27 de mayo de 2012 - Comitán de Domínguez, Chiapas
Entrevista con: Marcos Ramos Penagos, nieto de Tío Tavo. Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez.
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Contenido 6.– EDITORIAL: Tío Tavo. 7.– ZAGUÁN: Galería. Fotografías de la quincena. 14.– PATIO: Casa de citas. Abril. Autor: Héctor Cortés Mandujano. 26.– BALCONES. La visita a La Ibero. Autor: Enrique Robles Solís.
30.– CORREDORES. Entrevista con: Marcos Ramos Penagos. Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez. 36.– ACTUALIDADES. 42.– MOJOL: La cruz del milagro. 44.– En nuestro próximo número:
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. Editor responsable: Alejandro Molinari Contacto: alejandromolinaritorres@gmail.com
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Porque nada es para siempre, un día Tío Tavo Penagos murió. Al día siguiente Comitán entendió que un elemento fundamental de la Época de Oro de la Cantina Comiteca se había esfumado. Marcos Ramos, su nieto, asegura que El Cuadro de Honor que Tío Tavo tenía en su cantina aún existe. ¿En dónde? Él sabe. Este Cuadro de Honor estaba colgado en una pared de su cantina, ahí estaba una serie de fotografías tamaño infantil de los clientes más asiduos y fieles. Los parroquianos, mientras esperaban que Tío Tavo les sirviera una Macharnuda, miraban el Cuadro. Algunos soñaban con estar incluidos en él. Tal vez algún recuerdo de los años escolares se colaba por ahí. Porque hay personas que nunca estuvieron en un Cuadro de Honor en la escuela primaria. Tal vez, por esto, Tío Tavo, como compensación, inauguró el Cuadro de Honor de su cantina. Porque para aparecer en el de la escuela era necesario tener DIECES en todas las materias; en cambio, en su cantina bastaba con beber traguito. Y para esto último no hace falta mucho esfuerzo, basta con la constancia del bebedor. Un día, Tío Tavo murió y Comitán se quedó un poco tunco. Ahora sólo nos queda continuar brindando por su memoria; sólo nos queda la compensación de acordarnos de sus dichos. “¡Tío Tavo, más botana!”, gritaba algún bolo y él, limpiándose las manos con un trapo rojo que siempre tenía sobre la barra, decía: “¡Es botana, no es comida!”. Ahora, con cierta nostalgia, reconocemos que en las cantinas (que ahora se llaman Restaurantes familiares) no hay mucha botana de dónde cortar. Ahora se reconocen las cantinas por sus nombres, pero no más por sus dueños. Ahora vamos a la Casa Rosada o a La Granja. Antes, los alegres bebedores iban con Tío Tavo. Se murió y algo del Comitán verdadero se fue con él.
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Fotografías de la quincena
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Fotografías de la quincena
¿La cadenita es como una premonición del mundo que le espera a la novia? ¡Gulp!
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Fotografías de la quincena Y Chac está enojado y no nos manda agua.
¡Ja, estamos jodidos todos ustedes!
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Fotografías de la quincena Oí, ¿qué hacés?
Acá, “seleccionando” ladrillos.
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Fotografías de la quincena A lo que hemos llegado, Dios mío. Miren ahora cuál es el pan nuestro que tenemos en la mesa.
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Fotografías de la quincena
Comitán es privilegiado. Acá tenemos una nave interplanetaria.
