Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez 15 de julio de 2012 - Comitán de Domínguez, Chiapas
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Contenido 5.– EDITORIAL: Huellas. 6.– ZAGUÁN: Galería. Fotografías de la quincena. 13.– PATIO: Casa de citas. El corazón del imperio, cuarta y última parte. Autor: Héctor Cortés Mandujano. 27.– BALCONES. Córdoba—Nandayapa. Poema de Roberto López Moreno.
31.– CORREDORES. Entrevista con: Jerónimo Arévalo. Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez. 40.– ACTUALIDADES. 43.– MOJOL. Ceremonia de Graduación. Colegio Mariano N. Ruiz. 43.– En nuestro próximo número: ENTREVISTA CON:
Mariano García Aguilar
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El INAH realiza una campaña de dignificación de fachadas, en Comitán. Los propietarios de las casas se inscriben en el programa y el INAH aporta mano de obra y pintura, de manera gratuita. Para asegurar la calidad de la obra, los empleados “raspan” las paredes. En este raspado aparece -¡oh, prodigio!- la huella del tiempo. Detrás de cada capa hay toda una historia. ¿Somos así los seres humanos? A veces la gente, como si recordara versos de Rosario Castellanos, dice: “No me toques el brazo izquierdo. Duele de tanta cicatriz”. Las cicatrices de las fachadas ¡aparecen! Pero es sólo un instante, un segundo después, los obreros comienzan su labor de dignificación. Un nuevo color cubre el vestigio. Ojalá que el INAH, Delegación Comitán, haya tenido la precaución de conservar el archivo fotográfico de esas trazas antiguas. Ojalá que algún día monte una exposición con ese material. Cada comiteco -y también cada extraño– encontrará hilos para definir la personalidad de este pueblo.
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Fotografías de la quincena Comitán, ciudad que habla de vos
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Fotografías de la quincena
Carroza Real, preparada especialmente para que viaje la hija de Peña Nieto. Atentamente: La prole.
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Fotografías de la quincena
Sillita modesta, a medio patio, para que el amoroso Andrés Manuel espere sentado las elecciones del 2018.
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Fotografías de la quincena
¿Fácil seria? ¿Difícil relajada? (Nos quedaron a deber tres tildes en tres palabras. ¿Más incultos? ¡Imposible!)
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Fotografías de la quincena
Con ustedes: ¡el abuelo del Facebook!
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Fotografías de la quincena ¡Eso, eso! ¿Ya viste? ¡Ya lograste hacer El Cristo!
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Informes: 6326661 De lunes a viernes, de ocho de la mañana a una de la tarde.
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En un camión que nos lleva al Central Park, unos venezolanos nos hablan mal de su presidente Chávez; nos dicen, ya casi en nuestra parada, que incluso lo de su pregonado cáncer no es más que un engaño para que el pueblo, proclive al melodrama, lo siga sosteniendo en el poder. Bajamos, y mi mujer nos hace una pregunta muy cercana a la metáfora: —¿Será verdad que es mentira?
