21 de febrero de 2017. Comitán de Domínguez, Chiapas Editor responsable: Alejandro Molinari
372 LA REVISTA QUE HABLA DE VOS
En un mundo llamado Arana
Fotogramas parlantes
Tradición roja
Arenilla
LA REVISTA QUE HABLA DE VOS
CONTENIDO 5. EDITORIAL 10. ZAGUร N Arenilla: Tradiciรณn roja
14. PATIO
En un mundo llamado Arana
19.CORREDORES Fotogramas parlantes
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EDITORIAL
El 23 de febrero del año 2011, la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar creó el Centro Comiteco de Creación Literaria. Durante seis años, este proyecto ha pretendido ser el espacio para los nuevos creadores. Se realizan lecturas de textos de destacados autores, se juega con la palabra y se hace la lectura de los textos escritos por los integrantes. La invitación sigue abierta para todo aquel que quiera jugar con la palabra. La sede se encuentra ubicada frente al Santuario de “El Niñito Fundador”, en el barrio de San Sebastián. La entrada es gratis.
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ZAGUÁN
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TRADICIÓN ROJA ARENILLA Alfredo dice que recuerda con emoción los tiempos cuando fue diablito. En Comitán, en los festejos de San Caralampio, el santo más querido, los niños se visten de diablitos. En las entradas de velas y flores, ellos, los diablitos, van en la parte de adelante del contingente, casi después del grupo de personas que tocan los tambores y las flautas de carrizo (que en Comitán llaman pitos). Los niños se visten con disfraces de tela roja, con cuernos que, en muchas ocasiones, tienen las puntas hacia abajo, como si estuvieran agotados. Los niños llevan una matraca en una mano y con la otra mano juegan con la cola. Lo que a los niños les encanta es golpear con la cola las nalgas de los otros diablitos. Ningún adulto dice algo. ¿Qué van a decir? Los niños disfrutan esta tradición. Además, se sabe, los diablitos son tremendos.
En Comitán todo mundo festeja que los niños se disfracen y sean diablitos.
Ray, tío que es norteamericano, una vez que vio una entrada de velas y flores se sublimó cuando vio decenas de personas que llevaban farolitos hechos con papel de china. Comentó que en Japón había visto una procesión semejante que terminaba en un lago, donde depositaban los farolitos con velas. Dijo que era prodigioso ver cientos de faroles flotantes. No sólo era la belleza de la luz de las velas, sino los reflejos sobre el agua. Ray preguntó cuál era el fin de los farolitos en Comitán. Luz dijo que cuando los participantes de la procesión llegaban al templo, apagaban las velas y entregaban los farolitos al organizador para que las guardara y sirvieran en otra entrada de velas y flores. Luz dijo que los farolitos se amontonaban. Pero lo que más le gustó a Ray fue el grupo de tamboreros y piteros. Sacó su celular y se acercó al grupo y grabó ese sonsonete. Preguntó si el ritmo tenía algún simbolismo especial. Luz dijo que sí, por supuesto que sí, y luego (comiteca tenía que ser) imitó el sonido y cantó: “Te lo tenté, te lo tenté; te lo tenté, te lo tenté, tenía pelitos y me espanté”. Ray no celebró la ocurrencia, porque ya otra cosa había llamado su atención: ¡Los diablitos! Ahí Luz sí no logró que Ray entendiera el simbolismo. Cuando Ray preguntó, Luz dijo que los niños se disfrazaban de diablitos porque simbolizaban el mal. Ray abrió los ojos
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como si fuera un búho en las montañas de Yellowstone y dijo que no podía creer que los papás permitieran que sus hijos representaran a los diablos y terminó diciendo algo que molestó mucho a Luz, lo dijo con acento de gringo: “Porr eso, mexicanos serrr diabólicos”. Luz (quien la conoce sabe que tiene un carácter “endemoniado”) no volvió a atender a Ray y dijo que éste era “un gringo pendejo”. ¿Cómo hacerle entender que los niños disfrutan ese disfraz que no es más que eso: un disfraz? ¿Cómo hacer que Ray entendiera eso, si también, en una ocasión, no logró comprender por qué los mexicanos nos burlamos de la muerte? Como Luz ya no le hacía caso, Ray me preguntó si los diablitos entraban al templo. ¿Qué podía decirle? Yo nunca he estado en el interior del templo cuando llegan los integrantes de una entrada de velas y flores. Dije que tal vez algún papá entraba con su diablito tomado de la mano. Ray puso los ojos como si fuera un oso en Yellowstone. “¿Eso serrr posible?”. Ya con el mismo ánimo de Luz le dije que nada tenía de malo, pero Ray dijo que era un contrasentido que en un templo católico la feligresía permitiera que el mal entrara por la puerta grande. Pensé casi lo mismo que Luz, Ray era un gringo bobo. Busqué en mi mente algún elemento semejante de la cultura norteamericana, pero, por desgracia no hallé algo como lo nuestro y no lo hallé porque nuestra cultura es más rica en elementos. Acá, en nuestro país, nos burlamos de la muerte y estimulamos que nuestros niños se disfracen de diablitos y que hagan ruido con una matraca y que usen la cola como si ésta fuera un fuete.
