BA RC E LO N A
ESQU E R D ES D E L CAS D E J U A N A N D R E´ S B E N I´ T E Z
ABRIL 2014 / PUBLICACIÓ GRATUÏTA
Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez
EDITORIAL ASSEMBLEA DEL RAVAL ABRIL 2014 / RAVAL / BARCELONA 8000 EXEMPLARS / PUBLICACIÓ GRATUÏTA HTTP://ASAMBLEARAVAL.WORDPRESS.COM HTTP://JUANANDRESBENITEZ.WORDPRESS.COM
Juan Andrés Benítez, 50 anys, veí del Raval, víctima d’una política municipal basada en l’eliminació de tot allò que desharmonitza el model de ciutat aparador; que posa per sobre els interessos dels mercats a les necessitats de les persones.
suport a la campanya “Justícia Juan Andrés”, volem restituir la figura del nostre veí. Volem esclarir els fets i el context que van portar a la seva mort i volem exigir les responsabilitats policials i polítiques que permetin assegurar que no es tornaran a produir abusos similars.
La nit del 5 al 6 d’octubre, Juan Andrés va morir a mans dels Mossos d’Esquadra davant de casa seva, al número 16 del Carrer de l’Aurora. La desproporcionada violència amb la que van actuar els agents, la manifesta incapacitat de vetllar per la seguretat d’un ciutadà que van demostrar durant l’operatiu, i les greus irregularitats que s’han comès en el transcurs del cas, han estat les espurnes que ha encès un barri fart de la seva estigmatització i escarni públic. Així es dóna, al barri del Raval, el pas de la “Marca Barcelona” a la Barcelona que marca, aquella que colpeja insistentment sobre el cor de la ciutat per intentar robarli la vida i vendre-la al millor postor. I això mateix és el que li va passar a Juan Andrés Benítez. La policia el va matar. Sí. I davant d’aquest fet tan greu, el Departament d’Interior ha intentat convertir la víctima en culpable; els agressors, en agredits. Es va intentar victimitzar als agents que van participar en l’operatiu i malmetre la imatge de Juan Andrés difonent certs aspectes de la seva privada. Des de l’Assemblea del Raval, i les entitats que donen
La instrucció del cas està pràcticament tancada però, a dia d’avui, bona part de l’opinió pública només ha tingut accés a una informació esbiaixada; és just en aquest moment quan es fa necessària la present publicació. El que teniu a les mans és el resultat d’un treball col·lectiu d’autores i autors d’àmbits diversos que parlen sobre el cas Juan Andrés i el context en qual es produeix la seva mort. Des de la mirada literària a l’acadèmica i periodística, s’aborden aspectes com la transformació urbanística del barri; el model policial que hi intervé i els poders que representen; les resistències i lluites veïnals, històriques i actuals; i les diferents formes vida i violències que es pateixen al Raval. Donar a conèixer aquest cas i la realitat quotidiana del barri ha estat l’impuls d’aquesta publicació. Et demanem que també tu siguis un element actiu dins la campanya i transmetis la informació en els contexts on habitualment intervens. Et convidem a llegir la publicació, compartirla, reflexionar-hi i generar els espais de debat i reflexió que creguis oportuns.
HI HAN COL·LABORAT (I ELS HO AGRAIREM ETERNAMENT)
JORDI FORCADES - BRIGITTE VASALLO - PEPE RIBAS SOS RACISME - JESÚS RODRÍGUEZ - GERARDO ARIZA FRANCISCO JOTA-PÉREZ - LIVIA MOTTERLE MARCO ANTONIO RAYA - SANTIAGO LÓPEZ PETIT RAIMUNDO VIEJO - MIQUEL FERNÁNDEZ JORDI BORJA - CARLOS YATERO - LAUREANO DEBAT CHINI - YISSUS - PILAR AYMERICH - NOMDENOIA MIGUEL HERRANZ - MARIONA TOLOSA MEET MR. CAMPBELL - AZAGRA Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez
“LA POLI ES ASÍ” JORDI FORCADAS / FORN DE TEATRE PA’TOTHOM
CHINI
Asistimos a los acontecimientos actuales sobre la actuación policial y el debate debe someterse a un análisis estructural que nos permita dar luces sobre el porqué está sucediendo todo esto, de modo que la rabia por el abuso no debe quedarse en la culpabilización del cuerpo policial, sino en intentar saber a qué premisas oficiales obedecen.
grandes y ficticios enemigos y así legitimar el control introduciendo leyes incoherentes y antidemocráticas, para dar la sensación de que todo está en orden.
Si aceptamos que hemos llegado a la caída de un sistema, podemos entender que asistimos a los estertores del mismo que, mientras agoniza, intenta aferrarse a su parcela de privilegios que ha tenido por mucho tiempo. También vemos otra parte de la sociedad que piensa en nuevas maneras de organización, salidas que ofrezcan una alternativa a lo que ahora se nos presenta como inevitable e irrevocable.
Esto conlleva dos consecuencias: la estigmatización de todo movimiento de lucha a favor del cambio como violento y antisistema y la revalorización de los poderes fácticos como mecanismo para desviar la atención: patria, religión, moral, etc. Todo esto encuentra cómplices en una amplia masa social que no se adhiere a ningún movimiento de cambio a pesar de su insatisfacción, porque las instituciones realizan un acercamiento a las minorías a partir de la división social. Esto es la zanahoria que mantiene la esperanza.
Esta realidad que se nos enseña, nos forma e informa, tiene dos ejes: da por sentado que este es, fue y será el mejor sistema y que se ha de defender a cualquier precio. Y generar otro, un enemigo que haga peligrar nuestro hipotético bienestar y contra el que hemos de actuar. Crear
Desde el trabajo que se realiza con el teatro del oprimido por ejemplo, con jóvenes que reiteradamente viven situaciones de abuso de poder por los agentes del orden se ha detectado la impotencia y normalización: “la policía es así y siempre será así”. La arbitrariedad: “la policía
se aburre”. La sumisión: “Si le pegaron por algo será”. La exculpación: “Son gente enferma, que obedecen órdenes”. Estos acercamientos tienen varios peligros: son seguidistas, culpan al agredido, diluyen cualquier análisis, incentivan la sumisión, invisibilizan los hechos, no castigan los abusos, empeoran la situación, etc. Debemos trabajar sobre la raíz del problema. A menos igualdad y justicia social, se ratifica que la ley es solo un mecanismo de contención de la rabia. Una ley que no es igual para todos es solo la cristalización de los mecanismos de dominio de opresores sobre oprimidos. Toda esta guerra sucia se hace visible cuando la ejecuta un policía , pero si se piensa en quién las planifica y articula, y miramos al servicio de quién está, vemos tal descomposición humana que solo nos llevará a guerras reales y a una sociedad sin sueños ni futuro. Todo para favorecer a unos cuantos que tienen el perfil de hombre, blanco, europeo y heterosexual.
Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez
LA BARCELONA VERDADERA ES UN MOMENTO DE LA BARCELONA FALSA BRIGITTE VASALLO / PERIODISTA I MEDIADORA CULTURAL
“
La Remedios dobla la esquina apresurada, mirando de reojo la sombra del Jacinto que intuye sentado, como cada vez, en la puerta de lo que fue su bar, el Pontevedra. Creería que habla solo si no supiese de sobras que está hablando con Pepet, lo más parecido a un amigo que ha tenido en la vida el Jacinto, por mucho que uno fuera gitano como verdad absoluta y el otro fuera gallego como razón indiscutible. Por mucho que uno hablara en catalán para joder y el otro no respondiera en silencio como venganza. Y aún así, lograsen esa comunicación que no circula por palabras sino por vínculos, por unas redes creadas sin
No somos los eslóganes: somos las historias
Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez
propuesta alguna, sin deseo alguno, sin intención: por pura, espontánea y necesaria fraternidad de barrio. Y por eso están ahí, hablando sin voz, uno medio muerto y el otro muerto desde hace años, recordando juntos una vida que ya fue. La Remedios deshace su ciudad, la desmonta para llevársela en la maleta de regreso hacia lo que llama “a minha casa”. Situada a mil quilómetros y muchísimos años luz en un pueblo de Galicia que dejó para emigrar, la tierra a la que vuelve también desapareció. Pero de este drama, que aún ni imagina, también se repondrá: la Remedios es una superviviente, un ser en adaptación. Cargada con sus trocitos de vida, recorre la memoria colectiva de su barcelona pequeña, cotidiana, intrascendente y equívoca que intenta sobrevivir escondida en las brechas que surcan la gran Barcelona. Una ciudad en minúsculas que no aspira a proyectarse ni se alimenta de eventos, que no convive con manadas de ejecutivos ni con
hordas de hooligans, que no disfruta en llenar de clientela los centros comerciales. La barcelona de la Remedios no es Custo, ni es Gaudí: es fea, es sucia y es precaria. No es burguesa, no té seny. Es extraña: ni cívica, ni gobernable, ni tolerable. Su paseo emocional comienza en las barracas del Somorrostro, en la playa convertida en ciudadasentamiento sobre la que levantar la ciudadoropel. La Remedios ha ido a mirar la plaquita que le ha puesto el Ayuntamiento al que fue su barrio y le parece bonita. Mira encantada a toda esa gente tomando el sol sobre sus recuerdos y se da cuenta de que el tiempo pasa rápido y de que apenas queda nada. Pero, aunque se borre, aunque se niegue o se afirme con boca pequeña, el Somorrostro existió como existió la Perona, el Camp de la Bota y las laderas de Monjuic. Existieron y se esfumaron como si no hubiesen pasado, como si esa plaquita señalase una realidad bonita, una casita en la playa, una anécdota dentro del gran
YISSUS GALIANA
espectáculo de progreso y futuro de la BarcelonaBotiga. Cayeron y se anunció a bombo y platillo que se había superado, que habíamos subido un escalafón en la gran escalada de la dignidad y la buena vida. Y mientras los honorables se hacían fotos derruyendo las últimas barracas, los y las habitantes de la barcelona pequeña se afanaban en buscar pisos compartidos, en alquilar trocitos de barracas verticales, en firmar hipotecas abusivas con letritas tan pequeñas como sus vidas, en ser desahuciadas de los restos de un barco a la deriva que prometía una vida mejor que apenas lo fue un ratito y para alguna gente. Las barracas fueron disimuladas bajo la ciudadespectáculo, la ciudad-turismo, la ciudad-icono, bajo la Barcelona con mayúsculas, hasta hacernos creer que todo aquello no fue. Que todo esto no está siendo.
