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21 de marzo de 2017. Comitán de Domínguez, Chiapas Editor responsable: Alejandro Molinari

376 LA REVISTA QUE HABLA DE VOS

Fotogramas parlantes Fotografías de la quincena

Mi mejor maestro Arenilla


LA REVISTA QUE HABLA DE VOS

CONTENIDO 5. EDITORIAL 10. ZAGUÁN Arenilla: Mi mejor maestro

15. PATIO

Fotografías de la quincena

24.CORREDORES Fotogramas parlantes

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EDITORIAL

Yasunari Kawabata, escritor japonés, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1968. Se trata de un magnífco escritor al que hay que leer. Uno puede tener un gran acercamiento con la cultura japonesa, además de disfrutar de los diversos escenarios y entornos que plantea el autor en su obra. Una de sus mejores novelas es “La casa de las bellas durmientes”. Una historia fascinante que logra envolver al lector de principio a fin. El autor ofrece una lectura inteligente y es el lector quien completa el juego. Esta novela, precisamente, es la que se comentará en el Club de Lectura de la Librería Lalilu , el sábado 25 de marzo a las cinco de la tarde. “Pueden adquirir su ejemplar de la novela en su librería preferida, se vale también pedirla prestada, descargarla o buscarla en la biblioteca, lo importante en el club es compartir la lectura”, dice el promocional de la librería. Es cierto. Lo importante es compartir la lectura. Para todos los que quieran disfrutar de una buena novela, y viajar al mundo japonés, Kawabata y sus novelas son una buena opción.

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ZAGUÁN


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MI MEJOR MAESTRO ARENILLA Cuando era niño, entraba al cine y pensaba en los que estaban sentados cerca de mí. ¿Qué pensaban a la hora que miraban tal o cual escena? Sin duda pensaban otra cosa; es decir, a pesar de que mirábamos lo mismo, cada uno hacía una lectura diferente. Desde entonces supe que nadie coincide. Pero no entendí bien la lección, porque cuando estaba con mis amigos quería que ellos vieran lo mismo que yo. Esto me ocasionaba cierta frustración. No existía la coincidencia total. Coincidíamos en tiempo y en espacio, pero eso no era suficiente. Lo ideal (según yo) era coincidir también en pensamiento, en la lectura del mundo. ¡Qué tonto! Era una misión imposible. En mi adolescencia pensaba que mi pareja debía ser como un clon mío, buscaba la complicidad total. Volví a decepcionarme. Poco a poco entendí que la pluralidad de pensamiento es lo que hace la diferencia y enriquece el mundo. Sería un mundo aburrido un mundo donde todos vieran lo mismo. Cuando entendí esto, comencé a interesarme por el pensamiento del otro y supe que, así como había pensamientos a nivel de suelo, había pensamientos altísimos, que volaban donde sólo las águilas se atrevían; es decir, había miradas rata y miradas gacela. Si había necesidad (¡la hay!) de estar con otros, había que aspirar a estar cerca de las miradas águila, de las miradas gacela, de las miradas jirafa. Había que aspirar a mirar a través de las ventanas de pisos superiores. Así pues, si el cine, la pintura, el ballet, la música y demás artes reunían la mirada diversa de todos los tiempos, de todo el género humano, debía acercarme a aquellas miradas que se alejaban de la mirada topo, de la mirada cucaracha, de la mirada ratón.

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Desde entonces busco los mejores libros, las mejores películas, la mejor música. Como

