Ricardo Lafferriere
Escenario global Perspectivas para la Argentina
Buenos Aires 2008
Lafferriere, Ricardo Escenario global : perspectivas para la Argentina. - 1a ed. - Buenos Aires : el autor, 2008. 283 p. ; 23x15 cm. ISBN 978-987-05-4033-5 1. Política Internacional. I. Título CDD 327.1
Fecha de catalogación: 28/02/2008
Escenario global – Perspectivas para la Argentina Primera Edición – 2008 ISBN: 978-987-05-4033-5 Copiyright @2008 Ricardo Lafferriere Autor y editor: Ricardo Lafferriere ricardo.lafferriere@gmail.com Editado por el sistema Impreso por demanda Solicitar en http://stores.lulu.com/lafferriere Charcas 2737, 6º D – 1425 Ciudad Autónoma de Buenos Aires República Argentina Queda hecho el depósito que indica la ley 11.723 Libro de edición argentina
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Prólogo ¿Qué nos deparan los años que vienen? ¿Cuál será el escenario internacional en el que deberemos navegar en el futuro próximo? ¿Será un mundo abierto y global, pacífico y cada vez más democrático y próspero? ¿O será un mundo con muros nacionales reconstruidos, con sociedades cerradas, conflictos constantes y sistemas políticos cada vez más autoritarios? ¿Cómo será la Argentina dentro de un cuarto de siglo? ¿Habrá logrado revertir la sensación de decadencia, terminado con la violencia cotidiana, erradicado la miseria, consolidado la libertad de las personas en el marco de un Estado de Derecho pleno, con todas las características de una sociedad avanzada y abierta? ¿O, por el contrario, se habrá convertido definitivamente en un territorio sin ley, gobernado por mafias y pandillas vinculadas con las redes globales de traficantes de drogas, armas y falsificaciones, nuevos piratas y lavadores de dinero que habrán terminado de apropiarse del Estado y convertido la convivencia en un infierno? La respuesta del autor a estos interrogantes sobrevuela las dos perspectivas, asumiendo que todas las posibilidades del futuro están contenidas en el presente. Pasa revista a los análisis realizados por diferentes centros de investigación actuantes en el mundo, analiza los fenómenos y tendencias más fuertes, extrae las coincidencias sobre los aspectos más probables del mundo que viene y ubica en él a las Argentinas posibles. Esta obra intenta aportar elementos a los esfuerzos que, en forma minoritaria, han desarrollado en el país organizaciones privadas, grupos académicos e investigadores que se han resistido a aceptar el alineamiento automático vigente en la política, el periodismo y aún en la mayoría del pensamiento social. No tiene el propósito de ser un esquema cerrado. Por definición, está tan abierto a la crítica y al debate como el futuro del que trata y su mayor éxito sería contribuir a desatar polémicas productivas, entendiendo por tales aquellas de las que surjan acuerdos básicos para unir esfuerzos guiados por los mismos objetivos. Convocado por estos interrogantes, a mediados de 2006 se formó en el CARI un grupo de lectura y reflexión al que el autor fue invitado a participar, tendiente a desentrañar las tendencias globales que afectarán la Argentina de las próximas dos décadas. El ejercicio significó un disparador de inquietudes para los distintos integrantes del grupo, que tenía como una de sus bases de funcionamiento no emitir documentos finales, ni participar como tal en el debate público. Deudor metodológico de la selección de lecturas que de común acuerdo el grupo encargó a un diplomático profesional de singular nivel intelectual, 3
el presente libro no compromete la opinión de los demás integrantes, que sin embargo han incidido en los debates y cambio de ideas en la visión del autor, que es el único responsable de los juicios y valoraciones que se incluyen el presente, particularmente en los expresados en las partes referidas a la Argentina. En los trabajos que sirvieron de base metodológica para incursionar en la visión del mundo probable del futuro cercano hay coincidencias que marcan tendencias de alta rigidez y otras con más incertidumbres. Politólogos y pensadores, como Jacques Attali, Eric Hoschbawn, Thérèse Delpech, Manuel Castells, Daniel W. Drezner, David Held, Francis Fukuyama, empresas como la “Rand Corporation” o la Shell, grupos de trabajo del Foreign Office, el Consejo Nacional de Inteligencia y el Departamento de Estado de Estados Unidos, el DCDC del Ministerio de Defensa británico, el Informe de la “Comisión Attali” a la Presidencia de la República Francesa, informes de diversas áreas del gobierno chino e indio, proyectos de investigación del ámbito académico como los de la Princeton University o la Brooking Institution, entre muchos otros, elaboran prospectivas sobre las tendencias científico-técnicas, económicas, políticas, sociales e internacionales que enmarcarán los años que vienen. La percepción del autor sobre la Argentina se enriqueció con la lectura o relectura de pensadores e intelectuales como –entre otros- Juan José Sebrelli, Beatríz Sarlo, Roberto Cortés Conde, Tulio Halperín Donghi, María Sáenz Quesada, Alberto Gerchunoff y Juan J. Llach, y de los clásicos desde una visión actual: Echeverría, Alberdi, Sarmiento. La base informativa ha sido lo más amplia y objetiva que han permitido los medios disponibles. Se han privilegiado las fuentes oficiales, como el Banco Mundial, la Organización Internacional del Trabajo, la Organización Mundial de Comercio, la Organización de Países Productores de Petróleo, el Panel Internacional de Cambio Climático (organismo permanente de la Convención Internacional de Cambio Climático), la FAO, la Organización Mundial de la Salud y las fuentes privadas de reconocido prestigio, como – entre otras- la Rand Corporation en el área científica y técnica; la Fundación Shell en el área de metodologías de análisis de prospectiva, artículos publicados en “Foreign Affairs” por académicos e intelectuales de renombre y la Agencia Internacional de Energía. El futuro, por supuesto, no es unívoco. Hay muchos futuros posibles, todos contenidos en las posibilidades del presente. Como ha sido propuesto desde el descubrimiento de la mecánica cuántica y la teoría del caos, es imposible prever la evolución de los acontecimientos en situaciones “alejadas del equilibrio”, concepto elaborado por el Premio Nóbel de Química Illya Prygogine, que según algunos autores es aplicable a las ciencias sociales en situaciones inestables como la que vive el mundo. La interacción de actores múltiples, de fuerzas de caracteres diferentes 4
en su origen y la aparición en los últimos años de fenómenos que resultan novedosos para el equilibrio mundial vigente durante la guerra fría –la finalización del disciplinamiento interno de los antiguos “bloques”, el agotamiento del petróleo, el surgimiento de la “sociedad-red” y la potente fuerza de la globalización- agregan interrogantes que impiden la certeza en las proyecciones, abriendo el abanico de “futuros posibles”. Esos futuros posibles, sin embargo, se apoyan en tendencias con diferente grado de rigidez que pueden indicarnos los escenarios con mayores perspectivas de realización, aunque con la salvedad de que aún en estos casos no es posible prever episodios conmocionantes que alteren incluso las tendencias más rígidas de evolución planetaria. Nadie puede descartar problemas climáticos o geológicos masivos, catástrofes astrofísicas o estallidos de violencia generalizada con uso de artefactos nucleares frente a los cuales cualquier pronóstico evolutivo sería imposible. Sin embargo, existe la posibilidad de arriesgar proyecciones de las tendencias dentro de márgenes de probabilidad razonables, apoyadas en las principales líneas de fuerza que han ritmado el desarrollo de la economía, la política, el medio ambiente y la sociedad planetaria en las últimas décadas y lo hacen en la actualidad. Detectarlas y prever su evolución, así como su incidencia en el escenario mundial, es un ejercicio necesario para definir políticas y aún para prepararse ante la posibilidad de hechos traumáticos. Aunque el desarrollo científico técnico y la profundización de la globalización se mantienen en todos los análisis como paradigmas centrales, un escenario político y económico complejo conjuga situaciones estables e inestables en un escenario lleno de líneas cruzadas y actores en conflicto. Esta densidad permite imaginar un juego de posibilidades para la evolución del mundo que es abarcador de las hipótesis sobre las que piensan su futuro las sociedades maduras. Sobre ellos, se asienta el interrogante que más nos interesa: ¿Cuál es el lugar posible de los argentinos y la Argentina en los próximos tiempos? ¿Qué hacer, para potenciar lo bueno y neutralizar lo malo? ¿Existe un futuro inexorable por su rigidez, o existen márgenes de acción que nos permitan incidir en nuestro futuro eficazmente? La información y reflexiones que incluye este libro apuntan a ayudar tanto a contestar estas preguntas como a definir actitudes ciudadanas y decisiones políticas en una sociedad que, lamentablemente, ofrece entre sus falencias más graves la ausencia de marcos de debate y generación de consensos estratégicos entre los sectores dirigentes. El presente intento no tiene el propósito de ser un esquema cerrado. Por definición, está tan abierto a la crítica y al debate como el futuro del que trata y su mayor éxito sería contribuir a desatar polémicas productivas,
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entendiendo por tales aquellas de las que surjan acuerdos básicos para unir esfuerzos guiados por los mismos objetivos. Agradecimientos Al grupo de Escenarios Globales del Comité Argentino de Relaciones Internacionales, que provocó en el autor la inspiración para la elaboración de este libro. A José María Lladós, por su rigurosa lectura y atinadas sugerencias. A Ricardo Lagorio, Andrés Cisneros, Adalberto Rodríguez Giavarini y Francisco Mezzadri, por compartir sus experiencias y visiones sobre el escenario global. A Federico Merke por su inteligente sugerencia de reordenamiento y a Florencia Montal, incansable colaboradora del CARI y del grupo de Escenarios Globales. Al Embajador Julio Barboza, por sus importantes aportes en el análisis de la situación del Oriente Medio; y a María Sáenz Quesada y Dardo Túler, por su lectura y valiosas opiniones sobre el original. A Norberto Bertaina, quien desde Córdoba fue un implacable fiscal de conceptos económicos y riguroso corrector de estilo. Y a mi esposa, sin cuyo apoyo, inteligentes acotaciones e invalorable ayuda en la búsqueda de información la obra seguramente no existiría. El autor
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INTRODUCCIÓN Este libro seguirá una metodología clasificatoria particularmente borgeana1: a pesar de sus convicciones racionalistas, el autor reconoce en este caso su impotencia para determinar categorías de análisis que integren a la perfección el método de la “enciclopedia”. El mundo ha llegado a un grado tal de complejidad que forzosamente habrá temas no incluidos y otros que quizás estén sólo por una evaluación del clasificador, al fin y al cabo sin otra referencia final que la opinión o el voluntarismo. Y no pueden descartarse fenómenos que, a pesar de no otorgárseles trascendencia, saltan de pronto al escenario rompiendo los pronósticos y creando nuevas situaciones en un nivel cualitativo sustancialmente diferente, como lo fue el ataque a las Torres Gemelas, el 11 de setiembre del 2001. Por ello y recordando la ironía del genial escritor, los temas incluidos para definir las principales áreas del escenario del mundo han sido elegidos los unos, por estar presente en la mayor cantidad de estudios analíticos sobre el tema; otros, porque a pesar de no ser especialmente decisivos para el mundo, a juicio del autor sí lo son para la Argentina; y otros, simplemente, por simple intuición, de la que aún con su racionalismo a cuestas, el autor se confiesa deudor. En el listado no hay prioridades cerradas. Simplemente, un ordenamiento de lo que parecieran ser los capítulos determinantes de las nuevas tendencias globales y de los fenómenos que van calificando estas tendencias. Esta misma diferenciación no puede justificarse de manera absoluta, porque no lo han terminado de hacer quienes conocen el tema con más profundidad. Tal es el caso de la relación entre la economía, la sociedad y la tecnología, o el rol de la política –nacional-, de la fuerza –militar- o de la evolución del ambiente, nuevo gran capítulo agregado a las evaluaciones estratégicas. La exploración comienza con las metodologías generalmente utilizadas para formular los escenarios posibles. Las experiencias participativas abiertas, las reuniones de expertos, los métodos mixtos, y una visión –testimonial- de tres ejemplos metodológicos acreditarán similares desemboques. La revolución científico-técnica, sin dudas el motor que impulsó el cambio de las últimas décadas y el sustrato presente en todos los procesos de ruptura y de creación que están ocurriendo en el mundo es analizada en el capítulo siguiente, concentrando el enfoque en los 1 “En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en (a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas (Jorge Luis Borges, «El idioma analítico de John Wilkins», Otras inquisiciones, en Obras completas, Buenos Aires: Emecé, p. 708).
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desarrollos tecnológicos que llegarán al consumo masivo, que marcarán la demanda y la orientación del desarrollo económico. Esta visión cercana a las percepciones de la ciencia-ficción se contrastan con el capítulo inmediato: el surgimiento de las regiones sin cobertura real de políticas estatales, sede de los nodos de las redes de delito global, que se imbrican entre las sociedades exitosas avanzadas, los “recién llegados” y las regiones excluidas. Estas “cara y ceca” del mundo global enmarcan las indagaciones que le siguen: limitaciones energéticas, cambio climático, migraciones globales, desocupación y nuevas formas de distribución geográfica y de formas del trabajo, y los temas abiertos de más difícil predicción: el bioterrorismo, las pandemias globales, los posibles problemas de China y la amenaza de la escalada terrorista unida al integrismo religioso. La escena queda planteada en dos grandes caracterizaciones: un mundo globalizado y violento. En ese mundo se introducen los principales “actores”: los viejos –Estados Unidos y las potencias desarrolladas-, los nuevos –principalmente los “BRIC”, encabezados por India y China-, los proveedores de hidrocarburos e inestabilidad –Asia Central y medio oriente-, América Latina con sus grandes opciones que incluye a los grandes jugadores –Mexico y Chile; Brasil; y los “autoexcluidos” –con su abanico de particularidades-, y por último a quienes se denomina genéricamente “los demás”, con posibilidades de futuro que dependen, en gran medida, de su propia decisión. Aun a riesgo de dificultar el abordaje para el lector más interesado en las ciencias sociales, he preferido desarrollar como puerta de entrada a la visión global el análisis de la revolución científico-técnica con su sector “estrella”, las tecnologías de la información. Fue la causa última de la ruptura del mundo bipolar y de su correlativa forma de estructura política predominante en el siglo XX, desatando los nuevos fenómenos de territorios sin Estado, debilitamiento de los poderes nacionales característicos del siglo XX y aún de la organzación internacional gestada en la posguerra. Está en la esencia del cambio del paradigma productivo caracterizado por el surgimiento de una economía más mundializada y menos atada a los mercados nacionales y en el surgimiento de nuevos “atractores” y “repulsores” propios de las nuevas migraciones. Ha impregnado el cambio de las formas de trabajo, con su influencia decisiva en las formas de vida y en las “cosmogonías” de miles de millones de personas en todo el mundo y en el surgimiento de nuevos actores globales por fuera de las estructuras estatales, tanto en el mundo económico como en el de la sociedad civil. Y ha provisto al poder militar de una potencia destructora capaz de hacer estallar el planeta.
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Es, en consecuencia, el cimiento más sólido –e irreversible- de la última globalización, con sus contradictorias consecuencias y nuevos desafíos. En los primeros capítulos de la obra analizaremos entonces las diferentes dimensiones del cambio que dan base a una nueva geografía del poder, con actores cuya trascendencia relativa en el escenario geopolítico ha variado y está variando a medida que se construye el nuevo diseño de una sociedad global. Esos actores son analizados luego en los capítulos dedicados a la geografía política del nuevo escenario: una potencia militarmente dominante, una pluralidad de protagonistas centrales y una nueva categoría de emergentes exitosos que, con sus matices y aún con sus contradicciones, buscan la forma de normatizar el nuevo escenario, frente a un bloque de “autoexcluídos” que por diversas causas y también con diversos matices, prefieren ubicarse al margen de esta construcción, generando una tensión planetaria cuya consecuencia es estrechar el espacio de los “neutrales”, cada vez menos trascendentes en el “gran juego” del mundo del futuro. En el nuevo escenario del poder surgen además los protagonistas individuales, las personas, cuya significación se limitaba, en el viejo paradigma político, al interior de los Estados, pero que la globalización instala como actores múltiples y ubicuos de los nuevos debates. La sociedad-red no sólo vincula a Estados, empresas y organizaciones de la sociedad civil, sino también a seres humanos individuales que van construyendo, por sobre el complejo entramado político y social, una nueva forma de acción e interacción, una nueva “ciudadanía” de nivel planetario pero también, aún con sus diferentes ritmos, una nueva ciudadanía al interior de cada país con particulares relaciones entre las personas y el poder. Las “ideologías”, en su vieja acepción de articulación lógica de ideas construyendo “sistemas” con pretención de coherencia, con que surgió en el siglo XVIII, se ponen a prueba proyectando hacia el futuro las consecuencias de las decisiones que se tomen en el presente. Poco contacto tendrán con las categorías ideológicas que movieron el siglo XX, porque la realidad que las ideas interpreten tendrá muy poca –o ninguna- relación con el mundo del siglo pasado. Los dos plexos ideológicos en pugna en el siglo XXI, cada uno con sus matices internos y roces recíprocos, se corresponderán con la dinámica de la sociedad global en formación. Haciendo una concesión a las categorías de análisis en boga durante el siglo XX, podríamos afirmar que las fuerzas productivas han avanzado hacia una mundialización que se presenta como su nueva forma evolutiva, apoyadas e impulsadas por el desarrollo tecnológico y específicamente por la revolución de las comunicaciones, reclamando nuevas relaciones de producción acordes con 9
su actual potencialidad. La nueva globalización ha generado un salto exponencial en la capacidad de producción global, de generación de empleo, en la reducción de la pobreza y del hambre. Pero también ha provocado nuevos desequilibrios, que a raíz del conocimiento universal en tiempo real golpean más fuertemente en la conciencia y las aspiraciones de las personas. Las relaciones de producción de alcance planetario que se encuentran en plena formulación son las reglas de la globalización, por terminar de elaborar en un proceso poblado de actores diversos, no sólo económicos, demandantes de normas que contengan y disciplinen a las fuerzas productivas y que establezcan el nuevo equilibrio, a nivel planetario, entre la economía, el poder y los ciudadanos. Frente a ese proceso se levanta la intención de mantener las viejas relaciones sociales del mundo que se muere reforzando las características obsoletas de los viejos Estados Nacionales, los mercados cerrados, el renovado “nacionalismo” de la primera mitad del siglo XX, el integrismo religioso islámico, el terrorismo y narco-terrorismo o incluso el regreso atávico al mundo precolombino, todos condimentados con las visiones épicas justificatorias de las carreras armamentistas, la intolerancia en la convivencia y la escasa trascendencia a los derechos de las personas. Y entre ambas fuerzas, el delito global, cercano a los autoexcluídos pero también aprovechando las lagunas normativas y políticas que les permiten en ciertos niveles, lucrar con su intermediación entre lo lícito y lo ilícito, agregando inseguridad, corrupción y violencia. Y –contradictoriamenteponiendo en escena la necesidad de un nuevo diseño de las antiguas organizaciones estatales del viejo paradigma, las únicas con despliegue territorial y poder coactivo en condiciones de encauzar la convivencia y poner límites a la violencia de las fuerzas afectadas o despertadas por el cambio garantizando paralelamente la vigencia de los derechos de las personas conquistadas en centurias de evolución de la sociedad occidental. Como un enlace con el próximo libro, en el epílogo para argentinos se pasa revista a las tendencias globales en relación con el país. Una obra posterior desarrollará esa visión, quizás con un contenido más preceptivo que la presente, que ha preferido mantenerse en el estilo del análisis objetivo en la medida en que es posible hacerlo frente al denso entrelazado de intereses del mundo en transformación.
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Capítulo 1 Prospectiva La prospectiva: herramienta para tomar decisiones La historia es un devenir de pequeñas interacciones apoyadas, en el fondo, en miles de millones de decisiones individuales de quienes tienen diferente grado de capacidad de influencia en las relaciones con los demás. Pero es siempre, por definición, una abstracción. Una historia sin abstracción debería comprender la cronología, motivaciones, sicología, razonamientos y pasiones de todos y cada uno de los seres humanos que viven en el mundo y que han vivido en él, lo que es –también por definición- imposible, no sólo por la magnitud de la carga de información sino porque siempre habrá datos que permanecerán inescrutables en el interior de los seres humanos, sólo accesibles a su propio cerebro. De ahí que “interpretar” la historia sea un desafío que han asumido históricamente numerosos pensadores, sin terminar de acordar un “modelo” que sirva de guía para una interpretación más o menos cercana a lo que ocurrió, extrayendo las causas más generales que han dado origen a las tendencias –otra abstracción...- también más generales. Y no hay acuerdo total entre los especialistas sobre las causas que ameritan ser consideradas más “importantes” o “decisivas” que otras. Si este conflicto sobre las causas atraviesa el análisis de lo que pasó, intentar una proyección de esa historia hacia adelante es aún más difícil, especialmente en el corto plazo. Curiosamente, cuando más lejos se ponga el enfoque, es más posible acertar pero es más difícil verificarlo. Parecieran caber pocas dudas, por ejemplo, que el sistema solar colapsará dentro de aproximadamente cinco mil millones de años. Es una situación no alejada del equilibrio, en la que las leyes fundamentales de la física y de la astronomía parecen coincidir. Hay consenso entre los científicos en este dato. Sin embargo, no habrá nadie hoy vivo para comprobarlo. Al contrario, lo que ocurrirá en el próximo día a partir de hoy tiene un alto grado de incertidumbre porque depende de decisiones que deben tomar millones de seres humanos dispersos y con focos de atención diferentes, ubicados en los lugares más apartados del mundo –en una Bolsa de Valores en Tokio, en la selva colombiana, en una Sala de Situación del Pentágono, en una cueva de una zona de Afganistán bajo control de Al Qaeda, en una campaña electoral en Estados Unidos, en una “madrasa” de Arabia Saudita, en la mente de un Ayatollah iraní, en el Comité Central del PC de China, en el sobreviviente de una familia de Darfur masacrada por los rivales étnicos, en una Junta Directiva de una Multinacional, o en la 11
imaginación de un guionista de una serie de TV o de una película que puede ser éxito e influenciar en la forma de ver el mundo de muchas personas-. Todos ellos y muchos más pueden incidir –con mayor o menor intensidad, variable en cada momento- en lo que ocurrirá mañana. La predicción está mucho más cercana a situaciones “alejadas del equilibrio”, en la que un pequeño catalizador puede desatar procesos que rompan el sutil orden vigente y desaten un juego de fuerzas cruzadas que terminará en un nuevo marco organizativo -nueva situación de “equilibrio”- de una sociedad nacional, o incluso del mundo. ¿Cómo encarar, entonces, el desafío de imaginar el futuro del mundo en las próximas dos décadas, con alguna confianza en su verosimilitud? Es imposible, con precisión, conocer lo que ocurrirá. El futuro – repetidas veces se encontrará en este libro el apotegma que está en la esencia de la prospectiva- está contenido en las posibilidades del presente. Lo único que no es posible cambiar es el pasado, aunque algunos sostienen que, en cuanto memoria construida que incide en el presente a través de las creencias que genera y de las decisiones motivadas en ellas, aún el propio pasado puede cambiarse. La creación de escenarios históricos deformados con finalidades de política presente es uno de estos casos de “cambio del pasado”, no por supuesto en su realidad intrínseca, sino en cuanto interpretación -o incluso falsificación- de los hechos pretéritos para desatar procesos y decisiones actuales. Lo que sí cabe, sin embargo, es intentar detectar las tendencias más fuertes, las que presentan mayores consistencias intrínsecas y que presumiblemente –aquí la intuición debe jugar un rol decisivo- se mantendrán en el tiempo, interactuando con otras con las que rivaliza, coopera o se articula. La visión sobre las tendencias, entonces, es una herramienta decisiva. La elaboración de esta herramienta tendrá dos componentes: el análisis sobre la realidad y formular pronósticos sobre su permanencia e interacción futura. Para hacerlo, se han intentado elaborar “modelos” que pueden ayudar a ordenar la visión y extraer los emergentes más probables. Esos modelos no son idénticos y expresan criterios metodológicos con diferentes grados de validez, pero adecuados a las finalidades de quien los elabora con objetivos más puntuales o específicos. La particularidad de tener como objeto de análisis uno por definición inexistente –como es el futuro, o sea lo que aún no ha ocurrido- ha abierto el cauce para numerosos intentos metodológicos, que se cuenta por decenas. Sin embargo, podemos agrupar estas líneas epistemológicas en dos orientaciones principales: el “método Delphi”, y los paneles de expertos.
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Métodos de prospectiva La primera, desarrollada por la corporación Rand y utilizada por Japón cuando comenzó los estudios de prospectiva, es conocido como “método Delphi”. Consiste centralmente en un procedimiento de encuestas en forma de preguntas, remitidas a un considerable número de actores sociales, que normalmente cubren los diferentes interrogantes sobre la evolución de los diferentes sectores hacia el futuro. Las respuestas a las encuestas, una vez procesadas y convertidas en series estadísticas, son remitidas nuevamente a los encuestados con solicitud de nueva reflexión, tendiendo a evitar los casos de alejamientos mayores con respecto al promedio, proceso que puede llegar a repetirse en varias oportunidades hasta lograr una homogeneidad que pueda considerarse como una visión con suficiente respaldo. El segundo método es el de los “paneles de expertos”. Consiste en la realización de ejercicios de reflexión colectiva a los que son invitados expertos en diferentes sectores de la realidad y del conocimiento, que seleccionan los temas más importantes y preparan los análisis de contexto y las hipótesis de futuro. En los países de mayor dimensión cualitativa el método Delphi es más apropiado ante la existencia de una masa crítica suficientemente numerosa como para extraer de ella un valor estadístico. Los países más pequeños suelen utilizar el método de los paneles, que pueden llegar sin embargo a extenderse a numerosa cantidad de consultados por los propios expertos. De hecho, Irlanda y Australia no han utilizado el método Delphi, y han ejecutado sus estudios de prospectiva en base a la metodología de paneles. Una combinación de ambos procedimientos es, de hecho, la metodología más usual. Los paneles preparan las preguntas en la etapa inicial, y realizan la evaluación de las respuestas luego del procesamiento de la encuesta. Los estudios de prospectiva son ejercicios que incluyen el supuesto de que el futuro está abierto, y están dirigidos a actuar como orientaciones útiles para la toma de decisiones destinadas a favorecer el desarrollo de determinados objetivos. No son, en consecuencia, “bolas de cristal” para observar el futuro, sino ejercicios de información interdisciplinaria, evaluación de tendencias y su posible proyección, interacción entre los diferentes “drivers” o sectores de mayor peso en la determinación de decisiones de alcance general y evaluación del límite probable de situaciones de aparente tranquilidad, pero inexorablemente destinadas a un cambio trascendente. Mencionamos el caso de Japón. Desvastado por la guerra, optó por la realización de ejercicios quinquenales que sirvieran de base para su 13
planificación económica. Ha realizado desde ese momento hasta la fecha ocho ejercicios de prospectiva con el método Delphi, con un resultado más que respetable. En medio siglo, convirtió su desvastación en uno de los espacios de prosperidad y bienestar más exitosos del mundo actual, hasta el punto de haber llegado, a fines de la década de los años 80 y comienzos de los 90, a poner en jaque comercial a la economía más grande del mundo e incluso a adquirir numerosos activos en su territorio. En el plano corporativo fue la compañía petrolera “Royal Dutch Shell” quien comenzó, en 1968, su ejercicio de prospectiva que renueva periódicamente con la finalidad de utilizarlo como guía para la interpretación de los procesos y la toma de decisiones. Su primer éxito fue la predicción –lamentable, pero cierta- de la crisis del petróleo de 1973, que pudo prever con varios años de anticipación. Numerosos países han incorporado a su rutina de gestión la elaboración periódica de estudios de prospectiva. Alemania, Australia, Austria, Corea, España, los Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Holanda, Hungría, Irlanda y Japón han llevado a cabo diversos ejercicios prospectivos, con especial énfasis en la prospectiva tecnológica. Si bien todos los ensayos tienen particularidades, es util mencionar el ejemplo alemán. Comenzando el proceso a comienzos de la década de 1990, realizó varios estudios Delphi con un horizonte de 25 a 30 años, destinados a detectar las áreas de mayor dinamismo en el desarrollo científico técnico a fin de fortalecer las capacidades alemanas en dichos sectores. El primero directamente adoptó los tópicos ya incluidos en el último “Delphi” realizado por Japón, que incluia alrededor de 1150 tópicos con preguntas dirigidas a expertos de las Universidades, las empresas y el gobierno. No fueron necesarias, en consecuencia, reuniones previas de expertos. El segundo ejercicio, denominado “mini Delphi”, agrupó a los sectores en cuatro áreas importantes (materiales y procesamiento, medio ambiente, ciencias de la vida y de la salud, y microelectrónica y sociedad de la información). El cuestionario fue elaborado en conjunto con expertos japoneses y fue enviado a 2300 expertos. Por último, el tercer ejercicio estuvo destinado a orientar con mayor precisión a las áreas de gobierno acerca de las políticas de ciencia y tecnología correspondientes a sus respectivas competencias. Luego de los tres ejercicios, las áreas detectadas como de mayor dinamismo global para el período previsto coinciden con los ejercicios realizados, con otras metodologías, con agencias de otros países: 1. Nuevas estructuras de organización de las corporaciones. 2. Nuevas normas de calidad en la producción de alimentos. 3. Control del tráfico con la asistencia de satélites. 4. Dinero electrónico como medio de pago en redes multimedia. 5. Fotónica y una nueva generación de circuitos integrados. 14
6. Tecnología satelital. 7. Nuevos materiales y procesos. 8. Biotecnología y tecnología de alimentos. En el plano regional, ha sido Brasil quien ha incorporado con más claridad la herramienta de prospectiva, habiendo logrado llevarla al nivel de decisión política apoyada en el consenso del Estado, la academia, el sector privado y los sindicatos, con un horizonte de planeamiento proyectado hasta el año 2013 y en actualización constante. La herramienta ha sido suficientemente exitosa como para mostrar hoy a nuestro vecino integrando el grupo conocido como los “BRIC”, junto a Rusia, China, India y México, y aspirando a un espacio de pleno derecho en la “alta gerencia” mundial –no sólo con su aspiración de ingreso como miembro permanente al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, sino incluso como eventual nuevo integrante del Grupo de los 7, para el que ha sido propuesto por Francia. En la Argentina existen intentos académicos y han existido en el pasado ensayos en el sector público entre los que cabe destacar los realizados en el año 2000 en el ámbito de la Secretaría de Ciencia, Técnica e Innovación Productiva. Luego de la crisis del 2002, el Estado Nacional no impulsó nuevos intentos, los que sí se han reflejado en iniciativas del sector académico y privado, que no han alcanzado la dimensión de los países y grandes corporaciones que hemos mencionado. En este capítulo haremos un sobrevuelo sobre tres esquemas de análisis: el de una compañía petrolera internacional para los próximos veinte años, un ejercicio participativo de investigación y prospectiva del Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos sobre los próximos quince años y una visión anticipatoria de un pensador francés sobre los próximos cincuenta años. El “modelo Shell” Una gran empresa petrolera, la Royal Ducht/Shell, mantiene desde hace treinta años un departamento de investigación y prospectiva que elabora quinquenalmente su visión sobre los escenarios alternativos para los siguientes veinte años. Su objetivo es aclarar la visión estratégica de sus liderazgos, por lo que su rigor está dirigido a evitar tomar decisiones equivocadas y, en consecuencia, tiene exigencias de objetividad relacionadas con la posibilidad de ganar dinero, sensiblemente más motivadoras para los científicos que integran sus equipos que las predicciones apocalípticas o el prestigio académico. El objetivo del informe, permanentemente actualizado, es, en palabras de su propia presentación, “cast light on the context in which the 15
Group operates, to identify emerging challenges and to foster adaptability to change. These scenarios are used to help review and assess strategy”2 La visión elabora tres escenarios en los que las “fuerzas claves” que impulsan al mundo se relacionan en diferentes niveles de interacción, dejando abierto un juego de posibilidades que dependerá, en última instancia, de la dinámica y la tensión relativa que cada una de ellas ponga en juego. La incertidumbre es la nota dominante y la necesidad de reforzar la flexibilidad para la toma de decisiones es la sugerencia que campea en el análisis ante la –imaginada- labilidad de la estructura mundial. Los tres escenarios parciales conforman el interactivo mayor: el “Triángulo trilema” (“Trilemma Triangle”). En los vértices de esta topografía se ubican las fuerzas en pugna: a. Las presiones de los mercados, impulsadas en los 90 del siglo pasado por las grandes corporaciones y los místicos de la globalización, cuyas notas características son la creencia cuasireligiosa en el poder de la competencia, la libertad de mercados y la eficiencia, para crear un mundo exitoso, apoyado en el esfuerzo individual y ausencia de regulaciones estatales. Esta “fuerza global” reinó en forma dominante hasta los dos episodios que marcaron sus debilidades y sus límites: el escándalo corporativo de ENRON y los atentados del 11 de septiembre del 2001. Estos dos episodios marcaron la ruptura de la credibilidad social en los mercados y en la capacidad del modelo para garantizar la seguridad. Las fuerzas motoras de este vértice son el mundo económico y las grandes corporaciones. b. Las aspiraciones de la sociedad, a través de las afinidades también asentadas en el marco global, generando un cuestionamiento a un mundo diseñado por los mercados. Las relaciones de “las conexiones que importan” rescatan y reafirman valores que las personas consideran indispensables para sus vidas y que son puestas en riesgo –o ignoradas- por los mercados: la protección del ambiente, el bienestar, el respeto a los valores de las diferentes sociedades y sectores sociales y en síntesis, las “múltiples modernidades” que enfrenta a la sola “conexión de las élites”, propia de la fuerza salvajemente libre-mercadista. Los movimientos “antiglobalización” atacan por igual a mercados y Estados, a los que perciben como asociados en su intento de crecimiento a cualquier precio, sin importar las consecuencias humanas y sociales. La fuerza motor de este vértice son las organizaciones de la sociedad civil –ONGs, pero
2 “Echar luz sobre el contexto en el cuál el grupo opera, para identificar los desafíos emergentes y para alentar la adaptabilidad al cambio. Estos escenarios son usados para ayudar a revisar y evaluar estrategias.”
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también sindicatos, partidos políticos, grupos de interés, “bloggers”, etc.c. A estas fuerzas se agrega, luego de los episodios críticos mencionados en el primer apartado, el renacimiento de los Estados. De pronto, son percibidos como necesarios y –más aúnimprescindibles. Sin ellos no se puede garantizar la estabilidad del mundo para que los mercados trabajen, ni aplicar las reglas que permitan a los primeros hacer negocios y a los segundos sobrevivir. Este renacimiento arrastra consigo lo positivo de lo Estados, pero también lo negativo: los chauvinismos, los viejos debates sobre los límites de su poder frente a los derechos de las personas, las carreras armamentistas y las guerras. La fuerza motor de este vértice son los Estados y los partidos políticos o fuerzas internas más relacionados con ellos (que pueden ser religiosas, ideológicas, militares, etc.) Queda así planteado el “Trilemma”, de cuya interacción dependerán las consecuencias, sobre cada realidad, de la forma de convivencia adoptada. Esa dinámica no estará tanto motivadas por las “utopías” como por las “negociaciones” entre los actores, para definir cuánto de cada uno termina aportándose para definir cada sociedad y, eventualmente, la sociedad global. La sociedad de los mercados puros, o de “Puertas Abiertas”; la sociedad del bienestar y la libertad, o “Desconfiada de la globalización”; la sociedad nacional cerrada, o “Banderas Nacionales” pugnarán por imponer sus visiones, dando lugar a mixturas en las que, sobre la fórmula “dos ganadores, un perdedor”, se irán definiendo las modalidades de convivencia en cada país, en cada región y en el mundo. Las consecuencias de las interacciones posibles definirán tres “puntos de contacto”, que vincularán (cada uno) dos tensiones. Esos puntos de contacto realizarán los valores deseados por cada comunidad en cada situación. a. La eficiencia, es el valor perseguido por quienes privilegian los mercados abiertos (“Puertas Abiertas”) y sus prevenciones sociales (“Desconfiada de la globalización”), por sobre el poder coercitivo de los Estados. Sociedades abiertas, con mercados libres pero con contenciones en sus consecuencias para garantizar, con los adecuados estímulos y marcos normativos, la protección de los perdedores en la lucha social. En esta ecuación, pierden las “Banderas Nacionales” b. La seguridad, es el valor más importante para quienes prefieren una vinculación entre las fuerzas de coerción y regulación del Estado (las “Banderas Nacionales”), en conjunción con la “Desconfianza de la globalización” y en detrimento de las “Puertas Abiertas” 17
c. La cohesión social y la justicia, son los valores más importantes para quienes destacan la vigencia de las “Banderas Nacionales” jugando en conjunto con las “Puertas Abiertas”. En este último formato, pierde la “Desconfianza a la globalización” La ecuación “dos ganadores-un perdedor” no sólo ayudará a interpretar qué acuerdos garantizarán la predominancia de un modelo determinado, sino también quién es el perdedor; y a la inversa, también permitirá acercarse a las consecuencias que probablemente sucederán si uno de los campos queda solo y deja la “oposición” a una posible alianza de los otros dos. El libre mercado alejado de las preocupaciones sociales y de la identidad; la identidad, alejada de las preocupaciones sociales y del libre mercado; o las preocupaciones sociales, alejadas del libre mercado y la identidad, pueden generar situaciones de inestabilidad. El juego de interacción de estas fuerzas y valores ayudará a interpretar la actitud de las sociedades en diferentes circunstancias. Una situación de descreimiento, de ausencia de soluciones de mercado a las crisis de seguridad y confianza, de rápidos cambios o ausencias regulatorias, conducirá a un mundo legalístico, de “pruébemelo antes”. Por el contrario, una situación de confianza en el crecimiento, de dinámica inversora, de ausencia de inseguridad personal, de buenas prácticas voluntarias, de independencia de los medios de prensa, de adecuados vínculos entre la sociedad civil y el mundo inversor, conducirá a una actitud de puertas abiertas, de “conózcame”. Por último, si la situación es de un juego de suma cero, enfoques dogmáticos, fragmentación regulatoria, de preeminencia de enfoques religiosos o nacionalistas, de fuerte arraigo de tradiciones y valores culturales propios, conducirá a un mundo de predilección por “quienes están dentro”, a un mundo autoritario de “síganme”. La aplicación del modelo a los escenarios de prospectiva ofrecen conclusiones globales, regionales y sectoriales para el 2025: 1. Proyección del actual liderazgo norteamericano en el área del “hard power” como única superpotencia militar global y por su peso específico en la definición de los marcos regulatorios económicos globales. 2. Mantenimiento de la capacidad de Europa y Japón en el uso del “soft power”, con herramientas diplomáticas, económicas y culturales para incidir en el escenario internacional, especialmente por su experiencia en ayudar a gestionar cambios políticos en sociedades en transición, y su fuerte potencial en cooperación internacional. 3. Crecimiento constante de China, convertida en el mayor demandante incremental de hidrocarburos y convirtiéndose en un jugador global, principalmente por su rápido desarrollo industrial, el reducido costo de 18
su fuerza de trabajo y su adaptación a las normas comerciales internacionales con su incorporación a la Organización Mundial de Comercio. 4. Este “backround” será matizado según la preeminencia de escenarios de “puertas abiertas”, “desconfianza a la globalización”, o “banderas nacionales”. 5. La diferencia de escenarios posibles marcará divergencias mayores en las predicciones sobre Medio Oriente, Europa Oriental y Africa. Un ejercicio de prospectiva sobre el escenario de puertas abiertas marca un mejor resultado en crecimiento económico que un escenario de “banderas nacionales”, pero las realidades políticas pueden requerir priorizar otros valores, como la identidad nacional -banderas nacionaleso necesidad de redistribuir rápidamente riqueza para un mayor bienestar -desconfianza de la globalización-. A su vez, el escenario de banderas nacionales está más vinculado a la profundización de la inestabilidad, el surgimiento de regímenes nacionalistas o de caudillos autoritarios. 6. Las perspectivas de crecimiento global, según la preeminencia de los escenarios posibles, ofrece un previsible acumulado para el año 2025 del 3,8 % anual en “puertas abiertas”, 3 % en “desconfianza a la globalización” y 2,6 % en “banderas nacionales”. 7. En términos de “Purchase Parity Power”, en el 2025 la economía china duplicaría a la norteamericana, y triplicaría a la india y a la eurozona. No ofrece datos en producto nominal, lo que dificulta la comparación efectiva de poder relativo. 8. En el plano energético, se produce una “triple ruptura” con respecto a los escenarios anteriores: la reconstrucción del vínculo entre crecimiento y consumo energético -a raíz de las características del crecimiento chino-; la aparición en la agenda del problema del posible agotamiento del petróleo y la jerarquización de las nuevas fuentes energéticas; y la preocupación por la situación climática. Estas tres rupturas sumergen al sector energético en desafíos nuevos, cuya resolución será diferente según la preeminencia de un escenario de puertas abiertas, desconfianza a la globalización o banderas nacionales. Los escenarios del Consejo Nacional de Inteligencia de USA El trabajo del CNI es elaborado quinquenalmente sobre la base de ejercicios interactivos con una multiplicidad de Expertos no gubernamentales en todo el mundo. Los consultados son usualmente reconocidos pensadores, que en seminarios regionales en diferentes países son convocados a opinar sobre su visión sobre las tendencias que modelarán el futuro.
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El último trabajo, “Mapping the Future”, realiza un análisis de los distintos temas que protagonizarán los próximos lustros, con mayor o menor grado de certidumbres: Alta certidumbre: 1. Globalización, seguramente irreversible pero cada vez menos occidentalizada. 2. Economía mundial sustancialmente más grande. 3. Creciente número de firmas globales facilitan la expansión de las nuevas tecnologías. 4. Crecimiento de Asia y advenimiento de nuevos actores mediosgrandes (los BRIC) 5. Envejecimiento de la población en varios países. 6. La provisión energética global abastecerá la demanda existente. 7. Crecimiento de actores globales no estatales. 8. El Islam se afirma como una fuerte potencia. 9. Incremento de las armas de destrucción masiva en poder de varios Estados. 10.Arco de inestabilidad recorre África, Oriente Medio y Asia. 11.Muy improbable escalada hacia la guerra entre las potencias grandes. 12.Instalación en la agenda pública de temas ambientales y éticos. 13.Estados Unidos mantendrá su rol central en la política internacional Incertidumbres: 1. ¿Conducirá el crecimiento de Asia a nuevas reglas de juego en la economía? 2. ¿Pondrá en riesgo a las democracias frágiles la lucha entre los que tienen y los que no tienen? ¿Se administrarán adecuadamente las crisis financieras? 3. Nivel de desafío de la conectividad a los gobiernos –Internet, blogs, etc.4. ¿Se convertirá la Unión Europea en una superpotencia? 5. ¿Tendrán la suficiente habilidad la Unión Europea, Estados Unidos y Japón para integrar a los inmigrantes? ¿Podrán mantener sus sistemas de bienestar? 6. ¿Cómo se suplirán las eventuales interrupciones de suministro energético provocadas por la inestabilidad en zonas productoras? 7. ¿Tendrá la comunidad internacional organizada la habilidad necesaria para incluir a los nuevos actores sociales? 8. ¿Cómo será el impacto de la religiosidad creciente? ¿Cuáles serán los efectos políticos de la ideología de la “Jidah”? 9. ¿Qué potencias poseerán armas de destrucción masiva? ¿Adquirirán las redes terroristas capacidad de obtención de estas armas –biológicas, químicas, nucleares y radiológicas?
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10.¿Se producirán –y en qué dimensión- eventos que produzcan rupturas políticas y destronamientos en el Medio Oriente? 11.¿Existirá habilidad suficiente entre las potencias para administrar sus necesidades de hidrocarburos y evitar conflictos desatados? 12.¿Se resolverán los dilemas éticos que conllevan la aplicación de nuevas tecnologías específicas, por ejemplo, manipulación genética, privacidad de datos e imágenes, etc? 13.¿Mantendrá Estados Unidos la vanguardia en el desarrollo tecnológico? A partir de su inter-relación, el modelo diseña cuatro escenarios “puros”, elaborados sobre el supuesto de la preeminencia de determinados actores o fuerzas de alcance mundial, que interactuarán y posiblemente se interconecten para ofrecer un mundo menos lineal y más matizado. Los cuatro escenarios centrales son: 1. El “Escenario Davos” o las contradicciones de la globalización. Supone la continuidad del proceso globalizador, sin interferencias que alcancen a interrumpir su marcha, aunque con inestabilidades localizadas que el sistema está en condiciones de procesar sin conflictos de fondo. El proceso globalizador habría logrado construir para el 2020 una sociedad planetaria totalmente integrada, apoyada en la globalización de la economía, que habría desarrollado nuevos actores y nuevas formas mundiales de producción. Se habrían logrado éxitos en la lucha contra la pobreza, pero se mantendría una marcada falta de equidad social en el acceso a la educación, la integración al mundo productivo, la disposición de agua potable para millones de personas en los países pobres de Asia y África, el crecimiento del SIDA en Rusia, Nigeria, Etiopía, Brasil, India, China y Asia Central, en una “segunda ola” de la epidemia que afectaría fuertemente la capacidad productiva de los países del África Subsahariana. China y la India habrían continuado sus procesos de crecimiento, insertos en un círculo virtuoso con los países desarrollados pero construyendo, además, fuertes mercados domésticos. La globalización, que a fines del siglo XX era identificada con la imagen de los Estados Unidos, sería para el 2020 un concepto más identificado con los estados emergentes asiáticos, será menos “rubia – nórdica” y más “morena - oriental”. Se afianzaría el crecimiento de nuevos actores globales, lo que llevaría a una “alta gerencia” internacional más cooperativa entre los antiguos países desarrollados y los recién llegados, pero también es posible el crecimiento de conflictos entre China y el resto de países de Asia del Este –Japón, Corea- y la tradicional rivalidad entre China y la India.
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Europa fortalecería su integración y se extendería hacia el Este, mientras Rusia, favorecida por el precio de los hidrocarburos, sería atacada por dos fenómenos: su baja tasa de natalidad y correlativo envejecimiento de su población y el crecimiento del SIDA. Aunque los precios del petróleo continuarían en ascenso, el Oriente Medio continuaría tensionado y se constituiría en la mayor amenaza al proceso globalizador, al igual que la creciente tensión en el lejano oriente por la presión de China sobre Taiwán. Aunque la fuerza del proceso económico global continuaría siendo significativa, se haría necesario avanzar hacia instancias de “administración” de los problemas globales. 2. El escenario de la “Pax americana”. Supone la continuación de la hegemonía de Estados Unidos en las próximas dos décadas. Este escenario está apoyado en la supremacía militar, tecnológica y económica norteamericana, que mantendría a Washington en su condición de “pivote” de la política internacional. Existirían nuevos diseños estratégicos en Asia, pero manteniendo la fuerte presencia norteamericana y se mantendría una renovada alianza con Europa incluyendo a Europa del Este. Se aprovecharía la capacidad modélica de Europa en la construcción de gobernabilidad y en las modalidades exitosas de procesos de integración. Se produciría un creciente cansancio de los ciudadanos norteamericanos por su rol de “gendarme mundial” y de ser los que carguen sobre sus espaldas –y sus bolsillos- las demanda de la seguridad global, un “bien público” del que resultan ser los únicos aportantes y una creciente demanda hacia los socios europeos y asiáticos para compartir esa responsabilidad. La relación con China sería central para el equilibrio del Asia-Pacífico, del que varios protagonistas –Japón, Corea- demandarían la continuación de la presencia militar americana. Podría suponerse que hasta China podría –sin admitirlo- estar beneficiada con esta presencia, que evitaría el temor de los demás países de la región frente a su potente crecimiento económico o aún militar. En este escenario, Estados Unidos tendría un nuevo rol en el Este de Asia: actuar como árbitro del poder regional, entre China por un lado y Japón y otros países asiáticos por el otro. La “pax Americana” no sería necesariamente “dulce” para los Estados Unidos y podría llegar a sentirse como una condena, ya que no parecieran surgir otras organizaciones regionales multilaterales similares a la OTAN para tomar bajo su responsabilidad el mantenimiento del orden en algunas zonas del mundo, aliviando el peso de Estados Unidos.
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3. El escenario del “nuevo Califato”. Supone que la fuerza del surgimiento de un un “Califato” global, en el que se reflejarían tanto los países del Islam como los musulmanes radicados en países occidentales. Aunque el “Califato” no gobierne formalmente algún país, en todas las naciones musulmanas la voz del Califa reconocido sería una referencia en costumbres, valoraciones morales y conductas de los gobiernos con alta capacidad de presión. Sus herramientas principales se apoyarían en su aptitud para desatar movilizaciones para presionar a gobiernos y atentados terroristas en cualquier lugar del mundo occidental, apoyado en los vitales grupos de jóvenes de origen musulmán –segunda o tercera generación de migrantes- que, a diferencia de sus padres, encontrarían en el cuestionamiento a las formas sociales occidentales un camino de identidad e integración comunitaria, fácilmente captadas por las redes terroristas a través del uso de herramientas facilitadas por la revolución de las comunicaciones –Internet, blogs, celulares, etc-. No obstante, muchos destacarían la diferente actitud y atractivo del “califato” entre los musulmanes, algunos integrados totalmente a la forma de vida occidental –como ciertos países del Golfo- y otros sumergidos en pobreza crónica y atraso ancestral, pero atravesados por líneas de comunicaciones de última generación que les permite funcionar en red y en tiempo real. Ello incluiría la dificultad del Califa en alinear a todos los musulmanes, superando la ancestral división de chiítas y suníes, los países prósperos y los pobres y las fuertes divisiones generadas por la lucha por el petróleo, que alcanzaría a diversos países de Asia Central y distintas potencias occidentales. 4. El escenario del “Ciclo del miedo”. Supone el triunfo de las redes delictivas de tráfico de armas, que se habrían instalado como los grandes protagonistas de un escenario internacional en el que las armas de destrucción masiva habrían proliferado a un grado tal que ningún gobierno renunciaría a luchar por poseerlas, convirtiendo de hecho a los traficantes en los árbitros de la situación internacional. El miedo generalizado habría conducido a medidas draconianas de persecución del tráfico ilegal, cerrando fronteras, desmantelando sistemas de protección de los derechos individuales y justificando la actitud violenta y represiva de los Estados, en razón de la seguridad general. En este escenario, el proceso económico global estaría en el mejor de los casos cercano a un punto de descarrilamiento o, al menos de detención y en el peor, en el retroceso hacia formas de convivencia más rudimentarias y cerradas, con economías nacionales acordonadas en sus límites geográficos y realizando las transacciones comerciales mínimas necesarias para la supervivencia.
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Los viajes internacionales estarían militarizados, las transacciones financieras estarían interrumpidas y se instalaría la recesión global. Estos “Escenarios” se darán, en visión de la CNI, mezclados en diferentes proporciones durante los próximos lustros. Salvo en el último caso, en que existirán dificultades para el desarrollo del comercio y el intercambio esencial a la globalización, el ritmo del nuevo paradigma global será rápido, incremental e irreversible. La visión de Jacques Attali Este pensador francés, a quien el Presidente de la República Nicolás Sarkozy ha comisionado para coordinar una comisión nacional de reflexión sobre los cambios necesarios en la sociedad, la economía y la política francesas, la Comisión de Liberación del Crecimiento de Francia3, ha formulado en su libro “Une breve histoire de l’Avenir”4 su visión de los próximos cincuenta años, que formula proyectando lo que entiende ha sido el “sentido de la historia” en los últimos dos mil años y los problemas que genera la tensión entre esa dirección y la realidad internacional actual. Imagina al mundo de los años que vienen atravesando varias etapas, que no se darán en forma cronológica sino ondulatoria, alcanzando algunas más rapidez que otras e relacionándose en sus efectos y consecuencias. 1. El “hiperimperio”, cuyas características serían parecidas al “Escenario Davos”, de la visión de la CNI, aunque con una disolución creciente del poder coactivo de los Estados y la comunidad internacional y la aparición de lagunas políticas y normativas que serán aprovechadas por los actores más dinámicos del nuevo escenario mundial, aunque también por redes delictivas. Las personas continuarán su marcha hacia crecientes espacios de libertad personal, limitando el poder de los Estados. Tendrán actitudes vinculadas al nomadismo –real, o simbólico- y valorarán los nuevos productos que incrementen su sensación de autocontrol, con su portabilidad y su pequeña dimensión. La capacidad de innovación se desplazará desde su centro paradigmático actual –la costa Oeste de Estados Unidos, el Silicon Valley y el “hinterland” californiano- hacia diferentes centros del mundo con capacidad de producción y distribución. El “hiperimperio” será, entonces, un imperio global cada vez más desvinculado de su asentamiento territorial. Será un “hiperimperio” del “mundo mercante”, atravesando todas las culturas y formas de vida, estableciendo una “democracia de mercado global” policéntrico en el que 3 4
http://www.liberationdelacroissance.fr/files/home.php Attali, J., “Une bréve histoire de l’Avenir », Paris, 2006
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varias democracias de mercado giren alrededor de algunas potencias predominantes, con centros dinámicos en las nuevas grandes urbes que ya se han instalado como protagónicas: San Francisco, Los Ángeles, Shangai, Tokyo, Seúl, Singapur, Hong Kong, Taiwan, Calculta, Nueva York, alguna europea –quizás Londres-, San Pablo, México, Ciudad del Cabo. Las raíces de la transición de la actual hegemonía del “imperio americano” hacia el nuevo escenario serán la globalización de la capacidad de innovación, el surgimiento de regiones con una fuerte dinámica de crecimiento en distintos lugares del mundo y -coincidiendo con los escenarios de la CNI- el surgimiento del hastío de los ciudadanos norteamericanos en seguir asumiendo sobre sus espaldas la provisión del “bien público” del orden internacional, replegando su poder hacia sus fronteras y manteniendo con el resto del mundo una relación de intercambio en lo que necesite, pero sin asumir conductas ni responsabilidades de “superpotencia”. 2. El “hiperconflicto” será el paso siguiente al “hiperimperio”. El debilitamiento de un poder mundial, la incapacidad de los viejos Estados Nacionales de organizar un poder planetario y la inmadurez del nuevo paradigma global, dejarán lagunas de poder y grietas en el funcionamiento del sistema que serán aprovechadas por una nueva clase, la de los “nuevos piratas”. Se tratará de un sector que cabalgará en el borde, al límite de la legalidad, con gran similitud a las actuales redes de delincuencia global, pero con lazos e interrelación con empresas “legales” en diferentes partes del mundo. Su símil actual es el caos producido en la ex Unión Soviética ante la implosión de su Estado: bandas, mafias, crimen organizado, apropiación de bienes públicos, batallas campales de todos contra todos. Serán “piratas”, en el sentido de la vieja acepción corsaria, apropiándose del fruto del trabajo de otros, sea al estilo tradicional, sea diseñando redes ultramodernas de apropiación de marcas, lavado de dinero o riquezas virtuales, desarrollando capacidades de violencia que no estarán sólo asentadas en los espacios globales, sino que se desarrollarán en el propio seno de las sociedades estables, aprovechando las debilidades y desprestigio de los viejos Estados-Nación. Pero no serán los únicos. Las ambiciones regionales, Armadas piratas y corsarias, la cólera de los ciudadanos contra el poder, la cólera de los creyentes contra el predominio crecientemente materialista de la vida, la insuficiencia de los recursos como agua y petróleo, irán generando un caótico entramado de alianzas regionales, que buscarán armarse, aliarse, negociar, ayudar, disuadir a los regímenes agresivos, atacar preventivamente. Guerras de fronteras, guerras de influencias, guerras entre piratas y corsarios convertirán al mundo en el escenario global de un hiperconflicto. 25
Las Naciones Unidas sin fuerza ni legitimidad, los Estados Unidos replegados en su territorio, la ausencia de fuerzas regionales tipo OTAN, los Estados debilitados y desfinanciados, dejarán un espacio de poder en el que la violencia –desbordada- reinará en la convivencia humana. Esta guerra de “todos contra todos” irá generando en las sociedades estables la disposición a la reedificación del poder. 3. La “hiperdemocracia” será la última etapa evolutiva. El hastío por la inseguridad, la necesidad de contar con normas de convivencia global en paz, la necesidad de recrear el entramado humano frente al caos, impulsarán la reconstrucción de la capacidad de administrar las cosas y espacios comunes. Será una “hiperdemocracia”, en la que los problemas globales serán puestos en manos de una organización mundial que funcionará por encima de las Naciones y los Estados, garantizando nuevamente la paz universal. Esta visión de la utopía, asentada en una perspectiva histórica, no tiene otro soporte que el optimismo de observar que a través de la historia pasada durante milenios, la humanidad ha logrado sortear sus dificultades más graves y ha encontrado la forma de encarrilar su marcha hacia la libertad. ¿Diferentes escenarios? Con sus distintos enfoques y metodologías, las reflexiones que anteceden giran alrededor de problemas similares, aunque difieran en la cronología y en la interacción recíproca. En ellos hay fuertes coincidencias de diagnóstico y similares interrogantes. Son los mismos que recorreremos en este libro, hasta ubicar a la Argentina, en los capítulos finales, en el escenario que se dibuje al analizar los campos de acuerdos, conflictos, utopías y realidades que motorizan a las personas en todo el mundo en el comienzo del siglo XXI. Como lo veremos en los capítulos que siguen, revolución tecnológica, globalización, violencia, energía, ambiente, demografía, salud global, migraciones, nuevos actores, auto-excluidos, nacionalismos, terrorismo, son capítulos que conforman un mundo que se muestra caótico, pero en cuyas líneas de fondo existen uniformidades sobre las que se asienta la vida de la sociedad humana, de la que los argentinos somos un pequeño capítulo.
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Capítulo 2 El desarrollo científico – técnico Desde Karl Marx y Max Weber hasta Joseph Schumpeter y Jürgen Habermas se ha debatido el carácter de la relación entre la sociedad y la ciencia, con dos afirmaciones extremas: quienes sostienen que los conocimientos científico-técnicos son la base de la economía y la sociedad y quienes, al contrario, sostienen que es el desarrollo de la sociedad y la economía el que sirve de fundamento al “aparato científico” de cada sociedad y etapa histórica. El debate pareciera no estar totalmente saldado y tiene incontables matices que impiden una respuesta terminante. Nos conformaremos en este trabajo con imaginar una interacción permanente, en la que ambos conceptos se encuentran fuertemente relacionados, condicionados e incluso limitados. Sería tan inimaginable que un país sin antecedentes científicos – imaginemos la nación más pobre y atrasada del África central, por ejemplodesarrolle un sofisticado complejo aeroespacial, como que esa misma nación intente aislarse total y absolutamente de los avances en telecomunicaciones que han marcado el ritmo del cambio mundial en las últimas décadas. Algunos países asiáticos, por ejemplo, han superado a USA y Europa en el crecimiento proporcional de uso de teléfonos celulares. El primer ejemplo, con ser extremo, indica los límites del voluntarismo político en el desarrollo científico-técnico. El segundo, indica el segundo límite, que si bien ha existido siempre, se hace cada vez más fuerte en el mundo global, cuyas tecnologías tienen posibilidades de desplazarse e impregnar las sociedades más atrasadas y aún de desatar procesos económico-sociales inexistentes. El caso de Irlanda, incorporando rápidamente servicios informáticos para la Unión Europea mediante políticas adecuadas de adiestramiento y fomento al complejo teleinformático y apoyando en esa política su gran desarrollo económico en la ultima década del siglo XX es otro ejemplo. En dos décadas, pasó de ser el país más atrasado de Europa, a tener el más alto nivel de ingreso por habitante, comparable con el lote de las naciones más desarrolladas. El siglo XX ha sido la continuación magnificada del avance científico técnico que acompañó –o desató, o fue producido...- por la revolución industrial. La portentosa acumulación de conocimientos desarrollados sobre la base de las grandes teorías –relatividad, cuántica, psicoanalítica, genética- elaboradas a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX permitió llegar a fin de siglo con un abanico de líneas de investigación transformadas en objetos de mercado, cambiando literalmente la faz del planeta y la convivencia humana.
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La llegada del conocimiento al mercado a través de productos demandados por la sociedad retroalimenta la necesidad de nuevos conocimientos. La globalización, que configura un mercado planetario, produce el fenómeno que esta tendencia tenga un alcance también universal. Y la libertad de desplazamiento de capitales y comercio abierto permite una reestructuración de los sistemas de producción e intercambio en el que cualquier lugar del planeta –aún sin historia de desarrollo propiopueda de pronto ser adecuado para alguna etapa de la producción segmentada. Los países “recién llegados” –desde los tigres asiáticos en los 70, la India en los 80, China en los 90, los países de Europa Oriental y los “BRIC” entrado el siglo XXI- muestran esta posibilidad, presentando nuevos problema de articulación social que, con ser novedosos, no generan en todo caso situaciones más traumáticas que las que produjo el anterior escenario de economías cerradas. La historia deja de ser casi exclusivamente nacional y pasa a convertirse cada vez más en historia universal. Lo expresado no implica negar que siempre la historia universal ha mostrado a la humanidad interactuando entre los grupos tribales, regionales o nacionales, sino que hoy ha cambiado el centro de gravedad del devenir de los acontecimientos históricos, cuyo escenario ha dejado de ser centralmente local y ha pasado a ser el escenario global. El desigual ritmo de impregnación local por parte del nuevo escenario global no invalida la tendencia de una sociedad planetaria crecientemente consciente de su unidad y afectada por problemas de alcance general, desde la economía hasta la exclusión, desde el clima hasta la insuficiencia energética. El desarrollo científico técnico sigue y seguirá esa impronta. Llega a todos, de manera desigual. Reproduce las estructuras sociales locales, pero a la vez incide e incidirá en su cambio. Será aprovechado por quienes se encuentran en condiciones de mercado de cooptarlo, pero repercutirá en la estructuración de esos mismos mercados creando nuevos sectores ganadores y perdedores. Se genera y se generará principalmente en los países más avanzados, pero será absorbido por países que lo utilizarán para sus propios “saltos adelante” desatando nuevos procesos de crecimiento integrados cada vez más a la economía mundial. El análisis que sigue pasará revista a los sectores de desarrollo científico técnico que en los próximos veinte años se considera que desempeñarán una evolución más notable y las regiones que se encuentran más predispuestas para su generación y absorción, fenómenos que no necesariamente son idénticos. Las capacidades institucionales, infraestructurales y humanas serán fuertes condicionantes para ambos extremos.
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Hay, en efecto, países que cuentan con grandes posibilidades de ser generadores de nuevos productos, procesos o descubrimientos, pero con limitaciones que les impedirán convertirlos en proveedores de mercado. Hay otros con escasas posibilidades de generar esos nuevos productos, pero con altas posibilidades de convertirlos en éxitos comerciales adquiriéndolos o comercializándolos. Están los terceros, sin capacidad de generación ni de adopción de nuevas tecnologías. Y hay, por último, aquellos que tienen ambas habilidades y que configurarán la “élite” en las próximas décadas. Las áreas de avance Una primera aproximación a las áreas de mayor avance previsible nos acerca a objetos familiares en la ciencia ficción, aunque también a una diferente posibilidad de acceso según el nivel económico. Esta afirmación puede resultar relativamente tolerable en productos relacionados con la industria del entretenimientos, pero genera y generará un creciente sentimiento de injusticia -y muy posibles reacciones políticas y sociales- al relacionarse con los vinculados a la salud. Encabezan en trascendencia social y económica las áreas de telecomunicaciones y procesamiento de la información. En las últimas décadas han posibilitado la reestructuración económica del mundo, y su tendencia hacia el futuro las ubica entre los desarrollos de mayor alcance de mercado y mayor influencia en la economía, la política y la vida cotidiana. Las áreas médicas –tanto en prevención como en detección precoz de enfermedades y en tratamiento- serán estrellas destacadas en el firmamento del nuevo avance tecnológico. Las tecnologías rápidas y precisas de diagnóstico, suministro de drogas, pruebas computarizadas de nuevos medicamentos, fabricación de tejidos humanos y fabricación de prótesis humanas de órganos artificiales, producirán –entre muchos otros avancesun mejoramiento de extensión y calidad de vida, que estará al alcance de quienes puedan pagarlo y es previsible que generarán creciente presiones sobre los sistemas públicos de salud para obtener la mayor generalización posible. En el área de materiales se producirán avances notables, especialmente en aquellos destinados a reducir el impacto ambiental. La impregnación de estas tecnologías será generalizada y se extenderá desde tejidos autolimpiables hasta materiales auto-ensamblables, así como artefactos inteligentes implantables para el suministro programado de drogas. La robotización, el diseño de prototipos y el incremento exponencial de la capacidad y rapidez de telecomunicaciones agilizará los sistemas de
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producción globales y continuará funcionando como locomotora global de la productividad. Los campos de aplicación en que previsiblemente se darán los mayores avances serán: • Medicina y terapias personalizadas • Modificación genética de insectos para control de plagas y vectores de enfermedades • Testeo y descubrimiento de nuevas drogas con tecnología computacional (o “in-silicon”) • Suministro dirigido de drogas a través del reconocimiento molecular • Implantes biomiméticos y de restauración de funciones • Análisis clínicos rápidos usando bionanotecnología. • Sensores y artefactos computarizados incorporados en artículos comerciales • Materiales nanoestructurados con propiedades especiales vinculadas • Sistemas de generación eléctrica pequeños y portátiles • Producción en masa de artículos electrónicos “orgánicos”, incluyendo células solares. • Textiles y tejidos inteligentes • Redes sofisticadas de sensores y cámaras indetectables incorporadas • Bases de datos gigantes conteniendo información médica y personal detallada • Identificación por radio frecuencia (RFID) portable de productos y personas • Tecnología de comunicación e información de grandes cantidades y paquetes de datos, incluyendo amplia conectividad inalámbrica a Internet • Sistemas de criptografía de base cuántica para transferencia segura de información. En muchos campos existirá el uso de tecnología cruzada, con productos que resultarán de la aplicación de técnicas de diversas áreas de investigación y conocimiento. La integración y la funcionalidad cruzada se ha convertido ya en la regla, más que en la excepción, en numerosas aplicaciones. Así ocurre en medicina, que incorpora conocimientos genéticos, nanoelectrónicos y de nuevos materiales y en las comunicaciones, que suma también desarrollos electrónicos y de nuevos materiales. De la misma forma, los materiales autoensamblables –resultado de aplicación de principios de la química y la biología- irán ganando terreno en aplicaciones sofisticadas como la vinculación entre artefactos y sistemas, conformando un interesante arsenal de utilidades para aplicaciones nanotecnológicas.
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En la siguiente revista por campos de conocimiento podremos comprobar la íntima relación que existe entre muchos de ellos, con productos que se repiten en los diferentes campos observados. Biotecnología Uno de los campos de mayor desarrollo previsible es el de la biotecnología, a partir de los avances en el conocimiento genético. Se vincula con varios de los grandes problemas que se presentarán en los próximos años: la alimentación de cada vez mayor cantidad de personas incorporadas al circuito económico a raíz de la globalización, que obliga a recurrir a métodos genéticos de optimización de la producción, la necesidad de enfrentar la crisis energética global ante la cada vez más cercana extinción de las reservas mundiales de petróleo, que obliga a sustituir la energía de fuentes primarias fósiles por la que resulte de fuentes renovables, la necesidad de controlar enfermedades globales con prevención y diseño de organismos utilizables en estos fines. La difusión de la biotecnología será cada vez más indemne a los controles políticos, debido a la fluidez en la transferencia de información y al creciente protagonismo de entidades privadas en la investigación sobre células madres y clonación. Entre las aplicaciones previsiblemente más usadas pueden mencionarse: • Análisis biológicos rápidos que permitirán una rápida identificación analítica a partir de pequeñas cantidades de materiales, útiles para fines médicos y forenses. • Medicina personalizada, apoyada en la cantidad de información extraída de las bases de datos, tanto como en la posibilidad de rápidos análisis de secuencias genéticas. • Desarrollo de insectos genéticamente modificados, para combatir pestes y para evitar el contagio de enfermedades. • Amplia disponibilidad de semillas genéticamente modificadas, de alto impacto en el mundo en desarrollo. • Desarrollo de capacidades informáticas para testear nuevas drogas y testear efectos colaterales “on sílice”, es decir, a través de procesos computarizados previos a las pruebas biológicas. • Prótesis de órganos, tejidos y de partes corporales con movimientos similares a los naturales (miméticos), con aplicación a cada vez más partes del cuerpo humano, con capacidades idénticas o superiores a los naturales.
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Nanotecnología Pocos campos como el de la nanotecnología son tan amplios en su posibilidad de aplicación e integración en los más diversos productos. Técnicas nanotecnológicas son imprescindibles para la litografía de circuitos integrados de alta capacidad de procesamiento de información, para el diseño de drogas de última generación, el desarrollo de artefactos de aplicación de esas drogas y el diseño de fibras textiles “inteligentes” – autolimpiables, de texturas específicas, resistentes a presiones, repelentes de humedad o, a la inversa, absorbentes, o en fin, de las más diversas propiedades-. La nanotecnología es imprescindible para la manipulación genética, para el diseño y producción de semillas y organismos genéticamente modificados y en general, para los procesos biotecnológicos. La biotecnología es uno de los campos de mayor interacción con la nanotecnología. Esta creciente importancia de lo “extremadamente pequeño” (de 1 a 100 micrones, o sea de una a cien milésimas de milímetro) ha provocado que ingentes recursos sean destinados a desarrollar el campo. El gobierno norteamericano destina un fondo específico de mil millones de dólares anualmente y los fondos mundiales destinados a este fin multiplican varias veces esta suma, no sólo de origen oficial sino también de fondos privados. Los países en desarrollo no quieren quedar atrás en un campo del que suponen surgirán las bases de desarrollo científico en muchos otros campos, sobre el convencimiento de que la interacción atómica-molecular está en la base de muchos campos de desarrollo científico. A tal fin destinan a este campo importantes inversiones con el objeto de no abandonar posiciones definitivamente y no estar luego obligados a adquirir “paquetes científicos cerrados”. Entre las aplicaciones previsibles de la nanotecnología pueden preverse: • Nuevas familias de sensores biológicos miniaturizados, químicamente selectivos y altamente sensibles. • Mejoramiento en capacidad y utilización de baterías. • Sensores de uso individual, especialmente para usos militares. • Artefactos computarizados incluidos en objetos comerciales. • Artefactos médicos de monitoreo personal transportables comunicados con bases de datos y controles centrales en tiempo real, especialmente para usos militares. • Estructuras nanofuncionales para controlar el suministro dirigido de drogas y para monitorear el funcionamiento de implantes orgánicos y prótesis.
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• Capacidad para incrementar la seguridad humana y ambiental a amplios espacios. Es de destacar que en este campo pueden darse descubrimientos que aceleren el desarrollo de la técnica y produzcan diseños que hoy pueden emparentarse con la ciencia ficción, pero que también pueden obtenerse de investigaciones en curso. Entre ellos se anotan los nanotubos de carbono, las microondas metálicas o semiconductoras, las manufacturas usando métodos biológicos o moleculares, el diseño individual de elementos funcionales en circuitos electrónicos y la anunciada posibilidad de utilizar los átomos para el almacenamiento de información, realizada por IBM como logro de sus científicos5. Nuevos materiales En este campo multidisciplinario han confluido en las últimas décadas la física, la química, la metalúrgica, la cerámica, la ciencia de los polímeros y, últimamente, la biotecnología, transformándose en una rica fuente de nuevos avances científicos y técnicos. Esos avances también atraviesan numerosas áreas de la investigación y la producción. En medicina los nuevos materiales han jugado un rol decisivo en el diseño y fabricación de artefactos médicos y sistemas de envío precisos de drogas, ingeniería de tejidos, implantes, en prótesis y fabricación de órganos artificiales. Los “películas” electromagnéticas semiconductoras prometen jugar un rol trascendente en la miniaturización creciente de los circuitos electrónicos. El descubrimiento de la posibilidad de utilización de átomos como elementos de almacenamiento de información y conmutación en minicircuitos es probable que genere una revolución gigantesca en los sistemas electrónicos actuales: en un artefacto del tamaño de un teléfono celular podrán almacenarse, por ejemplo, treinta mil películas de largometraje, más de las que una persona podría ver en forma continuada durante toda su vida. Ello permitirá avanzar más en el diseño de los textiles inteligentes, con propiedades ya descriptas, unidos a polímeros que reaccionan con la luz, o con las propiedades más impensadas. Las aplicaciones previsiblemente más beneficiadas con el avance en la ciencia de los materiales serán: • Textiles que incorporen fuentes de poder, artefactos electrónicos y fibras ópticas. • Ropa que responda a estímulos externos, como cambios de temperatura o presencia de determinados agentes ambientales. 5
La Nación, 10 SET 2007
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• Manufactura “por demanda” de productos que requieran responder a determinados estímulos, o para requerimientos corporativos o militares. • Métodos que reduzcan la utilización de materiales y procesos peligrosos para el ambiente o generen desechos polucionantes en la fabricación de manufacturas. • Prendas con nanoestructuras y materiales compuestos con gran fortaleza en su tramado, suavidad al tacto y gran resistencia al uso y al desgaste. • Productos electrónicos-orgánicos que incrementarán el brillo y sistema de luces en pantallas. • Producción en masa de celdas solares basadas en materiales compuestos, en parte con nanoestructuras orgánicas y materiales biomiméticos. • Sistemas de descontaminación y purificación de agua basados en nanoestructuras de membranas y filtros activables. • Diseño de catalizadores para procesos químicos basados en la combinación de la computación rápida y materiales escrutados. • Ingeniería de tejidos multifuncionales crecidos en vivo sobre soportes biodegradables –probablemente limitados al comienzo a determinados tejidos y tipos de órganos-. Tecnología de comunicación e información La tecnología de comunicación e información ha sido uno de los pilares del proceso de globalización que se profundiza día a día, al punto que es considerado por muchos como el verdadero soporte del cambio de paradigma cultural, productivo y social que se está produciendo en el mundo, de una trascendencia similar al producido por la invención de la imprenta6. La globalización financiera, incremental desde la década de 1970, se expandió a todas las áreas de convivencia de la sociedad humana. La mayoría de los avances tecnológicos de las últimas décadas han profundizado este campo, notándose fundamentalmente a partir de tres hitos: la computadora personal, la implementación de Internet y el diseño de protocolo de transmisión TCP-IP junto con el lenguaje de programación en HTML, ambas herramientas de software que pusieron Internet al alcance del gran público. La conjunción de estas tecnologías ha convertido al mundo entero en un campo de intercambio, facilitado por la disolución de los bloques políticos mundiales producido a fines de la década de 1980, que significó
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Castells, M. – La Edad de la Información, Tomo I.
