30 de marzo de 2015. Comitán de Domínguez, Chiapas Editor responsable: Alejandro Molinari
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Neruda también eructaba Arenilla
Afroditas, Evas, Lolitas David Tovilla
En un mundo llamado Arana
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5.- EDITORIAL
CONTENIDO
10.- ZAGUÁN Arenilla: Neruda también eructaba
13.- PATIO Afroditas, Evas, Lolitas David Tovilla
18.- BALCONES Fotogramas parlantes
25.- SITIO En un lugar llamado Arana
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EDITORIAL La anécdota está presente en todos los rincones, basta tener las ganas de querer pepenarla y compartirla. Hay excelentes contadores de anécdotas que han compartido esta magia con la gente de Comitán. Sin embargo, existen muchas anécdotas que no han tenido el vuelo suficiente y se han extraviado. Con el objetivo del rescate de la anécdota comiteca, la Dirección de Cultura ha lanzado la dinámica “A la altura de Chus mono”, donde se invita a los comitecos (radicados o no en Comitán) a contar sus anécdotas. Los comitecos se caracterizan por tener un buen sentido del humor y picardía. El día 23 de abril, en conmemoración al Día Internacional del Libro, se realizará una velada literaria en la Librería Lalilu, donde se efectuará el sorteo de 10 ejemplares del libro “Las haciendas de los Llanos de Comitán”. Todas las anécdotas participan automáticamente, siempre y cuando se realicen en la imagen publicada por el facebook oficial de la Dirección de Cultura. (Si resulta ganador alguien que radica fuera de la ciudad, se le hará el envío de dicho libro).
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NERUDA TAMBIÉN ERUCTABA
ARENILLA Algunos dicen que Sabines, otros que Efraín Bartolomé. No, señores y señoras, caramelos y bolitas. El poeta más reconocido en Chiapas es Pablo Neruda. Así como todo mundo conoce eso de “Hombres necios que…”; de igual manera todo mundo ha escuchado, cuando menos una vez en su vida, esto de “Puedo escribir los versos más…”. De Efraín Bartolomé pocos pueden citar de memoria uno o dos versos; de Sabines la estadística aumenta, pero, no puede compararse con Neruda. El otro día hice una relectura de la novelilla “El cartero de Neruda”, de Skármeta. Me gusta, es un texto limpio, sencillo e inteligente. Los diálogos son como piedritas que ruedan sobre una montaña de azúcar. No, miento, no ruedan, se deslizan; miento, no es de azúcar la montaña, es de agua, de agua dulce; ¡no!, es de agua de mar. Esta relectura me llevó a leer dos o tres poemas de Neruda, sólo como para afianzarme más en el poste que sostiene esta luz de quinqué. Y resulta que me encontré con algo que me provocó regurgitaciones. Y los lectores saben que no hay peor náusea que la provocada por palabras que huelen a albañal, que son como bolas de caca. Todo mundo sabe que Neruda se atrevió a hacer poemas del tema más resbaladizo del mundo: el amor. Un maestro de retórica recomendaba en clase que nadie se atreviera a hacer poemas de amor, porque la mayoría resulta de una cursilería nefasta. Pareciera que el maestro tenía razón. ¿De qué otra manera puede decirse Te quiero? Pocos son los poetas que salen indemnes. Pensé que Neruda era uno de ellos, pero cuando leí lo que leí, pensé que el gran Neruda no era más que un compa sentado en la misma mesa de Juan Gabriel. Y es que a veces uno espera mucho de aquellos poetas que han merecido el Premio Nobel de Literatura. El amigo que está enamorado y se atreve a escribir un poema dedicado a su amada, puede perdonársele todo, máxime si saca el papel y lo lee ya en la quinta caguama. Pero, ¿qué esperar de un Nobel de Literatura? Uno espera las más altas nubes y los más profundos abismos. Para no fallar hice lo que Carlos hacía. Carlos es un huixtleco con quien compartí departamento en la ciudad de México, durante el tiempo que estudiamos en la UNAM. Cuando había pachanga, a la hora que ya había corrido suficiente trago, Carlos se ponía de pie y decía que declamaría. Con una mano se apoyaba en la mesa y comenzaba a declamar ¡canciones! A veces, algún despistado abría los
