6 de abril de 2015. Comitán de Domínguez, Chiapas Editor responsable: Alejandro Molinari
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Lectura de una fotografía Arenilla
Antimanual del sexo David Tovilla
En un mundo llamado Arana
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5.- EDITORIAL
CONTENIDO
10.- ZAGUÁN Arenilla: Lectura de una fotografía a la mitad
13.- PATIO Antimanual del sexo David Tovilla
18.- BALCONES Fotogramas parlantes
25.- SITIO En un lugar llamado Arana
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EDITORIAL La Semana Santa es un acto de gran trascendencia en todo el mundo. En Comitán, la representación de la Pasión de Cristo se ha convertido en una tradición muy valorada. Este acto se realiza, principalmente, en el barrio de Nicalococ. Desde el día lunes previo a estas actividades, se realizan actos deportivos y culturales en este mismo barrio. El equipo de la Dirección de Cultura Comitán, presentó el Mushkac de bolsillo y el Oasis. Los visitantes y vecinos del lugar recibieron esta propuesta con alegría y calidez.
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LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA A LA MITAD
ARENILLA Un lago ¡a la mitad! La mitad de una mojonera y la mitad de un hombre con cerveza Cabro en la mano derecha. Una fotografía no es más que una fracción del mundo, no es más que un instante fragmentado. Habrá que decir que el hombre sentado, con la cerveza en mano, nació en Comitán, una ciudad que, también, está partida a la mitad. En una mitad viven los que ahí nacieron y en la otra los que ahí llegaron. ¿Cómo llegan los que llegan? Con la misma facilidad con que el hombre que está sentado en la mojonera puso su nalga izquierda en territorio de Guatemala. Porque, para quienes nacieron en Comitán, y viajan constantemente a Guatemala no es noticia ni causa asombro que la línea divisoria está apenas señalada por mojones. Quien sabe nadar puede, tranquilamente, pasar de un lado a otro de esa línea donde están colocadas las boyas: una brazada puede estar en Guatemala y la otra en México. No hay tiburón ni charal que impida que una persona nade en el agua de ambos territorios. Tal vez la máxima lección sea esa: el agua de esa laguna no distingue territorios, fluye libre por ambas orillas, va de un lado a otro, como si fuese aire, porque el aire tampoco sabe de fronteras. Así pues, el hombre de esta fotografía se sintió agua, se creyó aire y puso una nalga en territorio chapín y dejó que la otra, la nalga derecha, continuase en territorio mexicano, para no perder la identidad. Hizo más, cerró los ojos, con la cerveza guatemalteca en su mano y cantó, en voz baja, el Cielito Lindo, como para sentirse parte de ese conglomerado que en el estadio de cualquier mundo toma cerveza y canta “qué lejos estoy del suelo donde he nacido”, aunque, como en este caso, sea una mera ficción, porque el pie derecho sí está en suelo mexicano. El lugar (todos los comitecos lo saben) se llama Gracias a Dios, y este pueblo es como una mojonera que delimita los territorios mexicanos y chapines. En el pueblo es más difícil saber en qué momento se está en el otro territorio. Llega un instante en que nadie sabe bien a bien por dónde camina. No hay nadie que impida (como sí sucede en la frontera Norte) un paso más allá de la frontera. No hay restricción alguna. Todos los viajeros son como agua, como aire, como pájaros, como gusanos. Es triste reconocer que sólo el hombre y la mujer tienen vedados sus pasos por territorios “ajenos”. ¿Quién determina por dónde debe caminar el hombre? Resulta difícil pensar que las naciones también tienen restricciones ¡de vuelo! ¿Cómo alguien tiende una línea en el cielo para delimitar espacios? El hombre de esta fotografía, ese mediodía no tuvo intenciones de vuelo, dejó sus alas prendidas en la pared de su cuarto. Lo hizo así porque tenía intenciones de volver a casa por la tarde (y así lo hizo), pero llamó su atención la
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Zaguán
LA REVISTA QUE HABLA DE VOS facilidad de llegar a una nación extranjera y pasar y caminar como Pedro por su casa. En menos de una hora (en automóvil, sin necesidad de vuelo) llegó a Gracias a Dios. Se sentó en esa mojonera que señala la división entre Guatemala y México, miró el cielo y vio cómo las nubes, igual que él, volaban de un lado a otro sin problema alguno. Las nubes eran libres, libres también era el viento, el agua y las hojas de los árboles. La libertad era uno más de los prodigios de ese mediodía. Por esto, el hombre cerró los ojos y en voz baja cantó: “…cantando se alegran, cielito lindo, los corazones…”. Y supo que todo era un canto, porque la voz, la palabra, también, igual que el colibrí, vuela libre por todos los cielos. Sólo el paso del hombre puede ser detenido, colocado en pausa. El pensamiento no conoce de mojoneras ni de cables tendidos por encima de una laguna. La palabra es como una nube que va de un lado para otro y llueve donde quiera, donde se arracima el bosque, donde la semilla apenas muestra, como gusano, su cabeza por encima de la tierra. El hombre subió a su auto y viajó no más de una hora, lo hizo con la intención de llegar a Gracias a Dios y poner una nalga en territorio guatemalteco, lo hizo para sentarse en ese trono blanco que es como una silla majestuosa que posee el don de dividir el mundo en dos, a cualquier hora, en cualquier instante. Lo hizo para cerrar los ojos e imaginar que, a veces, dividir el mundo en dos no es más que un mero juego por donde los hombres y mujeres transitan libremente y juegan a brincar de uno a otro lado: “ahora estoy en mi país, ahora en otro; ahora regreso, ahora me voy”. Porque todo está a la mitad, a la mitad la ventana, a la mitad el corazón.