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aumentar sustancialmente la libertad de flujo de información, comercio y tecnologías entre todos las personas del mundo. Esos avances soportaron otros cambios paradigmáticos que llegaron a todos los rincones del planeta, como la internacionalización de las redes de producción, la expansión de la telefonía celular a todos los continentes y el desarrollo creciente de la comunicación inalámbrica (“wireless”), llamada a profundizarse en los próximos años con influencia en sistemas productivos, industria de entretenimientos, sistemas de comercialización y formas de trabajo. De cara a los próximos veinte años, ese crecimiento se notará en la miniaturización sistemática de los artefactos, a raíz de la tecnología multidisciplinaria de nuevos materiales, nanoestructuras, conjunción bioelectrónica de circuitos y aplicaciones de ubicación remota. Se desarrollarán cada vez más complejos algoritmos matemáticos que permitan la mejor utilización del espectro deconstruyendo y reconstruyendo las señales, que, además, son y serán cada vez objeto de mayor compresión a fin de compartir los mismos carriles de transporte virtual. Se diseñarán y construirán sistemas nanoelectromecánicos cada vez más poderosos y utilizables en creciente cantidad de productos, conjugándose con la tecnología de sensores, de artefactos de ubicación global y de armamentos. La industria de entretenimientos protagonizará cambios fundamentales en su concepción, debido a las posibilidades de interactividad que posibilitarán la participación de los usuarios en tiempo real, tanto en emisiones masivas como en la determinación de cursos de acción virtual.7 Las aplicaciones que mostrarán el avance de la tecnología de comunicación e información serán: • Acceso a Internet por tecnología inalámbrica cubriendo todo el planeta al alcance de las clases medias y altas. Creciente presión para la extensión de Internet a todas las personas como servicio de alcance universal. • Sistemas computarizados portables extendidos a la aplicación de servicios médicos, sistemas de entretenimientos y de seguridad. • Bases de datos gigantes, con fuerte seguridad, conteniendo información personal como antecedentes médicos e información del genoma personal, así como gigantescos repositorios de información al alcance gratuito de todos. Algunas empresas muestran ya adelantos de estas prestaciones con la facilitación de capacidad de memoria ilimitada para sus usuarios (como Yahoo) o de cuentas virtualmente ilimitadas al ser acumulables (como Google). 7 Para la influencia de la tecnología de la información sobre la sociedad, véase Negroponte, “El mundo digital”; y Castells, M, op. Cit., tomo III.
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• Artefactos de memoria portátil en condiciones de almacenar toda la información requerida por los usuarios para su vida cotidiana, entretenimiento, voces, videos, fotografías, páginas WEB, de muy bajo costo. • Mejoramiento incremental de la capacidad de búsqueda de información, extendida por la técnica de reconocimiento de voz y de la traducción automática, lo que permitirá buscar información desde cualquier idioma, con búsqueda universal de material en todos los idiomas existentes en la red y que, una vez detectada la información, se traducirá automáticamente al idioma requerido para la respuesta. • Creciente uso de los identificadores de radiofrecuencia (RFI Tags) a través de tarjetas u otros soportes físicos, aplicados a bienes y personas, que permitirán la ubicación en tiempo real de objetos o personas y habilitarán la posibilidad de utilización de esa información para fines diversos –hábitos de consumo, seguridad, circuito recorrido por los productos luego de ser adquiridos, etc.• Biometría (scan de iris ocular, huellas dactilares, determinados datos genéticos, etc.) crecientemente aplicada al trabajo, la seguridad, los viajes, el acceso a las computadoras, acceso a lugares, e incluso comercio. • Cobertura creciente del espacio terrestre por mini-videocámaras de amplio espectro. • Interfaces biológico – electrónicas sin utilización de mandos manuales, por ejemplo el escáner de retina. Sobre el fin del período (década 2020-2030), es previsible que comiencen a tener aplicación comercial las investigaciones y diseños de robots que luzcan y ejecuten movimientos de alto símil con humanos, así como la conexión directa de sistemas informáticos al cerebro y al sistema nervioso central. Efectos potenciales de las aplicaciones tecnológicas en la sociedad Se ha realizado hasta aquí una somera revisión de las principales áreas de avance científico técnico, así como las aplicaciones previsibles de estos avances. A continuación, se efectuará un análisis de los efectos que posiblemente tendrán esas tecnologías al aplicarse en la sociedad. Se parte del supuesto que las aplicaciones alcanzarán a todo el mundo, en diferentes ritmos y grados pero facilitadas por la globalización creciente de la información y el comercio. El efecto no será igual en todas las regiones y países, ya que las características de infraestructura, educación, antecedentes del sistema tecnológico, organización política, desarrollo de su economía y disposición de recursos –en general y por los distintos actores de cada sociedad-, calificarán en todos los casos la 36
velocidad, extensión y profundidad de la adopción de las nuevas tecnologías. Sin embargo, en todos los casos la influencia será notable, manteniéndose siempre un grado de incertidumbre sobre la reacción de los sectores sociales a su aplicación. La velocidad de difusión mundial, sin embargo, será superior a la de la electricidad, el teléfono, la radio, la televisión y la expansión de Internet. Recolección, reconversión y almacenamiento de la energía solar de bajo costo Definimos a este complejo tecnológico como la capacidad de sectores de bajos recursos en países no desarrollados de obtener provisión de calor y electricidad captando y almacenando energía solar. Aunque la principal implicancia de este complejo tecnológico será, justamente, el de la energía, sus proyecciones se extienden hacia la provisión de agua potable, las comunicaciones, la salud e incluso la alimentación. Sectores que se encuentran en todo el mundo en desarrollo sin provisión energética tienen dificultades en realizar el primer paso en el mejoramiento de su calidad de vida: la propia educación. Una adecuada provisión energética a bajo costo ayudará también a mejorar los sistemas productivos, casi siempre al borde del nivel de subsistencia y lo hará mejorando también los estándares ambientales, ya que no incrementará la emisión de dióxido de carbono con fuentes tradicionales, e incluso hasta puede reducirlo al reemplazar sistemas de cocción a carbón por el calor solar captado. Este complejo tecnológico será de utilidad trascendente en las regiones que cuenten con considerable población rural –como China, India y varios países de Asia, África y América Latina-. La tecnología se encuentra disponible tanto para la captación, la reconversión y el almacenamiento, aunque su principal barrera de aplicación ha sido la financiera. Sin embargo, las investigaciones en marcha en diversos países y por diversas empresas han mejorado sustancialmente la eficacia de las celdas solares para captar energía, reduciendo su costo y la tecnología de almacenamiento se está desarrollando aceleradamente ya que es similar a las necesarias para desarrollar baterías más pequeñas y de mayor capacidad para los automotores eléctricos y a hidrógeno, al punto que es posible prever su aplicabilidad generalizada en los próximos quince años.
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Conectividad rural a la red telefónica y comunicaciones sin cables a Internet Es sabido que la mayor dificultad para la aplicación de este complejo tecnológico a las zonas rurales es lo que se conoce en el sector como “la conexión de la última milla”. Las tecnologías actuales permiten la vinculación por cable –que requiere la extensión de la línea a cada hogar, a un alto costo- o la instalación de celdas inalámbricas, que por la escasa densidad de usuarios resulta también de baja rentabilidad. No son necesarios muchos argumentos para demostrar la altísima incidencia de la comunicación de sectores rurales tanto en el mejoramiento de la calidad de vida, de la salud, de la integración a mercados globales, de la educación, su acceso a la televisión, del mejoramiento de las condiciones de vida de las mujeres o de la apertura de perspectivas para los jóvenes sin obligarlos a emigrar. Las tecnologías existen y están suficientemente desarrolladas. El principal problema es el económico. La solución a este impedimento se relaciona con la capacidad y dinamismo de los interesados en la autoorganización, su capacidad de presión política, su habilidad cooperativa y la existencia de Organizaciones no gubernamentales o empresas en condiciones de gestionar adecuadamente la demanda. La existencia de tecnologías adecuadas y la necesidad de integración de estos sectores al mercado global permiten suponer que en los próximos quince años existirán muy pocos lugares del mundo en el que los sectores rurales medios y altos no tengan posibilidad de acceder a las comunicaciones sin cables y a la red telefónica. La extensión a los sectores de menores recursos no es un problema tecnológico sino socio-político y dependerá de la forma de procesar su demanda o del estímulo que desde las organizaciones estatales se realice hacia estos sectores. Redes de comunicación y bases de almacenamiento para el acceso a información específica desde cualquier lugar y en cualquier momento La facilidad de intercambio de información y la creciente movilidad de las personas demandará cada vez más contar con información a la que pueda accederse, sea por vía física o inalámbrica, desde cualquier lugar y en cualquier momento. Gigantescas bases de datos con información de toda clase, desde información médica personal hasta información sobre mercados, desde tecnologías de producción hasta formas de financiamiento y comercialización, desde información militar hasta aplicaciones de seguridad, desde datos de mercado hasta información educativa y curricular desarrollados en la red para estudios a distancia, desde música hasta 38
películas o juegos adquiridos a través de la red. Estas bases de datos deberán funcionar en forma continua. El listado de aplicaciones es infinito y su implementación es creciente. La tecnología se encuentra ya madura y su aplicación se dará crecientemente en los países desarrollados, aunque también las personas de todo el mundo con suficiente capacidad económica podrán acceder a “membresías” que les abran acceso a esta información. El efecto en la vida social atravesará diversos ámbitos: seguridad, económicos, información médica y financiera personal, interacción entre los ciudadanos y los diferentes sectores del gobierno, periodístico, entretenimientos. Será indudablemente uno de los complejos tecnológicos que más incidirá en el cambio de paradigma de convivencia que tomará crecientemente niveles planetarios. Organismos y semillas genéticamente modificadas Es previsible un incremento acelerado de la aplicación de semillas genéticamente modificadas, alcanzando a cada vez mayor cantidad de cultivos. El mejoramiento técnico se dará en el mejoramiento de la capacidad nutritiva –agregado de vitaminas y micro nutrientes-; el incremento de la productividad –diseñando semillas “a la medida” de las condiciones de cada región; y la disminución de necesidades de pesticidas –incrementando su resistencia a las plagas-. Los propósitos que animarán el desarrollo de esta tecnología son múltiples y alcanzarán tanto a países desarrollados como –principalmentea países en desarrollo. Entre los objetivos buscados se encuentran la disminución de necesidad de agua potable en su desarrollo, la reducción de polución ambiental por reducción de trabajos de labranza requeridos y otros beneficios sociales. Seguramente se notará una tendencia creciente a profundizar las medidas que aseguren la calidad y la seguridad, debido a las presiones existentes en los países desarrollados, pero el efecto en los países no desarrollados y fundamentalmente en sus poblaciones rurales será profundo y extendido. Análisis biológicos rápidos Esta tecnología es definida como la capacidad de realizar pruebas biológicas que determinen en tiempo real o con la mayor inmediación temporal, la existencia o inexistencia de substancias biológicas específicas y para lograr múltiples pruebas de manera simultánea. 39
La tecnología ampliará la capacidad de detección de amenazas a la salud pública, dando herramientas a los gobiernos para tomar medidas que eviten la ampliación de amenazas de epidemias. Su efecto, en consecuencia, beneficiará a la salud pública, a la seguridad y a la capacidad de gobierno. Permitirá el combate a patógenos ambientales, disminuyendo la necesidad de drogas y antibióticos en afectados. La tecnología se encuentra en pleno desarrollo. La conjunción de nuevos métodos de análisis computarizados en conjunto con el creciente conocimiento de las secuencias genéticas y el monitoreo de reacciones químicas en organismos vivos ampliarán el campo de acción, con aplicaciones crecientemente utilizables en ambientes civiles y en operaciones militares. El efecto en la vida cotidiana de esta tecnología incrementará los niveles de percepción de la seguridad ambiental y médica, incidiendo de manera diversa en la presión sobre la salud pública según las características de los países, pero su implementación será abierta a aquellos sectores y países que lo deseen. Filtros y catalizadores para posibilitar la potabilización y descontaminación del agua Esta tecnología consiste en implementos de alta eficacia y escasa demanda de capacitación para su uso y cambiará sustancialmente las condiciones de vida de zonas rurales. La tecnología utiliza los últimos avances en nanotecnología, posibilitando la implementación de sistemas de filtros y catalizadores que depuran el agua de presencia de patógenos y sustancias químicas nocivas. Su efecto en las zonas de escasez de agua será notable. Grandes regiones del Oriente Medio y Asia alojan poblaciones rurales con dificultades en la obtención de agua potable y sin sistemas de reciclado. La tecnología permitirá esa gestión, incrementando los estándares de salud pública, permitirá mejorar los cultivos y reducirá las tensiones originadas en la lucha por la disposición de agua. Sin embargo, agregarán presiones sobre las finanzas públicas, ya que una vez en el mercado es previsible que sean objeto de muy fuerte demanda por parte de la población rural en los países en que sean necesarias. Las aplicaciones serán, en consecuencia, de gran utilidad en el plano civil y también militar, al permitir evadir riesgos de contaminación y envenenamiento de la provisión de agua.
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Suministro de drogas dirigidas con precisión para la eliminación de tumores y tejidos patológicos La tecnología se define como la capacidad de suministro preciso y localizado de drogas destinadas a la eliminación de tumores y tejidos patógenos, sin dañar las células y tejidos sanos del organismo al que se aplica. Este complejo tecnológico se encuentra en avance acelerado, contándose ya con varias campos en que se utilizan mediante encapsulados de liberación tardía que funcionan con marcadores biológicos. Es previsible que, aprovechándose los crecientes conocimientos en nanotecnología, para el año 2020 las técnicas se encuentren suficientemente desarrolladas como para permitir su implementación en la mayoría de las dolencias que exijan esta clase de tratamientos. La generalización de la disponibilidad de esta clase de tratamientos permitirá evitar la necesidad de desplazamiento de los afectados, que podrán recibir su medicación sin necesidad de internación, liberando recursos hospitalarios para usos en que no sea prescindible la internación. El análisis de perspectivas de utilización para el año 2020 sugiere que el tratamiento sería corriente en los países desarrollados y en los sectores medios y altos del mundo no desarrollado, aunque con una utilización creciente hacia casos puntuales por parte de la salud pública. Alojamientos autónomos de bajo costo o “housing” Hogares autónomos autosuficientes de bajo costo, con auto-provisión de energía, agua potable y sistemas de comunicación adaptables a las condiciones locales. Tal es el significado de este complejo tecnológico, de utilización en zonas aisladas, a cuyos habitantes mejorará su calidad de vida de manera sustancial. Este complejo tecnológico conjuga varias tecnologías novedosas. La de materiales, con sistemas de construcción rápidos, suficientemente aislantes de condiciones ambientales agresivas; de filtro y catalizadores para la provisión de agua potable; de captación de energía solar o eólica y su conversión a energía eléctrica o térmica; de comunicaciones y entretenimientos, a través de la conectividad con Internet y otros canales de comunicación. La utilización será aplicable también a fines civiles –en países con zonas rurales relativamente despobladas, en zonas de desastre como viviendas de emergencia, en zonas de construcción de grandes obras civiles alejadas de regiones urbanas, etc- y para fines militares –permitiendo alojamiento confortable al personal que debe desplazarse hacia regiones inhóspitas-. 41
La tecnología será abierta y de aplicación global. Sistemas “verdes” de fabricación Este complejo tecnológico responderá a la creciente presión de la opinión pública sobre la preservación del ambiente y consiste en la implementación de tecnologías que reduzcan la utilización de energías no renovables y materiales tóxicos, así como la producción de desechos industriales contaminantes y basura no reciclada. Es previsible la existencia de conflictos debido al progresivo desplazamiento de fábricas contaminantes del territorio de los países desarrollados a raíz de la presión de la opinión pública, hacia países en desarrollo con menores exigencias. Ello puede provocar tensiones cruzadas en los países en desarrollo y la necesidad de definir con mayor precisión los estándares a exigir a los establecimientos fabriles. Las tecnologías están ya disponibles y su extensión dependerá en gran medida de la presión social, el marco regulatorio y las presiones políticas y sociales. Ubicación por radiofrecuencia y tarjetas de identificación de personas y productos Las tecnologías de información, nanotecnología, satelital, microondas y capacidad de almacenamiento en microcircuitos confluyen en este complejo tecnológico de aplicación creciente. Su aplicabilidad en objetos comerciales es ya extendida y permite dotar de eficiencia a la cadena de producción y comercialización, mantener el ritmo de los procesos productivos al ritmo de la demanda (”just in time”), controlar los diferentes pasos del desplazamiento de los productos para reducir las posibilidades de robo, automatizar los inventarios de almacenes para generar pedidos ante faltantes de manera automática, controlar –si no son desactivados al retirarse del punto de venta- el recorrido posterior, generando y almacenando importantes datos para la estrategia de comercialización. Su incorporación a los teléfonos celulares permite la ubicación precisa en tiempo real del portador del teléfono –lo que ya está implementado en los sistemas de última generación- y es creciente la utilización en zonas de riesgo, mediante implantes en el cuerpo humano, para atenuar los riesgos de secuestros. El uso de tarjetas (o “Tags”) está ya extendido en el campo veterinario, siendo numerosos los países que los exigen para las mascotas. La producción pecuaria, a su vez, las utiliza para asegurar el seguimiento del crecimiento y eventualidades alimenticias y sanitarias de 42
los animales hasta el momento de su comercialización final, siguiendo las tendencias de la demanda a un mayor conocimiento de la composición de los alimentos. La difusión de esta tecnología es abierta y de alcance general. Vehículos híbridos La inexorable disminución de reservas naturales de petróleo que se acerca a su curva declinante en el orden mundial, así como el creciente calentamiento climático global con sus imprevisibles consecuencias ambientales han coadyuvado para el desarrollo de vehículos híbridos, encuadrando en este concepto a aquellos que están diseñados para funcionar con diferentes fuentes alternativas de poder. Esta generación de vehículos operará como un “puente” entre la actual tecnología dominante en los motores de combustión interna que utilizan combustibles líquidos derivados del petróleo (naftas, gas o diesel) y la nueva generación de vehículos con fuentes de poder movidas a hidrógeno, cuya utilización generalizada se estima que estará madura no antes de dos décadas. La generación de vehículos híbridos combina dos o más tecnologías. Un ejemplo son los vehículos provistos con baterías de larga duración inicial (varias decenas de miles de kilómetros), vencidos los cuales pueden utilizar los combustibles estándares; así como la experiencia brasileña de diseño y fabricación en un nivel masivo de vehículos que pueden utilizar diversos tipos de combustibles, desde los tradicionales combustibles fósiles hasta diferentes mezclas con biocombustibles como el bio-diesel –para los vehículos con tecnología diesel- hasta el etanol –para los provistos con los tradicionales motores de gasolina-, incluyendo equipos para la utilización de gas natural comprimido. Se están realizando experiencias de hibridación entre el diesel y la electricidad, el diesel y el hidrógeno y el diesel y células de combustible, impulsadas por la industria automotriz y apoyadas por gobiernos de países desarrollados. Estas diferentes tecnologías de vehículos híbridos ya están en aplicación, se encuentran maduras y se extenderán inexorablemente en el mundo ante el encarecimiento progresivo del petróleo y sus derivados. Es previsible que los automotores con motores tradicionales que funcionan con las fuentes clásicas de diesel y naftas enfrenten restricciones cada vez mayores, en línea con el propósito de evitar el calentamiento global y reducir la quema de petróleo.
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Proliferación de omnipresentes sensores de vigilancia El crecimiento de la inseguridad personal y colectiva que se prevé en una etapa con más niveles de tensión, delitos y acciones terroristas impulsará el fuerte incremento del control realizado a través de esta tecnología, que avanza hacia el objetivo de controlar la mayor cantidad posible de lugares, en tiempo real y con almacenamiento de datos en grandes centrales de control. La tecnología está madura y de hecho su aplicación es ya generalizada en las zonas con mayores peligros potenciales y ciudades que se piensa que tienen más posibilidades de ser objeto de atentados a la seguridad. El libre acceso, la creciente miniaturización de los implementos necesarios para la conformación de las redes y la capacidad de almacenamiento de información incremental al mismo ritmo que lo hacen las investigaciones y desarrollos mencionados más arriba sobre el complejo informático permiten predecir que su presencia en la vida cotidiana será cada vez mayor. Durante los próximos años el uso masivo de este complejo tecnológico generará consecuencias contradictorias. Por un lado, aumentará la seguridad ciudadana; por el otro, significará una creciente invasión de la privacidad. Este conflicto provocará profundos debates que deberán orientarse hacia la determinación de la “línea de aceptación” de su uso, así como los mecanismos legales y seguridad jurídica de los ciudadanos afectados por la disminución de su privacidad. Ingeniería de tejidos biológicos Confluyen en este complejo tecnológico descubrimientos y desarrollos de varios campos de la ciencia, especialmente nanotecnología, biología y nuevos materiales, así como en la creación de condiciones biológicas adecuadas para el desarrollo de tejidos vivos en zonas donde se impulsa su regeneración. Ya existe la ingeniería de tejidos aplicada exitosamente en células de piel para implantes en zonas dañadas, así como se han realizado experiencias exitosas en ingeniería de tejidos para córneas, cartílagos e hígado. Las investigaciones en marcha buscan perfeccionar estas tecnologías y tienen un objetivo central: lograr la reparación de tejidos dañados por ataques cardíacos. Investigaciones en marcha anuncian promisorios resultados en la reconstrucción de vínculos nerviosos, lo que significará la posibilidad de rehabilitación para accidentados con lesión en la médula u otros tejidos nerviosos.
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Es previsible que en los próximos quince años estas tecnologías se encuentren en disponibilidad técnica en todo el mundo. Su accesibilidad dependerá, como en otras similares, del financiamiento. Es previsible que se encuentren al alcance de sectores medios y altos y en los casos en que los sistemas de salud pública lo incorporen, también de la población en general. Avances similares se desarrollarán en el campo de los implantes miméticos, con prestaciones similares o aún superiores a los órganos naturales que reemplazan. La prohibición de la participación en torneos olímpicos del corredor Oscar Pistorius es un avance sobre el debate que seguramente se instalará en la sociedad en los próximos años, a medida que se generalice la aplicación de órganos artificiales8. Se generarán temas de debate sobre su financiamiento y se requerirá decisiones políticas sobre el tema que involucrarán a los ciudadanos y a los diferentes actores del sistema de salud. Mejoramiento de métodos de diagnóstico y quirúrgicos Las investigaciones biológicas y médicas en bio y nanotecnología, así como su creciente integración, permitirán diagnósticos más precisos, tanto como la posibilidad de procedimientos quirúrgicos de reducida invasividad y rápido tiempo de recuperación. Este complejo tecnológico ha logrado avances notables en los últimos años, ayudado por la computación, los diagnósticos por imágenes en tiempo real y las consultas interprofesionales a distancia vía Internet. Las imágenes tridimensionales, las micro-agujas y el uso de nanomateriales funcionalizados con agentes biológicos, permitirá –con técnicas que están ya aplicándose en pacientes con determinadas dolencias- la realización de tratamientos precisos, que seguirán a diagnósticos con alto grado de precisión. La concentración de inversiones en el desarrollo de estos procesos permite prever que en tres lustros serán procedimientos usuales en la atención de la salud. Micro-artefactos computarizados incorporados Esta tecnología consiste en la incorporación a implementos de uso diario, como ropa, carteras, bolsos, calzado, etc., de artefactos computarizados de escala reducida. 8 El atleta sudafricano Oscar Pistorius, corredor que compite en carreras de 400 metros, carece de ambas piernas, que le fueron amputadas a los trece meses de edad a raíz de una malformación congénita. Cuenta en su reemplazo con dos prótesis de carbono, que según el informe del médico deportólogo especializado incrementa su rendimiento en un 30 % con respecto a un atleta qu e utilice sus piernas naturales.
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Su aplicación permitirá diseñar ropas con sensores para monitoreo permanente de datos vitales, conectados en tiempo real con centros de control que permitan el diagnóstico y tratamiento de situaciones críticas; así como la instalación de artefactos de comunicación que permitan una comunicación constante, por ejemplo de mensajería instantánea, ubicación, envío y recepción de mensajes en situaciones de seguridad o militares, etc. Se trata de una tecnología cuya difusión será asegurada por el mercado, no dependiendo de decisiones políticas, con fuertes efectos en el comportamiento social especialmente en sectores juveniles de todos los niveles de ingresos –fenómeno similar al de las zapatillas de marca, celulares con MP3, cámaras fotográficas y de video-. Criptografía cuántica Se trata de desarrollo de métodos encriptación aplicando conceptos de la mecánica cuántica para garantizar la seguridad de datos transportados. La aplicación de estas tecnologías alcanzará a usos civiles –finanzas, seguridad- y militares, con influencia en la seguridad ciudadana y en el desarrollo económico. La tecnología, basada en la variación del estado cuántico de impulsos transmitidos que permite detectar su interferencia en el proceso de transmisión, ha sido ya desarrollado y aplicado en cortas distancias. Es previsible que para el año 2020 sea de aplicación generalizada. Consideraciones finales Este breve listado de tecnologías en uso cuyo desarrollo es previsible nos presenta el escenario de una convivencia cotidiana signada por profundos cambios, tanto en la vida diaria, como en la relación de los ciudadanos con el poder, como en el tratamiento de la salud pública e individual, como en el incremento de los márgenes de decisión individual, aunque también con relaciones sociales de creciente complejidad. No todas las regiones y sectores serán incididos de la misma forma y en la misma profundidad. A pesar de que el proceso de globalización continuará, permitiendo la difusión de estas tecnologías, existirán barreras de tipo estructural, de infraestructura, económicas, políticas, culturales y de desarrollo científico-técnico que obstaculizarán algunas, serán neutras o tomarán ventaja de otras. Tener en cuenta sin embargo la incidencia global del cambio tecnológico permitirá acertar en las decisiones individuales y sociales. La aceleración que ha tenido la incorporación tecnológica de las últimas dos décadas –con fenómenos como el telefax, que en menos de dos décadas pasaron de prácticamente no existir, luego desarrollarse en forma 46
exponencial y luego desaparecer- son un ejemplo de la dinámica de los cambios. Recordar que hace veinte años no existía virtualmente la telefonía celular, o que tampoco existía Internet tal como la conocemos, nos acerca a la reflexión de lo que pasará en el mundo en los próximos quince años. Ignorar la fuerza impregnadora del desarrollo científico-técnico, que pasa por encima de muchas dificultades estructurales por la propia dinámica de la sociedad planetaria en gestación, puede llevar a diagnósticos políticos equivocados, por los profundos cambios que conlleva no sólo en los aspectos económicos y productivos, sino en los comportamientos, los estilos de vida, las “cosmovisiones”, la relación con los demás seres humanos y la forma de percibir y relacionarse con el poder político. Este proceso de acelerado cambio tecnológico abrirá nuevos e importantes debates relativos a la generalización de su alcance, las medidas de acción pública dirigidas a atenuar los efectos nocivos del cambio y a nuevas cuestiones éticas relacionadas con la extensión de la privacidad, la aplicación de nuevos recursos terapéuticos y los límites de la implantación en el cuerpo humano de órganos, tejidos y mejoramientos biotecnológicos. Los debates incluirán el acance de las obligaciones de la salud pública, el límite entre el piso de salud que debería garantizar la organización estatal y el abierto a las posibilidades de los ciudadanos y las prioridades de asignación de recursos entre enfermedades propias de la pobreza –dirigida por definición a personas de escasos recursos- y las investigaciones de avanzada para las personas de mayor edad de sectores de altos recursos, que a comienzos del siglo XXI reciben el 90 % del gasto universal en salud. Sin embargo, todos estos debates serán simplemente adjetivos de un proceso mayor: la inexorabilidad de los cambios científico técnicos, la profundización creciente de un nuevo paradigma global apoyado en las tecnologías de la información y las comunicaciones, y la creciente construcción de una sociedad planetaria que por encima de los estados nacionales y las instituciones intermedias, tendrá en los seres humanos comunes a protagonistas directos y cada vez más libres de la convivencia mundial.
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Capítulo 3 Viviendo sin Estado “¿Cómo se sabe que un país es un Estado fallido? Por supuesto, un gobierno que ha perdido el control de su territorio o el monopolio del uso legítimo de la fuerza se ha ganado la etiqueta. Pero el fracaso puede tener rasgos más sutiles. Por ejemplo, algunos regímenes carecen de la autoridad para tomar decisiones colectivas o de la capacidad necesaria para garantizar los servicios públicos. En otros países, la población vive por completo del mercado negro, no paga los impuestos o practica la desobediencia civil a gran escala. La intervención externa puede ser tanto un síntoma como un desencadenante del derrumbamiento de una nación. Un Estado fallido puede verse sometido a restricciones involuntarias de su soberanía por ejemplo, sanciones políticas o económicas-, a la presencia de tropas extranjeras en su territorio o tal vez a otras limitaciones militares como zonas de exclusión aérea.”9 Los territorios sin Estado No preocupaban a nadie durante el mundo bipolar. En todo caso, trastero de los países líderes de la guerra fría, proveedores de algunas materias primas requeridas por sus industrias y dominados férreamente por clanes, dictaduras o “partidos” alineados en forma firme y desmatizada con su respectivo “imperio”, los territorios sin Estado irrumpieron abuptamente en los últimos años en el escenario mundial. Al romperse el mundo bipolar y comenzar la fragmentación posibilitada por la liberación de los alineamientos, los territorios que ocupaban y que aún son reconocidos formalmente por la comunidad internacional como pertenecientes a Estados soberanos empezaron a servir de base de operaciones al surgente “tercer estado” mundial caracterizado por la anomia, las zonas grises de intercambio entre el delito y lo formal, las redes internacionales de tráfico de armas y estupefacientes, campos de entrenamiento de grupos terroristas o guerrilleros y, en consecuencia, a convertirse en preocupación de aquellos que los habían despreciado hasta la indiferencia hasta poco tiempo antes. Son zonas que antes estaban alejadas del “mundo que importaba”, pero que ahora, con la historia transcurriendo en tiempo real y en un mundo en el que los acontecimientos causan sus efectos a la velocidad de la luz y,
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Extraído de “Foreign Policy”, http://www.fp-es.org/ago_sep_2005/story_10_16.asp
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por lo tanto, producen consecuencias inmediatas aunque se encuentren en las antípodas, comienzan a tener una importancia decisiva. Los estados fallidos, en realidad, no son más de un par de decenas si nos atenemos a la evaluación del Banco Mundial, la CIA o el Departamento Británico de Desarrollo Internacional. Pero no llegaron hasta esa situación de un momento para otro: son la culminación de procesos en los que la proliferación de señales de alarma y la dirección de tendencias observadas durante años –y en ocasiones, durante décadas-, marcaban el declive permanente de una serie de indicadores que, en la mayoría de los casos, son inherentes a la desaparición de la estabilidad social –política, social, económica, cultural, religiosa, territorial- de un determinado país. ¿Dónde están? El Banco Mundial ubica en esta situación de peligro a alrededor de treinta países “con rentas bajas en situación de presión”. El Departamento Británico de Desarrollo Internacional, por su parte, ha catalogado 46 Estados frágiles en situación preocupante. Hoy, los fallidos se concentran en África y algunos pocos en Asia Central –Afganistán, Pakistán-. Pero aquellos en peligro se serlo abarcan el resto de Asia, Oceanía y hasta América Latina. “Foreign Policy” confecciona anualmente un listado de países con indicadores propios de los estados fallidos, agrupándolos en tres grandes categorías según su cercanía a esta condición. En América Latina, en su informe publicado al año 200710 (que refleja la situación del año 2006), caen en cada una de estas categorías dos países en las peor ubicadas: Haití, en la primera y Colombia, en la segunda; y dos países en la tercera (Bolivia y Guatemala). No se trata entonces de una realidad alejada de nuestra cotidianeidad: uno de ellos es limítrofe. Y como coinciden en señalar los analistas, el riesgo de dominó está siempre presente debido al “derrame” que la inestabilidad genera en los vecinos, por una serie de mecanismos entre los que más se destacan la migración, la radicación en zonas vecinas de los contendientes de conflictos internos y la porosidad de las fronteras para el intercambio de armas y otros efectos de comercio ilegal.
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http://www.fp-es.org/images/ago_sep_2007/20-1.jpg
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Mapa de la inestabilidad en el mundo
Fuente: Foerign Affairs, 2005. En negro: máxima estabilidad. Gris: fallidos. Gris claro: en peligro.
Las zonas peligrosas en América Latina... Observando en el listado los índices de Haití, encontramos el país latinoamericano peor ubicado al punto de considerarse, virtualmente, ya un estado fallido (para analizar la puntuación -de 1 a 10-, cuanto más alto se encuentre el índice, peor es su situación): Presión demográfica: 8,6 Refugiados y desplazados: 4,2 Agravios colectivos: 8 Fugas humanas: 8 Desarrollo desigual: 8,2 Economía: 8,4 Deslegitimación del Estado: 9,2 Servicios Públicos: 9 Derechos Humanos: 9,1 Aparato de Seguridad: 9,3 Elites divididas: 9,3 Intervención externa: 9,6 Vemos que reúne todas las condiciones imaginables de inestabilidad, salvo la de refugiados y desplazados –reflejo de la condición insular del país, que dificulta la fuga y la emigración-. Una presión demográfica destacada, con una convivencia plagada de agravios recíprocos por motivos 51
raciales y económicos, con un desarrollo cuyos frutos se concentran en pocas personas, un Estado que no tiene la confianza de más del noventa por ciento de la población, sin servicios públicos básicos al alcance de los ciudadanos –fundamentalmente salud, educación y seguridad-, una violación permanente de los derechos humanos, élites enfrentadas sin espacios de acuerdo, diálogo ni generación de consensos, un aparato de seguridad corrupto y al servicio de intereses delictivos y una intervención militar externa –en este caso, dispuesta por las Naciones Unidas- que es el único poder que mantiene alguna herramienta coactiva de control del país. Los índices de Colombia no tienen este dramatismo, pero reflejan la existencia de gran parte de su territorio fuera del alcance del poder estatal y controlado por fuerzas irregulares (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia): Presión demográfica: Refugiados y desplazados: Agravios colectivos: Fugas humanas: Desarrollo desigual: Economía: Deslegitimación del Estado: Servicios Públicos: Derechos Humanos: Aparatos de seguridad: Elites divididas: Intervención externa:
6,8 9,5 7,4 8,4 8,4 3,8 8,2 6 8,4 8,3 8,5 7
Por último, veamos la situación de Bolivia, cuya situación pareciera empeorar con respecto al año 2006 –cubierto por este análisis- en que la expectativa generada por el gobierno de Evo Morales recién electo parecía augurar un período de estabilidad y reversión del tobogán sufrido en la última década por el país del altiplano: Presión demográfica: Refugiados y desplazados: Agravios colectivos: Fugas humanas: Desarrollo desigual: Economía: Deslegitimación del Estado: Servicios Públicos: Derechos Humanos: Aparatos de Seguridad:
7,4 3,7 7 7 8,5 6,4 7,2 7,4 7 6,2 52
Elites divididas: Intervención externa:
8,3 5,9
Las cifras de Guatemala no son muy diferentes de Bolivia, con dos diferencias notables: sus desplazados son más (6) y sus élites no se encuentran tan divididas (5,9). La mención de Bolivia, con ser la única en la región, no puede hacer olvidar el hecho de que hasta hace muy poco tiempo, también Paraguay se encontraba en este listado, impulsado principalmente por la falta de control sobre la zona de Ciudad del Este, lugar de confluencia del crimen organizado, el contrabando y células terroristas “dormidas”. En la evaluación de 2005, Paraguay acompañaba a Bolivia con índices más negativos en el tema “desarrollo desigual” (calificación 9) y “pérdida de legitimidad del Estado (calificación 9). La evolución política de Paraguay en los últimos años, así como los avances en el control de la zona de Ciudad del Este, han excluido al país del listado, aunque manteniéndose en zona colindante. Bolivia, por su parte, es posible que en las evaluaciones de los próximos años muestre el deterioro de su situación política y la pérdida de legitimidad del Estado. ... y en el mundo A nivel global, Sudán mantiene desde hace varios años su condición de “líder” de esta nada envidiable situación, acompañado por Irak, Somalia, Zimbabwe, Chad, Costa de Marfil, Congo y Afganistán. En todos ellos, la cantidad de refugiados y desplazados, la intolerancia interna (agravios recíprocos), la deslegitimación del Estado, la acción corrupta de las fuerzas de seguridad y la agresividad recíprocas de las élites y –en el caso de Irak y Afganistán- la intervención externa (todos con calificaciones virtualmente en el número 10) convierten a sus territorios en zonas de altísima inestabilidad, aptos para su utilización como bases terroristas, campos de producción de narcóticos11, como centros de distribución de comercio ilegal, campos de entrenamientos de irregulares y ejércitos privados. Hasta aquí, las situaciones peores. Sin embargo, en ellas no culmina la pesadilla: sólo muestra sus efectos más evidentes. ¿Qué ocurre, en efecto, con aquellos países cuya dimensión y peso internacional es mayúsculo? 11 Afganistán ha incrementado notablemente la producción y comercialización ilegal de heroína luego de la derrota del gobierno de los Talibanes, cuando, aunque no estaba considerado un “estado fallido” –de hecho, no lo era- actuaba como un articulador entre la acción de grupos terroristas a los que protegía, y la acción de la “formalidad internacional” que detentaba su gobierno. Su condición se acercaba más a la definición de “Estados canallas” utilizado por la administración norteamericana para definir a aquellas naciones con dominio de su territorio, pero con fuertes lazos con el submundo internacional “irregular”. En parecida situación se ubica Corea del Norte.
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La pregunta no es menor. Hasta hace poco tiempo, China, la India y Rusia contaban con situaciones gravísimas, por causas diversas, que las ubicaban en el listado. Y en estos casos, el efecto sobre la situación del mundo es singularmente más peligrosa. Cabe recordar, simplemente, el problema del tráfico ilegal de armas nucleares que formaban parte del arsenal soviético, que ocupó la agenda de todos los sistemas de seguridad del planeta en el momento del derrumbe de la URSS. O –en el caso de India- de la fortísima influencia en la economía mundial que tiene la amenaza de falsificaciones de marcas, con la generación de dinero fuera de los circuitos oficiales y, en consecuencia, del atractivo que generan en los grupos terroristas. Ese fenómeno, también ocurrido en China, ha sido corregido en los últimos años y tanto India como China, mediando la primera década del siglo XXI, han abandonado la zona de peligro, convirtiéndose en prósperas economías con sistemas políticos conflictuados pero no en zona de colapso, al menos por ahora. En Rusia, que ha desaparecido de los listados en los últimos años, la formación de ejércitos privados, grupos delictivos y “mafias” internacionales que disputaron los despojos de la economía y los arsenales soviéticos la había instalado como una región particularmente peligrosa, por el potencial diseminador de su inestabilidad. El territorio ruso es singularmente extenso y guarda en su subsuelo reservas de hidrocarburos que alimentan la economía industrial de Europa. Su detentación no era un mero problema interno de los pueblos de la ex Unión Soviética: tenía consecuencias desestabilizantes sobre una de las economías integradas más fuertes del mundo. Hoy Rusia, aún lejos de ser una democracia modelo, ha superado la zona de peligro. Los casos mencionados, de diferentes dimensiones y situaciones relativas –Paraguay, China, India, Rusia- muestran que el deterioro no es el único camino para los países que se encuentran en zona amarilla. Una acción inteligente, adecuada y efectiva de las élites políticas y económicas internas, con la colaboración de la comunidad internacional, puede revertir situaciones críticas. La recíproca es cierta: un país con élites políticas fuertemente enfrentadas, sin capacidad de diálogos y generación de consensos, difícilmente conciten el interés de la comunidad internacional y su apoyo, máxime cuando los efectos de los fracasos estatales estén conminados dentro de los límites de la región. El caso de Somalia, con el genocidio de Darfur, es el caso más patético. Millones de muertos y la desestabilización de Eritrea y Etiopía, desplazamiento de millones de personas en condiciones infrahumanas, bandas genocidas atravesando fronteras y trasladando el conflicto étnico a los vecinos, no son suficientes para motorizar una acción internacional eficaz, como la que se desarrolló en la ex Yugoslavia a raíz del conflicto de 54
Kosovo, mediante la actuación de la OTAN bajo el liderazgo norteamericano. La lejanía de escenarios geopolíticos críticos nos coloca frente a otra situación: la ignorancia internacional de los dramas humanos que se viven en países que a nadie importan y no aparecen en las noticias cotidianas. De hecho, los países con mayores riesgos –Costa de Marfil, Somalia y Congo, cuyo derrumbe fue precipitado por la situación de Ruanda- no concitan la atención de la opinión pública mundial, a pesar de la pesadilla que significan para las personas que viven en esas zonas, sometidas cotidianamente a la violación más grosera de sus derechos humanos fundamentales. Lo contrario ocurre cuando la crisis ronda a los países en condiciones de alterar el equilibrio internacional. Indonesia –país con mayoría musulmana de 260 millones de habitantes-, Rusia –140 millones, con gran cantidad de armamento nuclear-, Pakistán –142 millones, también con armamento nuclear y conflictos religiosos internos- o Nigeria –129 millones, con fuertes reservas de petróleo- han merecido la atención y la acción de la comunidad internacional por los efectos potencialmente graves del agravamiento de sus crisis. Cualquiera de estas naciones fuera de control se convertiría en un “agujero negro” para sus vecinos, con fuertes implicancias en el funcionamiento económico y político del mundo. La riqueza en hidrocarburos no es una panacea de crecimiento ni todos pueden lograr ser los “Emiratos Árabes”. La existencia de petróleo suele desestabilizar la vida política de naciones atrasadas, generando nuevas élites o el enriquecimiento de las élites tradicionales y exacerbando los conflictos políticos por el poder. La tradición política islámica, que no termina de separar los patrimonios públicos de los privados, hace que la detentación del poder sea una fuente de enriquecimiento rápido y en consecuencia la lucha por ese poder se hace salvaje –más salvaje aún al tomarse conciencia de la inexorable finitud del recurso-. Y la conectividad y globalización informativa hace el resto, al poner al alcance de todos el conocimiento de las condiciones de vida que es posible lograr y de hecho existen en otras regiones del mundo, aún en la misma región. A todo ello, debemos agregar la acción de ciertos Estados y empresas que, por diversas razones, encuentran motivos para apoyar con armamentos, apoyo logístico y dinero a alguno de los sectores enfrentados en cada conflicto. Las causas de esta actitud pueden ser variadas: participar en la producción de petróleo si cambia la camarilla de gobierno, provocar desestabilizaciones regionales a fin de generar situaciones geopolíticas que puedan resultarles beneficiosas, provocar la distracción política, económica y militar de quienes considera sus rivales, etc. 55
La síntesis es que los estados fallidos, preocupación para muchos, también son negocio para otros y su existencia al borde de la legalidad internacional es la expresión más cruda de las consecuencias de la ausencia de un poder global con capacidad coactiva, con fuerza real para llevar el orden de la ley a un planeta que globalizó su economía y su comercio, pero no ha realizado la misma globalización en la cobertura planetaria el orden jurídico y político. Para las personas que habitan en ellos, sus condiciones de vida se acercan a lo más imaginable como el infierno en vida. El debate sobre su naturaleza Los Estados fallidos han tenido una evolución vinculada a la situación internacional. Como expresamos al comienzo, virtualmente no se hablaba de ellos durante la guerra fría. Fue luego, cuando comenzaron a aparecer los fenómenos más nuevos –terrorismo, tráfico de drogas, inestabilidad regional, redes delictivas globales- pasaron a integrar la agenda de los Estados Mayores de los países centrales. El mismo debate sobre su denominación es demostrativo del trasfondo político o ideológico que subyace en los actores que los califican. Para algunos son “Estados delincuentes”, para otros “fallidos”, para otros “no-Estados”, para otros “Estados fracasados”, hasta llegar a la denominación más “polite” con que suele caracterizárselos actualmente: Estados “débiles”. Sin embargo, tampoco todos lo son. Difícilmente pueda entrar en esta calificación Corea del Norte, con su numeroso Ejército y el control absoluto de su territorio, o Pakistán, con armamento nuclear. Las causas que llevan a un Estado a esta condición pueden ser variadas: desde dictadores sanguinarios que utilizan un aparato estatal para saquearlo y construir su patrimonio personal –caso el ex presidente Mobutu, del Zaire, que organizó y ejecutó el saqueo de su propio Estadohasta parodias de estructuras estatales que sirvieron de base financiera para organizaciones terroristas –como Liberia, que actuó durante mucho tiempo como centro de manejo internacional de las finanzas de Al Quaeda-. Entre esos extremos se encuentran varias situaciones diferentes, incluyendo a regiones que, aunque se encuentren dentro del territorio de países consolidados, escapan al control de sus autoridades. Los casos de Colombia –con un gran sector de su territorio equivalente en superficie a la región española de Andalucía controlada por la narcoguerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)-, o el Triángulo de Oro, en los confines de Laos, Birmania y Tahilandia, son casos de asiento de productores, elaboradores y centros de distribución de drogas ilegales, sin que pueda calificarse a estos Estados de “fallidos”, “canallas” o “delincuentes”. 56
Diferente incluso es la situación de regiones del mundo donde las redes terroristas encuentran asilo, escudadas en la formalidad de la “soberanía nacional” de Estados absolutamente debilitados. Es el caso de “casi-Estados”, como Pakistán, Yemen, Kenya, Filipinas, Guinea e Indonesia. Son países con particularidades extremadamente sensibles, al punto que pueden llegar a ser detentadores de arsenales nucleares –como Pakistán- o tener una de las demografías más numerosas del mundo –como Indonesia-. Mencionamos más arriba el peligro que estos Estados generan para sus limítrofes. Es recordado el caso de Liberia durante la presidencia de Charles Taylor, que llegó a ser conocido con el mote de “rompe-Estados” por la inestabilidad que generó a los países de Africa Occidental. Sea cual fuere su causa, hay consenso en que su existencia, amparada en la pretensión de “soberanía nacional” y por lo tanto de no intervención de otros Estados en sus acciones, es uno de los elementos más desestabilizantes y peligrosos para la seguridad internacional. Como ha sostenido Gareth Evans, presidente del International Crisis Group12, “Junto con la armas de destrucción masiva y el terrorismo internacional, el tema de la delicuescencia de los Estados es uno de los tres mayores problemas de seguridad de las primeras décadas del siglo XXI”. ¿Qué hacer con ellos? Desde la perspectiva de la comunidad internacional responsable, la preocupación y el debate sobre la actitud a tomar frente a los Estados débiles, fracasados, fallidos o delincuentes, es objeto de uno de los temas más sensibles de la agenda de seguridad. Las diferentes posiciones responden a los intereses afectados o sensibilizados ante cada situación. Luego de los atentados a las Torres Gemelas en Nueva York, a la estación ferroviaria de Atocha en Madrid, a la discoteca en Bali, y a los Subterraneos en Londres, culminación de una serie de atentados que no alcanzaron la dimensión mediática de los nombrados como los realizados en la Argentina contra la Embajada de Israel y la Asociación Mutual Israelita Argentina, previos a los atentados del 11-S, la preocupación por la acción del terrorismo internacional ha centralizado la óptica de los análisis sobre seguridad internacional. La toma de conciencia que el terrorismo mantiene vasos comunicantes con movimientos guerrilleros presuntamente ideológicos, como las FARC de Colombia, y que su principal fuente de financiamiento es el tráfico ilegal de estupefacientes, vinculado al tráfico de personas, de armas y al lavado de dinero, presenta un cuadro de la dimensión global del 12 EVANS, Gareth " Building peace, and a belief in the future" , ww.globalagendamagazine.com, 2004.
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problema y trae al análisis otra percepción: la organización de este conjunto de redes no puede enfrentarse con medidas aisladas y nadie en el mundo responsable puede sentirse al margen. El tráfico de estupefacientes tiene un poder corruptor que no se detiene ante ningún freno ético o moral, impregnando estructuras estatales aún en los países más estables. Un joven marginal de cualquier barriada de San Pablo, Rio de Janeiro, Nueva York o Buenos Aires, que es cooptado por una organización local de distribución de estupefacientes luego de convertirlo en un adicto, es el extremo de una cadena en cuya otra punta se encuentran quienes aprovechan el escudo y protección de los Estados fallidos, que han sido cooptados por las redes para utilizarlos como asiento principal de sus comandos y negocios. La acción a tomar en el caso de los Estados fallidos, en consecuencia, no es uniforme. En algunos casos requiere respuestas de órden militar, en otras de cooperación en la lucha contra la pobreza, en otras ayuda para la reestructuración de sus aparatos estatales, en otras el apoyo a sus procesos de democratización. Cualquiera de estos extremos abre discusiones que rozan sensibilidades construidas por la experiencia histórica de todos los países del mundo, porque está claro que se trata, en última instancia, de fijar los límites del principio de la soberanía territorial, y de determinar los mecanismos que pongan en marcha las diferentes formas de intervención con las suficientes garantías para evitar “segundas intenciones”. Esas “segundas intenciones” pueden surgir de distintos actores. Desde luego, de aquellos Estados que pretendan aprovechar una situación de debilidad para apropiarse de recursos naturales ajenos, pero también de grupos terroristas que defiendan el principio de la intangibilidad de la soberanía nacional para seguir utilizándo organizaciones estatales como “escudos” de cobertura, o camarillas corruptas que recurran a la violación sistemática de los derechos de las personas para organizar el saqueo de determinados países. ¿Debe la comunidad internacional movilizarse cuando existen casos de violaciones flagrantes de derechos humanos? ¿con qué medios? ¿con qué mandos? ¿con qué procedimientos previos? Las Naciones Unidas, en el 2005, han definido el concepto de “protección de comunidades en peligro”, pero este concepto es aplicable en caso de genocidios abiertos y crímenes masivos contra la humanidad. ¿No tienen, en consecuencia, derecho a ser protegidos, las personas comunes sujetas al terorrismo de Estado o de camarillas delincuentes apropiadas del poder sin límites? Pero más aún: ¿garantizan las Naciones Unidas, en las que participan como miembros plenos los gobiernos responsables de estas atrocidades, eficacia en su acción? ¿Están los “cascos azules” en condiciones de asegurar la integridad
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física de los pobladores al margen de los conflictos? ¿Puede confiarse en sus fuerzas, luegos de los hechos de la ex Yugoslavia? ¿Debe la comunidad internacional actuar en caso de Estados que brindan cobertura a redes delictivas? ¿Tienen derecho los Estados cuya seguridad es afectada por acciones ilegales de organizaciones radicadas en estados débiles, que escapan al control de sus autoridades, de actuar si la actal organización de la comunidad internacional se muestra impotente para hacerlo? ¿con qué garantías? ¿con qué legitimidad? ¿Cubre la actual legalidad internacional estas situaciones, o existe un retroceso de facto al mundo previo a la Sociedad de las Naciones con los Estados recuperando su libertad de acción y su derecho a la acción directa? Estas preguntas evidencian la complejidad de las respuestas, que tienen matices según los intereses y visiones de quienes las ofrecen. En el caso norteamericano, los tres pilares sobre los que su política formalmente responde a estos fenómenos son la diplomacia, la fuerza, y la ayuda al desarrollo. Así se expresa en la “Estrategia de Seguridad Nacional”, presentada por el presidente Bush en el año 200213. Sin embargo, luego del ataque a las torres, se ha priorizado la respuesta militar. A pesar de ser el país que mayor cantidad de fondos gira al exterior en concepto de ayuda, también es el que más concentra esa ayuda en el plano militar, con armamento, capacitación y logística. En el caso europeo, la respuesta se perfila hacia la defensa de la “seguridad humana” dirigida centralmente a la ayuda a los “estados frágiles”14. Sin embargo, el límite entre “ayuda” e “intervención” no está clara, y tampoco es sencillo definir sus límites. La experiencia de Kosovo, región de la ex Yugoslavia que integra sin dudas un área bajo la responsabilidad europea en términos de seguridad internacional, mostró los límites del “soft power” que entusiasma a los pensadores del viejo continente, y sus Estados debieron requerir la fuerza militar norteamericana con el paraguas de la OTAN para detener un genocidio alimentado con la bandera criminal de la “limpieza étnica”. Tan difícil es la tarea, que algunos han dirigido su mirada a la vieja figura de la tutela, utilizada a comienzos del siglo XX por la Sociedad de las Naciones. Es el caso del africanista Stephen Ellis, de la Universidad de Leyden, que ha llegado a afirmar que “En los paises africanos en los que la soberanía es una ficción legal que permite encubrir todo tipo de abusos internos, una intervención eficaz tendrá a veces que superar la soberanía 13 The National Security Strategy of the United States of America (The White House, Washington, D.C., 2002) 14 “A Human Security Doctrine for Europe: The Barcelona Report of the Study Group on Europe" s Security Capabilities, 15 de septiembre 2004, http://www.lse.ac.uk/Depts/global/Publications/HumanSecurityDoctrine.pdf
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nacional tradicional. La idea de una tutela internacional, anatema desde el fin del colonialismo, debe ser rehabilitada”15 En el otro extremo, Noam Chomsky llega a calificar en esta categoría de Estados, con ironía, a su propio país, Estados Unidos, al que acusa de generar más inestabilidad y riesgos a la seguridad internacional que ninguna otra nación sobre la tierra. Pareciera, sin embargo, que calificar a Estados Unidos de “estado fallido” estaría teñido del mismo ideologismo sesgado que otorgarle esa definición a Somalia, Afganistán, Yemen o Corea del Norte. Pero no puede negarse que las acciones militares preventivas apoyadas en decisiones unilaterales fundadas en su exclusiva percepción de inseguridad no han contribuido precisamente a consolidar la confianza en su actitud como garante último de la seguridad internacional. Separar los casos para adecuar las respuestas Hay Estados que no tienen poder sobre su propio territorio –Somalia, Yemen, Afganistán-. Hay otros, que sí lo tienen, pero generan riesgos a sus vecinos por sus acciones provocativas o su actividad armamentista –Corea del Norte, Irán y en gérmen Venezuela con su renacido armamentismo y vínculos con organizaciones narcoterroristas-. Hay otros que tienen fuertes y consolidadas organizaciones estatales, que sin embargo no alcanzan a cubrir la totalidad de su teritorio, pero que de ninguna manera pueden vincularse al campo de los “problemas” sino del esfuerzo por las “soluciones” –como el Estado colombiano-. Los hay que sirven de base de operaciones a redes delictivas por complicidad –los mencionados casos de Yemen y Somalia- y otros por debilidad –como Afganistán y Pakistán-. Hay, sin embargo, un vínculo que une a los actores de todas estas situaciones: su oposición a la construcción de una organización política mundial que cubra las lagunas normativas, económicas y de seguridad necesarias para contener la globalización económica y financiera en un sistema apoyado en los derechos de las personas, en la legalidad y en los acuerdos transparentes. En este objetivo coinciden las redes delictivas, los narcotraficantes, los “auto-excluídos” del mundo global, los movimientos guerrilleros, los mercaderes de seres humanos, los lavadores de dinero ilegal, y los traficantes de armas. Y también los sectores políticos, económicos y militares que en los países centrales se niegan a avanzar en la construcción de la normativa mundial, con realismo, pero asentado en bases multilaterales. Los países que, con sus matices y contradicciones, trabajan y luchan por la construcción de un mundo más seguro, más libre, más democrático, 15
ELLIS Stephen, " How to Rebuild Africa" , Foreign Affairs, September/October 2005, pp. 135-148, citado por Jean Paul Marthoz en “Los arrabales del mundo”, http://www.enjeuxinternationaux.org/articles/num11/es/indice11.htm
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más dinámico, y en última instancia más contenido por normas que respondan a la convivencia pacífica de los seres humanos, por el contrario, se incluyen en un proceso dialéctico pleno de contradicciones, avances, retrocesos y conflictos parciales. Desde una perspectiva histórica, se los observa defendiendo sus intereses –los que cada uno de ellos considera legítimos- pero aceptando el marco de diálogo y la multiplicidad de geometrías variables para lograr un articulado funcionamiento del mundo global. Desde esa perspectiva, es previsible su éxito, más tarde o más temprano. Lo que es imposible prever es la dimensión, en tiempo y profundidad, de las batallas que deban librar para llegar a este objetivo.
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Capítulo 4 El paradigma energético – Del petróleo hacia... ¿qué? La economía mundial del siglo XX se ha apoyado en el petróleo. Quizás ningún otro paradigma energético anterior ha sido tan predominante como la quema de los hidrocarburos fósiles en la economía industrial. El 63 % de la energía mundial es aportada por los hidrocarburos fósiles –el resto es originado en hidroelectricidad, energía nuclear y otras fuentes alternativas-. Petróleo y gas es iluminación pública y privada, calefacción, refrigeración, artefactos de bienestar hogareño, producción industrial como materia prima petroquímica y como combustible moviendo las máquinas de las fábricas y es producción agropecuaria, impulsando maquinarias agrícolas de arar, cosechador, desmalezar, sembrar, transportar. Y también es la materia prima de fertilizantes. Es petroquímica y todo el complejo plástico. Es industria química y farmacéutica. Es obtención, filtrado y procesamiento de agua potable. Es transporte público generando energía para los ferrocarriles, moviendo los motores de los buques y alimentando las turbinas de los aviones. Es transporte por carretera, alimentando camiones, colectivos, automóviles particulares y motocicletas. El mundo de hoy sería, sin petróleo, absolutamente irreconocible. Es gracias a este combustible que el planeta puede generar alimentos y ocupación para los miles de millones de personas que hoy lo habitan. Pero el petróleo se acaba. Las reservas no son eternas. Fueron formados por el planeta, en tiempos arcaicos, por movimientos geológicos que aplicaron calor y presión sobre restos orgánicos durante millones de años. Los yacimientos, que no están diseminados en forma homogénea por el mundo, muestran los diferentes procesos y antigüedades, traducidos en diferentes calidades y propiedades. Unos y otros están siendo objeto de su explotación y –en la mayoría de los casos- de su quema como combustible. Las reservas ¿Cuánto petróleo hay hoy en el mundo? Por su incidencia en el escenario económico, político y militar y por determinar demasiados hechos económicos –desde la atribución de cuotas de producción por la OPEP hasta fijar en última instancia el valor de mercado de las empresas- este dato es uno de los más difíciles de determinar con precisión. Los estudiosos afirman que un monto global de Un billón de barriles (1.000.000.000.000) puede ser una cantidad aproximada del petróleo que 63
aún retiene al planeta en su subsuelo, recordando que no quedan ya áreas importantes sin descubrir y muy pocas sin explotar, fundamentalmente porque el costo de su extracción superaría el umbral sobre el cual serían rentables otras fuentes de energía alternativas, debido a las dificultades técnicas que demandaría su explotación comercial –fondo del mar, profundidades demasiado grandes en tierra, mezclas con arenas y otros componentes costosos de separar, etc-. Por supuesto, esta afirmación debe ser matizada con las posibilidades siempre existentes de yacimientos “sorpresa”, como lo serían los que eventualmente podrían existir en el Océano Ártico, o incluso el mega-yacimiento descubierto por Brasil en el Atlántico, que contaría con una dimensión de entre 50.000 y 80.000 millones de barriles, pero cuyo costo de explotación sólo sería compatible con la estabilización del precio de mercado del petróleo en niveles superiores a los Cien dólares el barril, o yacimiento descubierto en Perú por un consorcio integrado por Repsol y Petrobrás. El petróleo está ubicado en diversos lugares del planeta, pero concentrado en el Oriente Medio y en Asia Central, zona de alta inestabilidad política y fuertes tensiones internacionales, como se analiza en el Capítulo 12. El 63.3% de las reservas mundiales identificadas están ubicadas en Medio Oriente, región que consume sólo 5.9% del petróleo producido a nivel mundial. El resto se distribuyen casi uniformemente en América del Norte, África, Europa y Eurasia, Sur y Centroamérica y Asia del Pacífico. Los países de la OCDE contaban en 2003 sólo con el 7.5% de las reservas mundiales y los de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), con el 76.9%, la antigua Unión Soviética con el 7.6% y los países que se encuentran fuera de la OPEP con el 15.6%. Las reservas de los países de la OCDE alcanzaron su pico de producción en 1970 y tienen tendencia decreciente, calculándose que los yacimientos del Oriente Medio pasarán ese hito aproximadamente en el 201016. La misma fuente (Consejo Mundial de Energía) previene que las limitaciones en la provisión de petróleo que comenzarán a notarse a partir del año 2010 se profundizarán desde el 2030, fecha en la que se prevé similar desequilibrio para el balance entre producción y demanda en la provisión de gas natural. La Agencia Internacional de Energía, por su parte, estima que para el 2010 el consumo de China será superior al de Estados Unidos, que para el 2030 la demanda energética habrá global habrá crecido un 55 % y que casi la mitad de ese incremento corresponderá a China y la India. ¿Cuál es el significado de esta fecha? 16
“Escenarios hasta el 2050 – Estudios del CME 2004/2007” www.cacme.gov.ar
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Si no se produce una ampliación sustancial de la oferta –lo que, como dijimos, es improbable, habida cuenta de que no quedan espacios del planeta que no hayan sido objeto de una observación y estudio geológicoaproximadamente en la fecha mencionada comenzará la etapa decreciente de la producción17. Esta fecha puede extenderse en un quinquenio más o menos, pero esto no cambia la afirmación básica: el fin de la era del petróleo barato llega a su fin y la utilización del petróleo como combustible también, no sólo por su escasez y su costo sino por la fuerte presión de la opinión pública mundial, justamente preocupada por el calentamiento global producido por la quema de combustibles fósiles, generadora de gases de efecto invernadero como el CO2, NOx y otros. En otros términos: mientras la economía del mundo continuará creciendo –incentivada por los nuevos países que se incorporan al desarrollo económico, algunos de ellos de alta dimensión poblacional como China e India-, la producción de petróleo comenzará a ser cada vez menor. Esta situación provocará dos tensiones: una, relacionada con la disponibilidad; y la segunda, relacionada con el precio. Como puede deducirse, ambas tensiones se traducirán en conflictos crecientes en la convivencia mundial, que se apoya también en la incertidumbre sobre el momento preciso en que comenzará la curva de inversión. Algunos científicos opinan que esa curva ya comenzó en el 2000, otros sostienen que se produjo en el 2005. Hay incluso quienes afirman que la inversión de la curva se mantiene en reserva para evitar mayores conmociones en el mercado del crudo, lo que de ser cierto provocará que en lugar de sufrir en los próximos años una curva previsible que genere decisiones políticas de racionalización del consumo y obtención de nuevas fuentes energéticas, prosiga este ritmo de dilapidación de petróleo con el riesgo de que el agotamiento se produzca de manera abrupta y el riesgo de una paralización igualmente catastrófica de la economía mundial. La propia OPEP18 ha expresado en este sentido que la producción continuará en aumento hasta el 2040, basándose en sus propias reservas declaradas por sus estados miembros. Sin embargo, parece observarse consenso entre especialistas en que la fecha del 2010 es clave para la inversión de la tendencia, por tres grandes motivos: 1 – la antigüedad de los pozos petroleros del medio oriente, algunos de medio siglo de explotación. 2 – la creciente demanda de crudo por los nuevos países industriales. 17 Birol, Fatih, “AIE alerta de una crisis en ocho años por falta de suministro de crudo”, 8 NOV 2007 en http://www.cotizalia.com/cache/2007/11/07/26_supervisor_energetico_occidental_alerta_crisis_energetic a.html 18 OPEP, Oil Outlook to 2005.
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3 – la escasa incidencia de las nuevas tecnologías –para extracción en aguas profundas y de inyección de agua para optimización de perforaciones-, que pueden aumentar la producción pero son de corto aliento. 4 – la escasa dimensión incremental de los posibles nuevos yacimientos, de cara a la demanda global. La producción Los países de la OCDE tienen ya una producción decreciente. Alcanzaron su “pico” en el “modelo de Hubbert”19 en 1970 y desde ese momento los agregados tecnológicos que deben incorporar para hacer viable una producción cada vez menor, exige precios en alza por unidad producida. La producción mundial de crudo tiene origen principalmente en Europa-Eurasia, Medio Oriente y América del Norte. Los países que individualmente producen la mayor cantidad de petróleo son Arabia Saudita (12,8 %) y Rusia (11,4 %). Los países de la OPEP en su conjunto, que son titulares de la mayor cantidad de reservas mundiales declaradas, aportan el 39,7 % de la producción total. De lo dicho surge que la mayoría de la producción mundial –el 60 %- es aportado por países no pertenecientes a la OPEP. El siguiente cuadro nos marca la evolución de la producción en 1995, 2000 y 2005, en cifras de producción diaria a diciembre de cada año mencionado: Producción de petróleo por regiones (en miles de barriles) y variación 1995/2005 (en %)
Regiones Medio Oriente Europa Eurasia Norte América Sur y Centro América África Asia Pacífico Total
1995 20.221,7 13.822,3 13.789,0 5.782,3
2000 23.501,4 14.942,3 13.904,0 6.813,3
2005 25.119,1 17.533,8 13.636,0 6.963,8
% 1995/2005 24,21 26,85 -1,10 20,40
7.111,9 7.375,1 68.102,2
7.844,1 7.936,2 74.941,3
9.835,0 7.999,8 81.087,5
38,29 8,40 19,06
Fuente: ECOPETROL SA – www.bp.com
Podemos observar que la producción en el Oriente Medio se ha incrementado en la década en cerca de un veinticinco por ciento.
19 Hubbert fue un científico estadounidense, ex funcionario de Shell. Desarrolló su tesis de que, cuando un yacimiento llega al 50 % de sus reservas, extraer la mitad restante es crecientemente costoso y menos eficiente, hasta llegar a un punto en que su costo es más alto que las ganancias que genera. A partir de esta teoría, traspolada al ámbito global, se estima la relación entre costo y producción de los yacimientos, agregándole el cálculo de la variación de la demanda. Hubbert predijo la declinación de producción de petróleo estadounidense con quince años de anticipación.
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Similar incremento muestran las cifras de Europa-Eurasia, que sin embargo ocultan la circunstancia de que el mayor incremento ha sido producido por Rusia y países de la ex URSS. El incremento de la producción está motivado por el incremento de la demanda, que como veremos en el cuadro siguiente, se da principalmente en las dinámicas economías de Asia Pacífico, cuya producción propia se mantiene prácticamente estable en los diez años que corren desde 1995 y 2000, a pesar de que su producto bruto interno ha crecido, en el mismo período, de manera sustancial. África, por su parte, tiene un incremento de la producción que en términos porcentuales es la mayor de la década, aunque su consumo se mantiene, como lo veremos más abajo, prácticamente en los mismos niveles. Estos datos muestran con claridad el dramatismo de una región que a pesar de ser sumamente rica en recursos naturales, no encuentra su camino de industrialización. El consumo Los países mayores consumidores de crudo son –obviamente- los industrializados. Sin embargo, la característica madura de sus economías industriales provoca que sean los que menos demanda adicional requieran por crecimiento de su producto interno y, en general, su incremento tiende a moverse con su crecimiento demográfico. Por el contrario, los nuevos países industriales –principalmente China y la India- son los que más sufren y sufrirán la escasez, debido a que su demanda está impulsada por su nuevo crecimiento industrial –caso China- por su doble presión de crecimiento industrial y crecimiento demográfico –India-. El siguiente grafico comparativo indica la variación del consumo por grandes áreas geográficas en el quinquenio 2000-2005, así como su variación en el quinquenio y en el período 2004-2005: Consumo de petróleo (en miles de barriles diarios y en % variación 2000/05 y 2004/05)
Regiones Medio Oriente Europa Eurasia Norte América Sur y Centro América África
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2000/05 2004/05
4735 19564 23522 4661
4854 19743 23571 4739
5047 19726 23665 4688
5238 19903 24050 4537
5492 20195 24877 4647
5739 20350 24875 4776
21,20 4,00 5,75 0,02
4,50 0,00 0,00 0,00
2458
2475
2511
2568
2646
2763
12,40
0,04
Asia Pacífico 20839 20998 21644 Total 75779 76379 77280 Variación anual 0,8 1,2 Fuente: ECOPETROL S.A. – www.bp.com
22359 78655 1,8
23586 81444 3,5
23957 82459 1,2
15,00 8,81
1,5 1,2
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Las perspectivas de la evolución de la demanda de energía entre el año 2003 y el año 2030, por su parte, han sido estimadas por la Agencia Internacional de la Energía en un 2 por ciento anual, aunque desagregando ese promedio por regiones estima un crecimiento mayor en las economías del Asia Pacífico (3,7 % anual), América del Sur y Central (2,8 % anual), África (2,6 % anual), Oriente Medio (2,4 % anual), Países europeos no pertenecientes a la OCDE y Eurasia (1,8 % anual), cerrando el pronóstico de incremento anual de demanda de energía los países de la OCDE Estados Unidos y Europa desarrollada- (con una estimación del 1 % anual). No obstante, aunque el petróleo no se agote totalmente, el proceso de transferencia hacia otras fuentes energéticas se profundizará. Daniel Montamat cita una frase del Jeque Yamani, legendario Ministro de Petróleo en Arabia Saudita: “la edad de piedra terminó antes que se terminaran las piedras”, pronunciada cuando Shell decidió cerrar su división internacional de Carbón y decidió la apertura de la División Internacional del Hidrógeno. Lo probable es que el encarecimiento del petróleo y progresiva exigencia ambiental reclamando la reducción de las emisiones de Dióxido de Carbono aliente la creciente participación de fuentes alternativas y el progresivo desarrollo de nuevas tecnologías energéticas, que desplacen paulatinamente a los hidrocarburos fósiles20. Las alternativas Las naciones industrializadas están impulsando desde hace tiempo investigaciones destinadas a hacer más eficiente el uso de los hidrocarburos y lograr medios de reemplazo. Biodiesel y Etanol Estados Unidos está liderando una ofensiva internacional de desarrollo de los biocombustibles, para el cual se ha asociado con Brasil. El objetivo de este proyecto es profundizar y expandir las tecnologías y el uso de aceites vegetales, en reemplazo parcial de hidrocarburos fósiles. El objetivo de esta ofensiva es fabricar combustibles a partir de los aceites –el “biodiesel”- y de azúcares de caña y remolacha –“etanol”-. Ambas alternativas se utilizan para diferentes porcentuales de mezcla con los combustibles fósiles y son adecuadas para el funcionamiento de los vehículos que actualmente se encuentran en el mercado, con pequeñas modificaciones en sus sistemas de carburación o inyección. 20 Montamat, Daniel G., “La energía argentina – Otra víctima del desarrollo ausente”, El Ateneo, Bs. As., 2007.
