24 de enero de 2016. Comitán de Domínguez, Chiapas Editor responsable: Alejandro Molinari
318 LA REVISTA QUE HABLA DE VOS
rinconcinefilo.com
David Tovilla
Lectura de una fotografía donde está un Ferrari Arenilla En un mundo llamado Arana Fotogramas parlantes
LA REVISTA QUE HABLA DE VOS
5.- EDITORIAL
CONTENIDO
9.- ZAGUÁN Arenilla: Lectura de una fotografía donde está un Ferrari
16.- PATIO rinconcinefilo.com David Tovilla
19.- CORREDORES Fotogramas parlantes
27.- SITIO En un mundo llamado Arana
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EDITORIAL Hoy en día las redes sociales parecieran ser “imprescindibles” en la vida cotidiana de las personas, al menos para aquéllas que tienen una computadora, Internet, o un teléfono que les permita estar al tanto de las últimas noticias o chismes a cada instante. Si bien es cierto, las redes sociales se han convertido en un medio de comunicación e información eficiente, pues no hay argüende que suceda en la calle sin que un minuto después ya esté colgado en la red, puede que exista también mucha basura informativa y que en nada contribuye para abrir la mente de las personas y hacerlas más reflexivas y críticas; pero bueno, como en todo siempre habrá un lado positivo y uno negativo. Lo que sí es bueno es que este medio es la ventana para conocer otros cielos, y no se trata únicamente de la cantidad de imágenes de cielos que los usuarios comparten a sus amigos, muy bellas por cierto, sino a conocer la forma en que piensan las otras personas. Si este medio es un canal para compartir y sembrar algo en beneficio de la sociedad, qué bueno que se abren las ventanas y se comparte.
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DE NOVELA, CERCANA A LA TELENOVELA
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ZAGUÁN
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LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE ESTÁ UN FERRARI
ARENILLA Estábamos en el parque de San Sebastián. Ellos, mis amigos, hablaban de carros. Yo (un poco sintiéndome mujer, de esas que odian el fútbol, autos y todo lo demás que apasiona a los hombres) leía una página de “Los cachorros”, de Vargas Llosa. Mario lanzó la pregunta, en general: “¿Cuál es la mejor marca?”; Romeo bromeó, dio una fumada a su cigarro y dijo que Raleigh. Ah, pues sean serios, dijo Mario, ya, sin bromear, ¿cuál creen que es la mejor marca? Rafael se paró y dijo que Ferrari. Todos estuvieron de acuerdo. Como yo estaba sin estar, Mario me dijo: “Vos, ¿qué decís?”, dije que sí, que era obvio, llevé mis manos al cuello de la camisa e hice un movimiento de guajolote esponjado y dije que no podía ser de otra manera, Ferrari era una marca italiana y, por si no lo sabían, Molinari era un apellido italiano, de caché, no como el Pérez (y quedé viendo a Romeo) que es meramente mexicano (estas dos últimas palabras las dije con tono de Pedro Infante en la película Tizoc). Ah, qué mudo, sos, dijo Mario, pero luego dijo que sí, que el mejor auto del mundo era un Ferrari y que él no iba a tener otro auto que no fuera de esa marca. “¿Y con qué ojos divina tuerta?”, bromeó Arturo. Ah, pues, por eso voy a ganar en dólares. Y lo vimos cerrar los ojos e imaginar su sueño, que nosotros sabíamos bien cuál era: trabajar en la NASA. Era un sueño, pero él no lo veía inalcanzable y nosotros lo apoyábamos porque sabíamos que era un genio para la matemática y un experto en mecánica. Mario aún tenía cerrados los ojos cuando el vendedor de raspados de nantze y salvadillos con temperante estacionó su carrito a nuestro lado y ofreció sus productos. Mario abrió los ojos y Arturo, poniendo las manos al frente como si fuese un monje, dijo: “¡Es una señal! Dios ya te mandó tu Ferrari comiteco”. Todos reímos. Yo acababa de leer, en el libro de Vargas Llosa, la siguiente frase: “Todavía llevaba pantalón corto ese año”. Y pensé que nosotros éramos como protagonistas de su novela, porque, si bien no llevábamos pantalones cortos, éramos muy jóvenes, con todo el porvenir a la distancia. Nadie tenía asegurado el futuro, ni sabíamos bien a bien qué estudiaríamos, la única certeza es que era el último año de la prepa y queríamos irnos a México (en ese tiempo todo mundo estudiaba en la Ciudad de México. Aún no había la retahíla de universidades que existen hoy). Soñábamos con dejar la casa y volar por otros cielos. ¿Qué estudiaríamos? No lo teníamos muy claro. Con excepción de Mario, todos los demás andábamos en la cuerda de la indefinición. Yo leía, leía mucho, pero no sabía que eso podía ser una profesión. No lo sabía. Qué pena.
