Análisis de los distintos estilos de parentalidad adoptiva RENACER
El fenómeno de la adopción es un tema que debe ser estudiado a mayor profundidad. Al hablar de adopción se debe pensar en el bienestar del menor, que esto incluye la necesidad de mejorar los procesos de selección de padres adoptivos. Actualmente el DIF muestra como requisitos para adoptar: a) Ser mayor de 25 años. Si se es casado, la o el cónyuge deberá estar conforme en considerar al adoptado como hijo propio; b) Tener medios suficientes para proveer de lo necesario para la subsistencia; c) Tener 17 años o más que el adoptado; d) Ser persona de buena conducta; e) Tener buena salud y f) Si el menor que se va a adoptar es mayor de 12 años, también se requiere de su consentimiento.1 Si bien estos requisitos son necesarios para llevar el procedimiento legal y brindar al menor un hogar, no lo son para convertir al niño en “hijo” y al adoptante en “padre”. Es importante que el Estado se asegure que la persona que adopta tenga los medios suficientes para adoptar, no obstante la paternidad va más allá de tener “una buena conducta”. Incluso revisando los requisitos de adopción existe una cláusula que dice “Si los adoptantes son casados, es suficiente con que uno de los dos reúna los requisitos.” En psicología existen ciertos rasgos denominados “idoneidad” que permiten saber si el sujeto que desea adoptar es o no idóneo para llevar o no acabo este proceso. Si bien, la idoneidad va más allá de una condición de vida y del ejercicio de la sexualidad se observan diferencias entre los estilos de parentalidad propuestos en el trabajo de “Adopción: Deseo y Crianza” (García, B; Ortega, S. 2010) 2. Se estudian tres tipos de parentalidad a) la familia tradicional adoptiva; b) padres solteros que adoptan y c) parejas homosexuales que adoptan. Se observa que en la familia tradicional es un lugar donde los roles (padre y madre) son mucho más compatibles con las funciones materna y paterna. Los roles, son aquellas características que sólo una persona puede brindar (sólo una mujer puede dar pecho materno), mientras que la función está más en el orden psicológico o simbólico (una madre puede tener funciones paternas en ausencia de éste). La gran mayoría de los casos de parejas heterosexuales que buscan la adopción, lo realizan debido a una infertilidad orgánica. La elaboración adecuada del duelo del miembro infértil, la comunicación de la pareja y la mutualidad en la decisión para adoptar crean un espacio psicológico adecuado, una “matriz emocional” donde el niño pueda convertirse más fácilmente en hijo. Se recalca la importancia que ambos solicitantes (padre y madre) tengan las herramientas emocionales para poder criar un hijo y no como actualmente se rige que sólo uno de los dos 1
Cfr. http://dif.sip.gob.mx/adopcion/ Cfr. GARCÍA H, B., ORTEGA S, S. (2010). Adopción: Deseo y crianza. Análisis de los distintos estilos de parentalidad adoptiva. México. pp. 70. 2
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miembros “reúna los requisitos” sobretodo cuando el requisito fundamental para el buen paternaje son las herramientas psicológicas, las áreas libres de conflicto emocional y la salud emocional de la pareja. En el caso de los padres solteros que adoptan, si bien puede existir lo que los autores denominan “el deseo de ser padres”, existen ciertas complicaciones que deben ser evaluadas en los trámites de adopción, por ejemplo, que la motivación para adoptar no sea la soledad o sentimientos de abandono. En muchas ocasiones los niños pueden convertirse en “padres” de sus padres. Se observa que muchos padres solteros adoptivos tuvieron un éxito profesional y que alrededor de los cuarenta años deciden convertirse en padres. Por otro lado, este escenario se verá beneficiado siempre y cuando el padre soltero permita que el niño busque otros adultos, de diferente sexo también para permitir la identificación emocional con ellos. La paternidad solitaria es mucho más difícil y cansada y una persona no puede asumir “función materna y paterna” al mismo tiempo, sino que forzosamente necesitará del apoyo de otras personas. En el caso de parejas homosexuales que buscan la adopción también puede existir el deseo de paternidad, ya que este deseo se forma en la infancia con las identificaciones primarias con los padres. Se observan ciertas dificultades, en México existen pocas parejas homosexuales que hayan llevado a cabo el proceso de adopción legal por lo que no se ha podido observar la crianza de manera longitudinal. Así como se tiene que evaluar las condiciones emocionales del adoptante es importante que también se evalúe a la pareja homosexual y no sólo a uno de los miembros de ésta. Se observa que habrá más distancia entre roles y funciones debido a que una pareja de mujeres no podrá tener roles masculinos y viceversa. Por otro lado, el mayor reto es que los padres puedan asumir las funciones que vayan a desempeñar respecto a la crianza del menor. Si bien, existen estudios que demuestran mayor incidencia de condiciones psicopatológicas en las parejas homosexuales, se tiene que analizar caso por caso al adoptante. Así mismo se tendrán que evaluar las motivaciones inconscientes que estén detrás del deseo de ser padres, no será benéfico para el niño: a) que la adopción se vea como un derecho de la comunidad gay, eso es convertir al menor en una “bandera política” y no en un hijo; b) Que el deseo de ser padres sea una manera de reparar las heridas infantiles respecto a los propios padres, eso sólo agravará el desarrollo psíquico del niño. Es necesario que estas parejas estén muy conscientes de su decisión, exista la mutualidad en ella y que se trabaje la aceptación por la cual adoptan, así como que puedan transmitir en la crianza del adoptado su situación de vida; muchos estudios reflejan el abuso por parte de familiares, vecinos y compañeros de la escuela que sufre el menor que vive bajo la custodia de una pareja homosexual. Por otro lado, es necesario estudiar el porqué no pudieron ser padres por vía biológica cada estilo de parentalidad. Se observa que las parejas heterosexuales en su mayoría es por infertilidad en uno de los dos miembros de la pareja, las repercusiones psíquicas de esta infertilidad deben ser abordadas como un duelo psicológico. En el caso de las parejas homosexuales es que por su condición homosexual es imposible la procreación, mismo que en una persona soltera. El impacto psicológico de estos escenarios repercute en la paternidad siempre y cuando no se haya podido aceptar este impedimento físico. Los autores recalcan que el ser padre no es un “derecho” sino un proceso de colocarse en el eje afectivo como padres. Así mismo son diferentes estas motivaciones. En el caso de la parejas heterosexuales existía el deseo de paternidad, mismo que los lleva a diferentes recursos para lograr la parentalidad (in vitros, inseminación artificial, tratamientos hormonales, etc.). Tanto en la monoparentalidad como en las parejas homosexuales no existía esta posibilidad para ser padres vía biológica.
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El estudio de “Adopción: Deseo y crianza”, pretende simplemente reflejar el deseo de ser padres en estos estilos de adopción. A lo largo del trabajo los autores recalcan la importancia que las agencias de adopción brinden a los adoptantes espacios de reflexión y escucha que favorezca a los padres convertirse en padres y a los hijos en hijos. Estos espacios pueden ser escuelas de padres adoptivos, proceso de psicoterapia, grupos de apoyo, capacitaciones que ahonden más en el trabajo emocional y seguimiento de los casos. RENACER toma este estudio para que las políticas que regulen el tema de la adopción puedan ser repensadas y modificadas para bienestar del menor.
Oscar Rivas Lozano Director RENACER México D. F. a 2 de Agosto del 2010
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ADOPCIÓN: DESEO Y CRIANZA Análisis de los distintos estilos de parentalidad adoptiva
Brenda García Hernández Santiago José Ortega Serrano
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Índice
Introducción
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Capítulo 1. Factores Psicológicos de la adopción
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1. 1 Impacto psicológico en los padres
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1. 2 Impacto psicológico de la adopción en el niño
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Capítulo 2. Función materna
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Capítulo 3. Función paterna
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Capítulo 4. Estilos de parentalidad adoptiva
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4. 1 Familia tradicional adoptiva
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4. 2 Padres solteros adoptivos
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4. 3 Padres homosexuales adoptivos
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Conclusiones
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Bibliografía
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Introducción Todo hijo surge del deseo de sus padres, sean biológicos o adoptados, cuando somos llamados hijos, es porque alguien nos ha considerado como tal y es así que de cualquier forma hemos sido adoptados. El tema de la adopción ha sido trabajado desde su perspectiva legal, sociológica, política y psicológica. Día a día las instituciones gubernamentales y no gubernamentales que trabajan la adopción diseñan y rediseñan las condiciones necesarias y las políticas que han de cuidar este procedimiento legal. Por otro lado, los padres se someten constantemente a procesos de selección y trámites legales que se suman al tiempo de espera de la llegada de su hijo. El niño en espera de adopción, en la mayoría de los casos, se encuentra en una institución que procura su cuidado, dado que una criatura es abandonada en un orfanato o casa hogar, debido a que sus padres no pueden, por diversas circunstancias criarlo. Todos estos escenarios conllevan una gama amplia de sentimientos y emociones que van desde la desesperanza a la alegría. La adopción no es un final feliz, es el comienzo de una relación (Mirabent, 2005). González (2003) define la adopción como la “figura jurídica que tiene por objeto proveer a un niño que se ha visto privado de un entorno familiar, de las condiciones sociales, afectivas, educativas y económicas que de la mejor forma posible asemejen a las que se esperan de una comunidad con vínculos de parentesco natural” (pp. 40 – 41). Se puede decir que la adopción tiene diversas lecturas. Por su parte la figura jurídica encargada de los trámites legales que amparen al menor; por otro lado una lectura psicológica encargada del proceso emocional que llevan padres e hijos. En el fondo es “aceptar como hijo a un menor que no lo es por la vía biológica, formando una familia o ampliándola, con todos los derechos y obligaciones legales, los mismos que tiene una familia biológica” (Mirabent, 2005, p. 22). No obstante esta definición no termina de ser completa, aceptar como hijo, es una vía de una sola dirección. Como bien sabemos, los hijos no escogen a sus padres, no obstante los niños adoptados pasan por un largo proceso de asimilación y adaptación a su nuevo hogar, ampliándose la definición a aceptar como padre a quien no lo es por la vía biológica. Cuando se piensa en el tema de adopción, es frecuente que se evoque a una familia de clase media que al no poder tener hijos de vía natural recurre a la adopción (Brinich, P.M., 1995). Si bien es un fenómeno que ha ocurrido siempre, en cada época ha tomado distintos matices.
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Boswell (1988), realiza un recorrido de cómo ha sido la adopción a lo largo del tiempo. Menciona, por ejemplo, que en la antigua Roma no existían un requerimiento que obligara al padre a quedarse con los hijos, a fin de cuentas no era control del estado. El infanticidio, si bien no era bien visto favorablemente, tampoco esta prohibido. Por la ausencia de control natal y las diversas complicaciones que podían existir muchos padres abandonaban a sus hijos rentándolos o vendiéndoles; en ocasiones estos hijos eran recogidos y usados como esclavos, para la prostitución o como sirvientes. Otros también eran educados como alumnos y adoptados en una familia que le brindaba un hogar. En la Edad Media, los niños no deseados eran ofrecidos “como ofrenda” a los conventos religiosos, muchos de estos niños permanecían bajo la orden monacal que los acogía convirtiéndose desde pequeños en religiosos. Las leyes de la Iglesia cambiaron, se vio conveniente que fueran cuidados hasta los doce años de edad y que después el niño escogiera si deseaba seguir viviendo en el convento o salir al mundo. El papa Inocente III (pontificado en 1198 – 1216), removido por la cantidad de niños abandonados en el Tíber se vio comprometido a fundar hospitales y orfelinatos que acogieran a los niños no deseados. Desde entonces han existido diversos tipos de instituciones que brindan casa y alimento a los niños que por diversas circunstancias sus padres no pueden criar. La adopción es un fenómeno que siempre ha existido pero que ha tomado distintos matices; en algunos casos por la imposibilidad física de tener hijos, por otro lado, surgen deseos altruistas y sentimientos de solidaridad por parte de individuos motivados a adoptar niños carentes de padres ante diversas catástrofes naturales. La adopción es un fenómeno que ha estado y ha cambiado, es por eso que se ve necesario estudiar también este fenómeno desde una perspectiva psicológica que permita entender los procesos emocionales e inconscientes en los diversos escenarios: Las instituciones, los padres biológicos, los padres adoptivos y el niño. La filiación tiene tres ejes: El biológico, el legal y el afectivo (Mirabent, 2005). El eje necesario es el eje afectivo, debido a que un hijo puede serlo por vía biológica o bien, por vía legal. Como se verá en el trabajo, la parentalidad no puede reducirse a una esfera biológica – legal (necesarias obviamente), sino que lo que hace padre al padre son los lazos afectivos y el mismo deseo de los padres por ser padres. La postura psicoanalítica observa la relación entre consciente e inconsciente que tiene lugar en diversas manifestaciones del ser humano. Si bien se ha comentado, la paternidad está en el deseo de ser padres, y mediante este estudio se vuelve primordial analizar cómo se manifiesta
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este deseo en los padres. En algunos será el abandono, en otros la necesidad de rescatar y ser rescatados, en otros la solidaridad y el altruismo. Hay padres que vieron en la adopción la posibilidad de ser padres y otros que enfatizaron el hecho de brindarle un hogar al niño, sea como sea que se de la relación de cuidado y afecto hacia un niño, es importante reconocer que se forma un vinculo y este, aunque no es determinante de la vida adulta del niño, es al mismo tiempo un cono que deposita en su historia y vivencia, la posibilidad de surgir en familia como un miembro, de tener pertenencia en un grupo afectivo primordial y un espacio donde poder elaborar y dar sentido a su ser, ante el hecho de haber sido alejado de sus raíces biológicas. El presente trabajo tiene como objetivo mostrar las diferencias entre los diversos estilos de parentalidad que en la actualidad forman la mayoría de los posibles destinos de adopción de un niño en condición de abandono, de manera que se hagan evidentes las diferentes motivaciones y vínculos que se desarrollan a partir de la condición de adopción.
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Capítulo 1. Factores psicológicos de la adopción 1. 1 IMPACTO PSICOLÓGICO EN LOS PADRES ¿Qué lleva a los padres a adoptar? En términos humanos, la adopción conlleva siempre un proceso doloroso (Brinich, P. M. (1980)) desde tres escenarios. En primer lugar, existen unos padres biológicos que no pueden criar a un hijo, ya sea por su muerte o bien por rechazo (que puede ir desde la edad precoz de la madre, necesidades económicas, etc.); en segundo lugar, el niño vive un abandono lo cual traerá reacciones emocionales en la gran mayoría de los casos; y en tercer lugar, unos padres que no han podido engendrar un hijo de manera natural, que se topan ante un duelo de un cuerpo infértil. Por otro lado, la adopción es una solución realista a estos tres problemas. Dar a una institución una criatura porque no se tienen los recursos internos o económicos; ser acogido por unos padres y buscar la paternidad por otras vías. Debemos partir del hecho que la decisión de adoptar conlleva un proceso psicológico complejo y que se debe de estudiar con detenimiento. Sobretodo porque existen motivaciones latentes, o bien podríamos llamarlas inconscientes, que están presentes en esta situación. La mayoría de los solicitantes de una adopción por lo regular son personas infértiles (Mirabent, V., et.al. (2005)). La infertilidad conlleva mucho dolor en la pareja, no sólo por haber recibido la noticia, sino por la serie de frustraciones, falsas esperanzas, agotamientos psíquicos y físicos experimentados ante diversos tratamientos médicos con la finalidad de tener un hijo biológico (Cossoff, L. et.al. (1980)). Como bien menciona Mirabent (2005) “Toda infertilidad, y aún más si la esterilidad es declarada, pone en marcha sentimientos complejos” (p. 41), esto hace ver la importancia que tanto los padres, como las instituciones de adopción, tengan un espacio de reflexión y de elaboración del duelo ante la infertilidad. Este duelo podría llamarse multifacético, o bien, es un duelo que conlleva otros duelos. Para Mirabent (ibid., 2005) es necesario elaborar: a) la pérdida corporal de la capacidad reproductiva; b) el duelo del miembro estéril, “con los sentimientos de culpa y desvalorización que se pueden despertar en relación con su pareja” (p. 41); c) el duelo del miembro fértil, aunado con los sentimientos ambivalentes, por una parte el amor que siente hacia su pareja y por otro lado la tristeza de no poder tener hijos con ella, y d) el duelo por los hijos biológicos no nacidos.
