DESDE MI CAVA
Un brindis por Miguel Guzmán Peredo, fundador del Grupo Enológico Mexicano DR. RAFAEL FERNÁNDEZ FLORES*
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Miguel Guzmán Peredo, autor de El libro del vino y fundador del Grupo Enológico Mexicano. Foto. Cortesía Dr. Rafael Fernández Flores
germanos dicen gesundheit, como deseo de salud, al igual que formulan sus mejores expresiones de afecto diciendo simplemente prosit, o más brevemente prost. Los españoles suelen decir en el momento de brindar “salud, pesetas y amor”, mientras los franceses dicen a votre santé y los italianos con un chin-chin desean paz, felicidad y bienestar.” Conocí a Miguel por esos años, de principios de los años ochenta, en que apareció El libro del vino. Yo regresaba de mis estudios de doctorado en Francia y por la generosidad de Enrique Loubet, coincidi-
AAPAUNAM Academia, Ciencia y Cultura
* Doctor ingeniero por el Institute National Polytechnique de Toulouse, Francia. Profesor de carrera titular C definitivo, de tiempo completo adscrito la Dirección General de Cómputo y Tecnologías de la Información (DGTIC) de la UNAM.
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e gusta la palabra brindis porque trasluce su significado. Brindar es dar, es ofrecer. Cuando se brinda una actuación, o un éxito, a alguien –este gol, ¡va por ti!, por ejemplo– se le hace un homenaje. El brindis es ese deseo que obsequiamos a la hora de chocar las copas. Algunas veces decimos simplemente: ¡salud!, que significa que deseamos que la persona con la cual estamos, goce de buena salud mucho tiempo más. Algunas veces nos ponemos más generosos, románticos o barrocos y decimos: a tu salud y a tus amores. Que nunca falten, se entiende. Miguel Guzmán Peredo, el amigo a cuya memoria brindo este texto, sabía de eso. Miguel, autor de El libro del vino, publicado en 1985, por Editorial Océano1, escribió en él lo siguiente: “Los pueblos del Medio Oriente al brindar usaban la fórmula hebrea lkhayyim, que quiere decir ‘a las vidas’, como expresión de bienaventuranza y paz. “Los godos lanzaban sonoras exclamaciones, eifs, que significa salud. “Los nórdicos emplean el vocablo skoal, que parece provenir del recipiente (un cráneo) donde bebían sus antepasados. Los