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Hace tiempo, en otra serie de columnas (“De varia intención”), escribí este texto sobre una de mis perras, mi consentida: Abril. “Tiene en su mirada el dejo impertinente de quien se sabe más inteligente que las otras, que los otros. Tiene claro, además, que es bella y por eso se mueve con displicencia y acepta las caricias con el desdén que tienen los dioses por las ofrendas humanas: merezco más, pero con esto me conformo. “En lo que entiende como necesario, ladra todas las noches a una hora determinada sin más afán, pareciera, que decir a quienes la escuchen que aquí vive ella, que nadie intente entrar sin su permiso. Cuando calla, su negrura, camuflaje ideal, se confunde con la noche. Y puede volverse un salto oscuro y mortal. Su corpachón y la frialdad de su carácter la vuelven temible. Sin embargo, en manos de su naturaleza, en días de brama, se entregó al primer perro que la requirió en amores y, pese a las duras sentencias de su ama, en un alumbramiento múltiple, parió nueve perritos. “Se convirtió en la mamá perfecta. Dedicaba energía y tiempo completo a sus cachorros. Cuando presintió la lluvia, una tarde, cambió su residencia (un hoyo al pie de un árbol) a nuestra bodega. Llevó, con mordidas suaves de su hocico, a sus hijos, uno a uno. Pasada la lluvia salió de nuevo y se instaló en otra parte, eludiendo la casa de perras, que existe inútilmente, pues ninguna de las cuatro ha querido ocuparla nunca. “En un golpe de audacia, cuando vio que la puerta de nuestra casa estaba abierta, decidió meter a sus bebés. No alcanzó a hacerlo. Su ama se quedó con ellos un buen rato mientras Abril revoloteaba cuidándolos desde fuera. “Murió uno. Ella, sin inmutarse, abrió un hoyo al pie de una enorme benjamina; depositó el pequeño cadáver y cubrió la improvisada tumba. Creció a la camada hasta que lo consideró prudente y luego se hizo a un lado.
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“Parece que la maternidad, en la que fue eficaz, irreprochable, no le interesa más. En sus nuevos días de brama muestra indiferencia por los perros que ladran, aúllan, pegados al portón de entrada, con la desesperación del que muere de sed frente a la fuente. “Los ve con sus ojos fríos, con lástima, con desprecio. Pinches perros. “En cambio, creció su amor por mí y ahora, cada que quiere (su indolencia es proverbial), salta, me pone sus patas delanteras sobre el pecho y acerca su rostro al mío para darme un beso. Si yo fuera un perro, claro, no dejaría pasar la oportunidad de tener entre mis patas a una preciosidad como ésta. Guau.” Qué esperanzas. La Abril, una vez recuperadas sus fuerzas, tuvo dos camadas más y, como amantes, a una veintena de perros. Su último embarazo, el cuarto, la halló ya entrada en años y con pocas fuerzas. Pensábamos operarla antes, para, como dicen las liberadas, lograr que su sexo no fuera fábrica de hijos sino parque de diversiones. No lo hicimos. Creímos que su ardor sexual disminuiría. Nos equivocamos. Determinante y atrevida como era, rompió con sus dientes los alambres necesarios para escabullirse. Tapamos ese hoyo e hizo otro. Su nuevo embarazo fue problemático desde el principio. Cuando ya estaba cerca el alumbramiento mató y se comió, sin que mi mujer pudiera evitarlo (ya tenía medio animal en su bocaza), una ardilla con todo y cola. Le vino una infección fatal y tuvo un aborto. La operaron de emergencia y siete de sus nueve cachorritos, en una flagrante contradicción natural, nacieron muertos. Abril regresó de la anestesia, sólo para morir. Nació y murió en el mes que le dio nombre. La Kira es una pastora alemana de raza pura. Es enorme y juguetona, pero ha sido feroz cuando se ha presentado el caso. Es joven e infatigable, y su comportamiento parece el de una cachorra. Nos llamó la atención que no se despegara de la Abril en los pocos minutos que pudo estar de nuevo en casa, agonizando. Apenas murió ésta (con la que no tenía buenas relaciones, pues sus caracteres eran diametralmente opuestos) tomó a los bebés como suyos. Se lo permitimos. Nos sorprendió su cambio de actitud: dejó de ser la niña y se convirtió en una madre preocupada que no dejó sin cobijo ni un minuto a las dos cachorritas sobrevivientes.