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Todo duelo, o bien pérdida, necesita de un tiempo de elaboración y reflexión. Para Bowlby, el duelo conlleva tres fases, la tristeza, seguida por la rabia culminando en la aceptación. Se ve conveniente que la pareja pueda tener un espacio de escucha, como una psicoterapia, que les permita llevar a cabo este proceso, ayudándoles también a establecer y mejorar su relación de pareja y buscar opciones más realistas para llevar a cabo la paternidad. (Cossoff, L. et.al. (1980)). No sólo la infertilidad es uno de los motores que lleva a una persona a adoptar. Debemos de pensar también en personas solas, en su mayoría mujeres aunque cada día aumente la tasa de hombres que buscan adoptar. A este grupo de personas les llamaremos padres solteros adoptivos. Se ha observado que la motivación latente que lleva a una persona soltera a adoptar son los mismos sentimientos de abandono y soledad (Mirabent, V., et.al. (2005)). En muchas ocasiones son personas que invirtieron mucho tiempo a su vida profesional, y a la mitad de su vida (a los 40 años aproximadamente) sienten el profundo deseo y necesidad de ser padres. Se ha observado que algunas “tienen serios problemas de desarrollo de su identidad, lo que les impide tener suficiente autonomía e independencia personal y se mantienen dentro de un funcionamiento poco diferenciado y simbiótico con sus padres” (p. 37). Como si el tener un hijo permitiera a las personas solteras una oportunidad de separarse de sus propios padres. En muchas ocasiones estos ambiente de adopción se llevan entre tres personas: la madre, la madre de la madre (la abuela) y el niño adoptado. La situación problemática está en la elaboración de la identidad en el niño, donde pueda sentirse confundido y “pensarse” como el producto entre su abuela y su madre. Por otro lado “será bueno para el menor que pueda establecer relaciones más amplias con otros adultos, aunque no vivan en casa, y que tengan proximidad con figuras masculinas o femeninas con quienes hacer identificaciones emocionales, ampliando así la relación madre o padre – niño” (ibid. p. 37). Es importante mencionar el aspecto de la “triada” ya que como dice Cossoff (1980) para que haya un proceso saludable en la adopción es necesario tanto la diada materno – infantil como el intercambio en la triada padres – hijo, esto lo coloca como base de la salud mental futura del sujeto. Si bien, este tema será desarrollado en los capítulos de función materna y función paterna, es necesario reconocer la importancia de ambos personajes para el desarrollo psíquico así como en la formación de la identidad, como se ha mencionado, el término “función materna - paterna” es más una cuestión simbólica que una condición sujeta a la naturaleza.
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Así mismo, existen familias que han tenido hijos biológicos y deciden adoptar, en muchas ocasiones es a través de organizaciones no gubernamentales, casas hogar de asistencia privada. Se ha observado que en muchos padres surge la idea de adopción como una forma de ayudar al niño. “En estos casos es preciso que la motivación no se base únicamente en un deseo de solidaridad” (Mirabent, V., et.al. (2005) p. 32). La paternidad no es una cuestión de altruismo, eso más bien podría responder a ciertas necesidades narcisistas de “rescatar” y sería necesario analizar las motivaciones latentes de la adopción. Hoy en día el concepto de adopción no puede reducirse a la noción de personas infértiles de clase media alta que adoptan (Brinich, P. M. (1995)). El término de adopción se amplía y debe estudiarse también los casos de las familias reconstituidas, “adopción de niños mayores, con discapacidad, niños que han sido llevado fuera del ambiente familiar ya sea por rechazo o por abuso, niños de otros países (…) Hoy en día hay padrastros, padres solteros, parejas homosexuales” (p. 183). En México, se observa la necesidad de realizar investigación en los distintos estilos de parentalidad, es significativo la ausencia de literatura psicológica mexicana en materia de adopción, misma que debe ser actualizada a las situaciones que hoy en día se están viviendo. Para retomar el tema de qué lleva a los padres a adoptar, es necesario introducir el concepto del “deseo de ser padre” (Mirabent, V., et.al. (2005)), este deseo es el poderse observar como padres cuidando y ayudando a crecer a un niño. El deseo de ser padres, no es propio de la adopción, sino que está en cualquier tipo de parentalidad, biológica y adoptiva. Como dice Videla (1996) los hijos no son sólo el producto de la genética de las células, sino especialmente de nuestros deseos. El deseo de ser padre tiene aspectos conscientes e inconscientes, Lebovici (1995) plantea que existe la representación del bebé imaginario, que son todas las fantasías conscientes e inconscientes de su hijo, en ellas se pueden incluir las fantasías de cómo será el hijo, las aficiones que tendrá, la profesión que podrá adquirir, así como las relaciones entre los padres y el hijo. Así mismo habla del bebé fantasmático, refiriéndose a las fantasías inconscientes de ser padre, estas tienen que ver con la educación que se recibió en casa y la manera en que se fue amado y deseado por parte de los padres. Tanto padres biológicos como padres adoptivos van “imaginándose” cómo serán sus hijos y cómo serán ellos como padres. No obstante, existen diferencias particulares. La mujer embarazada, tiene una preparación de nueve meses para irse pensando y representando como madre (Cossoff, 1980). Por otro lado, podemos afirmar que los padres estudiados en el presente estudio pudieron crear a este bebé adoptivo de manera imaginaria y fantasmática, desde los fracasos ante la paternidad biológica y en el tiempo que esperaron la llegada de su hijo. De
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cierta manera como dice Mirabent (2005) es la manera en que los padres adoptivos crean “una matriz psicológica” o preparan un “nido psicológico” en el tiempo de espera a la llegada de la criatura adoptada. Es entonces a partir del deseo -consciente e inconsciente-, que los padres –biológicos o adoptivos- buscan la paternidad. La parentalidad, no puede reducirse a las esferas biológicas o legales, sino que existe una tercer esfera como requisito indispensable para que pueda darse un vínculo sano y seguro para el hijo: la paternidad afectiva (Ibid, 2005). La pregunta que queda por resolver es sobre cómo este deseo de ser padres a través de la adopción va tomando forma. Cossoff (1995) habla de tres fases de la adopción, en primer lugar la fase pre adoptiva, que tiene la dimensión del hijo (la cual será abordada posteriormente) y el deseo de los padres por serlo. En segundo lugar, la toma de decisión y por último el injerto propiamente dicho refiriéndose a la llegada del hijo al hogar. La decisión de adoptar no puede pensarse como una “plática” que tuvo la pareja, sino es el resultado de un proceso que incluye la imposibilidad de tener hijos biológico aunado a el deseo de ser padres. En muchas ocasiones esta decisión puede ser el resultado de una sana elaboración por ambos miembros de la pareja, presentándose así como una decisión realista; y en otros casos, esta decisión puede observarse como un “síntoma” de una conflictiva emocional individual y/o de pareja. La toma de decisión de la adopción “para ser saludable, tiene que ser mutua, realista, producto de la elaboración del duelo, independiente de la estabilidad del vínculo conyugal y tan aceptable consensualmente como sea posible, preferentemente bajo el amparo jurídico de las leyes en vigor” (ibid. p. 12). El hecho de ser una decisión mutua, permite que ambos padres asuman la responsabilidad y el compromiso de tener un hijo. De no ser mutua, podríamos hablar de sentimientos ambivalentes (de amor y rechazo) de los padres hacia el hijo, mismo que repetiría hacia el hijo un abandono de tipo psicológico (Brinich, P.M. (1995)). En cuanto a que sea realista, se refiere a diferentes aspectos. En primer lugar, que los padres tengan las condiciones físicas y emocionales para adoptar, es importante que los padres no sufran alguna enfermedad grave, de lo contrario el niño adoptado en vez de llegar a un hogar para ser cuidado y protegido, tendrá la demanda inconsciente de cuidar y acompañar a sus padres enfermos (Mirabent, V. 2005). En segundo lugar que los padres no idealicen el proceso de adopción ni al niño adoptado. Se ha observado que muchos padres adoptivos solicitan hijos con características socialmente aceptadas y prestigiadas (por ejemplo, que sea un hijo rubio, preferentemente que los padres biológicos tengan determinadas características, etc.), esto
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conlleva a que el ideal del hijo se aleje al niño real que van a adoptar, mismo que impide una sana vinculación del padre al hijo como del hijo al padre (Cossoff, 1980). Por otro lado es conveniente que los padres tengan una relación de pareja sana, estable, donde hayan superado el duelo ante la infertilidad. La relación de pareja “no debe estar hipotecada por la decisión de adoptar un hijo. Los niños nunca han solucionado problemas conyugales, generalmente los agravan” (Ibid. p. 13). Se reitera la importancia, casi necesidad, que los padres que soliciten un proceso de adopción puedan tener un espacio de psicoterapia de pareja que les permita analizar su relación de pareja y los prepare para el proceso de adopción. Los casos que se han estudiado en esta investigación mostraron que quienes tuvieron el proceso de psicoterapia pudieron tomar una decisión realista y convertirse en padres sin omitir la relación de pareja que ya estaba dada. Se puede concluir que lo que lleva a los padres a ser padres es el mismo deseo de serlo. Este deseo tendrá sus matices inconscientes que deberán ser analizados y donde lo más óptimo, tanto para la pareja como para el hijo, es que predominen las motivaciones de cuidar y criar un hijo, sentimientos amorosos observando la adopción como una manera no sólo de satisfacer su propio deseo sino de brindarle un hogar al niño adoptado. Estos sentimientos y motivaciones deberán ser predominantes frente a la frustración, los enojos, los duelos no superados y una mala relación de pareja que impida la formación del vínculo padres – hijo con la criatura adoptada. ¿Cómo se forma el vínculo de los padres adoptivos hacia el hijo? Un niño necesita afecto, estimulación y continuidad en sus relaciones como requisito para un desarrollo psicológico normal (Goldstein, 1973). Es necesario abordar el tema sobre cómo se forma el vínculo con el hijo adoptivo, ya que no es una situación que esté dada. “El primer encuentro simboliza no tanto el final de un largo camino como el inicio de una relación fundamental: la paterno – filial” (Mirabent, V. et.al. (2005) p. 80). Como se ha mencionado en el capítulo anterior, el vínculo con el hijo va surgiendo a partir del deseo de ser padres y del deseo de adoptar. Muchos padres que han sido entrevistados hacen una comparación entre la espera del niño con un embarazo. Es decir, los adoptantes, crean un “nido simbólico” donde habitan los deseos, las ilusiones y temores, así como todas las fantasías sobre la parentalidad que van creando un espacio psicológico donde habrá de llegar el niño (Ibid. 2005). Los grupos de apoyo que proporcionan algunas instituciones, los procesos de psicoterapia, así como la comunicación en la pareja; permiten a los padres ir mentalizando a un hijo imaginario. El tiempo de espera juega un papel fundamental en el psiquismo de los padres. En casos de que
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la adopción sea inmediata puede impedir la elaboración de los padres para preparar un escenario adecuado. Por otro lado, si es tardía se pueden acumular las frustraciones y decepciones en la pareja. (Cossoff, L. et.al. (1980)). Margaret Mahler (1995) estudió el desarrollo normal del individuo, dividiéndolo en un proceso de tres etapas: a) el autismo normal; b) la simbiosis y c) la separación e individuación. Para poder entender la formación del vínculo de los padres hacia los hijos se desarrollará la propuesta de Mahler. En primer lugar, esta el autismo normal, que ocurre desde el momento del nacimiento y la cuarta semana, en esta fase los fenómenos biológicos predominarán sobre los psicológicos. Para la autora es una “fase anobjetal en la medida que no hay capacidad para percibir el objeto externo satisfactor (la madre), éste sencillamente no existe” (Bleichmar, N. et.al (2004) p. 358). Esto quiere decir que el “yo” del niño no está formado todavía. Para varios autores (Brinich, 1980; Cossoff, 1980), la mejor etapa donde puede darse la adopción es la fase autista, para que la madre adoptiva pueda pueda así simbiotizarse con su hijo y atender sus necesidades físicas como emocionales. Para que el infante pueda evolucionar a la fase simbiótica del desarrollo se necesitan dos aspectos: a) una dotación genética, condición innata que impulsa al niño con el medio ambiente. Mahler llama a esto el ser maternal (1995). Es conveniente que los niños en las dependencias gubernamentales o casas hogares puedan ser abrazados y acogidos por las enfermeras y cuidadoras para poder impulsar esta condición innata y que permita al niño vincularse con su futura madre. Y b) que la madre proporcione los cuidados efectivos a su hijo, este proceso se denominó como maternación. La simbiosis es la fase del desarrollo que abarca del primero al quinto mes de vida. La simbiosis es un término biológico, se refiere al vínculo establecido entre dos organismos para su mutuo beneficio. La pareja simbiótica en el desarrollo humano será la madre y el hijo, cabe mencionar que “sólo uno de los dos participantes necesita al otro” (Bleichmar, N. et.al (2004) p. 358). Esta fase es de una dependencia total del niño hacia su madre, y se caracteriza porque la madre “conoce” lo que necesita el hijo en cada momento, por ejemplo, si el bebé llora la madre podrá distinguir si el niño tiene hambre, necesita afecto, o bien, un cambio de pañal. Es decir, que la madre funciona como un “yo auxiliar” (Winnicott, 1960) hasta que el bebé pueda desarrollar sus capacidades innatas que lo llevarán a una individuación. Debido a que la madre adoptiva no pudo establecer físicamente un vínculo con su hijo en el embarazo y en los primeros días o meses de vida del niño, habrá mayor dificultad para lograr este proceso de unidad simbiótica (Brinich, 1980). Es por ello que se reitera la importancia de
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una fase de preparación previa a la adopción donde la madre (con apoyo del padre) pueda ir desarrollando esta maternación y poderse vincular de la mejor manera con su hijo. La tercer fase del desarrollo para Margaret Mahler es la de la separación e individuación que abarca desde el 6to mes de nacimiento hasta el tercer año de vida. Es necesario entender la diferencia entre la separación y la individuación: “Uno es el carril de la individuación, la evolución de la autonomía intrapsíquica, la percepción, la memoria, la cognición, la prueba de realidad; el otro es el carril evolutivo intrapsíquico de la separación, que sigue la trayectoria de la diferenciación, el distanciamiento, la formación de límites y la desvinculación de la madre” (Bleichmar, N. et.al (2004) p. 362). Mahler subdivide esta fase observando ciertos requisitos que el niño debe tener para evolucionar de una etapa a otra, por ejemplo la sonrisa, el gatear, los primeros pasos, etc. (Mahler, 1995). Es importante que para la formación del vínculo en los primeros años de vida, la madre adoptiva vaya reflexionando que es un proceso doble. El hijo “aprende” a ser hijo de su madre adoptiva, como la madre “aprende” a ser madre del niño adoptivo con el pasar del tiempo y de los cuidados proporcionados por los padres. Para Brinich (1980) las madres biológicas, en los primeros meses del desarrollo, tienen la sensación que su hijo es “parte de ella”, mientras que la madre adoptiva tiene la sensación que el hijo adoptado “fue parte de alguien más”. Esto en muchas ocasiones puede hacer que las reacciones instintivas del niño (llanto, curiosidad sexual, agresión) la madre adoptiva lo asuma como una reacción de rechazo por parte del hijo hacia su madre. En este punto se recalca la importancia de escuelas para padres adoptivos, grupos de apoyo y capacitaciones previas a la adopción que preparen a los padres en este proceso y que puedan tolerar la adaptación del niño (un niño que proviene de muchas carencias emocionales) a su hogar. La salud emocional de los padres es indispensable para la sana vinculación con el niño adoptado, de lo contrario, si no existe idoneidad podrá haber sentimientos inconscientes de rechazo por parte de los padres hacia el hijo, esto porque han predominado los sentimientos negativos, los miedos y las frustraciones. (Brinich, 1995; Cossoff, 1980; Mirabent, 2005). Se ve conveniente hablar del primer encuentro con el niño, esto provoca en los padres reacciones emocionales indispensables a estudiar para la sana vinculación.
Este primer
encuentro está repleto de una cantidad de sentimientos y emociones (Mirabent, V. et.al. (2005)). Existen sentimientos ambivalentes: miedo, alegría, esperanza e incredulidad. Es importante mencionar que los padres adoptivos se encuentran, en muchas ocasiones, en estados de vulnerabilidad. El tener un espacio de reflexión y de procesamiento de estas emociones permitirá a los padres que puedan “vivir este primer encuentro con más naturalidad y
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flexibilidad, manteniéndose abiertos a aquello que se presente y desdramatizando los posibles sentimientos de decepción cuando la situación no resulte como se esperaba” (Ibid. p. 83). Como bien se ha mencionado, la adopción es un proceso de adaptación. Una adaptación del niño a su nuevo hogar, pero también una adaptación de los padres hacia su nuevo hijo. Es por ello importante que puedan integrar los lazos y orígenes biológicos y adoptivos del niño (Nickman, 1985). En otro momento del presente estudio se verá la necesidad del niño para consolidar su identidad que pueda integrar las dos figuras parentales, biológicos como adoptivos (Birnich, 1980); es por ello importante que los padres puedan a) conocer el origen biológico del niño, mismo que les ayudará a representar a su hijo favoreciendo el establecimiento del vínculo, y b) estar sensibilizados de las carencias emocionales que sufrió el niño por un rechazo (Cossoff, 1980). El que los padres puedan tolerar estos sentimientos, hablar del tema y no callarlo como si fuera un tabú, permitirá la creación del nido psicológico que se ha venido hablando necesario para los lazos afectivos en la relación paterno filial. En estas páginas se puede concluir que la adopción no sólo es un reto para el hijo, sino también para los padres. Es necesario para ello la comunicación entre la pareja y que puedan digerir los sentimientos ambivalentes que conlleva el proceso de adopción y de adaptación del niño al hogar. Nadie enseña a los padres a ser padres, no obstante no se puede reducir la paternidad a un fenómeno “que se dio” o a un procedimiento legal –el cual es de suma importancia- sino que, se debe crear el espacio de reflexión entre los padres que permitirá una sana y feliz vinculación con su hijo.