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*** Por mediación de Celina, dos vecinos suyos del piso 20—cuyo departamento es un breve museo de arte africano, fundamentalmente— nos invitan a tomar vino y comer botanitas antes de llevarnos a un concierto en el Lincoln Center (tienen un par de boletos que han decidido obsequiarnos). David y Evelyn son risueños y amabilísimos; él nació en New York y ella en Viena, Austria; él es escritor de artículos (publicó antes en el New Yorker; lo poco que publica ahora, junto con su mujer, es para el National Geographic) y ella fotógrafa; él no habla español y ella sí (también inglés, francés, suajili). Tienen 36 años de vivir juntos. Él, supongo, rebasa los 70; ella tiene algunos años menos, pero ambos son ágiles de cuerpo y mente. Cuando los cuatro (ellos dos, mi mujer y yo) subimos al ascensor, nos hallamos con una joven tailandesa y su hija, que viven en el edificio. También van al concierto. Caminamos los seis bajo finos hilos de lluvia. En el camión nos sentamos en asientos cercanos y conversamos los retazos que nos permiten nuestras limitaciones lingüísticas. El teatro tiene una inmejorable acústica y parece recién abrillantado. Son algo así como mil asientos y la mayoría están ocupados por gente mayor, ancianos de evidente conocimiento musical. En contraste, los músicos son muy jóvenes, brillantes alumnos de la famosa y exigente The Juilliard School. Nada hay en el escenario más que cuatro sillas, cuatro atriles, cuatro instrumentos: dos violines, una viola, un cello. Y luego, dos mujeres, dos hombres. El programa está compuesto por tres piezas (Haydn, Janácek y Beethoven) de ejecución soberbia. Casi no leen las partituras que, es obvio, conocen al dedillo. Entre la primera y la segunda pieza, el chelista oriental hace uso de la palabra y llena de alegría al auditorio, porque su simpatía es excepcional y se nota su disfrute personal cuando arranca carcajadas en un público que parece conocerlo bien. David y Evelyn se conocieron en China, cuando eran jóvenes. Ella dice que estaba “en brazos de otro amigo” y David completa que ante la belleza femenina (nos ha mostrado una foto donde Evelyn es de verdad impactante), sin meterse en problemas, hizo malabares para tomarse una foto con ella, que se llevó consigo. Varios años después creyó que era una alucinación ver a la muchacha en una bicicleta en Manhattan. Por esos días lo invitaron a una reunión y allí de nuevo se encontró con Evelyn, quien también había sido invitada. Estaba sola ya. Ella lo había olvidado, pero David le dijo: “Te conocí en China, vivías con un norteamericano; yo soy el gringo loco que hizo todo para tomarse una foto contigo”. La enamoró y desde entonces, sin hijos (Evelyn hace un gesto de
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fuchi ante la posibilidad de que, por descuido, hubiera habido descendencia), viven trabajando lo menos posible para concentrarse en lo que verdaderamente les interesa: disfrutar la vida. “Hace años”, dice David, “decidimos ya no viajar (han andado por todos lados) y concentrarnos en lo único que vale la pena: el amor y la amistad”. Nos insisten en que vayamos ahora a un concierto gratis al Caspary Auditorium de The Rockefeller University. Efraín y Pillita se animan y los cinco (Evelyn nos esperará allá para apartarnos buenos lugares) nos vamos caminando con la guía simpática e informada de David, que sabe todo sobre los jardines, edificios y barrios que atravesamos. Nos dijeron que la pianista, de Israel, era fantástica. Las críticas en el programa de mano hablan de ella y dicen que su técnica es insuperable, que sabe tocar con la pasión exacta, que ante su ejecución no es posible pedir más. Me imagino que será una señora respetable, pero no. Se llama Einav Yarden (ha grabado muchos discos, hay videos suyos en YouTube) y es una joven de hermosa presencia, de sonrisa clara, de cuerpo sensual, de manos mágicas. Es sólo ella y el piano (Debussy, Beethoven, Ravel) y la caricia en el oído, el milagro del arte… A la salida David y