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Por lo regular, los de la palomilla siempre andábamos chanceando, pero esa tarde del salvadillero, noté (no sé cómo, ni por qué) que algo cambió en nosotros. De pronto, el silencio se hizo, fue un silencio como de templo en viernes santo. Nadie dijo algo. Mario volvió a cerrar los ojos; Romeo sacó de la bolsa de la camisa la cajetilla de cigarros y buscó uno, como si eligiera uno entre todos, sabiendo que todos eran iguales; Arturo me vio y alzó los brazos como si me hubiese preguntado algo y yo no supiera qué decir. Mi reacción fue regresar mi vista al libro y hacer como que leía. No pasé de la frase: “Todavía llevaba pantalón corto ese año”. Quien, como si aventase una piedra, quebró el cristal del silencio, fue el salvadillero: “¿Entonces, qué, jóvenes? ¿Un salvadillito?”. Mario abrió los ojos y dijo que sí, que ese era su primer Ferrari, se levantó y, sin despedirse, cruzó el parque y se fue por la subida de San Sebastián. “¿Por qué se enojó éste?”, preguntó Romeo. Nadie dijo algo. Yo sabía, pero nada dije, tampoco. Ayer estuve en el parque de San Sebastián y vi un carrito de raspados, con sus llantas de bicicleta y con su toldo de plástico. Recordé el Ferrari y sonreí. Arturo tiene una camioneta Ford, modelo dos mil cinco, ya medio viejona; Rafael (quien ahora es gerente de la fábrica que le heredó el papá) tiene un BMW y una tarde que comimos en el restaurante “Tono Gallos” me dijo que esa era una buena marca y recordamos la anécdota del Ferrari; a Romeo lo veo de vez en vez, lo veo caminando o sobre el autobús urbano, desde la ventana me dice adiós y sonríe. Hablando de autos yo tengo un Tsuru, modelo 2002, aún da batalla (Como nunca tuve predilección por los autos, digo, en descargo, que tengo cientos de libros, miles). ¿Qué pasó con el del Ferrari? Mario se inscribió en la Facultad de Ingeniería, en la UNAM; y luego supimos que fue a hacer un posgrado en una universidad de los Estados Unidos de Norteamérica, cuando María nos dijo que había obtenido una beca todos dijimos que ya estaba cerca de la NASA. Ahora busco su nombre en la computadora, pongo NASA en el buscador y me paso las horas de las horas viendo si por ahí aparece. ¡Nada! Pregunto con los amigos y todos me dicen lo mismo: Se lo tragó la tierra. Nadie sabe algo de él. Ni con quién preguntar. Si ahora me lo topara le preguntaría si consiguió su sueño, pero cuál, de verdad, fue su máximo sueño: ¿El Ferrari o la NASA?
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PATIO
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rinconcinefilo.com
David Tovilla
“Zonas húmedas”, película de David Wnendt, está incluida en el Top 2015 por “Filminlatino”. Este sitio mexicano bien ponderado de cine ha permitido difundir esta cinta alemana de 2013 pero estrenada apenas el año pasado. Un gran trabajo fresco, divertido, irreverente, impredecible, con una extraordinaria narrativa, eso sí para mentalidades muy abiertas. “Filminlatino” cumple su función al acercar este tipo de propuestas a quienes están aburridos de la aridez de contenidos de calidad en la cartelera comercial. Semanas atrás, cintas como la alemana mencionada podían verse por diecinueve pesos, el precio se ha duplicado pero es más relevante encontrarla que dicho costo. Hay otro sitio, en donde la película de David Wnendt puede verse: rinconcinefilo.com. Se le encuentra por su nombre original “Feuchtgebiete”, de manera gratuita y subtitulada en español. Lo mejor es que en este portal pueden encontrarse mucho más trabajos de este corte: que tengan un planteamiento. Por fortuna, han mantenido este esfuerzo y el más reciente material incorporado es de noviembre pasado.
