24 de junio de 2012 - Comitán de Domínguez, Chiapas
En este número: CASA DE CITAS de Héctor Cortés Mandujano. ********* EL DÍA DEL PADRE de Enrique Robles Solís ******** PRESENTACIÓN DE LIBRO de Alejandro Utrilla Alvarado
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
Comitán, ciudad que habla de vos
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Contenido 6.– EDITORIAL: Sencillez. 7.– ZAGUÁN: Galería. Fotografías de la quincena. 14.– PATIO: Casa de citas. El corazón del imperio, I. Autor: Héctor Cortés Mandujano. 28.– BALCONES. El día del padre. Autor: Enrique Robles Solís.
31.– CORREDORES. Entrevista con: David Castillo. Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez. 38.– ACTUALIDADES. 42.– MOJOL: Presentación de libro. 46.– En nuestro próximo número:
Julio César Culebro
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¿EL MEJOR LUGAR PARA DISFRUTAR?
CENTRO TURÍSTICO LOS ROBLES CHUCUMALTIC KILÓMETRO 3.5—CARRETERA A UNINAJAB
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¿Qué elementos se conjuntan? Al fondo: el templo de Santo Domingo; al frente: unos pedazos de lazo y como asiento unos cartones. ¡No más! La niña construyó el mejor columpio del mundo, lo hizo en un árbol del parque central de Comitán. Tal vez esto es una muestra de cómo construir el mundo con sencillez. Comitán, lo han dicho muchos comitecos, no necesita el cable coaxial de la modernidad, sino el hilo luminoso de su identidad. ¿Qué elementos conjunta la armonía? Los hilos más sencillos del universo. Que los gobernantes comprendan que Comitán necesita los servicios básicos para vivir con tranquilidad; que existan las condiciones suficientes para trabajar de manera honesta y ganar el sustento. No hay necesidad de los toboganes de oro, basta con un cordel de luz.
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Fotografías de la quincena
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Fotografías de la quincena
Y ahora México se escribirá con G de gato.
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Fotografías de la quincena
Y acá sí San Caralampio no dice ni pío.
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Fotografías de la quincena
En Comitán nos echamos “rapiditos” a media calle.
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Fotografías de la quincena ¡Ay, es que yo siempre soñé con ser un auto!
Y se mira que tiene’sté buena carrocería y que sos’té 4x4.
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Fotografías de la quincena
Está viejo, pero todavía reverdece.
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El plan, nacido varios meses antes, era irnos los cuatro (Efraín, Pillita, mi mujer y yo) a pasar 17 días a New York. Viviríamos en el departamento de Celina, hija de nuestros amigos, en la 40 St., esquina con 2ª. El día está a punto de llegar. Pillita habla para decir que tiene los boletos comprados y confirmados. —Cuando la noche esté cayendo sobre Manhattan, nosotros estaremos aterrizando en el aeropuerto JFK, en pleno corazón del imperio. Mientras Pillita, quien será durante el viaje guía y traductora de inmejorable buen humor, se enfrenta a la máquina que nos dará los pases de abordaje en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, hago explícito a Efraín el comentario que traigo atorado desde que llegamos. —¿No sientes un mal olor penetrante, como de algo agrio, echado a perder? —Sí. —¿Y por qué veo a todos tan normales, no lo sienten? No me contesta. Cuando hemos hecho los trámites y andamos buscando un lugar para sentarnos a esperar la hora de abordar, por lo menos frente a una taza de café, se detiene ante una mujer vestida como personal del aeropuerto: —Disculpe, ¿qué es lo huele mal? —La basura —dice ella—, este es, aquí, el olor de todos los días. *** Cuando hacíamos maletas, mi hija, quien nos explica teórica y prácticamente una técnica para que quepan mejor las cosas, puso el grito en el cielo cuando vio que yo tenía una pilita de seis libros para meter en el equipaje. —No, no, no, de ninguna manera. No vas a llevar esa librazón; vas a pasear, no a leer. Mi mujer apoya la idea y disfruta, risueña, de la teatralidad con que mi hija se hace la remolona para guardar los volúmenes. —Hija, le digo, hay un montón de colas y esperas por hacer en los aeropuertos de Tuxtla, el DF, New York; también leo en los vuelos, mientras los demás se duermen. Voy a llevar libros, eso es innegociable. —Bueno, pero nomás la mitad, escoge. Tal vez tenga razón, pienso mientras le paso tres y ella los guarda. Uno de ellos, que parecía escogido a propósito del viaje, y no, es George Steiner en The New Yorker (Fondo de Cultura Económica-Ediciones Siruela, 2009), que empiezo a leer en el vuelo al DF, mientras mi mujer descansa con los ojos cerrados.