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La iniciativa no deja de generar polémica, por su posible efecto en el encarecimiento de los alimentos debido a la competencia de los nuevos cultivos –colza, maíz especial, la propia soja- con tierras destinadas a la producción alimentaria. Sus defensores estiman, por el contrario, que existen suficientes tierras aptas para agricultura, sin necesidad de recurrir a la deforestación, como para sostener esta clase de cultivos. El debate no respeta viejos alineamientos ideológicos: Chávez y Fidel Castro se pronuncian a favor de la primera tesis, alegando que su generalización provocará una suba generalizada en el precio de los alimentos que deberán soportar principalmente los países más pobres, mientras que Luis Ignacio “Lula” da Silva apoya la segunda, desestimando esa objeción en base a los beneficios ambientales y el incremento de la productividad agropecuaria, que permitiría sostener ambas producciones sin incrementar la deforestación. Un argumento a favor de esta clase de producción es la posibilidad de desarrollar complejos agroindustriales en países en desarrollo que posean tierras en condiciones de ser el soporte de los nuevos cultivos, los que podrán construir en sus propios países las plantas elaboradoras, recibiendo inversiones de los países desarrollados y generando fuentes de ocupación en empleos modernos que los ayuden a su lucha contra la pobreza. Existen países en los que la utilización de biodiesel en sus combustibles ha sido incorporada a su legislación vigente, en razón de que su efecto ayuda a la reducción de gases de efecto invernadero. La rápida evolución de esta tecnología, su expansión estimulando decisiones de siembra en productores agropecuarios que nunca antes habían producido las especies requeridas para la fabricación del biodiesel permite pronosticar una instalación cada vez más firme de esta alternativa como reemplazo de los hidrocarburos en el transporte. Hidrógeno La posibilidad de la utilización del hidrógeno como combustible generando energía al mezclarse con el oxígeno y dar como resultado el agua es otro gran desafío tecnológico que concita el esfuerzo de investigadores de todo el mundo. Varias firmas automotrices han puesto en el mercado, en forma experimental, modelos de vehículos impulsados a hidrógeno como combustible (Honda FCX, BMW 745H, Nissan X-Trail FCV, Toyota HighLander FCHV, Opel Zafira Hydrogen 3 o Mercedes Clase B Fuel Cell), utilizando sea la tradicional tecnología del motor de cuatro tiempos de combustión interna, sea motores eléctricos a partir de pilas de
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combustibles. El hidrógeno reemplaza al combustible fósil, sin reducciones importantes de su perfomance en lo que respecta a potencia y autonomía. Con la tecnología de la pilas de combustible se genera electricidad a partir del hidrógeno que reciben. Esa electricidad mueve motores eléctricos en lugar del motor de explosión por combustión interna. Su ventaja es la ausencia absoluta de ruido y de gases emitidos por la combustión, los que en el caso del motor de combustión interna se reducen sustancialmente con respecto a los motores de gasolina pero no desaparecen totalmente, fundamentalmente los NOx. La ventaja de estos últimos, sin embargo, es que los automóviles podrían estar provistos de motores cuyo impulso podría provenir de cualquiera de ambos combustibles –el hidrógeno y los combustibles tradicionales- lo que les permitiría adaptarse mejor en el período de transición en que las estaciones de servicio en condiciones de abastecer de hidrógeno no estarían tan generalizadas. Las dificultades mayores radican en el abastecimiento del hidrógeno, debido a que por las características del gas, debe mantenerse bajo temperaturas tan extremas como 253º bajo cero, lo que obliga al diseño de tanques de aleaciones y diseños especiales, que al momento resultan demasiado costosos. Las dificultades técnicas del reemplazo del combustible tradicional por el hidrógeno existen, pero están en camino de ser superadas. Otra dificultad adicional –pero no menos importante- es la ausencia de una infraestructura de atención, vale decir estaciones de servicio que abastezcan el combustible y estén en condiciones de realizar los eventuales auxilios mecánicos básicos. Debido a la temperatura que requiere el hidrógeno en sus depósitos, los tanques de las estaciones proveedoras también deberán tener un diseño y aleaciones especiales, lo que implica inversiones cuantiosas que permitirán poner en marcha la reconversión general sólo cuando existan decisiones políticas de estímulo y promoción que así lo impulsen. Algunas ciudades europeas (por ejemplo, Soria, en España) están llevando adelante pruebas experimentales en sus sistemas de transporte público, incorporando el motor a hidrógeno en colectivos de pasajeros. La tecnología del hidrógeno está destinada a dar una solución a uno de los sectores más demandantes de combustibles de mayor rigidez en su dependencia a las redes de transmisión de energía, que es el transporte. Este sector es uno de los más contaminantes con gases de efecto invernadero, fundamentalmente en lo que respecta a vehículos particulares. Las características de la evolución de la humanidad hace improbable que mientras existan tecnologías adecuadas, el uso del automóvil se reduzca. No sólo es un campo que ha motorizado el crecimiento de la industria en la mayoría de los países, sino que el automóvil, como proyección del sentimiento de libertad personal, es adoptado por las más 70
diversas civilizaciones y culturas al que es muy difícil que las personas renuncien por su propia voluntad o decisión. Energía eólica y solar Los países europeos han puesto en marcha políticas para desarrollar el uso de energías no convencionales como la eólica y la solar, especialmente aptas para poblaciones chicas y zonas alejadas. La energía eólica tiene como característica principal depender de un insumo de costo cero: el viento. Y su mayor inconveniente es el costo de fabricación de las turbinas. A diferencia de los combustibles de origen vegetal o de las pilas de hidrógeno, se trata de un tipo de energía adaptable para la red general de distribución. Sin embargo, son rentables si el precio del petróleo se estabiliza en niveles que hasta mediados de la primer década del siglo XXI eran considerados “situación de catástrofe”, o sea, precios que oscilen en los USD 100 el barril. Ese nivel de precios es considerado sin embargo, ya en 2007 –al momento de escribirse este libro- como un nivel con el que habrá que convivir. La buena noticia es que las energías alternativas como ésta comienzan en consecuencia a tener posibilidades dentro de las propias reglas de mercado y sin necesidad de grandes promociones estatales. La energía eólica se ha desarrollado en todo el mundo y existen ciudades enteras abastecidas por esta clase de fuente. En varios países europeos existen políticas de promoción que han permitido que ya el aporte de energía eólica tenga presencia estadística, aún minoritaria pero ya notable y que en el paisaje rural de España, Alemania y Dinamarca se vea la proliferación de las gigantes instalaciones con hélices movidas por el viento. En 1998, el parque generador de energía eólica en Europa alcanzaba a 6,5 Gigawatios. Casi una década después, ese parque alcanza a 24 Gigawatios, lo que implica el 74 % del total mundial generado por esta clase de energía, frente al 68 % en 1998. No obstante, sólo equivale al 2 % del total de energía generada en la Europa de “los 15”, siendo propósito de la UE ampliar el parque de molinos eólicos hacia los nuevos países incorporados. El propósito es que para el año 2020, el 12 % de la generación en Europa provenga de esta fuente. Aunque en Estados Unidos existen normas que promueven la instalación de estas plantas, el parque generador a mediados de la primer década del siglo XXI no alcanzaba aún a medio Gigawatio. En la otra gran fuente de energía renovable, la solar, Estados Unidos cuenta con sistemas de promoción para su desarrollo hogareño. La tecnología consiste en la utilización de celdas fotovoltaicas que 71
transforman la radiación recibida del sol en electricidad, que se acumula y es utilizada principalmente en casas aisladas, en zonas rurales de difícil acceso, montañas o espacios geográficos inhóspitos, aunque también pueden utilizarse como fuentes de energía accesoria en hogares urbanos, por ejemplo en la calefacción de agua –el consumo de electricidad para calentar agua equivale al 5 % del total en las ciudades-. Una de las dificultades prácticas del uso de esta energía es el almacenamiento. La luz del sol está disponible de día y aún así, también en diferentes grados. Es necesario almacenarla, para lo cual es necesario contar con un adecuado sistema de baterías, que encarece las instalaciones. Una alternativa en experimentación es usar la energía eléctrica para electrólisis con la finalidad de producir hidrógeno, que luego se utilizará como combustible. Alemania, Japón y Estados Unidos son los líderes en la utilización de esta fuente de energía, que es acompañada por el diseño de artefactos de bajo consumo. La tecnología de lámparas de iluminación de bajo consumo, actualmente en el mercado, multiplican la eficiencia lumínica en seis veces con respecto a las tradicionales bombillas a filamento incandescente. Ello significa que con una bombilla de 18 W/hora de consumo, se obtiene una iluminación equivalente a una tradicional bombilla de 100 W. Estos artefactos hogareños de nueva generación permiten la instalación de sistemas autónomos de bajo consumo que, como se mencionó en el capítulo I, forman parte de uno de los complejos tecnológicos en los que se prevé mayores avances en los próximos tres lustros. La nueva tecnología de LED (“luz de estado sólido”), generada por circuitos transistorizados combinados con materiales especiales, son aún más eficientes, ya que generan luz sin calor asociado, evitando el desgaste energético inherente que se dispersa sin utilidad en los sistemas tradicionales de iluminación. En otro plano, también las empresas automotrices (General Motors, en Estados Unidos tiene un programa en desarrollo) están desarrollando prototipos de automóviles que utilizan esta clase de energía, cuyos obstáculos principales son el diseño de baterías eficaces, más pequeñas y más livianas y el diseño de motores eléctricos que brinden prestaciones comparables a las de los tradicionales motores de combustible, en potencia y autonomía. Es otro de los campos en los que se esperan avances importantes en los próximos años y que cuentan con la ventaja, con respecto a los automóviles a hidrógeno, que no requerirán el desarrollo de una infraestructura de abastecimiento tan desarrollada porque generarán su propia electricidad con paneles ubicados en el techo del vehículo.
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Nuclear La era de la proscripción de la energía nuclear está llegando a su fin. La generación de energía por fisión nuclear tuvo su auge a partir de la crisis del petróleo, como una forma de evitar la dependencia de la provisión de hidrocarburos. La energía nuclear es limpia con respecto a emisiones de gases de efecto invernadero, no conlleva los cambios ambientales que acarrean las grandes represas y la electricidad que generan alimenta los sistemas nacionales de distribución. Como contrapartida, sus dos talones de Aquiles son la necesidad de un manejo técnicamente impecable para garantizar la seguridad y solucionar el problema de los desechos, que aunque no son demasiado voluminosos, si la cantidad de centrales aumenta y su dimensión es grande, pueden generar conflictos sobre su almacenamiento ya que tardan siglos en perder su carácter contaminante. Los accidentes de Chernobil y Three Miles Island produjeron en todo el mundo una reacción adversa a la proliferación de reactores, por temor a fallas tecnológicas que pusieran en peligro la vida de las personas. La construcción de centrales nucleares se ralentizó –en ciertas regiones del mundo, se paralizó- y en varios países de Europa la construcción de nuevos reactores fue proscripta. Avanzado el siglo XXI las limitaciones en la producción de hidrocarburos y la certeza de su próxima extinción, acompañado de los avances tecnológicos en seguridad de los reactores, están produciendo una reversión de la política. Las nuevas técnicas además reducen la cantidad de residuos, que pueden reutilizarse fabricando plutonio, utilizable para aparatos médicos. Dicho esto, viene una nueva advertencia, relativa a la seguridad del plutonio, que es altamente radioactivo y materia prima de armas nucleares. Nuevas técnicas de reactores permiten un tercer procedimiento, que en lugar de utilizar agua para enfriamiento utilizan cierta clase de metales líquidos, por ejemplo, el sodio, para intercambio de calor. Ello disminuye la posibilidad de fugas. El procedimiento, denominado “pirometalúrgico”, está en fase experimental y permitiría una reutilización casi infinita del combustible, con una eficiencia energética en la utilización del uranio sustancialmente mayor a la de los reactores tradicionales. El despertar de la generación nuclear es ya un hecho. China ha anunciado su plan para la construcción de Catorce nuevos reactores, que reduciría su demanda de hidrocarburos. Estados Unidos, país en el que no se construían nuevos reactores desde la década del 80, prevé para el año 2010 tener en marcha los planes para la construcción de Treinta nuevos reactores –algunos, en etapas ya avanzadas, otros en diseño-. No sería aventurado predecir una duplicación de la cantidad de reactores en el 73
mundo en las próximas dos décadas, llegando a 900 plantas. Ello incrementaría el porcentual energético de origen nuclear del 20 % de comienzos del siglo XXI, al 30 % a fines de la tercera década. Tecnología de fusión nuclear Europa es la principal impulsora del proyecto de fusión nuclear “ITER”, técnica que consiste en obtener de manera controlada la energía provocada por la fusión de átomos de hidrógeno (reacción que da origen a la potencia de la “bomba H”). En la iniciativa, que ha concitado el mayor esfuerzo conjunto de la historia humana y la mayor inversión proyectada para una iniciativa científico técnica de todos los tiempos, se proyecta terminar la construcción de un reactor experimental para el año 2016 y participarán en ella la Unión Europea, Japón, Estados Unidos, China, Rusia, Corea del Sur y la India. La inversión prevista es de alrededor de Veinte mil millones de Euros. Los trabajos durarán treinta años previéndose que el reactor estará operativo hasta el año 2036. Si el proyecto demuestra la viabilidad tecnológica de la fusión controlada, la comunidad internacional se compromete a diseñar un prototipo comercial del reactor, que se denominará “Demo”. Esta tecnología condensa la apuesta más avanzada y esperanzadora de la humanidad, ya que su dominio proveería de una fuente energética prácticamente infinita, sin generar ninguna clase de polución ni deterioro ambiental. La tecnología generaría la misma reacción nuclear que se produce en el interior de las estrellas y conforma la energía fundamental del universo. Aunque la iniciativa condensará todos los conocimientos tecnológicos existentes hasta el momento, tiene un grado de incertidumbre que impide considerarlo una opción de reemplazo a los hidrocarburos fósiles, sin perjuicio de que así ocurra a medida que las investigaciones avancen. En síntesis: la sustitución del petróleo por otras fuentes está en plena marcha. Todo indica que los próximos lustros el petróleo seguirá teniendo un rol trascendente, moviendo la economía industrial, los conflictos geopolíticos y las luchas internas del mundo árabe. Pero todo también indica que la humanidad seguirá buscando y aplicando fuentes alternativas de generación, que sin llegar a lo que actualmente puede considerarse de ciencia ficción (como la captación de energía solar en el espacio exterior y su envío a la tierra por una red de microondas) vaya por carriles más concretos derivando la energía utilizada hacia otras alternativas.
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Veremos un mundo en el que avanzarán las tecnologías de menor consumo de combustible a igualdad de prestación energética; cambios culturales de preservación de energía; desarrollo de la energía nuclear por fisión, de manera cada vez más extendida; avances en la investigación de tecnologías que permitan la fusión nuclear controlada; optimización y reducción de costos de energías no convencionales hogareñas (solar, pequeños generadores eólicos) y para aplicar a la red (grandes generadores eólicos) y para reemplazar parcial o totalmente a los combustibles fósiles (biodiesel y etanol) Esta transición traerá conflictos geopolíticos, pero también abrirá oportunidades enormes para quienes decidan participar en los desafíos tecnológicos que llegarán con un mundo más diversificado en sus fuentes de energía y en definitiva, menos violento en la lucha por su apropiación.
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Capítulo 5 El cambio climático El cambio de paradigma energético no sólo tiene como causa el agotamiento del petróleo, sino los efectos que la quema de los hidrocarburos fósiles tiene en la dinámica climática del planeta. Desde su formación, hace más de cuatro mil millones de años, el clima de nuestro planeta ha estado en constante evolución. No debiéramos, en consecuencia, sorprendernos porque también en nuestro tiempo las condiciones climáticas de la tierra sufran cambios. Sin embargo, cada cambio drástico en las condiciones ecológicas ha ido acompañada de un eco-sistema con particularidades, en ocasiones totalmente diferentes entre sí. Fue muy diferente la situación del planeta en el momento del surgimiento de la vida con la aparición de los primeros organismos unicelulares –con mucho calor y humedad y una atmósfera muy tenue - al que existió en la época de los dinosaurios –con mayor calor y humedad que hoy, pero con una atmósfera más densa y estable. Y es muy diferente al existente desde la aparición del género humano hasta hoy, lapso en el cual han existido fuertes cambios climáticos –como las glaciaciones- pero dentro de un umbral compatible con la vida humana tal como la conocemos. El cambio climático del que estamos hablando ahora tiene un alto componente de incertidumbre. Hay síntomas de variaciones en el funcionamiento del sistema de distribución de calor a través de la corrientes oceánicas, que tienen y tendrán efectos en el clima de grandes sectores de la tierra, pero cuya profundidad desconocemos. Pero hay también síntomas de que estamos entrando en una etapa de calentamiento global cuya eventual dimensión también desconocemos. Lo que sí sabemos es que, además de las causas naturales, existe un componente antropogénico –es decir, generado por la actividad humanaque refuerza la tendencia a ese cambio, aumentándola en lugar de neutralizarla y que esta tendencia tiene como causa última la utilización de los recursos fósiles del subsuelo que, quemados, regresan a la atmósfera ampliando su densidad y en consecuencia incrementando el “efecto invernadero”, con lo que la temperatura media del planeta aumenta por causas humanas, además de las causas naturales que pudieran producirse – volcanes, radiación, etc.-. El crecimiento de la cantidad de seres humanos que habitan la tierra se ha realizado alterando el equilibrio global ya desde la prehistoria, cuando comenzó la actividad extractiva, es decir, cuando comenzaron a utilizarse recursos no renovables para mejorar la vida del hombre y permitir por una vía o por otra, el crecimiento de la población al incrementar la energía que pudo consumir nuestra especie. Pero fue con el surgimiento de 77
la “revolución industrial” que el umbral del equilibrio ecológico comenzó a superarse, al forzar la extracción de combustibles fósiles en grandes cantidades, proceso que se incrementó en el siglo XX con la civilización movida a carbón y petróleo. Los efectos del incremento de la población humana, permitido por la mejor utilización de la técnica, reactúa sobre todo el sistema de recursos del planeta, al exigir mayores superficies del globo destinado a la producción de alimentos, con la consiguiente deforestación y –a su turno- desaparición de gran cantidad de especies animales y forestales cuyos ecosistemas fueron paulatinamente desapareciendo. Una mirada hacia atrás La historia de la vida sobre la tierra se remonta aproximadamente a tres mil seiscientos millones de años, con la aparición de los primeros procarióticos (células sin núcleo diferenciado). Hace aproximadamente 1800 millones de años aparecieron los eucarióticos (células con núcleo diferenciado) y algas más antiguos conocidos y, hace aproximadamente 600 millones de años, los primeros animales. La gran complejidad del árbol de la vida se produjo con la llamada “explosión cámbrica”, hace aproximadamente 540 millones de años, época en la cual se multiplicaron las “experiencias de la vida” y aparecieron numerosos “filos” o categorías de especies animales, muchas de ellas extinguidas y algunas subsistentes hasta hoy, dentro de las cuales la complejidad de la evolución fue marcando diferencias hasta conformar las especies actuales. Esa “explosión cámbrica” de vida, fue golpeada duramente por la “primera extinción”, producida hacia el fin del período Ordovícico, hace alrededor de 440 millones de años, primera de cinco grandes extinciones que se dieron en el Devónico tardío (hace 365 millones de años), el fin del Pérmico (hace 225 millones de años), el fin del Triásico (hace 210 millones de años) y el fin del Cretácico (hace 65 millones de años, más conocida por ser la que provocó la extinción de los dinosaurios).21 En todas estas grandes extinciones, la característica que las define es la desaparición de al menos el 65 % de las especies existentes en un lapso geológico breve. En una de ellas, que culminó el período Pérmico y la era Paleozoica, se calcula que desapareció más del 95 % de las especies animales marinas y casi la misma proporción de las terrestres, lo que hizo reflexionar al geólogo David Raup, de la Universidad de Chicago, en el sentido de que “si estas estimaciones son razonablemente seguras, la biología global (por lo menos para los organismos superiores) estuvo al borde mismo de la destrucción total”.22 21 22
Leakey, Richard y Lewin, Roger, “La Sexta Extinción”, Tusquets Editores, Barcelona, 1997. Ídem, pág. 55.
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Es cierto que estas extinciones no han terminado con la vida, pero lo que sí han hecho es terminar con la vida de muchas especies, que luego son reemplazadas por otras adaptadas al nuevo escenario ecológico que se forma al establecerse un nuevo sistema de equilibrio del ambiente. Nuevamente volvemos al ejemplo de los dinosaurios: el acontecimiento que provocó su extinción no terminó con la vida sobre el planeta, pero sí con la vida de los dinosaurios, abriendo el camino al predominio de los mamíferos, que en los siguientes 65 millones de años fueron haciéndose dueño de la tierra hasta llegar en su cadena evolutiva al más reciente de ellos, el ser humano. En la historia de la tierra, han existido miles de extinciones además de las “cinco grandes”. Sus causas han sido diversas y los científicos han elaborado pautas para valorar e interpretar su gravedad y profundidad. Una de estas pautas es el ritmo de extinción. Se considera que una extinción “de fondo”, que podríamos considerar normal en la historia de la tierra, implica la desaparición de una especie cada cuatro años. Una desaparición mayor la aleja del promedio y la acerca a las extinciones catastróficas. ¿Cuál es el ritmo de la extinción actual de especies? Aunque no existe una respuesta unívoca, porque tampoco existe consenso sobre la cantidad de especies que existen en el planeta (las diferencias oscilan entre diez y cien millones de especies vivientes), en lo que no hay diferencias es en la rapidez de la desaparición. Los diferentes estudios científicos presentan conclusiones que pronostican como promedio para el siglo XXI una pérdida que se calcula en un rango que va de 17.000 a 100.000 especies desaparecidas por año. Está claro que esta pérdida se aleja sustancialmente del ritmo normal de desapariciones en etapas de equilibrio y se acerca peligrosamente al ritmo de las “cinco grandes”. Hay sin embargo una diferencia: mientras en las extinciones catastróficas anteriores las causas pueden imputarse a fuentes naturales (terremotos, maremotos, asteroides chocando con el planeta, etc.), en esta extinción la causa está desgraciadamente muy clara: la acción devastadora de una especie, la especie humana. Las causas de las extinciones han girado siempre alrededor de fuertes similitudes. En todos los casos han existido condiciones comunes, entre las cuales se encuentra el descenso del nivel de los mares, o regresión marina. Esta variación en el nivel del mar genera desequilibrios extremos tanto en los ecosistemas de las costas marinas –que albergan la mayor cantidad de vida- como de sequías y cambios en las condiciones ambientales para la vida vegetal, reduciendo drásticamente la cantidad de alimentos. Pero por una vía o por otra, hay consenso entre los investigadores que afecta fuertemente la posibilidad de supervivencia de muchas especies.23 La gran 23
Ídem, pág. 60.
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complejidad de acontecimientos capaces de aniquilar especies a escala gigantesca está siempre rondando alrededor de la regresión marina. La otra situación generadora de muerte masiva ha sido el enfriamiento global. Esta situación desata una compleja red de interacciones en los ecosistemas que contienen a las diversas especies, al desplazar o hacer desaparecer producciones de alimentos. Al enfriarse el planeta, los “hábitat” se desplazan hacia los trópicos con un ritmo que no es automático ni sincrónico. En ese movimiento, las especies que más tardan en adaptarse a las nuevas condiciones quedan en el camino y las exitosas comienzan una nueva etapa de diversificación favorecidas por los nuevos “nichos ecológicos”. El enfriamiento es el peligro que se avizora hoy, curiosamente como producto del “calentamiento global” y por los mecanismos expuestos más abajo. La gran cantidad de seres humanos que habitan la tierra, cuya existencia es posible expoliando el subsuelo, desmantelando los hábitat de las demás especies para producir alimentos para la especie humana, limitando la producción de oxígeno a través de la fuerte actividad deforestadora y enrareciendo la atmósfera con la incrementada emisión de gases de efecto invernadero producidos por la actividad humana, genera una alteración antropogénica del equilibrio planetario cuyas consecuencias estamos observando a través de diferentes indicadores, ninguno de los cuales trae tranquilidad para la supervivencia de la especie humana en el planeta salvo que se tomen las adecuadas medidas para revertir o neutralizar esta situación. Concentración de CO2 en la troposfera Hasta el surgimiento de la revolución industrial, la concentración de CO2 en la atmósfera alcanzaba a 280 partes por millón de la mezcla de gases en el aire. Cierto es que en la historia geológica del planeta, hay épocas en las que esa proporción fue superada ampliamente. Sólo cabe recordar que se trata de épocas en las que la vida del hombre no había aún surgido sobre la tierra y las condiciones del hábitat no parecieran haber sido compatibles con la vida humana. A mediados del siglo XX, esa concentración había ya alcanzado a 375 partes por millón y en la actualidad alcanza a 430 ppm. En la actualidad, la cantidad de carbono presente en la atmósfera alcanza ya a 750 petagramas de carbono en forma de CO2. Cada petagrama equivale a una mil millones de toneladas (o una Gigatonelada). Cada año, ingresan a esa cantidad 3 petagramas de carbono, es decir, tres mil millones de toneladas de carbono en forma de CO2. Ello incrementa la presencia de CO2 en los gases de la atmósfera en 1,5 partes por millón. 80
La causa de ese incremento es la quema de combustibles fósiles, extraídos del subsuelo y utilizados como energía para el funcionamiento de la civilización industrial. El efecto de este incremento se traduce en un aumento de la temperatura media del planeta y a la vez este aumento desencadena cambios climáticos cuya verdadera dimensión aún desconocemos, ya que alcanzan a los más diversos procesos químicos, físicos y biológicos que se producen sobre el planeta. Sólo cabe recordar que el aumento desde las 280 partes por millón hasta las 375 partes por millón provocó el incremento de la radiación en superficie (“radiating force”) de alrededor de 1,4 W por metro cuadrado. En grados de temperatura, se estima que ha provocado un incremento de 0,5 ºC de la temperatura media del planeta. Los efectos de la emisión de CO2, sin embargo, no llegan en forma automática. El carbono que se está emitiendo hoy, tarda varios años en producir sus efectos globales. A largo plazo, los modelos utilizados por el IPCC-2001 predicen que la concentración de CO2 en el 2100 estará comprendida entre las 500 ppm y 1000 ppm. Cuando se duplique el CO2 se habrá producido teóricamente un forzamiento radiactivo de entre 4 y 9 watios por metro cuadrado, con un incremento directo de la temperatura media de 1,2°C. Pero, debido a diversos “feedbacks” calculados por diversos modelos climáticos, se estima que la subida térmica entre 1990 y el 2100 será entre 1,4°C y 5,8°C. La incertidumbre sobre lo que acontecerá, a qué ritmo y con qué intensidad es aún muy grande.24 El informe Stern A mediados de 2006, el gobierno inglés comisionó a un equipo de científicos, coordinados por Sir Nicholas Stern, para evaluar el impacto económico del cambio climático. El informe de 700 páginas, publicado el 30 de octubre de 2006, es el primero de sus características en ser elaborado por un economista, en lugar de por un climatólogo. Sus conclusiones son decisivas en la evaluación del costo que acarreará para la economía global el cambio climático, en diferentes alternativas según se tomen las medidas adecuadas de inmediato o se espere a que se desencadene el cambio para reaccionar. Afirma el informe que “Si no se toman medidas para reducir las emisiones, la concentración de emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera podría alcanzar el doble de su nivel preindustrial tan pronto como el año 2035, comprometiéndonos prácticamente con un aumento 24
Uriarte Cantolla, Gastón, “Historia del Clima de la Tierra”, ISBN: 84-457-2079-1
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medio global de temperatura de más de 2º C. A más largo plazo, habría más de un 50% de probabilidades de que el aumento de temperatura superara los 5º C. Un aumento de esta índole sería extremadamente peligroso; equivale al cambio producido en las temperaturas medias desde la última edad del hielo hasta hoy. Un cambio tan radical en la geografía física del mundo tiene que dar lugar a importantes cambios en la geografía humana dónde viven las personas y cómo viven su vida. Incluso a niveles de calentamiento más moderados, todos los indicios - desde estudios detallados de los impactos regionales y sectoriales de patrones meteorológicos cambiantes hasta modelos económicos de los efectos globales - apuntan a que el cambio climático producirá grandes impactos en la producción mundial, en la vida humana y en el medio ambiente.” Si las medidas necesarias comenzaran a tomarse en el presente demandarían una inversión equivalente al 1 por ciento del PBI por año, para equilibrar la presencia de CO2 en la atmósfera en 450/550 partes por millón de gases, lo que equivaldría a aceptar un incremento medio de temperatura del orden de dos (2) grados centígrados. De no efectuarse esa inversión, la recesión que se generaría eventualmente en forma catastrófica reduciría entre el Cinco y el Veinte por ciento del PBI mundial: “Nuestras acciones en las décadas inmediatamente venideras pueden implicar el riesgo de una disrupción en la actividad económica y social durante el resto del siglo y el siguiente, de una escala parecida a la de las grandes guerras y la gran depresión”25 El tiempo es escaso. Según el informe, aún comenzando hoy en el programa de reducciones estricto, sería difícil estabilizar la concentración de CO2 en la atmósfera en 450 ppm y cada año que pase sin tomar esas medidas, más difícil será equilibrarlas en 550 ppm. El esfuerzo requerido es tan grande que alcanza a todos los países y a todas las actividades. Un ejemplo muestra la dimensión de este esfuerzo: el sector energético debería reducir en un 65 % las emisiones actuales para mediados de siglo para equilibrar la concentración de CO2 en 550 ppm. Sin embargo, todas las previsiones de consumo de petróleo y derivados para las próximas dos décadas –como se ve en el capítulo sobre energía- tienen perspectivas crecientes y forman parte de un ajedrez político en el que existen fuertes intereses muchas veces cruzados. Tal el caso de la ofensiva de Estados Unidos y Brasil por el desarrollo de los biocombustibles – apuntando al reemplazo parcial del petróleo-, cuestionado fuertemente por los países petroleros –como Venezuela, Irán y países del Medio Oriente-. Las medidas necesarias incluyen la detención inmediata de la deforestación, la reconversión del consumo hacia actividades y productos que requieran menor cantidad de energía, la implementación permanente 25 Ver en http://www.hmtreasury.gov.uk/independent_reviews/stern_review_economics_climate_change/stern_review_report.cfm
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del comercio de comercio de emisiones para fomentar la aplicación de tecnologías limpias en el mundo en desarrollo con financiamiento del mundo desarrollado, la limitación de emisiones en los países en desarrollo y el cumplimiento de las promesas de ayuda por parte de los países desarrollados hacia las economías en desarrollo, para evitar actividades altamente emisoras en el camino de su desarrollo. Cabe destacar que las economías desarrolladas han equilibrado su nivel de emisiones, que en los últimos años han permanecido sin variación a pesar del incremento del PBI, debido a que este crecimiento se ha concentrado en actividades limpias. Cierto es que hay voces que afirman que de cualquier manera, el peligro existe. Eso es cierto. Siempre estamos expuestos a un movimiento catastrófico de las placas tectónicas que desate una sucesión de gigantescos terremotos, maremotos o movimientos telúricos; siempre puede aparecer en el horizonte planetario algún asteroide que choque con el planeta provocando una extinción masiva como la de hace 65 millones de años; no estamos exentos de cualquier catástrofe natural que termine con nosotros. Sin embargo, no está por ahora en manos de los seres humanos hacer mucho para neutralizar estos peligros. Lo que sí estamos en condiciones de neutralizar es lo que el género humano está produciendo con su acción irracional sobre el ambiente. Esas consecuencias han sido recogidas y reconocidas por la Convención Marco de Cambio Climático. El clima está cambiando. El futuro del ser humano sobre la tierra está en peligro, no en el peligro abstracto deducido de inteligentes elucubraciones filosóficas o de creencias trascendentes, sino de un peligro concreto, tangible, medible, comprobable y generado por una actividad humana que en los últimos doscientos años se ha encontrado concentrada en problemas parciales pero perdiendo de vista los efectos globales de cada solución técnica. La información periodística Los medios latinoamericanos más importantes han recogido información sobre los graves síntomas del cambio climático en nuestro Continente. En la Argentina, se ha desplazado la frontera agrícola. Llueve en zonas más amplias y los modelos climatológicos indican que la lluvia seguirá aumentando. “En la mayor parte del país las temperaturas máximas disminuyeron y las mínimas aumentaron”, declaró al diario La Nación el doctor Mario Núñez, director del Centro de Investigaciones de Mar y la
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Atmósfera (CIMA)26. Según el mencionado científico, la diferencia entre máximas y mínimas se achicaron y esto hace que los inviernos sean más agradables. Por su parte y según la misma fuente, la doctora Matilde Rusticucci, investigadora del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) coincide, según lo expresado en la revista Encrucijadas de la mencionada Universidad: “en la región central de la Argentina, los registros de temperatura no muestran en general fuertes tendencias hacia temperaturas medias más elevadas, pero esto es debido a que el aumento principal se dio en la temperatura mínima, con descenso marcado de la temperatura máxima; se observa que los veranos tienden a ser más largos y se prolongan en el otoño, mientras que los inviernos muestran una tendencia a ser más moderados. Ese aumento de la temperaturas mínimas hace que se presenten más noches extremadamente cálidas y menos noches frescas en verano”. Más de cuarenta glaciares patagónicos están en retroceso. El glaciar Frías, del Monte Tronador, en el Parque Nacional Nahuel Huapi, descendió desde los años 1640 (época ubicada en el período conocido como “Pequeña Edad de Hielo”) hasta 1850, a una velocidad promedio de 2,5 metros por año. Entre 1850 y 1900, retrocedió a razón de 7 metros por año. Entre 1910 y 1940, su retroceso se dio a razón de 10 metros por año y entre 1976 y 1986, su velocidad de retroceso alcanzó ya a 36 metros por año, según constataciones del Departamento de Glaciología del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA). El régimen de lluvias en la zona cordillerana aledaña ha cambiado, perdiéndose precipitaciones marcadamente. En el lado chileno, la reducción alcanzó a 200 mm anuales y en el centro y oeste de la Argentina se han reducido las precipitaciones en el último siglo en alrededor del 50 %. La temperatura, por su parte –medida por el ancho de los anillos de crecimiento de la lenga, especie forestal autóctona (Nothofagus pumilio)-, a partir de la década de los años 70 del siglo XX, se ha incrementado en forma inusual. No hay datos científicos que indiquen que nunca la temperatura en la zona de los Andes australes haya alcanzado la temperatura actual. Lo opuesto ocurre en el Norte y Centro de la Argentina: las precipitaciones se incrementaron en un 23 %. Según el Dr. Vicente Barros, profesor emérito de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (FCEN), “desde 1960 en casi todo el país y desde 1970 en zonas aledañas de Brasil, el incremento fue entre el 10 y el 40 %”. Las lluvias se han 26
Bär, Nora, “De la sequía a la inundación”, en La Nación, 16 OCT 2007, p. 16
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incrementado en cantidad, aunque no en días. El fenómeno ha producido que en el oeste de la provincia de Buenos Aires, el sur de Santa Fe y el sur de Corrientes, muchos campos de cultivo se transformaron en lagunas permanentes y varios espejos de agua como la laguna Mar Chiquita, en Córdoba y la de Picasa, en Santa Fe, aumentaran considerablemente su superficie. El centro anticiclónico del Atlántico Sur se ha desplazado hacia el Sur en los últimos cuarenta años, provocando mayor frecuencia en los vientos del Este y el incremento de tormentas sobre el Río de la Plata, con el consiguiente aumento de inundaciones y erosión del estuario. En las zonas cuyanas, el retroceso de los glaciares disminuye la disponibilidad de agua, afectando el abastecimiento de los cultivos de vid y de agua potable para alrededor de dos millones de personas. Las represas hidroeléctricas, por su parte, muestran una reducción de su nivel de agua con el consiguiente efecto en la generación eléctrica. En la zona antártica, el derretimiento del hielo ha provocado un cambio en la salinidad del mar, lo que ha acarreado la muerte masiva de microorganismos del continente blanco. Científicos han detectado millones de salpas y krill varados en la costa, a lo largo de varios kilómetros. En Brasil, por su parte, los problemas ecológicos giran alrededor de la deforestación de la Amazonia, que va convirtiéndose en dos mantas boscosas residuales a raíz de la expansión de los campos de cultivo. “Si se mantienen las tasas globales de emisiones de gases efecto invernadero (GEI), la temperatura en la Amazonia puede aumentar en hasta 8 º C y a partir del 2050 el centro de la selva quedará convertido en una gran sabana que separe los dos bosques residuales”, según surge del estudio sobre Cambios Climáticos globales elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente de Brasil.27 La deforestación en la Amazonia es responsable de un 75 % de la emisión de GEI desde Brasil, junto con las quemas y cambios en el uso del suelo, colocando al país entre los cinco más grandes emisores de Dióxido de Carbono (CO2) del mundo. El informe es consistente con el incremento de 40 centímetros en el nivel del mar, lo que afectará a 42 millones de brasileños que viven en las costas. Rio de Janeiro será uno de los puntos más afectados. Según el estudio gubernamental, la temperatura media del Brasil, que entre 1961 y 1990 registró una marca de 25 grados centígrados, podría llegar a 29,9 grados para fin de siglo. La región noreste podría convertirse en un desierto. Sus efectos en los cultivos que abastecen la dieta básica brasileña –arroz y porotos- llevarían a una reducción de 7 a 3 millones de toneladas. 27
La Nación, op. cit.
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En México, en el último siglo desapareció ya el 35 % de los “manglares”, formaciones vegetales ubicadas en el borde del mar y los restantes muestran fuertes signos de deterioro. Esto afecta fuertemente la diversidad biológica y disminuye las defensas costeras naturales. El gobierno mexicano ha encarado medidas para combatir ese deterioro. Según Amparo Martínez Arroyo, secretaria académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), “si una fuerte onda de agua proveniente del mar se encuentra con un manglar de 200 metros de extensión, esa ola disminuirá en un 75 % su fuerza al llegar a tierra”.28 Ernesto Arias, adscripto al Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) de Mérida, la destrucción de manglares podría acabar también con la industria pesquera del país y afectar seriamente la barrera de corales del Caribe, la segunda más grande del mundo. Los efectos sobre los corales se han observado también en Puerto Rico. “Los pólipos de coral, estresados por la radiación ultravioleta, expulsan un alga simbiótica que vive en sus tejidos” explica el biólogo marino Edwin Hernández.29 Si se pierde el arrecife, los peces no vienen a comer ni a reproducirse. Comunidades de peces que viven vinculadas con el ecosistema desaparecen. La temperatura máxima promedio saludable para los arrecifes coralinos del Caribe es de 28,5 º C, pero en 2005 alcanzó los 31,8 º y en 2007 promedió los 29 º. Su consecuencia ha sido la mortandad de arrecifes, que en algunas áreas alcanzó un porcentaje entre el 65 y el 80 %. En Ecuador, el calentamiento ha reducido los glaciares en un 27,8 %, según el geólogo Bolívar Cáceres.30 Su colega Ana Luz Borrero, recuerda que en una de sus visitas al lugar hace diez años, los extremos de los glaciares se prolongaban hasta los 4800 metros de altura, mientras que en la actualidad hay que ascender a más de 5000 metros para pisar nieve perpetua. En 1997, los alemanes Ekkehard Jordan y Stefan Hastenrath31 establecieron que la cobertura total de los glaciares era de 97,21 kilómetros cuadrados, que se había reducido, una década después, a 70,17 kilómetros cuadrados. Los geólogos Bernard Francou y Bolívar Cáceres adelantaron que la nieve de las montañas Iliniza Sur, Sarahurco, Carihuairazo y Sangay podrían desaparecer en los próximos 10 a 15 años. Cáceres afirma que aunque el retroceso o avance de los glaciares es un fenómeno usual, a partir de 1980 los glaciares en los Andes tropicales comenzaron a retroceder de manera acelerada.
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La Nación, op. cit La Nación, op. cit La Nación, op. cit La Nación, op. cit
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Para enfrentar ese peligro, hay que comprenderlo. La ayuda de los científicos y la actitud abierta para interpretar los fenómenos que ocurren sin las anteojeras que nos impidan comprender lo que vemos es más necesaria que nunca. Ellos –los científicos- son los que nos dan los datos que siguen. Los datos científicos32 A - El ciclo del carbono El calor que sostiene la vida en la tierra proviene del sol, a través de las radiaciones que el planeta recibe. Esas radiaciones tienen dos destinos: un treinta por ciento retorna al espacio, dispersado por la atmósfera exterior, pero el resto se disemina en la superficie terrestre, que a través de la radiación infrarroja la disemina debajo de la capa atmosférica, la que impide que la mayor parte de ese calor se “escape” nuevamente hacia el espacio mediante la capa de gases de efecto invernadero, el más fuerte de los cuales es el vapor de agua, pero entre los que se encuentran el Dióxido de Carbono, el Ozono y el Metano. Estos gases de efecto invernadero no son más que el 1 por ciento de la atmósfera, pero su existencia hace que la temperatura del planeta sea un treinta por ciento superior a la que se daría si ellos no existieran. La cantidad de estos gases es producto de los procesos naturales que se dan en la superficie terrestre, principalmente en la “troposfera”, es decir, en la franja en la que se desarrolla la vida, aunque también pueden surgir de fenómenos naturales –como erupciones volcánicas-. Hay sin embargo otras fuentes no naturales de Gases de Efecto Invernadero: son las que tienen causas antropogénicas, es decir, la actividad humana. Las más importantes son la combustión de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y sus derivados, el metano y el óxido nitroso generado por las actividades agrícolas y varios gases industriales que tienen causas no naturales. Estos gases se suman a los de origen natural, conformando uno de los componentes más peligrosos del cambio climático al engrosar la capa de gases de efecto invernadero y en consecuencia, producir un calentamiento de la atmósfera mayor al generado por los fenómenos naturales. La velocidad de este calentamiento es creciente. Los cálculos realizados sobre la situación atmosférica para fines del siglo XXI indican que la cantidad de gases de efecto invernadero se encontrará entre el doble y el triple de la existente antes de la edad industrial. El resultado de su acción es el fenómeno que se conoce como “efecto invernadero reforzado”, 32
IPCC, www.UFCCC.int
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con el consiguiente calentamiento planetario. Mientras la temperatura promedio del planeta durante el siglo XX se incrementó en 0,6 º C, se calcula que el rango de aumento de la temperatura medida en el siglo XXI será de entre 1,5 y 6 º C. B - Los síntomas del cambio climático Condiciones atmosféricas extremas La frecuencia de condiciones atmosféricas extremas que comienzan a aparecer en los ciclos medidos de cambios estacionales en diferentes lugares del mundo en forma simultánea, están generando ciclones y huracanes más fuertes, inundaciones y sequías más extensas, notándose un aumento en lo que podría considerarse un “tiempo normal”. La tendencia hacia tormentas más poderosas y subida de temperaturas provoca mayor evaporación; ello carga de humedad la atmósfera, incrementando su efecto invernadero y también aumentando la cantidad de agua que puede caer como precipitación; las regiones secas, a la vez, se convierten en cada vez más áridas a raíz del creciente calor. En las grandes cuencas hidrográficas africanas del Níger, el lago Chad y el Senegal, el total del agua disponible ha disminuido entre un 40% y un 60% y la desertificación se ha agravado debido a una disminución del promedio anual de precipitaciones, aguas de escorrentía y humedad del suelo, sobre todo en el África meridional, septentrional y occidental. Las inundaciones del Rin de 1996 y 1997, las de China en 1998, las de Europa oriental en 1998 y 2002, las de Mozambique y Europa en 2000 y las provocadas por el monzón de 2004 en Bangladesh (que sumergieron bajo el agua al 60% ciento del país) son prueba de que las tormentas son cada vez más poderosas.33 El retroceso del invierno34 Las temperaturas en el ártico se han incrementado en cinco grados centígrados en los últimos cien años. Ello equivale a diez veces el promedio de cambio en la temperatura global. El retroceso de los glaciares es un hecho común en todo el mundo –en Suiza, han retrocedido en dos tercios, al punto de haber desaparecido varios de ellos-. En el último medio siglo, el espesor de la nieve ha disminuido en las latitudes medias y altas del hemisferio norte en un diez por ciento. En el último siglo, la duración media anual de la capa superficial de hielo en lagos y ríos disminuyó en dos semanas. 33 34
http://unfccc.int/portal_espanol/essential_background/feeling_the_heat/items/3373.php Ídem
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Cambio del mundo natural35 Los científicos han observado cambios inducidos al menos en 420 procesos físicos y comunidades o especies biológicas. En los Alpes, algunas especies vegetales se han desplazado unos 4 metros hacia arriba por decenio y algunas plantas que anteriormente se encontraban sólo en las cumbres de las montañas han desaparecido. En Europa, el apareamiento y la puesta de huevos de algunas aves se ha adelantado dentro de la estación correspondiente: en el Reino Unido, por ejemplo, la puesta de huevos de 20 de un total de 65 especies, incluidas algunas aves que realizaban largas migraciones, se adelantó un promedio de ocho días entre 1971 en 1995. De acuerdo con las previsiones de los modelos, las fuertes tormentas son cada vez más frecuentes. En toda Europa, el período vegetativo en los huertos controlados de especies mixtas se prolongó 10,8 días entre 1959 y 1993. Las mariposas, libélulas, polillas, escarabajos y otros insectos viven ahora en latitudes y alturas superiores, donde anteriormente hacía demasiado frío para que pudieran sobrevivir. C - Lo que puede avizorarse para el siglo XXI Los pronósticos para el siglo XXI, en caso de no actuar a tiempo, indican una profundización de los desequilibrios que se han insinuado en el siglo XX y especialmente en su segunda mitad. Nada mejor que transcribir la visión de la Convención de Cambio Climático sobre las perspectivas36: * Incluso los mínimos cambios previstos en el clima durante el siglo XXI serán probablemente significativos y perturbadores. Las estimaciones sobre los cambios inminentes son muy dispares. La temperatura mundial puede aumentar entre 1,4°C y 5,8°C; el nivel del mar puede subir entre 9 y 88 cm. Esta incertidumbre refleja la complejidad, interconexión y sensibilidad de los sistemas naturales que integran el clima. Según las distintas previsiones sobre la subida del nivel del mar en este siglo, los resultados pueden ser desde significativos hasta catastróficos * Eso no significa que el tema no sea serio. Las predicciones sobre los futuros efectos del clima pueden ser confusas, pero no carecen de significado: lo que revelan es que las consecuencias podrían ir desde una mera perturbación hasta una catástrofe. El calentamiento mínimo previsto para los próximos 100 años es más del doble de la subida de 0,6°C 35 36
Ídem www.unfccc.int
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registrada desde 1990… y ese aumento anterior está teniendo ya fuertes consecuencias. Los episodios atmosféricos extremos, que confirman las predicciones de los modelos informáticos, son más frecuentes y se prevé que se intensifiquen y se multipliquen todavía más. El nivel del mar ha subido ya entre 10 y 20 centímetros con respecto al promedio de la era preindustrial y es indudable que subirá todavía más. Es probable un futuro de tormentas e inundaciones más graves en los litorales cada vez más poblados de todo el mundo, lo que sería una mala combinación aun cuando se cumplieran las previsiones mínimas. * Aunque los efectos regionales y locales pueden presentar enormes diferencias, se prevé una reducción general de los rendimientos agrícolas potenciales en la mayor parte de las regiones tropicales y subtropicales. Las zonas situadas en el centro de los continentes, como la región cerealera de los Estados Unidos e inmensas extensiones de Asia, se secarán probablemente. En los lugares donde la agricultura de secano depende exclusivamente de las lluvias, como en el África al sur del Sahara, los rendimientos disminuirían de manera dramática, incluso con un aumento mínimo de la temperatura. Estos cambios podrían provocar perturbaciones en el suministro de alimentos en un mundo ya castigado por situaciones de escasez alimentaria y hambrunas. * La intrusión de agua salada como consecuencia de la subida del nivel del mar reducirá la calidad y cantidad de los suministros de agua dulce. Ello representa una gran preocupación, pues miles de millones de personas carecen ya de acceso al agua potable. La subida del nivel de los océanos está contaminando las fuentes de agua subterráneas en Israel y Tailandia, en varios pequeños Estados insulares del Pacífico y el Índico y el Caribe, y en algunos de los deltas más productivos del mundo, como del Yangtsé en China y el del Mekong en Viet Nam. * La mayor parte de las especies en peligro del mundo – aproximadamente, el 25% de los mamíferos y el 12% de las aves– pueden desaparecer en los próximos decenios, a medida que la subida de las temperaturas modifique la situación de los bosques, humedales y pastizales que constituyen la base de su subsistencia, y que el desarrollo humano les impida migrar a otros lugares. * Según las previsiones, la subida de las temperaturas ampliará el radio de acción de algunas enfermedades peligrosas "trasmitidas por vectores", como el paludismo, que provoca ya cada año la muerte de un millón de personas, niños en la mayoría de los casos. Un mundo sometido a presión * Como consecuencia de los daños ambientales –sobrepastoreo de los pastizales, laderas montañosas deforestadas y suelos agrícolas desnudos– 90
la naturaleza será más vulnerable que antes a los cambios climáticos. En cualquier caso, cuando se produjeron cambios climáticos hace miles y decenas de miles de años, generalmente tuvieron lugar de manera más gradual. Los sistemas naturales tuvieron más espacio y más tiempo para adaptarse. * De la misma manera, la inmensa población humana, gran parte de ella pobre, es vulnerable a las presiones climáticas. Millones de personas viven en lugares peligrosos –en llanuras de inundación o en barrios de tugurios ubicados en laderas montañosas desprotegidas que rodean a las enormes ciudades del mundo en desarrollo. Muchas veces, no tienen otro lugar adonde ir. En el pasado remoto, el hombre y sus antepasados emigraron en respuesta a los cambios ocurridos en el hábitat. Esta vez, habrá mucho menos margen para la migración. • El calentamiento atmosférico será, casi con toda certeza, poco equitativo. Los países industrializados de América del Norte y Europa occidental, junto con otros Estados, como Japón, son los causantes de la mayoría de las pasadas y actuales emisiones de gases de efecto invernadero. Estas emisiones son una deuda inconscientemente contraída a cambio de unos niveles de vida más altos para una minoría de la población mundial. Ahora bien, los que más sufrirán los efectos del cambio climático se encuentran en el mundo en desarrollo. Tienen menos recursos para hacer frente a las tormentas, las inundaciones, las sequías, los brotes de enfermedades y la perturbación del suministro de alimentos y de agua. Tienen sumo interés en el desarrollo económico, pero se encuentran con que este proceso, difícil de por sí, es ahora todavía más arduo como consecuencia del cambio climático. Las naciones más pobres del mundo no han hecho casi nada para provocar el calentamiento atmosférico, y sin embargo son las más expuestas a sus efectos.” Los medios informan, asimismo, de otras posibles consecuencias del desorden climático: el crecimiento de la tensión y las posibles guerras. Según afirma Robin McKie, 46 naciones y 2.600 millones de personas están en riesgo de ser sobrepasados por la gravedad de problemas ambientales que las afectan y otros 56 país con 1.200 millones enfrentan posible desestabilización política por esos problemas37. La situación está lejos de haberse estabilizado. El informe 2007 del IPCC destaca el agravamiento del cambio climático sobre comienzos del
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McKie, Robin, “Climate wars threaten billions”, en The Observer, 9 NOV 2007, en
http://www.guardian.co.uk/environment/2007/nov/04/climatechange.scienceofclimatech ange
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siglo XXI y acerca peligrosamente la fecha de llegada a umbrales impredecibles.38 Como vemos, la visión no es para nada tranquilizadora. Fue justamente esta situación la que impulsó la firma de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que establece mecanismos para prevenir y actuar sobre las causas antropogénicas que acentúan los desequilibrios, comenzando una tarea internacional que, aún cuando parezca insuficiente, implica un enorme esfuerzo de compatibilización y generación de consensos ante una humanidad con situaciones e intereses particulares tan diferentes. La conciencia de que por encima de todos esos intereses localizados se encuentra nuestra pertenencia planetaria da un impulso hacia la cordura y hacia la eficacia, fruto del cuál es la trascendente experiencia comenzada a concretar con el Protocolo de Kyoto y los mecanismos que en él se prevén. D - ¿Qué se puede hacer? La inminencia –en tiempos geológicos- pero la incertidumbre –en tiempos medidos por la vida individual o social- de los cambios climáticos que se producirán, dificulta la adopción de acciones que son costosas en términos económicos y políticos, ya que implican reasignar recursos destinados a otras finalidades que aparecen como más urgentes y tangibles, sea de contenido social, económico o simplemente de placer. A ello se agrega que tampoco está totalmente claro cuáles son las medidas concretas que debieran tomarse en diversos campos de acción, ya que hace falta asignar recursos para profundizar las investigaciones científicas de las que se obtendrán respuestas aproximadas. Hay, sin embargo, algunas acciones que han comenzado a tomar los Estados y que van configurando un entramado de consensos sobre ciertas políticas básicas dirigidas a corregir aspectos en los que no existen disidencias acerca de su negativa influencia en el ambiente. Estas políticas apuntan a ampliar la flexibilidad para la adaptación. La flexibilidad aconseja, por ejemplo, diversificar al máximo posible la explotación agrícola, investigando y desarrollando especies más adaptables al cambio climático y con mayor resistencia; la planificación y ejecución de las obras de infraestructura (usinas, terraplenes, rutas, vías férreas, cableado de alta tensión, etc.) teniendo en cuenta la incrementada peligrosidad de los fenómenos climáticos más extremos; fortalecer las investigaciones científicas para conocer con más precisión la dinámica del clima y diseñar medidas que permitan neutralizarlas, tanto en sus causas 38 Rosenthal, Elisabet, “UN Report describes risks of Inaction on Climate Change”, 17 NOV 2007, en New York Times, en http://www.nytimes.com/2007/11/17/science/earth/17climate.html?pagewanted=2&_r=1&th&emc=th
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como en sus efectos; establecer políticas en todos los niveles – internacional, nacionales, regionales y locales- que contemplen y prevean el impacto ambiental. Uno de los capítulos más importantes de esta acción es la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero. Lograr más electricidad pero con menos consumo de carbón, petróleo, gas, combustibles fósiles, no sólo no impedirá el desarrollo sino que lo hará compatible con la preservación de la calidad de vida y la salud ambiental. Ello es posible con tecnologías diversas, comenzando por las que hacen más eficiente la utilización actual del combustible fósil hasta las que directamente prescinden de él porque utilizan fuentes renovables, como el hidrógeno, la energía solar, eólica, hidráulica; o las que hacen más eficiente –por el lado del consumo- la utilización de la electricidad, como el mayor aislamiento de edificios para evitar pérdidas en la calefacción, o de los combustibles como la utilización de los ciclos combinados. La utilización de la biomasa es una alternativa desarrollada con nuevas tecnologías que disminuye la utilización de combustible fósil, al igual que la recuperación del metano generado por fuentes antropogénicas (basurales en las ciudades, minas de carbón, etc.), sea para su inutilización antes de ser dispersado en la atmósfera, sea para su utilización para la generación de energía. A estas medidas deben adicionarse aquellas que buscan volver a fijar el dióxido de carbono en el subsuelo, entre las cuales la reforestación de zonas deforestadas y de tierras hoy sin bosques ayudarán a recuperar el equilibrio ambiental. Estas medidas, para cuya aplicación racional deben cumplirse aún varias etapas de debate sobre las características tecnológicas y fuentes de financiamiento, se suman a las de un mejor uso de la tierra y una explotación agrícola ganadera que contemple y neutralice el daño generado por las formas irracionales de trabajo agropecuario. Entre estas medidas se encuentran el cambio por métodos de labranza que eviten la erosión, la utilización de maquinarias más livianas, la aplicación de procesos productivos que no liberen inútilmente el carbono acumulado, que utilicen los deshechos como fuentes alternativas de combustible fósil, etc. Estas y otras medidas son acciones posibles y urgentes que se enmarcan en la creciente conciencia del daño que está produciendo en el planeta la acción industrial y modo de vida de la especie humana. La conciencia sobre el daño ambiental tiene muchas facetas y el cambio en las formas de vida no es una de las menores. En efecto, existen alternativas que no implican un deterioro en la calidad de vida –por el contrario- pero que sí implican un enorme beneficio ambiental. El transporte, por ejemplo, es una de las actividades más contaminantes por la gigantesca emisión de dióxido de carbono y de óxidos nitrosos. Un uso racional del transporte, incentivando el uso del transporte público y desalentando el uso del 93
automóvil particular cuando no sea imprescindible es una actitud de los ciudadanos y –cuando se da- una política de los gobiernos fuertemente favorable a la protección del ambiente. La vida cotidiana también ofrece ejemplos que son cada vez más difundidos de la preservación ambiental, desde la reducción del uso de detergentes deteriorantes de las reservas de agua potable, la utilización racional de la calefacción hogareña, la recuperación del ferrocarril y el transporte por agua reemplazando en donde sea posible el inmensamente contaminante transporte carretero, la utilización de vehículos de menor y más eficiente consumo de combustible por aplicación de tecnologías de recuperación y de menor cilindrada, el estímulo fiscal y la elección personal de electrodomésticos de menor consumo y más eficiente utilización de la energía, la aplicación de normas de construcción que tiendan a la reducción de energía, son, entre otras medidas y actitudes, colaboraciones que los Estados y los ciudadanos pueden desarrollar y de hecho están desarrollando cada vez más con el mismo objetivo de cuidar el planeta. El Protocolo de Kyoto El Protocolo de Kyoto es el resultado de un acuerdo realizado entre la mayoría de los participantes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático39, firmada en 1992 en la ciudad de Nueva York, invocando la norma del artículo 3 de la mencionada Convención. Su texto final40 fue aprobado en la ciudad de Kyoto, Japón, en 1997, pero su aplicación forzosa comenzó el 16 de febrero del año 2005, sesenta días después de la comunicación de su ratificación por la Federación Rusa, con cuya decisión se superó el umbral establecido por el propio Protocolo para su definitiva puesta en vigencia. Varios países que son firmantes del Convenio Marco de Cambio Climático no son, sin embargo, firmantes del Protocolo de Kyoto. Entre ellos se cuentan Estados Unidos –principal emisor de gases de efecto invernadero- y Australia, aunque también están en este grupo países en desarrollo productores intensivos de petróleo. Previsiones generales. Es usual escuchar que el Protocolo de Kyoto le “puso números” a la Convención Marco de Cambio Climático, estableciendo metas cuantificables de reducción de emisiones de gases efecto invernadero que ya habían sido objeto de mención en el Convenio Marco. Sin embargo, la cuantificación es en realidad uno de los aspectos pero no el más importante, 39 40
Sitio Web: http://unfccc.int/2860.php/ Texto oficial en español: http://unfccc.int/resource/docs/convkp/kpspan.pdf
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ya que lo que caracteriza a Kyoto con respecto a otros convenios internacionales sobre el clima es la ingeniosa elaboración de un juego articulado de mecanismos de mercado con los cuales, además de las metas, se busca premiar a los países que lleven adelante políticas de reducción de emisiones, y hacer recaer sobre los países menos interesados el costo global de la reconversión hacia tecnologías limpias de los procesos económicos y productivos. Las previsiones generales del Protocolo de Kyoto para los países pertenecientes al Anexo 1 de la Convención Marco de Cambio Climático – genéricamente, los países desarrollados- marcan dos umbrales: a. las partes del anexo 1 “deben poder demostrar, en el año 2005, un avance concreto en el cumplimiento de sus compromisos contraídos en virtud del presente protocolo” –artículo 3, punto 2. del PK-; y b. a reducir la emisión de los gases de efecto invernadero en el período 2008/2012 “a un nivel inferior en no menos del 5 % al de 1990”, para lo cual se comprometen a que sus emisiones antropógenas agregadas, expresadas en dióxido de carbono equivalente, “no excedan de las cantidades atribuidas a ellas, calculadas en función de los compromisos cuantificados de limitación y reducción de las emisiones consignados para ellas en el anexo B”. El Anexo B mencionado contiene los umbrales por país de las reducciones comprometidas, a fin de lograr en conjunto para el planeta una reducción global del 5 %. El Protocolo establece la posibilidad de que grupos regionales asuman sus obligaciones en conjunto, no obstante lo cual, si no llegara a cumplirse la meta global –que es la suma de las obligaciones de los miembros-, la sanción correspondiente recaerá sobre el país que individualmente no haya cumplido sus compromisos. La potencialidad de calentamiento global de los gases de efecto invernadero definidos en el Anexo A, así como la metodología para la realización de los informes, el análisis de la evolución climática, la sugerencia de medidas de acción y revisión científica de las normas técnicas serán analizadas y dictaminadas por el Grupo Intergubernamental de Expertos en el Cambio Climático. Medidas de mercado. La inserción de los mecanismos de mercado en la regulación de emisiones realizada por Kyoto en sus normas motiva fuertes polémicas pero a la vez genera esperanzas en su operatividad. Mediante estos mecanismos se diseña un sistema con el que se intenta que sea la oferta y la 95
demanda la que equilibre la realización de proyectos de limitación de emisiones. Entre estas medidas se destaca la posibilidad de los países obligados a los límites de reducción previstos en el anexo B, a intercambiar sus excedentes de emisiones con aquellos que se excedan, sobre el supuesto de que su efecto en la atmósfera es similar por el principio de la dispersión. En consecuencia, son premiados los países que realicen mayores esfuerzos, que pueden vender ese suplemento y, en consecuencia, están estimulados a proseguir con su esfuerzo aunque hayan logrado las reducciones comprometidas. Aquellos países del Anexo I que no hayan logrado reducir sus emisiones en los niveles previstos deberán transferir recursos a los países cumplidores adquiriendo sus faltantes. Para evitarlo estarán estimulados a renovar esfuerzos so riesgo de generar un desequilibrio en sus cuentas externas en un nivel que se supone creciente, a medida que los futuros períodos de compromiso vayan exigiendo mayores reducciones globales y en consecuencia, también mayores reducciones por países. Los mecanismos no se limitan al comercio de emisiones entre países desarrollados, sino que también se prevén medidas de flexibilidad que permiten impulsar la reconversión en conjunto entre países del Anexo I41 o el Mecanismo de Desarrollo Limpio42. Los Gases de Efecto Invernadero La Convención de Cambio Climático determina a través de su Órgano Subsidiario de Asesoramiento Científico y Tecnológico, el “International Pannel of Climate Change” o “IPCC” cuáles gases tienen “efecto invernadero” y contribuyen al calentamiento global del clima. Igualmente, se establece la equivalencia de cada uno de estos gases con el Dióxido de Carbono (C02), que se considera la unidad de medida, desde el punto de vista del calentamiento global. Esta equivalencia se denomina “Potencial de Calentamiento Global”, estimándose además la equivalencia de valores en un lapso standard de cien años. Ello porque la modificación de la composición química de los gases en la atmósfera hace que su efecto no sea sincrónico, sino que varíen en diferentes períodos. Así, por ejemplo, el metano –uno de los gases de efecto invernadero más comunes luego del propio CO2- tiene un potencial de calentamiento global en veinte años de 56 –es decir, es 56 veces más potente que el CO2- pero en cien años ese potencial de calentamiento global con respecto al CO2 es de 21. Es entonces el lapso de la centuria el que debe tomarse en cuenta, en forma estandarizada, para el cálculo de las reducciones de emisiones efectuadas 41 42
Mecanismo de implementación conjunta, artículo 6 PK Artículo 12 PK.
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en los proyectos de implementación conjunta, o del mecanismo de desarrollo limpio. Se agrupan en dos grandes categorías: los del “Anexo I”, integrada por los países que eran miembros de la OECD en 1992 –genéricamente, los más industrializados-43, y los países “no Anexo I”44, genéricamente países en desarrollo. El Protocolo de Kyoto, sin embargo, no abarca a los mismos países, aunque en su articulado haya permanentes referencias a la pertenencia de los países parte al anexo I como titulares de derechos y obligaciones. Han firmado y ratificado o adherido al Protocolo 150 países y en ellos se encuentra vigente, pudiendo observarse el listado actualizado en la página oficial respectiva45. Allí puede observarse la curiosidad de países firmantes como Estados Unidos, que firmó el Protocolo el 12 de noviembre de 1998 y nunca lo ratificó, al igual que Zambia (5/08/98), Mónaco (29/4/98), Kazajstán (12/3/99), Croacia (11/3/99) y Australia (29/4/98). La carga principal de obligaciones impuestas por Kyoto recaen sobre los países del Anexo I de la Convención de Cambio Climático. Son ellas las que deben reducir emisiones al nivel establecido en el Anexo B del Protocolo, las que deben facilitar recursos para las actividades que se mencionan en el artículo 11 del Protocolo y los que pueden, además, beneficiarse de las reducciones de emisiones a las que accedan como resultado de su participación en el desarrollo de los proyectos enmarcados en las medidas de flexibilidad, o en la compra de esas reducciones de emisiones. Los países desarrollados firmantes del protocolo de Kyoto El mundo desarrollado ha tomado las obligaciones de Kyoto como una guía de su política ambiental. Sólo dos países de esta característica, Estados Unidos de Norteamérica y Australia, han sostenido su decisión de no incorporarse al Protocolo de Kyoto y han expresado su voluntad de impulsar políticas internas que respondan a sus obligaciones como firmantes de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático con medidas unilaterales. Efectivamente, han tomado medidas aisladas, como apoyo a la investigación tecnológica en el desarrollo de fuentes de energía renovables, estímulos regionales o locales a las empresas que reduzcan emisiones, y definición de propósitos de reducciones de emisiones vinculadas a la evolución de su Producto Nacional. Los principales argumentos sostenidos por estos países es que las normas de Kyoto carecen de una base científica irrefutable y que devienen en la 43 44 45
http://unfccc.int/parties_and_observers/parties/annex_i/items/2774.php http://unfccc.int/parties_and_observers/parties/non_annex_i/items/2833.php http://unfccc.int/files/essential_background/kyoto_protocol/application/pdf/kpstats.pdf
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construcción de una burocracia internacional que esteriliza los esfuerzos sin traducirse en avances concretos en la finalidad de reducir emisiones. Por su parte, los partidarios de Kyoto han expresado numerosas críticas a esta actitud, fundamentalmente debido a que la mayor cantidad de emisiones contaminantes provienen justamente de los Estados Unidos. Sostienen que el porcentaje establecido como meta de las reducciones en ese país de ninguna manera implica una verdadera política de reducciones, que carece de medidas coercitivas eficientes y que son metas que, aún cumpliéndose, serán significativamente inferiores a las obligaciones que debiera asumir Estados Unidos en su condición de primer contaminador global del planeta. De cualquier forma, a los efectos prácticos, la vigencia de Kyoto se ha ratificado al obtenerse la aprobación de la mayoría especial de los países firmantes (55 países parte de la Convención, Art. 25 inc. 1 PK) que además representen la mayor cantidad de emisiones (55 %) de las realizadas por los países del Anexo I en el año 1990 (Art. 25 inc. 1 PK). Los demás países del Anexo I no sólo han ratificado las normas del PK, sino que además en varios casos han dictado normas internas destinadas a reforzar las metas y a conseguir su efectivización. Así por ejemplo la Unión Europea ha sancionado las directivas “Emissions Trading Directive”46, que instituye el mercado de carbono de la Unión y la directiva “COM (2003) 403 final 2003/0173 (COD)”, conocida como “Linking Directive”47, a la que haremos referencia en el capítulo de Mercado, que establece la posibilidad de utilizar los mecanismos de Kyoto para cumplir con las obligaciones de limitación de emisiones establecidas por la propia Unión independientemente de la vigencia de Kyoto. Los países en desarrollo firmantes Los países “no Anexo 1” firmantes de la Convención Marco de Cambio Climático tampoco coinciden con los países en desarrollo firmantes de Kyoto. Ello tiene su efectos, como veremos, en la aplicabilidad para realizar en el territorio de los no firmantes de Kyoto proyectos en el marco del artículo 12 (o MDL). Los países “no Anexo 1” firmantes de Kyoto pueden, en efecto, acceder al Mecanismo de Desarrollo Limpio –los que no alcanzan a países que no son firmantes del Protocolo de Kyoto- y las reducciones de emisiones logradas en su territorio, en carácter de país anfitrión de proyectos de este mecanismo, pueden ser utilizadas por países del Anexo I de la Convención de Cambio Climático con obligaciones de reducción listadas en el Anexo B del Protocolo de Kyoto 46
http://www.evomarkets.com/assets/evobriefs/nw_1057874431.pdf “Linking Directive” del Parlamento y la Comisión Europea: http://europa.eu.int/eurlex/en/com/pdf/2003/com2003_0403en01.pdf 47
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para imputar a sus cuentas de reducción de emisiones, cuando cumplan los requisitos que más adelante se analizarán. Los países no firmantes Los países en desarrollo no firmantes del Protocolo de Kyoto pero que son parte de la Convención Marco de Cambio Climático pueden participar en la deliberaciones de la Conferencia de Partes del Protocolo de Kyoto como observadores, pero no tienen voto en las decisiones ni pueden tampoco acceder al mercado de emisiones establecidos por dicho Protocolo. Kyoto después del 2012: ¿ratificar el rumbo o disminuir la marcha? Las normas del Protocolo de Kyoto disponen que cinco años antes del vencimiento del primer período de compromiso, deberán comenzar las discusiones sobre las obligaciones a imponer a las partes para el segundo período, que comienza en el 2013. Al momento de escribirse estas páginas se han reiterado en el debate público las posiciones que campearon en el debate ambientalista desde que Estados Unidos decidió, en el 2001, retirar su firma del Protocolo original y –obviamente- mantener sin ratificar su posición sobre dichas normas. Sin embargo, los nuevos informes científicos sobre el avance del cambio climático y los costos que generará en caso de no tomarse medidas rápidas están incidiendo en la presión de la opinión pública mundial sobre los principales protagonistas. El clima del planeta, mientras tanto, sigue dando avisos. Los síntomas descriptos en el Capítulo II se siguen manifestando en toda la geografía de la tierra, en enrarecimiento del clima sigue siendo una nota constantemente presente en las noticias periodísticas, la ralentización de la corriente marina distribuidora de calor se sigue midiendo, la desaparición del agua dulce por derretimiento de glaciares e hielos polares se incrementa con su doble efecto de disminuir el agua potable para el ser humano y los cultivos, y de cambiar la composición salina del océano afectando las corrientes. En este escenario, las posiciones extremas parecieran seguir siendo la de las organizaciones ambientalistas, que reclaman una reducción para el año 2020 de al menos el Treinta por ciento (30 %) con respecto a los niveles de 1990, y por la otra el gobierno de Estados Unidos que sigue sosteniendo la inutilidad de las normas de Kyoto y por lo tanto insiste en su criterio de que cada país establezca las normas de reducción de emisiones según su criterio. En la reunión inicial de Bonn, a la vez que impugnar a los 99
mecanismos de Kyoto, informó sobre las medidas unilaterales tomadas en su territorio para mitigar las emisiones y de la fuerte inversión que está realizando para el desarrollo de energías alternativas renovables, especialmente la tecnología del hidrógeno. Un dato interesante ha sido la posición de China. Su pronosticado gran salto en el desarrollo económico para los próximos lustros podría ser buena noticia para los mil trescientos millones de chinos, pero una mala noticia para la salud del ambiente planetario si ese desarrollo siguiera el modelo del mundo desarrollado actual. El país asiático ha declarado que la cuestión ambiental es tenida en cuenta en sus planes de desarrollo y que si bien no podría esperarse una disminución de emisiones por parte de su economía, aseguraba que su generación de energía lo será en forma eficiente. La realidad no coincide totalmente con esa afirmación. El crecimiento del consumo de petróleo en las dos economías asiáticas más grandes, China e India, sigue el ritmo clásico de las economías en crecimiento convirtiéndose en las mayores demandantes de hidrocarburos. Las economías desarrolladas –Estados Unidos y Europa-, por su parte, han estabilizado su consumo, reduciendo la demanda energética por unidad de producto. Cada vez más, la realidad impone un mayor compromiso de los grandes emisores, que ya no son sólo los desarrollados, sino ahora también las nuevas y grandes economías emergentes. Sin embargo, no se ha avanzado en la definición de nuevos compromisos para el período que comienza al vencer el primer período, en el año 2012. Como marco general podemos visualizar las grandes fuerzas que impulsan hacia una u otra decisión: En favor de una mayor limitación de emisiones se encuentra la opinión pública mundial mayoritaria, crecientemente concientizada y activa en el reclamo a los gobiernos de políticas más restrictivas en las autorizaciones para emisión de Gases de Efecto Invernadero y de medidas ambientales en general. La opinión pública está a su vez sostenida por el evidente cambio en las condiciones del clima, que muestra noticias alarmantes cada vez con mayor asiduidad. Esta opinión pública no es homogénea. En países desarrollados su fuerza y concientización es mayor que en los países en desarrollo, y en general también es más informada, pero es allí donde los intereses contaminantes tienen su principal expresión. Los países en desarrollo –que son los menos contaminantes- expresan por su parte el reclamo de no verse forzados a renunciar a mejores estándares de vida demorando su industrialización, mientras los países emisores disfrutan de su riqueza polucionando el planeta y perjudicando a todos.
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En contra de la limitación de emisiones hay dos grandes actores: por un lado, los países que no han ratificado el Protocolo de Kyoto –Estados Unidos y Australia-, cuya argumentación es su esfuerzo de limitación por otras vías –sea con reglamentaciones unilaterales, con premios domésticos por la no emisión, o con recursos asignados al desarrollo de energías alternativas, como la del hidrógeno e incluso con su perfil no emisor agregado por su crecimiento económico, de alta tecnología y predominio de los servicios-. Por otro lado, los grandes emisores en los países que sí han ratificado Kyoto y han diseñado normas ambientales complementarias – como la Unión Europea- resisten el incremento de obligaciones en razón de su incidencia en su competitividad frente a las empresas de países que no aplican obligaciones de limitación, además de sostener la necesidad de incrementar los costos de sus productos y servicios para compensar los esfuerzos de reconversión, o proponen metas más ambiciosas con la condición de su cumplimiento obligatorio por todos. Los países con economías emergentes, por su parte, insisten en resistir atarse a obligaciones cuantitativas de emisiones y demandan previamente una mayor reducción en las economías centrales. Entre ellos, China e India muestran un crecimiento notable en sus emisiones totales. El debate no es menor, porque de él depende en gran medida la posibilidad de la supervivencia de nuestra especie sobre el planeta. En el propio debate norteamericano ha irrumpido el análisis del cambio climático vinculado a su seguridad nacional, como se muestra en el informe realizado por Peter Schwantz y Dough Randall. En Londres, el parlamento británico ha visto ingresar a su debate la necesidad de preparar a Gran Bretaña para una eventual crisis climática que reduzca en forma dramática sus recursos alimenticios y de agua potable. El “informe Stern”, preparado por requerimiento del gobierno británico, ha sido en este aspecto ilustrativo sobre el costo que tendría para la economía mundial no tomar medidas a tiempo. Al cierre del milenio, las cifras indican que al culminar la primera década de la firma de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, las emisiones se incrementaron en un 11 %. Frente a este escenario, y aún comprendiendo los intereses que se defienden a través de los diferentes argumentos sobre las formas de enfrentar el cambio climático, se impone la necesidad de la cordura y la comprensión de que la eventual y posible crisis climática global no tendrá efectos parciales, sino globales y sus dimensiones pueden sospecharse pero de ninguna manera precisarse, debido a la íntima interacción de la dinámica del clima. Mientras tanto, la concientización debe ir acompañada de la acción utilizando las herramientas que por el momento existen. Y el Mecanismo para el Desarrollo Limpio (MDL) es una de esas herramientas, en pleno 101
funcionamiento, y a la cual los países en desarrollo pueden recurrir para agregar su grano de arena al trabajo de la humanidad para abrir una chance a su futuro. El MDL no es una eventualidad: es una realidad. Millones de toneladas de Dióxido de Carbono están dejando de volcarse a la atmósfera en todo el mundo debido a la lúcida acción de pioneros que en los ámbitos público y privado están diseñando proyectos, con dedicación y esfuerzo, para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero. Y la imaginación es prolífica: desde proyectos individuales y localizados –como la captura de metano en una explotación porcina en Brasil- hasta macro-proyectos que expresan un trabajo de ingeniería multidisciplinaria y modelo de trabajo en equipo -como la transformación del sistema de transportes en la ciudad de Bogotá, son expresiones que muestran una voluntad de desarrollo en el marco de un ambiente limpio, que genera acciones positivas en favor de un mejoramiento de la calidad de vida y del desarrollo, en forma compatible con el ambiente. Quizás para lograr articular ambas posiciones, debamos recordar que las sabias normas de Kyoto no implican congelar el crecimiento, ni forzar a la crisis a las economías industriales. Por el contrario, y como lo expresara el Director de Clima y Energía para Europa del Fondo Mundial para la Naturaleza, Stephan Singer, el trabajo por la preservación del clima, a la vez que luchar por nuestra supervivencia, abre nuevos campos de acción para el desarrollo tecnológico, la creación de empleos, nuevos mercados y nuevas formas de energía.
