y acompañamos la lectura con la voz, con toda su carga de afecto, de sensibilidad y de atención; nos empeñamos en proponerles lo que nos parece que es lo mejor. Como testigos, los libros álbumes de los pequeños se convierten en objetos descubiertos por todos los sentidos, la mirada, la escucha, y también el tacto y el gusto. A esta edad, la emoción del descubrimiento se entrega de manera abierta, los pequeños no esconden su placer o su rechazo; la preocupación de ser conforme a la expectativa del adulto que propone, está lejos de ellos. He ahí el por qué, cuando nos tomamos el tiempo de acercarnos a ellos, nos enseñan mucho sobre lo que para ellos significa leer. Efectivamente, ellos saben por instinto lo que pueden lograr, y llaman nuestra atención sobre su doble naturaleza, a la vez profundamente personal y creadora de vínculos de una riqueza insustituible. A nosotros como adultos, su comportamiento nos ayuda a encontrar la actitud exacta con respecto al acto de leer, al por qué y al cómo, no solamente con los pequeños, sino con los niños de cualquier edad y de cualquier cultura; también con los adolescentes, e incluso, con los adultos que conocemos en el ejercicio de


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nuestro oficio y que deseamos vincular con nuestra tarea de mediadores. ¿Podemos promover la lectura en los niños si nosotros mismos no somos sensibles frente a la calidad de los libros que proponemos? ¿Cómo podemos orientarnos? ¿Cómo podemos hacerlo? Los pequeños nos ayudan a responder estas preguntas; podemos observar que son sensibles ante la calidad del libro y ante el desafío que suscita en ellos. Por su lectura y relectura, y por sus elecciones claramente firmes, ellos nos dicen que la lectura es, en primer lugar, una experiencia, una experiencia literaria, una experiencia vital. La cantidad de libros leídos no tiene importancia, a veces, incluso, impide la apropiación que éstos puedan generar, así como en otras experiencias de sus vidas, la acumulación de juguetes, por ejemplo. En este caso lo que cuenta es la calidad del relato en palabras y en imágenes, la emoción que suscita el conocimiento obtenido, así como también el papel que juega el adulto en esta experiencia compartida. He ahí el por qué es tan importante que éste se tome el tiempo para conocer los libros y que se atreva a escogerlos personalmente; no es cuestión de seguir a ciegas una lista impuesta, incluso por expertos en literatura infantil. El mediador tiene la responsabilidad de conocer lo que disfruta trasmitir y de que lo anime una convicción verdaderamente personal. De manera muy afortunada, los mejores libros para niños son susceptibles de tocar también a los adultos, y es así como, sin artimañas ni obligaciones, la corriente puede pasar entre los unos y los otros. ¡Para el niño es una maravilla constatar que su universo, sus sueños, sus alegrías y sus tristezas, pueden suscitar en el adulto un verdadero interés! Desde luego, los adultos y los niños tienen diferentes maneras de leer; lo cual es muy normal y constituye una riqueza suplementaria. Al respecto, me gusta evocar la historia de Ratón muy alto y Ratón muy bajo, narrada por Arnold Lobel25; ésta me parece una alegoría que ilustra de manera perfecta lo que sucede entre un adulto y un niño que descubren juntos una obra: “Los dos amigos salían a menudo juntos a pasear; y al caminar, Ratón Muy Alto decía: “Hola pájaros”; Ratón Muy Bajo decía: “Hola escarabajos”. Si pasaban junto a un jardín, Ratón 25 ������������������������������������������������ Arnold Lobel. Mouse tales N.Y., Harper and Row, 1972. (Historias de ratones, Alfaguara).

Muy Alto decía: “Mira esas grandes flores”; y Ratón Muy Bajo exclamaba: “¡Oh, mira esas hermosas raíces pequeñas!”, etc. (...después de la tormenta…), “Ratón Muy Alto divisa un arco iris, lleva a Ratón Muy Bajo hacia la ventana y lo levanta para que éste pueda ver; entonces por primera vez, coinciden juntos en la misma cosa”. Me gusta la idea de este camino transitado en conjunto, de la ventana abierta sobre el mundo, de estos dos compañeros, teniendo cada uno su propia percepción de la realidad y sabiendo escucharse. Esto confirma totalmente nuestras experiencias de lectura con los niños; están siempre dispuestos a mostrarnos el detalle que, si no fuera por ellos, se nos escaparía. Por lo que se refiere a nosotros, habitualmente somos más sensibles a la arquitectura del relato, al talento del artista; de esta manera, gracias a nuestras diferencias, los mediadores que somos nos convertimos en testigos. A la escucha de estos lectores en ciernes, con interés descubrimos lo que le da importancia a un libro para niños, entonces aprendemos a elegir. Me gusta escuchar a esos mediadores de lectura que dicen descubrir la calidad de algunos libros gracias al apego que los niños les manifiestan; esto sucede en todas las edades, pero se intenta saber hasta qué punto es importante para el niño comprender que se le reconoce en su palabra, que se respeta su manera de reaccionar y de comprender; es un apoyo que se le da al pequeño para que avance más y se atreva a pensar por sí mismo, para que se atreva a expresarse sin temor a ser juzgado; el pensamiento surge de esos diálogos, al igual que la autoestima y el reconocimiento del otro. ¡La actitud del adulto abierto a la palabra del niño y que, sin demagogia o indiferencia, se muestra dispuesto a aprender de la experiencia de un pequeño, es una actitud inteligente! Y ¡Cómo se hace interesante la vida en conjunto en este intercambio! Es cierto que en algunos casos el niño puede comprender algunos libros mejor que nosotros, o por lo menos, de manera diferente a nuestras expectativas; a veces uno se equivoca, cuando se desea solamente proponerle historias muy simples, historias que nosotros, como adultos, creemos dominar de manera perfecta: Que el niño no se oriente, no se debe a que el adulto esté desconcertado; el niño aprehende el libro con una


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ingenuidad, una apertura y una sensualidad propias tono y el sentido de la historia se prestan, el adulto de su edad. Hay que ver el interés que demuestran que lee esta historia sabe que también puede relatarle los pequeños por los álbumes de Maurice Sendak anécdotas de su infancia; saber que los grandes eran tales como la trilogía de Donde viven los monstruos, pequeños ayuda al aprendizaje y al crecimiento; La cocina de noche, y Outside over there26. Los adultos a saber también que las estaciones cambian, que la veces se desconciertan, pero a los niños por su parte, noche se acaba y que el día se levanta, que todo les gusta encontrar allí su imagen dentro de esos comienza de nuevo, son temas cuyo encanto es personajes nobles, conquistadores y enigmáticos. inagotable y que el libro, a lo largo de las páginas, Pensemos también en el éxito universal que ha tenido brinda de manera admirable. en los niños la serie de Willy de Anthony Browne, Del mismo modo sucede con Buenas noches el cual sorprendió a muchos adultos instruidos Luna29, el padre descubre cuán importante es al que de entrada no comprendían las razones de tal final del día, antes de acostar a su hijo, enumerar entusiasmo. con el pequeño todo lo que le Si llega el caso, a los ha dado importancia al día, las pequeños les encantan del alegrías y las desesperaciones, y mismo modo las palabras de esta manera, despedirse de difíciles, siempre y cuando éstas las cosas y de las personas. En se presenten en el momento la mañana, con Sepo30, se hace 27 oportuno; Beatrix Potter , una la lista de todas las acciones de las mejores narradoras de del día, se comprende el gusto cuentos para niños, comienza de los niños por el orden y la uno de sus libros así: “Se dice clasificación; se descubre que que la lechuga tiene virtudes todo en la vida del niño puede soporíficas…” —¡Soporífica...! convertirse en un pretexto para ¡Así suena bien! Al contrario, narrar historias, para tener en nuestra preocupación por la ocasiones de relatar. Se calcula originalidad y la sofisticación el alcance de las palabras, a cualquier precio, a veces y cuánto viene a calmar la subestimamos la importancia angustia la verbalización de los de libros de bella y profunda hechos; y que hay otra cosa en sencillez. la vida aparte de los deberes y Carátula de N’oublie pas de te laver les dents!, de El adulto atento aprende a de lo estrictamente necesario. Philippe Corentin. seleccionar los libros para niños, Con las referencias y en general, sabe dirigirse comunes nacidas de estas mejor y relatarles cuentos de una mejor manera. lecturas compartidas, se aprende a tener humor, esta Osito dice: “Cuéntame una historia de Mamá Osa cualidad indispensable; se relativizan los dramas, se cuando era pequeña, la historia de Mamá Osa y sitúan las experiencias; se siente el vivir y pertenecer del petirrojo, me gusta esa historia”; —“Muy bien” a un mundo que existe con nosotros y aparte de dice la Abuela y comienza enseguida: “Un día de nosotros, antes de nosotros y hoy en día. Me refiero primavera cuando Mamá Osa era pequeña...”28 El ahora a citas literarias que acompañan de manera importante y oportuna algunos acontecimientos: conozco padres que saben secar las lágrimas del 26  Donde viven los monstruos. La cocina de noche. Outside niño que acaba de caer con solo evocar esta frase: over there. Las primeras ediciones de estos tres álbumes “Sana que sana…”, una cita extraída de un álbum de Maurice Sendak fueron publicadas en Nueva York por Harper and Row. 27 ���������������� Beatrix Potter. The tale of Peter Rabbit. Londres, Warne (El cuento del Conejito Pedro, Lumen). 28 �������������������������������� Else Minarik et Maurice Sendak. Little Bear’s visit. N.Y. Harper and Row. (La visita de Osito, Alfaguara)

29  Margaret Wise Brown. Bonsoir lune, Harper and Brothers. (Buenas Noches Luna, Fondo de Cultura Económica) 30 �������������� Arnold Lobel. Frog and Toad. Harper & Row. (Sapo y Sepo, Alfaguara).


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muy querido31 donde sin embargo, se presenta la situación de un cocodrilo. Sin embargo, el niño se consuela. De la misma manera, a menudo se evocan las aventuras de Babar, el elefante32 o El bolso de Mamá Munín33 y sus múltiples objetos que le permiten resolver con éxito pequeños problemas cotidianos. La comunicación dentro del grupo familiar se desea y se hace interesante; ésta comienza con los pequeños, pero desde luego, según las edades, la confianza que se instaura puede así seguirse bajo otras formas. En las etapas más difíciles, en el momento de la adolescencia y de las oposiciones, hay algo que permanece: se aprendió a hablar en confianza, y esto no se olvida. La investigadora anglosajona Margaret Clarke34, en su estudio sobre los niños lectores precoces, señala que éstos no pertenecen obligatoriamente a las clases medias; pero todos tienen en común que crecen en un entorno en el que se disfruta hablar, relatar; en el cual los acontecimientos de la vida cotidiana pueden ser, de manera espontánea y libre, una ocasión de relato. A los niños se les habla y, como muestra del interés que los padres les manifiestan, se les escucha lo que tienen que decir; mucho más allá de lo utilitario y de las obligaciones escolares; esto también sucede dentro de la vida en la escuela y en la biblioteca. Cuando por diferentes razones, adultos y niños disfrutan experiencias de lecturas compartidas, éstas sólo pueden favorecer preciosos intercambios; se tienen entonces muchas cosas interesantes para decir y se modifica la vida en conjunto. En el momento actual en que tantos niños y jóvenes se encierran por largas horas en sus habitaciones delante del computador y que tantos padres tienen empleos de jornadas muy pesadas fuera de casa, estas ocasiones de encuentros, a veces breves pero significativas, incluso intensas, revisten un sabor muy particular. Conocemos muy bien el entusiasmo de los mediadores que descubren en los pequeñines la 31 ���������������� Anne Wildsdorf. M’Toto. París, Kaleidoscope. 32  L’histoire de Babar l’éléphant. París, L’Ecole des loisirs. (Babar el elefante, Alfaguara). 33 �������������� Tove Jansson. Moumine le troll. Este gran clásico finlandés fue publicado por primera vez en Francia por Éditions Nathan, 1987. 34 ������������������� Clarke (Margaret). Young fluent readers. Londres, Heineman

expresión de su inteligencia, el despertar de su sensibilidad; ¿Por qué no comprobamos el mismo interés en los niños mayores? Esto también sería una manera de proporcionar interés a las sempiternas investigaciones que se piden a los alumnos. Muy a menudo se privan de sentido los supuestos “métodos activos”; los alumnos se limitan a volver a copiar un artículo enciclopédico o a proceder a un “cortar y pegar” que nadie lee, ya que a la investigación no la precedió un debate, parece impuesta de arriba y todo se adultera: al niño no le concierne, no se interesa por la pregunta y posiblemente, termina por pensar que sólo tiene que hacer un texto. Al bibliotecario que procura orientarlo en su búsqueda, al intentar encontrar por qué medio podría interesarle el tema, el niño le responde ingenuamente, como para tranquilizarlo: “Eso no tiene importancia, es para el maestro”. En las clases animadas por algunas pedagogías, el verdadero debate abierto en la clase, previo a la búsqueda propiamente dicha, permite recoger la diversidad de preguntas de los niños y despierta su curiosidad; en los buenos investigadores, ellos no descansan hasta encontrar respuestas a las preguntas. La manera en la que los niños se acercan al tema, cómo consultan las obras documentales, y cómo razonan, sólo puede interesar a los maestros y proporcionar una vida siempre nueva a la clase. Aún es necesario encontrar libros que, en su manera de exponer un tema, tengan en cuenta la inteligencia y la curiosidad de los niños. ¿Cómo descubrir los libros que valen la pena, aquellos que somos susceptibles de amar, al punto de desear hacerlos conocer a otros como una feliz experiencia para compartir? Para comenzar, podemos confiar en aquellos adultos que tienen un amplio conocimiento de esos libros y que por experiencia saben cómo los acogen los niños. De esta manera, yo misma me he podido beneficiar de la experiencia de mis predecesores cuando, con mi pequeño equipo, constituimos la primera colección de nuestra biblioteca. El conocimiento de un corpus, aunque pequeño, de obras de calidad demostrada ante los niños, es muy diciente, ya que ofrece puntos de comparación que ayudan a pensar y después a escoger por nosotros mismos; lo que importa es el verdadero conocimiento de las obras. No se puede estar contento con el discurso teórico


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sobre los beneficios de la lectura, lo que cuenta es la enseñanza a aquel que no sabe y que debe escuchar experiencia personal. la buena palabra y asentir. Con René Diatkine, A este respecto, me gustaría mencionar nuestra eminente psiquiatra infantil, psicoanalista y creador experiencia como bibliotecarias principiantes, cuando de ACCES35, siempre hemos preferido el término en Clamart, nos empeñábamos en organizar sesiones de sensibilización que el de formación y enseñanza, de información y de reflexión dirigidas a los padres tanto para el niño como para el adulto; la persona y maestros de la zona; las conferencias destinadas tocada de esta manera, se siente libre de vivir esta a sensibilizar al público sobre la importancia de la experiencia. Efectivamente, la lectura es en primer lectura para sus niños, era sin más, objeto de una lugar, una experiencia que, si es auténtica, no puede atención educada y benevolente respecto a nuestra seguir un camino previamente trazado por otros; en buena voluntad. Hemos tomado conciencia, todo los lugares en que se vive esta libertad, la vida puede cambió cuando decidimos dedicar esas sesiones a ser de una riqueza insospechada. La lectura ha estado la presentación de libros; en demasiado tiempo confinada lugar de limitarnos a discursos en el campo del aprendizaje generales, mostramos y escolar con todo su grupo de relatamos los álbumes y las obligaciones y de objetivos novelas, presentamos los abstractos: aprender la documentales evocando lo que, ortografía y la gramática, tener según nuestras observaciones, buenas notas en la escuela... Es suscitaba el interés e incluso el nuestra responsabilidad crear entusiasmo y las preguntas de condiciones que permitan al los jóvenes lectores; además adulto acoger otra manera explicábamos por qué habíamos de considerar el libro, para él hecho estas elecciones; pero mismo y a la vez para el niño. lo importante era relatar. La Me gusta mencionar sorpresa de los adultos fue la experiencia de una grande: Descubrían que ellos biblioteca infantil de un mismos podían ser tocados por barrio verdaderamente difícil esos libros; entonces nosotros de París; la preocupación de apoyamos su deseo de leerlos, e su encargado siempre fue incluso más, de hacerlos conocer demostrar a los padres y a los en su torno, tanto en la escuela docentes que sus niños sabían, Carátula de Frederick, de Leo Lionni. Editorial Lumen. como en la familia. Siempre me en cierto modo, apreciar ha parecido esencial que los los libros. Cada sábado en adultos a los que me dirijo, cualquiera que sea su grado la mañana, en respuesta a la invitación de sus de cultura e instrucción, descubran que tienen en ellos niños y con la complicidad de los maestros que los los recursos necesarios, en particular, la sensibilidad acompañan, los padres, en su mayoría víctimas de para juzgar la calidad de un libro; esto también algunas formas de exclusión, vienen a pasar un sucede con los niños. Es nuestra responsabilidad, y buen momento de descanso en la biblioteca. Para por supuesto eso exige que, nosotros mismos, como evitar toda confusión con lo que pudiera parecer lectores auténticos y testigos atentos de los niños, nos una obligación administrativa, el encuentro se dispongamos para presentar estas obras con la fuerza realiza calurosamente, en torno al café (y chocolate de nuestra convicción basada en una experiencia real para los niños), con panes de leche y cruasanes; y con la apertura mental indispensable para acoger la palabra del prójimo. 35  ACCES significa: Acciones Culturales Contra las ExcluEn el campo de la lectura, no podemos situarnos siones y las Segregaciones. Este movimiento creado hace en la posición del maestro con respecto al alumno, veinte años, reúne psiquiatras infantiles, especialistas de la la posición de aquel que sabe y que imparte una Salud mental y bibliotecarios para niños. El objetivo es favorecer el acceso de los más pequeños al mundo del escrito.


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el ambiente también se presta, la biblioteca se organiza muy naturalmente, los pequeños que todavía no saben leer se acercan a los adultos para mirar con ellos los libros, otros se aíslan para leer o releer un álbum descubierto de esta manera; los padres también se sumergen con felicidad en algunos libros, todo se desarrolla en el descanso y en la gratuidad: no hay preguntas que haya que responder, no hay aprendizaje disimulado. De esta manera se proponen condiciones de acogida y de apertura para que cada uno pueda escuchar y ser escuchado; desde luego, los bibliotecarios se empeñan en hacer conocer, en tales circunstancias, las mejores obras, los libros más amados, donde todos encuentran su historia, los adultos, testigos del entusiasmo de sus niños para conocer esos libros; ellos mismos, conociendo un verdadero placer al descubrir esos álbumes; y los más pequeños, asombrados y satisfechos de ver a sus padres tener tanto gusto por sus libros. Esto se parece mucho a los que propusimos durante numerosos años en un barrio particularmente ruinoso y cercano a nuestra biblioteca; para reunirnos con las familias marginadas habíamos decidido proponer un momento de biblioteca al aire libre, sobre el terreno de juegos de su barrio, lo que hicimos de forma regular cada semana durante veinte años, hasta la destrucción de este lugar considerado como insalubre; todos apreciaban la simplicidad y lo natural de este encuentro semanal. Estos momentos de lectura se desarrollaban en el descanso y en la confianza, sin la más mínima gestión administrativa, que es particularmente importante en tales barrios; al final de cada sesión, los niños podían tomar prestados los libros; era bueno ver a los padres sorprendidos, maravillados por ese espectáculo inusual; sólo podían decir en su interior: “Sí, es posible que mi hijo disfrute la lectura de manera espontánea, no está condenado al fracaso, es capaz de interesarse”. Y el adulto es capaz de asombrarse, de disfrutar tales lecturas. Algunos nos decían: “La próxima vez, piensen en traerme un libro”. Entonces, nadie duda que en el seno del círculo familiar nacen ocasiones para hablar, más allá de las necesidades estrictas y de las obligaciones de la vida.

En todas partes pueden vivirse encuentros semejantes, y es importante, nos gusta multiplicar esos momentos, darles un carácter informal, libre de toda obligación. Una vez más, se trata de favorecer experiencias felices (más que discursos) al permitir a todos y cada uno, ver concretamente lo que es la lectura; por esta razón, elegimos en primer lugar sitios inusuales, lugares de transición o de expectativa. De esta manera, pueden sorprenderse personas que podían, sin razón, haberse imaginado que la lectura no era para ellas, que no podía afectarlas, puesto que no tuvieron la oportunidad de vivir una buena escolaridad, ya que de una manera general, se sienten excluidas de las instituciones culturales y educativas. Pienso principalmente en los adultos a quienes tienen la oportunidad de frecuentar, las asistentas maternas, el personal médico, etc. Simplemente asistir a sesiones felices de lectura, puede modificar la imagen negativa que se tiene de ésta; así, sucedió en algunas sesiones de lectura en las que participé recientemente en un orfanato de una ciudad de Armenia; con algunos jóvenes voluntarios, habíamos organizado allí un momento de lectura según los mismos principios de nuestra biblioteca de calle; los niños eran pequeños, en su mayoría considerados como limitados físicos o mentales; enseguida, manifestaron una verdadera felicidad al hacerse leer los álbumes, después, algunos se aislaban para mirar con toda tranquilidad los libros que habían llamado su atención de una manera particular; otros venían a mostrarnos tal página o tal imagen que les interesaba en particular. El personal de servicio estaba presente, e indudablemente con la consigna, como de costumbre, de vigilar a los niños; su actitud mostraba indiferencia y aburrimiento, hasta el momento en que las reacciones espontáneas de los niños y sus comentarios llenos de ingenio, los sorprendían y les alegraban la vida; en poco tiempo, el ambiente de esta sala, al principio tan austero, se transformó; el entusiasmo, la espontaneidad y la libertad de los niños fueron contagiosos; los adultos eran tocados y solamente pedían participar de los próximos encuentros; las desconfianzas alimentadas respecto a la lectura eran de cierta manera desechadas.