“
En el mundo realmente invertido lo verdadero es un momento de lo falso La Remedios avanza por la Rambla del Raval arrastrando su cuerpo cansado. Camina hacia la esquina con Aurora a coger un último retazo de verdad de la Barcelona de mentira. A mirar de frente un instante de realidad en el que habitamos todos los Jacintos y todas las Remedios, todos los Pepets. La realidad que nos arrancan a cada paso, que nos niegan, que nos maquillan, que nos escatiman. La realidad que nos dicen que es mentira, que pretenden que no es. Pero que es. Y somos.
Este es su último fragmento de verdad: Juan Andrés Benítez no está. Su vida, su imagen, su historia, su muerte, el juicio por su muerte, todo lo va engullendo el espejismo espectacular. Pero su ausencia no puede ser ficcionada. No hay relato que cambie el hecho de que no está. La verdad de que no está.
Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez
PILAR AYMERICH
EL XINO: LECCIÓN DE DIGNIDAD PEPE RIBAS / ESCRITOR Y AGITADOR CULTURAL
Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez
Prefiero Xino. Suena a exótico, a lado oscuro, a leyenda urbana. Lo de Raval parece una treta para borrar historias sin cerrar heridas. Al barrio le falta una política eficaz que defienda a los viejos y deje vivir a los vecinos sin quebrantos. Al barrio le sobra la desconfianza y agresividad de mossos y de la urbana ante cualquier tez oscura; también las acusaciones, el maltrato y las palizas que acaban en muerte. Por no hablar, a modo de ejemplo, de las redadas en los clubes que cobran las cervezas y los cafés demasiado baratos y arrebatan clientela a los clubes de los nuevos hoteles turísticos, tan amigos del poder. Por fortuna, el activismo social de gente hastiada de represión y violencia institucional festeja a esos miles de emigrantes que ya son casi el 50 de la población, por haber salvado el pequeño comercio en un barrio en decadencia y por haber llenado el enjambre de callejas, que van del Paralelo a Las Ramblas, de críos que chillan, juegan, bailan y llenan el Institut Miquel Tarradell de lenguas y tradiciones foráneas. Las asociaciones del barrio que no son correas de trasmisión del poder político, combaten la especulación de las inmobiliarias y la actividad de la mafia de los hoteleros que lo quieren suyo para almacenar turistas. Y exigen que se deje de privatizar el espacio público. Remodelar no implica arrasarlo todo y borrar las huellas de un
pasado heroico que han recogido autores de la talla de Jean Genet, Paul Morand, George Bataille, Josep Maria de Sagarra, Sebastian Gasch, Jérôme Neutres, Manolo Vázquez Montálban, Casavella o Terenci Moix. Las hazañas de ácratas, pícaros, rateros, prostitutas, homosexuales e individuos que, durante décadas, detestaron la explotación y la moral mojigata de la sociedad biempensante han depositado en la zona un poso de libertad y de imaginación rebelde que no muere, que se reproduce y que debe pervivir por el bien de la ciudad. Genet sostenía que las locas más audaces y provocadoras de Europa, estaban aquí, porque asumían el oprobio con un ritual de disfraces, gestos, voces y sentido del humor que cautivaban a propios y a extraños. El Xino es, fue y será un barrio trasgresor, la cara oculta de una ciudad sureña y mediterránea. En el Xino nació Solidaridad Obrera, en el Xino mataron a Salvador Seguí. Y durante el franquismo se guardaron muchos secretos de la libertad perdida porque era una zona poco permeable al franquismo, en palabras de Terenci Moix. Durante la Transición renacieron los centros de reunión de los nuevos libertarios. La cochambre y el bullicio, la ropa tendida, la variedad de olores, de rostros, de lenguas y de culturas mantienen hoy la leyenda. Más las
PILAR AYMERICH
QUAN LA POLICIA MENTEIX I LA JUSTÍCIA MIRA CAP A UNA ALTRA BANDA
EXTRACTE DE L’ARTICLE ORIGINAL DE JOSEP GRANADOS, ADVOCAT DEL SERVEI D’ATENCIÓ I DENÚNCIA PER A LES VÍCTIMES DE RACISME I XENOFÒBIA (SAID) DE SOS RACISME CATALUNYA Persones agredides que esdevenen agressores; denunciants que es transformen en denunciades; perjudicades que passen a ser imputades. Víctimes que es converteixen en criminals. Aquest és el tractament que reben ciutadans i ciutadanes que malauradament han estat víctimes d’una actuació policial ofensiva, agressiva i/o violenta: il·legal. Persones insultades, amenaçades, lesionades o detingudes sense causa legal per agents de l’autoritat es converteixen en denunciades al·legant «falta de respecte» o «resistència a l’autoritat». Però per què els agents de policia denuncien les seves víctimes? Les denúncies i acusacions formulades pels agents són dotades per l’Administració de justícia de més credibilitat que les formulades per persones immigrades, i això els permet aconseguir l’absolució per les seves accions irregulars. Respecte als motius d’aquest tracte desigual per part de l’Administració hi juga un paper important el principi o presumpció de veracitat de què gaudeixen els policies.
SERGI ESPÍN huellas que ahora mismo ocupan nuestra rabia son por nueva sangre inocente sobre el asfalto. Un invertido, en argot usado por los lugareños en épocas en las que los legionarios de África regalaban grifa a las prostitutas de la calle Cid, un gay, propietario de una tienda en el gayxample y residente en el Raval, una noche, tras perder su perro, salió de casa a pasear y ver si daba con él, cuando ocho mossos lo apalearon hasta reventarle la cabeza y el corazón. ¿Rabia? ¿Complejo? ¿Frustración? ¿Sadismo? ¿Ultranacionalismo? Poder. Esa sangre levantó la resistencia de los vecinos del barrio, cuando eliminarla ha sido y es una prioridad política del Distrito, mientras a mí me ha removido un sinfín de historias. Algunas vividas, otras leídas, y alguna soñada. Recuerdo las palabras del escritor Casavella en la barra de un bar tras publicar la primera novela en Anagrama: “Pepe, he de agradecerte que en el número dos de la segunda época de Ajoblanco, noviembre de 1987, hubiera un buen reportaje sobre El Chino. Leerlo me disparó la estructura de mi novela”. Triunfo convirtió a Casavella en referente literario y su obra me ha recordado la época en la que la urbana permitió, a principios de los ochenta, que los nuevos traficantes de heroína, extranjeros
sin pasaporte y sin papeles, individuos de difícil identificación, desplazaran a los chorizos locales, conocidos por todos e identificados y fichados por la urbana. Los emigrantes estaban aún por llegar. Ahora pienso que el poder municipal de la época deseaba transformar el barrio en un polvorín para acabar con él. A final de los ochenta activaron la gran redada que liquidó el tráfico de heroína a gran escala, no pudieron acabar con las prostitutas pero sí empezaron las demoliciones. Muchos vecinos vendieron sus casas a bajo precio o fueron expropiados; otros fueron expulsados con cuentos, presiones y mentiras. La mitad de los vecinos se quedaron en el barrio. Pero entonces ocurrió algo inesperado. Llegaron miles de emigrantes de Pakistán, India, Filipinas, Centroamérica, Bangladesh, Perú, Ecuador. Algunos compraron legalmente pisos y locales. Entre unos y otros activaron la zona. Hoy el barrio, sea Raval, Xino, Distrito Quinto o como se quiera nombrar, es un barrio vivo y con las calles siempre atestadas de actividad. Y mucha gente trabaja de forma colectiva y hasta se han fundado cooperativas. La muerte de Juan Andrés ha posibilitado, por la indignación que causaron las mentiras del poder, el nacimiento de una nueva asamblea de vecinos que no sólo ha puesto en evidencia la verdad, sino que lucha en favor de la verdadera dignidad.
