12 de julio de 2016. Comitán de Domínguez, Chiapas Editor responsable: Alejandro Molinari
342 LA REVISTA QUE HABLA DE VOS
Lectura de una fotografía donde hay un pozo Arenilla Fotogramas parlantes
En un mundo llamado Arana
Entrevista con:
Carlos A. Mora Guillén
LA REVISTA QUE HABLA DE VOS
CONTENIDO 5. EDITORIAL 9. ZAGUÁN Arenilla: Lectura de una fotografía donde hay un pozo
16. PATIO
Entrevista con Carlos Alberto Mora Guillén
24.CORREDORES Fotogramas parlantes
32. SITIO En un mundo llamado Arana
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EDITORIAL Carlos Alberto Mora Guillén es el entrevistado de esta semana. Carlos es un profesionista de la comunicación, orgullosamente comiteco. Su pasión por el béisbol lo llevó a realizar trabajos fotográficos en dicha área deportiva. Pero, además, Carlos es gajo de una familia de gran tradición en Comitán, en cuanto se refiere a productos cárnicos. Él es bisnieto de la famosa doña Rita Nájera, señora que dedicó toda su vida a la venta de delicias gastronómicas, como chicharrones, manteca, chorizos y muchos más productos que han dado bendiciones a los paladares comitecos. Carlos se siente orgulloso, tanto de su profesión como de la tradición familiar. Reconoce en cada uno de los integrantes de su familia a personajes importantes en el fortalecimiento de la cultura local. Cuando un nombre logra trascender el mero ámbito familiar o local y se convierte en un referente el personaje puede caminar con orgullo bien ganado. En Comitán el nombre de doña Rita se convirtió en un referente de calidad. Si algún visitante deseaba comprar chorizos, medio mundo del pueblo recomendaba: “Vaya’sté a comprar con doña Rita”. Hoy, los herederos continúan con la tradición. En la antigua casa se siguen vendiendo los productos cárnicos y Carlos le echa todos los chicharrones al perol para que su nombre también se convierta en un referente del periodismo. Ojalá.
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ZAGUÁN
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LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE ESTÁ UN POZO
ARENILLA
Esta fotografía es de hace un año. Es un espejo circular. Es la manualidad que realizó un estudiante de primaria. ¿Es de la cultura huichol? Es una estructura hexagonal, hecha con madera y bordada con hilos de diversos colores. Por lo regular, dicho espejo, es colgado en una pared de la casa por la mamá orgullosa del niño que lo realizó. Pero, en esta ocasión, el espejo parecía haber quedado olvidado sobre la mesa de la biblioteca. Vi a dos niños que se acercaron al espejo, como si fuesen Narcisos asomándose a la orilla del lago para ver sus rostros. Todo era muy común, dentro de lo normal. Todo era así hasta que uno de los niños dijo: “Es un pozo”, y las caras de ambos se transformaron. ¿Qué prodigio sucedió? Bastó que uno de ellos, al poner sus manos sobre la mesa y acercar su cabeza al espejo, dijera que era un pozo para que el acto cotidiano e intrascendente tomara otro matiz. El amiguito se acercó y dijo que sí, que era un pozo, que era el pozo de los deseos, así que preguntó al otro cuál era su deseo. El niño de cabello rubio y ensortijado cerró los ojos y dijo que deseaba un pastel de chocolate. El otro niño, de pestañas como de persiana, no cerró los ojos, al contrario, los abrió más, y dijo que el pedía un hermanito. Yo, que estaba leyendo “Mamá”, novela de Joyce Carol Oates, imaginé la reacción de la mamá si hubiese estado a mi lado; asimismo pensé en la personalidad de ambos niños, uno había pedido un postre y el otro había pedido un hermanito. Los vi diferentes desde entonces, al niño rubio le vi un rostro más resplandeciente, el niño de las pestañas largas tenía una sombra que era como un pájaro triste. Una señora entró y llamó a los dos niños, quienes levantaron sus cuadernos y llevaron a un carrito los libros que habían consultado. Cuando oí que los dos niños reían en el corredor exterior me levanté y fui a mirar el pozo. No me acerqué demasiado, porque las alturas siempre me producen vértigo. Si imagino que estoy en la orilla de una azotea a diez metros de altura del piso me altero de tal forma que, instintivamente, me hago hacia atrás, como si apareciera una araña al lado de mis pies. Así que me quedé en una orilla, pero alcancé a ver lo que en esta fotografía se ve: libros sobre un estante. Los libros, por supuesto, se ven de cabeza, pero, entonces, igual que los niños pensé que estaban así, porque no era un pozo común y corriente, sino un pozo de otra dimensión, una en la que la gravedad es inexistente, así que si yo me acercaba y, sólo por una intrepidez, me aventaba, podía flotar, alargar la mano y tomar uno de esos libros. ¿Cómo regresaría a mi dimensión? Dejé que los libros siguieran ahí y yo no me atreví a hacer lo que se antojaba un viaje fantástico. Me retiré, guardé la novela en mi mochila y salí de la biblioteca.