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Pero después de haber gustado el placer que todos se expresen personalmente, imaginen, de leer, es importante poder continuar; es e intercambien, transforma la vida en conjunto; indispensable una acogida de este tipo en la desde luego, la actitud de los adultos es esencial, biblioteca, donde el niño debe poder encontrar la tienen que aceptar en esos momentos nuevos tipos misma disponibilidad abierta y la misma atención de relaciones, compuestas de intercambios de por parte de los bibliotecarios o de los docentes; persona a persona. Pero, para ellos mismos, para él espera encontrar allí una escucha simpática los niños y sus familiares, ¿No es de esta manera de su palabra, una orientación personal en sus que vale la pena vivir la vida? elecciones de lectura, en una palabra, el entero reconocimiento de su persona. Estas condiciones Genevieve Patte. Se formó como bibliotecaria necesarias para que cada uno pueda encontrar su camino singular, dan a estos lugares un carácter en Francia, Munich y New York; se especializó en literatura infantil. Dirigió particular. durante 35 años la asociación La ¿Representamos, en joie par les livres, responsable efecto, la atmósfera de libertad, de la creación del organismo de inteligencia, de palabras Revue des libres pour enfants, intercambiadas, cuando los que contribuyó al desarrollo libros penetran en la clase y de bibliotecas para niños y son objeto de intercambios jóvenes en Francia. A solicitud reales de personas a personas, de organismos internacionales suscitando verdaderos debates (UNESCO, IFLA, IBBY), entre maestro y alumnos? Ser Patte organizó los primeros testigo de las evoluciones seminarios internacionales del niño en su búsqueda de sobre bibliotecas para niños saber, sus maravillas y sus y jóvenes en las regiones en preguntas, solamente pueden desarrollo. apasionar a esos maestros atentos, abiertos, siempre Traducción: dispuestos a aprender. Por lo Juan Pablo Hernández y Juan que se refiere a los alumnos, David Jiménez Carátula de El león que escribía cartas de amor, de la escucha del maestro que los Triunfo Arciniegas. Editorial Panamericana. invita a expresarse, a formular su pensamiento a tientas, es un gran apoyo. Comunicarse, aprender los unos de los otros; estas verdaderas riquezas de la vida en común deberían vivirse muy naturalmente; allí, donde los libros están presentes en su diversidad, allí donde la curiosidad y la búsqueda exigente del saber sólo piden ser estimuladas, en la escuela y en la biblioteca, sin olvidar el círculo familiar. Cuando los libros son de calidad, nacen espontáneamente intercambios dignos de interés; efectivamente, la obra verdadera lleva a cada uno a lo más profundo de su experiencia y de sus cuestionamientos, a cada uno su interpretación. Introducir en la escuela o en otro lugar tales momentos estimulados por lectores de calidad, permitiendo



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Los cuentos que asustan Evelio José Rosero

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o hace mucho, fui invitado a participar en una Antología de Cuento Bogotano. El antólogo me explicó que había elegido uno de mis cuentos, PALOMAS CELESTIALES, incluido en mi libro: LAS ESQUINAS MÁS LARGAS. Se trata de una agrupación de cuentos urbanos, alrededor de Bogotá, la mayoría de los cuales se basaron en noticias del periódico, o en los mismos noticieros de televisión. El cuento seleccionado se refiere al secuestro de un bus escolar, de un colegio religioso, femenino. Los secuestradores son tres muchachos, todos carpinteros, que habitan en Faca, en las inmediaciones de Bogotá. Su propósito es tan simple como descabellado: pretenden amar, a como dé lugar, a estas colegialas de quinto y sexto bachillerato, treinta o más, todas asustadas, excepto dos, que miran a los jóvenes secuestradores con más curiosidad que terror. Al finalizar el cuento, son las muchachas quienes —en un rapto de pánico y desesperación— arrasan con los secuestradores, los hieren, los trizan, y emprenden la huída, corriendo a través de los campos que circundan la fábrica abandonada donde las tenían prisioneras, perdiéndose en el horizonte de una madrugada —ya no como peligrosas colegialas desesperadas sino como palomas celestiales. Este es, resumido, el desarrollo de la anécdota en mi cuento, nacido de una noticia de periódico. Sin haberlo todavía releído, a diez o más años de su escritura, me gustó su elección de entre los demás, porque siempre lo consideré el más logrado. También no hace mucho recibí la última llamada del antólogo, que es además un escritor y amigo que aprecio, diciéndome que la mesa directiva encargada de la edición había decidido suprimir la publicación de mi cuento, porque el libro, la antología, tenía entre otros destinatarios a los niños, y el cuento de marras les parecía demasiado violento como para publicarlo. Argumentaban que el cuento, como cuento, estaba bien escrito, pero que eso no era tan

definitivo como para permitir su publicación. Tanto el antólogo como yo reflexionamos sorprendidos ante esta conclusión. El antólogo me señaló otro de los cuentos, del mismo libro, que podíamos incluir en su volumen. Acepté su decisión, no sin cierto malestar. Primero, porque la antología está conformada por autores que escriben cuento y novela “para adultos”, y, segundo, porque, de hecho, mi libro LAS ESQUINAS MÁS LARGAS ya había sido leído en algunos colegios, con jóvenes del bachillerato, que intercambiaron ideas conmigo alrededor del libro, y que mostraron todo tipo de reacciones ante mis cuentos de Bogotá, pero nunca sorpresa o indisposición ante lo posiblemente obsceno de las anécdotas, ni se escandalizaron ante la probable violencia que los mismos cuentos promulguen, o incentiven; por el contrario, sin que existieran conclusiones de índole moral ante la lectura de los textos, entendí, por parte de los jóvenes lectores, que habían simplemente terminado de leer una interpretación literaria de aquellos sucesos que con seguridad los abruman día por día, quieran o no quieran, desde los mismos aparatos de radio o televisión que por todas partes en Bogotá pululan y avisan de violencias superfluas, o execrables, pero siempre reales, y que nos hacen recordar una y otra vez, voluntaria o involuntariamente, que Bogotá no es justamente la capital de un país de ángeles. Pero, ya superados el malestar y la inconformidad, al ver trunca la publicación de mi obra en tan importante antología, el suceso me hizo pensar de nuevo en lo que se considera un cuento que puede ser leído por niños, y lo que se considera un cuento que no debe ser leído por niños, novela o drama o poema, porque asusta o transgrede todo lo bueno, lo ético y moral que puede existir en la sociedad humana, y, de hecho, en los jóvenes lectores, siempre definidos como lectores indefensos. Que haya ocurrido con


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estos editores no me preocupa tanto —quiero decir, me preocupa, pero no tanto, por una sencilla razón: a fin de cuentas los editores publican lo que quieren, y, los editores en Colombia, sean o no de institutos, no son primordialmente lectores, sino ante todo comerciantes del libro, o funcionarios. Me preocupa este tipo de censura —porque la hay— en quienes están a cargo de los colegios y escuelas en el país, los directores y pedagogos. Por supuesto, me preocuparía mucho más este tipo de censura —autocensura— en los mismos escritores que acceden o intentan acceder con sus obras “infantiles” a los niños. Pero ya a este último panorama me referí con extensión en un artículo sobre EL ARTE DE ESCRIBIR PARA NIÑOS que se publicó, con otros trabajos, en la Revista de la Universidad de Antioquia. Qué eligen, sobre todo, en los colegios, como material de lectura para los alumnos, es nuestro tema. Si bien es cierto que hoy por hoy, y al fin, se está reconociendo el desenvolvimiento de la narrativa para niños en el país, y se está llevando al escritor, vivo, no momificado, a los colegios, que es algo primordial, sobre todo para el escritor que escribe para niños, es de resaltar que son aquellas obras clásicas de la literatura las que, a mi modo de ver, se están perdiendo —no por completo, pero sí muchas de las más importantes—, en el proceso de selección de textos, y este aspecto es el que deseo resaltar. Sabemos de autores y obras que, en su momento, hace ya años, publicaron sus obras para adultos, y, justamente con el paso del tiempo, hemos comprobado cómo estas obras son ya universalmente consideradas como obras para niños, y voy a dar un solo ejemplo, la obra de Jonathan Swift: Los viajes de Gulliver. En el caso de Gulliver, sus viajes y aventuras han sufrido sin misericordia la interpretación comercial —valga decir trivial— por parte del cine y la televisión, en descrédito de la sabiduría literaria que arroja la lectura de Gulliver. El viaje a Liliput, primer ejemplo, se interpreta o limita casi por completo a Gulliver en un país donde todos los habitantes no superan la altura del tobillo del protagonista; esa es la única maravilla que afrontan los directores de cine, los editores de obras condensadas, o reducidas solamente a la riqueza de ilustraciones, ignorando las conclusiones de orden filosófico, social, la importante reflexión y rebelión que se desbrozan en el texto literario. La lectura de estos textos, Los viajes de Gulliver, son por lo general abreviadas, o, mejor, mutiladas. Mucho

más se ignora, del mismo Jonathan Swift, El Viaje al País de los Houyhnhnms, ese bello y profundamente reflexivo relato sobre el país de los caballos —sabios habitantes equinos que tanto se asombran, y con razón, de los desmanes e injusticias que acontecen en el diario vivir humano—. Seguramente se adolece de cierta falta de clarividencia en los pedagogos y, en general, los encargados de seleccionar los textos de lectura. Por lo común, tal actitud nace del facilismo, y la errónea interpretación de la literatura para niños como un género simple, poblado de hadas y gatos parlanchines que deben solamente entretener al niño, para que deje de gritar. Pues no: se trata de que el niño grite más, y se rebele —como algún día nosotros lo hicimos— con la magia del arte literario. En una charla con niños de no más de 9 años les preguntaba si ya conocían El Coronel no tiene quién le escriba. Uno de los niños me replicó diciendo que ese libro era lectura de los grandes, no de los niños. Pero yo insistí en que era una buena obra, clara y muy interesante, como El viejo y el mar. Uno de los profesores, que escuchaba la charla espontánea, también seguramente de manera espontánea se acercó a decirme que consideraba un error proponer El Coronel como lectura a niños que no pasaban de los nueve años. Un grave error: obras de autores considerados como autores para adultos pueden tranquilamente incorporarse a la lectura de niños y jóvenes. Ante esto tendrían que reflexionar los mismos pedagogos; hay muchas otras obras de autores que sí se han reconocido como escritores para niños, y es probable que, paradójicamente, su lectura sólo arroje bostezos de niños y jóvenes a todo lo ancho del salón. Lo que sí es determinante en todo esto es que la buena selección de las obras resulta esencial a la hora de lograr futuros lectores o lectores en ciernes en nuestros colegios. La disciplina de lectura, su inicio, no es nada fácil; y son muy significativos, por eso, los libros elegidos. Puedo decir, en mi caso, y en el de quienes estudiaron conmigo, en mi época, en los diferentes colegios donde padecí, que no fue precisamente en los colegios donde nació la invitación a la lectura; y que la llegada a mundos como los de Róbinson Crusoe, las Narraciones Extraordinarias de E. Allan Poe, los cuentos de Oscar Wilde, las obras de Melville, Wells, Orwell, Kipling, Verne, Salgari, Horacio Quiroga, Stevenson y tantos otros clásicos fue gracias al azar de una charla, a la fortuna de encontrar estos libros en nuestras casas,


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pero nunca porque nos los dieran a conocer en las severamente vigilada por dos rígidas tías”. Uno de los aulas, o en las clases de Español y literatura. cuentos de Saki, titulado, justamente, El Narrador de Es posible —y así tiene que ser, creemos— que Cuentos, puede ilustrar con mejor certeza este aspecto las cosas ahora sean bastante distintas; pero algo de de la interpretación de un adulto, en lo que pueden nuestra experiencia actual en los colegios, la charla o no leer o escuchar los niños. La historia ocurre con los niños, nos dice que todavía falta camino, durante un viaje en tren, en una tarde sofocante, y, y falta, sobre todo, porque son justamente los con la excusa de ustedes intentaré resumirla, en esta encargados de impartir la lectura —su liberación y su ocasión sólo para aclarar la idea principal de nuestra magia, su humanismo— los que adolecen de espíritu charla, pero con la finalidad de lograr una invitación de lectores, es decir, que no son lectores de verdad, a la lectura de este autor, Saki, ojalá en las aulas y que los más lo son apenas en formación, que no de la primaria. Los ocupantes del vagón eran una están enterados, sino apenas académicamente, del chiquilla, una chiquilla más pequeña y un chiquillo. Una tía de los niños ocupaba hecho literario, de las obras, de un asiento en un extremo, y el sus creadores. Así se podrían asiento del extremo opuesto señalar varios clásicos de la lo ocupaba un joven, ajeno al literatura que son ignorados grupo. La tía, con la intención ahora —y concienzudamente— de distraer a sus sobrinos, los en los colegios —Shakespeare, invita a escuchar un cuento. Cervantes, Dante y Homero. Les habla acerca de una niña ¿Por qué? Sería arriesgado que era buena y que debido entregar una única respuesta, a su bondad se hacía amiga porque las hay muchas, y para de todo el mundo y que a todas las interpretaciones, sean la postre se veía a salvo de de índole cultural, social o un toro enfurecido a cargo económica. No es fácil acceder de unos cuantos salvadores a un libro bien editado de que admiraban su carácter Charles Dickens, en edición moral. “Es el cuento más completa; pero para eso están estúpido que he oído jamás” las bibliotecas de los colegios dijo la mayor de las niñas con —si las hay—, o de la ciudad infinita convicción. Entonces, —si también las hay—, y, sobre súbitamente, el joven caballero todo, para eso está el profesor Carátula de Cuentos de Ada, de Pepe se ofrece a contar un cuento. de literatura, que es el primer Pelayo. Ed. Alfaguara. La tía se erizó: “Es muy difícil indicado para estimular la contar cuentos que los niños lectura. El criterio de lo que debe o no ser leído por los niños requiere de un buen puedan a la vez comprender y disfrutar” dijo con conocimiento —razonado pero también lúdico—, tiesura. “No estoy de acuerdo con usted” dijo el joven y no debe ser solamente sometido a cumplir con caballero, y, como los mismos niños le piden que un programa determinado, de escuelas literarias y cuente un cuento, da inicio a su relato: “Érase una fechas, un árido desierto donde la auténtica literatura vez” comenzó el joven, “una niñita llamada Bertha que era extraordinariamente buena”. El interés brilla por su ausencia. Toda esta breve reflexión nació de mi propia infantil, momentáneamente despertado, empezó experiencia de escritor, al encontrar una de mis obras a decaer al instante; pues todos los cuentos —nos censurada, porque no puede ni debe ser leída, y fue dice Saki— les parecían horriblemente similares, también corroborada no hace mucho por la relectura independientemente de quién los contara: “Hacía de un gran autor, de fino humor, pero también de todo lo que le mandaban —siguió el narrador—, sutiles verdades. Me refiero a Saki —Héctor Hugh decía siempre la verdad, mantenía sus vestidos Munro—, nacido en el Oriente pero que, como lo limpios, se comía las gachas como si fueran tartas de dice Borges, “conoció en Inglaterra el desamparo de confitura, se aprendía las lecciones perfectamente y una niñez vivida lejos de los padres y, en su caso, era de modales educados. Era tan buena que ganó


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varias medallas a causa de su bondad, las cuales se prendía siempre del vestido. Tenía una medalla a la obediencia, otra a la puntualidad y una tercera por su buena conducta. Eran unas medallas grandes, de metal, y tintineaban unas con otras al andar. Todo el mundo hablaba de su bondad, y el príncipe de aquel país oyó hablar del caso y dijo que puesto que era tan buena se le permitiría pasear una vez a la semana por su parque, que se hallaba en las afueras de la ciudad. Era un hermoso parque y un gran honor para Bertha que se le permitiese entrar”. “¿Había ovejas en el parque?” preguntó Cyril, el niño. “No”, dijo el joven. “¿Y por qué no había ovejas?” surgió la inevitable pregunta. La tía se permitió una sonrisa. “En el parque no había ovejas porque —dijo el joven caballero— la madre del príncipe había soñado una vez que a su hijo le mataría una oveja o un reloj que se le caería encima. Por esa razón, el príncipe no tenía ovejas en su parque ni relojes en su palacio. Bertha, además, se puso bastante triste al descubrir que en el parque no había flores. Había prometido a sus tías, con lágrimas en los ojos, que no cortaría ninguna de las flores del gentil príncipe y se había propuesto cumplir su promesa, así que le hizo sentirse como una tonta el comprobar que no había flores que cortar”. “¿Y por qué no había flores?” “Porque los cerdos se las habían comido todas” replicó el joven, “los jardineros le habían advertido al príncipe que no es posible tener cerdos y flores, así que el príncipe decidió tener cerdos y no flores”. Hubo un murmullo de aprobación, de los niños, ante la excelente decisión del príncipe; pues mucha gente habría optado por la otra posibilidad. “En aquel momento —siguió el joven— un enorme lobo se coló en el parque a ver si lograba atrapar un lechoncito bien gordo para la cena”. “¿De qué color era ese lobo?” preguntaron los niños, en medio de un súbito arranque de interés. “Era todo color de fango, con la lengua negra y unos ojos gris pálido que brillaban con inefable ferocidad. Lo primero que vio en el parque fue a Bertha; su delantal era tan blanco que se la distinguía desde una gran distancia. Bertha se lanzó a correr con todas sus fuerzas y el lobo se lanzó tras ella dando grandes saltos. La niña consiguió llegar a un espeso macizo de mirtos y se ocultó en lo más denso de los arbustos. El aroma del mirto era tan fuerte que el lobo no podía oler nada donde Bertha estaba escondida, de modo que pensó

que sería mejor largarse y atrapar un cerdito en su lugar. Bertha temblaba una barbaridad, y con el temblor, la medalla de la obediencia tintineó contra las medallas a la buena conducta y a la puntualidad. El lobo se alejaba ya cuando oyó el sonido de las medallas y se detuvo a escuchar; las medallas tintinearon nuevamente en un arbusto, muy cerca de él. Se abalanzó sobre la espesura con los ojos gris pálido relampagueando de ferocidad y triunfó, arrastró a Bertha fuera de allí y la devoró hasta el último bocado. Todo lo que quedó de ella fueron sus zapatos, algunos trozos de vestido y las tres medallas por ser buena. “¿Resultó muerto algún cerdito?” preguntó el niño. “No. Todos escaparon”. “El cuento empezó mal” dijo la más pequeña de las chiquillas”, “Pero tiene un final muy bonito”. “Es el cuento más bonito que he oído nunca” dijo la mayor de las niñas con inmensa decisión. “Es el único cuento bonito que he oído jamás” dijo Cyril. Una opinión disidente provino de la tía: “Un cuento altamente impropio para contar a unos chiquillos” dijo, “Ha minado usted el efecto de años de esmerada enseñanza”. Y valga el resumen, en esta ocasión, del cuento de Saki, que yo creo puede ser gustado por cualquier niño, a cualquier edad, a despecho de una tía que, nos parece, nunca fue niña, ni tuvo la oportunidad de disfrutar de un cuento bellamente impropio. Evelio José Rosero. Nació en Bogotá en 1958. Es periodista, cuentista y novelista, y tiene una reconocida trayectoria literaria. Su creación incursiona tanto en la literatura para adultos como en la literatura para jóvenes y niños. Su obra para jóvenes y niños ha merecido varios reconocimientos nacionales e internacionales, como el Premio Iberoamericano del libro de cuentos Netzahualcóyotl, el Premio Nacional Fundalectura, el Premio Nacional Colcultura, el Premio Norma-Fundalectura, el Premio Enka, el Premio Comfamiliar y la beca Ernesto Sábato para jóvenes escritores colombianos.


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XVI Seminario de literatura infantil



Construcción de un país imaginario Javier Naranjo Moreno Los ensueños, los entusiasmos, las imágenes del inconsciente “poético” son fuerzas plenas de significado que jamás podrán extirparse. El espíritu humano nunca ha dejado de experimentar ese oscuro deseo de trascender el tacto, de acrecentar los surcos invisibles, de transitar a tientas las sendas interiores en busca de un nivel paradisíaco, fuera del tiempo y de la historia. Eduardo Ascuy

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a construcción de un país imaginario es una aventura de escritura creativa con niños, que parte de la valoración de la imaginación creadora, de la posibilidad de estimularla, de su potencia y operatividad en el mundo real. Es necesario antes de entrar a compartir con ustedes la experiencia del proyecto, apoyarnos en algunos estudiosos de los procesos educativos. Debo agregar que siento decepcionar a quienes estén esperando grandes disquisiciones y hallazgos formales.Nuestra tarea fue la construcción de un país imaginario, no el levantamiento de un edificio teórico del que por otra parte soy incapaz. La acción educativa entendida como formadora de seres a partir de la prevalencia de nociones de índole positivista, ya no es satisfactoria. Desde hace no muchos años, la antropología simbólica y la fenomenología —entre otras— han llamado la atención sobre la pertinencia de abordar la educación rescatando el territorio de lo simbólico en el hombre, valorando la coexistencia en el ser de Mythos y Logos y cuestionando los límites de lo que conocemos como lo real. Voy a citar en extenso a Joan Carles Melich: “el ser humano es el ser que pregunta y que se queda sin respuesta si no va más allá del ámbito de lo científico.