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Releer (I): Antimanual del sexo David Tovilla Hay días en que la vorágine citadina cesa. El ritmo disminuye. No hay mucho por hacer al ser días feriados. Lejos de tumultos, calores y contratiempos, la quietud invita a leer. Y en específico a releer. En algunas ocasiones, hay que tomar la decisión de volver a aquellos libros que han dejado algo. Nuevas lecturas con mayor experiencia de vida dejará mejor comprensión. En otro número, se recordaba que Octavio Paz desconfió de quienes no acostumbran releer y, en cambio, leen muchos libros. Hay que leer bien y muchas veces unos cuantos libros, recomendaba. Carlos Fuentes se ufanaba de releer “Don Quijote de la Mancha” todos los años. Las novedades editoriales siempre atrapan. La actualización permanente no puede ser un defecto. Sin embargo, es difícil seguir el ritmo de producción. El programa de lectura personal suele modificarse sobre la marcha pero lo importante es tener uno. Saber a dónde quiere dirigirse, aunque se diversifique: la historia, la ciencia, la literatura, el erotismo. Ahí, combinar de repente alguna relectura. Uno de esos libros para la relectura es “Antimanual del sexo” de Valérie Tasso. La escritora francesa se dio a conocer, en 2003, con un libro de gran impacto: “Diario de una ninfómana”. Tiene, en la actualidad,
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LA REVISTA QUE HABLA DE VOS siete títulos pero la particularidad del “Antimanual”, publicado en 2008, es un bien articulado compendio de opiniones sobre prejuicios, lugares comunes, creencias equívocas sobre el ejercicio de la sexualidad. Valérie les llama: tópicos para desmontar. El volumen es una grata sorpresa porque por la magnitud del éxito de sus tramas narrativas, se pensaría que la pluma de Tasso sólo daba para eso. Sin embargo, este libro presenta un conjunto de cuarenta y siete ensayos breves en los que refleja idea, actitud y propuesta. El planteamiento central es que todas esas frases en el ambiente constituyen un discurso normativo del sexo que se repite, transmite, fomenta hasta de manera inercial. “Sabemos del sexo más que antes”, “El sexo completo acaba en el orgasmo”, “La mayoría de las mujeres prefieren el sexo con amor”, “El que recurre a la prostitución es porque le falta algo en casa”, “El kama sutra sirve para aprender posturas para el coito”, por mencionar algunas, funcionan para “normalizar” determinada idea de la sexualidad. La gran virtud de Valérie Tasso es dar una perpectiva contraria. Oponerse con argumentos bien establecidos a toda esa palabrería contemporánea. En la revista “El País Semanal” del 29 de marzo de 2015, se publica una entrevista a Umberto Eco. En ella, el filólogo dice que ante el cambio de dinámica de la información generada por el internet, el periodismo debiera ser el contrapeso del mundo falso, desvirtuado por la red “Internet puede haber tomado el puesto del periodismo malo… Si sabes que estás leyendo un periódico como “El país”, “La Repubblica”, “Il Corriere della Sera”…, puedes pensar que existe un cierto control de la noticia y te fías. En cambio, si lees un periódico como aquellos ingleses de la tarde, sensacionalistas, no te fías. Con Internet ocurre al contrario: te fías de todo porque no sabes diferenciar la fuente acreditada de la disparatada. Piense tan solo en el éxito que tiene en Internet cualquier página web que hable de complots o que se inventen historias absurdas: tienen un increíble seguimiento, de navegadores y de personas importantes que se las toman en serio”. Por lo tanto, hoy, la misión no está en competir o reproducir lo que ya está por todos lados. Lo importante es dirimir la veracidad o no de algo. Eso hace Tasso: contradecir la visión masiva pero no cualitativa de la sexualidad. Leer hoy a Eco y releer las líneas, de 2008, de Valérie muestran la solidez de su trabajo. En “Antimanual del sexo”, en el apartado sobre la creencia