Existeix una expressa voluntat de l’Administració de justícia de tractar de manera diferenciada les persones immigrades i els policies? Actualment no s’ha observat cap instrucció o criteri preestablert en aquest sentit. Ara bé, tal com recull el sociòleg Michel Wieviorka a El espacio del racismo, la característica principal del racisme institucional es configura en el fet de presentar-se de forma arrelada en les pràctiques rutinàries del funcionament de les organitzacions i es configura com una propietat estructural del sistema. En aquest sentit, la discriminació institucional no es manifesta de manera declarada sinó que es configura com un conjunt de pràctiques que han adquirit una certa autonomia, una dinàmica pròpia. Quines són les conseqüències? El pas de definir la violència policial de «puntual i extralimitada» a «acceptada i institucionalitzada» depèn del comportament de les institucions. La seva correcta actuació és quelcom determinant per acabar amb les irregularitats i abusos d’autoritat dels cossos de seguretat, així com per protegir la ciutadania d’aquestes pràctiques. Si no és així, les conductes violentes queden impunes, circumstància que genera una percepció entre els agents de policia de legitimitat respecte a tals actituds mentre que els ciutadans se senten desprotegits per la justícia i, per tant, encara més vulnerables a les agressions comeses pels agents de policia.
Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez
HOMICIDI I MENTIDES AL RAVAL JESÚS RODRÍGUEZ / PERIODISTA
La nit del 5 d’octubre de 2013 es va viure al carrer de l’Aurora del barri del Raval de Barcelona un episodi més d’abús policial. A diferència d’altres casos que s’han viscut els últims anys, la mort de Juan Andrés Benítez a mans dels Mossos d’Esquadra no va poder ser ocultada: desenes de testimonis, gravacions amb telèfon mòbil i un entorn social poc disposat a deixar passar sense més una actuació tan greu. Va ser la gota que va fer vessar el got. L’equip de premsa de la policia autonòmica acostuma a informar cada matí de les morts violentes que es produeixen al llarg de la geografia catalana durant la nit. Però l’endemà de l’homicidi de Benítez, el diumenge 6 d’octubre, no va ser així. A diferència del que sol passar en l’àmbit del periodisme de «successos», va ser un periodista de l’Agència Catalana de Notícies (ACN) qui va estirar del fil sense esperar que el Departament d’Interior confirmés els fets o no. Es va personar al carrer de l’Aurora la tarda de diumenge, va parlar amb testimonis i va aconseguir que un d’ells parlés a cara descoberta davant de la càmera relatant el que va qualificar com a brutal pallissa. S’havia trencat el silenci. La desinformació era tan gran fins aleshores que els mateixos veïns i veïnes que havien presenciat l’agressió no sabien del cert si Benítez era viu o mort. Va ser aleshores -la nota difosa per l’ACN ja corria per la xarxa- quan els capitostos del Sindicat de Policies de Catalunya (SPC) van convocar una reunió d’urgència a la comissaria del carrer Nou de la Rambla, on hi treballen uns 240 agents adscrits a funcions de seguretat ciutadana i patrullatge pels carrers de Ciutat Vella. Eren quarts de dotze de la nit quan una desena de policies implicats en els fets van rebre instruccions per part de l’advocat Josep Maria Fuster-Fabra; tothom era conscient de la gravetat d’una actuació que podia derivar en conseqüències penals. D’aquell encontre va sortir la consigna de desprestigiar la víctima: vincular-lo a les drogues i a la marginalitat. Poca estona més tard apareixien ambdós comunicats de l’SPC i de CCOO-Mossos d’Esquadra en què s’assenyalava que dos policies haurien de ser tractats durant un any amb antiretrovirals per una suposada mossegada de Benítez just quan era reduït.
La contrarellotge de l’estigmatització El Departament d’Interior va començar una cursa contrarellotge per convèncer els periodistes: tot plegat havia estat en «legítima defensa» i amb la «força mínima necessària». Van assegurar que no s’havien produït agressions, només la reducció de la víctima. Però ben aviat els testimonis i els vídeos que van anar apareixent a mesura que el veïnat va anar perdent la por, ho van desmentir. Van ser vuit els agents que van immobilitzar Benítez: mentre sis d’ells el pressionaven contra el terra, dos li propinaven cops de puny, cops de genoll i fins i tot l’agredien amb una porra extensible. Els gemecs de l’empresari del Gaixample enregistrats amb un telèfon mòbil van impactar la jutgessa i la Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez
El jutjat d’instrucció 20 de Barcelona portarà a judici deu mossos d’esquadra acusats de l’homicidi de Juan Andrés Benítez, l’encobriment i la destrucció de proves. La vista oral es podria celebrar durant la tardor.
fiscal del cas, que des d’aleshores s’han mostrat convençudes d’estar davant d’una mort per homicidi, que en el moment processal oportú s’haurà de concretar si fou dolós o imprudent. És per això que s’ha obert un procediment del Tribunal del Jurat, format per nou membres que hauran de decidir al llarg de la propera tardor si els mossos imputats són innocents o culpables. El magistrat encarregat del cas acotarà aleshores la pena de presó adient per a la condemna de cadascun dels policies i imposarà el que assenyala per a cada delicte el Codi Penal actual. L’intent de desprestigi de la persona de Benítez es va centrar sobretot en el seu suposat consum de drogues. L’informe de l’Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses encarregat per la jutgessa Eva Moltó, i aportat a la causa, va fulminar qualsevol hipòtesi en aquest sentit. Al cos de la víctima hi havia una quantitat ínfima d’alcohol, equivalent a 0,1 grams per litre de sang, unes restes etíliques que segons el metge forense podrien haver estat generades endògenament després de la seva mort. Pel que fa a la cocaïna,
se li van trobar valors de 0,01 mil·ligrams per litre, molt lluny del 0,25 mil·ligrams per litre necessaris per ocasionar efectes en la salut. L’estratègia estigmatitzadora del Departament d’Interior va fracassar del tot i, a més, la jutgessa -en un escrit del 13 de febrer de 2014- va reclamar informes sobre la salut mental dels deu policies imputats, així com un dictamen sobre els «seus hàbits tòxics». En el requeriment judicial també s’exigeix la data d’incorporació al cos dels Mossos d’Esquadra de cadascun dels policies i que es faci constar en un sobre tancat -que no s’incorporarà a la causa- els seus noms, cognoms i números de DNI.
LA RESPUESTA, AMIGO MÍO... GERARDO ARIZA / AMIGO Y MIEMBRO PLATAFORMA #JUSTICIAJUANANDRES
La horizontalidad y la democracia participativa no son posibles sin recursos como la educación y la sanidad, el agua y la luz, los dos euros del metro... o la justicia. Bien sabedores de ello, aquellos que nos gobiernan tratan de gestionarlos sin nuestra voz, arrebatándolos de nuestras manos y convirtiéndonos en su clientela a través del voto cual carta blanca para ‘velar’ por nuestra seguridad. Detrás del enorme agradecimiento a los vecinos de Barcelona, vivo además una incesante lucha y crecimiento personal: descubrirse en la debilidad humana, reconocerla y asumirla como parte del proceso, ni es fácil, ni recurso práctico. Da miedo como bala de goma. Mirar hacia otro lado ante la exigua y alexitímica educación emocional. Hand, Head... Heart. ¡Ábrete Sésamo!
Una comissaria imputada, un barri vigilant L’homicidi de Juan Andrés Benítez ha tingut la desgraciada fortuna d’aparèixer als mitjans de comunicació, però només és un dels molts casos de brutalitat policial viscuda i patida als carrers del Raval. Tal com s’assenyalava en una peça d’urgència que la revista Masala va publicar al seu blog -cinc dies després dels fets- sota el títol «Anatomia provisional d’una mort al Raval», viure en aquest barri significa, en definitiva, «viure en presumpció de culpabilitat». Els informes de l’Autoritat Catalana per a la Prevenció de la Tortura assenyalen any rere any les zones obscures i els protocols ad hoc que fan possible el maltractament i la tortura a les comissaries de la Guàrdia Urbana a les Rambles (només cal recordar el cas 4F) i la dels Mossos al carrer Nou de la Rambla. En aquesta última són un 15 % de la plantilla el nombre d’agents en actiu adscrits
a funcions de seguretat ciutadana que han estat imputats per abusos policials. Després de la mort de Benítez, el conseller d’Interior va prometre que revisaria el que passava portes endins d’aquell búnquer -fou construït per albergar la seu del CNP a finals dels anys noranta-, però fins ara només ha transcendit el relleu de l’intendent Enric Garcia Doñate, que ha estat substituït per l’intendent Antoni Sánchez. Entre les entitats del Raval que han impulsat la campanya «Justícia Juan Andrés», el relleu es veu com una petita victòria, però malgrat tot amb això no creuen que es garanteixi cap canvi en l’actitud dels agents que patrullen el barri. Mentrestant, i com a mostra d’un canvi en positiu, un gran mural on es veuen els Mossos vigilats pel veïnat presideix des del 14 de desembre el tram del carrer de l’Aurora comprès entre els carrers de Riereta i Carretes. Ningú s’ha atrevit a esborrar-lo. La policia i els polítics del districte semblen haver entès que ara el veïnat també vigila.