Tampoco la filosofía racionalista ha conseguido responder a las cuestiones fundamentales de la realidad humana. Sólo desde lo simbólico, desde la poesía, desde el teatro, desde el mito, desde el ritual, las antinomias de la razón vislumbran claridad”.(1) Símbolo viene del griego Symbolé: acuerdo, encuentro, reunión. Vislumbres de la fusión con la totalidad, intuición primordial del mundo, reunión, vuelta al origen. El símbolo es portador de sentido, evoca un significado que no está presente. El símbolo y sus componentes el mito y el rito son elementos esenciales(2) de la manera como el hombre conoce el mundo. Los modos de conocimiento míticos pueden ser básicamente dos; el arte y la religión. En el origen ambas, arte y religión, andan de la mano; sólo más adelante tiene lugar la escisión. Reducir la educación a tecnología es hablar de la acción educativa con un único lenguaje, es reducirla a logos y negar desde el principio, la posibilidad de alcanzar el universo simbólico, sustrato de los cuentos de hadas, de la tradición, de las artes y de los comportamientos sociales; que en su profundidad esconden bajo distintas máscaras el Mytho”.(3) Equivocadamente, se ha considerado que los mitos corresponden a un estadio prelógico de lo humano, que en posterior evolución bajo el imperio del logos se desechan, pero no, ahí en nuestros comportamientos y creencias subyacen, alimentando el imaginario, dando secreta vida a nuestro quehacer. ¿Pero cómo conectamos esta necesaria explicación teórica, con nuestro proyecto “construcción de un país imaginario”? ¿En qué consiste el proyecto? En un postgrado en pedagogía de la literatura infantil y creatividad, entre nociones teóricas,


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abstracciones, etc., etc.; se propuso a los alumnos (docentes en diversas escuelas), como proyecto de grado, la realización con sus niños de un país imaginario. Un país textual inventado por ellos en libre juego de la creatividad y la expresión. Los estudiantes propondrían a sus alumnos como “posibles” referentes la elaboración de un mapa del país, límites, situación, relieve, hidrografía, costumbres, hábitos, razas, economía, flora, fauna, religión, folclore, literatura, himno, moneda, bandera, etc. Insisto en la palabra “posibles” porque el proyecto se realizaba con niños de diferentes grados de primaria; esto implicaba por supuesto, una mayor o menor dificultad para abordar el país. Por lo demás, el referente ofrecido, dejado al libre juego de la imaginación, fue fluctuante, móvil, al antojo de su voluntad. Se propusieron reglas de juego, que los niños adoptaban o abandonaban a su parecer. Para estimular el imaginario de los niños, se invito a sus profesoras a realizar con ellos diversas actividades creativas: lúdica corporal, expresión artística, juegos de palabras, canciones, teatro, títeres, lectura de cuentos y poemas, películas, procesos creativos de escritura y la realización de múltiples trampolines afectivos e imaginarios. Antes de replicar con sus niños estas actividades se ejecutaron primero con los alumnos del postgrado en las diferentes asignaturas. ¿Pero qué es el trampolín afectivo e imaginario? La investigadora Jossette Jolibert en su libro: Formar niños lectores y productores de poemas, define el trampolín afectivo e imaginario en los siguientes términos: Los talleres de índole afectivo e imaginario corresponden a una finalidad doble. Permiten que los niños: 1- Pongan a trabajar su imaginario a partir de una situación de impulsación que hemos denominado situación trampolín, aprovechada o provocada por el profesor. 2- Experimenten su poder de creación sobre la lengua en producciones originales de poemas. Se trata para el profesor de poner en efervescencia el imaginario individual y colectivo, a partir del trampolín que se escoge, con el fin de poner a cada niño frente a una tarea de escritura cuyas obligaciones son determinadas por él mismo.(4)

En nuestro proyecto encontramos útil esta propuesta de Jolibert para estimular el imaginario infantil y abordar la construcción textual de un país. ¿Pero qué es el maginario? Gérard Guillot nos dice: “el imaginario aparece como un campo energético y simbólico: es actividad interior... El imaginario no es un universo estático... es el principio alquímico de la imaginación... es taller interior de movilidad, transversalidad, transmutación”.(5) En la creación de su país imaginario se procuró con los niños un ambiente distendido, de juego y tranquilidad, sin notas, sin calificaciones, sin evaluaciones. Paralelo al trabajo de construcción del país y a las actividades para estimular su imaginario, se hizo una encuesta con los niños tratando de rastrear un poco su mundo interior, sus cercanías a la experiencia de la lectura, sus ensueños, su ecosistema comunicativo. Muchos investigadores de las ciencias humanas han concluido, que los meros análisis cuantitativos no resultan apropiados para el estudio de las comunidades, de sus relaciones, de la subjetividad que rige en ellas; se impone entonces, en la búsqueda de respuestas más válidas, la investigación de índole cualitativa: el método etnográfico. Etimológicamente el término etnografía significa descripción (grafé) del estilo de vida de un grupo de personas habituadas a vivir juntas (ethnos). Es necesario señalar acá, que éste fue el camino elegido para nuestro propósito, con el uso de las herramientas que ha definido este método: los profesores llevaron un diario de campo que dio cuenta de los avances y dificultades que se presentaron a lo largo del proyecto. Avances y dificultades vistos a través de la rica dinámica y las contradicciones de las relaciones humanas. Emociones, pensamientos, reflexiones, actitudes, ilustraciones. Un diario fresco y revelador, más allá del rigor y la frialdad de las estadísticas. Se hicieron registros sonoros y visuales, se sondearon las condiciones del medio en el que vivían los niños, su hábitat, su entorno familiar. Es importante agregar que los niños pertenecían a escuelas urbanas y rurales de algunos municipios del Oriente Antioqueño, hijos en su mayoría, de campesinos y personas de escasos recursos, niños de un estrato social medio-bajo, sin mucho acceso a libros en sus casas, sin posibilidades de viajes, mínimos recursos tecnológicos como herramientas de conocimiento y padres con nula o escasa instrucción escolar. Parecía evidente que había


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—no en todos— carencia de estímulos en su medio. la antecedencia del ser, al origen, no nos dice de la ¿Pero cómo evaluar la manera como cada uno habita búsqueda necesaria de sentido por caminos que la el mundo? ¿Qué cosa genera estímulos y cuál no? sola razón y la técnica no han hallado? Pudimos —sin embargo— observar en muchos de Bachelard de nuevo dice: “la infancia es el pozo sus trabajos, capacidad de abandono, ensoñación y del ser y la ensoñación es una nemotecnia de la potencia de su imaginario; como en El país de Wolfran imaginación”(7), ¿no hallaremos entonces, en esos donde las personas pican la tierra para sembrar el ejercicios creativos infantiles, en sus cuentos, en sus pelo y dos días después nace muy grande y se pone historias en sus juegos, nuestra propia urgencia de bonito, y luego lo arrancan, lo venden y la gente lo centro, el hallazgo de un tiempo no histórico de compra para ponérselo en la cabeza. Wolfran, país fusión con el todo? donde llueve siempre, y sólo escampa los domingos Es importante resaltar el papel que cumple para salir al mercado, y en donde los animales son la fantasía, al respecto Bruno Bettelheim dice: “el todos pequeños, tienen sólo inconsciente es la fuente de dos patas y al envejecer les nace materias primas y la base sobre otra pata. O en La bandera del la que el yo construye el edificio país de Cag, cuyo color durazno de nuestra personalidad. significa la piel y, en su escudo, Dentro de este símil nuestras el rojo representa la pintura, fantasías son los recursos y el ganado es el que enseña a materiales que proporcionan hacer las tareas y las cosas. Es y dan forma a estas materias en el niño donde subyacen con primas, haciéndolas útiles para mayor vitalidad la fuerza de la las tareas de construcción que imaginación y la creatividad que, el yo debe llevar a cabo”.(8) adecuadamente estimuladas, Así pues, considerados construyen y enriquecen sus estos aspectos, es claro —a relaciones con el mundo. Es en nuestro entender— cómo la el niño y en su “seria” manera propuesta “Construcción de de jugar, donde aún sobreviven un país imaginario” contribuye los dadores momentos de a esa necesaria exploración y ensoñación, de fusión del ser estimulación de la imaginación con el mundo. Es sobretodo infantil, al buceo en ese pozo Carátula de Ferocius the Puppy Dragon, en el niño, donde aún pervive de lo atemporal que se llama de David Page. Picture Puffin. la capacidad de abandono, imaginario, al enriquecimiento sin culpas, miedos y deberes, del ser, mediante la pervivencia enemigos —sobre todo el temor— de cualquier de esas imágenes plenas de sentido, herramientas aventura creativa en el mundo de la vida. Y aquí de conocimiento de lo humano. es necesario recurrir a Bachelard cuando dice: “El Tras los seres, los dioses, las características niño conoce la ensoñación cósmica, la que nos de esos países que inventaron los niños, están une al mundo, es en los recuerdos de esta soledad enmascarados sus miedos, sus dudas, sus deseos, cósmica, donde encontraremos el núcleo de infancia sus profundas soledades de infancia. Pueblan esos que permanece en el centro de la psiquis, nuestras territorios, sus emociones, su asombro, el horror de ensoñaciones hacia las ensoñaciones infantiles nos la guerra; la maravilla del mundo en pugna con la permiten conocer a un ser previo a nuestro ser; toda vida que les hemos entregado. una perspectiva de antecedencia de ser, contada por Coexisten allí el régimen diurno, lo solar, el los poetas. Es volver al origen”.(6) imperio de la razón y lo nocturno, esas profundidades Me pregunto: ¿Esa ensoñación tan propia del ser, asimiladas a lo lunar, lo intuitivo. El pozo de la infancia, ese habitar lo imaginario, no nos de lo imaginario. Subyace también en su país, el hablan de la pervivencia del mito? ¿Ese regreso a medio familiar y social en el que se mueve el niño,


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su aproximación a los medios de comunicación, sus relaciones con lo material, lo síquico, lo emocional. Afirmamos pues, el valor de estos ejercicios ya que nutren la necesaria aproximación al mundo a través de lo simbólico, lo lúdico, lo creativo. Suponemos también su utilidad, adecuadamente implementados en un Currículo de estudio que fusione, por ejemplo, el conocimiento de nuestro país y del entorno inmediato de los niños, con la imaginación creadora, con la fantasía, con las múltiples y útiles herramientas que proporciona la literatura infantil.

Javier Naranjo Moreno. Nació en Medellín en 1956. Estudió antropología en la Universidad de Antioquia y tecnología agropecuaria, se ha dedicado exclusivamente a la docencia y a la extensión cultural. Ha publicado los libros de poesía “Orvalho” (Ojo Editorial, Medellín, 1990), Dirigió por nueve años la Casa de La Cultura de El Carmen de Viboral, ha sido docente en áreas afines a la creación literaria y tallerista en promoción de lectura y escritura creativa. De su trabajo con los niños surgió su libro “Casa de las estrellas”.

Notas 1 Melich, Joan-Carles. Antropología simbólica y acción educativa, Ed. Paidos, 1996. 2 Ibídem. Esencial en sentido fenomenológico no significa único, sino elemento imposible de poner entre paréntesis, imposible de someter a la época y a las variaciones imaginativas. 3 Ibídem. 4 Jolibert, Jossette. Formar niños lectores y productores de poemas. Ed. Dolmen, 1997. 5 Guillot Gérard. El francés de hoy día, número 88. 1989. 6 Bachelard, Gastón. La poética del espacio. Fondo de Cultura Económica, 1997. 7 Ibídem. 8 Bettelheim, Bruno. Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Ed. Grijalbo, 1988.


Lectura, imaginación e identidad Carlo Frabetti

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a construcción de la propia identidad es una empresa que dura toda la vida, pero que, huelga señalarlo, tiene una especial importancia durante la infancia y la adolescencia: la misma importancia que tienen los cimientos al construir una casa. Durante la llamada “fase de impregnación”, que según los psicólogos dura aproximadamente hasta los seis años de edad, el niño se dedica fundamentalmente a absorber información sobre su entorno, y a partir de ese momento empieza a reflexionar de forma sistemática y a dotarse de una visión del mundo global y articulada; por eso se suele considerar que alcanzamos el “uso de razón” hacia los siete años de edad. A lo largo de todo este proceso, y a medida que el niño se va haciendo una idea de cómo funcionan las cosas, de las reglas que rigen la sociedad en la que vive y de lo que los demás esperan de él, va adquiriendo una serie de hábitos, habilidades y pautas de conducta que lo hacen tan identificable como su aspecto exterior, y del mismo modo que busca y reconoce su imagen física al mirarse en un espejo, también busca reconocerse (y gustarse) en la imagen moral que los demás le devuelven al relacionarse con él. Desde la más tierna infancia, buscamos un equilibrio, un compromiso, entre nuestros deseos y los límites que la realidad nos impone, y eso nos lleva a desarrollar una determinada estrategia adaptativa, a asumir un papel que nos permita integrarnos en el gran teatro del mundo. A medida que el niño descubre que no siempre puede satisfacer sus deseos de forma plena e inmediata, tiene que enfrentarse a una larga serie de renuncias y frustraciones (lo que Freud denominó “el malestar en la cultura”), y desde muy temprana edad intenta compensar esas frustraciones con la imaginación, que se manifiesta y se desarrolla en

juegos, sueños diurnos, fantasías de omnipotencia, etc. La imaginación infantil es omnívora y se nutre de todo lo que hay a su alcance; pero su principal alimento son los relatos, y entre los numerosos relatos de todo tipo que llegan a sus oídos, los cuentos infantiles desempeñan un papel fundamental. Los cuentos infantiles cumplen al menos tres funciones: por una parte, ayudan a los niños a estructurar su mente (por eso quieren que se les cuenten siempre de la misma manera: porque la repetición les permite ejercitar y poner a prueba su capacidad de asimilación); por otra parte, los cuentos alivian sus angustias y temores al plantear situaciones en las que seres tan indefensos como ellos mismos se enfrentan a terribles peligros (ogros, brujas, lobos, etc.) y logran superarlos; y por último, pero no menos importante, los cuentos alimentan su todavía inexperta imaginación, les suministran abundantes materiales para elaborar sus propias fantasías y reflexiones (y no unos materiales cualesquiera, sino arquetipos, temas y situaciones decantados a lo largo de los siglos). Normalmente, los niños conocen los primeros cuentos por vía oral: también en esto, como en todo lo demás, empiezan siendo plenamente dependientes de los adultos; pero en algún momento descubren los libros “de verdad”, pasan del tebeo o el álbum ilustrado leído con ayuda de los padres a esos libros con pocas ilustraciones, o ninguna, en los que todo lo dicen las letras, esas monótonas hileras de diminutos signos negros que se repiten sin cesar, como interminables procesiones de hormigas. Las primeras lecturas autónomas son el equivalente mental del destete; depender plenalmente de los padres es muy cómodo, pero al


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alcanzar el “uso de razón” el niño se da cuenta de que el precio de esa comodidad es la total indefensión y la falta de autonomía, y de que poder alimentarse por sí mismo, tanto física como mentalmente, tiene muchas ventajas.

El liberespacio Creo que, en general, quienes escribimos para los niños no sólo mantenemos una relación intensa y fluida con nuestra propia infancia, sino que además recordamos de una forma muy especial nuestras primeras lecturas importantes y nuestro descubrimiento del mundo de los libros. A primera vista, y a no ser que tengan numerosas ilustraciones y llamativas portadas, los libros parecen todos iguales; pero cuando empezamos a leer con fluidez y tenemos la suerte de que pongan en nuestras manos un buen libro (o de toparnos con él por azar), la experiencia se convierte en una auténtica revelación. Un libro es como una geoda: por fuera parece un objeto vulgar e insulso, pero al abrirlo descubrimos que está lleno de joyas deslumbrantes. Y además no es un tesoro aislado: dentro de cada libro encontramos los mapas de otros tesoros: referencias más o menos directas a otros libros y a otros autores, que nos incitan a seguir profundizando en un tema o en una idea. Desde niño, soy un voraz lector de prólogos, solapas y contracubiertas, y siempre recomiendo a los jóvenes lectores que no se salten esos textos que parecen prescindibles, pero que a menudo contienen informaciones de gran utilidad para navegar por el “liberespacio”. Porque si el descubrimiento de los primeros libros es una revelación, esa revelación se consuma y se magnifica cuando el niño da el salto de lo particular a lo general y descubre la literatura. No como asignatura escolar, no como mero catálogo de obras y autores, sino como un gigantesco organismo del que cada libro es una célula, como un inmenso palacio del que cada libro es una puerta. Y como las células en los organismos vivos o las dependencias de un palacio, los libros se conectan entre sí, llevan unos a otros, forman una red invisible que cada lector recorre y reorganiza a su manera, teje y desteje sin cesar.

Puesto que los relatos son el principal alimento de la imaginación, al aprender a leer de forma fluida y comprensiva, al tener acceso a los libros por sí mismo, el niño se desteta mentalmente; y al dar un paso más, al descubrir el mundo de los libros como ámbito unitario y estructurado, al descubrir la literatura como un todo orgánico, al convertirse en “libernauta”, el niño puede buscar su sustento mental por sí mismo, le gana una batalla decisiva a la dependencia infantil.

Imaginación e identidad La imaginación cumple, sobre todo, dos funciones básicas: una especulativa y otra que podríamos denominar “soñadora” (o “poética”, en el sentido más amplio del término). Por una parte, utilizamos nuestra imaginación para realizar extrapolaciones y experimentos mentales capaces de ayudarnos a resolver o anticipar determinados problemas de la vida real (el equivalente informático de estas fantasías especulativas serían las simulaciones por ordenador); y, por otra parte, inventamos situaciones imaginarias tendentes a compensar las carencias y frustraciones de la vida real. Como “efecto secundario” (en realidad es un objetivo primordial, pero no suele ser deliberado), este doble trabajo de la imaginación va construyendo poco a poco nuestro yo interior, nuestra identidad personal. La primera infancia es una etapa de absorción masiva de los datos y las reglas del mundo exterior; es una etapa de indoctrinación, en la que cada cultura “programa” al niño de acuerdo con sus creencias y valores. Durante esta etapa inicial, la construcción de la identidad es un proceso inconsciente e inducido desde el exterior. Y es un proceso fundamentalmente adaptativo: el niño desea integrarse en su mundo, en su medio social (sentirse aceptado, en última instancia), tanto como la sociedad desea integrarlo. Por eso es tan frecuente en el niño la obsesión por la “normalidad”, el miedo a ser “diferente”, que se refleja en cuestiones como la indumentaria, el aspecto físico, los juegos... Y, sobre todo, en la asunción de un “rol de género” supuestamente propio del sexo al que se pertenece. Nuestra cultura patriarcal y represiva pone especial énfasis en la tajante división de los géneros


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por llevar unos zapatos que dificultan la locomoción, dañan las vértebras y provocan continuas molestias en los pies? La respuesta es tan obvia como preocupante: sólo un machito enfermo susceptible de erotizarse con la estética del sometimiento y el dolor. En última instancia, el binomio corbata-tacón remite a la estética sadomasoquista. La típica “dominatrix” SM (no confundir con la editorial del mismo nombre), simultáneamente víctima y verdugo, suele llevar una ropa que la oprime, llena de correas y herrajes, y agresivos zapatos puntiagudos de finísimo tacón de aguja, cepo y arma a la vez. Y la corbata es a un tiempo el emblema de la superioridad masculina, el blasón del señor, y el collar-lazo de su sometimiento. No puedo Corbatas y tacones extenderme en este punto, así que me limitaré a señalar En los países occidentales que el sadomasoquismo (con u occidentalizados, la estricta su exacerbación-inversióndivisión de roles se manifiesta confusión de la relación amode forma ostensible en la esclavo) es una expresión del pervivencia, entre otras muchas profundo malestar que en cosas, de dos elementos hombres y mujeres provoca indumentarios claramente la necesidad adaptativa de aberrantes: la corbata y los asumir los grotescos roles zapatos de tacón. La corbata, sexuales impuestos por nuestra ese fláccido y falocrático sociedad. pendón multicolor, ese sedoso Carátula de Cuentos pintados, de Rafael Pombo. Pues bien, los niños y niñas nudo corredizo topológica Editorial Panamericana. de hoy tienen que construir su y moralmente equivalente a identidad en ese mundo de la soga de un ahorcado o al corbatas y tacones, de Rambos y Barbies, y se ven collar de castigo de un perro, simboliza a la vez la fuertemente presionados para que asuman el rol supremacía (de género y de clase) del hombre que que supuestamente corresponde a su sexo. Y luego la lleva y su sometimiento al orden establecido: no nos sorprendemos de que se muerdan las uñas o se en vano la corbata es obligatoria en la mayoría de hagan pis en la cama. los actos públicos y puestos de trabajo de un cierto nivel. Y los zapatos de tacón, a pesar de que los traumatólogos llevan años advirtiendo de que son Lectura e imaginación nocivos para los pies y para la columna vertebral, siguen siendo de uso común entre las mujeres, La lectura desarrolla la imaginación al menos incluso entre las supuestamente “liberadas”. ¿Y de dos maneras: por una parte, le suministra cuál es la finalidad de un calzado que entorpece los materiales (personajes, situaciones, escenarios) que movimientos y perjudica la salud? Supuestamente, en su entorno son escasos o inexistentes; y, por otra hacer más atractiva a la mujer que lo lleva. Pero parte, el propio acto de leer es la mejor forma de ¿quién puede encontrar más atractiva a una mujer (destinada, sobre todo, a propiciar la supeditación de las mujeres a los hombres), y desde la más tierna infancia se presiona sin cesar a los niños y niñas para que asuman, respectivamente, los roles masculino y femenino convencionales. En este sentido, el control social es estricto y despiadado. Un niño que no se muestre lo suficientemente “viril”, se expone a ser ridiculizado o incluso agredido por sus propios compañeros de juegos o de escuela, y lo mismo le ocurre a una niña que no sea “femenina”. Y aunque por suerte las cosas empiezan a cambiar, la homofobia dista mucho de haber sido superada (al igual que ocurre con el racismo y la xenofobia, variantes de una misma aversión patológica a lo diferente).