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Antes de salir de Tuxtla presentamos ante varias personas, que quizá nos ayuden a producir, la primera parte de la primera ópera que escribo, Chiapas, tierra de México. Roberto Peña Quesada, director de la Sinfónica de Chiapas, compone la música y dirige la orquesta. Lupita Guillén, soprano, es la cantante protagónica. Yo estoy encantado con los resultados hasta ahora y los comentarios de nuestros primeros escuchas nos dan muchas alas. Ojalá todo camine así, como parece. Sólo me falta una canción por escribir (un aria, precisaría Roberto) y la inspiración me llega en el vuelo. Uso las páginas finales en blanco de este libro de Steiner. Ya está. Fin. *** Ya he hablado en varias ocasiones de cuánto me maravilla la inteligencia y la erudición de Steiner. En este libro, selección de textos publicados en el New Yorker, entre 1967 y 1997, hallo nuevos motivos para admirarlo. El texto más extenso, “El erudito traidor”, se refiere a Anthony Blunt, quien, entre otras cosas, era homosexual. Dice Steiner sobre ello (p. 51): “Ni la sociología ni la historia cultural, ni la teoría política ni la psicología han empezado siquiera a abordar de manera solvente el extenso tema del papel que ha tenido la homosexualidad en la cultura occidental desde finales del siglo XIX. “El asunto es tan difuso y de tanta complejidad metodológica y emocional que requeríría una combinación de Maquiavelo, Tocqueville y Freud para producir el gran libro que falta. Apenas hay una rama de la literatura, la música, las artes plásticas, la filosofía, el drama, el cine, la moda y los accesorios de la cotidiana vida urbana donde la homosexualidad no haya tenido una participación fundamental.” Sin embargo, continúa, es sorprendente la ausencia de homosexuales en las ciencias puras y aplicadas. En la ciencia, dice Steiner, se ha avanzado tanto que (p. 57) “hoy, los alumnos de segunda enseñanza resuelven ecuaciones inaccesibles a Newton o a Gauss; un estudiante de Biología podría dar clases a Darwin. Lo que pasa con las humanidades es justamente lo contrario”. Aquí, aunque este autor dice que es imposible demostrarlo lógicamente, se sigue afirmando (lo vuelve a decir Bloom en un libro que también me llevé) que no ha surgido hasta el momento un escritor (p. 58) “que iguale y mucho menos exceda a William Shakespeare”, ni en música alguien cercano a la abundancia y calidad de Mozart y Schubert. En el texto sobre el músico vienés Anton Webern cita sus palabras (p. 74): “Ni un solo momento me he desanimado”. Los escépticos, los detractores, los ignorantes “siempre me han parecido ‘fantasmas’ ”.
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Dice en “De profundis” una verdad que a veces olvidan los que creen tener miles de amigos cibernéticos (p. 76): “Si tenemos una vívida percepción interna podemos visualizar, podemos enumerar y, hasta cierto punto podemos identificarnos con cincuenta personas, tal vez con cien. Más allá de esto se extiende el cómodo limbo de la abstracción”. *** Aterrizamos en el JFK. En la larguísima cola que hay que hacer para pasar por la aduana gringa hay una muestra de lo que será nuestra estancia aquí: la diversidad de razas. Negros, blancos, amarillos que hablan, hablamos, lenguas distintas. Dicen que New York recibe un millón de visitantes todos los días y esta fila que avanza con tanta lentitud parece confirmarlo. Muchos somos los que, salvo por la charla coyuntural con nuestros acompañantes, no soltamos el libro, lo que también será parte de la cotidianidad en parques, camiones, metro: gente leyendo. Parezco recordar el olor nauseabundo de aeropuerto mexicano, pero no, ya hay quienes se tapan como pueden las narices: es de nuevo un olor a basura. Por fortuna aquí la pestilencia está focalizada. Te mueves y uf, qué tranquilidad. No pensé que el primer punto de encuentro entre mi país y éste fuera esto. Comemos-cenamos en un restaurante francés. Sin querer oigo a los comensales de junto. Parecen, por el acento, uruguayos. Están en las últimas de su relación, es evidente. Hablan en voz baja, aunque luego el hombre, desatado, sube el volumen. Dice que él ha puesto más, que ella sólo se ha dejado querer, que ha tenido una actitud pasiva. Le escucho una frase que me sorprende y que trato de interpretar: “Vos te ponés siempre muy karaoke”. El mesero resulta mexicano (como será habitual en lo sucesivo, aunque tal vez les ganan los ecuatorianos) y conversa con nosotros cada que se acerca a nuestra mesa. Nos dice: —Ustedes vienen a pasear a Nueva York y yo ya estoy harto de esta ciudad. Salgo mañana de vacaciones y me voy al campo, donde no haya ni televisión. Vamos a la calle Broadway, que es, como su nombre indica, un camino ancho. Allí vemos la hora. Son las doce de la noche, pero la luz que irradian los altos edificios, las enormes pantallas, las marquesinas hace creer que es medio día. Las imágenes de esta competencia de anchas y largas pantallas son incesantes y se refieren, claro, algunas, a escenas e información de obras musicales, de comercios, de marcas; otras muestran un bosque cambiando de hojas, el mar, el cielo con tanta nitidez que parecieran poder tocarse con la mano.
