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09 de marzo de 2015. Comitán de Domínguez, Chiapas Editor responsable: Alejandro Molinari

272 LA REVISTA QUE HABLA DE VOS

Lectura de una fotografía Arenilla

El código enigma David Tovilla


LA REVISTA QUE HABLA DE VOS

5.- EDITORIAL

CONTENIDO

10.- ZAGUÁN Arenilla: Lectura de una fotografía

13.- PATIO El código enigma David Tovilla

18.- BALCONES Fotogramas parlantes

25.- SITIO En un lugar llamado Arana

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EDITORIAL El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer. En Comitán esta fecha no pasó desapercibida, en el Teatro de la Ciudad se realizó el foro: Rosario y el Eterno Femenino. La dinámica consistió en leer fragmentos de las columnas periodísticas de Rosario Castellanos, publicadas en el periódico Excélsior, sobre temas como: matriarcado, emancipación y maternidad. Las panelistas fueron: Lic. María del Carmen Vázquez Velasco, C. P. Dafne Eugenia Báez Fernández, Lic. María de Jesús Coutiño Vázquez, Maestra Angélica Altuzar Constantino, Lic. María Emilia Domínguez Gordillo y Lic. Rosaura Navarrete Montoya, quienes manifestaron sus opiniones acerca de cada uno de los temas propuestos. Se contó con la participación especial de Fidel Sánchez y el grupo Son de aquí. En esta fecha es importante hacer una reflexión sobre el papel de la mujer en la sociedad actual. La figura de Rosario Castellanos, digna representante del pueblo comiteco, se hizo presente.

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LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE SE VE CÓMO CAMINA EL TIEMPO

ARENILLA Una expresión común es “¡Cómo pasa el tiempo!”. Se dice para expresar que el tiempo ¡vuela! Pero ¿es cierto eso? Acá, en esta fotografía, perdón, se ve que el tiempo no vuela, ni siquiera corre. El tiempo ¡camina lento, muy lento, a paso de tortuga! Claro, nunca se detiene, nunca hace una pausa. El tiempo no se agota, es infinito, pero no lleva prisa, camina con paso cansino. Con respeto, se solicita al lector observe los elementos que esta fotografía contiene: una pared con manchas de humedad y huellas de algún cartel retirado; un grafiti; apenas una orilla de balcón; el poster que anuncia un acto infantil en el teatro; una puerta de madera con lunares de metal; y un hombre. ¿Y el tiempo? ¿En dónde está el tiempo? Es apenas una sombra, una sombra cansada, pero si el lector mira con atención verá que el señor, con gorra, chamarra de color negro, pantalón claro y botines color café, está concentrado en un chunche que detiene su mano izquierda. Ese chunche es un teléfono celular. ¿Qué tiene en la mano derecha? ¡Es una lupa minúscula! Apenas un dedal que amplifica. ¿Qué hace el hombre? Nos da una lección de vida: el tiempo camina lento. Por eso, el señor se inclina tantito, porque el tiempo no es como un huracán, es como una brisa suave, pero aire al fin levanta el polvo de la calle, seca la ropa tendida en la azotea y hace que los viejos inclinen tantito el cuerpo, como si fueran barcos a mitad del mar. ¿Quieren saber qué hace el hombre? Deja que pase el tiempo, el tiempo que dejó la huella húmeda en la pared; el que pintó de manchas la pared, el que pegó el cartel sobre la puerta. Porque (el lector estará de acuerdo) hubo un “tiempo” en que la puerta estaba recién barnizada; la pared impecable; el balcón abierto y completo. Hubo un tiempo en que la grada estaba lisa y pulida y que las losetas del portal brillaban con la luminosidad de lo nuevo. Los elementos de esta fotografía (incluido el hombre) acusan desgaste. Es la presencia del tiempo que es como una gota de agua que, a base de constancia, taladra una piedra. El tiempo no vuela, ni siquiera corre. Sin que se advierta de manera ostensible, camina, camina con paso de tortuga, pero lo hace sin pausa. Por ello, los elementos de esta fotografía están húmedos, con moho. Hubo un tiempo en que el hombre de esta fotografía fue niño, fue joven. Y ahora, sin que él se hubiese dado cuenta bien a bien, ya está como árbol sin hojas.

