Carrer 160

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6 |  Carrer 160 | juny 2022

d’entrada: L’herència decrèpita del 92

Un largo proceso de creación Óscar Tusquets escribió en noviembre de 1992 una breve memoria del proceso de creación de las ocho fuentes olímpicas, que quiso mantener fieles a la tradición de las placitas triangulares, en particular la realizada por Josep Campeny en 1912 en Diagonal-Còrsega. El arquitecto recuerda en ese texto que José Antonio Acebillo y él, “muertos de frío” en un recorrido dominical de diciembre, peregrinaron por las obras apenas iniciadas de los Juegos para decidir el emplazamiento de las peanas. La forma de las esculturas la decidieron Tusquets y Juan Bordes, “en los descansos de anochecida” de un viaje por Extremadura. Las fuentes no son el único trabajo conjunto del arquitecto y el escultor canario. En 1995 realizaron el monumento a los Santpere, en el inicio de la Rambla, y años más tarde Bordes colaboró en las piezas escultóricas de la reforma del Palau de la Música, en especial la gran palmera. El auditorio Alfredo Kraus, en las Palmas, proyecto de Tusquets, incluye también cuarenta esculturas de Bordes.

De la fuente Pilota, junto al Museo Marítimo, solo queda la base, convertida en bebedero para palomas. JOAN MOREJÓN

Las ocho fuentes olímpicas, abandonadas a su suerte Las piezas escultóricas del conjunto diseñado por el arquitecto Óscar Tusquets han sido vandalizadas o robadas desde su inauguración en 1992, y el Ayuntamiento las repone con retraso m. eugenia ibáñez periodista

L

os Juegos Olímpicos dejaron obras en Barcelona que debían trascender esta competición y perpetuar a pie de calle la huella de un acontecimiento que marcó la historia de la ciudad. Uno de esos proyectos fueron ocho fuentes de uso público, con peana y pequeña escultura, todas distintas, que se situaron en emplazamientos deportivos clave y cuya fecha oficial de inauguración figura como el 7 de julio de 1992. Hoy, las ocho fuentes muestran las huellas del vandalismo que sufre la obra pública y son el paradigma de la lenta reacción municipal para evitar y corregir esos desmanes. Ni una sola de las ocho fuentes ha llegado indemne para celebrar el treinta aniversario de los Juegos. Todas y cada una de sus piezas han sido daña-

das, algunas han sido sustituidas y otras, simplemente, han desaparecido. José Antonio Acebillo, responsable de las obras olímpicas, planteó al arquitecto Óscar Tusquets la realización de las ocho fuentes, financiadas por la entonces Sociedad General de Aguas, un proyecto diferente del habitual mobiliario urbano hecho en serie, pensado como piezas únicas de la misma familia y con diseño adaptado a su emplazamiento. La idea era que los Juegos contribuyeran a monumentalizar la ciudad, colocar pequeñas obras de arte en el espacio urbano. Tusquets eligió al escultor canario Juan Bordes como compañero de viaje, el primero diseñó el armazón, la peana, y el segundo modeló las esculturas, imaginadas con adolescentes que jugaban con el agua en actitudes que podían considerar-

se la iniciación a deportes olímpicos. Así, una niña chapotearía el agua, otra se zambulliría o se sumergiría, un muchacho lanzaría una piedra desde la orilla y otro empezaría a remar. Y con esas ideas y los dibujos de Tusquets se gestaron ocho delicadas fuentes con nombre propio y se fijaron sus emplazamientos. La fuente Pilota se situó en el Paral·lel, junto al Museo Marítim; Llançament, en la avenida del Estadi, en Montjuïc; Busseig, en la avenida de Xile, junto al parque de Can Rigalt, en Hospitalet de Llobregat; Xip Xap, en la plaza Alfonso Comín; Cabriola, en el pasaje Isadora Duncan, en Vall d’Hebron; Voga, en la avenida del Litoral, en la calle de Salvador Espriu; Capbussament, en el puerto olímpico; y Tempteig, en la plaza de les Glòries.

Algunas fueron arrancadas con sierras eléctricas o cuarteadas, lo que hizo imposible un nuevo montaje

Las ocho piezas tenían en común el juego de la escultura con el agua, un pequeño cuenco del que manaba un chorrito de agua para el consumo público y su instalación en espacios poco transitados y sin protección ni vigilancia alguna. La soledad de las fuentes ha facilitado el vandalismo que a lo largo de los años se ha cebado en todas y cada una de ellas. Las esculturas han sido robadas o destrozadas, algunas fueron arrancadas con sierras eléctricas o cuarteadas, lo que hizo imposible un nuevo montaje; desaparecieron las placas que las relacionaban con los Juegos y los armazones se cubrieron de pintadas. Hacia el año 2000 el Ayuntamiento retiró las esculturas que seguían en pie y modificó su sistema de fijación para dificultar nuevos robos, pero solo se consiguió que los ladrones mejoraran los métodos para arrancar las piezas. Nadie llegó a plantearse la conveniencia de mejorar el control de lo que ocurría en el entorno de las fuentes. Hasta la fecha, Juan Bordes ha repetido tres esculturas, que no son idénticas a las originales porque no trabaja con molde. Dos de ellas, las de Vall d’Hebron y la plaza Alfonso Comín, volvieron a su emplazamiento original en marzo, y una tercera,


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