Evelyn nos presentan a Moshe, de quien ya nos han hablado antes. Es un director de teatro. Algo le han dicho de mí y eso hace que sin intermediarios conversemos brevemente en una especie de inglés-español-rumano (que él habla, además de francés y yidish) sobre lo que cada cual hace en las tablas. Tenemos ya una cita con él. También vive en el edificio y, dice David, “se la pasa leyendo, tiene su departamento lleno de libros”. *** Vamos en un camión y leo. Efraín, a veces, me toca el hombro (él con Pillita va en un asiento de atrás) y me enseña algo; mi mujer en ocasiones me interrumpe para comentarme lo que, en la calle, le llama la atención. Pilla hace algún comentario general al que ponemos atención. Quiero concluir Hedda Gabler, de HenrikIbsen (cuya trama ya conocía, pero no había leído; de menor envergadura que Casa de muñecas, por desgracia), y lo hago finalmente en el metro. En la introducción de sus dos fundamentales historias Casa de muñecas y Hedda Gabler (Editores Mexicanos Unidos, 1984) dicen Luciana Possamay y Emilio Carballido (p. 10): “Difícil se le hará al lector moderno comprender la formidable rechifla con que los críticos teatrales de prestigio y el público acogieron las obras ibsenianas. Entre otras lindezas de estilo aún más robusto, lo calificaron de ‘perro busca estiércol’ ”. Llegamos al departamento y me arranco con El seductor de la patria, de Enrique Serna (me eché antes una antología bilingüe de Neruda: A la orilla azul del silencio). Efraín me dice,
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entonces. —¿No crees que si lees mientras vas por la calle puedes perderte mucho? Tal vez en un suceso que pasa frente a ti sin que lo veas, en una gente, en un edificio se halle la historia genial que podrías escribir para gloria tuya y de las letras. Tal vez por la calle podrías encontrarte tu Quijote y se te va a pasar de largo. —Pos sí, digo, tal vez. Al otro día salimos y yo llevo un libro que saco y leo en cuanto puedo. Por la calle quizás, mientras tanto, está pasando la gran historia que nunca escribiré... *** Dos cuadras antes de llegar, sobre el piso hay incrustaciones con fragmentos de poemas, novelas, cuentos, ensayos con la imagen, un león, que identifica a The New York Public Library. Esta enormísima biblioteca es también el proyecto de un civil (John Jacob Astor), quien donó el dinero suficiente para arrancar con este servicio gratuito que, con 82 sucursales, aunque recibe apoyo público y privado, no pertenece al gobierno. Sólo en la parte baja, por ejemplo, hay 140 kilómetros de estantería y más o menos siete millones de libros (la biblioteca tiene a disposición más de 50 millones de artículos). Uno puede recorrer su bella arquitectura y ver, en las salas de consulta, a mucha gente callada, leyendo (no hay alumnos bulliciosos haciendo la tarea, como ocurre por estos lares), fotografiando mapas, consultando enciclopedias. Tiene también varias salas de exposición. En uno de los salones de lectura, como en muchas de sus paredes, hay cuadros de pintores famosos (Rembrandt incluido); el que me sedujo es uno enorme de Mihál y Mundakácsy (pintor húngaro, 1844-1900), firmado en 1877, titulado “Milton dictando El paraíso perdido a sus hijas”; en él se ve a tres atentas y atemorizadas adolescentes, casi niñas, ante un hombre que parece pensar y quien se nota atormentado, ansioso. Leí hace mucho El paraíso perdido y quedé impactado; luego leí La historia de Mary Powell, de Robert Graves, y me compadecí de ella, la esposa de Milton, pero también de este inglés contradictorio y genial. *** A la salida de la Biblioteca Pública, por cierto, está el Bryant Park, lleno de árboles, flores, pasto y pájaros; hay mesas, sillas, libros (en estantes metálicos) para adultos y para niños e información, todo gratis, para quienes quieran descansar, tomarse un lunch o leer. En uno de