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1.2 IMPACTO PSICOLÓGICO DE LA ADOPCIÓN EN EL NIÑO
El camino que recorre cualquier ser humano desde el inicio de su vida es tan variado como la individualidad de cada uno. Pero hay ciertas condiciones que afortunadamente la mayoría compartimos, mismas que bien o mal nos hacen surgir en una familia, en la vida de seres queridos y tener un lugar en el mundo como sujetos con ventajas y desventajas. En el caso del niño adoptado hay varios elementos particulares en su vida que son importantes, y que se instauran en su historia desde el momento que le es privada la relación con sus padres biológicos, por su imposibilidad para cuidarlo o la muerte. La consolidación del Yo de un niño adoptado se ve complicada por la ambivalencia que en si representa su condición de adoptado: rechazado / acogido, abandonado/ rescatado, odiado / amado. (Casamadrid, 2001). Dicha condición de vida conlleva en sí misma la situación de abandono –sin importar la edad del menor- en donde las fantasías referentes forman una circunstancia de riesgo emocional dado que a edades muy tempranas, los niños llevan a cabo procesos psicológicos por medio de los cuales forman su autoestima y desarrollan el reconocimiento de su lugar en la familia. (Nickman, 1985) Con referencia a la adopción y la influencia en la vida del niño, Jesús García Alba (2005) señala: “No se les va a olvidar que son adoptados y puede que a menudo piensen en ello, pero les corresponde a los padres ayudarles a que expresen lo que sienten y piensan, conversando de forma natural sobre el tema. En este caso es fundamental para que el vinculo se fortalezca. Por ello es importante escucharles y estimular la confianza y la sinceridad; para que el niño confíe en ellos y pueda expresar sus emociones y sentimientos. De esta forma todos los miembros del sistema interactuando aprenden y consolidan cambios, aprendizajes, estilos de comunicación, etc. “(p. 55) Sea la vida que lleve el pequeño, en condición de adoptado o no, se verá en un punto donde la tendencia misma del ser lo llevara al cuestionamiento por su existencia, su provenir y la relación que tiene con quiénes le dieron y mantienen su vida. Si a este problema normal y esperado en el ser humano, le sumamos la elaboración del conocimiento de la adopción, no será sorpresivo encontrar inconvenientes en cuanto a la profundidad y dimensión del cuestionamiento del origen y la razón de su vida, esto independientemente a la familia que lo adopto, pero si íntimamente relacionado con las razones del abandono de los padres biológicos, porque es justo a donde se dirige el problema del origen existencial del menor. (Nickman, 1985)
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Si pensamos en el futuro de los niños adoptados, particularmente en la latencia y adolescencia, la reactivación del cuestionamiento por su origen y existencia será esperado y hasta necesario para que el entendimiento de su condición de adoptado sea elaborado y consolidado como un problema que puede ser resuelto en su formación como individuo, sin restar la sombra que deja el abandono en sí. “Es importante aceptar que los menores pueden tener problemas, que los esfuerzos realizados y el amor dado no son suficientes garantías para que no aparezcan y que el niño no tenga un conflicto que le haga sufrir un poco. No es culpa de nadie. No es un fracaso de las relaciones entre padres e hijos. Como cualquier otro niño, se encontrará con dificultades propias de su desarrollo y su evolución a los que tiene que dar respuesta. Nosotros le podemos ayudar, pero en algunas cuestiones no podemos responder por él” (García Alba, 2005, p. 58) La revision realizada por Wieder (1977) encuentra que de un quince a un treinta por ciento de la poblacion con problemas psiquiatricos son adoptados y al mismo tiempo se encuentra que las consecuencias de revelar la adopcion antes de los tres años de edad, provoca en los pequeños una condicion de angustia que puede llegar a ser poco manejable, ya que a esa edad, el aparato psiquico del pequeño no esta consolidado y a la par, sus capacidades cognitivas no tienen la posibilidad de dar lugar de pleno entendimiento a lo que la explicacion de la adopcion requiere, ya que implicala explicacion de conceptos abstractos como los afectos y si es el caso hasta el concepto de muerte. Esto entonces, para explicar que la adopcion en sí tiene su alcance como vivencia en el sujeto por sus implicaciones, pero al mismo tiempo tendra su monto de dificultad y afeccion en el niño, dependiendo de la edad y la comunicación que sea conciderada dependiendo del caso y la capacidad del hijo adoptivo. Interesante es a esta altura encontrar la experiencia de una psicoanalista infantil tan destacada como lo es Francoise Dolto (1988), quien en su experiencia manifiesta lo siguiente: “los niños abandonados que tiene la oportunidad de un psicoanalisis son mucho mas solidos que los otros; su terapa es ademas mucho mas facil que la de los niños que tienen a sus padres; por que ellos tienen todo lo que les hace falta, sin lo cual estarían muertos(…) Desde el momento en el que lo sabemos y en que les hablamos de su deseo en este sentido, progresan de una manera fantastica” (p. 18) Independientemente del estilo de adopción que reciba a un niño, el apoyo psicológico que puede llegar a requerir, girara en torno al manejo y resolución de su postura frente a la vida, después del rechazo o muerte de los padres biológicos, dado que siempre será importante trabajar las fantasías relacionadas con “lo familiar”, el origen, pero sobre todo el abandono y la pérdida subjetiva de los padres biológicos, Nickman (1985) ha realizado un recorrido teórico a lo largo de 40 años, donde encuentra evidencia significativa de niños y adolescentes que fueron adoptados y concluye que a diferencia de los niños que permanecen con sus familias biológicas,
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los adoptados presentan un riesgo importante en cuanto a manifestaciones psicopatológicas. Resulta interesante cómo el problema de estos chicos está basado en lo significativo que es en su vida el fantasma del abandono o cuestionamiento de lo que hubiera pasado si hubiera podido permanecer con sus padres biológicos, problemática que los atañe en lo más intimo de su subjetividad, mas no es algo en lo que influya la familia que lo adopto, a menos que se haya ocultado dicha información y se descubra o confiese de manera abrupta o a destiempo. Siguiendo con la línea de Dolto (1988) sobre la adopción, aclara que un hijo no es adoptado hasta que no es introducido a la tradición de la familia de ambos padres, ya que si es un extraño para algún miembro, la diferencia que represente será un elemento importante para frenar su adherencia a la familia. Lo familiar no solo son los padres adoptivos, ya que si ellos faltan en algún momento, los hijos adoptivos estarán al cuidado de algún otro miembro de la familia, como en las familias tradicionales donde los abuelos o tíos pasan por los pequeños a la escuela, cuando los padres no pueden. “La adopción es la familia que cada uno de los padres da al niño, un lugar en los dos linajes, un lugar simbólico.” (p.22)
Impacto psicológico según la edad de la adopción. De entrada es importante recalcar la relación directamente proporcional que existe entre el desarrollo cognitivo y motriz, con la condición emocional y afectiva de los niños, ya que su evolución requiere de estimulación en dichas esferas de manera equilibrada y adecuada a su edad cronológica. Es frecuente encontrar que los padres adoptivos den una celebración al cumpleaños biológico del niño y otra diferente al día en el que llego a la familia adoptiva, aquí hay algo muy interesante que tomar en cuenta, dado que se están dando dos orígenes cronológicos que pueden conllevar confusión entre espacio y tiempo, es importante encontrar el momento adecuado en el desarrollo del niño para explicar las implicaciones que la adopción tiene, ya que no es que el niño tenga dos cumpleaños, pero si dos orígenes bien marcados: “una raíz biológica y una raíz simbólica”. (Dolto, 1988) La niñez es un proceso en el que el ser humano surge como un ser hablante y por lo tanto va adquiriendo al mismo tiempo una condición simbólica, en el mismo trascurso y tras la teorización propia de las fantasías infantiles para explicarse eventos de la vida cotidiana, (Freud, 1905) al niño le toca sortear de igual forma ideas maravillosamente románticas, pero también ideas terroríficas. En general los miedos más destacados en los niños adoptados son: temor al abandono de la familia adoptiva como comparación a su situación inicial con la familia biológica y en caso de maltrato previo, rencor hacia los responsables del abuso.
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Proteger a los niños en condición de abandono es una acción que debe ser tomada con mucha responsabilidad desde las instituciones que acogen y otorgan el proceso de adopción. Jesús García Alba (2005) menciona algunos factores de riesgo para los niños adoptados, entre los que destacan:
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Aquellos que pretendan adoptar por cubrir necesidades meramente personales como soledad, asegurar una herencia, remplazo de un ser querido, etc.
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Inestabilidad del matrimonio que desea adoptar
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Actitudes poco comunicativas en la familia
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Limitada expresión de afecto
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Falta de apoyo de las redes sociales
Mientras más factores de riesgo acumule una situación de adopción, mayor incidencia habrá en la manifestación y surgimiento de problemas en la vida de familia adoptiva. Los síntomas y conductas más frecuentes a atender son: (García Alba, 2005)
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Problemas de atención
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Hiperactividad, impulsividad, conductas oposicionistas y agresivas
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Mentiras, robos, acaparamiento de objetos o comida.
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Dificultades para expresar afecto.
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Trastornos alimenticios.
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Trastornos del sueño.
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Regresiones.
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Conductas sexuales exageradas.
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Irritación o frustración, rabietas, llanto incontrolado.
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Estado de ánimo irascible, cambio repentino de humor.
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Actitudes de agresión o protección ante otros niños.
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Posibles movimientos estereotipados.
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Uso de sustancias toxicas.
Así mismo reconoce 2 etapas propias de la adaptación del niño con su nueva familia:
1. Inicial: fase en la que se presenta angustia y algún tipo de alteración representativa al cambio que está viviendo, hay que reconocer que los cuidados que obtenga en la institución que lo acoge hasta antes de la adopción, siempre serán diferentes a los que reciba en la familia adoptiva, por lo que aceptar dicha
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manifestación y respuesta emocional para así brindar confianza y apoyo en el proceso de asimilación, que claramente será diferente dependiendo de la edad del niño, pero siempre adecuado el contacto físico y las palabras al momento del desarrollo del pequeño. 2. Aceptación: Se entiende como el momento en el que la adaptación tiene lugar en el proceso. Es aquí cuando el niño reconoce las costumbres, reglas y forma de ser de los integrantes de la nueva familia.
Entender que las reacciones de adaptación van cambiando de acuerdo a la edad es tan importante como el mismo reconocimiento de la personalidad del niño, ya que desde muy pequeños todos tenemos rasgos característicos, y respetar la personalidad del nuevo miembro de la familia es una forma de respetar y darle un lugar como tal, fijarse mucho entre el límite de un rasgo de carácter y un síntoma de desadaptación será un trabajo que los padres deberán hacer para que mediante la observación y el conocimiento del pequeño logren brindarle la formación de un vinculo que lo contenga y en caso de necesitarlo, la atención adecuada. La adopción ocupa un lugar en la mente del niño dependiendo del momento en el que ocurra, para entender mejor la manera en la que será representada hay que reconocer las diferentes etapas: (García Alba, 2005)
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0 a 2 años de edad: hasta este momento los bebes tienen un lenguaje limitado y debido a los procesos psíquicos que tiene lugar a esta edad, las vivencias quedaran localizadas en un nivel profundo, donde el registro se da por medio de sensaciones no ligadas a la palabra.
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2 a 5 años de edad: Aquí los niños ya tienen un recuerdo y registro en su memoria, y al así tener la capacidad de historizar, es decir, de formar recuerdos con los que se identifica, es importante ir exponiendo de manera clara y adecuada a su uso del lenguaje, la forma en la que llego a esa familia, tan detalladamente como el niño lo exija, ya que será su forma de moldear su historia y constituirse como individuo que sabe de su existir y que es para una familia.
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5 a 11 años de edad: En esta etapa los niños ya pueden ligar a su memoria y a su lenguaje, los sentimientos que perciben como reacción a lo que saben, al ser un
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proceso donde es importante establecerse frente a su deseo y su estar en relación a los demás por miedo de la interacción social que brinda la escuela, el sentimiento de diferencia puede ir acompañado del contraste concreto entre su historia de vida y la de la mayoría de los demás niños, por lo que la cercanía y compresión de los padres adoptivos debe ir acompañada de la contención necesaria para que el menor pueda manifestar su enojo, dolor o angustia hacia las figuras parentales, sin sentir que hace daño para que lo pueda elaborar y adicionar a su historia ya de una forma tramitada en lo emocional. El desarrollo de un niño es un momento vital que en cualquiera de los casos debe tener la compañía de adultos amorosos que estén a su cuidado y atención tanto física como emocional. De tal forma que la familia adoptiva podrá brindar dicha seguridad siempre y cuando reconozca las acciones y circunstancias que amerita la adopción como parte de un proceso y no como un secreto o una condición vergonzosa, al mismo tiempo que un hijo adoptivo no es una manera de favor en ninguna dirección, ya que la paternidad es un deseo y no un acto altruista.
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Capítulo 2 La función materna Mucho se habla del ser madre y es evidente que en el imaginario social existen conceptos preformados con respecto a lo que hace, quiere y conlleva el ser madre. Es importante destacar que en lo referente al aspecto psicológico, lo que es importante de observar en sí, es la función materna, aquello simbólico a lo que accede en su condición cognitiva y emocional, cualquier sujeto que tenga la disposición de estar frente a un niño y proporcionarle un lugar y posición en el mundo, afecto, cuidado y que en especifico, brinde la formación de un vinculo primordial desde el comienzo de su vida. (Benjamin, 1997) El recién nacido, al ser dependiente del cuidado de alguien más, requiere de cuidados físicos, pero también afectivos y emocionales, estos constan de otro que se ocupe de nombrarlo, tocarlo (integrar su cuerpo y sensaciones) y que por medio del lenguaje, pueda metabolizar lo que en algún sentido es vivido por el pequeño como “ataques” que son todo aquello displacentero que no tiene una ubicación entre lo interno y lo externo - dada la desestructura y labilidad normal de su aparato psíquico- pero que amenazan y alimentan fantasías de aniquilamiento, aunque cabe mencionar que también lo que a la luz de la madre pueda ser una equivocación en su labor, el pequeño no lo vivirá tal cual como una falla, sino como un elemento más que de pie al sustento de fantasías amenazantes (Winnicott). Ante la condicion de una mujer que tiene un hijo de manera biológica, es decir que pasa por un embarazo y vive el nacimiento de su crio, Winnicott (1999) menciona que la madre pasara por un estado de preocupacion maternal primaria, que según este autor podria verse como una “enfermedad normal”, tiene la caracteristica de ser un estado pasajero en el que la madre volca toda su capacidad en el cuidado y cobertura de necesidades del recien nacido, vive una hipersensibilidad en relacion a su hijo, misma condicion que sera olvidada al poco tiempo de la evolucion de la vida del niño. En cuanto a la conjugacion que hay en la diada madre- hijo y lo que esta implicito en el desarrollo de dicha relación, Winnicott aclara: “La primera organización del Yo procede de la experiencia de amenazas de aniquilacion que no conducen a la aniquilación y con respecto a las cuales hay recuperación repetidas veces. Partiendo de tales experiencias la confianza en la recuerpacion comeinza a ser algo que lleva a un Yo y a una capaidad del Yo para enfrentarse con la frustracion” (p 402). La frustracion es una situacion que permite que el niño simbolice y por lo tanto que surja como un sujeto con deseos propios, siempre y cuando la frustracion este mediada por la presencia de la madre, ya que de lo contrario puede desencadenar sentimientos de angustia que a grados muy elevados impiden la evolucion del desarrollo del pequeño.