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Capítulo 6 Migraciones: placas tectónicas humanas Dicen los antropólogos que, en algún momento hace aproximadamente 1.800.000 años, los primeros homínidos salieron del África atravesando una circunstancial bajante del Mar Rojo y comenzaron a poblar el mundo. Oleadas sucesivas atravesaron el mismo paso hasta que, doscientos mil años atrás, el humano moderno llegó al cercano oriente, dividiéndose en dos grandes columnas: una de ellas atravesaría los Montes Urales y poblaría Europa y la otra seguiría su viaje hacia el Oriente para dividirse luego entre un contingente que marcharía hacia el sur – colonizando la India y posteriormente Australia y Oceanía- y otro proseguiría su rumbo hacia el este, conquistando el inmenso territorio asiático. Algunos, los más osados, continuaron viaje hacia el noreste, atravesaron el istmo existente en lo que hoy es el Estrecho de Behring y desde allí, aproximadamente cuarenta mil años atrás, comenzarían la población originaria del continente americano. Otros seguirían el mismo rumbo hace aproximadamente catorce mil años, realizando la que sería la ocupación más completa del nuevo mundo, que llegaría hasta la Tierra del Fuego. Las migraciones son, de ser esto cierto, tan antiguas como la historia humana, mucho más antiguas que el mandato bíblico de “Id y conquistad la Tierra”. ¿Por qué entonces preocuparse por las migraciones actuales? ¿No han sido migraciones las que impulsaron el desarrollo de la civilización occidental en los últimos cuatrocientos años? ¿No fueron migraciones las que poblaron América de europeos, configurando el continente mestizo que hoy existe en este lado del Atlántico, lugar de cobijo y exilio de millones de personas que durante el siglo XX escaparon a las guerras y las hambrunas del viejo continente? ¿No fueron migraciones las que impulsaron el desarrollo de nuevas naciones americanas, entre ellas la que en menos de un siglo ha llegado a ser la “potencia unipolar” del mundo actual? La historia da la respuesta a esa pregunta: las migraciones nunca son neutrales y por eso generan temor. Siempre llevaron consigo profundas transformaciones a las sociedades a las que llegaron. En muchos casos, la integración se dio de forma natural, dando origen a sociedades diferentes, tributarias de la herencia cultural de todos sus legados. Podemos dar fe de ello en la Argentina, país en la que los hábitos de convivencia están teñidos de costumbres criollas, itálicas, hispanas, árabes, judías y centroeuropeas. En otros, las sociedades locales se extinguieron, cooptadas por los recién llegados. Tal el caso de lo acaecido en nuestro propio país y otras países latinoamericanos con la población indígena sometida por los 103
conquistadores y luego exterminada por las nacientes Repúblicas independientes. Una sola cosa es cierta: nada pudo detener el desplazamiento humano, ni cuando se daba desde las sociedades ricas y más desarrolladas hasta las pobres y menos avanzadas, ni cuando –como en la actualidad- lo predominante es el desplazamiento desde las regiones empobrecidas hacia las ricas y opulentas sociedades industriales y post-industriales. Tampoco nada puede hacerlo en la época de la globalización. Las migraciones contemporáneas están mostrando características diferentes a las producidas a fines del siglo XIX, o a las producidas durante todo el siglo XX en épocas previas a la ruptura del mundo bipolar. Están impregnadas del cambio de percepción sobre la realidad propio del mundo globalizado: debilidad de los Estados Nacionales, descreimiento en los destinos colectivos, crisis de las cosmogonías, asunción de las riendas del destino personal en las decisiones individuales, debilitamiento del afecto ancestral hacia el terruño, crisis de las creencias trascendentes de las religiones y labilidad de las fronteras. Este cambio de valores ha atravesado la humanidad entera y genera en los habitantes del mundo pobre la proliferación de decisiones de compartir riquezas y bienestar con quienes saben, a través de un sistemas de comunicaciones en tiempo real cada vez más extendido, que viven en lugares del planeta donde es posible progresar, o al menos, donde no es tan incierto estar vivo al día siguiente. Estas decisiones son cada vez más numerosas. Sus consecuencias tampoco hoy son inocuas. Inciden en las sociedades receptoras y en las emisoras, tanto en aspectos positivos como negativos. Impactan en las economías, en las costumbres y en la política. Instalan en las agendas públicas problemas nuevos. Y se producen en una etapa del mundo en la que existen demasiadas incertidumbres jugando e interactuando por el cambio de paradigma tecnológico, económico y político y muchas incógnitas nuevas movilizan a una opinión pública mundial fragmentada por activismos encontrados. Las migraciones van en aumento. Un análisis comparativo sobre dos fotografías de quinquenios casi recientes (período 1980-1985 y período 1995-2000)48 nos permite imaginar una tendencia proyectada para los próximos veinte años. La elección de estos dos períodos no es arbitraria. El primero de ellos refleja pautas de conducta y una estructura económica y política internacional propia del “paradigma anterior”: el mundo bipolar, la fortaleza relativa de los Estados, la percepción de los ciudadanos de países pobres de que el marco de su Estado podría contener 48 Colomo Ugarte, Javier “Desarrollo, subdesarrollo y migraciones internacionales a comienzos del siglo XXI”, Revista UNED, 2003.
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sus aspiraciones de futuro y la economía no había eclosionado aún hacia la producción abiertamente transnacionalizada. El segundo, a pesar del corto lapso transcurrido, marca tendencias que se profundizarán en los próximos años: el mundo tendiendo a hacerse “plano”, sin disciplinamiento de bloques, con la creciente desconfianza de los ciudadanos hacia las posibilidades de encontrar mejoramiento de sus vidas en el marco de sus países, con la globalización económica crecientemente lanzada, las comunicaciones convertidas paulatinamente en “commodities” apoyadas en la revolución de la telefonía celular, los satélites de comunicaciones y la Internet, la porosidad de las fronteras ante el crecimiento de los viajes y la instalación de la creencia en que es un derecho de cada persona ir a instalarse donde se le ocurra. ¿Cómo se expresaba el fenómeno de las migraciones en el primer período analizado?¿Cómo en el segundo? ¿Cómo puede proyectarse hacia los próximos lustros? Las migraciones del siglo XX No es objeto de este estudio revistar en profundidad las migraciones producidas durante el siglo XX originadas en las guerras, los desplazamientos forzados de poblaciones enteras, la pobreza producida por los conflictos mundiales o incluso por los refugiados, que fueron millones, exiliados por razones políticas. Concentraremos, por el contrario, la atención en la cantidad y motivos de desplazamiento originados en razones económicas y sociales, numéricamente los más numerosos del período estudiado. La primera observación nos dice que, a nivel de grandes bloques continentales, el gran emisor de población fue América Latina, con una tasa de 0,85 personas por cada mil habitantes –a la que contribuía en gran medida Centroamérica, con una tasa de 3,5 personas por cada mil habitantes y en menor medida la América del Sur, con 0,30 personas cada mil habitantes- y los grandes receptores fueron Australia y Estados Unidos, la primera con una tasa de 2,61 personas por cada mil habitantes y el segundo con 1,90 personas por cada mil habitantes. Europa, por su parte, mantenía en el período analizado una tasa migratoria negativa (es decir, se ubicaba, en promedio, como un continente con saldo expulsor) y África expresaba un saldo negativo de 0,25 personas por cada mil habitantes.
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Cuadro 1. Crecimiento de la población, saldos migratorios y tasa de transferencia 1980-1985 Población Población Tasa de Crecimie Tasa de Crecimie
Saldo
Saldo
Tasa
nto MACROREGIONES año 1980 año 1985 crecimie crecimie nto migrator migratorio transferencia Y REGIONES miles miles nto anual població nto vegetativ io 1980- 1980-1985 anual (‰ MUNDIALES % 1980- n 1980- vegetativ o 1985 (cico años, hab.) 19801985
África
1985 miles
o anual població % 1995- n 19802001 1985 miles
(cico miles) años, entre miles) macroregio nes de las regiones -627
1985
-0,24
466.613
536.356
2,825
69.743
2,849
70.370
África oriental
144.454
165.757
2,789
21.303
2,820
21.553
-250
África central
52.145
60.510
3,020
8.365
3,016
8.351
14
0,04
África septentrional
110.185
126.032
2,724
15.847
2,804
16.337
-490
-0,80 -0,04
-0,31
África meridional
31.417
35.152
2,272
3.735
2,276
3.742
-7
África occidental
128.412
148.905
3,005
20.493
2,991
20.388
105
2.585.698
2.840.116
1,895
254.418
1,898
254.819
China
1.004.168
1.075.936
1,390
71.768
1,388
71.663
105
0,02
Japón
116.807
120.837
0,680
4.030
0,681
4.030
0
-0,01
Asia
Resto Asia oriental
0,14 -401
-0,03
57.456
61.660
1,422
4.204
1,418
4.189
15
0,05
Asia centromeridional
948.486
1.064.777
2,340
116.291
2,344
116.494
-203
-0,04
Asia sudoriental
360.180
400.835
2,162
40.655
2,213
41.652
-997
-0,51
Asia occidental
98.601
116.071
3,320
17.470
3,195
16.790
680
483.466
490.424
0,286
6.958
0,296
7.203
Europa oriental
92.604
94.912
0,490
2.308
0,498
2.327
-19
-0,08
Europa septentrional
82.494
83.175
0,160
681
0,196
813
-132
-0,36
Europa meridional
137.904
140.634
0,390
2.730
0,425
2.953
-223
-0,35
Europa occidental
170.464
171.703
0,147
1.239
0,130
1.111
128
América Latina y el Caribe
361.401
400.836
2,093
39.435
2,178
41.105
Europa
1,25 -245
-0,10
0,17 -1.670
-0,85
Caribe
29.252
31.552
1,530
2.300
1,880
2.854
-554
-3,50
Centroamérica
89.846
100.537
2,270
10.691
2,413
11.373
-682
-1,43
América del Sur tropical
200.146
223.384
2,220
23.238
2,252
23.579
-341
-0,32
América del Sur templada
42.157
45.363
1,480
3.206
1,518
3.298
-92
-0,38
255.109
267.913
0,980
12.804
0,790
10.243
2.561
22.678
24.450
1,516
1.772
1,255
1.459
17.677
18.884
1,330
1.207
0,897
807
400
4.207
4.698
2,230
491
2,372
523
-32
-1,42
794
868
1,790
74
3,050
129
-55
-12,60
265.436
277.261
0,876
11.825
0,871
11.757
68
68
4.440.401
4.837.356
1,727
396.955
1,727
396.955
0
0
América del Norte Oceanía Australia - Nueva Zelandia Melanesia Micronesia y Polinesia URSS MUNDO
Nota: La población de Hong Kong y Macao se incluye en China. La población de Alemania del Este se incluye en Europa Occidental. Fuente: Colomo Ugarte, op. cit
106
2.561 313
1,90 2,61 4,33
0,05 0,00
Saldo p. 4.078
Saldo p. 2.943
0,17 Regiones
Saldo n. -4.078
Saldo n. -2.943
0,12 Macroreg.
El cuadro que antecede ilustra más en detalle, por grandes regiones y por países, la estructura del desplazamiento de población en ese período. Muestra, además, la escasa incidencia del desplazamiento de poblaciones dentro de Europa Oriental y de Asia, que no había protagonizado aún el notable crecimiento de los “Tigres” ni el sorprendente período de acumulación que empezaron a mostrar a partir de ese período la China y la India. ¿Qué pasaba, por el contrario, tres lustros después? Las características del mundo eran ya otras. A partir del derrumbe de la bipolaridad, la expansión de la internacionalización financiera, el comienzo de la integración productiva internacional, el surgimiento de Internet, la construcción de las redes de fibras ópticas que cubren el planeta sumándose a la red de satélites de comunicaciones que expanden el intercambio de información y datos en tiempo real, la revolución de la telefonía celular y el surgimiento de formas de cooperación productiva, el paradigma productivo cambió y también la percepción de las personas sobre su propia vida. Entre las causas que motivan la decisión de migrar, hay siempre “atractores” y “expulsores”. Lo que comenzó a mostrar el mundo desarrollado es una capacidad de atracción cada vez mayor, que llegaba cada vez más fluidamente al conocimiento de personas del mundo pobre debilitando su apego a sus comunidades de origen que, a raíz de conflictos tribales, intolerancia en la convivencia, problemas étnicos, dictaduras sangrientas, corrupción del poder y violaciones a derechos humanos elementales, fueron incrementando su capacidad “expulsora”. Problemas internos de las sociedades desarrolladas incrementaron su atracción. El desapego de la población local del mundo rico por los trabajos de “contacto intenso”, por ejemplo, generó faltantes de fuerza de trabajo en sectores indispensables para el funcionamiento de la sociedad y la hizo más tolerante, por necesidad, con los recién llegados. De pronto, ni norteamericanos, ni ingleses, ni alemanes, ni suizos y al final, ni españoles, aceptaron los trabajos de construcción, de cultivo y cosecha agraria, de enfermería, de limpieza, de servicio doméstico. Su prosperidad les permitía optar por ocupaciones generadoras de mayores ingresos y reconocimiento social. Quedaban vacíos esos espacios que, para personas que llegaban desde Centroamérica, desde el África Subsahariana, desde el Magreb o desde el Oriente Medio significaban la diferencia entre quedar condenadas a una vida miserable e incierta, o comenzar a atravesar una puerta hacia el sueño de mejores condiciones para ellos y su familia. Problemas internos de algunas sociedades en desarrollo incrementaron, por el contrario, su fuerza expulsora. Cierto es que la globalización abrió un camino importante para el gran salto adelante de 107
países recién llegados. Los “tigres asiáticos” fueron los primeros en aprovecharlo, en los tempranos 70, cuando apenas comenzó a insinuarse. Pero ya en los 80 el camino fue ensayado por la India, en los 90 por China y entrado el nuevo siglo por Brasil, México y –con matices importantesRusia. Todos ellos comprendieron la lógica de la nueva organización del mundo en gestación y comenzaron a realizar los cambios destinados a no perder el tren. Algunos –como Irlanda- con singular éxito, lograron en dos décadas pasar de ser los más pobres de Europa a compartir los primeros lugares del mundo en ingreso por habitante. Pero esta inteligencia no fue general. Otros países, con direcciones políticas anquilosadas, apegadas en su representación simbólica del mundo a un escenario que ya no existía, se volcaron hacia su interior desatando lo usual en casos de largos estancamientos: dictaduras, luchas sangrientas por el poder, pugna salvaje por la detentación de los recursos naturales del lugar convertidos en panacea o por la apropiación de los ingresos en una puja de suma cero, intolerancia de las élites, conflictos internos alrededor de simbologías vacías (nacionalistas, ideológicas o religiosas), negación y violación de derechos humanos elementales. La tendencia a la expulsión se agravó y eso también lo muestran las estadísticas. Lo que ocurría en en 1995-2000 lo muestra el cuadro 2. En este período se incrementa el poder de atracción de América del Norte y de Oceanía. El primer espacio aumenta su recepción de inmigrantes prácticamente al doble: 3,93 personas cada mil habitantes. El segundo, pasa a tener un saldo positivo de 3,80 personas cada mil habitantes, que alcanza un pico del 4,6 personas por cada mil habitantes si reducimos el análisis a Australia y Nueva Zelandia. Estados Unidos y Canadá reciben inmigrantes de todo el mundo, aunque la mayoría son de Centroamérica. Oceanía los recibe de las zonas deprimidas de Asia, África y en menor medida de diversas partes del mundo (América Latina, Europa oriental). Sin embargo, vemos también un gran cambio estructural en los desplazamientos: Europa, que tenía saldo negativo –es decir, revistaba como grupo “expulsor” en el análisis anterior-, pasa a tener un saldo positivo, es decir es receptor, de 1,93 personas por cada mil habitantes, con un pico en Europa Occidental de 3,5 personas cada mil habitantes, pero con una fuerte inversión de la tendencia en Europa meridional –los países mediterráneos- que de tener una tasa negativa –o sea, ser expulsores de población en el quinquenio anteriormente analizado- pasa a tener una tasa positiva de 1,50 personas por cada mil habitantes. España, Italia, Portugal, dejan de ser países de emigración y pasan a recibir a los hijos y nietos de sus antiguos emigrados, pero también a ser receptores de la migración de los países del África.
108
África, en efecto, aumenta sustancialmente su capacidad expulsora. De 0,24 personas cada mil habitantes expulsados en el quinquenio 19801985, pasa a contar 1,13 personas cada mil habitantes en 1995-2000, es decir, un aumento de un cuatrocientos por ciento de su tasa de emigración.
Cuadro 2. Crecimiento de la población, saldos migratorios y tasa de transferencia 1995-2000 MACROREGIONES Y REGIONES MUNDIALES
Población Año 1995 miles
Población Tasa de Crecimiento Tasa de Crecimiento Saldo Saldo Tasa Año 2000 crecimiento población crecimiento vegetativo migratorio migratorio transferencia miles anual % 1995-2000 vegetativo población 19951995-2000 anual (‰ hab.) 1995-2000 miles 1995-2000 anual % 1995-2000 2000 (cico años 1995-2000 miles (cico años miles) entre miles) macroregiones entre regiones
África
691.877
778.694
2,392
86.817
2,505
91.107
África oriental
215.213
244.858
2,615
29.645
2,633
29.861
-216
África central
83.208
95.052
2,700
11.844
2,934
12.942
-1.098
-2,34
156.833
172.973
1,980
16.140
2,019
16.476
-336
-0,39
África septentrional
-4.290
-1,13 -0,18
África meridional
42.413
45.878
1,580
3.465
1,490
3.248
217
0,90
África occidental
194.210
219.933
2,520
25.723
2,784
28.581
-2.858
-2,64
Asia
3.362.397
3.605.821
1,408
243.424
1,446
250.190
China
1.227.170
1.284.958
0,925
57.788
0,903
56.390
1.398
Japón
125.472
126.714
0,200
1.242
0,105
665
577
0,95
69.639
73.545
1,100
3.906
1,107
3.947
-41
-0,07
Resto Asia oriental Asia centromeridional
-6.766
-0,38 0,22
1.311.551
1.434.603
1,810
123.052
1,923
131.052
-8.000
-1,13
Asia sudoriental
479.355
517.328
1,537
37.973
1,646
40.792
-2.819
-1,09
Asia occidental
149.210
168.673
2,480
19.463
2,225
17.344
2.119
Europa
508.972
512.268
0,130
3.296
-0,063
-1.597
Europa oriental
100.123
99.364
-0,150
-759
-0,230
-1.147
Europa septentrional
2,55 4.893
388
1,93 0,80
85.621
86.404
0,180
783
0,040
151
632
1,40
Europa meridional
142.856
143.656
0,110
800
-0,040
-286
1.086
1,50
Europa occidental
180.372
182.844
0,273
2.472
-0,036
-316
2.788
América Latina y el Caribe
472.512
511.336
1,592
38.824
1,695
41.443
Caribe
3,09 -2.619
-1,03
30.082
31.796
1,120
1.714
1,300
2.009
-295
Centroamérica
123.268
135.221
1,870
11.953
2,204
14.192
-2.239
-3,34
América del Sur tropical
266.966
288.739
1,580
21.773
1,608
22.164
-391
-0,28
52.196
55.580
1,260
3.384
1,156
3.078
306
1,04
5.990
América del Sur templada América del Norte
-1,80
5.990
3,93
296.637
309.504
0,853
12.867
0,460
6.877
Oceanía
26.083
27.745
1,240
1.662
0,860
1.139
Australia-Nueva Zelandia
21.613
22.748
1,030
1.135
0,570
628
507
4,60
4.470
4.997
2,250
527
2,200
511
16
0,50
287.442
287.158
-0,020
-284
-0,179
-2.552
2.268
2.268
5.645.920
6.032.526
1,333
386.606
1,333
386.606
0
0
Melanesia, Micro. y Polinesia Antigua URSS MUNDO Población no contemplada TOTAL MUNDIAL
20.411 5.666.331
22.527 Nota:
la población no contemplada es el: 0,36% y 0,37% del total 6.055.053 mundial de 75 países o territorios especiales.
109
523
3,80
1,59
Saldo P. 18.292
Saldo P. 13.675
0,61 Regiones
Saldo N. -18.292
Saldo N. -13.675
0,45 Macroreg.
Fuente de las tasas de crecimiento vegetativo: World Population Data Sheet del Population Reference Bureau 1997, recogidas en Espacios y Sociedades publicado por Ed. Ariel en 1998. La fuente de la población es la publicada por la FAO. Elaboración propia.
Los acontecimientos mundiales de esos años confirman el diagnóstico realizado más arriba. En la última década del siglo XX se desintegra la Unión Soviética, reconfigurándose sus componentes en antiguos y nuevos Estados. Ello provoca cambios sustantivos en Europa central y oriental, que incluyeron acuerdos pacíficos –como la separación de checos y eslovacos- pero también conflictos sangrientos, en los que no estuvierno ausentes viejos odios étnicos resurgidos en forma de intolerancias mortales. Tal el caso de la ex Yugoslavia. Conflictos como la primera guerra de Irak, y luchas tribales masivas en Africa –como el conflicto de Ruanda- convirtieron en un infierno a antiguas ciudades y poblaciones destruidas y sumergidas en un salvajismo cotidiano. Estos fenómenos configuraron claros ejemplos de presión expulsora. No fueron los únicos. Los años 90 del siglo XX mostraron el momento de la pujanza globalizadora descontrolada. El derrumbe del bloque soviético y el desmantelamiento de sus estructuras estatales abrió una etapa de liberalización económica acompañada del surgimiento de mafias y redes ilegales, de narcotráfico, armas, corrupción y expansión del delito global. Paralelamente, los antiguos estados “en desarrollo” se sumaron la moda liberalizadora sin plan ni matices, provocando no sólo el fracaso de sus experiencias de apertura, sino el desmantelamiento de sus viejas estructuras industriales. Creció la desocupación, creció el endeudamiento, creció la inflación y llegaron las crisis de fin de siglo. Estos hechos fueron nuevos ejemplos de presión expulsora, que no sufrieron aquellos países que dosificaron su transformación con sabiduría política –como Chile, Brasil, o Sudáfrica-. Los números globales muestras estos fenómenos. El saldo migratorio global a nivel de grandes regiones llegó a 18,3 millones de personas en el quinquenio 1995-2000, mientras había llegado a apenas 4,1 millones en el otro quinquenio utilizado para la comparación, entre 1980 y 1985. Del saldo mencionado más arriba, correspondieron al balance entre macroregiones nada menos que 13,7 millones de personas, mientras que en el anterior período había alcanzado sólo los 3 millones. Pero no son sólo números: cualitativamene, las macroregiones emisoras cambiaron en forma sustancial. Europa dejó de ser emisora y pasó a recibir inmigrantes. Africa incrementó su caudal emisor de apenas 627.000 personas en el período 1980-1985, a 4,3 millones de personas en el lapso 1995-2000, mientras que en Asia el caudal pasó de 401.000 personas 110
entre 1980 y 1985 a 6,8 millones entre 1995 y 2000, y en América Latina de 1,7 millones en el quinquenio 1980-1985 a 2,6 millones en el último quinquenio del siglo, con la particularidad de que tradicionales países receptores, como Argentina, pasaron a ser expulsores. Por el lado de las macroregiones receptoras, el incremento ha sido importante. Es el caso de América del Norte, principal receptor del planeta, que pasó de recibir 2,6 millones de personas en el período 19801985, a 6 millones de personas en el quinquenio 1995-2000; la ex URSS incrementó su caudal receptor de 68.000 personas a 2,3 millones en el mismo período, y Oceanía, aunque en menor cantidad, casi duplicó su caudal receptor pasando de 313.000 a 523.000 entre los dos lapsos analizados. Pero el cambio más trascendente se observó en Europa, tradicional expulsora de población, que pasó a convertirse en receptora global, con un caudal de 4,9 millones entre 1995 y 2000. Africa tuvo, por el contrario, un comportamiento fuertemente emisor, aunque se notan aquí las diferencias regionales, algunas de las cuales invierten la tendencia. Si como continente tuvo un saldo migratorio negativo de 4,3 millones de personas, la región meridional – que incluye a Sudáfrica- tuvo un incremento de 217.000 migrantes, debido a su cambio social y progreso económico, mientras que tradicionales regiones receptoras, como Africa central y occidental, pasaron a ser zonas emisoras. En Asia, los movimientos migratorios reflejaron nítidamente la performance económica de las diferentes regiones. La próspera región occidental, que en el período 1980-1985 mostró un saldo de 680.000 personas, incrementó ese caudal a 2,1 millones entre 1995 y 2000, siendo Japón (con un saldo de 577.00 inmigrantes) y China (con 1,4 millones) los países receptores más importantes. Mientras, la zona centromeridional –escenario de conflictos políticos, luchas tribales, inestabilidad e inseguridad cotidiana- pasó a tener un saldo negativo de 8 millones de emigrantes, convirtiéndose en la mayor zona de expulsión de personas de Asia, superando incluso a Asia Sudoriental, que había mantenido ese “liderazgo” en el período 1980-1985. El fenómeno europeo más notable fue la inversión de tendencias internas, aunque sin olvidar que mientras entre 1980 y 1985 sólo la región occidental tuvo un saldo positivo, entre 1995 y 2000 todas sus regiones se convirtieron en receptoras netas. La mencionada región occidental pasó de un saldo positivo de 128.000 personas entre 1980 y 1985, a 2,8 millones entre 1995 y 2000, pero la particularidad mayor se produce en la región meridional, que tradicionalmente expulsaba población hacia el norte más desarrollado. Aquí la inversión de tendencia fue nítida, pasando de un saldo negativo en el primer período, a uno 111
positivo de 1,1 millón de personas en el quinquenio 1995-2000. España, Portugal y Grecia, entrando al mundo global a través de su incorporación a la Unión Europea, inyectaron dinamismo a sus economías y dejaron de expulsar trabajadores hacia el norte desarrollado. De allí en adelante, comenzarían a recibirlos de Africa y América Latina. Justamente esta última macroregión tuvo cambios intraregionales que muestran su cambio de dinámica. Entre 1980 y 1985, todas las regiones fueron emisoras. Para el período 1995-2000, la región templada tuvo un ligero saldo positivo de 306.000 personas, aunque en América Central los emigrantes se incrementaron sustancialmente, de 682.000 a 2,2 millones, la mayoría a Estados Unidos, que sigue siendo el principal centro receptor de población de la región y del mundo. Efectivamente, el saldo migratorio de Estados Unidos pasó de 2,6 millones de personas en el período 1980-1985, a 6 millones de personas entre 1995 y 2000. Oceanía mantiene un volumen de migración positivo, con 507.000 personas en el quinquenio 1995-2000, y las islas que conforman las regiones-archipiélagos (Polinesia, Melanesia, Micronesia) invirtieron su saldo negativo hacia uno levemente positivo. El cuadro 3 nos da, por último, el análisis comparativo de los dos períodos analizados, con los movimientos y saldos “intra-grandes regiones” y “entre-grandes regiones” Cuadro 3. Resumen y comparación de saldos y tasas mundiales de transferencia de población en los periodos 1980-1985 y 1995-2000
Ámbitos
Tasa Saldo Saldo migratorio migratorio transferencia 1980-1985 1995-2000 anual (5 años (‰ hab.) (5 años 1980-1985 miles) miles)
Tasa transferenc ia anual (‰ hab.) 1995-2000
Incremento Incremento porcentual de porcentual de los saldos las tasas de migratorios transferencia entre 1980- entre 1980-1985 1985 y y 1995-2000 1995-2000 448,6% 359,7%
De las regiones
4.078
18.292
0,17
0,61
Entre macroregiones
2.943
13.675
0,12
0,45
464,7%
372,6%
Interna de las macroregiones
1.135
4.617
0,05
0,15
406,8%
326,2%
Ámbitos
% Saldo
% Saldo
% Tasa
% Tasa
De las regiones
100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
Entre macroregiones
72,2%
74,8%
72,2%
74,8%
Interna de las macroregiones
27,8%
25,2%
27,8%
25,2%
Fuente: Colomo Ugarte, Javier, op. cit.
Perspectivas para los próximos lustros
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Las tendencias que comenzaron a instalarse en el quinquenio elegido como base de análisis se incrementarán. Nada indica, salvo catástrofes imprevisibles, que se debilite el proceso globalizador, que se detenga la evolución acelerada del cambio científico técnico, que se retroceda en la revolución de las comunicaciones, que se recupere el sentido de pertenencia nacional, que se fortalezca la confianza en los Estados Nacionales y su poder coactivo, que se retroceda en la integración productiva, que disminuya la violencia en las sociedades atrasadas, que se detenga el crecimiento constante del comercio o que las sociedades avanzadas recuperen dinamismo demográfico propio. Por supuesto que todas estas cosas pueden ocurrir, sólo que no se ve en el horizonte que puedan hacerlo en el futuro próximo, en los lustros que abarca este trabajo. Es probable que, como lo afirma Attali49, en el largo plazo la humanidad, cansada de conflictos, guerras y anomia, construya una convivencia universal en democracia. Él supone que tal hecho no ocurrirá antes de medio siglo. Todos debiéramos trabajar para que, en el menor tiempo posible, esa predicción se haga realidad. Pero mientras tanto, debemos prepararnos para los años que vienen, que probablemente serán singularmente traumáticos. La continuación de estas tendencias nos permite trazar una línea de continuidad que nos mostraría un escenario crecientemente internacionalizado. Las migraciones continuarán, con tendencia creciente. Según estimaciones de la ONU sobre la población mundial para el año 2025, la cantidad de migrantes a esa fecha ascendería 2,7 % del total, alcanzando el saldo migratorio entre regiones el mundo a 210,3 millones de personas en los 45 años transcurridos desde 1980. Habrían multiplicado por diez el saldo migratorio del quinquenio 1980-1985. Los emigrantes que en ese quinquenio cambiaron de región fueron 2.9 millones, pasando a ser 32 millones en 2025, con un saldo migratorio en 45 años de 156,2 millones.50 La cantidad, a primera vista, no impacta. Pero apenas comenzamos a comparar el número con la población de los países receptores, el tema toma otro cariz: supondrá el 11,87 % de la población europea y el 18,3 % de la población de Europa Occidental. En América del Norte, por su parte, ascenderá al 17 % de su población. La incidencia de la inmigración en el norte desarrollado provocará un significativo impacto en su estructura demográfica convirtiéndose en uno de los hechos más trascendente del mundo globalizado. Los conflictos de convivencia se instalarán en la agenda de las sociedades receptoras, abriendo espacio a problemas relativos a las normativas laborales, a la salud pública, a las remisiones de divisas a los 49 50
Attali, J. “Une breve histoire de l’Avenir”, Paris, 2007. Colomo Ugarte, op. cit.
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países de origen, a los sistemas previsionales, a la tolerancia cultural, a reacciones chauvinistas, a redes delictivas, a la seguridad personal y a las relaciones internacionales. Pero a su vez, estarán recibiendo la población económicamente activa, más dinámica y emprendedora del mundo en desarrollo, que –correlativamente- la estará perdiendo. Entre estas personas suelen contarse muchas con alta capacitación, estudios de grado, excelente nivel científico-técnico y mayor potencialidad productiva, que sustraen su capacidad económica a las sociedades que las formaron y las proyectan en los países a los que emigran. El debate sobre la forma de convivir con la inmigración deberá saldarse articulando las necesidades y deseos de locales y recién llegados, a la luz de principios orientadores de creciente sanción universal. La igualdad de derechos laborales, la titularidad de derechos humanos básicos iguales para todos, el respeto a las creencias y pautas culturales y religiosas de los inmigrantes que no afecten los mismos derechos de los locales, la apertura de espacios de participación política y social para los inmigrantes, la protección de sus derechos para evitar que caigan en manos de redes delictivas, son temas que serán objeto de fuertes debates políticos en las sociedades en un marco de inexorabilidad de los desplazamientos que hasta la fecha no ha encontrado una respuesta inteligente de las sociedades receptoras. Formarán parte de su agenda política, como temas permanentes. Europa requerirá, en los próximos veinte años, un aporte de fuerza de trabajo adicional a su propia reproducción de alrededor de Ciento setenta millones de personas. Estados Unidos, de alrededor de Ciento cincuenta millones. ¿Por qué esperar que esos enormes contingentes de personas lleguen a una sociedad que forzosamente les será hostil si no existe prevención, preparando el terreno para encauzar a esos seres humanos hacia su inclusión y sus posibilidades de construir una vida más promisoria? ¿Por qué alimentar con parte de ellos, como reacción ante la exclusión, las fuerzas del terrorismo, de la violencia o de la marginalidad? Por el lado de las sociedades en desarrollo que sufren el drenaje de su población, es éste otro desafío para sus élites políticas, económicas y sindicales. Los que deciden emigrar para realizar su vida en otro lado si no existen fuertes “expulsores” en sus sociedades de origen son pocos. La mayoría toma esa decisión ante la ausencia de horizontes estables, de respeto a los derechos humanos, de refuerzo de la capacidad de los ciudadanos para participar en las decisiones, de equipamiento y promoción de líneas de investigación y desarrollo científico-técnico, todos aspectos que no son imputables a los jovenes que salen de la Universidad sin capacidad alguna para incidir en su entorno, sino de las élites de gobierno. Ese es el debate, que también marginalmente se producirá en la Argentina, donde llegan año a año miles de personas provenientes de países limítrofes, que realizan también trabajos evitados por la fuerza laboral local 114
y que son imprescindibles para mantener una aceptable tasa de actividad económica en varios sectores, como la construcción, el servicio doméstico y la horticultura. Basta con observar las cuadrillas de operarios en los grandes edificios en obras durante el último “boom” constructivo, o con observar los vendedores de hortalizas en el Mercado Central, para encontrarse con numerosos trabajadores bolivianos, tanto como paraguayos u orientales en otras clases de servicios personales de alta dedicación y requerimiento de confianza, y a la vez expulsa anualmente a miles de personas con alto y medio-alto nivel de capacitación, hacia las sociedades desarrolladas, principalmente Estados Unidos y España. Según el censo de 2001, existen en el país alrededor de 1,4 millones de inmigrantes. En su composición por regiones de origen, el 60 por ciento son de países vecinos, el 28 por ciento europeos, el 8 por ciento del resto de América Latina y el 4 por ciento restante del resto del mundo. La colectividad paraguaya, con 325.000 personas, es la más numerosa, seguida por bolivianos y chilenos, con 200.000 cada grupo; y peruanos, con 90.000. En todos los casos, en la década existente entre los censos nacionales de 1991 y 2001 todas las colectividades han aumentado, salvo la chilena: la paraguaya, tenía 265.000 (22 %); la boliviana, 146.000 (37 %); la chilena 247.000 (-23 %); la peruana, 16.000 (462 %). Los inmigrantes europeos, fundamentalmente llegados entre guerras y en la segunda posguerra mundial, llegaron principalmente desde Italia (aproximadamente 300.000) y España (aproximadamente 200.000), habiéndose detenido ambas corrientes y por el contrario, mostrándose una inversión que tuvo un pico estadístico en los años de fin de siglo pero que luego de la estabilización económica se detuvo para alcanzar un balance equilibrado. La Argentina, a pesar de la disminución del porcentual de población extranjera entre los censos, es receptora neta de población. Según el Censo Nacional del año 2001, son inmigrantes el 4,1 % de la población, pasando de 1,65 millones en el censo de 1991, a 1,5 millones en el censo de 2001. Sin embargo, en el desagregado por países de origen, se nota que la declinación neta esconde el fenómeno del fallecimiento de los inmigrantes llegados a mediados de siglo, que es compensado con las corrientes migratorias de países limítrofes producida en los últimos años. La evolución en el quinquenio 1999-2004 muestra la incidencia de la crisis económica en la dimensión del flujo migratorio. Durante el trienio 1999-2001, la cantidad de radicaciones de extranjeros en el país fue de 90.400 personas; el trienio siguiente, ya desatada la crisis de comienzos del año 2002, la radicación de inmigrantes fue de 62.000 personas, es decir, se redujo aproximadamente en un 30 %. La perspectiva de evolución de migración en la Argentina para los próximos años, es tan incierta como la evolución del país. En la segunda parte analizaremos el futuro abierto, que dependerá de las decisiones y el 115
rumbo que en definitiva asuma la Argentina y su ubicación en el proceso globalizador en los próximos años. Si la Argentina decide tomar el camino de convertirse en un país exitoso protagonista del mundo global, recibirá inmigrantes. No será para los argentinos un fenómeno extraño: la Argentina se constituyó convocando desde su Constitución Nacional a “todos los hombres del mundo” que quisieran vivir en su territorio, garantizándoles los mismos derechos que a los nativos y a comienzos del siglo XX su población llegó a contar con tantos inmigrantes como nativos. Los apellidos de las familias argentinas muestran este colorido de orígenes, culturas y geografías extrañas. Sobre esta historia de brazos abiertos y tolerancia deberán diseñarse los mecanismos de recepción e integración social para que los nuevos inmigrantes, los que lleguen para formar parte de la maravillosa aventura del siglo XXI, se sientan tan “libres e iguales” y no sean segregados o empujados hacia los tenebrosos lazos de las mafias. Y paralelamente, la decisión de asumir un proyecto exitoso en el marco el nuevo paradigma global actuará como “atractor” para los argentinos que se fueron. El desafío frente a ellos es diseñar programas de facilitación del retorno que le brinden un horizonte de seguridad, realización personal y posibilidad de involucramiento en las decisiones colectivas.
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Capítulo 7 Desocupación y nuevas ocupaciones Así como cambiará el paradigma productivo, el nuevo escenario económico traerá cambios importantes en la estructura del mercado de trabajo. Ellos alcanzarán a todo el planeta, pero serán sufridos principalmente por los trabajadores de baja calificación en las economías industriales. Con la incorporación de China e India en el mercado laboral global, la fuerza de trabajo de todo el planeta se incrementará en un setenta por ciento (70 %)51, concentrado en el sector de menor capacitación y nivel salarial. En una economía crecientemente globalizada y libre, esa incorporación anuncia una fuerte presión hacia la depreciación salarial en las sociedades industriales maduras, que se mantendrá hasta que el crecimiento de la productividad y generación de nuevos puestos de trabajo de mayor calificación neutralice sus efectos negativos. A fines de 2006, estudios privados demostraron que como consecuencia de la duplicación de la fuerza laboral en el mundo en la última década, el salario real de equilibrio de los países industriales se redujo en un 15 %,52 aunque la productividad laboral horaria ha crecido en los países industriales de manera contínua. En Estados Unidos, por ejemplo, el crecimiento del valor del producto por hora ha crecido a una tasa del 3,5 % anual desde 1994.53 Sin embargo, los procesos no son sincrónicos. Los efectos de ruptura son más abruptos que los de creación, y ello creará una fuerte inestabilidad, la reaparición de la “anxious middle” en los sectores obreros de las sociedades centrales, y el fuerte condicionamiento a las sociedades en mediano desarrollo, con industrias obsoletas que sufrirán los efectos de la competencia en costos de productos generados en las nuevas economías fuertemente expansivas. Los sectores políticos sufrirán la presión demandando el “cierre” de las economías centrales, que es la forma de reacción ancestral de quien se siente amenazado. Los acuerdos de libre comercio, que favorecen los flujos globales, serán vistos como perjudiciales para los trabajadores y empleados norteamericanos o europeos. Sin embargo, esta eventual política poco podrá incidir en el rumbo de una economía fuertemente imbricada, en la que la inserción global no es una elección sino un dato. Las empresas globales que aprovechan los costos laborales reducidos de China en el área industrial, o los costos reducidos de servicios informáticos en la India, 51
“2007 Top Ten Global Economic Challenges”, Brooking Institution, Pág. 3 Blejer, Mario. Director CCBS Bank of England, “La economía internacional: condiciones actuales, riesgos y vulnerabilidades”, 2006, presentación en CARI. 53 Blejer, Mario, ídem 52
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pueden ser propiedad de los mismos ciudadanos norteamericanos que, siendo trabajadores o administrativos de las casas centrales afectados en sus salarios, son también accionistas del grupo global que integra su línea de producción con su etapa final en los nuevos países emergentes. El mercado global del trabajo sufrirá cambios, entonces, en toda la geografía global. La conciencia de esos cambios ayudará a prever la transición con medidas políticas que permitan la adaptación más rápida al nuevo escenario, tanto en los países industriales, los emergentes y las economías en desarrollo más antiguas. En grandes líneas, estos cambios pueden ser agrupados en las siguientes tendencias: 1. En los países desarrollados a. Se reducirán los puestos en la industria manufacturera y en los niveles de mediana especialización, producto del desplazamiento de plantas fabriles a los nuevos países en desarrollo. b. Se reducirán los puestos en los sectores de servicios más estandarizados, como los relacionados con especialidades provistas por los países emergentes que hayan apoyado su “salto” en la capacitación de su población –caso India, o Irlanda-. c. Surgirán puestos nuevos en el sector de los servicios, creando un entramado de ocupaciones sobre necesidades más sofisticadas, con una multiplicación de campos y nichos para nuevos emprendedores. d. Permanecerá en las economías estables la demanda laboral sobre las ocupaciones “de alto contacto” –construcción, enfermería, tareas de servicio doméstico-. Esta clase de ocupaciones serán cubiertas cada vez más por personas llegadas desde el mundo en desarrollo, o desde zonas de los países desarrollados de menor desarrollo relativo. e. Entre las nuevas ocupaciones de servicios y junto a las actividades económicamente retribuidas, surgirán otras relacionadas con el voluntariado de las más diversas causas, desde ambientales hasta lucha contra la discriminación, desde solidaridad con sectores marginales de diversas partes del mundo hasta protección de la fauna o el ambiente. 2. En los países en desarrollo incorporados a la economía global a. Se incrementarán las posibilidades de trabajos en la industria deslocalizada de los países desarrollados que instalen sus fábricas en las nuevas economías. 118
b. Surgirán oportunidades en los servicios prestados en las diversas formas de colaboración empresaria54 (outsourcing, offshoring, supply-chaining, etc). c. El crecimiento hará surgir actividades propias de las clases medias urbanas similares a las existentes en los países desarrollados –servicios médicos, legales, contables, comercio, etc-. d. Surgirán oportunidades para emprendedores dirigidas a nichos del mercado global. 3. En los países en desarrollo aislados de la economía global a. El crecimiento económico se estancará cuando llegue al límite permitido por la dimensión del mercado interno y las materias primas propias. b. Se incrementará la desocupación. c. Existirá una sobreabundancia de fuerza de trabajo, que buscará emigrar o aumentará los niveles de inseguridad. d. La lucha por el ingreso estancado provocará el achatamiento de la estructura de ingresos y salarios, que se reducirán paulatinamente “vis à vis” con sus equivalentes del mundo globalizado. 4. En el mercado global se irá conformando paulatinamente, en consecuencia, el entramado de la nueva economía mundial con característica variadas, poniendo la oferta universal a disposición de la demanda universal y viceversa. Hay varios interrogantes que es necesario tener en cuenta cuando hablamos del cambio en la fuerza y condiciones de trabajo. En primer término, tomar conciencia de la dimensión del interrogante. El cambio en el trabajo –el paradigmático, aquel del que escuchamos comentarios más corrientes y forman el objeto de nuestra reflexión- se produce centralmente en la economía globalizada. Sin embargo, más del noventa por ciento de la fuerza de trabajo se realiza en actividades dirigidas a los mercados nacionales. Podría pensarse que, entonces, no tiene sentido dedicar tantas horas de estudio y análisis a un fenómeno claramente minoritario. Sin embargo, cuando nuestro enfoque es realizado desde la posición del ingreso, nos encontramos con que ese ínfimo porcentaje de la fuerza de trabajo global, aporta más del treinta por ciento de los ingresos que se generan en la economía55. Ese dato nos vuelve a la realidad: son menos, 54 55
Ver capitulo sobre Globalización Castells, Manuel, “Globalización, economía, trabajo, empleo y empresa”.
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pero son los más dinámicos, los de mejores ingresos, los que tienen mejores oportunidades de bienestar y de realización personal. No toda la economía trabaja en red. Hay innumerables actividades que se seguirán desarrollando en el marco de relaciones tradicionales. La vida social es una superposición, cual capas de cebolla, de formas productivas acumuladas, incluso ancestrales, que subsisten en muchos lugares del mundo. Otra cosa es que sean una respuesta para los problemas masivos de empleo, o que marquen el rumbo de los cambios. Sin embargo, aún en estos casos, muchas actividades desarrolladas por empresas que realizan actividades locales se vinculan y dependen -por uno u otro mediocon la economía global, por ejemplo, con el sector financiero. Tampoco es cierto que la industria globalmente pierda empleos netos. En el último cuarto de siglo XX, los empleos industriales aumentaron un 72 %, según datos de la OIT. Lo que ocurre es que se han desplazado a raíz del cambio en el paradigma del funcionamiento económico. Empresas que tenían sus plantas en Estados Unidos o en la Unión Europea, ahora producen en China, India, Tailandia, Vietnam o México. Hay menos trabajadores industriales en Estados Unidos y la Unión Europea, pero hay muchos más en los países en desarrollo.56 Estos cambios en el trabajo sí que provocan un cambio en la capacitación demandada a la fuerza laboral. Los trabajos –incluso los industriales- ya no requieren especializaciones “cerradas”, con la ilusión de utilizarlas “toda la vida”. En el mundo actual, un trabajador deberá cambiar cuatro veces de promedio de ocupación durante su vida. No ya de lugar de trabajo, ni siquiera de tipo de trabajo dentro de la misma rama: deberá cambiar la rama en la que trabaja, su propia “profesión”. Deberá entonces tener una formación flexible, cuya nota característica sea la capacidad para adaptarse e incorporar a su conocimiento y habilidades nuevas técnicas productivas y nuevas tareas. Este hecho no es una valoración, que puede resultar chocante con viejos valores de la ilustración y cuestionar el aspecto excesivamente “mercantilizado” del trabajo humano que lleva a cada persona a convertirse, en sí, en una especie de “mercancía”.57 Es, simplemente, un hecho, que no puede ignorarse en el análisis. La nueva economía sí será crecientemente integrada y cooperativa, incorporando crecientemente nuevas formas de trabajo conjunto según las disponibilidades que los avances técnicos les ofrezcan y que puedan adaptar a hacer más eficientes sus procesos productivos. Se abrirán además oportunidades nuevas a las personas en condiciones de prestar servicios a distancia, cualquiera sea el lugar del mundo en el que se encuentren. Proliferarán las “empresas-redes”, profundizando las experiencias señeras de Bennetton y de Zara, 56 57
Castells, Manuel, “Globalización, economía, trabajo, empleo y empresa”. Bauman, Zygmunt, “Confianza y temor en la ciudad”, Arcadia, 2006
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organizando un sistema productivo eficiente en base a la captación de las tendencias de la demanda por las terminales de venta e informadas en tiempo real a las etapas de diseño y elaboración para responder a esa demanda en tiempo récord. Es previsible que se incremente la cantidad de emprendedores y de empresas unipersonales utilizando la conectividad para montar su pequeño negocio, reduciendo paulatinamente el trabajo asalariado e incrementando el entramado de PYMES internacionalizadas. Los sectores en los que se dará ese fenómeno son varios. Se profundizará la tendencia al crecimiento del turismo, el que ofrecerá nichos a demandas selectivas dirigidas a objetivos históricos, culturales, gastronómicos, o de actividades exóticas, novedosas y de relax. Los servicios a través de la red –de información, difusión de noticias, educativos sobre temas diversos –idiomas, cocina, música, historia, arteagregarán ofertas de conocimientos que se sumarán a las brindadas por los tradicionales prestadores de servicios educativos institucionalizados, que también ofrecerán servicios de enseñanza curricular a distancia con diversas modalidades, aunque generando nuevas demandas reglamentarias para evitar las experiencias fraudulentas. De la misma manera, se prestan ya por la red, entre otros, servicios de consultoría empresarial, legal, contable, impositiva, interconsultas médicas, diseño industrial y publicitario. Los servicios de impresión por demanda facilitarán acceder el mercado a autores noveles, o a autores consagrados que deseen evitar la intermediación de empresas editoras. De la misma manera, la venta por la red de música, de videos, de obras de arte audiovisual, de videojuegos y de toda clase de productos virtuales se sumará a la venta minorista de productos de consumo final se extenderán reduciendo el costo de los productos y habilitando a nuevos participantes en el mercado de la oferta. Tradicionales sistemas de transmisión de información sufrirán cambios trascendentales. Entre ellos se encuentran los sistemas de edición de música y de ediciones impresas, que se verán afectados por las nuevas formas de edición y distribución. Algunas de esas empresas se adaptarán a los cambios, imaginando mecanismos de colaboración que potencien su desempeño con las nuevas herramientas, incorporando a tal fin nueva clase de trabajadores. Otras sucumbirán por su rigidez microempresaria, siendo reemplazadas por nuevos actores que jueguen con las nuevas reglas. La actividad de publicidad tendrá cambios decisivos. Las grandes campañas masivas serán sustituidas por campañas dirigidas a públicos altamente segmentados y pequeñas compañías de publicidad diseñarán mecanismos de llegada personalizada, que optimice la inversión de las empresas en el tema. Ello abrirá oportunidades laborales para publicistas y creativos. 121
Servicios personales tradicionales como la corrección, la traducción y la edición de originales podrán prestarse a distancia y a múltiples clientes ubicados en diferentes lugares del mundo. Habrá menos empleos permanentes, pero más clientes y trabajos, lo que demandará la investigación de métodos de fidelización y nuevas pautas de ética laboral. Los nuevos reclamos y las respuestas políticas Las nuevas características predominantes del trabajo cambiarán los centros de gravedad de los reclamos, desde los “beneficios obreros” hacia los “derechos de la ciudadanía”58. Se debilitarán crecientemente los sindicatos tradicionales, cuyos números de adherentes se reducirán al compás del cambio tecnológico, pero surgirán demandas nuevas de los trabajadores que hayan debido transformarse en autónomos o tercerizados. Se requerirán decisiones políticas que diseñen y pongan en marcha planes sociales y previsionales generales, atención de salud y de recreación, que no dependan de una determinada actividad de revista, sino que se relacionen con la condición de ciudadanía. En algún momento, se tenderá a la instauración de reglamentaciones globales para los trabajadores globales, pero mientras tanto se lograrán metas parciales sobre gobiernos y entidad globales intermedias. La capacitación de la fuerza de trabajo será una herramienta central de la suerte y calidad de los ingresos. Esa capacitación debe ser impulsada por el sector público, ya que la gran movilidad del capital y de la propia fuerza de trabajo ha liberado a las empresas de su tradicional responsabilidad formativa y hoy, en ciertos casos, más que formar a sus trabajadores en sus necesidades, les resulta más sencillo desplazarse hacia donde éstos se encuentren. La formación y capacitación de excelencia se convierte crecientemente en la mejor promoción de desarrollo económico que puede desarrollar un gobierno. En la nueva economía, la tendencia es que la reducción del salario de los sectores menos calificados se realiza en beneficio de las tasas de ganancia del capital, y del incremento salarial de los trabajadores calificados. En Estados Unidos, por ejemplo, entre 1997 y 2001, al retomarse el impulso de productividad generado por la nueva revolución de las comunicaciones, sólo el 10 % de trabajadores con ingresos más elevados tuvo incrementos en sus haberes. El resto, no recibió mejora alguna59. En consecuencia, la capacitación, adiestramiento permanente, “backround” educativo y facilidad para la adopción de las nuevas tecnologías son elementos fundamentales para defender y mejorar la retribución del trabajo. Estas tareas tienen un protagonista individual –cada 58 59
Castells, Manuel. “La sociedad en red” Blejer, Mario, ídem.
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trabajador- y varios protagonistas institucionales: el Estado, las organizaciones sindicales y las empresas. El Estado tiene la responsabilidad fundamental de garantizar un adecuado nivel educativo básico, una currícula educativa de calidad, una extensión del servicio educativo a toda la sociedad y mecanismos de readiestramiento y capacitación durante toda la vida activa del trabajador. Los sindicatos, por su parte, deben tomar conciencia que en el nuevo paradigma productivo, la capacitación es la única forma exitosa de mejorar el salario, por lo que entre sus tareas deben incluir la organización y mantenimiento de instituciones que, en conjunto con el Estado, tengan ese objetivo. En cuanto a las empresas, su papel será importante para determinar las orientaciones de especialización necesarias en sus proyectos de crecimiento, según sus niveles de imbricación con la economía internacional. La percepción sindical deberá detectar el límite y saber cuándo la amenaza empresaria de la deslocalización es sólo eso -una amenaza- en la discusión con la empresa y cuándo una posibilidad empresaria real. Y la percepción política deberá tener la habilidad para discriminar las amenazas de deslocalización como presión para mantener el aislamiento subsidiado, de las necesidad de planes con cronogramas temporales y ayudas públicas para la reconversión empresarial. Las demandas normativas La tendencia del mercado global, como todo mercado librado a su suerte, se perfilará hacia la concentración, la maximización de la ganancia, la indiferencia hacia el deterioro ambiental, la optimización de la utilización de la fuerza de trabajo hasta el límite, la indiferencia ante la suerte del trabajador hasta donde afecte la rentabilidad. Como en todas las transiciones de modelos productivos –la ocurrida desde la economía artesanal hacia la primer revolución industrial, o la producida al aparecer la máquina de vapor y lanzarse la segunda revolución industrial-, la tasa de ganancia se incrementa en función de la incorporación tecnológica, en detrimento de la retribución de la fuerza de trabajo. Esta transición no es una excepción. Nunca ha existido en la historia una transformación tan abrupta en la en la distribución de la riqueza como a comienzos del siglo XXI, ni la distribución del ingreso ha sido tan polarizada. Algunos ejemplos mencionados por Mario Blejer60 muestran esta afirmación: 1. A comienzos de los años 90, la remuneración promedio de un Director de empresa era 42 veces superior al salario promedio de la 60
Blejer, Mario, ídem.
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firma. A mediados de la primer década del siglo XXI, es 419 veces superior (o sea un incremento de la diferencia del Mil por ciento (1000 %). 2. En los extremos de los quintiles del consumo en los países desarrollados, el 20 % de mayores ingresos consume el 86 % del total, mientras que el 20 % de menores ingresos sólo consume el 1,3 %. 3. El 1 % superior de la poblacion mundial controla el 40 % de la riqueza global, más que el conjunto del 95 % inferior del mismo agregado. 4. El número de millonarios en el mundo, aumentó el 6,5 % solamente en el año 2005. 5. En el mismo año, el valor de la riqueza acumulada por este 1 % de la población más rica ascendía a 33,3 trillones de dólares (frente a un Producto Global de 42 trillones de dólares), duplicando el monto de 1997. Como dato comparativo, recordemos que el producto global de la primera potencia mudial, Estados Unidos, alcanza a aproximadamente 13 trillones de dólares. 6. Los países en los que más rápidamente crece el número de nuevos “millonarios” son países emergentes: Corea del Sur (21,3 %); India (19,3 %); Rusia (17,4 %); Sudáfrica (15,9 %); Indonesia (14,7 %); Hong Kong (14,4 %); Arabia Saudita (13,5 %); Singapur (13,4 %); Emiratos Árabes Unidos (11,8 %) y Brasil (11,3 %). Las nuevas tecnologías de información y comunicación, por el otro lado, permiten la individualización creciente del proceso de trabajo y la organización de la producción en red, mediante la utilización sistemática de subcontratos, de consultarías y servicios especializados, de trabajadores temporales, a tiempo parcial o a la tarea, en todos los niveles de cualificación. La empresa moderna es una red de producción, servicios e información que se conecta con otras empresas igualmente reticulares, de forma que cada trabajador recibe una tarea o un salario de forma cada vez más individualizada.61 Este fenómeno requerirá crecientemente una política planetaria que contenga, prevea, encauce y democratice la nueva realidad de las fuerzas productivas globales. Será necesario subir un escalón cualitativo desde las actuales respuestas “inter-nacionales” a respuestas universales, en las que los mecanismos multilaterales existentes (OIT, UNESCO, OMS, FAO, etc), las Organizaciones no gubernamentales y las nuevas instancias que se creen pueden cumplir un importante papel en el proceso de generación de normas globales.
61
Castells, Manuel. “Empleo, trabajo y sindicatos en la nueva economía mundial”,
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Ello requerirá la construcción de mecanismos internacionales –en el camino hacia el utópico gobierno mundial- que establezcan las pautas “piso” y los derechos básicos de quienes trabajen a través de la red, o de quienes formen parte de cadenas de producción con colaboración empresaria a través de los mecanismos ya analizados. Nuevos derechos globales, nueva organización fiscal global para sostener esos derechos. En síntesis: una nueva lucha ciudadana global está llamada a reemplazar paulatinamente a la vieja lucha obrera sindical con el objetivo de siempre: un trabajo decente.62
62 Rodger, Gerry, Director del Departamento de Integración de Políticas de la OIT, “El trabajo decente como una meta para la economía global”, Boletín CINTERFOR, en www.cinterfor.org.uy/public/spanish/region/ampro/cinterfor/publ/boletin/153/pdf/rodger.pdf
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Capítulo 8 Los temas abiertos I - Pandemias globales: el peligro latente “Estas amenazas se ven amplificadas en un mundo caracterizado por una gran movilidad y por la interdependencia económica y la interconexión electrónica. Las defensas tradicionales empleadas en las fronteras nacionales son insuficientes para protegerse contra la invasión de una enfermedad o un vector. Las noticias en tiempo real permiten que el pánico se propague con la misma rapidez. Las crisis sanitarias se reflejan en la economía e interrumpen la actividad comercial en zonas muy alejadas del lugar afectado. La vulnerabilidad es universal.” Dra. Margaret Chan Directora General OMS63 “Se calcula que en 2006 viajaron en avión 2100 millones de pasajeros. Esto significa que hoy día las enfermedades se pueden propagar geográficamente con mucha más rapidez que en ningún otro momento de la historia. Un brote o epidemia en cierto lugar del mundo puede convertirse en apenas unas horas en una amenaza inminente en cualquier otro punto del planeta. Las enfermedades infecciosas no sólo pueden propagarse más deprisa, sino que parecen estar surgiendo con más rapidez que nunca. Desde los años setenta, se han identificado nuevas enfermedades al ritmo sin precedentes de una o más al año. Hoy en día existen al menos 40 enfermedades que se desconocían una generación atrás. Además, en los últimos cinco años la OMS ha verificado más de 1100 eventos epidémicos. Las lecciones de la historia son un buen punto de partida para el presente informe, ya que sirven como ejemplo de los enormes retos que la salud se ve obligada a superar incesantemente. Algunas enfermedades infecciosas que han persistido durante miles de años siguen suponiendo una amenaza a escala mundial.” Así comienza su informe 2007 la Organización Mundial de la Salud, dedicado a los graves peligros pandémicos que enfrenta la humanidad debido a varias causas, entre las que tienen una importancia decisiva las relacionadas con la creciente globalización. El aumento de la población mundial, la cantidad y rapidez de los viajes internacionales, la vinculación más estrecha entre los países menos 63
“Informe sobre la salud en el mundo 2007. Un porvenir más seguro”, OMS, en http://www.who.int/whr/2007/es/index.html
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desarrollados y pobres con los países más desarrollados a raíz de la economía y el turismo, la creciente rápida mutación de los virus y el surgimiento de cepas de bacterias más resistentes a los fármacos, la aparición de nuevas enfermedades, la insuficiencia de recursos adecuados para la prevención y la atención rápida en el lugar del foco de la epidemia, son todos elementos que convierten al mundo en cada vez más inseguro ante el posible surgimiento de una nueva enfermedad o epidemia global como el HIV, el SARS, la gripe aviar o las nuevas formas fármacoresistentes de la tuberculosis, aparecidas en las últimas décadas y concentradas en los últimos años. El efecto de las posibles pandemias En 1970, en cinco estados de la India comenzó un brote de Peste Bubónica. Según lo dispuesto en el Reglamento Sanitario Internacional, el hecho puso en alerta a la comunidad internacional, que reaccionó rápidamente –quizás con más medidas de las necesarias- para aislar el brote. Se detuvo el comercio de la región, se cancelaron alrededor de dos millones de viajes turísticos, varios países sobredimensionaron el riesgo y aplicaron medidas restrictivas al comercio que eran innecesarias. En dos meses, el brote pudo neutralizarse y desapareció. El saldo fue de 56 muertos, un pérdidas a la India calculadas en USD 1.700.000.000, cuyos efectos afectaron la economía india por varios años llevando al déficit comercial sin precedentes de 1994. Este caso es demostrativo de varias circunstancias, favorables y desfavorables. Entre las positivas se destaca la rápida acción de la comunidad nacional e internacional, aplicando inmediatamente un Reglamento acordado en el marco de la Organización Mundial de la Salud. Las medidas adoptadas encapsularon el brote y lo hicieron desaparecer en sesenta días. Aunque el saldo en muertes existió, en otras épocas pudo haber sido infinitamente superior. Entre las negativas, la exageración de las medidas, que provocó un daño a la economía –es decir, a los ciudadanos- que hubiera sido innecesario si las medidas se hubieran limitado a las aconsejadas en la situación, sin avanzar en rupturas al comercio en una dimensión que no estaba justificada ni formaba parte de ninguna planificación al efecto. Esas medidas fueron dictadas por el pánico y por el aprovechamiento de situaciones difíciles en una determinada región por motivos de competencia comercial o económica.
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El brote no se repitió y sólo hubo pequeños episodios aislados en Argelia, Malawi, Congo y Zambia. Sin embargo, su experiencia marcó un hito en la capacidad de articulación internacional de medidas de combate contra una epidemia y en la necesidad de articular con mayor precisión las medidas a adoptarse. Hace menos años, el Perú sufrió un golpe similar con la aparición del Cólera, transmitido por el “vibrión colérico”. Las pérdidas ocasionadas por la epidemia al vecino país latinoamericano superaron los USD 1.500.000.000. Ninguna ha afectado tanto, sin embargo, como el foco de Síndrome Respiratorio Agudo Severo (“SARS” por sus siglas en inglés), en 2003. A pesar de haberse controlado relativamente rápido, la epidemia costó más de ocho mil vidas y pérdidas a los países de la región –a raíz de las medidas accesorias de prevención, medidas de acción directa contra la enfermedad, suspensiones de flujos de comercio, detención de viajes internacionales, etc.- de un estimado de USD 60.000.000.00 (Sesenta mil millones de dólares) para las empresas y de una reducción de USD 20.000.000.000 (Veinte mil millones de dólares) de su producto interior bruto en el año 2003. Sin embargo, la posible pandemia que más ocupa a los sanitaristas actualmente es la que se generaría si la Gripe Aviar rompiera definitivamente la valla de las especies, se “unificara” con algunos de los virus de la gripe común y se expandiera por el mundo. Se trata de un virus propio de las aves de corral (H5N1), que sin embargo tiene la característica de poder pasar a aves silvestres migratorias, con lo que puede alcanzar diferentes lugares del mundo sin portadores humanos. Hasta ahora se han dado pocos casos de afectación a seres humanos, concentrados en Tailandia y Vietnam. La gravedad de estos brotes fue, sin embargo, su índice de mortalidad, que alcanzó al 73 %, así como las curiosas características de sus víctimas mortales, ya que a diferencia de las gripes tradicionales, que afectan principalmente a personas mayores de 60 años, en el caso de estos dos brotes la mayor cantidad de afectados fueron niños y jóvenes. Cabe destacar que para el año 2007, la tasa de muertes de seres humanos afectados por gripe aviar en otros lugares alcanza ya un promedio del 58 %. En cálculos de la OMS, una epidemia de Gripe Aviar generaría una pérdida del Producto Bruto Global, a nivel mundial, del 5 %, previendo una tasa de infección del 1 % de la población del planeta, así como un incremento del 1 % de pérdida adicional del PBI por cada punto de incremento de la población afectada. Desatada una epidemia de esta dimensión, la economía mundial se paralizaría, los flujos de comercio se interrumpirían y ello afectaría a todas las regiones –consumidoras, proveedoras de “commmodities”, productoras de combustibles, empresas de 129
transportes y servicios, etc- con todo el multiplicador en las economías nacionales. Estas consecuencias son las que motivan los esfuerzos de las autoridades sanitarias para prever la existencia de suficientes vacunas y medicamentos, preparar adecuadamente las medidas de interrupción de las cadenas de contagio y difusión, poner a punto los sistemas de coordinación internacional y nacionales, etc. Los cálculos antedichos se refieren a una hipótesis de gran dimensión, pero controlada. Si el control no fuera efectivo, una epidemia de gripe de esta naturaleza podría afectar al 25 % de la población del mundo64, con las previsibles consecuencias en su funcionamiento económico. Como se puede observar, los peligros hoy no se reducen a la peste, o al cólera. Nuevas enfermedades han surgido y surgen sistemáticamente año tras año, poniendo a prueba la capacidad de respuesta de la organización internacional. Como lo sostienen los sanitaristas de la OMS, la cuestión no es si aparecerá o no una pandemia: la pregunta es cuándo ocurrirá. Las pandemias globales son consideradas por los “think tanks” de reflexiones estratégicas norteamericanos65 e ingleses66 entre los elementos que pueden hacer “descarrilar” el proceso globalizador. Ello significa se trata de una posibilidad observada no sólo desde el enfoque de las autoridades mundiales y nacionales de salud, sino por las autoridades económicas e incluso de la seguridad nacional e internacional por parte de los países desarrollados. Los peligros se concentran en los países en desarrollo, aún en los que han comenzado un rápido proceso de crecimiento, en los que las migraciones internas, el hacinamiento en gigantescas urbanizaciones improvisadas, la ruptura de valores tradicionales agrarios en los nuevos entornos y la ausencia de sistemas de salud potenciarán los riesgos. Se calcula que en China y Rusia crecerán rápidamente las personas portadoras de HIV, cuyo número, en el caso de China, se estima en 10.000.000 de personas para el año 2010. Otras regiones sufrirán epidemias de turberculosis resistente y hepatitis, facilitadas por la resistencia de las nuevas cepas de las bacterias a los antibióticos existentes. A estos peligros se debe agregar el del bio y núcleo-terrorismo, peligro que permanecerá como una espada de Damocles debido a la relativa facilidad y escaso costo de preparar la liberación de productos químicos o biológicos en altas concentraciones humanas, en cualquier lugar del mundo. 64 65 66
OMS, informe 2007. CNI, “Mapping the future” “The DCDC Global Strategic Trends Programme – 2007 2030”, DCDC, Ministry of Defense,
UK
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Los atentados sufridos en Tokio con Gas Sarin muestran la facilidad con que un atentado de estas características puede llevarse a cabo en una gran ciudad y los sobres enviados por correo conteniendo carbunco que se produjeron en Estados Unidos luego de los atentados a las Torres Gemelas muestra la vigencia de esta clase de armas ofensiva. La demografía. La población del mundo supera las Seis mil seiscientas millones de personas. Marcha raudamente hacia el punto de equilibrio, que se estima se alcanzará en la próxima década, en la que se prevé su estabilización en alrededor de Ocho mil Quinientos millones. La detención de la “explosión demográfica” que se preveía hace tres y cuatro décadas es un alivio, pero no implica que los problemas hayan terminado. Esta cantidad de habitantes golpea en varios subsistemas: el alimentario, el de vivienda, el de salud, el energético y todos ellos en el político-institucional. Para alimentar tal cantidad de personas, han debido ocuparse territorios antes destinados a la reproducción de la biodiversidad natural del planeta y han debido aplicarse tecnologías homogeneizadoras y calificadoras de la producción que, aunque han incrementado las propiedades alimenticias de los productos, como contrapartida los han privado de oligoelementos necesarios para mantener saludables los sistemas inmunológicos de los seres humanos. El crecimiento demográfico no ha sido planificado, sino aluvional. Se concentra principalmente en regiones pobres, en las que se producen migraciones gigantescas a conglomerados urbanos privados de condiciones de salubridad elementales: agua potable, sistemas cloacales, sistemas sanitarios y adecuada alimentación. En la actualidad, viven sin servicio de agua potable Dos mil millones de seres humanos alrededor del mundo. Alrededor de medio millón de personas al año contrae la malaria – enfermedad altamente vinculada con las condiciones de salubridad- y muere una persona cada treinta segundos atacada por el mal. En 1998, se produjo una gran epidemia de Dengue, con casos notificados a la OMS por 56 países del mundo y 1,2 millones de casos. En esta enfermedad, también relacionada con las condiciones ambientales, la OMS informa que en las últimas cuatro décadas se han duplicado, década a década, la cantidad de casos informados por los diferentes países. Razones demográficas mezcladas con enfrentamientos políticos generaron otra crisis, esta vez de cólera, producida en la República del Congo a raíz de la crisis de Rwanda en 1994, que provocó el aluvional asilo de entre 500.000 y 800.000 personas a la ciudad fronteriza de Goma.
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Murieron allí alrededor de 50.000 personas, afectadas por cólera y disentería. En la actualidad, cerca de la mitad de la población del mundo vive en ciudades. En el mundo desarrollado, ese porcentaje es del 80 %, pero en general cuentan con vivienda, salubridad, alimentación y atención médica relativamente accesibles. El problema principal se da en países en desarrollo que han sufrido procesos de migración interna de tal dimensión que sus centros urbanos tradicionales han quedado enclaustrados en cordones de pobreza sin atención adecuada a los problemas que en ellos se generan. Vinculado a la situación demográfica y a la pobreza, se encuentra el permanente fenómeno de las migraciones y los viajes de turismo o negocios. Tradicionalmente, este peligro se traducía en la falta de desarrollo de anticuerpos en las personas de las sociedades receptoras frente a los virus y bacterias que llegaban de otras latitudes –sin importar la diferencia económica o social de los recién llegados o de la población local-. Hoy, el problema se relaciona con los viajes, que son realizados en avión. Los viajes en barco de hace un siglo, de larga duración, provocaban que las posibles enfermedades se declararan en viaje. El barco con una enfermedad de estas características era declarado en “cuarentena” y obligado a su aislamiento, con lo que el foco de la infección podía ser controlado. Hoy, las personas que se trasladan de un extremo al otro del mundo portando –la mayoría de las veces, sin saberlo- cepas de un virus o bacterias que pueden desatar una epidemia, lo hacen en menos de veinticuatro horas. Sus síntomas no han aparecido hasta que han tomado contacto con muchas personas, luego de varios días de incubación. Cuando es detectado, no hay posibilidades materiales de aislar el foco inicial, con lo que la epidemia tiene un tiempo de ventaja para su desarrollo que le permite ampliar sus efectos nocivos, antes de la reacción de los sistemas sanitarios. Insuficientes recursos destinado a las enfermedades endémicas El mercado global de la salud es uno de los más fuertes y dinámicos del mundo. Sin embargo, la distribución de la riqueza en el planeta muestra que los países de más altos ingresos concentran el grueso de los fondos destinados a este rubro, canalizándose hacia las enfermedades propias de sociedades maduras, desarrolladas y estables. El grueso de los recursos destinados a salud en estos países se vuelcan a investigaciones y medicamentos requeridos por los sectores de mayor edad, con alto poder adquisitivo y enfermedades propias de su situación: cardiovasculares, alzheimer, cáncer y drogas HIV. 132
Por el contrario, de los 3,2 trillones de dólares gastados en el mundo en salud en el año 2002, sólo el 12 por ciento fue invertido en poblaciones de países de ingresos medios y bajos, en los que se da el 90 por ciento de las enfermedades endémicas. La enfermedad compartida entre ambos grupos de países, el HIV, recibe un tratamiento costoso pero accesible a la gran mayoría de la población afectada en los países desarrollados, que accede a una aceptable calidad de vida. Sin embargo, los afectados en los países del África Subsahariana mueren de a millones. Se calcula que la inversión en salud en países en desarrollo debiera multiplicarse entre tres y ocho veces a la actualmente canalizada como ayuda a la Salud por parte de los países donantes, lo que estimula las iniciativas de nuevos mecanismos de financiamiento, al estilo del “Global Fund to Fight AIDS, Tuberculosis and Malaria”, el “Global Alliances for Vaccines and Inmunization (GAVI) y las iniciativas de la Brooking Institution para mejorar los sistemas de recaudación, distribución y seguridad en el destino final de los fondos, contenidos en el “Brookings Global Helth Finance Iniciative”67. II - El bioterrorismo El bioterrorismo es el uso - o la amenaza de uso - de virus, bacterias, hongos, parásitos y toxinas para provocar muerte o enfermedad en humanos, animales o plantas, o bien para contaminar suministros de alimentos, fuentes de agua, etc. Su objetivo es la dispersión intencional de agentes patógenos con el fin de ocasionar daños significativos en la fuerza o capacidad de lucha de quien se considere “el enemigo”. El bioterrorismo no tiene la precisión de otra clase de armas, ya que por sus características es difícil predecir sus alcances. Las armas biológicas están prohibidas por Convenciones Internacionales, por lo que no forman parte del arsenal “legítimo” de los Estados, lo que no impide que puedan ser facilitados a grupos de irregulares para la comisión de atentados, eventualmente funcionales a los intereses de los Estados que las proveen. La facilidad en la obtención de estos productos permite igualmente a las redes terroristas tener acceso a los virus y bacterias que pueden ser liberados en ataques sin necesidad de contar con un Estado que lo respalde o facilite. Algunas armas biológicas son consideradas tradicionales, como el ántrax, la tularemia, las fiebres hemorrágicas o la toxina del ricino. Otras forman parte de un arsenal potencial supuestamente prohibido por la Convención de Armas Biológicas y Toxinas de 1972. El siguiente cuadro 67 “Top 10 Global Economic Challenges”, Brooking Institution, www.brookings.edu/global/helth.htm
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muestra la diversidad de agentes que puede ser utilizado como armas biológicas. Agentes con potencial como armas biológicas Agente
Enfermedad producida
Bacterias (incluyendo ricketsias y clamidias) Bartonella quintana
Fiebre de las trincheras
Burkholderia mallei
Muermo
Burkholderia pseudomallei
Melioidosis
Especies de Shigella
Shigelosis
Vibrio cholerae
Cólera
Orientia tsutsugamushi
Tifo de las malezas
Rickettsia prowazeki
Tifo
Rickettsia rickettsii
Fiebre de las montañas rocosas
Chlamydia psittaci
Psitacosis
Hongos Coccidiodes immitis
Coccidioidomicosis
Histoplasma capsulata
Histoplasmosis
Virus Virus Hantaan
Fiebre hemorrágica de Corea
Virus Sin Nombre
Algunos casos de síndrome de insuficiencia respiratoria progresiva del adulto.