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los escasos días de sol, muchachas, jóvenes y viejos tomaron el parque como playa y en bikini, sobre toallas, se asoleaban mientras muy cerca una serie de personas, de riguroso traje, parecían tener una reunión importante. Evelyn nos dijo, cuando en su casa oímos el escándalo de las sirenas (aquí van hasta por un gato que se subió al árbol), algo que también se me ocurrió aquí: Ah, New York. *** Fuimos, claro, a la Estatua de la Libertad, al lugar donde estuvieron las Torres Gemelas (y donde ahora construyen siete nuevos edificios); a Brooklyn, a varios barrios, a muchos lados que sería muy largo enumerar; vimos una puesta en escena deMacbeth en una producción of Brodway (el protagonista es un inspirado actor negro), pero no me ocuparé de ello ya que ésta será la última columna sobre NY, antes de que se me vuelva un libro. Nuestras comidas merecerían crónica aparte. Fuimos a la Litle Italy a comer maravillas (allí creció Scorsese, allí comen de cuando en cuando Pacino y De Niro); también a La mar, un restaurante peruano recomendado por Vargas Llosa en su columna Piedra de toque; y nos asombramos, con la invitación de nuestra amiga Nedda, que andaba por allá, con la delicia de la comida cubana; y encontramos un espléndido restaurante dominicano, y gozamos con la comida española, cantonesa, bávara, francesa, india, griega, tailandesa y, por supuesto, newyorkina… *** Fuimos al Jazz at Lincoln Center, que en esa noche (los carísimos boletos nos los pagaron Celina y Ryan) tuvo un programa que rozaba lo imposible: New Orleans Piano Kings. Aunque los músicos de apoyo son extraordinarios (Herlin Riley y Reginald Veal), el plato fuerte fueron los tres pianistas: Ellis Marsalis, Henry Butler y, Dios mío, un absoluto genio: Jonathan Batiste. Agradezco al azar, a la vida, a los poderes divinos haber estado sentado allí ante tal artista. Muy flaco, negro, con un gusto espantoso para vestirse (hizo algunos cambios de vestuario, todos desastrosos), pero es lo más cercano a un ángel, a un dios cuando toca. Y todavía no llega a los 30 años. El escenario tiene como fondo un enorme cristal que deja ver, detrás de los músicos, los edificios famosos de Manhattan. Por el acierto del arquitecto, supongo, en uno de los cristales pueden verse las luces de los autos que, merced a un ardid bien pensado, “suben” y desaparecen por ese mágico camino de vidrios. Esa noche la cerramos con una visita al elegantísimo restaurante Robert. Fuera de las ricuras que comimos y bebimos, algo que me asombró fueron las sillas: se mueven para adaptarse a tu peso, a tu manera de sentarte. Son algo así como estar en una nube. Justo como me sentía después de oír a Batiste.
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4a. calle norte oriente No. 10 Comitán de Domínguez, Chiapas
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CÓRDOBA-NANDAYAPA Escucho, me imanta el golpe (los), me llama con su poder desde la vena más íntima y quiero describirlo, decirlo… Blam blam plim plim La primera intención, onomatopéyica, valiéndome del recurso que dan los monosílabos. No sería la primera vez que así lo hiciere, pero hoy prefiero otro modo de expresarlo: Suena en el centro un sol que se derrite en los ejes del maíz, que se hace polvo amarillo entre las lianas, en los vasos cilíndricos de vasta clorofila buscando los misterios de su renacimiento. Ritos enredados en las ebulliciones desde el punto inasible de prehistorias aspirando, exhalando. Ah empeño, sangre que se fragmenta como teclas, eco recuperado de las mitologías. Hormiguear del hormiguillo, Hormiguear del árbol horizontal que vibra, vibra sabio y hondo, vibra sabihondo, y carga de maravillas el oído. ¿Desde dónde rumores tales, río verde? ¿Desde cuándo fondo sangre del sonido?
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¿De qué átomo de hoguera líquida hasta el tallo eco hasta el hoy desde el antier velado? …Y al final, no escapo a la hormigueante tentación, no escapo: plam plam plam-plom plam plam-plom plam plam-plom plom plom Rioverde habitare illum facis in auditu lignum sensuale, factum universus gotea gotea… Tatatí tirirí Tatatí tirirí Vine. Estoy. Iré. Fui. Gotea. Nudo de tiempos. Plom.