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Si bien la función materna –generalmente mas no exclusivamente, cubierta por la madre biológica- está ligada a los cuidados que cubran las necesidades higiénicas, nutricias y de crianza del niño, lo que hace diferente a la madre de los demás cuidadores, es justamente el vinculo que forma con el bebé en tanto que se involucran inicialmente en una diada donde básicamente lo puesto en juego es una serie de identificaciones y proyecciones3 que traen como resultado el surgimiento del “Yo” del niño. “La teoría psicoanalítica intenta explicar la génesis del yo dentro de dos registros relativamente heterogéneos, ya sea considerado como un aparato adaptativo diferenciado a partir del Ello 4 en virtud del contacto con la realidad exterior, ya sea definiéndolo como el resultado de identificaciones que conducen a la formación dentro de la persona, de un objeto de amor caracterizado por el Ello“(Laplanche, 1993, p. 457) Se entiende entonces que para la mujer, el acceder a la función materna al mismo tiempo autoriza una relación emocional bastante compleja donde su propio Yo será de alguna forma puesto como préstamo para el surgimiento del Yo del hijo, Castoriadis-Auglanier refiere: “ La madre se presenta como un Yo hablante o un Yo hablado que ubica al infans en situacion de destinatario de un discurso, mientras que él carece de la posibilidad de apropiarse de la significacion del enunciado” (p.32) Tomando en cuenta que las relaciones filiares se basan un sentido simbolico. Regresando al postudalo de Winnicott con respecto a la condicion de enfermedad normal que las mujeres presentan al inicio del vinculo con el bebé, aclara: “una madre adoptiva, o cualquier mujer que pueda estar enferma en el sentido de preocupacion primaria, tambien puede estar en condiciones de producir una adaptacion sufieciente, gracias a cierta capacidad para la identificacion con el bebé” (p.403) Una de las implicaciones más importantes y al mismo tiempo más complejas de la función materna se da a la luz de que “si no pude establecer para el niño una frontera clara, o respetar las intenciones y el deseo de la criatura, es probable que no aparezca como una persona, sino como una figura todopoderosa, capaz de un control omnipotente, o bien como una figura cuya debilidad absorbe y ahoga” (Benjamin, 1997, p. 117). Si pensamos esto en relación a la
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Términos utilizados por el psicoanálisis para definir el proceso por el cual un sujeto asimila propiedades o atributos de otro por medio de la identificación; mientras que en la proyección el sujeto coloca elementos internos intolerables o indeseables en otro, siendo este un mecanismo de defensa normal y necesario para que junto con la introyección se vaya formando una de las partes más importantes que constituyen al sujeto, el “yo”. (Laplanche, 1993) 44 Lugar del aparato psíquico donde se encuentra la energía psíquica, lo que directamente lo relaciona con lo pulsional y lo inconsciente, tiene una parte adquirida y otra innata. (Laplanche, 1993)
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instirucion que cuide a un niño en condicion de desamparo, donde la educacion y el desarrollo del pequeño esta pormenorizada a los cuidados basicos, limitados a un contacto por medio de la higienizacion o alimentacion, es de concluir que las fronteras afectivas del niño estaran mediadas por una figura omnipotente, en tanto que educa conductas sin formacion de ligas afectivas solidas y continuas. Es importante destacar que de esta forma la función materna formara parte de los objetos internos y afectos fundentes en la vida de todo ser humano, de manera que será una figura de vital importancia para los procesos emocionales y relacionales en la vida adulta, en tanto que se dé lugar a la intersubjetividad, en pocas palabras, no habría individuación del niño sin la resolución adecuada de una relación de apego inicial proveniente de la función materna que le dé herramientas emocionales que promuevan su constitución como sujeto. Por parte de la persona que cumple la función materna, es de crucial importancia reconocer que su deseo de hijo es punto clave para saber a partir de dónde es que dará lugar a un nuevo sujeto, a su hijo. Encontrar que no todas las mujeres que son madres biológicas cumplen con una función materna y que la importancia de las motivaciones que lleven a una mujer a querer procrear o tener un hijos no es algo que se pueda generalizar y dentro de esa diversidad, pueden existir ciertos puntos ciegos que impidan que la función materna se lleve a cabo, entendiéndose que la posición materna está influida por la relación de la madre de la mujer que quiere tener un hijo, es decir que no se puede hacer a un lado lo transgeneracional en lo referente a lo inconsciente con respecto a los deseos que mueven a una mujer en relación a la maternidad como concepto y como vivencia. (Bleichmar, 1997) Winnicott (1999) menciona que hay madres que espontáneamente otorgan al infante un cuidado “suficientemente bueno” mientras que hay otras que no, por lo que reconoce que no es algo que surja de una instrucción o dirección, sino más bien de la realización de un deseo que se lleva al acto de identificar al bebé y sostenerlo tanto físicamente como por medio de la contención emocional. Con esto es importante aclarar, que en el caso de niños adoptados que en las etapas iniciales de su vida se encuentran al cuidado de una institución, la función materna se ve desplazada a las cuidadoras, que si bien cumplen con lo esencial en respecto a la crianza de estos niños, en el aspecto emocional y mundo psíquico la elaboración de vínculos queda mediada por la institucionalización correspondiente a que el deseo es cuidar a los niños, mas no ser de los niños. Con referencia a la mujer que sea adoptar “La experiencia clínica nos ha colocado reiteradamente ante personas, particularmente mujeres, que sin haber procesado el duelo por el
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hijo no-engendrado por ella advienen a la condición de madres adoptantes transportando un duelo no resuelto, que pulsa continuamente mas allá de tener consigo a una criatura adoptada. Lo cual perturba la configuración de los vínculos filiales e intrafamiliares.” (Gilbert, 2004, p.33) Por lo que es de especial importancia que una mujer pueda dar lugar al duelo de la maternidad biologica para asi reconocer que esa no es la unica manera de ser madre. Es decir, sin tomar mayores consideraciones para ejemplificar sin especificaciones, una persona puede tener un hijo si así lo formula su deseo, pero no es una obligación ser padres o tener hijos, mientras que un niño tiene el derecho de tener alguien que cumpla la función materna y paterna. (García Alba, 2005).
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Capítulo 3 La función paterna Cuando se empieza a abrir la bibliografía sobre el padre, nos damos cuenta que los temas encontrados no abarcan lo que uno desearía. Existen muchos teóricos que hablan sobre el rol del padre como interruptor de la díada madre – hijo (Benedek, 1983; Solís Pontón, 2003) ; otros, que marcan al padre como quien impone la ley; muchos autores modernos, hablan de la participación más activa del padre. Después de una revisión sobre estos teóricos se plantea la posibilidad de poder integrar lo más importante de sus aportaciones. Si bien la madre es el personaje principal en los primeros años de vida, no se puede omitir la participación del padre. Es por eso que en este momento se intenta explicar que ambos, padre y madre, participan en el desarrollo saludable o patológico de su hijo, en su presencia activa o en su real ausencia. Es importante que se hable del deseo de los padres sobre el tener un hijo, de tal manera que se pueda estudiar el vínculo previo al embarazo. El psicoanálisis nos ha enseñado que las motivaciones inconscientes tienen un mayor peso que las conscientes. Siempre que se hable de la relación de dos personas, se tendrá que hablar de proyecciones, motivaciones, fantasías y deseos que se depositan mutuamente. Hablar de deseo de los padres sobre el hijo, nos lleva directamente a las relaciones y vínculos que se establecerán con el niño como en la misma pareja. Como anteriormente se había mencionado, Lebovici (1995) plantea que existen cinco representaciones psíquicas de la madre respecto a su bebé, entre ellas se destacarán dos. En primer lugar está el bebé imaginario, que tiene que ver con las fantasías conscientes y preconscientes de la madre sobre su hijo; y en segundo lugar el bebé fantasmático que son las fantasías inconscientes de la madre. Es importante cuestionarse si solamente es la madre quien tiene estas representaciones psíquicas ¿No será que el padre irá formándose una imagen sobre su hijo? Es un hecho que sí, tanto padre como madre van formándose imágenes, deseos, fantasías sobre su hijo, tanto conscientes como inconscientes. El padre, por ejemplo, tiene fantasías sobre su propio padre y cuando lleva a cabo el coito reproductor realiza la meta de su rivalidad, ya que por fin puede lograr la independencia, como también puede tener su propio objeto – madre que lo libra de los celos edípicos. Al mismo tiempo puede afirmar su virilidad y superando sus tendencias regresivas sabiéndose alguien no castrado. (Anthony, Benedek, 1983). Por otro lado, va proyectando en el deseo de un hijo las aspiraciones de su ideal del yo, de lo que siempre quiso lograr, de lo que nunca tuvo, del padre que quiso tener… no obstante, estas aspiraciones podrían interferir en el amor paternal, convirtiendo a su hijo en una ilusión suya y no respetar su individualidad, quizá convirtiéndose en su propio padre.
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Un tópico importante de tratar es el de el deseo de ser padres, lo cual nos conduce a la interrelación que hay en la pareja. Que ambos participen en este deseo de embarazo y en el embarazo mismo, permite que el padre vaya preparándose y apoyando a la madre para el parto. Así que la madre le permita al padre participar en este proceso ya que “el padre necesita apoyo afectivo de la madre para volverse un padre interesado” (Lebovici, et.al. 1995, p. 78). Los deseos inconscientes son muy variados y dependen de la historia de desarrollo tanto de la madre, padre y de la pareja. Siempre han de existir éstos y lo ideal sería que se pueda comprender para que se llegue a dar la separación e individuación del hijo, separándose de los deseos de los padres. Y que en la medida de lo posible disminuyan las fantasías narcisistas, o de formar una totalidad simbiótica, o de alguien que vendrá a salvar la relación (Vives, 2001). A fin de cuentas el niño es deseado e imaginado por sus padres, es producto de sus deseos. En las mejores condiciones, en el embarazo los padres van teniendo un desarrollo psíquico que los irá preparando para llevar a cabo su parentalidad. Ambos, sobretodo la madre, durante este periodo tienen fantasías de desear y amar a su hijo como les hubiera gustado ser amados y deseados. En estos momentos ella necesitará del apoyo del hombre. Ambos se verán gratificados viendo el desarrollo embriológico del aún no nacido, durante estas visitas al ginecólogo es donde se va formando la conciencia de ser padre, ser madre, ser padres; en el caso de padres adoptivos, este deseo se expresa desde la toma de decisión y en el momento en que se empieza a solicitar ante los organismos correspondientes el proceso de adopción. Si se quiere estudiar las funciones o el rol paterno, se debe empezar definiendo el papel que el padre va a desarrollar. Estas funciones se pueden dividir en dos; en cuanto apoyo a la madre y respecto al hijo. Respecto al apoyo a la madre, la función del padre podría resumirse en las siguientes palabras: Apoyo y contención. Para varios autores (Solís Pontón, 1999; Vives, 2001; Winnicott, 1999), desde el embarazo y en los primeros meses de vida del infante, la madre tendrá ciertas regresiones e identificaciones con su hijo, una “preocupación materna primaria” por el deseo de ser buena mamá, recordando lo que su madre fue para ella. Es ahí donde el padre puede contenerla para que pueda desempeñar un buen maternaje. El padre puede ser una “madre suficientemente buena” para que ella pueda serlo para su hijo. Es por eso que el padre interviene indirectamente a través de la madre y directamente con el bebé dando paso al proceso de triadificación. “El padre entra en contacto con su esposa y con el bebé de manera directa e indirecta” (Barriguete citado por Solís Pontón (Eds.) 2003, p. 31). Los padres adoptivos apoyan y contienen a la madre, sobretodo cuando la criatura que ha llegado al hogar es de corta edad, no obstante por la misma frustración y anhelos de ser padres y por el proceso que han llevado, es frecuente que la participación paterna sea mucho más activa, claro está, si la relación de pareja es lo suficientemente sana y donde la comunicación sea abierta para que el padre pueda ayudar a la mujer a ser buena madre.
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Al ser un proceso integrador, donde hay que hablar del rol del padre respecto al hijo, el padre en los primeros meses de vida casi no participa en la díada madre – hijo, es por eso que poco a poco debe ir interrumpiendo para la aparición del tercero, él mismo. Una de las labores principales es la de “reconocimiento”, que pueda reconocerse padre del niño, proceso psíquico que comienza desde el embarazo, y lo que más lo favorece es el “papel activo del padre.” Mientras la madre descansa, el padre puede arrullar, cargar y contener a su hijo, trabajando gradualmente la triada. Por otro lado, buscando la sonrisa de su hijo que le puede ayudar a la diferenciación e integración gradual del imago padre. En esas búsquedas repentinas donde la madre descansa y el papá busca a su hijo se puede formar lo que Benedek llama la “Genuina cualidad paternal” que es la habilidad para actuar frente al hijo con sensibilidad de respuesta empática (Benedek, 1983), así en esos espacios que se podrían llamar íntimos el padre va aceptando sus propios sentimientos tiernos y puede proyectarlos a su hijo. Además de ir reconociendo a su hijo, este último podrá ir integrando a su padre. Así como el pecho materno es una zona erógena, en el caso del padre es el cuello, y esto le sirve para el desarrollo motor del niño ya que la figura paterna impulsa al infante por el contacto fuerte. Los empujoncitos, el cargarlo, las cosquillas pueden provocar cierto monto de sana agresión para poder contactar el mundo. En el juego, el padre puede tener ciertas regresiones y tener un juego infantil; y el niño puede irse identificando con el padre, favoreciendo en ambos la madurez y el crecimiento, también facilitando el desarrollo yoico del niño. Barriguete introduce el concepto de “padre suficientemente bueno.” Es aquel que deja que la madre brille, que pueda compartir y aportar su creatividad con su bebé y su mujer y es quien ayuda a la capacidad de arrullo (Barriguete citado por Solís Pontón, 2003). Respecto al desarrollo psíquico y la importancia del rol paterno se podrían decir algunas consideraciones ya que tienen gran impacto en el desarrollo psíquico del niño. Para Margaret Mahler de los 15 a 24 meses el padre aparecerá en el mundo del niño, justo en el acercamiento (Mahler; Pine; Bergman, 1995). En esta etapa aparece como mecanismo importante la identificación. Es por eso que la participación del padre debe ser previa para que el niño pueda integrar e internalizar tanto a la figura total del padre como a su rol implícito (Kernberg, O. 1996). Sobre todo en esta etapa donde se da la diferenciación de sexos, y que el niño pueda identificarse con la figura paterna. Así mismo se ve conveniente hacer una diferencia de la función paterna en cuanto al sexo del niño. Dolto (1990) menciona que las niñas son sensibles a la figura paterna entre los tres y cuatro años de edad. De hecho podría afirmarse que “si bien la madre es el primer objeto
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amoroso también el padre le ayuda a construir una imagen de sí misma en su persona, sexualidad y feminidad” (Cabadas en González Núñez, 1998, p. 83). Dolto (1990) plantea siete etapas que marcan la sexualidad de la niña, estas son las siguientes:
1) El nacimiento donde es un recibimiento mutuo, la niña por la madre y ésta por el padre. En el caso de los padres adoptivos, el nacimiento será la llegada del niño al hogar. 2) A través de que los padres se comuniquen con ella, la niña ha de saber quien es su madre y quien es su padre como las “dos raíces de su vida simbólica” (Ibid, 1998, p. 84). 3) Etapa donde la niña oye hablar de ella misma, sobre su persona, características y sobre su cuerpo, incluyendo el sexo. En muchas ocasiones la niña empieza a sentirse atraída por el padre y por otros niños, lo cual se le debe hacer ver que es bueno y lo correcto. 4) Alrededor de los dos años de edad, la niña empieza, con ayuda de los padres, a desarrollar destrezas manipulando su entorno. Es la etapa donde los niños empiezan a explorar los objetos que se presentan a su alrededor. Ambos, padre y madre, ayudan a la niña a que este mundo externo no sea tan caótico y sea placentero y deseable de explorar. 5) A los tres años de dad, la niña atraviesa por el complejo de edipo al descubrir las diferencias sexuales de los niños “el padre es el objeto de los pensamientos y las fantasías de la niña, la niña habla de esto primero con la madre para poder renunciar al padre y después el mismo padre es quien la ha de desilusionar para evitar que quede fijada en el Edipo” (Ibid. 1998, p. 85) 6) Es cuando la niña desea saber más sobre la intimidad de los padres. Es importante que pueda quedarse con la idea que ella fue producto del amor y deseo de su padre por su madre y de su madre por su padre. Es importante mencionar que en el caso de las niños adoptados también son producto del amor y deseo de los padres, si bien no como hijos biológicos si como hijos afectivos. Esto sucederá alrededor de los cinco años, justo el inicio de la latencia. Para Birnich (1980) es la mejor etapa para hablar con los hijos sobre su adopción. 5 5
Existe polémica sobre cuál es la mejor edad de decirle a los hijos sobre su adopción. Quienes sustentan que la latencia es la mejor etapa (Wieder 1977, Dolto 1988), lo piensan debido a que por la elaboración del complejo de edipo los niños podrán tener más confusiones respecto
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7) Es la etapa de la pubertad, a partir de la menarca, la niña necesitará del apoyo de la madre para poder integrar su feminidad ante sí misma y la familia. Por otro lado se ve conveniente que el padre mantenga una actitud respetuosa frente a la feminidad de la púber. Es importante mencionar que el “el padre ayuda a la niña a remarcar la diferenciación psicosexual pues la hace patente con su masculinidad, es así la figura que permite que se realice la diferenciación femenina de la masculina” (Ibid. 1998, p. 86). Es por ello que Mirabent (2005) ve conveniente que las madres solteras adoptivas, puedan permitir que el hijo conviva con distintas figuras del sexo masculino como son los tíos y los primos. Tanto para el desarrollo psicosexual de la niña como del varón es necesario que la madre de acceso al padre para que ejerza su función paterna, función que también representa el establecimiento de límites, normas de conducta y la misma separación con la madre (González Núñez, 1998; Mirabent, 2005). En el caso de la relación padre – hijo, la formación de la imagen paterna se construye según González Núñez (1984) en tres pasos: a) por los mensajes verbales y preverbales que la madre emita sobre la figura paterna; b) la fantasía que el niño tenga sobre su padre y c) por el contacto directo con el padre. Para McDougall (1989) el niño formará su imagen paterna también por la relación del padre con la madre. Al ser la madre el primer vínculo amoroso en el desarrollo humano, el infante tenderá a mirarla constantemente (de manera real y afectiva), es por ello importante que en la relación de pareja la madre pueda voltear a ver al padre (real y afectivamente), no sólo como padre del niño sino como compañero y pareja sexual. De esta manera el niño sabe que existe un tercero, el padre, que es a quien la madre mira. Si la madre, debido a los conflictos de pareja o sus conflictos emocionales, no puede “ver” al padre; por más amoroso que sea el padre difícilmente aparecerá este en la mente del niño como un objeto bueno, convirtiéndose así en un “padre desvalorado, inexistente en la mende del hijo y
a la sexualidad, mismas que traerá consecuencias en la formación de la identidad. Por ejemplo, el niño estará cuestionando sobre la actividad sexual de los padres pero le podría causar conflicto el saberse hijo biológico de una pareja e hijo adoptivo de otra. Por ello se ha observado que esperarse permitiría que el niño elabore su edipo y al cuestionarse sobre su identidad los padres puedan comunicarle sobre su origen. Otros autores (García Alba 2005) han visto conveniente mencionar el tema de la adopción como si fuese algo natural desde siempre. Lo que es importante es que los padres puedan elaborar la situación de tener un hijo adoptivo, sentirse cómodos con ellos para que puedan proyectar sobre su hijo esa misma seguridad. La inseguridad sólo provocará inestabilidad en la formación de identidad del niño.