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La primera noche, la crucial, mi mujer alimentó a las pequeñas, bajo la atenta vigilancia de la Kira. A partir de la segunda fui yo quien tenía que levantarse a específicas horas de la madrugada para darles leche. Las chiquitas encontraron en la panza de su improvisada madre unos pezones pequeños que comenzaron a succionar. La Kira parecía feliz con aquello; se comenzó a poner inquieta al poco porque no podía acallar sus protestas ante unas mamas que no producían alimento. Allí entraba yo y en la segunda noche la Kira me veía ya como el papá de sus hijas. Parecíamos un matrimonio bien avenido. Su impericia y su nerviosismo, creemos, produjo la tragedia de la tercera noche: una bebita amaneció muerta. La aplastó con su corpachón, pensamos. Ya no la dejamos con la única que quedaba y mi mujer en el día, yo en la noche, alimentamos y acariciamos a la nena que se comportaba con viveza. En la cuarta noche pensé que si alguien hubiera tomado la imagen del hombre en bóxer y camiseta, sentado sobre la alfombra, recargado sobre los pies de la cama, de madrugada, bajo la luz de la lámpara de buró, tal vez hubiera sido una imagen dulce o ridícula. Pero la Bibi, como ya le decíamos, chupaba muy bien su mamila, hacía sus necesidades y se movía con la débil fuerza de sus pocos días. En su quinta noche, a la una de la madrugada, casi no tomó alimento y se quedó dormida sin mucho movimiento. Casi amanecía, eran poco más de la cinco, cuando decidí avisar a mi mujer (que ayuda a cuidar a nuestro nieto algunas noches) para que viniera a ver a la pequeña: no comía y mostraba dificultades para respirar. Decidimos meter a la Kira para que la lamiera y estimulara. No tuvimos éxito y le nena murió cuando el día llegaba. A mí, que igual que Rosario Castellanos “tengo descompuesto el mecanismo de las lágrimas” (cito de memoria), las muertes no me dan tristeza, sino me hacen amar más la vida. (La línea poética me llega sin pensarla, porque he recibido de mi queridísima Linda Esquinca un regalo más — me ha dado muchos y lindos regalos—: el CD “Poesía” de Rosario Castellanos, editado por la UNAM, con una gran colección de poemas en voz de la autora. Un banquete.)
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*** Invitado por Raúl Ortega participé con un texto (Miguel Lisbona y Javier Espinosa Mandujano también hicieron lo propio) en el libro Retratos de familia. La familia chiapaneca en el siglo XXI, editado por el Coneculta-Chiapas, en 2010, que contiene las imágenes tomadas por ocho profesionales de la lente: Luis Jorge Gallegos, Jesús Hernández, Fabián Ontiveros, Raúl Ortega, Ernesto Ramírez, Alexis Sánchez, Ariel Silva y Juan Manuel Díaz Burgos. Escribí un texto con ocho puntos, uno por cada propuesta fotográfica, que llamé genéricamente Hacer juntos la vida y la familia. Éste es el punto número uno de mi texto: “1. El centauro y la colegiala. No es hacer un retrato de celebridades. No se tiene iluminación especial ni condiciones de privilegio. Se trata de llegar a una comunidad donde uno es desconocido y explicar el sentido de nuestra labor: tomar una foto a la familia. “¿Hasta dónde llega la familia? Hasta donde llegue el amor: no sólo padres, abuelos, hijos; sino tíos, sobrinas, cuñados, ayudas domésticas, amistades, mascotas. “Allí el fotógrafo tiene que volverse ojo eficaz, vista perfecta, dedos seguros para que al oprimir se haga la imagen. “Tiene sólo un instante para lograr la maravilla. “Los grupos familiares muestran sin ambages el mobiliario heteróclito de sus casas, que incluye en muchos casos altares, instrumentos de labor campesina, de bordado, de música. Hay detrás de los retratos iglesias, árboles, agua dulce y salada, montañas que evidencian la orografía chiapaneca. “Se muestran con orgullo banderas, máscaras, vestuarios de baile. Las paredes devienen museos populares en una mezcla caprichosa que hermana a Jesucristo con un puma y adornos varios que transforman el espacio cotidiano en una