Roberto López Moreno
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Jerónimo Arévalo es artista. Es originario de la ciudad de México. A cada momento contempla con detenimiento los detalles que su diario caminar le brinda y es ahí donde encuentra gran parte de su vida: el arte. Actualmente, presenta su exposición pictórica “Máscaras” en esta bella ciudad de Comitán. Al respecto responde las siguientes preguntas: ¿Usted trae el gen de una tradición pictórica? Sí. Vengo de una tradición pictórica. Mis papás son pintores. Se conocieron en la Academia de San Carlos, que es súper famosa, atrás del Palacio Nacional, muy antigua. Desde muy chico vi la cuestión de esto, me gustaba mucho y nos pusimos a pintar. Obviamente esto surgió por imitación y por la educación de mis padres. Mis papás vieron que me gustaba la pintura y me apoyaron en todo. A los cinco años me metieron a un concurso y lo gané. Estuve tomando cursos en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, en la ciudad de México; estuve en cursos de cerámica, pintando, haciendo grabados, murales, talleres de fotografía. Como a los diecisiete o dieciocho años estuve trabajando en los talleres de gráfica de Guadalajara, después en Oaxaca. Siempre he estado tomando cursos y actualizándome sobre técnicas y cosas que me gustan, que me van llamando la atención o que siento que de alguna manera se identifican con mi trabajo. ¿Qué sensaciones le produce la pintura? La pintura me produce todo: felicidad, alegría, tristeza. Tiendo a pintar mucho con la alegría y con el amor; rara vez me llego a enojar. A veces pinto medio emocionado o muy entusiasta. Algunas veces me gusta pintar cosas sobre la muerte, pero más que por una cuestión triste o medio macabra más bien es con una cierta alegría hacia las festividades que vemos aquí en México y que nos encantan como el Día de Muertos. Siempre he pintado con alegría, como una festividad o reventón. ¿Cómo es su proceso creativo? Hay muchas formas. A veces nada más me pongo enfrente de la hoja en blanco, empiezo a buscar el cuadro y el cuadro me busca. Empiezo con una cosa y acaba siendo otra. A veces, vas andando en la calle y te encuentras con los cuadros, cuando llegas al estudio o la libreta ya lo haces. Empiezas a recordar esa pared, esa puerta, ese árbol, algo que te haya llamado la atención, la gente, el sabor que te comiste en el mercado y eso te crea una cierta emoción, un cierto olor, un cierto gusto; todo eso lo empiezas a agarrar y te pones frente a la tela y a pintar; lo conservas durante un rato y estás con él. Cuando empiezas a plasmar tu sentir, es cuando empiezan a nacer los cuadros. De repente empiezas a hacer el cuadro en el papel, tú no tienes idea de lo que vas a
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hacer, el cuadro te empieza a pedir que le metas lápiz , crayón, que le metas pluma, tintas, acrílico, que le metas óleo, que lo tapes, que le eches agua, que le eches aceite, que lo mezcles, que lo dejes reposar, que lo vuelvas a retomar dos días después, que lo vuelvas a rayar o que lo vuelvas a limpiar, hasta que llega un día en el que dices que ya no puedes hacerle algo porque ya no hay donde hacer algo, ya está puesta la última rayita. En la mayoría de los cuadros, aunque lo vuelva a checar días después, me doy cuenta de que ya quedó, no le falta ni una raya y eso es bien bonito porque cuando tienes un cuadro y tienes todo por hacer te das cuenta de que llega un día donde el cuadro ya está completo y ya no hay nada que hacerle. Y a pintar la siguiente hoja en blanco o tela en blanco, que es el principio de todo. ¿El salir a otros lugares es parte de su proceso creativo? Los cambios de alguna manera siempre te hacen nuevas propuestas, te confrontan con lo que has hecho. Cuando