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de la madre (…) como un ser al que está prohibido amar o que no es digno de valor y estima” (González Núñez, 1998, p. 25). “El padre con esa fuerza estructurante, que da límites, que ayuda al control de impulsos, que provee normas, que da el nombre, que se incorpora en el inconsciente del niño, le provee a través de todas sus funciones de una imagen de identificación importante” (Ibid, 1998, p. 25). Ante todo esto se puede concluir que el desarrollo de la personalidad sana involucra la participación de un tercero en las vinculaciones tempranas, a decir, el padre. La función paterna debe ser permitida y favorecida por una madre, que lo haga “brillar” y aparecer en la mente del niño. Es a partir de la introducción del tercero, el padre, que tanto niña como niño empiezan el proceso de diferenciación sexual así como de la identificación, piedra angular de la personalidad. La paternidad en la adopción no “omite” este proceso del desarrollo, el padre y la función paterna es importante también ya que permitirá al niño adoptado lograr con mayor facilidad el proceso de separación e individuación. Mismo que si la madre, por sus conflictos emocionales, aunados a los sentimientos de abandono por parte del niño adoptado, no podrá verse favorecido de esta función paterna ni de los procesos adecuados de identificación.
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4. Estilos de parentalidad adoptiva En este capítulo se presentarán tres estilos de parentalidad adoptiva, a) la familia tradicional; b) padres solteros y c) parejas homosexuales. En cada estilo se describe cómo se elabora el deseo de ser padres así como los posibles retos a los que se enfrentan cada uno. Cada estilo de parentalidad es ejemplificado con análisis de casos, la metodología utilizada fue de entrevista abierta y profunda 6 así como la aplicación de la prueba proyectiva de Frases Incompletas de Sacks (FIG). El estudio es meramente cualitativo y descriptivo, no pretende contraponer los estilos de parentalidad adoptiva sino simplemente ver particularidades en el deseo de ser padres y en la crianza.
4. 1 Familia tradicional adoptiva La familia tradicional es el perfil clásico de padres que solicitan la adopción de menores. Principalmente la primer causa por la cual se solicita la adopción es por problemas de infertilidad en alguno de los cónyuge (Mirabent, 2005) (Caso No. 1 y 3), si bien, la infertilidad es la principal causa, no se puede afirmar que sea la única. Mirabent (Ibid) menciona que también están las parejas que desean adoptar como primera opción de paternidad – maternidad. Muchas de estas parejas se ven conmovidas por la situación de pobreza o guerra en su país o en otro, muy relacionadas con organizaciones no gubernamentales. El deseo de ser padres surge como la posibilidad de ayudar a un menor, de rescatarlo. Muchas de estas parejas buscan primero ayudar siendo padres adoptivos y después buscarán la paternidad biológica. En otras ocasiones (como se puede observar en el caso No. 2 Raúl y Rita) primero se busca la paternidad biológica y por el deseo de “hacer más extensa la familia” o bien de “ayudar” se busca la adopción. En este tipo de familias, es importante que se haga un trabajo con los padres para sensibilizarlos en el tema de adopción. Ser padres no significa “rescatar” niños, sino tener el auténtico deseo de la paternidad. Por otro lado, en las familias reconstituidas (donde existen hijos biológicos y adoptivos) se ve conveniente que se entiendan las diferencias entre las necesidades de los hijos biológicos de los adoptivos. Como se observa en el caso de Raúl y Rita, ellos adoptaron cuando la menor de las hijas biológicas tenía quince años, esto les permitió poder cubrir las necesidades emocionales de su hija. Un escenario más complicado es cuando los hijos biológicos son tan pequeños que todavía demandan de la atención de sus padres.
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Tipo de entrevista que busca entender las motivaciones inconscientes. 34
La presencia de un padre y una madre no es una cuestión de idoneidad por el simple hecho de ser varón y mujer. La idoneidad como se ha mencionado está en diversos criterios antes descritos: a) que exista el deseo auténtico de ser padres y que no sea una manera de solucionar conflictos familiares y/o de pareja; b) que sea una decisión mutua y no simplemente la decisión de uno para satisfacer una demanda narcisista; c) que se haya elaborado el duelo de no poder tener hijos con sus diversos matices; d) que haya habido un proceso de reflexión y preparación, mismo que les permitirá crear una matriz psicológica para dar un buen sostén emocional a su hijo; e) que el procedimiento sea legal, para que no aumenten los sentimientos paranoides y culpígenos mismos que impedirán un buen paternaje, y f) que haya equilibrio emocional en los adoptantes. Una relación de pareja en condiciones favorables, permite que el niño se posiciones como hijo y no como un elemento confuso en la familia. Estos criterios de idoneidad facilitarán que tanto padre y madre realicen la función que les corresponde. Una madre que de el sostén emocional y la confianza básica para generar un vínculo seguro en su hijo y un padre que pueda contener a la madre pero también que permita la separación del niño y su madre. En este escenario se verá más fácil para el niño poder identificarse en el vínculo con sus padres. Recordemos que como dice Brinich (1980) el niño adoptado tiene el reto de introyectar como figuras paternas a la pareja biológica y a la adoptiva, por lo mismo para que el niño que es adoptado goce de garantías como hijo, debe ocupar un lugar como tal en el deseo de los adoptantes, lo que proveerá al mismo tiempo de un ambiente que facilite su desarrollo y promueva su estabilidad emocional. A continuación se analizarán tres casos de familia tradicional adoptiva, en cada uno de ellos se expone la descripción del caso y se realiza un análisis psicodinámico. Como ya se había mencionado no se tiene el objetivo de realizar un estudio cuantitativo ni ver generalidades en cada estilo de parentalidad, sino de reflexionar acerca del deseo de ser padres en cada uno de estos casos así como de las motivaciones inconscientes en cada miembro de la pareja que los llevan a tomar esta decisión, mismas motivaciones que tendrán repercusiones en el desarrollo psíquico del niño. El caso no. 1 y 3 muestran parejas que no pudieron concebir un hijo por problemas de infertilidad y optaron por la adopción para lograr la paternidad. Cada pareja se muestra diferente ante el duelo de la infertilidad, y acuden a las instancias de adopción de manera muy distinta. Por su parte el caso no 2, muestra a una pareja que ya tenían cinco hijos biológicos, no obstante el deseo de ser padres (cada uno por diversas razones) los lleva a adoptar a la pequeña Sandra.
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Análisis de casos de la familia tradicional adoptiva Caso No. 1 Vicente y Mercedes 7 Descripción del caso Vicente y Mercedes tienen 20 años de casados, ambos tienen 47 años de edad y tienen carreras humanistas, aunque por el momento solo Vicente es quien trabaja, ya que desde hace 6 años, Mercedes decidió que quería dedicarse de tiempo completo a la crianza de sus hijos adoptivos, Oscar de 10 años y Rebeca de 7 años. Esta pareja decidió adoptar después de 8 años de matrimonio donde la procreación no pudo lograrse, presentando un aborto espontáneo a los 2 meses de gestación y realizando múltiples intentos médicos de fertilidad sin resultados positivos. Con respecto a esta vivencia ambos manifiestan enojo intenso y decepción hacia el equipo médico por haber sido según palabras de Vicente, engañados varias veces en distintas clínicas. Al verse nulas las posibilidades de procrear, consideran la adopción como la opción adecuada a su caso y cumplimiento del deseo por tener hijos que ambos compartían, por lo que acuden a una instancia gubernamental, donde a la primer entrevista se sintieron desconfiados por identificar capacidad dudosa de quienes los atendieron. Posteriormente buscaron una institución privada, misma que les brindo confianza y resolución de manera cercana y satisfactoria en cuanto a la vivencia del proceso, mismo que fue acompañado de la participación en un grupo conformado inicialmente por 20 parejas de las cuales solo quedan 7 que se siguen reuniendo para compartir sus experiencias referentes a la adopción. El proceso de adopción duro un año, pero ellos esperaron la llamada para recibir a su hijo adoptivo 9 meses después de haber sido considerados como aptos para adoptar, tiempo en el cual ellos arreglaron todo para la llegada del bebé, incluso prepararon un video donde se muestra como estaba todo antes y explican cuanto y como se imaginaban la llegada de Oscar a la casa. Dicha llamada fue recibida por Mercedes y describen como hasta el sexo del bebé es desconocido, “como en un embarazo donde no sabes si será niño o niña” según dice Vicente. En este momento Mercedes reconoce que la experiencia es muy diferente al malestar que se vive con los médicos, porque de esta forma si “sabes que lo vas a tener” y deja de ser una espera basada en la incertidumbre. Describen el momento como muy importante porque se satisface un deseo desde que conocen al niño, Vicente dice: “es un shock, en ese momento se pierde la noción de adopción y ya te 7
Para respetar la confidencialidad de los entrevistados se han cambiado los nombres de los participantes. 36
conviertes en el padre”, Oscar es recibido de 1mes con 5 días de nacido y Vicente al ser abogado, solicita llevar el proceso legal, mismo que le da a conocer todos los antecedentes y condiciones de la madre biológica de Oscar, Mercedes también tuvo acceso a esa información por medio de su esposo, pero reconoce que no tiene ningún recuerdo de dicha información, “es como si no lo hubiera sabido nunca” dice. Pasado el tiempo solicitan nuevamente la adopción de otro hijo, que en esta ocasión es una llamada que recibe Vicente para enterarse que serían padres de una niña, situación que se da a los 3 años después de la primer adopción, y reciben a Rebeca de 3 meses. Mencionan que al ya haber sido procesados por la primer adopción, la segunda ya fue más sencilla porque solo tienen que formular una segunda solicitud. En cuanto al desarrollo de los niños, no reconocen en ellos ningún problema en el desarrollo, aunque Mercedes detecta que son niños que no toleran la ausencia de ninguno de los 2 padres, y por lo mismo preguntan constantemente en donde están y a donde van. Además de que Oscar aunque actualmente tiene 10 años de edad, no duerme si su madre no lo acompaña hasta que concilie el sueño, mientras que Rebeca por lo general es independiente y logra estar en su cuarto a solas siempre y cuando sepa donde están sus padres. Dicha descripción es evidente durante la entrevista ya que ambos niños se acercaron al lugar de la misma a llamar la atención de los padres. Tanto Vicente como Mercedes hablan de lo satisfactorio que les ha resultado la experiencia paterna y no hacen diferencia de su percepción de parentalidad en referencia a su situación adoptiva, es decir que son miembros de la familia sin cargar el estigma de adopción, aunque sea un tema reconocido y hablado con apertura.
Análisis psicodinámico En lo referente a la pareja, se percibe un rol activo y demandante en la figura de Vicente, se muestra mucho más participativo en la entrevista y al mismo tiempo se detectan defensas significativas manifestadas por medio de la idealización de la condición de la familia, reiteradamente niega cualquier tipo de problemática y la percepción que tiene de sus hijos cae de igual forma en la idealización, misma que probablemente tenga que ver con contrarrestar sentimientos de incertidumbre o culpa en relación a la educación que les brinda. En cuanto a la paternidad, habla de un deseo de ser padre que nunca fue cuestionado para sí mismo y que estuvo presente en él desde siempre. Define la función paterna como: “vivir los valores que ya
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no son tuyos y vivir la vida a través de la felicidad de tu hijo”. El es el 6to de 9 hermanos y manifiesta que la familia es muy importante para él. Por su parte, Mercedes se muestra más prudente y pausada en sus participaciones, sin ser así indicio de pasividad en su persona, se muestra más realista en la descripción de la familia y sensible con respecto a las necesidades emocionales de sus hijos, reconociendo que si bien ella no tiene ningún problema en hablar de la adopción con ellos y les brinda una comunicación abierta “se que tal vez llegue un momento en el que no nos digan todo y necesitaran de un espacio psicológico para hablarlo” aclara. Ella dejo sus actividades laborales para cuidar de su familia y aunque es una decisión que se adjudica, refleja mucho anhelo por retomar su vida profesional y al mismo tiempo un deseo por que los hijos crezcan. También es significativo que no sabe definir la maternidad como concepto o percepción sino más bien refiere las el impacto emocional que ha traído consigo el ser madre ya que ello le ha traído como mucha satisfacción y dice “para mí la maternidad es que disfruto mucho a mis hijos”. Oscar es definido por su madre como tímido, introvertido y que no pone límites en la escuela, mientras que el padre destaca que las maestras de la escuela hacen merito de sus cualidades personales como una característica personal muy importante por aparte de sus excelentes logros académicos, toca un instrumento musical y a diferencia de su hermana, no ha preguntado nunca por su origen dado el tema de la adopción. Mirabent (2005) hace referencia a cómo es que los hijos adoptados mantienen un dejo de desconfianza que los hace reaccionar de diversas maneras, habrá algunos niños que se defiendan activamente y habrá otros que pasivamente no respondan a las agresiones con el sentido de ser aceptados o complacientes. Por parte de la actitud de los padres, es frecuente encontrar que la idealización del hijo sea tal que impida ver la condición real o situación aterrizada en concreto de las implicaciones de las conductas o reacciones de los pequeños, esto como una forma de cubrir la falta que puede resultar intolerable para los padres pero que viene implícita en la vida de estos pequeños. Rebeca es una niña reconocida por su madre como “una niña que se expresa con mucha pasión” cuando llora lo hace con intensidad y cuando ríe, “se siente tan alegre que llora también de felicidad”. Ella si ha preguntado frecuentemente por su origen y cómo es que llego a vivir con ellos y como era de pequeña, cuestionamiento que es hablado y explicado por los padres sin ningún freno. Rebeca tiene de segundo nombre Cecilia y ha tenido un cuestionamiento personal de identidad importante al entrar a la escuela y ser nombrada como Cecilia, mientras que en su casa siempre la llaman por Rebeca, al respecto logra platicar con Mercedes y exponer que no
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sabe con seguridad si le gusta que la llamen Cecilia, porque no sabe quién es Cecilia, la madre escucha y pone a decisión de Rebeca, si quiere que le sigan diciendo por el otro nombre en la escuela, o prefiere que se hable su deseo por ser llamada como lo es en casa.
Los
cuestionamientos por el origen son en general una situación normal en todos los niños, es importante que los pequeños comiencen a preguntar por su origen cuando van solidificando su individualidad e independencia, la respuesta de Mercedes ayuda a la evolución emocional de Rebeca. El padre reconoce que Rebeca tiene un pensamiento abstracto especial que Oscar aunque es mayor que ella 3 años, no tiene y que justamente es más independiente por que Vicente considera que el que Rebeca haya entrado a la familia a los 3 meses, significa que tuvo ese tiempo de soledad para desarrollar capacidades de manera más temprana. En cuanto a la educación, los dos hijos tienen un alto rendimiento académico y reciben apoyo de los padres en el estudio y también en lo emocional. Vicente y Mercedes protegen la seguridad emocional de sus hijos con respecto a la adopción, recomendándoles que no hablen del tema con toda la gente ya que hay quienes pueden no entender lo que implica la situación de adopción, por lo que sólo deberá hablarse con quien sea importante y que sepan de antemano que debe saber y manejar dicho tema, sin que llegue a ser un secreto. En el ambiente de familia extensa, los niños son los primos menores en relación a su generación, y son aceptados y queridos por los miembros de ambas familias. La relación padres e hijos, impresiona ser favorecedora para el desarrollo de los niños, sin embargo es muy notoria la defensa del padre en relación a cualquier tipo de cuestionamiento, misma postura que hace caer su opinión en la idealización y esto por una parte habla mucho de su manera de relacionarse frente a lo desconocido o eventual, y por otra parte coarta la información otorgada en la entrevista en cuanto a su apertura emocional frente al tema de adopción. Por parte de Mercedes, es importante recalcar que la postura materna aunque esta desempeñada de manera adecuada, puede estar al mismo tiempo limitando o pausando su desarrollo profesional y es cuestionable su posición al respecto ya que sus hijos están en una edad en la que bien pueden ir desarrollando vínculos externos y una separación simbólica de la madre, habría que tomar en cuenta qué tanto esto esta mediado por la condición y sensación que tengan ante el hecho de saberse adoptados y las implicaciones de haber sido “abandonados” por los padres biológicos.
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Caso No. 2 Raúl y Rita. Descripción del caso Raúl y Rita tienen 35 años de casados, el tiene 62 años de edad mientras que Rita tiene 57 años. Ambos tienen carreras humanísticas. En su matrimonio tuvieron seis hijos biológicos los cuales se llevan prácticamente un año entre cada uno. Mencionan que desde siempre habían querido tener una familia numerosa y que no habían podido tener más hijos debido a que la mayoría nacieron por medio de cesárea y esto representaba un riesgo para la madre. Hace catorce años, la mayor de las hijas realizaba prácticas profesionales en una casa hogar dirigida por religiosas. Ella les comentó que había una niña de cinco años de edad con una discapacidad mental sugiriéndoles a los padres adoptarla. Raúl, emocionado quería ir a verla, mientras que su esposa pensaba en la seriedad del asunto, ella menciona “yo estaba escéptica, a fin de cuentas es un hijo”. El tema de la adopción fue platicado por la pareja y al principio no llegaron a un acuerdo, no obstante, la insistencia de Raúl era tan fuerte que decidió ir solo a la casa hogar topándose con que ese día las religiosas no había abierto la casa hogar por diversas actividades que realizaban. Fue un mes después cuando fueron a conocer a Sandra, en este primer encuentro con la niña ambos estuvieron de acuerdo en adoptarla y decidieron comentarlo con sus hijos, los cuales se mostraron participativos. Es importante mencionar que la menor de los hijos biológicos tenía quince años cuando se dio la adopción. La madre comenta: “La conocimos un miércoles y el viernes fuimos por ella. Salió con una bolsita y la ropa bien dobladita, llevaba su abrigo rojo”. Durante la primera noche, los padres acostaron a Sandra en una litera como a sus hermanos. La niña no paraba de llorar, la madre comenta “esta niña no tuvo madre durante cinco años, tengo que cuidarla como si fuera una recién nacida”, durante cuatro años la niña durmió en la habitación de los padres. Mencionan que durante un tiempo la niña no quería dormir y daba patadas en la noche, los padres explican este comportamiento debido a que Sandra fue recogida varias veces de la casa hogar y se le regresó debido a su problema de discapacidad mental. La acogida por parte de la familia se tomó con mucha madurez, las hermanas procuraban mucho a Sandra y se entristecían que algunos niños del colegio o los vecinos se burlaran de ella por su padecimiento. Los padres están de acuerdo que el tema de adopción no fue un impedimento en el ámbito social, no obstante, que al llevarla con neurólogos estos se mostraban pesimistas y le sugerían a los padres regresarlas a la casa hogar. Esta situación provocaba mucho enojo a Raúl, solicitándole a los médicos que se atuvieran a dar el diagnóstico y brindar el tratamiento adecuado, omitiendo sus sugerencias respecto a la paternidad.