explosión colorida, en un modo de evidenciar la alegría por vivir. “No todos en la familia están vivos y por eso es necesario fotografiar un panteón. Se trabaja y por eso los músicos muestran sus instrumentos musicales, los galleros sus gallos, los artesanos sus máscaras. “Y hay, claro, la imagen del amor: el joven jinete que besa a la colegiala y luego, ya convertido en centauro, se va para volver mañana, para después hacer con ella el objeto de este libro, de esas vidas: una familia.” El libro se presentó en una fecha en que no pude estar presente. Días más tarde y en una cena donde conviví, entre otras, con Marvin Lorena Arriaga (entonces directora del ConecultaChiapas) y la siempre grata y querida amiga Ana María Avendaño recibí la generosa oferta que,
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luego de que pude organizarme (porque he andado de un trabajador que ni yo sé cómo le hago para andar en tantas marinolas), se concretó en la feliz posesión de varios ejemplares del libro de fotografías a que he aludido y de cuidados tomos (en coedición con el Fondo de Cultura Económica) de la obra completa de Rosario Castellanos, y de los más recientes libros del Premio Internacional de Poesía “Jaime Sabines”, y de los que se han editado en los últimos años del Premio Nacional de Novela Breve “Rosario Castellanos” y varios más que me han dado gozo enorme. El regalo es, pues, no de una cajita, sino de una caja feliz. Muchas gracias a Marvin, muchas gracias a Anita, muchas gracias al ConecultaChiapas. Regalarme libros a mí es como poner agua en la raíz de un árbol sediento.
Contactos: hectorcortesm@hotmail.com
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4a. calle norte oriente No. 10 Comitán de Domínguez, Chiapas
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En el video que presentó milenio noticias, el candidato Peña Nieto se ve con el rostro desencajado, molesto, preocupado, enojado, arrepentido. No esperó jamás la respuesta de un grupo de la comunidad estudiantil, en la que lo increparon, lo corrieron, lo abuchearon, en la que, en términos reales, le hicieron saber dos cosas: que no fue bienvenido en su Universidad y que, desde luego, no lo quieren como Presidente de la República. La respuesta de sus corifeos, Luis Videgaray y Pedro Joaquin Codwell, fue la esperada por todos, es la esperada en los ámbitos de la política a la mexicana, minimizar los hechos y hasta atreverse a afirmar que los estudiantes “rebeldes”, no eran estudiantes de la Ibero, sino infiltrados y hasta pagados por sus rivales. En el sentir de su equipo de campaña, el candidato no se merecía esa respuesta, porque es el candidato que encabeza las encuestas, es el más guapo, el que más gente reúne en los mítines, el que se casó con La gaviota, el que se viste bien, el que se peina bien, el salvador, el mesías. ¡Cómo hacerle eso! Evidentemente ni el propio candidato, ni su equipo de campaña, midió los riesgos de ir a la Universidad Iberoamericana, no sabían, o al menos no imaginaban, que en esa Universidad, también hay gente pensante, jóvenes que están al tanto de los problemas del país, jóvenes que finalmente son y serán el futuro de México, que, la mayoría, tiene libertad para expresarse, para discernir, para opinar, para pensar libremente y eso sucedió en la Ibero, se dio un componente de libertad que es parte de la fiesta de la democracia. La Universidad Iberoamericana, en su mayoría está compuesta por estudiantes con posibilidades económicas, de familias acomodadas, de gente con dinero, que manda a sus muchachos a prepararse para el camino de la vida; estos jóvenes, en su mayoría, son estudiosos, responsables, conscientes de su porvenir, porque saben que al prepararse debidamente, estarán en condiciones de preservar su status económico, dirigir la empresa de la familia, preservar sus condiciones acomodadas que les brindan una vida placentera y de comodidades, esto es, ¡se ganan a pulso su futuro!, muchos ya no son los hijos de papi de Luis de Alba. Giovanni Sartori, uno de los politólogos más influyentes en la historia de la humanidad, en su libro titulado: “Democrazia cosa e”, entre muchas cosas dice, mutatis mutandis, que los jóvenes deben de participar en política, hablar, decir, ser parte de ella, porque así se garantiza la democracia. Estoy seguro que muchos de los jóvenes que corrieron a Peña Nieto, no han leído a Sartori, sin embargo, es connatural a su condición de jóvenes, la “rebeldía” de expresar lo que sienten, lo que quieren, lo que piensan. Opinar lo contra-
