Diez 267 by 10

2 de febrero de 2015. Comitán de Domínguez, Chiapas Editor responsable: Alejandro Molinari

267 LA REVISTA QUE HABLA DE VOS

HACE DIEZ (Parte II) Arenilla

PANTALLAS DE PLATA David Tovilla

LA REVISTA QUE HABLA DE VOS

5.- EDITORIAL

CONTENIDO

10.- ZAGUĂ N Arenilla: Hace diez (parte II)

13.- PATIO Pantallas de plata David Tovilla

18.- BALCONES Fotogramas parlantes

25.- SITIO En un lugar llamado Arana

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EDITORIAL En las calles comienzan a verse los anuncios publicitarios de las empresas para conmemorar el día “del amor y la amistad”. En Comitán, febrero cobra importancia no por estos actos mercadológicos, sino por aquellos que realmente dan la identidad a nuestro pueblo. Los creyentes comienzan a prepararse para la Entrada de Flores en honor a San Caralampio y, quizá, este acto sea el más relevante para los comitecos en el segundo mes del año. Sin embargo, es importante recordar el nacimiento de tres importantes comitecos: el 2 de febrero de 1899 nace Javier Mandujano Pinto, hijo de Francisco Mandujano Figueroa y Catalina Pinto Nájera, quien desde temprana edad se destaca como músico, de su padre recibe las primeras lecciones. Participó en la marimba “El Águila de México” grupo que realizó gira por Europa con el primer ensamble de dos marimbas con siete ejecutantes y bajo de cuerda, permanece en Alemania, después de la desintegración del grupo, regresa a Comitán donde fallece. El 3 de febrero de 1914 nace el músico y compositor Ramiro Soto Galindo, inicia su aprendizaje de guitarra con Benjamín Sosa, participa en los grupos orquestales de Alberto Dosamantes y Esteban Alfonzo García. Es autor de varias melodías en diferentes ritmos. El 5 de febrero de 1890 nace Isabel Soria Zepeda, hija de Fernando Soria Carpena y María del Refugio Zepeda Escandón, destacada soprano ligera, pianista, compositora y artista, con su padre inicia sus estudios musicales. Recorre los Teatros de México, Estados Unidos, Puerto Rico, Cuba y Europa, en La Habana alterna con el célebre Tenor Enrico Caruso y recibe honores de la Reina de España. Es compositora de piezas clásicas y populares para piano, fallece en la Ciudad de México. Esto sólo es una pequeña muestra de los festejos que los comitecos realizan. Festejos que sirven para recordar y honrar a aquellos hombres y mujeres que aportaron su talento a Comitán.

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HACE DIEZ (parte II)

ARENILLA Hace diez años escribí un libro que se llama “Crónica de un viaje a Comitán”. En ese tiempo vivía en Puebla. La edición fue de apenas 200 ejemplares. La edición está agotada. ¿Cómo fue mi mirada en ese tiempo? Hablé del viaje, de la ciudad y de los amigos. Todo mundo sabe que quien entra a la dinámica del viaje entra a otra dimensión del tiempo. La realidad del viajero posibilita ver el entorno de manera diferente, porque no hay la premura de la vida rutinaria. Paso copia de un capítulo de dicho librincillo. Es sólo para compartir, después de diez años. NIEBLA Detrás de toda cortina hay un misterio. Basta colgar una simple cortina de baño para encerrar un misterio. La primera maravilla del teatro es la cortina del escenario. Al inicio todo se reduce a ver una cortina. ¿Qué hay detrás? Cuando asoma el anuncio de: “¡Tercera llamada, tercera llamada, comenzamos!”, la cortina se abre y el misterio que guardaba aparece. ¡Ese instante es mágico! La naturaleza también tiene sus cortinas, una de éstas es la niebla. La niebla asomó en mi viaje. Sin previo aviso, como es su costumbre, apareció en la carretera. Yo viajaba en compañía de mi mamá y de mi hijo mayor. Antes de llegar a Las Choapas nos detuvimos a tomar un jugo de piña. El vendedor tenía mesas y letreros de “Jugo de piña natural” en ambos lados de la autopista. Mientras estuvimos ahí el vendedor corrió dos veces para atender a los automovilistas que se detenían en el otro lado de la autopista. La mañana era clara, llena de sol y la vida se mostraba desnuda: montañas, árboles, cielo azul, plantíos de piña y ríos, muchos ríos; pero, bastó que entráramos a la autopista con rumbo al Puente Chiapas para que la niebla apareciera. Todo se cubrió de misterio. Prendí las luces del auto y oí una voz que dijo: “¡Tercera llamada, comenzamos!” No veía más allá de diez o quince metros. Mi mamá me habló, la vi por el retrovisor, desvié la mirada de nuevo y vi dos gigantescas luciérnagas a punto de impactarse contra el parabrisas del carro. Pisé el freno, mi mamá se precipitó contra el asiento delantero. Las luciérnagas estaban a dos metros de nosotros: eran las luces traseras de un camión que llevaba muebles de madera. La niebla tiene el poder de transformar los objetos y las personas. Adentro de la niebla todo caballo se convierte en fantástico unicornio. Claro, cuando un hombre logra ver al animal ya la niebla dejó de envolverlo y por eso sólo ve un simple caballo. Yo vi, en ambos lados de la carretera, ogros que luego se convirtieron en simples árboles. Yo sé que El paraíso no existe en un lugar determinado, está en todo lugar que es envuelto por la niebla, es como una esencia que flota, una cortina viajera. Por eso los chiapanecos no aceptan el aeropuerto que mandó a construir el doctor Velasco Suárez. ¡Claro, el problema no es que aterricen o no los aviones, el problema es que se profanó ese espacio sagrado! Llano San Juan es un espacio en donde la niebla tiene su santuario. Ahí los ángeles se convierten en aves.