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El proceso de adopción fue largo. Sandra había sido abandonada en el campo por su madre, una adolescente de catorce años. El procedimiento legal fue llevado a cabo por una institución gubernamental que encontró a la abuela de la niña. Por otro lado, Sandra ya había sido registrada, por lo que la institución les comentó a los padres que había probabilidad que les quitaran a la niña. El padre comenta al respecto “nosotros estábamos dispuestos a pelearla” ya que había vivido con ella por cinco años. 8 Finalmente encontraron a la abuela biológica de la niña quien accedió a darles la patria potestad a Raúl y Rita. Después de que fue encontrada en el campo, la niña permaneció hasta los tres años en una casa hogar de gobierno, pero al no recibir esta institución a niños con discapacidad mental fue enviada al orfanato dirigido por religiosas. Los padres se muestra activos en la formación y crianza de la niña, llevándola a terapias de lenguaje, de socialización, buscando colegios adecuados para la educación de la niña. Es significativo que algunos de estos colegios quedaban retirados de la casa familiar. No obstante Rita se dedicó tiempo completo para atender a su hija. Actualmente Sandra tiene diecinueve años de edad, está en un colegio para niñas con discapacidad mental. Si bien no ha adquirido el lenguaje completamente se da a entender. Los padres mencionan que es una niña feliz y que por su impedimento ella no se da cuenta de los abusos o agresiones que otras personas pueden hacer respecto a la condición de Sandra. Análisis Psicodinámico En cuanto a la pareja, se puede observar que una buena relación donde los roles se respetan, se escuchan y hay una adecuada comunicación. Se observa que ambos tienen un interés genuino por su familia. Para el análisis psicodinámico de este caso se realizara una lectura de las diversas motivaciones latentes que llevaron a los padres a adoptar. La primer lectura que puede realizarse tiene que ver con la familia nuclear de cada uno de los miembros. La literatura psicológica menciona que el deseo de ser padres surge desde la infancia, por la relación con los padres, hermanos y la introyección e identificación de las figuras parentales (Mirabent, 2005). La madre por su parte proviene de una familia numerosa, siendo la cuarta de doce hijos, donde la diferencia de edad entre el mayor y el menor de los hermanos es de 19 años. En muchas ocasiones dentro de las familias numerosas, algunos de los hijos asumen roles paternos frente a sus hermanos, aumentando así el deseo de paternidad. En algunas
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El proceso de adopción se empezó cinco años después de que Sandra llegara con su familia debido a que los padres necesitaban sacar un pasaporte para poderla llevar de vacaciones al extranjero. 41
ocasiones esto puede traer como consecuencia el descuido de las necesidades personales por una constante preocupación por los demás. Por otro lado, Raúl es el segundo hijo de cuatro. Su padre lo abandonó a temprana edad, por lo que se comenta en la entrevista a los cinco años de edad, justo la edad que Sandra tenía cuando fue adoptada. Durante su vida supo poco del padre, y ya siendo adulto, Raúl lo procuraba económicamente. Por otro lado, su hermano mayor falleció en la adolescencia de Raúl debido a un cáncer. Es probable que los sentimientos de abandono por parte del padre de Raúl, lo hayan llevado a compensar y rescatar la figura paterna por medio del cuidado de una niña abandonada de cinco años de edad. Proteger a Sandra es una manera que podrá lograr una estabilidad psíquica que le defienda de sus sentimientos de tristeza. Es significativo mencionar que una de sus motivaciones por adoptar, además de ser una familia numerosa era “que ahora que estamos más grandes nos acompaña”. Raúl narra una situación previa a la adopción donde en una iglesia, tenía como costumbre acariciar la cabeza de un niño Jesús. Es una ocasión, tuvo un movimiento interno, una experiencia emocional que le dictaba no acariciar una estatua sino un niño real. Se observa en Raúl una gran necesidad de rescatar. Rescatar al padre que lo abandonó, al hermano fallecido por cáncer, al hermano menor que también falleció hace diez años en un accidente automovilístico y por último rescatar a la madre también fallecida hace diez años. Su necesidad de rescatar – ser rescatado permitieron también acoger a Sandra que por su parte tenía muchas necesidades emocionales (haber sido abandonada por su madre y arrojada al campo), como necesidades físicas (una discapacidad mental que incluye retardo mental), y repetición de varios abandonos (cambio de casa hogar, ser rechazada por otros padres adoptivos debido a su enfermedad). Se concluye que Raúl generó un vínculo sumamente fuerte con Sandra. Siguiendo con el mismo argumento, Raúl define la paternidad como un querer procurar a los hijos. Llama la atención que durante la entrevista menciona que los doctores sugerían a los padres realizarle la salpingoclasia para evitar que alguien pudiera abusar de ella y dejarla embarazada. Por su parte, Raúl menciona que el problema no se iba a resolver de esta manera, sino que era necesario cuidarla y protegerla. Por otro lado constantemente hace referencia a que Sandra tiene un aprendizaje vicario, es decir por observación. A manera de protección, Raúl manifiesta su cariño a su hija a través de palabras, gestos y regalos y menciona no realizarlo a través de abrazos. Esto manifiesta un temor del padre a que su hija pueda ser abusada. Este deseo de ser padres queda inscrito en Sandra y puede observarse a partir de dos sucesos que narran los padres. El primero es cuando ella “reconoce que Raúl es su padre”, como se
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había mencionado, los padres explican el aprendizaje de Sandra por observación e imitación. Cuando Sandra es llevada a su hogar la llevan de paseo a restaurantes, centros comerciales, parques y muestra un gran interés por las familias. Empieza a darse cuenta que los niños tienen padre y madre. Es a los diez años de Sandra (cinco años después de la adopción) cuando a palabras del padre ella lo reconoce como figura paterna. Ella le pregunta “¿tú eres mi papá?”. Este suceso es importante debido a que uno de los grandes retos en la adopción es que el hijo pueda identificarse en un hogar con unos padres, quizá por la discapacidad mental de Sandra, el reto aquí era mayor y requirió de los cuidados constantes y brindarle la confianza básica a su hija para que ella pudiera construir en su concepto de sí mismo un sentido de identidad como hija de Raúl y Rita. El otro suceso narrado por la madre consta de una serie de fotografías familiares que tienen en un ala de la casa. En la adolescencia Sandra ha preguntado a su madre si alguna de las bebés es ella. Rita le ha contestado que sí. Su hija por otro lado, le ha preguntado cómo nació y ha recibido una respuesta de su madre como “naciste de mi corazón”. Este episodio es significativo, porque como dice Brinich (1980, 1995), los adolescentes adoptados probarán a sus padres constantemente en muestras de amor y tendrán cuestionamientos sobre su identidad. El retardo mental en Sandra no impidió que ella se preguntara sobre su origen por un lado, y que pudiera observar a sus padres como figuras de amor, protección y que desempeñaron la función materna – paterna reconociéndolos como sus padres.
Caso No. 3 Iris y Diego Descripción del caso Iris tiene 40 años y está casada desde hace 8 años con Diego de 42 años de edad. Decidieron que al casarse esperarían un año para planear un embarazo, al cumplido el plazo interrumpieron su método anticonceptivo y al mes lograron el embarazo pero se presento un aborto espontaneo a las 11 semanas de gestación, después decidieron dar seguimiento con el mismo medico por 2 años, tiempo en el que Iris fue estimulada constantemente con hormonas para lograr un nuevo embarazo pero sin resultados. Posteriormente se enteraron de un especialista en el extranjero a quien consultaron como búsqueda de solución, esto requirió la venta de bienes materiales para sustentar la estancia de un mes que requería dicha atención, misma que se llevo sin resultados favorecedores, es así que durante 5 años se realizaron un total de 7 fertilizaciones in vitro, sin ningún embarazo.
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Este proceso se describe como doloroso y desgastante para ambos, por lo que al reconocer la dificultad que esto implicaba en su vida, acudieron a una psicoterapia de pareja con un especialista en casos de infertilidad, acudieron a 10 sesiones y reconocieron lo que dicho evento significaba para ambos e influía en la relación de pareja, por lo cual lo viven como una ayuda bastante benéfica para resolver y dar lugar al “duelo de aceptar que no iba a ser biológico” según palabras de Diego. Al término de la misma y al conocer amistades que habían pasado por el proceso de adopción, decidieron que era una buena opción para ellos, aunque si hubo un momento en el que pensaron que la pasaban muy bien como pareja sin hijos, aunque reconociendo sus deseos y plan de vida desde hace ya tiempo, se dieron cuenta que tener hijos si era muy importante para cada uno con respecto a su satisfacción y visualización desde la formación de la pareja. Diego por su parte siempre compartió con Iris su deseo de tener hijos y lo importante que eran los niños para él, y aun cuando trato de retractarse durante el tiempo que realizaban las fertilizaciones in vitro diciéndole a Iris que lo importante era ella, Iris siempre supo que la insistencia que Diego siempre tuvo sobre el tema de la paternidad no era algo que cambiaria de un momento a otro, por lo que la adopción poco a poco se fue colocando como lo más adecuado. El proceso entre la solicitud y la entrega de Diego (hijo) fue de 9 meses, lo equiparan con el tiempo de un embarazo y recalcan la sensación de haber sido un proceso vivido con mucha seguridad ya que no es la incertidumbre provocada por un procedimiento in vitro, sino la seguridad de estar en una institución procesando una solicitud. En ese tiempo formaron parte de un grupo y de igual forma acudieron a cursos sobre temas de adopción y relacionados con la condición de las madres biológicas, mismo que les hizo reformular su postura como padres y reconocer que la adopción era una relación que se iba a estableces “de ida y vuelta” según Diego, ya que ellos podrían tener el hijo que tanto deseaban y darle oportunidades que de otra forma difícilmente hubiera podido tener, pero nunca lo ven como un hueco que se viene a llenar, sino un proyecto de pareja y familia que se iba a realizar, además de que no sienten que le estén haciendo un favor al niño sino que es establecer una relación con quien llegó para ser hijo. Es evidente que cuando Iris recibió la llamada para recoger la carta de idoneidad, detectó un momento importante de angustia por qué no sabía si se le seria otorgada, sin saber que ese mismo día le darían al bebé, que en ese momento tenía 3 meses. Por su parte, Diego habla que al momento de recibir a Dieguito entendió que “un hijo llega por diferentes vías” y que ya era un padre por el compromiso que estaba recibiendo y al mismo tiempo por los afectos que se comprometen desde un inicio.
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En lo referente a las familias de origen, Iris es la menor de 2 hermanas y a la vez de otros 3 medios hermanos, su padre falleció hace 6 años y su madre siempre se mostro receptiva al proceso de adopción. Por su parte Diego recibió apoyo de su madre, mientras que su padre, al haber vivido la experiencia de una hermana adoptiva que fue muy rebelde en la adolescencia y que siempre fue problemática para la familia ya que se entero de su adopción por medio de una discusión con la madre, tiene una opinión negativa con respecto a la adopción, así que cuando supo de la decisión de Diego e Iris, dijo “los apoyo pero no estoy de acuerdo” actitud que cambio inmediatamente al conocer a Dieguito, al grado de ser reconocido actualmente como el nieto consentido, aun no saben reconocer qué fue lo que hizo que cambiara su opinión, y observan que el abuelo de Dieguito ha podido sobrellevar la depresión que padecía desde hace ya un tiempo, con la idea de verlo, cargarlo y cuidarlo. Pero si suponen que tal vez el padre de Diego, tenía miedo que el bebé estuviera enfermo o fuera muy diferente físicamente. Diego menciona que es muy injusto que los padre biológicos de un niño tengan la posibilidad de tener un tiempo para estar con el recién nacido, como una mujer que recibe el derecho de cuarentena con incapacidad para ausentarse de sus actividades laborales y poder cuidar a su hijo, mientras que los padres adoptivos reciben a un niño adoptivo sin posibilidad de recibir facilidades por medio de la Ley federal del trabajo, para así poder llevar a la criatura a casa y poder ambientar su llegada. Compara la legislación de otros países que dan garantías a los padres adoptivos, equiparadas a su condición con los padres biológicos. Análisis Psicodinámico Iris y Diego se muestran como una pareja comunicativa con recursos emocionales adecuados para relacionarse, es evidente que las experiencias previas relacionadas con la paternidad los han llevado a cuestionamientos importantes referentes a su deseo de tener hijos. De la misma forma, han podido solicitar ayuda terapéutica para elaborar el duelo de la pérdida del recurso biológico para procrear (Mirabent, 2005). Ambos manifiestan miedo por la enfermedad y la muerte, lo que puede estar relacionado a un sentimiento de culpa, propio de la vivencia de satisfacción plena de un deseo que pudo llegar a ser un síntoma en la pareja y que en este momento ha sido resuelto. Iris es una mujer con herramientas emocionales necesarias para cumplir con la función materna que la crianza requiere, al mismo tiempo se encuentra sostenida por el apoyo de su esposo, quien a su representación es un hombre que cumple necesidades tanto materiales como afectivas, da lugar a Diego como padre y pareja, siendo así una condición ideal para la complementariedad de la pareja. Iris reconoce que el único miedo que percibe frente a la
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situación de la adopción, es el momento de informar a su hijo dicha situación, por no saber cómo reaccionara. Diego por su parte, es un hombre identificado con sus funciones en la familia, vive plenamente su paternidad y es sensible a las necesidades de su mujer y su hijo, se preocupa de manera adecuada por el futuro y muestra herramientas necesarias para brindar educación, reglar y valores a su hijo, tiene deseo de realizar una segunda adopción y no reconoce conflictiva alguna referente a la adopción como vía para satisfacer los planes de familia que comparte con su esposa. En general el caso de Iris y Diego se encuentra en un momento de plenitud y proyectan planes a futuro que enriquecen su experiencia de vida con la oportunidad y el acceso a la adopción, defienden esta posibilidad como un recurso poco utilizado en México y como un campo que requiere mayor claridad en las implicaciones legales y difusión en cuanto a la información del proceso.
4. 2 Padres solteros adoptivos “Entre las posibilidades que la adopción admite, cabe incluir a quienes, sin padecer infertilidad o esterilidad, pero sin haber concretado una vida matrimonial (una vida en pareja), solicitan adoptar según el modelo de monoparentalidad” (Gilbert, E., 2004, p. 17) Si bien, la mayoría de las personas que solicitan la adopción son parejas que recurren a ésta por un impedimento físico, también existe un número de personas solas que recurren a la adopción para poder convertirse en padres. Se utiliza el término “personas solas” que puede englobar sujetos solteros, viudos o divorciados que no tuvieron (por diferentes circunstancias) hijos de manera biológica. Las agencias de adopción deben de propiciar la reflexión y toma de conciencia a estas personas sobre las dificultades en la crianza de un niño de manera solitaria, ya que es sabido que “es más difícil adoptar solo, sin compartir con nadie la relación con el hijo en el día a día, ni la responsabilidad de las diferentes decisiones que se han de tomar, sin tener a alguien que te pueda relevar en los momentos de cansancio” (Mirabent, 2005, pp. 36 – 37). No puede generalizarse cuáles son las motivaciones que existen detrás de la monoparentalidad adoptiva, no obstante, es necesario, como en todos los estilos de parentalidad, que exista un genuino deseo de ser padres y que no sea una manera de cubrir los núcleos depresivos que podría tener una persona sola.
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Existen diversos perfiles de padres solteros que adoptan, Mirabent (2005) menciona que están hombres o mujeres con una gran carrera profesional que les impidió llevar una vida de pareja y que alrededor de los cuarenta años buscan la paternidad. Es importante que estas personas no vean en el hijo como una compañía o quien aminore sus sentimientos de soledad y el vacío de no tener una relación de pareja. Por otro lado, están personas solteras con grados altos de dependencia materna que buscan en la adopción una manera de separarse de sus propias madres (ser madre/padre para separarse de su madre). El reto que tienen estas personas es no generar una relación de dependencia con su hijo y que éste tenga una dificultad para lograr una sana separación e individuación. Un tercer grupo que describe la autora son personas de edad avanzada que al llegar a la tercera edad sienten una gran soledad. En este escenario existen diversas dificultades, por ejemplo, el niño adoptado tiene necesidades emocionales a ser cubiertas por los padres y llegar con un hombre o una mujer anciana le asigna un rol de cuidador, cuando la necesidad del niño es ser cuidado. Sea cual sea el escenario es importante que el padre adoptivo permita que el niño establezca relaciones significativas con otros adultos, que tengan proximidad con figuras masculinas y femeninas para poder establecer un mejor desarrollo de identidad. Por otro lado es necesario que el padre tenga la postura (como padre) adecuada que permita la separación gradual del niño respecto al padre y que sus sentimientos de soledad y abandono no priven al niño de ampliar su círculo social. A continuación se muestra el caso de Lourdes, una mujer que se convierte en madre casi a los cincuenta años de edad de una criatura con muchas necesidades emocionales y que tuvo el apoyo de una familia extensa que permitió el desarrollo de su hija.