226 ejercitar facultades como la abstracción, la evocación y la especulación. Estamos tan acostumbrados a leer que no nos damos cuenta del doble prodigio que representa la lectura: a partir de unos pequeños signos negros repetidos una y otra vez sobre un papel, nuestra mente reconstruye las palabras, y a partir de las palabras reconstruye todo un universo evocado por el escritor: de la lectura al lenguaje y del lenguaje al mundo. Mientras ante los ojos del lector desfila una monótona “procesión de hormigas”, su mente se llena de personajes, acciones, escenarios, ideas, emociones... Y este ejercicio mental, por sí mismo, desarrolla y agiliza la imaginación más que cualquier otra actividad (a excepción de la escritura, su actividad recíproca y complementaria). Pero el mundo de los libros no sólo es el mejor campo de entrenamiento, sino también el terreno más fértil, el jardín más ameno, el huerto más feraz. Si el mero hecho de leer es como hacer footing con la mente, leer un buen libro es como pasear por un vergel: no sólo fortalece la imaginación, sino que además le suministra el mejor de los alimentos y la más esmerada educación estética. Es cierto que hay libros de mera evasión, que se limitan a repetir los tópicos más manidos; pero solo los lectores menos exigentes se conforman con ellos (e incluso estos se benefician de la lectura). El mundo de los libros no sólo atesora los conocimientos de la humanidad, sino también sus inquietudes, sus dudas, sus problemas, sus rebeldías. Los niños y niñas que se sienten inseguros o diferentes, o simplemente insatisfechos con el mundo tal como es, pueden encontrar en los libros, más que en ningún otro producto de nuestra cultura, los referentes y las ideas que les permitirán relativizar e incluso impugnar el concepto de “normalidad” que intentan imponerles.

Lectura e identidad Y esto nos lleva de nuevo al tema de la construcción de la identidad. A la pregunta, tácita o explícita, consciente o inconsciente, que todos los niños y niñas se hacen en algún momento —¿quién soy yo?—, la sociedad responde, en primera instancia, con una serie de tópicos inapelables; a un niño de doce años, por ejemplo, su entorno le dirá de mil maneras que “ya es un hombrecito”, que no puede jugar a juegos demasiado infantiles o femeninos, que

no puede llorar ni mostrarse blando, que tienen que gustarle las chicas y el fútbol, etc.; y a una niña de la misma edad se la convencerá por todos los medios de que tiene que ser delgada y atractiva, de que no puede jugar a juegos masculinos ni ser brusca en sus modales, de que tienen que gustarle los chicos... Y si el niño o la niña no se identifica plenamente con estos modelos, tendrá que elegir entre el disimulo o el rechazo. Pero los libros, los buenos libros (e incluso algunos no muy buenos), brindan innumerables alternativas a los tópicos y prejuicios dominantes. Muchos niños y niñas encuentran en los libros referentes e ideas que les ayudan a construir su identidad sin someterse pasivamente a las imposiciones de su entorno, y muchos jóvenes lectores y lectoras que parecen refugiarse en los libros para huir de la realidad, lo que hacen es buscar en ellos la fuerza necesaria para afrontar esa realidad y luchar para cambiarla.

Carlo Frabetti. Nació en Bolonia en 1945, si bien reside en España desde los ocho años y escribe habitualmente en español. Escritor, matemático y guionista. Ha creado y dirigido diversos programas de televisión, como La bola de cristal, El duende del globo, Ni a tontas ni a locas o Colorín Colorado. En 1998 obtuvo el Premio Jaén de Narrativa Infantil y Juvenil por su obra El gran juego, y en el 2007, el Premio de Literatura Infantil Barco de Vapor por Calvina.


Literatura, mentira y ficción Ricardo Gómez I. Cuando los cuentos eran reales

Y

o no sé si alguno de ustedes recuerda la primera vez que sintieron que los cuentos que les narraban sus madres, sus padres, sus profesores, sus amigos... contaban una historia que no era del todo verdadera. No sé si en sus cabezas un día sonó un “clic” al descubrir que ni Caperucita Roja, ni Blancanieves, ni Pinocho, ni Garbancito, ni el Patito Feo... habían existido en realidad. Yo no consigo recordar ese instante. Es casi seguro que en un momento determinado creciera en mí una ligera convicción: la de que, como los animales no hablan, todas las historias de animales eran falsas, mientras las demás... ¿Existió de verdad Cenicienta? ¿Y el Príncipe Valiente? ¿Y Hansel y Gretel? ¿Hubo alguna vez unos padres tan malvados, aunque fueran pobres, como para abandonar a sus dos hijitos en el bosque para que se los comieran las fieras? Como todos, yo guardo retazos de mi memoria infantil, que son como jirones de niebla. Y a través de esa niebla me acuerdo de algunos cuentos contados por chicos mayores que yo. Por entonces debía tener cinco años. Y en una de esas evocaciones puedo reconstruir una escena nocturna. Se desarrollaba en un zaguán de la casa de mis abuelos, y era una noche de verano. La única luz provenía de unas pobres bombillas que colgaban de unos más míseros faroles en un pueblo, hace casi cincuenta años. Puedo imaginar que alrededor de esas farolas volaban moscas y murciélagos, porque más adelante, cuando ya tenía once o doce años, vi como los chicos del pueblo cazaban a los segundos con ayuda de unas gorras. En ese escenario, alguien contó un cuento. Se trataba de una historia popular, seguramente de muchos siglos atrás, de las que se contaban a los

niños en una época en la que no se había inventado lo políticamente correcto. Se trataba de una familia pobre, muy pobre, en la que muere el padre. Y la familia era tan mísera que a la madre no se le ocurre otra cosa que ir al cementerio al día siguiente, cavar hasta el ataúd, abrir al muerto y extraer de él las asaduras. Yo entonces no sabía qué eran las asaduras y aún no lo sé, aunque sospecho que era el hígado, o el corazón, o ambas cosas a la vez. Y, claro, extraen esas vísceras con el propósito de comérselas. Entierran al muerto y es de suponer que durante dos o tres días ven saciada su hambre. Pero una noche, el muerto se levanta de su tumba y pide venganza. Fíjense que ese muerto debía estar contento porque su hija y su mujer hubiesen disfrutado de algo que a él ya no le servía, pero no. Pide venganza y se acerca una noche a ver a su hija. Y esta despierta sobresaltada y llama a su madre. Y el cuento sigue con una retahíla que para los niños era fácil de recordar. Ay mamaita, ita, ita, ita, quién será. Déjalo hijita, déjalo hijita, que ya se irá. Que no me voy, que subiendo las escaleras estoy. No sé si mi salud mental quedó muy resquebrajada por aquel cuento, que entonces me sobrecogió. Lo que sí recuerdo es que durante mucho tiempo, mientras subía unas escaleras en la penumbra o antes de encender la bombilla de una sala vacía, recordaba las palabras de la niña “Ay mamaita, ita, ita, ita, quién será“ y mi corazón temblaba de terror. Fue el cuento más terrorífico que recuerdo de mi infancia, mucho antes de descubrir a Poe.


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Un día, pero no recuerdo cuándo fue, los personajes de ese cuento dejaron de darme miedo. Seguramente porque comprendí que no eran reales, que ese hombre muerto y eviscerado no podía hacerme nada. Pero seguramente, esos miedos míos comenzaron a ser sustituidos por otros, algunos de los cuales se han prolongado hasta la actualidad. El de morir atropellado mientras conducía una bicicleta. El de que me cayese un rayo mientras caminaba bajo una tormenta. El de que mis hijos dejasen de respirar en su cuna sin que yo fuera consciente de ello. El de que el avión se estrelle... Más adelante, cuando tenía ocho o nueve años, recuerdo otras historias que también navegaban en el territorio fronterizo de la realidad y de la fantasía. ¿Existió de verdad el heroico tamborcillo sardo de quien hablaba Edmundo de Amicis en Corazón? ¿Era una invención Sandokán, el personaje de Salgari? ¿Y qué ocurría con otros personajes como Barbicane, el héroe de De la tierra a la luna, de Verne? ¿Y con Los cinco? ¿Y con el inspector Maigret? No sé realmente cuándo tuve conciencia de que a un lado estaba la realidad y a otra la fantasía. En cualquier caso, a mí me resultaban más atractivos, más vívidos, personajes como Robinson Crusoe, Gulliver o John Silver, que para mí eran mucho más reales que otras muchas otras personas reales que poblaban mi infancia y mi juventud.

II. El primer contacto con la mentira Dicen que la literatura comenzó un día en que un muchacho llegó corriendo a su cueva gritando “el lobo, el lobo”... y no había lobo. Seguramente esto tampoco es verdad, pero no importa. Si aceptamos que las cosas ocurrieron más o menos así, tenemos que ese chico, al gritar, estaba contando el cuento más corto jamás contado. Más corto incluso que El Dinosaurio de Monterroso. Desde determinada perspectiva, ese muchacho mintió, pero al mentir nos abrió un mundo nuevo, en el que las cosas suceden de determinada manera y en el que uno puede imaginar qué ocurrió después. ¿Mataron al inventor de la literatura, por haber mentido?¿Le rieron la ocurrencia? ¿Reconocieron su ingenio y le construyeron una estatua o le pintaron en alguna cueva? ¿Eso de “contar mentiras” se convirtió en una costumbre en la zona? ¿Había lobos

en realidad, en esa zona, o habían desaparecido? ¿Era realmente un grito de terror, como solemos suponer, o es que esa tribu en particular se alimentaba de lobos? ¿Hablaba de un lobo en particular o se trataba del Lobo, con mayúscula, que era el tótem de la tribu? ¿Otros copiaron su ocurrencia y al día siguiente comenzaron a gritar: “el tigre, el tigre”, o “el coyote, el coyote”? Ese muchacho, que había nacido con la posibilidad de contar historias, ¿fue añadiendo detalles sobre ese lobo imaginario, para regocijo de los escuchantes? ¿O ese cuento nació simplemente así, y murió así? Seguramente el grito de “el lobo, el lobo” se ha repetido muchas veces. Es casi seguro que a lo largo de la Historia lo han gritado niñas, ancianas, cazadores, labradores, transeúntes, mujeres embarazadas, pescadores, médicos, ecologistas... Se habrá gritado en tono de aviso, de admiración, de sorpresa o incluso de alegría, y en muchas lenguas distintas. Es posible que en algún caso fueran las últimas palabras que alguien pronunciase en su vida, antes de caer al suelo con unos dientes clavados en la garganta. En cada uno de estos casos podemos no sólo tratar de imaginar la edad de la persona que lo gritó, sino su nombre, el color de su piel o su religión. Podemos tratar de adivinar si vivía en el campo o en la ciudad, y si residía allí o estaba de paso. Si vivía solo en su cueva, choza, cabaña o lo que fuera, o si tenía familia. ¿Repetía el aviso dado por otros, o lo había visto con sus propios ojos? ¿O sólo lo había oído aullar, en el bosque? ¿Le venía persiguiendo, mordiéndole los talones? Podemos incluso trascender ese instante, esa foto, y tratar de suponer qué pasó inmediatamente después de eso, según estuviera solo o acompañado. ¿Se trataba sólo de un lobo o venían más? ¿Le dieron caza? ¿El aviso sirvió para advertir a los demás habitantes de su poblado? ¿Se organizaría una partida de caza? ¿Lograrían cazarlo? ¿Y qué harían con su piel? ¿La venderían o la expondrían en la plaza pública? Cuando nos formulamos esas preguntas no lo hacemos con ánimo de conocer la verdad, sino de imaginar un mundo de posibilidades que se abre a partir de un simple grito, que en este caso además es un corto cuento. Es posible que la policía, los forenses, los periodistas o los científicos estén interesados en conocer la verdad. Al escritor, la verdad no le interesa. Al lector, tampoco.


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III. El lector acepta el juego del mentiroso

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Cuando yo oía a mis cinco años el cuento terrorífico del padre a quien extraen sus órganos para devorarlos, aún no sabía si eso era realidad o pura fantasía, y de ahí pueden explicarse algunos de mis sentimientos de miedo durante los años sucesivos. Cuando mucho más tarde agarro una novela con la convicción de que me van a contar una historia ficticia, ya creo saber cuál es la diferencia entre la realidad y la fantasía y, sin embargo, no puedo sustraerme a la fascinación de vivir con los personajes algo que me emociona, me aterra, me enamora, me fascina, me ilusiona, me repugna... Vivo con ellos, siento con ellos, vibro con ellos... Eso es lo que espero. Si no sucede, si la historia no añade nada a mis emociones, a mi visión del mundo, esa obra no me ha servido para nada.

A la hora de escribir, importa bien poco si una historia parte de la realidad o no. Los escritores jugamos con lobos cuando no hay lobos. Pero también utilizamos los lobos reales para construir historias de lobos. Los escritores podemos utilizar de la misma forma una verdad o una mentira para construir una historia que parezca verosímil o que resulte increíble. En cualquier caso, partiendo de algo real o imaginario, construimos una especie de andamiaje que es mentira en el sentido de que nunca las cosas ocurren tal y como las cuenta una única persona, porque los hechos siempre tienen distintas caras. A esta mentira blanca es a lo que damos en llamar ficción. Es evidente que uno puede contarse una historia a uno mismo. Es lo que hacemos IV. Cuando los escritores infinidad de veces, con el pensamiento, la imaginación de verdad mentimos... o durante los sueños. Pero cuando uno se la cuenta a otro, Sin embargo, en el acto es esa segunda persona quien de leer surge una paradoja la sitúa en los terrenos de lo curiosa. Cuando un lector narrado, de lo escrito, de la se sienta ante una novela literatura. No existiría literatura lo hace aceptando el pacto si hubiera una única persona implícito de que lo que le van en el mundo. Habría delirios, a contar no es verdad, o no ensoñaciones, disquisiciones es del todo verdad, o es una orales e incluso escritas, pero verdad ficcionalizada, o es Carátula de Where the Sidewalk Ends, de Shel Silverstein. no literatura. simplemente fantasía. Para que exista algo que La verdad no le importa damos en llamar literatura, es del todo. Se dice que en sus necesario que haya al menos dos personas, que se novelas Balzac era capaz de hacer un retrato alimenten uno de la fantasía del otro, o mutuamente. completo de la sociedad burguesa de la Francia Y que partan del convenio mutuo de que, mientras del siglo xx, y posiblemente sea cierto, pero a uno miente, el otro acepta esa mentira. Cuando nadie se le ocurre que un lector pueda poner García Márquez nos describe la historia de la familia en duda la obra literaria de Balzac por el simple Buendía, se establece un pacto de aceptación entre hecho de que tal o cual dato no concuerden con el escritor y el autor. Poco importa que existan la realidad. En La Metamorfosis, Gregor Samsa en realidad Macondo, los Aurelianos, el sabio se convierte en insecto, y nadie cierra la novela Melquíades o decenas de abuelas desalmadas. Nadie, porque esa transformación sea imposible. En sus que se sepa, ha devuelto en las librerías “Cien años de obras, Carpentier, Mutis o García Márquez, por no soledad” con el pretexto de que después de sesudas hablar de Cervantes o Shakespeare, retuercen en investigaciones personales, haya demostrado que la mayor o menor grado la realidad para construir historia es falsa. Pero a pesar de que sepamos que la sus personajes y nadie espera encontrar en sus literatura es ficción, sus efectos no son neutros. obras un libro histórico.


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Esa confianza inicial del lector no es sin embargo un cheque en blanco. El lector espera que el escritor le cuente una historia, pero una historia auténtica, aunque sea tejida con materiales ficticios. Esa autenticidad dentro de la ficción es lo que distingue una obra literaria falsa de una obra literaria sincera. Y mi tesis es que el lector, y sobre todo el lector infantil-juvenil, es un perfecto detector de mentiras. Sabe cuándo el escritor miente. Hay una diferencia importante entre el lector infantil y el adulto. Al primero le importan poco el nombre y los méritos del autor. Quiere leer y que la historia le seduzca. Cuando es niño, no pregunta por el autor de los cuentos. Saben que alguien los escribió y eso le basta. Si de joven busca un libro a partir del nombre del autor, es porque ha habido un primero que le ha gustado. Pero si le decepciona, no buscará un tercero. Los lectores adultos somos distintos. Leemos por recomendación, es cierto, pero también porque tal o cual autor es famoso; o porque un libro está de moda; o porque ha ganado un importante premio; o porque nos regalan. En nuestros juicios literarios a veces pesa lo que el interlocutor espera de nosotros y tenemos un gusto amoldado en el que pesan las experiencias pero también los prejuicios. A veces, los escritores caemos consciente o inconscientemente en la mentira. Hoy, el cuento de terror del que hablaba al comienzo no se podría contar en las escuelas, y tanto padres como maestros desconfiarían del narrador que contase a sus hijos tal historia truculenta. Tal vez tengan razón. Pero la línea que separa lo cruel de lo políticamente incorrecto es delgada, y ya se sabe que muchos cuentos tradicionales han sido expurgados de elementos que pudieran inquietar a los lectores (desde los zapatos de hierro ardiente en el cuento de Cenicienta a la Caperucita que se sube a la cama con el lobo). Para evitar lo que se llaman males mayores, tanto editores como prescriptores como autores cuando recomendamos o escribimos para niños corremos el riesgo de vernos atrapados por un sistema de censura que nos hace mentir sobre la ficción, deformando la realidad antes de convertirla en ficción. También corremos el riesgo de mentir cuando, llevados por las modas, nuestros libros emulan otros que han sido éxito, aunque sepamos que no hay dos

Ilíadas, dos Quijotes, o Doscientos Años de Soledad. Mentimos cuando aceptamos un pedido literario en el que no creemos. O cuando trasladamos a la literatura temas o argumentos que son la doctrina del poder o las costumbres imperantes, con propósitos moralizantes.

