1 de agosto de 2017. ComitĂĄn de DomĂnguez, Chiapas Editor responsable: Alejandro Molinari
395 LA REVISTA QUE HABLA DE VOS
En un mundo llamado Arana Fotogramas parlantes
Las puras fallas
Arenilla
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CONTENIDO 5. EDITORIAL 10. ZAGUÁN Arenilla: Las puras fallas
25.CORREDORES Fotogramas parlantes En un mundo llamado Arana
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EDITORIAL Hace pocos días, la nación se conmocionó con la noticia de un socavón que se abrió en una carretera de creación reciente. Se lamentó el fallecimiento de dos personas. De inmediato hubo una condena total. ¿Quién era el culpable de tal acto? Dos o tres días la noticia revoloteó en los medios de comunicación y en la charla diaria. ¿Luego? Todo cayó en el olvido. Los acontecimientos más recientes funcionan como tierra que se echa en los huecos (socavones) que se producen a diario. Alguien propuso en alguna ocasión que debería existir un instituto que diera seguimiento puntual a los actos. Que ningún accidente quedara sin la correspondiente búsqueda de huellas. Para que la exigencia de justicia pudiera cumplirse. No hay un instituto que dé seguimiento a los actos. Todo se olvida. Los que saben dicen que es la “Naturaleza humana”. No sobreviviríamos con una memoria total y permanente. ¿De veras es así? Los que saben dicen que la vida es un continuum, que no puede dar cabida a quedarse parado en un solo hueco. Tal vez sea así, pero también es feo que los actos fallidos, los que provocan muertes inocentes, no tengan un seguimiento puntual hasta que se descubra al culpable y se corrija el error y se castigue al culpable.
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LAS PURAS FALLAS ARENILLA Así se llama este negocio comiteco donde lavan autos: “Las puras fallas”. El letrero, por supuesto, provoca risa, comentarios simpáticos. Es un letrero, digamos, honesto. La risa proviene de la creencia en parte de la personalidad del mexicano. ¡Así somos, qué le vamos a hacer! Entiendo que un lavado de autos en Inglaterra, nunca se llamaría así, porque la cultura inglesa está hecha de otra sustancia. Si alguien lleva su auto a este negocio y algo malo sucede ¡nada puede reclamar! Cualquier empleado podría decir: “Se lo advertimos. Acá ¡las puras fallas!”. ¡Ah!, nunca falla. En un chiste de doña Lolita Albores aparece la frase: “Puro fracaso ‘tamos mirando”. Y esto también alude a nuestra idiosincrasia. Los mexicanos culpamos los fracasos a la mala suerte. En realidad, muchos de los fracasos y de las fallas se deben a que las empresas se hacen al “Ahí se va”. Es una pena, pero, a fuerza de los comportamientos equivocados, nos hemos acostumbrado. En Chiapas, por ejemplo, los actos donde los invitados de honor son los gobernantes (desde el gobernador, hasta la modestísima regidora de un modesto ayuntamiento, pasando, por supuesto, por los presidentes municipales) nunca comienzan a la hora anunciada. Todo es parte de esa costumbre nefasta de “Las puras fallas”. Es tan perniciosa la mala costumbre que, incluso, los actos artísticos ya comienzan con media hora de retraso. Ya quisiera ver que en la ópera de París comenzaran media hora más tarde porque “Estamos esperando al señor presidente”. En Comitán, muchas personas tienen suscripción a la televisión por cable. Esta empresa tiene, por lo regular, dos o tres canales sin sonido y, a veces, sin imagen. Mi mamá, por las tardes, ya después de haber cumplido con muchas tareas, se sienta a bordar y ve la televisión. Le encantaba ver los programas de concurso de Marco Antonio Regil. Digo que le encantaba porque Cablevisión, sin aviso previo y con alevosía comercial, eliminó el canal donde se transmitía dicho programa y colocó un canal con caricaturas. Esto último sería plausible si no hubiera sido producto de una catafixia alevosa. Igual que mi mamá (imagino) muchas personas de edad acostumbraban ver dicho canal. Cablevisión también podría llamarse “Las
