4 de octubre de 2016. ComitĂĄn de DomĂnguez, Chiapas Editor responsable: Alejandro Molinari
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Entrevista con:
Carlos Alberto Ponce Velasco El natural Arenilla
Fotogramas parlantes
Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 2016
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CONTENIDO 5. EDITORIAL 9. ZAGUĂ N Arenilla: El natural
16. PATIO
Entrevista con Carlos Alberto Ponce Velasco
21.CORREDORES Fotogramas parlantes
28. SITIO Yo vivo en un mundo llamado Arana
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EDITORIAL El nombre de Rosario Castellanos se honra en el estado. Tres actos culturales son de relieve fundamental: uno es la medalla que lleva su nombre y que el Congreso del Estado entrega; otro es el Festival que se desarrolla en la ciudad de Comitán; y el tercero es, sin duda, el que está más cerca a su esencia: el premio de novela breve. ¿De qué manera se puede honrar a un escritor si no es a través de la palabra escrita? Así como a Belisario Domínguez se le honra a través de la oratoria, a Rosario se le honra a través de la literatura, arte por el que ella es reconocida a nivel internacional. En este número de DIEZ, se publica una entrevista con el escritor Carlos Alberto Ponce Velasco, quien obtuvo el premio de novela breve Rosario Castellanos de 2016. Quede como constancia de la inteligencia y del agua renovada que riega los campos de la nueva literatura.
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EL NATURAL ARENILLA La tía Romelia decía que a Julia le brincaba “su natural”. Su natural aparecía en el momento que caminaba frente a una banca del parque donde se reunían los jóvenes del pueblo; movía el trasero como si fuese un barco en medio de una tormenta, mandaba sus nalgas para la izquierda y segundos después las bamboleaba para la derecha. Lograba su objetivo, porque ninguno de los jóvenes despegaba la vista de ese espectacular trasero. ¿Por qué la tía Romelia decía que a Julia le brincaba su natural? Porque, aseveraba, esta indizuela de porra ya trae la calentura desde que nació. En cuanto probó el chupete (chupón) no quiso dejarlo jamás. ¿Usted ha visto cómo los niños disfrutan un pedazo de pastel de tres leches? Pues la Julia se relamía y cerraba los ojos cada vez que chupaba y chupaba. El día que lograron quitarle el chupón (a la edad de siete años), pasó al escalón del dedo, el dedo gordo, por supuesto, pero como el gordo de la mano del tío Arcadio era más gordo y más grande, cada vez que el tío llegaba a casa, Julia se sentaba en sus piernas y, con sus dos manitas, tomaba la mano tosca y llena de vellos del tío y se solazaba chupando el dedo gordo del tío. Una noche, Juan Jorge, primo de Julia, que había llegado de vacaciones al pueblo, procedente de Veracruz, lugar donde residía y donde estudiaba el bachillerato, entró al cuarto de Julia (que ya tenía trece años) y se sentó en una poltrona que daba a la ventana y la llamó para enseñarle una revista con fotografías del puerto. Julia se acercó y vio que Juan Jorge tenía unos pies hermosos. Calzado con chanclas de plástico, dejaba al descubierto sus pies que tenían un tatuaje realzado en el ojo de pescado. Juan Jorge no se sorprendió cuando su prima se hincó y tomó un pie entre sus manos y le quitó la sandalia. Creyó que ella quería ver la figura del tatuaje, pero sí se sorprendió cuando vio que, contra todos los pronósticos, ella llevó el pie a su boca y comenzó a chupar su dedo gordo. Juan quiso decir algo, detenerla, pero el movimiento fue tan abrupto y resultó tan delicioso que se dejó chupar. Vio que la prima cerraba los ojos, succionaba, hacía un movimiento hacia adentro y hacia afuera, como si fuera un émbolo. Quiso cerrar los ojos para disfrutar la arremetida, pero cuando iba a hacerlo notó que Julia sacaba la lengua y, en lugar de chupar, comenzaba a lamerlo. De acuerdo a la versión que contaba la tía Romelia, esa tarde, Julia agregó a su experiencia chupadora la afición por lamer y jugar con su lengua, ya no en un juego de succión, sino de envolver el dedo en círculos