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Ayer volví a la biblioteca. Llevaba el libro “Infiel”, libro de cuentos de la misma Oates. ¡Sí, una feliz coincidencia! Me senté en una mesa cercana a la entrada y comencé a leer. Quince o veinte minutos después oí un murmullo cercano a mi mesa. Miré que eran dos niños. ¡Eran los mismos niños! Ya crecieron. El niño de pestañas largas se estiró. Noté que su mirada había cambiado. El güero engordó, ahora está como más cachetón. ¿Estaban ahí a la hora que entré? Sí. Pero habían estado callados, haciendo un trabajo de español. El niño de pestañas largas había interrumpido el silencio para decirle a su amigo que lo invitaba a ir a cenar a su casa y el gordito había llamado a su mamá para pedir permiso. Cuando el niño rubio colgó dijo que su mamá le había dado permiso y el niño de pestañas levantó el pulgar y sonrió. Una mujer, con un embarazo de seis o siete meses, entró a la sala y llamó a los dos niños que, como hace un año, guardaron sus cosas, dejaron los libros en el carrito y abrazaron a la mujer. El niño de pestañas largas dijo que había invitado al güero para cenar. Ella dijo que estaba bien. Supe entonces que la mujer era la mamá del niño de pestañas largas. ¿Era él quien había pedido un hermanito ante el pozo de los deseos? Sí, era él. Entonces supe que el pozo había cumplido el deseo de ambos niños, porque el niño rubio había engordado. Claro, el pastel de chocolate tiene muchas calorías. Los niños y la señora salieron. Me quedé solo en la sala. Me paré y busqué en las mesas. No, nadie había olvidado un espejo, un pozo. Lamenté no haber pedido un deseo aquella vez.
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Entrevista con
Carlos A. Mora
PATIO
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Entrevista con
Carlos Alberto Mora Guillén
Carlos Alberto Mora Guillén es un comiteco que nació en el barrio de La Pila. Él proviene de una familia de gran tradición en Comitán. Es bisnieto de doña Rita Nájera, reconocida por los deliciosos quesos y embutidos de puerco que, hasta la fecha, la familia sigue comerciando. Carlos estudió la Licenciatura en Comunicación en la UNACH, en Tuxtla Gutiérrez y, posteriormente, realizó una maestría en Guadalajara. A continuación comparte algo sobre su experiencia laboral y sus recuerdos de infancia: ¿Todavía conociste a doña Rita Nájera, tu bisabuela? Yo la conocí solo por fotografías. Era de baja estatura, pelo largo, trenzado, era de canas plateadas, no llegó a usar lentes. Ella falleció en los años 60. Se dedicaba a vender todo lo derivado del puerco. Ella inició con este negocio a mediados del siglo XX. Era la única carnicería de la región y, a pesar de que estaba el mercado de Jesusito, era la única carnicería de la zona. Vendía chorizo, longaniza, chicharrón, menudo, cáscara, butifarra. En la venta de estos productos, sin duda, el control de calidad es muy importante. ¿Recuerdas algo sobre el famoso grano de cuch? Mi papá, Alberto mora, se dedicó muchos años a la matanza y preparación de cuches, pero hace algunos meses dejó de trabajar por cuestiones de salud. Él, desde chamaquito, aprendió a matarlos y a prepararlos. Él me platica que antes no había cuches de granja, solo había de rancho; éstos eran más propensos a que tuvieran ese famoso grano, que es como un microbio que le producía el maíz. Entonces, para saber si el cuch tenía grano había un método. Acostaban al animal y con una varilla le atravesaban el hocico y le sacaban la lengua; lo revisaban al puro tacto. Si le encontraban bolitas en la lengua es que ese puerco tenía grano, entonces lo apartaban. Seleccionaban sólo los que estaban limpios. ¿Recuerdas la casa de tu bisabuela? ¿Cómo era? La casa mantiene la estructura original. Hay partes que, por cuestiones de tiempo y deterioro de la madera, se han caído. Muchos de los chiqueros se cayeron. Éstos eran de teja, la madera se pudrió; otros, hubo necesidad de tirarlos. Pero la estructura de la casa es la misma. Está la entrada, un portón grande, una bajada que le llamamos zaguán y un pasillo donde se hicieron unas piezas nuevas, donde nosotros estábamos viviendo. Era un pasillo largo que conectaba con la parte de atrás, donde estaban los chiqueros. Todo eso lo recuerdo. Son de las primeras