Zaguán


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mi mirada es apenas de mosca, voy, poco a poco, tanteando, eligiendo caminos por mí mismo. Podría acercarme a alguien (mirada águila), como si fuese un adolescente en busca de un maestro, pero eso le restaría emoción a mi juego. Me gusta saberme con una venda, cinta que me quito sin necesidad de mentores. Bueno, tal vez me equivoco al decir que no tengo un mentor. Si alguien me hubiese dicho, hace treinta años, que mi maestro iba a ser alguien virtual, ¡no lo hubiese creído! Mi maestro se llama Google y, como todo mundo sabe, es el buscador más famoso del mundo. Y como yo soy buscador ando enredado en los caminos de míster Google. Cuando comencé mi búsqueda de miradas aguilucho y comenté la dificultad, en un mundo tan extenso, de hallar senderos ciertos, alguien me dijo: “Ah, pendejo, buscá en Google.” Y desde entonces volví verbo a Google y, al igual que medio mundo: Gugleo. En el Internet hay miles y miles de canciones. Es una discoteca infinita. Esto me permite, (casi casi como si fuese Jaimito, el cartero) evitar la fatiga de salir y, desde mi mesa de trabajo, tener acceso (gracias a Youtube) a miles de artistas diversos. Cada uno de éstos ha dejado una mirada diferente. Basta hacer un clic para comenzar a advertir quiénes han poseído la mirada más alta, la de torre Eiffel, la de cima de Everest. Ahí, de vez en vez, hallo miradas que conocí en mi niñez (cuando jugaba carritos y hacía carreteritas en la arena del sitio de la casa paterna), miradas que me acompañaron en mi adolescencia (cuando, desde una banca del parque central de mi pueblo, miraba desde lejos a la niña que me gustaba y que jamás me atreví a acercarme a ella). En este chunche están casi todas las miradas que me han acompañado en mi vida ¡y más! Lo nunca visto, lo nunca escuchado, lo nunca vivido. ¡Una de las maravillas es Google maps! El otro día, buscando las miradas linces, entré, sólo como juego, a Bloemfontein, en Sudáfrica. Nunca había escuchado tal nombre. ¿Bloemfontein? Entré y me pasé más de una hora visitando esa ciudad que, de veras, queda más allá de Yalchivol, mucho más allá. ¿Cuándo imaginé tal prodigio? Recorrí las calles de esa ciudad sudafricana y me asombré ante cada negocio que vi, que era muy diferente de la Proveedora Cultural, que siempre he tenido a la vuelta de la esquina. Ahora, gracias a esta búsqueda, tengo todo a la vuelta del mapa.


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El día que llegué a Bloemfontein (fuente de flores) fue como si viajara en el auto de la película “Volver al futuro”, porque “caí” en una banqueta, amplia, limpia, de Saint David Street. Una calle muy arbolada. Di vuelta a la izquierda y entré a un bulevar que me causó la misma impresión de limpieza y de amplitud. Como las banquetas son muy amplias, los autos están estacionados ahí, lo que deja completamente libre el arroyo vehicular. Al final de mi recorrido pensé que esa ciudad sudafricana es una ciudad lince. Pensé que debería regresar alguna tarde, para platicar con la gente y corroborar mi primera impresión. Mario me dijo que el autor de “El señor de los anillos” nació en esa ciudad. Margot dice que hay unos aparatejos, en tercera dimensión, que vuelven más real esta experiencia. Tal vez algún día conozca uno de ellos. Mientras tanto, me divierto caminando por calles y museos que están muy lejos de Comitán. Míster Google es un buen maestro. Me lleva a donde yo quiero, a la hora que deseo. Este mentor es muy tolerante y, sobre todo, no es un energúmeno, como algunos mentores que tuve en mi infancia y adolescencia. Este míster Google no usa la regla de madera para golpearme las manos, ni, como una maestra hacía, amarra la mano izquierda para que el niño zurdo no la emplee a la hora de escribir, porque, según ella, “Los zurdos eran hijos del diablo”. De niño, mi mundo era reducido y no sabía que existe gente que todo lo ve desde muy arriba, que no tiene necesidad de alzar la mirada para ver el cielo, porque han descubierto mil cielos en la tierra. Basta tocarlos a ellos, para tocar esos cielos. Un día supe que debía elegir a los que tenían mirada águila y, desde entonces, no dejo un solo día en conocer todo lo que en mi infancia y adolescencia no tuve, por vivir en un pueblo alejado, muy alejado, del universo. Un universo que ahora lo tengo al alcance de la mano, de la vista y del corazón.


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Fotografías de la quincena

PATIO


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“Mudencos. Estos no saben que soy San Caralampio y no San Antonio”.


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Cuando los albaĂąiles comitecos juegan y hacen minions en la pared.


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“Los de adelante corren mucho y los de atrás… de nada sirve, ¡nadie pasa por acá!”.


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“¡Mierda! Si me hubiesen dicho que esto era llegar a setenta y más ¡no llego!”.


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Cuando de todo se aprovechan: “¿No sabés dónde ir? Ah, quedate con la Coca sin azúcar.”


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CORREDORES


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FOTOGRAMAS

PARLANTES

Corredores


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Casual, vos intentando cruzar una calle. ¿Dónde quedó aquello de que “El peatón es primero”?

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Corredores


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Cuando los “polis” van ganando, pero luego aparece el líder de la organización.

Corredores

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Nunca le pongรกs el cuerno a una mujer bien ejercitada.

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Corredores


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Cuando hay tanto olor a hule quemado en la ciudad, que ni siquiera a tu perro lo hacĂŠs salir de casa para pasear.

Corredores

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Cuando te cuentan un chisme buenĂ­simo, pero te hacen prometer guardar el secreto.

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Corredores


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