Linares, junio, 2020
Nuestras vidas se entrelazan y a medida que se va avanzando, en cada puntada, se va formando algo nuevo. Esto ocurre tanto compartiendo en persona, cara a cara, como en la virtualidad, así como en el papel, en el arte. Compartimos partes de nosotrxs mismxs que se van uniendo y crean formas, se inventa el mundo, se detiene, se reflexiona, se genera consciencia, se critica, se acciona, nos sentimos, compartimos energías, transmitimos algo que le llega al otrx, hacemos comunidad y nos sanamos en este mirar nuestros mundos interiores y descubrir la humanidad que nos vincula. Si te gustaría participar en alguna próxima edición, puedes compartirnos contenido escrito y/o visual a nuestro correo electrónico: revista.unoenmapu@gmail.com
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SOBRE LINARES Paso preciso, ocioso, cansado, Precisamente me cansa el paso ocioso, Duerme en el retruécano sonámbulo, Mal chiste le digo hoy, ¿Por qué como pájaro de mal agüero Siempre tuvo mala fama? -Todo lo contrarioYa se ha dicho, lo repito hasta el aburrimiento, Más vale mil pájaros volando que uno en la mano, La tradición vela y desvela, El hedor de la herida no se cura Por mantenerla cubierta con un (o cien) parche curita.
Dejemos el desquite para otro momento Que la fruta cae por su propio peso, Que se llene de porquería, O sea, agroindustria, politiquería, ignorancia, falsa autonomía, Y conozcámonos de cerca, El amor no es a lo propio, menos sobre los cuerpos, Valle fértil que danza con el viento, Montañita pura en belleza, Mandate una bendición que corte sus cabezas. Entonces, conclusiones; Uno. Ahora es cuando. Dos. Siempre se puede más. Tres. Entre hacerla y no hacerla mejor hacerla. Y cuatro. Si se hace, mejor hacerla piola.
Hendidura en la sien, Pandécima de abril Como surco labrado por el azadón más pesado, Lechona devuélveme mi mano, Humano traidor, mi alma ni la de nadie te per- En tiempos de virus y pandemia tenece. no hay quien del bicho se safe, ¿Y nos seguimos preguntando hasta cuándo? le pega a clero, rey y paje, perplejo el Gobierno y la Academia: Si usted no lo ve es porque no quiere, transfusión al Estado con anemia, Si usted no lo siente es porque su corazón se Chile exige solidaridad rompió, así que pasando la calamidad (Vaya y recoja sus fragmentos, yo le ayudo) Esta ciudad la reclamamos negra ahora y siem- el pueblo recobrará lo suyo, pre, sin miedo y derrochando orgullo Negra de cenizas, caminado el sendero de la dignidad Negra su sangre, Negra de luto, @ElMauleSURtambiénExiste Negra como la tierra.
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Confía Quiero confiar No quiero juzgar Mi mente me juega Una mala pasada Doy lo mejor de mí Para sobrellevar lo que siento Doy lo mejor de mí Prometo que doy lo mejor de mí Doy lo mejor de mí Y las lágrimas llegan.
Devuélvanme Devuélvanme la juventud, Devuélvanme el amor, Devuélvanme la energía Que así no se puede vivir.
Verdades que no son verdades ¿Tiene sentido que yo esté acá? ¿Valgo algo? Las verdades se consumieron Ya no son válidas Sigo en cenizas
Y no sé qué hago acá Y no sé si vale seguir acá Si nada tiene sentido Todo es cuestionable No existe la verdad ¿Eso me debería dar libertad? Aquí estoy Aquí he estado ¿Aquí estaré? ¿Tiene Sentido Seguir? No sé siquiera qué pensar Ni tampoco si (re)construir No me pidan definiciones Por favor Que ni siquiera sé quién soy.