LA REVISTA QUE HABLA DE VOS veces que me tocó jugar con mis hermanas. También conviví mucho con mi tía Tere, que nos cuidaba. También me acuerdo de mi tía Lucero, la más pequeña de las hermanas de mi papá. Platica alguna anécdota especial de tu infancia: Ahora me acuerdo de mi tío Chus, hermano de mi papá, que era el encargado de la carnicería cuando yo estaba pequeño. Él esperaba el montón de puercos que compraban. Una tarde, me acuerdo muy bien, mi mamá me acababa de bañar, yo estaba recién oloroso y estaban metiendo el montón de cuches. Era como una pamplonada. Teníamos que cerrar todo, las puertas de la sala, de la cocina. Eran como unos treinta animales y teníamos que escondernos o asomarnos a ver por la ventana. Pero en esa ocasión, mi tío, que era medio rasca con mi mamá, a lo mejor lo hizo para molestarla o para darme una sorpresa, me agarró y me montó arriba de los cuches que iban corriendo; yo iba arriba, como montando a caballo pero arriba de los cuches. Y ahí iba yo, me iba sosteniéndome de la cola o de la oreja, hasta que llegamos a los chiqueros y los guardaron. Pero cuando regresé a donde estaba mi mamá, me dio una gran regañiza porque quedé apestando a cuch; no te voy a volver a bañar, me dijo mi
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LA REVISTA QUE HABLA DE VOS mamá. Y ahí estaba yo lavando mis brazos y todo donde oliera me ponía jabón. Pero el olor del cuch es muy fuerte, muy penetrante. Ni modos, me tuve que quedar con el tufo y no me quedó de otra que aguantarme hasta bañarme al día siguiente. ¿Cómo es el proceso de matanza de un puerco? Yo comencé a ayudarle a mi papá como a los diez años de edad. Hay muchas técnicas para matar a los cuches. Tengo la intención de formular un reportaje o un registro en texto porque este procedimiento pocas personas lo conocen. Como la carne tiene que estar a las siete hay que levantarse a las dos o tres de la mañana. Primero hay que calentar el agua del perol. Aparte ya tiene que estar listo todo el instrumento, mi papá es algo metódico, ya tiene cuchillos para esto, para lo otro. El método más común de matanza era picarles en el pecho con un instrumento que se llama alesna. Esta herramienta es como un clavo de ocho pulgadas que en una punta tiene un aro donde uno introduce el dedo, y la otra punta es plana como un pico de pato pero alrededor tiene filo. La forma de picar también tiene su chiste, es decir, que no es al tanteo. Yo nunca aprendí porque la verdad soy muy miedoso para poder matar al animal. La técnica es que hay puntos donde se le hace la manita de puerco y la vena que le llamamos aorta, que es donde pasa la vena de mayor fluido de sangre en el cuerpo, se crea una cruz imaginaria entre un pedacito de cuero que se crea en el brazo y la vena que sale de esta parte y ese era el punto donde se debía picar. Lo que hace esta herramienta es que cruza la costilla, se va al corazón y corta una venita que al momento chupa toda la sangre y la acumula en el pecho. Cuando decimos que salió bien matado es porque toda la sangre se coaguló en el tórax. Cuando no está bien matado la sangre sale, mancha la carne y no es recomendable estar lavando a cada rato la carne. ¿En qué momento te interesas por el periodismo? Este interés llega desde que estudiaba en la secundaria 14 de septiembre. Ahí tenía la inquietud de trabajar en la radio. Una tarde, un sábado, me acuerdo, estábamos en la casa con mi mamá. Escuchábamos la radio, pero no había puesto la atención debida a que el locutor estaba hablando. Era algo tan común. Pero hay un momento en que comenzamos a explayarnos y nuestra mente empieza a reflexionar. Entonces me di cuenta de que esa persona estaba trabajando en la radio, hablando tras un micrófono, yo lo estaba escuchando y a él le gustaba hacerlo y le pagaban. Entonces dije “eso quiero hacer yo”. Se me hizo muy cómodo, muy bonita la idea y me puse a investigar qué es lo que debía estudiar para trabajar en la radio y me dijeron que debía estudiar comunicación. Entonces cuando hice los test vocacionales, salió que yo estaba encaminado a ciencias sociales y humanidades. A finales de secundaria yo empecé a contactar con locutores de estaciones comerciales aquí en Comitán. En ese entonces