Así somos.
Es una bobera creer lo que Ray dijo. No es posible que seamos diabólicos por esa tradición ingenua. Luz dice que los gringos son más perversos y más pendejos. Quien conoce a Luz sabe que tiene un genio de los mil demonios. Ella (¡por supuesto!), de niña, se puso su disfraz de diablito y movió su cola como si fuera una matraca que golpeara el aire.
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Yo vivo en un mundo llamado Arana
PATIO
LA REVISTA QUE HABLA DE VOS Yo vivo en un mundo llamado Arana. En Arana siempre se busca la palabra justa, a sabiendas de que ella jamás llegará a los labios. Por eso, cuando alguien saluda y dice: “Que tengas buen día”. El otro entra en la duda de qué significará un buen día. Y pregunta: “¿Qué tan bueno es el día que me deseas?”. Quien saludó, entonces, busca el porcentaje más cercano a su deseo, piensa un rato y luego dice: “Que tu día sea tan bueno como buena es la tierra para la vid”. El aludido sonríe, porque le parece una buena medida, pero luego duda y pregunta: “¿Qué tanto abono tiene esa tierra que me deseas?”. El otro sabe que hay tierras cansadas que necesitan de abonos confortables, que no contengan elementos químicos que dañen su estructura molecular, así que, después de pensar un rato, dice: “Que el abono para tu tierra sea como la luz que ilumina tu cielo”. En este momento, el saludado sabe que si prolonga el diálogo llegará tarde al trabajo, por lo que da por concluido el saludo afectuoso del amigo y dice: “Te deseo lo mismo que tú me deseas”, y ambos se despiden. Pero conforme avanzan en sus propios caminos van pensando en la imposibilidad que se cumpla el último saludo, porque uno nunca sabrá cuál es el verdadero deseo del amigo, y el otro modificará tantito su deseo pues será la vara con que será medido. La palabra justa es injusta, porque nunca se ajusta a la realidad. Cuando alguien dice una palabra tan elemental como adiós, cualquier profano pensaría que no tendría por qué generar duda, pero, los habitantes de Arana saben que cuando alguien dice adiós no se sabe si se despide por un instante o para siempre. Se sabe de casos que cuando alguien dijo adiós lo dijo sólo como una estrategia para que el otro le pidiera que no lo abandonara; es decir, el adiós fue una simple estratagema para despertar la conmiseración y no para firmar una despedida.
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-No seás pue’ tan tieso, a San Caralampio le gusta que vengás danzando sabroso.
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Como te gustarĂa tener a tu novia: -AquĂ te vas a quedar, mi palomita. Este fin de semana no vas a salir con tus amigas.
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Mirás la situación del país, y aún así los políticos dicen en sus discursos que todo va muy bien y quieren hacerte feliz. -¡Si caso soy tu mudo!
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Ah, pero la hubieras visto, ¡qué jonisote! ¡De este tamaño su tutís!
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¡Qué triste vida! Cuando lo unico que querés es llegar a la olla de atol de granillo en el mercado, pero ya hay otros esperando su vaso.
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