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Hurgar en rinconcinefilo.com tiene su recompensa para quienes entienden al cine no como una mera diversión o evasión, si no como un soporte para ideas, emociones, indagaciones. La página electrónica se presenta como “un espacio abierto a la cultura cinematográfica donde podremos acceder de forma gratuita a todo el contenido publicado. Nuestra intención es abarcar a todo tipo de público, pero en especial a aquél que no se puede permitir el lujo de pagar cantidades abusivas por un contenido que debería ser asequible para todos y no solo para unos pocos. Además, algunos de los títulos publicados en Rincón Cinéfilo no se pueden obtener mediante la compra física, no existen subtítulos o no están disponibles a la venta, con lo cuál, aún es más difícil su búsqueda. Internet es una inmensa biblioteca donde se guardan grandes tesoros cinematográficos y que muchas veces acaban olvidados o desaparecidos. Es pues, un logro para nosotros, poder compartir contenido imposible o difícil de encontrar y que cualquiera pueda disfrutarlo sin coste alguno. No obstante, este discurso no exime de la responsabilidad como consumidor y siempre que se pueda adquirir, aconsejaremos la compra de las obras aquí publicadas, para apoyar a los autores de las mismas. Nosotros solo promovemos su fácil acceso.” En efecto, filmografía rara, inusual por estos lares, de países como Serbia, Lituania, Eslovenia. Darse a la tarea de ver algunas de esas películas poco conocidas, permite recordar que la experiencia cinematográfica es: luz, encuadres, trabajo de edición, música; es poner distancia con el mero impacto visual, la acción, la escuela de la comedia insulsa norteamericana; es dejar de lado esa insana costumbre de que una película se mide por su éxito en la taquilla; es redimensionar que una expresión artística como el cine, cuando es auténtica, ayuda a formar humanidad. No hay duda que algo de lo que presenta rinconcinefilo.com será incorporado al acervo personal. Merece visitarseri su catálogo: no extenso, sí esencial.
www.davidtovilla.blogspot.com.mx
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CORREDORES
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FOTOGRAMAS
PARLANTES
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Porque en esta temporada no pensรกs en otra cosa mรกs que en comprar uno de esos aparatos para calentar pollos.
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Porque antes del facebook, el mejor medio para dar a conocer las novedades como el cine, era el mĂŠtodo usado por don Ricardo SaborĂo.
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-No hijito, en esta vida hay que ser humildes. Por más frío que haga, no podés ir con la caldera en la cabeza creyéndote la última estufa de la tierra.
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Y en esta temporada de frío, aunque tu novio te diga que te “arrinconés” con él, para que te dé una calentadita, sabes que no será fácil romper el hielo.
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Cuando tu mamá te dice que tenés que ir a la escuela abrigado y guapo.
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SITIO
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En un mundo llamado Arana Yo vivo en un mundo llamado Arana. Arana es un lugar alejado del mar. A veces llegan extranjeros y cuentan cómo es el mar. Así, los habitantes de Arana saben que el mar existe porque alguien llega y cuenta, pero los mayores descreen de la existencia. Muchos ancianos dicen que tal vez el mar no existe, que son cuentos para engatusar a los inocentes. Y para probarlo van al río, meten una olla de barro y dan a probar el agua. Todo mundo prueba el agua de río. Luego, los ancianos hacen que llueva y dejan que la olla de barro se llene y, de nuevo, dan a beber a los habitantes de Arana. Los ancianos, entones, preguntan qué sabor tiene el agua y todo mundo dice los lugares comunes que son tan comunes, dice que es fresca, que es dulce, que sabe a camino de orquídeas, que sabe a nube sin empacho, que es tan buena como el corazón de María. Los ancianos suben a la piedra mayor y, con los brazos en jarras, ya un tanto enojados, dicen que el mar no existe, cómo es posible que gente de fuera llegue a mentirles, a decirles que el mar es una extensión inmensa de agua y que el agua es salada. ¿Existe el agua salada?, pregunta el mayor de los ancianos y todo mundo dice que no, que el agua es dulce, y repiten todas las bondades del agua dulce. Nunca falta el incrédulo, el que cree que sus propios ancianos mienten, y levanta la mano, en medio de la multitud que ya está convencida de que el agua salada no existe, y pregunta: ¿Entonces de dónde sale la sal que da condimento a nuestros alimentos? Los sabios se quedan viendo y la multitud guarda silencio esperando la respuesta. El más viejo se levanta y muestra la fruta roja que se llama sal de venado. La multitud aplaude y el incrédulo es retirado de la asamblea. Todo mundo celebra la respuesta y expulsa a los extraños que llegan a contar historias de piratas y de ballenas que tragan a los hombres.
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