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y en juegos de ida y vuelta ensalivados. Como los lectores comprenderán, Julia (que parecía responder sin trabas a su llamado natural) pasó al siguiente escalón. Cuando el tío Arcadio la llamaba al lugar más oscuro del pasillo y le daba su dedo gordo para que ella lo chupara, la sobrina lo hacía con destreza, pero, minutos después dejaba el dedo y comenzaba a lamer todo el brazo. La primera vez, el tío llevaba una camisa de manga larga, Julia, con su boca, destrabó el botón y ensalivó la muñeca y lamió el brazo hasta llegar al codo. De ahí, Julia pasó al siguiente escalón. Y lo hizo una tarde en que Juan Jorge, quien desde siempre había pasado la navidad con sus papás, se presentó de improviso en la casa. Todo mundo se sorprendió pero recibió con agrado al sobrino. Lo primero que Juan Jorge hizo fue preguntar por su prima (quien ya tenía catorce años y cuyo cuerpo había ido recogiendo las transformaciones de tal manera que Teodomiro decía que la había tocado el dios del deseo, porque todas las miradas masculinas quedaban arrobadas ante la visión de ese trasero espectacular, de esa boca cuyos labios eran peces siempre dispuestos a saltar y de unos pechos que parecían dos naranjas sin cáscara a punto de derramarse). La tía Romelia dijo que Julia se había ido al rancho. Lo hizo porque presentía que su hija ya estaba a punto de pasar al siguiente escalón, como fue, porque Julia se escapó del cuarto donde su mamá la había encerrado, entró al cuarto de Jorge y le dijo que había cometido una imprudencia, no debería volver a casa en tiempo de navidad. Juan Jorge quiso hablar, pero ya Julia se hincaba ante él y le lamía la punta del cinturón que, poco a poco, quitó de su cintura. La tía nada pudo hacer para impedir el natural de su hija. Como decía Teodomiro había sido tocada por el dios del deseo, desde niña.
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Entrevista con: Carlos Alberto Ponce Velasco
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Entrevista con
Carlos Alberto Ponce Velasco
Carlos Alberto Ponce Velasco, joven de 31 años, originario de Guadalajara, fue el ganador del Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 2016, con la novela “El predominio ilusorio”. A continuación, Carlos responde las siguientes preguntas: ¿Qué le ha parecido Comitán? Es la primera vez que vengo a Comitán, la primera vez que vengo a Chiapas. Escuché de Comitán cuando entré a la universidad, porque ahí conocí a mi amigo Roberto Culebro, quien nació en este pueblo. Roberto y yo fuimos compañeros de casa durante cinco años, mientras estudiamos la licenciatura y es un amigazo; desde entonces tengo contacto con Comitán. ¡Comitán es precioso! Tengo 24 horas más o menos que estoy encantado. La comida es buenísima. Yo me lo esperaba más chico y no, creo que es una ciudad con bastante vida, tiene unas bellezas arquitectónicas que por lo menos yo no estoy acostumbrado a ver; yo soy de zona del Bajío, de zona de cantera, y el color de Comitán es bellísimo, lo verde a mí me compró totalmente, aún estoy en proceso de descubrirlo. Mañana seguiré caminando. ¿Qué lo motivó a participar en el Concurso de Novela Breve Rosario Castellanos? El hecho mismo de escribir una novela, que es un proceso muy largo. Creo que cuando se dan las oportunidades de que como escritor te volteen a ver un poco, sobre todo porque no tienes nada publicado, es un buen momento de concursar, de que se vea un poco ese trabajo de años que se tiene atrás. Hay montón de motivaciones, el económico es bastante llamativo, además del reconocimiento y la oportunidad de que te lea gente, porque tú sabes que los jurados los desconoces pero sabes que van a ser personas competentes. Creo que la oportunidad de ser leído por alguien nadie la desaprovecha. ¿Qué fue lo primero que hizo cuando le notificaron que había ganado? Brincar como canguro durante media hora. No me lo esperaba. Debo decir que yo pensé que ya se había dado el nombre del ganador, uno envía su novela y trata de olvidarse porque lo más seguro, con tanta competencia, es el no, el no ya lo tenemos seguro. Entonces yo la envié y decidí olvidarme, no volví a checar cuándo se daba el veredicto y un día en la mañana me