Virus de la fiebre hemorrágica del Crimea- Fiebre hemorrágia de Crimea-Congo Congo Virus de la fiebre del Valle de Rift
Fiebre del Valle de Rift
Virus de la coriomeningitis linfocítica
Coriomeningitis linfocítica
Virus Junin
Fiebre hemorrágica argentina
Virus Machupo
Fiebre hemorrágica boliviana
Virus del dengue
Dengue
Virus Nipah
Enfermedad por virus Nipah
Virus de la fiebre amarilla
Fiebre amarilla
Virus de la fiebre hemorrágica de Omsk
Fiebre hemorrágica de Omsk
Virus de la encefalitis japonesa
Encefalitis japonesa
Virus de la encefalomielitis equina occidental
Encefalomielitis equina occidental
Virus de la encefalomielitis equina oriental Encefalomielitis equina oriental
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Virus Chikungunya
Enfermedad por virus Chikungunya
Virus O’nyong-nyong
Enfermedad por virus O’nyong-nyong
Virus de la encefalomielitis equina venezolana
Encefalomielitis equina venezolana
Virus del Nilo Occidental
Encefalitis por virus del Nilo Occidental
Virus de la viruela del mono
Viruela del mono
Virus de la viruela blanca
Viruela blanca
Virus de la influenza
Influenza
Parásitos Naeglaeria fowleri
Amibiasis cerebral
Toxoplasma gondii
Toxoplasmosis
Huevos de Taenia solium
Neurocisticercosis
Especies de Schistosoma
Esquistosomiasis
Fuente: Ochoa Vargas, Gerardo, “Bioterrorismo”
Apenas producido los atentados a las Torres Gemelas, expertos en bioterrorismo norteamericanos concluyeron que su país no se encontraba en condiciones de defenderse de un posible ataque bioterrorista con ántrax, viruela, ébola, botulismo y otros agentes letales. Un posible ataque con estas características no está alejado de las posibilidades de los grupos terroristas y la inteligencia norteamericana ha previsto que puede producirse dentro del quinquenio. El carácter devastador de un ataque bio-terrorista estará dado por esta insuficiencia de vacunas, en la falta de adiestramiento del personal sanitario y la dificultad en detectar los agentes biológicos contaminantes en forma rápida. A partir de esa fecha, en Estados Unidos se ha comenzado a fabricar masivamente la vacuna antivariólica, fuera de producción desde que la viruela fuera erradicada en todo el mundo y se conformaron fuerzas de respuesta rápida que aseguren que en 12 horas como máximo, en cualquier lugar del país pueda contarse con la cantidad necesaria de vacunas para neutralizar un brote de esta naturaleza. La coordinación internacional y la cooperación en el aprovisionamiento de vacunas y medicación es indispensable, especialmente para países que no cuentan con suficientes recursos como para desarrollar y mantener un arsenal defensivo adecuado, debido a la cantidad de agentes potenciales. La inestabilidad del mundo en los próximos lustros obligará a convivir con esta amenaza, para cuya neutralización es imprescindible contar con adecuada coordinación interna entre los organismos de seguridad y las autoridades sanitarias. De la misma manera, es necesario 135
preparar planes regionales de defensa, a fin de compartir los esfuerzos científicos, tecnológicos y médicos efectivos para responder a esta amenaza. III - Las redes terroristas y el fanatismo extremista Hablamos anteriormente del mundo más violento. Detendremos ahora la mirada sobre uno de los capítulos más preocupantes del mundo violento: las redes terroristas, el fanatismo extremista islámico y su posible elevación cualitativa debido a las facilidades de comunicación que permite el mundo globalizado y los avances científico-técnicos en el área de las telecomunicaciones. Hemos afirmado que el desarrollo de las redes terroristas tiene diferentes vertientes, vinculadas al crimen global, al tráfico de estupefacientes, personas y armas y al lavado de dinero procedente de fuentes ilegales. El terrorismo fanático islámico tiene particularidades que merecen un análisis más puntualizado. Su origen –también fue mencionado-, aunque aparentemente se relacione a una respuesta rebelde frente a la opresión colonial o imperialista del mundo desarrollado, encabezados por el “Gran Satán” y su representante en la región, el Estado de Israel, en la realidad tiene otros componentes más vinculados con la lucha interna del mundo musulmán, que incluye ingredientes religiosos, clanes desplazados, alianzas cruzadas y cambiantes con potencias externas a la región, afectos y traiciones que llevan a actos no siempre vinculados con un objetivo preciso o una consecuencia directa. El terrorismo –según definiciones clásicas- no busca la “toma del poder”, sino incidir en decisiones políticas de quienes tienen el poder pero no intentan reemplazar. No buscan ocupar un territorio o gobernar un Estado, sino producir hechos que debiliten a quienes ejercen el poder legítimo mediante el miedo instalado en sus poblaciones, o el miedo de los propios depositarios del poder ante la amenaza de hechos conmocionantes. La lógica del terrorismo, en consecuencia, no debe buscarse tanto en las tradicionales guerras revolucionarias, movimientos sociales o aún las propias guerrillas. El propósito es generar medidas de gobiernos favorable a sus propósitos, en la mayoría de los casos ajenos al escenario del debate público y totalmente alejados de las preocupaciones de la opinión pública. Ese terrorismo ve facilitada su tarea por las comunicaciones del mundo global y sabe aprovechar los conflictos geopolíticos que –ésos síreflejan conflictos entre potencias, estrategias nacionales o escarceos por el predominio en determinada región. Un peligro que ha sido mencionado sobrevolando todo el escenario 136
mundial observado en este libro es el contacto y la eventual interacción entre las redes terroristas y actores globales formales, que en el caso de los Estados Fallidos puede llegar a altos niveles de intensidad pero que no se limita a ellos: hasta las potencias desarrolladas o países de prestigio histórico en el mundo en desarrollo pueden en algunos momentos establecer contactos con grupos terroristas que pueden ejecutar acciones que ellas no podrían por sus obligaciones internacionales, pero que sí pueden ayudar a realizar a fin de producir cambio de situaciones locales, políticas o diplomáticas, favorables a sus intereses. Estos contactos eran corrientes durante la Guerra Fría, en la que las superpotencias “tercerizaban” acciones favorables a sus intereses con este tipo de acuerdos. Los acontecimientos posteriores mostraron tanto a Rusia –sucesora de la ex URSS- como a Estados Unidos, las proyecciones inmanejables que pueden generar este tipo de acuerdos. Chechenia y AlQaeda son un recordatorio de esos tiempos. La creciente dependencia del gobierno venezolano de sus vinculaciones con las FARC68 son otro. El mundo que viene dejará cada vez menos espacio a este tipo de relaciones, que deberían ser denunciadas y puestas a la luz de la opinión pública por su altísimo poder destructor. IV - Los posibles problemas de China Hemos hecho referencia ya al papel trascendente de la República Popular China en el impulso que está teniendo en el crecimiento de la economía mundial, en el proceso de globalización y en el cambio de paradigma productivo. El cambio copernicano que trajo a la dinámica mundial la introducción de los cambios económicos de 1979 fue uno de los pilares de la nueva etapa de modernización planetaria, que coincidió con la liberalización financiera, la revolución de las comunicaciones, el surgimiento de Internet, el desarrollo de la banda ancha y la implementación de las tecnologías de soft que permitieron la optimización de su uso.
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El País, 16/12/2007, “La conexión venezolana – El narcosantuario de las FARC”, en http://www.elpais.com/articulo/reportajes/narcosantuario/FARC/elpepusocdmg/20071216elpdmgrep_1/T es La Jornada, 3/2/2008, “Vinculan a estrecho colaborador de Chavez con FARC y las drogas”, en http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2008/02/03/vinculan-a-estrecho-colaborador-de-chavez-con-lasfarc-y-las-drogas Villalobos, Joaquín, 18/1/2008, “Las FARC, un decadente club de narcos y bandidos”, en La Nación, en http://www1.lanacion.com.ar/archivo/nota.asp?nota_id=979842&origen=acumulado&acumulado_id=
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A partir de esos datos, el crecimiento chino ha sido realmente notable en términos históricos. Sus tasas acumulativas y sostenidas de incremento de su producto nacional bruto no tienen parangón, pero su novedad agregada es que con su articulación con la economía norteamericana – destino principal de su producción- puso en marcha un círculo virtuoso que se proyectó a muchas zonas en desarrollo proveedoras de materias primas, arrastradas también por la potencia de ese crecimiento. Sin embargo, es necesario matizar todos estos datos indudablemente positivos con la mención de situaciones que China arrastra a raíz del piso de pobreza con que arrancó su desarrollo, la miserable condición de sus campesinos, el envejecimiento de su población, las presiones por la democratización de su sistema político, la rigidez de su burocracia y sus altos niveles de corrupción estatal. Un reporte de Desarrollo Humano en China, elaborado por las Naciones Unidas, informa que la inequidad en el ingreso medido por la diferencia entre la población urbana y la rural es la más alta del mundo. Las construcciones de edificios, centros comerciales y autopistas han significado la demolición de casas-habitaciones tradicionales cuyos pobladores fueron reubicados forzadamente a cien kilómetros de su anterior domicilio. El funcionamiento político requiere un cerrado hermetismo y la inexistencia de debate, lo que se traduce no sólo en el estricto control de la prensa, sino también de la difusión de Internet, con una política policíaca y persecutoria del contenido de los dominios y el bloqueo de informaciones exteriores sobre China. Todas estas circunstancias generan protestas. Si hay un elemento en la nueva economía –en la que China ha apostado todas sus fichas y es un jugador central- que es inevitable, es la apertura y libertad en la circulación de información y datos. En otras palabras: es imposible avanzar hacia estadios superiores en el desarrollo económico, con controles burocráticos sobre los datos transmitidos por la red. Y a contrario: la libertad absoluta de transmisión de datos por la red, abre caminos de pluralismo, participación y modernidad incompatibles con el cerrado dominio del Partido Comunista de China. Datos: hace diez años, el gobierno chino informaba la realización de 10.000 protestas al año. En el 2006, la cantidad ascendió a 74.000. No se trata de protestas cuestionando el sistema, sino reclamando por temas puntuales. La cantidad de ciudadanos reclamando ha ascendido en el último año a tres millones de personas, que es una cifra importante para cualquier país occidental pero mínimo para una nación con mil trescientos millones de habitantes. El problema es que las protestas se incrementan año tras año. El horizonte del empleo es otro gran desafío que puede afectar la estabilidad del gobierno y la sociedad. El nivel de crecimiento actual tiene como obstáculos la dificultad en el abastecimiento energético y el alto 138
grado de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Ambos extremos requieren costosas inversiones. El primer desafío requiere sumarse a un juego geopolítico internacional riesgoso, en el que las apuestas deben ser respaldadas por inversiones en armamentos cada vez más costosos y en adquirir compromisos de diversa clase. El segundo, requiere invertir en modernización tecnológica, lo que reduce su ventaja competitiva con las economías más desarrolladas. Ambos extremos presionarán para ralentizar el ritmo de crecimiento económico y en consecuencia, de generación de empleo con que responder a las expectativas de millones de campesinos que emigran a las ciudades en busca de mejores condiciones de vida. Mantener a esos campesinos en el medio rural requeriría una de dos alternativas: arraigarlos mediante un mejoramiento de sus condiciones de vida, con fuertes demandas en infraestructura sanitaria, de comunicaciones, de transportes, rutas, electricidad e incorporación a la economía de mercado –alternativa que demandará una muy fuerte inversión-; o reforzando la presión policial para mantener a esos ciudadanos en sus lugares actuales de residencia con disposiciones coercitivas, lo que generará un incremento de la ya existente tensión político-social urbana, que demanda mayores cuotas de libertad, transparencia y participación políticas. La estadística china del Departamento de Trabajo y Seguridad Social indica que la economía china genera anualmente Once millones de empleos nuevos, frente a las Veinticuatro millones de personas que buscan trabajo, generando un déficit anual de empleos de Trece millones de personas69. Se ha hecho referencia en otro lugar al efecto del envejecimiento de la población. China es el país en desarrollo más afectado por este proceso, a raíz de su política de “un hijo por matrimonio”, puesta en marcha por la superpoblación histórica del país y las dificultades de abastecimiento alimenticio para una población creciente. Como consecuencia, la población de China envejece inexorablemente, lo que se traducirá en un incremento de la presión de sus ciudadanos mayores de 65 años por atención en salud y, en general, prestaciones sociales. Esta demanda se realizará sobre un sistema que carece de dos elementos amortiguadores: la existencia previa de un adecuado régimen de retiros con reservas capitalizadas y una tradición de ahorro de las familias en la previsión de su futuro. Cálculos realizados en el plano demográfico estiman que China tendrá una relación de activos-pasivos de 2,5:1, frente a 10:1 en 1980 y a 3:1 en el 2003. La relación entre ambos fenómenos coloca a las autoridades chinas en un dilema creciente: si eleva la edad de jubilación, a fin de atenuar el desequilibrio de financiamiento de su sistema de retiros, impide la 69
“¿Nos jubilaremos más viejos?, CRI on line, en http://espanol.cri.cn/161/2007/09/13/1@136152.htm
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absorción de empleos jóvenes, ampliando la desocupación; pero si no toma una medida de esta naturaleza, el sistema de desfinancia, golpeando el equilibrio de sus cuentas globales que, ya en 2005, mostraba un desequilibrio anual de 800.000 millones de yuanes. Las tensiones sociales requieren un marco adecuado para su procesamiento y solución: ¿serán capaces las rígidas estructuras políticas chinas de canalizarlas? Si miramos hacia atrás, vemos dos imágenes: la de la plaza Tiannamen, en la que las fuerzas represivas parecían disfrutar reprimiendo salvajemente a estudiantes reclamando libertades y la inteligente conducción del proceso de internacionalización de la economía –y, en general, de la sociedad- china en el escenario mundial. China ofrece el contraste entre los controles policíacos de Internet, frente a la apertura al comercio y las inversiones; una política internacional pacifista, pero que acuerda con Irán, con Corea del Norte y con dictaduras sangrientas del África. Un país que sigue condicionando al mundo con su pretensión sobre Taiwán, pendiendo como una espada de Damocles sobre la paz mundial. Los aspectos nacionalistas de la población suelen ser, en efecto, valiosas herramientas de catalización política útiles para cubrir o anular reclamos opositores. La “cuestión Taiwán” ha sido alimentada sistemáticamente durante décadas sobre la opinión pública china y ha sido persistentemente instalada en el escenario internacional. Sin embargo y aparte del derecho de cualquier sociedad a construir su destino –como lo ha hecho Taiwán, incorporando formas democráticas exitosas y abriendo paulatinamente su sistema político hasta ser hoy uno de los países más abiertos y democráticos del mundo-, Taiwán es una pieza decisiva en el equilibrio geopolítico del lejano Oriente. Las identidades históricas pueden eclosionar sobre el presente, trayendo desde tiempos ancestrales conflictos latentes apenas lo permite la ruptura de los equilibrios contemporáneos. Lo ocurrido en la ex Yugoslavia, la división de Checoeslovaquia, la situación de las naciones bálticas y la propia tensión interna de un país tan moderno como Bélgica, muestran situaciones ancestrales recuperando posiciones ante el “mundo líquido”. En Asia, la historia tiene muchas cuentas pendientes entre países que se han enfrentado en forma dolorosa y lo recuerdan. China, Japón, Corea, Vietnam, Camboya, la propia Rusia, son protagonistas que juegan un ajedrez geopolítico regional en el que la pieza taiwanesa impone un equilibrio garantizado, nada menos, que por la única superpotencia sobreviviente, los Estados Unidos. La incógnita que persiste es el grado de eclosión de ese pasado, la precisión en el cálculo de los protagonistas de hoy y el grado de 140
compromiso diplomático, político y militar de los diferentes actores. Con una región en la que varios de ellos son potencias nucleares –China, Rusia, Corea del Norte, Taiwán vía su protección comprometida por Estados Unidos- el mantenimiento de las tensiones agrega un condimento de estímulo a la nuclearización de Japón, que se ha instalado ya en su propio debate político. ¿Mantendrá China su reclamo sobre Taiwán en un plano diplomático? ¿Resistirá a la tentación de utilizarlo para tapar sus previsibles conflictos sociales y políticos internos? ¿Podrá administrar adecuadamente su crecimiento económico, como lo ha hecho hasta ahora, con flexibilidad y capacidad de apertura, imaginando caminos de superación de sus limitaciones estructurales dadas por su demografía, su atraso social y el crecimiento exponencial de las demandas de sus nuevas clases medias? ¿Será capaz el régimen político de flexibilizarse progresivamente –como algunos anuncian y prevén los propios analistas de inteligencia norteamericanos- abriendo espacios de participación y autonomía en los municipios y regiones y manteniendo el férreo control del poder central? Muchos interrogantes, de cuyas respuestas –todas abiertasdependen muchas cosas: el futuro de la dinámica económica mundial, la rapidez de expansión de la globalización y la posibilidad de la propia paz del mundo.
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Capítulo 9 Un mundo globalizado... La historia de la humanidad ha sido un continuo proceso de globalizaciones. Desde que el ser humano moderno abandonó las sabanas africanas y comenzó a expandirse por el mundo, arrastró consigo su cultura, sus tecnologías de supervivencia, sus recuerdos y su acción para interactuar con los demás. Cuando, ya constituidos en grupos tribales, étnicos o nacionales fragmentados organizaron sus sistemas políticos, el comercio estuvo siempre presente en su imaginario, desde las primeras ciudades estados del medio oriente hasta los grandes imperios de la edad antigua. Globalizó su visión el imperio persa, con sus pueblos conquistados y asociados y lo propio hicieron los egipcios al conquistar Nubia. Se globalizó la cultura griega con las conquistas de Alejandro, desde el Egeo al Océano Índico y se globalizó el mundo romano extendiendo su dominio desde las Islas Británicas al Danubio y desde Colonia hasta el Oriente Medio. ¿Alguien puede negar que los viajes y descubrimientos que abrieron la edad moderna, primero alrededor del África para llegar a Oriente y luego con la conquista y colonización de América, fueron globalizaciones espectaculares del mundo conocido? ¿O puede negarse que la expansión colonial de Holanda e Inglaterra, en los siglos XVI y XVII constituyeron ejemplos de globalización económica y política? Sin embargo, hay algo en el proceso originado en el último cuarto del siglo XX, más precisamente a partir de comienzos de la década del 70, que se intuye como diferente, iniciando un camino que tomaría a partir de esos instantes una dinámica crecientemente acelerada y que, cual en una progresión geométrica, cambiaría en poco tiempo la imagen del mundo conocido: la velocidad del cambio. Cualquier proceso globalizador anterior, en efecto, tenía una característica temporal ubicada en el mundo físico, tangible. Sus límites estaban dados por el ritmo de la vida de su tiempo, que no cambió substancialmente hasta que comenzaron a surgir las máquinas que aceleraron el transporte, en el siglo XIX. Hasta mediados de ese siglo, el tiempo de duración de un viaje de París a Roma, por ejemplo, no era muy diferente al de las épocas del Imperio Romano. El surgimiento del ferrocarril fue un escalón tecnológico que cambió la geopolítica y la concepción mental del espacio, en todo el planeta. En nuestro vecindario, hasta el surgimiento del ferrocarril, Río de Janeiro estaba “más cerca” de Buenos Aires que Córdoba, o que Salta. El ferrocarril confeccionó definitivamente el mapa mental –y económico, y político- del mundo moderno iniciado con la primera revolución industrial. 143
A tal punto fue así que permitió el surgimiento de la que sería, pocas décadas después, durante el siglo XX, la primera potencia mundial, al permitirle a los trece Estados norteamericanos originarios la ocupación de su territorio avanzando hacia el Oeste hasta llegar al Pacífico. El tren se convirtió, en el viejo mundo, en una herramienta globalizadora que enfrentó a los antiguos sistemas nacionales desatando los conflictos entre “el mundo” y “la soberanía”. Viejas aristocracias lo miraban con desconfianza, mientras nuevas burguesías lo apoyaban con fervor. Llegaba a llenar el vacío que, en el mar, habían comenzado las carabelas y estaban culminando los grandes barcos a vapor, motores globalizadores de la revolución industrial –sin los cuales, no hubiera sido posible por insuficiencia de los mercados nacionales-. Siguiendo la interesante idea de Thomas Friedman70, en los tiempos modernos podemos señalar tres globalizaciones. La primera, la de la expansión colonial y del capitalismo moderno, fue respaldada y ejecutada por los Estados (España, Portugal, Holanda, Inglaterra). Se extendió entre los siglos XV y XIX. La segunda, la de la integración de la producción y el desarrollo del comercio, fue realizada por las grandes empresas monopólicas o cuasi monopólicas (financieras, comerciales, extractivas, industriales). Se produjo en los siglos XIX y XX. Estamos en una nueva etapa, en la que los Estados tienen su protagonismo –cada vez menor-, las empresas mantienen el suyo –con fuertes cambios en su paradigma económico-, pero han surgido los últimos protagonistas: los ciudadanos. Carácter multifacético de la nueva globalización Los números de la economía permiten un enfoque macro, que destaca los cambios cuantitativos en las grandes cifras de producción e intercambio. Una somera revista de estos fenómenos nos muestra las características principales del nuevo paradigma71. 1. Crecimiento del comercio por encima de la producción. En el medio siglo que transcurre desde 1950 hasta 2004, el producto bruto mundial se incrementó diez veces. El comercio, por su parte, se incrementó cuarenta y tres veces. Ello indica la generación de cadenas globales de producción que aprovechan las mejores condiciones de diferentes lugares para la integración de sus procesos productivos. 2. Entre 1990 y 2002 el ritmo de crecimiento del producto mundial fue del 2 % anual acumulado. El ritmo del comercio alcanzó a un acumulado anual de 5,5 %. 70
Friedman, Thomas y Myers, Johanne, “The World is flat”, USA, 2005 Blejer, Mario, “La economía internacional: condiciones actuales, riesgos y vulnerabilidades”, 2006, presentación en el CARI. 71
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3. El crecimiento de la inversión externa directa duplicó al crecimiento del producto. 4. El crecimiento de la economía mundial es amplio, rápido y generalizado. Anteriormente mencionamos sus dos primeras características. En este punto destacamos su generalización. Todos los países del mundo han sido beneficiados por el nuevo paradigma. 5. Se han incrementado en forma sostenida los precios de los “commodities”, lo que benefició a los países menos avanzados. 6. A pesar del incremento del precio de los “commodities”, y a diferencia de la crisis del petróleo de 1973, la tasa global de inflación se mantuvo baja. 7. Existe una abundante oferta de capital, que ha ayudado a financiar el desarrollo de las nuevas economías a tasas bajas. 8. La oferta mundial de trabajo no calificado es rápida y continuará incrementándose en las próximas décadas, reduciendo la presión salarial y en consecuencia, la tendencia inflacionaria global de los productos de consumo masivo. 9. El crecimiento de la productividad por incorporación tecnológica en los países avanzados reduce los precios finales también de los bienes más sofisticados. 10.Se internacionalizan crecientemente los flujos de capital, formulándose nuevos circuitos financieros y un mecanismo de cuentas globales superpuesto al tradicional sistema de análisis de las cuentas nacionales interrelacionadas. Ello genera nuevos desafíos de análisis económicos. 11.Se genera una tendencia global a la polarización en los ingresos, principalmente en los países con economías emergentes, en las que los sistemas impositivos y redistributivos tienen controles y presiones estatales más débiles que en las economías industriales maduras. Sin embargo, la característica más importante de la nueva etapa globalizadora no son sus números macro, sino la apertura al protagonismo de las personas individuales en el diseño y articulación de nuevas formas de inserción en el proceso productivo. Este protagonismo se va instalando de forma inexorable con influencias en la convivencia, el intercambio, la vida política, las formas de reproducción social, la cultura y la vida cotidiana. Esa característica se apoya decisivamente en el desarrollo científico técnico y centralmente en la revolución de las comunicaciones. Estamos viviendo una hora crucial en la historia de la humanidad cuya trascendencia es posible que sea comparada en el futuro con la invención del fuego, de la rueda, de la pólvora, de la imprenta, del motor de combustión interna, de los medios de comunicación electrónicos o de la fisión nuclear. Su particularidad es que la tecnología abre a los ciudadanos 145
comunes la posibilidad de actuar en una sociedad global volcando, a través de la conectividad en tiempo real, todas sus capacidades de reflexión, de producción intelectual y artística, de organización política, de intercambio de información, de transferencia de riquezas, como también y lamentablemente de cometer las acciones más deleznables u organizarse para delinquir. ¿Existe la posibilidad de que el proceso globalizador “descarrile”? Como se analiza a lo largo de este libro, el mundo que viene, dinámico y creador, coexistirá con incertidumbres, violencia y descontrol. El futuro no es inexorable, pero está montado en una tendencia de gran potencia hacia la globalización. Episodios previsibles pueden enfriar la dinámica globalizadora. Entre ellos las crisis geopolíticas que dificulten las vías de comunicación y transporte, dificultando el comercio; el surgimiento de epidemias globales que lleven a los gobiernos a incrementar substancialmente sus controles aduaneros y de migraciones, “enfriando” la economía; y el incremento de la sensación de miedo e inseguridad debido al desborde terrorista o de redes criminales en el plano internacional, que conduzca a los gobiernos a endurecer sus fronteras, con la ilusión de aislar sus territorios de la inseguridad global.72 Sin embargo, es difícil imaginar al proceso de globalización detenido y mucho menos en retroceso, por la gigantesca crisis económica planetaria que implicaría, con una fuerte recesión estructural que no se limitaría a los países más “globalizados” sino que alcanzaría a todos. Sí es posible suponer una ralentización durante los momentos de pico más sensible de percepción por la opinión pública cuando se produzcan episodios como los mencionados. A los efectos de este trabajo, sin dejar de alertar sobre estas posibilidades, supondremos que no aparecerán en el escenario situaciones catastróficas, las que, en caso de ocurrir, tendrán –por la complejidad de los actores del mundo de hoy- características que la acercarían a una “singularidad” –episodios desatados con dinámica propia, cuyas normas de evolución son imposibles de prever con anterioridad-. Volviendo a Friedman y Myers73, seguimos su listado de “los diez días que cambiaron el mundo”. No fueron días corridos, sino diez hitos producidos en la última década del siglo XX, cada uno de los cuales profundizó el impulso globalizador en esta etapa iniciada en 1973, con la crisis del petróleo, la internacionalización financiera y la revolución de las comunicaciones. 1 - El fin de la guerra fría. 72 73
CNI, “Mapping the Future”. Friedman y Myers, op. cit.
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El primer día, simbólicamente fijado el día de la caída del muro de Berlín -nueve de noviembre de 1988- indicó el comienzo de este viaje. Esa fecha abrió el camino para la integración conceptual del planeta. Hasta ese momento, la división de la guerra fría entre los dos grandes bloques hacía imposible concebir al mundo como una unidad. Se estaba en un lado, o en el otro. Por supuesto que había intercambios, “adelantados” como Coca Cola o Rockefeller abriendo sucursales en Moscú. Esos adelantados, sin embargo, poco tenían que ver con la globalización de mercado y sociedades que comenzaría a producirse cuando desapareciera el “checkpoint Charlie” y se pudiera viajar, comerciar y comunicarse con libertad entre ambas mitades del mundo. La caída el muro fue el gran hito señalador del comienzo emblemático de la nueva globalización. Curiosamente, seis meses después entraba en el mercado el sistema operativo 3.0 de Windows, incorporando la interfase gráfica que permitía la transferencia de datos comprensible de un extremo a otro del planeta. ¿Alguien podría imaginar al mundo actual dividido en dos bloques físicamente separados? ¿Alguien podría hacerlo sin contar con interfases de formato universal para el intercambio de información? Podemos decir, sin dudas, que ahí comenzó el último viaje. 2 – Surge Netscape El ocho de septiembre de 1995, una pequeña compañía de Mountain View, California, lanza al mercado el primer navegador. La compañía se denominaba Netscape y le dio al público el primer “Internet browser”. El browser llevó Internet al gran público, al permitir incorporar en una interfase gráfica toda clase de datos. A partir de este desarrollo, cualquier persona sin conocimientos especiales de informática podía acceder y enviar música, gráficos, vínculos, textos, animaciones, planos, diseños. Desde un niño hasta un anciano comenzaron a tener posibilidades de acceder a la nueva “columna vertebral” del mundo naciente. Pero su consecuencia no fue sólo ésta: Netscape hizo interoperable a los diferentes sistemas que hoy vemos como pertenecientes a la lejana prehistoria de Internet. Hasta ese momento, la intercomunicación se daba entre asociados a alguna de las grandes redes de datos –AOL, Compuserve, o cualquier otro proveedor del servicio-. Si se intentaba realizar una comunicación entre asociados a diferentes redes, era una tarea fuertemente azarosa. Netscape convirtió a Internet en una red interactiva. Por último, la incorporación de Netscape desató otra fiebre: la de la fibra óptica y las compañías “punto.com”. La ilusión que despertaba el nuevo browser generó tales expectativas que, en cinco años, el mundo 147
estaría cubierto por una red de fibras ópticas que constituyó el cimiento de la gigantesca complejidad de redes que envolvería virtualmente a todo el planeta en una década y miles de pequeñas compañías comenzarían a impulsar en el mercado el desarrollo de programas cada vez más sofisticados en su diseño pero a la vez, más simples en su manejo, concentrando ingentes capitales que fogonearon la estampida de la nueva economía. 3 – Estandarización: el work-flow En los tempranos noventa, otro desarrollo actuaría como el tercer “emparejador” del mundo virtual: puede denominarse simplemente “workflow”. Desde esos días, no sólo habría posibilidad de intercambiar datos entre usuarios de Netscape: se estandarizarían los sistemas de conectividad, rompiendo las “islas familiares” con que cada empresa formateaba sus equipos. El efecto pasaría a ser gigantesco. Los departamentos de diseño podrían comunicarse con los de ventas, los financieros con los comerciales, tuvieran Windows, Dell o Apple. Las fibras ópticas y las PC’s tendrían desde entonces interfases fluidamente operativas, absolutamente estandarizadas. Y la comunicación no se limitaría a diferentes departamentos de las mismas corporaciones: los clientes, los asociados, los proveedores, pasarían a tener comunicación directa con los diferentes escalones y etapas productivas y de comercialización de las empresas y las empresas entre sí podrían dialogar entre sus diferentes niveles, sin el filtro inexorable de los escalones corporativos. Estos tres desarrollos configuraron la plataforma de despegue del nuevo “mundo plano”. A partir de ellos, todo cobraría más impulso. 4 – El “outsourcing” o tercerización Una gran oportunidad de reducir costos apareció con la “tercerización”. Pero también, la gran posibilidad que comienza a abrirse a las personas de todo el mundo, insinuando el mercado global de trabajo y las nuevas oportunidades que abriría la globalización para el ciudadano común. Para las empresas, la interconectividad posibilitada por los navegadores y el “work-flow” permitía una reingeniería integral, concentrando sus esfuerzos en las etapas en las que era imprescindible o más eficiente, pero abriendo el camino para subcontratar otras etapas productivas con empresas que podrían realizar su trabajo con más eficiencia y especialización, reduciendo los costos –desde el diseño hasta los procesos, desde la comercialización hasta los servicios de post venta-. 148
Para regiones situadas lejos del mundo desarrollado y en ocasiones, para ciudadanos comunes, la nueva plataforma les permitía incorporarse a los procesos productivos sin migraciones, sin romper su historia personal con el éxodo. Empresas de países en desarrollo pudieron así integrarse a las economías más dinámicas ofreciendo servicios a costos inferiores de los países desarrollados, pero de similar calidad, ampliando sus mercados. Personas capacitadas de países en desarrollo podían ofrecer servicios profesionales con trabajos a distancia, con las mismas consecuencias. El mundo se “aplanó” más. 5 – El “offshoring”o relocalización La otra forma de colaboración, que actuó como nuevo “eslabón” de cambio, fue el desplazamiento de etapas productivas hacia zonas del mundo en las que es más eficiente para el proceso productivo integral. La facilidad de intercambio de información y la creciente libertad de mercados abre esta posibilidad, con efectos insospechados en la estructura económica global, que alcanza incluso a la necesidad de reformular la forma de medir los flujos comerciales, financieros y cambiarios. Pero los efectos también alcanzan a las formas de integración a la economía mundial de países y regiones atrasadas, que moderniza más aceleradamente sus sociedades, genera empleo y repercute en el interior de sus sociedades demandando mayor capacitación y readiestramiento de su fuerza de trabajo. Sin dudas, el “offshoring” es el fenómeno que más consecuencias ha tenido en la construcción del nuevo paradigma, al punto de que podría identificárselo como el verdadero motor de la tranformación económica de fines de siglo XX y comienzos del XXI, el nuevo “escalón” de las fuerzas productivas liberadas del cepo de los Estados nacionales. Dicho esto, no puede olvidarse que esa repercusión puede tener efectos no deseados y que es misión de una correcta gestión política atenuarlos y lograr el beneficio del conjunto de la sociedad. Cada sociedad debe resolver estos nuevos problemas, detectando las oportunidades que se abren, detectando los posibles problemas y diseñando en forma inteligente la forma de solucionarlos. También se crean problemas en las economías desarrolladas, en las que la deslocalización de fábricas produce desocupación y el requerimiento de readiestrar la fuerza laboral que queda sin empleo para su reubicación en otra clase de actividades productivas. Las tensiones que se generan agregan a la agenda política de estas sociedades una fuerte demanda de atención, que pone a prueba la capacidad de imaginación y gestión de las esferas políticas e incrementa la necesidad de una construcción política global,
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correlativa a la económica, es decir, normas y administración de alcance planetario. 6 – El “open source” o fuente libre Una nueva filosofía de trabajo. Una economía cooperativa. Un aporte a la libre creación. Hermosas frases, que sin embargo deben haber producido en Bill Gates un fuerte dolor de cabeza –y una gran rabietacuando se anotició que su principal producto de negocios, el Internet Explorer, debía comenzar a disputar el mercado con un nuevo competidor que se ofrecía ¡en forma gratuita! Y cuando llegó a reponerse de la rabieta, debe haber recaído en ella al enterarse tiempo después que su producto estrella, el paquete “Office”, también tendría una competencia gratuita en el nuevo competidor, con el “Star Office Writer”, integrante del “Google Pack”. En el momento en que surgió el navegador “Mozilla Firefox”, diseñado utilizando el sistema operativo “Linux”, cuya fuente está abierta al uso y experimentación del gran público, todo el mercado de software – las herramientas imprescindibles para que funcionen las computadoras, los servidores y la propia Internet- sufrió una revolución que indicaba una nueva filosofía. La fuente abierta no se reduciría a los sistemas operativos y programas usuales para las computadoras. Es conocida y usada en todo el mundo la “Wikipedia”74, una Enciclopedia no sólo de uso abierto, sino de confección y diseño en el que participan quienes quieran hacerlo, enviando sus notas para agregar a su base de datos. Cuenta con más artículos que cualquier enciclopedia escrita, con la ventaja de su actualización permanente y de la fiscalización global sobre sus contenidos. La revolución de los blogs, por su parte, de fuente abierta, está revolucionando el mundo de la información, abriendo la difusión de noticias a todos quienes quieran agregar información y opinión desde cualquier lugar del mundo. Igual cambio se produce en el área de las noticias, en la que la interactividad permitida por las nuevas tecnologías presenta desafíos inéditos a los grandes medios de comunicación.75 Y el surgimiento de las “redes sociales” con My Space76, Facebook77 u otras similares, hace surgir otro fenómeno que incide directamente en las formas de comportamiento de las nuevas generaciones, construyendo un mundo virtual de relaciones sociales al que consideran –para bien o para malcomo más importante aún que el mundo físico. 74 75 76 77
www.wikipedia.com http://buscador.lanacion.com.ar/Nota.asp?nota_id=954058&high=educaci%F3n www.myspace.com www.facebook.com
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7 – El “supply chaining”o reemplazo automático de faltantes La información se automatiza desde el cliente a la fábrica. Un cliente retirando un producto de una estantería en una tienda de New York, dispara la orden de fabricación para el reemplazo hacia la fábrica que está en Shangai. Este mecanismo es posible por todo lo demás: interoperatividad, comunicación en tiempo real, out-sourcing, offshoring, liberación de mercados, incorporación de China a la Organización Mundial de Comercio, en síntesis, el mundo global. Sin embargo, no es sólo la automaticidad del reemplazo: esa información da pie para el surgimiento de un mercado de información estratégica para la propia empresa, que puede en base a ella reformular su estrategia de productos, mantener actualizado su informe de mercado, testear las inclinaciones de preferencias de la moda, y diseñar productos adecuados a los gustos cambiantes del consumidor. Zara, empresa gallega que nació como una pequeña factoría local, alcanzó su dimensión de gran multinacional del ramo de la indumentaria sobre la base de un procesamiento inteligente y en tiempo real de esa información proporcionada por sus propios clientes, con el sólo hecho de adquirir una prenda en cualquiera de sus tiendas. Ha sido una empresa “modelo” del nuevo paradigma de la “Sociedad red”, posibilitada por la globalización. 8 – El “insourcing”o incorporación de terceros a la propia cadena productiva La reingeniería productiva, la flexibilización de los procesos y el surgimiento de transportadores globales de alta eficiencia permite otro mecanismo de colaboración empresaria propio del mundo plano: la utilización de empresas no ya para “externalizar” producciones, como el outsourcing, sino para traer esas empresas para prestar determinados servicios al interior mismo de los procesos de producción. Estas empresas tienen acceso al corazón mismo de la producción. Se desempeñan como carriers globales, que desarrollan tareas dentro de la cadena del negocio. ¿Ejemplos? Varios. El más notable, UPS. Su lema: “Su mundo sincronizado”. No se limita a enviar paquetes, como un correo tradicional. Ingresa en su compañía y realiza todas las operaciones de su sistema logístico. ¿Se descompone una laptop TOSHIBA que acaba de adquirir y reclama su service garantizado? Pues hace su reclamo al call-center (que puede estar ubicado en la India, o Irlanda, o en cualquier lugar del mundo), 151
formula su reclamo y combina el momento en que se retirará su equipo para la revisación y reparación. Ello ocurrirá en pocos minutos y usted se imagina que su PC será remitida a una fábrica de Toshiba en Japón. No imagina que lo que efectivamente ocurrirá es que su máquina será cuidadosamente empaquetada, enviada a Louisville Airport, en Kentucky, donde en un impecable y aislado laboratorio, personal de UPS altamente adiestrado reparará el equipo y se lo devolverá en perfecto funcionamiento. ¿Desea adquirir un par de zapatillas deportivas NIKE para su hijo, por Internet? Pues UPS recibirá su pedido, seleccionará el modelo y la medida, lo empaquetará adecuadamente, se lo enviará, cobrará el importe de la venta y rendirá ese importe a NIKE, desligada del proceso de distribución. Usted ordena una pizza en una popular pizzería neoyorquina. ¿Sabe quién conduce el camión de reparto? Pues personal de UPS. Muchas compañías, muchas más de las imaginadas, jamás tocan sus productos. En ocasiones, ni siquiera los fabrican. Gigantes de logística, como UPS, DHL o Federal Express lo hacen en su nombre. 9 – El “informing”o información general en tiempo real Hace treinta o cuarenta años, el sueño de un padre de clase media con hijos en edad escolar era la adquisición de una “Enciclopedia”. Podía aspirarse a una versión hogareña de la “Británica”, la “Hispánica”, o algunas de las excelentes obras editadas a todo color con los requerimientos de información demandados por la Escuela o los Colegios. Al llegar al Colegio Secundario, si la situación económica lo permitía –y no era lo usual para un hogar de ingresos promedio- se aspiraba a una “Espasa Calpe”, o a la versión completa de la Británica. La información era un bien preciado, costoso, trabajoso de conseguir, no accesible sino luego de un esfuerzo económico, temporal e intelectual destacables. ¿Cuál es hoy el mecanismo de información al alcance de todos? ¿Cuánto trabajo cuesta acceder a él? ¿Cuán costoso es? Encender la computadora, escribir lo que buscamos en el cuadro de búsqueda de Yahoo o de Google, que ya tenemos abierto en una pequeña ventana permanente de nuestro navegador, presionar “enter” y acceder a mucha más información –y más actualizada- que la que podría brindarnos la más cara de las enciclopedias impresas. O acceder a “la wiki”, donde tendremos a nuestra disposición lo primero y lo último que se sabe sobre el tema consultado. La relación de las personas con el conocimiento y la información en tiempo real genera hasta la percepción refleja de que todo lo que necesitemos saber, está a un impulso de “click”.
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Ese acceso a la búsqueda y a la información global es un componente del nuevo mundo que vino para quedarse y que irá creciendo paulatinamente, perfeccionando los sistemas de rastreo y búsqueda y poniendo en nuestras manos, en forma gratuita y en tiempo real, la información que necesitemos. El mundo global es un mundo informado. Para bien o para mal. Un mundo en el que los secretos serán cada vez más limitados, en el que la vida privada se mezclará cada vez más con lo público. Un mundo que invertiría la formulación del “panóptico” de Jeremías Bentham y Michel Foucault y en lugar de imaginar a los ciudadanos controlados por un poder que todo lo ve y todo lo puede, ofrecerá la saludable imagen de que la vida pública estará sujeta al escrutinio permanente desde los ciudadanos hacia el poder. 10 – Los “steroids”: accesorios crecientes para la vida diaria Friedman y Myers78 denominan de esta forma al complejo tecnológico de integración de voz, comunicación e información interactiva, apoyado en la tecnología inalámbrica o “wireless”. Cada ser humano en el planeta tiene posibilidades hoy de constituirse en la terminal de una red sin cables, operada por voz, interconectada con todos los seres humanos del mundo que desee o necesite. Los teléfonos celulares han sido la avanzada. Las prospectivas tecnológicas –como hemos visto- nos adelantan que en los próximos años llegarán al mercado artefactos de los más diversos –desde ropa hasta zapatillas, desde carteras de mujer hasta bolsos o valijas- con capacidad de captar información vocal o por medio de sensores específicos y de canalizarla para su procesamiento hacia donde el usuario quiera dirigirla – sea a bases de datos, sea a centros de producción o distribución, sea a otras personas, sea a comandos o sistemas que desencadenen determinados procesos sobre la base de la información recibida-. El mundo global se apoyará definitivamente en los ciudadanos móviles, liberados de una ubicación física determinada, desde donde podrán trabajar y pasear, divertirse y cumplir con tareas laborales, comprar y vender, ofrecer servicios y acceder a entretenimientos. La confluencia de todas estas formas de colaboración motorizarán el cambio de paradigma económico. El “informing” conduce al “out sourcing”. El “outsourcing” lleva al “insourcing”. El “insourcing” lleva al “supply-chaining”. El “supply-chaining” conduce al “offshoring”. Y todos están apoyados en la red de fibras ópticas, la interconexión por “work-
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Friedman, Thomas y Myers, Johanne, op. cit.
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flow” y la navegación en la red por browsers compatibles con todos los sistemas y lenguajes. Este mundo, crecientemente instalado en la vida planetaria, será el mundo global en el que viviremos en los próximos años. Puede haber lugares que se impregnen de él más rápido y otros que queden atrás. Así ocurrió con el ferrocarril –que comenzó su expansión a mediados del siglo XIX y hay lugares del mundo adonde no ha llegado aún- y así con muchas tecnologías de alta capacidad de difusión. Pero a la postre todas llegan, pasando por encima de voluntades políticas o estatales. Internet es un ejemplo y la telefonía celular es otro. Poca duda cabe que existen gobiernos a los que molesta que sus ciudadanos se informen e interactúen y que estarían dispuestos a tomar toda clase de medidas para evitarlo. Sin embargo, no lo han logrado. Los teléfonos celulares son usados desde el centro de Manhattan, por ejecutivos de Wall Street, hasta plena selva subsahariana por guerrilleros o terroristas en campos de entrenamiento. Internet es utilizada para transferir datos organizando una planta industrial y por el sub Comandante Marcos para difundir los principios de su movimiento y conseguir apoyo internacional a su causa. Los blogs son utilizados por ciudadanos europeos que desatan debates sobre cuestiones bioéticas puestas en escena por el avance de la biotecnología –como la clonación- pero también por estudiantes u opositores democráticos chinos, que denuncian la situación de violación de derechos humanos de su país y por la oposición democrática cubana. Seguramente al gobierno de Chad, de México, de Cuba o de China les resultaría más agradable vetar estas posibilidades. No pueden hacerlo. La tecnología es avasallante y está diseñando el mundo actual. Marginarse de ella tendría repercusiones tan negativas que implicarían abandonar la historia, sumergirse en el “sereno aislamiento” que mantuvo a China atrasada durante siglos, a pesar de haber sido en su momento la sociedad que llegó antes que nadie a los inventos y descubrimientos que dispararon la edad moderna y la primera revolución industrial. Esa globalización, que llegó para quedarse, difícilmente dará marcha atrás. Puede sufrir detenciones parciales –ocasionadas por catástrofes sanitarias o naturales y en menor medida por decisiones políticas- pero la más alta probabilidad es que seguirá avanzando y se instalará hasta impregnar los espacios más recónditos del planeta. Todos recibirán sus efectos.
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La globalización para el mundo en desarrollo En todo caso, las preguntas que deben plantearse desde el mundo en desarrollo son: ¿Tenemos cabida en ese nuevo mundo? ¿Cuáles son las formas de sumarnos al mundo global? ¿Qué decisiones debemos tomar en nuestros países, si es que algunas pueden ser tomadas? ¿Qué acciones debemos realizar como personas para sacar provecho de este escenario? Frente a estas preguntas se levantan respuestas que afortunadamente han sido puestas a prueba en forma exitosa por países que han asumido el cambio de paradigma y han adecuado sus estructuras socioeconómicas y políticas para sacar provecho, con el resultado de que han atravesado en pocos años etapas que a otras sociedades les han llevado décadas. Los ejemplos más destacados son India e Irlanda. El primero, aprovechando la capacitación de su población y su manejo del inglés como lengua primaria, desarrolló un servicio de call-centers con costo sensiblemente inferior al de los sistemas existentes en los países desarrollados, aprovechando la plataforma de fibras ópticas que les permitía convertir a la vinculación a distancia prácticamente en un “commodity” con precio virtualmente inexistente. Los salarios de los trabajadores calificados indios son apenas una fracción de los salarios del mundo desarrollado. A partir de allí, empezaron a prestar servicios más complejos de elaboración de soft, aprovechando su producción de ingenieros –varios cientos de miles al año- y a desarrollar la industria de servicios apoyados en la red. Y por último, el gran salto hacia la producción de contenidos. Producción audiovisual que hace de Bangalore el Hollywood de Oriente, conocida ya con el sugestivo nombre de “Boliwood”. India se encuentra hoy en los umbrales de integrar la alta gerencia del mundo, en el selecto grupo de los “BRIC”, o países de reciente desarrollo acelerado, privilegio que comparte con China, Brasil, México y –con matices- Rusia. Un caso parecido es el de Irlanda. Hasta hace poco más de dos décadas, el país más atrasado de Europa, se ha convertido en el de mayor ingreso por habitante de la Unión Europea, con un desarrollo apoyado en la integración de su economía a los flujos globales y la especialización en servicios informáticos a las empresas de Europa, promoviendo además, con una inteligente política fiscal, la radicación de las oficinas centrales de estas empresas en su propio territorio.
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Los nuevos riesgos El proceso de globalización, unido al surgimiento de la “Sociedad en red”, genera cambios sustanciales en todo el sistema social y no sólo en el económico. La impregnación de sus paradigmas invade el planeta y donde no existe una contención política que atenúe sus aspectos más dinámicos, provoca el surgimiento de nuevos excluidos, víctimas de la relocalización empresaria, de la automatización, del estímulo a exageradas expectativas de consumo en las clases altas polarizando la sociedad, o de la incapacidad para el readiestramiento requerido por las nuevas actividades. Se ha mencionado al “mundo virtual” como una especie de “cuarto mundo”, que pasa por encima de las tradicionales categorizaciones de mundo desarrollado, mundo socialista y mundo del sur. Estas antiguas categorías han terminado por diluirse o disgregarse en múltiples rumbos que sus integrantes han tomado con autonomía, sin escapar a los condicionantes globales. Pero hay un “quinto”. El “quinto mundo” es el conformado por personas que son crecientemente excluidas del sistema y pueden encontrarse en cualquier lugar del planeta: en los “homeless” de Nueva York y Buenos Aires, en los “banlieu” franceses donde terminan radicándose los inmigrantes africanos de las ex colonias, en barriadas de Madrid o Barcelona, donde se acumulan inmigrantes nor-africanos o latinoamericanos sin calificación. Estos excluidos han existido en los paradigmas anteriores. Nunca, sin embargo, el contraste ha sido tan patente. Esas presencias en el “mundo desarrollado” testimonian la existencia de grandes zonas del globo en las que esas situaciones no son la excepción sino la regla: el África Subsahariana, los territorios de los “no-Estados” como Somalia, Afganistán, o zonas empobrecidas de Asia y América Latina, territorios sin horizontes para sus habitantes y sociedades totalmente anómicas, donde el terror y la violencia marcan las reglas de juego. El “quinto mundo” es, curiosamente, el que amerita la necesidad de la acción de los tradicionales Estados-nación y que con más urgencia reclama la construcción de una política global. Sin estructuras estatales revalorizadas, en los que la política se desenvuelva en marcos democráticos, es difícil imaginar la forma de encauzar y contener el proceso globalizador para llevar a las personas un marco de equidad en la posibilidad de acceso y hasta en la distribución del ingreso. Se ha dicho que la globalización requiere un gobierno mundial. Eso es cierto. Pero mientras ello no ocurra, la herramienta más potente con que cuentan los seres humanos para mejorar sus vidas es la de la participación y la acción política, que les amplíe los márgenes de autonomía, les abra 156
espacios de capacitación y los estimule para ocupar un sitio activo en el diseño de la nueva sociedad global. El viejo programa modernizador tiene aún mucho que brindar en la construcción del mundo de la pos-modernidad, que no puede prescindir del análisis, el trabajo conjunto, el debate abierto y la acción consciente para orientar la marcha impulsada por la ciencia y la técnica aplicadas a las fuerzas económicas. La política, como en la época del surgimiento de los Estados Nacionales, debe racionalizar las relaciones sociales y llenarlas de equidad. Su relación con la economía no debe ser de limitación, sino de orientación. Su relación con las personas, como lo veremos, no debe ser de coacción, sino de estímulo. Y su vinculación con los demás espacios estatales, con los que ha compartido en el mundo moderno el ejercicio de la “soberanía” debe ser de esfuerzo solidario para ir conformando espacios normativos supraestatales que evite las grietas de ilegalidad, ponga coto al crimen global y neutralice las tendencias más agresivas del crecimiento de la nueva economía. Las oportunidades A mediados de 2005, el autor se interesó en una publicidad televisiva aparecida en Argentina, para contratar un servicio de conexión a Internet por banda ancha. La curiosidad luego de marcar el promocionado “0800...” fue que la operadora que atendía la llamada tenía un acento indefinido para cualquier argentino. Ante la pregunta sobre su ubicación, la sorpresa sería enterarse que esa operadora, que tomaba los datos del cliente y formalizaba una contratación, no se encontraba en el país sino... ¡en Costa Rica!. Desde ese lugar recibía el pedido, lo incorporaba al sistema, desde donde era “bajado” en tiempo real por los equipos técnicos que hacían el trabajo de calle, situados en la ciudad de Buenos Aires. Es muy probable que la empresa proveedora hubiera contratado ambos servicios, mezcla de “insourcing”, “outsourcing” y “supply-chaining”, reduciendo costos a un nivel que les permitía entrar en competencia con los mastodontes oligopólicos que prestan masivamente el servicio de banda ancha en la capital argentina. Un par de años después, otro call-center, esta vez instalado en Córdoba, Argentina, atendía llamados y prestaba servicios de reclamos de postventa a una empresa norteamericana proveedora de equipos de teléfonos celulares. Y en Buenos Aires, una gran multinacional proveedora de sistemas informáticos a empresas tiene radicado su servicio de apoyo en línea a sus clientes. En ambos casos, para clientes de habla hispana cualquiera sea el lugar del mundo en el que se encuentre el usuario de sus sistemas. 157
El mundo se hace cada vez más plano. Los ciudadanos están en condiciones de aprovechar cada vez más el sistema económico global. Por supuesto que ello conlleva un cambio en la percepción y concepción del mundo, pero también es cierto que ese cambio llega con más celeridad a los seres humanos comunes y corrientes que a muchos analistas de la economía global, politólogos –o políticos...- o académicos, que confeccionan sus sesudos trabajos sobre la correlación de textos elaborados sobre realidades pasadas, corriendo con años de desventaja sobre los dinámicos cambios que muestra la propia realidad. Este “gap” entre la realidad que cambia y los analistas que pierden su tiempo lamentando que el mundo cambie, perjudica lamentablemente a países que debieran definir rápidamente políticas de posicionamiento para aprovechar la cresta de la ola, pero que dejan que la ola avance sin aprovechar su impulso por preferir añorar el pasado, que nunca vuelve en la forma conocida. Los países de dimensión mediana, como la Argentina, pueden aprovechar la tendencia adecuando sus sistemas productivos a la lógica propia del paradigma dominante. Por supuesto que ello no significa renunciar a valores, sino tener la inteligencia necesaria para articular los valores –que definen la propia utopía- con la realidad –que marca los límites-. Si el país más poderoso del mundo no puede cambiar la lógica de la evolución tecnológica y debe reestructurar su propio mercado de trabajo, el diseño de su infraestructura y la currícula de sus institutos de enseñanza para no perder el tren frente a competidores que le surgen por doquier provocando la deslocalización de sus industrias, el crecimiento del desempleo, el déficit comercial y el desequilibrio presupuestario, ¿cómo pensar que un país de desarrollo mínimo y dimensiones reducidas, como la Argentina, podría evitar que la alcance ese cambio? Pero, aunque pudiera, ¿a título de qué debería hacerlo? Remolins79 detecta para países como el nuestro tres clases de oportunidades, algunas óptimas para grandes empresas, otras para medianas, otras para los ciudadanos comunes, que, curiosamente, se encuentran con posibilidades de negocios con buena rentabilidad de los que están excluidos con la lógica de la economía cerrada –o “encerrada”- que reduce su mercado a límites incompatibles con la escala requerida para la viabilidad de nuevos negocios. Estos tres caminos son: 1. Integrarse a redes internacionales de producción. 2. Aprovechar mecanismos de “offshore” y “outsourcing” 3. Detectar y aprovechar nichos internacionales para pequeñas empresas.
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Remolins, Eduardo. “Negocios locales, oportunidades globales”, Opinión Sur, Bs. As, 2007
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El primer camino es el adecuado para grandes empresas de producción masiva. El caso paradigmático es el utilizado por la industria automotriz, transformada hoy en una factoría final que simplemente ensambla autopartes fabricadas y adquiridas en los lugares del mundo más disímiles. Las ventajas comparativas de un tipo de cambio retrasado –traducido en costos inferiores- abre posibilidades muy interesantes a esta clase de relacionamiento, que sin embargo tiene como riesgo el agotamiento de modelos artificiales de manipulación cambiaria con el peligro de sacar de mercado a los proveedores que hayan surgido a la luz de estas ventajas coyunturales. Como se menciona más arriba, esta situación termina provocando una competencia por salarios, en la que los rivales son países con ingresos muy bajos que recién llegan a la etapa industrial, para lo cual la única forma de mantenerse en competencia es... reduciendo los salarios de los trabajadores propios, o devaluando la moneda -es decir, empobreciendo indefinidamente a la población-. Es un camino en el que se deben extremar los análisis de perspectivas macroeconómicas y ser conscientes de los riesgos económicos –y posteriormente, sociales- que implica. Es, como se analiza más adelante, un camino interesante para países sin otras ventajas comparativas, que en aquellos con mediano desarrollo debiera acompañarse con un impulso a la modernización tecnológica que prevea la segunda etapa de reconversión. El segundo es más interesante. Apunta a seguir el ejemplo de países que han dado un gran salto adelante en su inserción en la economía global desarrollando un sector de prestación de servicios internacionales al estilo de los “call centers” y “contact center”. Hemos mencionado más arriba dos ejemplos en los que la Argentina está emulando lo realizado por India, China, Irlanda, Costa Rica e incluso Rusia. La modalidad de los “data-centers” es otra posibilidad, consistente en la oferta de servicios de almacenamiento de información a empresas, gobiernos u ONGs que requieran seguridad y accesibilidad para su stock de datos y eviten el costo de la adecuación permanente de sus sistemas informáticos sobreinvirtiendo en tareas que pueden resultar menos costosas derivadas a quienes se dedican específicamente a ello. En este apartado se encuadra el servicio de gestión administrativa de hospitales y escuelas, desarrollado agresivamente por Irlanda para entidades europeas. Este servicio ejecuta las tareas integrales de gestión de organizaciones complejas, incluyendo servicios que van desde el almacenamiento y actualización constante de historias clínicas de pacientes, hasta la gestión de ordenes de internación, cobranzas, gestión de legajos de personal, control de asistencia laboral y relaciones con proveedores. De similar forma, la gestión de entidades educativas incluye 159
el almacenamiento y actualización en tiempo real de los legajos de alumnos y personal, administración económica-financiera y seguimiento de ejecución presupuestaria. La tercera alternativa es la más interesante para sociedades con gran cantidad de emprendedores, actuales y potenciales. Se trata de detectar nichos globales para pequeñas empresas, a tono con la tendencia a la personalización e individualización que es connatural con la marcha hacia el proceso de globalización. Entre estas oportunidades, hay varios campos de desarrollo de negocios que apuntan a mercados altamente selectivos, hoy accesibles en forma virtual o directa a ofertas de productos y servicios segmentados, de alta calidad, buenos precios y no capital-intensivos sino “cerebrointensivos” y “exclusivo-intensivos”. El desafío es poner en valor la capacidad de innovación en productos y servicios de la vida cotidiana, volcando inteligencia y exclusividad para públicos exigentes y no masivos. Los campos en que pueden concretarse empresas globales que se asienten en este concepto son: 1 - Vida sana 2 – Sofistificación 3 – Curiosidad 4 – Seguridad 5 – Tiempo femenino 6 – Relajación Nuevos productos y servicios que cubran una o más de estas demandas tienen en la red el aliado clave para la inserción en el mercado. La oferta, venta y distribución por Internet ofrece posibilidades desconocidas en la economía tradicional. Y todos las etapas del negocio encontrarán en la red un aliado amigable, accesible y de muy bajo costo para enfrentar los problemas. Entre estos servicios y productos se incluyen comidas novedosas cuyo valor agregado sea la buena alimentación, el gusto por la innovación, el logro de gustos específicos –desde exóticos hasta sofisticados- o la recuperación de viejas recetas ejecutadas con productos orgánicos; artefactos de gimnasia con objetivos precisos; empresas de turismo receptivo con servicios altamente segmentados, dirigidos a públicos que escapan a los contingentes masivos y buscan experiencias particularizadas (desde el alojamiento en estancias –o en viviendas tradicionales de barrohasta la convivencia de un par de días con nativos de zonas alejadas); desde turismo cultural centralizado en escritores, o músicos, o pintores, hasta alojamientos en lugares excepcionales que garanticen servicios de cinco estrellas pero a muy pocas personas, destinado a quienes buscan relajación. El listado es inagotable y es alimentado por la posibilidad que abre la red de llegar al mercado mundial, publicitar y contratar. 160
En la vieja economía, uno de los cuellos de botella de cualquier emprendimiento de estas características era cómo llegar a los interesados con la información sobre el producto o servicio ofrecido. El “informing” que mencionan Friedman y Myers80 agrega hoy caminos de muy bajo costo para lograrlo. Google, por ejemplo, tiene un sistema de publicidad segmentada (“Adwords”81) partiendo de presupuestos mínimos que pueden contarse por centavos. El sistema permite seleccionar la clase de publicaciones en que se exhibirá el aviso, el lugar, la forma de exhibición del anuncio, el “link” a la página WEB en el que se profundiza la información, el control de la cantidad de accesos de interesados al aviso a fin de monitorear y cambiar en tiempo real tanto el formato como los lugares de exhibición hacia los formatos y ubicaciones que resulten más convenientes. Las antiguas, rígidas y costosas campañas de publicidad dejaron de ser una barrera para el acceso a los nichos. El nuevo mundo global abre espacios para todos: las campañas millonarias son usadas por producciones masivas destinadas a la “cabeza de la larga cola”82. Ahora existen otras, tan eficientes como las millonarias, pero al alcance de los emprendedores globales que pueden iniciar su negocio desde cualquier lugar del planeta. La economía –con su base tecnológica y su punta de lanza, el capital financiero- funciona con el planeta convertido en una gran factoría. Los marcos nacionales de producción se han desbordado hacia formas económicas que atraviesan fronteras físicas y virtuales. Empresas sin localización en un Estado tradicional realizan sus actividades tercerizando etapas. Pueden contratar el diseño de un producto con una consultora canadiense, el estudio de mercado con una consultora americana, la producción con una factoría de China, la India o algún “tigre” asiático, la distribución a través de un “carrier” global, con el que además contrata el service post-venta y el marketing y la publicidad con otra empresa global. Su cuartel central puede estar en cualquier paraíso fiscal y bancario. Esta globalización abre escenarios y mercados también a emprendimientos pequeños y hasta individuales. Internet es, en si misma, un mercado mundial fundamentalmente –pero no exclusivamente- para productos virtuales: música, programas, medios de difusión, noticias, audiovisuales. Este funcionamiento del capitalismo hacia la globalización ha traído grandes beneficios a la humanidad, traducidos en la reducción global de la pobreza y el hambre, la incorporación a la vida moderna de miles de millones de personas a las que les llegan por primera vez frutos del desarrollo industrial, la posibilidad de comenzar su desarrollo rompiendo el 80 81 82
Friedman y Myers, op. cit. www.google.com/adwords Anderson, Chris, “The Long Tail”, en español “La larga cola”, Bs. As, 2007
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atraso ancestral de la cadena que lo ataba a la economía campesina de subsistencia, comenzando experiencias de capacitación que mejoran su ingreso y su nivel de vida, comenzando, en suma, su ingreso en la edad moderna. Las nuevas formas productivas han permitido a países recién llegados dar su “gran salto adelante” en apenas dos o tres décadas. Como ya se mencionó, esos países encontraron su nicho productivo en etapas crecientes, desde los “tigres asiáticos”, China, la India y en general los “BRIC” –Brasil, Rusia, India, China, México, Indonesia, Sudáfrica-. En estos países la desocupación ha disminuido, el empleo sube y con ello, la dimensión de su economía, su infraestructura, su salud pública y su integración con el sistema científico técnico83. Una afirmación se impone. Aunque el mundo aún no es perfectamente plano, se está aplanando aceleradamente. Desde cualquier lugar del planeta es cada vez mayor la posibilidad de acceder a la red planetaria de intercambio de productos, información, entretenimiento, finanzas y cultura. Lo dicho no implica negar que hay una diferencia enorme entre vivir en una aldea de Somalia a vivir en el centro de Manhattan o Buenos Aires. Pero entre esos extremos están todos los matices de niveles sociales y educativos, de geografías e historias, actuando como grandes protagonistas de la nueva construcción. En los próximos diez años, existirán en el mundo mil millones de personas que se habrán incorporado a las clases medias duplicando su actual dimensión, desde Costa Rica hasta la China, desde Mongolia hasta la India, desde Sudáfrica hasta Estonia. Serán las clases medias del mundo global, que, a diferencia de las tradicionales clases medias de la industrialización masiva, estarán formadas cada vez más en la cultura de la segmentación. Este nuevo paradigma creó otra demanda, conocida como la “larga cola” (o “long tail”, como se lo conoce en inglés), caracterizada por los productos cada vez menos influenciados por las campañas masivas y correlativamente más dirigidas a la búsqueda de productos de toda clase que satisfagan sus necesidades, elaboradas al estilo del nuevo individualismo, es decir, no totalmente condicionadas por las grandes campañas publicitarias sino por la tendencia a expresar las características de su identidad. El cambio copernicano en la estructura de la demanda es hecho notar por Chris Anderson84 en su estudio sobre la influencia de la red y fundamentalmente de la banda ancha, en las ventas minoristas del mayor 83 La capacidad política de las diferentes sociedades para procesar los nuevos problemas que crea la globalización, en todo caso, ha marcado el ritmo con que estas posibilidades de traducen en realidades, pero la impotencia de otras en hacerlo no frena la globalización sino que muestra crudamente la incapacidad política de sus dirigencias. 84 Anderson, C., op. cit.
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mercado del mundo, los Estados Unidos. La tradicional relación “80 – 20” (ecuación que expresa la relación entre el stock de mercaderías expuestas en un negocio minorista y las vendidas en una rotación trimestral) se invierte hasta llegar a superar el 95 % de los artículos expuestos en la red. La “larga cola” hace referencia al cambio en la estructura del gráfico de ventas, en la que las tradicionales grandes campañas, que impulsan la presentación de un producto determinado –o de varios- y que tradicionalmente marcaban el éxito de un producto induciendo a la demanda, es seguida en la comercialización a través de Internet por una “cola”, que es reducida en cantidad con relación a los productos “estrella”, pero que se prolonga en el tiempo sin llegar nunca a cero. Las ventajas son evidentes. A diferencia de los negocios físicos, el stock de productos virtuales no ocupa lugar, no incide en el “espacio” de una vidriera, ni en el porcentual del alquiler. Puede mantenerse en el tiempo, ampliando su vigencia temporal también hasta el infinito. No se vende en poco tiempo –como los productos estrella de campañas masivassino en forma extendida y estadísticamente continuada. El fenómeno ha producido fenómenos como la crisis de la industria discográfica, de la producción de películas, de libros “best sellers”, de venta de ropa por Internet y, en general, de los productos, virtuales o físicos, ofrecidos en la red. La contracara de este fenómeno es la apertura de mercado para una multiplicidad de productores que se encuentran con su posibilidad de llegada a un mercado gigantesco, que por su globalización, le garantiza siempre un “nicho” pequeño en porcentaje del total, pero suficiente para darle rentabilidad a su negocio. El proceso comienza entonces convirtiendo a los consumidores en potenciales productores, para lo cual la herramienta de la computadora personal se ha convertido en “la nueva imprenta”, por su influencia en la sociedad; sigue con la posibilidad de unir al productor con el mercado a través de las sorprendentes tecnologías desarrolladas por los motores de búsqueda –que de ser simplemente una forma de encontrar información, se han convertido en herramientas de marketing, desarrollando a través de ecuaciones y algoritmos complejos mecanismos de difusión de muy bajo costo, que por algunos centavos de dólar al día pueden llevar el conocimiento del producto ofrecido a millones de personas potencialmente interesadas; continúa con el mercadeo, a través de la distribución por la propia red o –si se trata de productos físicos- por los “carriers” globales y, por último, termina con la cobranza a través de tarjetas de crédito de alcance mundial. Esas mil millones de personas son el nuevo mercado, en creciente ascenso, demandando alimentos, entretenimientos, ropa, diversión, esparcimiento, cultura, viajes. A satisfacer sus necesidades estarán 163
dirigidos los esfuerzos de las empresas –y de las personas- del mundo global. Desde la visión macro de quienes analizan los flujos de capital, inversiones, comercio y tecnología, como desde la perspectiva micro de quien observa los nuevos horizontes, la globalización es una tendencia que llegó para quedarse, fuertemente irreversible, invasiva y creciente, como han sido los procesos históricos apoyados en revoluciones científico técnicas.
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Capítulo 10 ...y violento -”¿Usted no tiene miedo de morir....? -No, son ustedes los que tienen miedo de morir, yo no. Mejor dicho, aquí en la cárcel ustedes no pueden entrar y matarme, pero yo puedo mandar matarlos a ustedes allí afuera. Nosotros somos hombres-bombas. En las villas miseria hay cien mil hombres-bombas. Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de la muerte, la única frontera. Ya somos una nueva "especie", ya somos otros bichos, diferentes a ustedes. La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, por un ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común. ¿Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal, ser héroe...? Entonces ¡llegamos nosotros...! y ¡Ja, ja, ja...! Yo leo mucho; leí 3000 libros y leo al Dante, pero mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país. No hay más proletarios, o infelices, o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Ya surgió un nuevo lenguaje. ¿Ustedes no escuchan las grabaciones hechas “con autorización" de la justicia...? Es eso. Es otra lengua. Está delante de una especie de post miseria. Eso. La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes. Mis comandados son una mutación de la especie social. Son hongos de un gran error sucio.”85 Los años que vienen serán años violentos. Diversas tendencias marcan este rumbo, sin que exista a la vista una forma de neutralizar la tensión que se instala, crecientemente, en todo el planeta. La frase que encabeza este capítulo, atribuida a Marcos Camacho, jefe narcotraficante de San Pablo, presuntamente expresada al periodista brasileño Roberto Cabrini en un reportaje telefónico, podría ser repetida, 85 El 23 de mayo de 2006, el diario O Globo de Brasil en su Editorial Segundo Cuaderno, publicó una "Entrevista a Marcola del PCC". Él es Marcos Camacho, jefe de la banda carcelaria de San Pablo denominada Primer Comando de la Capital (PCC), que durante ese año ha provocado numerosos actos de vandalismo en esa ciudad y alrededores. El párrafo está incluido en la entrevista.
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sin cambiar una coma, por Osama bin Laden. O por un militante de Hezbollah o Hamas. O por un soldado de las brigadas “Al Islambuli” de Chechenia. O de las FARC de Colombia. La violencia en el siglo XX ¿Cuáles son las causas de este desinterés por la vida humana instaladas de pronto en el corazón mismo de la convivencia? ¿Qué razones llevan a que diferentes culturas, diferentes geografías y diferentes encuadres de circunstancias coincidan en el desprecio por la vida y su correlato, la instalación de la violencia? En las reflexiones que siguen pasaremos revista a algunos argumentos que intentan explicar “el retorno de la barbarie en el siglo XXI”86, aunque adelantando que no será el objetivo principal de la reflexión. Esta incursión estará dirigida a introducir el tema central del capítulo, que es la muy probable instalación de la creciente violencia como método de práctica social del mundo de los próximos lustros. El siglo XX fue sin dudas el más sangriento de la historia de la humanidad, si por tal entendemos al que mayor cantidad de vidas humanas se cobró en conflictos violentos. En esa contabilidad debemos incluir no sólo a las dos grandes guerras, que entre ambas provocaron la muerte directa de alrededor de setenta millones de personas. Existieron innumerables conflictos locales, algunos de ellos con prácticas genocidas, que son recordados por las víctimas o sus descendientes directos, pero que no han alcanzado la conciencia de la opinión pública. Baste mencionar el genocidio armenio, aún negado por Turquía como una concesión a su razón de Estado, al comenzar el siglo; y los de Rwanda y Burundi –o el propio de Darfur- al terminar el siglo XX y comenzar el XXI. Existieron, en efecto, dieciséis conflictos en los que murieron más de un millón de personas, seis en los que murieron entre quinientos mil y un millón y catorce en los que murieron entre doscientos cincuenta mil y medio millón. Los cálculos indican que, entre todos los conflictos que azotaron la última centuria, perdieron su vida entre Ciento setenta y Ciento ochenta millones de seres humanos en forma directa87. En el transcurso de los grandes asesinatos en masa, muchos azotaron el planeta con diferentes justificaciones, algunas realizadas en ejercicio del más puro raciocinio. Por supuesto que la fría y macabra técnica puesta al servicio de la “solución final” de “la cuestión judía” por los nazis se encuentra encabezando este ranking, con su identificación de la matanza 86
Delpech, Therèse, “El retorno de la barbarie en el siglo XXI”, Ediorial El Ateneo, Bs. As.,
2007 87
Ferguson, Niail, “One hundred years of butchery”, Foreign Affairs, Vol. 85, Issue 5
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con simples ecuaciones técnicas de eficiencia en la aplicación de los asesinatos y sin ningún cuestionamiento sobre los aspectos éticos de las decisiones. Pero el listado no se agota allí. ¿Cómo olvidar los bombardeos alemanes que destruyeron Londres y los bombardeos aliados que destruyeron Dresde y Hamburgo? ¿Cómo olvidar las dos bombas atómicas sobre poblaciones civiles? ¿Cómo olvidar las decenas de miles de asesinatos políticos en la ex URSS durante el estalinismo, con masacre de poblaciones enteras, ajusticiamientos de dirigentes sobre la farsa de procesos amañados, confinamientos en Siberia en condiciones infrahumanas88, o personas condenadas a una virtual “muerte civil” por consideraciones puramente ideológicas? ¿Cómo olvidar los millones de muertos provocados por la “Gran Revolución Cultural Proletaria” impulsada en China durante los últimos años de Mao, para “depurar” de elementos burgueses el “proceso revolucionario”, donde fueron asesinados miles de profesionales, científicos, artistas e intelectuales por masas analfabetas o fanatizadas por la prédica del “puro poder”? ¿Cómo no mencionar la tragedia de Camboya, con los “khmer rojos” asesinando a más de la mitad de la población urbana, enviada al campo en condiciones insalubres para su “concientización”, donde perecían masivamente sin alimentos ni atención médica, víctimas del sadismo “revolucionario” de Pol Pot? Las causas de la violencia Las causas de la violencia durante el siglo XX fueron variadas siendo imposible encontrar una que, en forma aislada, pueda considerarse decisiva. Las sociedades han entrado en crisis centralmente por tres razones conjugadas: disgregación étnica, volatilidad económica y disolución de imperios89. En la mayoría de los conflictos que analicemos es probable que encontremos las tres causas en conjunto, aunque también veremos innumerables situaciones en que una sola de esas condiciones no alcanza para generar el desborde de violencia, conflicto descontrolado o guerra civil, aunque sí para incrementar la violencia cotidiana instalada en una determinada sociedad. Estas tragedias tuvieron un doble peso sobre la conciencia de la humanidad. El primero, por lo que significaban en sí, al reducir la condición humana a su más ínfima valoración moral. Pero el otro, más 88 Delpech (op cit) recuerda la anécdota de la madera de roble de alta calidad que llegaba a los mercados londinenses desde los bosques siberianos, entre las cuales los importadores británicos solían encontrarse con manos de personas, autoseccionadas por los presos políticos o sociales allí confinados y obligados a trabajos forzados, como mensaje desesperado para hacer conocer al mundo su situación. 89 Ferguson, Niall, “The next war of the world”, Foreign Affairs, Set/Oct 2006
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significativo, fue la aprobación expresa o tácita de gran parte de la inteligencia occidental, con argumentaciones de aspecto tan racional como la de los escolásticos de la edad media, con las que se justificaron todas las atrocidades en función de razones apoyadas en la más vacía e infundada “ideología”. Este peso, el de la justificación de intelectuales “progresistas” a los salvajes procedimientos de Stalin, Mao o Pol Pot, se instalaron en el núcleo de la crisis de la modernidad al vaciar de contenido moral todo el edificio político elaborado por las diferentes visiones de la “izquierda”, considerada –o autoconsiderada- como el último escalón de la evolución de las ideas, aquella de la que –en teoría- debería surgir la edificación de una sociedad más justa y más libre. El derrumbe del bloque soviético, la apertura de las sociedades anteriormente sujetas a estados policiales, la liberación de archivos e informaciones de los procedimientos dictatoriales y las persecuciones sufridas por opositores, minaron gravemente el prestigio de la prédica marxista en su versión estalinista y, por extensión, de gran parte del pensamiento de izquierdas, abriendo paso a una fuerte ofensiva del liberalismo salvaje, que quedó dueña del pensamiento oficial en occidente. Sin embargo, esta otra corriente de pensamiento también tenía cuentas que saldar. La masacre de poblaciones civiles en la segunda guerra, la utilización de la bomba atómica sobre ciudades, el apoyo a dictaduras militares, feudales y tribales en América Latina, África, Oriente Medio y Asia, el respaldo a líderes guerrilleros con altos niveles de crueldad por razones del más crudo “realismo político”, son el aporte de la práctica – más que del pensamiento– occidental a esta crisis de los relatos. Lo que interesa a los efectos de nuestro análisis es que las construcciones teóricas que todo lo abarcaban no pueden ya más mostrar coherencia interna sobre la que depositar convicciones y pasiones de futuro. Los seres humanos conscientes del mundo occidental, de pronto, dejan de contar con la confianza que les inspiraban sus creencias y quedan solos con su vida, con sus reflexiones y con su responsabilidad, desguarnecidos y sin anclas para enfrentar los nuevos conflictos e interpretar las nuevas realidades. A partir de esta crisis de los relatos, todo es “realpolitik” en el mundo de la escena y todo es retroceso hacia la soledad de la propia vida en el plano individual. El realismo más crudo no puede llevar a otra cosa que a la desaparición del “alma humana”90, entendida no ya como un concepto religioso trascendente, sino como el haz de principios y creencias sobre la convivencia que fueron edificadas durante siglos de elaboración intelectual de religiosos, pensadores, poetas, sabios, políticos, artistas y 90
Delpech, T., op. cit.
