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DIF soledense destaca logros históricos

El Ayuntamiento de Soledad de Graciano Sánchez, a través del DIF municipal dirigido por María del Pilar Cardona Reyna, ha destacado por su atención a personas con discapacidad, adultos mayores y la mejora en la calidad de vida de la población más vulnerable. Uno de los mayores logros ha sido la construcción del Capullito Tres, un jardín de niños que actualmente beneficia a 98 menores, permitiendo a padres en situación laboral precaria contar con educación y alimentos para sus hijos. El DIF también creó una Unidad de Equinoterapia, brindando rehabilitación a 40 menores con discapacidad. Este servicio se ha consolidado como una herramienta terapéutica innovadora, con 113 sesiones ofrecidas durante el año. Además, se inauguró una unidad dental en la UBR dos, donde se han tratado alteraciones dentales en 401 personas, mejorando su salud bucal.

Asimismo, la campaña de lentes gratuitos y a bajo costo ha beneficiado a mil 500 personas, mejorando su calidad de vida con atención visual oportuna. El Programa Invernal, que entregó 20 mil cobertores, es otra de las iniciativas que destaca en apoyo a familias vulnerables, con una inversión cercana a los 5 millones de pesos.

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Finalmente, los Centros de Desarrollo Comunitario han sido fundamentales, ofreciendo cursos de autoempleo y talleres educativos, impactando a más de 8 mil personas. El DIF Soledad sigue demostrando su compromiso con el bienestar de la comunidad, consolidándose como un organismo clave en el estado.

Con el paso del tiempo, uno entiende que la gente no cambia, solo aprenden a mentir, al parecer los más honestos son aquellos necios que se aferran a sus ideas, obcecados mueren sin remordimientos por los reclamos de los demás, envueltos en una terrible agonía. Así fue mi bisabuelo Juan, el viejo murió de 106 años, fumó y bebió alcohol hasta el último día de su existencia. No es digno de encomio -dirán algunos- pero, tampoco es tan grave como parece, el tipo jamás se arrepintió y muchos menos se disculpó alguna vez -que yo sepa-, era terco como una mula y no iba por el mundo poniendo atención en los gestos de las personas, si tenía que liberar una flatulencia, lo hacía sin el menor pudor, si su necesidad era escupir, era mejor no estar cerca, y cuantas veces se le antojaba maldecir, los castos oídos de las beatas sufrirían un atentado a la razón. Juan era como aquel charrasqueado de la famosa canción, un típico borracho, pendenciero y jugador.

El viejo -de haber estado vivo- habría padecido la soledad y el juicio pernicioso de los modernos censores de la moral pública disfrazados de vigilantes de la corrección política imperante en el contexto nacional y mundial. No digo que todo lo que ahora concedemos como instrumentos normativos de la conducta para la sana convivencia entres los seres “sintientes” y pensantes -incluye animales domésticos, silvestres, plantas e insectos- sean malos, por el contrario, son exageradamente buenos. Lo justo y necesario ahora es ser emprendedor, progresista, vegano, animalista y dudar sobre la redondez de la tierra. El mundo es hoy más hipócrita que ayer, y mañana tendremos una aplicación conectada al teléfono midiendo que tan buenos ciudadanos somos y nuestro nivel de satisfacción. Quizás hasta una inteligencia artificial indicándonos cómo responder a los diálogos para estar integrados socialmente y no ofender algún apartado de los tratados internacionales

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