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La una de la mañana y la calle llena de gente que habla, grita, compra, se asombra. Aquí no existe, reflexiona Efraín, la noción del paleto español, del ranchero mexicano, del provinciano de cualquier parte del mundo, porque lo que vende esta ciudad es el asombro, lo grandioso, lo que te hace exclamar una frase admirativa. Sobre la Quinta Avenida nos detenemos ante la mesita de un pintor que prepara, con rapidez y eficacia, un retrato pictórico de Manhattan. Es de verdad muy hábil. Vemos arrobados sus movimientos y lo que logra en el papel. Fondo negro: acota con un cartoncito un espacio para no rebasar el trazo de lo que ya ha pensado dibujar con su lata de pintura (acota con una, sacude con otra). Oprime con suavidad el atomizador y, ¡albricias!, nace el filo sonriente de la luna. Una mujer ya tiene en la mano el billete que pagará este rápido prodigio: 20 dólares. *** Sueño que voy en una carreta. Abro los ojos. Estoy en el piso 20 del edificio W. Churchill. El ventanal da al East River (el lado este del río Hudson). Es una mañana soleada. Me asomo y veo cruzar frente a mi vista un largo barco naranja, como una carreta de agua. Cuento mi sueño a mi mujer y a Pilla. Efraín oye lo que digo desde dentro de su cuarto. Después del desayuno cuenta que lo que conté le hizo recordar las carretas de su infancia y le vino, como dictado, un soneto de versos alejandrinos, que nos lee antes de salir a la calle. Una maravilla. Y este es nomás el primer día que empieza.
Contactos: hectorcortesm@hotmail.com
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4a. calle norte oriente No. 10 Comitán de Domínguez, Chiapas
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Fotografía: “Vamos a Trinitaria” Autor: CÉSAR GUILLÉN COTA
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos. “La profesión de ser papá es la única en la que primero te dan el título y luego se estudia la carrera”. El autor teatral italiano Carlo Goldini decía: “El que deja una imagen suya en sus hijos solo muere a medias”. El domingo 17 de junio se celebró el día del padre. No alcanza las dimensiones del 10 de mayo porque quizá la propia sociedad se ha encargado de desmerecer la figura del padre, ante la imponente presencia de la madre. Sin embargo, la figura paterna es fundamental y trascendental en el desarrollo y consolidación de la familia y por ende de la sociedad en general. El día del padre, como todas las celebraciones en las que se festeja a los seres humanos y a los sentimientos, tiene dos connotaciones: el reconocimiento, en este caso, a la figura paterna y la configuración de un día con características evidentemente con intenciones de comercialización. La idea de celebrar el día del padre está unánimemente acreditada a la señora Sonora Smart Dodd, oriunda de Washington, Estado Unidos, quien sugirió la idea para tal celebración en el año 1909. Su padre Wiliam Smart, veterano de la guerra civil enviudó al fallecer su esposa mientras daba a luz a su sexto hijo. Se quedó solo y sin apoyo al asumir la tarea de cuidar y educar a sus hijos en una granja al este del estado de Washington. A pesar de las circunstancias nada fáciles que le esperaban, Smart no renunció a criar a sus seis hijos, incluido al recién nacido. Al crecer Sonora, pudo reconocer con mucha claridad la fuerza y dedicación de su padre al criar a todos sus hijos, solo. Sonora Smart Dodd vio en su padre a un hombre valeroso, cariñoso y desinteresado, que había realizado todo tipo de sacrificios para sacar adelante a su familia. Es así que Sonora propuso la idea de celebrar un “día del padre”, en honor a su querido padre. Ella quería destacar el importante papel del padre en la sociedad, en la educación y formación de valores de sus hijos. Hay para todos los seres humanos, padres amigos, cómplices, socios, padres-madres, compañeros, de todas las características e incluso también confluyen todos estos elementos en uno solo, esto