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científicos. Como lo afirmara Fernand Braudel en su última entrevista, “aunque el conocimiento significa que el hombre tiene menos menos exclusas para la barbarie, sigue siendo profundamente bárbaro”91 La desaparición de las creaciones intelectuales de la modernidad no es impune. Entre ellas, la desaparición del “ser” como categoría ontológica correspondida en la vida política con el “ciudadano”, ambas abstracciones universales que definían al ser humano del mundo moderno, deja en la escena a seres de carne y hueso desprotegidos, desprovistos de creencias y valores, huérfanos de horizontes. Las estructuras trabajosamente elaboradas a partir de la Ilustración pierden el sentido trascendente y la respetabilidad cuasi-religiosa, sometidas a una desconfianza creciente que las transforma poco a poco en enemigos, más que en la sublimación racional de la vida en común, que había sido el ideal de la Ilustración. Filosóficamente, las instituciones en las que el ser humano proyectaba su trascendencia –el Estado, o la patria, que en la edad moderna reemplazaron a la religión; y la familia, en la que se veía la reproducción generacional de la propia estirpe- dejan de servir de marco a personas que ya no tienen un Estado en que creer, debilitado por la globalización que absorbe poco a poco sus potestades; y no tienen tampoco una familia que reproducir, golpeadas por una vida “líquida”92 en el que las relaciones no tienen la permanencia, la estabilidad y la rigidez de otras épocas. La persona queda sola. Debe defenderse sola. Debe encontrar sola su justificación de vida. En consecuencia, debe vivir el momento, rápido, hedonista, sin que ningún futuro promisorio –ni propio, ni de su patria, ni de su familia, ni de su “clase”, ni de su “ideología- tenga entidad suficiente como para tranquilizar su pesar por los dramas cotidianos. Y mientras el mundo occidental se hace “líquido”, lo que equivale a decir también tolerante con todas las visiones –aún las criminales y abominables-, sin valores firmes como los que marcaban su identidad en otros tiempos, relativista y justificador de lo que pasa en tanto no le afecte de manera directa, indiferente con lo que le ocurre a los demás y egoísta en tanto es la única forma de disfrutar la vida, otras cosas pasan con otros seres a los que la modernidad no parece haber evolucionado hacia su etapa “pos”, sino regresado hacia su arcaico “pre”. Se trata de personas sin futuro, pero por otras causas. Perciben que viven sobre una riqueza que les fuera dada en gracia por Allah, pero de la que no pueden disfrutar, achacando de esa privación a quienes “se la llevan” para edificar con esa riqueza su prosperidad, que consideran falsa, consumista, hedonista y corrompida.
91
Braudel, Fernando, citado por Saul, John R. en “Los bastardos de Voltaire”, pág. 53, Chile,
1992.
92
Bauman, Zygmund, “La modernidad líquida”.
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En este debate hay quienes sostienen que el fanatismo religioso en el corazón de la violencia en realidad oculta un mero ejercicio táctico de una lucha cuyos liderazgos, en el fondo, están disputando el más crudo y material poder político y económico. Quienes lideran el terrorismo extremista islámico no son, en la mayoría de los casos, empobrecidos musulmanes explotados por occidente. Son educados y sofisticados exponentes de familias del poder, que han sido desplazados del goce que éste produce en sus atrasadas sociedades, que ven el peligro del agotamiento de su única riqueza y que dan su batalla en todos los frentes, inclusive en occidente, porque es funcional a su capacidad de captación, disciplinamiento y subordinación ciega de militantes suicidas, pero que en realidad tienen como objetivo el poder en sus países, para ser ellos los administradores de la riqueza petrolera declinante. Tanto Estados Unidos como Israel son definidos como enemigos principales, considerados como la vanguardia de la sociedad occidental en su conjunto. A pesar de ser importantes piezas de su ajedrez, no son sin embargo a quienes consideran “al otro lado del tablero” aunque así lo parezca en el discurso. “Al otro lado del tablero” están sus rivales locales. Los sunnitas, de los chiítas. Al Fatah, de Hamas, los persas, de los turcos, los ortodoxos de los musulmanes. La exacerbación de los conflictos religiosos no radica en un debate sobre la verdadera forma de adorar a Dios o a Allah, sino en una herramienta para catalizar voluntades en una lucha por el poder que atraviesa todo el medio oriente y el Asia central. El mundo occidental se encuentra frente a este conflicto en una situación de debilidad, dependiente como es de la provisión de hidrocarburos que surgen del subsuelo del Islam. Esa provisión energética llega desde el Irán chiíta y desde la Arabia Saudita sunnita. Pero sunnita era también Sadam Hussein, quien osciló de aliado cercano a enemigo mortal de Estados Unidos cuando este país, luego de los atentados del 11 de septiembre del 2001, fue tomado por la paranoia de la “guerra mundial contra el terrorismo” y comenzó a ver fantasmas superiores a los reales con su consecuencia inexorable: dimensionar sin matices las amenazas a su seguridad tomando decisiones equivocadas que a la postre resultarían contraproducentes a sus propios intereses. Mientras el mundo occidental no logre sustituir el combustible de su economía por nuevas fuentes renovables –como el hidrógeno, el renovado impulso a las fuentes nucleares, el avance hacia la fusión nuclear, los biocombustibles y las fuentes menores como el viento, el sol, las mareas y el calor del subsuelo terrestre- y no se reconvierta hacia tecnologías de menor consumo energético, seguirá en esta situación de debilidad que lo obliga a tolerar ser el escenario de operaciones de la guerra civil del mundo árabe.
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La globalización, por su parte, ha alcanzado a todo el planeta93. Viven en un mundo de hecho globalizado más del noventa por ciento de los habitantes del planeta y muy pocos se han mantenido al margen de los lazos de intercambio de una economía mundial fuertemente interrelacionada. Los que lo han hecho, han privado a sus pueblos de importantes avances en su bienestar y nivel de vida, encerrados en cárceles virtuales como Cuba o Corea del Norte. El resto del mundo disfruta del mundo global, pero también enfrenta los nuevos problemas que la globalización ha traído a la convivencia. La globalización de la violencia y el involucramiento de actores autoexcluidos La globalización ha permitido a la economía escapar al cepo de los Estados, ámbito de realización de la democracia –proyección del “ciudadano”, construcción suprema de la modernidad liberal-. De pronto, la economía escapa a todo control público, diseña sus propias normas, trasciende el control de las políticas aduaneras, a los cercos fiscales y a la presión pública. Al igual que con las primeras etapas de la revolución industrial, en el siglo XVI y XVII, el salto “hacia fuera” y la integración horizontal transfronteriza debilita y pasa por encima de las reglamentaciones públicas. Ello crea numerosas grietas normativas en las que la audacia, el poder económico, la transgresión y los comportamientos que en el orden interno de los países serían delictivos o cuasi delictivos, encuentran terreno fértil para su desarrollo. El mundo se configura entonces sobre una economía global desbordada y con pocas normas, frente a un poder político global debilitado o directamente inexistente en varios campos de la realidad y espacios de la geografía. Pero también en un proceso de toma de conciencia del agotamiento inexorable de un recurso no renovable que ha alimentado e impulsa todo el funcionamiento industrial hasta la fecha: el petróleo.94 Los espacios para la violencia creciente están dados. Ruptura de creencias y consensos que enmarcaban el orden social, pérdida de valores sobre los que se asentaba la autodisciplina en las sociedades occidentales, inminencia del agotamiento de las fuentes energéticas principales, tensión por la apropiación de esas fuentes entre viejos y nuevos países y entre poderes políticos locales en los territorios en cuyo subsuelo están los principales yacimientos, debilidad creciente del poder de los Estados, 93
Ver el capítulo “Un mundo globalizado”. La mayoría de los sectores económicos se relacionan con el petróleo: automotriz, eléctrico, agropecuario, plástico, petroquímico, energía para toda clase de fábricas. No es aventurado afirmar que un porcentaje mayoritario de la producción y de las fuentes de trabajo del mundo occidental se asientan, con mayor o menor rigidez, en la producción de hidrocarburos fósiles. 94
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sensación de ineficacia y descrédito en la capacidad de los organismos internacionales como las Naciones Unidas, economía transnacionalizada con grandes espacios de anomia que permiten la acción de personas, organizaciones y empresas con altos niveles de audacia y escasos frenos normativos y políticos, son todos elementos que conforman una ecuación altamente explosiva, frente a la cual no se avizoran hasta la fecha reflexiones y acciones eficaces. Esta situación abre, en efecto, las compuertas hacia una confluencia que es cada vez más notable: las luchas que en otras épocas se hubieran identificado como “políticas” –tipo movimientos guerrilleros- realizan negocios fluidos con organizaciones narcotraficantes, también vinculadas al terrorismo tradicional, que pueden operar en conjunto con células de extremistas “islámicos” entrenados en campos localizados en países con territorios fuera del alcance de sus Estados colapsados y con recursos que les lleguen de países cooptados por sectores fundamentalistas, o directamente en conflicto con otros, sea por influencia regional, acceso a fuentes energéticas o predominio político-religioso. Según datos transmitidos a la Comisión de Justicia del Senado de Estados Unidos por la Drug Enforcement Administration (DEA)95, el 39 % de las organizaciones consideradas “terroristas” en el mundo tienen alguna vinculación con el tráfico de estupefacientes. La vinculación del terrorismo, el tráfico de estupefacientes, el tráfico de armas y el lavado de dinero son todos capítulos del mismo fenómeno: el crimen global organizado. El derrumbe de estructuras estatales existentes hasta la guerra fría en el ex bloque soviético generó el surgimiento de organizaciones mafiosas que aprovecharon la ausencia de normas y de gobiernos para apropiarse de bienes públicos –en algunos casos, hasta de armamentos de alto nivel de sofistificación y poder-, entrando en el mercado ilegal internacional de armas, uno de los más lucrativos del mundo. La falta de marcos internacionales adecuados permitió el surgimiento de otras clases de organizaciones, denominadas usualmente “piratas”, que se dedicaron a la fabricación de productos de alta demanda de marcas de prestigio, invadiendo el mercado mundial a través de redes de distribución vinculadas con narcotraficantes, terroristas o simples grupos locales delictivos interesados en la pingüe ganancia que genera “robar marcas”. Similar fenómeno se produce con la producción, fabricación y distribución de estupefacientes, otro de los grandes espacios de negocios en el que confluyen países tolerantes con la producción por la ocupación que las plantaciones generan en sus sectores rurales, con organizaciones de producción y distribución en los países desarrollados, donde cuentan con protección de sistemas políticos, policiales y judiciales corruptos. 95
http://www.usdoj.gov/dea/ongoing/narco-terrorism_story052003.html
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Las características del tráfico de estupefacientes muestran un proceso altamente complejo y con gran cantidad de participantes. La distribución final, en la que participan las mafias de todo el mundo pero principalmente la siciliana, la calabresa, la norteamericana y las redes delictivas rusas, es la etapa que garantiza la realización final de la ganancia. Para llegar a ese final, sin embargo, se han atravesado etapas que comienzan en los países productores, donde los organizadores de los cultivos, manteniendo campesinos apenas en niveles superiores a los de subsistencia, se mimetizan con la realidad local con la complicidad de estructuras políticas rudimentarias a las que proveen de recursos no sólo para su enriquecimiento personal sino, en ocasiones, hasta para la realización de obras públicas o acción social. La comercialización internacional requiere la organización de otra red, en la que participan transportadores –en vuelos clandestinos, contrabando o a través de “mulas”- que la llevan hasta los centros de consumo, pasando por los países “distribuidores” –como México, Argentina y algunos países europeos-.96 En los último años se ha extendido el consumo hacia regiones que tradicionalmente eran centros distribuidores. La organización de esta distribución aprovecha la exclusión social y la falta de horizontes de grandes grupos de jóvenes a los que se ofrece un sentido de pertenencia – que la sociedad formal no les da- y la posibilidad de algún ingreso. Como contrapartida, suelen convertirse en adictos y protagonizar actos delictivos colaterales que amplían la inseguridad ciudadana. Todo el proceso se asienta en una violencia feroz, contracara de la corrupción. Los funcionarios –policiales, judiciales, políticos- son sometidos a la elección de integrar el circuito –con pingües beneficios- o combatirlo, con peligro de muerte para sus familias. A tal fin deben organizar un entorno institucional con gran cantidad de asociados, que garanticen la eficacia del sistema de “premios” y “castigos”. El componente central del tráfico de drogas –y, en general, de las demás actividades del delito global- es el blanqueo de dinero. A través de esta etapa, que requiere la participación de organizaciones que funcionan a la vez en los “dos mundos”, el legal y el ilegal, se transfiere el dinero de origen ilícito al circuito oficial. Las complicidades pueden llegar hasta niveles oficiales locales y aún nacionales, ya que los recursos obtenidos del blanqueo pueden dinamizar la economía de regiones atrasadas. Los fondos originados en esa corrupción, a su vez, también forman parte del circuito ya mencionado: el blanqueo, es decir, mecanismos que permitan convertir en riqueza “legal” lo que tuvo un origen delictivo o ilegal. 96
Castells, M., « La era de la información” V. 3 Fin de milenio. Alianza Editorial, 2000
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El escenario descrito no define otra cosa que inestabilidad creciente. Por supuesto que haciendo prospectiva hay quienes sostienen que en varias décadas la humanidad habrá encontrado su camino, con el diseño de una organización política universal que ponga en caja a los piratas, reconstruya el poder, consolide una forma superior de democracia y funcione de acuerdo a normas de alcance planetario97. En el horizonte que cubren estas reflexiones, sin embargo, no parece probable que esa utopía logre alcanzarse, mucho menos teniendo en cuenta que ni siquiera ha sido planteada en términos políticos, aunque sí académicos98. Vivir entre la violencia Mientras tanto, la violencia impregna a todas las sociedades. Las redes globales articulan el delito, pero necesitan “el minorista”. Ese minorista son las redes delictivas locales, compuestas por personas ubicadas en la “zona gris” que constituyen los escalones corruptos del poder estatal y delincuentes locales que organizan sus redes utilizando a personas –mayoritariamente jóvenes- sin esperanzas ni horizontes, a las que formar parte de un grupo en el que sienten que dan algún sentido a su vida es la única perspectiva de integrar su identidad. Así se forman los ejércitos privados, las “maras” de Centroamérica, o las brigadas de narcos en Brasil. Pero así también encuentran su lugar en el mundo los jóvenes marginales excluidos del mercado por la criminal desidia de los sistemas políticos incapaces de articular el cambio de paradigma económico con la inclusión social y que se convierten en la última “interfase” entre el delito global internacional y la sociedad formal, sea conformando las redes de distribución minorista de narcóticos, los ejecutores directos de los secuestros extorsivos, los realizadores finales de las productos de marca falsificados o los apropiadores y entregadores de niños o de mujeres. La violencia no funciona en forma desarticulada, ni sus causas son exclusivamente locales. Es imposible aislarse de la violencia con medidas puramente policiales, pero también es ingenuo pensar que sin medidas policiales articuladas en el mundo podrá combatírsela. Es una lucha global, que se instalará con cada vez más ímpetu, llegando a nuestras vidas y demandándonos la atención y la solidaridad con quienes se encuentran en la primera línea de combate, en el plano local, nacional e internacional. La realidad de un mundo cada vez más violento será una constante en los próximos años. Cada sociedad orientará su acción hacia la previsión de los riesgos presentes en el nuevo escenario en la medida de sus posibilidades, tomando en el plano de su territorio las medidas que estén a 97 98
Attali, J., op. cit. Held, David. “Democracy and Global Order”.
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su alcance según las formas de violencia que se hayan instalado y las afecte. Crecerá en el plano regional e internacional el reclamo por la conformación de un marco de convivencia con normas y poder para posibilitar la vida en común. Se instalará cada vez más en la agenda pública el debate sobre los límites a la privacidad, cuya reducción es consustancial con el incremento de la sociedad “panóptica”, en términos de Michel Foucault99, sólo que la demanda de seguridad no será sólo una necesidad de control político sobre los ciudadanos, sino un requerimiento de los propios ciudadanos ante la creciente sensación de inseguridad. Y paralelamente, se intensificará la cooperaración entre los “responsables” mediante esfuerzos internacionales colectivos destinados a asegurar la seguridad global en conjunto con otros países y organizaciones, formales o informales, que asuman la tarea de brindar este “bien público mundial”, sin dejar de trabajar por la paulatina involucración del mundo en la construcción de un orden planetario basado en la ley, el respeto a los derechos de las personas y la protección del ambiente.
99
Foucault, Michel, “Vigilar y castigar”, Siglo XXI, México, 1976.
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Capítulo 11 ¿Un nuevo siglo norteamericano? El siglo XIX pasó a la historia como “el siglo de Gran Bretaña”. El siglo XX, sin dudas, será visto dentro de décadas como “el siglo americano”. Fue la etapa del surgimiento de Estados Unidos hacia fuera de sus fronteras, de su participación como protagonista del escenario internacional, como gran triunfador de las dos guerras mundiales, como el triunfador de la Guerra Fría, como el diseñador del nuevo paradigma económico mundial, como la cuna de las grandes innovaciones científicas y técnicas que cambiarían la cara del planeta, desde la radio hasta la televisión, desde el teléfono hasta los satélites. ¿Será el siglo XXI nuevamente otro siglo norteamericano? De no ser así ¿de quién será? ¿o no será de ningún país en especial? Antes de seguir adelante con esta reflexión, quizás quepa recordar que el marco nacional es una categoría histórica reciente. En el pasado, dominaron su época ciudades-estado, imperios, regiones, monarquías, repúblicas aristocráticas, ciudades comerciales y Estados modernos. Aún hoy hay en Medio Oriente y en África zonas escasamente homologables como “estados modernos”, dominados por familias o clanes y sin embargo reconocidas por la comunidad internacional. De ninguna manera está escrito que esta última forma sea la definitiva, o que no pueda ser reemplazada por otro tipo de organización política, incluso de alcance planetario. No obstante, a los efectos de este trabajo, acotaremos el interrogante para hacer más viable su respuesta, extendiéndolo al primer cuarto de siglo XXI. Analizaremos prospectivamente las posibilidades de que Estados Unidos siga siendo la potencia hegemónica en términos económicos, políticos y militares y las posibilidades de deje de serlo, sea porque otro país tome su lugar, sea porque otra forma de organización política conduzca a una “alta gerencia” mundial de tipo cooperativo, entre algunos, muchos o todos los Estados actualmente existentes. Los ámbitos de predominio Para afirmar el actual predominio o hegemonía norteamericana en el planeta, es útil recordar la situación relativa de ese país con respecto al resto del mundo, para luego analizar las vinculaciones que tiene con sus aliados y la dinámica con sus eventuales rivales. Económicamente, el mundo tiene un producto bruto total de aproximadamente 48,5 trillones de dólares De esa cifra, más de un tercio (36 % - 13,5 trillones) es aportado por la economía de Estados Unidos. Sus 177
más inmediatos seguidores son Japón –con un producto bruto de aproximadamente 4,5 trillones de dólares- y Alemania, cuya producción alcanza a 3 trillones de dólares. China, el país de mayor crecimiento en términos de cuentas nacionales, alcanza a poco más veinte por ciento de la economía norteamericana: aproximadamente 2,65 trillones de dólares.100 La evolución de la economía de estos países proyectada hacia el futuro muestra una tendencia a la nivelación, con un crecimiento mayor en las economías de menor desarrollo relativo en términos “per capita”. Como se mostró en el Capítulo “China e India”, la tendencia de estos dos países, “vis a vis” con la economía norteamericana, tiende a acercarlas en su dimensión total, calculándose una confluencia para alrededor de mediados del siglo. Sin embargo, en términos de riqueza por habitante, el abismo se mantendrá por varias décadas, aunque algo menos si proyectamos las cuentas en términos de ingreso calculado ajustado por el poder de compra interno101. Este último método, sin embargo, no es totalmente adecuado para medir las paridades entre dos economías, en razón de que es difícil predecir la evolución de la inflación y la estructura de precios relativos con un horizonte temporal tan amplio. La economía de los Estados Unidos seguirá siendo la más amplia del mundo, por lo menos hasta mediados de siglo. También la más integrada, por lo que las cuentas que omitan la participación de sus empresas en las economías emergentes no refleja totalmente la realidad. Sin embargo, cada vez será “menos hegemónica”, aunque su rol de principal mercado mundial mantendrá un carácter decisivo en la marcha de la economía global. Para los próximos tres lustros, no existirán cambios decisivos en el peso específico relativo de los distintos espacios económicos, aunque la interacción recíproca será creciente y las decisiones que unos u otros tomen afectará en forma cada vez más lineal al resto. Militarmente, la situación es más terminante. El presupuesto de Defensa de Estados Unidos alcanza a 481,4 mil millones (o “billones” en la nomenclatura norteamericana) de dólares. A esa cifra deben adicionársele 93,4 mil millones (o billones) de dólares en 2007 y 141,7 mil millones (o 100
Las cifras expresan el producto medido en el método “ATLAS”, para el año 2006. Algunas fuentes usuales de información, como el BM, el World Fact de la CIA y algunos documentos del FMI expresan el PNB de los países expresados en “Purchase Parity Power”, es decir, paridad de poder de compra, medida que expresa mejor la situación de los ciudadanos en el orden interno de los países, pero no muestra la incidencia de las economías en su recíproca relación y en su porcentual de la economía global. De cualquier forma, vale en este caso lo expresado en el capítulo “India y China” sobre el relativo valor de aplicar las herramientas de análisis económico tradicionales basadas en las cuentas nacionales, a una economía crecientemente globalizada en sus flujos financieros, integración productiva y mercados de consumo. En este caso, el dato es utilizado sólo como un indicador de la importancia relativa de los países entre sí. 101 La diferencia está dada por la gran diferencia poblacional. El producto chino corresponde a una población que hoy se encuentra en aproximadamente 1.300 millones de habitantes, mientras que la población norteamericana no llega a los 300 millones. En otros términos, el PBI chino es el 20 % del norteamericano, pero el producto por habitante de Estados Unidos es más de treinta veces el chino.
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billones) destinados a reforzar la asistencia económica a la guerra de Irak. Para dimensionar adecuadamente esa cifra, es bueno compararla con el resto del mundo. El gasto norteamericano en Defensa equivale a la suma de los Veinticuatro países que le siguen en gasto militar –listado que incluye a todas las grandes potencias actuales y pasadas-. Si agregamos al gasto militar el monto asignado a Seguridad por la “Guerra contra el Terror”, que asciende a aproximadamente 200 mil millones (o billones) de dólares, la suma que destina Estados Unidos a esos conceptos es superior a la que todo el resto del mundo, en su conjunto, asigna a esos mismos fines.102 A pesar de ello, en relación a su producto bruto, el gasto militar norteamericano se encuentra lejos de sus récords históricos. Equivale actualmente al 4 % de su PBN, mientras durante la guerra de Vietnam alcanzó al 9,5 % de su PBN y durante la segunda guerra mundial al 14 %. Por el contrario, los países que podrían considerarse eventualmente “amenaza”, por sus dimensiones militares, con los Estados Unidos, tendrán dificultades crecientes en reducir esa brecha, fundamentalmente por su envejecimiento poblacional y la necesidad de destinar cuantiosas sumas de su PBI a responder a los requerimiento de su población pasiva. Para usar términos en boga, tanto China como India, por ejemplo, “serán viejos antes de ser ricos”, en razón de su evolución demográfica, que indica la reducción creciente de su población joven y el incremento de su población mayor a 65 años, agravado por el hecho de que la modernización irá haciendo crecer sus demandas, que no tienen sistemas previsionales elaborados con ahorros públicos trans-generacionales y que los ciudadanos mayores no tienen ahorros previstos para su retiro en forma particular –a diferencia de los trabajadores norteamericanos, que poseen en promedio, un ahorro de USD 100.000 al llegar a su edad de retiro-. El cambio tectónico que implicará la población envejecida en sus sociedades demandará recursos que les impedirá destinar a la modernización y equipamiento militar y si lo hace, generará tensiones internas insoportables para su estabilidad política103. Aún considerando el reforzamiento y equipamiento creciente de las fuerzas militares chinas, indias, o rusas, cualquier país del mundo sabe que un eventual enfrentamiento militar con Estados Unidos significa la destrucción de su capacidad militar, industrial, de infraestructura y territorial y un retraso en su crecimiento durante varias décadas, sin posibilidad alguna de un triunfo militar. Esa situación no cambiará en el horizonte temporal previsible.
102
Castro, Jorge. “El Instituto Independiente”. http://independent.typepad.com/elindependent/2007/02/eeuu_el_problem.html 103 Haas, M.L., “A Geriatric Peace? – The future of US Power in a world of aging populations”
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Ello no significa “invulnerabilidad”. Las características del desarrollo tecnológico han abierto la posibilidad de ataques terroristas y atentados que puedan afectar centros vitales de las finanzas, sembrar el terror o afectar la seguridad en escenarios puntuales norteamericanos. Sin embargo, lejos están estos eventuales episodios de significar más que molestias. No existe grupo terrorista en condiciones de tomar el poder o cambiar sustancialmente el rumbo de la economía de Estados Unidos, cuya dinámica escapa, incluso, al propio poder político de ese país. No se observan, por otra parte, incompatibilidades de intereses de una magnitud tal que puedan llevar a un enfrentamiento bélico entre naciones. Sin descartar completamente la posibilidad de guerras entre Estados –ya que el mundo conserva zonas de inestabilidad y posibilidades de actos irracionales aún en los poderes políticos- los problemas que enfrente el planeta en las próximas décadas no radicarán en antagonismos entre países, sino en temas que requieren la cooperación global para tener alguna chance de éxito: el cambio del paradigma energético –que demanda investigaciones científicas y técnicas destinadas a lograr la domesticación del proceso de fusión nuclear, la puesta a punto de la tecnología del hidrógeno y la difusión de tecnologías blandas –eólica, solar, geotérmica-; la cooperación para atenuar los efectos del cambio climático; la cooperación para frenar el desarrollo de las redes criminales y de nuevos piratas, que afectarán a todos por igual; el acuerdo destinado a contener y responder a los reclamos por la inequidad, que se darán principalmente en los grandes países en desarrollo (China, India, Brasil) como conflictos internos. En consecuencia, puede racionalmente preverse que no habrá interés en los países en desarrollo en cuestionar la supremacía norteamericana y que, más bien, puede ocurrir por el contrario que sean los propios ciudadanos norteamericanos los que decidan reducir los ingentes gastos destinados a la seguridad global y requieran una participación cooperativa mayor en el esfuerzo de mantener el orden global, habida cuenta que la seguridad global es un bien público colectivo y percibirán como injusto ser los únicos depositarios de esa tarea. ¿Cuál es la situación del plano científico técnico americano, en relación al resto del mundo y específicamente en relación a los dos colosos emergentes, China e India? En el capítulo “Desarrollo Científico Técnico” se realizó un análisis de las principales tecnologías y complejos tecnológicos que impregnarán el desarrollo económico en las próximas décadas. Adelantamos allí que la existencia de estas tecnologías no significaba ocultar que no todos los países llegarían al mismo tiempo al diseño, producción, comercialización e internalización de esas tecnologías.
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El desarrollo científico técnico tiene todas esas etapas y no necesariamente los países tendrán todas esas capacidades. Algunos pueden producir investigaciones de base, pero no tener capacidad para desarrollarlas tecnológicamente. Algunos pueden diseñar los desarrollos técnicos, pero no tener la habilidad o capacidad de producirlos para el mercado en forma exitosa y algunos pueden tener esta última capacidad y no tener las anteriores. Los complejos tecnológicos listados en el capítulo mencionado abarcan dieciséis grandes campos: 1. Energía solar barata. 2. Comunicaciones rurales inalámbricas. 3. Organismos y semillas genéticamente modificados. 4. Filtros y catalizadores de agua. 5. Alojamientos autosustentables. 6. Análisis biológicos rápidos. 7. Sistemas de fabricación “verdes” (no contaminantes) 8. Tarjetas y sistemas de ubicación global. 9. Vehículos híbridos. 10. Suministro dirigido de drogas médicas. 11.Mejoramiento de métodos de diagnóstico y cirugía. 12.Criptografía cuántica. 13.Acceso a información desde cualquier lugar. 14.Ingeniería de tejidos. 15.Redes de sensores de vigilancia. 16.Sistemas computacionales portables. El dominio de estas tecnologías no es uniforme. Algunos países están en condiciones de producir entre 14 y 16 de ellas. Otros, entre 12 y 14. Otros, unas pocas, o una sola de ellas. Estados Unidos encabeza el ranking, con capacidad para diseñar, producir, comercializar y consumir la totalidad de las dieciséis tecnologías. Muy pocos países además de algunos de la Unión Europea acompañan, en una dimensión cuantitativa inferior, esta capacidad: Japón, Canadá, Corea del Sur, Israel. La cantidad de trabajos médicos publicados en Estados Unidos es el 35 % de todos los publicados en el mundo, pero las citas de los trabajos efectuadas por otros –es decir, considerados como insumos de investigaciones posteriores- el 95 % corresponden a trabajos publicados en Estados Unidos. La cantidad de patentes inscriptas en los Estados Unidos es el 28 % de las inscriptas en el mundo, seguido por Japón, con el 21 %. En este aspecto es necesario destacar el notable crecimiento de patentes inscriptas por China, que ha pasado a ocupar el tercer lugar, aunque a una distancia aún muy grande de los dos primeros. Aunque haya sufrido en los últimos años una reducción por razones relacionadas con las dificultades de 181
migración debido a la paranoia antiterrorista, Estados Unidos es el país que recibe la mayor cantidad de estudiantes extranjeros para cursar en sus centros universitarios. La cantidad de fondos invertidos anualmente en Estados Unidos para Investigación y Desarrollo alcanza al 2,52 % de su Producto Nacional Bruto (que es, recordemos, el 36 % del PB mundial). El sistema científico técnico norteamericano cuenta con la mayor cantidad de científicos del mundo entero, alrededor de Novecientos mil. Seis de las diez más grandes empresas farmacéuticas y biotecnológicas son norteamericanas –las otras cuatro, europeas-. En el plano universitario, son norteamericanas las mejores veinte universidades del mundo –recién en el lugar 21 aparece una británica, Cambridge-, son norteamericanas cuarenta y tres entre las primeras cincuenta, y setenta entre las primeras cien. Entre las primeras cien Universidades no aparece ninguna de la República Popular China y sólo tres del Este Pacífico, la de Tokio, en el lugar 59, la Universidad Nacional Australiana, en el lugar 60 y la Universidad Nacional de Taiwán en el puesto 96. Del resto de las cien primeras del ranking, dieciséis son europeas, canadienses ocho y una latinoamericana, la Universidad Nacional Autónoma de México. China tiene una Universidad ranqueada entre las primeras 200 y cuatro entre las primeras quinientas, aunque su posición se eleva levemente si se considera incluidas las dos universidades de Hong Kong (tradicionalmente ranqueadas por separado), pasando de la posición 23 en el mundo, a la posición 8, detrás de Estados Unidos, Alemania, Canadá, Reino Unido, Holanda, Australia, Suecia y Suiza. La India no figura con universidades ranqueadas entre las primeras 200. Estados Unidos tiene liderazgo indiscutido en tecnología espacial, militar, médica, audiovisual, telecomunicaciones, biológica, genética, materiales, nanotecnología, aviónica y espacial. La diferencia es demasiado notable como para imaginar la reversión de su predominio en los próximos veinte años, sin perjuicio de insistir nuevamente en el valor relativo de la compartimentalización nacional para realizar comparaciones, ya que en el campo científico es el que más rápidamente se instaló la cooperación, y la articulacion de actividades realizadas en diferentes ubicaciones espaciales. En este sentido, debe destacarse el mencionado crecimiento de China, en cantidad de patentes, cantidad de egresados en estudios universitarios científicos y técnicos –aunque este dato debe matizarse con el hecho de su carencia de universidades de prestigio-, capacidad de mercadeo a escala mundial, desarrollo espacial y nuclear. Igualmente, de la India en el desarrollo de software, Brasil en tecnologías verdes, de protección ambiental y biotecnológicas, en un complejo entramado de trabajos conjuntos. 182
Políticamente el papel de Estados Unidos en el mundo es el campo que sin dudas genera más complejidad en el análisis. El unilateralismo desatado luego de los atentados del 11 de septiembre ha afectado fuertemente el prestigio norteamericano, ocultando aspectos positivos de su política en el conflicto palestino-israelí, Corea del Norte e iniciativas de mantenimiento de paz en diversos lugares del mundo. Tradicionalmente han existido dos grandes orientaciones de política exterior en USA: los idealistas, que consideran que los Estados Unidos deben incidir en la política de otros países a favor de la democracia104, sostienen la fe en que el poder de los Estados Unidos puede usarse con fines morales, son escépticos acerca de la capacidad de las instituciones y el derecho internacional para resolver problemas graves de seguridad y por último tienen la convicción de que los intentos de ingeniería social profunda en sociedades ajenas a menudo terminan en el fracaso y conducen a consecuencias inesperadas. Curiosamente, los idealistas han terminado expresándose a través del pensamiento neoconservador, una de cuyas vertientes intelectuales más sólidas, como lo analiza Fukuyama105 se encuentra en el grupo de origen trotzkista, ferviente anti-estalinista, surgido del CCNY (City College of New York) desde mediados de los años 30 hasta comienzos de los 40. La fuerte desconfianza de este grupo en la posibilidad de impulsar la ingeniería social desde el poder se origina en su desilusión con la experiencia stalinista del socialismo real y ha criticado al pensamiento progresista norteamericano por su tolerancia con la burocracia gobernante en el entonces bloque soviético. Tienen la convicción de que la democracia es un valor universal y que los Estados Unidos tienen la responsabilidad de impulsarla en el mundo, aunque su contradicción más notable es su creencia en que es posible provocar el cambio de “régimen” en de gobiernos totalitarios para instaurar la democracia, en la convicción de las sociedades democráticas encontrarán solas su camino de bienestar y libertad, lo que en cierto sentido choca con su ancestral recelo ante la viabilidad de los trabajos de “ingeniería social” heredado de su formación trotzkista y antiestalinista originaria. Las dos vertientes del pensamiento neoconservador han chocado al evaluar el unilateralismo norteamericano en la guerra de Irak. La otra posición ha sido la de los “realistas”, uno de cuyos grandes exponentes ha sido Henry Kissinger. Sus convicciones giran alrededor de la necesidad de respetar a los gobiernos de los países, sin intervenir en sus situaciones internas salvo que afecten a la seguridad de los Estados Unidos y sin que importe el origen o la práctica interna de esos gobiernos. La 104
Ferguson, Niall, “Coloso – Auge y decadencia del Imperio americano”, pág 401, Barcelona,
2005
105
Fukuyama, F., “América en la Encrucijada”, Ediciones B, Barcelona, 2007
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democracia no es exportable, según esta visión, y se debe actuar con el concepto de que los Estados defienden su poder y sus intereses, cualesquiera sean sus regímenes. El realismo, en palabras de Fukuyama106 “puede volverse en ocasiones relativista y agnóstico en lo tocante a los regímenes; los realistas, a grandes rasgos, no creen que la democracia liberal sea una forma de gobierno potencialmente universal, o que sus valores humanos sean potencialmente superiores a los de sociedades no democráticas. En realidad, tienden a desaconsejar el idealismo democrático militante107, que en su opinión puede ser una poderosa fuente de desestabilización. Tienen una fuerte desconfianza en el rol de las organizaciones internacionales y su capacidad de gerenciar conflictos – coincidiendo en esto con los neoconservadores- y prefieren la política bilateral o acotada a socios con quienes comparte objetivos y visiones. Entre estas dos concepciones ha girado la reflexión norteamericana sobre su rol en el mundo y de una mixtura permanente de estas dos grandes líneas de pensamiento han surgido las decisiones sobre su política exterior. Los neoconservadores se acercan al realismo cuando deben aceptar que el carácter de potencia hegemónica de Estados Unidos lo obliga a actuar porque tiene responsabilidades especiales en la órbita de la seguridad, verdad que fue tan cierta en el conflicto de los Balcanes como en la Segunda Guerra Mundial. Igualmente, cuando desconfían de las Naciones Unidas, aunque no de todos los organismos multilaterales108. El peso económico de la responsabilidad militar estadounidense como única potencia global en cuestiones de seguridad internacional, que los ha llevado a distraer fuerzas en zonas que no considera de su prioridad directa –por ejemplo, el mantenimiento de portaaviones disuasivos cerca del Estrecho de Taiwán, para ratificar su compromiso con la seguridad de la isla- le impide concentrar sus esfuerzos en lo que considera su prioridad esencial, que es asegurar las rutas de provisión de petróleo desde el Oriente Medio hasta su territorio109. La dinámica mundial y los conflictivos escenarios que se prevén para los próximos años han acentuado el de por sí denso debate académico y político norteamericano. La tendencia que se nota en la dirección de su reflexión es la de conformar un núcleo de líneas básicas bipartidarias con una política exterior coherente con los desafíos nacionales e internacionales de los Estados Unidos en los próximos años. Entre las líneas básicas que parecen generar coincidencias se notan:
106 107 108 109
Fukuyama, F., op. cit. Para la política exterior norteamericana, agregado del autor. Valoran la OTAN, y otros acuerdos regionales. Klare, M., “El dilema de la dependencia”
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1 El apoyo a la conformación de gobiernos democráticos en todo el mundo, sobre la base de tres características: origen democrático, responsable de sus actos y cuidadoso de los derechos de los ciudadanos. 2 Construir consensos con países amigos para apoyar la construcción de una democracia liberal mundial. Se menciona crecientemente la conformación de un “Consejo de Democracias”, sea adentro o sea al margen del funcionamiento de las Naciones Unidas. 3 La libertad y la ley debe contar con el respaldo de la fuerza legítima. Esta fuerza no puede depender sólo de Estados Unidos, sino de los países comprometidos con el orden global y la democracia. 4 Solución del conflicto Iraelí-palestino sobre la base de un marco de respeto a la ley y las libertades en los países de la región. 5 Profundizar la lucha contra las redes terroristas internacionales, evitando que puedan influir en la agenda de los Estados. 6 Reforzar la acción preventiva de la proliferación nuclear modificando el sistema a fin de posibilitar el uso pacífico, pero profundizando la prevención ante el comercio ilegal de armas nucleares y ante el posible colapso de Estados que detentan armas nucleares, como Pakistán y Corea del Norte. 7 Ayudar al desarrollo de China y a su rol de socio en el mantenimiento del orden y seguridad en el Asia-Pacífico. Participar en la conformación del espacio “Trans-Pacífico” que lo incluya, evitando un orden regional “Pan-Asiático”. 8 Prevenir el surgimiento de pandemias globales, incentivando la inversión en salud pública y reforzando la colaboración con los gobiernos extranjeros. 9 Trabajar fuertemente para la liberación de la dependencia energética, con medidas que reduzcan el consumo norteamericano en combustibles para transporte, aceleren la investigación sobre combustibles alternativos y colabore francamente en la nueva etapa del Protocolo de Kyoto, en pos de una “tercera vía” entre las posiciones actuales de Estados Unidos y los firmantes del protocolo. 10 Diseñar, construir y ejecutar una política de clara defensa de la infraestructura, norteamericana e internacional, que la aleje de la amenaza de ataques terroristas.110 ¿Será el siglo XXI, entonces, un nuevo siglo americano? La respuesta más verosímil hoy sería: puede ser, pero es improbable. Es indudable que las primeras décadas del siglo seguirán teniendo a Estados Unidos como el protagonista central. También es claro que otras 110
Princeton Project in National Security, “Forging a World of Liberty under Law"
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regiones –China, India y la región del Asia-Pacífico- irán avanzando en posiciones relativas en términos económicos y científico-técnicos. Entre estas nuevas regiones eventualmente podría contarse América del Sur, con el liderazgo de Brasil que se potenciaría si logra articular con la Argentina un bloque democrático homologable y una economía pujante. En las próximas décadas, las tensiones en algunas regiones del mundo seguirán obligando a mantener la luz amarilla. Dos áreas son singularmente sensibles. El Oriente Medio, porque en el período de agotamiento de las reservas petroleras y en su condición de último repositorio de hidrocarburos, sufrirá fuertes tensiones geopolíticas, agravadas por el retraso político de muchas de las sociedades de la región. Y las zonas vacías de control estatal, en Asia Central y África, porque pueden convertirse en centros articuladores del delito internacional. Ninguna de ambas tiene como exclusiva forma de procesarse una guerra entre Estados. Una situación que merece mencionarse como un peligro latente, por los protagonistas involucrados, es la situación de China-Taiwán. Ese conflicto, en el que confluyen viejos nacionalismos con la posibilidad de conflictos internos en China a raíz de los reclamos del sector de la sociedad alejado de los centros de desarrollo que, una vez desatados, incluyan elementos reivindicativos de tipo territorial por alguno de los sectores en conflicto, es quizás el más sensible desde la perspectiva de los viejos análisis geopolíticos de equilibrios de poder. Pero tal vez sea el único, en el que es imprescindible poner toda la atención para procesarlo adecuadamente. Lo que parece dibujarse hacia mediados del siglo XXI es una distribución de riqueza, poder y prestigio más equilibrada, en la que posiblemente los Estados Unidos sigan teniendo un rol destacado –quizás el primero entre pares-, en un esquema más cooperativo, en condiciones de dar los primeros pasos hacia la gestación de una administración planetaria en algunos aspectos que resulten centrales para la supervivencia y la seguridad, posiblemente el campo climático y de la lucha global contra la delincuencia. Hay dos campos en los que el predominio norteamericano seguirá siendo indiscutible, al menos en el primer cuarto de siglo XXI: el campo económico y el campo militar, englobado en el concepto de “hard power”. Hay otros dos, en los que el predominio inicial se irá compartiendo crecientemente con otras regiones: el campo político y el campo científicotécnico. En cuanto al “soft power” –capacidad diplomática, de cooperación, de ayuda al desarrollo de instituciones-, es claro el predominio europeo, aunque se nota una creciente toma de conciencia de la dirigencia norteamericana en la necesidad de reforzar su acción en este campo.
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Esta visión es coincidente con el pensamiento estratégico norteamericano111, británico112 y francés113 sobre las predicciones probables para las próximas décadas. Las perspectivas para mediados de siglo no parecieran dirigirse a conflictos entre naciones, al estilo de los conocidos por la humanidad en su historia. Aunque nunca pueden descartarse –porque el ser humano mantiene latentes sus impulsos destructivos desde el comienzo de su existencia sobre el planeta114-, las guerras posiblemente sean cosas del pasado, pero todavía existen regiones al margen de la normativa de los Estados y abiertas a la acción internacional, que puede ser unilateral o colectiva según se haya logrado o no configurar un mecanismo global de administración de conflictos. El siglo XXI tiene el futuro abierto. Aunque los riesgos existen y existirán acompañando el proceso de cambio acelerado, parece más probable que la centuria termine con la humanidad protagonizando un salto gigantesco, tal vez hacia la conquista del espacio exterior, posiblemente sin regiones con pobreza extrema porque África haya encontrado su camino luego de reducido el ritmo de crecimiento exponencial del Asia Pacífico y quede convertida en el último espacio en utilizar las “ventajas” de la pobreza para el último salto adelante del planeta. Será un siglo a cuyo fin es improbable que haya existido “un dueño”, sino más bien la mayoría de la humanidad se encuentre muy cerca de ser, por fin, dueña de su destino.
111
CNI, “Mapping the Future”, op. cit.; Princeton Project in National Security “Forging a World of Liberty under Law”; Freedman, T. Gossen, N. y Gerrish, E. “Policies for succeeding in the global era”. DCDC, Ministry of Defense of the United Kingdon, “The DCDC Global Strategic Trends Programme 2007-2036” 113 Attali, J. “Une breve histoire de l´Avenir », Paris, 2006 ; Vedrine, Huber « Rapport pour le Président de la Republique sur la France et la Globalization » 114 Delpech, Therèse, op. cit. 112
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Capítulo 12 Los “BRIC” con India y China al frente Un conjunto de cuatro países cuyas primeras letras forman el acrónimo –Brasil, Rusia, India, China-, al que pueden agregarse según el criterio de análisis utilizado México, Indonesia, Corea del Sur y hasta Sudáfrica, han ingresado en los análisis económicos al proponerse que en cuatro décadas, al promediar el siglo, si se proyectaran las actuales tendencias demográficas y productivas, superarían al conjunto de las actuales siete economías desarrolladas del G-7. Tienen en común su ritmo de desarrollo, su dimensión territorial, su población y su grado de influencia regional y, eventualmente, global. Entre ellos hay dos que conforman la “gran novedad” del cambio de siglo, por su exponencial crecimiento económico imbricado con el cambio de paradigma tecnológico y con la construcción del mundo globalizado: India y China. Como lo veremos, se trata de dos países que han crecido dentro del paradigma abierto y global, aprovechando inversiones y mercados de los países desarrollados y que, entre ambos, se acercan al cuarenta por ciento de la población del planeta. Nuevas potencias Los dos nuevos colosos de la economía internacional (India y China) son citados a menudo como los protagonistas centrales del cambio de paradigma económico global. Aún con sus particularidades, ambos han asentado su despegue en medidas parecidas, aunque con notas diferenciadoras que hablan, en un caso, de una progresión constante en el mejoramiento de su infraestructura y desarrollo tecnológico y el otro en un cambio político impensado decidido por un Partido Comunista cuya base ideológica estaba en las antípodas de las medidas tomadas. Sin embargo, en ambos casos hubo similitudes en la característica de las decisiones adoptadas en la década del 1980. Comenzaremos con la India. Independizada en 1947, su producto interno era equivalente a la mitad del Estado de Nueva York. En sesenta años, su producto supera los 900.000 millones de dólares y se encuentra entre las diez economías más grandes del mundo. El gran salto, sin embargo, se produjo a partir de la década de1980, con medidas liberalizadoras que comenzaron a desmantelar la excesiva presencia estatal en la economía, pero sin exageraciones que abrieran el peligro de un fuerte desnivel social. El Estado indio no se desentendió de la economía, sino que conservó un papel activo en el diseño de la 189
infraestructura, la promoción de la educación superior y la excelencia tecnológica y la activa política de inclusión de su economía en los flujos globales de inversión, comercio, finanzas y tecnología. La política dio sus frutos plenamente cuando se expandió el nuevo paradigma tecnológico y la globalización. De pronto, capacidades intangibles instaladas en la sociedad india desde la época de la colonización británica, como el dominio del inglés por amplios estratos medios de la población, unidos a la creciente cantidad de graduados universitarios en áreas de excelencia, convirtieron a la India en el lugar ideal para utilizar el mecanismo del “outsourcing” cuando la red de fibras ópticas y el desarrollo de la transmisión de datos se convirtió en un “commodity”. En la última década –durante el cambio de siglo- la India matuvo su crecimiento a una impresionante tasa sostenida y sostenible del diez por ciento anual. Numerosas empresas europeas y norteamericanas, deseosas de aprovechar las ventajas comparativas que implican salarios notablemente inferiores a los abonados en sus países de origen, comenzaron contratando servicios sin mucho alto valor agregado, tipo “call centers”, para pasar a conformar una verdadera corriente inversora y la instalación de plantas propias en la India. Un salario de mercado de un Ingeniero informático, que en Estados Unidos o Gran Bretaña alcanza los 75.000 dólares anuales, en la India ronda los 12.500. Un salario de un personal de menor calificación pero en condiciones de atender un call-center alcanza a 2500 dólares anuales, frente a los 25/30.000 dólares anuales que cuesta en los países desarrollados. El boom productivo y exportador no se hizo esperar. En 2006, nada más que el complejo informático indio exportó por valor de US$ 36.000 millones. Y el crecimiento inducido por la fuerte imbricación con la economía global repercutió en la formación de importantes holdings indios, entre los cuales algunos ya militan en el grupo de los más importantes del mundo, como los conglomerados “Tata” (250.000 empleados y 25.000 millones de dólares de facturación en 2005) e “Infosys” (30.000 millones de dólares de valor de mercado y 60.000 trabajadores en todo el mundo). La India se ha convertido, en el primer lustro del siglo XXI, en el principal productor e software y servicios tecnológicos, aunque esta situación fue el resultado de un proceso iniciado en la década de los años 90’s. Desde esa fecha, gran número de compañías de renombre confluyeron en la contratación de servicios y desarrollos informáticos indios, convirtiéndose en líderes de sus respectivos sectores debido al eficiente servicio recibido. Así ocurrió durante el período 1998-99, en que más de 200 empresas listadas en el “Fortune 1000” externalizaron sus necesidades de software agregando excelencia y reduciendo costos. Entre ellas se encontraron AT&T, Morgan Stanley, General Motors, Citibank, Motorola,
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Fujitsu, Coca Cola, IBM, Boeing, British Airways y Oracle. El proceso impulsó un crecimiento del sector del 53 % en el lustro115. La India se ha posicionado como “la reina del outsourcing”. Importantes empresas mundiales, como British Telecom, tienen firmados contratos para externalizar sus sistemas de atención. En el caso de BT, el contrato alcanza a 100 millones de Libras Esterlinas al año para atender cincuenta millones de llamadas anuales, que pasaron a atenderse desde Bombay o Bangalore. El crecimiento desatado por las medidas “globalizadoras” iniciadas en los 80 no se ha reducido al sector informático, aunque sea el más notable. Ha alcanzado a los sectores metalúrgico, automotriz, siderúrgico. Ello ha generado el desafío por las materias primas, lo que lleva a gobierno y capitales indios a buscar socios proveedores en diversos lugares del mundo en desarrollo. En América Latina, el comercio con India ascendió un 530 % (de 1000 a 5300 millones de dólares) en una década y según lo anuncian funcionarios indios116 es intención de la India duplicar ese comercio en un bienio para responder a la expectativa de crecimiento del 10 % anual que su país proyecta mantener en los próximos años. Las inversiones indias en América Latina proyectan incrementarse en un sesenta por ciento (de 3.000 a 5.000 millones de dólares), dirigidas principalmente a industrias extractivas (como el yacimiento El Mutún, en Bolivia) y automotriz.(en acuerdo con Fiat, para producir un automóvil de bajo costo, en la Argentina). La estrategia de crecimiento indio, sin embargo, pretende diferenciarse del protagonizado por China, su viejo rival geopolítico. Su objetivo es no concentrarse en manufacturas, sino el desarrollo de los servicios, a los que consideran la economía del futuro, tanto por la creciente sofistificación requerida para su competitividad como por su nivel de retribución y bajo poder contaminante. Ello no ha sido obstáculo para un creciente acercamiento y articulación de políticas de cara a un problema que sufrirán ambos gigantes en los próximos años: su asfixia energética. Pero pasemos ahora a su vecino, la economía “estrella” del sudeste asiático, la República Popular China. Hasta la década de 1970, China se encontraba entre las economías más pobres del planeta en términos de ingreso por habitante. Los desmanes de la “Gran Revolución Cultural Proletaria” del anciano presidente Mao habían desmantelado la estructura productiva del país. Millones de víctimas, intelectuales enviados al campo para su “readoctrinamiento”, persecución fanatizada de funcionarios opositores a la “banda de los 115 116
“Gobierno digital”, http://weblogs.cfired.org.ar/blog/archives/000333.php Kamal Nath, Ministro de Industria de la India
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cuatro” y hasta episodios de canibalismo117 fueron testimonios atroces de la regresión política y económica del país. A la muerte de Mao, el encarcelamiento de la “banda de los cuatro” y la toma del poder por Den Xiao Ping significó un giro revolucionario en la doctrina oficial del Partido Comunista. Comenzaron a abandonarse los dogmas sobre nacionalizaciones y colectivizaciones implantadas durante el período maoísta y en 1979 se aceleraron las reformas de tipo capitalista. El Estado seguía presentándose como el gran planificador –y de hecho, se trató de un capitalismo tutelado, pero que como contrapartida gozaba de una fuerza de trabajo fuertemente disciplinada- y comenzó el “milagro”. En el poco más de cuarto de siglo que llevan las reformas, el Producto Interno Bruto creció, en moneda estable, de 362,4 billones de Rmb en 1978, a 13,7 trillones de Rmb en el 2004. El ingreso por habitante, a su vez, creció de 379 Rmb en 1978, a 10,500 Rmb en 2004. Llevado a términos de comparación internacionales, el Producto Nacional Bruto de China alcanzó en 2006 a 2,65 trillones de dólares, mientras que el Ingreso por habitantes alcanzó a los USD 2010 (puesto 123 en el mundo) medido por el método ATLAS, y a USD 7740 (puesto 102 en el mundo) medido por el método “Purchase Parity Power”118 Las cifras cobran más significado comparadas con los veintiocho años anteriores, los que van desde 1950 hasta 1978. En ese período, el crecimiento total de China, en valores reales, mostró una multiplicación por 4,1. Desde 1978 hasta 2004, multiplicó su producto por doce, convirtiéndose en el único caso en el mundo de más de un cuarto de siglo creciendo a tasas oscilando en el diez por ciento anual. El crecimiento fue acompañado de un cambio estructural habitual en los países en desarrollo. Las actividades primarias pasaron de aportar el 28 % del Producto Bruto en 1978, a un 15 % en 2004. La industria ascendió un porcentaje más bien pequeño –del 48% en 1978, a 52 % en 2004-, pero las actividades terciarias, las que indican el verdadero performance de la modernización de la economía, pasaron del 24 % del Producto total en 1978, al 32 % en 2004. En el año 2005, la economía china superó en dimensión a la de Francia y a la del Reino Unido, convirtiéndose en la cuarta del mundo – luego de la de Estados Unidos, Japón y Alemania- y equivalente ya casi a un quinto de la economía norteamericana, cuya dimensión previsiblemente alcanzará en la cuarta década del siglo XXI. Aunque en términos de ingreso por habitante falta mucho por recorrer –debido a su población, superior a los 1.300 millones de personas-, 117
Delpech, Therèse, “El retorno de la barbarie en el siglo XXI”, Bs. As., 2007 Banco Mundial, “Data & Statistics”, http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/DATASTATISTICS/0,,contentMDK:20399244~menuP K:1504474~pagePK:64133150~piPK:64133175~theSitePK:239419,00.html 118
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China es un protagonista de la escena internacional que demanda ya materias primas, desde hidrocarburos y minerales diversos hasta alimentos, en una cantidad tal que cambia la estructura del comercio internacional impulsando la suba de costos en “commodities” que, como reflejo, la ha convertido en una de las locomotoras de la economía mundial, con fuertes efectos tanto en las economías desarrolladas como en las en desarrollo. ¿Qué medidas produjeron este impactante lanzamiento? En 1979, el Tercer Plenario del Undécimo Congreso del Partido Comunista de China decidió lo que serían las medidas más transformadoras en la historia de los partidos comunistas del mundo, que cambiaría la historia de su país y provocaría transformaciones importantes en la economía mundial: Los objetivos fueron seis: 1. Modernizar la Agricultura. 2. Modernizar la Industria. 3. Modernizar la Ciencia y Tecnología 4. Modernizar la Defensa 5. Dejar que actúen las fuerzas del libre mercado. 6. Aprovechar el capital, la tecnología y los mercados extranjeros para el desarrollo chino. El proceso no dejaría de estar controlado por el Partido Comunista, que –hasta la actualidad- conserva su rol directriz, aunque con cesiones crecientes de su capacidad excluyente en los niveles locales y municipales. ¿Cuáles fueron sus consecuencias en la economía y la política mundial? El crecimiento chino ha provocado una serie de consecuencias instaladas estructuralmente en el escenario internacional. La primera consecuencia es que el crecimiento demanda materias primas. Esa incorporación al mercado de “commodities” de un gran demandante, ha generado una suba estructural del precio del petróleo y los alimentos. En el primer caso, tratándose además de un bien en vías de agotamiento, incrementa la tensión geopolítica por la influencia en las zonas productoras, varias de ellas ubicadas en zonas geográficamente cercanas a China. En el caso de los alimentos, ha sido la causa del enorme crecimiento del precio de la soja, de singular interés para la Argentina, que la ha convertido en uno de sus productos “estrella” en la cuenta de exportaciones, pero también de los demás productos alimentarios, desplazados de las zonas de cultivo por el excelente precio de la soja y por lo tanto, también con precios en alza al disminuir su oferta relativa.
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La novedad de este fenómeno es la histórica reversión del proceso descripto por Prebisch como “deterioro de los términos del intercambio”, consistente en la reducción relativa de los precios de las “commodities” en relación con los precios industriales que sufrieron países exportadores de productos primarios durante varias décadas del siglo XX. Estas economías comenzaron a generar recursos externos que significaron a partir del año 2002 fuertes saldos favorables de su balanza comercial con el mundo. Primera consecuencia, entonces, del gran despertar chino: recursos para las economías en desarrollo, recreando para países exportadores de alimentos una oportunidad similar a la que experimentó la Argentina a fines del siglo XIX y comienzos del XX, en un proceso que muy probablemente se proyecte hacia los próximos quinquenios, hasta que se nivele el crecimiento luego de que la población china se haya incorporado ya en forma estable, como nueva clase media, al mercado mundial. Segunda consecuencia: la presión sobre el precio de los hidrocarburos. El precio del petróleo ha pasado de menos de veinte dólares el barril a acercarse cada vez más a los cien dólares. Como se analiza en el capítulo referido a las fuentes energéticas mundiales, se trata de un recurso energético que “fogoneó” la segunda revolución industrial y el gran auge del siglo XX, al que muchos califican como “la civilización del automóvil”. Sin petróleo, todo el siglo XX hubiera sido diferente, desde las guerras hasta el crecimiento y el propio perfil de la economía mundial. Pues bien: el petróleo comenzará su curva declinante en producción y deberá ser reemplazado. Pero mientras ello no ocurra, los países que comiencen su camino industrializador, lo necesitan. Es más: su reemplazo seguramente implicará cambios de paradigmas tecnológicos que al comienzo serán costosos y se incorporarán en los países desarrollados. Para la tecnología industrial existente, la fuente accesible y todavía barata son los hidrocarburos fósiles. En ese pelotón está China, que desde los años noventa ha ingresado al juego de los países con intereses estratégicos en el medio oriente, el África petrolera y la propia América Latina, incorporándose con prudencia pero claro interés entre los actores del negocio, lo que por sus características implica decir también en el juego geopolítico. Tercera consecuencia: la reinstalación de la cuestión nuclear. El cambio de paradigma energético llevará claramente a buscar formas de independizarse de los hidrocarburos fósiles. Varios países europeos han derogado la proscripción nuclear. Estados Unidos ha recomenzado a construir centrales. La propia China ha anunciado la construcción de Catorce centrales nucleares en los próximos quince años y Estados Unidos tiene en perspectiva –entre los proyectos autorizados y los que se encuentran en etapa de diseño- alrededor de Treinta nuevas centrales,
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algunas de las cuales estarán en funcionamiento a partir del 2010119. El tema no es menor: implica que el diseño de la “no proliferación”, armónico con la prédica “ambientalista” por las presuntas –e interesadas- “amenazas” que generarían las centrales atómicas por la gestión de los residuos y por la propia seguridad, es superado por los hechos. El efecto no deseado de este despertar nuclear, es el aflojamiento de los controles sobre la tecnología atómica, lo que, a la vez, impacta en la seguridad internacional. Cuarta consecuencia: los flujos económicos se van diseñando sobre otra matriz. La producción industrial china goza de condiciones altamente favorables, fundamentalmente por el ya mencionado disciplinamiento de su fuerza de trabajo. Éste es, quizás, el componente más incierto –de cara a los años que vienen- del milagro chino. La producción manufacturera tiene bajísimos costos laborales y se destina centralmente a la exportación a la economía mundial en general y a la norteamericana en especial. Este fenómeno, de cara a un mercado mundial ya maduro, con clases obreras incorporadas a los niveles de ingresos de las clases medias, con Estados de Bienestar sostenidos por impuestos que forman –de manera directa o indirecta- parte del precio de los productos industriales, otorga a los productos chinos un alto poder competitivo. Ello golpea de manera notable el equilibrio social de los países desarrollados, incrementando su desocupación y dando origen a fenómenos nuevos que son facilitados por el nuevo paradigma tecnológico mencionado en otro capítulo120. Queda planteado el interrogante sobre los niveles de tolerancia social frente a un sistema político rígido –y altamente corrupto-, a las inequidades internas cada vez más evidentes y sobre los enormes desequilibrios entre las zonas rurales e interiores y las prósperas zonas costeras, que algunos autores señalan como límites objetivos a las altas tasas de crecimiento basadas en la sobreexplotación de la fuerza de trabajo. Quinta consecuencia: los flujos financieros comienzan una transición aún no estudiada en profundidad entre la etapa de las “economías nacionales” y la de la “economía global”. La muestra de esta situación la encontramos en el círculo económico-financiero establecido entre lo que – en el viejo paradigma- podríamos denominar “la economía norteamericana” y “la economía china” y se expresa en el fuerte déficit presupuestario y comercial de Estados Unidos frente a China. En pocas palabras podríamos describir este proceso como un ciclo de siete pasos: 9. China produce y vende barato... 10....a los consumidores norteamericanos; 11.Ellos compran productos chinos y en consecuencia, envían sus dólares a la economía china... 119 120
Lake, James A. “El renacer de la energía nuclear”, en Journal USA Ver capítulo “Un mundo globalizado”.
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12....y al consumir más, pagan menos impuestos que los necesarios para su enorme gasto militar, gendarme del mundo 13.Para pagar esos gastos, el gobierno de Estados Unidos necesita endeudarse... 14....con China, que toma esos créditos voluntariamente.. 15....e invierte en esa compra su superávit comercial y presupuestario, generado por sus exportaciones baratas. El círculo queda establecido. El gran debate es si se trata de un círculo vicioso de la vieja economía, o un círculo virtuoso de la nueva. Quienes analizan la economía con las viejas normas del mundo dividido en Estados nacionales no pueden menos que preocuparse y con más razón si son norteamericanos. La imagen descrita muestra un país sin ahorro, que vive gastando más de lo que tiene y endeudándose en niveles sorprendentes con otro país al que, en algún momento, deberá abonarle lo adeudado. Las alertas se suceden una tras otra, pronosticando el fin inminente de esta situación, el corte abrupto o la depresión incontrolada. El círculo –dicen- es vicioso y desembocará inexorablemente en una gran crisis recesiva. Otros miran el escenario desde un punto de vista global y sostienen que, si alguien se endeuda en forma voluntaria, es porque alguien está tomando esos créditos y lo hace porque le conviene. La financiación indirecta del crecimiento chino que realizan los consumidores de Estados Unidos, en realidad está mostrando el flujo de una nueva economía que pasa por encima de los marcos nacionales y que, simplemente, responde en un nuevo nivel a las mismas reglas de la economía de todos los tiempos: las zonas retrasadas tienen en determinadas etapas ventajas competitivas que atraen inversiones deseosas de aprovecharlas y que estas etapas son transitorias porque llegará un momento en que los flujos volverán al equilibrio. La contabilidad que hay que realizar –sostienen- no es la de las cuentas nacionales norteamericanas o chinas, sino una especie de “cuentas mundiales” más apropiadas al mundo globalizado. De otra forma no se explicaría que tan descomunal déficit fiscal no afecte los precios al consumidor ni dispare la inflación, como correspondería a los cánones clásicos, o que ante cualquier conmoción financiera internacional los fondos corran a los bonos del tesoro americano como último espacio de refugio. Por el contrario –afirman- a los consumidores norteamericanos les conviene contar con productos industriales de uso final más baratos, desplazando su fuerza de trabajo hacia actividades más sofisticadas y disminuyendo la polución de su ambiente e –incluso- la angustia de la provisión energética.
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A los chinos, les conviene pagar ese precio coyuntural del deterioro ambiental, porque habilitan su propio desarrollo con el aporte de capitales y mercados que no tienen. Con su superávit, además, impulsan inversiones externas destinadas a romper cuellos de botellas energéticos o de materias primas que benefician a países en desarrollo121. Se trata –dicen- del mismo fenómeno de Europa occidental con Europa del Este, y el mismo de Estados Unidos con el recientemente industrializado México. Tanto a China, como a México, llegan además muchas industrias de capital norteamericano, así como a Europa del Este llegan industrias alemanas, francesas o españolas. No habrá crisis recesiva, sino crecimiento mundial. Si no fuera así, -sostienen- el gigantesco déficit fiscal norteamericano hubiera provocado una inflación incendiaria en Estados Unidos, como debiera ocurrir si el circulante fuera tan exageradamente superior al crecimiento de la economía. Si no ocurre, es porque el circulante norteamericano crece para nivelar la oferta de productos chinos. La economía funciona como un todo. El círculo – entones- es virtuoso.122 Estas dos visiones, que en la vida real son más matizadas que el esquema descrito, debe sin embargo asumir que el mundo ideal aún no existe. Todavía hay Estados Nacionales, juegos geopolíticos, terrorismo, estructuras militares, cuestiones extraeconómicas que alteran el “feliz curso” de las fuerzas económicas globales con “ruidos” tan molestos a la visión ideológicamente optimista del liberalismo extremo. Quizás lo más probable es que existan dos procesos “encimados”, con condimentos de ambos análisis, en plena transición. Las economías están relacionadas y el ajuste de la economía norteamericana puede darse, como lo ha hecho periódicamente cada quinquenio, pero posiblemente ese ajuste no necesite tener la dimensión que requeriría en el “viejo mundo” económico. Lo que está claro es que, sea uno u otro el criterio académico de análisis, lo que no puede obviarse es tomar nota de que tanto en la sociedad china –o india, o mexicana- como en las sociedades americana, europea occidental e incluso en otras sociedades de mediano desarrollo, se producirán fenómenos de cambio. Mayores migraciones, cambio en la conformación de las demandas de trabajo, desocupación de sectores de calificación baja y media –y en algunos casos, hasta de calificación media alta- así como problemas en la seguridad y en la inestabilidad económica causada por problemas globales, cuya responsabilidad recae y recaerá en los próximos años casi exclusivamente en la capacidad de los Estados para gestionarlos política, diplomática y socialmente; y en la capacidad 121
Estudio preparado por los economistas del Banco Mundial, Daniel Lederman, Marcelo Olarreaga y Guillermo Perry 122 Ferguson, Nioll. “Coloso – Auge y decadencia del Imperio americano”, Pág. 381; Barcelona, 2005
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norteamericana para hacer lo propio, en última instancia, militarmente, cuando los problemas adquieran esta dimensión. Este breve pantallazo de las dos economías de mayor crecimiento relativo en los últimos años no debe hacernos olvidar que ambas conforman el grupo de los “nuevos países en desarrollo” que algunos han denominado “los BRIC”, junto a Brasil, México y con algún matiz, Rusia. Entre ellos, existe uno limítrofe a la Argentina, cuya estrategia se ha mantenido durante varios lustros y ha pasado ya a formar parte del lote de países que aspiran a ingresar a la “alta gerencia mundial”. Aunque no me referiré específicamente a Brasil, suficientemente estudiado en los ambientes económicos y académicos argentinos, sólo cabe recordar que hace cincuenta años, la economía del Brasil era más reducida que la de la Argentina. Hace veinte, la Argentina cabía en el la economía del Estado de San Pablo y Brasil superaba a la Argentina en una proporción de dos a uno. Hoy, el Brasil es ya cuatro veces la economía argentina, con un PBI que supera el Billón de dólares. ¿Cuáles son las perspectivas para los próximos lustros? Las previsiones de evolución de las grandes economías emergentes han sido definidas, no sólo por sus propios protagonistas, sino por los centros de investigación y los estudios de prospectiva de los países desarrollados123. La economía china, que hoy tiene una dimensión equivalente a la de Gran Bretaña, superará a la alemana en el 2010, a la japonesa en el 2015 y a la norteamericana en el 2040. La india, hoy equivalente a la brasileña, superará a Italia en el 2015, a Francia en el 2020, a Alemania en el 2025 y a Japón entre el 2030 y el 2035124, como lo vemos en el siguiente cuadro. Cuándo China e India alcanzarán al PBN de los países hoy industrializados China
GB
Alemania
India
Japón Italia
2000
2005
2010
2015
USA Francia
Alemania
2020
2025
Japón 2030
2035
2040
2045
2050
Fuente: Goldman Sachs, Global Economic Paper, Octubre 2003
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Se menciona al comienzo del libro la convicción de que “el presente contiene todos los futuros posibles”. No hay predicción que sea segura. En 1992, un informe de Larry Summers, a la sazón economista del Banco Mundial, pronosticaba que en el año 2003 la economía china alcanzaría la dimensión de la norteamericana, y en el peor de los casos esa fecha podría demorarse hasta el 2014. Hoy, el cálculo es que esa fecha se traslada a luego del 2040. La sorprendente incorporación de productividad tecnológica de la década del 90 otorgó un dinamismo inesperado a la economía de Estados Unidos, convirtiendo la profecía de Summers en altamente errada. No sería aventurado decir ahora que los cálculos pueden cambiar, adelantando o postergando esa confluencia. 124 “Mapping the future”, Consejo Nacional de Inteligencia, fuente Goldman Sachs, 2003.
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En ambas economías, se incrementará sustancialmente la cantidad de personas que integrarán los sectores medios. Es previsible que para el año 2020, la población china que pueda considerarse de “clase media” alcance al 40 por ciento de sus habitantes, duplicando la cantidad actual. Ello implicará una fortísima presión sobre el mercado de alimentos y recursos naturales, pero abrirá también un mercado amplio para los servicios de quienes tengan acceso a ese mercado. Un tema que no puede dejar de mencionarse es el cambio demográfico, en especial el envejecimiento de la población. Debido a varias causas, entre las cuales deben mencionarse su muy baja tasa demográfica, el mejoramiento de su expectativa de vida, razones culturales ancestrales, reglamentaciones políticas –como la autorización de sólo un hijo por pareja-, la población china en edad de trabajar permanecerá prácticamente estancada durante la primer década del siglo, mientras que la población adulta ascenderá del 6,8 % en el año 2000, al 23,6 % en el año 2050. Se calcula que el “pico” de inversión en la relación “activos-pasivos” se producirá en el año 2015, fecha en el que el PBI chino previsiblemente se encuentre en alrededor de 2500 USD por habitante. En la India, la relación pasará del 4,9 % en el año 2000, al 14,8 % en el año 2050125. Este aspecto tendrá consecuencias en ambos países en la estabilidad interna, el ritmo de crecimiento y en la limitación del equipamiento militar, debido a la exigencia creciente de recursos para atender a la población adulta, tanto en pensiones como en salud y la reducción relativa de población activa. Ello no será obstáculo para el crecimiento previsto. Observamos en el siguiente gráfico la evolución prevista para ambas economías (China e India) proyectada hasta mediados de la centuria por un estudio independiente, producido por el “Development Concepts and Doctrine Center”, organismo de la Dirección General del Ministerio de Defensa del Reino Unido. En esta presentación podemos observar que la evolución de las potencias emergentes sólo es acompañada levemente por la perspectiva de crecimiento de la potencia desarrollada impulsora de la globalización, los Estados Unidos de América. Los otros países desarrollados con economías más fuertes –Japón y Alemania- muestran una tendencia claramente amesetada.
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Haas, M., “A Geriatric Peace? – The future of US power in a world of aging populations”.
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Evolución comparada prevista de las economías de China, Estados Unidos, India, Japón y Alemania entre el 2000 y el 2050
Fuente: The DCDC Global Strategic Trends Programme 2007´-2036, UK Ministry of Defense
En lo que respecta a la Argentina, al igual que otros países de desarrollo intermedio, la principal consecuencia del crecimiento indio, chino, brasileño o mexicano es el desafío a la inteligencia estratégica de sus usinas de pensamiento. Las grandes líneas para la economía mundial que están y quedarán trazadas en los próximos lustros, al margen de las decisiones o preferencias del país están claras: crecimiento estructural de la demanda de alimentos y derivados, fuerte competencia industrial en productos de consumo masivo y salario-intensivos, tensión creciente en la provisión de hidrocarburos, globalización de los flujos financieros, internacionalización incremental del capital y de las cadenas productivas, profundización y extensión de la revolución científico–técnica hacia la vida cotidiana. Especialmente, en el caso de Argentina, la integración con el mercado brasileño será un dato que exigirá líneas de acción claras y permanentes, para potenciar adecuadamente su efecto en la demanda. Sobre estas tendencias debe diseñarse la estrategia del país126, que puede sintetizarse, como se ve en la tercera parte de este libro, en dos consignas: aprovechar la globalización, evitando sus peligros.
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Es oportuno destacar que en la “prehistoria” del Mercosur, consistente en los acuerdos de integración argentino-brasileños (a los que luego se incorporó Uruguay) firmados por el ex presidente Alfonsín, se preveía que si alguno de los países resultara con saldos comerciales positivos recurrentes, debía profundizar las preferencias comerciales otorgadas a su socio, de modo que se produjere un nuevo equilibrio en las cuentas, pero siempre creciendo. Los documentos del Mercosur abandonaron esta cláusula, dando origen a los conflictos comerciales que han signado al grupo regional impidiendo su profundización y generando crisis recurrentes.
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Capítulo 13 El Asia Central y el Oriente Medio: un “puzzle”multidimensional “Ha vuelto el Gran Juego...” H. Kissinger127 La segunda mitad del siglo XIX fue el tiempo de la confrontación geopolítica entre Gran Bretaña y la Rusia de los Zares por la influencia política sobre el Asia Central, desde el Cáucaso hasta Mongolia. Ese inmenso territorio, que los rusos denominaban genéricamente “tartaria”, era ocupado por diferentes pueblos de origen turco, primos hermanos de los ocupantes de la península de Anatolia luego de la derrota del Imperio Bizantino, en 1453. Los turcos “selyúcidas”, por su parte, a partir de la declinación del Islam alrededor del año 1000, fueron ocupando el territorio del antiguo Bizancio, hasta su derrota final. Sin embargo, sus sucesores no dejaron de lado el rol articulador de la Europa cristiana ortodoxa con el Asia profunda, antiguo camino de la seda que, a través de viejas civilizaciones como la que floreció en la ciudad de Palmira, o menos viejas como Samarcanda –otrora capital del imperio del temible Tamerlán-, posibilitaban el paso de las caravanas que unían Europa con el lejano oriente. Esos turcos abrazaron el Islam a medida que se asentaban en los territorios que conquistaban a los árabes, pero su forma de practicarlo no arrasó con la tradición cristiana bizantina. No solo toleraron, sino que convivieron con judíos y cristianos. Su forma de ejercicio de poder siguió pareciéndose más a los Emperadores bizantinos que a la de sus primos hermanos de los “kanatos” de Asia central. El Islam, sin embargo, daba un barniz de unificación al inmenso territorio que se extendió desde el Cercano Oriente hasta la India en el sur y los desiertos de China en el Este. Esos pueblos fueron integrados a la Rusia Zarista en épocas modernas, siguieron sus altibajos geopolíticos, formaron parte de la Unión Soviética y luego de su implosión recuperaron su vieja autonomía. Son las nuevas Repúblicas de Azerbaiyán, Kazajistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Kirguistán o Kirzigistán y Tajakistán. De ellas, son de etnia turca las cinco primeras y de etnia persa la última. Esta pequeña introducción apunta a encuadrar la observación sobre el Cercano Oriente y Asia Central a través de una de sus dimensiones, la ancestral de las etnias en conflicto y sus viejas alianzas, odios y simpatías. Es por la dimensión por la que comenzaremos el análisis. 127
Henry Kissinger, durante un encuentro del US-India Business Council: «el gran juego está empezando de nuevo. Sería una ironía que la dirección de los oleoductos y su emplazamiento se convierta en el equivalente moderno de las disputas coloniales del siglo XIX».