estás mucho tiempo en un lugar te acostumbras mucho a ver ciertas cosas. Aunque sea solo un viaje al mar o al bosque, el cambio de colores, de tonos, de formas, los diferentes tipos de gente, siempre te ayudan a generar creatividad y nuevas emociones. Luego, en tus mismos cuadros ves cuando acabas de tener un cambio, cuando acabas de tener un viaje. Se siente en tu pintura. Hablemos de su exposición ¿Por qué Máscaras? La verdad que el proceso de esta exposición empezó porque empecé a buscar en varios de los lugares donde yo estaba alguna cuestión que me hiciera sentir lo más representativo. Esto empezó un poco en la ciudad de México porque veía todo un poco gris, no veía algo en lo que yo me sintiera reflejado. Mi barrio me gusta mucho, tengo muchos amigos pero no sabía cómo plasmarlo. Después de muchos viajes que tuve fuera de México, regresé y empecé a ver muchos rostros; vi lo que más me identificaba y lo que más me llamaba la atención. Hay tantas caras, son tan diferentes. En la ciudad de México hay gente del Sur, del Norte, del Centro, de las Costas; hay mucho que ver y mucho más que decir. Empecé a dibujar sus rostros y empecé a hacer unas interpretaciones de lo que yo hacía y lo que me gusta. Luego me voy a otros estados y sigo con el tema, me encanta, es maravilloso. De ahí empieza a salir toda esta cuestión de máscaras, ya distorsionando a mi sentir los lugares y lo que voy viendo. ¿Es parte de nuestra identidad el uso de las máscaras? En nuestra cultura sí y en muchas. Pero la cultura mexicana es en la que yo me reflejo, en la que yo me inspiro, en la que saco muchas cosas y que realmente están hechas a mi interpretación. México tiene una gran diversidad de máscaras, de sabores y se reflejan en las tradiciones. Todas sus máscaras son bellas, extrañas, interesantes. Es difícil seleccionar una. Yo
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pienso que uno fabrica su máscara, la vida te crea tu máscara, a veces uno quisiera estar más contento, más feliz y la vida es dura y te pone una cara dura. A veces tú quisieras ser más enojón y te toca pura gente alegre y te andas riendo. A veces quisieras ser más relajado y te toca más chamba. La vida te va poniendo una máscara, tú vas moldeando esa máscara. ¿De qué manera podemos moldear la máscara que nos da la vida? Esa máscara para mí se moldea a través de una situación que la vida te va planteando que es la suerte, no me gustaría llamarle destino sino la suerte que te va tocando en la vida. Otra cosa que moldea tu máscara y que me gusta mucho es la actitud ante la vida; hay veces que algunas situaciones te ponen de mal humor y te quejas mucho, por el contrario, hay gente que es muy alegre. Esa actitud, más la suerte, más la vida, más lo que tú le buscas, son las herramientas que van haciendo tu máscara. Yo no creo que la gente como máscara entienda que es como una especie de hipocresía, yo entiendo como máscara, la huella que va dejando la vida y la actitud ante lo que va pasando, es lo que vas queriendo que se vaya forjando en el alma. Lo que tú sientes adentro es lo que vas proyectando en la cara. ¿Qué respuesta espera de la gente que ve su exposición? Realmente vengo a enseñarlas, a exhibirlas. Siempre vengo con la expectativa de que habrá gente que le hará sentir cariño, alegría, paz, que le hará sentir fuerza, que le recordará algo o alguna cosa así. Realmente espero que la gente me diga algo. La exposición que traigo me gusta mucho, me siento muy orgulloso de ella. Espero una buena respuesta, siempre espero que a la gente le cause algo. Me gusta mi obra y es una gran selección, es una gran exposición. Llevo mucho tiempo en esto y espero que la gente vea y decida. ¿Es importante empaparnos de arte? Es importante vivir con cierto arte. La música es