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rio y afirmar que son infiltrados y hasta manipulados, es atentar contra la imagen pulcra y honesta de una juventud estudiosa y participativa. Nadie va a creerle a los defensores del candidato correteado, deberían ponerse a pensar que la improvisación, la manipulación y la mercadotecnia, traen como consecuencia respuestas de ese tipo. Bien por los jóvenes de la Ibero, con tolerancia pero con decisión y valor, utilizando su derecho de participar en la fiesta de la democracia. Las añoranzas del poder y los sentimentalismos añejos, ya quedaron para el recuerdo. Sin duda, en estos tiempos se revitaliza y actualiza aquella inolvidable frase de Salvador Allende, cuando dijo: “ser joven y no ser revolucionario, es una deficiencia hasta biológica”
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ENTREVISTA CON: MARCOS RAMOS PENAGOS
Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez
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Marcos Ramos Penagos es Gerente de la planta de Gas-Com, Comitán, nieto de don Octavio Penagos Alfaro, mejor conocido como Tío Tavo. Hombre cuyo sentido del humor, responsabilidad y cálido trato a sus clientes en su cantina, dejó una huella muy valiosa en Comitán. Al respecto, Marcos responde las siguientes preguntas: ¿Qué recuerdo tiene de su abuelito Tavo? Era una persona muy conocida. Lo recuerdo siempre de traje, corbata y su sombrerito, zapatos bien boleados, bien afeitado, parado allá en la puerta de su casa. Siempre con traje, él murió con traje. Lo recuerdo ya retirado del comercio, de la cantina. En su casa el primer cuarto que había en la entrada ¡era su cantina! Toda la familia que llegaba y conocidos los pasaba a tomar una macharnuda, nunca faltaba la botanita. Si íbamos los de la familia nos decía ‘vamos hijos, vamos a tomar un aperitivo antes de pasar al comedor’ y nos daba una macharnuda y ya entrábamos con más hambre. Es como un icono, como El deLey, La Hilaria, varios personajes que han existido en Comitán. Él falleció en 1996, a los 99 años. ¿Qué es la Macharnuda? La macharnuda es una bebida típica de Comitán desde hace muchos años. Mi abuelo Tavo la hizo acá, nunca la patentó. Es una bebida a base de comiteco pero el compuesto es un secreto de la casa. Lo hacía mi mamá, cuando falleció se lo dejó a mi papá. En la cantina de mi abuelito entraban los señores o los muchachos y lo único que se pedía ahí era la cerveza y la bebida del macharnudo; en ocasiones otras bebidas como la muchachita, el changel, la monjita arrepentida, que también él los elaboraba. Mi abuelito siempre servía sus bebidas acompañadas de una botanita, la clásica botana en Comitán; si iban cuatro personas, eran cuatro pedacitos de chicharrón de hebra que pasaba, el pan compuesto lo partía en cuatro pedazos y lo pasaba para cuatro personas, muchos decían que hasta con gillete lo partía por lo pequeñas que eran las porciones. Muchos de los clientes le decían ‘a pue’ tío Tavo ¿qué no va haber más botana?’ y él les contestaba ‘Si caso es comida hermano, andá a comer en tu casa, aquí es botana’. Cuando tenía su negocio te preguntaba ‘¿pa’ cuántas cuadras lo querés?’ Y le contestaban por ejemplo, vivo como a unas diez cuadras; lo preparaba y exactamente ¡ahí caía bien bolo! Si tenías que ir hacer otro tu mandado quedabas por otro lado pero a las diez cuadras. Da risa, pero qué bárbaro, decían: ‘anda con tío Tavo porque es exacto, onde decís ahí te deja’.