Eneagrama o cómo hacer bien el puchero andaluz de mi madre, Symphony No.3 poco Allegretto de Brahms, We are warriors, Trenca les fronteres, guaita lluny i endavant! Libertango, Pornoburka, Melibeo y ¡Oh capitán, mi capitán! Lo Favaret, Van Imagination, La Motilla, Metz, el Tardón... y el solar abandonado de Aurora. Asamblea, Rereguarda, el Lokal, Reflectantes, Pedro Álvarez, Alik, Yassir, Melilla, Cíes y ¡ojo con tu ojo, Ester! Fagc, Gais Positius, Casal Lambda, Glorieta de Sonia, Consell Nacional LGTB y 900 rosa, Uganda, Rusia y corre corre... sin bata. Pepe tu perro, gato gordo, roquero solitario y alimañas políticas, hombres-pene y periodistes mosses. Parias, nómadas, virus e interferón. AVE y Stop pujades. Roble de Goethe, Albats de Olérdola y filoxera. Los Jorges de Burgos y sus luces azules. David del Parlament y ACDDHH. Mostrando las partes, Poesía de Sitges, Huracán sobre el azúcar y Torres de arena de Marifé... Lenguaje de valientes el del amor, la poesía, la tristeza... el abandono. Querido Juan Andrés: Formas parte ya de la historia negra de la Cataluña de CiU. Te fuiste y me dejaste como barquito a la deriva. ¿Estaría vivo mi amigo Juan Andrés si no hubiesen intervenido los mossos?
Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez
BLANDOS NUDOS LÓGICOS MIGUEL HERRAINZ
FRANCISCO JOTA-PÉREZ / ESCRITOR El bienintencionado grafiti mural que emborrona con su estridencia el retrato robot del fantasma mediático que encanta el número 16 de la calle Aurora no distrae la visión del montón de basura que hay en el descampado al otro lado del murete sobre el que ha sido pintado. Un cerco sin cerrar: la tapia acaba de forma abrupta en un enrejado de obra a través del cual se puede contemplar el vertedero que mal esconde; latas aplastadas, un guante enredado en una bufanda atada a la reja, tampones y bolsas de patatas y paquetes de tabaco arrugados, papel de periódico y la celulosa viva de las malas hierbas. Enciendo un cigarrillo. Son las nueve y media de la mañana. No hay nada más que ver, nada que sentir salvo las interferencias mediáticas que han castrado el potencial psicogeográfico que cabría suponerle al frío asesinato policial que tuvo lugar en esa acera hace seis meses. Echo a andar. A este barrio, a estas horas, le queda mejor el cielo marengo con el que nos hemos despertado hoy que cualquiera de los colores institucionales que manchan las banderolas ondeando en las farolas. Invita a abandonarse a blandos nudos lógicos. La Rambla del Raval se me aparece como el río en el centro de un tablero de ajedrez chino. Sé que a mi derecha, ahí abajo, casi en la desembocadura del novísimo bulevar, acecha el monstruoso Gato de Botero, sólo que en este instante no es un gato, sino un caballo; un caballo de río, ȓʌʌȠȢ ʌȠIJĮȝȠȢ, hermanado con el Caballo de Botero a las puertas de la Terminal 2 del aeropuerto del Prat. Gato y Caballo son piezas intercambiables en un animismo animalista deforme, hinchados como flotadores lanzados al espacio de tránsito, en un punto justo antes del punto en que es demasiado tarde y la partida se da por perdida. Vadeo la rambla y tomo San Rafael hasta Robadors sin toparme con nadie. Soy una vaguada barométrica arrastrando la presuntuosa asunción de que una deriva por estas calles proverbialmente desiertas iba a inducirme visiones de sangre limpiada a toda prisa para corromper el escenario del crimen, cadáveres descuartizados y metidos en baúles y cera derretida bajando en torrente y formando una pátina sobre la calzada, acompañadas de gritos preternaturales, vivas a la Virgen que se llevó la Peste y fraseos de rumbas olvidadas. En lugar de ello, lo que obtengo es calma. Calma y un pasaje vacío, todo para mí. Mis ínfulas de liminalidad quedan barridas por la andanada de crudo estado cercano al zen que el territorio, aquí y ya y nada más, me echa encima.
Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez
Fundido a gris sólido… Entro al patio porticado del antiguo hospital de la Santa Cruz. Algunas edificaciones parecen obsesionadas con la inmortalidad, y esta es una de ellas. En unos bancos, cuatro sintecho y un viejo punk charlan entre sí en voz baja y se desperezan, sin quitar ojo a sus colchones de cartón ni al colega que aún duerme con la espalda apoyada en el pedestal de la estatuilla a San Roque, el protector de los leprosos que se abre la túnica para mostrar las llagas en sus muslos. Sentada en la escalera que San Roque guarda, hay un chiquilla emo de pelo cardado, chaqueta de cuero, minifalda, medias de fantasía y botas militares; está leyendo. Al fresco. Sólo leyendo. Cruzo el atrio con esta paz inesperada soplándome, empujándome, y salgo a Carme chapoteando en modorra de motor calado en cierta parte de la máquina autárquica. Olvídate de cosas como la gentrificación y la violencia de los vampiros psíquicos que anidan en el arrabal eterno. Desde su misma planificación, los chupamentes metafóricos se adueñaron de la obertura y ampliación de las murallas medievales de la ciudad y en ella han resistido restauraciones borbónicas, plagas, olimpiadas y modas; seguirán aquí cuando pase lo que sea que está pasando ahora. Olvídate de las semillas de miedo infantil que esos vampiros te cagaron dentro a modo de alarma preventiva. Sant Antoni Abat, Sant Climent, Carretes hasta Pacià, Riereta hasta Santa Pau… El Raval, a un paso atrás y un poco a la izquierda del tabloide y las canciones de borrachos a las tres de la madrugada, es uno de esos grupos de negros y grupos de marrones y variaciones orientales y occidentales que arrancan el día en plazoletas, zonas verdes, parques y cualquier ensanche que alivie algo el omnipresente aroma a curry y sudoraciones nocturnas; es esta tranquilidad del borde de la cama, el momento de transición entre el sueño y lo que viene después, cuando el pie desnudo pisa el suelo y la espita de identidad y recuerdo revienta para meterte, deprisa, en contexto. En la estación de metro de Paral·lel, frente a los torniquetes, un matrimonio de turistas enseña a su hijo a descifrar el mapa de una porción de mundo que le es tan ajeno como lo más ajeno que su cabecita pueda concebir. En el andén, dos decenas de niños en excursión ignoran a su profesora cuando les pide que busquen en el mapa dónde se encuentran; los críos han visto una rata corriendo por las vías, y eso es lo único que les importa.
LA REVOLUCIÓN DE LAS BACTERIAS LIVIA MOTTERLE / ANTROPÓLOGA Y MIEMBRO DEL GRECS (GRUP DE RECERCA SOBRE EXCLUSIÓ I CONTROL SOCIALS)
Que la tarea de las fuerzas del orden sea provocar desorden y difundir el miedo castigando públicamente a quien no obedece las órdenes es algo que ya se sabe. Pero a mucha gente le cuesta todavía creer que, en aquella noche de octubre, los que supuestamente fueron llamados para calmar una pelea en la calle acabaran convirtiéndola en un asesinato. Una demostración más de lo que puede pasar si no te conformas a una normativa (in)cívica capaz de regular permanentemente tu vida y de quitártela en su nombre.
a) Las bacterias no tienen el núcleo definido Los cuerpos son archivadores de mensajes naturalizados y públicamente aceptados o transmisores de significados que no entran en estructuras institucionalmente predefinidas. Los cuerpos son el lugar donde el poder se inscribe. Controlar un barrio a través de las prácticas corporales de quien lo vive es una estrategia de vigilancia utilizada también en el Raval. Este mecanismo perverso opera quirúrgicamente en las arterias del barrio donde más late la vida, identificando los elementos infectos para extirparlos. Las primeras de la lista negra son las putas. Brujas rebeldes, revolucionarias poderosas, curanderas no reconocidas, las trabajadoras sexuales siguen consideradas, igualmente que en la época del nacional-catolicismo, como “la más peligrosa plaga social que hay que extirpar”. Junto a ellas y entre ellas desfilan en el circo de los monstruos las lesbianas, los gays, las y los transexuales, por el hecho de manifestar formas de sexualidad(es) que escapan de las dicotomías de género naturalizadas. Y así, a los músicos mejor dejarlos sin guitarra, a los okupas sin okupación, a los grafiteros sin spray, a los lateros sin latas, a los manifestantes sin ojo. Para que le quede claro a la sociedad entera que la visibilización de autenticidad(es) es un crimen que se paga con cicatrices permanentes.