Pero, ¿qué hace este hombre? Nos deja la lección de cómo pasa el tiempo. Con la mano

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Zaguán


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izquierda detiene un teléfono celular y con la mano derecha detiene una lupa, que es como un dedal. Este dedal lo coloca frente a su ojo (muy cerca) y busca el número para oprimirlo. Así con cada número del número telefónico. Cuando, con trabajo, termina esa labor, entonces lleva el celular a su oreja y habla con su hijo, que quién sabe dónde vive. Bueno, bueno, dice. ¿Cómo estás?, pregunta. Ah, el tiempo, qué cruel. Camina casi en puntillas pero jode como si fuese un instrumento de cámara de tortura. Todo lo jode, mancha la pared, carcome la grada, debilita el ojo, golpetea la columna vertebral. El tiempo hace que el ojo ya no mire bien y obliga al hombre a usar un chunche que amplifique su visión. Lo que en los jóvenes es como saltar la cuerda, en los viejos es como pasar de una a otra orilla en un puente colgante. ¿Cuánto tiempo se lleva el hombre en buscar el número y en marcarlo? ¿Cuánto tiempo en pasar de una a otra orilla? El tiempo camina con paso cansino. Casi no se advierte. Es como el paso de una nube que no se sabe bien a bien hacia dónde va, pero que camina de un lado a otro impulsada por el viento. El tiempo es como una gota de aire que, terca, impulsiva, sin descanso, perfora el espíritu del hombre y de las cosas del mundo y las llena de humedades y de ramas secas.


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El Código Enigma David Tovilla Hay que anotar bien el nombre de esta película: en español “El Código Enigma”, en inglés “TheImitationGame”. Tuvo ocho nominaciones al premio Óscar 2015, aunque la Academia sólo le concedió, al final, el de “Mejor guión adaptado”. Posterior a la premiación llegó a las salas de cine. Es probable que no a todas, ni en todas las ciudades. Pero hay que recordarla bien porque es una de esas producciones que merecen verse aún en dvd o blu-ray. Es un trabajo sólido que logra deleitar, conmover e instruir. Esto es, a pesar de tratarse de una narración biográfica, la cinta logra conectar con el espectador no sólo a partir de la información que contiene sino en la manera de hacerlo. No es un desarrollo lineal en donde todo es predecible. La cinta sabe agregar los pormenores en forma progresiva para construir una personalidad: la de Alan Turing, científico pionero de la informática y la computación. Como siempre ocurre en las cintas con referencias históricas, puede haber discusión sobre la veracidad de algunos datos, pero “El Código Enigma” logra proporcionar líneas de reflexión sin juegos de artificios. El contexto es la segunda guerra mundial y la extensión del nacismo hacia Europa. El gobierno británico junta a un grupo de especialistas para buscar descifrar los mensajes con órdenes de ataques de Hitler. A partir de eso, se presenta una ordenada reflexión: sobre los intereses del poder y las maniobras políticas a pesar de que, en la guerra, se pierden vidas humanas a cada instante; la idea que, en todo conflicto bélico, los reflectores muestran a unos protagonistas, cuando pueden haber otros que inciden en el curso de los acontecimientos; el planteamiento de relaciones humanas más allá de las circunstancias para entenderse en la inteligencia; la capacidad de los diferentes que suele ser menospreciada por dogmas sociales; las decisiones en apariencia insensibles que se toman