V. Cuando la escuela corre el riesgo de mentir... No se sabe bien por qué, pero a muchos gobernantes les ha dado por decir que “leer es bueno” y han puesto en marcha campañas de fomento de la lectura. Esto rompe con siglos de tradición en sentido contrario, cuando a los hombres no se les permitía leer para que no entendieran sus contratos y a las mujeres para que no escribieran cartas de amor. Yo no termino de creer que ese mensaje sea del todo sincero, porque en efecto leer es bueno, los cimientos que sostienen el poder son más bien frágiles, y una población verdaderamente ilustrada correría pronto a sustituirlos, con lo cual muchos de esos gobernantes perderían su salario. Así que cuando escucho campañas de este tipo desconfío y pienso: ¿Por qué querrán que leamos? ¿Cómo querrán que leamos? ¿Y qué querrán que leamos? Contagiados por esta fiebre lectora, la escuela se convierte en el lugar que hace leer a niños y niñas. Y todos los maestros asumen la tarea de que sus alumnos lean y, en un paso más allá, que disfruten con la lectura. Sin embargo, está asumido por un lado que leer es un derecho y no una obligación, y por otra parte es imposible conseguir que a todos los niños les gusten los libros. Quizá por ello, para conseguir las tasas más altas de lectura, se corre el riesgo de elegir obras fáciles, “que gusten a todos”. Hay varias “mentiras sociales” de las que pueden ser víctimas los profesores que, con buena intención, desvirtúan la lectura y ese pacto personal entre la obra literaria y el lector. A veces se dice a los lectores que leer es fácil y entretenido, que todos podrán disfrutar de tal libro, que leer sirve para aprender o para ser mejores personas... En todas estas afirmaciones se esconden verdades parciales, o pequeñas mentiras. Casi todos los lectores, incluso buenos lectores, descubrimos alguna vez que leer no siempre es


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divertido, o que no conseguimos disfrutar con un Pese a lo anterior, considero muy valioso libro que gusta a otros muchos, o que tal historia invitar a que los lectores de un aula o de un club es una ñoñería, o que un libro esconde un mensaje de lectores afronten la lectura de una misma obra. moral con el que no estamos de acuerdo, o Leer juntos en un aula o una biblioteca debería simplemente que la historia que nos están contando ser una oportunidad para contrastar las posibles no les interesa, o que una temporada sencillamente interpretaciones que distintos lectores hacen de una no se tienen ganas de leer... Cuando esto nos sucede misma obra, los diferentes gustos, las críticas o las a los adultos, normalmente cerramos el libro y, si valoraciones positivas, descubrir lo que el otro vio y seguimos creyendo en la lectura, pasado un tiempo que uno no fue capaz de ver o escuchar con respeto elegimos otro. porque alguien no pudo seguir leyendo. Es una En la escuela, el niño lector aún no tiene los ocasión para re-escribir la obra de un autor, para mismos derechos que el lector adulto. Son otros los imaginar lo que quiso decir, para aportar visiones que eligen por él. No pueden distintas, para explicar cómo abandonar la lectura so pena habría concebido la obra uno de ser castigados. Y además, mismo... en muchas ocasiones, se ven Si se deshace de algunas forzados a realizar actividades mentiras, la escuela es que incrementan su frustración, un lugar excelente para como resumir o caracterizar mantener viva la emoción de personajes, en una tarea en leer, de descubrir mundos y la que pueden ser de nuevo personajes con los que uno se examinados y penalizados. sienta cautivado y con los que No es raro que después de pueda identificarse. Porque, pocos intentos haya niños que no lo olvidemos, la lectura abandonen la lectura y la vean no es un acto meramente como una obligación de la que intelectual, sino una actitud es imposible zafarse. de descubrimiento en la que La escuela suele basarse uno revive miedos, emociones, en una relación jerárquica en pasiones... la que alguien decide qué es bueno para esa persona en formación que es el niño, como VI. Convirtiendo al lector Ilustración interior del libro Donde viven los si este viviera en el fondo de un en autor monstruos, de Maurice Sendak. pozo y alguien le bajase con un cubo los alimentos que necesita hasta hacerse adulto. Para acabar, cuando se trata de invitar a leer a En mi opinión, y rescatando la idea de que la lectura jóvenes lectores, quizá deberíamos es un pacto personal entre el escritor y el lector, ese recordar los orígenes de la literatura, simbolizados pozo hay que convertirlo en una pequeña gruta en el cuento “¡El lobo, el lobo!” Esa frase no encierra o, mejor, en una habitación en la que el maestro una verdad, sino una ficción, en un pacto entre quien haga de intermediario entre el autor y el lector, lo grita y quien lo escucha. proponiéndole más que obligándole, guiándole más Una vez que lo grita, el autor de la frase no que forzándole. La obligación de leer una serie de puede controlar los acontecimientos. Puede que libros al año debería sustituirse por una propuesta los demás rían la broma, o que decidan asesinarlo. de lectura acomodada a cada lector. Y, en todos los Tampoco un escritor puede pretender controlar lo casos, recordando a éste el derecho que tiene a que que ocurre con su libro. Quizá unos lo celebren, la obra no le guste; a cambiarla, a modificarla, a otros lo encuentren aburrido... saltarse párrafos... o a abandonarla, para sustituirla Es el lector quien tiene el derecho a interpretar. por otra. Y el maestro, la escuela, quien debe dar pautas


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posibles para que esa interpretación no sea unívoca, pero pensando siempre que es el lector quien tiene la última palabra. Escribir es un privilegio. Uno puede burlarse de la realidad, subvertir las leyes y mentir, sin que nadie le pida responsabilidades. Este privilegio tiene que ser extendido a los lectores, no solo dándoles libertad para interpretar una obra sino para hacerles cómplices con el juego del escritor. Si éste miente, el lector (y el maestro) deben invitar: “¿Y cómo mentirías tú?” En el “¡Miénteme!”, con el que los maestros pueden invitar a los lectores a que cuenten sus historias, se encierra el secreto de la literatura. Leer debería ser uno de los posibles aprendizajes para poder mentir, escribiendo.

Ricardo Gómez. Nació en Segovia, Antioquia, en 1954. Tras estudiar y enseñar matemáticas durante muchos años, se dedicó exclusivamente a la literatura; ha escrito varios libros para jóvenes de todas las edades y ha recibido varios premios. Entre ellos, el Barco de Vapor (Editorial SM) por la novela Ojo de nube, y el Alandar (Editorial Edelvives) por El cazador de estrellas.


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Escribir para niños: un espejo interior Marina Colasanti

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ace varios años, en realidad, décadas, que entro y salgo de congresos y encuentros sobre literatura infantil. Y me permito expresar aquí —fraternalmente— mi asombro. En todo ese tiempo, no hemos avanzado nada. Continuamos dando vueltas alrededor de los mismos temas, de las mismas inquietudes, sin encontrar salidas ni nuevos puntos de vista. Mientras que en el universo de la literatura adulta se debate sobre nuevas interpretaciones de textos y nuevas herramientas teóricas para lograrlas, mientras se incursiona en el estudio de los autores del canon, agregado a los más jóvenes, que llegan para enriquecerlo, nosotros repetimos —con ligeras diferencias de tonos— el mismo discurso. Hablamos de adecuación por edades, de mensajes, de educación de escuela. Hablamos, ad nauseam, de cómo eligir/escribir libros para niños. Para simplificar, llamaré a eso “el discurso de la selección”. Los adultos entran a las librerías y compran sus propios libros. Los críticos y teóricos que piensan y escriben sobre esos libros, se dirigen a la comunidad teórica y a esos lectores. El mecanismo es simple y está directamente relacionado con el gusto y con la necesidad de cada lector. Pero, como todos sabemos, los niños no compran sus propios libros. En algunos países, como en Brasil, ni siquiera frecuentan las librerías porque los libros los reciben en su escuela, muchas veces subvencionados por el gobierno. Los niños necesitan contar con intermediarios, quienes seleccionan los libros. Es aquí donde el asunto se complica y da origen a nuestro interminable discurso. Un discurso intrincado porque, dominado por la presencia de la escuela como mediador prioritario

—cuando no el único— nos vemos obligados a colocar en la misma bolsa la lectura, la literatura y la enseñanza. Por su propia postura, los intermediarios vinculados con la escuela están volcados hacia la instrucción, más que hacia el arte —no necesito recordar que la literatura es el arte de la escritura—. Se encuentran constantemente divididos entre las orientaciones recibidas por instancias superiores y lo que intuyen como deseo lector de los estudiantes; división inevitable una vez que las instancias son las mismas para un país, mientras que el deseo es cambiante. Y, es lamentable pero necesario decir, que en la mayoría de los casos no están calificados para hacerse cargo de tamaña responsabilidad. El año pasado, en San Pablo, acababa de finalizar una conferencia sobre cuentos maravillosos y en la parte del debate, cuando estaba respondiendo al público, un señor —quien inmediatamente se identificó como docente— me hizo una pregunta inusitada: quería saber si contaba con una metodología específica para escribir historias. Estoy acostumbrada a que los docentes me pidan listados de libros que induzcan a los jóvenes a la lectura. Pero nunca me sucedió recibir una consulta semejante. Como dudaba de haber comprendido su pregunta, le pedí que fuera más claro. En realidad, lo que yo había entendido era lo correcto. El docente quería una fórmula. No fui la única que se sorprendió. Desde todas las direcciones, las cabezas del público giraron hacia el señor. Y les aclaró su pedido. Me estaba pidiendo la fórmula, para poder escribir historias para sus alumnos. Dijo que era docente en una escuela de la periferia —él usó la palabra periferia porque es políticamente


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correcta—, pero se refería a algo más duro, a un tipo de área urbana que, para ubicarnos en el ámbito de lo políticamente correcto, podemos denominar “periferia de la periferia”. Consideraba que los libros adoptados por la escuela o, de algún modo, disponibles para los alumnos, no contenían nada que se asemejara a sus difíciles cotidianos. Él quería ser capaz de escribir historias que describieran esa cotidianidad. Cuentos en los que sus alumnos se vieran reflejados y que, gracias a ese reflejo, se volvieran susceptibles a los encantos de la lectura. Comentó también que ellos —sus alumnos— no se habían interesado por ninguna de las lecturas que él les había ofrecido. Respondí lo esperado —cuidando de no ofenderlo— que las historias, los cuentos, son más que fórmulas y que, aún contando con un buen esquema metodológico, al no ser él un escritor por vocación o por un largo aprendizaje, las historias que escribiría no tendrían la capacidad de adhesión que caracteriza a la literatura. Serían, apenas, relatos anecdóticos y, como tales, no aportarían nada en términos de conocimiento. Por lo tanto, en nada contribuirían para el crecimiento de los jóvenes lectores y difícilmente conducirían a alguien a sentir pasión por la lectura. En ese momento recordé un hecho sucedido pocos meses antes. Invitada a la Feria del Libro de Lima, supe por mi editor que en una charla informal con autoridades del Ministerio de Educación le habían solicitado la publicación de libros infantiles que retratasen lo cotidiano de los niños en las aldeas montañesas, y de los pueblos rurales. Igual que el docente de San Pablo, consideraban que los libros existentes hablaban de mundos muy lejanos a aquellos niños, y no lograrían prender su atención y su deseo, para convertirlos en lectores. Los dos casos coinciden en el área de la selección, e inciden en el mismo equívoco. O sea, considerar como mejor oferta para el joven y pequeño lector aquello que él ya conoce, una especie de copia más romántica de su cotidianidad, partiendo del supuesto de que la seducción lectora se realiza a través de la identificación, y que la identificación ocurre por medio de la semejanza más obvia. Radicalizo. Eso, para mí, es discriminación intelectual. En nuestra inagotable charla sobre la lectura, en nuestra búsqueda de caminos que acerquen

nuevos lectores hacia el libro, nos hemos planteado, constantemente, el tema de la actualización de los modelos, de la pertinencia de las narrativas con el mundo circundante. Sin que esto signifique un rechazo de la herencia literaria. Al ser el patrimonio común de la humanidad, la herencia literaria es la misma para todos los niños. Por qué creer, entonces, que las Crónicas de Narnia o Los muchachos de la calle Pal o las adaptaciones de Las Mil y una Noches sirven para convertir en lectores a los pequeños favorecidos económicamente y no sirven para captar la atención de niños carenciados y conducirlos hasta la lectura? El mundo representado en esas narrativas es igualmente distante para cualquier pequeño lector del siglo XXI fuera cual fuera su ubicación geográfica, o en la pirámide social. Y si nadie cuestiona la encantos de una buena adaptación de Don Quijote para cualquier niño urbano de clase media, por qué dudar de su poder de seducción en niños de zonas rurales o de la periferia? El Quijote es un excelente ejemplo. Yo misma traduje una adaptación editada en España por ocasión de las conmemoraciones cervantinas. Es muy divertido, el lenguaje es espléndido, y allí están representados personajes de varias clases sociales, ricos, pobres, campesinos, comerciantes, doncellas y hasta sacerdotes. Hay material de identificación para todos. Pero apenas se pronuncia la palabra “clásico”, las narices se fruncen como si, en vez de sinónimo de calidad, fuese sinónimo de moho. Uno de los argumentos más utilizados es que, para los niños en situaciones especialmente difíciles, la lectura de historias similares a las suyas es la mejor manera de elaborar sus propias vidas. Este argumento contiene dos elementos muy peligrosos. Uno el la negación de lo simbólico. Los lobos nunca vistieron el camisón de las abuelitas devoradas, tampoco se metieron en la cama para esperar a las nietitas. Los dragones nunca existieron, las plantas de frijoles no llegan hasta los ogros en lo alto de las nubes. Lobos, dragones y ogros son símbolos. Y los símbolos —cuántas veces hemos hablado sobre esto— poseen un contenido extremadamente más amplio que los objetos de la realidad con los que acostumbramos a diseñar lo cotidiano porque, al contrario de los objetos de la realidad, el símbolo no es uno, sino que es múltiple. Esta multiplicidad posibilita a cada lector encontrar la faceta que, entre tantas, es la propia, y llevar a cabo el encuentro con


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la lectura. El texto realista, apenas objetivo, puede en el adulto que queremos que sea. Las intenciones comunicarse con el lector con mayor rapidez, son excelentes, el proceso es tranquilizador. Pero, lo pero lo simbólico penetra —irradiante— en el que queremos que él lea corre serio riesgo de no inconsciente, enraizando su discurso en forma ser aquello que él desea leer. Y, sobre todo, tenemos duradera y fertilizante. pocas garantías de que aquello que queremos para Transformar el ejercicio de lo imaginario en él sea, de hecho, lo que necesita. privilegio de los más abastados equivale a reafirmar Cuando le damos textos ricos, sean estos realistas el viejo prejuicio según el cual solo puede permitirse o maravillosos, textos llenos de simbología en la tener la cabeza en las nubes quien no necesita historia y en el lenguaje, estamos democratizando ganarse la vida, mientras quien está destinado al la lectura. Aún manteniendo un conocimiento trabajo debe mantenerla baja. No crean que estoy básico del contenido y, por lo tanto, una forma en contra del realismo. El año pasado fui miembro de participación —algo mucho más suave que el del Jurado de un importante concurso literario control— le estamos ofreciendo la posibilidad de infantil y luché para que el que, entre tantos significados premio fuese otorgado a un posibles, busque, él solo, aquel bellísimo —aunque terrible— que pueda ayudarlo a elaborar libro realista, cuyo protagonista sus cuestionamientos. es un niño de la calle. Más que eso, lo estamos El realismo ha brindado a estimulando para que formule la literatura obras estupendas sus propias preguntas y para que no se limitan a relatar que busque sus respuestas hechos, sino que utilizan esos internamente, en silencio, en hechos para cuestionar la vida. una construcción que sólo a él No tejen un único camino le pertenece. para el lector, sino que le El segundo elemento abren diversas posibilidades peligroso, presente en de comprensión. No sólo la elección de libros que usan el lenguaje para narrar reproducen la vida del joven sino también para sustentar lector, es la idea inmediata de la estructura de lo no dicho. que la identificación sólo se ¿Cuántas interpretaciones, procesa a través de lo mismo. cuántas posibilidades se ofrecen Hace mucho que sabemos que al lector en novelas como el proceso de identificación no Carátula de Esperanza Rising, de Pam Muñoz Ryan. Ed. Scholastic. Madame Bovary o Ana Karenina? funciona de forma simétrica, Desafortunadamente, ese no como un espejo y que, es el tipo de realismo que está más presente en las únicamente, el encuentro con lo otro completa la publicaciones infantiles. Encuentros como los que formación del yo. tuve en el concurso son raros. Si solamente ofrecemos a un joven lecturas Si a un joven lector le damos textos de un que repiten la realidad que lo rodea, aquella misma realismo aplastador, que narran la realidad realidad que la vida le dio para leer desde que abrió circundante en un lenguaje lineal, y que tienen un los ojos, y que a diario le pone en frente, de dónde único significado, sabemos, de antemano, lo que va tomará modelos, estímulos, ideas para buscar o a leer, ya que no tendrá posibilidad de extraer de allí construir una realidad diferente? Vivir sumergido, más de una interpretación. Al proveerle solamente exclusivamente, en lo mismo pude, en algunas libros de ese tipo, vehículos de informaciones que circunstancias, despertar el espíritu crítico. Pero consideramos adecuadas, estaremos manteniendo el espíritu crítico alimentado por la revuelta es un con mano segura el control sobre su lectura. No lo guía riesgoso: puede conducir a un joven hacia el hacemos por egoísmo o por prepotencia, sino que crecimiento, como indicarle direcciones peligrosas. presumiendo que es la mejor forma de transformarlo Cuando no se tiene la amplitud dada por el contacto


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con lo diferente, la visión crítica del entorno puede ser insuficiente para lograr formulaciones más amplias. Volvamos al docente que quería una fórmula. Lejos de dudar sobre su postura, visiblemente había, allí, un docente dedicado. Diría más, ansioso por estar en lo cierto. Su declaración de que, entre tantas lecturas que había ofrecido, sus alumnos no se habían interesado por ninguna, merece ser revisada. ¿Cuáles fueron esas lecturas y cómo las ofreció? Él no nombró ninguna. Si hubieran sido lecturas preciadas para él, hubiera citado algún título, aunque fuera para aliviar la indignación por la refutación. Pero el hecho de que él haya generalizado de aquella manera, me lleva a creer que las considera más como un deber curricular que como una pasión. Las lecturas que para el docente tan sólo son un deber, inmediatamente se convierten en una obligación para el alumno. Una obligación que se rechazará en lo más íntimo. No fue debido a que las lecturas fueran distantes de sus mundos que los alumnos las pasaron por alto, sino porque no se las presentaron con la misma fuerza emocional con que ellos viven la vida. De alguna manera, el docente les había seleccionado algo que no hubiera elegido para sí mismo. Su falta de convicción había contaminado a los alumnos. Pues, ¿cómo es posible que un docente, amante y conocedor de literatura, crea que historias escritas por medio de una fórmula alcancen un poder de seducción mayor que el de todo el patrimonio literario? Recibí el reglamento de un concurso literario infantil, un concurso de la más absoluta seriedad, instituido por una de las mayores editoriales del mercado, digna de todo respeto y credibilidad. El preámbulo del reglamento decía: “La obra ganadora deberá contribuir para formar la personalidad de los lectores, promover su integración social y difundir los valores propios de una sociedad democrática”. Más que el valor del premio —que no es pequeño—, me llamó la atención esa introducción. La leí de dos maneras diferentes. La primera lectura me presentó un contraste flagrante entre literatura adulta y literatura infantil. Ningún concurso literario para adultos tendría semejante presentación. Era como si, hablando para escritores de niños, fuera necesario explicar lo que es literatura. Pues, como el psicoanálisis

nos viene diciendo desde hace casi dos siglos, y como los escritores siempre supieron de manera intuitiva, toda literatura digna de esa definición contribuye a formar la personalidad de los lectores, y, al fortalecer su personalidad —su yo— promueve la integración social. En cuanto a difundir los valores propios de una sociedad democrática, hace muchas décadas que viene siendo una constante en el mercado del libro. La segunda lectura fue que esa introducción era una especie de alerta que intentaba recordar a los posibles concursantes que la literatura infantil nunca debe alejarse de su función “educativa”, primera razón de su existir. Las dos lecturas me parecen inquietantes. Pues, aunque diferentes, terminan diciéndome lo mismo; una incertidumbre en cuanto a la literatura en sí y en cuanto a su función en el universo del libro de niños y jóvenes. Si, por un lado, parece necesario recordar a los autores lo que se quiere decir cuando se habla de literatura, es por el otro imprescindible mostrarles la senda sobre la que deben transitar. No se espera que los autores de libros para adultos transiten sobre una misma senda, sino que cada uno invente la suya. Está claro que otras lecturas son siempre posibles. Podemos entender que la intención de la premisa es hacer evidente el justo desinterés del concurso —léase, de la editorial— por libros que sean tan sólo de entretenimiento. Si consideramos que los libros participantes pasarán forzosamente, por el filtro del Jurado y que las características mencionadas servirán como colador, podemos pensar que la intención de la premisa es conducir a los autores hacia una determinada dirección. Es claro que, en el afán de ganar un concurso, muchos intentarán cumplir con sus requisitos. De esta manera, la editorial contaría con una vasta selección para obtener el libro que está buscando. Tenemos aquí, de forma embrionaria, una filosofía de selección. Si ese es el tipo de libro que ganará el concurso, ese será el tipo de libro que se considerará mejor, que se desea editar, y que será destinado a los niños. Todo dependerá del Jurado. Pues a él cabe saber que un libro con un único y muy evidente mensaje, un libro dirigista, no contribuye, de hecho, a la formación de la personalidad de los lectores, no


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colabora con su integración social, y, en el caso de arribismo. Nada allí es extraño, nada sorprende. Lo que difunda los valores propios de una sociedad nuevo no forma parte de ese discurso. democrática, lo hace de manera tan propagandista Algo semejante desean las autoridades que el resultado, forzosamente, será muy inferior al educacionales de Perú, cuando sueñan con libros deseado. que dupliquen la realidad de los niños de las aldeas Cerramos el círculo dejando la responsabilidad rurales. Un libro/espejo que se abre sin ofrecer con el Jurado y, nuevamente, nos cuestionamos sobre sorpresas, situaciones extrañas, o sobresaltos la verdadera función de la premisa. Utilicé como emocionales sino, apenas un reconocimiento. Y ejemplo la premisa del reglamento del concurso un reconocimiento favorable, buenos principios porque sus principios son los mismos por los que se morales, buenas fórmulas para alcanzar el éxito en orientan gran parte de los mediadores. la vida o mejor, para simplemente ser feliz y sentirse Es seguramente pensando en la formación de integrado en una comunidad románticamente los lectores que la editorial cuya armoniosa. publicidad tengo delante de En Estados Unidos, he mí mientras escribo selecciona visto muchos libros de este tipo sus títulos. Veamos algunos, editados en español para la vinculados con una colección comunidad hispanoparlante. intitulada “Adolescer”: “Crecí y Libros que relatan orígenes ahora, ¿qué voy a ser? “. “Esa gloriosos, que hablan de timidez”, “De qué tribu soy?”, la belleza de la lengua, del “El primer beso”, “Comprar o orgullo del color, los bailes, no comprar, esa es la cuestión”, los cantos, los mitos. Serían “Ataque de hormonas”. En tan bonitos y tan útiles si sólo otra colección, para los más fuesen libros de literatura. pequeños, hay un título “Quién Seguramente, algunos sí lo soy?”, y otro “Moscas metálicas” son, pero no estaban entre sobre aparatos de ortodoncia. los muchos que tuve en mis Si fuesen libros para manos. Estos, con su falta de adultos, inmediatamente serían originalidad y con el falso catalogados de autoayuda. Para encanto de su lenguaje, eran los jóvenes, sin embargo, no libros propagandísticos que Carátula de Óyeme los ojos, de Gloria Cecilia se aplica esa catalogación. Tal no llegarían al alma de nadie. Díaz. Editorial Anaya. vez porque, en una mezcla de El inmenso cartel que en superioridad y de consciencia la ruta roba un pedazo de cielo culposa, consideramos que los jóvenes no deben y para venderme una determinada marca de shampoo, no saben ayudarse solos y necesitan, para ello, la puede hacer que lo compre, pero no por eso apelará sabiduría protectora de un adulto. a mis sentimientos. Cuando se me ofrezca otra marca Los libros de ese tipo son muy aceptados por de manera más convincente, olvidaré la primera. los jóvenes y cómodos para una buena parte de los La propaganda cumple su función, que es vender. intermediarios. Como dice el texto del anuncio, Pero lo hace de forma pasajera, mientras perdure el tratan de “Situaciones muy próximas de la realidad, breve efecto de esa campaña o de aquel anuncio. La emociones y dudas que los jóvenes experimentan fijación no es automática ni espontánea. Para que día a día”. El lenguaje acostumbra a imitar el de suceda, será necesario repetir el aviso y la campaña los jóvenes lectores, con sus giros y modismos. Los indefinidamente, siempre que haya permanencia del hechos, de preferencia bien previsibles, son narrados producto en el mercado. Vean el caso de Coca Cola. de forma esquemática. Las descripciones, aunque Lo mismo ocurre con los libros que “enseñan”, sintéticas, trazan un claro retrato del universo índigo, aquellos que sin ser, de hecho, didácticos, pretenden con sus gadgets, sus sueños de consumo, su moderno enseñar. Actúan rápidamente en la superficie,