que “El sexo ya no es tabú”, apunta: “Es sabido que, en nuestros tiempos y en nuestra cultura, el problema no está en la canditad de información, sino en su calidad. La opinión, que no el conocimiento, se ha “democratizado”. Cualquiera puede manifestarse, cualquiera puede copiar a cualquiera y manifestarse a su vez. Internet, una verdadera revolución social llena de logros y altruismos, es también una biblioteca infinita sin bibliotecario en la que las verdades y las mentiras se difunden sin más canon que el número de visitas, sin más éxito que el número de veces que algo se repite, haciendo que el valor de la información resida en su volumen y no en su contenido”. Y en ese mar “hoy en día, hablar de sexo ha dejado de ser un tabú, a cambio de que el tabú sea el propio sexo”. Enorme. Las grandes palabras no están tan sólo en las novedades ni en lo cuantitativo: suele estar en lo alternativo.
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FOTOGRAMAS PARLANTES
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Balcones
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¡No se muevan! ‘orita mismo me echo esta culebra de viento.
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-¿Seguro que así voy a poder volar? -Pues algo así intentó Don Chico que Vuela, de Laco Zepeda.
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- Voy a necesitar una mi vuelta al parque central, el encierro ya me`stรก sacando arrugas.
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Lo que deseรกs cuando tu mamรก va a la playa y usa un bikini tres tallas menos.
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-¡Salú, compita! - ¡Salú, con todas nuestras partes!
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EN UN MUNDO LLAMADO ARANA Yo vivo en un mundo llamado Arana. En Arana el cielo es igual que en cualquier parte del mundo, con una excepción. Es de color azul, tiene nubes, pájaros vuelan frente a su rostro y, cuando es de noche, se enciende una red como de pescador. Ya dije que el cielo de Arana es igual que en cualquier parte del mundo. Cuando un niño mira hacia arriba ve aviones y, a veces, un camino de humo blanco que deja como trilla. Dije que sólo una cosa distingue al cielo de Arana de los demás cielos del mundo. La diferencia es que, a las doce de la noche, en punto (del horario de verano), las estrellas se apagan por un instante, es apenas un instante, es tan rápido que muchos ojos no logran percibirlo. Para poder apreciarlo es necesario que los visitantes vayan a la cima del Cerro de Nihuacum y esperen el instante en que el cielo se torna en oscuridad total. Ya dije que es tan instantáneo que a veces basta un parpadeo para perderse el espectáculo, caso en el que es necesario esperar a la noche siguiente. Para que los visitantes que no están acostumbrados a poner atención a lo esencial, se les da un entrenamiento especial y minutos antes de la medianoche les colocan palillos en los ojos para que éstos no parpadeen. A veces es necesario que los guías, en voz baja, hagan el conteo regresivo: siete, seis, cinco,…dos, uno… ¿Lo vieron? ¿Lo vieron?, preguntan los habitantes de Arana. A veces, los honestos dicen que no, que se lo perdieron y piden regresar al otro día; los más cínicos dicen que sí, que alcanzaron a ver el cielo en total oscuridad. Quienes aseguran haber presenciado el prodigio pasan con el mayor del pueblo, quien les pide, por favor, que coloquen su mano sobre la brasa del fogón. Quienes se queman son aquéllos que mintieron. La historia del pueblo registra dos o tres casos de personas que no se quemaron. Es una pena reconocerlo, pero es un poco como aquella sentencia bíblica que dice que los hombres de poca fe no lograrán el milagro. Los habitantes de Arana sí son capaces de ver el instante en que el cielo apaga todas las estrellas, es apenas un parpadeo. Es el instante preciso para pedir un deseo.
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