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LA REVISTA QUE HABLA DE VOS para proteger a los cercanos; la persistencia y el trabajo comprometido como fortalezas de quienes están convencidos de una solución, alternativa o propuesta; lo irremediable de mantener secretos en sociedades en apariencia cerradas pero en realidad hipócritas. “El Código Enigma” prende varias luces de la reflexión. De los mayores atributos de la cinta, está la extraordinaria actuación de BenedictCumberbatch para representar al protagonista central. La complejidad del personaje: arrogancia, ensimismamiento, vulnerabilidad simulada, capacidades intelectuales sobradas, llevan a entender, en todo tiempo, el proceder de Turing. “El Código Enigma” documenta una de las mayores insensateces: a pesar de haber encabezado el equipo que llevó al fin de la guerra dos años antes de lo previsto al descifrar los mensajes nazis, Alan Turing

murió de la peor manera. Procesado con la acusación de conducta homosexual, fue obligado a consumir medicamentos que le “curarían”. Sólo los consumió uno de los dos años de la condena porque decidió suicidarse. Fue hasta 2013, cuando su nombre y obra fueron reivindicados por la corona británica. En su memoria y porque la cotidianidad del mundo digital que ahora vivimos está asociada a su talento, “El Código Enigma” debe verse.

www.davidtovilla.blogspot.com.mx

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FOTOGRAMAS PARLANTES

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Balcones


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TenĂŠs que aprender que cuando se juega a los encantados, uno se queda quieto.

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-ยกAllรก vienen otra vez! -No tengรกs miedo. Si nos abrazamos y cerramos los ojos, nada malo pasarรก.

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Lista para el pole dance.

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“Yo tengo ya la casita que tanto te prometí y llena de margaritas para tí, para mí (...)”

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Que el bulliyng ya no es tolerado en las escuelas. ยกMe hubieran avisado antes de la travesura!

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EN UN MUNDO LLAMADO ARANA Yo vivo en un mundo llamado Arana. En Arana la gente juega a definir palabras. La gente no juega ajedrez ni naipes porque son juegos que aún no se inventan. Las que sí están inventadas son las palabras, ¡todas las palabras! Pero como es muy aburrido que la palabra mesa siempre designe a la palabra mesa, los habitantes de Arana juegan a cambiarle su significado y le inventan nuevas definiciones. Juegan todos los días a cualquier hora, pero, como en todos los pueblos del mundo, juegan de manera especial los domingos. Después de jugar voleibol, después de nadar, después de comer al cobijo de la sombra de un árbol de papaya, y a la hora que el abuelo se recuesta en una hamaca, los demás integrantes de la familia juegan a definir palabras. Como ya se dieron cuenta las posibilidades de este juego son infinitas. Hay veces que no necesitan más que una sola palabra, mesa, por ejemplo, para estar horas y horas jugando. Hay ocasiones en que les llega la noche y las mamás deben pasar el café con pan, porque ya es la hora de cenar y los niños y tíos siguen jugando a definir la palabra mesa. Se sabe de casos en los que comenzaron a jugar el domingo y terminaron hasta el lunes ya avanzado el día. Nadie ha llevado un recuento de las horas empleadas, porque en Arana eso de los récords Guinness no tiene importancia. Todo mundo celebra el instante que se inaugura el juego. “Hoy -dice la abuelacomenzamos por definir a la palabra mesa”, y todos aplauden y levantan la mano para pedir turno. La abuela es quien decide quien comienza y de ahí todos participan de acuerdo con el movimiento de las manecillas del reloj. Por lo regular, quienes comienzan el juego son los niños, porque, se sabe, las ideas de ellos son geniales. “Mesa”, dice una sobrina de cinco años y la define: “objeto que sirve para amarrar gallinas”. Todo mundo ríe y comienza a poner ejemplos. “Se salieron todas las gallinas del gallinero” ¿Por qué?, preguntan todos. Y la niña responde: “Porque la mesa extravió las patas y se rompió”. Y así juegan y juegan hasta que la noche llega o hasta que el otro día les dice que ya, que ya basta de juego, que pronto volverá a ser domingo.


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