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pero su efecto en seguida se desvanece, exigiendo reposición de las enseñanzas o dejando al lector en el mismo punto en el que se encontraba antes de la lectura. Y, sin embargo, son tan fáciles de elegir. Existe todo un entendimiento a su favor. Las editoriales, concientes de su poder de venta, inventan colecciones e intentan reclutar autores —cuántas y cuántas veces me pidieron, inútilmente, que las escribiera—. Los pocos padres que atentamente acompañan el trabajo escolar de los hijos se engañan sobre su utilidad. Los docentes saben que no les dará mucho trabajo. Ese sistema se sostiene en la obviedad. La herencia literaria, que ya desde el siglo pasado los jóvenes y muchos intermediarios se acostumbraron a encarar como algo muy antiguo y ultrapasado, no sólo incluye el pasado remoto, incluye también el pasado reciente que fue el presente y el hoy de nuestros padres. Cada día se incorporan nuevas obras de valor a la corriente narrativa de la humanidad. Y si en el gigantesco mercado literario que nos rodea, el niño de una aldea montañosa de Perú no encuentra libros que hablen sobre llamas, seguramente se encontrará una infinidad de libros que hablen sobre otras aldeas semejantes a la suya, aunque distantes y con otras costumbres, aldeas en las que hombres y mujeres pobres, como sus propios padres, críen ovejas, camellos o cabras para garantizar el sustento de sus hijos. De la misma manera, los jóvenes rodeados por la guerra de narcotraficantes en San Pablo pueden verse reflejados en los libros que hablan sobre otras guerras, aquellas que involucraron y continúan involucrando a los jóvenes. La cuestión no es producir libros/espejos para cada realidad, sino seleccionar correctamente, entre los muchos que ya existen y los nuevos que son publicados a diario, aquellos que, por su contenido y —sobre todo— por su calidad literaria, relatan en profundidad cualquier realidad. Coetzee, Nobel sudafricano de 2003, habla sobre la “literatura de la compasión”, aquella que nos coloca en el corazón del otro, que nos permite sentir el ser del otro. Esa literatura no se construye con espejos, no se fundamenta en la imitación, ni es el medio conductor de pequeñas enseñanzas moralizadoras. Brota de la compasión del autor, de su emoción momentáneamente abierta hacia la búsqueda del otro, del ofrecimiento de sí para

que se realice el encuentro con el otro. Es con la literatura de la compasión que podemos llegar, con igual intensidad, a los jóvenes de la periferia de San Pablo o a los niños de las montañas de Perú, pues ésta es la literatura que deja su marca en el lector y que actúa en su estructuración. El universo del libro adulto trata sobre esta literatura. Sí, también existen los best sellers, los temas de moda, los libros que enseñan, las sabidurías de pacotilla. En las librerías se acumula y se renueva mucha basura. Pero a esto llamamos mercado. En el medio del mercado rescatamos, con respeto, las obras literarias. Sobre ellas nos deshacemos en análisis y evaluaciones. Ellas son el pilar de los encuentros literarios adultos. ¿Cuándo, en nuestros encuentros infantiles y juveniles, desviaremos la vista del contenido “educacional” de los libros y técnicas de inducción a la lectura, para abordar la literatura?

Marina Colasanti. Nació en Asmara, Eritrea, en 1937. Hija de padres italianos, su familia se radicó en Brasil cuando ella era aún una niña, y allí reside desde entonces. En 1952 ingresó en la Escuela Nacional de Bellas Artes y se especializó en grabado en metal. En 1979 publicó Umaidéia toda azul, su primer libro para niños. Algunos de sus libros traducidos al castellano son: En el laberinto del viento (1988), Una idea maravillosa (1991), Ana Z., ¿dónde vas? (1995) y Lejos como mi querer y otros cuentos (1996), obra con la que ganó el Premio NormaFundalectura 1996.


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Seminario de literatura infantil y juvenil



La literatura infantil y juvenil en América Latina Manuel Peña Muñoz

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ucesivos viajes a los distintos países iberoamericanos me han permitido conocer a numerosos autores y sus respectivos libros que después he leído en la soledad de mi escritorio para recrearme con sus cuentos, poemas y leyendas. En todos los libros de América Latina hay temas en común. Somos herederos de una misma cultura de manera que nuestra identidad se caracteriza precisamente por esa diversidad. Fruto de mis investigaciones literarias, escribí el libro Historia de la literatura infantil en América Latina que se presentó en el mes de febrero de 2010 en el marco del Primer Congreso Iberoamericano de la Lengua y la Literatura Infantil y Juvenil desarrollado en Santiago de Chile. A este Congreso asistió una gran cantidad de público en su mayoría escritores, editores, investigadores, profesores y bibliotecarios que procedían de España y toda Iberoamérica. Fue una hermosa experiencia y una ocasión única para conocernos más e intercambiar ideas en torno a la importancia de la literatura infantil como vehículo para formar en la escuela la sensibilidad, la inteligencia, el idioma, la afectividad y el espíritu crítico. Nuestro Congreso se vio interrumpido por el terremoto que asoló nuestro país e impidió la noche de clausura, pero por otro lado le añadió un componente humano que no estaba previsto. Los escritores tuvieron que regresar a sus países muy impactados por la experiencia vivida, pero a la vez conscientes de que el Congreso fue un evento fundacional y una notable experiencia humana que a todos nos enriqueció. Además, en sus maletas iban dos libros que se presentaron en las jornadas: mi Historia de la literatura infantil en América Latina y el

Gran diccionario de autores de la literatura infantil iberoamericana que reúne a los principales autores de libros infantiles y juveniles de nuestro continente. En cada país, un especialista escribió las fichas de los autores con una reseña biográfica, una bibliografía y un comentario crítico de las obras fundamentales. Este libro, coordinado desde Madrid por el investigador Jaime García Padrino, da pauta para que en cada país los distintos mediadores de la lectura puedan perfeccionarse y a la vez incentivarse para nuevos trabajos de investigación. Para escribir mi libro, tuve siempre de modelo a la escritora española Carmen Bravo-Villasante quien fue mi maestra en España, cuando estaba estudiando el Doctorado en Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid en el año 1997. Allí, en el Instituto de Cultura Hispánica de la avenida Séneca, tuve la oportunidad de conocerla casualmente en una de sus conferencias. De inmediato, al escucharla hablar, quedé cautivado por su personalidad y sus conocimientos en torno a la literatura infantil. Fascinado por un tema que desconocía completamente, seguí sus cursos ya que ella fue pionera en los estudios de la literatura infantil iberoamericana. Ella formó a los principales especialistas de nuestro continente y nos animó a que recopiláramos información, formáramos nuestras propias bibliotecas de libros infantiles iberoamericanos y formáramos a su vez a los futuros profesionales del libro infantil, a maestros, escritores, ilustradores y bibliotecarios. La escritora falleció en Madrid en 1994 pero su espíritu nos acompaña cada vez que hay un


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encuentro en torno a la literatura infantil. Siempre la recuerdo por su energía, su carisma y los buenos momentos que pasé a su lado, en su biblioteca, estudiando y analizando cientos de libros infantiles tanto antiguos como modernos que pasaron por mis manos, ya que elaboré un Catálogo de libros infantiles antiguos para una exposición itinerante por varios países europeos y catalogué toda su obra. Luego, cuando regresé a Chile escribí una Historia de la literatura infantil chilena que se publicó en editorial Andrés Bello en 1982, impulsado por su iniciativa. Este libro comprende un panorama de los libros infantiles en Chile desde la época prehispánica, pasando por la Colonia hasta el día de hoy. Ha sido un material especialmente útil para profesores y profesionales de la lectura que quieran interiorizarse en torno a los autores que han abordado el género en Chile y a sus temáticas. Luego, en el año 2009 se hizo una reedición revisada y ampliada de esta obra en la misma editorial, que incluye esta vez material gráfico y una completa bibliografía sobre el tema. Otros autores en nuestro continente han comprendido también que es necesario realizar estos estudios críticos como ha ocurrido en México con la Historia y muestra de la literatura infantil en México de Mario Rey que contiene antecedentes de la literatura infantil en México desde la época azteca hasta la actualidad. Del mismo modo, en Guatemala, la escritora Frieda Morales Barco, formada en Brasil, en la Universidad Católica de Río Grande del Sur, ha escrito una interesantísima historia de la literatura infantil en Guatemala con especial énfasis en el punto de vista sociocultural. El libro se titula Han de estar y estarán, Literatura infantil en Guatemala, una propuesta sociocultural. La expresión “Han de estar y estarán” apunta a una vieja fórmula que se utiliza en Centroamérica para iniciar a contar un cuento. Todos estos ensayos históricos en cada país tienen de común denominador la idea de que en todas las culturas, ha habido una transmisión oral de padres a hijos. Y que antes de la llegada de los conquistadores españoles o portugueses a nuestro continente, ya existía una tradición cultural muy rica que subsiste en forma de mitos y leyendas.

Identidad cultural Hay un mito de origen maya según el cual, los seres humanos descienden del enfrentamiento

de dos serpientes, encarnación del bien y del mal. Ya las madres aztecas y mayas relataban a sus hijos estas historias y los mecían con canciones de cuna en lengua nahuatl que han sido recogidas por los sucesivos investigadores. Del mismo modo que se han recopilado los mitos de los pueblos originarios en un intento de valorizar las narraciones que se relataban en la antigüedad. Uno de los libros más interesantes es el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas que recopila varias leyendas de la civilización maya al sur de Guatemala y parte de Centroamérica. Muchas de estas historias reflejan la idiosincrasia y modo fantástico de interpretar la vida y de los fenómenos incomprensibles de la naturaleza de parte de los antiguos. Todos estos mitos fueron escritos en papel de higuera silvestre con el sistema de escritura de los mayas y transmitidos de generación en generación en el interior de la vida familiar en el mundo maya. Hoy día, hay en toda América una valoración de estos relatos fantásticos de los pueblos originarios, como una manera de conectar al niño de hoy con sus propias raíces. Así lo vemos en este libro titulado precisamente Popol Vuh que recrea el mito de origen del pueblo maya quiché. Este libro pertenece a la editorial Amanuta, una editorial chilena que se ha especializado justamente en editar mitos y cuentos de los pueblos originarios de América. Otro ejemplo de la misma editorial es La niña de la calavera basado en un relato mapuche que tiene de protagonista a una joven mapuche con su atuendo de plata y en medio del volcán, las araucarias y la cultura vernácula. Esta clase de libros muy bien editados se inspiran en relatos originales de las etnias de todo el continente y son comunes a prácticamente todos nuestros países. Todos estos relatos circularon en América en lenguas originarias entre nuestros niños porque los pueblos primitivos, especialmente los aztecas, incas y mayas, tenían una especial preocupación por la educación infantil. Los sagrados códices de los aztecas están llenos de pensamientos muy finos en relación con la educación de la infancia, lo que prueba que en el mundo indígena ya había una sensibilidad para educar a los niños y niñas en la tradición de los antepasados. El calafate es otro de los relatos que recoge la editorial Amanuta. Es la leyenda de un fruto que crece en la Patagonia, al sur del mundo. Quien lo come siempre regresará a Tierra del Fuego. El relato recrea


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esta creencia ancestral del tiempo de los indígenas tehuelches junto a unas originales ilustraciones de Pamela Valdivia, una joven ilustradora chilena que hoy día hace su carrera en Barcelona. Cuando llegan los europeos, traen sus propios relatos y desde luego, sus libros, pues en el mundo americano, los cuentos circulaban por tradición oral o bien estaban escritos en lengua nahuatl o azteca en papel de higuera silvestre. Se produce entonces un sincretismo cultural, ya que a los mitos y relatos americanos se superponen los cuentos de tradición europea relatados además en lengua española o portuguesa. La superposición de ambos mundos y de ambas razas da por resultado un rico entramado de relatos que se mezclan y se superponen.

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tanto en España como en Latinoamérica. Son libros muy bellos que a menudo venían en cajitas de lata o pequeños estuches para estimular el disfrute y el coleccionismo. Simultáneamente circulan cuentos orales de procedencia española que se afincan en nuestro continente como los famosos cuentos picarescos de Pedro Urdemales. En Guatemala, el escritor Ernesto Mérida recrea unas sabrosas anécdotas campesinas protagonizadas por este pícaro que recibe nombres diferentes en cada país, llamándose Pedro Urdemales, Pedro Rimales, Pedro Urdimal o Pedro Ordimán. Pedro Malasartes es un personaje común en nuestro continente. Figura de origen hispánico, el personaje tiene su raíz en el pícaro burlador del siglo XVII español. Este genio de mil artimañas con Periodo colonial y su sombrero de paja y sus republicano pantalones amarrados a la cintura con un cordel, vive en Durante toda la época de nuestros pueblos enredando la colonización se trajeron de con sus embustes a los cautos. España unas tablas pintadas En muchos de estos libros para enseñar a leer. En las infantiles latinoamericanos tablas estaban las letras del figuran algunas de estas alfabeto. Los profesores graciosas anécdotas populares españoles sentaban a los que divierten a los niños Carátula de Why Mosquitoes Buzz in People’s Ears, indígenas en círculo y de esta conectándolos a la vez con de Verna Aardema. manera les enseñaban a leer, nuestro rico acervo cultural. tanto a adultos como a niños. El personaje desapareció en Las primeras frases para la tradición ibérica pero se ejercitar por lo general estaban relacionadas con quedó en nuestro suelo americano formando parte las oraciones piadosas, ya que la enseñanza estaba de muchos libros infantiles latinoamericanos que consagrada principalmente a las órdenes religiosas recogen cuentos campesinos del siglo XIX. de sacerdotes dominicos, jesuitas y mercedarios. Luego vienen los abecedarios con ilustraciones de niños europeos muy distintos a los niños Los precursores mestizos que leían esos mismos libros. Eran libros bellos impresos en España que tuvieron enorme Durante las últimas décadas del siglo XIX y difusión en América, especialmente durante el siglo comienzos del siglo XX surgen en toda América XIX. Durante esta época, los libros infantiles son Latina los grandes precursores de la literatura didácticos y educativos. Presentan a niños modelos infantil que van a cambiar la sensibilidad y el modo y tienen casi siempre un ideal moralista, religioso de escribir. Unos de los más sobresalientes es Rubén y patriótico. La editorial española Calleja, de don Darío, 1867-1916, autor nicaragüense que viajó Saturnino Calleja, difunde los cuentos clásicos en a Chile siendo muy joven y aquí trabó amistad versiones adaptadas para los niños de habla hispana, con Pedro Balmaceda Toro, hijo del presidente


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José Manuel Balmaceda, quien lo introduce en el ambiente refinado del palacio presidencial y de los palacios de las familias aristocráticas chilenas. Rubén Darío se impregna de una atmósfera sensual, sofisticada y afrancesada para crear su libro Azul, publicado en Valparaíso en 1888. Este libro refinado va a marcar un nuevo estilo en idioma castellano. El libro inaugura el movimiento literario llamado Modernismo que rinde culto a la sensualidad del idioma, a la fantasía y a la belleza de las imágenes. Castillos legendarios, hadas, príncipes encantados pueblan el mundo de Rubén Darío en una serie de cuentos impregnados de sensualidad exquisita. Rubén Darío puebla sus cuentos de hadas y ondinas con elegancia en el idioma castellano. Su libro Azul es muy bien recibido en España y renueva la poesía española inspirando a Juan Ramón Jiménez y a Antonio Machado que escriben tocados por un movimiento afrancesado, cosmopolita y exótico. Su poema Margarita dedicado a Margarita Debayle es un clásico de la poesía infantil latinoamericana y ha sido recitado hasta el día de hoy por muchas generaciones de niños que se inician en el mundo de la poesía de la mano de este poema bello y sensual. Otro gran precursor es José Martí, (1853-1895) el escritor cubano que creó una literatura infantil latinoamericana con rostro propio. Fue suya la expresión “Nuestra América” para expresar la idea de que debíamos inspirarnos en nuestras propias raíces antes que importar todas las ideas de Europa. Debíamos escribir libros para niños “como si los colibríes supiesen leer”, con amenidad, soltura y poesía. Su gran aporte a la literatura infantil fue la revista La Edad de Oro que marcó la pauta para una literatura infantil latinoamericana. Se trata de una “publicación mensual de instrucción y recreo” para la infancia y la juventud “dedicada a los niños de toda América para que sepan cómo se vivía antes y se vive hoy en América y en las demás tierras”, anticipándose a lo que hoy es la literatura infantil multicultural como integradora de los pueblos y como vía de conocimiento y comprensión entre los niños del mundo. Los cuentos de José Martí constituyen un hito en la literatura infantil latinoamericana por el aporte que significaron y porque Martí consideró

al niño latinoamericano como receptor de lecturas. Desde el punto de vista literario, Martí fue como Rubén Darío, el creador de una prosa estéticamente elaborada. Su escritura es límpida y una verdadera joya literaria. Puede decirse que es uno de los lujos que el castellano ofrece al lector universal. Otro gran precursor latinoamericano es Rafael Pombo (1833-1912) en Colombia, creador de una literatura infantil muy rica que introduce el humor en la literatura infantil latinoamericana. Pombo se inspira en las nursery rhimes o canciones de cuna inglesas para extraer de ellas el humor y la fantasía lúdica. Sus poemas resultan divertidos, exquisitos, lleno de música, extravagantes y absurdos, por eso mismo, gustan a los niños, pese a estar escritos a fines del siglo XIX. Se trata de uno de los principales precursores del género porque concibió su poesía sin fines didácticos como era en su época, sino por el puro placer estético de la recreación. Pombo conocía muy bien los libros infantiles europeos que circulaban en ese momento en Europa. Inspirado en ellos, Pombo pone a vivir en sus cuentos poetizados a los animales colombianos con la chispa del hombre de Bogotá. Surgen así, unos poemas chispeantes y divertidos donde aparecen cacatúas, loros, chanchos, gallos, renacuajos y sapos. Mitad cuentos, mitad fábulas, estos poemas son clásicos hasta el día de hoy. Además se prestan muy bien para ser ilustrados. Dentro de la literatura infantil latinoamericana que rescata nuestros animales, debemos destacar al uruguayo Horacio Quiroga, (1878 - 1937), un gran precursor del género. Sus Cuentos de la selva (1918) están dentro de lo más destacado del continente. El autor los escribió después de vivir mucho tiempo en la selva del territorio de Misiones, en la Argentina, donde aprendió a conocer la indómita naturaleza, sus animales y plantas. Estos relatos amenos y bien escritos, inspirados en los relatos de Rudyard Kipling, se han hecho célebres en la infancia, porque contienen sentimientos de profunda humanidad, ternura, amor al prójimo y también sentido social. Además, rescata los cocodrilos, yacarés, serpientes, anacondas y flamencos de nuestra naturaleza. En el Canon de la literatura infantil Latinoamericana, estos Cuentos de la selva figuraron como el más representativo de nuestros libros infantiles latinoamericanos. Las medias de los flamencos es uno de sus cuentos infantiles más representativos.