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puras fallas”. A mí me gusta ver TvUNAM. Pues a cada rato, la gerencia de este sistema cambia dicho canal por Edusat, canal que (perdón) pareciera hecho para televidentes bobos. Basta ver las clases de inglés que son sosas, tontas. Muy lejos del espíritu que ahora (se supone) alienta el ideal del Nuevo Modelo Educativo. Estoy seguro que en este instante, a muchos lectores les está brincando el nombre de una institución que no cumple con los servicios que ofrece. A cada rato hay denuncias y quejas por fallas en los vuelos programados por conocidas aerolíneas. ¿Quién no ha protestado por las fallas constantes en los servicios telefónicos o en el servicio del Internet? En este país (¡qué pena!) los usuarios estamos acostumbrados al mal trato por parte de empresas abusivas. Pareciera, ¡Dios mío!, el país de las puras fallas. Son tantas que los aciertos quedan ocultos. El día que comenzó la feria en Comitán, un repartidor de Coca Cola estacionó el camión en la entrada de la cochera de mi casa. Sin duda que él y su compañero decidieron presenciar el desfile, fueron al bulevar y disfrutaron el acto, desde las doce del día a las tres de la tarde. Mientras tanto, su camión impidió que yo guardara mi auto. “Las puras fallas”. Llamé a la empresa, pedí que le hablaran a su empleado (que, en lugar de estar sentado en el camellón presenciando el desfile, debía estar laborando) y nunca me hicieron caso. Debí esperar que los dos empleados terminaran su ocio para que la entrada quedara libre. ¿Fue un caso excepcional? ¡No, no! He sido testigo, en muchas ocasiones, de cómo automovilistas
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inconscientes tapan las entradas a cocheras particulares. Nada puede hacerse contra este tipo de actos abusivos. Cualquier automovilista se estaciona en áreas dedicadas a los discapacitados; cualquier automovilista tapa las entradas a cocheras; cualquier automovilista se estaciona en zona prohibida; se estaciona incluso subiéndose a la banqueta. El otro día, una amiga me contó que su abuelo fue al consultorio de un dentista y éste le quitó una muela buena y le dejó la mala. ¿Fue el doctor puras fallas? De igual manera, el otro día nos enteramos que en una carretera de creación reciente se hizo un socavón que sepultó un auto con personas adentro. ¿Fue la constructora puras fallas? El nombre del auto lavado mueve a risa, pero es una triste fotografía del carácter del pueblo mexicano.
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Cuando tu amiga te cuenta que fue a la feria, fue a los antros, se subiรณ al toro mecรกnico, comprรณ sus jocotes curtidos y ya medio meneรกndose fue a comprar sus ollas de peltre.
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Tené cuidado si te agarra el aguacero en Yalchivol, o podés naufragar por muchos días.
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“Tus ojos son del color del chimbo y tu pelo olor de manía, quisiera ser palanqueta, para estar en tu boquita”.
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-¿Y qué pasó, papá? -¡Ay, ya no llegó “Bronco” a la feria!
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Y si te concentrás, podés ver detrás de todas esas carpas un lugar que alguna vez fue bello y se llamó parque central.
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Yo vivo en un mundo llamado Arana Yo vivo en un mundo llamado Arana. En Arana, las personas, de vez en vez, hablan como si fueran aves y cantaran. Los sabios de Arana se dieron cuenta que muchas de las discusiones entre los seres humanos se debe a alguna palabra dicha y mal interpretada. Hay ocasiones en que alguien bromea y dice: “Me libro del libro” y alguien interpreta que el primer libro es el objeto con páginas y el segundo libro se refiere al verbo librar, por lo que la interpretación es difusa y se pregunta si decir “Me libro” trata de referirse a que alguien está convirtiéndose en algo como una novela de García Márquez. Por eso, cuando la sombra de la discusión aparece, los dialogantes dejan de hablar y cantan, como si fuesen cenzontles. Ah, es hermoso ver cómo a mitad de la plaza los dos compadres, con sombrero de palma, bigotes de morsa y botas de piel dejan de aventar palabras al aire y ponen sus bocas como si fueran a dar beso y silban, silban como si fueran calandrias. Como el espectáculo es bello, existe un día en que está prohibido hablar, día en que todos deben cantar como si fueran aves. Cuentan los que han presenciado tal acto que es como si todas las aves del mundo, sobre los más altos árboles, interpretaran alguna sinfonía de Mozart.
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