es, cuando el padre lo es todo. El día del padre no es solamente para honrar a nuestro padre, sino a todos los hombres que actúan como figura del padre. Celebrar a los padrastros, a los tíos, a los abuelos y bisabuelos, es, sin duda, parte de este día especial. Quiero aprovechar este espacio para rendir un homenaje a quienes, siendo padres, influyeron en las etapas de mi vida, lo hago con todo el respeto y el cariño que siempre me inspiraron. Con una rosa blanca por su ausencia: a don Augusto Molinari Bermúdez, a don Jorge Pérez Mora, a don Ramiro de la Vega Domínguez, a don Armando Avendaño Solís, a don Javier Aguilar Torres, a don Rogerio Román Armendáriz, a don Ramiro Castillo Orantes, a don Roberto Becerril Saldivar, a don Roberto Solís Cancino, a don César Solís Nájera y a don Jaime Sendra Duch. Con una rosa roja porque bendito Dios aún podemos oírlos platicar y sonreír: a don Guillermo del Castillo Calvo, a don Roberto Pulido Gordillo y a don Enrique Robles Domínguez. Abel Pérez Rojas, poeta, comunicador y educador mexicano, tiene una frase que encierra mucho y encierra todo: “Mientras más años tengo, más quiero y entiendo a mi padre”.
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Entrevista con: DAVID CASTILLO Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez
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David Castillo es profesor de música. Es director de la Academia de Música y Arte Arcangelo Corelli y director de la Banda Bicentenario Comitán, del H. Ayuntamiento. Lleva tres años con este proyecto donde maneja un número de ciento cuatro niños danzantes y músicos. Al respecto responde las siguientes preguntas: ¿Desde cuándo y por qué se interesó en la música? Es algo que se trae. La música es algo que vengo aprendiendo desde muy pequeño. A mí me inculcaron clases de violín, piano, marimba y guitarra. Toco desde muy pequeño, desde los seis años. Me gusta y lo mejor es que me pagan. Tengo once años en Comitán, pero ya llevo trece años como maestro. ¿Qué relación tiene la Banda Bicentenario con la Orquesta Sinfónica de la Academia? La orquesta es muy independiente de la Academia que dirijo. En La Academia de Música Arcangelo Corelli, es donde ha estudiado La Banda Bicentenario, pero quiero aclarar que la banda no tiene ningún lucro, no hay ningún costo. En la Academia sí hay un costo, es un concepto de taller. Siempre me gusta hacer un estudio socioeconómico de la persona que viene, para apoyarla y no cargarle la mano. ¿Es limitado el cupo en la Banda Bicentenario? Nuestro ex presidente, Eduardo Ramírez Aguilar, quería ciento cincuenta integrantes, pero es difícil manipular tanta gente manejando tantos instrumentos. He tenido mucho apoyo de los papás. Tenemos un club de papás de apoyo, sin ellos esto no arrancaría. Hasta ahorita no tenemos cupo limitado. La idea es formar dos bandas, si un día nos caen dos entradas de flores o dos eventos pues cumplimos con esa necesidad. Ahorita tenemos ciento cuatro integrantes, mi meta es llegar a ciento veinte. ¿Ha sido difícil enseñar y manejar a tanta gente? Es complejo, pero una vez que se obtiene el sentido y el ritmo de lo que queremos hacer, se coordina de una mejor manera. Al principio, no voy a mentir y decir que fue fácil, sí nos costó. Después de las adversidades que atravesamos, como el conocer a cada uno de ellos, el dedicarnos a cada uno de ellos y conocer el comportamiento de cada uno, ¡llegó el éxito! Al principio nos costó, pero ahora ya tenemos el ritmo. ¿Cómo ha sido la experiencia? Ha sido muy buena. Me ha traído cosas muy buenas. Ahora conocemos la alegría de los alumnos inscritos pero también hemos visto cuando están tristes, cuando tienen éxito en la escuela,,