c) Las bacterias, para resistir, forman asociaciones con otros organismos llamadas mutualismos Hoy las putas no se quedan prisioneras dentro de los conventos a limpiar las bragas de las monjas y a hacer cestas de esparto. Ya salen a la calle apoyadas por el barrio y apoyándolo a la vez. Cuando el 18 de octubre la manifestación para exigir justicia para Juan Andrés pisó la calle d’En Robador, las trabajadoras sexuales se unieron al cortejo manifestando su rabia contra una violencia policial que también les afecta y que provoca muertes invisibles, como la de Concha Solano Ramírez. Una rabia que las lleva a leer el 25 de octubre el manifiesto Resistiré, a estar en la calle junto a Ester Quintana el 24 de noviembre, después de que ya el 26 de abril del 2012 hubiesen desfilado hasta el Ayuntamiento bajo el lema “Prostitutas Indignadas” gracias al apoyo de Genera y otras organizaciones proderechos. Hoy las trabajadoras del sexo se hacen escuchar con ollas y cucharas en las manos. Se hacen visibles con sus paraguas rojos. Comparten la lucha con las (trans)feministas y muchas veces acaban reconociéndose en ellas (ojalá algunas feministas se reconocieran como putas). Reivindican la dignidad de su trabajo mirando al modelo de la cooperativa ibicenca porque, como afirma una vecina, “es un trabajo necesario, ya que da satisfacción a nuestros cuerpos y a los de los clientes. ¿Y qué hay de malo en esto? Queremos que nuestros derechos sean respetados, como trabajadoras, como mujeres, pero ante todo como personas”.
b) Las bacterias se matan con desinfectantes como la lejía “El oficio de prostituta es tanto o más infame que el de verdugo. Es el oficio más asqueroso, más impuro y más pútrido que se conoce. Si en una calle te encuentras entre un montón de basura y una prostituta y es inevitable tener contacto con el uno o con la otra, tírate a la inmundicia. Un poco de agua devolverá a tus vestidos la limpieza que antes tenían; pero nada hay capaz de quitar la mancha que en ti habrá impreso el contacto del vicio”. Esta visión, que está a la base de la doctrina higienista que controló la Barcelona de los finales del siglo XIX, ¿es tan lejana de la que nutre el estigma de la puta hoy en día? “Nos tratan como basura que hay que sacar del barrio y reciclar. Nos quieren redimir obligándonos a hacer cursos de reinserción laboral. Pero nosotras ya tenemos nuestro trabajo y no queremos ir a limpiar el culo a nadie”, dice una mujer. “Y nos multan sin ningún criterio. Tengo miedo a saludar a mis amigas que pasan por la calle donde trabajo porque muchas ya han sido multadas por eso”. El estigma, aunque hoy no está impreso con nitrato de plata como en la época del higienismo, está fabricado por la misma hipocresía que quiere una Barcelona atractiva y seductora, capaz de satisfacer los gustos del mercado turístico. Entonces escort sí, pero puta jamás.
d) Una sola bacteria puede llegar a producir 16 millones de bacterias en solo 8 horas
Reivindicar los derechos de las trabajadoras sexuales de la calle y de todas las personas que, como Juan Andrés, han sido sacrificadas y degustadas en el banquete de la hipocresía, es reivindicar los derechos de todas. Nuestros cuerpos tienen que ser libres de transitar, vivir y habitar lo público, conquistando sus espacios como les dé la gana. Porque somos relaciones, somos intersecciones, somos infracciones. Calle Aurora, calle d’En Robador y todas aquellas que han sido escenarios de violencia policial apelan a nuestros cuerpos a romper las arquitecturas del miedo construyendo cartografías de prácticas visibles, rumorosas e interactivas. Que se propague el virus para que arda la rabia y que se reproduzcan las bacterias. Y con ellas, todos los tábanos, las abejas, las avispas y los mosquitos. Porque por muchos sicarios del (des)orden que queden impunes, muchas más somos las dispuestas a picarlos con nuestros afilados aguijones. Porque yo también soy puta, lesbiana, transexual, marica, latera, músico callejera, okupa, grafitera, manifestante...y porque yo también soy Juan Andrés.
Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez
NUESTRA CIUDAD: NUESTRAS NARRATIVAS
MARIONA TOLOSA
MARCO ANTONIO RAYA / ESCRITOR, TERAPEUTA OCUPACIONAL Y ARTETERAPEUTA Las calles de la ciudad se vertebran como propiedad escindida, entre el asombro de los herederos y el furor de la violencia institucional de los cuerpos de seguridad, día y noche. Usted traza un número de placa que lleva a su superior que lleva a un conjunto de hombres que lleva a un plan que es un sistema que, de tanto utilizar la moral, combate al fuego con la pala. Estos, que se llaman a sí mismos hombres y mujeres, estos, que golpean con saña cualquier representación del propio deterioro, en cumplimiento de una hoja de ruta que busca obturar ese agujero, ese borde por el que transita lo humano todo, ese ni contigo ni sin ti de la periferia interior de Barcelona. Golems altamente cualificados para la distribución del castigo, artefactos de carne y hueso empacados en el alimento que sus amos les dan, bolas regurgitadas de kevlar donde se guardan –bien adentro– los corazones. Ciudadanos, ciudadanas de esta ciudad, se pretende que la ciudad no pase, que no suceda, que el cuerpo molesto de la ciudad sea usufructuado y nada se mueva sin ser debidamente contenido. Los legisladores de la fisiología conocen la teoría de lo normal, no saben que lo normal cambia
Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez
según donde nacen los fantasmas. Son los ignorantes de la carne, la Ciudad y la cultura, del peligro de no-ser, quienes dictaminan las acciones de limpieza de cada distrito, de cada barrio, a cambio de mantener el como si, la apariencia olímpica donde la única mancha permitida es la del turista en su capital acción del raer y de la cría. Y si abandonamos la metáfora, si es esto posible, hablamos de controlar un barrio que molesta, hablamos de generar blitzkriegs de demostración de hervor testicular, dominación a través de la higiene social, a partir de estrategias que excavan la roca y la piel de aquel que está en el momento adecuado en el sitio que cabía –para los planes del estatus– esperar. Hablamos de mirar y de miedo. De miedo a mirar. De silencio. De las miles de formas de poder decir. Hablamos de la necesidad de parar y respirar, comprender dónde estamos situados. Qué sucede aquí. A quién se pretende atemorizar. Adelantarnos a ellos porque la mutación es la clave de nuestro avance. Siempre lo fue. Siempre lo será. Transformemos algo de todo esto, narremos. Narremos la siguiente mutación hasta que nos vuelvan a parar.
L’ESTAT-GUERRA A CASA NOSTRA SANTIAGO LÓPEZ PETIT / PROFESSOR DE FILOSOFIA DE LA UNIVERSITAT DE BARCELONA El poder és poder matar, i qui pot fer-ho té el poder. Aquesta veritat simple i alhora essencial, que tothom coneix, ha d’estar sempre amagada perquè és desestabilitzadora. El que s’anomena «legitimació del poder» consisteix a inventar una justificació que l’enterri ben endins. La religió o la filosofia política ho han fet apel·lant a Déu, a la societat o al transcendental que en cada moment més convenia. Avui, encara que aquests vells discursos legitimadors no han desaparegut, el poder ha descobert que la millor manera d’autolegitimar-se és, paradoxalment, no fent-ho. Senzillament n’hi ha prou amb què funcioni. Algú es pregunta, quan veu passar un cotxe, com funciona el seu motor? No, només mires que el cotxe no t’atropelli. El poder és un codi que s’imposa de manera totalment natural: funciona. Sempre és més difícil dir no que sí, oposar-se que seguir la corrent. Però
llavors per què el poder té la necessitat de matar? La pregunta que ens hem de fer no és per què el poder mata sinó per què té la necessitat de demostrar que pot fer-ho. Per exemple la nit del 5 d’octubre al barri del Raval. Quan la veritat del poder surt a la llum i es fa esdeveniment, els defensors de l’ordre social corren tots a recitar la lliçó apresa: «No s’ha de generalitzar de cap manera. Si han estat males pràctiques policials o conductes penalment punibles, caurà sobre els agents eventualment responsables tot el pes de la llei. Estigueu tranquils, ha estat un error». Però nosaltres sabem molt bé que no és així i que, ben al contrari, l’error és la prova mateixa de la veritat, com l’excepció és la confirmació de la regla. El poder no mata arbitràriament. La coherència absoluta, una de les seves característiques principals, és justament la que li permet fer de l’arbitrarietat de la violència una
eina a la seva disposició. Registres de locals, controls als carrers, amenaces personals... el poder de l’arbitrarietat desplega una presó feta de por i d’indiferència. Tot (i tothom) ha de viure sota amenaça. D’aquesta manera, la demostració que el poder pot matar adquireix una funció social essencial. Desencadenar conflictes controlats és la millor manera de gestionar els forats negres de precarietat i desesperació. Així és com es visibilitza una opacitat massa perillosa. Per tenir èxit cal, però, matar dues vegades. Primer la vida, i després el nom. El mort no era Juan Andrés Benítez, es tractava d’un empresari del Gaixample. La policia del futur Estat propi fa com la Guàrdia Civil a Ceuta. Els immigrants que van morir van ser enterrats sense identificar. Van perdre la vida i després el nom. L’Estat-guerra es fa present també a cada racó del Raval per tal de netejar la marca Barcelona.