LA REVISTA QUE HABLA DE VOS hablan y me dicen: “Felicidades, hablamos de CONECULTA”, y ya con eso deduces, en ese momento ya se te traba la voz. Y yo con mucha alegría, por este hijito, que es un orgullo propio y un orgullo paternal; espero que la novela empiece solita a dar frutos. ¿Por qué, desde el momento en el que se da a conocer que usted es el ganador, “su gato” comienza a maullar? Porque el gato es un personaje del libro, del cual no quisiera “espoilear” mucho, pero el gato es un personaje clave en la novela, es un personaje que une todos los hilos. Es un homenaje. Creo que en la novela queda muy claro para quién es el homenaje, para un lugar y para otra novela de un escritor al que admiro mucho. ¿Por qué usó el seudónimo de Víctor Green? Víctor lo tomé de un cineasta polaco, porque una obra suya tiene algo que ver con la novela, y Green por el color verde, porque el gato en cuestión es de color verde. Entonces fue una mezcla entre una persona admirada del mundo del cine y un color que creo que permea toda la novela. ¿Qué clase de cercanía hay entre el autor y el gato, que es el personaje principal de su novela? Creo que la mejor respuesta la dio Gustave Flaubert hace bastantes años, en el siglo antepasado, cuando él dijo: “Madame Bovary c’est moi”. Yo diría lo mismo: “El gato soy yo”; pero creo que soy, de alguna manera, todos los personajes de la novela. Creo que ahí hay mucho de ficción y mucho mío, pero eso ya le tocará al lector adivinar qué partes son más mías que ficción, a final de cuentas la ficción es mía también. Creo que en esta
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que da esta blancura infinita me atonta un poco y me gusta que me atonte. Por otro lado te encontrarías el paisaje urbano de toda la vida, soy de Guadalajara, he crecido en un entorno un poco de concreto, y esto se nota también en la novela, todo este ambiente urbano, que te ciega, que se vuelve más grande que tú. En otra ventana tendríamos Xalapa, esta ciudad donde viví una de mis mejores épocas. Y en la última ventana estaría el bosque, soy muy de irme a acampar. Te encontrarías con esas cuatro imágenes, dependiendo de hacia dónde voltees. ¿Qué ilusiones predominan en la vida de Carlos? Ahorita dos: terminar mi maestría, hacer mi tesis, y en cuanto al mundo literario me gustaría ya poder ver la novela publicada. Cuando uno escribe, escribe para ser leído. Yo quisiera tener ya el libro, obviamente soy el más ansioso al respecto, para ser leído, es lo que todo escritor quiere y hablo desde mi perspectiva.
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Dicen que hay senadores que se llevan la curul a su casa para seguir trabajando.
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Se va´sté derechito, donde está la ceiba da´sté vuelta, luego se sigue recto hasta llegar a la banqueta con el poste en medio, ahí nomasito, si llega´sté a donde está la señora que vende manía escupida, es que ya se pasó.
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Casual, el carnicero, cuando te dice: ¿Vas´té a querer su cocido con huesito o nomás con gordito?
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Y esto es como el amor, una vez que tentés bien ya vas a encontrar el aguallón.
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Miralo ese qué chento, en todos lados se cree lámpara de led y ni a candela llega.
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Yo vivo en un mundo llamado Arana En Arana, en cada esquina hay teatros, teatros con fachadas llenas de columnas griegas, con butacas forradas en tela y escenarios pletóricos de luces y de escenografías. Ahí no se representan obras de teatro. Ahí, cualquier tarde, las parejas suben y, frente a los espectadores, resuelven sus problemas cotidianos. Si equis tiene un problema conyugal con ye, ambos van al teatro que les corresponde, suben al escenario y exponen sus razones. Al término de la exposición de motivos hacen una inclinación ante los espectadores, bajan del escenario y vuelven a ser los mismos de antes. Quienes acuden a ver las representaciones tienen prohibido aplaudir a la hora que los actores se inclinan ante la audiencia. Esto es así, porque se sabe que las historias de las parejas son intensas, divertidas y dramáticas, pero no merecen aplausos.
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