Zaguán

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En el mundo sobran lugares donde se puede construir un aeropuerto, por ejemplo algún llano de Chiapa de Corzo. Lo que en el mundo no sobra son espacios sagrados donde juega la niebla. Como apareció se fue. La niebla quedó atrás y la carretera tomó su rutinaria máscara. Los faros traseros de los camiones fueron eso y nada más; los árboles fueron eso y nada más. Todo volvió a ser ¡tan real!, ¡tan sin novedad! Vi a un campesino apurar a su mula con un fuete, era una escena tan normal; mas el campesino se dirigía a un espacio de niebla. Él no lo sabía pero estaba a punto de transformarse; su mula, también, estaba a punto de convertirse en un mitológico animal. Dejé de ver por el espejo retrovisor y miré al frente. A la distancia un espejo de agua entre las montañas. Supe que era el Puente Chiapas. En cuanto lo crucé advertí que también la realidad puede ser novedosa. Yo cruzaba de una orilla a otra por encima del lomo de un animal fantástico que tiene más de mil metros de longitud. ¡Ah, bruto, qué prodigio! En cuanto crucé sentí que estaba ya mucho más cerca de mi Comitán y hacia allá me dirigí. “¡Tercera llamada, comenzamos, comenzamos!”. (Nota del 2015: ¿Qué pasó con el aeropuerto Llano San Juan? ¿Ya no? La sala de espera debe ser como un cascarón en medio de la niebla. ¿Se transformará en algo?).

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Pantallas de plata David Tovilla Hace tres meses, la editorial Alfaguara lanzó uno de los libros póstumos de Carlos Fuentes: “Pantallas de plata”. El volumen recupera un conjunto de textos sobre las aficiones cinematográficas del extinto autor. De manera que no es un libro con mayores pretensiones: es sólo el testimonio no sistematizado de Fuentes hacia una de sus grandes pasiones: el cine. Es un registro personal de anécdotas, temas, gustos, momentos. Textos nostálgicos tanto por el cine clásico que aborda como por el escritor ya ausente. Así que el acercamiento debe ser en ese entendido: nada de novedades, luces intelectuales, teorizaciones. Son textos elaborados en alguna circunstancia que fueron pensados para profundizarlos o, como al final ocurrió, integrarlos con la unidad temática general. Esto es: hay que acudir a “Pantallas de plata” para terminar de conocer la personalidad de Carlos Fuentes más que para tener información cinematográfica. Una vez situados los alcances modestos del volumen, puede encontrarse ese gusto: “Al cine se entra a soñar, lector, espectador, mi semejante, mi hermano. El mundo se ha llenado de mujeres que antes ni siquiera se podían mirar. Sin el cine, ahora (tú, espectador) no las podrías tocas (igual que antes), al menos las podían ver y este era un triunfo para ellas, para ellas, más que para ustedes. Sentado allí con los ojos cerrados, tú puedes repasar (mi semejante, mi hermano) todos esos ojos enormes que al mirar hacia la oscuridad de una sala te miran a ti”. Fuentes comparte que la afición por el cine fue heredada de su padre, quien tenían la manía de anotar todas las películas que veía en unos cuadernos especiales. Los apuntes de padre e hijo están, ahora, en la Biblioteca Firestone de la Universidad de Princeton. De los textos atractivos está el dedicado al cine silente. Carlos Fuentes pondera la difícil disciplina del acto visual puro, a través de sus grandes exponentes: “más sentimental y narrativo” con Charlie Chaplin; “más austero y visual” con BusterKeaton; los hermanos Marx, además de la pareja conocida como El Gordo y el Flaco: Stan Laurel y Oliver Hardy. Este ensayo resulta útil para reconsiderar dichas producciones frente a una generación educada en el maremágnum iconográfico del mundo actual. “Pantallas de plata” es un desfile de personalidades que Fuentes vio, conoció o admiró: Clark Gable, Ingrid Berman, Audrey Hepburn, Joan Crawford, James Cagney, Bette Davis, Greta Garbo, Marlene Dietrich. Les dedica unos párrafos o la mitad de su artículo. Los clásicos del cine exaltados desde la pluma del escritor mexicano.