EXCEPCIÓN Y DEMOCRACIA AUSENTE RAIMUNDO VIEJO / ARTEFAKTE, UNIVERSITAT DE GIRONA Vivimos tiempos en los que la excepción se ha hecho paradigma de gobierno. No importa la escala en la que esto se hace operativo —sea un “caso puntual” o una “emergencia nacional”—, la excepción es hoy la pieza sobre la que se articula la gobernanza y muta la estructura de la soberanía. Es la excepción el lugar en que se instancia el poder soberano y sin el cual no sería posible configurar un mando sobre el cuerpo social. Por eso los casos que se dicen “puntuales”, “excepciones”, etc., no son eventualidades absurdas o imprevistos sin fundamento para el orden político. Al contrario, por su carácter excepcional y exterior a la norma, pero que practica quien la debe hacer observar, desvelan la propia naturaleza del poder que instituye la norma en sí. El caso de Juan Andrés Benítez, como el de Juan Pablo Torroija y tantos otros antes, forman parte así de un goteo vital al poder soberano; un goteo que actualiza, con mínimo coste, pero máxima eficiencia, la capacidad gubernativa del régimen. Si vivimos tiempos de excepción es porque son también tiempos de ruptura constituyente, de desobediencia civil a una autoridad estatal deslegitimada. Ante este desafío,
el mando tiene necesidad de reconfigurarse e invoca por ello la excepción, convirtiéndola en paradigma de gobierno. Pero al tiempo que necesita la excepción para asegurar/se la gobernanza, se requiere el espectáculo para bloquear la contestación y capturar los procesos de subjetivación que genera la deslegitimación en curso. Sucede así que quienes se reivindican por una parte protagonistas de una escisión constituyente (la independencia), refuerzan por otra los propios dispositivos de poder que les gobiernan, impidiendo con ello que se llegue a hacer efectiva cualquier ruptura con el régimen. Solo la interferencia vecinal en el espectáculo del mando —facilitada tecnopolíticamente por las grabaciones improvisadas, la difusión por redes sociales, etc.—, ha cortocircuitado el dispositivo de captura y legitimación, poniendo en evidencia la naturaleza del mando y la centralidad que en él ocupa la excepción. Sobre la excepción pivota, en definitiva, la manera en que se configura el régimen de poder. Y si esto es posible es porque el lugar de la excepción es el lugar de una ausencia: la ausencia de la democracia. Solo en la ejecución del poder de muerte que luego confiere
un poder para gobernar el resto de la vida —solo en la exculpación de los responsables políticos, incluso cuando hay inculpación de los responsables de la ejecución del mando— se comprende el carácter profundamente autocrático, involucionista y desdemocratizador de un poder que no rinde cuentas a nadie para no tener que rendírselas ni a sí mismo. En la noche del 5 de octubre no solo fue muerto a palos un ser humano, se llevó a término un ejercicio de disciplina del poder político, con independencia de si éste se quiere capaz de fundar un nuevo Estado. En abierto antagonismo, el cuerpo social del vecindario fue quien desveló la naturaleza de lo ocurrido, portó testimonio de lo que se pretendía un sacrificio necesario para la reproducción del orden. A nosotros, observadores inoportunos de los abusos del poder, nos corresponde seguir manteniendo abierto el horizonte democrático. Al fin y al cabo, la democracia nunca será un estado de cosas definitivo, un poder constituido, sino el resultado, siempre contingente, de la confrontación de dos fuerzas antagonistas: la democratización y la desdemocratización.
(DES)ORDRE, (IN)SEGURETAT SOCIAL I VIOLÈNCIA OBJECTIVA MIQUEL FERNÁNDEZ / PROFESSOR DE SOCIOLOGIA, ANTROPOLOGIA I MEMBRE DE L’OBSERVATORI D’ANTROPOLOGIA DEL CONFLICTE URBÀ En aquestes línies proposaré una interpretació de les possibles causes estructurals de la mort violenta a mans de la policia del veí del Raval, Juan Andrés Benítez. El primer que farem és preguntar-nos què entenem per violència. Es tracta d’un abordatge a partir de subscriure les tesis de Walter Benjamin segons les quals la violència funda i reprodueix el dret. Parlarem doncs d’una violència de l’ordre o d’una violència objectiva, que altres autors descriuen com la inherent a «l’estat normal de les coses». És a dir, és la violència que es troba dins del «normal», és la violència que no se significa com a tal. En aquest sentit, és la violència invisible. Al seu torn, aquesta violència es pot dividir en dues: la violència simbòlica, que no només opera en els obvis i molts estudiats casos de relacions de dominació i que es reprodueixen en el llenguatge mateix; es tracta d’una forma fonamental de violència, la que imposa cert «univers de sentit». L’altra forma de violència objectiva l’anomenem sistèmica i no és altra cosa que les sovint generalitzades conseqüències catastròfiques del funcionament dels nostres sistemes econòmics i polítics. La reflexió de Benjamin era precedida d’un famós aforisme de Blasie Pascal segons el qual no podent fer-se forta la justícia, s’ha fet justa la força. Ja en aquest segle XXI, el sociòleg Loïc Waquant ens advertia d’una perillosa relació: l’esbombada «mà invisible del mercat» requereix el «puny de ferro de l’Estat» Estem parlant d’una violència legítima, la de l’Estat, que es torna invisible perquè és legal. És d’aquesta manera -invisiblement i legítimamentque aquesta violència és estructural i estructurant. No es pot reproduir l’ordre econòmic, polític i social sense la pràctica de la violència. Es tracta del que el mateix Benjamin en el seu debat amb Carl Schmitt definien com
l’Estat d’Excepció. Segons aquest, el prerequisit de l’ordre no és la justícia, sinó l’Estat i aquest ha de fer servir tots els mitjans al seu abast per reproduir-se. En aquest sentit, la vuitena tesi sobre la filosofia de la història de Benjamin establia que pels exclosos, pels marginats, pels pobres, l’estat d’excepció és la regla. La llei, ens deia Michel Foucault, no està al servei de demarcar els dominis de la legalitat, sinó per administrar il·legalismes. La demarcació legal-il·legal tolera o inventa privilegis de classe i també prohibeix, aïlla o defineix els enemics del de l’ordre d’un Estat aparentment al servei de la nació però efectivament segrestat per les classes dirigents. Els il·legalismes no són un error de mesura, són part necessària del funcionament social i mostren com tot dispositiu legislatiu contempla uns espais reservats on la llei pot ser violada, altres on pot ser ignorada i altres on la infracció pot ser castigada. El cas de Juan Andrés Benítez no deixa de ser un altre trist exemple de com opera aquesta violència estructural. Es tracta de la neutralització per tots els mitjans d’un detingut, sota l’elevat risc de produir-li la mort. Una actuació que podrà emparar-se en els protocols policials ens alertarà del que autors com Zygmunt Bauman anomenen adiaforització. Aquest concepte inspirat en el gran autor de la crítica a l’autoritat, Max Weber, remet a una pràctica funcionarial que ha de portar-se a terme delegant totes les responsabilitats en l’imperatiu burocràtic. Bauman va elaborar aquesta noció a partir del seu estudi sobre l’holocaust nazi i ens explicava que aquesta forma de govern, la burocràcia, permet l’aparició d’aquest tipus de pràctiques: l’execució d’ordres que violin qualsevol moral comunitària o posin en risc la vida
d’altres persones, pel mer fet d’haver de complir ordres d’uns superiors, freqüentment anònims. Tal com explica David Fernández en la seva investigació Cròniques del 6 i altres retalls de la claveguera policial, la impunitat policial institucionalitzada es manifestarà en els indults amb què l’Estat premia la immensa majoria d’aquests «excessos policials». No és tampoc accidental que aquesta mort s’hagi produït al Raval, escenari del mític barri Xino. Un territori que viu en permanent estat d’excepció des del seu bateig infamant o atractiu, segons es miri als anys vint del segle passat. Escenari de les grans confrontacions antagonistes entre el treball i el capital i, més darrerament, entre el dret a la ciutat i l’especulació immobiliària. L’elaboració del mite del «xino» imposava una lectura del lloc, com aquell on només vivien criminals i anarquistes, «donde se confabulaba lo más pernicioso de la sociedad para arremeter contra el orden, la tranquilidad, la paz y el trabajo de Barcelona» (com clamava el registrador de la propietat immobiliària el 1942) i no pas «molta gent molt normal» (com va reconèixer un dels responsables de l’empresa publicoprivada encarregada de la «rehabilitació» de Ciutat Vella abans de les primeres destruccions urbanístiques). Bauman va assenyalar que actualment podem estar vivint un «holocaust silenciós i continu». Aquest nou ordre politicoeconòmic combina perillosament i sense fre ambdues formes de violència objectiva: la simbòlica i la sistèmica. Aquesta diagnosi ens convida a pensar que la màxima de Pascal està esdevenint norma per a capes cada vegada més àmplies de la població i que per elles, per nosaltres, l’estat d’excepció és la norma. Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez