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todavía estaba Radio Frontera, contacté con uno de los locutores para ver si me daba chance. Era como cuando uno busca el estrellato y a ver si lo lanzan a la fama. Pero se trataba más de conocer la cabina, ver cómo se hacía la radio. No hubo forma en ese tiempo. No me pude colar a la radio, a lo mejor por la edad. Pero la comezón de estudiar comunicación ya estaba. Al pasar al nivel de preparatoria estaban como opciones el Cbtis, el Cobach y la Prepa Comitán. Me fui la prepa porque ahí estaba la especialidad de ciencias sociales y humanidades. Con eso ya podría irme después a la facultad de humanidades, a la Unach. Ya tenía trazado el camino. Todo se dio y afortunadamente terminé la carrera de comunicación. Hace ocho años, cuatro chavos y yo, estuvimos en Imer en un programa de la prepa. Estuvimos como cinco meses, se llamaba intermedio. Se trataban temas variados: sexualidad, adicciones. Teníamos mucha tendencia del programa de radio poder joven, que también fue de radio Imer mucho antes que nosotros. Traíamos toda esa idea de tratar temas que nos interesara a los jóvenes de prepa. El programa era los miércoles y después lo cambiaron a los viernes, pero seguía con el mismo nombre. Ahí fue que me desarrollé un poquito en la radio. ¿Por qué tanto gusto por la radio y no por otros medios de comunicación? Me atrajo más la radio porque es más práctica, se puede decir más información en menos tiempo. No se está tan limitado como en la prensa escrita donde son dos párrafos y ya si queda algo en el tintero pues lo guardas o lo escribes para la siguiente. Entonces la radio se me hace muy práctica y me gusta porque se utiliza el sentido del oído. Procuramos que la audiencia practique con su imaginación, porque si estamos relatando algo la audiencia tiene que poner a chambear su cabeza, la audiencia está activa. La audiencia tiene cierta interacción, no de que marque a los teléfonos sino que lo que estoy trasmitiendo la audiencia lo está transformando en un mensaje aunque sea de forma interpersonal. Durante la carrera vimos radio; la televisión; los blogs, que en ese tiempo era lo de la cuestión digital porque todavía no aparecía el Facebook. Al final de mi carrera es cuando aparecen las redes sociales. ¿Y la fotografía? Yo empecé a desarrollar más el trabajo de fotografía en Guadalajara, en un equipo de béisbol profesional. Ahí empiezo a trabajar la fotografía deportiva. A lo mejor las circunstancias me favorecieron, porque el equipo pagaba una agencia especializada en el área deportiva y nos suministraba toda la fotografía para que nosotros la utilizáramos en las redes sociales, pero llega el momento en que la directiva del equipo dice que ya no van a seguirle pagando a esta agencia y que necesitan que nosotros hagamos la fotografía. Al primero que señalaron que se
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aventara el paquete fui yo. Yo lo tomé como un reto y dije pues va. Ahí uno aprende a desarrollar técnicas, a utilizar otro tipo de herramientas, porque para la fotografía deportiva es otro tipo de lentes, el equipo con el que se trabaja debe tener ciertas características. Entonces me meto a trabajar y comienzo con la fotografía deportiva. Me gustó y me gustaría seguir con eso. En el deporte, al hacer coberturas, aprendí que hay que fotografiar todos los elementos posibles, desde lo más general, tomas abiertas, lente corto, a tomas cerradas o cercanas. Dentro de las coberturas que hacíamos específicamente