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El ciclo del agua
CELIAAZNAR
El agua nos conecta desde que nacemos en todas las etapas de nuestra vida hasta que ya no estamos en este plano.
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Un niño, con su pañal para el agua y unos manguitos de colores, es observado por su padre a unos metros de él. Se mueve y chapotea el agua de una piscina infantil en Kandersteg.
Observa cómo las gotas van, suben y bajan cada vez que salpica. Siente cómo fluye el agua entre sus dedos cuando agita las manos en la piscina. Aunque ya se ha bañado en la bañera, es la primera vez que va a una piscina y se asombra con los reflejos del agua.
A su lado un hombre de unos veintimuchos es molestado por el niño, que sigue salpicando.
Aunque él está en la piscina, no está ahí por el agua. Desde la piscina se ven unas montañas.
Hay un hombre que camina entre las montañas nevadas observado el agua congelada bajo sus pies. Sintiendo la nieve undirse a cada paso y escuchando su crujido. Una hilera gris de huellas que a más que nos alejamos de él, más se difuminan con su entorno.
El hombre se para al lado de una pared natural. Ahí saca su cantimplora. Le da un trago al agua. Está mala. Aun así, saca un camping gas y una pequeña olla, echa el agua y unos macarrones, los toma aún solo teniendo sal. No está tan mal, piensa para sí mismo.
Al otro lado de la montaña un grupo scout de campamento, celebrando el aniversario del grupo, se empapa intentando refugiarse de la lluvia. Sienten cómo se mojan, y son aturdidos por los sonidos de la tormenta y los gritos de sorpresa por la precipitación, aunque tiempo después siguen cantando y riendo con su compañía.
En otro lado del mundo, en un país no tan lejano, cerca de la costa de Italia. Una fotografía hecha por una madre y suegra orgullosa de su hija, a punto de enlazar su vida a las orillas del mar. El cura ha dejado de hablar. Los novios se intercambian sus anillos. Escuchan cómo las olas fluyen hasta la orilla.
En aquella fotografía se capta un barco en el que hay una persona que ha dedicado toda su vida a la pesca. Ya con cansancio, vuelve a tirar la red con esperanzas de sacar hoy más mercancía que ayer. Mientras suspira, recoge la red medio llena, lo que hace que el barco se tambaleé de lado a lado. El agua aún cargando el peso del barco con los peces, vuelve a calmarse.
Como ha empezado termina, dejando una huella en el agua, que a pesar de importante, no se verá. Como la de todos los que han experimentado esa sensación realmente, marcados también con ella, para siempre, en sus recuerdos.