LA CIUDAD Y LA HISTORIA
JORDI BORJA / PRESIDENT OBSERVATORI DESC (DRETS ECONÒMICS, SOCIALS I CULTURALS), AUTOR: REVOLUCIÓN URBANA Y DERECHOS CIUDADANOS (ALIANZA EDITORIAL 2013)
La ciudad tiene un corazón antiguo, parafraseando el hermoso libro de Carlo Levi Il futuro a un cuore antico. Obviamente este corazón antiguo es el “centro histórico”, aunque sería más justo entenderlo de una forma más extensiva y denominarlo “ciudad histórica”, aunque toda la ciudad es historia. Pero nos referimos específicamente a la parte de la ciudad en la que están presentes distintas etapas del desarrollo urbano y las marcas de las diversas poblaciones que lo habitaron. Son los lugares que acumulan memoria, los espacios que contienen los tiempos, los elementos simbólicos que transmiten sentido al habitante o visitante. Lo que usualmente denominamos “centros históricos” no siempre son actualmente centralidades, pues han decaído, o se han especializado, o han borrado gran parte de las huellas del pasado. Deberíamos integrar en el concepto de ciudad histórica las áreas industriales, los barrios obreros surgidos en la era industrial, las infraestructuras como los puertos y el ferrocarril, los guetos en los que en el pasado se refugiaron minorías y que aun más o menos subsisten. Destruir la ciudad histórica es asesinar el corazón, el alma de la ciudad. Barcelona posee un “centro histórico” extenso y multiforme. En este centro está presente toda la historia de la ciudad, desde la estructura urbana anterior a 1714 y redescubierta bajo el Born, hasta el curioso urbanismo racionalista del siglo XVIII aportado por los ocupantes franceses (Barceloneta). Desde el Port Vell, que resiste a los embates privatizadores, hasta el Raval, ocupado por la masiva llegada de gentes de todo el mundo que han sustituido a los inmigrantes españoles de otras épocas. Desde la callejuelas medievales o anteriores al siglo XIX que se encuentran en todos los barrios del centro histórico hasta los mercados turistizados y los grandes equipamientos culturales y educativos a ambos lados de la Rambla. El centro histórico, o si lo prefieren “Ciutat Vella” es clásica, antigua y moderna, localista por dentro y cosmopolita por fuera, trabajadora y turística, popular y burguesa, lugar del poder siempre e insurreccional periódicamente. A pesar de todo, como podría decir el Gato Pérez, las calles de Ciutat Vella poseen “sabor a ciudadanía”. Nos resulta difícil limitarnos a Ciutat Vella. La historia de la ciudad está muy vinculada a Montjuic, donde vivieron algunos de los primeros colectivos humanos. También es historia la huella de las murallas y su demolición por levantamiento popular. Y a los barrios que son hoy distritos, antes fueron municipios (Sant Martí, Sant Andreu, Horta, Gràcia, Sarrià, Sant Gervasi, Sants) y mucho antes formaban parte del “territorio” de Barcelona. También son historia que nos transmite identidad y memoria colectiva los conjuntos industriales (Can Batlló en Sants-Magoria, los que subsisten en el Poble Nou), aunque gran parte han sido demolidos por la especulación urbanística. Tienen significado histórico las viviendas obreras, todo ello testimonio de la cultura del trabajo y de la memoria de las luchas sociales, así como las huellas de los barrios de barracas. Como historia es el Ensanche, una fantástica trama que hubiera
Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez
MEET MR. CAMPDELL podido ser sin embargo un modelo de “ciudad igualitaria” y de calidad de vida como quiso Cerdà, pero que la economía urbana especulativa ha deformado. Pero donde la historia se condensa con más intensidad es sin lugar a dudas en Ciutat Vella, en el mal llamado Barrio Gótico y en los barrios de Sant Pere y la Ribera, al otro lado de la Vía Layetana. En el puerto y en la Barceloneta. Y, obviamente, en el Raval también. Ciutat Vella fue durante décadas una zona en gran parte abandonada. El barrio gótico, espacio del poder donde se encuentran los edificios más simbólicos y más accesibles a los turistas, fue objeto de promoción en época ya de la dictadura y de porciolismo. Pero el Raval, Santa Caterina, la Ribera, la Barceloneta, se fueron densificando y degradando. Las zonas habitadas tradicionalmente por sectores populares y que se habían mantenido oponían resistencia a operaciones que conllevaban la expulsión a medio plazo. El resultado por ahora ha sido híbrido. El turismo ha colonizado no solo los espacios de más calidad, también gran parte del resto, pues la ciudad recibe bastante turismo de ingresos medios y bajos. Las zonas populares han mejorado tanto en su entorno como en la vivienda, pero sienten cada vez más presión del mercado, gentrificador o turístico.
Conclusión: el centro histórico se ha transformado al mismo diapasón que la ciudad. Se mantiene su perfil, los estratos históricos acumulados están presentes, se ha intervenido para frenar la degradación de hace algunas décadas. Es un centro histórico ciudadano y forma parte de la nueva industria de una ciudad desindustrializada: el turismo. Pero ha perdido algunos de sus lugares y de sus encantos vinculados a la bohemia, a la transgresión y a la cultura popular. Y, sobre todo, la tendencia es laminar los sectores populares. La gentrificación parcial de algunas partes puede ser positiva, como el turismo. Pero sus dinámicas crecientes tienden a expulsar población popular, a reducir la vivienda y el pequeño comercio, a aumentar el control sobre el espacio público. Si esta tendencia se impone en el centro histórico, base fundamental del alma ciudadana, integrador del conjunto de la ciudad metropolitana, perderá su capacidad de transmitir sentido de ciudadanía. Las poblaciones que ahora lo colonizan en busca de cultura urbana, así como el creciente turismo, acabarán matando el entorno que inicialmente les atrajo. Si el corazón de la ciudad pierde gran parte de su contenido popular, dejará de palpitar. Y entonces los colectivos colonizadores constituirán guetos o enclaves turísticos costosos, la vitalidad de la mezcla social decaerá y los que se sintieron atraídos por su encanto se marcharán a otra parte.
GANANDO BATALLAS PERDIDAS
CARLOS YATERO / COREDACTOR DEL PERIÓDICO MASALA Gobernar es, entre otras cosas, sembrar impotencia ante las decisiones arbitrarias tomadas desde los aparatos de poder. En la medida en que quien ordena y manda lo hace más cómodamente en ausencia de conflicto y con la indignación puertas adentro, gobernar es conseguir que una mayoría se sienta previamente derrotada ante cualquier conflicto que nos toque la moral o la existencia. Por eso, como mostraremos en esta galería de inesperadas derrotas del poder, nuestras victorias son siempre contra todo pronóstico.
FORAT DE LA VERGONYA: Desgastada guerra de desgaste. En 1999 el Ayuntamiento y la empresa públicoprivada PROCIVESA apostaron por una guerra de desgaste a la población del Pou de la Figuera y el Mercat de Santa Caterina. En esta operación 2.000 personas fueron expulsadas y se destruyeron 1.078 viviendas y 13 casas catalogadas. Tal y como escribieron Maria Mas y Toni Verger en el libro Barcelona Marca Registrada (Virus editorial, 2004) «les mentides i l’ocultació dels drets als veïns foren des del principi els mecanismes emprats per PROCIVESA per tal d’accelerar el procés d’expropiació. Els primers afectats acceptaven, intimidats, l’oferta a la baixa de l’Ajuntament». Socializar la impotencia. Después de que en verano de 1999 fueran derribados varios edificios del Pou de la Figuera, dejando un solar lleno de escombros y basura, surgió el hartazgo que abrió el camino a una resistencia imprevisible. Comenzaría con una cacerolada vecinal, continuaría con la paulatina apropiación del espacio, adecentado y ajardinado por sus habitantes, y acabaría con una confrontación, en noviembre de 2002, cuando con el pretexto de realizar unas catas arquitectónicas, el Ayuntamiento destruye lo construido y amuralla la zona. Tres años de tira y afloja, dos días consecutivos de cargas y brutalidad policial, el amurallamiento del solar y todo el aparato de poder municipal dedicado a agotar cualquier resistencia, presagiaban una batalla perdida. Hoy es un muro derribado, un parking menos y un parque más comunitario que cualquiera de las operaciones teorizadas desde cualquier despacho. Un agujero entre las victorias precocinadas de la Barcelona de marca.