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En tono burlesco y cruel, recrea el origen del por prosas poética muy apropiadas para cultivar el gusto qué estos flamencos de bello plumaje se sostienen de la literatura en la infancia. Para escribir su obra, una sola pata. la autora se inspiró en el folclore y especialmente En Brasil, destaquemos a José Benito Monteiro en la infancia desvalida de nuestro continente. Lobato (Toubaté, 1882 - Sao Paulo 1948) quien se Gabriela Mistral fue una gran americanista. Admiró considera el fundador de la industria del libro en su la obra de José Martí y siguió sus postulados. Fue país, ya que con anterioridad a su obra, los autores indigenista. Comprendió la importancia de educar editaban sus libros en Portugal, de modo que su desde la misma infancia, especialmente al niño labor como pionero en el arte de la edición de que está desvalido. Su literatura de corte social está libros infantiles es clave dentro del Brasil. También hoy día tan viva como entonces. Publicó en Madrid sobresale como el escritor que marca el inicio de una su libro de poesía Ternura (1924) que es un clásico literatura infantil verdaderamente revolucionaria en de la poesía infantil latinoamericana. Revalorizó el su contenido y estilo. José Bento folclore de los niños. Escribió Monteiro Lobato que ha sido rondas, canciones de cuna, considerado símbolo nacional, cuentos infantiles. Su labor crea personajes inolvidables educativa en México es y dice que “dar a los niños extraordinaria. Sus poemas buenos libros adecuados a las musicalizados han sido edades, es el mejor medio de cantados en todo el continente, formar hombres”. En su obra principalmente en Cuba y anti convencional aparecen sus Chile. Estando en Petrópolis queridos protagonistas: Emilia, como Cónsul de Chile en que viaja al País de la Gramática, Brasil, recibió el Premio Pedrinho, Lucía, A Menina Nóbel de Literatura en el año do Narizinho Arrebitado o 1945 tres años después que el A Menina del Vizconde de Premio se interrumpió debido Sabugosa son algunos de los a la Segunda Guerra Mundial, personajes que están en el recayendo en esta oportunidad recuerdo colectivo de muchas en una mujer latinoamericana generaciones de brasileros y principalmente por su obra que marcan definitivamente dedicada a la infancia. Carátula de La flor de Lilolá, de Luis Fernando el camino para este género Otra gran precursora de la Macías. Carlos Valencia Editores. alejado ya por completo del literatura infantil en América seco mundo escolar, para Latina es la costarricense convertirse en pura lectura placentera. Carmen Lyra, (1888-1949) pseudónimo de María Su estilo literario es inmensamente atrevido Isabel Carvajal Quesada con el libro Cuentos de mi tía y original. Muchas veces los niños intervienen Panchita (1920) que exalta el cuento de origen oral en la conversación con los narradores, lo que o cuento folclórico recreado. La autora escuchaba proporciona un diálogo animado y novedoso. Hay cuentos en su infancia contados con la lengua mucho humor en los cuentos de Monteiro Lobato coloquial de las ancianas de su tierra y un día se y ciertamente su figura y su estilo imaginativo puso a traspasarlos al papel. De aquí surgen estos de escribir y su sentido de la transgresión han cuentos entrañables que circulan en toda Costa Rica dejado una huella y sentado las bases que luego y Centroamérica, fortaleciendo un estilo campesino han seguido los nuevos autores para niños en el de contar como las ancianas que cuentan en torno al Brasil. fuego o en torno a un brasero. Otra gran precursora de la literatura infantil En México, destaquemos a la autora Pascuala en América Latina es la escritora chilena Gabriela Corona (1917), pseudónimo de Teresa Castelló Mistral (1889-1957) con sus poemas, cuentos y Iturbide, quien se destaca como autora de unos


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cuentos orales recreados por la imaginación y pasados al papel con poesía y verdad. La autora utilizó este pseudónimo en recuerdo de una anciana criada que le contaba cuentos en su casa, de manera que estos cuentos como los de la tía Panchita tienen la impronta de unos cuentos infantiles latinoamericanos en los que la palabra está viva. Dice la autora: “Estos Cuentos mexicanos para niños no son originales míos. Yo soy simplemente una recopiladora de las historias que contaban antaño nuestras abuelitas, nuestras madres y nuestras nanas. Yo las recojo y las presento pasándolas por mi estilo e imaginación. La tradición oral, si no la rescatamos y la difundimos, desaparece por completo”. En Bolivia destaquemos a Óscar Alfaro (19231963) como uno de los autores pioneros en la literatura infantil de su país. Por su percepción del mundo de la infancia ha sido llamado “maestro elemental de la ternura”. Su solo nombre hace esbozar una tierna sonrisa a los que conocen el cuento del hilo de agua o del traje encantado o del poema de la “dulce chapaquita de mi tierra verde / con una pollera de rosas silvestres”. Ciertamente en estas obras sobreflota el ambiente poético de los cuentos de Oscar Wilde y de Hans Christian Andersen. Hay sensibilidad semejante, universalidad profunda y observación minuciosa a detalles que, de pronto, alcanzan honda significación. Por esta razón, sus cuentos han perdurado y se consideran clásicos en Latinoamérica. Además, tienen el perfume del viento que sopla en el altiplano y el eco que deja la sonrisa triste del indio que musita palabras en aimará. Sus obras más importantes son: Canciones de lluvia y tierra (1948), Bajo el sol de Tanja (1949), Cajita de música (1949), Alfabeto de estrellas (1950), Cien poemas para niños (1955) y Colección de cuentos infantiles (1962). Fallecido tempranamente a los 42 años en 1963, en plena creación, su viuda, Fanny Mendizábal de Alfaro y sus hijos, han consagrado sus vidas a difundir la obra de su esposo y padre editando sus numerosas obras. Su cuento El pájaro de fuego muestra la belleza de un pájaro multicolor que, gracias a una piadosa mentira, logra hacer florecer a un ceibo viejo. Aquí, todo es un crisol de elementos poéticos: las mariposas, las libélulas, las avispas, el pájaro de plumas bellísimas que se hace pasar por flor... En El sapo que quería ser estrella muestra la vanidad

castigada. Por querer parecerse a una estrella, un sapo se ha tragado todas las luciérnagas del huerto y con ellas, revoloteando en su interior, vuela hasta el firmamento. Óscar Alfaro toca sus cuentos con la varita mágica de la fantasía. Todo lo que toca —las aves de corral, los insectos más humildes— aparece nimbado de una aureola poética. Y con breves trazos logra perfilar un argumento, con sus personajes bien delimitados y hasta con un contenido moral subyacente tácitamente en el texto. Una autora destacada en Argentina es María Elena Walsh (1930) quien supo llevar la poesía infantil a la música, consiguiendo que los niños cantaran y actuaran sus versos llenos de musicalidad y humor absurdo. Sus Canciones para mirar (1962) están dentro de lo mejor del género en Latinoamérica. Estas canciones fueron llevadas al teatro y se representaron en toda Hispanoamérica en los años 60 rompiendo lo convencional. Niños y adultos aprendieron a sonreír en conjunto, unidos con esta poesía ilógica e irreverente que decía verdades profundas. Un poco con ternura, otro poco con ironía, María Elena Walsh sabía penetrar en el corazón humano con unos poemas absurdos que se burlaban de nuestros arraigados prejuicios y convenciones sociales.

Revistas infantiles A lo largo del siglo XX surgen importantes revistas en toda América Latina pues la recreación de los niños de mediados del siglo XX eran los libros, la radio y las revistas. En Chile surge El Peneca con las geniales ilustraciones de Mario Silva Ossa que es el precurso de las ilustraciones en Chile con imágenes de gran belleza. Eran acuarelas en las que había mucha documentación histórica de trajes, sombreros y ambientes. La revista tuvo gran repercusión pues se difundió en toda América Latina, formando el imaginario colectivo de niños de muchas generaciones. Coré vistió siempre a sus personajes con sombreros, tocas y turbantes. La revista se extendió entre 1908 y 1960, es decir, medio siglo. Hoy día muchos latinoamericanos recuerdan los cuentos de la revista El Peneca escritos e ilustrados por los principales artistas nacionales. El Peneca es la alfombra mágica que traslada a los niños a regiones encantadas


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e interesantes. En Argentina se llamó Billiquen la revista que marcó muchas generaciones de niños argentinos. En forma paralela, en Brasil circula O Tico Tico que también tuvo extensa vida. Y en Guatemala se recuerda la revista Alegría. En Bolivia circuló la revista Chaski en los años 80 que divulgó cuentos y leyendas escritas por los autores bolivianos.

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del niño desarrollando sus pensamientos en su diario de vida a través del lenguaje infantil.

El realismo social

Una tendencia contemporánea es el realismo social. En México, Francisco Hinojosa escribe A golpe de calcetín, que cuenta la historia de un niño vendedor de diarios involucrado en su suceso Tendencias contemporáneas policial. El libro narra las peripecias de este joven Analicemos algunas tendencias modernas de en una novela infantil que tiene relación con la novela negra o policial. Dentro la literatura infantil a partir de la misma línea realista, el de los años 50. Un clásico es escritor brasilero José Mauro Papelucho (1947) de la escritora Vasconcelos (1920 - 1984), chilena Marcela Paz que marca con una producción literaria la tendencia de un libro infantil muy difundida en América escrito desde la perspectiva Latina. Sus libros de marcada de un niño. A diferencia de autorreferencia a su propia libros anteriores, dirigidos a infancia y al entorno social los niños, este libro adopta la de Río de Janeiro, tienen una perspectiva del mismo niño profunda ternura. Resultan que escribe su diario de vida, conmovedores y ayudan a la con lo cual, el lector infantil comprensión de la realidad conecta fácilmente con el de los niños en el Brasil en tono cómplice del narrador. diferentes geografías. En Éste no es un niño modelo, Barro blanco, narra su niñez sino que, como lo vemos en la en las salinas de Macau, en la ilustración de Yola, hermana pobre región de Rio Grande de la autora, está despeinado, do Norte. En Las confesiones de es desenvuelto, se permite Carátula de Historia de una princesa, de María fray Calabaza (1966) narra la criticar a sus mayores e incluso Elena Walsh. Editorial Alfaguara. historia de un sacerdote que se a sus propios padres que están interna por la selva del Brasil siempre ausentes en la casa. Por eso, éste es un niño solitario que tiene que escribir para ayudar a los indios. La trama va mezclando su diario de vida para desahogarse. Su único punto los sentimientos encontrados del sacerdote al de contacto es la empleada de la casa, Domitila, que enamorarse de una mujer en medio de la barbarie. En Kuryala narra la vida de los indios carajas con lo comprende. Para escribir su diario de vida, Papelucho emplea quienes convivió. Muy recomendables son sus un lenguaje humorístico, disparatado y surrealista. novelas Rosiña, Rosiña, mi canoa (1962), Corazón de Su autora se permite incluso un desenlace triste pues vidrio (1964), Vamos a calentar el sol (1974) y muchas los niños le arrojan el libro a la basura, anticipándose otras en las que refleja su veta costumbrista y al bulling que conocemos hoy día. La escritora su mirada profunda al ser humano y al niño encuentra el libro en la basura y lo da a conocer que todos llevamos dentro. Por eso, todas las utilizando el recurso del manuscrito hallado. Al novelas de José Mauro de Vasconcelos consiguen libro le siguió una larga serie e imitaciones en otros conmovernos, ya que se sitúan en el marco de una países, como el libro Pantalones cortos de Lara Ríos, corriente naturalista poética en la que el niño es el en Costa Rica, que recrea el mismo tono personal protagonista de una serie de aventuras que tienen


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como telón de fondo el marco exuberante del Brasil y sus problemas sociales. En Calle descalza (1969) narra la historia de dos curanderos que son vistos por la población como verdaderos santos, capaces de curar toda clase de enfermedades y males, pero la Iglesia Católica y la sociedad conservadora los condena, pues no aceptan ese tipo de prácticas propias del pueblo. Al final, los hechiceros van a dar al manicomio donde se envían a las personas que la tradición social no quiere ver. En El velero de cristal (1973) se nos narra la historia de un niño en silla de ruedas, adelantándose a una literatura infantil y juvenil que pone a seres minusválidos de protagonistas. En este caso, el niño abandonado por su madre, tiene un corazón muy noble y una imaginación portentosa pues su casa frente al mar, es un verdadero refugio que compara con un “velero de cristal”. En Mi planta de naranja lima (1968) poetiza su infancia en las fabelas de Río de Janeiro poniendo a vivir a personajes que conoció personalmente. La novela narra la historia de Zezé, quien vive su infancia pobre y marginal en un suburbio de Río de Janeiro. Su padre está cesante y su madre trabaja todo el día en una fábrica. En su soledad y desamparo, el niño encuentra una planta de naranja lima que será su confidente y amiga. En medio de días difíciles, conocerá a un portugués muy rico que se encariña con el niño pues ve en él, al hijo que siempre quiso tener. Pero un día, de pronto, la vida cambia para el niño. Descubre el dolor y se hace adulto de manera precoz. El libro nos hace reflexionar en torno a la amistad, las relaciones humanas, la importancia de la familia, la pobreza y la fuerza de los pequeños detalles que pueden ennoblecer el corazón humano. En Chile, el escritor Víctor Carvajal mira en forma descarnada la vida de los niños de los campamentos en las afueras de Santiago, con una reflexión humanista de la pobreza infantil latinoamericana en su libro Cuentatrapos que obtuvo el Premio Barco de Vapor en 1984. Los libros citados demuestran que los temas difíciles o “delicados” pueden también tratarse en los libros para niños, si el tratamiento es de calidad literaria, como ocurre especialmente en los libros de las brasileras Ana María Machado y Ligia Bogunga Nunes, ambas Premios Andersen de Literatura Infantil y maestras en la narrativa de contenidos latinoamericanos “difíciles” o incluso

“perturbadores”. Si estos temas están escritos con transparencia, verdad y emoción, interesarán a los niños y jóvenes porque se sentirán identificados, comprendidos y reconocidos. Y, seguramente, esta clase de libros los ayudarán en su crecimiento interior y en la comprensión de los demás. En los libros de Lygia Bogunga Nunes, por ejemplo, la autora, que no hace concesiones con el lector ya que aborda temas tabúes en la literatura infantil, tales como la marginación o la violencia, todos tratados con una mirada de profunda dignidad y respeto hacia el ser humano. Estos libros son puertas abiertas al diálogo y al crecimiento integral del niño, tal como lo pensaba Monteiro Lobato. En este sentido, Ligia Bogunja Nunes continúa la senda dejada por el gran maestro de la literatura infantil brasilera. Cabe decir que la experiencia teatral de la autora queda de manifiesto en su obra literaria a través de unos diálogos llenos de vida y contenido expresivo. Su obra, como todos los autores clásicos, es ya un patrimonio no solamente de la infancia, sino también de los adultos que se sienten tocados por estos relatos llenos de fuerza y poderosa significación. En 7 cartas y dos sueños (1983) y Mi amigo el pintor (1987) trata el tema del suicidio. En Juntos los tres (1987) aborda el tema del crimen. En ¡Adiós! (1985) plantea el tema del abandono del hogar por parte de la madre. En Bolivia, la autora Gaby Vallejo aborda la temática de las pandillas juveniles en su novela Tatuaje mayor (2010) que se centra en la relación amorosa y secreta de la adolescente Ylonka con un joven pandillero, con quien experimenta un vuelco en su vida al penetrar en una realidad social que desconoce y la aterra. Sin embargo, su pasión la llevará a seguir adelante y a aceptar que el joven le haga también un tatuaje en su cuerpo como símbolo de aceptación del amor y de su propia realidad. Hacia el final, la novela gana en velocidad narrativa y en intensidad dramática, especialmente, cuando se precipita el inevitable desenlace. En esta novela juvenil, la autora ha indagado el universo de las tribus urbanas, sus códigos secretos, su mundo de drogas, violencia, venganza y muerte. Al final, la abuela de la joven a través de un diario de vida va dando las claves a la nieta para que comprenda mejor su presente y reflexione en torno a los grandes ejes de


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la humanidad: la vida, el amor, el dolor y la muerte. Esta tragedia de amor urbano protagonizada por dos adolescentes bolivianos de diecisiete años nos hace pensar en Romeo y Julieta de nuestra época y de nuestro continente americano. Aquí también está la idea del amor trágico y el destino inevitable. Gaby Vallejo ha construido una novela llena de matices humanos, enfatizando sobre todo en la madurez y valentía de la joven Ylonka que se redime y crece a través del dolor.

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adolescente que narra el secuestro de su padre, una realidad con la que muchos niños deben convivir en Colombia. La autora va describiendo cómo la niña, su madre y sus hermanos, deben aprender a vivir “paso a paso” una nueva vida, con tristeza, pesadumbre y valor.

La sexualidad

Como se ve, los temas difíciles se abordan también en la literatura infantil y juvenil, entre ellos la religiosidad, la muerte, Política, sociedad y las drogas, las pandillas, la literatura infantil anorexia, la bulimia, la violencia intra familiar, la enfermedad Hay otras temáticas de un niño, la separación difíciles en nuestra literatura de sus padres, las nuevas infantil, como las relaciones formas familiares de la vida entre política, sociedad y contemporánea, muy distintas literatura para niños, como en a las formas tradicionales de el caso del libro La composición, la sociedad judeo cristiana o del escritor chileno Antonio la ruptura de los estereotipos Skarmeta, con ilustraciones del clásicos sexistas. Justamente español Alfonso Ruano, editado la sexualidad aparece en por Ediciones Ekaré en Caracas muchos libros para niños y que fue Premio UNESCO a jóvenes en los últimos años en favor de la Tolerancia en París, Latinoamérica, tema que antes en el 2001. En este libro se era tabú. plantea la relación de un niño Un ejemplo es el relato involucrado en una situación Ito del escritor cubano Luis propia de un régimen militar. Detalle de carátula de Las brujas, de Roald Cabrera quien muestra el tema Sin duda, el libro valoriza la Dahl. Editorial Alfaguara de un niño con tempranas inteligencia y madurez de un tendencias homosexuales, niño consciente del momento cómo las vive, cómo las sufre en la escuela, sin histórico que le corresponde vivir. El relato aborda sin tabúes cómo un niño apoya comprender, y cómo es marginado y humillado por a su familia, gracias a un texto producto de su sus compañeros y aún por los mismos adultos que lo fantasía, es decir, muestra el poder de la literatura, rodean. Es un libro a favor de la tolerancia y respeto en este caso, de una composición escolar. Mucho al que es diferente. Otro libro destacado dentro de esta tendencia más interesante resulta este poder salvador si viene de puño y letra de un niño. A la vez, demuestra es Los ojos del perro siberiano del autor argentino que muchas veces los niños están conscientes de Antonio Santa Ana. La novela aborda la temática la realidad, al contrario de lo que muchos adultos del sida, a través del relato de un niño cuyo hermano sufre la enfermedad y la discriminación suponen. Otro libro en el que se ve claramente la relación de la familia, La mirada de quienes rodean al entre sociedad, política y literatura infantil es Paso a enfermo ha cambiado, solo los ojos de su perro paso, de la escritora colombiana Irene Vasco quien siberiano permanecen inalterables pues no ha nos narra la historia desde el punto de vista de una discriminado a su amo. Sin duda, es un relato muy emotivo presentado con amor y respeto.


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Como en el ejemplo anterior, esta clase de libros contribuyen a crear un clima de tolerancia dentro de una sociedad libre de prejuicios y estereotipos.

El humor Otra tendencia es el humor exagerado como en el libro La peor señora del mundo del mexicano Francisco Hinojosa. En esta historia vemos cómo todo un pueblo está siendo maltratado por una señora de bajos instintos y malévolas intenciones, pero luego todos, incluyendo los niños, logran revertir esta situación. El libro va acompañado de unas ilustraciones desmesuradas y expresionistas que tienen relación con la historieta y el cómic. Da para reír y a la vez, pensar, quizás porque en estas páginas vemos señoras crueles y déspotas que pellizcan, muerden, dan codazos y castigan de la peor manera que pueda uno imaginarse. En el fondo, el autor quiere mostrar cómo el niño puede desarrollar una capacidad para enfrentarse al mal. La peor señora del mundo ha sido llevada con mucho éxito al teatro y ha funcionado muy bien en países como Colombia, especialmente en Medellín, donde los niños acostumbrados a un permanente clima de violencia social y familiar, reciben la obra como una verdadera catarsis. En algunos centros y teatros escolares donde se representó la obra, los niños se subían al escenario a pegarle con machetes a “la peor señora del mundo” que debía salir a escape a refugiarse en los camarines. Los niños reconocían en ella a personas cercanas que los hacían sufrir. Muchas de estas obras son rechazadas por los padres y ciertos profesores más conservadores, pero no se dan cuenta que son los niños quienes las adoptan y las reciben muy bien. Pueden reírse con los acontecimientos y entran en el juego. Incluso un libro como La peor señora del mundo es leído y disfrutado por un adulto, sin necesidad de compartirlo con un niño. En Chile, el humor está presente en la narrativa de Mauricio Paredes cuyas historias derivan del espíritu lúdico de Roalh Dahl, un autor inglés que admira y de quien rescata una mirada diferente para apreciar el mundo. Sus narraciones se caracterizan por empatizar rápidamente con el pequeño lector, quizás por el lenguaje cercano

que utiliza, muy coloquial y humorístico en todo momento. Juguetón, travieso, imaginativo y transgresor en sus historias, Mauricio Paredes se comunica con mucha facilidad con los niños a través de sus libros. El primero de ellos fue La cama mágica de Bartolo (2002) en el que nos relató las aventuras de Bartolo volando en su cama mágica sobre la Cordillera de los Andes para descubrir una ciudad secreta junto a Oliverio, el zorro; Pascual, el conejo; Valentín, el puma y Sofía, la niña. En este primer libro ya se veían las características de su estilo imaginativo y lúdico con mucho humor en el lenguaje. Luego vino Ay, cuánto me quiero (2003) que es una divertida parodia de un niño ególatra: “Antes que yo naciera, mi mamá me tuvo dentro de ella nueve meses. ¡Qué afortunada! Fue la primera en conocerme. Desde entonces, la he dejado ser mamá día y noche. Ella y mi papá me quieren mucho. Les encuentro toda la razón ya que soy adorable”. Enseguida vino La familia Guácatela (2005), una familia asquerosa cuyos miembros comen salchichas de basura con puré de orejas. Ella es doña Toxina de la Ponzoña Icorosa y él es don Sórdido Roñoso Guácatela. En el libro Verónica, la niña biónica (2005) nos cuenta los prodigios de una super niña que interactúa en la narración junto a Mauricio, un niño que va a pescar al río Porrazo. Dice el autor: “Los temas centrales de mis libros son la amistad y la fantasía. Hay niños con tanta imaginación que rozan la mentira. Pero no hay moraleja, porque los libros escritos con fines pedagógicos me repelen. Yo busco el placer de la lectura porque todo buen libro te deja algo”.