Análisis de caso de una madre soltera adoptiva. Caso No. 1 Lourdes. Descripción del caso Lourdes es una mujer de 71 años de edad, realizó estudios de psicología y pedagogía. Nunca tuvo vida de pareja, permaneció soltera toda la vida. Siempre vivió en casa de sus padres, es la tercer hija de una familia de siete hermanos. En su historia de vida ha presenciado diversas muertes, dos hermanos fallecieron cuando ella era niña, recientemente murieron su madre y hermano mayor. Colocándola desde hace desde hace diez años como hermana mayor.
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Es una mujer exitosa profesionalmente hablando en el momento en que se da la adopción. Trabajaba en una entidad de gobierno, por su actividad profesional estaba en contacto con casas hogar. Cuando se le pregunta sobre su deseo de adoptar ella contesta “fue una identificación mutua”. La niña llega a la casa hogar cuando no se sabe nada sobre su familia de origen debido a que es sobreviviente (desde recién nacida) de una catástrofe natural, misma que dejó sin posibilidad de encontrar algún rasgo sobre su familia biológica. Llega a la casa hogar teniendo cinco meses de edad. Lourdes refiere que el primer acercamiento con la niña fue a partir del momento en que ella notó que lloraba mucho y nadie podía calmarla. Al acercarse a la niña “ella se tranquilizó y se prendió de mi”, aclara Lourdes. Es ahí donde surge el vínculo entre ella y su hija. Durante tres años, Lourdes tuvo contacto con la niña por medio de su trabajo y le preocupaba que en un día tuviera múltiples cuidadores, lo que le daba a entender el comportamiento tan “rebelde” que reconocían en la niña, así mismo se colocó como figura primordial de acercamiento y contención de ella. En su ambiente laboral la cercanía fue tan evidente que empezó a recibir sugerencias sobre adopción. Esta situación fue discutida entre Lourdes y su madre y al reconocer la importancia de la legalidad del proceso tuvo como asesoría cercana abogados que trabajaban en la institución para que todo se realizara conforme a la ley. Fue hasta los tres años de vida que se logra completar el proceso de adopción, para ese entonces Lourdes ya le había preguntado a su hija si quería irse a vivir con ella. Menciona “llegó sin ningún problema, se adaptó rápidamente”, es importante mencionar que los familiares de Lourdes ya habían visitado a la niña en la casa hogar. Fue hasta esa edad que Lourdes renombró a su hija “Gabriela” como combinación de los nombres de figuras importantes en su familia. “Antes tenía otro nombre que no recuerdo y a los tres años la bauticé como Gabriela” menciona. En cuanto a la experiencia de la maternidad, Lourdes manifiesta sentir que fue algo innato, al mismo tiempo reconoce que hay diferencias entre ser madre y estar casada. Menciona que a ella se le facilitó por ser “una mujer muy libre y segura de mi misma (…) Ser madre es el resultado de un afecto muy fuerte”. Gabriela se vio acogida por la madre de Lourdes y por su familia extensa, quien celebró el evento y trató a Gabriela como un miembro más, respetando y manejando la situación de manera abierta. Menciona que su adaptabilidad ha sido tan grande que incluso ha adquirido los rasgos físicos familiares y ningún miembro de la familia mostró antipatía hacia Gabriela. Con respecto a la observación del desarrollo de Gabriela, Lourdes menciona que al ser criada en su primera infancia en una casa hogar, sus hábitos de cuidado y aprendizaje fueron entrenados
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de manera institucional, siempre identificando que en lo emocional se presentaba muy rebelde. En la etapa de la latencia no reconoce nada significativo, no obstante menciona que en la adolescencia “se sentía muy sola, le costó trabajo tener amistades (…) vivía la relación con el sexo opuesto de manera conflictiva”. Menciona que fue una etapa difícil “más que cualquier adolescente”, reconociendo el núcleo del conflicto en los tres primeros años de vida. En la adolescencia, Gabriela expresó sus dudas con respecto a su condición de hija adoptiva y quiso investigar sobre su origen. Lourdes se manifestó dispuesta y la acompañó a diversas instituciones gubernamentales que podían esclarecer la situación, pero se reiteró que la falta absoluta de información con respecto a su familia biológica, lo cual ayudó a afianzar la confianza y relación filial entre Gabriela y Lourdes. Con referencia a la adopción monoparental, menciona que es necesaria la figura paterna y que ella nunca pretendió ocupar ese lugar. Sin embargo, tuvo el apoyo de varones de la familia que podían hacer la función paterna por medio de autoridad y afecto, respetando el lugar de tíos de Gabriela. Lourdes siente que la postura que ella tomó frente a la adopción, ayudó a que los diferentes ámbitos sociales (escuela, amistades, etc.) fuera discriminada y/o juzgada por ser una madre soltera adoptiva. Como conclusión Lourdes reconoce que “la vida de un niño adoptado es muy difícil”, pero al mismo tiempo le ha llenado de satisfacción brindándole un nuevo sentido a su vida. Análisis psicodinámico Lourdes es una mujer que no manifiesta problemáticas de índole emocional, muestra tener un mundo interno enriquecido y una buena relación familiar y con amistades. Su aspecto físico es congruente con su edad cronológica, su actitud frente a la entrevista es colaboradora. En áreas de pensamiento, lenguaje y cognición no muestra deterioro alguno. Su estado de ánimo es calmado y el ritmo de la entrevista es adecuado sin tener variaciones significativas en la manifestación de afectos o a nivel conductual. Lourdes presenta eventos en su historia de vida que llegan a ser tan significativos que en la actualidad reflejan un sentimiento de vulnerabilidad, mismo que no llega a afectar sus actividades, su concepto de sí mismo y la relación con los demás. Estos suceso tempranos son la muerte de dos hermanos, mismos que se reviven en la actualidad después de la muerte del hermano mayor y de su madre.
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Ha sido una mujer exitosa profesionalmente, misma área que le ha servido como una defensa compensatoria frente a la vivencia de pérdidas significativas. Es importante mencionar que su actividad profesional fue de índole altruista, misma que satisface su necesidad de ayudar, proteger y cuidar lo cual puede señalar una gran necesidad de pertenencia y establecimiento de lazos interpersonales importantes. Lourdes muestra tener una relación estrecha con su madre, tal unión no favoreció una satisfactoria separación del vínculo familiar, representado principalmente por la figura materna (Mahler, M. 1995). Es significativo que a la única persona a quien demanda la autorización de adoptar es a su madre, relevante debido a que Lourdes tenía 47 años cuando tuvo el primer contacto con su hija. Como dice Mirabent (2005) “algunas tienen serios problemas (madres solteras que adoptan) de desarrollo de su identidad, lo que les impide tener suficiente autonomía e independencia personal y se mantienen dentro de un funcionamiento poco diferenciado y simbiótico con sus padres” (p. 37) El discurso que emplea reitera su necesidad de percibir control frente a las actividades y situaciones que confronta día a día. Esto se percibe en los siguientes aspectos: a) la relación con la madre es tan cercana que Lourdes percibe tener cierto control sobre las variaciones de carácter de la madre; b) Ella se coloca frente a la familia con una función de responsabilidad importante ya que es el punto de referencia para la administración de los bienes y la consulta de toma de decisiones importantes y c) En su área laboral menciona sentir satisfacción haciendo notar su jerarquía como líder, misma que le permitía dar órdenes y controlar a sus subordinados. Esto refleja ciertos rasgos narcisistas de la personalidad mismos que son necesarios para encubrir la fragilidad ante sus sentimientos de abandono y pérdidas significativas (Mirabent, 2005). Es significativo que su deseo de ser madre surge ante una figura desvalida, una niña que sobrevive a una catástrofe natural, que no puede ser contenida por la casa hogar que la acogió. Esto refleja que ella se autopercibe como “salvadora” de la criatura y al mismo tiempo hace evidente su postura frente a la maternidad de una manera circunstancial dado que ella no estaba planeando ser madre, condición que sólo era pensada por medio del matrimonio y de una maternidad biológica. La vivencia de cuidado percibida en la relación con su madre es polarizada y desplazada hacia la relación de maternaje que desempeña con Gabriela. Ser madre adoptiva, es la manera que Lourdes encontró para poderse separar del vínculo intenso con su propia madre (Mahler, 1995). El desarrollo del vínculo filial se lleva a cabo mediante las visitas diarias que incluyen fines de semana durante los tres años que Gabriela radicó en la casa hogar. Cabe mencionar que esta
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casa hogar era el lugar de trabajo de Lourdes. Los tres primeros años del desarrollo del individuo son indispensables para lo formación de aspectos fundamentales de la personalidad como son el concepto de sí mismo (Freud, S. 1914), elementos de confianza necesarios para el desarrollo de una sana autoestima, relación con la madre para la formación de vínculos externos, etc. Se puede observar que Lourdes pudo proveer de un yo auxiliar (Winnicott, 1975) a Gabriela que le permitió consolidar su personalidad de una manera favorable, pese al origen caótico de la niña. Si bien Lourdes reconoce que la presencia de un padre es importante, ella puede encontrar en su familia un apoyo para que esta condición se vea equilibrada y Gabriela pueda tener integridad familiar e internalización de la figura paterna. Otros factores favorecedores fue la familia extensa con lazos fuerte y apoyo económico que permitieron crear una ambiente facilitador que favoreció la integración de Gabriela en esa familia (Winnicott, 1975).
4. 3 Padres homosexuales adoptivos La condición de padres, como ya vimos anteriormente, pasa por el deseo y la posición frente a los hijos, en el caso de parejas homosexuales la situación se ve enmarcada por toda la discusión y movimientos sociales al respecto, hay quien apoya y reconoce que la paternidad es un derecho y que como ciudadanos, los homosexuales pueden acceder a adoptar si es que así lo quieren, y hay quien los encuentra como un grupo conflictivo que puede poner en riesgo la integridad emocional de un niño que de por sí ya está en una situación de vida complicada. En el caso 1, veremos cómo la maternidad de una pareja homosexual, se puede acceder por medio de asumir la función como respaldo a la maternidad biológica de la pareja, esto como tal es una adopción de la función, mas no del hijo, ya que estrictamente hablando el niño no está en abandono o desamparo. Pero el caso sirve para describir una de las tantas formas en las que una persona puede ser padre o madre por lo afectivo, sin pasar por lo biológico o lo legal. Esto marca una diferencia importante dado que si bien hay estadísticas reunidas por Rekers (2009) con referencia a la problemática emocional que manifiesta cierto sector de la población homosexual, no se puede determinar que estos mismos sean lo que quieren pasar por un proceso y adoptar a un niño. Mientras la evidencia arrojada por el Committee on Early Childhood, Adoption and Dependent Care muestra que aquellos que sí han buscado la adopción, son capaces de criar niños sanos y con estabilidad emocional.
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Es muy diferente el caso de aquellos que buscan la adopción como resolución a su imposibilidad orgánica, a la situación que señala Gilbert (2004, p.32): “Las parejas formadas por personas del mismo sexo (gay) parten de una concepción de hijo que no incluye la alternativa de engendramiento, dada la elección sexual de quienes la conforman.” Este elemento complica muchas de las opiniones con respecto a que los homosexuales convivan o tengan hijos, ya que la homosexualidad no se reproduce, (Volnovich, 2004) es sabido de igual forma que si bien los niños desde temprana edad comienzan a realizar identificaciones con figuras importantes como los padres, la identificación sexual viene mucho después y por lo general estará ya introducida en la explicación por demanda del mismo niño, con respecto a la relación de los padres, de tal forma que así como una pareja heterosexual puede tener un hijo adoptado o no que se declare homosexual, como una pareja homosexual puede criar niños que se desenvuelvan como heterosexuales, es decir, la identificación sexual no está relacionada con la educación o los vínculos que haya entre los padres. En el caso No. 2 (Mariano y Domingo) si bien no existe un proceso de adopción vía legal, si por medio psicológico ya que el niño se encontraba en una situación de desamparo. Rekers (2009), destaca el riesgo de la crianza de un niños por parejas homosexuales reside mucho en el rechazo que pueden obtener por parte de la gente que lo rodea (escuela, vecinos y familiares). Es importante recalcar que se ve influido directamente por la sociedad y la percepción que tiene ésta sobre la homosexualidad, siendo evidente que dependiendo la provincia, el nivel sociocultural y la educación al igual que los vínculos afectivos de quienes se relacionan propiciarán la aceptación o el rechazo de dichas parejas. Como se había mencionado, la idoneidad de las parejas hombre – mujer no radica en el sexo de la pareja sino en el auténtico deseo de ser padres, aunado a las capacidades maternales y paternales de cada uno; en la pareja homosexual no es una excepción. Las parejas homosexuales al adoptar se enfrentan a diversas situaciones que tienen que ser cuidadas y atendidas previas a la adopción como son: a) la presencia activa y aceptación de un círculo extenso donde existan personas de ambos sexos; b) reconocer la función materna y paterna como necesarias para la crianza de un niño, independientemente de la condición homosexual; c) conocimiento pleno y capacidad de comunicación que les permita hablar de su situación de pareja y d) que predomine el deseo de paternidad frente a una postura ideológica9 o un conflicto individual o de pareja.
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Solicitar el proceso de adopción no por el deseo de ser padres sino por el derecho de adopción por parejas homosexuales. El peligro sería convertir al niño en una bandera política más que en un hijo. 52
Análisis de casos de padres homosexuales adoptivos Caso No. 1 Laura y Nancy. Descripción del caso Nancy tiene 30 años de edad y tiene una relación desde hace 6 años con Laura que tiene 39 años. Laura tiene una hija de 8 años de edad que procreó mientras estuvo casada, matrimonio que termino al estar profundamente insatisfecha con el padre de su hija, por lo que decidió terminarlo un mes después de que nació la niña, mismo de la que nunca se nombra a lo largo de la entrevista, simplemente es referida como hija de ellas dos, pero nunca mencionan su nombre. El padre de la niña trato varias veces de restablecer la relación de pareja que tenia con Laura, pero ella al comenzar a salir con más personas, llego a relacionarse prioritariamente con mujeres hasta descubrir “lo que realmente me gusta y me hace feliz” dice al mencionar el reconocimiento de su homosexualidad. Por lo que la niña ve a su padre sólo cuando él la busca, por petición de la pequeña, quien según Laura dice: “si mi papá no me busca yo no lo voy a buscar” La hija de Laura es definida por ambas como una niña noble, sociable y tierna, su desarrollo progreso con normalidad al lograr caminar al año y dos meses de edad, mientras que el control de esfínteres se presento a los 2 años y medio y dejó el biberón a los 3 años, Laura dice que no le costó trabajo ser madre. De igual forma, la niña convive más con otras niñas de su edad porque en donde viven, los niños son de mayor edad. Lo más recurrente en la educación de la niña es enseñarle a prestar sus juguetes ya que a palabras de Laura “como es hija única le cuesta trabajo ser compartida”. Tanto Laura como Nancy piensan que tener un hijo es mucha responsabilidad y que por el momento no piensan tener más hijos, “porque no es sólo darles amor y cuidado, sino también un nivel de vida bueno” dice Laura. En este caso quien adopta el papel de madre es Nancy, quien dice haber querido tener hijos de manera biológica solo antes de saber que era homosexual, ya que después nunca lo había considerado, por otra parte ser una figura materna para la niña es un papel que le ha dado mucha satisfacción porque según ella se forma un vinculo “muy lindo”, Nancy la ve como su hija y la trata de igual forma, para ella ser madre significa “dar amor y cuidado, es estar para ella y lo que necesite”. Laura refiere que aunque ella si sepa lo que es engendrar un hijo, tiene mucha satisfacción de poder brindarle a su hija un hogar donde recibe mucho amor y atención porque se consideran
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una familia muy unida y esto, según Laura, es lo más importante para que su hija crezca y sea una persona que sepa respetar y “reconocer las cosas que en verdad importan”. La hija de Laura y Nancy ha llegado a preguntar sobre las relaciones homosexuales por que ha recibido comentarios y rechazo por parte de personas no muy cercanas a la familia, a lo que ellas responden que el hecho de que dos personas se quieran no debe tener ningún impedimento, para ellas es muy importante que la niña pueda entender conforme crezca que no debe juzgar a la gente por lo que decide hacer, sobre todo si tiene que ver con lo amoroso, este es un tema muy recurrente en la entrevista dado que es en lo que según ellas, basan su relación. Laura aclara “nunca nos descaramos enfrente de la niña” refiriéndose a que aunque la niña tiene la posibilidad de hablar libremente del tema de la homosexualidad, ellas no manifiestan su afecto ante la niña, aunque si ha presenciado besos entre amistades que tiene la pareja que son hombres homosexuales, a lo que la niña pone particular atención y cuestiona si eso es por amor. Análisis Psicodinámico Es importante determinar desde este momento que el caso que aquí se presenta no es propiamente de adopción y esto es un elemento clave que debe ser tomado en cuenta, dado que se utiliza para describir un tipo de paternidad, en este caso de tipo homosexual, mas no ejemplifica un caso de adopción, dado que es una familia constituida a partir de la maternidad ya manifestada y vivida de una de las integrantes; ya hemos hecho un recorrido que demuestra lo importante del deseo de paternidad en un proceso de adopción y al mismo tiempo una situación de abandono en el menor; no se elabora de la misma forma que en una pareja que no busca cumplir esta función por medio de la adopción. Tomando lo anterior en cuenta como crucial para la diferencia de casos y situaciones, es interesante encontrar como el rechazo del que habla Rekers (2009) hacia las parejas constituidas por el mismo sexo, es un eje que manifiestamente causa una condición particularmente defensiva, ya que es evidente que es un tema recurrente en las dudas de su hija y que reiteradamente es explicado de diversas formas y ejemplos por parte de Laura y Nancy. Esta es una situación frustrante para la pareja porque sentirse juzgadas por la sociedad le provoca un enojo que han ido entendiendo y metabolizando con el tiempo, de tal forma que actualmente ya les llega a ser indiferente con mayor frecuencia. Laura dice “si Dios no nos juzga ¿por qué la gente si? No es lógico”. Laura y Nancy tuvieron experiencias heterosexuales antes de reconocerse como homosexuales, esta situación previa es muy parecida en las dos, la única diferencia es que Laura llego a consumar un matrimonio, mientras que Nancy sólo tuvo noviazgos. Esta vivencia hizo
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manifiesta la confusión por la que pasaron al momento de saber sus preferencias, elemento que las deja confundidas y resentidas por haber tenido malas experiencias con los hombres, este es un punto muy importante ya que devalúan la presencia de un hombre aunque reconocen que la función paterna es importante cuando de criar a un hijo se trata. Ambas tienen a la imagen paterna idealizada y a la luz de esta percepción, buscan que su hija tenga reglas, respeto y afecto, pero se hace evidente que el discurso de “no necesitamos de un hombre” ha llegado a uso de la niña, dado que no busca a su padre por sentir que no necesita verlo. Por otro lado, se observa que la relación de pareja Nancy y Laura, por su pasado, desilusiones amorosas y seguramente conflictos infantiles, se sienten muy vulnerables ante la crítica de los demás. Para el psicoanalista norteamericano Sander Breiner (2009),
muchas parejas
homosexuales ante sus sentimientos de vulnerabilidad buscan ser reconocidas y respetadas tal como son. Cabe mencionar que estos sentimientos de vulnerabilidad, Laura los tenía desde su matrimonio, mismos que se hubieran reflejado en su maternidad incluso si hubiera continuado con su esposo. Las implicaciones del caso, son delicadas pero al mismo tiempo representativas, dado que no es una situación que podría haber sido evitable o una relación restringida de tener hijos, por lo que el tema de adopción no tiene lugar por no ser aplicable al caso. Da la impresión de que esta no es una pareja homosexual que buscaría la adopción, esto independientemente de la plenitud con la que dicen vivir la maternidad y sus funciones. Si bien Laura es una madre biológica, Nancy asume una postura maternal de la pequeña por medio de una familia reconstituida. Como se había mencionado, Laura y Nancy no son la pareja clásica que tienen un deseo de ser padres adoptivos, sino que la maternindad de Laura ya estaba previa a que iniciara la relación y Nancy tuvo que “adoptar a la niña” mientras iniciaba una relación con Laura. Al ser Nancy una figura que “adopta” tan sólo desde el eje afectivo se puede observar que la imagen de “madre y maternidad” entran en conflicto, es necesario mencionar que no se debe a su condición homosexual sino a su conflictos emocionales seguramente con la madre. Una condición de idoneidad para la adopción según Mirabent (2005), es que los padres que adoptan tengan un espacio de reflexión para poder superar los duelos respecto a la imposibilidad de tener hijos de manera biológica y así mismo que exista mucha comunicación en la pareja. Estas condiciones no pudieron darse, porque como se había mencionado Nancy forma parte de la crianza de la niña desde que inicia una relación con Laura.