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Las antiguas afinidades Irán es identificado normalmente con el viejo Imperio Persa. Una parte importante de su población así lo reivindica, más que expresando la imagen nacional con un “mapa” –al estilo de las repúblicas americanas diseñadas sobre las convicciones de la modernidad-, haciéndolo por el origen de los pueblos que hablan las diferentes formas y dialectos de lengua madre. Los pueblos persas han tenido y tienen sus históricos rivales: los turcos. Ese conflicto, aunque ocultado por el barniz de la religión musulmana que ambos practican, tiene una potencia tan salvaje como hace centurias. El Cáucaso es uno de los escenarios y Asia Central es el otro.
Cáucaso
Asia Central
En el Cáucaso, son turcos los pobladores de Azerbaiyán, país situado al Este de Armenia, normalmente conocidos como “azeríes”. Profesan la fe musulmana, en su versión suní. Y son turcos los pobladores del norte de Irán, sobre el Mar Caspio, lindando con Azerbaiyán, que también son sunníes, aunque en su versión sufita. Turquía, luego de la implosión del imperio otomano y la reconstrucción que dirigió Ataturk de una República laica moderna y debido entre otras cosas a la fuerte influencia soviética en la región, dirigió su esfuerzo internacional al acercamiento a occidente. Su proyecto modernizador buscaba más bien tomar distancia del mundo religioso musulmán y en consecuencia, su mirada estaba dirigida hacia el Oeste. Turquía siguió siempre considerándose, sin embargo, la “llave” natural entre el Mediterráneo y el Mar Negro, entre el mundo cristiano occidental y el Asia Central. Ante la implosión soviética recomenzó su adormecida estrategia “pan-turca”, intentando extender su influencia hacia 202
las nuevas repúblicas del viejo Turquestán, situadas una –Azerbaiyán- al norte de Irán, en el Cáucaso y las otras hacia el Este, unas sobre las llanuras rusas y otras lindando con el desierto chino –Uzbequistán, Turkmenistán, Kazajistán y la más alejada KirzijistánPero al Este de Turquía, entre ésta y Azerbaiyán, está Armenia, país devastado en los albores de la Turquía moderna por el primer genocidio que sufriera un pueblo en la edad contemporánea, cometido por Turquía con la ayuda de los kurdos (con quienes hoy rivaliza), pueblo que ocupa la zona nor-oriental de Turquía, la zona Norte de Irak y regiones occidentales de Irán. Armenia, por su rivalidad con Turquía, es naturalmente simpatizante de Irán, conformando un bloque de amistad con Grecia, Georgia y Serbia, los viejos pueblos cristianos ortodoxos. En todo caso, la complicación para Irán en este área se agudiza por el fuerte enfrentamiento de Rusia con Georgia y Chechenia, que deja planteado otro dilema de alineamiento externo –ya que Irán pretende y necesita estrechar relaciones con Rusia, aliada en su juego internacional de cara a Occidente-. Turquía es, por su parte, el país musulmán más amigo de Israel. Esto –entre otras cosas- ha llevado a Irán a hacer una causa común con la reivindicación palestina, al punto de aparecer en el escenario geopolítico como el país musulmán más alejado de los judíos, contra el mandato de su ancestral amistad con el pueblo hebreo que se remonta a la época de Ciro el Grande. Irán se ha lanzado a la recuperación de su antiguo predominio geopolítico, lo que le presenta en el mundo de hoy la necesidad de administrar sus afinidades cruzadas. Respalda a los turcos azeríes en su conflicto con Armenia, pero recela de su potencialidad petrolera que puede arrastrarle sus propios azeríes iraníes –sunitas-, poco afectos al predominio shiíta en la política iraní. Y tampoco desea alejarse de Armenia, su aliado natural en su rivalidad con Turquía, con cuya intransigencia cuenta para impedir que Turquía lleve adelante su iniciativa de atravesar el Cáucaso con su oleoducto horizontal, desde Azerbaiyán hasta sus puertos mediterráneos. Y a raíz de esa rivalidad, respalda también a la república persa de Tajikistán –persa musulmana chiíta-, en su disputa con el entorno turco de las demás repúblicas de Asia Central, de etnia turca y religión musulmana sunní. Por último, entre los grandes temas –porque además de los enumerados, hay un sinnúmero de “pequeños asuntos” que, sin embargo, son los más importantes del mundo para sus interesados- está el del pueblo kurdo, distribuido en tres países –Irak, Turquía e Irán- que reclaman su autonomía, para lo cual requieren la secesión del territorio en el que viven de la soberanía de sus tres anfitriones, lo que –por supuesto- es rechazado por ellos de manera terminante. 203
Los grandes contendientes de la región, sin embargo y como lo da a entender la cita de Kissinger que se menciona al inicio del capítulo, no son los únicos. Estados Unidos, China y Rusia juegan hoy su influencia en los gobiernos locales como en el siglo XIX lo hacía la Rusia Zarista y el Imperio Británico. Inciden en la dinámica política interna de cada país del gran “cinturón” de Asia Central que provee petróleo, pero también puede ajustar a Rusia y presionar a China. Esta dimensión está dominada por ahora, por la rivalidad entre Irán y Turquía y su resultado está abierto. ¿Logrará Irán concretar su proyecto de una vinculación norte-sur, desde los yacimientos petroleros de Uzbekistán en el Mar Caspio, hacia el Golfo Pérsico, atravesando su territorio? ¿Logrará Turquía concretar antes el suyo, de una vinculación EsteOeste, desde Azerbaiyán hasta el Mediterráneo, atravesando su propio territorio pero también el de su enemigo histórico, Armenia, que se encuentra en el camino? ¿Logrará Azerbaiyán desarrollar sus yacimientos, para lo cual requiere el consenso de su viejo rival, Armenia, para el tendido del ducto hacia el Mediterráneo? ¿Cómo reaccionarán frente a este impulso de prosperidad los turcos-azeríes del norte de Irán? ¿Cederán a la atracción de sus hermanos, agregando una nueva tensión geopolítica a la región? ¿Lograrán los kurdos conseguir su independencia? ¿Logrará Irán avanzar en la conformación de un “espacio persa”, que incluya a las etnias de su origen, de las que se siente líder natural? ¿Logrará Turquía conformar el espacio “pan-turco” tras su liderazgo, ocupando el corazón de Asia Central, desde Mongolia hasta al Mediterráneo? El desafío entre ambos está planteado. A pesar de que la verborragia combativa de Irán y su decisión armamentista están dirigidas contra Israel, unos y otros saben que el verdadero objetivo estratégico está mucho más cerca y es su vecina Turquía, con quien comparte –una vez más- el “barniz” religioso, pero que siente como su auténtico rival. En esta dinámica, la bandera anti-israelí tiene demasiada importancia propagandística y catalizadora de la voluntad musulmana como para no aprovecharla para conseguir la simpatía del mundo árabe y descolocar a su vecino. Turquía, por su parte, es consciente de su trascendencia para Occidente, como el país moderado del Islam que puede traer tras su visión musulmana-laica a todos sus primos del centro de Asia, pobres pero con un rico subsuelo. Esa es su fuerza y su valor ante el mundo desarrollado. Su vocación es laica, pero la influencia de su identidad musulmana es un valor político de demasiada potencia estratégica como para no defenderlo.
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Y la Unión Europea –tradición cristiana, recelo por la migración musulmana que altera su convivencia, viejo baluarte de la Ilustración- debe decidir entre la doble tensión de responder a sus simpatías con Grecia, Georgia, Armenia y –eventualmente- sus aliados iraníes, bloqueando el ingreso de Turquía a su espacio, o de apoyar esa inclusión aún sabiendo que con ese hecho incrementa la tensión con Irán y alimenta aún más su disposición a avanzar en su desarrollo nuclear ante el salto cualitativo que daría su vecino-rival si logra incorporarse al espacio político y económico europeo. El gran juego está nuevamente en marcha. El conflicto demográfica
palestino-israelí:
la
dimensión
simbólica
y
El mundo musulmán, que congrega varias etnias de origen –las más numerosas son árabes, persas y turcos- ocupa un territorio gigantesco. Nada más que la Península Arábiga es de dimensiones comparables con Europa. Agregar a esta dimensión el Magreb -región con la que se conoce a Marruecos, Mauritania, Argel y Libia-; Egipto, Jordania, Palestina, el Líbano, los países del Golfo, Somalia, Etiopía, Ghana, Sudán, Nigeria, Yemen, Kosovo, Bosnia, Turquía, el Asia Central, Irán y el mundo persa, a más de Pakistán, Afganistán, Indonesia, Malasia, Bangladesh y comunidades numerosas en China, Rusia, Europa, Estados Unidos y muchos otros países del mundo, suma más de dos mil millones de personas. En muchas zonas, se trata de territorios vacíos, por lo inhóspitos. Así ocurre con el desierto del Sinaí, el interior de la Península Arábiga, las estepas centrales de África, Mongolia y el desierto compartido con China. Pero en algunas regiones, cercanas a Europa geográfica, histórica y culturalmente, la situación es diferente. Esa es, precisamente, la situación de Palestina, escenario del conflicto palestino-israelí, con un pasado de luchas por el pequeño territorio ubicado entre el Jordán y el Mediterráneo y entre el Líbano y Egipto que no termina de saldarse. Palestina formaba parte del Imperio Otomano y en 1917 fue conquistada por el Ejército Británico. Los británicos habían prometido a los árabes la totalidad del territorio y a los israelíes la conformación de un “Hogar Nacional Judío”. También le habían prometido el país a los hachemitas. La Sociedad de las Naciones entregó a Gran Bretaña, en 1922, la administración de este territorio que incluía los actuales Israel, Siria, Cisjordania, la Franja de Gaza, parte de los Altos del Golán y el actual Reino de Jordania. La población de este territorio era de aproximadamente 750.000 personas, de los cuales la mayoría eran árabes incluyendo 205
aproximadamente 100.000 beduinos nómades, alrededor de un 10 % eran judíos ashkenazis y el resto multiétnico: drusos, sirios, sudaneses, caucásicos, egipcios y griegos. No es tema de este libro analizar el denso entrecruzamiento de intereses y actitudes de diferentes liderazgos y sectores árabes y judíos entre el momento de la entrega del protectorado a Gran Bretaña y su retiro. Cabe destacar, sin embargo, que al momento de producirse ese retiro la población total superaba cantidad de 1.760.000 personas, de las cuales el 60 % eran árabes, el 31 % judíos, el 8 % cristianos y el 1 % restante, de diversos nacionalidades y religiones. La demarcación entre los territorios que dispuso las Naciones Unidas para la conformación de dos Estados separados –uno palestino y otro judíonunca se realizó, porque el mundo árabe nunca aceptó la existencia de Israel sino que se unió para guerrear permanentemente contra el Estado judío. Israel, por su parte, terminada la ocupación británica y en el instante en que se retiraron las tropas coloniales, declaró la formación de su Estado y comenzó a organizar su andamiaje político y legal. Al día siguiente de su formación, fue invadida por un ejército conjunto de cinco países árabes (Transjordania, Siria, Egipto, Líbano e Irak) comenzando una guerra que terminó con el triunfo del joven Estado y su reconocimiento por Egipto y Jordania, acuerdo que de hecho que le garantizó su existencia. El conflicto quedó sin embargo planteado en forma permanente con la expulsión de miles de árabes que quedaron en el territorio del nuevo Estado, correspondida con la expulsión de un número similar de judíos que quedaron en territorios árabes, fundamentalmente en Jerusalén Este. La diferencia de actitud entre ambas poblaciones dejó planteado el problema que aún hoy sigue sin resolverse. Los árabes consideraron que sus hogares debían serle devueltos y se radicaron en campamentos ubicados en Líbano y otros países árabes. Transjordania, hoy Jordania, ocupó una parte del territorio que correspondía al frustrado Estado Palestino (hoy, Cisjordania) y Jerusalén Este. Egipto ocupó la Franja de Gaza. En las zonas israelíes, quedaron aproximadamente 100.000 árabes a los que se les reconocieron sus derechos de ciudadanía. Y los judíos desalojados de las zonas árabes (alrededor de 600.000, cantidad similar a la de los árabes desplazados) se dispersaron, algunos emigrando a Estados Unidos y la mayoría trasladándose a su nuevo Estado, donde permanecieron definitivamente. Los árabes fueron reconocidos en carácter de “refugiados” en 1948 por las Naciones Unidas, creándose una Comisión –la “Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos”- con la esperanza de su retorno. Los países árabes en los que se encontraban, debido a esta condición no les otorgaron derechos de ciudadanía, por lo que se 206
encontraron en la condición de parias, en situación de desarraigo y precarización. Las guerras de los países árabes con el Estado de Israel fueron varias. La primera duró aproximadamente dos años (1948-1950), interrumpida por treguas logradas por gestiones de las Naciones Unidas. Terminó con la ampliación del territorio israelí en un 26 % con respecto a su territorio originario, la ocupación de Judea y Samaria –conocida como Cisjordaniapor parte de Transjordania y la ocupación de la Franja de Gaza por Egipto. La segunda, llamada “Guerra de Suez” (1956), terminó con el reconocimiento de la nacionalización del Canal de Suez por Egipto, con el malestar de Gran Bretaña y Francia, que habían formalizado su alianza con Israel y triunfado en la guerra. Sin embargo, fueron obligados a ceder los territorios conquistados en batalla por presión de Estados Unidos. Esta ocupación permitió a Nasser recuperar el orgullo nacional, refundar el nacionalismo egipcio y afianzar su liderazgo. Las Naciones Unidas desplegaron “Cascos Azules” entre Egipto e Israel. Nasser presentó el resultado como un triunfo político. La tercera, recordada como la “Guerra de los Seis Días” (1967), se desencadenó por el bloqueo que realizó Egipto de la salida de buques israelíes al Mar Rojo, ocupando islas del Golfo de Aqaba. Egipto, Siria e Irak firmaron un pacto de defensa mutua. Israel consideró la ocupación y el bloqueo como un “casus belli” y luego de requerir el desbloqueo del golfo, sin éxito, bombardeó a la aviación egipcia. Así comenzó la guerra, que duró seis días y terminó con la ocupación por Israel de la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, los Altos del Golán y toda la península de Sinaí. Aquí se produjo una nueva oleada de refugiados palestinos de alrededor de 300.000 personas, de las que un tercio eran refugiados por segunda vez, que se radicaron en Líbano, Jordania, Siria y estados del Golfo. La cuarta, conocida como “Guerra de Yon Kippur”, enfrentó a Israel con Egipto y Siria, en 1973. Se inició cuando, aprovechando la desmovilización producida en los “días sagrados”, Egipto y Siria invaden Israel en octubre. Egipto cruza el Canal de Suez, toma una franja de Sinaí y refuerza sus posiciones, mientras el ejército Sirio avanza hacia las Alturas del Golán, produciéndose numerosas bajas judías. Israel reorganiza sus tropas y retoma la ofensiva, desplazando a Egipto hacia la otra margen del canal, cuyas ambas márgenes ocupa. Asimismo, detiene la ofensiva Siria y pasa al ataque amenazando la propia capital –Damasco-. Ante esta situación, los atacantes logran producir un embargo de petróleo del mundo árabe hacia los países occidentales, que presionan a través de la ONU para un cese del fuego, el que se logra retirándose Israel de las zonas ocupadas, hasta sus límites previos a la guerra. A partir de ese momento, Egipto 207
comienza un acercamiento al mundo occidental que facilitará los Acuerdos de Camp David, mientras Siria produce su alineamiento definitivo con el bloque soviético. La Guerra del Líbano se produce cuando los palestinos exilados en Jordania, en 1970 son expulsados de ese país y se radican en campamentos situados en el Líbano, desde donde comienzan a hostigar permanentemente el Sur de Israel con ataques de morteros, incursiones y atentados. En marzo de 1978, a raíz de un atentado que cuesta la vida a 35 civiles israelíes en un autobús, Menahen Begin ordena al Ejército la realización de una incursión en el Líbano en una extensión de 1000 kilómetros cuadrados, la expulsión de los fedayines y la conformación de una zona de seguridad de 10 kilómetros de ancho y población cristiana maronita, custodiados por el “Ejército del Sur del Líbano”. La zona quedó convertida en teatro permanente de combates y el asesinato del Embajador israelí en Londres, en 1982, da motivos a Israel para una ofensiva total, invadiendo el Líbano, que es defendido por Siria. En la confrontación armada, predomina claramente Israel hasta que es forzado un cese de fuego impuesto por Estados Unidos y la Unión Soviética. En 1983, Israel y el Líbano alcanzan un acuerdo de retirado de tropas, que sin embargo, en 1984, sin ser ratificado, es denunciado por el Líbano. Israel retira igualmente a partir de 1985 su presencia militar, en forma programada y gradual, retiro que se culmina en el año 2000. Una nueva confrontación se produce en 2006, esta vez con la milicia Hezbollah, que recibió el apoyo de Siria e Irán para atacar a Israel con morteros y cohetes. Israel realizó una incursión que se convirtió en una guerra abierta para neutralizar estos ataques, que terminó por mediación internacional pero sin lograr la derrota de Hezbollah, lo que incrementó su prestigio en el mundo árabe. En las elecciones realizadas en Palestina en 2005, triunfó la fracción más radicalizada (Hamás), provocando un mayor aislamiento internacional de la región. En Junio de 2007 se produce el desconocimiento del gobierno de Hamás por Al Fatah, el presidente constituye la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania e inicia conversaciones con el primer ministro de Israel que permitieron abrir un espacio de dialogo, de resultado incierto. A diferencia de la zona de Asia Central y del Golfo Pérsico, en la región no hay petróleo, pero hay mucha población en poco territorio. Israel tiene una superficie de 22.145 km2 y 7.100.000 habitantes, con una densidad de 325 habitantes por kilómetro cuadrado, pero Gaza, la región de Palestina en la que el grupo Hamás conserva su hegemonía política, tiene 1.226.000 habitantes en 360 kilómetros cuadrados, con una densidad de 3600 habitantes por kilómetro cuadrado (una de las más altas del mundo), altísimo nivel de necesidades básicas insatisfechas, aislada internacionalmente y hacinados en un territorio que, por su falta de 208
horizontes, se ha convertido en un manantial de militantes fundamentalistas. En Cisjordania, por su parte, en una superficie de aproximadamente 6.200 kms. Cuadrados viven 2.100.000 personas, de las cuales 400.000 son colonos israelíes y 350.000 viven en Jerusalén Oriental. En Cisjordania, por su parte, en una superficie de aproximadamente 6.200 kms. Cuadrados viven 2.100.000 personas, de las cuales 400.000 son colonos israelíes y 350.000 viven en Jerusalén Oriental. Sin embargo, la totalidad de los territorios correspondientes a la jurisdicción de la Autoridad Palestina se encuentra ocupado por Israel, cuyos sectores más belicosos han impulsado la instalación de numerosos asentamientos o “colonias” que ocupan gran parte del territorio palestino, unidos por autopistas para uso exclusivo de los colonos dirigidas a Jerusalen, y un trato hacia los palestinos que cae bajo los tradicionales comportamientos de un “ejército de ocupación”128. Al promediar la primer década del siglo Israel decidió la construcción de un muro defensivo que, sin embargo, avanzó sobre territorio palestino y atravesó incluso poblaciones que quedaron aisladas de su entorno productivo, convertidas en verdaderos ghettos. El muro ha sido fuertemente criticado, incluso por gran parte de la opinión pública israelita, y ha merecido una sanción condenatoria por parte del Tribunal Internacional de Justicia de las Naciones Unidas129. Los grandes interrogantes están abiertos: ¿Lograrán los liderazgos israelí y palestino encontrar caminos de confluencia? ¿Conseguirá Estados Unidos contener a ambos países en ese esfuerzo de paz, como lo logró en los Acuerdos de Camp David, a fin de despejar ese peligroso icono radicalizante del mundo árabe? Mientras ello no ocurra, el conflicto israelípalestino seguirá fogoneando el extremismo y facilitando la tarea a las redes terroristas y a los reclutadores e ideólogos del conflicto permanente entre el mundo árabe y el mundo desarrollado occidental y seguirá motorizando los esfuerzos norteamericanos para solucionarlo adecuadamente, aunque pueda generarle “chispazos” menores con Israel. No es ajeno a este interés la reiterada apelación a la creación de un Estado Palestino, expresada por Condoleeza Rizze y el propio George W. Bush reclamando el respeto a los límites acordados en Camp David y el derecho de Israel a vivir en paz dentro de límites reconocidos.
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Carter, Jimmy, “Peace not appartheid”, NY, 2007. Barboza, Julio –Coordinador- “La Corte Internacional de Justicia y el derecho internacional – Temas relacionados con la opinión consultiva sobre la construcción del muro”, CARI, 2005
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La zona del Golfo Pérsico: su dimensión económica y estratégica La zona del golfo es el gran reservorio de hidrocarburos del planeta. Las reservas mundiales de crudo alcanzan, como está dicho, a aproximadamente un billón de barriles de los cuales cerca del setenta por ciento se encuentra en la región y su producción equivale a entre el cuarto y el tercio de la producción mundial. El país de mayor cantidad de reservas declaradas del mundo es Arabia Saudita, con un volumen de 262.000 millones de barriles. El segundo es Canadá, con 179.000 millones de barriles y a continuación los demás del golfo: Irán, con 132.500 millones de barriles; Irak, con 112.500 millones; Emiratos Árabes Unidos, con 97.800 millones y Kuwait, con 96.500 millones. Con estas reservas y con la importancia que tiene el crudo para el funcionamiento de la economía del mundo, es explicable que el foco de la tensión internacional se encuentre en la región. Las disputas por la influencia política, por la amistad de los gobiernos, por las vías de transporte, por las contrataciones para la explotación de los yacimientos, son todas decisiones que se encuentran en el nudo del juego geopolítico más importante que se desarrolla en el mundo a en las primeras décadas del siglo XXI.
Zona del Golfo
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Estados Unidos asienta su influencia en la región en la especial relación que ha sostenido con la monarquía saudita. Las características de esta monarquía, fuertemente conservadora de las costumbres religiosas, en la que los derechos fundamentales reconocidos a las personas en el mundo occidental se encuentran ausentes –entre ellos, el de la libre profesión de la religión, la condición de la mujer, la libertad de expresión, los derechos políticos, justicia independiente, gobierno con responsabilidad de sus actos, desgasta el prestigio norteamericano en la región y frente a la opinión pública mundial. Arabia Saudita es el lugar de radicación de los lugares sagrados del mundo musulmán, por lo que su especial relación con Estados Unidos es convenientemente explotada por quienes se apoyan en la incentivación del integrismo religioso para atacar a su gobierno. De esta forma, el prestigio de la monarquía saudí sufre su descrédito ante las visiones liberales –por la violación de derechos fundamentales de las personas y su carácter autoritario- y ante las visiones integristas musulmanas –por su íntima alianza con el principal país occidental, Estados Unidos-. Consecuente con este descrédito, el terrorismo fundamentalista islámico encuentra en la monarquía saudí un objetivo permanente. Irán, el segundo país con reservas de crudo, se mueve en otra tensión geopolítica –que ya analizamos-, pero su utilización del elemento religioso le permite apoyarse en un símbolo de fuerte repercusión para proyectar su ambición de convertirse en el país más importante de la región. Irak, ocupado por Estados Unidos pero convertido en un “estado fallido” a raíz del estruendoso fracaso de la política de intervención norteamericana, es un espacio de proyección de la lucha interna del mundo árabe. Su vecino y limítrofe Irán, de haber sostenido con el Irak de Saddam Hussein una desgastante guerra territorial, ha pasado a ser un actor fuertemente influyente en la política interna irakí a raíz de su identificación con la visión religiosa del nuevo gobierno, la versión shiíta del Islam. Los Emiratos Árabes Unidos agrupan a siete sultanatos que, con una política exterior moderada y pro-occidental, se han convertido en un espacio relativamente estabilizador en la región. La disminución de la producción irakí a raíz de la guerra y los conflictos internos lo ha convertido en el tercer espacio productor de petróleo, lo que ha llevado su PBI a poco más de 20.000 dólares por habitante. Con 4.400.000 habitantes y una expectativa de vida al nacer de 75 años, muestra estándares de nivel de vida comparables con los países de Europa Occidental, al punto de ser considerado como “el Singapur del Oriente Medio”.
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Shiítas y sunitas: la dimensión religiosa La última dimensión de esta superposición de tensiones cruzadas que operan en la región de Oriente Medio-Asia Central es el ancestral conflicto entre las dos visiones más numerosas del Islam: la shiíta y la sunita. Para entender este conflicto, habría que retroceder varios siglos en la historia y recordar lo que significó para Europa la lucha entre católicos y protestantes. Guerras, intolerancia, asesinatos, masacres, torturas, fueron la expresión de un conflicto sobre la “verdadera religión” que sólo pudo saldarse –y no completamente- con la llegada de la modernidad, el comienzo de la primera revolución industrial y el surgimiento de la Ilustración. La modernidad llegó con la Paz de Westfalia, con su principio rector de la soberanía de los Estados por encima de la “universitas cristiana” sostenida por el papado y por la monarquía española. En los hechos, significó que los pueblos seguían la religión de los soberanos, lo que permitió un principio de ordenamiento que, aunque fue acompañado por la incitación a la convivencia, en la práctica significó que quien no coincidía con la religión oficial del Estado, podía exilarse a otro con cuya religión oficial coincidiera. Pero no hubo más motivos religiosos reconocidos como “casus belli”. En el mundo musulmán, las diferentes visiones sobre la verdad del Islam aún tienen entre sí la virulencia que tenían católicos y protestantes antes de la guerra de los Treinta Años. Shiítas y Suníes discrepan a partir del siglo VII, a la muerte de Mahoma, sobre quién fue el legítimo sucesor del profeta. Y a partir de ese momento lucharon tenazmente por el derecho a ser considerados como sus auténticos herederos. Shiíta es la mayoría de los musulmanes de Irán, el 70 % de los musulmanes del Golfo Pérsico y el 50 % de los que viven en el arco que va desde el Líbano a Pakistán130. Suní era Saddam Hussein, el Rey Hussein de Jordania y la monarquía Saudí. La derrota de Saddam Hussein por la invasión norteamericana desató la exaltación de la mística shiíta en toda la región, aún en los Estados con hegemonía sunní. Ello incentivó la inestabilidad y desató un peligroso foco desestabilizador que se agregó a la tensa situación regional. Como lo había advertido el Ministro de Relaciones Exteriores de Francia en oportunidad de debatirse en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre las consecuencias de la invasión –a la que Francia se opuso-, la instalación de un gobierno shiíta en Irak significaría una desestabilización global del Oriente Medio, con consecuencias impredecibles. No fue un hecho casual que, apenas instalado el nuevo gobierno irakí, una delegación iraní haya 130
Nasr, Vali, “When the Shiites Raise”, Foreign Affairs, Jul/Ago 2006
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concurrido a Bagdad para darle su respaldo e iniciar la convivencia de vecinos, sin importar que hayan sido los Estados Unidos los que instalaron la nueva administración irakí. Y a partir de ese momento, la intervención iraní en la política interna de Irak ha sido constante. Ha financiado partidos políticos shiítas, ha reforzado sus contactos con los liderazgos religiosos shiítas en Irak, ha influido en la designación de magistrados, ha desarrollado una red de ayuda social, ha apoyado con su cadena televisiva satelital a los shiítas. El regreso de los shiítas exilados en Irán durante el gobierno de Saddam, por su parte, ha sido masivo y al regresar han traído consigo los contactos, influencias y simpatías de su lugar de acogida durante tantos años. El objetivo iraní es evitar que la reorganización o el regreso al poder de los sunníes pueda volver a movilizar el nacionalismo árabe anti-iraní. Ha ocurrido lo previsto. La lucha entre ambos grupos por el poder en la región, hoy alcanza a varios países y se extiende desde Siria a Pakistán. Sobre esa lucha, siempre listo para aprovechar las grietas de la estabilidad regional, se monta el fundamentalismo terrorista. Son Shiítas el 90 % de la población de Irán, el 65 % de Irak, el 75 % de los de Azerbaiyán, el 20 % de Afganistán, el 45 % del Líbano, el 30 % de Kuwait, el 75 % de Bahrein, el 20 % de Pakistán y el 17 % de Qatar. Todas estas comunidades shiítas, además, perciben amenazas sunníes y han acentuado su solidaridad contra esas amenazas, ampliando sus relaciones entre ellas y rompiendo una tradición de aislamiento recíproco. Ello alerta al mundo sunní, desde Arabia Saudita hasta el rey Hassan de Jordania, mientras los sunníes de Irak reaccionan a la nueva hegemonía shiíta en el país que gobernaban con Saddam con una violencia recrudecida. Pero también hay sunníes que sufren su propia lucha, con cruces geopolíticos decisivos, como los Chechenos, que son sunníes “sufitas”, en fuerte conflicto con Rusia –recordemos, cercana a Irán por su enfrentamiento global con occidente, pero a la vez rival de Irán en este “gran juego” del Asia Central y el Cáucaso- pero en la que los “wahabitas”, fundamentalistas suníes alineados con la monarquía saudí, han cobrado destacada presencia a raíz de los enfrentamientos con Rusia y la incapacidad de los sufítas para contener a una población crecientemente radicalizada. ¿Cómo evolucionará este enfrentamiento que atraviesa horizontalmente todo el mundo árabe? ¿Cómo se articulará ese conflicto con el ajedrez geopolítico del “gran juego” de Asia Central fogoneado por la rivalidad turco-iraní, con la dimensión demográfica y simbólica del conflicto palestino-israelí y con el minué de las grandes potencias –las tradicionales y las nuevas- que necesitan asegurarse su abastecimiento energético? Y por último ¿cómo jugarán las redes terroristas globales,
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enfrentadas al “gran Satán” norteamericano pero también a los gobiernos árabes moderados? Estas preguntas, sin respuesta segura, dejan abierto para los próximos lustros el devenir de un área del mundo en el que las predicciones son sumamente difíciles y en la que la posibilidad de algún pequeño error de cálculo en cualquiera de sus dimensiones puede encender alguna chispa detonante de un megaconflicto. Los intereses cruzados dificultan una prospectiva certera, porque hay fuertes rivales con intereses coincidentes, y hay viejos amigos con intereses divergentes. Cabe reflexionar, por ejemplo, en el interés común de Irán, Irak y Turquía en impedir la pretensión kurda de su independencia, a la vez que mantienen diferencias geopolíticas importantes en su influencia sobre el Asia Central. De la misma forma, la coincidencia de intereses entre Turquía y Azerbaián en lo referido a la explotación del petróleo y traza de oleoductos hacia el Mediterráneo, atravesando Armenia –que se opone-, rivalizando con la traza propuesta por Irán, amigo también de Azerbaián, a través de su territorio hasta alcanzar el Golfo Pérsico, pero para lo que requiere el consenso de Uzbekistán, amigo de Turquía, y musulmán sunita, como ésta –recordemos que Irán mantiene una fuerte tensión interna por el predominio shiíta y la influencia de los Ayatollah-. Incluso llegan a darse escenarios curiosos, como es el acercamiento norteamericano con Irán en el tratamiento del problema de la gobernabilidad irakí, a cuyo gobierno de predominio shiíta entronizado como consecuencia del derrocamiento del sunita Saddan Hussein por Estados Unidos es de interés sostener tanto a los persas como a los norteamericanos. Esta confluencia choca fuertemente con el apoyo de Irán a milicias anti-israelitas que operan tanto en el Líbano como a nivel global, tanto para disputar el liderazgo musulmán a su rival regional, la sunita Turquía, como para catalizar el sentimiento antiisraelí del mundo árabe. Estados Unidos, por su parte, es aliado de la monarquía saudita y de Turquía –ambos sunitas- pero sostiene como está dicho al gobierno shiíta irakí, que reclama a su vez el mantenimiento de su presencia militar para controlar la seguridad del país hasta 2018, lo que implica un desgaste político, económico y militar de alto costo para los norteamericanos. En este mapa, además, se ha omitido la situación de Afghanistán y de Pakistán, que conforman otro escenario de conflicto al borde del estallido. En ambos la presencia de Al Quaeda es cada vez más notable, y sus gobiernos, sostenidos ambos por Estados Unidos, se ven cada vez más acorralados por la insurgencia. Aunque lo que hoy ocurre en cualquier lugar del mundo alcanza con su onda expansiva a todo el planeta, para los países medianos y pequeños que puedan hacerlo pareciera conveniente analizar cuidadosamente cada caso antes de tomar decisiones que impliquen el involucramiento en la 214
región. Y ello implica, en la medida de lo posible, diseñar y ejecutar políticas energéticas que no requieran ingresar al nuevo Gran Juego.
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Capítulo 14 América Latina: caminos diferentes América Latina está entrando en el nuevo escenario con sus protagonistas tomando partido activamente por las diferentes opciones que se dibujan en el mundo. Hay en la región países que se han asociado francamente a la construcción del mundo global. México y Chile se encuentran entre quienes lo hacen con más decisión. Otros, como Brasil, que han asumido un desafío al que se siente con derecho, por su dimensión y por su historia: no llegar a la periferia, sino al propio centro del escenario planetario. Por fin, los autoexcluidos, ecos del aislamiento ancestral del modelo cerrado de Cuba, ensayan un camino cuyas limitaciones se han expuesto en otro lugar. México y Chile México dio su paso trascendental para el gran salto económico apuntando fundamentalmente al “offshoring”, o sea la deslocalización de las empresas norteamericanas a las que buscó atraer con sus ventajas comparativas salariales, acordando un marco económico que garantiza a su economía el acceso al mercado norteamericano. Las consecuencias de ese camino han cambiado la realidad mexicana, inyectándole un fuerte dinamismo y sacando a la luz nuevos problemas, vinculados con la administración de la prosperidad. El comercio entre Estados Unidos y México se ha situado, a partir de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, su sigla en inglés) a un escalón cualitativo diferente. El tratado comenzó a negociarse en enero de 1992. En noviembre del mismo año, se arriba a la redacción final y es firmado por los Presidentes en diciembre. En 1993 es ratificado, luego de dieciocho meses de negociaciones y trámites de ratificación, así como de los acuerdos laterales131. El Tratado entra en ejecución el 1 de enero de 1994. Aún reiterando las limitaciones de un modelo de análisis económico útil para interpretar las economías encorsetadas en los límites de un país, algunas cifras muestran la dimensión de esta decisión: En el lustro 1995-2000, el PBI mexicano aumentó un 25 %, pero su comercio exterior aumentó de 140.000 millones de dólares en 1994, a 300.000 millones en el año 2000. La economía mexicana se internacionalizó fuertemente, insertándose en el espacio económico norteamericano y mundial, ya que el NAFTA fue el primero de una serie de 131
Málaga, J., Dr., “El Tratado Norteamericano de Libre Comercio – NAFTA – Experiencia de México” Texas A & M University, 2001.
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acuerdos formalizados por el país con diversos países de América Latina y el mundo. El número de compañías exportadoras operando en México, en ese mismo lapso, pasó de 21.447 a 38.175, mientras que la inversión extranjera directa pasó de un promedio anual de menos de 4.000 millones de dólares, a 12.000 millones un lustro después. A diciembre de 1999, la inversión extranjera directa acumulada ascendía a más de 70.000 millones de dólares. La internacionalización de la economía quedó expresada por el origen de la inversión extranjera en el período: 58,5 % llegó de USA, 21,5 % de la Unión Europea y 20 % del resto del mundo. La estructura de las exportaciones alteró sustancialmente su composición. De ser una economía fundamentalmente exportadora de petróleo (alrededor del 80 %, frente a un 15 % de manufacturas y 5 % de productos primarios) pasó a ser un fuerte exportador industrial: al finalizar el siglo, las exportaciones de hidrocarburos no alcanzaban el 10 %, las industriales llegaban casi al 90 % y las agropecuarias habían disminuido al 4 %. Estos números deben contrastarse con los que indican la concentración del capital, el crecimiento de la productividad en cerca del 40 % con el mantenimiento de la misma cantidad de personal ocupado a pesar de haber crecido la producción en un 25 % y la lenta incorporación de las micro, pequeñas y medianas empresas a la fiebre exportadora, que se concentraba en un 10 % del total de empresas de mayor dimensión. Estos cuestionamientos sobre las consecuencias reales para México de la puesta en marcha del proceso de apertura de su economía refuerzan la valoración realizada en otro lugar132 sobre las características de una globalización apoyada en el “offshoring”: difícilmente pueda competirse con producciones masivas y estandarizadas sin un techo salarial rígido, debido a la gran cantidad de economías atrasadas que buscan hacer lo propio y tienen estructuras salariales sustancialmente reducidas. En los casos en que ese camino sea el único disponible, su marcha debe graduarse y administrarse con un alto nivel de profesionalidad y “sintonía fina”, que requiere consensos políticos muy fuertes y claridad estratégica. A partir de 1999, con el tratado ya en plena marcha y generada la confianza sobre su progresiva aplicación –la implementación total del universo de intercambio comprendido en el Tratado comienza en 2008-, la llegada de inversión extranjera directa se acentuó, favorecida además por la cantidad de acuerdos de libre comercio formalizados con más de cuarenta países, entre los que se cuenta varios centroamericanos –Guatemala,
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Ver Capítulo “¿y los demás?”
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Honduras y el Salvador-, Japón y la Unión Europea. Más del 90 % de su comercio se encuentra en el espacio de libre comercio. Entre 1999 y julio de 2007 la IED acumulada en el período ascendió a 172.000 millones de dólares, de los cuales el 53,8 % correspondió a nuevas inversiones, el 15,9 % a reinversión de utilidades y el 30,3 % a cuentas entre compañías. Al año 2006, las exportaciones mexicanas alcanzaron los 248.800 millones de dólares y las importaciones 253.000 millones, obteniendo una balanza con un leve saldo negativo. La estructura de las exportaciones, por su parte, muestra el cambio producido en la década: Manufacturas industriales, 80%; Petróleo y derivados, 16,8%; Agropecuarias, 3,1 % y extractivos no petroleros, 0,5 %. El PBI de México, por su parte, que alcanzó en 2006 un agregado total de USD 820.000 millones de dólares en el método ATLAS133. A tres lustros de comenzar la implementación del tratado, la economía mexicana ha mostrado un crecimiento sostenido. México pasó a ser uno de los miembros del “segundo escalón” de importancia en el escenario internacional, considerándoselo integrante del grupo de los “BRIC”. Chile, por su parte, es sin dudas el país de la región que muestra con mayor claridad los beneficios que pueden lograrse de una integración exitosa al nuevo escenario de la economía global, cuando es planificada en base a un fuerte consenso interno y con claridad estratégica. Su proceso de apertura comenzó cuando aún la dictadura de Pinochet regía el país, pero sus líneas maestras fueron continuadas por los gobiernos de la Concertación, que agregaron sin embargo la inteligencia necesaria para incluir a la mayor cantidad posible de ciudadanos en los beneficios del crecimiento. Los números de Chile son realmente notables. En 1997, Chile tenía un Producto Bruto Interno de 73.400 millones de dólares. Su ingreso por habitante alcanzaba a 5.020 dólares, el tercero del cono sur detrás de Argentina (8570) y Uruguay (6020). En 2006, su PBI ascendía a 145.841 millones de dólares (con un crecimiento en la década del 98,7 %) y su ingreso por habitante a 9.058 dólares, con un crecimiento del 80,4 %. Se ubicaba ya primero en la región, superando a la Argentina (que redujo su ingreso por habitante a 5.487 dólares) y a Uruguay (que lo redujo a 5.680 dólares). La estrategia chilena de relación con la economía global se apoya en los más de cincuenta acuerdos comerciales que incluyen acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, China, India, México, la Unión Europea y 133
Banco Mundial, “Quick references”, http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/DATASTATISTICS/0,,contentMDK:20399244~menuP K:1504474~pagePK:64133150~piPK:64133175~theSitePK:239419,00.html
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parciales con el MERCOSUR y otros espacios económicos, así como su continuidad jurídica y el estricto respeto a la legalidad vigente, que ha sido constante, garantizada por un poder judicial absolutamente independiente. El punto crítico del proceso de cambio ha sido en Chile una gran inequidad, heredada del gobierno militar y de la propia estructura social chilena. El crecimiento y la internacionalización de las comunicaciones, fenómeno característico de la nueva etapa planetaria, ha generado demandas de amplios sectores medios que protagonizaron esa modernización y reclaman el mejoramiento de sus niveles de vida más allá de lo logrado en los tres lustros de avance económico. Este es hoy el desafío del sistema político, que no obstante cuenta para responder a esas expectativas con una economía que ha duplicado su dimensión y se encuentra a la cabeza en el ingreso por habitante entre los países de América Latina. Tanto en Chile como en México se ha avanzado en la credibilidad de su sistema político. En el caso mexicano, la apertura del tradicional dominio del PRI, que tras su formalidad constitucional funcionaba como un sistema hegemónico de poder y en el caso chileno, el carácter no prebendario de su empresariado, así como la continuidad de las líneas maestras iniciadas durante la propia dictadura militar, generaron en la comunidad internacional confianza en el funcionamiento legal e institucional de esas sociedades. El desafío brasileño Brasil: vocación imperial. Esta convicción, propia de un país de dimensiones continentales – 8,511,000 kilómetros cuadrados, 190 millones de habitantes, 16.000 kms. de límites con todos los países sudamericanos salvo Chile y Ecuador-, ha provocado históricamente el recelo de los demás países sudamericanos, como herencia de la vieja rivalidad hispano-lusitana. Pero también ha motorizado una predisposición de sus liderazgos al consenso estratégico que ha mantenido aún hasta entrado el siglo XXI, cuando es gobernado por un partido obrero –en rigor, el único partido obrero del continente que ha llegado al gobierno, el Partido de los Trabajadores-. Ese consenso se mantuvo tanto frente a las “modas” de las economías cerradas –sosteniendo su vocación industrial exportadora-, como “Consenso de Washington” desmatizado –que fue adoptado sólo en la medida que consideraron conveniente para su economía-. El consenso nacional en Brasil incluye el crecimiento constante, no sólo para responder a las demandas de su dinámica demográfica sino también tras la meta de ubicarse entre las primeras potencias del mundo.
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Con más de Un billón de dólares (USD 1.000.000.000.000) de Producto Bruto Interno, el Brasil ha adquirido una dimensión comparable a la India, la mitad de la China, superior a México y a Rusia en más de un 30 %. Su ubicación entre los “BRIC” le ha merecido ser invitado a reuniones interministeriales –e incluso Cumbre- del G-7 y a mencionarse reiteradamente su posible inclusión al grupo mundial, impulsado abiertamente por el presidente de Francia, así como su participación en una alianza estratégica con los Estados Unidos para desarrollar el programa de biocombustibles, una de las fuentes renovables de energía llamado a sustituir parcialmente el consumo de hidrocarburos fósiles. La seriedad de su burocracia –aún con las existentes prácticas de corrupción en algunos de sus estamentos- le ha permitido tomar provecho de las diferentes líneas internacionales de financiamiento, mantener un aceptable nivel de credibilidad en el aparato estatal por parte de su población y sostener una continuidad democrática puesta a prueba con respuestas institucionales a hechos traumáticos, como la destitución de un presidente por hechos de corrupción, como ocurrió con el “Impeachment” contra Fernando Collor de Mello. Brasil mantuvo las líneas maestras de su política económica a pesar del fuerte shock externo de 2001, que provocó el derrumbe de la economía argentina y salió del proceso fortalecido y con una dinámica de crecimiento asentada en la seriedad fiscal, el cumplimiento de sus compromisos externos, la apertura programada de su economía y una fuerte vocación exportadora. La apuesta de Brasil es al liderazgo sudamericano. En el camino, el MERCOSUR es concebido como un capítulo regional de su estrategia mayor, que consiste en liderar la región en su conjunto. Sus fortalezas son su dimensión territorial, su dinámica poblacional, la seriedad de sus instituciones políticas y su racionalidad económica, que, sin llegar a los extremos de Chile, no genera inquietudes en la comunidad inversora internacional. Sus debilidades: la gran inequidad interna –característica que comparte con China y la India- expresada por el 31 % de su población por debajo de la línea de pobreza. La relación de Brasil con Estados Unidos no está exenta de conflictos, fundamentalmente en los aspectos económicos en los que son competencia recíproca, pero sus objetivos son compatibles en la visión estratégica del mundo. Brasil aspira al liderazgo regional y Estados Unidos vería con buenos ojos desligarse de su responsabilidad en esta parte del mundo descansando en un socio confiable que pueda garantizarle la estabilidad regional. En esta dinámica, mutuamente beneficiosa, hay puntos de conflicto – como el ingreso de ciertos productos brasileños en el mercado norteamericano, o el respeto a las patentes farmacéuticas en el mercado 221
brasileño- pero esos puntos de conflicto son superados ampliamente por sus tendencias centrípetas: tanto Brasil como Estados Unidos encuentran interesantes a sus recíprocos mercados internos. La importancia que los Estados Unidos dan a su relación con Brasil tuvo una demostración en la invitación realizada por el presidente norteamericano al brasileño a compartir su estadía en Camp David, privilegio sólo concedido a los líderes mundiales de máxima confianza o interés estratégico para Estados Unidos. Los autoexcluidos Varios países latinoamericanos, siguiendo el ancestral ejemplo de Cuba, han decidido resistir la tendencia a la globalización, a la que identifican erróneamente como una decisión norteamericana, ignorando sus raíces tecnológicas y económicas supranacionales. Consecuente con esa decisión y liderados por Venezuela, están asumiendo posiciones de aislamiento y proyectos internos escasamente homologables como “democráticos” en el consenso mayoritario. En la mayoría de los casos, su camino “autónomo” está asentado en la sobreutilización de recursos naturales no renovables, genéricamente conocidos como “renta petrolera”. Se trata de los ingresos producidos por la extracción, procesamiento y venta de hidrocarburos, que por definición no implican un avance tecnológico, un crecimiento económico o una economía más sofisticada, sino en aprovechar ese recurso cuyo precio, debido a las causas analizadas en otro capítulo, se mantiene en un nivel sumamente elevado con respecto a sus costos de producción. Asumida esa línea de acción, la conveniencia de elevar la tensión internacional es coherente con la valorización del producto extraído, debido a que el precio de los hidrocarburos normalmente sube cuando se producen picos de tensión política. La contracara es apostar a la inestabilidad global y actuar en el filo de la navaja, tendiendo a instalar en el escenario mundial una situación inestable en coordinación con otros países o regiones que posean características similares y aún relaciones marginales con redes terroristas, con las que comparten el interés por la inestabilidad global. En esa clave debe comprenderse el estrechamiento de relaciones de Venezuela con Irán, su discurso épico y hasta bélico, así como el impulso regional de una carrera armamentista que se había desterrado en el subcontinente. Los demás países que giran en esta órbita son de dos características: a. Tienen cualidades similares en cuanto a sus reservas petroleras (caso Ecuador y Bolivia)
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b. Detentan una pobreza extrema, escasa capacidad de iniciativa y cambio y son susceptibles a la influencia económica de los más ricos (caso Cuba y Nicaragua). En ambas situaciones, la irracionalidad de las políticas aplicadas no es compatible con la vigencia de un sistema democrático homologable, con instituciones sólidas, independencia de la justicia, división de poderes y libertad de prensa. Por el contrario, la coyuntural abundancia de recursos es compatible con las políticas clientelistas, cuya característica es la desvinculación entre el trabajo creador y la riqueza. Los ciudadanos son inducidos a una práctica económica en la que sus ingresos dependen de la decisión del poder, donde su “autonomía personal” retrocede y sus espacios de libertad se reducen. En términos de David Held134, se trata de procesos claramente “nautonómicos”, opuestos a la democracia en razón de que fortalecen –en lugar de reducir- las situaciones de dependencia o de poder. En estos países, la utilización de sus riquezas no se traduce en el mejoramiento de sus condiciones de vida. En Bolivia, el retroceso institucional la ha colocado al borde de la prehistoria y de su propia existencia nacional. Las regiones generadoras de riqueza, más modernas en su organización económica –como Santa Cruz de la Sierra- resisten la presión constante por la apropiación de sus ingresos por parte de los sectores más retrasados y culturalmente rentísticos, mientras que en estos últimos renace un fervor nacionalista e indigenista que lo lleva a aislarse de la economía mundial con decisiones como la renegociación forzada de convenios vigentes en el área energética, que, aunque motivada en el carácter leonino de los contratos firmados en períodos en que el precio del petróleo era inferior, fue enmarcada en una reivindicación fuertemente chauvinista cuya consecuencia lleva a la radicalización de los enfrentamientos y a la tensión social. En Venezuela, por ejemplo, su tasa de crecimiento en el período 2000/2005 ha sido del 14 % en el lustro, a pesar del formidable incremento del precio del petróleo y su desindustrialización ha sido constante, impulsada por medidas como el anclaje cambiario y el control de precios. El siguiente gráfico muestra la evolución de la cantidad de establecimientos industriales entre 1998 y 2005
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Held, D., “Democracy and Global Order”, op.cit.
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Número de establecimientos industriales en Venezuela 15000 13000 11000 9000 7000 5000 3000 1000 1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
Fuente: INE y Conindustria, Venezuela.135
Las realidades expuestas muestran una región en la que se van dibujando dos grandes agrupamientos económicos y políticos: 1. Las economías más pujantes, con estructuras sociales modernas, sociedades civiles complejas y sofisticadas, consolidan sus democracias – como Chile-, modernizan su economías con una vocación de integración internacional –como Brasil- y consolidan la marcha hacia la democratización mayor de sus sistemas políticos –como México-. En los tres casos, está fuera de discusión su integración a la construcción del mundo global, en el que intentan incidir integrando sus organismos de “alta gerencia” –caso México y Brasil con su ingreso al G-7 que pasaría a constituirse en un G-13- y Chile, multiplicando sus acuerdos de libre comercio con la mayor cantidad de países. Su acción internacional es prudente y su disposición a conformar espacios normativos plurales para la persecución de los delitos globales y del terrorismo internacional es clara y terminante. En los tres casos la vigencia del orden jurídico es acompañado de la vigencia de democracias homologables y gobiernos responsables de sus actos, división de poderes, independencia judicial, libertad de prensa y política competitiva y abierta. 2. Los autoexcluidos se afirman en la superexplotación de sus recursos naturales, el uso excesivo de rentas no renovables, el retroceso institucional de sus sistemas políticos, la reducción de los espacios de libertad de la sociedad civil y de sus ciudadanos, el uso discrecional de los recursos públicos por gobiernos sin responsabilidad, su alejamiento de los 135
http://www.analitica.com/media/1454879.doc
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espacios de gestión del mundo global, su aislamiento internacional, el renacimiento de carreras armamentistas y su peligroso acercamiento a actores internacionales interesados en la inestabilidad global o en conflictos regionales que se desarrollan al borde de la coexistencia pacífica –como la ya mencionada relación de Venezuela con Irán-. En forma directa –como la vinculación de Chávez con las FARC- o indirecta –como la tolerancia con el tráfico de estupefacientes –caso Bolivia- y el contrabando y lavado de dinero –caso de Ciudad del Este, en Paraguay-, su relación con el mundo del delito global dificulta la modernización de sus sociedades, el estímulo a decisiones de inversión y su incorporación a las redes internacionales de producción, inversiones, tecnologías, financiamiento y comercio legal. Su discurso fuertemente ideologizado, más que describir métodos de análisis o cursos de acción, actúa como un barniz similar a la “identidad musulmana” en el cercano oriente y Asia Central, es decir oculta los intereses reales que motivan los conflictos. La situación –que está lejos de ser estable- instala en la región conflictos cruzados en los que se entremezclan conveniencias políticas, necesidades energéticas, presiones geopolíticas globales, interés de grupos delictivos, viejos enfrentamientos ideológicos y regionales, odios ancestrales. La perspectiva para los próximos años pareciera indicar que la tensión proseguirá, mientras los principales temas que las motorizan sigan existiendo: la transición hacia un nuevo paradigma energético –que incluye la provisión de hidrocarburos-; y las redes globales de delitos y terrorismo. Es imaginable que Brasil y México sigan liderando sus respectivos espacios regionales (América del Sur y América Central) y que se acerquen paulatinamente a niveles de desarrollo similares a los del mundo avanzado, si logran poner en caja sus debilidades entre las cuales la presencia de la violencia del narcotráfico es la nota dominante. Es imaginable también que Venezuela y el resto de los autoexcluidos seguirán disfrutando las rentas que le brinda el petróleo y continuarán manteniendo a sus sociedades, en la medida en que en el mundo del siglo XXI pueden hacerlo los Estados, atadas a visiones premodernas, cada vez menos democráticas y aisladas de la construcción del mundo global. La violencia La región, por otra parte, está inmersa en un escenario crecientemente violento que se extiende desde México hasta la Argentina. México es el principal centro de paso y distribución del comercio de estupefacientes a Estados Unidos. Un informe del Departamento de 225
Investigación del Congreso de los Estados Unidos bajo el título “La lucha antidrogas en el gobierno de Fox” afirma que el 70 % de la cocaína que entra a Estados Unidos lo hace a través de México, con un incremento en el 2004 con respecto al 2002, que se ubicaba en un 65 %. La información sobre la cantidad de bandas de narcotraficantes, según la fuente, difiere entre Cuatro y Cien. El gobierno mexicano, a través de la Procuraduría General de la República, sostiene que existen dos grandes redes, una liderada por Joaquín Guzmán y otra por Osiel Cárdenas. Sin embargo, el ex “Zar antidrogas” de los Estados Unidos durante el gobierno de Clinton, General Barry McCaffrey, afirmó durante una visita a México que según datos de la DEA los grupos narcotraficantes que actúan en la frontera mexicano-norteamericana son más de cien. A pesar de la constante lucha del gobierno mexicano para poner coto a la acción del narcotráfico, la complicidad de numerosos funcionarios de seguridad y penitenciarios neutraliza esos esfuerzos. Las redes son comandadas desde la Cárcel, a la que llegan incluso las luchas abiertas entre redes rivales, con asesinatos y manejo de armas introducidas en las prisiones en forma clandestina pero facilitada por funcionarios penitenciarios corruptos. Otra preocupación es la vinculación de directores de establecimientos penales y aún de ex militares , como grupos de acción directa de las redes. Así ha ocurrido con el grupo conocido como “Los Zetas”, integrado por desertores del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales del Ejército. En Centroamérica, el fenómeno de las “maras”, nacido en las barriadas de Los Ángeles nucleando a jóvenes centroamericanos inmigrantes, marginados de las posibilidades de inserción social, se extiende a todos los países de la región y cuenta ya con más de cien mil integrantes en diversos lugares del mundo. Consisten en “comunidades” que ocupan territorio y rivalizan con otras similares, con diferentes formas de acción según el país en el que se encuentren. En Honduras, Salvador y Guatemala, las maras cobran “peaje” a quien desee atravesar su territorio. Sus métodos son violentos y la vida humana ha perdido en su axiología toda importancia. En Colombia, las FARC ocupan un sector del territorio equivalente a la región de Andalucía, una de la más extensas de España. Si bien se trata de un grupo guerrillero de tradición marxista, sus vínculos con el narcotráfico le permiten mantener abastecido su Estado paralelo y sostener un ejército de integrantes pagos con mensualidades superiores a las de los soldados de muchos Ejércitos latinoamericanos. Mantienen una estructura para-estatal que no se priva de contar con ministros, como el “Canciller” Rodrigo Granda, de excelentes relaciones con fuerzas políticas de izquierda y hasta socialdemócratas, que en junio de 2007 fue liberado de la cárcel, a 226
pedido del presidente de Francia, para participar en negociaciones internacionales tendientes a la liberación de rehenes retenidos por el grupo guerrillero, algunos de ellos por un lapso superior a los diez años. En Brasil, los ejércitos de narcotraficantes tienen el control de las Favelas haciendo imposible el ingreso de las fuerzas de seguridad y provocando que, periódicamente, deba recurrirse a las fuerzas militares para realizar operativos anti-drogas. En palabras de un alto jefe militar, “Las favelas son guetos semejantes a las “casbah” argelinas durante la guerra de liberación: allí los musulmanes garantizaban orden al margen del Estado. Por los testimonios que se han recogido entre los vecinos de la Rocinha se ve que ellos confían muchos más en los traficantes que en la policía, porque el tráfico les da más seguridad y prestaciones sociales que el Estado. Generalmente el Estado es igual a enemigo porque el enemigo en las favelas es la policía que los maltrata, roba, extorsiona.”136 En Paraguay, la Ciudad del Este ha sido construida sobre la base del delito, y a pesar de los esfuerzos internacionales que han logrado reducir el crimen a valores compatibles con la presencia del Estado, éste sigue siendo el gran motor de la economía. Se calcula que el 20 % de los productos ingresados al Brasil y el 10 % de los ingresados a la Argentina, lo son a través del “comercio internacional no registrado”, eufemismo con que se conoce al contrabando realizado por diferentes grupos delictivos radicados en la ciudad. La localidad mueve un total de 80 a 100 millones de dólares semanales, contando solamente los que se intercambian a través del puerto de Montevideo. La comunidad de 30.000 árabes es acusada por la CIA de ser la cobertura de células terroristas “dormidas” financiadas por el grupo terrorista Hezbollah, entre ellas las que ejecutaron los atentados contra la Embajada de Israel y la mutual israelí “AMIA” en Buenos Aires, que se cobraron decenas de víctimas. Si bien la acusación es desmentida terminantemente por las fuerzas de seguridad locales, los gobiernos de los países fronterizos han conformado una fuerza conjunta de inteligencia, asesorada por el Departamento de Estado de Estados Unidos en el marco del acuerdo “3+1”, para hacer un seguimiento cercano de las actividades desarrolladas en la zona. La dimensión del contrabando es de tal magnitud que en 2007 Brasil anunció la construcción de un muro fronterizo destinado a impedir los pasos ilegales de frontera, idea que luego desechó por la fuerte crítica de la opinión pública de ambos países. La ciudad, que en la década del 80 contaba con poco más de 50.000 habitantes, ha crecido al punto de contar hoy con más de 240.000. En ella, además del contrabando, se “producen” mercaderías con marcas 136
Cavagnari, Geraldo, en “Página 12”, 25/4/2004
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falsificadas, que constituyen otro de los grandes negocios ilegales. Si bien no hay precisiones sobre el monto de suma involucrada en las operaciones de contrabando, las informaciones oscilan entre un mínimo de 15.000 millones de dólares y un máximo de 65.000 millones al año. La revista Forbes ha estimado el monto en 40.000 millones de dólares anuales. Una preocupación adicional vinculada con la seguridad es generada por el creciente contrabando de armas, con destino a Brasil y Argentina, denunciada por la prensa de Paraguay137. En 2007, la Embajada norteamericana denunció igualmente la dificultad en avanzar en el control de la zona debido al grado de corrupción existente en organismos de seguridad, aduana y judiciales138. En Bolivia, la violencia es la protagonista cotidiana de los enfrentamientos políticos. El intento de reforma constitucional impulsado por el presidente Morales ha agregado una fuerte tensión a la vida política, desatando los reclamos autonómicos de las regiones que llegan hasta proponer la secesión del país. Su política “indigenista” ha sido acusada por la oposición de “racista” y la presencia de militares venezolanos en el país ha reforzado los sentimientos nacionalistas de grupos militares. Bolivia se encuentra en un proceso de inestabilidad que se remonta a la destitución del ex presidente Sánchez de Lozada, luego de la cual no ha logrado asentarse en un marco estable de convivencia política. Las fuerzas políticas mantienen un fuerte enfrentamiento que impide la construcción de consensos estratégicos y la incertidumbre sobre la estabilidad acerca el escenario de una crisis de Estado, más que de gobierno. En Argentina, la escalada de violencia ha multiplicado por tres los índices de homicidios. En las zonas del denominado “Cinturón” de Buenos Aires, las organizaciones delictivas están en condiciones de organizar secuestros extorsivos de personas, robos de camiones, robos de automotores y secuestro de jóvenes para explotación sexual sin protección estatal, por la penetración de las redes delictivas en la estructura de las agencias de seguridad. La realidad de violencia en la región, como se ha dicho, tiene dos componentes: 1) el primero, interno, relacionado con tres tradicionales motivaciones del delito: a) el desarrollo de las organizaciones criminales con complicidad de estamentos estatales,
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Diario La Nación de Asunción, http://www.comunidadesegura.org/?q=pt/node/24729 Embajada USA en Paraguay, “Informe anual sobre terrorismo”, http://spanish.paraguay.usembassy.gov/informe_anual_sobre_el_terrorismo.html 138
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b) la marginalidad creciente debido a la incapacidad de las conducciones políticas para desatar un proceso de crecimiento inclusivo, lo que produce un gran contingente de jóvenes predispuestos a ser reclutados por las redes delictivas. c) El consumo de drogas, que diluye los frenos inhibitorios de las personas agravando la violencia de los actos delictivos. 2) el segundo, la vinculación con las redes delictivas internacionales, que ha relacionado la acción local con el delito global, principalmente en el tráfico de drogas, de personas y de armas y el lavado de dinero, incluido el originado en actos de corrupción política. La violencia llega, así, a los rincones más alejados de los grandes escenarios de conflicto mundial, y se instala como un miedo existencial que acompaña al vida cotidiana de todas las personas. A esta violencia en la vida cotidiana debe agregársele el incremento del clima de tensión generado por el relanzamiento de las carreras armamentistas, cuyo iniciador ha sido en América Latina el régimen del venezolano Hugo Chávez. Es ilustrativo de este clima la nota editorial del importante diario paulista “O Estado de S. Pablo”: “...o coronel está gastando cerca de US$ 6 bilhões na compra de aviões de ataque de grande performance, de helicópteros de combate, de navios de desembarque de tropas, de submarinos e de baterias de mísseis. Com esse tipo de equipamento não se mantém nem se restabelece a ordem interna, qualquer que seja. Além disso, o programa de aquisições militares de Chávez não se esgota com as encomendas que fez recentemente na Rússia. Há planos para a compra de novos e modernos equipamentos que podem ser utilizados em operações que os militares classificam de “projeção de poder” - como, por exemplo, mais 120 aviões de combate de última geração....” . La reanudación del lenguaje belicoso propio de hace décadas en uno de los medios de prensa más importantes del país más grande de la región no es una buena noticia. 139
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Editorial: “A linguagem que Chávez entende”, 6 NOV 2007, en
http://txt.estado.com.br/editorias/2007/11/06/edi-1.93.5.20071106.1.1.xml
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Capítulo 15 ¿Y los demás?... Hasta ahora, nuestro sobrevuelo ha pasado por encima de los grandes países desarrollados, de la situación de los Estados Unidos como la potencia unipolar, el fenómeno de los BRIC y especialmente de China y la India, los estados fracasados y sus vinculaciones con los autoexcluidos y las redes delictivas globales. Sin embargo, muchos países en el mundo no están en ninguna de estas categorías. Entre ellos, la mayoría de los latinoamericanos; los ex Estados socios de la vieja Unión Soviética que se encuentran al Este de Europa o al sur de Rusia, algunos países africanos y aún asiáticos. Y varios del Oriente Medio. ¿Cuál será su destino? ¿Qué roles jugarán en el nuevo mundo globalizado? Las opciones El final del siglo XIX significó una gran oportunidad para las recientes naciones americanas. La expansión del capitalismo inglés actuó como correa de transmisión de la modernización de entonces140, frente a la cual algunos países aprovecharon el impulso –como la Argentina- y otros los dejaron pasar. Esto no significa entrar en el debate interno sobre el “perfil” de acumulación económica y la estratificación social que se produjo en cada país. Ello depende de la estructura social existente, de los poderes dominantes en cada sociedad, del grado de lucidez de las elites y de la dinámica política interna de cada nación. En términos de crecimiento internacional, sin embargo, el mundo protagonizó un gran auge que duró hasta la Primera Guerra Mundial y que creó condiciones favorables en muchas zonas del mundo para impulsar su desarrollo económico. Hoy, se está produciendo un fenómeno similar en sus posibilidades, aunque diferente en sus actores y mecanismos. La revolución tecnológica ha permitido globalizar el sistema productivo mundial, independizándolo crecientemente de los Estados nacionales. El mundo ha entrado en una transición en la que se observa la 140
Marx-Engels, “Sobre el sistema colonial del capitalismo”, Ed. Estudio, Bs. As., 1964. Esta visión de Marx y Engels sobre el papel modernizador del capitalismo colonial, cuidadosamente ocultada por el pensamiento marxista contemporáneo, como (¿honesta?) contribución intelectual a la “realpolitik” de la guerra fría, es sostenida también por Rosa Luxemburgo, en “Introducción a la Economía Política”, Córdoba, en Pasado y Presente, 1972; y por Lenin: “La exportación de capital influye en el desarrollo del capitalismo en los países donde aquél es invertido, acelerándose extraordinariamente”, en “El Imperialismo, fase superior del capitalismo”, Obras Escogidas, Bs. As, 1946.