La renovación gráfica En Brasil, Ziraldo representa el humor y la renovación gráfica en los libros para niños, mezclando la fantasía, la risa y el diseño de libros de una manera imaginativa y lúdica. Así ocurrió con el libro Flicts que marcó un hito. Lo sobresaliente del libro es su concepción no tradicional en la que incorpora las palabras a un especial diseño gráfico. O Meninho Maluquinho es un niño que busca cariño. Se acurruca en las rodillas del papá y si se siente solo, busca unos brazos para sentir afecto. Conversa, dibuja en las paredes, hace mapas, prueba todas las galletas de la abuelita y dibuja


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corazones en los troncos de los árboles. Es un niño latino que está rodeado de expresiones de cariño. Lo abrazan, lo besan, lo miman. ¿Cómo no se van a sentir identificados con El Polilla los niños de toda América?

Inmigración y multiculturalidad

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Chile con una portada que muestra precisamente el pequeño pueblo sureño donde se ambienta esta historia de inmigración española protagonizada por un adolescente y su madre.

La recreación de temas indígenas

Otra tendencia contemporánea es la narrativa La multiculturalidad es otra de nuestras infantil y juvenil de temática indígena. Esta corriente temáticas, expresada en el libro Niña Bonita de es común a todo el continente especialmente en Ana María Machado, que expresa la idea de que los últimos años cuando ha habido una creciente somos países mestizos y que pertenecemos a países valoración de las tradiciones de los pueblos multiculturales y multiétnicos, originarios y de sus respectivas idea que está expresada en lenguas y culturas. Un buen este libro con ternura, verdad ejemplo es el libro La turquesa y humor. Lo escribe Ana María y el sol de la escritora boliviana Machado, una de las autoras Isabel Mesa. La novela que ha obtenido el Premio nos presenta una historia Andersen de Literatura ambientada en los tiempos del Infantil, equivalente al Premio imperio incaico, cuando una Nobel de Literatura por su joven es tomada prisionera por riqueza creativa. los guerreros del inca Huaina La inmigración ha sido Capac y es llevada a la ciudad tratada con delicadeza por de Cuzco. Isabel Mesa es una la escritora argentina María investigadora de la historia Teresa Andruetto en su pre hispánica especialmente libro Stefano que recrea la de la colonial, de manera inmigración de su propio que su literatura refleja un padre italiano, siendo niño, profundo conocimiento del a Argentina. Nuestros países pasado de su país. Sus novelas son el resultado de una mezcla cuidadosamente ambientadas Detalle de carátula de El imperio de las cinco cultural europea. Numerosos enfatizan la necesidad de lunas, de Celso Román. Editorial Norma. italianos, españoles, africanos, fomentar el conocimiento de la alemanes, suizos se han cultura de nuestros ancestros. afincado en nuestros países, dando como resultado Las sugerentes ilustraciones llenas de color y un mundo nuevo. Y muchos de nuestros libros detalles, así como el acopio de mapas, consiguen infantiles expresan esta realidad. que el joven lector se interiorice en una rica historia La autora de Stefano, María Teresa Andruetto, pre hispánica poco conocida con amenidad y sentido mereció el Premio Iberoamericano de Literatura del humor. Infantil 2009 precisamente por la limpidez de su El espejo de los sueños es otro libro de esta autora escritura y el tono evocativo con que recreó una dentro de la corriente de la recuperación de los rica saga familias de inmigrantes. El mismo tema mitos de los pueblos originarios de América, en de la inmigración aparece en la novela Mágico Sur este caso, desde la cordillera a la selva amazónica. (1997) de Manuel Peña Muñoz, que narra la saga Con su novela La pluma de Miguel: una aventura en de una familia española de inmigrantes en el sur los andes (1997) obtuvo el Premio Andino ENKA de Chile y de cómo es el proceso de adaptación a de Colombia 1998. Este libro contiene un relato una nueva tierra. La novela obtuvo el Premio Gran fantástico de aventuras para niños, situado en el Angular en España. Actualmente ha sido editada en siglo XVII y protagonizado por los ángeles que se


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muestran en las pinturas coloniales. El espejo de los sueños (1999) es un libro de relatos míticos para niños con base en un trabajo de investigación histórica y antropológica sobre la mitología de algunos pueblos indígenas americanos. La portada mágica (2001) es una novela infantil, ambientada en el siglo XVIII, que recrea la vida de un artesano de la época y su compañero indígena, quienes tienen una aventura para recolectar los elementos decorativos de una portada barroco mestiza. En Colombia, la novela infantil El valle de los cocuyos, de la escritora colombiana Gloria Cecilia Díaz, Premio Iberoamericano de Literatura Infantil, tiene también raíces míticas. La novela se ambienta en un lugar fantástico, “más allá del volcán de sal, entre el Río de las Tortugas y las Montañas Azules” donde vive un niño en compañía de una anciana conocedora de todos los misterios de la región. A través de la narrativa, la autora mezcla leyendas y se apoya en todo momento en los mitos latinoamericanos, otorgando a su relato un alto grado de simbología expresiva envuelta en un permanente estilo poético. En Chile, Alicia Morel escribe Cuentos araucanos, La gente de la tierra (1984), ambientados en el sur del país. Estos cuentos están protagonizados por los niños mapuches y los animales que les rodean. Aquí están presentes el pequeño y tierno pudú, el cervatillo huidizo entre los coihues del sur, los pumas de pelaje amarillo, los zorros, las güiñas y las vizcachas. También figuran nuestra flora nativa y la variada ornitología de Arauco, especialmente las bandurrias y los choroyes. El primer cuento, La gente de la tierra, nos cuenta una leyenda sobre el origen de la raza mapuche, según la cual, ésta hunde sus raíces en la historia de dos niños indígenas que fueron cuidados y amamantados en la montaña por un puma y una zorra chilla, llamada así por su forma de aullar. La segunda historia titulada La leyenda de las lamparitas nos cuenta acerca del origen del copihue. Luego viene un cuento basado en una leyenda huilliche titulado Las dos serpientes de la tierra del sur, protagonizado por las serpientes Tren Tren y Cai Cai. Enseguida viene la historia de El pequeño zorro hambriento, que nos muestra la admiración que tenían los mapuches por este animal, protagonista de numerosos relatos folclóricos, en tanto que Cuando el sol y la luna olvidaron la tierra es un cuento basado en una leyenda mapuche-ranculche. El

cuento El espíritu del lago, basado en una creencia mapuche, nos habla de una especie de monstruo que vive en los ríos y lagos, y que se apodera de las jovencitas para convertirlas en aves. En estos relatos se ve la creatividad de la autora al reelaborar las narraciones orales, en tanto que en las dos últimas, están los relatos más fidedignos al original. Ellos son Piñoncito en el que se comprueba una vez más las migraciones de mitos, ya que es una adaptación araucana del cuento de Pulgarcito, presente en casi toda la cuentística popular de los países, en tanto que El zorro y el cangrejo es una adaptación de un relato oral, ambos recogidos por Sperata de Saunières. Por la belleza del lenguaje, la calidad de los contenidos y la novedosa ambientación indígena, el libro Cuentos Araucanos mereció en 1984 figurar en la Lista de Honor del IBBY, distinción internacional que se otorga anualmente a los libros que han tenido un interés como lectura infantil. En Ecuador, Edna Iturralde aborda también la temática indigenista aunque desde el punto de vista del mestizaje cultural entre aborígenes y españoles. La historia de su novela Entre cóndor y león se centra en su joven protagonista, hija de una princesa inca y un hidalgo español, de manera que a lo largo de la historia van ocurriendo sucesos en los que se mezclan dos culturas diferentes y en muchos casos opuestas. La novela, que presenta una rica documentación histórica, es una alegoría a la esencia mestiza en nuestro continente, idea que aparece en muchos de nuestros libros infantiles y juveniles. El mismo tema se presenta en el libro María Carlota y Millaqueo (1991) de Manuel Peña Muñoz. La historia transcurre en Chile y presenta una relación entre una adolescente española y un indígena de la tribu de los indios que pescaban en balsas de cuero de lobo marino en el océano Pacífico, en tiempos de la Colonia. En ambos libros se presentan diversos relatos en los que el mestizaje cultural entre pueblos originarios y cultura española resulta evidente.

Libros infantiles en lenguas indígenas En los últimos años se ha observado un interés por editar libros en ediciones bilingües especialmente en Guatemala donde existe una editorial dedicada a la difusión de cuentos indígenas en sus lenguas originales. Del mismo modo destacamos el libro


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La noche que nos regalaron el fuego, publicado en la con violencia, en cambio en este relato se muestra editorial Pehuén en Santiago de Chile en versión una solución basada en el afecto. español y mapudungun. El libro muestra a una Por otra parte, el relato exalta la importancia madre que le cuenta a su hijo el mito de cómo de una niña, ya que ella asume la responsabilidad apareció el fuego en la etnia mapuche. de convertirse en una pequeña madre. La sencilla Otro libro de la misma editorial es Los aku aku y historia muestra cómo las niñas actúan con valor, la siesta de verano, escrito en español y lengua Rapa responsabilidad e imaginación en la selva peruana. Nui, en un intento por dar a conocer la cultura y la Otro libro en esta tendencia bilingüe se titula lengua de la Isla de Pascua. El relato nos cuenta la En las punas y contiene un cuento recopilado en historia de un niño, hijo de un artesano de la isla, Huancavélica publicado en versión castellanoquien va a buscar hierbas medicinales para curar quechua. El cuento recrea una situación entre una herida de su padre. En el camino se encuentra pastores del altiplano, cobrando valor la sencillez, las con unos curiosos diablillos costumbres, los lazos de afecto, protectores de la isla, a los que la familia, el trabajo repartido, se les pueden contar las costillas. el amor por los animales, la Entre burlas, risas y miedos comida simple y frugal, el vencidos, el niño aprende un vestuario y hasta los fenómenos poco más de la cultura isleña de la naturaleza. Todos estos en un libro bilingüe. Éstas son elementos culturales se prestan publicaciones de la editorial muy bien para la socialización Pehuén, interesada en el e integración de los niños a rescate patrimonial de relatos través de su lengua materna a escritos en lenguas vernáculas, la vez que divulgan las bellezas y publicados en hermosas naturales de cada región y las ediciones bilingües. costumbres de los niños y sus En Perú destacamos el familias. Se trata de caminos libro La niña y su hermanito. Se que nos llevan a comprender trata de un libro infantil escrito mejor la aceptación de los originalmente en lengua otros, gracias al conocimiento huambisa. Estos libros sencillos, mutuo. apaisados y con ilustraciones a color, muestran las realidades Carátula de La góndola fantasma, de indígenas del país. El libro Literatura infantil y Gianni Rodari. Editorial Bruguera. trata de los cuidados que animación digital despliega una niña en la selva del río Amazonas, a fin de que su hermanito no salga solo de su casa y Para finalizar, mencionemos una original se exponga a los riesgos que hay en la selva. La niña experiencia con base en los poemas infantiles de la recurre a su imaginación para distraerlo y escoge la escritora chilena María de la Luz Uribe, quien desde flor del plátano y las hojas más grandes para crear Barcelona donde vivió y murió, divulgó siempre en fantasía en la mente del niño y hacer que flor y hojas su obra la necesidad de conectar a los niños con la se conviertan en sus juguetes. identidad cultural latinoamericana. La experiencia El pequeño cuento, de estructura muy simple, del DVD titulado Tikitiklip integra música, muñecos muestra la realidad de la selva del Perú. Además artesanales y animación digital. El título combina la presenta diversos contenidos, entre ellos, la palabra Tikití que se utiliza en Chile para animar necesidad de cuidado y protección que requiere a bailar la cueca, el baile nacional, y klip o clip que cada niño, en este caso, a cargo de la hermana, designa el cortometraje musical. convertida en madre, puesto que sus padres se han Este DVD contiene doce poemas de la autora ido a trabajar. Esto es una realidad común en la inspirados en el mundo cultural chileno. Se trata Amazonía peruana. Muchas veces se reprime al niño de una propuesta originalísima dentro de lo más


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creativo de la poesía infantil contemporánea, que se inspira en los orígenes, pero que muestra una cara lúdica, juguetona y humorística. En el poema titulado Una señorita aseñorada presenta una breve historia de humor absurdo protagonizada por muñecos artesanales chilenos fabricados con crin de caballo. El rey de papel aparece interpretado por una niña mapuche que luce su atuendo en medio de un mundo encantado y mágico. Arrorró nos presenta una canción de cuna que canta una madre a su niño. Las figuras recrean el nacimiento de un niño a través de artesanías del norte de Chile talladas en ceniza volcánica que cobran vida a través de la animación digital, lo que prueba que los poemas infantiles de raíz étnica pueden también ir de la mano con la modernidad.

Manuel Peña Muñoz (Valparaíso, Chile, 1951) Escritor, Profesor de Castellano, Especialista en Literatura Infantil y Juvenil, autor de numerosos libros de narrativa infantil y juvenil, ensayos, libros de poesía infantil de tradición, crónicas de viaje, memorias, etc. Ha dado numerosas conferencias literarias tanto en España como en Latinoamérica: Argentina, Costa Rica, Venezuela, Colombia, Bolivia, Uruguay, etc. Entre sus libros más destacados se cuenta la novela Mágico Sur que obtuvo el Premio Gran Angular de Literatura en Madrid en 1997. También El Niño del Pasaje, María Carlota y Millaqueo, El collar de perlas negras, Talismanes para un mundo feliz y muchos otros. En el plano de la investigación ha publicado Alas para la infancia: Fundamentos de literatura infantil, Historia de la literatura infantil chilena e Historia de la literatura infantil de América Latina que han sido textos de referencia en las universidades. También se ha destacado dirigiendo Seminarios de capacitación a profesores y bibliotecarios en el área de la Literatura Infantil. Como escritor de libros de crónicas literarias ha publicado Ayer soñé con Valparaíso, Europa en la maleta, y el libro de memorias La ciudad de mis fantasmas. Ha sido jurado en numerosos concursos literarios, entre ellos el Premio UNESCO de Literatura Infantil y Juvenil a favor de la Paz y la Tolerancia en París y el Premio Iberoamericano de Literatura Infantil de ediciones SM en Bogotá y Santiago de Chile. En la actualidad

es profesor universitario de literatura a la vez que participa en diversos programas de fomento del libro y la lectura.

Bibliografía recomendada Andricaín, Sergio, Flora Marín de Sasá, Antonio Orlando Rodríguez, Colección Biblioteca del Promotor de Lectura, 5 volúmenes, Oficina Subregional de Educación de la Unesco para Centroamérica y Panamá, San José de Costa Rica, 1993. Bravo-Villasante, Carmen, Historia y antología de la literatura, infantil iberoamericana, 2 tomos, Editorial Everest, León, 1987. Cabel, Jesús, Literatura infantil en Perú, América y Europa, Biblioteca Peruana de Literatura Infantil, Lima, 1991. Catálogo de libros infantiles y juveniles iberoamericanos, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Salamanca, 1990. Coelho, Nelly Novaes. Diccionario crítico de la literatura brasileña niños, niñas y adolescentes. Sao Paulo: EDUSP, 1995. Consideraciones sobre el pasado, presente y futuro de la literatura infantil latinoamericana, Banco del Libro, Departamento de Investigación en Literatura Infantil, Caracas, 1990. Córdova, Isabel, La literatura infantil en Hispanoamérica, Revista Alacena, Grupo editorial S.M., Madrid. Cubells Salas Francisco. La Literatura Infantil colombiana en la actualidad. Boletín de la Asociación Española de Amigos del libro infantil y juvenil. Año X, Nº 21, julioseptiembre 1992. Delgado Santos, Francisco, Ecuador y su literatura infantil, Ministerio de Educación y Cultura, Quito, 1982. Díaz, Fanuel Hanán. Panorama actual de la literatura infantil y juvenil en Venezuela. Ponencia. II Seminario Iberoamericano de Literatura Infantil.Quito-Ecuador. Marzo 1993. García Padrino, Jaime. Coordinador. Gran diccionario de autores de la literatura infantil en América Latina. Fundación SM. Madrid, 2009. Maggi, María Elena, Literatura infantil en Venezuela. Géneros, autores, tendencias o una literatura con rostro propio, Primer Coloquio Internacional de Literatura Infantil y Juvenil, Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, Caracas, 1993. También en Revista Latinoamericana de Literatura Infantil, Número 1, IBBY Latinoamérica, Bogotá, 1995. Maggi, María Elena, La tradición indígena y los libros para niños en Venezuela, Jornada de Discusión sobre el cuento para niños, Universidad Central de Venezuela.


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Niñas y niños del maíz. Coordinación del proyecto: Sergio Rubio, Carlos, Libros de Costa Rica para los niños del mundo. Andricaín y Antonio Orlando Rodríguez. Ilustración de Breve reseña del desarrollo de la literatura costarricense Vicky Ramos. UNESCO. Editorial Norma. San José de para niños en el siglo XX, I Coloquio Internacional de Costa Rica. 1995. 125 páginas. Literatura Infantil y Juvenil, Caracas, 1993. Panorama de la literatura infantil en América Latina. Sotelo, Roberto. Panorama actual de la literatura infantil y Edición especial de la revista Parapara, Caracas, Banco juvenil en la Argentina. En Revista Educación y Biblioteca. del Libro, 1984. Octubre 1998. Madrid. Panorámica de la literatura infantil hispanoamericana Sturniolo, Norma. Literatura infantil y juvenil Artículos de Isabel Córdova, Marinella Terzi, Graciela Latinoamericana. Cuadernos Hispanoamericanos. Montes, Carmen Diana Dearden y otros, en Revista Publicado en el número 688 de octubre de 2007. Alacena, Madrid, Número 18, invierno 93-94. Subero, Efraín, Panorama de la literatura infantil Peña Muñoz, Manuel, Historia de la literatura infantil hispanoamericana de hoy y en su futuro, Centro de chilena, Editorial Andrés Bello, Capacitación Docente, El Mácaro, Santiago de Chile, 2009. Aragua, Venezuela, 1973. (21 Peña Muñoz, Manuel, Había una páginas mimeografiadas en el vez en América…Literatura infantil Banco del Libro de Caracas, en América Latina. Editorial Venezuela.) Dolmen. Santiago de Chile. Subero, Efraín, La literatura infantil 1997. venezolana, estudio y bibliografía, Peña Muñoz, Manuel. Historia Centro de Capacitación Docente, de la literatura infantil en América El Mácaro, Aragua, Venezuela, Latina. Fundación SM. Madrid, 1987. 2009. Subero, Efraín, La literatura infantil Peña Muñoz, Manuel. Historia en el mundo hispanoamericano, de la literatura infantil chilena. Academia Venezolana de Editorial Andrés Bello. Santiago, la Lengua (Discurso de 2009. Incorporación como individuo Rey, Mario. Historia y muestra de número), Caracas, 1977. de la literatura infantil mexicana. Subero, Efraín, Literatura juvenil Ediciones SM México. 2000. latinoamericana. Consideraciones Robledo, Beatriz Helena. Apuntes teóricas, Universidad Simón sobre algunas obras de la narrativa Bolívar. Proyecto Interamericano colombiana para niños, en Hojas de Literatura Infantil de la Carátula de Poemáquinas, de Darío Jaramillo de Lectura, Número 29, agosto Organización de Estados Agudelo. Carlos Valencia Editores. 1994. Americanos, Caracas, 1979. Rodríguez, Antonio Orlando, Literatura infantil de Vallejo, Gaby, En torno a escritores bolivianos para niños, América Latina, Biblioteca del Promotor de Lectura, Centro Portales, Cochabamba, 1988. Oficina Subregional de Educación de la UNESCO Vallejo, Gaby, La literatura infantil en Bolivia (apuntes). para Centroamérica y Panamá, San José de Costa Rica, Coloquio de Escritores Latinoamericanos de Literatura 1993. Infantil, Bogotá, 1994. Rodríguez, Antonio Orlando, Panorama histórico de la Vélez de Piedrahíta, Rocío, Guía de literatura infantil, literatura infantil en América Latina y el Caribe, Centro Editorial Norma, Bogotá, 1991. Regional para el Fomento del Libro en América Latina Yepes, Luis Bernardo. Lygia Bojunga Nunes, la maga y el Caribe, Bogotá, 1994. brasileña. CLIJ. Cuadernos de Literatura Infantil y Rodríguez, Marcela, Panorama de la literatura infantil Juvenil. Número 173. julio-agosto 2004. venezolana (1985-1987), Banco del Libro, Programa de Yunes, Eliana, Tradición y ruptura en la literatura infantil Documentación e Información, Caracas, 1988. brasileña, en Panorama brasileño, Centro de Estudios Rossell, Joel Franz. La literatura infantil. Un oficio de Brasileños de la Embajada del Brasil, Caracas, 1987. centauros y sirenas. Colección Relecturas. Lugar Editorial. S.A. Buenos Aires, 2001.


Este libro se termin贸 de imprimir en el peri贸dico El mundo, en el mes de septiembre de 2011


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