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Zaguán
LA REVISTA QUE HABLA DE VOS ojos de más, como preguntándose en dónde había escuchado tal poema, mientras Carlos se sublimaba con una voz que mucho se parecía a la del mejor declamador de América: “Afuera está lloviendo amor, aquí no sopla el viento, ven, dejemos que transcurra el tiempo, en el reloj marcan las seis…”, y así declamaba dos o tres canciones, hasta que los amigos de Carlos no aguantábamos la risa y le echábamos a perder el final de una canción interpretada por Vicente Fernández. Así que, para hacer la prueba de los versos de Neruda, declamé unas líneas de una canción de José José y luego algunos versos de Neruda. Y hallé lo que ya sabía: Neruda también eructaba de vez en vez. Va letra de canción de Chepe Chepe: “Y cuando tengas pan de mi pan y sal de mi salero, te sentirás a gusto, amor, y me dirás te quiero”. Ahora va dos o tres versos del gran Neruda: “Si de pronto me olvidas, no me busques, que ya te habré olvidado”. Otro gran maestro de retórica siempre recomendó: nunca confíen en nombres, confíen en lo que escuchan. Y acá uno advierte que el nombre no importa. Los versos de Neruda son versos planos, sosos, cursis, derramantes (aunque esta palabra no existe, son versos derramantes, y no porque los amantes se derramen, sino porque Neruda la derramó sobre el piso y no sobre la rama). Neruda pudo escribir “los versos más tristes”, pero también escribió los versos más sosos y comunes. En fin, todo mundo derrapa y, de vez en vez, ¡la derrama!
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Afroditas, Evas, Lolitas David Tovilla “La obscenidad debe ir acompañada de la trivialidad, porque cualquier índole de placer estético ha de reemplazarse por la simple estimulación sexual, que exige la palabra tradicional para una acción directa sobre el paciente. El pornógrafo tiene que seguir esas viejas normas rígidas para que su paciente sienta la misma seguridad de satisfacción que, por ejemplo, los aficionados a los relatos policiacos. Así, en las novelas pornográficas, la acción debe limitarse a la copulación de clichés. Estilo, estructura, imágenes, nunca han de distraer al lector de su tibia lujuria. La novela debe consistir en una alternancia de escenas sexuales. Los pasajes intermedios se reducirán a suturas de sentido, puentes lógicos del diseño más simple, breves exposiciones y explicaciones que el lector probablemente omitirá, pero cuya existencia debe reconocer para no sentirse defraudado. Además, las escenas sexuales del libro han de ir “in crescendo”, con nuevas variantes, nuevas combinaciones, nuevos sexos, y, por lo tanto, el fin del libro debe estar más repleto de lascivia que los capítulos iniciales”. Esta larga exposición es de Vladimir
LA REVISTA QUE HABLA DE VOS Nabokov, el autor de “Lolita”. Es un apunte que, en las ediciones actuales, se incluye al final del libro. El escritor ruso consigna su extrañeza por la censura a su texto y la negación de los primeros editores a imprimirle. Al no contener esa concentración en la sexualidad descrita arriba, afirma que “Lolita” no puede inscribirse en la literatura pornográfica y que todo el escándalo proviene del tema en sí. La novela fue pionera en plantear la relación entre un hombre de cuarenta años y una “ninfa” de doce. Todo parece indicar que la orientación emitida por Nabokov fue seguida al pie de la letra por José Antonio Lugo en el volumen “Afroditas, Evas, Lolitas”. Un libro con apenas tres semanas de circulación, coeditado por Ficticia y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Lo trascendental es que, en efecto, Lugo desiste de concentrarse en el cómo para que prevalezca el qué. En los veintiocho relatos breves de mujeres con nombres en orden alfabético, destacan las situaciones, decisiones. Aunque las narraciones se inscriben en la literatura erótica y la motivación central de todos los personajes es el ejercicio de su sexualidad, guarda distancia con la narración pormenorizada de los encuentros sexuales. Más bien los coloca en un contexto que hacen entender a cada uno de los personajes femeninos