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cuando les va bien. La Banda los ha nutrido de muchos Valores y uno de ellos es buscar el valor en el niño, la disciplina y la corrección. En algunos casos los niños están mal guiados pero son muy educados. Ha sido muy buena experiencia. ¿Por qué es importante cultivar el talento de los jóvenes? La educación básica, el deporte, la cultura y la literatura son las partes más esenciales que debe tener un ser humano, son las partes en las que se puede desarrollar, crecer y formar correctamente. Aquel niño que le metemos mucho conocimiento va a ser un excelente niño, pero no va a tener esa sensibilidad que brindan las mismas artes, la música, la danza y otras disciplinas. Yo siempre he estado de acuerdo con un lema que me aprendí, donde dice que aquel niño que toma un instrumento en sus manos, jamás tomará un arma en contra de nadie. Tenemos que darle deporte al niño, conocimiento; la música va a venir a sensibilizar a esa persona. Esa personita chiquita va a crecer con sentimientos, con valores y con toda esa gama de sensibilidad. En lugar de que estén prendidos a un televisor, a una computadora, o que estén por ahí en una esquina sin hacer nada, mejor que vengan aquí, porque van a adquirir valores, aprender música, tener amistades sanas y vivir en armonía musicalmente con nosotros. ¿Cómo ha sido la respuesta de Comitán? Muy buena. Le ha gustado a mucha gente. Recuerdo que en la primera presentación que tuvimos de la Banda Bicentenario, la gente pensó que éramos de la Banda de Guatemala. Este proyecto fue algo muy impactante para la sociedad, muy en secreto lo armamos, lo estudiamos y ¡Bum! en la Feria de Agosto de hace tres años nos presentamos. Recuerdo que un señor se acercó y me dijo ‘¡que viva Guatemala!’, y le dije ‘¡Que viva! pero no somos de Guatemala, somos de Comitán, músicos comitecos, niños comitecos’. Lo más importante fue que el recibimiento del público fascinó y desde hace tres años nos presentamos en entradas de flores, eventos de primarias y no descansamos en todo el año. ¿Quiénes pueden formar parte de La Banda Bicentenario? Todos. Está claro que tenemos un reglamento. Aceptamos a alumnos de ocho a veinticinco años, pero han venido mamás con niños de siete, de seis; ellas se hacen responsables en los desfiles, en los tramos más largos y los dejamos entrar. Aquel joven, aquella personita que quiera entrar no le negamos la entrada porque tiene un anhelo, una ilusión, un deseo y yo no soy nadie para quebrantarlo. Y poco a poco vamos saliendo con su conocimiento y aprendizaje. ¿Es importante que sepan algo de música o toquen algún instrumento? No. La mayoría vino y entró sin saber. Para mi es un orgullo porque todos ya leen partitura, no
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nada más es de oído. La partitura es la base de la música, así trabajamos mejor, más coordinados y ordenados. Hacemos preciosidades de interpretación. El conocimiento se adquiere aquí. Los invitamos a que no se limiten y que no piensen que no pueden entrar. No aplicamos examen de admisión. ¿Qué proyectos tiene ahora? Ahorita se está dando una formación más madura a la orquesta que tenemos de hace tiempo, que la he abandonado un poquito, pero en este nuevo ciclo escolar quiero darle un poquito más de auge a la orquesta sinfónica. Enviamos algunos proyectos a México para ver si encontramos el recurso. En la banda ¡el municipio nos apoya! ¿Qué les diría a los jóvenes interesados en la música? Los invitamos a que nos conozcan, que conozcan a los chavos de La Banda. Este proyecto que inició el Licenciado Eduardo Ramírez ¡ha tenido mucho éxito! Sobre todo, hay que reconocer el gran talento de los chicos porque sin ellos no habría banda. Puede haber banda sin director, pero si no hay chicos con talento, con ganas, pues no surgiría una agrupación de este tipo. Los invitamos a que nos conozcan y los esperamos. En el fondo puede escucharse un violonchelo, una alumna practica. En el rostro del profesor David se dibuja una sonrisa de satisfacción. Sabe que las ganas por aprender se contagian. Concluyó invitando a todos los que quieran contagiarse de estas ganas. No necesitan conocer de música, aquí es donde adquirirán los conocimientos.