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Caso No. 2. Mariano y Domingo Descripción del caso Mariano de 45 años y Domingo de 40 años tienen una relación de pareja desde hace nueve años, ambos son profesionistas. Desde hace 10 años Domingo es quien cría a Armando, que actualmente tiene 16 años. Armando es sobrino biológico de Domingo, su hermana tuvo cinco hijos (tres varones y dos niñas), el tercero de ellos es Armando. El padre del niño según Domingo, “sólo iba a la casa a hacerle hijos a mi hermana”, ambos se refieren a él como abusador y que maltrató a la madre del niño. Es por ello que Domingo acordó con su hermana de criar a Armando, brindarle educación, sustento y un hogar. Desde los 6 años Armando vive con Domingo, al principio le ayudaba una empleada doméstica y desde el primer momento tuvo que bajarle al ritmo de su vida social, desde ese momento Armando era su prioridad. También tuvo apoyo de sus amistades y de su familia nuclear, menciona que Armando visitaba a su madre y hermanos una vez a la semana. Un año después Domingo conoce a Mariano e inician una relación, al año los tres vivían en la misma casa. Domingo hace mucho hincapié en que Armando siempre conoció su origen, menciona “yo siempre le hablé con la verdad, le dije que era su tío y que yo lo iba a cuidar”. Domingo no quiso realizar el trámite legal de adopción, “Armando me ha tomado como papá y yo lo he tomado como hijo”, dice. El lazo se fortalece de tal manera que su sobrino se refiere a él como su padre ante él, sus familiares y sus amigos. Es significativo que desde los seis años Armando recurrió a un proceso de psicoterapia que le brindaron en su colegio, por otro lado Domingo menciona que tiempo después lo lleva con otros terapeutas y que él también recibió ayuda psicológica. Mariano también ha participado de la crianza de Armando, menciona que en muchas ocasiones Domingo es muy “consentidor” y que él tiene que poner más límites. Ambos relatan que la adolescencia de Armando fue delicada, y que como todo adolescente era rebelde y grosero, sobretodo con su madre. Domingo le ha enseñado a su sobrino que es importante que respete siempre a los demás, que le tenga más afecto a su madre y que trate de entender a su padre, quien también había sido abandonado por su padre. Desde pequeño también se le hace ver a Armando la relación de pareja que tienen Mariano y Domingo, lo cual fue comprendido y asimilado. “Tú eres mi tío y Mariano es tu pareja”, menciona Mariano que su sobrino siempre le ha dicho.
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Por parte de la familia nuclear de Domingo no tuvieron rechazo en que fuera él quien cuidara a Armando. En la familia se refieren a las personas homosexuales como “gay” y los hermanos de Domingo han sensibilizado a sus respectivos hijos explicándoles la situación. El rechazo proviene de vecinos y de la familia del padre biológico. Por otro lado, Armando no ha recibido rechazo por parte de sus compañeros, esto es explicado por la pareja debido a que él siempre dijo en su escuela que vivía con su tío. Desde hace unos años, Armando le preguntó a Domingo si podía mencionarle a algunas amistades sobre la relación entre él y Mariano. Mariano explica que siempre se trató el tema de la homosexualidad con mucho respeto, “ni nosotros ni nuestros amigos son locas”. Los espacios estaban bien delimitados y las amistades de la pareja siempre conocieron la situación. Actualmente Armando tiene 16 años y tiene una relación heterosexual, está realizando la preparatoria abierta para terminar más rápido y desea ser abogado. Análisis psicodinámico Si bien Armando no fue adoptado por vía legal, sí lo fue de manera psicológica. A sus tres años de edad fue abandonado por el padre, y cada vez que lo veía era de manera inconstante y violenta. El niño se encontraba en una situación de abandono cuando Domingo pudo brindarle un hogar y ser un “padre/tío” para Armando. El deseo de ser padre en Domingo surge desde siempre, de hecho menciona que lo había tenido reprimido. A los 19 años tuvo una novia con quien quiso tener un hijo, no obstante no quería llevar una doble vida y terminó la relación. Desde esa edad sale de casa de sus padres e inicia una relación amorosa con un hombre por más de diez años. Domingo es el último hijo siendo el octavo, menciona haber estado muy apegado a su madre quien murió hace dos años y distante a su padre aunque desde el fallecimiento de su mamá ha podido mejorar ese vínculo. Se observa en Domingo una identificación primordial con la figura materna y con lo femenino, devaluando así la figura paterna y masculina. Probablemente esto favoreció para que pudiera realizar un vínculo fuerte y seguro con Armando. La idea de paternidad de Domingo radica en la responsabilidad, “es hacerse cargo de alguien y formarlo. Es darle lo necesario para que crezca y enseñarlo a volar” menciona. Esto puede observarse en cómo vio por las necesidades básicas de Armando por un lado, y por otro le ha permitido a su sobrino/hijo ir construyendo su futuro. Por ejemplo, Domingo no estaba tan de acuerdo en que Armando realizara la preparatoria abierta pero le ha permitido realizarlo así como que se ocupe de un trabajo (lavar coches) y apoyarlo en su deseo de independizarse. Así
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mismo respeta las emociones que pueda tener hacia los padres biológicos aunque procura llevarlo a una integración de los sentimientos positivos y negativos hacia ellos. Por su parte Mariano, menciona que la paternidad es algo que se trae desde la infancia y que no sólo se refleja con los hijos, sino también con la pareja. Mariano también está más identificado con la figura materna y tiene una percepción de distancia emocional respecto a su padre. Al parecer pueden existir ciertos núcleos de abandono en la infancia. Esto ha permitido a Mariano “proteger – cuidar” a Domingo como a Armando. Por otro lado, al no ser parte de la familia nuclear de Domingo puede tomar distancia y aconsejarle a su pareja que el no tiene la necesidad de ayudar a toda su familia. Mariano es alguien que ha podio dar una estructura a la situación en la que viven, estableciendo límites con otros familiares y marcando pautas de educación. Antes de conocer a Domingo, Mariano tuvo una relación por más de veinte años con un hombre mayor. Es significativo que Mariano y Domingo puedan mantener relaciones largas, signo que podría descartarlos del grupo de homosexuales que Reekers (2009) estudia como incompatibles para adoptar. Por otro lado, fue de gran importancia para el desarrollo adecuado del niño que Domingo habló con sinceridad sobre sus padres y origen biológico, dándoles un lugar y facilitando así la neutralización de la ambivalencia 10. Armando si bien conocía quién era su padre biológico observó en su tío la figura que lo crío colocándose como hijo y colocándolo como padre. Ambos reconocen la importancia de una imagen materna y paterna en el niño, mismas que ya existían desde que se el niño fue a vivir con su tío. No obstante esta imagen se fue nutriendo en la crianza y educación de Armando por un lado, por las visitas semanales a la madre, por el apoyo de Mariano y por la familia extensa como son los tíos y tías de Armando.
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La ambivalencia son los sentimientos positivos (de amor y ternura) y negativos (de desprecio) que se tienen a las figuras principales en la vida psíquica del humano, primordialmente hacia sus padres. (Freud, S. 1909). Cuando los sentimientos negativos son predominantes existe un peligro de desarrollar alguna condición psicopatológica. Neutralizar la ambivalencia se refiere a que se puede aminorar el monto de sentimientos negativos a través de sentimientos positivos. 58
Conclusiones En el presente trabajo se ha hablado sobre la adopción desde una perspectiva psicológica. Los personajes son tres, alguien que no puede criar un hijo, alguien que es abandonado y alguien que no puede tener hijos biológicos. Cada uno de ellos conlleva procesos emocionales, duelos y nuevas condiciones de vida que se tendrán que afrontar. El hecho que una mujer de en adopción a su hijo, es una situación que más allá de ser un elemento para ser juzgado es una oportunidad para brindarle a este niño una condición de vida con cuidados, seguridad pero sobretodo un vínculo afectivo. Pero esta situación, es una moneda de dos caras, ya que el rechazo implícito en el dejar el cuidado del niño a alguien más conlleva una herida, un duelo que será significativo tanto para la madre como para el niño, pero al mismo tiempo tiene la posibilidad de ser elaborado. La huella que deja la postura del niño como hijo adoptivo es un elemento que trasciende en su vida. Esta huella si bien remite al abandono, también permite que el niño acceda a beneficios significativos por medio de la situación de adoptivo, entre ellos convertirse en un hijo deseado. La formulación que se construye en una persona entre la posibilidad biológica y el reconocimiento del deseo de paternidad, conlleva elementos de su pasado y de vínculos tempranos así como de un proyecto de vida. Siendo así una movilización que requiere procesos profundos, individuales y en su caso de pareja para crear en sí la postura de padre/ madre. El proceso legal de la adopción culmina con la patria potestad y la custodia del niño, pero, en la dimensión emocional el proceso tiene un inicio previo a los trámites legales y se extiende durante toda la vida de los tres personajes antes mencionados. Es por ello necesario otorgar espacios de reflexión y pensamiento con respecto a todo lo involucrado en la adopción. Más allá de ser un proceso es un acto, una posición y un evento trascendente que merece ser hablado, escuchado y estudiado.
La situación de que lo orgánico ponga un freno ante el deseo de ser padres no necesariamente es algo que lo limita, siendo la adopción una solución que brinda satisfacción y acceso a la parentalidad. No podemos dejar de lado que ante los hechos cada individuo tiene motivaciones diferentes, éstas se encuentran ligadas a representaciones mentales y emocionales de un orden muy complejo. Es por ello que habrá situaciones que favorezcan más que otras, habrán escenarios donde el nido emocional que acoja a estos niños sea más estable, fortalecido y cálido que otros.
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El proceso de adopción requiere de manera consensuada, ciertas evaluaciones entre las que se encuentra la psicológica. La dificultad de otorgar la idoneidad a una persona para ser padre adoptivo implica ver más allá de un visto bueno, de un prueba psicológica o de una aparente buena conducta. La idoneidad requiere del tejido compuesto por el auténtico deseo de ser padres, observando caso por caso sin generalidades; y de la sincronía y lógica que den coherencia al deseo con las posibilidades reales de otorgar a un niño el lugar de hijo. Los procesos de selección de padres adoptivos requieren de una revisión profunda que va más allá del cumplimiento de criterios, ya que se habla de formar familias y no de procesos administrativos. Para que un niño forme parte de un hogar, el adulto tiene que sentirse en sí como fundador de una familia y perteneciente a una, de tal forma que no busque en la adopción cubrir su soledad, solucionar un conflicto alterno a la paternidad, un capricho o cubrir un requisito en el proceso vital. La adopción es un proceso sumergido en proceso legales y administrativos pero que debe verse libre de ellos. Es decir, son necesarias las políticas que regulen y cuiden al menor, no obstante, el menor deberá convertirse en un hijo más que en un derecho. Elaborar la vía que lleva a la adopción se ve favorecida por espacios de reflexión como son las psicoterapias, los grupos de apoyo, las escuelas de padres adoptivos, el seguimiento emocional que se le brinde tanto a padres como a hijos.
Sea como sea la situación de vida de un niño, la presencia y acompañamiento mediante un vínculo afectivo es de vital importancia, ya que garantiza riqueza en el mundo psíquico, promoviendo así la formación de un individuo. En el caso de un niño adoptado, la fantasía de abandono es un denominador común que le deja a los padres adoptivos la responsabilidad de lidiar con eso, abrir la comunicación será fundamental para que el niño encuentre en este diálogo las herramientas para ser de la adopción parte de su historia, pero no regirla únicamente por ello. Para que un padre adoptivo pueda abrir el canal de comunicación con su hijo, deberá primero él mismo, tolerar, manejar y aceptar el tema de la adopción. Entendiendo desde él las circunstancias y motivaciones personales para acceder a la adopción. En los distintos estilos de parentalidad, y en particular los casos de adopción como tal, es interesante encontrar ciertas semejanzas como el corte tajante que se da en el momento en que se otorga al niño, marcando así un antes y un después, reflejado por ejemplo en el olvido de particularidades en la vida de los niños dentro de la institución que lo cuidaba como el nombre
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que tenía o detalles de su proveniencia. Esto como una forma de dar lugar al origen afectivo de este niño en la vida de los padres adoptivos. Otro aspecto común es que los padres una vez teniendo la custodia del hijo, retiran simbólicamente el adjetivo “adoptivo” del menor, logrando así alcanzar el establecimiento del vínculo padre – hijo. Frases como “un hijo es un hijo” o “un hijo viene por diferentes vías” 11, dan cuenta de la evolución relacional con el niño eliminando la distancia que llegaron a percibir frente a la paternidad. Es importante recalcar que las diferencias encontradas entre los distintos estilos de parentalidad radica en su estructura y no en el deseo de hijo, la importancia puesta en el cuidado y el lazo afectivo formado. Este deseo de ser padre, los cuidados puestos en el hijo, los lazos afectivos y el vínculo mismo se verán beneficiados o perjudicados la estructura de personalidad de cada uno de los padres y no por el tipo de parentalidad en sí. Es por ello necesario proteger al menor no obviando motivaciones de cada estilo de parentalidad viéndolas como generalidades. El estudio del tema de la adopción en México requiere de actualización constante y mayor profundización como tal en la sociedad mexicana. Buscando el bienestar del menor es necesario no sólo ver la situación actual del fenómeno adoptivo, sino mirar al pasado y observar cómo se ha dado la adopción. Es significativa la escasez de literatura psicológica nacional en temas de adopción y parentalidad, siendo aún menos beneficiada la referente a la parentalidad homosexual en este país. Por otro lado, han sido pocos los casos de adopciones legales por parte de parejas homosexuales dada la reciente aprobación legal, siendo esta una dificultad para la realización del presente estudio. Se requiere de más tiempo e investigación para ahondar en este estilo de parentalidad. Así se podrá tener una visión longitudinal de este proceso que es de reciente apertura. La necesidad de hablar del tema se hace evidente en las entrevistas realizadas, por lo que tomar en cuenta la apertura de dichos espacios es de vital importancia. Tanto padres como hijos adoptivos también deben ser escuchados para la formulación y reelaboración de normas y políticas de este tema.
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Frases constantemente repetidas por los entrevistados. 61
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