Canes y palomas eran nuevamente los reyes de la ciudad fantasma. Una brisa helada levantó los periódicos con los que se había hecho una cama la noche anterior y leyó con dificultad mientras los acomodaba sobre la vereda que la cuarentena se extendía.."no salgan de sus casas"...Se tapó con la vieja y sucia manta hasta la cabeza y cerró los ojos. Esa era la única cuarentena que un mendigo podía hacer. Camila Flores
Camila Flores
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da. ¿Te conté que salió de ingeniería, en un curso de puros hombres? ¿Te conté que entró a trabajar en una empresa y llegó a ser Habían prometido reunirse cada 27 de junio, gerente? ¿Te conté que dejó el trabajo por un a las 10 de la mañana, en el café de la esqui- tiempo porque me está cuidando? ¡Pero yo na del colegio de niñas. quiero que vuelva, porque ella es brillante! Este año, Ana esperaba nerviosa. Miró el Mientras la madre nadaba en sus recuerdos, calendario colgado en la pared, desconfian- Susana la escuchaba emocionada. Nunca do de su frágil memoria. Era veintisiete, pe- pensó que renunciaría, sin pensarlo un sero aún faltaban algunos minutos para las gundo, al trabajo que siempre había soñado. diez. Eso debía ser. Nunca pensó que le tocaría a ella, jugar al té El té
Afuera, la esperaba su hija. Desde que había con su madre, tal como cuando era una niña aparecido la demencia no la dejaba sola, y pasaban horas conversando entre tacitas y pastel de barro. menos si debía salir de su casa. La hija—igual de nerviosa que la madre— vigilaba distante a cada persona que entraba. Pulgas de mar Eran las 11:00. Definitivamente, ninguna iba a venir. Bajó del auto, y se dispuso a buscar a su madre. Sería una tarde triste. — ¡ E s t o y a b u r r i d a ! ¡ F a l t a p o q u i t o ! Al verla venir, la madre se levantó con una — — ¡Pero estoy muy aburrida, mamá! sonrisa en el rostro. — Termino de podar estos manzanos y ya —Te estaba esperando Margarita. ¡Qué nos podemos ir a la casa. bueno que llegaste! —Me gustaría ir a la playa, no a la casa. No se llamaba Margarita, sino Susana. Pero podía actuar. Estaba acostumbrada a ser ac- —¡Que buena idea!...¿Ves esas aves blancas? g a v i o t a s ! triz por su madre. Por ella haría cualquier ¡ P a r e c e n —Yo creo que son garzas. cosa. —Pero míralas bien... estoy segura que son La conversación de más de una hora fue casi gaviotas. Y mira allá, esa poza de agua, paun monólogo. Ana parecía rejuvenecida, rece un mar, ¡hasta acá se escuchan las olas! contándole a su amiga sobre su amada hija. — ¿Escuchas las olas? —Tengo tanta suerte, Margarita. Mi hija, aparte de ser preciosa, es una mujer tremen- —Sí, las escucho. Podrías ir a mirar si hay alguna conchita.
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Se fue corriendo y se quitó los zapatos. Metió sus pies en el mar y tocó barro suave. Las gaviotas de cuello largo se paraban sobre vacas marinas a quitarle las garrapatas, en una quietud tan grande que ni las olas se oían. Las nubes se reflejaban en el agua y el barro teñía sus pequeños pies. Su mamá podaba los últimos manzanos, mirando de reojo a su niña.
Al llegar a la playa, metieron sus pies desnudos al barro y contemplaron cómo el sol se ponía mucho más allá del charco. Las gaviotas volaban buscando refugio en los árboles y las vacas marinas bramaron llamando a sus terneros aventureros.
— ¡Las cosas que uno ve en el mar! ¿Cierto m a m á ? — ¡Cierto hija!—le contestó y se pusieron — ¿Tú tampoco conoces el mar mamá, ver- los zapatos. d a d ? La madre invitó a su pequeña a abordar el —Tampoco hija... pero debe ser bonito. avión y ella de un salto trepó a su espalda. — ¿ c i e r t o q u e s i ? — ¡ S í ! Llegaron rápido a su casa. Ese había sido el — ¿crees que las gaviotas se coman las ga- mejor viaje en avión de toda la vida. rrapatas de los peces? — No creo, pero tal vez coman alguna pulPaulina Sepúlveda Berra g a d e m a r . — ¿Y esas a quien pican? — No pican a nadie—respondió guardando s u s t i j e r a s . — ¿Ya nos vamos?—preguntó la niña. — ¡Sí, ya es la hora de salida! — ¡Entonces te invito a la playa!—dijo a su madre apuntando al charco. — ¡La última en llegar es una pulga de mar! —gritó la madre aceptando la invitación.
Saltar de la zona de confort
Catalina Fernanda Saavedra Aguilera
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