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¿Cuál era el nombre de la cantina? Era La Marina. Era más conocido como ‘vonós ca’ tío Tavo’. En un principio él tenía mesas de juego, había mesas de billar y mesas donde se jugaba ajedrez, dominó, cubilete. Fue uno de los primeros en tener juegos de mesa. Era la cantina más grande. Aparte de cantina, era chocolatería; sus bomboneras siempre estaban llenas de dulces, de chocolates y dulces típicos de la región. Ese era el frente y más adentro ya estaba toda la cantina. La Marina estaba frente al parque central, donde ahorita esta Milano, todo lo que era antes la CONASUPO, todo ese lugar era su cantina. A mí me tocó conocer La Marina pero la que estaba sobre lo que es la calle donde está la zapatería Tres Hermanos, ahí estaba su cantina ya chiquita. La primera fue la que estuvo en los pasajes y después frente al parque por donde estaba la XEUI. Recuerdo que las puertas eran de cantinas del oeste, las de ir y venir. ¿Qué significó para usted ese espacio? Era de mucha tradición el ambiente, único. No he vuelto a ver una cantina así en Comitán. Hay muchos lugares botaneros muy ricos ahora, pero realmente La Marina tenía el toque especial del tío Tavo. Mezclaba el ambiente de copa con lo de dulces; un niño entraba a comprar rápido y salía corriendo porque era cantina. También vendía el pan compuesto, era una bañadita de tantito frijol, carne de pierna bien fileteada pero delgadita que le ponía, con vinagre, pedazos de cebolla y tomate; era un sabor muy especial, era un pan compuesto riquísimo, el sabor era único. Entrar al baño de los hombres era especial también, porque ver puras mujeres desnudas era el chiste, estaba tapizado de mujeres desnudas. Ahí entraba puro hombre, no como ahora que los bares y cantinas son familiares, antes ni en la puerta podía pasar una mujer a espiar. ¿Su abuelita participaba en los trabajos de Tío Tavo? Si, ella preparaba la botana. Tenían una casa muy grande y había una cocina en la parte de atrás donde se preparaba todo lo que mi abuelito servía en su cantina. El muchacho que tenía mi abuelito, El Chorizo, le decían, iba todos los días a la casa de mi abuelita a traer todo lo que habían comprado para que se lo llevara a la cantina. ¿Qué opina sobre la mecánica de la cantina? Siento que era muy inteligente porque realmente cuidaba el orden. Siempre estaba muy pendiente de que no salieran tan mal de la cantina, siempre los sacaba caminando a todos, era uno de sus objetivos. Aparte de que era negocio trataba de que la gente regresara otra vez contenta y que no se llevara una mala imagen de su negocio. Ahora no, ahora cada persona es responsable de sus actos. Te cuidaba como si fueras de la familia.
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En primer plano: Tío Tavo y su esposa.