AZAGRA
BARCELONETA: Tres veces no, mil veces no. El plan de los ascensores se presentó en enero de 2007 «amb l’objectiu de fomentar la intervenció de rehabilitació sobre l’actual parc residencial» y el «reallotjament de persones amb dificultats de mobilitat que viuen en ¼ de casa, facilitant l’habitatge accessible a aquells residents al barri que, per les condicions d’edificació, no és possible solucionar l’accessibilitat suprimint les barreres arquitectòniques». El poder político subestimó primero la capacidad de la población afectada de hacer una lectura crítica de un plan que, en el fondo, buscaba el desplazamiento de la población de mayor edad y la entrega subvencionada de edificios al mercado inmobiliario. El mismo poder político, más que subestimar, despreció a las primeras mujeres que pusieron el grito en el suelo, y cuya principal herramienta política era la vida misma del barrio. Finalmente, subestimó la capacidad de la okupación de Miles de Viviendas de ir más allá de los tics de movimiento, construyendo relación de conocimiento, arraigo y aprendizaje con el tejido social del barrio. Tanto subestimaban a cualquiera de los dos sujetos más visibles de la victoria de todo un barrio, que el entonces alcalde hereditario no creía que necesitara ningún tipo de diplomacia para responder a las críticas vecinales. Durante un debate de la campaña electoral de 2007, Ada Colau preguntaba desde la fila 0 a Jordi Hereu si retiraría el plan de la Barceloneta a la vista del rechazo social. La respuesta, tres veces no, tuvo, a la luz de los hechos, una contrarréplica más que contundente. Mil veces no.
JUAN ANDRÉS: Una victoria visible sobre las violencias invisibilizadas. Ciutat Vella padece, desde que se levanta el día hasta que cae la noche, diferentes formas y grados de estigmatización, persecución y racismo, que se manifiestan de una forma privilegiada en la presión policial. Aunque actúan principalmente tres cuerpos policiales, en el Distrito tienen presencia cinco policías distintas: Mossos d’Esquadra, Guàrdia Urbana, Policía Nacional, Guardia Civil y Policía Portuaria. Las redadas contra población migrante o trabajadoras sexuales, en las que habitualmente se mezclan delincuencia con extranjería y prostitución, son solamente la punta del iceberg. La mendicidad, la inmigración o el trabajo sexual son chivos expiatorios de toda una población trabajadora, precaria, pobre… que no responde ni a la imagen de marca ni a las necesidades del capital turístico-inmobiliario. Al fin y al cabo, la expulsión de las poblaciones empobrecidas del centro de Barcelona es la mayor batalla que libra la oligarquía barcelonesa desde hace más de un siglo. En este contexto, los hechos de la calle Aurora estaban llamados a ser una derrota donde el poder policial, junto con la estigmatización del barrio, terminaran por ocultar la verdad, reproduciendo la impunidad habitual. Pero los teléfonos que grabaron el homicidio de Juan Andrés, no solo grabaron el maltrato y la agresión a la que él fue sometido, sino que mostraron la golpiza cotidiana que, en diferentes formas y grados, ven y sufren estas calles. Visibilizar a Juan Andrés ha sido visibilizar las violencias invisibilizadas y vencer, contra todo pronóstico, sobre la impunidad.
Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez
ANUBIS SE VISTE DE ZIGGY STARDUST LAUREANO DEBAT / PERIODISTA Y ESCRITOR
Tecleando “Juan Andrés Benítez” en el buscador de Google, la primera imagen que aparece es una en la que está ante la Esfinge de Gizeh, en El Cairo. Se lo ve serio, marcial y musculoso. Fue la primera que vimos todos en esos periódicos que hablaban de promiscuidad, drogas, homosexualidad y vida nocturna. La segunda que se ve en la pantalla es la de Juan Andrés tierno, con su perro Pepe. La que ha circulado por la ciudad en los afiches que publicaron diferentes organizaciones reclamando justicia. Entre ambas imágenes, nosotros: la inefable opinión pública. Leyendo apurados las noticias en un bar, mirando con desdén una pared mientras cruzamos la calle. Nosotros, decidiendo en unos pocos segundos sobre si juzgarlo recio o adorable, sin matizar. Por suerte, Juan Andrés no sólo dejó algunas fotos sueltas. Dejó, más que nada, amigos fieles que pueden poner en tres dimensiones esas imágenes planas que nosotros creemos, tan sagaces, que nos dicen tanto. Sabemos, entonces, que estaba obsesionado con la cultura egipcia, que era fanático de David Bowie y que le gustaban los cómics, la moda, el diseño y el gimnasio. Gerardo Ariza lo conoció en Sevilla en el bar El Lamentable, un sitio mítico de la movida gay andaluza de finales de los 80. El primer pub del ambiente que salía del sótano para funcionar a puertas abiertas. “Juan Andrés era muy conocido, pertenecía a un grupo de gente muy modernita y tal. Y en su bar organizaba los Miércoles Rojos, que servían para recaudar dinero para el Comité Anti-SIDA de Sevilla”, comenta su amigo. La necesidad vital de implicarse con su entorno crecía en paralelo con su testarudez para salir adelante en situaciones difíciles. Jordi Ibars trabajó con él en sus tiendas de la Gaixample. Lo recuerda inquieto, siempre investigando sobre nuevas colecciones y cosas actuales. “Abría una tienda, cerraba otra, cambiaba de ubicación. Y siempre era el primero en apuntarse para ayudar a la comunidad gay”, dice. Cuando la crisis apretó fuerte, llegó a alquilar los dos pisos que tenía en el Raval e improvisó una habitación en una de sus tiendas. Siempre salía adelante, siempre con nuevos proyectos. Quizás el último que tuvo en mente fue el de bar after-office con Néstor Padial como encargado, un chef granadino que conoció en Londres durante los 90. De su estadía en la capital
británica le quedó su adicción al té, su colección de teteras y sus platos con leche de coco o curry. “Cocinaba bien, sí, pero cuatro platos - bromea Néstor- Pero no era la comida. Lo que en verdad le gustaba era recibir gente en su casa, agasajar a sus amigos y hacerlos sentir a gusto”. Era el dinamizador de un grupo, el que hacía las bromas, el que se preocupaba porque todos se lo pasen bien. “Lo que más tristeza me da es que hay mucha gente que no lo ha conocido”, dice Gerardo, su primer anfitrión en el Raval barcelonés, quien le enseñó sus recovecos. El testigo de su deslumbramiento con esa mezcla de culturas, con sus paradojas y con la posibilidad de hacer vida de barrio, de conocer a sus vecinos y de ser parte de algo más grande que él mismo. No deja de ser raro que un tipo así no haya tenido suerte en el amor. Cuentan que la muerte de Ernie, su novio londinense, lo deprimió bastante. Y que la separación de Jerome, un joven belga que conoció en Barcelona, fue la estocada final para su desencanto. Según Gerardo, “se murió con la tristeza de no haberse sentido querido únicamente por alguien, sin entender muy bien las relaciones abiertas y la poligamia del mundo gay”. Juan Andrés Benítez tenía 50 años y medía poco más de 1,60 cm, la altura media de un antiguo egipcio. En su viaje al desierto árabe, no debió de tener problemas para transitar esos estrechos pasadizos de las míticas pirámides. No es difícil imaginarlo entrando sin agacharse ni encorvarse, bajando cada vez más hasta llegar al sarcófago. Hoy podemos verlo en una pirámide construida en su honor. Pasea con su perro Pepe, come un bocadillo y escucha a David Bowie con sus auriculares: “He played it left hand / But made it too far / Became the special man / then we were Ziggy’s band”. Va caminando como el dios Anubis, el Gran Señor de la Necrópolis, mitad hombre, mitad perro. Pero un Anubis moderno, que adora el pop y detesta los atrezos de color negro. Un Anubis que se ríe y hace bromas y va disfrazado de Ziggy Stardust. Un ser mitológico que ha decidido quedarse en el Raval y ya no guiar nunca más a los espíritus de los muertos hacia el otro mundo sino acompañar en su efímera existencia a los vivos, a nosotros los vivos que tan vivos y tan ocupados y tan felices seguimos pisando el suelo de esta fotogénica necrópolis recostada de cara al mar Mediterráneo.
ABRIL 2014 / RAVAL / BARCELONA HTTP://ASAMBLEARAVAL.WORDPRESS.COM HTTP://JUANANDRESBENITEZ.WORDPRESS.COM
NOMDENOIA
Barcelona MARCA. Esquerdes del cas Juan Andrés Benítez