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Programa del martes 19 de junio de 2012. Crónicas de Adobe destina un programa al mes para hablar acerca de libros. En esta ocasión, Dora Patricia Espinosa Vázquez habló de “La Emperatriz de Lavapiés”, novela de Jorge F. Hernández. Una novela cuyo título alude a un verso de la canción “Madrid”, de Agustín Lara. Editorial Punto de lectura. Crónicas de Adobe también se escucha por Internet www.imer.gob.mx Martes, de 3 a 4 de la tarde.
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Luis Ignacio Avendaño Bermúdez, candidato del Verde Ecologista a la Presidencia Municipal de Comitán, estuvo el pasado viernes 22 de junio en la comunidad rural de Primero de Mayo.
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Mientras los adultos esperan al candidato para recibir sus propuestas y expresar sus demandas, los niños se divierten con juegos programados; los ganadores reciben obsequios.
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La Sociedad de Escritores y Poetas del estado de Chiapas y la Universidad Mariano N. Ruiz tienen el honor de presentar a ustedes el libro Redacción Avanzada, nuevos escenarios para lograr una lecto-escritura del escritor y periodista Maestro Hernán Becerra Pino, quien nos acompaña esta noche. Tuve la oportunidad de asistir a la presentación de este interesante libro en la ciudad de Palenque, así que, como se suele decir, fusilaré palabras del propio autor, partes del libro, el cual tuve oportunidad de leer y unas poquitas de mi cosecha. El libro está diseñado con base en el programa de estudios de la materia Redacción Avanzada que el maestro ha impartido en la UNAM y en el Tecnológico de Monterrey. El maestro inicia sugiriendo una variedad de obras para leer, que van desde los clásicos hasta la diversidad de libros con diversos temas, de autores mexicanos y del extranjero, importantes para el bagaje cultural de cualquier persona. Retomando importantes teorías educativas de vanguardia, afirma que la lectura es la actividad que logra mover el cerebro y que lo alienta a desarrollarse y que la lectura debe combinarse con la escritura. Cuando la persona escribe a mano se desarrolla el lado opuesto del cerebro; es decir, si la persona es diestra se desarrolla el hemisferio izquierdo del cerebro. Es en esa combinación o vaivén de lectura, escritura a mano y retroalimentación como se llega a la lectoescritura y con ella se logra el desarrollo de las habilidades del lenguaje. No es lo mismo escribir por computadora, en donde se practican movimientos de los dedos por medio de teclas, siendo un tipo de programación neurológica que poco alienta la elocuencia, la redacción, la composición y mucho menos la inspiración. También asevera que las reglas gramaticales son para ser estudiadas, aprendidas y olvidadas; es decir, deben ser grabadas en el subconsciente, para que quien escribe utilice dicha información en forma automática y fluida con el resultado de un manantial de bellas palabras, un río de ideas claras y bien estructuradas. El maestro Hernán presenta la teoría en una forma sintética y compacta; sin mayores disertaciones llega a la médula de los temas y reglas a estudiar, tales como: los elementos de la composición de textos, expresión de ideas, la lectura para mejorar la redacción, los ripios, cacofonías, ficha bibliográfica, el estilo, el ensayo, la monografía, resumen, síntesis y análisis, los signos de puntuación, entre otros aspectos, presentando una información concreta, la cual acompaña con ejemplos prácticos de escenarios atractivos para los alumnos y con ejercicios escritos a mano.
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Hernán Becerra y Alejandro Utrilla.
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También es notorio su amor por Chiapas ya que muchos de los escenarios que describe en el libro son de Chiapas, su tierra natal. Sin duda, es una importante aportación, un libro recomendable de leer por sus actuales implicaciones pedagógicas, práctico y de gran utilidad para quienes deseen mejorar o incursionar en la escritura. Le deseamos sinceramente que este libro le siga trayendo muchas satisfacciones y que le permita enseñar con su obra a quienes lean su libro, asistan a sus talleres y, por supuesto, a sus alumnos a quienes, según sus propias palabras, les tiene gran cariño, aún antes de conocerlos. En hora buena. ¡Felicidades! * Texto leído en la presentación del libro de Hernán Becerra Pino, el día 9 de junio de 2012, en la Casa Museo Dr. Belisario Domínguez. Comitán de Domínguez, Chiapas.
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