arte, la pintura es arte, la arquitectura es arte, los jardines, las plantas, son arte. Comer es arte, comer aunque sea una rica tortillita con sal y limón que tenga ese arte de que lo hicieron en comalito, que comas en un bonito jardín o en la orilla de la carretera, solo o con tus hijos, cuando tú aprendes a vivir con este tipo de cosas, cuando lo unes con todo eso tienes arte y el vivir con ese tipo de sensaciones de vida creo que es muy importante. En mi experiencia, aunque la gente siempre esté muy deprisa, tiene que saber apreciar cada momento. Mucha gente por hacer una cosa se pierde todo el camino. Ver por ejemplo una nueva panadería, ver los panitos, qué le pusieron, cómo lo cocinaron; siempre hay que vivir con arte. Arte con un cierto gusto hacia la vida, yo siempre reflejo eso en mis cuadros: la vida, el amor, las sensaciones. Nunca me ha entra-
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do la sensación de que no aprecie nada o que todo me valga gorro, al contrario, me encanta todo, me encanta salir y ver el solecito y los pajaritos. Son cosas que a mí me gustan, siempre hay algo nuevo. A veces aunque uno no quiera, hay cierta rutina pero hasta en la rutina hay cosas bonitas y hay diferencias cuando lo aprecias. La vida hay que vivirla. En la pintura y en todo hay que echarle ganas y amor. ¿Puede definir su personalidad con los colores? Es de todos los colores, varias veces y repetidos. Con puntitos y rayas. Me cambiaría con otros colores a cada rato y me movería. No me veo de un solo color. Te podría decir que a veces me veo en blanco y negro y a veces me veo de muchísimos colores. Casi no me siento muy negro pero tampoco muy blanco. Soy muy azul y a veces muy rojo. Soy de todos los colores, todos los uso, todos me gustan, todos los colores son lo mío. ¿Qué le da color a su corazón? Digamos que mi motor es la vida. La vida siempre te nutre y las buenas decisiones hay que sacarlas con el corazón y luego, a la inversa, esas decisiones te dan color. Es la vida, uno hace lo que puede y a veces tienes que estar en una mala situación, pero hay que ver siempre el lado optimista o la parte bonita de la vida, sea cual sea, eso te saca de donde sea. En mi caso yo tengo un par de perritas súper lindas, tengo a mi chava que es súper encantadora conmigo, tengo buenos amigos, tengo mi trabajo que me encanta; toda mi vida en general me da color. Me nutren los colores, el deporte, me gusta la cuestión física, me gusta la bohemia. La verdad soy una persona que me considero muy feliz, no que me ande riendo todo el tiempo, pero soy feliz. Mi pintura me gusta mucho, no me peleo con ella al contrario, somos buenos amigos. Jerónimo hace una lectura de los detalles que le manifiesta la vida, los plasma y los comparte. Concluyó invitando a la gente comiteca a la exposición que estará del seis al quince de julio de 2012, en el Museo de Arte “Hermila Domínguez”. Y agregó: si en algún momento tienen ganas de pintar; ¡háganlo! Es muy, muy bonito”.
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Ya está a la venta - Pedidos a: entretejas1@hotmail.com
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Programa del martes 10 de julio de 2012. Invitado de honor: Maestro Máximo Alberto García Millán Él posee el grado de Maestro en Filosofía, estudio que llevó a cabo en El Reino Unido. Compartió sus reflexiones acerca de la importancia del pensamiento en los tiempos actuales. En la fotografía: Máximo, Paty y Julio. ******** Crónicas de Adobe también se escucha por Internet www.imer.gob.mx Martes, de 3 a 4 de la tarde.
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Esta semana comenzó la remodelación del Centro Cultural Rosario Castellanos. En esta fotografía se aprecia cómo quitan las tejas para arreglar el techo.
