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La resaca del informe

Quién sabe si en otros estados estarán igual, pero al menos aquí en San Luis Potosí los políticos locales provocan tremenda tiricia, no tienen ingenio, sagacidad, audacia, conocimiento, preparación o gracia alguna. Me atrevería apostar mi cabeza a que la mayoría ni siquiera ha leído un libro hace años. A lo mucho que les alcanza es para estar a favor o en contra de algún tema relevante como el retiro del adoquinado de las calles del barrio de san miguelito o la municipalización de la delegación de Pozos. Los diarios digitales o impresos dan constancia de la estupidez colectiva.

Los políticos de ahora están convencidos que no necesitan tener un respaldo social, trayectoria, habilidades histriónicas o incluso, elocuencia, tampoco argumentos y mucho menos congruencia, basta con adquirir una franquicia y meterle un varo, ponerse a regalar cosas a dos o tres ciudadanos marginales y tomarse muchas fotos y compartirlas en las redes sociales. Ese falso altruismo que caracteriza a la gente miserable y egoísta se hará patente, pero será manifiesto hasta que obtenga un cargo público que puede ser de nombramiento o de elección popular. El caso es llamar la atención y para eso, nada más hay una manera, comprar sonrisas, abrazos sinceros y aplausos.

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Si la cosa va en serio, el candidato deberá aguantar el ritmo y subir de intensidad conforme se acercan los plazos fatales para las nominaciones, para ello deberá comprar espacios en publicidad estática como espectaculares en las principales vías de tránsito de la ciudad. Acto seguido la pautas en redes sociales serán determinantes para el posible éxito de la empresa, necesitará un buen producto audiovisual, algo que destaque sus mayores atributos, el color de su piel, sus ojos y hasta el corte de pelo. Esa parte es quizás la más importante porque el electorado es caprichoso y aunque muy predecible, siempre hay pequeños detalles que es mejor detectar a tiempo. Por ejemplo, un político confiable no debe ser ni tan joven, ni tan viejo, tiene que estar cercano a la gente pero dar la impresión de que tiene una fortuna en el banco, para que se entienda que no viene a robar, porque ya tiene su futuro arreglado, que su disposición a servir solo es por un legítimo derecho narcisista de ser reconocido y amado por los demás. A los empresarios que se meten en la política les encanta decir la frase: “yo no soy político”. Como si la adhesión a la actividad política le significase una pérdida de prestigio.

Es obvio que la mala fama de los rateros de banqueta y las prostitutas de callejón es mejor que la de un político de cualquier partido. Por eso los políticos inundan con su publicidad falsa los previos de YouTube, o Instagram y Facebook, el “videíto” cursi con música alegre e inspiradora que fue seleccionada cuidadosamente y bajo ciertos estándares, los colores y el mensaje diseñados con programación neurolingüística son la marca de la casa. Aunque a veces no falta el aspirante con mirada “chisqueada”, remolino en el cabello y color de piel más oscura que el elector promedio. Hay un estudio muy interesante presentado ante el colegio de México bajo el título: el color de las elecciones. En el documento se demuestra estadísticamente que a los partidos les gusta postular y a los electores elegir a personas de piel clara.

No olvidemos a la actual diputada federal por el partido verde y ex candidata a gobernadora por el partido Acción Nacional Sonia Mendoza Díaz cuando hace algunos años le aplicaron un filtro a su publicidad que parecía más blanca que Michael Jackson, verdaderamente grotesco. Sin embargo, no andaba tan errada porque las mujeres clase media que generalmente votan por el PAN le hicieron el feo bien “gachito” y la mujer perdió por un reducido margen. El repudio de las panistas y la contra operación de su ex correligionario Octavio Pedroza Gaitán le quitaron la posibilidad de triunfo en un capítulo más de la serie “demasiado prieta para triunfar”, el musical. En esa misma elección de 2015 resultó damnificado el párvulo

En la guerra como en la vida ni sobra el que llega ni falta el que se va.

Dicho popular

Xavier Azuara Zúñiga quién pretendía la alcaldía capitalina, tal vez fue demasiada ambición o muy mala suerte pero le pusieron una chinga de perro bailarín que aún no ha podido superar.

David Azuara Zuñiga es ahora él pretencioso retador a la alcaldía capitalina, dirige una asociación civil que de repente le dieron ganas de regalar cosas, desde zapatos hasta tinacos, ahora que está de moda la crisis del agua están muy cotizados los recipientes para almacenaje. Si Xavier Azuara se arrojó al ruedo con audacia y bravía entereza hace casi ocho años, su hermano lo supera en arrojo, Xavier Azuara tenía en su haber un sexenio como funcionario menor y (como dijera J. Carmen García Vázquez) la vergüenza de ser diputado. Su hermano David, ese sí no tiene miedo a la muerte, pues de asistente de regidores en la funesta administración de Xavier Nava Palacios pasó a ser un aspirante a matadragones. Su irrupción en la política potosina viene a demostrar que puedes no tener muchas cualidades pero bastará con un padrino poderoso y mucha filosofía emprendedurista para cambiar la historia, lo importantes es pensar positivo, vibrar alto y mantener la firme convicción de que el tigre no te va comer porque sabe que eres animalista, vegetariano y ecologista.

En cierta forma ya hizo lo necesario para relevar al alcalde Enrique Galindo Ceballos en caso de que de motu proprio decida mejor contender por la senaduría del frente amplio, ya lo dijo el dirigente nacional panista presente en el II informe de gobierno del ex comisario de la policía federal, Marko Cortés advirtió que lo que decida el presidente municipal, si quiere reelegirse o catafixiar por el escaño senatorial. Galindo titubea porque sabe que como senador el campo de maniobra se reduce y ahora tiene muchas bocas que alimen- tar. Todos los “entenaos” que le dejó la “herencia maldita” le animan a pujar por la reelección porque ya se les acabaron las opciones, el güero Juan Manuel Carreras los dejó en la orfandad y resulta que solo saben ser cortesanos, lacayos de palabra dulce y mano suave, la caricia es su gracia y el halago su arma letal.

Precisamente en su más reciente visita a San Luis Potosí Alejandro Moreno alias “alito” le tocó en chico rato pasar de la pachorra provinciana al bullicio de gallinero. En un desayuno tempranero en plena plaza de armas, se dieron cita el alcalde Enrique Galindo Ceballos, Alejandro Moreno y Sara Rocha, la según dirigente local priísta, cada cual llevaba su retahíla de “apoyadores”, siendo dominado el ambiente por los funcionarios capitalinos de origen priísta, los cuales no tuvieron empacho en restregarle al dirigente nacional la ilegitimidad de la espuria dirigente del revolucionario institucional. Alejandro Moreno, acostumbrado hacer el pleito ratero se aferró a su liderazgo local y hasta se tomó una foto en el kiosko de la plaza de armas con lo que queda del PRI en San Luis Potosí. Tres escalones de antiguos vasallos del otrora poderoso partidazo son la mejor muestra de unidad. La foto de la ocurrencia está en el muro de Facebook de la dirigente del PRI, tiene tres likes (y uno es mío) y un comentario desde hace una semana. Ese es el PRI.

Por su parte Enrique Galindo se envalentona porque se sabe necesario, más no imprescindible. Los panistas quieren un mejor pago por sus servicios de vasallaje, no importa si es el gobernador Ricardo Gallardo Cardona o Rosa Icela Rodríguez los postores, claro que como dijo Marko Cortés, Galindo lleva mano. @gandhiantipatro

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