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superposición de las nuevas formas con las antiguas formas de organizar la producción, el intercambio, la política y la convivencia internacional. Las “fuerzas productivas” en términos marxistas han dado un gran salto adelante, impulsadas por las nuevas tecnologías, la revolución de las comunicaciones y la internacionalización financiera y las “relaciones de producción” se van adecuando a este nuevo escalón cualitativo, a un nivel planetario, con los nuevos sistemas productivos globales, la economía en red y la producción para el mercado mundial, superando los tradicionales marcos nacionales. Las empresas se transnacionalizan y producen para el mundo, aunque muchas siguen arraigadas a sus países de origen. Los países se debilitan, pero conservan el manejo de las fronteras con sus sistemas de aduanas y de control de migraciones. La seguridad se encuentra frente a delitos globales, pero estos delitos globales deben realizar sus ganancias mediante el delito “minorista” y localizado, a través de sus “representantes” autóctonos en la trata de armas, drogas y personas, el mecanismo de lavado de dinero originado en fuentes delictivas y la venta de productos falsificados. Es decir que el mundo no cambió: está cambiando. El proceso de cambio alcanza a todos, pero no los incluye de la misma manera. A algunos, porque no han detectado las formas de sumarse. A otros, porque han decidido autoexcluirse. A otros, porque prefieren jugar al borde de la legalidad por decisión de costo-beneficio que hacen sus conducciones políticas o empresarias. Pero a todos les alcanza este cambio paulatino de las reglas de juego y deben decidir qué actitudes tomar frente al cambio. Diferentes situaciones Los procesos económico-sociales nunca son lineales. No lo es el actual. En los capítulos anteriores hemos analizado las fuerzas que motorizan el cambio mundial, las regiones que desataron el cambio, las formas en que unos y otros lo aprovechan para incluir sus economías en la nueva onda de crecimiento, los peligros que se producen, las formas de evitarlos, las tendencias de largo plazo. Este capítulo analizará la ubicación relativa de las diferentes situaciones en las que se encuentran países de desarrollo intermedio que no constituyen el núcleo del cambio y que deben definir sus decisiones políticas de cara al futuro. 1. Los países con capacidad de generar servicios. Se trata de sociedades que han realizado históricamente una fuerte inversión educativa traducida en un buen nivel de alfabetización, la flexibilidad para la adaptación a nuevas tareas y amplias clases medias actuales o potenciales –por sus hábitos de consumo, su nivel cultural o sus expectativas de ingresos-. Los típicos de esta situación son algunos latinoamericanos, fundamentalmente 232
del Cono Sur. Curiosamente, sería el caso de Cuba si abriera su proceso democrático, Costa Rica y en menor medida, la República Dominicana. También de los países del ex bloque socialista, principalmente los de Europa Central. 2. Los países con capacidad de generar rentas. Se trata de zonas con reservas petroleras o mineras, o recursos naturales extractivos necesarios por el desarrollo de la economía mundial, cuya sobreexplotación genera ingresos coyunturales abundantes y percibidos como “eternos”, que desestimulan otras actividades económicas.. En general, tienen bajos niveles salariales y escasa demanda de mejoramiento permanente y sostenido. Entre estos países podemos mencionar a Bolivia, Ecuador, Venezuela. Obviamente, varios del Oriente Medio. 3. Los países con fuerza de trabajo sin calificar, sin capacidad de generar rentas y sin destacarse por su población capacitada en niveles medios y medios altos. Tienen capacidad de trabajo con reducidas expectativas salariales iniciales, en general carecen de infraestructura, poseen gobiernos débiles o con poca responsabilidad de sus actos, no democrático o democrático pero con vicios de origen o de ejercicio. Varios países africanos y algunos centroamericanos militan en este grupo. 4. Los países auto-excluidos. Por diferentes razones, existen sociedades que prefieren marginarse del proceso global. No son muchas y esta situación puede obedecer a convicciones sinceras o a imposiciones de dictaduras cerradas decididas a frenar a cualquier costo la relación de sus sociedades con el mundo, temerosas de los efectos que esa vinculación pueda provocar en su férreo dominio político. Las reflexiones que siguen no alcanzan a estos países, que definirán por sí mismos su camino, respetable en tanto no atraviesen las barreras que el mundo de hoy impone a todas las formaciones estatales: el respeto a los derechos fundamentales de las personas y no participar o servir de territorio de acogida a la redes delictivas, terroristas o de nuevos piratas. Desde cualquiera de estas situaciones es posible diseñar estrategias para la integración en la economía global y aprovechar los efectos del cambio, apoyándose en su respectiva ventaja competitiva de partida. Desde cualquiera de esta situaciones es posible, también, elegir el camino de la auto-exclusión, convirtiendo a sus sociedades en la categoría menos interesante para el mundo globalizado: la de “indiferentes”, o en la más peligrosa, la de “estados fallidos” o “no-estados”. Los países del apartado 1 son los que potencialmente se encuentran en las mejores condiciones para aprovechar las ventajas globales. Los mecanismos de colaboración empresaria definidos en el capítulo “Un mundo global” les generan oportunidades que están a su alcance, con escasa inversión y un readiestramiento laboral que no requiere ser profundo y puede ser rápido, ya que el requisito más importante para las nuevas 233
formas flexibles de producción es, justamente, la capacidad de adaptación a las formas de trabajo requeridas por las economías en red, los “outsourcing”, los “offshoring” y los “supply-chaining”. Estos países pueden además desarrollar servicios a partir de la capacidad emprendedora de sus clases medias, reconstruyendo el entramado productivo y social que han perdido con motivo de las últimas crisis económicas de fin de siglo. El mercado global y la perspectiva de contar con una clase media internacional en ascenso conformarán una fuerte locomotora para su desarrollo. Sólo China, duplicando su clase media para los próximos diez años, como está previsto, incorporará cuatrocientos millones de nuevos consumidores con las demandas de la clase media internacional, desde alimentos más sofisticados hasta turismo, desde consumo cultural y audiovisual hasta impreso e información. Igualmente amplio será el aporte de la India, que agregará más de quinientos millones de personas a su clase media de consumo en la próxima década. Entre las nuevas posibilidades, el mercado movilizado por la red facilitará el diseño de empresas virtuales, ampliando un mercado que cuenta ya en los países desarrollados con millones de “empresas hogareñas” que desarrollan trabajos a distancia, como edición de textos, traducciones, “call-centers” de los más diversos, diseños de arquitectura, servicios de consultoría, etc. Este mercado demandará además conocimientos de idiomas, al acceso justamente de las clases medias con adiestramiento educativo. Ello generará la demanda de docentes, e incluirá los canales de educación a distancia formal e informal. Pero esta nueva demanda abrirá también nuevos nichos para productos selectivos, desde diseño textil hasta modas, desde artesanías hasta comidas étnicas y vinos, música, videoclips y publicidad dirigida a “prospectos” puntuales, ideal para empresas de pequeñas y medias dimensiones productoras de bienes selectos. Los países del apartado 2. cuentan con un buen punto de partida, mayor aún si cuentan, aunque sea marginalmente, con las potencialidades definidas entre los del apartado 1. –población con adiestramiento educativo-. Ese buen punto de partida es la necesidad de sus actuales productos para las economías industriales, que les permite contar con un canal de capitalización y financiamiento inmediato para el readiestramiento de su fuerza de trabajo, el mejoramiento de su infraestructura y la modernización de su sociedad. Estos países pueden verse tentados a creer en el espejismo de su efecto riqueza, o a ilusionarse que durará para siempre. Sin embargo, los recursos naturales generadores de rentas tienen la característica de que pueden agotarse, o pueden devenir en innecesarios para las economías que 234
hoy están dispuestas a pagar por ello. Por eso es necesario que los recursos obtenidos por la venta de sus reservas no renovables sean objeto de una cuidadosa planificación de inversión. Los mexicanos, en la década del 70, tenían un slogan que sintetiza el mejor consejo para las economías rentísticas: “administrar la riqueza con criterio de escasez”. También son los países en esta condición los que pueden estar tentados de autoexcluirse, como un subproducto del efecto riqueza generado por la abundancia de recursos no renovables vendidos a buen precio a la economía en transición. El petróleo seguramente seguirá subiendo de precio hasta superar la barrera de los 100 dólares y más aún a medida que se convierta en un bien de producción decreciente. Esos países se sentirán cada vez más ricos, pero si ceden a la tentación de vivir como tales, se encontrarán en veinte o treinta años sin los recursos y habiendo desaprovechado esa riqueza para modernizar su infraestructura, adiestrar su fuerza laboral, capacitar su población para desarrollar actividades insertables en la nueva economía global y prever el financiamiento de sus sistemas de pasividades, quizás el cuello de botella más peligroso que enfrentan las finanzas de los países en desarrollo en las próximas décadas. Los países del apartado 3. deben seguir el camino de los tigres asiáticos y los exitosos BRIC. Deben aprovechar el bajo costo de su fuerza de trabajo en una primera etapa, acompañando esa potencialidad con una normativa absolutamente homologable con los requerimientos de la nueva economía, a fin de generar inversiones locales que dinamicen la sociedad y vayan creando la demanda por el complejo de nuevos servicios. Su marco institucional debe ser de calidad óptima, su respeto a la ley impecable y su gestión política responsable, con transparencia y sin corrupción. Paralelamente, deben realizar una fuerte inversión educativa para adiestrar a sus clases medias y trabajadores en la habilidad para ofrecer flexibilidad a costo menor que los salarios de los países centrales. Esa ha sido la estrategia de Corea del Sur –hoy, uno de los países de mayor desarrollo tecnológico y nivel de ingresos- y de la India, tan exitosa que hoy no sólo ha reducido sus niveles ancestrales de pobreza y abierto canales de movilidad social en una sociedad históricamente estratificada en castas, sino que aspira a ingresar al escalón de gobernabilidad mundial junto a China, Brasil, Rusia y México. Un punto especial merece la calidad institucional. Aunque en los párrafos anteriores se ha destacado esa necesidad en forma especial para los países del grupo 3., contar con un sistema político homologable con las características que se exigen a una democracia moderna será cada vez más necesario para quienes deseen entrar en carrera. Podría notarse una contradicción entre esta necesidad y la situación de China, que ha dado su gran salto en los últimos veinte años sin contar con una democracia representativa sólida y sin respetar derechos humanos 235
básicos de la población. Este caso excepcional está apoyado en situaciones también excepcionales, como lo es la extrema ventaja de salarios apenas poco más que inexistentes, una férrea disciplina social impuesta por el Partido Comunista, una característica cultural del pueblo chino acostumbrado a ver con naturalidad la diferencia de sector social y de riqueza sin grandes protestas –salvo casos extremos- y la coincidencia entre el proceso de reformas con la apertura de la etapa globalizadora de la economía mundial. Esas condiciones son irrepetibles. No puede ofrecerse un nivel salarial tan bajo como el que ofreció y ofrece China a las inversiones externas. No puede imaginarse en el mundo actual un retroceso a formas cerradamente autoritarias, como las que inercialmente aplica China en su organización política. No puede imaginarse otra sociedad culturalmente resignada a las diferencias económicas, mucho menos en un mundo que en los últimos veinte años ha impregnado de información global las pantallas de todos los hogares del mundo; y hoy hay que competir con otros protagonistas para resultar atractivos, porque ya no hay “sólo” un país gigante y barato con el que relacionar y hacer más sofisticado el proceso productivo, sino muchos y más pequeños. La calidad institucional, las formas democráticas, la libertad de expresión, la capacidad del gobierno para hacer respetar las normas, la garantía a los derechos de las personas –en su vida personal y en su vida económica-, la responsabilidad del gobierno por sus actos, la eficiencia sin corrupción, son elementos que jugarán crecientemente en la decisión de inversión y de asociación y que serán hechos observados por los actores de la economía global antes de tomar la decisión de incorporar una empresa, un trabajador, un pequeño emprendimiento o realizar una contratación con prestadores de servicios de un determinado país. Apertura: pautar el ritmo y prevenir riesgos El mundo global requiere adecuados niveles de apertura. Sin embargo, no es cierto que sólo desmantelando las protecciones tradicionales propias del mundo anterior, pueda accederse a los nuevos circuitos económicos. Esta errónea valoración puede llevar a dañar el tejido social de los países de mediano desarrollo que cuentan con sistemas de producción industrial dirigidos centralmente a su propio mercado y serían incapaces de sobrevivir si fueran forzados a competir, de pronto, con los productos de menor precio y mejor calidad producidos que llegan desde el exterior. He aquí una demanda para el sistema político, que pone a prueba su capacidad de análisis y su sagacidad para dosificar adecuadamente la
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apertura, teniendo en claro el objetivo estratégico y adecuando los avances a la reconversión y modernización de sus propias industrias. Convocar a los protagonistas centrales de la nueva economía global a una actitud de “vengan y arrasen” constituiría una simplificación que no sólo no sería eficaz para dar el gran salto, sino que podría producir el desmantelamiento de lo que existe, sin mejorar cualitativamente la incorporación de la sociedad local a los flujos globales. En lugar de un salto adelante, podría estar generándose un retroceso hacia un estadio previo con las consecuencias sociales y políticas que ello conlleva. En términos del “Escenario Shell”, mencionado en el Capítulo 1, empujaría a la sociedad a una situación “Bandera Nacional”, con todas sus consecuencias en el retroceso democrático, el autoritarismo y la tendencia hacia posiciones chauvinistas. La otra actitud posible es definir una pauta programada pero inexorable de cambio y apertura, apoyada en un marco legal debatido y sancionado públicamente y con participación abierta de los ciudadanos, con transparencia y seriedad política, que con el horizonte de largo plazo absolutamente claro apoye la modernización de las industrias locales y su creciente involucramiento con la economía global, a la vez que agregue paulatina pero inexorablemente espacios de apertura económica para facilitar este proceso. Dicha programación hacia el mundo global no puede evitar contemplar los puntos peligrosos y negativos del nuevo escenario, que llegarán de cualquier forma a todas las sociedades y trascienden a lo puramente económico: la violencia cotidiana, las redes delictivas globales, la corrupción, el lavado de dinero, el tráfico de drogas, armas e influencias. En este punto cabe la digresión de un nuevo interrogante: ¿Qué ocurrirá en las sociedades democráticas sin buenos niveles de debate o con baja calidad institucional? Aunque se haya escuchado últimamente que es preferible un buen sistema legal que un gobierno “puro” desde la perspectiva de la democracia liberal141 y aunque no se puede descartar “ab initio” que puedan existir liderazgos de formación democrática que, sin embargo, deban recurrir a herramientas autoritarias para modernizar sus sociedades142, o dictaduras de partido que impulsan una transición económica sin reducir su nivel represivo143, en realidad los casos más comunes nos muestran tiranuelos despóticos, sin ninguna clase de prurito en la violación más atroz de los derechos humanos, aprovechándose del poder para imponer dictaduras férreas, con argumentos ideológicos, religiosos o –últimamente- hasta 141
Zakaria, Fareed, “The Future of Freedom: Illiberal democracy at home and abroad”, New York, 2003 Familias tradicionales del poder en el Oriente Medio y África suelen enviar a sus hijos a formarse en Gran Bretaña, Suiza o Estados Unidos, quienes a su regreso impulsan la modernización de sus países. 143 Como en el caso de China 142
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indigenistas, mientras muchos de ellos engrosan sus cuentas en el exterior y apoyan sus lealtades en aparatos clientelistas y equipos de colaboradores crecientemente corruptos. La adopción de sistemas políticos homologables es y será cada vez más, una condición ineludible para ingresar al mundo global. Una circunstancia decisiva de esta creciente exigencia es la dimensión relativa de los protagonistas de la globalización. Rockefeller podía acordar con el Politburó soviético la instauración de una sucursal de su Banco en Moscú, en plena Guerra Fría y las propias compañías multinacionales podían hacerlo en las primeras épocas con el gobierno del Partido Comunista de China. En el actual estadio de la transformación económica, sin embargo, los protagonistas son cada vez más empresas medianas generando su entramado productivo, sin vinculaciones con los poderes de sus países de origen ni de destino y la única defensa de sus intereses y de sus derechos es contar con sistemas legales y judiciales que les garanticen el trato ecuánime e imparcial. El ingreso a la globalización tiene entonces, como requisito cada vez más ineludible, el funcionamiento homologable de sus sistemas políticos, legales y judiciales. Las decisiones políticas de los países que decidan incorporarse al mundo global, de cara a la transformación económica deben apuntar a dos grandes temas de agenda: capacitación de la fuerza de trabajo en su aptitud para dar respuestas a los nuevos requerimientos empresariales y laborales de la economía global; y desarrollo de la infraestructura, principalmente en comunicaciones y transportes, eslabones imprescindibles de la nueva economía. La adopción de estos temas de agenda favorecerán también el desarrollo de una economía local con las pautas de trabajo del mundo global, vale decir con la incorporación de los mecanismos propios de la gestión en red, de las externalizaciones y diferentes formas de asociación. La modernización de la estructura productiva que impone el nuevo paradigma tiene, además, otro valor agregado: no implica el desmantelamiento de las culturas tradicionales, que aparecen puestas en valor de cara a los nuevos nichos de la demanda, que hace reaparecer el aprecio por los saberes autóctonos, fuertemente agredidos por el paradigma industrialista masivo propio del siglo XX, reproducido en muchos países de economías cerradas. Viejas canciones, ancestrales recetas de cocina, antiguas formas de vida, arquitecturas ciudadanas propias de otras épocas, cobran valor económico y pueden ingresar al mercado, vía la red o vía el crecimiento del turismo, palanca accesoria pero inescindible del mundo global, que alcanza día a día dimensiones crecientes y cuyo crecimiento no se detendrá –al
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igual que la demanda de alimentos- mientras existan nuevos contingentes humanos que se sumen a la nueva clase media mundial. La política internacional Mientras las sociedades se esfuerzan en realizar sus propias transformaciones modernizadoras, el mundo seguirá andando, con sus problemas, sus conflictos, sus contradicciones y su propia transición. Administrar esa simultaneidad de procesos complejos, en lo interno y en lo externo, es otro desafío para la capacidad intelectual, política y de gestión de las sociedades en transición de menor dimensión cuantitativa. Sin embargo, no es un tema menor, ya que las turbulencias geopolíticas pueden tener tal magnitud que los pasos en falso pueden generar consecuencias graves. La transición mundial generará, como está analizado, un sinnúmero de nuevos desafíos: desde las pujas por el agotamiento de los hidrocarburos, hasta el cambio de paradigma energético; desde la proliferación de nuevas amenazas terroristas, hasta la conformación de grupos intermedios, coaliciones “ad hoc” e intervenciones uni o multilaterales; desde el desarrollo de las redes delictivas hasta esfuerzos internacionales por extender la legalidad internacional para la protección de los derechos de las personas. En todos los espacios de interés se expresarán las tensiones del cambio y en muchos de ellos el posicionamiento internacional adecuado puede ser una herramienta favorable a la inserción en el mundo global, o su alejamiento e incluso su ubicación entre los “auto-excluidos”. Existirán situaciones muy claras y definidas, frente a las cuales las actitudes y alineamientos surgirán con nitidez del propio sentido común. Pero habrá otras –como los conflictos militares, la extensión del derecho a la intervención por motivos humanitarios, la justificación de acciones preventivas- que caerán dentro del campo opinable, con fuertes debates que incluirán a los propios países desarrollados, cada uno con intereses coyunturales que pueden ser divergentes o con diferentes condicionantes para sus definiciones de política exterior. Las decisiones nacionales en estos casos deben ser el resultado de análisis objetivos que, sin desconocer las limitaciones impuestas por el realismo, no alejen ni afecten el objetivo estratégico de formar parte de las corrientes de información, inversiones, comercio y desarrollo científicotécnico del nuevo mundo globalizado. La integración regional será, en estos casos, un adecuado espacio para potenciar la política exterior y para atenuar los efectos negativos que pudieran producirse en determinadas circunstancias. Los grupos regionales –como la Conferencia de Países Árabes, la Organización de la Unidad 239
Africana, la ALADI dentro de la que se inscribe el MERCOSUR, el Pacto Andino, el Mercado Común Centroamericano- son espacios que permiten a los países de menores dimensiones poblacionales, económicas o territoriales, contar con un “ancla” a la que aferrarse frente a las tempestades de la geopolítica mundial. Pero, paralelamente, debe recordarse que el entramado legal de la globalización está siendo diseñado, día a día, en organismos multilaterales formales o informales, en los cuales debe mantenerse presencia con adecuado nivel intelectual y diplomático, a fin de defender el propio camino hacia la globalización. La multiplicidad de geometrías organizativas, de grados de formalidad, de involucramiento público, interestatal, semi-público, de buenos oficios y de acción no clasificable en ninguna categoría académica previa, es innumerable. Pueden mencionarse en este listado las conversaciones sobre limitación de misiles, el acuerdo sobre normas de calidad o “Normas Iram”, actualmente enriquecidas con las “ISO 14.000”, de origen privado-estatal pero convertidas en derecho por algunos Estados, los acuerdos para funcionamiento de determinados mecanismos financieros entre los Banco Centrales, los mecanismos de control para evitar el “lavado” de dinero de origen ilegal, los “memorando de entendimiento” entre niveles intermedios e inferiores de los Estados, que no cumplen las formalidades de los Tratados pero tienen virtualidad ejecutiva porque lo en ellos acordado es cumplido por las administraciones que los firman dentro de su “capacidad reglamentaria”, las conversaciones entre Estados motorizadas por ONGs de prestigio –como la Fundación Clinton con su Iniciativa Global, ya mencionada-. Los países en desarrollo, además, debieran acentuar su propia acción comunicacional en las sociedades centrales. Por su condición de sociedades abiertas y democráticas, en esos países existen debates que expresan diferentes visiones sobre sus propias decisiones políticas, animadas por los más diversos intereses, algunos de los cuales enfrentan el propio proceso globalizador, pretenden alimentar visiones conspirativas, impulsan carreras armamentistas, o conciben al mundo como un peligro y a las sociedades en desarrollo como fuente permanente de problemas, desde cuna de piratas hasta manantiales de migración de personas que llegan a interferir en la feliz vida de sus países. Pero también existen sectores lúcidos, avanzados y honestos constructores de un mundo más equitativo, tanto en el plano académico como político. La acción exterior del mundo en desarrollo no debiera olvidar este debate y debiera intentar permanentemente incidir en él. Así como en Europa, la prédica de los fundamentalistas islámicos causa una instintiva reacción de temor y rechazo, el trabajo cotidiano de las comunidades islámicas moderadas –sustancialmente más numerosas e integradas a la 240
vida local- puede compensar esa voz, devolviendo tranquilidad y permitiendo políticas de integración y convivencia. De la misma forma, a la opinión pública de Estados Unidos no puede llegarle como única visión de América Latina la de los discursos encendidos de líderes populistas que conducen a sus países a callejones sin salida, o tratan a sus ciudadanos como menores de edad sin inteligencia, sino que deben conocer a los políticos, académicos y empresarios que trabajan por integrar sus sociedades a la sociedad global. Estas actitudes requieren un trabajo intelectual también indispensable: desechar en las sociedades en desarrollo las visiones unilaterales, reduccionistas, que personifican las relaciones internacionales como si los Estados fueran señores con nombre y apellido, voz única y pensamiento alineado con las caricaturescas tipologías elaboradas durante la guerra fría. Existen nacionalistas cerrados y xenófobos en el mundo en desarrollo y también en las sociedades exitosas. Existen mentalidades abiertas y tolerantes también en ambos mundos. La característica de la sociedad global es que estos debates van tomando, crecientemente, dimensión universal, lo que afortunadamente dificulta –aunque lamentablemente en ocasiones no lo logra- esconder tras una bandera actitudes reñidas con la convivencia de los seres humanos. Los problemas globales de dimensión planetaria, además, requieren protagonismo constante de todos los seres humanos. El calentamiento global, la neutralización de los efectos del cambio climático, la seguridad internacional, la posibilidad de pandemias de efectos devastadores, son temas que requieren cooperación y que exigen acciones coordinadas en la que todos los Estados deben participar.
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Capítulo 16 Un nuevo mapa geopolítico El siglo XXI comienza con un escenario muy diferente al de comienzos del siglo XX. Basta con una mirada a una centuria hacia atrás para encontrarnos con un planeta cuyos agrupamientos nacionales, sus bloques de poder, su economía y su balance militar está tan alejado del presente, como la Inglaterra victoriana del imperio romano. Hace cien años, las principales potencias eran imperios: el otomano, el austro-húngaro, el británico, el ruso y el alemán. Ninguno de ellos existe ya como tales. Estados Unidos de Norteamérica era una potencia mediana en fuerte ascenso y España apenas un recuerdo de glorias pasadas, convertido al entrar en el siglo XX en uno de los países más pobres de Europa. La Rusia zarista había comenzado la industrialización, pero nada hacía prever que llegara a ser una de las potencias dominantes durante siete décadas del siglo. Prusia disfrutaba aún de su victoria en la guerra FrancoPrusiana, mientras Francia, herida en su orgullo, se preparaba para su revancha, que culminaría con el Tratado de Versalles, que puso fin a la Primera Guerra Mundial. La China, milenaria potencia oriental, virtualmente no existía como nación independiente. Las grandes potencias definían su política y su comercio y remitían fuerzas expedicionarias para rescatar a los Embajadores rodeados en sus sedes durante 55 días por los “boxers”, nacionalistas rebelados frente al dominio extranjero de su país, a los que aplastarían. Y la India, hoy un pujante país aspirante a ingresar a la “alta gerencia” mundial junto con los “BRIC”, era apenas un conglomerado para-feudal unido por la dominación británica. En nuestro vecindario, la República Argentina se exhibía como la gran sorpresa del cambio de siglo y se aprestaba a festejar su Centenario con un poderío económico, social, educativo y militar que era superior al de la suma de todos los países de América del Sur y con un producto por habitante sólo superado en el mundo claramente por los Estados Unidos de Norteamérica y Gran Bretaña, la principal potencia de la época. Cien años después, un nuevo escenario amanece con el siglo siguiente, no sin antes haber sufrido durante todo el siglo XX cambios decisivos, algunos de los cuales se proyectarán hacia la próxima centuria y otros parecen hoy más alejados que la propia visión de cien años atrás. El siglo XX: un siglo norteamericano Si el siglo XIX puede ser catalogado como una centuria británica, por la fuerza expansiva del capitalismo inglés colonizando el mundo, el 243
saldo final del siglo XX ha sido, claramente, favorable a los Estados Unidos. Como está dicho, ingresó en el siglo XX con pujanza, pero sin ser considerado como potencia hegemónica o dominante. Su esfera de influencia era fuerte en su región aledaña –fundamentalmente, América Central y el Caribe- y la guerra con España había fortalecido su posición dominante en su vecindario. Sin embargo, lejos está de poder afirmarse que la influencia norteamericana en América del Sur tuviera la misma proyección. Los países meridionales del continente americano se unían culturalmente alrededor de la visión restauradora y romántica del “hispanismo”, del que el uruguayo Rodó fuera un claro exponente, al igual que Rubén Darío y que los dirigentes políticos argentinos de la etapa tardía de la “generación del 80”. Su “anti norteamericanismo” expresaba un celo fundacional, exacerbado por la guerra de Cuba y una rivalidad que, aunque menor para los norteamericanos, era considerada de gran importancia por los protagonistas regionales, que competían por el flujo de inmigrantes europeos necesarios para trabajar el inmenso territorio conquistado a las tribus indígenas en las últimas décadas del siglo XIX. Sin embargo, la creciente influencia norteamericana en el mundo no se haría esperar y su presentación en sociedad se daría con la participación en la Primera Guerra Mundial, que fue decisiva para definir el curso del conflicto, al que ingresó recién en 1917, con la excusa formal del hundimiento por parte de Alemania del buque “RMS Lusitania”, en el que viajaban 123 ciudadanos estadounidenses. A partir de ese momento, nada importante ocurriría en el mundo sin la protagónica intervención –y decisión- de los Estados Unidos. La primera posguerra dejó a Estados Unidos con la iniciativa, al ser el único país combatiente sin daños en su propio territorio y economía y esta iniciativa se tradujo en su primera ofensiva política multilateral: la Sociedad de las Naciones. Sin embargo, al ser concebida como “liga de los Vencedores” y sin espacio para los vencidos –hecho que provocaría el retiro argentino de las deliberaciones144- se convertiría en un experimento fracasado, a pesar de su valor como antecedente de lo que sería luego de la Segunda Guerra Mundial la Organización de las Naciones Unidas. Su impulso industrial fue enorme. Se sumó a las potencias que jugaban el ajedrez político-militar petrolero y realizó expediciones 144
La decisión del presidente Yrigoyen fue duramente cuestionada por los dirigentes conservadores, e incluso por el propio Ministro Plenipotenciario en París, Marcelo T. de Alvear. El fundamento del retiro fue expresado en la carta que Yrigoyen enviara a su Ministro, en el que defendía la coherencia de la posición con la neutralidad activa mantenida durante el conflicto, con dos argumentos básicos: una organización estable para el mundo no podía excluir a ningún país, aunque hubiese sido derrotado en la guerra; y la Argentina era tributario de poblaciones originarias en los dos grandes campos enfrentados, que en el país vivían en paz e integradas.
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militares en la región que lo alejaron aún más de la opinión pública latinoamericana–. Hacia 1930, las intervenciones militares norteamericanas en la región sumaban Cuba, Panamá –cuatro veces-, República Dominicana, México, Nicaragua, Haití y Honduras. La influencia de Estados Unidos en el mundo fue creciente, hasta que su exitosa participación en la Segunda Guerra Mundial lo dejó convertido en uno de los grandes contendientes de la guerra fría que disciplinó al planeta desde 1945 hasta 1988. La participación norteamericana en la economía mundial, que antes de la Primera Guerra no llegaba al 30 por ciento del total, luego de la segunda superaba el 50 por ciento. Luego de la implosión del bloque soviético, Estados Unidos quedó de hecho convertido en la única superpotencia, con inmenso poder militar aunque compartiendo el “poder blando” –o sea, la capacidad de influencia en términos económicos, políticos y culturales- con varias naciones conocidas como el Grupo de los 7 (o de “los ocho”, cuando se incorpora a ellas Rusia, generalmente cuando se debaten tema de seguridad internacional): Gran Bretaña, Francia, Canadá, Alemania, Australia, Japón e Italia. Como se analiza en el capítulo “¿Hacia un nuevo siglo americano?”, el predominio de Estados Unidos al terminar el siglo XX atravesaba todas las áreas de la realidad: económica, militar, científico-técnica, cultural y política. El comienzo del siglo XXI El poder y la influencia norteamericanos al comenzar el siglo XXI es enorme, pero no absoluto. Aunque en términos militares es descollante, en términos políticos el mundo muestra una fuerte dinámica de alianzas cruzadas y cambiantes. Europa enfrenta un proceso de pérdida creciente de incidencia internacional. Se trata del territorio socialmente más avanzado del planeta, con espacios de libertad que son un faro para muchas de sus ex colonias, pero con fuertes condicionantes en su acción internacional. No es la vanguardia del cambio tecnológico, su poder militar es reducido y políticamente las dificultades para unificar su acción internacional son enormes y parecen insalvables. Su tasa de envejecimiento poblacional es la más alta del mundo –salvo Japón- y para compensarla, las alternativas de abrir e impulsar la inmigración de trabajadores jóvenes incrementa sus riesgos de inestabilidad interna, por las diferencias culturales con los jóvenes musulmanes y africanos que llegan a sus territorios. Su dependencia energética de Rusia, Asia Central y África limita su capacidad de acción y aunque a grandes rasgos comparte la visión del mundo con Estados Unidos, su situación relativa cercana a la región más inestable del 245
mundo -que conservará esta condición durante las primeras décadas del siglo XXI- le agrega un condicionante decisivo para hacer oír su voz en situaciones de conflicto en los que intervengan sus proveedores energéticos y de fuerza de trabajo. Rusia, por su parte, luego de la implosión que sufrió por el derrumbe de la Unión Soviética y la disgregación de los territorios que había anexado a la experiencia del “socialismo real”, está reasumiendo su presencia internacional con los modos y gestos propios del viejo imperio zarista. Poseedora de un viejo arsenal nuclear, parece hacer renacer su amenaza militar y avanza en la pretensión de ocupación de territorios internacionales potencialmente ricos en hidrocarburos –como el subsuelo del Océano Ártico-. Conocedora como pocas del juego geopolítico, saca provecho de su condición de gran proveedora de gas a Europa, lo que le da un “plus” de repercusión a sus posiciones internacionales, sabedora de su capacidad de neutralización de Europa. Sin embargo, su infraestructura está envejecida, sus sistemas de seguridad social descapitalizados y el envejecimiento de su población –que la llevará a perder hacia mediados de siglo el 34 % de su población activa- le genera fuerte rigidez en la posibilidad de gastos discrecionales. La modernización económica que debe realizar para recuperar competitividad requerirá inversiones para cuya convocatoria requerirá consolidar un orden jurídico responsable, con capacidad de defensa de los derechos de las personas y base electoral competitiva y libre, tareas incompatibles con una política exterior agresiva. Las Naciones Unidas no han logrado legitimarse como el espacio de diálogo y contención, ni como las únicas depositarias de la capacidad de uso de la fuerza, aunque es el único espacio que otorga algún rasgo de legitimidad internacional. Varios motivos conspiraron para que así fuera, entre otros su incapacidad para tomar decisiones eficaces debido a la persistencia de los poderes nacionales, su falta de adecuadas capacidades militares, la falta de unidad de criterio entre las naciones más poderosas sobre su verdadero rol, atribuciones y límites y la falta de confianza de los grandes Estados – principalmente, Estados Unidos- de que la organización y dinámica de las Naciones Unidas sea superior a la de su propia fuerza para garantizar su seguridad nacional. Haciendo un símil con las reflexiones de Hobbes al justificar la delegación de potestades de los individuos hacia el Estado, el motivo que genera esa delegación es la sensación de que su seguridad está mejor custodiada si, en lugar de hacerlo por sí solo, se autolimita confiando en un organismo superior esa potestad. Ello no ocurre en la relación Naciones Unidas-Estados Unidos, ya que este país percibe que en las Naciones Unidas, la influencia de los países que considera peligrosos para sus
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intereses nacionales impediría que ésta pueda garantizarle la seguridad a sus intereses nacionales. El mundo ingresa en el siglo XXI con el dilema creciente de eficacia vs. legitimidad. Estados Unidos, única potencia militar global, no cree en la eficacia de la ONU –y de hecho, no la tiene- para solucionar conflictos relativos a la seguridad internacional, pero es el único organismo existente que otorga, de cara a la opinión pública mundial, un germen de legitimidad. Las últimas crisis del siglo XX y comienzos del XXI han mostrado crudamente esta realidad y posiblemente se trate de un dilema sin solución, ya que nada hace prever que logre avanzarse en una reestructuración consensuada de la organización internacional y ello deja abierta la puerta para intervenciones como las que se han presentado en esos años, con coaliciones “de los dispuestos”, de geometría variable, forzando la normativa de las Naciones Unidas pero sin encuadrar plenamente las acciones en sus normas. La pretensión de encuadrar las acciones en sus normas, a su vez, lo único que ha garantizado es el bloqueo y la impotencia de la Organización para resolver los problemas145. Es probable la puesta en escena de un entramado más sofisticado, por dentro o por fuera de las Naciones Unidas, que incluya organizaciones multilaterales regionales (tipo OTAN), intervención mediadora de organizaciones de prestigio (como la Fundación Clinton, o similares) o la creación de grupos diversos que funcionen como “interfases” entre los protagonistas de los conflictos inminentes o desatados, para facilitar su solución armónica o pacífica. La reforma de las Naciones Unidas para garantizar a todos sus miembros –grandes y chicos, poderosos y débiles- un orden internacional basado en el derecho, es trabada sin embargo por el juego de intereses y desconfianzas que bloquea cualquier modificación del sistema –para el que hacen falta las dos terceras partes de los países que la integran y la aceptación de los más fuertes en subordinarse al nuevo esquema-. Ello deja al mundo en una situación confusa, en la que el orden internacional en el plano político y militar no se apoya exclusivamente en la ley y los tratados, sino que en ciertos aspectos ha retrocedido al estadio anterior a la propia Sociedad de las Naciones. Varios importantes capítulos de la convivencia internacional tienen en las Naciones Unidas y sus organismos especializados un adecuado marco de tratamiento con diferentes niveles de eficacia (derecho del mar, comunicaciones, temas espaciales, comercio internacional, derechos humanos, salud global, operaciones humanitarias, etc.) pero otros –especialmente los relacionados con los temas de seguridad y defensa- la muestran con una fuerte debilidad estructural, lo que deriva hacia la conformación de grupos de poder, 145
Fukuyama, F., “América en la Encrucijada”, Barcelona, 2007.
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alianzas formales o informales, coaliciones “al efecto” frente a situaciones especiales y uso de la fuerza sin marcos legales claros. La perspectiva hacia los próximos lustros es la tendencia a conformar un escalón abierto de “alta gerencia” de la situación internacional, que incluya países con estándares democráticos definidos como sistemas de gobierno de base electoral, responsables de sus actos y capaces de garantizar los derechos de las personas146. Este escalón puede funcionar de manera formal o informal, sea dentro, sea al margen o sea sucesivamente una u otra forma, del Consejo de Seguridad e instituciones de las Naciones Unidas. Este equipo de alta gerencia deberá resolver temas cruciales, frente a los cuales no existen respuestas uniformes: el problema de las acciones de redes delictivas en los “no Estados”, o territorios sin control de ningún Estado; el problema de los conflictos políticos o político-sociales cuyas consecuencias superen estándares básicos de respeto a los derechos de las poblaciones que viven en ellos; justificación y límites a la intervención externa en situaciones de crisis sanitarias o humanitarias en regiones de Estados sin capacidad de respuesta; organización de acuerdos básicos en la lucha contra el terrorismo y las redes criminales; y eventualmente, acuerdos de acción en casos de amenazas a la seguridad internacional o de algún Estado con armas de destrucción masiva. Económicamente, el mundo se encuentra en una fuerte transición entre la sociedad industrial y la sociedad post-industrial con base en la información, las redes y los servicios. Cuando se afirma que esta transición marca el rumbo del crecimiento económico, no debe entenderse como que la economía industrial “desaparecerá”. No es así, como tampoco desapareció la economía primaria o agrícola cuando se desató la revolución industrial. Sí significa que la punta de lanza del dinamismo económico se ha transferido hacia la capacidad de integrar al proceso productivo la rapidez en la transferencia de información y en la exponencial cantidad de servicios que esa transferencia de información genera. El procesamiento de información y la incorporación del desarrollo tecnológico a la producción ha cambiado a toda la economía, desde la agricultura y ganadería hasta la industria, con la influencia de las nuevas tecnologías mencionadas en el capítulo sobre desarrollo científico. En este escenario, debe insistirse en la necesidad de elaborar nuevas herramientas de análisis económico que integren el fenómeno total de la economía planetaria, que permitirá comprender y explicar con más claridad fenómenos que aparecen como fuertemente preocupantes si son analizados con las herramientas clásicas.
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The Princeton Projet on National Security, “Forging a world of Liberty under Law”, set 2006.
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En tal sentido, hemos mencionado en el capítulo referido al surgimiento de los BRIC cómo difiere la óptica de los analistas al observar el fuerte déficit fiscal norteamericano y su balanza comercial negativa. En esa oportunidad afirmamos que ambos fenómenos son funcionales al crecimiento económico mundial, actuando como impulsores del desarrollo de la economía de las regiones emergentes. Agregamos acá otra aparente paradoja, relacionada con el precio del petróleo. Tradicionalmente, el incremento del precio del petróleo estaba relacionado con períodos de estancamiento y recesión. Así ocurrió con la crisis de 1973 y así ocurrió en 1979. Sin embargo, a mediados de la primer década del siglo XXI se inició un fenómeno diferente: el precio del petróleo ha permanecido en constante aumento, alcanzando máximos que hace pocos años hubieran sido identificados como “escenarios de catástrofe” y sin embargo ello no ha producido ni recesión, ni inflación. Por el contrario, la red financiera mundial ha reciclado esos recursos de las economías petroleras hacia el sistema globalizado y el incremento de precio del combustible ha sido compensado con la tendencia a la baja de los precios de bienes finales producidos por China. El consumidor norteamericano, a pesar de soportar precios del petróleo que pasaron de USD 30 dólares el barril a USD 80 en dos años –y de USD 11 a USD 80 en ocho años-, no sufre una crisis en sus ingresos. Por el contrario, debido a la productividad de su economía y la tecnología agregada a los nuevos vehículos en la economía de combustibles, un ciudadano medio norteamericano gasta en gasolina en el 2007 un 4 % de sus ingresos, frente a un 6 % que gastaba en la década de 1980. Desde fines de la década de 1990, cuando la competencia saudívenezolana llevó sin querer el precio del petróleo a USD 11, hasta 2007, el precio del petróleo se ha multiplicado por ocho. Sin embargo, la economía mantuvo un crecimiento interanual sostenido de alrededor del 5 %. Estos avances y el surgimiento de la globalización como fenómeno caracterizado por la libertad en la transferencia de información, flujos financieros, comercio e integración productiva deslocalizadas, desató e impulsó otro proceso, el del surgimiento de nuevas potencias emergentes integradas al sistema productivo global. El caso más destacado –analizado en el capítulo “India y China”- fue el de China, país formalmente comunista que, incorporando metodologías capitalistas, ha mantenido un crecimiento sostenido de su economía en tasas cercanas al diez por ciento anual durante un cuarto de siglo. Se trata del único caso en la historia contemporánea, en el que si bien las decisiones internas han tenido un papel central, su mayor acierto fue aprovechar las tendencias desatadas por el surgimiento del nuevo paradigma socioeconómico y el aprovechamiento de sus ventajas 249
competitivas circunstanciales, entre las que han sido elementos decisivos el escaso valor de su fuerza de trabajo y la colaboración de los chinos de la “diáspora” para llegar al mercado mundial con sus productos. La economía china pasará a ser en una década, en dimensiones globales, la segunda del mundo detrás de la de Estados Unidos, aunque – como se ha dicho- equivale aún a menos de un veinte por ciento de su producto nacional bruto y a una ínfima proporción de su ingreso por habitante. La economía de la India, el otro coloso recién llegado, la sigue en su dinamismo, incidiendo fuertemente en la economía mundial con su aporte de servicios especializados a bajo costo relativo, fenómeno también ya mencionado. Ambas economías, en razón del comercio abierto y la libertad de flujos financieros, se benefician de la posibilidad de colocar sus productos en los poderosos mercados de los países desarrollados, fundamentalmente el mercado interno de los Estados Unidos; en adiestrar su fuerza de trabajo en ocupaciones modernas; y en conseguir fuentes de financiamiento internacional –vía mercados, vía financiera directa o vía relocalización de fábricas desde los países desarrollados hacia sus territorios-; Estos fenómenos resultan funcionales al esfuerzo de los países desarrollados en mantener bajo control sus tasas de inflación, abrir nuevos espacios de ganancia a empresas que puedan deslocalizar sus plantas de producción -con lo que ayudan a aliviar la demanda energética local y la presión ambientalista- y al ofrecer un set de precios para productos de venta masiva que pone un techo al crecimiento de sus precios internos, forzando al desplazamiento de su actividad económica interna hacia sectores sin competencia o con competencia más débil –productos de alta tecnología y servicios sofisticados-, aunque al costo de enfrentar problemas sociales derivados del desfase entre la rapidez del fenómeno económico de deslocalización frente al ritmo –más lento- y al costo de readiestramiento de sus trabajadores desocupados. Un peligro latente, en las dos primeras décadas del siglo, será la proliferación nuclear. Como afirma lúcidamente Delpech147 “en 2025, un Oriente Medio dotado de cuatro o cinco potencias nucleares no es una desagradable ficción sino una posibilidad real”. La región será una fuente permanente de conflictos porque es allí donde se cruzan –como se verá más adelante- muchos problemas, desde luchas tribales y de camarillas, odios religiosos, reservas petroleras que son las mayores del mundo pero que comenzaron a declinar, burbuja joven con millones de personas menores de 30 años sin horizontes ni posibilidades económicas, fundamentalismos ideológicos y armamento nuclear en algunos de sus actores. El conflicto “sunní-chiíta”, que atraviesa toda la región148, agrega un condimento 147 148
Delpech, Thèrese, op. cit Nasr, Vali, “When the Shiites Rise”, Foerign Affairs, Julio-Agosto 2006.
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milenario que encuentra a las potencias con limitaciones en su capacidad de acción por temor a represalias, en la provisión de crudo, en su seguridad interior y hasta en su seguridad externa. De ahí que la obsesión para frenar la suspensión del programa atómico iraní no sea un capricho de viejos países imperialistas, sino una preocupación por evitar una carrera que puede alterar la paz del mundo en una región clave. En los aspectos vinculados con el orden económico se instalará crecientemente una red de intereses que buscarán participar en el diseño de la legalidad de la globalización y cuya participación será necesaria para garantizar la fluidez de la economía. Entre estos temas se encuentran las normas del comercio mundial, la transferencia y movilidad de capitales y las normas de propiedad intelectual, los regímenes laborales y los estándares ambientales. En estos aspectos es previsible la incorporación a la “alta gerencia” de otros escalones –al estilo del Grupo de los 20- que incluyan a países sin cuya participación las normativas no serían eficaces, estableciendo de hecho un grupo de liderazgo que, al incluir a los mayores flujos de comercio e inversiones, arrastraría a todos los demás hacia sus normas. También se buscará incorporar a un escalón de responsabilidades globales a los países moderados democráticos del mundo musulmán, como Turquía149, que previsiblemente recibirán un apoyo económico, político y militar creciente para reforzar su rol estabilizador. Los protagonistas importantes del siglo es previsible que sean cada vez más. Entran como “estrellas” los países emergentes, englobados a comienzos de la centuria en la denominación de “BRIC”, acrónimo con que se agrupa a situaciones tan disímiles como las que exhiben Brasil, Rusia, India y China. Pero se agregarán a ellos cada vez más países, que en la dinámica de la globalización se incorporen a etapas superiores de desarrollo económico. Los primeros aspirantes son ya México, Indonesia y Sudáfrica. Esos países pugnarán por ingresar al club de los “exitosos”, a diferencia de otros, los “auto-excluidos” que tenderán a agruparse en la defensa de rentas, ideologías o marginalidad. El bloque de los autoexcluidos tendrá una fuerza mayor en el comienzo del siglo, debido a las tensiones que generará el agotamiento de las reservas de petróleo –que estimaciones especializadas calculan en cuarenta años, pero comenzando con la inversión de la curva producción-demanda, entre diez y treinta años-, la suba de precio del crudo –que liberará recursos de economías rentísticas, sirviendo de base a aventuras populistas- y la “burbuja joven” en el Medio Oriente y en África subsahariana –que impulsará desde migraciones hasta la extensión de las redes de violencia terrorista y delictivas en el territorio 149
Drezner, D. “The new new world order”, Foerign Affairs, march/april 2007.
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de sus países y en los países desarrollados-. Los “nuevos piratas” utilizarán durante la transición todas las grietas normativas y de seguridad que ofrezca el nuevo orden mundial en gestación, con sus previsibles interfases en zonas grises en la que se vinculen con actores marginales de la política – hasta algunos Estados- y la economía formal. El escenario, pues, sumará a los tradicionales conflictos interestatales tradicionales, que enfrentan a países entre sí, una nueva clase de conflictos en el que sus protagonistas serán las redes delictivas globales, cuyos procedimientos incluirán el terrorismo, la piratería, el lavado de dinero, el tráfico de armas, drogas, personas y productos falsificados y que en ocasiones puede infiltrarse en poderes estatales –y empresariales- corruptos o fundamentalistas con alto grado de cuestionamiento al orden internacional en formación. El trabajo por la conformación paulatina de un orden normativo pluralista, multilateral, inclusivo de los recién llegados, que asegure la paz y la seguridad internacional, mantendrá un permanente estado de conflicto con quienes cuestionan y sabotean esos esfuerzos y esa dinámica confrontativa motorizará los temas de agenda internacional en los próximos años.
Las próximas décadas Hay tendencias fuertes, cuya variación es más improbable que se produzca porque responden a causas estructurales profundas. Entre ellas, sin dudas, están la climática y la demográfica. Hay otras, que en el mediano plazo responden con poca variación a la acción de los países pero que no están sujetas a ningún determinismo histórico fatalista. Entre ellas está la económica, la científico-técnica y la política. El mundo de mediados del siglo XXI será claramente más “oriental” que el actual150. La globalización estará más relacionada en el inconsciente colectivo con las potencias asiáticas nuevas, a diferencia de lo que ocurre a comienzos de siglo, en que despierta remembranzas vinculadas con Estados Unidos y el mundo occidental. Desde una perspectiva poblacional, el mundo estará más envejecido y ese envejecimiento se notará más en Europa, Rusia, Japón y China y menos en la India, Estados Unidos y en general el continente americano151. El envejecimiento de la población tenderá a generar regiones menos dinámicas, pero más pacíficas. Las demandas de recursos para la atención de los ciudadanos de la tercera edad influye en la agresividad de los países en relación inversa. Las sociedades envejecidas aumentan sus gastos en 150 151
CNI, op cit. “Mapping the future”, íd. Haas, Mark, “The geriatric peace”
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atención médica, en pasividades –jubilaciones, pensiones y retiros- y reduce la discrecionalidad de los gobiernos para destinar recursos a otros fines, incluidos los militares. A la vez, al reducirse la población económicamente activa, sus salarios medios se incrementan por la escasez de oferta de fuerza de trabajo y ello también golpea al sector militar que debe destinar mayores recursos a salarios y menos al equipamiento. La posibilidad de reclutamiento de tropas para el combate se reduce y la rigidez de la asignación de gastos sociales es un límite a la posibilidad de contratación de mercenarios o de tercerización de la seguridad. Las sociedades menos afectadas por el envejecimiento –entre las desarrolladas, la menos afectada será la norteamericana- enfrentan de por sí altísimos gastos estructurales en defensa y difícilmente opten en forma voluntaria por aumentarlos. Es previsible, más bien, una presión de los ciudadanos norteamericanos en contra de seguir actuando como gendarmes globales, requiriendo que otros países se sumen al esfuerzo de este “bien público global” en cuya provisión considerarán exagerado su compromiso152. Esta presión es previsible que se incremente cuando se avance en la sustitución del petróleo, que haga innecesario el despliegue planetario de las fuerzas armadas norteamericanas para garantizar la seguridad de las vías de aprovisionamiento de crudo. Aunque a comienzos del siglo XXI el escenario descrito153 parezca lejano, no pueden dejar de destacarse las crecientes voces del mundo académico y político norteamericano que insisten en trabajar para romper la “dependencia energética” de la provisión de crudo originada en zonas inestables. El propio presidente Bush, tratando de convertir la debilidad en fortaleza, ha lanzado un ambicioso programa de desarrollo de biocombustibles asociando en la idea al Brasil, potencia emergente que encuentra en este tema la forma de vincularse con la primer potencia del mundo en un área en el que comparten intereses estratégicos y pueden asociarse para enfrentar juntos la solución. La energía nuclear está despertando, lo que se nota en el renacer de dormidas iniciativas de generación nuclear, sea impulsando la construcción de nuevos reactores –caso China, India y países del Este de Asia - o de derogar el congelamiento que tal debate había tenido en las últimas décadas por las presiones ecologistas, como Holanda. En la actualidad existen 440 reactores nucleares aportando el 20 por ciento de la energía consumida en 152
Ferguson, Niell. “Coloso – Auge y decadencia del Imperio americano”, pág. 401. Barcelona,
2005.
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Klare, Michael, “El dilema de la dependencia: importación de petróleo y seguridad nacional”. La visión desarrollada por este autor es más pesimista en cuanto a las perspectivas geopolíticas que generará la reducción de reservas petroleras. Para profundizar en este análisis, ver del mismo autor el libro “Oil and blood. The dangers and consequences of American’s growing petroleum dependence”. USA 2006, edición española 2007. El autor no comparte esta visión.
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el mundo. No sería aventurado predecir que esa cantidad se duplicaría en las próximas dos décadas, impulsado por el alza del precio del petróleo – que los hace competitivos en el mercado- y por el creciente agotamiento de los yacimientos. El escenario del cambio climático estará presente en todo el siglo con un espacio destacado en la agenda global. La civilización industrial ha profundizado, en los últimos doscientos años, la afectación de los recursos naturales del planeta provocados por la humanidad durante su existencia. Entre los recursos naturales afectados, sin dudas el que mayor cambio provoca en el sistema global es el de extracción y quema de los hidrocarburos, soporte de la última revolución industrial. Como consecuencia, la temperatura media del planeta ha comenzado una tendencia al ascenso que refleja la elevación de partículas de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, producto de la combustión de los combustibles sólidos. En otro lugar de este trabajo analizamos la dinámica de este fenómeno. En este lugar cabe destacar que la preocupación global por el cambio de clima agrega en la agenda de seguridad de los países desarrollados un capítulo de alta incertidumbre. En efecto, una característica de este fenómeno es su imprevisibilidad puntual. Se conoce y coincide en que generará efectos graves y en algunos casos catastróficos, pero se ignora cuándo se producirán con exactitud y ello provoca una tendencia al no compromiso, máxime cuando es necesario asignar recursos para prevenirlos, o ralentizar el crecimiento económico de algunos países que se encuentran en su etapa de desarrollo industrial originario. Los países desarrollados han avanzado en estudios puntuales sobre los posibles efectos de la escasez de agua potable, el aumento de la intensidad y frecuencia de las situaciones extremas –como huracanes, heladas, lluvias torrenciales, sequías- y la posibilidad de un escenario catastrófico154. Sin embargo, no existen acuerdos internacionales destinados a preverlos, salvo las iniciativas surgidas de la Convención de Cambio Climático y su subproducto más exitoso, el Protocolo de Kyoto, que sin embargo no ha conseguido el apoyo de Estados Unidos, Australia y algunos países en desarrollo. Estados Unidos es el país más contaminante, aunque esta afirmación debe matizarse con la de que es la economía que tiene una relación menos directa entre su crecimiento y el incremento de su contaminación, ya que por las características de su crecimiento no quema incrementalmente más combustible por unidad de producto, lo que sí hacen las economías emergentes como China e India. En la segunda mitad del siglo, las consecuencias de las acciones que se tomen en los primeros años se harán notar en plenitud. Cálculos 154 Schwartz, P. y Radall, D, “An abrupt climat change scenario and its implications for United States National Security”, 2003.
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científicos creíbles sostienen que es posible equilibrar la temperatura promedio del planeta entre 1 y 2 grados por encima de la existente a mediados del siglo XX, tomando desde ahora medidas que disminuyan la emisión de gases de efecto invernadero. Este incremento es relativamente administrable y las consecuencias no serían traumáticas. Sin embargo, si no se tomaran esas medidas, el incremento del calor en la atmósfera sería a fin de siglo de alrededor de 4 a 5 grados centígrados y esa dimensión de calentamiento no tiene antecedentes verificables en la historia geológica reciente155, entrando en un territorio desconocido que puede afectar, desde la distribución del calor global del planeta (lo que implicaría cambios catastróficos en los climas actuales) hasta la desaparición de una cantidad de especies que alterarían los mecanismos actuales no sólo de producción sino de supervivencia da la raza humana tal como la conocemos. El nuevo mapa mundial En síntesis, el escenario del siglo XXI tendrá como características principales: 1. La globalización de la economía y la necesidad de garantizar su fluidez de comercio, provisión energética y derechos de propiedad e intelectuales. Se instalará crecientemente la “sociedad-red”, con un protagonismo creciente de las personas en forma directa y al margen de las estructuras políticas, económicas y sociales. 2. La persistencia de la supremacía militar y económica norteamericana, que conservará el carácter de único “gendarme global” con capacidad de acción rápida en cualquier lugar del mundo, en responsabilidad compartida crecientemente con nuevos actores. 3. La construcción no lineal de nuevos espacios de “alta gerencia” integrada por los países democráticos desarrollados (Grupo de los 7, OTAN, coaliciones al efecto). 4. La incorporación parcial a esa alta gerencia del grupo de países en desarrollo que alcancen estándares homologables con esas exigencias democráticas, respeto a la ley y garantía de derechos humanos (tipo Grupo de los 20). 5. La preocupación por la no proliferación nuclear, debido al peligro desestabilizador en gran escala de esta clase de armamentos de destrucción masiva, en un delicado equilibrio con las necesidades energéticas. 7. Conflictos –más o menos expresos- entre el mundo global en construcción y quienes opten por quedarse al margen de esa construcción (los “autoexcluidos”) sea integrando redes delictivas, violentas, terroristas, 155
Stern, N., “El costo económico del cambio climático”, Londres, 2006.
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fundamentalistas o marginales, sea por países relacionados política, económica o militarmente con esos espacios. 8. El creciente protagonismo global de nuevos actores: ONGs, grupos de interés específicos estatales, privados o mixtos, y las propias personas en forma directa. 7. La permanencia en la agenda de los temas de cambio climático. 8. En las primeras décadas del siglo, tensiones originadas en la provisión de hidrocarburos y el cambio de paradigma energético.
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Epílogo para argentinos La visión del mundo global recorrida en este libro describe un escenario y narra el juego de los actores. Países, empresas, redes planetarias diversas, tecnologías, fuerzas económicas, y los nuevos protagonistas: las personas. Todos marchan al ritmo de una endiablada aceleración cuyo ritmo es fijado por la innovación tecnológica, que impregna el planeta a través de uno de sus subproductos, la revolución de las comunicaciones. La realidad global deja ganadores, perdedores y peligros. Todos compiten, en un planeta que va agregando nuevos límites a la explotación de sus recursos y con ello acelerando más aún la velocidad de innovación para sortear esos límites con nuevos paradigmas tecnológicos. En ese cambio, también hay ganadores, perdedores y peligros. Como se trata de un proceso de cambio en pleno desarrollo, nuevos y viejos comparten el juego, algunos viendo con más claridad el desemboque y otros, reproduciendo las acciones con las que jugaron en el viejo escenario. Esa complejidad se observa en la economía, en la política, en las relaciones sociales y en las nuevas formas criminales, cuya descripción aún no es abarcada en su totalidad por la normativa internacional de los responsables, pero que sí se detecta al analizar el funcionamiento de las complicidades con las redes de tráfico de drogas, personas, armas y lavado de dinero. La Argentina no escapa a este escenario. Tampoco los argentinos. La diferencia no es menor, ante el espacio de acción para las personas individuales en el nuevo paradigma. Por supuesto que la acción de la Argentina “estado” interactuará con las que desarrollen los argentinos “personas”. Sin embargo no son procesos unificados, sino con un alto grado de independencia. El mundo global es compatible con identidades horizontales, que atraviesan a todas las sociedades. Hay similitudes entre los marginales neoyorkinos que viven en las calles, con los marginales de Calcuta -aunque éstos sean muchos más-, de Buenos Aires o de Beijing. Y hay similitudes entre los barrios privados de Moscú, de Madrid, de San Pablo o de Caracas. En todos lados existen también los ciudadanos del mundo virtual, unido y fragmentado. Unido por sus intereses que sobrepasan las barreras nacionales -desde el cuidado del ambiente, hasta la preservación de especies en peligro; desde la solidaridad con niños huérfanos en zonas caotizadas, hasta la identidad de gustos musicales; desde las comunidades de científicos investigando temas específicos, hasta grupos de interés en los asuntos más diversos-. Con estas salvedades es posible extraer algunas conclusiones provisionales del escenario y el juego del mundo global analizado. Tratarán 257
de reducirse a las afirmaciones menos polémicas, preservando éstas para la siguiente obra, de carácter más “prescriptivo”, que incluye las tareas que, en opinión del autor, son imprescindibles para llevar a la Argentina, en cuanto comunidad nacional, a una inclusión exitosa en el mundo globalizado. La globalización está al alcance de todos Esta afirmación rescata una característica mencionada en el capítulo 2, al analizar las propiedades de la acelerada innovación tecnológica y puntualmente de la revolución de las comunicaciones imbricada con el procesamiento de información. Las personas tendrán acceso al mundo global para proyectar sus intereses con independencia y aún contradiciendo eventuales decisiones políticas. La masificación de Internet permite y permitirá cada vez más esa participación en la economía, las redes sociales, los grupos de interés, el activismo por las propias creencias, la política -local, nacional y global-, la información y noticias, el arte, y el manejo de información como se describe en el capítulo mencionado. La antigua convicción de que “subirse al tren” o “quedarse en la vía” del progreso universal era una decisión que dependía totalmente de las autoridades o el gobierno, será cada vez más matizada. La intervención del Estado con medidas correctas ayudará en otros aspectos, tales como la masividad de la inclusión, la capacitación para disminuir los efectos negativos durante la transición, la educación para enfrentar los nuevos fenómenos, la adecuada contención social con programas modernos que contemplen los fenómenos de cambio en la fuerza del trabajo, la firme acción contra las redes globales y la lucha contra su impregnación en los niveles internos. En síntesis: medidas para mantener y proyectar el marco nacional. Pero no podrá detener la globalización ni podrá evitar que los ciudadanos participen en la construcción de la nueva sociedad planetaria. Conocer el nuevo paradigma La imbricación en la nueva economía global se facilitará si se comprenden las características del nuevo escalón cualitativo de las fuerzas productivas mundiales y se participa en el diseño de las reglas de funcionamiento de la globalización. La economía global tiene cadenas de valor que es necesario analizar, a fin de detectar y aprovechar sus eslabones más ventajosos. La producción, la distribución y el consumo alcanzan dimensiones planetarias, no sólo por parte de las grandes empresas y corporaciones sino cada vez más por las pequeñas y medianas, que conforman crecientes redes de integración 258
aprovechando sus especialidades y potencialidades para una organización adecuada al nuevo paradigma. Las áreas de la economía que se desenvuelven en el plano local son alcanzadas igualmente por los efectos de la economía global, sea en el plano financiero, tecnológico, innovación y mercado de trabajo. No comprender el mecanismo de funcionamiento de las nuevas fuerzas productivas llevará a una situación desfavorable, ante una dinámica competitiva globalizada con altísimo ritmo de innovación. Esta comprensión es responsabilidad de cada persona, aunque su extensión es una tarea estatal. Quien no desee aprender cómo funciona el mundo sufrirá su marginación y si el Estado no asume la tarea formativa de la mayoría de las personas, se profundizará en las sociedades localizadas la polarización entre los “incluidos” y los “excluidos”. El mercado global es una oportunidad La incorporación de Mil millones de nuevos consumidores de clases medias al mercado global liberalizado en la próxima década es una perspectiva que nunca se ha dado en la historia económica mundial con la rapidez con que se producirá en los próximos años. Este dato matiza fuertemente las reticencias con que suele evaluarse el proceso globalizador, que golpean el valor de la oportunidad y pueden demorar decisiones económicas irrepetibles. El valor de los “nichos” globales se incrementa y el surgimiento de la “larga cola” como nuevo fenómeno de mercadeo abre singulares posibilidades para toda clase de actores económicos, de la más diversa dimensión. La oportunidad alcanza a productos tradicionales y novedosos, aunque a todos afectará la novedad del nuevo paradigma. Ignorar los cambios en la demanda, la distribución, la característica de los productos, las tendencias de la moda, la alimentación, la ecología, los requerimientos sociales, puede significar la diferencia entre una actividad exitosa o una bancarrota. El mercado global tiene particularidades que no existían en los viejos mercados nacionales vinculadas con la creciente vigencia de nuevos valores de alcance planetario que son incorporados crecientemente a las decisiones de compra: respeto al medio ambiente, normas laborales con recaudos básicos, erradicación del trabajo de menores, procedimientos limpios de fabricación, son componentes de la decisión de consumidores cada vez más informados y organizados, particularmente en los países democráticos con sociedades abiertas. En síntesis: un nuevo mercado gigantesco, al alcance de todos, con requisitos cada vez más impregnado de los valores que los consumidores estiman justos o necesarios. 259
El Estado tiene responsabilidades En el punto 1 se afirma que la globalización está al alcance de todos. En éste se matiza esa afirmación con la inmediata: aunque es posible encontrar jóvenes de hogares humildes o familias marginales que son autodidactas en el conocimiento y acceso a la red debido a las posibilidades enormes que ha brindado la extensión de Internet -Cibercafes, Escuelas, centros de capacitación, máquinas de recambio de bajo valor, etc-, es un dato verificado por la estadística que la penetración de Internet en la sociedad sigue en primer término pautas generacionales, y luego los mismos formatos de la distribución del ingreso. Los hogares humildes terminarán teniendo todos su computadora y su conexión, como tienen teléfonos celulares, pero el ritmo de masificación de su uso depende del acceso y del conocimiento. Ambas cosas pueden ser estimuladas y facilitadas por el Estado. Si el Estado no se hace cargo con los tradicionales argumentos populistas (“es más urgente darles de comer”, o “no se puede pensar en Internet mientras hay gente muriéndose de hambre”), el acceso a la nueva economía y a la nueva sociedad seguirá por más tiempo excluido de los hogares humildes y se reducirá a los sectores medios y altos. El Estado, entonces, tiene una responsabilidad que sólo su extensión y recursos puede asumir con eficacia: la democratización del acceso al nuevo paradigma. Ello implica decisiones en el área de la infraestructura, incorporando la banda ancha al servicio universal y facilitando el acceso a zonas marginales sin interés para las empresas proveedoras; en el área educativa incorporando a la currícula formal, como un contenido fundamental; el aprendizaje de las herramientas de comunicaciones y los formatos de inclusión, tanto en el plano económico, como político y social; en el plano legal, adecuando la legislación a los nuevos temas de la “sociedad red”, etc. La segunda responsabilidad del Estado es la reformulación de sus sistemas de previsión y asistencia social. Nuevos sistemas de trabajo, extensión de microempresas y trabajo autónomo, nuevas formas de contratos de trabajo -en ocasiones, con contratantes con diversa radicación nacional- y demandas novedosas que se generarán con la profundización de las nuevas relaciones conduce a la necesidad de extender el piso general de ciudadanía, superando la fragmentación por gremios o sindicatos. La tercera responsabilidad es facilitar el desarrollo de servicios accesorios para las nuevas actividades, fundamentalmente los pagos en la red, sea nacionales como internacionales. Esta tarea tiene aspectos sensibles vinculados con la existencia de nuevos fraudes, al lavado de dinero de origen ilegal y a la expansión de las redes, pero estos peligros llevan a especializar la acción para servir adecuadamente a los ciudadanos
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sin poner obstáculos artificiales a su incorporación a las relaciones virtuales. La cuarta responsabilidad es el respaldo e impulso a las investigaciones científico técnicas, desde el ámbito puramente académico hasta los desarrollos tecnológicos realizados en el área empresarial. La vinculación de los diferentes organismos estatales con el área científico técnica debe ser fluida y la participación de los científicos y técnicos en el estudio de los diferentes problemas y elaboración de soluciones debe salir del “guetto” del organismo específico para imbricarse con todas las áreas de acción pública. Una afirmación es cada vez más terminante: aunque la globalización es inexorable, depende de los Estados que durante la transición no se traduzca en una polarización creciente de los ingresos, en el crecimiento de la pobreza y en el incremento de la concentración excluyente. Este fenómeno, propio de los procesos de cambio económico liberados a su propia dinámica, sólo puede contenerse con una acción estatal. La quinta responsabilidad merece por su importancia una mención aparte. Las redes delictivas En repetidas ocasiones a lo largo de este libro se insistió en la contracara “mala” de la globalización, que es el delito global. Las nuevas formas delictivas -se mencionó- aprovechan la transición y la imperfección de la normativa global para desarrollar acciones de apropiación de riqueza ajena, al estilo de los piratas de la globalización anterior, con la diferencia de que su escala es de una magnitud planetaria, organizando redes que se extienden desde la cúpula, en paraísos fiscales o estados fallidos, hasta la base, en jóvenes excluídos que son cooptados como la mano de obra de la ejecución final de muchos de sus actos delictivos. No hay en este formato “eslabones sin importancia”. Todos son necesarios y a todos se debe combatir. El Estado es la única instancia organizativa en condiciones de dar esa lucha de varios frentes. En el plano internacional debe coordinar su participación en los organismos que los países responsables vienen gestando para combatir el tráfico de drogas, el terrorismo, el tráfico de armas, el tráfico de personas y el lavado de dinero. La tentación de abstraerse de este esfuerzo tiene consecuencias que llegan a lo profundo de la sociedad. Los jóvenes adictos que asesinan a pobres abuelos por monedas que necesitan para comprar el “paco” son el extremo inferior de la cadena y la consecuencia de no combatir las redes, que en algunas etapas
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de su “cadena de valor” hasta pueden aparecer como beneficiosas, inofensivas o una forma de “hacer dinero” sin mayores complicaciones. El Estado debe en consecuencia participar en los organismos internacionales, pero también diseñar un completo plan estratégico permanente que debe ser intransigente con las redes, sin ningún nivel de tolerancia aceptado. Este plan requiere custodiar las fronteras, en aduanas y en vuelos ilegales autorizando el uso de la fuerza en caso de desobediencia a instrucciones policiales o judiciales; debe legislar adecuadamente en materia penal el involucramiento de escalones de poder -policía, justicia, aduana, etc.- en actos integrantes de la cadena de hechos producidos por las redes ilegales; debe legislar contra el lavado de dinero ilegal, paso decisivo para la realización de la ganancia de los traficantes; y debe perseguir las organizaciones locales de distribución castigando con toda decisión la complicidad de dirigentes o activistas políticos, policiales o judiciales en las redes. La ciencia y la tecnología Se hizo referencia en el capítulo 2 a la importancia que tiene y tendrá en los próximos años la capacidad de innovación científica y tecnológica. En países como el nuestro, contar con un escalón de científicos y técnicos con la triple vinculación con los centros internacionales de excelencia, con las empresas locales y con el Estado, pueden “hacer la diferencia” entre ser un país mediocre o recuperar posiciones de vanguardia. La política científica debe proyectarse en el tiempo con ejes conceptuales sólidos, aunque con capacidad de adaptación a las condiciones cambiantes de las innovaciones. Ejes conceptuales sólidos significa recursos estables, sueldos competitivos con el marco regional y cada vez más comparables a los internacionales, acceso al equipamiento más avanzado sin complicaciones burocráticas o aduaneras, respetabilidad social, respeto a la carrera de investigador y reconocimiento a los méritos, y utilización del sistema científico técnico para ayudar en la solución de problemas sociales a través de la acción estatal. La capacidad de adaptación la tendrá el mismo sistema si se logra la doble imbricación mencionada. La Argentina tiene no sólo una historia científica encomiable, sino equipos actuales con una proficua actividad en varios campos: medicina, tecnología atómica, tecnología espacial, biotecnología, nuevas tecnologías energéticas, y otros que cubren prácticamente la totalidad de los campos del conocimiento. Su desarrollo de software en español ha sido acelerado en los últimos años, y la decisión de una empresa internacional de carácter pionero, como Google, de establecer en el país su segunda sede mundial -la primera es en California, Estados Unidos- para la atención de su mercado global en español es un indicador de este desarrollo. Estas capacidades 262
deben servir para apoyar en ellas la recuperación del rol histórico de la Argentina en América Latina, y proyectarla hacia los países de la “alta gerencia” mundial. En esta responsabilidad y ante el creciente protagonismo de las ciudades, la construcción de un grupo de “ciudades tecnológicas” distribuidas en la geografía nacional apoyaría la modernización económica y su equitativa vinculación con la economía global a partir de sus identidades. El complejo agropecuario y agroindustrial La explotación agropecuaria fue la “locomotora” de la inserción internacional de la economía argentina a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Las nuevas circunstancias del mundo le abren nuevamente esa posibilidad. Al compás del desarrollo agropecuario el territorio nacional vacío y desierto se pobló de centenares de pequeños poblados, colonias y ciudades. Fue el origen de las clases medias, en el campo y en la ciudad, abriendo mercados para los múltiples servicios requeridos por esa economía en expansión. Hoy tiene dos nuevas posibilidades: completar el complejo agroindustrial, agregándole los servicios de avanzada que requieren los avances tecnológicos también en el campo; y aprovechar la nueva oportunidad de los sembrados y plantas elaboradoras de bio-combustibles, con la precaución de planificar racionalmente esas actividades y no incrementar la deforestación. El sector agropecuario modernizado no sólo volverá a hacer resurgir las clases medias en el interior, sino que puede incrementar el saldo positivo de las cuentas externas multiplicando, con muy poca inversión relativa, la capacidad productiva y la rentabilidad. Como en todos los sectores, es imprescindible generar un horizonte claro de reglas de juego, entre las cuales una fundamental es darle base legal y estabilidad al trato impositivo. Las “retenciones” son incompatibles con esa estabilidad. El ingreso que generan debe ser reemplazado por un trato impositivo que sea fiscalmente neutro, pero que permita convocar al capital de inversión sin la incertidumbre de su resultado final dependiendo de una decisión administrativa sin debate parlamentario. Reconstruir el entramado de las clases medias Las clases medias son la marca de identidad de la Argentina moderna. No es el lugar de pasar revista a sus logros, sino solamente reflexionar en lo que sería la Argentina sin las corrientes migratorias que se 263
extendieron desde las últimas décadas del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Esas personas trajeron consigo su capacidad empresarial, sus habilidades laborales, y su bagaje cultural. Permitieron que la Argentina se convirtiera en pocas décadas de ser un desierto inhabitado, a un país que era escuchado y respetado en el mundo de entonces. El nuevo mundo global será cada vez más un mundo de clases medias. La Argentina vuelve a necesitar esas capacidades, proyectadas a un plano supranacional. Y la Argentina cuenta con esa potencialidad, que debe redescubrirse, alentarse y respaldarse. El tema energético Este capítulo es el símbolo de una demanda estratégica apoyada en el consenso nacional. Si existe un dato económico altamente previsible, de maduración de largo plazo y alternativas conocidas, está aquí. Y también el perfil de desarrollo posible, según las decisiones que se tomen y se ejecuten con un horizonte de estabilidad. Las inversiones energéticas requieren largos tiempos de planificación y maduración siendo suficientemente conocida su relación con el crecimiento del producto, según el perfil de desarrollo buscado. En el área energética no hay “magia” ni “sorpresas”. El mundo asistirá a un escenario de cambio de paradigma energético, de reducción de los hidrocarburos disponibles, de presión ambiental contra la quema de combustibles fósiles, de búsqueda de nuevas fuentes primarias, y de actividades sociales y económicas que demanden bajo consumo. La Argentina está en condiciones de elaborar ese plan en forma articulada, armónica y en línea con los requerimientos de la opinión pública mundial. Puede aportar a la generación de nuevas fuentes, desarrollando un complejo de biocombustibles. Puede retomar su senda de desarrollo nuclear, apoyada en la experiencia del CAREM. Puede profundizar las experiencias de INVAP en la fabricación de turbinas eólicas, para un mercado en expansión. Puede sostener las investigaciones de la Universidad de Tucumán sobre captación de radiaciones solares y generación de energía de fuente solar. Puede asumir un desarrollo económico perfilado hacia los servicios de alto valor, que demandan escaso consumo energético y generan buenos empleos. Todas estas posibilidades necesitan un escenario estable, que permita diseñar y desarrollar proyectos de inversión de riesgo para los que existen capitales y capacitación.
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La integración del país al mundo global La complejidad de la transición y de la situación internacional requiere una acción internacional de geometría variable, que he denominado la “multimensionalidad de la integración”. Una dimensión es la regional, que debe estar dirigida al desarrollo de la infraestructura de transportes, carretero, puertos, autovía, comunicaciones, energía, gas. El mercado regional debe integrarse físicamente, y específicamente con el “BRIC” que tenemos más cerca, que es Brasil. La segunda dimensión es la comercial, que debe incluir una inteligente acción externa no limitada a lo regional, sino a las regiones con las que la economía argentina tenga intereses potencialmente complementarios y aquellas que actúen como locomotora del comercio internacional. Nuevamente, la relación con Brasil es fundamental, y los pasos dados por los gobiernos democráticos en ambos países desde la década de 1980 en la construcción del MERCOSUR deben retomarse para avanzar en completar el área de libre comercio y el Mercado Común. En este punto debe tomarse razón de que, a raíz de la diferente dimensión de los mercados respectivos, para la Argentina el Mercosur completado tiene un valor económico sustancialmente mayor que para Brasil, país al que consolidar este espacio le sirve para proyectar su estrategia global principalmente en términos políticos. Completar el Mercosur es entonces un proceso de conveniencia mutua. La tercera dimensión es la virtual, que debe sacar provecho del desarrollo de la economía virtual en el mundo hispanohablante, con el abanico de posibilidades que genera, desde educación hasta software, desde industrias culturales hasta medicina a distancia. Y con la característica que el uso inteligente del idioma español como herramienta económica permite tener presencia en dos de los espacios económicos más fuertes del mundo actual: Europa –a través de España- y Estados Unidos –a través de su población hispanohablante, que supera las 40 millones de personas-. La cuarta es la política, que requiere una acción planificada, de largo plazo y alta prudencia, con el objetivo de lograr, en el lapso de una generación, volver a ubicar a la Argentina en los planos de la “alta gerencia” mundial. Esta dimensión debe incluir la recuperación de una adecuada política de defensa, tanto en el tradicional plano de la preservación de la soberanía territorial –cada vez menos amenazada- como en el de las nuevas amenazas, con las que coexistiremos durante las próximas décadas: terrorismo internacional, redes delictivas, y nuevas formas de delincuencia.
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Los intercutores no son los mismos y de hecho implican un diseño de política multidimensional: hacia los vecinos, hacia los socios, hacia los hispanohablantes y hacia el mundo global. Se trata de dimensiones que en ocasiones pueden superponerse, pero que implican desafíos distintos, con políticas definidas a la construcción del espacio físico ampliado, a la inserción económica en la globalización, a la integración en la red para participar del creciente mundo virtual cada vez más importante en el nuevo paradigma global, y a la inclusión entre los hacedores y gestores de la nueva normativa y el nuevo poder planetario. Una acción inteligente en estos cuatro espacios puede lograr reinsertar a la Argentina entre los países exitosos y, en el lapso de una generación, recuperar en el concierto internacional el lugar que comenzó a perder a partir de 1930.
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INDICE Prólogo – Los años que vienen (3) Introducción (7) Capítulo 1 – Prospectiva (11) La prospectiva: una herramienta para tomar decisiones El “Escenario Shell” El escenario del Consejo Nacional de Inteligencia de USA El escenario de Jacques Attali ¿Diferentes escenarios? Capítulo 2 - – El desarrollo científico – técnico (27) Las áreas de avance - Biotecnología - Nanotecnología - Nuevos materiales - Tecnología de comunicación e información Efectos potenciales de las aplicaciones tecnológicas en la sociedad - Recolección, reconversión y almacenamiento de la energía solar de bajo costo - Conectividad rural a la red telefónica y comunicación sin cables a Internet - Redes de comunicación y bases de almacenamiento para el acceso a información específica desde cualquier lugar y en cualquier momento - Organismos y semillas genéticamente modificadas - Análisis biológicos rápidos - Filtros y catalizadores para posibilitar la potabilización y descontaminación del agua - Suministro de drogas dirigidas con precisión para la eliminación de tumores y tejidos patológicos - Alojamientos autónomos de bajo costo - Ubicación por radiofrecuencia y tarjetas de identificación de personas y productos - Vehículos híbridos - Proliferación de omnipresentes sensores de vigilancia - Ingeniería de tejidos biológicos - Mejoramiento de métodos de diagnóstico y quirúrgicos - Microartefactos computarizados incluidos en diferentes bienes de uso cotidiano - Criptografía cuántica 279
Consideraciones finales Capítulo 3 – Viviendo sin Estado (49) Los territorios sin Estado ¿Dónde están? Las zonas peligrosas en América Latina... ... y en el mundo El debate sobre su naturaleza Qué hacer con ellos Separar los casos para adecuar las respuestas Capítulo 4 - El paradigma energético – Del petróleo hacia ... ¿qué? (63) Las reservas La producción El consumo Las alternativas - Tecnología de fusión nuclear - Biodiesel y Etanol - Hidrógeno - Energía eólica y solar - Nuclear Capítulo 5 - El cambio climático (77) Una mirada hacia atrás Concentración de CO2 en la troposfera El informe Stern La información periodística Los datos científicos El Protocolo de Kyoto Capítulo 6 - Migraciones: placas tectónicas humanas (103) Las migraciones del siglo XX Las perspectivas de los próximos lustros Capítulo 7 - Desocupación y nuevas ocupaciones (117) 1 - En los países desarrollados 2 – En los países en desarrollo incorporados a la economía global 3 – En los países en desarrollo aislados de la economía global 4 – En el mercado global Capítulo 8 - Los temas abiertos (127) I – Pandemias globales: el peligro latente II – El bioterrorismo 280
III – Las redes terroristas y el fanatismo extremista IV – Los posibles problemas de China Capítulo 9 - Un mundo globalizado... (143) 1 - El fin de la guerra fría 2 – Surge Netscape 3 – Estandarización: el “work-flow” 4 – El “outsourcing” o tercerización 5 – El “offshoring” o relocalización 6 – El “open source” o fuente libre 7 – El “supply chaining” o reemplazo automático de faltantes 8 – El “insourcing” o incorporación de terceros a la propia cadena productiva 9 – El “informing” o información general en tiempo real 10 – Los “steroids”: accesorios crecientes para la vida diaria ¿Todo es lindo? Capítulo 10 - ... y violento (165) La violencia en el siglo XX Las causas de la violencia La globalización de la violencia y el involucramiento de actores autoexcluidos Vivir entre la violencia Capítulo 11 - ¿Un nuevo siglo norteamericano? (177) Los ámbitos de predominio ¿Será el siglo XXI un nuevo siglo norteamericano? Capítulo 12 - Los “BRIC” -con India y China al frente- (189) Nuevas potencias ¿Qué medidas produjeron este impactante lanzamiento? ¿Cuáles fueron sus consecuencias en la economía en la política mundial? ¿Cuáles son las perspectivas para los próximos lustros? Capítulo 13 – El Asia Central y el Oriente Medio: un “puzzle” multidimensional (201) Las antiguas simpatías El conflicto palestino-israelí: la dimensión simbólica y demográfica La zona del Golfo Pérsico: su dimensión económica y estratégica Shiítas y sunitas: la dimensión religiosa Capítulo 14 - América Latina: caminos diferentes (217) 281
México y Chile El desafío brasileño Los autoexcluidos La violencia Capítulo 15 - ¿Y los demás? (231) Las opciones Diferentes situaciones - Generadores de servicios - Generadores de rentas - Con fuerza de trabajo sin calificar - Los autoexcluidos Un vistazo al interior de los países de mediano desarrollo: el ritmo de la apertura y la prevención de los peligros La política internacional Capítulo 16 - Un nuevo mapa geopolítico (243) La nota dominante del siglo XX: un siglo norteamericano El comienzo del siglo XXI Las próximas décadas El nuevo mapa mundial Epílogo para argentinos (257) La globalización está al alcance de todos Conocer el nuevo paradigma El mercado global es una oportunidad El Estado tiene responsabilidades Las redes delictivas La ciencia y la tecnología El complejo agropecuario y agroindustrial Reconstruir el entramado de las clases medias El tema energético La integración del país al mundo global Bibliografía (267)
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Editado en sistema “Impreso por demanda” Por Ricardo Lafferriere Copyright © 2008 Ricardo Lafferriere ISBN: 978-987-05-4033-5 ricardo.lafferriere@gmail.com Libro de edición argentina
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