en el béisbol, teníamos un cronograma imaginario que desde que llegábamos al estadio teníamos que fotografiar elementos importantes de tomas generales, tomas cerradas y tomas específicas. A mí me gusta mucho, por ejemplo, las tomas cerradas, que son las fotografías donde captamos el movimiento de un jugador, y otra parte que a mí me gusta mucho son los rostros, porque eso narra también lo que está sucediendo en el momento. Carlos Mora tuvo una infancia muy rica. Aprendió a reconocer sabores, olores y texturas. Quizá mucho de eso nutrió la sensibilidad en la palabra y la imagen que crea en su trabajo periodístico. Es un comiteco sencillo, orgulloso de su historia y sus raíces.
Doña Rita Nájera
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CORREDORES
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FOTOGRAMAS
PARLANTES
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Y te das cuenta que el paro de maestros ya lleva dos meses y necesitรกs entretener a tus hijos fuera de casa.
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En temporada de calor, así te sentís cuando decís que “el sol arde”.
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¡Y qué importa si te dicen que tu mujer es una cabra, si sos feliz!
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Cuando te maquillás más seguido porque te dicen que te ves más grande y no entendés que te quieren decir más vieja.
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Cuando te invitan a la elección de reina y te enterás que habrá pasarela en traje de baño.
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SITIO
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En un mundo llamado
Arana
Yo vivo en un mundo llamado Arana. En Arana, el cristal es irrompible. Las sopranos y tenores deben hacer su máxima prueba con otro material, porque nunca alcanzan un tono que astille un cristal. Los científicos de Arana lograron lo que parecía imposible: descubrir un cristal que no se rompe ante algún esfuerzo físico. Las primeras veces, los habitantes de Arana compraban vasos, los aventaban desde una altura de mil metros contra las rocas; los golpeaban con mazos; los sometían a esfuerzos con taladros neumáticos; les pasaban máquinas compactadoras; los metían en prensas hidráulicas. ¡Nada! Los vasos demostraron su indestructibilidad. No sólo esto, sino que también eran indeformables. En cuanto la presión de miles y miles de kilos cesaba, los vasos regresaban a su forma original, como si fueran de caucho o de plástico.
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Sitio
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Este logro científico lo propició un suceso muy común en las sociedades humanas. Rodrigo subió a una silla para bajar un pomo de cristal donde su mamá guardaba las galletas de avena, pero al bajar el pie, el niño provocó, sin querer, un desplazamiento a la silla y Rodrigo perdió el equilibrio y el pomo cayó y se quebró. La mamá escuchó el estruendo de cristales rotos, bajó a la cocina, regañó a su hijo y lo castigó, le dijo que el siguiente domingo no iría al club de lectura. El Consejo de notables supo del hecho y llamó a la mamá de Rodrigo. Los notables le dieron que, según ellos era un jarrón japonés de porcelana muy valioso, de la dinastía Ming, y le impusieron que caminara descalza sobre una tabla mojada, completamente resbaladiza. La mujer comprendió la lección y ofreció disculpas. Regresó el jarrón de porcelana y levantó el castigo a su hijo. Cuando la mamá se retiró, los notables rieron y aventaron el jarrón contra el piso. El jarrón no se rompió, porque era de plástico. Conocedores de la veleidad del carácter de los seres humanos y reconociendo que no podrían dar lecciones permanentes, los notables decidieron que era mucho más sencillo descubrir un material que siendo cristal fuese irrompible. Desde entonces, en Arana todos los cristales no se quiebran, tampoco los espíritus de los niños.
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