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Mensaje de despedida. Viviana Villatoro Ramos. Alumna que concluyó Educación Secundaria Hoy nos despedimos del Colegio para iniciar una nueva etapa. La experiencia vivida en estos tres años nos llena de entusiasmo, ya que aquí comprendimos el verdadero significado de la amistad, la unión, la solidaridad, la alegría y la confianza. A lo largo del tiempo Dios pone en nuestro camino a diversas personas que son difíciles de olvidar, porque han dejado una huella importante en nuestro corazón, al acompañarnos en un instante de nuestra vida; sin embargo, no podemos quedarnos siempre junto a ellas, pero por muy corto que haya sido el tiempo que se compartió, nos dejan una parte de ellos que siempre estará presente para ayudarnos a crecer. Esta graduación es el resultado del esfuerzo de nuestros padres, hermanos y maestros, cada uno de ellos se encargó de sembrar conocimientos y valores que permanecerán en nosotros. Por eso, en nombre de los alumnos de esta Generación damos nuestro agradecimiento: en primer lugar a Dios por permitir conocerlo a través de ustedes y ponerlos en nuestro camino; a nuestros padres y hermanos por impulsarnos y darnos su apoyo. Todos sabemos que los buenos recuerdos siempre están presentes, por eso digo: Abarca: nunca cambiaste, pero aún así estás aquí con nosotros graduándote. Kelly: sólo estuviste un año con nosotros, pero eso bastó para que te quedaras en nuestros corazones. Antonio y Olán: ustedes siempre haciendo travesuras y cantando en clases. Esos momentos en que los sacaban por dos semanas de clase ¡nunca se nos van a olvidar! Pao: toda la vida con tus dolores, pero eso nunca impidió lo que tú sabes que hacíamos. Toñito; de primero a tercero ¡jamás hablaste!, pero todos te recordaremos. Nath: no te vayas a olvidar de las canciones que te dedicábamos y cantábamos.
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Betito: nunca se nos olvidará tu adicción por Zoé. Brayan: siempre nos alegraste con tus “oshos” en los exámenes. Y para no hacerlo tan largo, sólo me resta decirles a todos que siempre ocuparán un lugar en nuestros corazones y nunca olviden los momentos que pasamos juntos. Quiero desearles mucho éxito en esta nueva etapa y que recuerden que las cosas ordinarias nosotros las podemos volver de una manera extraordinaria. Sólo me resta decirles ¡gracias!, muchas gracias y que Dios los bendiga y los acompañe siempre y les permita brillar con luz propia. Hasta pronto.
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Mensaje de despedida. Raquel Mariana Robles Solís Alumna que concluyó Educación Preparatoria
Hoy es un día muy especial en nuestra vida. Nos despedimos del Colegio Mariano N. Ruiz con entusiasmo, ya que iniciamos una nueva etapa. La experiencia vivida en estos tres años nos llena de alegría para seguir fuera del mismo. Es un honor decir que, en nombre de esta generación, nos deseamos un “Hasta pronto”, porque sabemos que en el futuro volveremos a vernos. Este momento es el resultado de nuestro esfuerzo. Agradecemos a Dios que nos ha guiado por el mejor camino e inculcado valores muy importantes que estarán siempre con nosotros. Agradecemos a nuestros, por supuesto, que sin ellos no hubiera sido posible llegar hasta donde estamos. Su apoyo incondicional nos ha hecho hoy unos pre universitarios exitosos. Es imposible no agradecer a nuestros maestros, quienes no sólo fueron educadores que llegaron a decirnos lo que no sabíamos sino que fueron amigos con más experiencia y nos compartieron un pedacito de su vida. Toleraron muchas cosas que hicimos, travesuras de niños, por así decirlo; sin embargo, cuando necesitábamos una explicación ¡ahí estuvieron! No puedo creer lo rápido que pasa el tiempo. Ayer apenas los conocía y en este día tan importante ellos están aquí despidiéndonos, con una gran sonrisa y lo mejor de sus deseos. Es difícil despedirse de la institución que por tres años se encargó de nuestra formación. Sabemos que lo que viene no será fácil, pero nos entusiasma saber que siempre contaremos con ustedes. Nada es suficiente para expresar lo que sentimos: una mezcla de tristeza, de felicidad y de satisfacción. Ésta no fue una escuela, fue nuestro hogar y nuestra familia. Sólo queda desearles más éxito y recordarles que siempre podrán contar con nosotros. Gracias.
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EN NUESTRO PRÓXIMO NÚMERO
Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez
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