de esa particular galería. De ese modo, el lector no sólo es testigo de los momentos de pasión, es cómplice de las incitaciones. “Afroditas, Evas, Lolitas” es un excelente libro para combatir la popular pero aborrecible “50 sombras de Grey”. Acá, las mujeres son ejemplares: decididas, autosuficientes, valientes. José Antonio Lugo desecha el estereotipo de la fragilidad, la dependencia, la realización en función de la pareja. Ellas establecen el mundo en el que quieren estar o no. No hay páginas farragosas de romanticismo para justificar un acostón. La sexualidad plena no requiere explicaciones. Se ejerce o no. Ocurre porque la educación social fomenta la culpa para tener sexo. Y en dicha escuela, la mujer lleva la peor parte: recuérdese que a ella pretende responsabilizarse por aquello de comerse la manzana. Lugo, en contrario, muestra a las féminas tal como son y proceden en la vida cotidiana. Sin palabreríos o eufemismos. En consecuencia, en el mundo de “Afroditas, Evas, Lolitas” se concentra el verdadero acto de follar: aquel que proviene de actos soberanos, propios, sin principio o final, sin pasado o futuro indispensables. Bien por Isabel, Jacqueline, Alma, Daniela… “Afroditas, Evas, Lolitas” es acompañado de las magníficas ilustraciones del dibujante Eko. En el estilo que, durante años, publicó en el suplemento “Sábado”, del periódico “Uno más uno” y que reuniera en un volumen publicado por Grijalbo como “El libro de Denisse”.
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FOTOGRAMAS PARLANTES
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Balcones
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¡Olvidé la toalla! ¿Alguien me la pasa?
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-Yo decĂa que era mejor contratar a un Simi bailador que reparta los volantes y no nosotros.
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- Llevelo `ste. Bien barato se lo voy a dar. `ta confeccionado por comitecos.
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- ¡Ora! Tomanos una foto, así bien naturales, para el recuerdo.
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-Así que estás leyendo la biblia. Así que ya no vas a ir con nosotros a chelear un rato. - ¿A poco eso dice la biblia?
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EN UN MUNDO LLAMADO ARANA Yo vivo en un mundo llamado Arana. En Arana, las esquinas no se llaman esquinas, las esquinas se llaman puntos de unión. Quienes caminan por las banquetas y llegan al punto de unión y ven hacia uno y otro lado antes de cruzar la calle pueden sentarse en las bancas de metal que siempre están disponibles. En Arana, todos los puntos de unión tienen bancas para esperar, para platicar, para leer, para conocer gente. Las bancas pintadas de color rojo son exclusivas para personas que no tienen una relación estable. Quienes desean establecer una nueva relación se sientan en las bancas rojas; quienes ya tienen pareja o desean estar solos se sientan en las bancas azules. Ahí se sientan los que leen o los que meditan o los que se dedican a la contemplación. ¿Quiénes se sientan en las bancas amarillas? Ahí se sientan quienes no desean formalizar, pero sí les encantaría conocer amigos y platicar. Los puntos de unión son los puntos donde la vida se manifiesta de manera más plena. Hay gente que sale de su casa, echa llave a la puerta y sale sin rumbo fijo, sale sólo para llegar al punto de unión más cercano de su casa. Ahí, como ya se dijo, la gente que desea iniciar una relación se sienta en la banca roja; si salió solo para leer se sienta en la banca azul; y si desea conversar y tener amigos se sienta en la banca amarilla. En Arana, las esquinas no se llaman esquinas, se llaman puntos de unión. Son puntos de confluencia. También se llaman puntos de vida, porque ahí la vida se manifiesta en todo su esplendor. La gente no se cita en las esquinas, la gente se cita en el punto. Y se sabe que el punto es el inicio de todas las formas existentes en la tierra. Todo inicia a partir de un punto y termina en un punto.
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