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¿Cuál es el legado que dejó Tío Tavo? Muchos cantineros o dueños de un bar acaban un negocio por estar conviviendo con los mismos clientes. Él dejó un legado muy bueno, realmente dejó una imagen siempre positiva. Nosotros nunca lo vimos tomado, ni todo fachoso, jamás lo vimos mal; es un buen ejemplo que nos dejó a todos los hijos y a nietos. Siempre fue una persona responsable, no molestaba ni ofendía a nadie. A veces se molestaba con sus propios hijos y decía ‘si el trago es pa’ que lo disfrutemos no pa’ que nos disfrute, hay que saber tomar’. ¿Con qué sabores definiría a los comitecos? Su gente, sus calles, su tradición en los dulces típicos, panes compuestos, la butifarra, sus lugares turísticos. Somos personas muy tradicionales. El comiteco es agradable, servicial, atento, quien viene lo atendemos muy bien, se va con buen sabor de boca, somos personas que sabemos cobijar bien a nuestro visitante. Así como mi abuelo Tavo, acá en Comitán hay mucha gente que ha dejado su huella, su leyenda. Los que estamos todavía y conocemos tradiciones de hace años y somos nacidos de Comitán debemos conservar esas tradiciones y esos recuerdos; es muy bonito platicarlo y recordarlo pero, desgraciadamente, con los años esto se ha ido perdiendo.
Marcos asegura que es necesario el rescate de todos los valores e ideas, como los de Tío Tavo y enfatizó la importancia de correr la voz para que Comitán se identifique como una ciudad llena de tradiciones, colorido, folclor, una ciudad bonita y limpia; llena de hombres que le dan luz a esta tierra.
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Programa del 22 de mayo de 2012. Invitados de honor: Maestro David Castillo e integrantes de la Orquesta de la Academia de Música Arcangelo Corelli. El maestro David -Director de la Academia– explicó que durante varios años ha sembrado la semilla del arte en niños y jóvenes comitecos. En la fotografía: En la fila posterior: Sandra Elizabeth García Sánchez (asistente); José Miguel Rach (piano); el maestro David; Marcos Antonio López Sánchez (violín); Jorge Alejandro Guillén Morales (viola); Andrés de Jesús Argüello Varela (concertino); Julio Altuzar (El Muñeco). En la fila del frente: Paty; Yesenia Escobar Interiano (violín); Saraí Rodríguez Ramos (violín); Lía Jiménez Godínez (viola); Paulina Guadalupe Castellanos Argüello (violín) y Sayuri Espén Rodríguez (violonchello). Crónicas de Adobe también se escucha por Internet www.imer.gob.mx Martes, de 3 a 4 de la tarde.
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Presentación del libro Educación y cultura, prospectiva desde Chiapas, del Dr. Jorge Paniagua Herrera. A invitación del Honorable Ayuntamiento de Comitán 2011-2012, del Seminario de Cultura Mexicana y de la Universidad Mariano N. Ruiz, se realizó la presentación en el Teatro de la Ciudad, de la ciudad de Comitán de Domínguez, el pasado viernes 25 de mayo, a partir de las siete de la noche. Como presentadores acudieron: el profr. Jorge Gordillo Mandujano, la historiadora María Trinidad Pulido Solís, el profr. Francisco Trujillo Narváez y el propio autor. Al final del acto, el Dr. Paniagua Herrera entregó constancias a quienes conforman la corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana, en la ciudad de Comitán.
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Radio IMER—Comitán y el Centro Cultural Rosario Castellanos organizaron una lectura de la obra de Rosario para celebrar un aniversario más del natalicio de la escritora. Dicho acto se efectuó en Radio IMER, el pasado viernes 25 de mayo, de once a doce del día. Alumnos de la Universidad Autónoma de Chiapas y del Colegio Mariano N. Ruiz acudieron a leer fragmentos de la obra de la comiteca. Asimismo, destacados intelectuales hicieron acto de presencia para compartir con los oyentes una de las obras más importantes de la literatura mexicana.
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Con la coordinación del Ing. Efrén Luna, titular de la materia: Cultura y vida comunitaria, alumnos del Tecnológico Regional de Comitán organizaron una serie de conferencias y exposiciones acerca del tema: “Historia y cultura de Comitán”. Evento cultural de gran trascendencia donde se puso de relieve el conocimiento que los alumnos han logrado adquirir. Una de las premisas fundamentales fue la necesidad de que la juventud se apropie de los elementos culturales autóctonos y de la preservación de los mismos. ¡Felicidades a los organizadores!
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EN NUESTRO PRÓXIMO NÚMERO
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