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Como audaz cinéfilo, Fuentes plantea su decálogo de las mejores películas del viejo cine mexicano. En ese orden: “La sombra del caudillo” de Julio Bracho, “El compadre Mendoza” y “Vámonos con Pancho Villa”de Fernando de Fuentes, “Santa” de Norman Foster, “Flor silvestre” de Emilio Fernández, “Nosotros los pobres” de Ismael Rodríguez y “Campeón sin corona” de Alejandro Galindo. Como puede apreciarse, “Pantallas de plata” es una serie de atisbos al cine. No logra una aportación específica al conocimiento del género más se trata de documentar las miradas hacia él por parte de Carlos Fuentes.

www.davidtovilla.blogspot.com.mx

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FOTOGRAMAS PARLANTES

Balcones

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ยกSin instructivo no armo nada!

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BĂşscate un oficio, me dijo mi madre. Y esto de ser modista es muy divertido.

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Hay implantes capilares, decían. Te verás muy guapo, decían.

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Nueva tecnología para combatir las cataratas. ¡A ver si no me dejan un volcán!

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¿On’tá bebé?

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EN UN LUGAR LLAMADO ARANA Yo vivo en un mundo llamado Arana. En Arana nadie coloca una silla con las patas para arriba. En otros lugares es costumbre colocar las sillas con las patas para arriba. Es costumbre, a la hora de barrer, levantar las sillas y colocarlas sobre las mesas de los restaurantes y de las bibliotecas. En Arana se sabe que las sillas se molestan si les quitan su vocación. En Arana se respeta la vocación de las sillas. La vocación de las sillas es servir como descanso del viajero o como pretexto para la pausa. Por esto, en la tarde, antes de que el sol se ponga, toda la gente saca sus sillas a la orilla del camino, se sienta sobre ellas y se pone a ver el constante flujo de las carretas. Es la hora en que los campesinos regresan a sus casas después de la faena. La gente, desde sus sillas, saludan a los campiranos y éstos levantan los sombreros y hacen una reverencia. A veces, los campesinos hacen un alto y se sientan en las sillas vacías que los hombres y mujeres de casas dejan a propósito. Cuando algunos de los campesinos dejan la carreta y hacen una pausa, todos los demás hacen lo mismo. Un ejército de carretas vacías queda sobre el camino y todo se convierte en fiesta.Cuando el sol se esconde la gente levanta sus sillas y entra a sus casas. Los campesinos no pueden cometer una descortesía y sólo como prueba de agradecimiento levantan la silla y la meten a la sala. Ahí, ya dentro, los hombres y mujeres de las casas, también por no ser descorteses, ofrecen al invitado que se siente, le ofrecen una taza de café o de té y alguien toca la guitarra. Cuando llega la medianoche, los hombres de Arana no pueden despedir al campesino, así que le ofrecen quedarse a dormir y preparan la cama. Muchos amores se han hecho de esta tradición, por esto, la gente de ahí respeta mucho la vocación de las sillas. Las sillas sirven para que la gente se siente, no para estar con las patas para arriba sobre una mesa. Y esto tiene una explicación simple: cuando los pájaros mueren quedan con las patas para arriba. Y las sillas, disculpen ustedes, ni son pájaros ni están muertas. Ellas están llenas de vida y sonríen cuando alguien se sienta sobre ellas.

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